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os
nuevas
opciones
La recuperación en
nuestras relaciones
A Grupos de Familia Al-Anon
Esperanza y ayuda para los familiares y amigos de los alcohol,eos
CONTENIDO
Descubramos..................................................1
nuevas opciones..........................................1
Partimos de donde estamos.....................4
Una base sólida......................................20
Una perspectiva más positiva................39
Historias personales...................................41
Para reflexión y debate ___........................56
Para reflexión y debate .............................57
Capítulo Cuatro..........................................57
Empezamos a conocernos.............................57
Historias personales...................................61
Para reflexión y debate .............................76
Capítulo Cinco ...........................................78
ue es.............................................................78
posible encontrar un nejor camino................78
Historias personales...................................82
Para reflexión y debate: ............................91
Prefa
cio l
Prefacio
No existen respuestas fáciles a los complejos
retos que plantean las relaciones afectadas por el
alcoholismo. Como miembros de Al-Anón,
contamos con una amplia gama de experiencias
al enfrentar las dificultades en las relaciones que
entablamos con un bebedor problema. Al
compartir nuestra experiencia, fortaleza y
esperanza en un medio de apoyo mutuo como las
reuniones de Al-Anón, a menudo descubrimos
posibilidades y opciones que nos resultan útiles.
Cuando utilizamos el programa de Al-Anon en
nuestras vidas, percibimos una fuerza interior que
repercute de forma positiva en todas las
relaciones personales.
Este libro reúne las ideas y conocimientos que
muchos descubrimos en Al-Anon cuando nos
esforzamos por encontrar comprensión,
integridad, armonía y amor en nuestras
relaciones. Compartimos aquí la manera en que
utilizamos los instrumentos del programa para
conocernos a nosotros mismos y para sacar a la
luz recursos espirituales escondidos. Sólo si
centramos la atención en los cambios que están a
nuestro alcance lograremos progresar. Como
comparte un miembro de Al-Anon en este libro:
"Mi familia hace todo lo que puede. No obstante,
al soltar las riendas poco a poco, me doy cuenta
de que sus opiniones ya no oscurecen el azul del
cielo"
En los Grupos de Familia Al-Anon vemos que
hay opciones disponibles siempre y cuando
podamos ver los problemas de nuestras
relaciones desde el ángulo adecuado, sin pasar
por alto lo que nos ofrece cada día. Cuando
nuestras vidas tienen una base sólida, surgen
resultados positivos en las relaciones con otras
personas y, en última instancia, mejora la calidad
de todas ellas. Si bien no hay soluciones
inmediatas, en Al-Anon encontramos más opcio-
nes de las que nos imaginábamos. Este libro
comparte algunas de esas posibilidades.
Capítulo Uno________
Partimos de
donde estamos
Venimos a Al-Anón debido a los problemas
causados por la bebida de alguien más. Algunos nos
preocupamos en particular por la relación con la
pareja o cónyuge alcohólico mientras que otras per-
sonas tienen padres o hijos alcohólicos. A veces es
una situación de alcoholismo en el lugar de trabajo
lo que nos acerca a Al-Anón. Independientemente
de la relación particular, hay un denominador
común: cómo nos afecta la bebida de alguien más.
Al-Anón nos ofrece la posibilidad de examinarnos a
nosotros mismos y comprender de qué manera el
alcoholismo ha distorsionado nuestra perspectiva,
ha dañado nuestra propia imagen y ha afectado
nuestra capacidad de entablar y mantener
relaciones sólidas.
Es bastante común llegar a un Grupo de Familia
Al-Anón Con un sentimiento de zozobra. Pese a la
confusión y el caos que experimentemos, el
programa genera la esperanza de que al mejorar
nuestras actitudes, podremos llevar vidas mejores y
más felices. En las reuniones de Al-Anón conocemos
gente con experiencias similares a las nuestras.
Comparten cómo han mejorado sus vidas. Nos
demuestran que nuestros sinsabores pasados no
deben limitar el crecimiento futuro siempre y
cuando estemos dispuestos a probar ideas nuevas.
Un Grupo de Familia Al-Anón también nos ofrece
la oportunidad de comprender mejor nuestros
propios sentimientos y de acercarnos a otra gente
para solicitar su apoyo. Antes de asistir a la primera
reunión de Al-Anón, muchos pasábamos por alto
nuestros sentimientos y nos sentíamos aislados a
causa de nuestros problemas. Nos concentrábamos
en particular en encontrar soluciones a la relación
alcohólica o en encarar la crisis del día.
Intentábamos mantener las cosas tan "normales"
como fuera posible asumiendo las responsabilidades
que descuidaba el
alcohólico. Era nuestro deber, o así lo creíamos.
Sentíamos que era necesario aparentar que todo
marcharía bien aunque eso sig- „ niñeara justificar al
alcohólico o mentir. En estas circunstancias, puede
resultar penoso o confuso prestarle atención a
nuestros sentimientos. Sin embargo, cuando
escuchamos a otras personas compartir en las
reuniones, empezamos a reconocer que tenemos
mucho en común con ellas. Al identificarnos,
comenzamos a experimentar un vínculo, tal vez por
primera vez en nuestras vidas. Y surge así la
confianza.
Una reunión de Al-Anon es un lugar seguro para
compartir sentimientos. Vemos que no somos los
únicos con opiniones distorsionadas por la tensión de
los efectos causados por la bebida de alguien más. Al
escuchar las historias de otras personas, percibimos
algo en nuestro interior que desconocíamos.
Comenzamos a admitir sentimientos y llegamos a
comprendernos mejor. Con el amor y el apoyo que
encontramos en una reunión de Al-Anon, logramos
reconocer y aceptar lo que somos.
Independientemente del lugar al que hayamos
llegado en la búsqueda de relaciones sanas, siempre
debemos comenzar donde nos encontramos hoy.
Puede ser doloroso pensar que nuestras relaciones
podrían (o deberían) haber sido mejores. No tiene sen-
tido criticarnos cuando hicimos todo lo posible con lo
que teníamos. Obtenemos tranquilidad si dejamos de
lado lo que podíamos o debíamos haber hecho y
aceptamos lo que somos y dónde estamos en este
momento.
El programa de Al-Anon nos proporciona una
variedad de instrumentos útiles. Al seguir asistiendo a
las reuniones, aprendemos que es posible deshacernos
de antiguos compañeros como el fracaso, la vergüenza
y la culpa. Con el tiempo progresamos, pero sólo si lo
hacemos "Un día a la vez". Mediante los instrumentos
de Al-Anon, nos damos cuenta de que la capacidad de
comenzar de nuevo siempre está a nuestro alcance y
que la esperanza es siempre mayor de lo que
creemos.
Historias personales
ese momento. Por fin estaba lista para hacer algo que
tenía que hacer para lograr algún tipo de sobriedad
emocional y espiritual.
Decidí intentarlo en Al-Anón una vez más. Me sentía
como una fracasada, pero esta vez estaba dispuesta a
entregar mi voluntad y mi vida al cuidado de un Dios
que no conocía realmente. Ya no tenía respuestas.
Estaba dispuesta a "Escuchar y aprender". Ya no me
sentía diferente, ya no aceptaba la negación. Esta vez
me entregué por completo a este programa simple.
Estaba ante un grupo de personas que parecían haber
encontrado una solución a sus problemas, que no se
centraban la atención en los problemas sino en las
soluciones. Este grupo me proporcionó un enfoque de la
vida que rebosaba de calma.
Una perspectiva
más positiva
Ya sea que nos hayamos criado en un hogar
alcohólico o que hayamos entrado en contacto con el
alcoholismo posteriormente, el efecto en nuestras
vidas puede ser traumático. Los problemas del
alcoholismo pueden habernos abrumado de tal
manera, que perdimos el contacto con el concepto de
lo que es sano en una relación. Otras personas entre
nosotros nunca han visto ningún ejemplo de
relaciones sanas de las que podríamos aprender. No
contamos con un marco de referencia positivo.
La vida con un alcohólico se centra a menudo en la
tragedia que acompaña a la enfermedad. La
infidelidad, la bancarrota, la violencia, la falta de
vivienda y el abuso (emocional, físico y sexual) son
compañeros posibles de quienes viven o han vivido
con un alcohólico. Podemos desviarnos de nuestro
camino hasta tal punto que las preocupaciones
oscurecen toda noción de una relación sana con
nosotros mismos y con los demás.
Para quienes entramos en contacto con el
alcoholismo como adultos, la recuperación puede
significar la restauración de las relaciones
Una base sólida
Empezamo
sa
conocerno
s
El programa de Al-Anon nos pide fijar la atención en
nuestra propia vida y a desprendernos con amor de la
tragedia y la perturbación que crea el alcoholismo. El
significado de estas palabras se nos puede escapar al
escucharlas por primera vez. Pueden surgir viejos
58 Descubramos nuevas opciones
w.
ue es
t
posible
encontr
ar un
nejor
camino
I A medida que nos recuperamos de los efectos del
alcoholismo, í empezamos a notar que nuestros
sentimientos suministran infor-
I
tnación que puede ayudar a guiar nuestras
acciones, sea cual sea C la forma en que
juzguemos esos sentimientos. Los sentimientos
vjüt* son positivos ni negativos, sino que son
nuestras reacciones a | tós mismos lo que nos
hace catalogarlos así. Cuando le ponemos ;
atención a los sentimientos que tenemos en
particular, podemos ; prender de ellos y centrar de
nuevo la atención en la simplicidad p del momento
presente.
I En el pasado, tal vez nos hayamos encerrado en
sentimientos de É culpa, sospecha o temor.
Reaccionábamos de forma automática, I; Gomo si
nuestros sentimientos fueran hechos inevitables en
lugar f de nuestra
interpretación de los
hechos. Sin embargo, a
menu- $ do disponemos
de más posibilidades de las que inmediatamente f ■
¿^conocemos, y nuestra percepción de los hechos
puede ser sólo jjfrárcial. Si podemos empezar a
reconocer que lo que sentimos en § cualquier
momento dado quizás no sea la respuesta final,
podre- I mos aceptar nuestros sentimientos con más
facilidad como fuente de información útil que nos
podría conducir en dirección positiva. No debemos
evitar los sentimientos. En lugar de eso, permita- ¡f
mos que éstos nos enseñen más acerca de nosotros
mismos. ; ' A muchos nos da miedo de que se repita el
pasado. Basamos f ■ nuestras expectativas futuras en
experiencias difíciles del pasado. Esta idea puede
originar en gran medida pesimismo y ansiedad en
nosotros, aunque no estemos en condiciones de saber
con seguridad lo que nos deparará el futuro. Sólo un
Poder Superior podría saberlo. La convicción de que
un pasado negativo se repita, no
obstante, puede convertirse en una profecía que se
cumple por su propia cuenta. No debemos aferramos a
ideas negativas como "Las cosas nunca me funcionan".
En su lugar podemos "Soltar las riendas y entregárselas
a Dios".
Riesgos y
recompensas 97
Capítulo Siete
Creamos un equilibrio en
nosotros mismos
Quienes hemos convivido con los efectos del alcoholismo
podemos obsesionarnos con el comportamiento de otras perso-
nas. Dedicamos tiempo a analizar comportamientos, a entender
los motivos, y a identificar lo que consideramos que anda mal
con quienes nos rodean. En Al-Anon aprendemos que el anali-
zar excesivamente a otras personas puede ser contraproducente.
Desde la primera reunión se nos recuerda mantener la atención
centrada en nosotros mismos y no en los alcohólicos de nuestras
vidas. En poco tiempo descubrimos que no es posible construir
relaciones sanas si no sabemos quiénes somos.
Los Pasos Cuarto y Décimo, los Pasos del examen de
conciencia, son los instrumentos de Al-Anon que nos ayudan a
saber quiénes somos. En el Cuarto Paso, "Sin temor, hicimos un
sincero y minucioso examen de conciencia'! En el Décimo,
proseguimos con nuestro examen de conciencia, admitiendo
espontáneamente nuestras faltas. Estos Pasos son útiles para
examinar en nuestro interior las cosas que hemos hecho que nos
hacen sentirnos bien, así como las que lamentamos. Llegamos a
estar dispuestos a crear una visión equilibrada de nosotros
mismos.
Al realizar nuestro examen de conciencia, muchos percibimos
que poseemos los mismos defectos de carácter que hemos reco-
nocido en otras personas y que hemos resentido de ellas. Estos
defectos tal vez no sean idénticos a los que observamos en otras
personas pero, si dejamos de lado excusas y justificaciones, qui-
zás encontremos que las características que nos desagradan de
otras personas son también parte de la forma de nuestro carác-
ter. Con el tiempo ya no consideramos que quienes fueron obje-
to de nuestro resentimiento, de nuestro desprecio o de nuestras
murmuraciones sean menos dignos de respeto que nosotros. Los
apreciamos como iguales porque ahora tenemos conciencia de
las cosas que compartimos en común.
Los Pasos Cuarto y Décimo son importantísimos en los
esfuerzos para mejorar la calidad de nuestras relaciones con
otras personas. Al estar confundidos acerca de quiénes
somos, ¿cómo podemos identificar lo que deseamos de
nuestras relaciones?
El tener una imagen de uno mismo desequilibrada podría
crear problemas en nuestro comportamiento. Si el que
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Capítulo Seis
Riesgos y Recompensas
Al ser afectadas por el alcoholismo, las esperanzas de una
relación llena de amor pueden provocarnos dolor, decepción y
soledad. Tendemos a aislarnos de otra gente cuando nos
preocupamos demasiado por una situación que consideramos
vergonzosa y que estamos convencidos de que nadie la
comprende. Sin darnos cuenta de cómo ocurrió todo, nos
sentimos vulnerables y temerosos. En estas circunstancias,
¿quién puede sentirse a gusto presentándose ante una sala llena
de extraños? Ellos se conocen, pero nosotros no los conocemos
a ellos ni ellos a nosotros. Teniendo presente el historial de
relaciones fallidas, ¿qué motivo tenemos para creer que nuestra
relación con estos extraños pueda tener resultados positivos?
Algunos pensamos que las reuniones son para gente que se
siente a gusto hablando ante los demás, que disfruta conocer
otras personas, y que se siente segura de sí misma a nivel social.
Por eso, asistir a una reunión de Al-Anon es lo último que
muchos desearíamos hacer. No es raro oír a miembros de Al-
Anon decir que la asistencia a una reunión era la única
esperanza que les quedaba; estaban en un callejón sin salida y
no veían otra alternativa.
Es paradójico que las reuniones de Al-Anon sean para
personas a quienes no les gustan las reuniones y que quizás
hasta temen relacionarse con la gente. Una reunión de Al-Anon
es un lugar seguro donde pueden comenzar el alivio y la
recuperación. Nadie nos juzga en una reunión de Al-Anon. Ni
nuestra condición social ni nuestros logros profesionales son
importantes aquí. Nadie nos critica por nuestros errores. Si no
nos sentimos a gusto compartiendo, simplemente podemos
decir: "Paso".
A lo largo del tiempo, este medio alimenta la confianza en
nosotros mismos y estimula nuestras destrezas sociales.
Llegamos a entender que podemos compartir nuestros
sentimientos más íntimos en reuniones sin tener que
preocuparnos por críticas ni responder a consejos no pedidos.
Tal vez sea esta la primera vez en mucho tiempo que podemos
expresarnos sin interrupciones, contradicciones ni conflictos.
Nadie, por mejores que sean sus intenciones, nos dice qué hacer
o cómo sentir. Al mismo tiempo, aprendemos a escuchar a los
demás con respeto. Compartimos un medio seguro que es
aliviador para los que hablan, así como para los que escuchan.
Las reuniones de Al-Anon nos dan el derecho a ser
escuchados pero no el derecho a controlarlas. Todos tienen el
mismo derecho a hablar. Al practicar este simple principio, nos
alejamos de las limitaciones de nuestra antigua manera de
pensar a las que estamos acostumbrados pero que nos
restringen. Empezamos a ver al prójimo de modo distinto.
