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[L CU[NTO

MDDrnNISTA
HISPANOAMrnlCANO
Manuel Gutiérrez Nájera
Ru�én Daría
leopol�o lugones
Manuel Díaz Ro�ríguez
Clemente Palma

GABRIHA MORA
r
Ir. LATINOAMERICANA
EDITORES

Lima · Berkeley
1996
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EL CUENTO M ODERNISTA
IDSPANOAM ERICANO

M anuel Gut'ierre
, z Nájer a Ru b,
en Darío
Leopoldo L ugones, M anuel'D, az Rodríguez

Clemente Palm

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ÍNDICE GENERAL

ISBN Nº 0-9640795-4-2
©1996. Gabriela Mora
Impreso en Arm Arbor, MI, Estados Unidos
Latinoamericana Editores
Lima - Berkeley

Pág.
Palabras preliminares 7
l. A manera de introducción I conclusión 11
Sobre el cuento 12
Algunas notas sobre el Modernismo y el cuento
modernista 13
11. M anuel Gutiérrez Nájera 35
Problemas de clasificación 35
Primeros cuentos 43
Cuentos frágiles 50
Cuentos color de humo 55
Adaptaciones 56
6 EL CUENTO MODERNISTA HISPANOAMERICANO
ID. Rubén Darío 63
Problemas de clasificación 63
Azul.. 68
¿Cuentos nuevos? 87 PALABRAS PRELIM INARES
Cuentos fantásticos 91

IV. Leopoldo Lugones 101


Obra cuentística 101
Las fuerzas extrañas: el "Ensayo" 103
Las fuerzas extrañas: clasificación de los relatos 107
Las fuerzas extrañas: los relatios 'científicos' 110
Cuentos fatales 130

V. El cuento decadentista 141


¿Qué es el decadentismo? 141
Manuel Díaz Rodríguez 153
Sus cuentos 153
Confidencias de Psiquis 155
Clemente Palma 173
Sus cuentos 173
Cuentos malévolos 175

Notas 201
Mucho se ha escrito sobre el Modernismo, pero muy
poco sobre el cuento modernista. Esta carencia, y el ca­
Obras citadas 221
rácter fundacional del género en relación a la excelencia
del relato contemporáneo latinoamericano, fueron incen­
Índice de nombres 233 tivos para emprender este estudio. Batallamos con varios
problemas. El principal, la escasez del material primario
(textos inhallables, ediciones agotadas), por lo que tuvi­
mos que confiar en las antologías -que no son muchas­
cuando no conseguimos las colecciones preparadas por
sus autores. La dificultad de encontrar los textos prima­
rios nos hace sospechar que habrá muchos cuentos valio­
sos no recogidos de los periódicos o revistas en que se pu­
blicaron, material indispensable para completar el pano­
rama literario de la época.
Un segundo problema tuvo que ver con la selección de
los autores a estudiar. Se nos hizo aparente que la exi-
8 EL CUENTO MODERNISTA HISPANOAMERICANO PALABRAS PRELIMINARES 9

gua cantidad de cuentos que escribieron algunos era un visamos también otros cuentos -sobre todo los fantásti­
cartabón de rechazo aceptable. Por esta razón no incluí­ cos- que por su calidad merecen más estudio. Las varia­
mos relatos de José Martí, José A. Silva, Julián del Casal, das formas escriturales que muestran los cuentos de Da­
Amado N ervo, Darío Herrera o Fabio Fiallo, entre otros río producidos por las mismas fechas, debilita la hipótesis

l
que tienen algunos relatos de méritol. Tampoco conside­ de marcadas fases diferentes en sus obras, e ilustra cómo
ramos los cuentos de la fase modernista de Horacio el nicaragüense fue un incesante buscador de estilos.
Quiroga, porque ellos no son lo mejor de su producción, y De Lugones, pensamos que Las fuerzas extrañas es
ésta representa una modalidad escritura! ya diferente. otro hito en el desarrollo del cuento hispanoamericano,
Dadas estas razones, decidimos dedicar los capítulos tanto por sus historias de modalidades diferentes, como
segundo, tercero y cuarto a Manuel Gutiérrez Nájera, por la excelencia de su discurso, indudablemente precur­
Rubén Darío y Leopoldo Lugones, respectivamente. Los sor del de Borges. En la lectura de esta obra, buscamos
tres fueron prolíficos cuentistas, y sirvieron de modelo a probar cómo la generalizada opinión de que estos relatos
autores coetáneos y posteriores. La inserción de Gutiérrez están respaldados por una rigurosa cientificidad, es sólo
Nájera se justifica además por ser pionero de las nuevas parcialmente cierta. Los textos evidencian más bien una
formas. Con él se da comienzo al relato que sigue el pa­ ambigua actitud de aceptación y rechazo a las ciencias
trón francés de la prosa delicadamente trabajada, y de 'positivas', e igual vaivén hacia las creencias esotéricas.
asuntos en apariencia menos 'profundos' (a la manera de Este vaivén es típico de las incertidumbres, dudas y te­
Mendes y Gautier, sobre todo). La atención_ que pusimos mores de la época ante la modernidad, lo que hace del li­
a los primeros cuentos del mexicano, que repiten el tópico bro a la vez un precioso documento en este sentido. La
de la infidelidad matrimonial y la codicia por el dinero, empecinada búsqueda del argentino de variadas formas
rompe la imagen generalizada del cuentista, como dedi­ de escritura, se comprobó en la revisión que hicimos de su
cado mayormente a exaltar la maternidad y la familia. segunda colección Cuentos fatales.
En cuanto a Darío, nadie discute que su Azul... fue la La lectura de Confesiones de Psiquis de Manuel Díaz
clarinada que abrió una nueva época en la literatura his­ Rodríguez, y de Cuentos malévolos de Clemente Palma,
pánica. Nuestra meta fue demostrar cómo esta obra no es nos convenció de la necesidad de estudiar el cuento en su
sólo pedrería y lujos, sino que contiene una mordiente modalidad decadentista. En el quinto capítulo examina­
crítica social. Aunque Azul... es el centro del capítulo, re- mos los rasgos y definiciones que se han dado del deca­
dentismo, como preparación a la lectura de estas dos co­
lsobre el trabajo de selección de obras y autores, queremos dejar lecciones. La de Díaz Rodríguez demuestra que algunos
constancia de la calidad de algunos relatos, que merecen mayor modernistas fueron sagaces investigadores de fenómenos
divulgación y estudio. Por ejemplo, "La nueva Leda" y "Betty" del psíquicos, virtud que la crítica les ha negado. Palma com­
panameño Darío Herrera (la primera en _Prosa � oder7: ista hispa­ parte esta virtud, y la despliega en historias que tienen
noamericana editado por Roberto Yahm, Madnd: Alianza, 1974; que ver con fenómenos reprobados socialmente como la
"Betty'' se haÍla en la Antolog!a del cuento modernista hispano­ necrofilia, la pedofilia, o el masoquismo y sadismo desor­
americano preparada por Julio Hernández Miyares y Walter Rela,
Buenos Aires: Ed. Plus Ultra, 1987). "Pareja exótica" de Froilán bitados. Esta cara menos conocida de nuestro Modernis­
Turcios y "El amante de las torturas" de Julián del Casal, son bue­ mo, amplía sus parámetros, y da razón a los que creen
nos ejemplos de cuento decadentista. "El áng; l caíd� " de Am� �o que el movimiento es mucho más complejo y rico de lo que
Nervo es un bellísimo relato que se adelanta a 'Un senor muy VIeJo se acostumbraba a creer. En el estudio de todas las obras
con al�s enormes" de Gabriel García Márquez. Los últimos se ha­ nombradas, pudimos comprobar que en ellas aparecen,
llan en Cuentos modernistas hispanoamericanos, preparada por de manera incipiente o plenamente madura, fenómenos
Enrique Marini-Palmieri, Madrid: Castalia, 1989. que son considerados hoy como los más característicos de
10 EL CUENTO MODERNISTA HJSPANOAMERICANO

