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MIGUEL GRAU SEMINARIO

Miguel María Grau Seminario (Piura, Perú, 27 de julio de 1834-Punta Angamos, Bolivia, 8 de
octubre de 1879) fue un marino y militar peruano, almirante de la Marina de Guerra del Perú.
Durante la guerra del Pacífico, comandó el monitor Huáscar y mantuvo a raya a la escuadra chilena
durante cinco meses, sucumbiendo finalmente de manera heroica en el combate naval de
Angamos, enfrentando a fuerzas superiores. Es considerado por ello como el héroe máximo de la
nación peruana. Su generosidad para con el enemigo en el campo de batalla le valió el apelativo de
El Caballero de los Mares. Ha sido también elegido como El Peruano del Milenio.1

Fue hijo del coronel colombiano (nacionalizado peruano) Juan Manuel Grau Berrío y de la dama
piurana Luisa Seminario del Castillo. Aunque nació en Piura, vivió su infancia en el puerto de Paita,
donde forjó su vocación marina. A los 9 años de edad se embarcó como aprendiz de grumete en un
buque mercante, pero este primer viaje se frustró al naufragar la nave frente a la isla Gorgona
(1843). No obstante, no se amilanó y se embarcó nuevamente al año siguiente. Durante diez años
navegó en 12 distintas naves, recorriendo diferentes puertos de Asia, Estados Unidos y Europa,
completando además una circunnavegación, antes de retornar al Callao en 1853.

En 1854, Grau ingresó a la Marina de Guerra del Perú como guardiamarina, sirviendo
sucesivamente en el vapor Rímac, el pailebot Vigilante y el vapor de ruedas Ucayali. En 1856, con
el grado de alférez de fragata, pasó a servir a bordo de la fragata Apurímac, integrándose
plenamente al cuerpo de oficiales de la marina. A instancias de su coterráneo, el teniente segundo
Lizardo Montero, se sumó a la revolución conservadora de Manuel Ignacio de Vivanco en contra del
presidente Ramón Castilla. Teniendo el control del Apurímac y de otras naves, los marinos
revolucionarios operaron durante casi un año a lo largo del litoral peruano y participaron en el
ataque al Callao de 22 de abril de 1857.

Derrotada la revolución vivanquista, Grau fue expulsado de la Armada (1858), por lo que debió
volver a la marina mercante, navegando a lo largo de la costa peruana y ecuatoriana. Viajó también
a la Polinesia (1862). Favorecido por la ley del 25 de mayo de 1861 dada por el Congreso, en 1863
fue readmitido al servicio naval como teniente segundo y pasó a ser segundo comandante del
vapor Lerzundi. Poco después, ya como teniente primero, fue enviado a Inglaterra, comisionado
para negociar la compra de unidades navales y supervisar la construcción de las mismas. Regresó
como comandante de la corbeta Unión, que, junto con su gemela América, fue adquirida en
Francia. Durante el viaje de trayecto al Perú, fue ascendido a capitán de corbeta. Ya en aguas
peruanas, se sumó a la revolución restauradora de Mariano Ignacio Prado, siendo ascendido a
capitán de fragata (1865). Durante la guerra hispano-sudamericana, se mantuvo al mando de la
Unión y actuó en el combate de Abtao, librado el 7 de febrero de 1866 contra los buques de la
escuadra española del Pacífico.

Se hallaba en Valparaíso, con la escuadra peruana, cuando, junto con otros marinos, protestó
contra la decisión del gobierno de Prado de contratar al comodoro estadounidense John R. Tucker
como comandante de la armada peruana en una proyectada expedición naval para liberar a
Filipinas del dominio español. Acusado de insubordinación, fue apresado, confinado en la isla San
Lorenzo y sometido a juicio, para finalmente ser declarado inocente (1867). Por tercera vez,
regresó a la marina mercante y durante casi un año navegó al mando de dos vapores de una
compañía inglesa. El 12 de abril de 1867 se casó con la dama limeña Dolores Cabero y Núñez,
unión de la que nacieron diez hijos. Fue uno de los fundadores del Club de la Unión; un importante
club social peruano (1868). Fue también miembro ilustre del tradicional Club Nacional.

A principios de 1868, Grau fue reincorporado al servicio naval como comandante del monitor
Huáscar, siendo ascendido poco después al grado de capitán de navío. Tuvo un papel destacado en
la actitud que asumió la marina frente a la rebelión de los coroneles Gutiérrez, en defensa del
orden constitucional, suscribiendo junto con otros jefes y oficiales una proclama contra dicho golpe
revolucionario (23 de julio de 1872).

En 1873, al mando del Huáscar, Grau realizó un crucero por el sur peruano y el litoral boliviano, al
ocurrir la amenaza de un conflicto armado entre Chile y Bolivia por cuestiones territoriales. En 1874
fue comandante de la Escuadra de Evoluciones, recorriendo el litoral peruano entre el Callao e
Iquique, y colaborando en la debelación de la intentona golpista del caudillo Nicolás de Piérola.

En 1875, Grau fue elegido diputado por la provincia de Paita, por el Partido Civil, labor
parlamentaria que interrumpió temporalmente para ejercer la Comandancia General de Marina,
entre el 1 de junio de 1877 y el 10 de julio de 1878. En tal calidad, el 2 de enero de 1878 elevó al
Congreso Nacional un pormenorizado informe sobre el estado deficiente de los buques de guerra y
las carencias de la Marina, formulando juicios que fueron una verdadera advertencia, un año antes
del estallido de la guerra con Chile.

Al estallar la Guerra del Pacífico, el 5 de abril de 1879, Grau obtuvo licencia del Congreso para
volver al servicio, retomando el mando del Huáscar. Fue nombrado jefe de la primera división
naval, iniciando su campaña en el mes de mayo. Durante los cinco meses siguientes, desarrolló una
intensa actividad, manteniendo en jaque a la poderosa flota chilena. Ganó el combate naval de
Iquique del 21 de mayo de 1879, hundiendo a la corbeta Esmeralda y se ganó el respeto unánime
por su acción humanitaria de rescatar a los náufragos chilenos y de enviar a la viuda del capitán de
corbeta Arturo Prat, comandante de la Esmeralda, una sentida carta acompañando los efectos
personales de dicho jefe.

En los meses siguientes, Grau realizó varias incursiones en aguas controladas por Chile, atacando
sorpresivamente, hostilizando sus líneas de comunicación y bombardeando las instalaciones
militares de los puertos. El 27 de julio de 1879 fue ascendido a la alta clase de contralmirante.
Finalmente, el 8 de octubre de 1879, estando frente a Punta Angamos, el Huáscar fue cercado por
dos divisiones enemigas, trabándose un desigual combate. Grau murió en los primeros minutos de
la lucha, por efectos de una granada disparada por el acorazado Almirante Cochrane, que destrozó
su cuerpo. Sus oficiales y marineros continuaron la lucha, hasta que resultaron muertos o puestos
fuera de combate. Solo con la eliminación de Grau y el Huáscar, que había actuado como una
verdadera muralla móvil del Perú, los chilenos pudieron recién invadir territorio peruano, tras seis
meses de iniciada la contienda.

Sus restos, inicialmente enterrados en Santiago de Chile, fueron repatriados en 1890 y trasladados
a la Cripta de los Héroes en 1908. El 26 de octubre de 1946 fue ascendido póstumamente al grado
de almirante. En su calidad de ex diputado, conserva una curul permanente en el Congreso de la
República del Perú.

Índice

 1 Biografía
o 1.1 Nacimiento
o 1.2 Infancia
o 1.3 Primeros contactos con el mar
o 1.4 Guardiamarina
o 1.5 Alférez de fragata
o 1.6 Separación del servicio. Otra vez en la marina mercante
o 1.7 Reincorporación a la Marina de Guerra
o 1.8 En comisión a Europa
o 1.9 Arresto en Inglaterra
o 1.10 La revolución restauradora
o 1.11 Guerra hispano-sudamericana
o 1.12 Arresto en la isla de San Lorenzo
o 1.13 Otra vez en la marina mercante. Matrimonio
o 1.14 Comandante del monitor Huáscar
o 1.15 La revolución de los Gutiérrez
o 1.16 Miembro de la Comisión Consultiva de la Marina
o 1.17 El Huáscar, rumbo al sur
o 1.18 Crucero por el litoral boliviano
o 1.19 Jefe de la escuadra de evoluciones
o 1.20 Diputado por Paita (primera legislatura)
o 1.21 Comandante General de la Marina de Guerra del Perú
o 1.22 Diputado por Paita (segunda legislatura)
 2 Campaña naval de la guerra del Pacífico
o 2.1 La escuadra peruana y la chilena
o 2.2 Preparativos de la campaña naval
o 2.3 Combate naval de Iquique
o 2.4 Combate naval de Angamos
 3 Los restos de Grau
 4 Familia
o 4.1 Ancestros
o 4.2 Matrimonio y descendencia
 5 Homenajes
o 5.1 Ascenso a la alta clase de Almirante
o 5.2 Monumentos a la gloria del Almirante Grau
o 5.3 Orden Gran Almirante Grau
 6 Véase también
 7 Notas
 8 Referencias
 9 Bibliografía
 10 Enlaces externos

Biografía

Nacimiento

Los padres de Miguel Grau

Juan Manuel Grau Berrío


Luisa Seminario del Castillo

Miguel María Grau Seminario nació en la ciudad de Piura, en una casona de la calle Mercaderes,
hoy Tacna N.º 662. Fue bautizado el 3 de septiembre de 1834, en la parroquia de San Miguel, por
el presbítero Santiago Angeldonis, siendo sus padrinos Manuel Ansoátegui y Rafaela Angeldonis. Su
partida fue asentada con el número 953, en el libro respectivo. Consta en dicho documento que al
momento de su bautizo era de «un mes y siete días de nacido», por lo que se ha determinado que
su nacimiento fue el 27 de julio de 1834.23n 1

Sin embargo, en la ciudad portuaria de Paita está muy arraigada la creencia de que el nacimiento
de Miguel Grau se produjo en dicho puerto, aunque solo se ha dado como sustento una serie de
indicios dispersos y especulativos, más nunca un documento probatorio. También se ha postulado a
Sullana como otro presunto lugar de su nacimiento.4 Los defensores de Paita como la cuna del
héroe, dicen, por ejemplo, que la partida de bautismo solo corrobora el lugar donde fue bautizado,
más no el de su nacimiento; que Grau fue electo diputado por la provincia de Paita, y no por la de
Piura; y que, cuando Grau, en su foja de servicios o en su partida de matrimonio, anota haber
nacido en Piura, suponen que solo está aludiendo al departamento, más no a la ciudad; entre otras
especulaciones de ese talante.5 En respuesta, el historiador Miguel Seminario Ojeda señala que, de
haber nacido en Paita o en Sullana, en su partida de bautismo debió figurar la claúsula ex licencia
parroquia (es decir bautizado con licencia de su parroquia, sea la de Paita o la de Sullana, según el
caso).6 Además, este mismo historiador, investigando en los archivos, ubicó el censo realizado en
Piura en 1840, donde aparece registrada la familia Grau (el padre y sus cuatro hijos), donde Miguel
figura con el número 228, y como nacido en la ciudad de Piura.7 En cuanto a la diputación por la
provincia de Paita (que Grau ganó en 1876), se debe señalar que, de acuerdo a la Constitución
vigente entonces (la de 1860, artículo 47), no era requisito obligatorio que el candidato hubiera
nacido en la provincia a la que postulaba, sino que bastaba con ser del departamento en general
(en este caso, el de Piura, erigido en 1861).8 Se entiende, ciertamente, el afecto que Grau tenía por
Paita, ya que fue en ese puerto donde forjó su vocación de marino, lo que marcaría toda su
existencia.9