Abrimos el corazón y la mente y, poco a poco, nos esforzamos
Descubramos nuevas opciones
Por medio del Cuarto Paso aprendí que yo tampoco era la per-
sona más afectuosa del mundo. Me di cuenta de que no trataba a
mamá con la cortesía y el respeto que debía, así que utilicé la
que resultó ser el mejor instrumento para mí, "Que empiece por
mí". Primero corregí mi comportamiento hacia ella. Muchas
veces me mordía la lengua en lugar de lanzarle una respuesta
grosera y airada. Ya no me impacientaba, sino que me sentaba y
escuchaba lo que me decía en lugar de descartar su opinión con
palabras como: "Mamá, ya empiezas otra vez con lo mismo.
¿Qué va a ser esta vez?" Trataba de pensar en algo más positivo
como: "Está bien, mamá quiere hablarme. Es una buena
oportunidad para conocerla mejor" Probé tratarla como una
persona a quien deseaba conocer en vez de como un ogro
temible. Después de escucharla un tiempo, descubrí que era una
mujer frustrada e iracunda que no se sentía querida o digna de
amor. Como resultado de ello, renové mis esfuerzos para
hacerle saber que la quería.
Ahora tenemos una relación magnífica. Hablamos por
teléfono a menudo. Cuando me despido le digo que la quiero.
La primera vez que lo hice me respondió: "¿Por qué me dices
una cosa así?" Pocos días más tarde me respondió, con una
cierta incomodidad: "Nosotros también te queremos". Y ahora
le resulta fácil expresar su cariño por mí con un "Te quiero".
Capítulo
Aprendemos con el
regalo de amor, pero el servicio también abre las puertas para recibir
el don de la recuperación. Tal como se nos dice muchas veces: "Al
dar, recibimos'! Ofrecerse como voluntario es otro medio para
practicar nuestro nuevo comportamiento y para pasar tiempo con
otros miembros dedicados que hacen lo mismo. Los miembros de
Al-Anon que realizan labores de servicio ponen en práctica lo que
han aprendido. El servicio nos enseña muchas lecciones.
Con el tiempo, nosotros también nos convertimos en vivos
ejemplos para los miembros más nuevos, inspirándolos a que
aprendan, tal como nosotros estamos ahora aprendiendo. No
obstante, sólo debemos concentrarnos en lo que podemos hacer para
mejorar hoy nuestras vidas. Al-Anon nos ofrece una gran variedad
de opciones, dentro de las que están las reuniones, el servicio y el
padrinazgo. Independientemente de la opción que escojamos,
podemos estar seguros de que hay motivos sólidos para abrigar la
esperanza. Esa es la lección que podemos aprender del ejemplo
positivo de tantos miembros de Al-Anon.
Historias personales
Capítulo Nueve
Desprendi
Historias personales
Como madre soltera con un hijo que criar, sentía una carga
enorme. Sentía que era totalmente responsable de la persona en
que mi hijo se convirtiera, y que si yo no hacía lo correcto en
todo momento, los resultados serían malos.
Mi hijo tuvo muchas dificultades durante su crecimiento.
Entré a Al-Anón justo cuando él comenzaba el último año de la
escuela secundaria. Sus notas y rendimiento en la escuela se
habían deteriorado debido a que rehusaba hacer la tarea. Ese
año le dije que lo iba a dejar ser responsable de como le fuera en
la escuela y que ya no le recordaría, ni lo regañaría, ni lo
molestaría para que hiciera la tarea.
Fue un año difícil para mí, y me tenía que quedar callada casi
todos los días, aunque en la mayor parte me fue bien. El
graduarse de la escuela secundaria fue motivo de celebración
porque sabía que lo había logrado solo. Se sentía muy orgulloso
de sí mismo y yo pude sentirme orgullosa de él por sus
realizaciones.
Nuestra relación ha continuado mejorando. Aprendí que no
puedo lograr que cambie; sólo puedo apoyarlo. Poco a poco, he
podido dejarlo convertirse en el hombre que quiere ser mientras
yo lo apoyo y le doy aliento.
Capítulo Diez
Decidimos
ser felices
Algunos miembros describen la aceptación como "vivir la
vida según las propias condiciones de la vida'! Aceptación
quiere decir eliminar el deseo de que nuestra situación sea
distinta de lo que es. La preocupación, la obsesión, la crítica o el
anhelo de lo que no podemos alcanzar es un lujo demasiado
caro. Pagamos este lujo con lo que podríamos poseer: la
tranquilidad que hoy tenemos a la disposición. Para lograr la
aceptación de nuestras circunstancias actuales, es importante
reconciliarnos con el pasado y cicatrizar viejas heridas porque
así evitaremos repetir relaciones pasadas en el futuro.
Sin temor, hicimos un sincero y minucioso examen de con-
ciencia del Cuarto Paso que nos prepara para el Quinto Paso:
nos aceptamos tal como somos, imperfectos, con faltas y defec-
tos morales. El Quinto Paso incrementa la atención que
debemos prestarnos a nosotros mismos. Dejamos de lado la
ilusión de que no hemos hecho daño. Reconocemos el papel que
jugamos en la creación de nuestra situación actual. Ya no
culpamos al alcohólico de todos nuestros problemas. Dejamos
de ser víctimas de la vida cuando empezamos a asumir la
responsabilidad de lo que hemos hecho y admitimos ante
nosotros mismos "la naturaleza exacta de nuestras faltas".
No obstante, después de esta autoevaluación sincera, es básico
admitir nuestras culpas ante otro ser humano y ante el Dios de
nuestro entendimiento. Es útil contar con un Padrino o Madrina,
o con un amigo íntimo que nos apoye y que respete la confiden-
cialidad de lo que decimos sin juzgarnos. Reconocemos
nuestros errores con el fin de brindarle energía y dedicación a
nuestra decisión de cambiar nuestras vidas para que sean
mejores. Es un gran alivio sacar a la luz pensamientos
escondidos durante mucho tiempo, sabiendo que damos un paso
positivo hacia adelante con la intención de deshacernos de
viejos comportamientos.
El Sexto Paso es otro Paso hacia la aceptación de uno mismo.
Cuando estamos "enteramente dispuestos a que Dios elimine
todos estos defectos de carácter", nos aceptamos tal como
somos y le confiamos el resto a nuestro Poder Superior.
Reconocemos que no tenemos que enderezarnos por nuestra
propia cuenta. No es responsabilidad nuestra hacerlo así. Lo
único que tenemos que hacer es estar listos para dejar atrás la
culpa y el remordimiento.
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Historias personales
crónica, es fácil que yo que soy quien está al cuidado pase por
alto el cuidado de mí misma.
Al-Anón me ha enseñado a cuidar a otra persona sin
asumir el control completo sobre la vida de ella, lo que me
ha ayudado a mantener el enfoque en mí misma.
I]
Lo que siguió fue asombroso. Mi Poder Superior se encargó
jus*j to a tiempo. Extendí mi mano y tomé la suya mientras le
decíais "Siempre lamenté lo que aporté a nuestro
matrimonio. Mi padrel
era alcohólico y yo no lo sabía en esa época'! Él no se sorprendió.
Reconoció que sabía acerca del alcoholismo de mi padre. Me
dejó atónita cuando recordó los detalles que yo había olvidado
hacía mucho tiempo. Le comenté lo tanto que sentía haberlo
golpeado y que me había llevado años comprender a quién le
estaba pegando en realidad.
Dije todo lo que necesitaba decir acerca de mi
comportamiento en nuestro matrimonio. No oí las palabras "Te
perdono" de su parte, pero eso no era imprescindible. Lo que
importaba era que yo había dicho lo que necesitaba decir.
Él también ofreció algunas disculpas, pero mi Noveno Paso
no se trataba de oír lo que me habría gustado oír de él. Había
aprendido a perdonar porque Al-Anón me enseñó que no debía
prolongar mi enfermedad aferrándome al dolor. Eso no
significaba que lo que él había hecho era aceptable. Todo mi
perdón significaba que había optado por dejar a un lado la
enfermedad.
Saber cuándo terminar un Noveno Paso es tan importante
como fijar un lugar y un momento para iniciarlo. Dios también
me ayudó con eso; nos levantamos al mismo tiempo y nos
despedimos con un abrazo. Este almuerzo resultó ser un final y
un comienzo. Sentí como que había recuperado un viejo amigo
a quien había perdido. No sé si nos veremos de nuevo, pero
comprendí que él era parte de mi vida y, lo que es más
importante, me había ayudado a encontrar a Al-Anón y a mi
Poder Superior.
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parezca, las omisiones no tenían nada que ver con él. En forma
entrecortada, le comenté a mi Madrina lo que nunca le había
dicho a nadie: papá había abusado sexualmente de mí. Luego le
conté que me habían violado cuando cursaba el primer año de
universidad y que había tenido un bebé el cual lo había
entregado en adopción. Me abrazó y lloró conmigo. Me sentí
tan aliviada y con tanto valor que estaba segura de que volvería
a casa y se lo contaría a mi esposo. Mi Madrina me advirtió que
lo hiciera cuando mi Poder Superior, no yo, lo considerara
oportuno, y agregó que los Pasos Sexto y Séptimo, y la voluntad
y la humildad que incluyen, eran muy necesarios primero.
En mi terquedad, estaba segura de que estaba lista. Nunca le
consulté a mi Poder Superior; en su lugar, regresé a casa llena
de "sinceridad" mojigata. Ese día comenzó una pauta que se
repitió después de realizar varias prácticas del Quinto Paso:
volvía a casa llena de emoción y anunciaba que quería hablar
con mi esposo. Él solía correr a encerrarse en el baño. Nunca
me pareció correcto que presionara mi nariz contra el marco de
la puerta.
Al final en Al-Anón aprendí que reconocería el momento
apropiado y oré para saber cuando ese momento llegara.
Mientras tanto, comencé a practicar principios nuevos e
incómodos en mi vida: franqueza, humildad y humor. Empecé a
ver mis propias acciones y a responsabilizarme sólo de eso,
nada más (lo que quiere decir martirio) ni nada menos (lo que
quiere decir negación). Veía que mi vida y las relaciones con mi
esposo y con otros familiares eran lo que yo quería que fueran
hoy. Cuando solté las riendas de mis expectativas sin tomar las
cosas de manera personal, pude disfrutar de la otra persona sin
esperar que el futuro fuera igual al presente o al pasado.
Llegó el momento en que tuve que aprender los principios
otra vez. Nuestro hijo menor bebía y consumía drogas,
amenazaba con suicidarse y estaba fuera de control. En esa
época, mi esposo asistía a una reunión de A.A. a dos mil
cuatrocientos kilómetros de distancia mientras realizaba un
viaje prolongado de negocios. Una vez más supe que no se
trataba de mí.
Cuando regresó a casa, decidimos consultar con un consejero
familiar para que nos ayudara a encarar la crisis de nuestro hijo.
De camino a casa después de una sesión, comencé a quejarme
sobre la necesidad de que todos fuéramos sinceros porque de lo
contrario nada llegaríamos a lograr. Mi esposo me miró y, con
una voz suave, me dijo: "Si ves un problema, tal vez eres parte
de la solución". Me sentí muy irritada y amenazada. ¿Cómo
osaba tener tanto equilibrio y hablarme de recuperación a mí,
quien había estado en el programa más tiempo?
Estaba tan airada que salí del dormitorio y me fui a otra
habitación. Por supuesto, me llevé los libros de Al-Anón
conmigo y me senté a leerlos con furia mojigata cuando mi
esposo se apareció en la puerta. Traía una rosa en una mano y
una tarjeta en la otra. Para probar, me entregó la rosa. Cuando
vio que por lo menos la acepté, me entregó la tarjeta. Ésta decía:
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ij
Poco a poco, comencé la recuperación emocional y física. Me
cuenta de que podía tratar de repararle el mal causado a mi hija
reconstruir nuestra relación demostrándole mi amor incondiciol
nal y mi recuperación.
Hace unos meses, mi hija me pidió que la aconsejara sobré
algo. Como yo no quería ser responsable de los resultados, le
dije: que estaba segura de que ella podría solucionar el asunto
con ell tiempo. Le comenté que había opciones disponibles para
eso. Se, enfadó conmigo y me dijo: "Mamá, ¿sabes lo que no me
gusta de ti? Nunca tienes una opinión" Comprendí que lo había
logra^ do. Ahora hablamos varias veces a la semana y juntas
pasamos momentos muy agradables.
Capítulo Once
corazón lo que hemos llegado a creer que es el camino a seguir más apropiado.
No pedimos resultados que
nos satisfagan. No oramos para que otras personas cambien su forma de ser. Nos
acercamos a nuestro Poder Superior teniendo presente la restringida función que tenemos
en esta tierra: ser responsables de nosotros mismos y de nuestras acciones. Así como
aprendemos a soltar las riendas del querer desempeñar el papel de nuestro Poder Superior
en la vida de otras personas, también soltamos las riendas de pedirle a nuestro Poder
Superior que proceda según nuestras instrucciones. En lugar de eso, intentamos descubrir
cómo podemos aceptar lo que creemos que es el plan de Dios para nosotros.
El Undécimo Paso nos recuerda que sólo porque no podamos ver cómo funcionan las
cosas actualmente, eso no significa que una forma de verlo no salga a la luz más adelante.
No es necesario conocer las respuestas con antelación. No somos responsables de las
respuestas. Sin embargo, al aprender a soltar las riendas, podemos ver cómo se pueden
resolver las cosas, aparentemente por sí solas. Al final, aprendemos a confiar en el proceso.
A lo largo del tiempo, adquirimos la confianza de que todo saldrá bien. Muchos finalmente
descubrimos que hemos desarrollado lo que alguna gente llama fe.
El Undécimo Paso nos ayuda a mantener nuestra base espiritual. Orar y meditar
regularmente nos ayuda a que nuestros corazones permanezcan abiertos y receptivos a los
planes de un Poder Superior. Apaciguamos nuestras mentes y nos mantenemos centrados
en nosotros mismos. Al hacerlo, nos permitimos cambiar, lo cual les abre las puertas a
cambios en todas nuestras relaciones, j incluida la relación con el Poder Superior según
nuestro propio entendimiento de Él.
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Historias personales
Estaba sufriendo por el rompimiento de una relación íntima que, debido a comportamientos
inaceptables, yo mismo había decido terminar. Una vez más lamenté no haber podido realizarme
con otro ser humano. No obstante, pensé que al decir "no" a esta relación, también le decía "sí" a
valores más altos en cuanto a lo que creía merecer en una relación.
Después de dedicarle tiempo a la
práctica de los Pasos, he obtenido plenitud y satisfacción dentro de mí mediante la relación con
mi Poder Superior. Creo que ya no hago nada sola puesto que mi Poder Superior está a mi lado
en todo momento. Puedo reconocer la belleza que me rodea, cenar en un restaurante, ver una
película, expresar mis preocupaciones y temores sobre cualquier cuestión (incluyendo sexo y
dinero) y vivo en casa sin sentirme sola.
Al practicar el Undécimo Paso y establecer un contacto consciente con mi Poder Superior,
también me examino y aprovecho la oportunidad para ocuparme de mí misma.
No comprometeré la relación que tengo con mi Poder Superior. Si conociera a alguien,
actuaría con cautela para poder prestar atención a las dos relaciones, aunque mi primer
compromiso lo contraje con mi Poder Superior. Tengo la intención de concretar mis esperanzas
y sueños, y no dejarlos en suspenso a causa de otra persona.
Antes de Al-Anón, creía en un Poder Superior. Meditaba, aunque no de modo constante. Sin
embargo, no oraba. El programa me aportó el amor, el aprendizaje y el estímulo que necesitaba
para orar y meditar con regularidad.
Para mí, orar significa hablar con
Dios y meditar significa disponerme a estar en silencio y escuchar. Pienso que Dios habla a
través de la gente, así que escucho con el corazón cuando alguien más habla. La asistencia a las
reuniones me ayuda a mantenerme alineado con Dios y con otras personas.
Oro varias veces al día. Todas las mañanas, invito a Dios a que entre en mi vida para que me
muestre lo que debo hacer. Por las noches, doy gracias a Dios por el día que he tenido y preparo
una lista de las cosas por las que me siento agradecido a la vez que hago mi examen diario de
conciencia.