la literatura contemporánea: estructuras fragmentadas


con diversos tipos de narrador más bien subjetivos que I
omniscientes y distantes, aguda autorreflexividad expre­
sada por los personajes, o en comentarios metaliterarios,
redes intertextuales, finales abiertos y/o ambiguos, entre A MANERA DE INTRODUCCIÓN/
los más destacados y frecuentes. CONCLUSIÓN
El primer capítulo se pensó como una introducción,
pero al escribirse último, tomó cariz de conclusión. En él
hacemos una breve exposición sobre el género, y damos
una definición simple y práctica del cuento. Esta defini­
ción era herramienta necesaria para diferenciar entre el
cuento y otras especies narrativas como la crónica, tarea
ineludible en relación con las obras de Gutiérrez Nájera y
de Darío. El resto del capítulo discute características del
Modernismo, apoyadas en los juicios de sus mismos culto�
res, y ejemplificadas con sus obras. El hecho de que aqm
resumimos los rasgos hallados en l!ls diversas colecc10nes,
nos persuadió de que una Conclusión final era innecesa-
ria. .
La meta del trabajo fue sobre todo pedagógica: reumr
en un solo texto material que facilite la enseñanza del
Modernismo en la modalidad del cuento, y divulgar al­
gunas obras valiosas poco conocidas2 . El lector encontra­
rá al final la ficha bibliográfica completa de los a�tores
de las citas utilizadas, algunas de las cuales traduJe del La abundante cantidad de estudios sobre el Moder­
inglés o francés. nismo ha despejado errores y establecido con claridad la
importancia del movimiento en relación a la excelencia de
la literatura latinoamericana contemporánea. La sólida
investigación de Gutiérrez Girardot, Aníbal González,
Julio Ramos, Iris Zavala o Fernando Burgos, entre otros,
llevó adelante, ampliándolas, las semillas plantadas por
los estudiosos de las décadas anteriores (Henríquez
Ureña, Alfredo Roggiano, Ricardo Gullón, lván Schul­
man, etc.)1. Abundante es también la cantidad de mono­
grafías dedicadas a autores específicos que han subraya­
do la calidad de la prosa modernista, aunque todavía
existen obras por recoger y analizar.
2 n el mismo Caracas pude conse- No obstante, el cuento modernista ha sido menos fa­
Ya terminado este trabaJo, ·
e en Ve­ vorecido por los investigadores. Fuera del ensayo de Pupo
obra d , J orge 6t,v res La novela dec�dent
gui r la valio sa e
: Gra fi cas Arm1 :ano,' 1984) ' que sintetiza con cla- Walker que se incluye en la Historia de la literatura his-
nezuela (Ca racas
mentes al decadentismo.
ridad Y e rudición cuestione s pert
12 EL CUENTO M ODERNISTA HISPANOAMERICANO
INTRODUCCIÓN/ CONCLUSIÓN 13
panoamericana editada por Luis lñigo Madrigal (volu­ la ficción. El meollo del asunto es ese "algo" que corres­
men 11), hoy contamos sólo con breves introducciones a
pondería a la noción de historia o fábula (argumento en
las antologías pertinentes. La aparición de estas antolo­ el lenguaje tradicional).
gías con material de difícil rescate, permite empezar a es­ Una historia cuenta hechos, acontecimientos o sucesos
tablecer con mayores evidencias escriturales los rasgos que le ocurren a alguien . Es obvio que estos sucesos
más característicos del género en la época, y su evolución deben poseer cierto interés (significancia para Greimas),
hacia la maestría extraordinaria que ha alcanzado en y sobre esto hay muchas opiniones (Lotman, Dolezel,
nuestros días. Antes de discutir esas evidencias, haremos Prince). Una de las más aceptadas, estipula que el o los
algunas observaciones generales sobre el cuento, Y el sucesos involucran un cambio, ya sea físico o psíquico.
Modernismo. Dolezel, por ejemplo, define el acontecimiento como "un
cambio (o transformación) de un estado (inicial), a otro
estado (final), que ocurre en cierto punto del tiempo"
(PTL 1, 1976: 132)2. En la descripción que buscamos, la
Sobre el cuento
existencia de la historia es fundamental. El narratario
puede eliminarse, el narrador ocultarse, pero el cuento se
El examen de algunos textos básicos para el estudio evapora sin ese algo que se cuenta. El discurso, el vehícu­
del cuento modernista como son, por ejemplo, la edición lo por medio del cual se trasmite esa historia, puede ser
de E. Mejía Sánchez de Cuentos completos de Rubén Da­ de un nivel artístico incomparable -como querían los mo­
río, o Cuentos completos y otras narraciones de Manuel dernistas-, pero en el cuento estará siempre inextricable­
Gutiérrez Nájera, editado por E. K. Mapes, compru�ba el mente unido a una historia. La falta de ella, creemos,
carácter abigarrado de esas colecciones, las cuales inclu­ hace que obras clasificadas como cuentos no sean sino
yen obras que califican mejor como crónicas, apuntes de prosa poética, descriptiva de un estado de ánimo, de una
_
viaje, divagaciones o artículos de costum?re�, 9- ue propia­ estación del año, de un paisaje, carentes del 'suceso' o
mente cuentos. Aún reconociendo la artificiahdad de las 'acontecimiento' requerido para hacer cuentos de estos
definiciones genéricas, y la propensión prescriptiva de textos.
algunos de sus proponentes, no se puede negar el valor En los capítulos dedicados a Gutiérrez Nájera y Darío,
heurístico de las clasificaciones. En el caso del cuento, el nos ocupamos de diferenciar entre cuento y crónica, la
problema se complica más porque -como e1_1 el caso de la modalidad narrativa que ellos cultivaron con asiduidad.
novela- no hay una definición de cuento, sino muc�as, Y Para hacer esos apartados, consideramos como cuento a
.
todavía la narratología discute algunos conceptos basicos una obra en prosa que narra uno o más sucesos, los
como "acontecimiento", "trama", y otros (Mora, 1985, cuales involucran acciones de uno o más personajes; se
1993). Como no deseamos repetir lo dicho en otro lugar, o trata de acciones significativas que transparentan un
quedar paralizados por la intrincada !11 �nera con que los cambio físico, mental o social en sus actantes.
. _
narratólogos describen un relato, qu1sieramos P8: rtrr � e
.
un esquema más estrecho que el de la comunicac1on
(dejando de lado los polos auto� /lector), y entrar en el Algunas notas sobre el Modernismo y el cuento
, modernista
mundo ficticio creado, donde s1emp�e se halh�.ra q� e
Alguien cuenta Algo a Alguien. Este s� ntagma eVIde�cia,
con el sujeto, la función que desempena el narrador, con La enorme cantidad de estudios sobre el Modernismo
el verbo, el modo narrativo a emplear; y co� el resto del instila el temor de la repetición inútil, pero como es impo­
predicado, la existencia del o de los narratanos dentro de sible obviar la reconsideración de conclusiones reconocí-
14 EL CUENTO MODERNISTA HISPANOAMERICANO INTRODUCCIÓN I CONCLUSIÓN 15

das como válidas en un trabajo sobre obras modernistas, o literatura. �e trata de. un movimiento e spiritual muy
pensamos que podríamos repasar los rasgos más caracte­ ho�do al que �nvoluntanamente obedecieron y obedecen
rísticos, con la palabra misma de los autores invol ucrados. ar !1stas y escnt�res de escuelas desemejantes" (110). Ese
_
Buen os es critores todos, algunos se de stacaron en la afan 1nvoluntano, creemos, alude implícitamente al en­
labor crítica, y fueron excelentes autoexaminadores de la t ?rno formad or de todo ser en cualquier época, que la crí­
, .
época y su arte. Otra nota diferente a la acost umbrada tica tomo seriamente en consideración sólo en las últimas
ilustración con la poesía, sería ejemplificar con el cuento. décadas (R 3:ma, Jitrik, Gutiérrez Girardot, Zavala, etc.)
E n la ejecu ción de este plan, la proyectada introducción Rec?n?c1do el peso que la Historia tiene en el queha­
se convirt ió a la vez en una especie de conclusión. cer artis tico, ya no se discute la influencia en él de las
Al examen del Modernismo con una conciencia del co�dicione� cult 1:1r3:les y socio-económicas de la segunda
correlato socio-económico qu e incide en la c ultura, se mitad del siglo d1ec1nueve, que cambiaron drásticamen te
añadió en los últimos años la mirada comparatista que se impulsadas sobre todo por la ciencia y la industrializació�
fijó en el fen ómeno universal de la modernidad, en la que promovía el pujante capitalismo. La consolidación de
cual nuestro Modernismo sería una· de sus muchas va­ l?s :países latinoamericanos como naciones, y el enrique­
r iante s. Reconociendo el paso adelante que significó esta cimiento de las capas alt as de la sociedad, están en la
perspectiva, comparto la preoc upación de algunos estu­ base del profundo cambio que significaba el paso de un
diosos, de olvidar "lo propio del Modernismo hispanoame­ sistema cuasi feudal al capitalismo internacional. El as­