Fueron sus padres el teniente coronel grancolombiano (más tarde nacionalizado peruano) Juan
Manuel Grau Berrío, natural de Cartagena de Indias, que llegó al Perú formando parte del ejército
del Libertador Bolívar; y María Luisa Seminario y del Castillo, piurana de nacimiento, hija del alcalde
provincial ordinario de Piura. Fue el tercero de cuatro hermanos; los mayores se llamaban Enrique
Federico y María Dolores Ruperta; y la menor, Ana Joaquina Jerónima del Rosario. 10 La unión de
sus padres era extramarital, pues María Luisa estaba casada con el capitán colombiano Pío Díaz
(que por entonces se hallaba en su país de origen), con el que tuvo tres hijos legítimos: Roberto,
Emilio y Balbina.3 Hay que señalar que, en la partida de bautismo del héroe no figura el nombre de
María Luisa Seminario como el de su madre, sino el de Josefa Castillo, lo que ha motivado algunas
especulaciones sobre su verdadera filiación; al respecto, se ha sugerido que Luisa Seminario debió
usar el nombre de Josefa Castillo para ocultar el suyo, pues deseaba mantener encubierta su
relación con Juan Manuel Grau. Siguiendo la costumbre de la época, Miguel Grau nunca usó ni
mencionó su segundo apellido (Seminario), y solo aparece en su partida de matrimonio, cuando
menciona a Luisa Seminario como su madre (1867).11n 2

Por entonces, el Perú vivía una época de inestabilidad e intrigas políticas que ocasionaban
sublevaciones e intentos de golpe de estado. El país acababa de salir de la primera guerra civil de
su historia republicana (enero-abril de 1834). En 1836 se desató la guerra por el establecimiento de
la Confederación Perú-Boliviana, que encumbró al mariscal Andrés de Santa Cruz como protector de
dicha entidad geopolítica; y tras un breve periodo de calma, surgió las guerra entre restauradores y
confederados, que culminó con el triunfo de los primeros en la batalla de Yungay (1839). Se
produjo entonces la Restauración en el Perú, asumiendo el poder el mariscal Agustín Gamarra.

Infancia

.El puerto de Paita, a principios de la época republicana.

Al producirse la guerra entre Perú y Bolivia de 1841, el teniente coronel Juan Manuel Grau Berrío
(padre de Miguel Grau), entonces retirado del servicio y dedicado al comercio, juzgó que debía
retornar al ejército peruano para defender a su segunda patria. Escribió a Lima a su viejo jefe y
amigo, el general Antonio Gutiérrez de la Fuente, ex vicepresidente del Perú. La respuesta fue
favorable y en julio de 1842, el padre de Grau se incorporó a la secretaría de dicho general, quien
lo destinó a Ayacucho.12

En junio de 1842 se celebró la paz con Bolivia, pero una vez más, en el Perú se desató la guerra
civil y la anarquía. En noviembre de 1842, el nuevo presidente del Perú, general Francisco de Vidal,
nombró a Juan Manuel Grau, vista de aduana en Paita, puerto estrechamente ligado con la ciudad
de Piura.13 Fue pues, en 1842, cuando Miguel Grau empezó a vivir en Paita, junto con su padre y
sus tres hermanos, pero sin su madre, que permaneció en Piura: 14

No es sencilla la vida de Juan Manuel Grau con sus hijos en el puerto de Paita, sobre todo por la
ausencia de la madre y la falta de un hogar con un ambiente propicio para la formación de los
niños. No tenemos mayor información sobre cómo transcurre la vida cotidiana de esta familia
incompleta en el puerto de Paita; en todo caso, puede pensarse que el vínculo entre el padre y los
hijos se fortalece, y específicamente la relación afectiva entre el padre y Miguel... Desde otro
ángulo, este tiempo sirve para estimular en el niño Miguel las aptitudes para la vida marinera. Paita
es un anuncio de los asuntos del mar. La entrega de Grau a la marina, que abarca toda su
existencia, tiene en Paita su ambiente central y propicio.

La casa de los Grau estaba ubicada en la parte baja de la ciudad, que en ese entonces contaba con
poco más de 5000 habitantes, pero que ya había visto nacer a grandes héroes peruanos como los
hermanos Manuel y Raymundo Cárcamo, que pelearon en el combate del 2 de Mayo.15 También es
de mencionar la familia de La Haza, de la que salieron muchos marinos destacados (entre ellos, los
hermanos José, Diego, Ciríaco, Manuel, Pedro y Antonio de la Haza Rodríguez).16

Primeros contactos con el mar

Retrato de Miguel Grau.

En Paita la actividad marítima civil era grande. Todos los navíos que hacen el tráfico entre Panamá
y el Callao tocaban en su rada. Funcionaba en el puerto la escuela náutica fundada por el
presidente Agustín Gamarra en 1833, destinada a formar a pilotos civiles. Al pequeño Miguel, que
sólo tenía ocho años, le fascinó la inmensidad del océano. Su vocación naval comenzó a despertar
a partir de ese momento.17

Miguel Grau siguió en Paita los primeros cursos de su formación escolar. El muchacho, listo y
resuelto, había sido educado con dureza por el padre para conseguir con ello templar su carácter y
acerar su voluntad.18

Atraído por la vida marítima, Miguel, que solo tenía nueve años, obtuvo en marzo de 1843 el
permiso paterno para embarcarse en el Tescua, un bergantín de la marina civil dedicado al cabotaje
entre Paita y otros puertos del litoral peruano y de los países del norte hasta Panamá. El capitán del
buque era Manuel Francisco Herrera, compatriota y gran amigo de Juan Manuel Grau. Fue el punto
de partida de la carrera naútica de Miguel, pero se truncó inesperadamente. El buque naufragó
frente a la isla Gorgona y el aspirante a grumete se salvó milagrosamente, debiendo retornar a la
vida hogareña y escolar en Paita.1819
En 1844, Grau consiguió nuevamente la autorización de su padre para embarcarse. Esta vez quedó
definitivamente enrumbada su carrera marina, navegando en diferentes buques, a veces con
transitorios retornos a la patria.20 En esos viajes recorrió todos los mares y los puertos más
importantes del mundo, viajando por el Extremo Oriente, Europa y Norteamérica, así como las
costas de Sudamérica en varias oportunidades. 21 El mismo Grau ha dejado una relación concisa de
estos viajes, que se sucedieron entre marzo de 1843 y agosto de 1853. 2223

Guardiamarina

Durante los viajes que realizó en la marina mercante, Grau se adiestró en la ciencia y el arte de la
navegación24 y se inició en el conocimiento del idioma inglés.25 Embarcado en Paita como aspirante
a grumete en 1843, regresó al Perú en 1853, convertido en piloto de primera. Tenía 19 años; había
recorrido durante 10 años, en 12 distintos buques, por varios y distantes rumbos, aunque con
breves intervalos de estadía en tierra.26

Se instaló en Lima, con miras a ingresar a la Marina de Guerra del Perú. Su hermano Enrique Grau
Seminario, que también había servido en la marina mercante, tenía la misma vocación. El padre
pidió la incorporación de sus dos hijos a la Marina, mediante solicitud firmada en Lima, el 18 de
agosto de 1853, dado que aquellos eran todavía menores de edad.27 Mientras tanto, Miguel se
inscribió como estudiante libre en el colegio del poeta Fernando Velarde, donde estuvo hasta que
se verificó su ingreso a la Marina,28 el mismo que se produjo el 14 de marzo de 1854, en calidad de
guardiamarina. Gobernaba entonces en el Perú el general José Rufino Echenique.29

Por entonces, la Marina de Guerra del Perú se había incrementado y profesionalizado, bajo el
incentivo del presidente Ramón Castilla (primer gobierno, 1845-1851), militar muy preocupado
porque su país tuviera la hegemonía marina en Sudamérica. La armada peruana contaba con su
primer buque a vapor, el Rímac, construido en Nueva York, de 1300 toneladas y armado con cuatro
cañones; la fragata Mercedes, los bergantines Guise y Gamarra y las goletas Peruana y Héctor.
Castilla adquirió también la fragata Amazonas, de 1300 toneladas y 33 cañones, que llegó en el
gobierno de su sucesor, José Rufino Echenique (1851-1856). Este continuó la política de
fortalecimiento del poderío naval con la adquisición en Inglaterra de la fragata mixta Apurímac y las
goletas Loa y Tumbes.30

Casa de Grau en Lima.


El guardiamarina Grau sirvió sucesivamente en el vapor Rímac (6 meses y 18 días, de abril a
septiembre de 1854); el pailebot Vigilante (10 meses y 21 días, de octubre de 1854 a noviembre de
1855); y el vapor de ruedas Ucayali (4 meses y 12 días, de diciembre de 1855 a febrero de 1856). 31
32

El Guardiamarina Miguel Grau desempeña eficientemente sus obligaciones. Destaca entre sus
compañeros como excelente práctico y verdadero conocedor de todo lo relacionado con la
navegación. Posee además los mejores atributos del marino experto. Es un hombre franco, sincero,
de reposado temperamento, con la tranquilidad de la propia suficiencia, competente y hábil,
valeroso, decidido y enérgico. Se distingue asimismo por su carácter reflexivo, moral austera y
acendrados principios religiosos.

Geraldo Arosemena Garland31

Estando de servicio en el Vigilante, Grau tuvo su primera experiencia especialmente dura. Ocurrió el
10 de junio de 1855, cuando navegaba rumbo a Paita, entre Máncora y Punta Sal, con un mar algo
inquieto y el cielo nublado: el aspirante de marina Manuel Bonilla cayó al agua desde lo alto de la
torre de mando, y Grau, que era el oficial de guardia, dispuso que el buque se detuviera de
inmediato y se buscara al náufrago. Luego de tres horas de esfuerzo infructuoso, suspendió la
búsqueda. En el parte que pasó ese mismo día al comandante del buque, el capitán de fragata
Emilio Díaz Seminario (que era su medio hermano), dio cuenta del suceso, expresando que «todos
sus esfuerzos resultaron inútiles, pues el mencionado pilotín no sabía nadar». 3334

Por aquella época, Ramón Castilla volvió al poder, luego de derrotar en la batalla de La Palma, el 5
de enero de 1855, al general José Rufino Echenique.