Vine a Al-Anon la primera y la segunda vez para que mi esposo alcanzara la sobriedad, pero
en cuanto dejaba de beber, yo dejaba de asistir. La tercera vez que vine a Al-Alnon, fue para
salvarme a mí misma. Mi enfermedad también había avanzado. Estaba al borde de un colapso
nervioso y sabía que ya no podría continuar viviendo de la misma forma. Una miembro se
ofreció a ser mi Madrina y escuchó mis historias de dolor, ira y resentimiento. Mi Madrina me
pidió que eliminara las palabras "sí, pero" y "¿qué tal si?" de mi vocabulario.
Mi complejo de inferioridad surgió cuando era una niña que crecía en un hogar con
principios religiosos estrictos donde no se bebía. No supe hasta muchos años después de llegar
al programa que mi padre provenía de un hogar alcohólico donde se maltrataba mucho a los
niños. Mi madre fue abandonada por sus padres cuando era niña. Ellos decidieron que era más
importante ser misioneros en una tierra extraña y la dejaron con gente desconocida.
Mi cónyuge participó
activamente en A.A. durante unos años. La vida mejoró, pero surgieron muchos problemas
cuando nuestros hijos crecieron y se volvieron adictos a las drogas y al alcohol. Ambos nos
esforzamos cuando nuestros hijos nos necesitaron, pero las crisis hicieron que desviáramos la
atención de nuestra relación. A medida que las crisis se convertían en incidentes, me di cuenta
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En las reuniones me presentaron a un Poder superior a mí misma que era totalmente distinto
del Dios que me había acompañado hasta allí. A medida que aprendía a practicar los Doce
Pasos, descubría cómo fomentar la relación con mi Poder Superior.
Utilizo la oración para
comunicarme con ÉL Aprendí que pese a que puedo decir lo que quiera, es mejor orar para que
se haga Su voluntad. El Poder Superior que he llegado a conocer quiere lo mejor para mí y
puede ver los resultados de todo, aunque yo no pueda.
La meditación me ayuda a escuchar lo que me dice mi Poder Superior. A través de años de
práctica, he aprendido a sentarme en silencio y a calmar la mente. Mi Poder Superior tiene
mucho que decirme.
Yo sólo puedo imaginarme cuáles deberían ser las respuestas, pero Él sabe. Esta relación es
lo más valioso que poseo. No importa quién entre o salga de mi vida, pues mi Poder Superior
siempre permanecerá a mi lado.
Durante muchos años, sufrí por no tener una relación abierta, sincera y bondadosa con Dios.
Al practicar los Doce Pasos, empezó a germinar la idea de que Dios me quiere de verdad. En
última instancia, eso era lo que deseaba: un Dios que me amara.
Un día mi Madrina (que
también estaba cultivando una relación afectuosa con su Dios) me informó que dejaría de
ser mi Madrina porque soy lesbiana, lo que no estaba bien según su visión de lo que es
correcto ante los ojos de Dios. Perdí otros amigos ése año y decidí dejar el programa. No
asistí a reuniones por meses, pero regresé abrumada por el dolor. Comencé entonces a
recorrer un camino que ha cambiado mi vida para siempre. Lo que empecé a ver fue que
Dios me quería. He entablado una relación con Dios que me parecía un milagro.
Las otras relaciones que escoja tener en la vida no cambian mi relación con Dios. Lo
que cambia esa relación es cuando opto por anteponer seres humanos a Dios o cuando se
me olvida pedirle la capacidad para reconocer Su voluntad y las fuerzas para cumplirla.
La relación con Dios cambia cuando no me tomo el tiempo necesario para hablar con Él,
para esperar Sus respuestas, o para confiar en Su sabiduría. No se me debe olvidar
agradecerle por lo que tengo ni que es sólo por Su gracia que hoy estoy donde estoy. La
única persona que puede cambiar la relación que tengo con Dios soy yo.
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No podía identificar ni compartir mis sentimientos y estaba obsesionado por una mujer en
particular. Sin embargo, no lograba ser directo ni vulnerable ante ella porque intentaba
impresionarla con una buena imagen de mí. En lugar de eso, debería haber sido yo mismo y
haber permitido que mi Poder Superior guiara la relación según Su voluntad.
Aún sufro algunos de estos defectos de vez en cuando, pero también he obtenido algunas
victorias. Mediante la plegaria, he aprendido a confiar la mujer que me obsesiona al cuidado y a
la voluntad de Dios. He notado que puedo ser vulnerable en las reuniones con los dignos amigos
que tengo en Al-Anón. He aprovechado esta experiencia para fijar límites temporarios (como no
besar) al entablar amistades con mujeres. Me di cuenta de que al besar a una mujer, me
obsesiono y deseo impresionarla en lugar de ser vulnerable. Este límite me ha ayudado a ser
sincero conmigo mismo y a conocer a más de una persona, lo cual también me ha ayudado a
disipar parte de la necesidad de obsesionarme.
Tuve el valor de pedir un abrazo cuando lo necesité. Pude decirle a mi mejor amiga que me
daba miedo acercarme demasiado a ella porque presentía que sufriría si la perdía. Pude decirle
que había llorado durante el trayecto a su casa después de ver una obra teatral que me hizo sentir
lo que sería perder a toda la gente de mi vida. Me respondió que ella había experimentado lo
mismo y comprendía mis sentimientos. Me sentí muy aliviado y el vínculo con ella adquirió una
nueva dimensión. Sin tener que pedírselo, me dio un gran abrazo, cálido y bondadoso.
En una reunión esa noche, mi
Poder Superior me orientó y mostró lo que se necesitaba para ir más allá de una amistad.
Primero tengo que consolidar la relación con mi Poder Superior mediante Su aceptación de mí.
Tengo que confiar en Su control para poder aceptar Su voluntad en mis relaciones, en lugar de
sentirme como que tengo que estar a cargo de todo. Puedo confiar y esperar que Él me revele
cosas y me guíe un paso a la vez, sabiendo que me siento bien con Él independientemente de
cómo evolucione mi relación.
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Me crié en un hogar alcohólico y tuve lo que creía que era una forma de vida normal.
El Dios que conocía me proporcionaba recompensas y castigos según mis acciones. Era
un Dios temible a quien no debía perturbar para evitar meterme en terribles problemas.
Dios se parecía mucho a mi padre alcohólico, aunque era mucho más poderoso.
Sufría de culpa irrazonable cada vez que hacía cualquier cosa fuera de lo común. Me
obsesionaba la idea de lo que me podría ocurrir. ¿Qué me iba a hacer Dios? Si hacía algo,
sabía que me iban a castigar por mis acciones. Si todo parecía marchar bien por un
tiempo, suponía que había logrado escaparme de algo. Para mí, ninguna situación tenía
términos medios. Los términos medios me provocaban dolor. Mantuve esta perspectiva
hasta la edad adulta y mi salud se resintió debido a la tensión que yo mismo me causaba.
La primera vez que asistí a Al-Anón, mi relación con Dios era unilateral. Luego
obtuve una visión completamente nueva de Él. Descubrí un Dios bondadoso que cuidaba
de Sus criaturas. Aprendí que podía establecer un vínculo directo con Él y que podía
hablarle como amigo. Sabía que podía contar con alguna clase de respuesta aunque ésta
fuera V. Aprendí que en cualquier circunstancia Dios me quería y yo podía confiar en ÉL
Creo que el don de una relación con Dios ha sido lo más valioso que he logrado en Al-
Anón. Todavía tengo cuestiones que resol* ver, pero ahora es mucho más fácil con la
confianza que he adqui* rido en mi Poder Superior.
Tenía miedo del Dios que me presentaron a una edad temprana? un Dios autoritario
que castigaba, un anciano de barba blanca. En
Al-Anon conocí por primera vez a un Dios de mi propio entendimiento. Lo veía como Él en los
rostros de amigos y en la naturaleza. La veía como Ella a mi lado, como consuelo y sabiduría,
enviándome mensajes en momentos difíciles para que supiera que no estaba solo.
Veo a Dios en todos los buenos aspectos de la gente que quiero, en toda la paz y la serenidad
con que podemos contar, en toda la esperanza, el valor, el amor y la alegría que poseo. En
épocas difíciles, vuelvo a la idea que al principio tenía acerca de Dios. Siento miedo y me olvido
de Dios y de mí mismo, y de que estamos unidos. Luego, por medio de un amigo en Al-Anon,
de un pájaro, o de un tenue resplandor en el cielo de la noche, recuerdo de nuevo que somos
uno.
Fui a mi primera reunión de Al-Anon un par de semanas después de que mi esposa volviera
de un centro de rehabilitación. Para llegar a la sala de reuniones, tuve que atravesar una sala
enorme donde estaba por empezar una reunión de A.A. Fue como pasar entre dos filas de
soldados. Cuando por fin llegué a la reunión de Al-Anon, me encontré con una sala donde había
alrededor de veinte mujeres y sólo un hombre. Huelga decir que me sentí desubicado. Me
pregunté: "¿A dónde he venido? ¿Por qué yo? Es mi esposa la del problema'! La mejor decisión
de mi vida fue sentarme, quedarme en silencio y escuchar.
No sabía lo que hacía allí, pero estaba dispuesto a intentar cualquier cosa para lograr la
sobriedad de mi esposa. No me daba cuenta de que había dado el primer paso que me ayudaría a
cambiar mi vida por completo. En ese momento, no sabía que mi vida se trataba de mí. Creía
que se trataba de cada quien a mi alrededor.
Al final comprendí que estaba enfermo y que si quería recuperarme como lo habían hecho los
otros miembros, tendría que establecer un contacto espiritual. No tenía Poder Superior. En
realidad no lo quería tener, pero reconocí que ese concepto les era útil a otras personas.
Comencé a probar la idea de un Poder Superior. Uno de los primeros instrumentos que utilicé
fue el lema "Suelta las riendas y entrégaselas a Dios" Era fácil de recordar y me ayudaba a evitar
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f
estuvieran: no tenían nada que ofrecer. La recuperación es hoy mi responsabilidad. Dios será el
padre perdido desde hace mucho tiempo que he necesitado para que me ayude a superar el
temor y me ayude a seguir adelante. Al empezar a confiar en que Dios me mostrará Su voluntad,
confío también en que esta experienciai me formará de manera que pueda ayudarles y servirles a
otras1 personas.
Antes de Al-Anon, hacía hincapié en tratar de cambiarlo todo. Me desalentaba y
decepcionaba que Dios no cambiara lo que yo quería que Él cambiara. Quería que mi esposa
mejorara, pero Dios no respondía a mis ruegos. Lo mismo ocurría en la relación con mi esposa.
Ninguno de los dos satisfacía mis expectativas; no me daban lo que yo quería. A lo largo de los
años, el camino hacia la aceptación no fue rápido ni fácil, pero cambió la relación con un Poder
Superior de mi propio entendimiento.
Había dejado de orar cuando llegué al Undécimo Paso, pero pensaba que la meditación podía
por lo menos ofrecerme algún beneficio para la salud. Al principio supuse que meditar significa-
ba que debía tratar de controlar mis pensamientos y de llegar por fuerza a un estado de
relajación mayor. No parece lógico, pero eso es lo que intentaba hacer: me obligaba a relajarme.
Descubrí que era muy impotente ante mis pensamientos y que me resultaba imposible
controlarlos. El aprender a observar mis pensamientos con desprendimiento amoroso resultó ser
un enfoque más positivo. Eso me enseñó lo que es aceptación.
Utilizaba el lema "Un día a la
vez" en la meditación. Casi todos los pensamientos que me provocaban ansiedad o dolor se rela-
cionaban con un futuro imaginario o un recuerdo penoso. Así que cuando meditaba, practicaba
el recordarme centrar de nuevo la atención en el momento presente. Mis pensamientos estaban
conectados al "pasado" o al "futuro", pero en realidad ocurrían "hoy" Devolver esos
pensamientos al presente constituía una manera de desprenderme de lo que parecía la
apremiante realidad de un futuro imaginario y un pasado de recuerdos.
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La aceptación surge cuando soltamos las riendas. Al soltar las riendas de lo que no podía
cambiar, se abrió una puerta hacia esa serenidad que trajo consigo una perspectiva
completamente diferente de la vida. Con el tiempo, logré un poco de confianza en los resultados
que obtenía si soltaba las riendas. Fue entonces cuando el soltar las riendas me condujo a tener
fe en el Dios de mi entendimiento.
Si bien la difícil relación con mi
esposa me hizo tener una percepción negativa de Dios, hoy tengo una relación más positiva con
mi Poder Superior de donde surgen expectativas de una relación íntima. Mantengo mis
esperanzas y mis expectativas dentro de los límites de hoy, me acuerdo de soltar las riendas de
las cosas cuyo control está más allá de mis facultades, mas confío en que las cosas sucederán de
la forma en que deben suceder.
Ahora sé que Dios está dentro de mí. Me lo demuestran las lágrimas en mis ojos y el dolor en
mi corazón cuando mi esposo Jiabla en una reunión abierta. Me siento muy agradecida de que él
lliaya encontrado a A.A. Sé que Dios está dentro de mí cuando veo a mis nietos cantar y bailar.
La intensidad del amor que siento sólo puede provenir de Dios. Sé que Dios está conmigo
cuando miro mi rostro envejeciente en el espejo y digo: "Eres hermosa", porque el amor de Dios
se refleja en mí. Dios está conmigo y dentro de mí en todos y cada uno de los días.
Cuando vine a Al-Anon por primera vez, no tenía vida espiritual porque no la consideraba
necesaria. La religión no era imprescindible; era sólo para aquellos a quienes les hicieron un
lavado de cerebro. En esa época, no conocía la diferencia entre religión y espiritualidad. Para
mí, Dios no existía. Pensaba que era un instrumento para controlar a los más débiles. Es irónico
que haya venido a Al-Anon sabiendo que esperaba que el alcohólico de mi vida me salvara,
como lo haría un dios. Lo que es aún más irónico es que sabía que ningún ser humano podía, ni
nunca debía, ser Dios. Yo sólo planeaba la forma de que esa persona fallara ante mis ojos.
Esta pequeña idea me convenció de que si yo iba a encontrar la recuperación et). Al-Anon,
la cual necesitaba con desesperación, no sólo necesitaba encontrar un Poder Superior sino que
debía entablar una relación personal con un Poder Superior: mi Poder Superior, pero no tenía
idea de cómo comenzar.
Lo único que sabía hacer era asistir a reuniones y compartir sobre mi búsqueda. Escuché
decir: "Finge hasta que lo logres". ¡Claro que sí! Si actuaba como si creyera en un Poder
Superior, al final terminaría por aceptarlo. Empecé con poquito, acordándome, cuando lo podía
hacer, de optar por creer en que lo bueno que me ocurría era producto de mi Poder Superior. Leí
en Sendero^ de recuperación que si tenía dificultades en creer en un Poder Superior a
mí mismo, podía hacer una lista de "coincidencias" y atribuírselas a mi Poder Superior. También
lo hice.
Pasaba mucho tiempo actuando "como si..." y encomendando las cosas, aunque no creía en el
beneficio de eso, mientras le
t
Mediante la oración y la meditación 21
atribuía las coincidencias a mi Poder Superior. No sé cómo ocurrió, pero con sinceridad puedo
decir ahora que tengo una relación diaria con mi Poder Superior. Cuando me siento con
ira, asustado, solitario o indeciso, digo: "Dios, encárgate de esto porque yo no puedo".
Cuando ocurre algo excepcional, digo: "Gracias, Dios" En todos los otros casos, digo:
"Dios..."
La vida no siempre es fácil para una mujer cuya alma gemela y la pareja con quien vive
es otra mujer. Cuando esa pareja es alcohólica, las cosas pueden complicarse aún más. Fui
a Al-Anón porque pensaba que debía apoyar los grandes esfuerzos de mi pareja para
lograr la sobriedad y la recuperación. Me quedé por mí.
Las dos somos mujeres profesionales muy educadas que antes estuvimos casadas y
tenemos hijos adultos. Cuando ños conocimos, la atracción fue instantánea, fue algo que
ninguna de las dos había experimentado antes. La bebida social se convirtió en una forma
de comunicación abierta entre las dos, pero en poco tiempo, el beber llegó a ser una rutina
nocturna.