rican o [ . .. ] en el espacio sin fronteras de la modernidad censo de la burguesía arrasó con el mecenas aristócrata
general" (Rojo 15). E s obvio que el capitalismo dependien­ rico, pero permitió la creación de nuevas fuent es de
te latin oamericano ("raqu ítico" lo llama Rojo), y el desa­ trabajo, con un aprovechamiento de las nuevas técnicas

rrollo de nuestros países ha sido muy diferente al de Eu­ para la transformación de las ciudades y la divulgación
ropa o de los E stados Unidos, hecho olvidado a veces �n del conocimiento. El papel de la prensa fue crucial en esa
las generalizacione s . Con esta reserva, y la � dverter1:cia divulgación, como han mostrado Aníbal González, Julio
de qu e al separar hilos que forman una totalidad es im­ Ramos y Susana Rotker, y decisivo para el desarrollo del
posible no caer en reiteraciones o reducciones, empeza­ c uento, ya que prácticamente todos vieron la luz en pe­
mos nuestras not as. riódicos y revistas .
El impacto de los descubrimientos científicos como di
Mo­ recta influencia en las nuevas concepciones estéticas y en)*
Dam os por sent ado que las disp�tas s�br� �i el la obra de nuestros modernistas está menos estudiada.
hi ton ca gene ­
dernis mo es fenóme no de la modernidad s
on Pero, como sostiene Sylvia Molloy, sabemos que eran "vo­
rez N ájer sa
ral, 0 esc uela, o si Mart í, Cas�l y Gutié! race( lectores de todo tipo de libro, incluso, por supuesto,
Jad as, Y que las
iniciad ores o pre cur sores, e stan ya za n
los científicos (1992, 191). El ensayo de Bayertz sobre los
enso general hoy.
prim eras opcion es representan el cons esfuerzos de Haeckel para form ular una t eoría que
encia de �o social en
Tam bié n hay con senso sobre la inger combinara arte y ciencia como aliadas y no como enemi-
algunos int entos �e
la esc ritura modernista, a pe sar de gos, trae páginas de extraordinaria afinidad con algunas
áct er general lo habi.a
negar e st e fe n óm en o3. E se car i­ elaboradas por Lugones en Las fuerzas extrañas.
uez ya en 1907, Y su �
an un ciado Manu el Díaz Rodríg a di - La rapidez de las transformaciones, que van a incidir
ra ah orrado algu?- s s
vu lgación más temprana h ubie en nuevas maneras de concebir la función y el estat us
de que algunos vieran. ,el
utas poste riores . Consciente del e scritor, produjo prof undas crisis que f u eron
rficial, una}imple �uest10n
Krode rn ismo com o algo "supe expresadas por la mayoría de nuestros modernistas. Las
o afir�a: Modernismo en
de e stilo" (110),4 el vene zolan d uda s, las vacilacio nes, el temor a lo n uevo, la
det erminada escuela de arte
literatu ra y ar te no sig nifica
16 EL CUENTO MODERNISTA HISPANOAMERICANO INTRODUCCIÓN / CONCLUSIÓN 17

contradicción, el miedo a la pobreza, los expone Martí con proceso de formación que miran al futuro, el idealismo no
la fuerza de la vivencia personal en su antologado "Pró­ desaparece en el escritor hispanoamericano, y el optimis­
logo" al poema "Al Niágara" de Pérez Bonalde: mo es aparente en su obra. Así, el idealismo siguió robus­
to (en la modalidad del krausismo), como siguió robusto el
Se anhela incesantemente saber algo que confirme, o se positivismo, con su enaltecimiento de la ciencia y el
teme saber algo que cambie las creencias actuales. La progreso. Y, de la misma manera que convivieron simul­
elaboración del nuevo estado social hace insegura la ba­
talla por la existencia personal y más recios de cumplir táneamente el catolicismo y el esoterismo, se dieron a la
los deberes diarios que, no hallando vías anchas, cam­ vez violentas reacciones en contra de esas corrientes.
bian a cada instante de forma y de vía, agitados por el Dado que estas bases, opuestas entre sí, coexisten en
susto que produce la probabilidad o la vecindad de mi­ el pensamiento y la escritura modernistas, se origina el
seria (36). fenómeno de la contra'dicción, que quizás sea su rasgo
más característico junto con la heterogeneidad de las for­
Escindido el espíritu en "amores contradictorios e in­ mas. Como veremos en algunos relatos, se da simultá­
tranquilos" (36), se vive también en an.sio� a excitación neamente la atracción y la repulsa a la ciencia y/o al cris­
por algunos cambios, sobre todo los que inciden en la co­ tianismo (a la manera de la crítica niestzcheana), la exal­
municación: "Se tiene el oído puesto a todo [ . . . ] Todo es tación al amor espiritual a la vez que su parodia; la
expansión, florescencia, contagio [. . . ] los ferrocarriles admiración por el lujo, junto al desprecio de los que
echan abajo la selva; los diarios la selva humana. [L�s pueden pagarlo.
ideas] no crecen en una mente sola, sino en el comercio Decíamos que la Belleza es la meta de todos los mo­
de todas" (38). dernistas, ¿pero cómo la conciben o definen? Gutiérrez
Díaz Rodríguez resume el arte que produjo t�l en�or­ Nájera relaciona lo bello y lo bueno, y define el senti­
no social como "confusión individualista, contradictona Y miento de lo bello como "una atracción siempre creciente
anárquica" cuyas fuentes vienen de la "violencia de hacia un ideal" (166). Para el mexicano, "el arte purifica
nuestra alma contemporánea, ansiosa y compleja" (103, al hombre porque lo acerca a la belleza, que es· Dios"
105). (168). Darío reitera que siempre ha "procurado ir hacia la
El amor a la Belleza (así con mayúscula), constituye más alta idealidad" en su "intenso amor absoluto de la
el rasgo decisivo del Mod�r�i?mº. que nadie disput�,. Y su Belleza" (66).
apasionado cultivo se le cntico baJo el mote de esteticismo. El amor, que Gutiérrez Nájera ve como "apoteosis del
Pero claro, el arte de todos los tiempos la ha buscado por espíritu" (64), es una de las formas privilegiadas en que
igual, y es obvio que su signific� do varía de acuerdo con se encarna ese sentido trascendental que el mexicano
,
los parámetros filosófico/sociales del di� . � a.ra el otorga a la belleza. En la mayoría de los Cuentos de color
fenómeno de la modernidad en general, se ha insis.tfdo en de Díaz Rodríguez, el amor y la mujer son puros, y tras­
la importancia que tuvieron en la transformacion del cienden la vida humana para proseguir el idilio -a la
pensamiento decimonónico, la obra de �choJ?enhauer Y Swedenborg- en el cielo ("Cuento Azul"). Como el Ideal,
Nietzsche para horadar el optimismo raci? nahsta, Y �a de el amor (o la mujer ideal), aparece con gran frecuencia
Marx (entre otros), para socavar el idealismo hegel� ano. como el objeto deseado, inalcanzable. Así se ve, por ejem­
Pero hay que recordar que los dos primeros propu�ieron plo, Vespertina en "Un cuento para Jeanette" de Darío:
el arte como único medio para hacer llevadera la VId8; , Y
en esto los siguen nuestros modernistas. No obstante, s1 el Y era Vespertina que pasaba, con paso de blanca sombra,
pesimismo y escepticismo de los germanos se a.soma de pues su belleza dulcemente fantasmal dábale el aire de
vez en cuando en ellos, como hombres de nac10nes en
18 EL CUENTO MODERNISTA HISPANOAMERICANO INTRODUCCIÓN / CONCLUSIÓN 19