Alférez de fragata

El 4 de marzo de 1856 Grau recibió su primer ascenso, como alférez de fragata, y se integró de
modo formal al cuerpo de oficiales de la Marina de Guerra. Fue destinado al Apurímac, el mejor
buque de la escuadra, que estaba bajo el comando del capitán de navío José María Salcedo
(natural de Chile), y cuyo segundo comandante era el teniente Emilio Díaz Seminario (hermano
materno de Grau).35

Se hallaba Grau en el sur, a bordo del Apurímac, cuando estalló en Arequipa, el 10 de noviembre
de 1856, la revolución a favor del general Manuel Ignacio de Vivanco, ex mandatario y enconado
rival del presidente Castilla. La insurrección era de tendencia conservadora, opuesta a la
Constitución liberal (promulgada el mes anterior) y a toda reforma liberal, en especial a las de
carácter anticlerical.36

El movimiento de Vivanco se extendió por Moquegua. Pronto, la Marina de Guerra se sumó a los
rebeldes. El levantamiento a bordo del Apurímac ocurrió en la rada de Arica el 16 de noviembre de
1856, siendo atizada por el teniente segundo Lizardo Montero Flores, marino muy inclinado a la
política. Es probable que Grau se sumara a la rebelión bajo influjo de Montero, que era su amigo y
paisano. Al Apurímac se unieron poco después el Tumbes, el Loa, el Guise y el Izcuchaca.37

En oficio fechado en Arica, el 20 de noviembre de 1856, el comandante del Apurímac, José María
Salcedo, dio parte a la Comandancia General de Marina , relatando los pormenores de la rebelión y
mencionando al alférez de fragata Miguel Grau como uno de los que la secundaron. 38 Las primeras
acciones de los rebeldes fueron liberar a los presos políticos que se hallaban en los pontones
Caupolicán y Highlander, y proclamar al general Vivanco supremo regenerador de la República.39
La revolución adquirió los caracteres de una guerra civil, una de las más largas y cruentas de la
historia republicana peruana. La escuadra vivanquista llegó frente al Callao en enero de 1857. La
Apurímac se quedó allí, en una especie de bloqueo al puerto, mientras que el resto de la escuadra
siguió hacia el norte, para alentar a la ciudadanía a levantarse. Los vivanquistas tomaron Trujillo y
luego Chiclayo, pero, perseguidos por Castilla, continuaron más al norte, para embarcarse en Paita
y caer en el Callao el 22 de abril, donde libraron enconada lucha en las calles del puerto. Derrotado
Vivanco, se retiró al sur y se atrincheró en Arequipa, ciudad que resistió un largo asedio, para
finalmente ser tomada sangrientamente, entre el 5 y 6 de marzo de 1858. Así finalizó la guerra
civil, con el triunfo de las fuerzas gobiernistas.3940

Uno tras otro, los buques rebeldes se fueron rindiendo. La última en rendirse fue la fragata
Apurímac, que fondeó en el Callao el 25 de marzo de 1858 y se puso a disposición del Gobierno. 39
Los marinos amotinados fueron separados del servicio activo y borrados del escalafón oficial.41

Separación del servicio. Otra vez en la marina mercante

Retrato de Grau.

Separado de la marina de guerra, Miguel Grau regresó a la marina mercante. De abril de 1859 a
marzo de 1862 sirvió en el bergantín goleta María Cristina, de propiedad de José Antonio García y
García, con el que navegó entre los puertos peruanos, hasta Guayaquil, por el norte. En marzo de
1862, pasó al mando del bergantín Apurímac, con el que hace viajes desde el Callao, hasta
Lambayeque, Paita y Guayaquil, siendo el último realizado en esa ruta en septiembre de 1862,
antes de enrumbar a la Polinesia.42

El viaje a la Polinesia tenía como fin traer bajo contrato mano de obra barata al Perú, la que
escaseaba tras la abolición de la esclavitud dada por Castilla en 1854. Miguel Grau no participó de
este negocio, sino solamente era el capitán del buque contratado para tal labor. Partió del Callao a
fines de septiembre de 1862, haciendo una travesía normal, hasta que, al llegar a la isla Humphrey,
sufrió un fuerte temporal que hizo encallar a la nave (12 de noviembre de 1862). Grau y su
tripulación se salvaron con grandes esfuerzos, refugiándose en la isla, siendo acogidos
hospitalariamente por sus habitantes. Pocos días después fueron recogidos por el bergantín Trujillo,
a bordo del cual retornaron al Perú. Es de remarcar que Grau no logró traer a ningún canaca o
polinesio, debido al siniestro de su nave. Si lo hicieron otros buques, cuyos capitanes no dudaron
en usar el engaño y el secuestro para cubrir sus cuotas. 43 A los isleños, hombres y mujeres, se les
hacía firmar documentos de trabajo para luego embarcarlos y traerlos al Perú donde dicho contrato
no era respetado y en la práctica se convertían en esclavos. 44 Para contextualizar este episodio, es
de saber que este proyecto de inmigración polinesia auspiciado por el gobierno peruano, duró solo
siete meses; en todo ese tiempo participaron 33 buques, entre ellos 27 peruanos, 4 chilenos, un
español y uno de Tasmania. Realizaron 38 viajes y trasladaron a 3634 personas. El proyecto
concluyó el 28 de abril de 1863, por decisión del mismo gobierno peruano, que suspendió las
licencias otorgadas y aprobó la repatriación de los sobrevivientes a su lugar de origen. 43

Mientras Grau navegaba en buques mercantes, el Perú y Ecuador enfrentaban un conflicto (1858-
1860), que culminó cuando el presidente Castilla ocupó Guayaquil y celebró con el gobierno local el
Tratado de Mapasingue. En el plano interior, Castilla convocó un Congreso Constituyente que dictó,
en noviembre de 1860, la moderada Constitución de 1860, que suprimió algunas de las reformas
liberales de la anterior Carta de 1856. Esta Constitución rigió en el Perú, salvo breves
interrupciones, hasta 1920.45

Reincorporación a la Marina de Guerra

El 11 de abril de 1861 el Congreso de la República expidió la «ley de reparación de los separados o


indefinidos del servicio militar», que ordenaba reinscribir en el escalafón a los borrados tras el
triunfo de la revolución de 1854-1855. Por otra ley dada el 25 de mayo de 1861, quedaron
comprendidos en los efectos de esa ley los «Generales, Jefes y Oficiales, que hallándose o no en
servicio, tomaron parte de la revolución que terminó el año 1858». Entre los beneficiados por esta
última ley estaba Miguel Grau, que por recurso fechado el 6 de diciembre de 1861, pidió que se
declaren los goces que le correspondían como indefinido.46 El 24 de abril de 1862 se resolvió
favorablemente su solicitud, ordenándose inscribir al «alférez de fragata Miguel Grau» en el
«Escalafón General de la Armada» con «7 años y 27 días de servicios» y, a la vez, se le expidió
«cédula de licencia indefinida».4748

De esa manera, Grau solucionó su situación en la Marina de Guerra, quedando en calidad de oficial
con licencia indefinida. Mientras tanto, a la espera de su readmisión en el servicio activo, continuó
en la marina mercante. Por entonces, concluyó el segundo gobierno de Castilla, que el 24 de
octubre de 1862 dio pase al gobierno del mariscal Miguel de San Román. En noviembre de ese año,
Grau se hallaba en el ya mencionado viaje a la Polinesia. Tras el naufragio de su nave, retornó al
Perú, arribando al Callao a principios de 1863. 49 Presentó al capitán de puerto un detallado informe
de su frustrado viaje, según consta en el diario El Comercio de Lima, con fecha del 7 de enero de
1863.50

Poco después, ocurrieron cambios en el gobierno. El presidente San Román falleció el 4 de abril de
1863, siendo reemplazado interinamente por el segundo vicepresidente, general Pedro Díez-
Canseco, hasta el 5 de agosto de ese año, cuando regresó de Europa el primer vicepresidente,
general Juan Antonio Pezet. Al mes siguiente, Grau retornó al servicio activo en la Marina de Guerra
y fue ascendido a teniente segundo (13 de septiembre de 1863), siendo destinado a la dotación del
vapor Lerzundi. Poco tiempo después fue ascendido a teniente primero graduado (4 de diciembre
de 1863).51

En comisión a Europa
Fotografía de Miguel Grau.

Grau permaneció a bordo del Lerzundi cuatro meses y dos días, tiempo en el que estrechó una
amistad perdurable con el comandante del buque, el capitán de corbeta Aurelio García y García.
Ambos jefes debieron suspender repentinamente sus servicios a bordo y viajar a Europa,
comisionados por el gobierno para negociar la adquisición de modernas unidades navales. Ello,
debido a que urgía reforzar la escuadra nacional, ante la alarma desatada por la presencia de la
escuadra española del Pacífico, que camuflada bajo el nombre de Expedición Científica, surcaba
amenazante las costas peruanas desde julio del año anterior. El incidente de Talambo, ocurrido en
agosto, en el que murió un trabajador español, fue la excusa para que los españoles, amparados
por los cañones de su escuadra, insistieran en entablar negociaciones con el gobierno peruano para
recibir satisfacciones por supuestos agravios.52

Grau y García partieron del Callao el 12 de enero de 1864. 53 Días antes, el 8 de enero, se concedió
a Grau la efectividad del grado de teniente primero.54 En febrero, ambos marinos se hallaban ya en
Londres, punto central de las negociaciones que debían llevar a cabo. De inmediato, tomaron
contacto con autoridades y empresas constructoras navales. Las negociaciones tuvieron resultados
positivos.53 El 30 de marzo de 1864, se firmó en Londres, con la casa J. A. Samuda & Brothers, la
construcción de la fragata Independencia, cuyo costo se estipuló en 108 000 libras esterlinas. Los
firmantes por Perú fueron el cónsul, Enrique Kendall, y el capitán de fragata Aurelio García y
García.55

El 12 de agosto de 1864, admitió el Perú la propuesta de la casa Laird de Birkenhead, frente a


Liverpool, para construir un buque sólido con aparejo de bergantín. Ese otro blindado era el
monitor Huáscar, cuya construcción fue vigilada por el capitán de navío José María Salcedo y el
capitán de corbeta Aurelio García y García.5657

Mientras tanto, en el Perú se agrava el conflicto con España. El gobierno peruano se negó a recibir
a Eusebio Salazar y Mazarredo como comisario extraordinario enviado por la corte española, pues
el Perú ya no era colonia de España. En respuesta, el 14 de abril de 1864, la Escuadra Española del
Pacífico ocupó las islas Chincha (productoras del guano peruano), desatando un grave incidente
internacional. El presidente Pezet apeló a la diplomacia para solucionar el conflicto, lo que no era
sino una forma de ganar tiempo para armar adecuadamente al Perú. Por lo que se hacía necesario
agilizar las adquisiciones bélicas en Europa.58
En efecto, el gobierno peruano nombró ministro especial y extraordinario a Federico L. Barreda
(ante París y Londres), quien actuando con gran celeridad y eficiencia, logró cerrar el contrato de
compra sobre dos corbetas francesas que habían sido construidas por encargo del gobierno de los
Estados Unidos durante la guerra de Secesión,59 pero, al no ser canceladas, fueron embargadas y
puestas en remate. Se trataba de las corbetas Shangay (surta en Saint Nazaire) y San Francisco
(surta en Nantes). Una vez formalizada la compra se les rebautizó, llamándolas Unión y América,
respectivamente. Las corbetas pasaron a poder del Perú entre noviembre y diciembre de 1864 e
inmediatamente se aprestaron para partir hacia su nuevo destino. Al respecto, en la
correspondencia de Barreda se menciona a Miguel Grau y a Aurelio García y García como los
oficiales encargados de inspeccionar las naves, y cuyos informes decidieron la compra de las
mismas.60