Finalmente, dejamos de convivir, pero la práctica de los principios del programa me ha
dado nuevas esperanzas. Lo lemas son mis favoritos, pues constituyen recordatorios
breves y fáciles para cuando andamos de prisa. He aprendido a desprenderme de los
problemas de mi pareja y de mis hijos sin desprenderme de ellos ni sentir que tengo la
obligación de hacer algo por ellos.
Las lecturas diarias y recitar la Oración de la Serenidad me acercan a la serenidad y a
esa sensación de paz que siempre he anhelado. He podido volver a vincularme con un
Poder Superior que creía haber perdido, un Poder Superior personal, bondadoso, lleno de
amor, a quien llevo conmigo a lo largo de mis días. Nunca más estoy sola,
independientemente de lo que me depare el futuro.
Mi pareja y yo tenemos un
largo camino por recorrer tanto individual como conjuntamente, pero estamos bien
encaminadas. Una vez que aprendí a confiar en el grupo al que pertenezco, se me hizo
mucho más fácil revelar secretos. No me parecía que pudiera revelar cosas de mi vida,
pero ha ocurrido. El amor y la aceptación de mi grupo no cambiaron en lo absoluto. El
alivio y una mayor aceptación de mí misma realmente constituye un don.
Crecí en un hogar alcohólico. Tanto mi matrimonio como otras relaciones fracasaron. Llegué
a Al-Anon hace dos años con desconfianza, ira, amargura y mucha soledad. Siempre había
aceptado a un Poder Superior en mi vida, pero el lema "Suelta las riendas y entrégaselas a Dios"
representaba un desafío para mí.
Un fin de semana, mientras me revolcaba en la autocompasión y la soledad, sentí que mi
Poder Superior me impulsaba a que viajara. Una noche empaqué mi ropa en una maleta y partí
en un viaje que nunca olvidaré. Llegué a un pueblo pequeño a una hora y media de mi casa,
dependiendo por completo de que mi Poder Superior me guiara.
Después de unas compras, miré el tablero de anuncios con avisos. Sobresalía un cartel que
anunciaba un concierto de música evangélica y le pedí instrucciones a alguien para llegar allí.
Después de dejar el pueblo, me di cuenta de que tenía hambre y necesitaba limpiarme, pero
decidí comer e ir a un motel sólo después de que encontrara el lugar donde tendría lugar el
concierto.
Empecé a conducir y seguí hasta
que pensé que seguramente me había perdido. Me detuve y pregunté si estaba cerca de mi
destino. "Sí —me contestó un hombre—, unos pocos kilómetros más adelante". También me
informó que los moteles y restaurantes no estaban abiertos en esa época del año. Seguí
conduciendo y encontré la pequeña iglesia de pueblo. Le dije entonces a mi Poder Superior:
"Tengo hambre y no tengo un lugar para dormir".
Mediante la oración y la meditación 21
Di Vuelta al llegar a la iglesia y recordé que había pasado una tienda un kilómetro y medio
camino atrás, pero cuando regresé, vi que estaba cerrada hasta el día siguiente. Decidí limpiarme
y cambiarme la ropa de la mejor forma que pudiera en el automóvil. Llegué a la iglesia unos
minutos más tarde. Se me salieron las lágrimas al ver a la gente bajar de sus vehículos con
canastas de comida para un encuentro social después del concierto. Me dije: "Gracias, Poder
Superior. Ahora sé que me darás de comer, pero, ¿en dónde voy a dormir esta noche?"
Durante el primer
entreacto, un hombre que estaba sentado a mi lado me preguntó: "¿De dónde eres?"
Cuando le respondí, me dijo: "Oh, mi esposa es de esa zona". En el entreacto siguiente, le
expliqué que había partido de casa esa mañana sin saber a dónde llegaría. Le comenté que
estaba segura de que mi Poder Superior se ocupaba de mí porque no había probado
bocado desde la mañana y había visto a las mujeres llegar con comida. Me preguntó luego
dónde me iba a quedar. Le contesté que no estaba segura. Me dijo: "Te vienes a casa con
mi esposa y conmigo. Acabamos de terminar un pequeño chalet y serás la primera que se
quedará en él".
Entré a esa iglesia envuelta en el amor y la confianza de mi Poder Superior. Disfruté el
concierto y la camaradería de personas que nunca había conocido. Aprendí que no tenía
por qué sentirme sola, ya fuera en casa o lejos de ella. Puedo confiar en que mi Poder
Superior siempre estará a mi lado porque me ama y atenderá a todas mis necesidades si se
lo pido. Puedo "Soltar las riendas y entregárselas a Dios".
No hace mucho compré un automóvil nuevo dando el mío como parte del pago.
Durante la acalorada negociación para la compra, olvidé quitar la etiqueta de los
impuestos del condado del parabrisas del automóvil que entregaba. Sin ella, tendría que
pagarle al condado para obtener una nueva etiqueta. Llamé al vendedor y le pedí que
quitara la etiqueta, y así lo hizo.
Cuando volví a la agencia, coloqué la etiqueta en un sobre con los papeles de compra
del automóvil nuevo. Más tarde ese día, se me ocurrió que debía revisar otra vez la
etiqueta de impuestos para ver si todavía estaba ahí. Saqué el sobre y, con horror, me di
cuenta de que la etiqueta no estaba. Empecé a gritar enfurecido por mi irresponsabilidad.
Las palabras obscenas se arremolinaban en torno a mí en el auto. Luego me puse a pensar
que había perdido la serenidad. ¿Iba a permitir que una etiqueta de impuestos de veinte
dólares controlara mi serenidad? Me vino a la mente el lema "¿Cuan importante es?" Una
sensación de paz comenzó a inundarme. Seguí pensando en dónde podía estar esa
etiqueta» pero ya no me sentía frenético.
191 Descubramos nuevas opciones
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Capítulo Doce
La tensión de tratar de hacer todo sin ayuda nos condujo hasta el punto de que nuestras
vidas se tornaran ingobernables. Podemos encontrar alivio en el Primer Paso al aceptar que
no podemos reorganizar el mundo de acuerdo con nuestros deseos por mejor intencionados
o sinceros que sean. En el Segundo Paso podemos encontrar la esperanza de llegar a
comprender "que un Poder superior a nosotros podría devolvernos el sano juicio'! El
Tercer Paso nos permite profundizar nuestra serenidad al adquirir la confianza de que un
Poder Superior está guiando nuestras vidas según un plan, aunque po lo comprendamos
por completo. En resumen, hallamos paz cuando confiamos todo lo que nos perturba: el
comportamiento del alcohólico, una situación laboral complicada, la desaprobación de los
padres, una conversación torpe que no desearíamos tener, u otra cuestión en materia de
relaciones. Le entregamos el problema a nuestro Poder Superior, al Dios de nuestro propio
entendimiento, y luego utilizamos los instrumentos y los recursos de Al-Anon para
ayudarnos a centrarnos en nosotros mismos.
El Tercer Paso puede constituir un reto pese a que ofrece una valiosa recompensa: la
serenidad que crece con el tiempo. Estamos dispuestos a "confiar nuestra voluntad y
nuestra vida al cuidado de Dios, según
nuestro propio entendimiento
deÉF cuando comenzamos a comprender la diferencia entre lo que podemos cambiar y
lo que no. Gran parte de nuestra frustración proviene de nuestra falta de voluntad para
aceptar lo que no podemos cambiar. Gran parte de nuestro temor proviene de la
incapacidad de imponerles una solución a nuestros problemas. El Tercer Paso es una
oportunidad de acordarnos que podemos "Soltar las riendas y entregárselas a Dios'!
Podemos deshacernos del deseo frustrado de controlar el futuro así como nuestra inútil
resistencia al presente. En lugar de eso, podemos encontrar tranquilidad al lograr la
armonía entre nuestra voluntad y nuestra vida con un Poder superior a nosotros.
El soltar las riendas de un problema no significa que no deseemos una solución.
Sólo quiere decir que no agotaremos nuestros recursos internos luchando contra algo
que trasciende nuestras facultades. Por supuesto, queremos relaciones afectuosas en
nuestras vidas. Como con cualquier aspecto de nuestra vida, no podemos forzar una
solución si no poseemos la capacidad de lograr que ésta cambie. Sin embargo, puede
servirnos de consuelo darnos cuenta de que podemos encontrarle sentido a la vida
cuando cumplimos un papel activo en el ámbito del plan que nuestro Poder Superior
tiene para nosotros. Al utilizar los instrumentos del programa, podemos brindarle
atención a nuestra vida espiritual.
No obstante, cuando le
confiemos la vida a nuestro Poder Superior, es importante que le confiemos todos los
aspectos de nuestra vida, incluida la intimidad personal. Las relaciones sexuales tal vez
sean uno de los últimos sectores en que queramos entregar nuestra intención de
controlar e invitemoá a nuestro Poder Superior a nuestra vida. Como celebración del
amor entre dos personas, la intimidad física también puede tener un aspecto espiritual.
El Tercer Paso transforma nuestra vida interior y, por ende, tiene un poderoso
efecto en las relaciones con otra gente. Nos libra de la obsesión por nosotros mismos y
por otras personas. Podemos fomentar una aceptación bondadosa de nosotros mismos,
la cual podemos expender a otras personas. Nos permite liberar la tensión que surge al
tratar de solucionarlo todo y centrar nuestras energías sólo en asuntos que podemos
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manejar "Un día a la vez". El lema "Hazlo con calma" engloba el espíritu de este
enfoque: asumimos una presencia libre de tensión, abierta, hospitalaria y bondadosa.
Ya no "necesitamos" otra gente de la forma en que la necesitábamos antes, así que
buscamos (y tendemos a atraer) relaciones personales en un nivel diferente.
Historias personales
I;
situaciones que me incomodaban. Empecé a conocerme, aceptarme y quererme. Empecé a
confiar en mí mismo y luego empecé a compartir en las reuniones.
Hoy soy una persona muy distinta de lo que era cuando llegué a Al-Anón. Mi esposa y
yo todavía estamos juntos y disfrutamos de l una relación excepcional. Tengo buenas
relaciones con mis hijos, 1 muchos amigos en el trabajo y en Al-Anon, y mantengo la
distan-I cia con mis otros familiares. Es duro ver lo que sufren. Oro por ellos y le pido a mi
Poder Superior que se ocupe de ellos. Tal vez algún día encuentren un programa de Doce
Pasos que les enseñe a vivir a gusto consigo mismos y con otras personas.
Siempre me topo con obstáculos cuando intento resolver cuestiones difíciles con otra
persona sin consultarle primero a mi Poder Superior. Depender sólo de mi voluntad
muchas veces genera confusión y una relación aún más tensa con esa persona.
Actualmente, enfrento
cualquier problema de relación que sea difícil pidiéndole a mi Poder Superior que esté
presente cuando me reúno con la otra persona. Le pido a mi Poder Superior que me
proporcione las palabras y la entonación que permitan que la comunicación sea más
efectiva. Oro para que Dios controle la conversación y que el resultado sea el mejor para
todos los interesados. A veces oro para que mi Poder Superior me guíe en cuanto a si debo
o no confrontar a alguien. Hay ocasiones en que la comunicación con la otra persona ya no
es necesaria después de estas oraciones.
No hace mucho empecé a resentirme con mi madre porque creía que me había criticado
de modo exagerado en una de nuestras conversaciones. Me obsesioné y decidí orar para
saber si debía hablar con ella o no. Después de varios días, mi madre, quien parecía
deprimida, me llamó de repente, cosa que no era común. Mientras hablaba con ella, me di
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Una vez que acepté que era incapaz en mi vida, me pareció natural confiar mi vida y mi
voluntad al cuidado de Dios según mi propio entendimiento de ÉL Leí con entusiasmo
todo lo que pude encontrar sobre el Tercer Paso y me emocioné cuando mi Madrina me
dijo que yo estaba lista para el Cuarto Paso; pero faltaba algo en mi corazón. Quería una
revelación, un esclarecimiento, alguna señal que me indicara que había logrado una con-
ciencia espiritual y que siempre contaría con la orientación que deseaba.
En esos días mi cónyuge trajo a casa un gatito de siete semanas. Ese gatito representaba
para mí la alegría de vivir y me producía una sensación de admiración, cualidades que
envidiaba y que quería conservar y proteger. Viajar en automóvil había sido siempre una
experiencia traumática para nuestros otros gatos porque eso siempre significaba una visita
al veterinario, así que me pareció una buena idea llevarlo a pasear sin un destino preciso.
Lo senté en el asiento a mi lado en el automóvil. De inmediato comenzó a mostrarme su
preocupación con sus ojos abiertos al extremo. Con una voz en la que expresé todo el
consuelo posible, le respondí: "Confía en mí. No te decepcionaré".
En ese momento mi Poder Superior me mostró lo que yo intentaba encontrar en el
Tercer Paso. ¿Cuántas veces y de cuántas maneras me había dicho Él las mismas palabras?
Como una ráfaga de aire fresco, se hizo evidente ante mí que el elemento que faltaba en mi
decisión del Tercer Paso era simplemente confianza. Sin confianza, mi Tercer Paso no era
más que una ferviente declaración. Con confianza, podría convertirse en la acción y el
progreso espiritual que yo buscaba. Apliqué por primera vez la confianza que estaba
desarrollando cuando reconocí que mi Poder Superior siempre encontraría la forma de
comunicarse conmigo toda vez que yo aportase la voluntad.
Luchaba contra el temor de ser abandonada por mi novio, quien me pidió que
dejáramos de vernos por un tiempo, y de inmediato sufrí un bloqueo emocional. Lo tomé a
pecho, me airé y actué con frialdad. Respondí a sus intentos de consolarme y darme áni-
mos con amargos menosprecios y una gélida actitud. Pasamos la noche en cuartos
separados y luché por encontrar una salida.
Estaba tan frustrada que ni siquiera pude cumplir su pedido de que no nos viéramos por
un tiempo sin tratar de hacerlo sentirse culpable. Mi frustración también se debía a que
exactamente el mismo problema entre nosotros había ocurrido tan sólo unos días antes.
Había pasado la última semana confiándole el problema a OÍOS, orando para obtener la
voluntad de perdonar a mi novio por dejarme y orando para que él me perdonara por actuar
tan injustamente. Después de varios días de agotamiento espiritual, encaré el mismo
problema de nuevo. Me di cuenta de que una vez más actuaba con insensatez, pero me
faltaba la energía, la motivación y la voluntad de confiar el problema otra vez. Lloré en la
cama y le dije a Dios que no podría hacerlo esa noche. No podría confiarle el problema
porque no lo sentía así esa noche. Me dormí en medio del llanto y de la oración.
Soñé que me disculpaba ante mi novio por tratarlo injustamente y sentí que el problema
llegó a su fin en el sueño. Me desperté como si el drama de la noche anterior nunca
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hubiera tenido lugar. Fui afectuosa con mi novio y me disculpé de forma apropiada. Dios
había velado por mí durante la noche. Me levantó de donde me había caído, me transportó
a través de la noche y me dejó en un lugar seguro y lleno de amor al día siguiente. No tuve
que hacer nada. Él lo hizo por mí cuando yo misma no podía hacerlo. Pasé un día precioso
y me sentí más segura y más confiada en mi Poder Superior.
Tenía problemas con soltar las riendas y entregárselas a Dios. Mi Madrina me indicó
que cuando tuviera problemas con un Paso, debía examinar el Paso anterior porque aún no
lo había entendido. De esta forma, me regresé al Primer Paso antes de empezar a javanzar
otra vez. El momento culminante tuvo lugar cuando llegué al Tercer Paso. Desde entonces,
mi vida no ha sido la misma.