una princesa astral, cuya carne impalpable, y cuyo beso "Cuento triste" y "Dame de coeur" Gutiérrez Nájera es
tuviese por nombre: Imposible (Cuentos completos 256). explícito sobre los males que trae la pasión del j uego. La
pobreza e ignorancia son castigadas por el mexicano en
Pero esta línea conceptu al del amor y la mujer es sólo "La familia Estrada"; por Darío en "Betún y sangre" y
una, y ocurre más temprano y frecuentemente en Gutié­ "Morbo et umbra"; y por Díaz Rodríguez en "Cuento gris"
rrez Nájera y Darío. Hay otra, más abierta a la sensuali­ para nombrar sólo algunos.
dad y al sexo, que se va a reiterar en los cuentos, inclu­ Díaz Rodríguez llama "misticismo" a ese ideal, resorte
yendo otros de estos dos autores nombrados , como se verá de lo bello, y lo considera corriente principal en el arte
más adelante. moderno, acentuando sin embargo que este misticismo no
Volviendo al concepto de belleza enunciado por e s siempre religio so, pue s compre nd e " un se ntido más
Gutiérrez N áj era, hay que subrayar la noción de lo bue­ universal y ptofundo" ( 1 12).
no asociado a élla, porque es nota es encial en nues tro Inspirado en Pater y el arte prerrafaelista, el venezo­
Modernismo. Contrario a la superficialidad e indiferencia lano define ese misticismo como "la artística enunciación
a lo social que se les imputaba, hay un claro residuo del eterno misterio" ( 109), "clara visión espiritual de cosas
platónico en la concepción de lo bello como lo bueno, a�o­ y seres" ( 1 12). Ayuda a entender su concepto el constatar
ciado a lo útil porque mejora al ser humano y a la socie­ que se lo atribuye a los escritores que admira, muchos de
dad. E n esta vena, Martí se pregunta en su ensayo s?bre los cuales son tachados de "malditos" (Verlaine, Baude­
Walt Whitman: "¿Quién es el ignorante que mantiene laire), "decadentes" (Wilde , D 'Annunzio), o "degenerados"
que la poesía no es indispensable a los pueblos?" �OC, (Maeterlinck, Ibsen o Nietzsche) que figuran en la exten­
XIII, 135). Y más asertivo aún, afirma que la poesi� es sa lista de Nordau (que prácticamente tiene los nombres
más necesaria que la industria "pues ésta les proporciona de todos los grandes escritores de fin de siglo)5.
el modo de subsistir, mientras que aquélla les da el �e se o El deseo de crear esa belleza, sentida como impulso
.
y la fuerza de la vida" (OC, XIII, 13 �). � a�ío exphc�ta­ mí tico hacia el Ideal, impele a los modernistas a recha­
_ _
mente otorga a la literatura una func1on didactica en , La
s
zar por 'materialistas' las obras de realistas y naturalis­
nove la de uno de tantos" de 1890. Dice allí su narra- tas. Gutiérrez Nájera se expresa violentamente contrario
dor/escritor: a las "desconsoladoras teorías del realismo" y al "asquero­
so y repugnante positivismo"( 157). Por su parte, Díaz
los que tenemo s por ley servi� _al mundo con nuestros Rodríguez, que reflexiona con claridad y erudición sobre
pensamientos, debemo s es� udrma: , buscar el m3:l Y sa: algunas de las principales líneas del proceso evolutivo de
car el ejemplo de su escondido ag':Jero [ ... ] El escritor de nu estro Modernismo, sostiene que el arte de su época se
leita, pero también señala el dano (Cuen tos completos
150).
habría anunciado con la pintura prerrafaelista que se
"delineó y afirmó cuando simbolistas y decadentes reac­
cionaron contra el naturalismo ilusorio y contra el cienti­
Los cu ento s de Azul. . . ejemplifican la persecusión de
te ficismo dogmático" ( 1 10). En esos años, como vereinos en
la Bell eza, u nida a u n s entido d:l Bien, g�neralme? ­ el capítulo quinto, los términos simbolismo, arte moderno
ca itulo d dica
as ocia do a la justicia. Como se vera � n el �
e
ocas /�ues­ y decadentismo, se usaron como sinónimos , con una ac�p­
do al nicaragüense, los relatos de d1vers�� e� ción positiva empleada por los nuevos, y una negativa
ide_ologica a
tran un consorcio de idealidad y carga cntico/ io por los tradicionales. Por el momento, importa señalar la
consorc J e m�­
pro blem as acuciantes de su época. Este a moni- conciencia de los autores sobre los vaivenes de las co­
nifi.esta a v ece s en cuentos teñidos de un �ono rrientes artísticas coetáne as, y su apertura a abrazar
, rea lism o natura-
ton o, en modal ida de s en que prima el · aquéllas que sentían afines a sus metas y aspiraciones.
eJan . Por ejemplo ' en
list a, par te del sincretismo que man
INTRODUCCIÓN I CONCLUSIÓN 21
20 EL CUENTO MODERNISTA HISPANOAMERICANO