Grau, nombrado comandante de la Unión, se dirigió inmediatamente a Saint-Nazaire y se hizo cargo


del buque el 15 de diciembre de 1864. Por su parte, el capitán de corbeta Juan Pardo de Zela
Urizar se hizo cargo del mando de la América.61

Arresto en Inglaterra

La corbeta Unión, bajo el mando de Grau, salió de Saint-Nazaire enarbolando pabellón peruano el
18 de diciembre de 1864, y fondeó en el Támesis el 22 de ese mes. Continuando su viaje, tocó
Greenhithe y el 17 de enero de 1865 estaba ya en Plymouth. Es aquí donde Grau sufrió arresto por
orden de las autoridades británicas, bajo sospecha de haber violado la ley que regulaba el
enrolamiento de personal para el servicio de las naves. El que expidió la orden de arresto fue el
juzgado de Dartford, en el condado de Kent, hacia donde fue trasladado el detenido. El segundo
comandante de la Unión, teniente Felipe Pardo, dirigió una nota al ministro Barreda dando cuenta
del incidente, ocurrido cuando Grau se retiraba de la casa del almirante jefe del apostadero de
Plymouth, a quien acababa de saludar.626364

Informado del suceso, Barreda, que se encontraba en París, se trasladó a Londres encargando la
defensa de Grau al abogado británico Tilfourd Slater, a quien pidió que se presentara ante el
juzgado de Dartford para exigir que Grau fuera puesto en libertad sin condiciones. Por su parte,
Barreda dirigió al canciller británico John Russell, una nota de protesta por la arbitraria prisión de
Grau, reclamando su inmediata libertad.6566

El 20 de enero, el abogado Slater llegó a Dartford, donde encontró a Grau preso, enterándose que
todo se había originado cuando dos operarios, contratados para trabajar como carboneros a bordo
de la Unión, se habían quejado de malos tratos. Durante la audiencia, se puso al descubierto que
Grau había despedido a esos dos operarios por insubordinados. Ventilado el juicio y sentada la
protesta del Gobierno del Perú por el atropello cometido, el juez expresó que «encontraba el
testimonio insuficiente para la formación de causa» y declaró «que no había lugar para la
detención», por lo que ordenó la inmediata libertad de Grau. La prisión del comandante peruano
solo había durado 48 horas.67

Ahora se sabe que tras este incidente estuvo el manejo oculto de la diplomacia española, que
trataba a toda costa impedir la llegada a su destino de los buques de guerra adquiridos por el Perú,
en momentos en que se agravaba el conflicto peruano-español en aguas peruanas. Lo atestigua
una comunicación de la legación de España en Londres dirigida al primer secretario de Estado
español, fechada el 19 de enero de 1865 con carácter de reservado. Allí dice claramente el
diplomático español a su superior, que el arresto del comandante peruano en Plymouth fue el
«resultado de las gestiones indirectas y reservadas que tenía entabladas con autorización de V.
E.»68
Grau, en carta fechada el 23 de enero de 1865 y dirigida a Barreda, explicó todas las incidencias
acaecidas en torno a su detención.69 Solucionado el incidente, Grau continuó el viaje al Perú.70

La revolución restauradora

Artículo principal: Guerra civil peruana de 1865

Mientras que en Europa los representantes del gobierno peruano gestionaban y agilizaban las
compras de buques y armamentos, en Lima se negociaba diplomáticamente el impasse surgido por
la ocupación española de las islas de Chincha. Al fin, el 27 de enero de 1865, el general Manuel
Ignacio de Vivanco, como representante del presidente Pezet, concluyó con el almirante español
José Manuel Pareja el llamado Tratado Vivanco-Pareja, por el cual, el Perú, si bien recuperaba las
islas Chincha, se comprometía a pagar tres millones de pesos como indemnización por los gastos
de la escuadra española. El acuerdo fue rechazado por un mayoritario sector de la ciudadanía
peruana que lo consideraba humillante y contrario a los intereses del país. Tampoco fue aprobado
por el Congreso. El 28 de febrero de 1865 estalló revolución restauradora encabezada por el
coronel Mariano Ignacio Prado, en Arequipa. Otro de los jefes revolucionarios era el general Pedro
Díez-Canseco, en su calidad de segundo vicepresidente del Perú. Pronto fueron apoyados desde el
norte por el coronel José Balta. Parte de la armada, al mando del capitán de fragata Lizardo
Montero se unió también a la revolución.71

Mientras tanto, Grau, al mando de la Unión dejaba el Reino Unido, el 5 de febrero de 1865. Le
acompañaba la América, comandada por el capitán de corbeta Juan Pardo de Zela Urizar.72 De los
147 hombres que conformaban la tripulación de la Unión, solo cuatro eran peruanos: el
comandante Grau; el teniente Felipe Pardo y Lavalle (hermano de Manuel Pardo y Lavalle), que era
el segundo comandante; y los guardiamarinas Ricardo Vera y José Correa. El resto eran
británicos.73

El 15 de febrero, las corbetas peruanas tocaron Funchal73 (isla de Madeira) y el 20 de febrero Cabo
Verde. El 6 de marzo arribaron a Río de Janeiro, donde Grau se dedicó a reparar la máquina de la
Unión que había sufrido desperfectos en la travesía. El 26 de marzo partieron en convoy la Unión y
la América pero, al siguiente día, tras navegar más de 100 millas, fueron sorprendidos por un
furioso temporal. La Unión sufrió graves daños en su arboladura, por lo que tuvo que ser
remolcada por la América, de regreso a Río de Janeiro. Allí, debido a las dificultades ocasionadas
por las lluvias, las reparaciones de la Unión se prolongaron por dos meses, por lo que la América
optó por continuar sola el viaje.72

Por fin, el 6 de junio, Grau y la Unión se hicieron a la mar; un mes después, el 6 de julio, fondeaba
en Valparaíso. Dos meses atrás, el 31 de marzo, el presidente Pezet había ascendido a Grau al
grado de capitán de corbeta. Enterado de la guerra civil que se había desatado en el Perú, Grau
anunció su propósito de sumarse a las fuerzas revolucionarias de Prado. 74 Su anciano padre, Juan
Manuel Grau, viajó a Chile con el exclusivo propósito de entregarle un mensaje personal del
presidente Pezet, en el que le pedía que se mantuviera leal al régimen constitucional. Pero Grau,
fiel a sus convicciones políticas, rehusó amablemente el pedido, y al mando de la Unión se unió a la
escuadra rebelde, que estaba comandada por su amigo y paisano Lizardo Montero.7573 Juan Manuel
Grau, que se encontraba enfermo, falleció pocos meses después, estando todavía en Valparaíso, el
30 de noviembre de 1865.75

Grau, como comandante de la Unión, apoyó desde el mar a las fuerzas revolucionarias que
combatían en tierra. Patrulló las costas, trasladó tropas, vigiló puertos, transmitió informes, entre
otras diversas comisiones. En plena revolución, el 22 de julio de 1865, fue ascendido a la clase de
capitán de fragata por el segundo vicepresidente de la República, el general Pedro Díez-Canseco,
que se encontraba en ese entonces en la sierra central, junto con el coronel Mariano Ignacio Prado,
después de dominar todo el sur.7476 En el parte escrito por el mismo Miguel Grau y elevado a la
Comandancia General de Marina el 5 de octubre de 1865, estando al ancla en el puerto chinchano
de Tambo de Mora, se consigna una declaración de dicho ascenso.77

El gobierno de Lima, por su parte, dio de baja a Grau, junto con otros jefes y oficiales que se
habían sumado a la revolución (16 de agosto). 78

El desarrollo de la guerra civil se inclinó a favor de los revolucionarios. El coronel Balta ganó el
norte del país, de donde partieron gran cantidad de tropas para unirse con los revolucionarios del
sur en Chincha y emprender en conjunto el avance sobre la capital. Los ejércitos revolucionarios
entraron en Lima el 6 de noviembre y obligaron a capitular a las fuerzas de Pezet. Tras un corto
gobierno en Lima del general Pedro Díez-Canseco, se instaló la dictadura presidida por coronel
Mariano Ignacio Prado, el jefe de la revolución triunfante (26 de noviembre). El país se encaminó
firme y seguro hacia la guerra con España. El 5 de diciembre el Perú firmó con Chile (en guerra con
España desde el 6 de octubre), un tratado de alianza ofensiva y defensiva, al que después se
adhirieron Bolivia y Ecuador. El 14 de enero de 1866 el Perú declaró la guerra a España.79

Guerra hispano-sudamericana

Artículo principal: Guerra Hispano-Sudamericana


Véase también: Combate de Abtao

En víspera de la declaratoria de guerra a España, el gobierno del Perú apresuró la formación de una
división naval, bajo el mando del capitán de navío Manuel Villar Olivera e integrada por las fragatas
Amazonas y Apurímac y las corbetas Unión y América, recién llegadas de Europa. Grau seguía como
comandante de la Unión, mientras que el capitán de fragata Manuel Ferreyros lo era del América.80

El combate naval de Abtao.

A fines de diciembre de 1865 la flota peruana salió hacia el sur para unirse a la escuadra chilena,
compuesta por la Esmeralda y la Covadonga, esta última capturada recientemente a los españoles.
La misión de la escuadra peruana era dirigirse al Estrecho de Magallanes, donde debía montar
guardia en espera de la llegada de los recién construidos blindados peruanos Independencia y
Huáscar,80 que venían de Europa, al mando de los comandantes Aurelio García y García y José
María Salcedo, respectivamente.81

El 15 de enero de 1865, en el apostadero de Chayahué, al abrigo de la isla de Abtao en Chiloé, se


unieron las flotas peruana y chilena. La división naval del Perú sufrió una sensible pérdida cuando
la fragata Amazonas varó en un bajío arenoso de Abtao.80

El 7 de febrero, los dos barcos más poderosos de la escuadra española, la Villa de Madrid y Blanca,
avanzaron resueltamente hacia Abtao, formando línea de combate, seguros de derrotar a la flota
aliada, de menor poderío. La fragata Apurímac, comandada por Manuel Villar, abrió fuego, retando
así a la temible potencia de los cañones españoles. Los barcos peruanos, gracias a su menor calado
pudieron maniobrar con mayor soltura entre los peligrosos canales de Abtao y mantuvieron a raya
a los buques españoles, tan es así que estos se vieron obligados a retirarse con algunas averías,
tras dos horas de combate. Claudio Alvargonzález, comandante de la Villa de Madrid, en el parte
del combate reconoció la capacidad de los marinos peruanos, diciendo textualmente: «Los tiros
más certeros, de más alcance y de más efecto fueron los de las dos corbetas peruanas América y
Unión».82 Por su parte, Juan Williams Rebolledo, el jefe de la escuadra chilena (y a la vez de toda la
flota aliada), felicitó a Manuel Villar por el triunfo de Abtao.83

Después del combate de Abtao, la flota aliada pasó a Huito, que tenía mejores defensas. Las
corbetas Unión y América salieron con rumbo al Estrecho de Magallanes, en búsqueda de los
blindados peruanos que venían de Europa. Pero al no encontrarlos, enrumbaron a Valparaíso, que
días antes había sido bombardeada por la flota española. La Unión regresó a Huito, donde
permaneció dos meses, hasta que el 15 de mayo partió nuevamente a Valparaíso. Luego se reunió
con el resto de la flota aliada en Ancud, a la espera de la llegada de la Independencia y el
Huáscar.81

Mientras tanto, la guerra continuaba. La flota española se dirigió a las costas del Perú, dispuesta a
escarmentar al Callao, como lo hiciera con Valparaíso. Pero el puerto peruano se hallaba preparado
para responder el ataque. El 2 de mayo de 1866 se libró el combate del Callao. Después de más de
cuatro horas de intenso bombardeo, la escuadra española se retiró definitivamente, sin haber
cumplido sus objetivos. En dicho combate murió el ministro de Guerra y Marina del Perú, José
Gálvez.84

Finalmente, la Independencia y el Huáscar arribaron el 7 de junio de 1866 a Ancud. Reunida pues,


toda la flota peruana, el 11 de junio salieron todos con rumbo a Valparaíso, puerto en el que
permanecieron anclados cerca de dos meses, a órdenes del capitán de navío Lizardo Montero.85

Arresto en la isla de San Lorenzo

Los "Cuatro Ases de la Marina": Grau, Montero, García y García, Ferreyros.