Soy una persona que visualizo mucho. Un día, durante la meditación, tuve la imagen de
una persona que iba en bicicleta en una cuerda floja sin red de seguridad. La bicicleta
tenía una canasta donde iba sentado alguien serenamente mientras que el ciclista cubría
una gran distancia a lo largo de esa cuerda floja. Me asombraba la serenidad y la
confianza total de la persona en la canasta. Fue entonces que Dios me reveló que Él era el
ciclista y que yo debía estar dispuestas ser la persona en la canasta; pero Dios me da
opciones. No tengo que sentarme en la canasta. Puedo intentar caminar en la cuerda
floja sin ayuda. Sin embargo, no tengo la preparación o el entrenamiento para hacerlo.
Con seguridad, me caeré y me lastimaré. Eso me sucede a menudo.
Cuando esté dispuesta a meterme en la canasta y confiar en Pios, llegaré al otro lado
sin peligro. A mí me corresponde confiar, estar dispuesta y hacer lo que Dios manda.
Realizo la tarea básica y dejo que Dios se encargue de los resultados.
Antes de ir al dormitorio con mi esposo por las noches, me dirijo a mi Poder Superior y
pronuncio la siguiente oración: "Dios, por favor, ayúdame a vivir el presente. Por favor,
elimina mis preocupaciones acerca del pasado. Por favor, elimina mi curiosidad por el
pasado de mi pareja. Y por favor, elimina mis temores de la mañana que se avecina'!
En este simple acto de oración, invito a Dios a que me acompañe en el momento más
íntimo y personal que paso con otra persona. Si en realidad puedo vivir el presente y soltar
las riendas del pasado y del futuro, entonces pueden suceder milagros.
No salí con nadie por más de un año, aunque no por voluntad propia. Durante ese
tiempo, experimenté toda una gama de emociones: inseguridad, soledad y deseos
sexuales, y tomé conciencia del poder que poseo: servirles a otras personas y explorar el
talento creativo que Dios me ha brindado. Cambié de actitud. Si es la voluntad de Dios,
ella aparecerá. Esto alivió la presión que sentía.
Siempre que estaba con mi esposo, intentaba recordar que encaraba una enfermedad
familiar y que debía practicar los principios del programa en lugar de reaccionar. Las
mentiras de mi cónyuge y las mentiras inconscientes a mí misma habían causado que me
sintiera completamente desconfiada. No sólo no podía confiar en mi esposo sino que
tampoco podía hacerlo en mí misma. Ya no sabía lo que era la realidad. Practiqué el
programa y paulatinamente empecé a ver mejorías. Ya no reaccionaba tanto. Podía
expresar qué era lo que no funcionaba para mí sin tener que echarle la culpa a mi esposo.
Quería amarlo y descubrí que podía actuar como si en realidad sintiera amor.
Seguí luchando con la pregunta sobre lo que era real. ¿Cómo podía confiar en mi esposo
cuando habían existido tantas mentí-ras y tanta manipulación? Entonces surgió una nueva
conciencia. Busqué la palabra "confianza" en el diccionario. Decía que la confianza era algo que
se le daba a algo o a alguien. Me di cuenta de que estaba confiando en que mi cónyuge fuera de
la forma que yo quería que fuera, expectativa que él nunca podría satisfacer. En lugar de eso,
debía confiar en que fuera humano, en que vivía y luchaba contra una enfermedad. Podía confiar
en que Dios fuera Dios, un Poder superior a nosotros que podría devolvernos el sano juicio.
Podía confiar en que éramos incapaces ante el alcohol. Podía confiar en ser yo misma, también
humana, también viviendo y luchando contra la enfermedad del alcoholismo. Hoy los dos
estamos en recuperación, nuestras vidas florecen y nuestra familia goza de salud y felicidad.
Odiaba a mi esposo porque pensaba que era destructivo inten-cionalmente e intentaba hacer lo
que podía para enloquecerme. Quería que yo fuera infeliz. ¿De qué otra manera podría explicar
su comportamiento?
Si pudjera hacerle recobrar la sensatez, él podría aprovechar todo el potencial del que me
enamoré. Entonces todo se arreglaría. Yo sabía que el alcohol lo estaba destruyendo. Pensé que
si yo hacía lo que debía en el momento apropiado, él tomaría conciencia y se daría cuenta de que
ya no lo necesitaba; pero lo que yo hice no importó. Le compré juguetes ya que pensaba que el
dis-f traerlo del alcohol le ayudaría a ver las cosas tan grandiosas que existen en el mundo.
Acepté decisiones financieras desastrosas porque creía que si él aprendía a asumir algo de
responsabilidad, mejoraría su comportamiento.
Después de años de tratar de imponer soluciones, perdí la razón por completo. No podía
pensar de forma coherente. No podía seguir el plan de un espectáculo dé variedades de media
hora
El desprendimiento es parte del Primer Paso, el cual dice que soy incapaz ante todas las cosas
y ante todas las personas.
El siguiente Paso es acerca de creer que mi Poder Superior me devuelve el sano juicio.
Le agradezco a Dios las muchas veces que me ayudó a superar dificultades en la escuela,
con amigos y con otra gente.
El Tercer Paso es confiarle mi vida y mi voluntad a Dios. A veces pienso en lo
asombroso que es estar vivo y tener tantos privilegios. La gratitud me ayuda a
mantenerme en la solución, no en el problema.
Antes del programa, me dominaban las cosas que sucedían. Me sentía inservible ante
los ojos de mi esposo. Mi matrimonio era un fracaso, mis amigos habían desaparecido
(nos habíamos mudado muchas veces), mi Dios me había abandonado y ya no había igle-
sia a la que pudiera asistir. Pensé que nada podía ayudarme.
En reuniones de Al-Anón,
los miembros hablaban de pedir que se hiciera la voluntad de Dios y de soltar las riendas y
entregárselas a Dios. Con una cierta amargura, pensé en que aplicaría este criterio a mis
problemas, comenzando con la negativa de mi esposo a dejarme cerrar con llave la puerta
de la granja antes de que me fuera a dormir por la noche. Una vez la abrió a puntapiés, así
que me daba miedo cerrarla con llave, pero al mismo tiempo, como madre joven, me daba
miedo no cerrarla con llave; así que oraba para que Dios se encargara de este problema
(una especie de prueba), y dejaba la puerta sin llave.
Al día siguiente estábamos
sentados juntos afuera cuando una camioneta se detuvo frente a la casa. El conductor se
bajó y se disculpó vehementemente por haber entrado a nuestra casa tarde la noche
anterior. Su camioneta se había varado de repente y de manera inexplicable, y él había
tocado la puerta para solicitar ayuda, pero nadie respondió. Entró a la casa para usar el
teléfono debido a la emergencia. Nos dijo que esperaba no habernos asustado y que
lamentaba haber ensuciado el piso. Mis hijos y yo no habíamos oído nada.
Una vez que el extraño se fue, mi esposo me miró alarmado y me dijo que desde ese
momento yo debería cerrar la puerta con llave. Me reí para mis adentros y todas las
noches hice lo que me pidió. Pedirle a Dios que me mostrara el camino fue una lección
bien aprendida.
Desde entonces ha cambiado la relación con mi Poder Superior. Le confío mi vida. El amor
por mí misma ha aumentado y me ocupo de mi cuidado. Sé que con mi Poder Superior, puedo
cambiar y hasta mejorar.
Mis relaciones con otras personas
también han cambiado. Mis relaciones siguen siendo conflictivas independientemente de lo que
me cueste, pero ahora son más profundas y más afectuosas. Estoy comprometida con mi
progreso espiritual y emocional. Este compromiso me ha alejado de una vida de fracasos y
desesperación y me ha llevado a la clase de relaciones que me estimulan y me brindan alegría y
felicidad.
Estos últimos días han sido abrumadores y difíciles. La ira y la necesidad de controlar de mi
esposo se desencadenaron al verme sufrir y estar a la defensiva. Eso provocó que los dos
estuviéramos al borde de un precipicio observando la destrucción inminente de nuestra relación.
En la noche, le pedí a Dios a gritos: "Convéncelo de que está en un error". Le pedí a Dios que
lo corrigiera. Mi deseo de controlar se incrementó y grité: "Padre celestial, ayúdame, ¿qué se
supone que debo hacer?" La respuesta fue: "Esfuérzate por ti. Ve a los Pasos"
Al final cedí y fui a practicar los Pasos del Primero al Tercero. Al admitir que era incapaz ante
el alcohol, se me ablandó el corazón. Al confiar en el poder de Dios, se redujo mi ira. Volví a
sentir paz y esperanza cuando decidí rendirme y confiar mi esposo, mi matrimonio y mi futuro al
cuidado de Dios donde Él quisiera que yo estuviera. %u respuesta a mi llamada de auxilio fue
suficiente por ese día.
No obstante, Dios no había terminado. Cuatro horas más tarde, mi esposo se me acercó y me
comentó que Dios se había ocupado de él. Había visto su egoísmo, aceptó la responsabilidad de
su comportamiento, admitió sus defectos de carácter y comprendió mi dolor. Dios hizo lo que yo
no pude. Logró que mi esposo cambiara, y lo que es más, también me hizo cambiar.
"Sólo por hoy" estamos de acuerdo y ambos vemos a Dios actuando en cada uno de
nosotros y en nuestro matrimonio. Nos damos cuenta de que, pese a lo mucho que hemos
progresado, nos queda mucho camino por recorrer hacia la plenitud. Si seguimos
permitiendo individualmente que Dios elimine nuestros defectos de carácter, ambos nos
acercaremos más a Él, lo que hará que nosotros nos acerquemos aún más el uno al otro.
Conocí a mi esposa cuando yo tenía veinte años y vivimos en una relación alcohólica.
Siempre me esforzaba al máximo para que ella hiciera lo que yo quería. Mi vida giraba
por completo en torno suyo. Todo lo que yo hacía era para ella. Cuando las cosas no
salían como yo había previsto, siempre le indicaba que lo podía haber hecho a mi manera.
Me estaba enloqueciendo completamente y estoy seguro de que la vida tampoco era
agradable para ella.
Cuando vine a Al-Anón, empecé a aprender que la vida no se trataba de obligar a mi
esposa a hacer todo lo que yo quería. Sin embargo, oí lo que quería oír y pasé por alto
lo que debía oír. Intenté nuevas formas de manejarla y aún no funcionaba. Una vez más
me desilusioné porque no se satisfacían mis expectativas. Perdía más y más la razón. Me
sentía tan frustrado y airado con mi esposa que le pedí a Dios que tomara nuestra relación
e hiciera lo que quisiera con ella. Si Él quería que funcionara, pues que así fuera; si tenía
que desaparecer, entonces Él tendría que hacerlo porque yo no podía.
La situación comenzó a cambiar después de eso. Ya no lo controlaba todo. Creo
firmemente que los lemas "Suelta las riendas y entrégaselas a Dios" y "Vive y deja vivir"
de verdad me llegaron al corazón y a la mente. El año pasado celebramos nuestro
vigésimo aniversario de casados y renovamos los votos. Creo que mientras "Siga
viniendo", podré apartarme del camino y dejar que las cosas sigan el rumbo que se supone
que deben seguir.
Muchas de las personas que
vivían en mi entorno bebían demasiado: mi padre, mi abuelo, mis hermanos, mis tíos, mis tías y
mis amigos. Sin embargo, los bebedores no eran lo peor del caso. Muchas veces los que no
bebían parecían causar más angustia que los que lo hacían. A mi corta edad, me sentía siempre
sofocada y soñaba con poder respirar un poco de aire fresco.
No había escapatoria. Mi padre
solía agarrar los bizcochos recién horneados y tirárselos a los perros. Mi madre, que parecía
herida de muerte, salía corriendo del comedor y dando gritos como si la hubieran herido de
muerte. El abuelo regresaba a casa borracho, demandando a gritos que mi abuela le abriera la
puerta para poder entrar, mientras ella permanecía sentada sin moverse leyendo la Biblia. De vez
en cuando levantaba la cabeza y le gritaba que se fuera de la casa y no volviera más. Había
muchas disputas, alaridos y gruñidos. Eso me asustaba y me angustiaba, pues nunca sabía lo que
venía después.
Después de una de las indiscreciones de borracho de mi padre, mi madre huyó a mi
dormitorio y se encerró diez horas en el armario, sollozando fuertemente al principio y luego sin
hacer el menor ruido. Pensé que se había muerto. La llamé y moví el picaporte una y otra vez.
No hubo respuesta. Cuando al final salió, puso una maleta abierta sobre mi cama y me dijo que
empacara lo que quisiera porque nos íbamos para siempre. Se me rompió el corazón. Este era mi
hogar. Ahí estaban todas las personas y todas las cosas que conocía y amaba. ¿A dónde iríamos?
¿Qué haríamos?
Con lágrimas en los ojos, escogí lenta y cuidadosamente las cosas preferidas que tenía, junto
con algo de ropa, y luego las coloqué en la maleta. Al final, escondí una foto de mi padre debajo
de los calcetines en el fondo de la maleta. Lloré un poco más. SabíaQcjue no lo volvería a ver.
Miré alrededor de mi dormitorio y me despedí de mis libros y de mis muñecas, así como de la
colcha de satén rosada de vuelos que tanto me gustaba. Salí al balcón para echarle una última
ojeada al parque frente a la casa. Nunca me había sentido tan triste y sola, ni tan temerosa. Pensé
que iba a explotar.
Entonces, de repente, ella cambió
de idea. Dijo que ya no nos iríamos y que bajara y pusiera la mesa para la cena. Parecía que la
tormenta había pasado. La vida debía continuar como de costumbre, pero me quedé totalmente
agotada y confusa. Mi mente de nueve años no comprendía nada. Lo único que sabía era que
sentía el alivio de que ya no nos iríamos y que tenía un nudo en el estómago.
Ocurrió una y otra vez: la ira, el ruido, la incertidumbre y la incongruencia. No se podía
predecir nada, excepto que sucedería otra vez. Tenía que estar preparada para cuando sucediera.
Eso me dejó extremadamente tensa y nerviosa, pues no quería que me agarraran desprevenida.
Lo extraño es que pese a la perturbación, quería a esta gente. Supongo que pensaba que todos
los hogares eran como este y que estos trastornos continuos eran parte de la rutina diaria con la
que todos debíamos aprender a vivir. Esta gente en realidad podía ser excepcional. Papá me leía
poesía y me hacía reír. Mamá era muy sensible al arte y me inculcó el amor por la cocina.
Ambos eran inteligentes y trabajadores. Trataba de recordar lo bueno y borrar lo malo, pero el
dolor de estómago era continuo.
A medida que pasaban los años, nada cambiaba excepto que amplié el círculo de alcoholismo
que me rodeaba. Parecía que me atraían de forma extraña los muchachos que bebían mucho y,
como consecuencia, comencé a actuar exactamente como me habían enseñado por medio del
ejemplo cuando era pequeña. Caminaba de puntillas intentando ser perfecta para no molestar al
bebedor. Cuando esto no funcionaba, explotaba dando alaridos y a veces arrojando cosas. La
hora de las comidas era lo más difícil. Parecía que no podía sentarme a comer sin que los
recuerdos negativos de mi juventud bajaran lentamente en cada bocado que masticaba. Me sentía
infeliz en cualquier circunstancia. Era un despojo físico y emocional.
Creía que los borrachos eran la
fuente de toda mi aflicción. Decidí que lo único que debía hacer era alejarme de los bebedores.
Deseaba paz en mi vida y estaba segura de que sabía cómo obtenerla. Cuando apareció mi futuro
esposo, puse en práctica mí plan. Le dije que eligiera entre la bebida y yo porque no podía tener
las dos; que pensara en lo que iba a hacer. Así de fácil, le extraje la promesa de que nunca
volvería a beber. Pensaba que eso era el fin de mis problemas.
Poco después recurrí a mi madre. Mi esposo se parecía misteriosamente a mi padre. En
nuestro hogar vibraban los ecos de mi juventud. Sufrí una colitis y la profunda melancolía .que
da ver a un ser querido hundirse en la botella.
Tuve suerte después de quince años de matrimonio caótico con un alcohólico que todavía
bebía. Tuvimos que ir a programas de recuperación debido a una crisis. Cuando comencé a
asistir a reuniones de Al-Anon con regularidad, tuve claro cuál era la causa principal de mis
problemas. No era el gran número de relaciones fallidas en las que de alguna manera había
quedado atrapada. No eran otras personas las que causaban el desorden en mi vida. La fuente de
mi infelicidad era yo misma.