L a s diatriba s co ntra el arte realista y na turalista no E l anhelo de crear belleza cercana a lo Absoluto es
uno de los re sortes que mueven el impulso de atracción y
obstaron p ara que se escribieran cuentos con esa mod ali­
d ad escritural, c om o se vio en los ejemplos citados más rechazo que l o� moder�istas muestran hacia la ciencia.
,
Se 1:,e,�ordar a como Dano se burla de los científicos en "El
arriba. Nos interes a a centuar la vena n a tur a lista porque
rub1, Y o pone la. fe ald ad de los vocabl os químicos, a la
e s evide nte en v arios rel a tos, s obre to do en los que se de­
belleza de l a muJer del rubí 'natural', y del entorno que
tienen en el f actor de l a herencia p ara explicar psico lo­
gía s ' an ormales', com o suce de p or ejemplo, en "Rojo" de �odea a los gnomos. Los médicos se re pre sentan como
1nep.tos e 1:1 "El pal ac�o del sol" y "El pájaro Azul." La mis­
D arío , y e n "Flor de v oluptuosida d" y "Cue nto rojo"··de
ma 1n�ptitud con cierta cruel indiferenci a, provoca la s
Díaz Rodríguez, tre s obras que eje mplifican la proximi­ i
d ad entre el n aturalismo y el de cade ntismo. �rage dias en La balada de año nuevo" de Gutiérrez Ná
Jera y en el "Cuento gris" de Díaz Rodríguez.
De las p al abras de Díaz Ro dríguez citadas antes, que­ El deseo de retener el misterio (parte del inefable Ab­
re m o s volver a su observación sobre e l pre rrafaelism o, s?l ut ? que _b �s.can), tiene que ver con la actitud hacia la
p ar a ilustrar con su huella la mezcla de e stilos y modali­ cienci a �os1tiV1sta, el ac�rcamiento al ocultismo, y el asi­
d a des divers as que se v a des arrollando. El momento es d uo � ult1vo de l a m?? ahdad del género fantástico y sus
oportuno, después de la re ferencia al na turalismo, dadas .
subtipo �. L � conV1cc101:1 de la existencia del misterio, por­
l a s dife rencia s que h ay e ntre e l arte desarrolla do p or la que l a c1en �ia h a perdido su aura al no poder explicar to­
he rmandad ingle sa y la que propició Zola en Francia. La d o� los fenomenos, l a expresa el 'sabio' aficionado al eso­
huella pre rr afaelista ap arece en los cue ntos m o dernista s terismo de "El caso de l a señorita Amelia" de Darío :
en explícit a s alusiones a algunos de sus practicantes
(Dante G abriel Rose tti en "Than atopia" de Darío); en la ¿ Q uién es el sabio que se atreve a decir esto es así? Nada
representación de ornamentadas recreacione s de p aisaje s, s � sabe [. :.J Va la ciencia a tanteo, caminando como una
m ayormente bíblicos (en algunos cuentos de Lugo ne s y ciega, .Y Juzga a veces que ha vencido cuando logra
l ey e nd as de D arío ); y sobre todo en los retr atos femeni­ adve�tir un vago reflejo de la luz verdadera [ ... ] la in­
mensidad y la eternidad del misterio forman la única y
nos, que repe tían l a s etéreas y estilizada s figuras del a�te pavorosa verdad (Cuentos fantásticos 44-45 ' cursiva de
inglés. El siguiente fragme nto de "Leyendas de Haschis­ Darío).
chs" de Clemente Palma, ilustra pa isaje y mujer:
Tan �o Darío como Lugones relacion an la ciencia con Á
además de los centauros, faunos, esfinges e hipogrifos,
el s atan1s?10, y usan sus conocimientos de m agia negra, y
observé muchos seres híbridos [ ... ] serpientes con cabezas ¡f'
humanas salamandras que comenzaban siendo campá­ el e �o t.ensmo en gene r al , p ara crear el efecto de lo
nulas. E� un bosque de tulipanes grandes [ ... ] vi seres fantastico en muchos de sus relatos como se ilustra en los
humanos que paseaban sobre los pétalos: eran muj eres, capítulos dedicados � sus obras. No cabe duda de que
las mujeres más idealmente bellas que se puede conce­ cuento s com o el cit ad o de Da rí o "Un fenómen o
bir envueltas en tules de rocío hilado. Sus carnes eran ine xplic able", o "El v aso de alábastro" 'de Lugones (p ara
co�o de marfil y nácar blandos, sus ojos azules dirigían ,
nombr ar solo u� par de muchos), o "La granj a blanca" de
miradas candorosas y angelicales, sus labios parecían
impregnados en la sangre de las gr:inada� , y sus cabelle­
Palma , fortalecieron el desarrollo del relato fantástico
ras rubias [ ... ] descendían hasta mas abaJo de los muslos hisp an oamericano . Lo mismo sucede con la modalidad de
(Cuentos malévolos 1974:169-70). lo "mara villoso" (en las categorías de To dorov), con "El
cue nto de noche buen a" de Darío, o los impe cables "La
e sta tu
Esta a ngelical figura femenina perdurará en los e scri­ �, de sal", "La lluvia de fuego", y "Los caba llos de
to s, aunqu e el 'cand or' desap arezca, arrollado por una Abder a de Lugones. El cue nto "extraño" cuyo misterio se
franca sensualidad.
22 EL CUENTO MODERNISTA HISPANOAMERICANO INTRODUCCIÓN / CONCLUSIÓN 23
e�plica por problemas psíquicos o efectos de droga, tam­ En actitud contr�dictoria que comparten todos los mo­
b1en avanza en calidad, como se ve en "Leyendas de Has­ dernistas, los cuentos de Lugones epitomizan el deseo
chischs" de Palma. general de retener el misterio, a pesar de la atracción ha­
. Po� otro lado, la ciencia, sobre todo la incipiente psi­ cia las ciencias. El argentino, que era un erudito en ellas,
q�atr�a, la usan algunos modernistas como apoyo de sus afirma en sus relatos que la ciencia no podrá contestar a
h1stonas. Así hacen, por ejemplo, Díaz Rodríguez en "Fe­ las grandes preguntas sobre el origen y el final definiti­
tiquismo" y Palma en "Una historia vulgar". Este último, vos del hombre. En "Un fenómeno inexplicable", el perso­
a la manera de la ciencia /ficción, en "La última rubia" naje central, frente a los argumentos 'científicos' del na­
utiliza aparatos (un libro fónico, un espejo fotogenófono) rrador, resume en una exclamación una idea central en
que son ingeniosos precursores de artefactos de hoy. En todas las narraciones del volumen: " ¡ Es tan hermosa la
el mismo relato, el protagonista se provee de esencias de ciencia, la ciencia libre, sin capilla y sin academia! Y no
alimentos (carnalina, legumina) y "aire líquido", elemen­ obstante, está usted todavía en los umbrales" (58).
tos parecidos a los que en estos años han servido a los as­ No extraña, visto lo anterior, que el misticismo del
tronautas en sus viajes espaciales. que habla Díaz Rodríguez, vaya acompañado de la
Pero es Lugones el que mejor ejemplifica en sus cuen­ "tendencia a volver a la naturaleza", la otra corriente
tos ese vaivén de atracción y rechazo hacia la ciencia, y definitoria del arte moderno según el venezolano ( 103).
la mezcla de probados datos científicos, con los que nece­ Esta naturaleza, concebida en términos mitificados,
sitan de la fe en las ciencias ocultas. Ese vaivén es evi­ contrarios a los del naturalismo, es venero para los
dente en los relatos de Las fuerzas extrañas, centro del modernistas de la Belleza y el Absoluto que buscan.
capítulo dedicado al argentino, y continúa en Cuentos fa­ Martí ve la naturaleza como componente esencial de lo
tales, como se verá. Lugones parece ser el intelectual más bello y del arte: "La naturaleza, el trabajo humano, y el
afín a aquellos que, inspirados por los descubrimientos de espíritu del hombre se abren como inexhaustos
nuevas formas animales y vegetales, gracias a los nuevos manantiales puros a los sedientos labios de los poetas", "el
aparatos (microscopio, telescopio) y hallazgos de viajes y poema está en la Naturaleza" (40)6.
expediciones, intentan crear una 'estética científica' que "El rubí" de Darío tiene por base filosófica el predo­
toma formas de esos descubrimientos. Por ejemplo, sus es­ minio de lo natural representado por la mujer y el amor,
bozos de los primeros humanoides recuerdan tanto a pá­ sobre lo artificial de la ciencia. Gutiérrez Nájera, en mu­
ginas de un texto de biología, como a algunos cuadros chos de sus relatos (por ejemplo en "La mañana de San
imaginativos salidos del Art N ouveau: Juan), exalta lo natural para oponerlo a lo corrupto y ar­
tificial de la ciudad. Pero como dijimos, la Naturaleza no
se ve al modo, rechazado, del realismo naturalista. Más
Sobre un coágulo de temblorosa masa alb�mina, apare­ cercano al subjetivismo romántico, el modernista rechaza
cía de pronto un inmenso �jo �zul; un,a pulid� mano que el mimetismo, y sus representaciones (como mostró una
an­
al carecer de huesos era mas tierna aun, surg¡a de la cita previa) van a ser impulsadas más por sentimientos
pece s con cara �uma n� ,
tena un molu sco monstruoso;
copos de nácar fluído en cuyo cen � ro latía n co1;1 mterm1- que por detalles del referente externo ("nimiedad pueril
ientes en­ de los pormenores" y "vanos detalles" que no representan
tentes fosforescencias glándulas pmeales; serp coloi. da­
imie nto de las olas "el movimiento de la vida" según Díaz Rodríguez 105). El
gendradas por el simple mov
en su. tornasol
les [ . . . ] membranas de colores, esbozando mexicano explica el rechazo de la 'copia' con su ejemplo
vesí cula s nata torias (LFE
complicaciones intestinales y de los dos cuadros, uno pintado como "fotografía de la
190). verdad material" y el otro con "faltas de corrección" y
"gran escasez de detalles", pero "grandioso" porque se
24 EL CUENTO MODERNISTA HISPANOAMERICANO INTRODUCCIÓN / CONCLUSIÓN 25