El gobierno de Mariano Ignacio Prado, entusiasmado por la victoria sobre España, y habiendo sido
reforzada la escuadra aliada con dos acorazados, proyectó una expedición naval a Filipinas para
liberarla del dominio español. Pero tomó una decisión inesperada: con la idea de dar mayor solidez
a la comandancia naval, contrató al contralmirante retirado de la marina estadounidense, John R.
Tucker, quien arribó a Valparaíso a principios de julio de 1865 y asumió el mando de la escuadra, 86
87
, en reemplazo de Montero.88

Los jefes y oficiales peruanos, enterados con anticipación de que se le daría el mando de la
escuadra a un extranjero, escribieron al gobierno de Lima para protestar por esa decisión, pues
dejaba de lado a muchos jefes peruanos capaces y de reconocidos méritos. Solicitaron que el
nombramiento de Tucker fuera revocado o, en su defecto, que se aceptara sus renuncias al
servicio. Entre esos marinos estaban Lizardo Montero, Miguel Grau, Aurelio García y García y
Manuel Ferreyros. En respuesta, el gobierno de Lima envió a Valparaíso al Secretario de Hacienda y
Comercio, Manuel Pardo y Lavalle (futuro presidente del Perú), investido de amplias facultades para
solucionar el incidente.89

Pardo partió a bordo del transporte de guerra Callao, donde también se embarcaron los jefes y
oficiales de la Marina designados para reemplazar a los renunciantes, en caso que estos
persistieran en su actitud.89 Como estos, efectivamente, se mantuvieron firmes en renunciar a sus
puestos si no se revocaba a Tucker, Pardo les remitió la siguiente orden circular, fechada el 5 de
agosto de 1866:90

Que los jefes, oficiales y guardiamarinas se presenten en 24 horas a bordo de los buques a donde
harán renuncia, por el conducto regular, los que no quisieran continuar en el servicio. Los que no
cumpliesen con venir quedarán declarados desertores de la armada al frente del enemigo.

Luego, ordenó a los marinos renunciantes que se embarcaran en el transporte Callao, que les debía
trasladar al puerto chalaco. Todos ellos obedecieron y entregaron los buques a los marinos venidos
a bordo del mismo transporte. Grau dejó la Unión al capitán de corbeta Camilo N. Carrillo.90

Los marinos renunciantes arribaron al Callao el 15 de agosto, siendo trasladados a la isla San
Lorenzo, frente al Callao, en condición de arrestados. Eran más de treinta. Fueron sometidos a
juicio, acusados de insubordinación, deserción y traición. 91 Cabe señalar que la reclusión en San
Lorenzo no fue severa y que a varios de los marinos se les podía ver en las calles del Callao,
comprometidos bajo palabra a no salir de los límites del puerto.92

El juicio duró seis meses. El 24 de enero de 1867 los jefes y oficiales detenidos fueron llevados de
la isla San Lorenzo al puerto del Callao. Al día siguiente, entró en funciones el Consejo de Guerra,
presidido por el mariscal Antonio Gutiérrez de la Fuente e integrado por los generales de división,
Manuel Martínez de Aparicio, y José Rufino Echenique y por los generales de brigada, Pedro
Cisneros, Baltasar Caravedo, Luis La Puerta y Nicolás Freire.86

Grau tuvo como defensor a Luciano Benjamín Cisneros (hermano del poeta Luis Benjamín
Cisneros), conspicuo representante del foro limeño. La defensa de Cisneros fue muy brillante y se
basó en que no hubo insubordinación, por cuanto Grau había acatado las órdenes del gobierno al
embarcarse en el transporte Callao; que no hubo rebelión, por cuanto no había desobedecido
órdenes sino sólo había planteado su renuncia; y finalmente, que no podía ser desertor, por cuanto
el Gobierno era quien lo había separado de su cargo. Además, el hecho de indisciplina quedaba
descartado, al haber presentado su petición de renuncia antes de que Tucker se hiciera cargo del
mando de la escuadra.86
La defensa de Cisneros, toda una joya de la oratoria forense, contenía las siguientes conmovedoras
palabras:93

Los marinos no han cometido ni la más ligera falta. Si alguna hay, será efecto de un noble
patriotismo, pero ¡las exageraciones del patriotismo se disimulan, no se penan... ¡No hay delito
señores, no hay delincuentes; solo hay mártires de la convicción y del deber que vienen a reclamar
con perfecto derecho, el derecho de ser solemnemente absueltos!

El 9 de febrero de 1867 culminaron las defensas y el Consejo pasó a sesión secreta. El 11 se dictó
sentencia y, por unanimidad de votos, fueron declarados inocentes todos los procesados. 94

En cuanto a la proyectada expedición libertadora a Filipinas, esta no llegó a concretarse, debido


sobre todo a la renuencia de Chile a comprometerse en el plan. El contralmirante John Tucker cesó
en el mando de la escuadra, recibiendo a cambio una comisión para explorar los ríos de la selva
amazónica peruana.95

Otra vez en la marina mercante. Matrimonio

Dolores Cabero Nuñez, esposa de Grau.

Repuesto en sus prerrogativas e incólume su honor de marino, Grau pidió licencia a la


Comandancia General de Marina, en oficio de 30 de marzo de 1867, para dedicarse a la marina
mercante «en ejercicio de su profesión naval». El 2 de abril la licencia le fue concedida y, cuatro
días después, Grau solicitó permiso para contraer matrimonio con la dama limeña Dolores Cabero y
Núñez,96 hija de Pedro Cabero Valdivieso (vocal del Tribunal Mayor de Cuentas) y Luisa Núñez
Navarro.97 Otorgada la autorización, el enlace se realizó en la parroquia del Sagrario en Lima el 12
de abril. Apadrinaron la boda el general Miguel Medina y la señora Luisa Núñez de Cabero. Los
testigos eran tres íntimos amigos de Grau, marinos también: Manuel Ferreyros, Aurelio García y
García y Lizardo Montero.98 A todo ese grupo de amigos ya se les conocía como los Cuatro Ases de
la Marina, pues era común verlos departiendo juntos.99

Entre 1867 y 1868, Grau se dedicó a la marina mercante, comandando buques de la Compañía
Inglesa de Vapores, que surcaban el Pacífico sudamericano: primero, el vapor Callao (cuyo mando
asumió el 13 de mayo de 1867, es decir, al día siguiente de su matrimonio), y luego, el vapor
Quito, terminando su actividad mercante el 22 de febrero de 1868. No era común que un marino
no británico asumiera el mando de un buque de una compañía inglesa. Los capitanes ingleses se
tenían por los mejores del mundo y su sociedad era muy cerrada; el hecho que aceptaran a Grau
es un indicativo de que tenían en muy alta consideración las dotes náuticas del marino peruano.100
De otro lado, esa labor mercante le permitió a Grau conocer minuciosamente la costa entre Chile y
Perú.88

Comandante del monitor Huáscar

Mientras Grau se hallaba en la marina mercante, se produjeron cambios políticos en el Perú.


Mariano Ignacio Prado, cuya dictadura debía ser solo temporal, quiso mantenerse en el poder y se
hizo presidente constitucional, proclamando la Constitución de 1867. Ese mismo año estalló una
revolución, acaudillada en el sur por el general Pedro Díez-Canseco y en el norte por el coronel José
Balta, en defensa de la Constitución de 1860. Tras sangrientos combates, triunfó la causa
revolucionaria y Prado se vio obligado a renunciar al poder. El 22 de enero de 1868, el general
Pedro Díez-Canseco asumió por tercera vez la Presidencia interina de la República, y fue bajo su
mandato que Miguel Grau fue llamado a reincorporarse a la Marina. 101

El monitor Huáscar.

El 27 de febrero de 1868, Grau fue nombrado comandante del monitor Huáscar, con el grado de
capitán de fragata, cargo en el que se mantuvo durante más de ocho años consecutivos y que sólo
dejará en 1876 cuando se incorpore al Congreso como diputado por Paita, para reasumirlo después
en 1879, al empezar la Guerra del Pacífico. Fue precisamente estando al mando del Huáscar,
cuando Grau recibió el 25 de julio de 1868 su ascenso a capitán de navío graduado, por decisión
del mismo presidente Diez Canseco. Tenía tan solo 34 años de edad. 101 Una semana después, José
Balta asumió la Presidencia Constitucional de la República, y confirmó a Grau en el mando del
Huáscar. Grau y Balta eran amigos de tiempo atrás, desde los días de la revolución restauradora de
1865.102

Grau ya gozaba de prestigio internacional, como experto marino y hombre de solvente criterio, a tal
punto que fue designado árbitro para pronunciarse sobre las responsabilidades derivadas de una
colisión entre dos buques de guerra extranjeros, el británico Glaid Maiden y el estadounidense Kit
Carson. El diario El Comercio de Perú dio cobertura a este suceso en sus ediciones de 5 y 12 de
noviembre de 1868 y publicó el fallo de Grau, que a la letra dice:103

Que los capitanes de ambos buques han tenido omisiones y descuidos en procedimientos y
maniobras y no han obrado con el acierto que debían; que aunque los daños que se derivan de la
colisión son recíprocos y mayores los de un buque respecto del otro, dichos daños no son sin
embargo imputables al uno más que al otro capitán; y que cada uno reporte sus propias averías
por haber sido, recíprocamente, causantes de los daños. Y por esta sentencia, en justicia, así lo
resuelvo, pronuncio y firmo, en el Callao a 10 de noviembre de 1868. Miguel Grau, Comandante del
Huáscar.
El 26 de enero de 1869, Balta promulgó la ley de gratitud nacional a los vencedores del 2 de Mayo
y Abtao. Grau, que participó en este último combate como comandante de la Unión, recibió el título
de benemérito a la patria en grado heroico. La condecoración era de oro, esmaltada, con la
siguiente inscripción en el anverso: «Fue uno de mis defensores»; y, en el reverso: «7 de febrero
de 1866» (fecha del combate de Abtao). El 22 de octubre de ese mismo año, Balta expidió una
resolución en donde se reconoció a Grau como abono a su tiempo de servicios, el tiempo que
estuvo navegando en buques mercantes, adicionando tres años y cinco meses más a su favor. 104

Durante el gobierno de Balta, a Grau se le encomendó diversas comisiones, entre ellas, el estudio
de las condiciones hidrográficas de la caleta Garita de Moche, donde se pensaba habilitar un nuevo
puerto, en reemplazo del puerto de Huanchaco.105 Formó también parte de la comisión encargada
de la instalación de faros en quince puntos de la costa y presentó, a la Junta Consultiva de Marina,
un proyecto de Reglamento interior de los buques de la escuadra.106

Grau se preocupó también por la formación militar de la tripulación del buque a su mando, el
monitor Huáscar, haciendo diariamente ejercicios.107

En junio de 1870, Grau recibió la comisión de viajar a Chile con su buque. Recorrió los puertos del
sur del litoral peruano y la costa boliviana, arribando a Valparaíso. La misión consistía en escoltar al
bergantín francés Lucie, que traía cargamento de armas para Perú, adquiridas por el gobierno de
Balta. Retornó al Callao el 27 de julio. Estando en Chile, observó el ambiente belicista que existía en
esa república y ya de retorno al Perú dio sus personales informes al presidente Balta. 108

Balta fue un presidente muy preocupado por la Marina de Guerra. Durante su mandato se
repararon varios buques de la escuadra, y se retubaron las calderas de los monitores Manco Cápac
y Atahualpa, adquiridos por el gobierno de Mariano Ignacio Prado. 109 Estos monitores, recién
llegados al Perú en 1870, en remolque desde los Estados Unidos, estaban diseñados para la
navegación fluvial, por lo que fueron una mala adquisición y solo se usaron como pontones o
baterías flotantes.