Me di cuenta de que para cicatrizar, la relación principal de mi vida debe ser con Dios.
Aunque eso era evidentemente la solución a todas mis angustias, la relación era muy inestable.
Lo que sabía acerca de Dios era lo que otros decían y que yo repetía. No me sentía vinculada a
un Poder Superior. Me faltaba lo necesario para crear una relación espiritual con alguien. No
podía entablar el tipo de relación que anhelaba con mi esposo, mis padres o cualquier otra
persona hasta que no mejorara mi relación con Dios. Aprendí que las relaciones con otras
personas son un reflejo de la relación con Dios.
Sabía lo que quería. Quería tener serenidad y felicidad todos los días de mi vida. Quería
ponerle fin al entorno turbulento de nuestro hogar. Quería liberarme de la prisión que
representaba la enfermedad del alcoholismo. No estaba segura de cómo lograrlo, ni tampodo de
si me lo merecía, pero sabía que de alguna manera las respuestas estaban en manos de mi Poder
Superior.
Este programa me indica que si
confío mi voluntad y mi vida al cuidado de Dios, Él me dará la fuerza que necesito para hacer Su
voluntad. Lo único que debo hacer es pedírselo. No estaba segura de cuál era Su voluntad ni de
si la reconocería al verla, pero lo quería intentar. Decidí tomar los principios de Al-Anon como
guía. Indudablemente ellos constituían la voluntad de Dios.
El milagro empezó a funcionar. Uno por uno, los principios reemplazaron mis frustraciones.
Descubrí que cuando soy amable, respetuosa y generosa en lugar de gruñir y gritar, me rodea la
calma. Cuando puedo ser agradable y receptiva en lugar de criticar e insistir con obstinación en
que las cosas se hagan a mi manera, las soluciones fructíferas que surgen son sorprendentes.
Cuando no espero que otras personas hagan lo que yo quiero, adquiero independencia y me
convierto en yo misma. Cuando me aparto de la situación y mi esposo toma sus propias
decisiones y vive su vida, ya no me siento atrapada.
Siempre hay una retribución: obtengo lo que doy. Espero la voluntad de Dios y el crecimiento
espiritual. Estas son mis decisiones y seguirán siendo mías si así lo deseo.
Tuve que depender en gran medida de los Pasos y las Tradiciones cuando me estaba
divorciando de mi esposa. Su alcoholismo progresaba con rapidez. Al pensar en la seguridad de
nuestros hijos, me vi obligado a fijar y mantener límites estrictos. Al utilizar la Primera
Tradición, logré ver con claridad que la unidad y el progreso del mayor número significaba que
su madre ya no podía ser parte de nuestro grupo familiar.
Durante el divorcio, pedí la custodia total de nuestros hijos. A medida que avanzaba su
enfermedad, consideré que era necesario anular sus derechos de visita hasta que pudiera terminar
un programa de trawfcjfcjúento y demostrara la sobriedad mediante pruebas constantes, ta
decisión no fue fácil, pero por medio del uso de los mensajes de los Pasos y las Tradiciones,
pude hacerle frente exitosamente sin que me perturbara la culpa ni la duda.
Ya no intentaba solucionar los problemas de mi ex esposa. Había llegado el momento de
"Soltar las riendas y entregárselas a Dios" por completo. Al perder a su esposo, su casa y sus
hijos, a mi ex esposa sólo le quedaba su Poder Superior para que le ayudara. Buscó tratamiento
unas semanas después de perder sus derechos de visita.
Mis límites atrajeron mucha de su ira hacia mí. Sabía que actuaba con bondad y amor hacia
ella y mis hijos, por lo que pude lograr mantener la serenidad durante sus múltiples ataques de
ira.
Poco después de terminar su programa, me llamó. Me agradeció por el divorcio, diciendo que
ella sabía que no hubiera alcanzado la sobriedad si yo no hubiera actuado como lo hice. Me sentí
complacido, pero sabía que este era su milagro y me alegré por ella. Nos queda mucho camino
por recorrer y tal vez nunca seamos amigos íntimos de nuevo, pero reparar el mal y la labor
continua que efectuamos en nuestros respectivos programas nos permite reconstruir una relación
quebrantada. Gracias a este proceso, también nos estamos convirtiendo en mejores padres para
nuestros hijos.
Recuerdo detenerme en el centro local de recuperación con mi hijo pequeño poco después de
que había comenzado a asistir a reuniones de Al-Anon. Me presentaron a un hombre joven y
guapo quien también tenía un hijo pequeño. Mientras los niños jugaban juntos en el piso, nos
analizamos el uno al otro. Me gustó de inmediato y, pese a que solo tenía tres meses de
mantenerse sobrio, hubiera intentado tener una relación con él de inmediato si me hubiera dado
alguna señal de aliento.
Lo único que me frenó fue que había oído en una reunión que no debemos iniciar relaciones
nuevas durante un año. Realmente no tenía idea de lo tanto que yo le gustaba sino hasta un año
después cuando fuimos al cine y luego comenzamos a vernos a menudo. Fue entonces que
descubrí que él había estado interesado en mí en todo momento, pero lo pensaba seriamente.
Al recordar, me causa admiración lo que hicimos. Los dos iniciamos la recuperación por
medio de los Doce Pasos golpeados y vencidos, sin ganas de vivir la vida por nuestros propios
medios. Sabíamos que lo que hacíamos no funcionaba y nos rendimos ante esta nueva forma de
vida. Nos rendimos hasta tal punto que estuvimos dispuestos a que nos orientaran aunque fuera
en contra de nuestros sentimientos.
Creía que todo marchaba bien. Yo tenía a Al-Anon y él tenía año y medio de estar sobrio.
¡Me parecía tanto tiempo! Pensábamos que nuestro matrimonio era perfecto. Yo no iba a
arruinarlo todo como lo hicieron mis padres. Creía equivocadamente que la recuperación sería
indolora, pero no me llevó mucho tiempo darme cuenta de que vivía en un mundo de fantasía.
Sabía que los alcohólicos necesitaban muchas reuniones, porque mi madre y mi padrastro
eran alcohólicos en recuperación; pero poco tiempo después, me daba ira que mi esposo asistiera
a tantas reuniones. Habíamos hecho un trato. Él cuidaría los niños las noches de mis reuniones y
yo me encargaría de ellos cuando él asistiera a las suyas. El tiempo que pasábamos juntos nunca
parecía ser suficiente. En lugar de sentirme agradecida por tener un esposo sobrio, estaba tan
resentida que no podía disfrutar de los momentos en que estábamos juntos.
Lo estaba alejando de mí y ni siquiera me daba cuenta. No sólo era grosera y lo criticaba sino
que también apenas comenzaba a deshacerme de la negación de un maltrato infantil que había
reprimido durante años. Tenía mucho de lo cuál recuperarme. Paulatinamente percibí que cuando
no me sentía bien conmigo misma, centraba toda la energía y la atención en hacer que mi esposo
me diera lo que yo creía que necesitaba.
Era tan difícil vivir conmigo que la intimidad sexual se detuvo por completo durante algún
tiempo. A veces pensaba que nuestro matrimonio estaba tan dañado que ni siquiera Dios podría
volver a componerlo.
Un fin de semana decidí llevar a los niños a acampar en el patio de un amigo. Recuerdo que
mi esposo me llamó del trabajo mientras empacaba las cosas para salir. Me dijo por teléfono:
"No lo hagas'! Le respondí: "He pasado toda la vida persiguiendo el amor y la atención de
alguien y lo único que he visto son las espaldas de los que huyen de mí. Debo escaparme e
intentar romper este ciclo'! Me daba miedo irme bajo estas condiciones, pero oré y me fui.
El Tercer Paso me dijo que tenía
que entregarme, nada más. Esa noche, en la tienda de campaña, le confié mi esposo, nuestra rela-
ción y mi persona a Dios. Lloré lágrimas de aceptación durante muchas horas. Me vi como me
ve Dios, como Su criatura que vale mucho por el simple hecho de haber sido creada. Viami
esposo a la misma luz, no como un adversario que debía enfrentar sino como otra criatura de
Dios que avanza a los tropezones junto a mí en este viaje. Vi nuestro matrimonio como una
creación de Dios. Debía salirme del camino y permitirle a Él hacer Sus milagros.
Volví a casa al día siguiente y las
cosas fueron inciertas durante un tiempo. Redoblé mi compromiso con el programa. Descubrí
que mientras siguiera centrada en mí misma, nuestra relación continuaría creciendo. Tomé más
conciencia de los momentos en que empezaba a criticar a mi esposo, hasta en mi mente, y me di
cuenta de todo el trabajo que tenía que hacer con respecto a mí.
Descubrí una paradoja asombrosa. Las cosas que consideraba más dañadas en nuestra
relación, como nuestra comunicación e intimidad, comenzaron a cicatrizar sin mi intervención.
Sólo debía ocuparme de mí misma.
A lo largo del tiempo, he empezado a entender lo que es amor incondicional. Es hacer cosas
por mi esposo y por mis hijos porque quiero y no porque espere algo a cambio. Mentiría si dijera
que me resulta fácil hacerlo, pero confieso que me esfuerzo en hacerlo con la ayuda de Dios.
Solía esperar que quienes me rodeaban anticiparan mis necesidades y las satisficieran. Ahora sé
que debo pedir lo que necesito. Con la ayuda de Al-Anon, sigo empeñada en asumir el riesgo de
ser vulnerable.
Le pedí a mi Poder Superior que me presentara la mujer más atractiva y divertida, y así lo
hizo. Pasamos un año de diversión, disputas, rompimientos y cosas que no sabía que existieran.
Acepté el comportamiento inaceptable, tal como los insultos, los gritos, la pérdida de mí mismo
y el olvido de todo lo que era importante para mí para poder estar con ella. Llegué a Al-Anon
con una sensación de incomodidad, ira y temor. Todavía mantengo la relación con esa mujer y
ella recién empezó a ir a Al-Anon conmigo.
En Al-Anon aprendí a centrarme en mí mismo y a fijar límites. Hago todo lo posible para
aceptarla como es y para quererme y aceptarme a mí mismo como soy. Las relaciones siempre
evolucionan y no sé qué pasará mañana. Trato de recordar que debo confiarle esta relación y mi
vida a mi Poder Superior.
Crecí en una familia afectada por la enfermedad del alcoholismo. Al aprender a hacerle frente
a mi entorno familiar y al observar el ejemplo de mis familiares, aprendí muchos comportamien-
tos y creencias que eran dañinos cuando los utilizaba en otras relaciones.
Me convertí en alguien que debía complacer a la gente y obtener su aprobación. Yo era una
persona que haría cualquier cosa, hasta mentir, engañar o robar, para obtener la aprobación de
los demás. Si no lo lograba, hacía todo lo que podía para evitar su desaprobación. Todas mis
relaciones se basaban en intentar complacer a los demás con el fin de obtener ya fuera su
reconocimiento, su aprobación o su respeto. A medida que progresaba mi enfermedad, me
esforzaba por tratar de hacer más cosas por otras personas. Fue inevitable que prometiera más de
lo que podía hacer y al final decepcionaba a la gente en lugar de complacerla.
Mi primer matrimonio fue un fracaso y terminé siendo padre único de dos pequeñas
niñas. Me volví a casar con una mujer proveniente de otra familia enferma y los dos nos
enfermamos más. Traté de medicar la enfermedad familiar del alcoholismo convir-
tiéndome en un adicto al trabajo. Siempre me pasaba escuchando la radio y leyendo
periódicos y revistas. Jugaba obsesivamente juegos electrónicos. En realidad, hacía casi
cualquier cosa que me impidiera examinar con honestidad mi matrimonio y mi vida. Este
comportamiento sirvió para aislarme aún más de la gente que me rodeaba, lo cual creaba
todavía más dolor y más conflicto y exigía un esfuerzo mucho mayor para distraerme. Al
podía
final fracasé cuando todos mis métodos para encarar la situación dejaron de funcionar uno
tras otro. Por último, nada distraerme del dolor emocional que
sentía.
Cuando entré a mi primera reunión, era un hombre vencido. Mi matrimonio agonizaba.
Mi esposa estaba a punto de comprar otra casa sólo para alejarse de mí. Era un extraño
para mis hijos. Mi empleo estaba en peligro y ya no me quedaban amigos de verdad.
Estaba enfermo físicamente; había sufrido de dolores de cabeza continuos y dolores en el
pecho durante un año. Había padecido una completa crisis emocional, física y espiritual.
En los dos años anteriores, había perdido a dos primos que se suicidaron, y yo
consideraba hacer lo mismo.
En Al-Anon encontré aceptación y amor incondicional. Eran cosas que nunca había
sentido en mi vida adulta. Con el tiempo, comencé a oír algo del verdadero mensaje de
Al-Anon en las reuniones. Empecé a observar ciertas personas con esa aura especial de
serenidad. Además, observé que esta gente que tenía algo que yo quería era siempre gente
que practicaba un sólido programa de recuperación basado en los Doce Pasos. Oí el
mensaje con claridad: "Si quieres lo que tenemos, haz lo que hacemos". Así que conseguí
un Padrino y empecé a trabajar con los Pasos de la mejor manera posible.
Creo que el Tercer Paso es el núcleo de mi programa. Los dos primeros Pasos son mi guía
para llegar al Tercero, y todos los otros Pasos me demuestran cómo poner en práctica las decisio-
nes que tomé en el Tercer Paso; no obstante, no fue sino en el Tercer Paso en donde comencé a
cambiar y a experimentar un despertar espiritual.
La primera vez que practiqué el Tercer Paso, le dediqué no más que un minuto. Antes de ese
minuto, era un hombre temeroso, egoísta e interesado que hacía cualquier cosa para obtener la
aprobación de alguien más. Después de ese minuto, era un hombre que había confiado su
voluntad y su vida a un Poder Superior bondadoso y que estaba dispuesto a hacer lo que fuera
para vivir su vida de conformidad con principios espirituales.
Se inició el cambio en mi vida, y a lo largo del tiempo, cicatrizaron mis relaciones. Varios
familiares han tratado de encontrar la recuperación. Tengo ahora una relación sólida con cada
una de mis tres hijas. Todas ellas ahora saben que su padre las quiere.
Mi esposa también trató de encontrar la recuperación en Al-Anón. Al practicar los Pasos en
relación con nosotros mismos y las Tradiciones en nuestro matrimonio, hemos progresado juntos
a medida que compartimos nuestros programas entre nosotros. Gracias al alivio que hemos
encontrado en la recuperación, renovamos nuestros votos matrimoniales el verano pasado.
Basamos nuestros votos en las Doce Tradiciones como símbolo de gratitud por el programa y
por la hermandad que salva a nuestro matrimonio.
Mi vida no hatüegado a ser perfecta. Todavía encaro muchas situaciones desagradables en
ella. Sin embargo, se ha fortalecido mi capacidad de enfrentar dichas situaciones mediante la
serenidad y la autoestima que surgen al practicar los Doce Pasos y al intentar, "Un día a la vez",
mejorar mi contacto consciente con un Poder Superior bondadoso.
Para reflexión y debate:_______________________
1. ¿Qué papel desempeña un Poder Superior en mi vida?
2. ¿Dependo de Dios para encontrar excusas que justifiquen
mis opiniones o para encontrar la oportunidad de soltar las
riendas de algo? ¿Cuáles son algunos ejemplos?
3. ¿Qué resultados me gustaría controlar en mis relaciones?
¿Cuáles son los resultados negativos que temo? ¿Cuánto me
tomaría ver estos resultados negativos de manera positiva?
4. ¿Cómo ha cambiado mi opinión de un Poder Superior des-
de que llegué a Al-Anon?
5. ¿Cómo puedo confiar mis relaciones al cuidado de mi Poder
Superior?