asomó en él el alma del artista ( 173). Gutiérrez Nájera Gutiérrez Nájera, o de los amantes crueles en los relatos
insiste, entonces, en que el arte no es imitación de la de Díaz Rodríguez y Palma, como se verá. Ocasionalmen­
Naturaleza ( 17 1), crucial diferencia con los movimientos te el escritor se detiene a representar un lugar cercano al
literarios anteriores, y que lo coloca de lleno en la mo­ referente 'real', pero lo mira casi siempre con ojos alegóri­
dernidad 1. El cuento "Arte y hielo" de Darío, trabaja este cos, como sucede con la mañana campesina de "La
principio, al burlarse de los ricos ignorantes que prefieren mañana de San Juan" de Gutiérrez Nájera, o el París li­
una 'copia' de la realidad (aquí un reloj con un pájaro bresco que se representa en muchos de los cuentos que se
'realista'), a la magnífica escultura en que el artista ex­ va a estudiar.
puso su interioridad. Si no interiores, los espacios se prefieren exóticos y
C omo parte del complejo amasijo de estilos y preferen­ remotos como la Grecia, Roma u Oriente mitificados de
cias, hay que recordar que otras obras y autores, no sólo los cuentos de Darío y Lugones, como la Trapobana,
rechazan el mimetismo, sino que a la Naturaleza y lo Timbuctú y Upernawick en relatos de Palma. Por
natural mismos, fenómeno íntimamente enlazado a los supuesto, esta preferencia tiene que ver con el muy
avances científicos. Paralelamente a las nuevas formas citado 'cosmopolitismo' que la crítica le atribuyó desde
estéticas que inspiraron los descubrimientos científicos, siempre a los modernistas. Sobre esto, pensamos con Joan
éstos revelaron también la cara cruel de la naturaleza. Lluis Marfany, que los modernistas eran exotistas porque
Despojada de su halo maternal y de divinos propósitos, la sus modelos (sobre todo franceses) lo eran, y este
imagen de la naturaleza pacífica y armoniosa, va a cosmopolitismo no significa deseo de evasión como se
transformarse en lo que Bayertz llama la estética del ho­ creía, sino parte del deseo de 'modernizar' la propia
rror (280). Algo de este tipo de fundamento estético se cultura (89), asunto sobre el que volveremos.
percibe en algu nos de los cuentos concebidos bajo la ins­ Martí afirmó que con la naturaleza, "la vida íntima,
piración del decadentismo que estudiamos en nuestro úl­ febril, no bien enquiciada", se hizo "el asunto principal",
timo capítulo. En relación a Díaz Rodríguez o Palma, el "el único [ . .. ] legítimo de la poesía moderna" (41). Mas
paisaje natural no existe, o se ve distorsionado u horrible para fijarse bien en el interior del hombre y romper los
por descomp osición. En "Leyendas de Haschischs" del pe­ cánones estéticos, se necesita libertad, como bien lo pro­
ruan o, la naturaleza es correlato fiel de la corrupción clamaron nuestros autores en sus reflexiones estéticas. El
humana. Sus árboles llenos de "pústulas", los cuerpos principio de la libertad puede verse desarrollado en dos
"purulentos" de aves y animales, las flores moribundas, líneas de igual importancia: la libertad de ser uno mismo,
produ cen un efecto de asco y horror, poco asociado a y la libertad para crear belleza, usando todos los
nuestro Modernismo. recursos, permitidos o no por los cánones oficiales. Rubén
Contrario entonces al realismo previo y al criollismo Darío sintetiza ambos al decir en "Los colores estandarte":
posterior, el cuento modernista no se 6:ja en la na�ur�leza
americana. Más aún, con pocas excepc10nes, el paisaJe ex­ los cánones del arte moderno no nos señalan más derro­
teros que el amor absoluto a la belleza (clara, simbólica o
terno es inexi stente; las historias ocurren en espacios ce­ arcana) y el desenvolvimiento y manifestación de la
rrados, interiores, adecuados a los dramas íntimos que se personalidad. Sé tú mismo: esa es la regla (55).
cuentan. Esas historias las confiesan los que las padecen
en cartas o estrictas confidencias a sus amigos, lo que Gutiérrez N ájera escribió el artículo "El arte y el ma­
· explica la frecuencia de la modalidad epistolar que �u- terialismo" en parte para defender la libertad de escribir
chos emplean (Nájera, Díaz Rodríguez, _ Palma). Espac10s poesía erótica (158). Para Martí, la libertad espiritual es
cerrados son los laboratorios de los sabios en Las fuerzas el fundamento para que el hombre se encuentre a sí
extrañas de Lugones, las alcobas de las adúlteras de
26 EL CUENTO MODERNISTA HISPANOAMERICANO INTRODUCCIÓN/ CONCLUSIÓN 27

mismo porque "las ideas convencionales", las "lecciones, sentación del erotismo y la sexualidad en la escritura mo­
legados y ordenanzas" son obstáculos que obscurecen su dernista. Aunque todavía se da la división romántica en­
razón (41). Darío, en "Dilucidaciones", expresa que la tre �uerpo y espíritu en algunos relatos, sorprende la
lucha artística de los modernos se hace "en nombre de la cantidad de obras que presentan el deseo y la relación
amplitud de la cultura y de la libertad" (63). sexual como parte integrante del amor. De manera
Para el cuento, la libertad preconizada 'por el Moder­ pudorosa en Gutiérrez Nájera ("El baño de Julia") o en
nismo amplió tanto el radio de la historia como el sistema Darío ("El rubí"), son más francos Díaz Rodríguez ("Flor
discursivo. En el declarado interés por el interior del ser, de voluptuosidad") y Palma ("Idealismos"). Los dos
las historias contadas amplían extraordinariamente los últimos van más lejos aún al defender la sexualidad no
asuntos concernientes al yo. El sentimiento del yo dividi­ sólo en las historias, sino también en el discurso, en un
do, fragmentado, lo hallamos en varios de los cuentos es­ afán de desmitificar el amor idealizado de tan larga
tudiados. tradición literaria. En "Una historia vulgar" de Palma, el
Por ejemplo, en "Celos" de Díaz Rodríguez, la prota­ narr�dor opina que el amor es incompleto sin el sexo, y
gonista está consciente de la diferencia entre su persona que el prefiere el amor "real" al del "ensueño" (60). "Flor
presente y la pasada, de la cual tiene envidia. Una voz de voluptuosidad" de Díaz Rodríguez, justifica la
interior, como un Otro más osado que el externo, aconseja sexualidad (la voluptuosidad del título), como originadora
y empuja al héroe en "Flor de voluptuosidad" d�} VE; ne�o­ del arte y otros beneficios (afina los nervios y el cerebro),
lano. El fenómeno del doble se asoma en el Pnnc1pe y tiene calidad sacra:
alacrán" de Palma, y en "Un fenómeno inexplicable" de
Lugones. Este último nos sirve para ilustrar la sofisticada La voluptuosidad es una virtud a la que todos los hom­
bres deben algo bueno [ ... ] nada tiene de infame, es santa
forma a que se llega en esta área. Más que modern� , [. .. ] Sin ella, el amor es imposible, porque sin ella es im­
postmoderna, parece la desintegració� del Yº, en el P�saJe posible la pos�sión (Confidencias de Psiquis 45-46).
que citaremos. Como va a hacer Juho Cortazar en , Las
babas del diablo", el fenómeno se acentúa con las permu­ Que la libertad no es total en cuanto a ciertos asuntos
taciones de la persona gramatical. Obsérvese_ de pas? , en como la homosexualidad, ha sido señalado por Sylvia
este mecanismo de acentuación, el uso de la tipografia en Molloy ( 1992). En algunos cuentos como "La venganza
el subrayado del autor: de Milady" de Gutiérrez N ájera hay una tenue
él
sugerencia a una relación entre mujeres, y en relatos de
Los veo constantemente. Soy su presa. Adonde quiera. Palma, la preferencia de algunos personajes masculinos
Me mira
va, voy conm igo, con él. Está sie� pre
,
ahí.
por muchachas de apariencia andrógina, bordean el
constantemente, pero no se le acerca Jamas, no s�
mueve
vas del tema, pero no hallamos una representación más explícita.
jamá s, no me muevo jamá s (LFE 59-6 0, cursi
autor). El amor en las psicologías 'anormales' que va a apare­
cer con timidez en Gutiérrez Nájera o Darío, va a ser foco
e era�iza: ,
Los ejemplos muestran que no se puede, � � ps1c olo­
central en obras de Díaz Rodríguez y Palma, y muchas
nahs1s
com o se hizo cuando se critic� la fa�ta �� �, la 11 m Mat­ de ellas representan una sexualidad desbocada ("Rojo" de
10n _
gic os en el Modernismo ("des1co�ogizac 1
3: �
ten ondades
Díaz, "Idealidades" de Palma). Sin duda la libertad que
exa me nes de predican y buscan los modernistas, favorece la audacia
talía) , pue s la sutileza de los �
Palma, tienen la finu- con que ellos examinan fenómenos poco usuales en las
· de alguno s como Díaz Rod ríguez y
ra del escalpelo . . · · art'istico
· , narraciones coetáneas: fetichismo, necrofilia, sadismo y
o de la lib er tad � orn o pn nc1p10 masoquismo, por ejemplo.
Baj o el ampar _
ia apertura en la repre-
puede exp licarse la extraordinar
28 EL CUENTO MODERNISTA HISPANOAMERICANO INTRODUCCIÓN / CONCLUSIÓN 29
La libertad permitió también añadir la nota sensual a ("Fetiquismo" y "Mi secreto" de Díaz Rodríguez "Los ojos
los retratos femeninos. A veces esa sensualidad (a mane­ de Lina" de Palma).
ra de escudo) se la da a un elemento no humano, como
hace Gutiérrez N ájera con la mañana, en "La mañana de .1: n las primeras páginas, mencionamos la represen­
tac10n de la bella etérea y de la sensual. A éstas hay que
San Juan". E n otras ocasiones, se oculta bajo el ropaje agregar el encanto de la figura andrógina en "Leyendas
lírico como los pechos en "El rubí" de D arío ("panecillos de de :1faschischs" de Palma, y la atracción que ejerce la
marfil coronados de cerezas"). Pero la franca descripción muJer enferma sobre algunos héroes ("Flor de voluptuosi­
sensual es frecuente. Véase la boca de la protagonista de dad" de Díaz Rodríguez), sobre todo los decadentes
"Tic", o las manos que adora el fetichista en "Fetiquista" ("Idealismos" de Palma).
de Díaz Rodríguez, por ejemplo. Una sola vez encontramos a una obrera (la abusada
Bajo la amplia cubierta de la libertad, se pueden exa­ mujer de "Flor de voluptuosidad"), aunque tampoco se
minar también algunas ideas y hechos que aparecen en representa el trabajo de los hombres, excepto el del
algunos cuentos que van en contra de la moral de la épo­ artista que escribe, pinta o esculpe. 'Entre las mujeres
ca aún de la de hoy. No nos referimos a la ruptura de adineradas, abundan las coquetas y las adúlteras, y son
co�tumbres (como las atinentes a la sexualid ad), sino a frecuentes entre pobres y ricas, las que siguen dócilmente
fenómenos que tocan las bases éticas y religiosas de todos los caprichos del marido, o del amante.
los tiempos . Por ejemplo, la idea de que el Mal es necesa­ Los cuentos también desmitifican las instituciones.
rio en el mundo explícita base de tres relatos de Cuentos Por ejemplo, el matrimonio es ridiculizado con los
malévo los de P�lma ("Parábola", "El quinto Evangelio" Y repetidos adulterios de ambos cónyuges (en todos los
"El hijo pródig o"), e implícita en otros cuento s del :ºlu­ leídos), y la maternidad es rara (en uno que otro cuento
men. Muchos de estos conceptos son afines a reflex10nes de Gutiérrez Nájera). En "Idealismos" de Palma, se ataca
de Nietzsche como la que critica el cristianismo por exal­ directamente el matrimonio porque en él "muere toda
tar la pasividad y la manse dumbre ("El hijo pródigo"). ilusión [ . . . ] para ceder el sitio a una amalgama de
Díaz Rodríguez en "Flor de voluptuosida d" pr�se_nta en el animalidad y respeto". (28)
proces o de desarrollo de un jov�n, . su aprendizaJ,� de que La mujer más independiente, 'moderna', aparece en
cada homb re tiene una moral distinta, y que el amor es algunos relatos, como en "Por un baño" de Gutiérrez Ná­
crime n ó virtud según los ojos que lo espían" (55). Accio­ jera, en que la viudez y el dinero le permiten a la prota­
nes de crueldad intolerables, que no recibe n castigo, pre­ gonista mayor libertad. Del mexicano es también la figu­
senta n varios de los Cuentos malévolos de Palm a. Estos ra femenina más acorde a la codicia que los modernistas
d os autores van aún más lejos al cuest ionar en sus desprecian, aunque venga en forma de una leyenda
Y
relatos los conceptos de lo natural y artificial, de lo sano adaptada. Se trata de la muchacha caza fortunas de "La
lo enfe rmo, de lo norm al y anormal a trav és de sus caperucita color de rosa", más interesada en la contabili­
historias. dad que en el amor.
n­ La misoginia que permea el sistema patriarcal todavía
· Relacion ada con la ética y la moral, está la repr es�
est dia­ imperante , es abierta en "Cuento rojo" de Díaz
tación de la mujer en el Modernismo, área poco �
os. Con poc s exce pc10 n:s Rodríguez, cuya historia ilustra el dictum popular de que
da que aquí apen as orillarem �
la mujer ama al que la golpea. En "Una historia vulgar"
a" de Dan o,
("Por un baño" de Gutiérre z N ájera, "La ninf de Palma, el narrador piensa que cuando la mujer no es
), no hay
"Tic " de Díaz Rodríguez, o "Agueda" de Lugones "mala por instinto" lo es por "dilettantismo" (58). Esta
os. El cent ro lo ocupa
mujere s protagonistas en los rela: _ misoginia puede estar relacionada con el temor del
ado con ella
siempr e el varó n, aunque él este obsesion hombre a la mujer sexual, que hallamos como subtexto
30 EL CUENTO MODERNISTA HISPANOAMERICANO INTRODUCCIÓN I CONCLUSIÓN 31