Al enterarse que Chile había contratado en Inglaterra la construcción de dos poderosos buques
blindados, Balta se reunió con su consejo de ministros el 14 de febrero de 1872 y acordó contratar
en Europa la construcción de dos buques blindados, de mayor poder que los chilenos, así como dos
cañoneras guardacostas. El comandante Manuel Ferreyros fue comisionado a Inglaterra para
negociar la contratación de los blindados peruanos. Sin embargo, esta operación se frustró, al
negarse la Casa Dreyfus a proporcionar los fondos necesarios, si antes no se solucionaban las
cuentas pendientes que con ella tenía el Estado peruano (que había contraído una serie de
empréstitos con dicha Casa a cuenta de la ganancia del guano, por el llamado contrato Dreyfus).
No obstante, Balta, consciente del peligro que entrañaba la superioridad naval de Chile, insistió en
las negociaciones, hasta poco antes de su trágica muerte. Si bien estas continuaron, ya no tuvieron
el impulso que Balta les había dado, siendo finalmente suspendidas por el gobierno de su sucesor
Manuel Pardo y Lavalle.110 De las negociaciones de Balta solo se concretaron la adquisición de las
dos cañoneras, que fueron la Chanchamayo (naufragada en 1876 en Punta Aguja) y la Pilcomayo.

La revolución de los Gutiérrez

Artículo principal: Rebelión de los coroneles Gutiérrez

En las elecciones generales de 1872, resultó elegido Manuel Pardo y Lavalle, el primer presidente
civil de la historia republicana del Perú. Pero antes de que se realizara el cambio de mando, el
coronel Tomás Gutiérrez, a la sazón ministro de Guerra y Marina, dio un golpe de Estado, apoyado
por sus tres hermanos, los coroneles Silvestre, Marceliano y Marcelino Gutiérrez. El presidente Balta
fue apresado y confinado en un cuartel de Lima. El Congreso fue disuelto. Tomás Gutiérrez se
autoproclamó Jefe Supremo (22 de julio de 1872).

Para someter a la Escuadra, Tomás Gutiérrez envió una orden al Comandante General de Marina,
capitán de navío Diego de la Haza, que decía así: 111

Señor Comandante General de Marina. Ordene Ud., que la Escuadra secunde el movimiento que se
ha hecho en Lima. Se ha botado al Congreso y don José Balta está preso. Su afecto amigo Tomás
Gutiérrez. Lima, julio 22 de 1872.

El mensaje fue rechazado por los jefes de la Armada, y lo mismo ocurrió con otro enviado por un
insistente Tomás Gutiérrez. Miguel Grau, que había ordenado encender las calderas de su buque,
indignado por la trasgresión a la Constitución perpetrada por los Gutiérrez, sugirió que los
comandantes de los buques se juntasen a bordo del vapor Marañón, para deliberar sobre la acción
a tomar. En dicha reunión se acordó movilizar la Escuadra y zarpar rumbo al cabezo de la isla San
Lorenzo, para tomar, con amplia libertad, la decisión definitiva. 112

El día 23 de julio, los jefes y oficiales de la Escuadra, entre ellos Grau, suscribieron una proclama
contra el golpe revolucionario y reafirmaron su decisión de luchar por el restablecimiento del orden
y la ley.113114

Firmada la proclama, se la hizo circular por el Callao y Lima. La Escuadra se retiró del Callao y
fondeó el 24 de julio en las islas Chincha. Continuando el viaje al sur, el 26 llegó a Islay. Ese día, el
presidente Balta fue asesinado vilmente en el cuartel San Francisco, en donde estaba detenido.
Enterado el pueblo de este crimen, su reacción fue tremenda. Los coroneles Gutiérrez cayeron
muertos uno tras otro, a manos de la furia popular, a excepción de uno de ellos, que se puso a
resguardo.115

Mientras en Lima ocurrían esos sucesos, Miguel Grau, desde el Huáscar, fondeado en Islay, dirigía
una extensa circular a los prefectos de Arequipa, Cuzco, Puno, Moquegua y Tacna, a los
subprefectos de Arica e Islay, a los Presidentes de las Cortes Supremas de Arequipa, Puno y
Moquegua y a los alcaldes municipales de Tacna y Tarapacá. La circular daba cuenta de los hechos
ocurridos en Lima y la posición de rechazo a la dictadura asumida por la Escuadra. 116

El 1 de agosto, ya restablecido el orden y la normalidad en el país, el comandante Grau envió al


ministro de Guerra y Marina, el informe detallado de los sucesos acaecidos en la Armada Peruana,
desde el 22 de julio en que estalló la revolución. En ese informe Grau dio cuenta que el día 29 de
julio, a las siete de la tarde, en el puerto de Pisco, se enteró del asesinato del presidente Balta y del
restablecimiento del orden en la capital, por lo que zarpó inmediatamente con destino al Callao. 117

El 5 de agosto, restablecido el orden constitucional y estando ya en funciones el presidente Manuel


Pardo, Grau envió al Mayor de Órdenes del Departamento, capitán de navío Ezequiel Otoya, la
nómina de todos los jefes, oficiales y tripulantes de los buques de la Escuadra, que se embarcaron
en el Huáscar, la noche del 22 de julio, dispuestos a luchar contra los golpistas.118

El papel desempeñado por Grau en la debelación de la revolución de los Gutiérrez, fue muy
importante, pues influyó para que la rebelión no se propagara en la Marina y en el resto del país.
Su figura ya empezaba a ser reconocida incluso en el extranjero; un periodista argentino, Héctor F.
Varela, publicó en El Americano de París un artículo donde alababa el comportamiento de la Marina
peruana, y en especial, hacía el retrato de Grau, con encomiásticas expresiones: 119120
Noble, franco, leal, inteligente, bondadoso y bravo como todos los hombres de convicciones, el
comandante Grau que manda el magnífico acorazado “Huáscar”, es un oficial que hace honor a su
patria

Dicho artículo fue reproducido íntegramente en la edición de El Comercio de Lima del 17 de agosto
de 1872.

Miembro de la Comisión Consultiva de la Marina

El presidente de la República, Manuel Pardo, a pocos días de asumir el mando, decidió asesorarse
por expertos consejeros en todo lo relacionado con las necesidades del Ejército y la Marina. Con
ese fin, el 14 de agosto de 1872 expidió un decreto supremo, por la que creaba las Comisiones
Consultivas de Guerra y de Marina. La Comisión de Marina quedó integrada por ocho marinos, uno
de ellos fue el capitán de navío Miguel Grau.121 Esta Comisión se instaló el 26 de agosto y la
conformaban los siguientes oficiales: contralmirante Domingo Valle Riestra, capitanes de navío
Manuel J. Ferreyros, Aurelio García y García, Miguel Grau, José R. Carreño, Camilo N. Carrillo, Juan
Pardo de Zela y José Elcorrobarrutia. También concurrió como invitado especial el capitán de navío
Lizardo Montero, senador por Piura.122

El Huáscar, rumbo al sur

Miguel Grau con uniforme naval de la Marina de Guerra del Perú, con insignias de capitán de navío.
Museo Naval del Perú en el Callao

El 1 de septiembre de 1872, el Huáscar, al mando de Miguel Grau, salió del Callao con rumbo sur,
acompañado del transporte Chalaco y llegó a Iquique el día 5. Grau llevaba instrucciones del
gobierno, en el sentido de buscar fidedignas informaciones sobre los sucesos que, por cuestiones
limítrofes, ocurrían por entonces entre las repúblicas de Bolivia y Chile. 123

Las dificultades limítrofes entre Bolivia y Chile provenían de la explotación del guano y el salitre por
compañías chilenas, en los desiertos bolivianos de Atacama. En 1866, tras el fin de la guerra
hispano-sudamericana, ambos países firmaron un tratado de límites, que fijó el paralelo 24ºS como
línea divisoria entre ambos países y establecieron que entre los paralelos 23°S y 25°S los Estados
signatarios se repartirían las ganancias del guano y los minerales explotados en partes iguales
(zona de beneficios mutuos). Gobernaba entonces en Bolivia el dictador Mariano Melgarejo, muy
amigo de Chile. A la caída de Melgarejo, en enero de 1871, el gobierno de su sucesor, general
Morales, anuló los actos de la administración depuesta y resolvió modificar el tratado de límites de
1866, muy impopular entre los bolivianos porque confería derecho a Chile para intervenir en el
territorio de Bolivia y explotar sus riquezas. A fin de resolver diplomáticamente la tensa situación
creada entre ambos países, el gobierno boliviano envió como Ministro Plenipotenciario y Enviado
Extraordinario en Santiago a Rafael Bustillo, quien se mostró intransigente en defender los
derechos bolivianos sobre el territorio en disputa, lo que condujo a un entrampamiento en las
negociaciones. Chile, deseoso de llegar a un arreglo con Bolivia que no alterase las bases
sustanciales del tratado de 1866, y viendo que no lo lograría con Bustillo, envió a La Paz, como su
ministro, a Santiago Lindsay, para que reanudara las conversaciones. Estando Bustillo por regresar
a Bolivia, en julio de 1872, el general boliviano Quintín Quevedo, partidario de Melgarejo, armó en
Valparaíso una expedición y desembarcó en Antofagasta avanzando hasta Tocopilla, donde las
fuerzas bolivianas lo rechazaron. Quevedo y sus hombres se refugiaron en la corbeta chilena
Esmeralda, anclada en el puerto. Todo indicaba que el gobierno de Chile apoyaba las intentonas
revolucionarias de Quevedo, aunque lo negara oficialmente.124

Desde Iquique, Grau escribió una nota el 6 de septiembre de 1872 al ministro de Guerra y Marina,
informándole sobre los sucesos en torno a la expedición de Quevedo y dejando en ella constancia
que la mayoría de los expedicionarios eran chilenos y que la Escuadra de Chile se encontraba en
Mejillones.125126