206 Descubramos nuevas opciones
Al cuidado de un
Poder Superior
Descubramos nuevas opciones
Capítulo Trece
Fomentamos relaciones
medio
No todos los que asistimos a Al-Anon estamos involucrados en actividades de servicio,
pero los que lo hacemos a menudo decimos que es una parte fundamental de nuestra
recuperación. El servicio en Al-Anon nos sumerge en el programa de una forma más
profunda a medida que amplía nuestras relaciones con otros miembros de Al-Anon. El
trabajar juntos con un propósito espiritual en el cual todos somos iguales, puede darle un
mayor significado a nuestro programa como fuente de apoyo y como una verdadera
hermandad. La labor del Duodécimo Paso, como a veces se denomina el servicio, con
frecuencia moviliza los elementos del despertar espiritual que es la premisa inicial del
Duodécimo Paso y que dice: "Habiendo logrado un despertar espiritual como resultado de
estos Pasos, tratamos de llevar este mensaje a otras personas, y practicar estos principios
en todas nuestras acciones'! Este despertar espiritual nos abre más hacia el crecimiento en
nuestras relaciones.
El servicio en Al-Anon nos reta a que salgamos del aislamiento de nuestra infelicidad y
fomentemos nuevas relaciones con gente que está aprendiendo a integrar los principios de
Al-Anon en sus vidas. Primero, aprendemos que no estamos solos. Luego aprendemos y
practicamos conocimientos en materia de relaciones para que no tengamos que sentirnos
solos. Todos avanzamos a nuestro propio ritmo, sin que nadie nos diga lo que tenemos que
hacer o cómo hacerlo. Queremos ampliar el entorno al que estamos acostumbrados y
aprender de nuestros errores.
El servicio en Al-Anon
ofrece una amplia gama de opciones. Ordenar las sillas, preparar el café, exhibir nuestra
literatura o limpiar después de la reunión son tareas que podemos realizar desde la primera
reunión. Al seguir viniendo, se nos puede pedir que demos la bienvenida a recién llegados,
que coordinemos una reunión o que participemos en un proyecto de relaciones con el
público. Los cargos de servicio como Representante de Grupo o Tesorero no se reservan
únicamente para miembros antiguos. Estos constituyen una gran oportunidad para
enriquecer nuestras relaciones con otros miembros en Al-Anon, transformando "el" grupo
en "mi" grupo o mejor aún, "el grupo al que pertenezco".
Si bien algunos cargos de servicio tienen títulos y descripciones de funciones que
podrían parecer intimidantes, las personas que ocupan dichos cargos han soportado los
problemas del alcoholismo como el resto de nosotros, pero son prueba de que Al-Anon es
un programa de descubrimiento de uno mismo y de progreso personal. La participación en
proyectos de servicio junto con ellas puede ser una inspiración para llegar a conocerlas
desde un ángulo distinto y para aprender que nosotros también tenemos un enorme
potencial de progreso personal.
Es probable que la mayoría de nosotros sienta una cierta renuencia a ocuparse de un
cargo o de un proyecto de servicio por primera vez. Muchas veces nos sentimos inseguros
de nuestra capacidad y tememos a los compromisos. Si aún no participamos en el servicio,
es fácil pensar en las muchas razones por las que no deberíamos. Sin embargo, la magia
Descubramos nuevas opciones
del servicio en Al-Anon radica en los beneficios que no podemos prever antes de realizar
alguna actividad de servicio. Los que participamos en el servicio agradecemos el fomento
de nuestra confianza y nuestra autoestima, generado por esas actividades, que algunos
consideramos como un milagro inesperado. Por eso, muchos recordamos nuestros
primeros pasos en el servicio y los recordamos como un don de nuestro Poder Superior.
Los miembros que todavía no han participado en el servicio no pueden aún imaginar este
tipo de sentimiento.
A menudo los que hemos sido afectados por el alcoholismo tendemos a aislarnos de
otros, tal vez por miedo o por falta de voluntad para solicitar ayuda. La recuperación en
Al-Anon se trata de solicitar ayuda, y el servicio no es una excepción. Si nuestro Padrino
o nuestra Madrina participa activamente en el servicio, podemos pedirle asistencia. Si no,
podemos buscar un Padrino o una Madrina de Servicio que pueda guiarnos. Al pedir
ayuda en
Descubramos
nuevas
opciones
Historias personales
Hoy mi esposo todavía está sobrio, pero sin un programa de Doce Pasos. Ya no hay
tanta tensión. Gozamos de una vida magnífica y estamos más enamorados que cuando nos
casamos. Es mi mejor amigo y confidente. Aún respeta mi programa. Los milagros son
posibles en las relaciones cuando intentamos la recuperación y centramos la atención en
nosotros mismos. Me siento muy agradecida por no haber dejado mi matrimonio ante el
temor de no tener la familia que sirviera de modelo de recuperación.
Descubramos nuevas opciones
Mi Madrina me dio un hermoso diario un año después de que comencé a practicar los
Doce Pasos con ella. El diario era tan perfecto que pensé en exhibirlo en lugar de
utilizarlo. Por mi parte seguía escribiendo mi diario en los cuadernos de espiral que había
comprado por unos cuantos centavos.
Mientras realizaba la labor de servicio en Al-Anón, observé una paradoja. Aunque
quería que se reconocieran mis esfuerzos, me incomodaba bastante recibir cumplidos.
Cuando me hicieron un elogio espontáneo en una reunión de zona frente a sesenta perso-
nas, quise que me tragara la tierra. En lugar de satisfacción, parecía que sentía vergüenza
y desconcierto.
El servicio en Al-Anón me ha ayudado a transformarme de una persona tímida y
callada a un ser que ríe y se comunica. Parte de este proceso ha comprendido descubrir
habilidades que nunca había tenido la oportunidad de experimentar y luego practicarlas.
Recibir elogios amablemente era una habilidad que deseaba desarrollar porque me
indicaba que tenía una autoestima sana. Una mala relación conmigo misma puede afectar
todas mis otras relaciones.
Ahora me esfuerzo en forma consciente por escuchar elogios, agradecer a quien los
ofrece y rápidamente tomar nota de ellos para poder recordarlos. Luego, en casa, tomo mi
hermoso diario y escribo acerca de los elogios recibidos. Ahora mi diario es precioso por
dentro y por fuera y estoy aprendiendo a aceptar que yo también lo soy.
Antes de Alateen, era una persona amarga y no permitía que nadie se me acercara ni me
conociera. Estaba siempre celosa de mi hermano y mi hermana menores porque recibían
la atención de otros parientes que yo nunca recibí. Cuando me ofrecí como voluntaria para
un Comité de Congreso de Alateen, aprendí a abrazar a otros miembros y les permití que
me conocieran. Solíamos salir a comer después de las reuniones de comité y celebrábamos
otra reunión mientras comíamos. Era fantástico romper las limitaciones que yo había
fijado para que no me
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rechazaran. Les agradezco mucho a los amigos del programa que me llevaron a la reunión del
Comité de Congreso de Alateen y me enseñaron a querer a todos incondicionalmente.
Después de nueve años, me quedé con sólo una reunión al mes y casi estaba fuera de Al-
Anon. Entonces le pedí a una buena amiga, que era Delegada, que me diera su opinión sobre mi
dilema. Me sugirió que empezara a asistir a tres reuniones semanales para ver que sucedía. Me
ofrecí como voluntaria para ocupar el cargo de Representante de Grupo en una reunión nueva en
mi vecindario y le pedí a mi amiga que fuera mi Madrina de Servicio. Comencé un nuevo viaje,
sin saber que me proporcionaría un crecimiento personal enorme y me ayudaría a mantener los
pies sobre la tierra en Al-Anon. Aprendí mucho sobre confianza, lealtad y amor incondicional al
aventurarme a servir a la hermandad. Cuando comencé a relacionarme con otros voluntarios de
Al-Anon que prestaban servicios en la hermandad, observé las lagunas en mi recuperación. Con
la ayuda de mi Madrina de Servicio, empecé a aprender mucho sobre las Tradiciones y los
Conceptos.
Aprendí a resolver conflictos de manera sana, no mediante disputas, control y manipulación,
sino a través de discusiones abiertas. Aprendí a transmitir mis opiniones con honestidad y
claridad y a permitirles a los demás la misma oportunidad. Este proceso se denomina conciencia
de grupo, tal como se describe en la Segunda Tradición. Mediante este proceso simple pero
eficaz, aprendí a comunicar mis ideas con sinceridad y apertura, sabiendo que serían oídas y
respetadas con un criterio abierto. El brindarle la misma cortesía a los demás me ayuda a fomen-
tar relaciones de confianza. Descubrí que aunque no estemos de acuerdo con ciertas cosas,
podemos respetarnos mutuamente por ser sinceros y por decir lo que pensamos. Podemos llegar
a un acuerdo a través de una conciencia de grupo. Esta relación sana, apoyada por nuestras
Tradiciones, me devolvió la autoestima y la confianza en mí misma.
Servir a la hermandad a nivel de grupo, local y de zona me dio muchas oportunidades de
trabajar con recién llegados y ex ^Delegados y de comprender la recuperación en un sentido más
amplio. No hubiera experimentado la alegría del servicio si sólo hubiera asistido a reuniones. No
me hubiera dado cuenta de lo importante que son los voluntarios y sus contribuciones al lograr
que la hermandad sea un mejor lugar. A cambio, aprendí a practicar los mismos principios en
mis relaciones personales con igual éxito. Aprendí mucho acerca de cómo hacer las cosas y
divertirme al hacerlas.
Hace poco me eligieron para servir como Delegada. La Asamblea me brindó su confianza
para que llevara su voz a la Conferencia de Servicio Mundial. Esta lealtad está descrita con
claridad en las Garantías Generales. Mediante las Garantías, todos los Delegados,
Administradores, miembros del Comité Ejecutivo y personal administrativo de la Oficina de
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Servicio Mundial le prometen a la hermandad que su conducta será congruente con las
Tradiciones. El servir como Delegada fue una de las experiencias más inolvidables de mi vida.
Al final encontré una Madrina que participa de lleno en el servicio de Al-Anón. El
crecimiento que experimenté se debe en su mayor parte a la labor de servicio que realizo. Éste ha
cambiado mi manera de pensar y de querer a mi esposo alcohólico y a mi familia. Como mi
esposo no asiste a reuniones y mi suegro de noventa y tres años vive con nosotros, hay veces en
que mi vida se torna abrumadora. Me he dado cuenta de que necesito asistir a más reuniones,
seguir participando y darles la bienvenida al amor y a la aceptación de este programa.
Cuando crecía, tuve que asumir las funciones de cuidadora, de responsable, de invisible y de
víctima. Como adulta, me convertí en una persona adicta al trabajo, con muy poca autoestima y
que intentaba temerosamente complacer a todos excepto a mí misma. La depresión, la ira y el
temor eran mis sentimientos principales.
Al utilizar los instrumentos de nuestro programa, paulatinamente me alejé de situaciones
insanas y peligrosas en mi familia. Pronto las visitas eran sólo en unos cuantos años. Me
preocupaba porque creía que Al-Anón debía ayudarme a que me llevara mejor con mi familia, en
lugar de no volver a visitarlos.
Al mirar hacia el pasado, ahora puedo ver que Al-Anón estaba reconstruyendo mi autoestima,
y este crecimiento lleva tiempo. Aprendí a tratarme con respeto. Mi servicio a nivel de Zona
mejoró muchísimo mi confianza. Supe cuando estaba lista para visitar a mis padres.
Esperanza para hoy fue el libro que decidí llevar conmigo en mi viaje de vacaciones.
Sus palabras me ayudaron a escuchar a mis padres, en lugar de procurar su atención. El libro
también me ayudó a encontrar las cosas que sobre ellos podía apreciar. Durante esa visita de
cinco días, pude dar y recibir amor. Pude desprenderme. La serenidad y la alegría fueron mis
sentimientos principales.
Como recién llegada, me preguntaba por qué la gente permanecía en el programa tantos años.
Después de que yo misma estuve diez años en el programa, no comprendía por qué la gente se
iba. En mi caso, cuando dejaba de asistir a reuniones, evitaba a mi Madrina o no cumplía con mi
lectura diaria; los pensamientos, la actitud y los comportamientos se deterioraban con rapidez.
Cuando un miembro antiguo dejó de venir, la tristeza, la incredulidad y el engreimiento me
invadieron. Me parecía evidente que los miembros de Al-Anón necesitaban el programa para
toda la vida y que los que se iban sufrían alguna carencia interna.
Mi orgullo encaró un duro golpe. Estaba muy satisfecha con el programa, tenía una Madrina
magnífica, asistía a reuniones espectaculares y tenía algunos compromisos de servicio que me
satisfacían. Todo esto cambió cuando mi Madrina se mudó a otro estado. Si bien tratamos de
mantener la relación de padrinazgo a larga distancia, llegó a ser muy difícil, y yo ni siquiera
podía aceptar la idea de renunciar y buscar otra Madrina. Me sentí abandonada y en una especie
de limbo. Otra amiga íntima de Al-Anón se fue aún más lejos que mi Madrina.
Mi función como Madrina de un Grupo Alateen llegaba a su fin y no sabía si podía
comprometerme por otros dos años. Entonces mi padre murió, y mientras me fui fuera de la
ciudad al funeral, otra miembro de Al-Anón que participaba en el Servicio de Alateen aceptó el
cargo de Madrina del Grupo. Pensé que ya no me necesitaban.
Me sentí desvinculada, y una vez que mi otro periodo de servicio terminó, me mudé a otro
distrito y ni siquiera pensé en asistir a reuniones. En los dos años siguientes, fui a una que otra
reunión porque sentía que necesitaba el programa, pero rehusaba comprometerme.
Un día fui a la oficina local del Servicio de Información de Al-Anón. Terminé pidiéndole a
una mujer allí presente que fuera mi Madrina provisional. Sentí como si comenzara todo de
nuevo en Al-Anón, fomentando la confianza y los vínculos una vez más. Ahora ya he vuelto a
asistir a reuniones con regularidad. Hoy mi engreimiento ha desaparecido y puedo ser más
compasiva con los que dejan el programa así como con los que regresan, porque yo misma he
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Llegué a ser Representante de Grupo cuando mi vida estaba en un punto bajo. No tenía
mucha confianza en que haría un buen trabajo. No determiné que el servicio fuera un paso
positivo en mi recuperación. Ningún Padrino me sugirió que comenzara en el camino del
servicio. En lugar de eso, permanecía sentado en silencio semana tras semana mientras
alguien pedía un voluntario para asistir a la Asamblea de Zona. Al final, me ofrecí porque
no tenía nada mejor que hacer ese fin de semana ni cualquier otro fin de semana. Mi vida
estaba consumida en el dolor porque estaba perdiendo las esperanzas de que mi esposa
recibiera la ayuda que necesitaba.
No tenía grandes expectativas de cumplir con mucho en la labor de servicio en Al-
Anón. No esperaba la forma en que el servicio en Al-Anón podía mejorar mi autoestima,
abrirles la puerta a amistades en la familia Al-Anón y profundizar mi recuperación.
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Mi esposo ha estado dentro y fuera de la recuperación, aunque la mayor parte del tiempo
fuera, durante todo nuestro matrimonio. Cuando al fin inició un tratamiento, pensé que todos
nuestros problemas se habían acabado. Iba a estar sobrio, así que me fui de Al-Anón después de
seis meses de asistir. En los años siguientes de altibajos provocados por la bebida, aún no
pensaba en volver a Al-Anón hasta hace unos pocos años.
Esta vez mi esposo me dijo que fuera a Al-Anon y practicara mi programa y que él iría a A.A.
a practicar el suyo. Probé con unas cuantas reuniones y al final encontré mi propio grupo.
Estaban buscando a un Representante de Grupo, cargo que acepté porque sabía que necesitaba un
motivo para asistir a las reuniones y hacer que las cosas funcionaran mejor esta vez. Ahora
entiendo el programa y practico los Pasos. Mi recuperación ha sido un salvavidas que en realidad
necesitaba porque mi esposo no se ha mantenido en recuperación.