en varios de· los relatos de estos dos escritores. Por ejem­ (y tiene sobre el libre cambio mercantil la ventaj a de que
pl?, la impotencia_ Jlel protagonista de "Un dilettante" de podemos establecerlo hasta con pueblos y naciones que
Diaz Rodríguez, bien puede ser atribuida a temor a la se­ no existen ya) . [ ... ] Mientras más prosa y poesía alemana,
francesa, inglesa, italiana, rusa , norte y sudamericana
xualidad femenina. Los personajes masculinos de "Los etc. importe la literatura española, más producirá y d�
ojos de Lina" y "La granja blanca" de Palma, expresan más ricos y cuantiosos productos será su exportación
tanto admiración como inquietud ante la naturaleza (Obras, Crítica literaria 102 ).
'apasionada' de sus mujeres. No extraña entonces que
ellas mueran ("La granja"), se las haga morir ("Idealis­ Dijimos más arriba que esta apertura a las literaturas
mos"), o se queden ciegas ("Los ojos de Lina"). extranjeras se hacía en la seguridad de que se producía
No obstante, una insólita nota feminista se encuentra algo nuevo, y nadie mejor que Darío para expresar este
inesperadamente en "El secreto de don Juan" de Lugo­ proceso. En las conocidas palabras de "Los colores del es­
nes. Allí una dama de la alta sociedad y de limpia reputa­ tandarte" dice:
ción, defiende el haberse entregado al amante, porque a
través del amor pudo hallar su identidad. En palabras Qui pourrais-j e imiter pour etre original? me decía yo.
extrañamente contemporáneas, la protagonista critica los Pues a todos. A cada cual le aprendía lo que me agrada­
ba, lo que me cuadraba a mi sed de novedad y a mi delirio
reglamentos "que hicieron otros", para que la mujer viva de arte los elementos que constituirían después un medio
como "triste animal de recua con carga y rumbo ajenos" de manifestación individual. Y el caso es que resulté ori­
( 95 ). ginal (52).
Como dijimos, la libertad comprende también el dere­
cho a seguir cualquier autor u obra que se sienta afín a Hoy que no creemos en la originalidad, y que
la propia realización. En la tarea de renovar las letras en sabemos que la literatura está compuesta mayormente de
español, los modernistas abren el terreno de fuentes e literatura, no asombra encontrar numerosas redes
inspiración a. las literaturas extranjeras en diversas for­ intertextuales, implícitas o explícitas en los escritos
mas ('imitaciones', 'adaptaciones'), seguros de que el pro­ modernistas. Todavía queda por hacer el cotejo de fuentes
ducto final será muy propio. El llamado "sincretismo" que y adaptaciones, pero de ningún modo se deben obviar,
incluye este proceso, es invocado por todos. Martí, por pues algunas de ellas, como "Rip-Rip", "La venganza de
ejemplo, declara que "el poema está en el hombre decidido Milady" y "La caperucita color de rosa" de Gutiérrez
a gustar todas las �anzanas" (42); y de � u conocid� en­ Nájera, o "El palacio del sol" de Darío, son verdaderas
sayo sobre Osear Wilde es su apotegma: Conocer diver­ creaciones. En esta apertura a diversas corrientes y
sas literaturas es el medio mejor de libertarse de la movimientos, los trazos de las pasadas escuelas no se
tiranía de algunas de ellas; así como no hay manera de borraron con la llegada de los nuevos. Ya hemos visto
salvarse del riesgo de obedecer ciegamente a un sistema huellas realistas y naturalistas; la marca romántica
filosófico, sino nutrirse de todos" (438). Gutiérrez Nájera -siempre presente en nuestra literatura como piensan
defiende la presentación de modelos franceses en su muchos- es evidente en los cuentos que estudiamos. Por
"esencialmente moderna" Revista Azul, y ach�ca la ejemplo, en "Juan el organista" de Gutiérrez Nájera, "A
pobreza de la poesía españ_ola ,� "la falt� de cruz�m1e?to" las orillas del Rhin" de Darío, "Agueda" de Lugones, o
y a la "aversión a lo extranJero . AconseJa el mexicano. "Flor de voluptuosidad" de Díaz Rodríguez, entre otros.
Como afirman Gutiérrez Girardot y Burgos, creemos que
Conserve cada raza su carácter sustancial ; pero no se en este sentido se tendría que hablar de 'continuidad' de
aísle de las otras ni las rechace, so pena d_e �gotarse Y movimientos y no de rupturas absolutas. O más bien, de
morir. El libre cambio es bueno en el comerc10 rntelectual líneas paralelas entre continuidad y ruptura. La
32 EL CUENTO MODERNISTA HISPANOAMERICANO INTRODUCCIÓN ! CONCLUSIÓN 33
heterogeneidad, y la pluralidad en los modos discursivos cuestio�es que n � �esponde el cuento, o que se responden
es pues, la impronta prevalente, y de la conocida lista de _
con vanas pos1b1hdades. La presencia del lector en las
"ismos" que entran en esa heterogeneidad, ya se han e�aboraciones está relacionada también con el uso espe­
ilustrado varios (romanticismo, realismo, naturalismo, cial que muchos hacen de la tipografía. Los paréntesis,
prerrafaelismo, decadentismo/o simbolismo, pues se usan los subrayados, la letra cursiva aparecen en muchos
como sinónimos), y otros, como el expresionismo 'avant la relatos como específicas maneras de llamar la atención
lettre', se señalan en los estudios que siguen. del que lee. El humor, la ironía, el sarcasmo, y de vez en
Dijimos antes que la libertad preconizada por los mo­ .cuan� o la parodia, son otras formas empleadas que
dernistas amplió también el área que atañe al discurso. aproXIman el cuento modernista al cultivado hoy.
En este terreno, como en el de las historias, la tónica es la Nuestra convicción de que el cuento modernista es la
combinación de formas y de recursos. Ya se sabe de la semilla de la altura a que llegó el género en nuestros
mezcla de verso y prosa (Azul. . . ), del empleo de los pro­ días, se confirmó en las resonancias a Borges o García
cedimientos de la poesía en las narraciones, y el cruce de Márquez, entre otros de los cuentistas consagrados hoy,
lindes entre las artes (poesía y música, pintura y escultu­ que encontramos en los discursos de varios relatos. A
ra) . Mucho se ha dicho sobre el cuidado por la forma del Borges recuerda la descripción de una antiquísima ciu­
lenguaje, que trabajan con la pasión de orfebres, inspira­ dad en la "Historia prodigiosa de la princesa Psiquia ..." de
dos especialmente por el parnasianismo, casi la única vir­ Darío; las del bíblico desierto de "La estatua de sal" de
tud que se les encomiaba en la crítica tradicion�l. Para �1 Lugones (ambas reminiscentes de "El inmortal"); y la
cuento, importa hacer hincapié en las construcc10ne:3 :mas enumeración, con repetición del verbo ver en "El quinto
ceñidas por estructuras mejor planeadas , que agilizan Evangelio" de Palma (semejante a la que aparece en "El
las obr�s. En estas estructuras, es destacable la diversa aleph") . A García Márquez nos recordaron aquellos "co­
elaboración del narrador, diferente al omnisciente tradi­ bertores de un tejido singular que producía el insomnio y
cional, que llevaba de la mano al lector. Ahora e� n �rra­ el deseo" (43), de "La lluvia de fuego" de Lugones, entre
dor básico es casi siempre inobstruso, y su conocimiento otros ejemplos.
parcial o dudoso. Casi todos los cuentistas que estudia­
mos sin embargo, prefieren el narrador personal, actante Las contradicciones sociales (la pobreza abyecta junto
0 te�tigo de la fábula ' que con su subjetividad aminora la a la opulenta riqueza; la modernización junto al atraso,
distancia con el lector, y aumenta su efecto sobre e'18 . . entre otros fenómenos), se traduce en una escritura mar­
Sorprendente por su frecuencia y . contemporaneidad cada por el empleo de motivos contrastantes, y rupturas
es la existencia de fenóme nos apreciados hoy, como el del ideal estético preconizado por la literatura anterior
metaco mentario la intertextualid ad, y en general el alto (especialmente el romanticismo), que consideraba indis­
grado de autorr�flexión s �bre la escritu:ª' la ficción Y la pensable la 'armonía' de la obra. El rechazo del artista a
psicología de los person aJes. Estos fenomenos son muy los valores burgueses que se imponían, lo lleva a exaltar
reiterados en Lugones, quien también empleó el recurso el objeto bello por su inutilidad práctica, que contradice el
de la ficcio nalización de su propia perso na, como va a utilitarismo burgués; a favorecer lo ambiguo y lo nebulo­
hacer B orges m á s tarde . C ontem porán ea es la so -recuérdese la pintura impresionista- para oponerse a
ambi güed ad en el signi ficad o de much os relat os, lo nítido y claro del pragmático; a sentir atracción por lo
deriv ada much as veces de sus finales abiertos . L a enfermizo y lo débil, para contradecir a los saludables fi­
conciencia del autor sobre la partipación del lector en �a listeos. La preferencia por algunos tipos reprobados por la
produ cción del texto es evide nte. En 1� form a mas sociedad (el diletante ocioso, el vagabundo, la cortesana),
empl eada se le preg unta o prop one direc tame nte,
34 EL CUENTO MODERNISTA HISPANOAMERICANO