Sin tener más noticias importantes de qué informar, Grau emprendió el regreso al Callao, arribando
el 30 de setiembre de 1872.127

Mientras tanto, en La Paz continuaron las gestiones entre el ministro chileno Lindsay y el canciller
boliviano Casimiro Corral, para determinar las nuevas bases de arreglo sobre las cuestiones
pendientes del tratado de 1866. El 5 de diciembre de 1872, ambos diplomáticos suscribieron el
protocolo conocido con el nombre Lindsay-Corral, por el cual se confirmó el paralelo 24 como límite
de Chile y Bolivia y se determinó que la partición por mitad de los derechos de exportación se
referían, aparte de los metales, a las sustancias inorgánicas como el salitre, bóraxy sulfatos. El
acuerdo suscitó igualmente el rechazo de la opinión pública boliviana, que consideraba excesivas
las ventajas obtenidas por Chile. La Asamblea de Bolivia rechazó aprobar el protocolo, lo que
mantuvo pendiente el problema.128

Crucero por el litoral boliviano

Al temerse un conflicto armado entre Chile y Bolivia, el gobierno peruano ordenó a Grau que
zarpara nuevamente al sur con el Huáscar, con la finalidad de conocer de cerca la situación, así
como para prevenir otras perturbaciones de índole política que amenazaran a la República peruana.
El 4 de marzo de 1873 el monitor zarpó del Callao, rumbo a aguas bolivianas.129

El 13 de marzo, desde Iquique, Grau envió un informe al Ministro de Guerra y Marina, haciéndole
saber de la tranquilidad en el litoral, al no hallar «nada que pueda amenazar una perturbación en el
orden político»y agregando que «no descuidaré medida alguna conducente al mejor desempeño de
mi comisión».129
El 24 de marzo, el Huáscar llegó al puerto de Cobija, donde permaneció tres días. El 28, ya en
Iquique, Grau escribió nuevamente al Ministro de Guerra, informándole de la afectuosa acogida que
tuvo de parte las autoridades bolivianas:129

Conforme indiqué a V. S., en mi oficio del 24 del presente he permanecido tres días en el puerto de
Cobija, habiendo regresado a éste en la tarde de ayer. Durante mi permanencia en esas aguas me
ha sido muy satisfactorio el recibimiento hecho por las autoridades bolivianas, las que me han
dispensado toda clase de atenciones, no omitiendo circunstancia alguna para manifestar sus
sentimientos de adhesión al Gobierno y pueblo del Perú.

El 4 de abril, desde Iquique, Grau envió otro informe al ministro de Guerra, donde aseguraba «que
el sur continúa sin novedad». El gobierno peruano le autorizó entonces a efectuar los
reconocimientos al sur del litoral de la República cuando lo juzgara conveniente y expidió la
resolución legislativa del 23 de abril de 1873, por la que ascendió a Grau a capitán de navío
efectivo.130

El 28 de mayo el Huáscar llegó nuevamente a Cobija. Al día siguiente Grau escribió a la


Comandancia General de Marina, dando cuenta de su llegada a ese puerto e informando que toda
la costa se encontraba en orden. El 2 de junio le escribió al ministro de Guerra, poniéndole al tanto
sobre la desfavorable acogida dispensada al protocolo Corral-Lindsay por parte del pueblo
boliviano; además, le informó del cordial recibimiento que tuvo:131

Por lo demás, la recepción hecha tanto por ese funcionario, como por las autoridades de este
puerto, y las diversas circunstancias que he tenido la ocasión de hacerles atenciones cariñosas y
agasajos, en cuanto me ha sido posible, no han hecho más que estrechar los vínculos y afecciones
que dichas autoridades y pueblo boliviano manifiestan sinceramente por el Gobierno y pueblo del
Perú, no omitiendo la ocasión de probarlo prácticamente, una vez que han tenido la oportunidad de
hacerlo.

Cabe señalar al respecto, que el 6 de febrero de 1873 se había suscrito en Lima, con carácter de
secreto, el Tratado de Alianza Defensiva entre Perú y Bolivia, por lo que es de suponer que el
cordial recibimiento que disfrutó Grau en Cobija de parte de las autoridades bolivinas obedecía en
parte a instrucciones del gobierno de La Paz. 132

De regreso en Iquique, Grau fue encomendado a hacer un estudio de la rada del puerto, a fin de
facilitar el desarrollo de las actividades portuarias. 132 En julio de 1873, el Huáscar arribó al Callao,
terminando así su segundo crucero a lo largo del litoral boliviano, que había durado en total cuatro
meses. Para entonces ya se había apaciguado la disputa boliviana-chilena, tranquilizándose el
ambiente internacional. Sin embargo, el Huáscar no permaneció mucho tiempo en el Callao, ya que
a fines del mes siguiente fue comisionado nuevamente hacia la costa sur peruana, regresando en
septiembre del mismo año.133

Jefe de la escuadra de evoluciones

El 10 de junio de 1874, Grau fue nombrado Jefe de la Escuadra de Evoluciones. Esta figura
consistía en que los buques de la escuadra pusieran en práctica los movimientos de la táctica naval,
consignados en el manual respectivo de la Escuela Naval. 134 A decir del historiador Melitón Carvajal
Pareja, esta forma de trabajo con la escuadra tendría su origen en las inquietudes del mismo Grau.
Integraron dicha escuadra: el monitor Huáscar, la fragata Independencia, los monitores Atahualpa
y Manco Cápac, la corbeta Unión y el transporte Chalaco. Para asumir el mando de la Escuadra,
Grau debió dejar momentáneamente el comando del Huáscar al capitán de corbeta Leopoldo
Sánchez.135
La escuadra de evoluciones desarrolló sus actividades de 12 de junio de 1874 a 22 de enero de
1875. Salió del Callao el 18 de junio y recorrió el litoral peruano, tocando las islas Chincha, San
Juan, Islay, Arica, Ilo, Pisco, Mollendo, entre otros puntos. 136 En ejercicio de su alto cargo, Grau
ordenó la ejecución de toda clase de maniobras para adiestrar a las tripulaciones en conocimientos
de táctica naval y manejo de la artillería. Ya por entonces, Grau intuía la amenaza que entrañaba el
armamentismo que desarrollaba Chile, que había mandado a construir dos poderosos blindados en
el Reino Unido; consideraba por ello necesario hacer ese tipo de ejercicios para mantener siempre
preparado al personal de la Marina.134

De otro lado, Bolivia y Chile parecieron zanjar sus diferencias al firmar un nuevo tratado de límites,
el 6 de agosto de 1874. La frontera se mantuvo en el paralelo 24°S y continuó el sistema de
explotación y venta de común acuerdo entre los paralelos 23°S y 24°S. Asimismo, Bolivia se
comprometía a no incrementar los impuestos a las personas, capitales y negocios chilenos durante
25 años. El incumplimiento por parte de Bolivia de esta última cláusula sería el detonante de la
posterior Guerra del Pacífico.137

La firma del tratado de 1874 hizo que se disiparan momentáneamente los peligros de guerra entre
Bolivia y Chile. En octubre de ese año, el gobierno peruano se enteró de la presencia en aguas
peruanas del Talismán, pequeño navío fletado en Inglaterra, y en el cual, según se afirmaba, venía
Nicolás de Piérola (el ex ministro de Hacienda de José Balta), con un grupo de revolucionarios, cuyo
plan era el derrocar al presidente Manuel Pardo (la célebre Expedición del Talismán).138

Grau y la Escuadra de Evoluciones recibieron la misión de capturar al Talismán, que de acuerdo con
las informaciones del gobierno, había intentado desembarcar en Pacasmayo. Luego de una activa
búsqueda, el Talismán fue apresado por el Huáscar en la bahía de Pacocha, cerca de Ilo, la mañana
del 2 de noviembre de 1874. La tripulación fue apresada y buena parte del cargamento confiscado,
pero Piérola logró escapar hacia Moquegua; posteriormente sería derrotado por las tropas
gobiernistas en el combate de Los Ángeles.139140

Grau envió al Talismán a Mollendo, bajo el mando del capitán de corbeta Leopoldo Sánchez, y
elevó un parte al Ministro de Guerra y Marina, fechado en Pacocha, dando cuenta de los hechos. 139
141

Cumplida su misión, el Huáscar partió de inmediato al sur para seguir resguardando el orden. En
diciembre de 1874, la Escuadra de Evoluciones llegó a Iquique y luego regresó al Callao, poniendo
fin a su entrenamiento. El 20 de enero de 1875, Grau cesó en el mando de la escuadra y continuó
como comandante del Huáscar.142

Diputado por Paita (primera legislatura)

La vinculación que había mantenido Miguel Grau con el puerto de Paita, donde transcurriera su
niñez, hizo que en 1875 sus pobladores lo eligieran diputado para representar a esa provincia en el
Parlamento, como miembro del Partido Civil. Por ese motivo, el 5 de julio de 1876, Grau dejó el
comando del Huáscar (que había ejercido durante más de 8 años) y se alistó para tomar posesión
de su escaño congresal, por un periodo de seis años, aunque, de hecho, este se reduciría a dos
legislaturas, de seis meses cada una (agosto de 1876-febrero de 1877 y julio de 1878-febrero de
1879).143144

El 2 de agosto de 1876 se instaló el gobierno constitucional del general Mariano Ignacio Prado,
sucesor de Manuel Pardo. El día 4 la Cámara de Diputados aprobó el dictamen de la Comisión de
Poderes que habilitaba a Grau para incorporarse como diputado propietario por Paita. Al día
siguiente, Grau prestó juramento de ley en la Cámara y pasó a integrar la Comisión de Marina, 143,
presidida por su paisano y compañero de armas, Camilo N. Carrillo. Entre sus colegas
parlamentarios figuraban además Elías Malpartida, César Canevaro, Manuel María Gálvez, Luciano
Benjamín Cisneros, Ramón Ribeyro y Juan Francisco Balta.145

Su actividad como legislador fue activa y eficaz. Fue autor de la iniciativa sobre ascensos en la
Armada que reconocía los méritos de jefes y oficiales para acceder a rangos superiores. También
propuso la reorganización del Ministerio de Guerra y Marina, y solicitó, igualmente, que la Cámara
se reuniera dos veces a la semana en sesiones nocturnas.146

A pedido del Ejecutivo, en octubre de 1876 se le concedió licencia temporal para formar parte del
Consejo de Guerra que debía juzgar la pérdida de la cañonera Chanchamayo.146

Concluida la legislatura en febrero de 1877, Grau ejerció durante unos días como agregado al
Departamento de Marina, y en ese mismo mes, pidió licencia por dos meses para viajar a
Valparaíso, con el fin de traer los restos de su padre, el teniente coronel Juan Manuel Grau y Berrío,
fallecido en dicho puerto en 1865. Se embarcó en el vapor británico Eten,146 llevando consigo a su
segundo hijo, Miguel Gregorio, de 8 años de edad, quien fatídicamente falleció en Valparaíso, a
consecuencia de un accidente.147

Ya de retorno al Perú, Grau cumplió con informar al gobierno de los preparativos bélicos de Chile y
la manifiesta superioridad en que se hallaba la escuadra de este país con respecto a la del Perú, lo
que él mismo pudo comprobar in situ, al ver fondeados en las aguas de Valparaíso a los poderosos
blindados Almirante Blanco Encalada y Almirante Cochrane, muy superiores a cualquiera de los
mejores navíos de guerra peruanos.148

El 7 de marzo de 1877, Grau fue nombrado vocal de la Junta Revisora de las Ordenanzas Navales,
cargo que ejerció hasta el 30 de mayo, cuando fue nombrado Comandante General de Marina. 148

Comandante General de la Marina de Guerra del Perú

El 1 de junio de 1877, Miguel Grau asumió la más alta función en el servicio naval: la de
Comandante General de Marina. Tenía entonces 43 años de edad. 149150 En tal condición, el 2 de
enero de 1878 elevó un pormenorizado informe sobre el estado de los buques de guerra y de las
necesidades de la Marina, importante documento conocido como la Memoria, que terminaba con
las siguientes reflexiones:151

De algún tiempo atrás la Marina no ha hecho adelanto material alguno, a excepción del aumento
que ha recibido con el transporte Limeña; lejos de esto su importancia ha desmerecido mucho,
pues siendo nuestros principales buques construidos en una época en que el blindaje y gruesa
artillería hacían sus primeros ensayos, ya han quedado muy atrás de las poderosas naves de guerra
que se construyen en el día.