Vine con el deseo de que alguien me dijera si debía preservar o abandonar mi matrimonio. Lo
único que me respondían era: "Tendrás la respuesta correcta cuando llegue el momento. Tómate
tu tiempo, ve a las reuniones y 'Sigue viniendo.w Seguí la sugerencia, continué viniendo, fui a
Asambleas y crecí en la recuperación. Cuando encontré a mi esposo bebiendo esta última vez, le
rogué a mi Poder Superior que me guiara y decidí que no soportaba más la situación y que me
quería divorciar. Me sentí en paz con esa respuesta. Esta vez ya no soy una maníaca gritona ni
una niña malhumorada. Expreso mis opiniones y mis necesidades y le confío los resultados a mi
Poder Superior. Al-Anon me ha brindado un sentido de seguridad.
Me sentía exhausta cuando regresé del trabajo; lo único que deseaba era meterme en la cama.
Era "noche de aniversario" en mi grupo de Al-Anon, pero no quise ir. Había decidido no asistir a
la reunión, sólo por esta vez. En ese momento, sonó el teléfono y me preguntaron si podía
coordinar la reunión. La persona que debía hacerlo dijo que estaba enferma y demasiado cansada
para hacerlo. En otra llamada alguien me preguntó si podía darle a una amiga un pequeño
recuerdo de su "aniversario en Al-Anon" porque su Madrina no iba a poder hacerlo. Por
supuesto, les dije que "sí" a ambas peticiones.
Me fui para la reunión temprano y preparé la sala. La Coordinadora fue la primera en llegar.
Ya se sentía mejor. La segunda persona en llegar fue la Madrina de mi amiga. Después de todo,
pudo asistir. La reunión se realizó mientras yo simplemente me quedé sentada en silencio en la
última fila. Nadie me hizo ningún comentario sobre las peticiones anteriores. Era como si las
llamadas telefónicas no se hubieran hecho. ¿Y, saben una cosa? ¡Me sentía de maravilla! La
reunión fue estupenda y justo lo que yo necesitaba.
Me di cuenta de que todo lo que tengo que hacer es estar dispuesta a servir y soy yo la que se
beneficia. Volví a casa sintiéndome muy bien. Cuando estoy dispuesta a salir de mi propio ser, la
vida en general se torna mucho mejor.
, Me sentía agradecida por toda la ayuda que había recibido de mi Madrina, por lo que le pregunté
cómo podía retribuirle. Me explicó que mi deseo de retribuir debía orientarse hacia el futuro, i>o
hacia el pasado. Ella solo estaba pasándole a alguien más lo que había recibido. A la vez, algún
día yo podría pasarle los mismos dones a alguien a quien yo amadrine.
¡Qué nueva forma de pensar! Siempre había creído que cada 4on recibido entrañaba
condiciones. Realmente me daba cuenta
l de que había gente que esperaba algo a cambio de un favor, y para eso utilizaban diversas
tretas. Nunca había podido aceptar que la gente pudiera ser amable conmigo sin motivo ni que
me ayudara impulsada por la bondad de su corazón.
Ahora mis relaciones son más sanas. Puedo dar sin esperar favores a cambio y puedo recibir
sin sentir que le debo algo a idguien. Tuve la fortuna de explicarle a una persona a quien ayudé
hoy que no me debía nada y que tal vez algún día ella también
í podría ayudar a un recién llegado con dificultades.
Estoy llena de gratitud por todos los que se sintieron dispuestos a darme la bienvenida a la
hermandad con amables sonrisas y los brazos abiertos. También estoy agradecida por los miem-
bros más nuevos que siguen respondiendo al llamado del servicio y que están listos para darles la
bienvenida a quienes continúan la búsqueda. Todos ellos lo han logrado compartiendo conmigo
su experiencia, fortaleza y esperanza, con la plena confianza de que estarían seguros aun cuando
ni siquiera sabían quién era yo. El anonimato de nuestro programa hizo posible este maravilloso
don. Me ayudó a comprender que estaría protegida al compartir cuando estuviera lista.
Los primeros pasos que di en el servicio fueron hablar en una reunión, sentir y saber que
estaba bien llorar, comprender
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Capítulo Catorce
La Décima Tradición señala que nuestros grupos no deben emitir opiniones acerca de asuntos
ajenos a sus actividades, evitando así polémicas públicas. Podemos practicar esto en nuestras
relaciones al ocuparnos de nuestros propios asuntos y al evitar las disputas sobre cosas que no
tienen nada que ver con nosotros. Comprendemos que otros tienen tanto derecho como nosotros a
tener opiniones y les concedemos la misma dignidad y el mismo respeto que deseamos para
nosotros.
Los principios de la Undécima Tradición también pueden practicarse en nuestras relaciones. Esta
Tradición discute sobre la atracción en lugar de la promoción como nuestra política de relaciones
públicas. Eso se interpreta en nuestras relaciones como simplemente dar un buen ejemplo en lugar
de tratar de convencer, persuadir o incitar.
La Duodécima Tradición nos
recuerda anteponer los principios a las personas, regrosándonos a la idea de que somos todos igua-
les, ni mejores ni peores que los demás. Aprendemos a actuar con humildad, haciendo lo que es
correcto en lugar de buscar atención y fama. Podemos permitir que otras personas sean como son y
tenemos la misma cortesía con nosotros mismos. Este enfoque es una forma establecida de diluir
conflictos al tomar los desacuerdos de manera menos personal. Con esta Tradición, puede crecer
nuestra autoestima, y nuestros vínculos con los demás se hacen más sanos y fuertes.
Es imposible comprender los Doce
Conceptos de Servicio sin que estemos algo familiarizados con los Pasos y las Tradiciones. Los
Doce Conceptos son específicos al definir los principios que guían las actividades del servicio
mundial de Al-Anon, pero estos principios también se aplican en las relaciones personales de
cualquier tipo.
Los Conceptos Primero y Segundo se tratan del equilibrio entre responsabilidad personal y
autoridad delegada. Al convivir con el alcoholismo, muchos sabíamos de responsabilidad sólo
desde la perspectiva de "todo o nada" O nos daban todas las responsabilidades en una relación o
ninguna. Los Conceptos Primero y Segundo nos recuerdan que seguimos siendo responsables de
nosotros mismos, pero es muy práctico soltar las riendas de algunas cosas y delegarlas a otras
personas. El Tercer Concepto: "El
Derecho de Decisión hace posible el liderazgo eficaz" explica en detalle este enfoque con una
combinación de confianza y libertad. Si les delegamos una responsabilidad a otras personas,
también debemos darles la autoridad de llevar a cabo la tarea sin estar vigi-lándolos en todo
momento.
"La participación es la clave
de la armonía", nuestro Cuarto Concepto, es más complejo de lo que parece al principio. La
participación presupone respeto mutuo y una actitud flexible. Al seguir los Conceptos
Segundo y Tercero, los cuales hablan de la delegación de autoridad, es evidente que el
Cuarto Concepto no sugiere que la clave de la armonía sea permitirles a todas las personas
involucrarse en todas las cosas. Éste le pide a la gente que no está involucrada en un
proyecto que respete la responsabilidad delegada a otras personas. Dentro de esos límites, la
participación es sin duda la clave de la armonía.
El Quinto. Concepto
garantiza que se nos dé la oportunidad de ser escuchados aunque nuestra opinión no sea
popular. Sin embargo, si decimos algo una vez, estamos compartiendo nuestra opinión. Si lo
seguimos diciendo en forma repetida, a lo mejor estemos intentando controlar. Este
Concepto también deja en claro que siempre debemos estar dispuestos a escuchar a otras
personas, aunque no estemos de acuerdo con ellos. Nos alienta a escuchar a todas las partes
en una disputa y a "mantener un amplio criterio", lo cual es un principio esencial en
cualquier relación.
En el Sexto Concepto admitimos de nuevo, en especial en nuestras relaciones con otras
personas, que no podemos hacerlo todo por nuestra propia cuenta. Por medio del liderazgo
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compartido, implícito en este Concepto, cooperamos con otras personas, utilizando los
principios de delegación, autoridad y responsabilidad que hemos estado aprendiendo a partir
de los Conceptos anteriores. El equilibrar el liderazgo y el tener una comunicación frecuente
y clara son elementos esenciales si debemos ser eficientes en el trabajo en conjunto en
cualquier relación.
El Séptimo Concepto indica
que las relaciones a menudo tienen responsabilidades legales y financieras distintas, además
de sus otros aspectos. Es particularmente fácil de comprenderlo cuando se aplica en las
relaciones dentro de una familia. Si bien cada miembro de la familia tiene la misma
importancia, son los padres o tutores los que
firman contratos y pagan las cuentas. Ellos tienen que enfrentar la responsabilidad legal de las
acciones de toda la familia.
En el Octavo Concepto, aprendemos nuevas destrezas en cuanto a delegar. Asociamos
nuestras destrezas a nuestras responsabilidades para que los que estamos en una relación
podamos abordar los asuntos para los que estamos mejor preparados. El Noveno Concepto nos
recuerda que somos los dirigentes de nuestras propias vidas. Cuando desarrollamos y
demostramos habilidades para el liderazgo sanas y fuertes, nuestras relaciones se benefician.
Estas habilidades incluyen responsabilidad, tolerancia, estabilidad, flexibilidad, discernimiento y
visión. Al demostrar estas habilidades, logramos un efecto positivo en todas las personas y
situaciones que se relacionan con nuestra vida.
El Décimo Concepto nos proporciona una guía útil para trabajar con otras personas, ya sea
con seres queridos, compañeros de trabajo o miembros de Al-Anon en servicio. Es importante
fijar metas y definiciones claras acerca de quién es el responsable de cualquier proyecto en el que
participemos puesto que esto nos ahorra tiempo, dinero y energía. Definir claramente las respon-
sabilidades nos ayuda a evitar conflictos que surgen cuando las personas duplican entre sí las
labores.
El Undécimo Concepto reitera el valor de la asociación y la colaboración. Ya no tenemos que
trabajar de manera aislada. Al practicar la confianza y el respeto mutuos, así como al dedicarnos
a una meta común, podemos lograr mucho si unimos nuestros esfuerzos.
El Duodécimo Concepto contiene las cinco Garantías Generales de la Conferencia. Estos
pueden ayudarnos a aplicar los principios de Al-Anon a las finanzas, autoridad personal y
decisiones que forma parte de nuestras relaciones. Mediante su aplicación, podemos brindarles
cuidado y un buen sentido a todos los aspectos de nuestras relaciones, actuando con bondad y en
forma democrática ante todos los que nos rodean.
Las Tradiciones y los Conceptos demuestran cómo podemos compartir valores comunes y
permitir la expresión individual mediante la definición de límites claros. Asumimos la
responsabilidad de nosotros mismos y respetamos los derechos de los demás. Es una
combinación de "Mantenlo simple" y "Vive y deja vivir".
Historias personales
L
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opciones
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Capítulo Quince
Las publicaciones de
Al-Anon como fuente de
ayuda en las relaciones
El programa de Al-Anon es aparentemente simple. A veces un
lema (unas pocas palabras) es todo lo que necesitamos para avan-
zar positivamente hacia la recuperación. Los lemas representan un
saber más profundo que se relaciona con un conjunto de ideas y
una gama de instrumentos, recursos y oportunidades de cre-
cimiento, todo lo cual tiene un alcance mucho mayor de lo que
muchos miembros de Al-Anon perciben.
Lo mismo ocurre con las publicaciones de Literatura Aprobada por
la Conferencia. Es sólo una parte de un programa que también
incluye el compartir y escuchar en reuniones, participar en el
servicio y experimentar muchas otras oportunidades de crecimiento
que ofrece la hermandad. Todos estos elementos se combinan en
un propósito espiritual singular: ayudar a los familiares y amigos de
los alcohólicos. La recuperación en Al-Anon no se obtiene
únicamente con leer publicaciones. Las publicaciones de Al-Anon
son un instrumento de recuperación que es más eficaz cuando
forma parte del programa completo de Al-Anon.
Una de las ventajas de las publicaciones de Al-Anon es per-
mitirnos complementar nuestras reuniones con ideas útiles e
historias inspiradoras de miles de miembros en todo el mundo.
Todos los miembros de Al-Anon que envían sus experiencias
escritas a la Oficina de Servicio Mundial ayudan en forma colectiva
a crear nuestra literatura. Si bien podemos aprender algo de un
libro sobre la recuperación escrito por un psicoterapeuta o un
médico, esa obra se basa en el testimonio de una sola persona. Las
publicaciones de Al-Anon ofrecen una perspectiva más amplia de la
que puede proporcionar un solo escritor. Queda bajo
Historias personales
Capítulo Dieciséis
Relaciones
significativas
No existe una receta única para resolver todos nuestros
problemas de inmediato. Al-Anon es un viaje de
descubrimiento de uno mismo, por lo que nadie puede hacerlo
por nosotros, pero podemos aprender a practicar los
principios de Al-Anon en relación con nuestras situaciones y
así llegamos de alguna manera a ver los problemas de forma
diferente.
Comenzamos por reconocer que otra persona tiene un pro-
blema con la bebida. No obstante, al empezar a comprender
la enfermedad del alcoholismo, también empezamos a
comprendernos mejor a nosotros mismos. Llegamos a
descubrir que aunque aceptemos que hay cosas que no
podemos cambiar, todavía nos quedan opciones disponibles.
Aprendemos también a tomar decisiones más sanas para
nosotros.
A medida que progresamos en Al-Anon, nos damos cuenta
de lo poco que sabíamos al principio, aunque sólo vemos este
progreso después de que ocurre. Pese a que no sabíamos
cómo adquirir las destrezas sociales y la confianza en
nosotros mismos que se necesitan para las relaciones sanas,
nos damos cuenta de que obtenemos lo necesario a medida
que progresamos. Es imposible predecir lo que nos hará falta
el año que viene; sin embargo, hay siempre una lección que
podemos aprender hoy.
Encaramos nuestros retos "Un día a la vez" para así centrar-
nos únicamente en el problema de hoy. Aprendemos a
ocuparnos sólo de lo que podemos hacer en este día y
dejamos los retos de mañana para mañana. Después de
practicar el programa de esta manera, día a día, con el tiempo
nos damos cuenta de que nuestras relaciones, o nuestra
actitud acerca de ellas, han mejorado.
Para algunos de nosotros, el progresar de esta manera es
algo inesperado. No pensamos que pudiera ser posible.
¿Cómo llegamos hasta aquí? ¿Qué hicimos para que
ocurriera? Algunos dirían que un Poder Superior nos guió paso
a paso hacia la recuperación
en las relaciones. Otros podrían simplemente decir que el
programa funciona siempre y cuando lo practiquemos.
Aunque no podamos entender exactamente la forma en que
pudimos progresar, el entenderlo no es necesario. Los
ejemplos de numerosos miembros de Al-Anon nos
demuestran que el progreso es posible. Compartimos con
estos miembros en las reuniones. Nos encontramos con ellos
cuando realizamos proyectos de servicio. Leemos sus
historias en nuestra Literatura Aprobada por la Conferencia.
No es necesario creer ciegamente que Al-Anon funciona, pero
tampoco es necesario contar con pruebas científicas. Hay
muchos miembros de Al-Anon que están dispuestos a
compartir su programa con nosotros y su serenidad es
evidente para cualquiera que se tome el tiempo para hablar
con ellos.
Al-Anon nos da esperanzas porque podemos ver el progreso
que disfruta la gente que una vez estuvo abrumada con
problemas similares a los nuestros y que ahora está lista para
compartir su experiencia, fortaleza y esperanza. Tal como nos
los recuerda nuestra Clausura Sugerida:
"No importa cuáles sean sus problemas, hay otros en este
grupo que también los han tenido. Si tratan de mantener una
actitud receptiva, podrán recibir ayuda. Llegarán a
comprender que ninguna situación es tan difícil que no pueda
ser mejorada, y que ninguna infelicidad es tan grande como
para no poder remediarla".
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Historias personales
lo que me aislé.
Me sugirieron que asistiera a seis reuniones antes de decidir si
Al-Anon era para mí. Pensé que eso sería algo bastante fácil de
hacer, por lo que lo hice. Aunque no dije mucho más que mi
nombre y aunque estaba algo avergonzado por no poder compartir
sobre ningún tema, seguí asistiendo otras seis semanas y luego
otras seis, y así sucesivamente. Comencé a sentirme a gusto en el
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