representa una _sublevación contra el orden establecido.


Por esto Pª;ece 1napropi�do hablar de 'escapismo' y 'arte
por el arte en elaboraciones directa o indire.ctamente 11
amarrada� ?- fenómel?-os sociales de la época.
La estetica del luJo es precisamente un arma que con­
tras �a con el ethos economicista del capitalismo, pues MANUEL GUTIÉRREZ NÁJERA
.
propi�ia el derroche y la dilapidación. Por otro lado, este (1859-1895)
agresivo ataque a los valores pragmáticos, borrador del
'aura' d � lo bello y único (Benjamin), puede ser para el
�?derms�o lati�oam�ricano una especie de compensa­
cion a la fealdad de ciertos aspectos de la modernidad
como piensa Julio Ramos· (1 16). Esa estética del lujo com:
pensaría también la pérdida del lugar importante que
ocupó el escritor en las esferas sociales del pasado, pérdi­
da que, a nuestro juicio, exageran algunos críticos, pues
el prestigio intelectual por lo menos, nunca se abolió en
nuestros países.
La pluralidad de las historias y de los discursos da un
mentís a la descripción tradicional del cuento modernista
como ocupado sólo del bello estilo, sin otras preocupacio­
nes. E n los relatos leídos, se hallan junto a agudas
críticas a la sociedad, serias reflexiones metafísicas; junto
al sentimiento, el chiste; el matiz cruel, pero también la
ternura. Por otro lado, si se encuentra una narración que
sigue el paradigma tradicional del "Había una vez", otros
se contarán a través de monólogos, diálogos o cartas; Problemas de clasificación
vendrán enmarcados o no; y tendrán diferentes
variedades de narradores. Desde el punto de vista de la
obra contemporánea, ya mencionamos la alta incidencia Enrique Pupo Walker considera a Gutiérrez Nájera co­
de observaciones metaliterarias y autorreflexivas, ricas mo "el primer cuentista importante" del Modernismo (lñi­
redes intertextuales, y una representación del sujeto go Madrigal 517), opinión que se sostiene por el mérito de
dividido, conceptos puestos en boga mucho más tarde. muchos relatos del mexicano. El juicio crítico es unánime
además en afirmar la influencia de este autor en la for­
mación de las nuevas modalidades escriturales de fines
del siglo diecinueve, sobre todo de la prosa. A pesar de es­
ta apreciación, todavía hay ciertos aspectos de la obra de
Gutiérrez Nájera necesitados de más estudio. Por ejemplo,
la reclasificación de esas prosas. Las que se han publicado
bajo el título de 'cuentos' son muchas veces crónicas, diva­
gaciones poéticas, o impresiones de lugares o días especia­
les. En Cuentos y Cuaresmas del Duque Job, edición pre-
--- _ ..._ ..,... "' '"'v.11l,u1u1uaa y ruptura. La

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