Esta novedad que se ha hecho una necesidad imperiosa en todas las naciones proporcionalmente a
sus exigencias, me hace llamar la preferente atención de vuestra excelencia que tanto conoce
cuánto afianza una buena escuadra, los intereses, la tranquilidad y soberanía de la nación.
Demasiado conozco la aflictiva situación de nuestro erario, sin embargo, en atención a las
consideraciones expuestas, creo mi deber reclamar la prestigiosa influencia de vuestra excelencia
para reforzar nuestra escuadra con los buques que según su ilustrada sean necesarios.

Haciendo a V.E. el anterior pedido, justo y conveniente es que opine por la supresión de los buques
que por su poca marcha o por su estado de deterioro o inutilidad, solo aumentan los gastos de la
Escuadra, sin provecho y con detrimento de la conservación de los demás buques.
Grau hizo en dicha memoria un certero diagnóstico de la situación de la Armada Nacional y formuló
juicios que fueron una verdadera advertencia, a un año del estallido de la Guerra del Pacífico; 152 sin
embargo, sus pedidos no fueron debidamente evaluados y la Cámara dispuso acusar recibo y
enviar al archivo. La razón del gobierno para descuidar de esa manera a la Marina, era que el país
se hallaba en una terrible crisis económica.n 3

Pese a las limitaciones de presupuesto, Grau supo desempeñar con eficiencia su elevado cargo.
Ordenó las reparaciones y la limpieza de los fondos de las naves de guerra, trató de proveerlas de
pertrechos y de armamentos; pero no pudo conseguir lo que deseaba con más vehemencia: la
adquisición de buques blindados, para superar, o al menos equiparar, el poderío alcanzado por la
flota chilena.153

A principios de 1878, le tocó presidir el Jurado de Exámenes de la Escuela Preparatoria y Escuela


Naval, dejando constancia, por oficio del 4 de febrero de 1878, de «…el aprovechamiento que han
alcanzado todos los alumnos, en los diversos ramos que han cursado…», importante avance en la
formación profesional de los marinos, lo que contrastaba con la falta de modernización de las naves
y equipos de la Marina. 154

El 10 de julio de 1878, Grau puso a disposición del gobierno su cargo de Comandante General de la
Marina, pues debía reincorporarse al Congreso Ordinario, al estar próxima a iniciarse una nueva
legislatura, programada para el 28 de julio de 1878. Su sucesor en la Comandancia de la Marina fue
el contralmirante Antonio de la Haza.155

Diputado por Paita (segunda legislatura)

Nuevamente como parlamentario, Grau siguió en la Comisión de Marina, donde libró una verdadera
lucha para que no se rebajaran las partidas presupuestales del pliego de Marina, en vista de no
haber logrado que se aumentaran. De otro lado, luchó contra las intenciones piuranas de convertir
a Paita en un distrito de Piura, esbozando su frase: «No solo como representante de Paita, sino
como hijo de ella, lucharé por la permanencia de Paita como provincia» (octubre de 1878),
quedando así como el más férreo opositor de las intenciones piuranas e incluso ganándose
enemigos políticos piuranos, pero ganando a cambio el corazón de todo Paita.156

Cuando, en noviembre de 1878, fue asesinado su amigo y su jefe político, el ex presidente Manuel
Pardo (a la sazón Presidente del Senado), Grau pronunció un emocionado y lacónico discurso, y
aprobó la resolución que impuso el estado de sitio y declaró a la Patria en peligro. 157

En febrero de 1879, concluida la legislatura, Grau pasó nuevamente a servir en el Ministerio de


Guerra y Marina en condición de agregado, pero el cargo lo desempeñó solo 50 días, pues corrían
vientos de guerra en el sur. El 28 de marzo, Grau volvió a ser comandante del monitor Huáscar. El
5 de abril de 1879, Chile declaró la guerra al Perú.158

El 2 de agosto de 1879, en plena campaña naval en el sur, Grau pidió ser relevado del ejercicio de
su función parlamentaria y que en su reemplazo asumiera el suplente Manuel E. Raygada, para que
su provincia no se perjudicara.8

Campaña naval de la guerra del Pacífico

Artículo principal: Campaña naval de la Guerra del Pacífico


La Guerra del Pacífico (1879-1883) fue un conflicto armado que enfrentó a la República de Chile
contra la República Peruana y la República de Bolivia. También se le ha denominado Guerra del
Guano y del Salitre.

La escuadra peruana y la chilena

El monitor Huáscar, muralla móvil del Perú. Óleo del pintor peruano Fernando Saldías.

Debido a las características del litoral boliviano y del extremo sur peruano, en el que se extiende el
desierto de Atacama, y teniendo en cuenta las experiencias de la Guerra de la Independencia y
contra la Confederación, Chile conocía que era necesario sortear por mar este territorio para poder
trasladar a sus tropas e invadir el territorio peruano. Para ello tendría que lograr el dominio del
mar. El Perú, por su parte, también comprendió que esta era la maniobra lógica que adoptaría
Chile. De ese modo, ambas naciones dieron inicio a la campaña naval como la primera parte de la
guerra.

La escuadra peruana, al mando del capitán de navío don Miguel Grau, estaba conformada por el
blindado tipo monitor Huáscar, la fragata acorazada Independencia, la corbeta Unión, la cañonera
Pilcomayo y los transportes Chalaco, Oroya, Limeña y Talismán. Estos últimos habrían de cumplir
una función muy importante durante el conflicto, manteniendo abierta la ruta de abastecimiento
peruana con continuos viajes entre el Callao y Panamá, así como a otros puntos del litoral,
transportando tropas, pertrechos y municiones, burlando a la poderosa escuadra enemiga. A ellos
se sumaban los vetustos monitores costeros Manco Cápac y Atahualpa de casi nulo desplazamiento,
lo que los reducía a ser solo baterías flotantes.

La escuadra chilena, al mando del contralmirante Juan Williams Rebolledo, estaba compuesta por
los blindados Almirante Blanco Encalada y Almirante Cochrane, las corbetas Chacabuco, O'Higgins,
Abtao y Esmeralda y las cañoneras Magallanes y Covadonga, además de varios transportes
armados como el Loa y Amazonas. Completaban su flota veloces transportes que aseguraban la
logística de sus tropas acantonadas en Antofagasta y de su escuadra, como el Itata, Lamar, Rímac,
Copiapó y el carbonero Matías Cousiño. El equilibrio de poder era favorable a la marina chilena,
dado que sus naves, sobre todo los dos blindados, tenían mejor artillería, mayor velocidad nominal
y coraza, en comparación a las naves peruanas.

El planteamiento fue muy claro en ambos lados. La escuadra chilena era superior materialmente a
la peruana, no sólo en número sino también en la calidad de sus buques. Debía entonces buscarla
y destruirla lo más pronto posible. La escuadra peruana, por su parte, dada su inferioridad en
medios, debía prolongar lo más posible su presencia como una amenaza efectiva en el mar, no
tanto para la escuadra chilena sino para el tráfico marítimo de ese país, entablando combate
únicamente cuando estuviera en superioridad de condiciones o cuando éste fuese inevitable. El
tiempo que se ganara en ello sería en provecho de la preparación de las defensas en el sur peruano
y la adquisición de nuevas naves y armamento.
Preparativos de la campaña naval

La escuadra peruana, cogida de sorpresa por la declaratoria de guerra, no estaba preparada para
ponerse en campaña de inmediato. El pueblo peruano, que ignoraba la verdadera situación de la
armada, se sentía optimista con respecto al enfrentamiento con Chile y exigía que los buques
peruanos salieran de inmediato. Grau hizo ver que era necesario hacer antes algunos ejercicios de
maniobras y de artillería, pues la marinería extranjera recién reclutada apenas conocía sus
obligaciones. Como algunos dijeron que el Huáscar era lo suficientemente fuerte para enfrentar con
éxito a la escuadra chilena, Grau respondió diciendo que el monitor era sin duda un buque muy
fuerte, pero que nunca podría contrarrestar a uno solo de los blindados chilenos, muy superiores en
cuanto a blindaje, movilidad y poder de fuego; pero que aun así, llegado el caso, cumpliría con su
deber, aún cuando tuviera la seguridad de su sacrificio. 159160 Estas palabras fueron proféticas.

Finalmente, la presión de la opinión pública pesó más y se acordó la salida de la escuadra. Esta fue
dividida en dos divisiones:

 La primera, conformada por el monitor Huáscar, la fragata Independencia, los monitores


Manco Cápac y Atahualpa; y los transportes Chalaco, Oroya y Limeña.
 La segunda, conformada por la corbeta Unión y la cañonera Pilcomayo.

Grau fue nombrado comandante de la Primera División Naval. La insignia de la Armada


correspondía estar en la Independencia por ser el buque de mayor poderío, pero Grau prefirió izarla
en el Huáscar, nave a la que conocía muy bien por haberla comandado durante ocho años. Llegó
incluso más tarde a quitarle el mástil de proa, dejándole solo el de popa, para hacerle más
maniobrable en el uso de los cañones de la torre giratoria.

El presidente Mariano Ignacio Prado fue nombrado Supremo Director de Guerra. La Segunda
División Naval del Perú, comandada por el capitán de navío Aurelio García y García, fue la primera
en partir hacia el sur. La primera acción tuvo lugar apenas siete días después de declarada la
guerra, el 12 de abril de 1879, cuando la corbeta Unión y la cañonera Pilcomayo atacaron y
persiguieron a la corbeta chilena Magallanes frente a Punta Chipana.161

Por su parte, la escuadra chilena bombardeó los puertos peruanos de Pisagua, Mollendo e
Iquique,162 antes de dirigirse al Callao con el propósito de atacar por sorpresa a la escuadra
peruana y destruirla. Quedaron bloqueando el puerto de Iquique la corbeta Esmeralda y la
cañonera Covadonga, que eran los buques más débiles de la Escuadra. Pero el mismo día (16 de
mayo) en que la escuadra chilena partía de Iquique hacia el Callao, los buques peruanos de la
Primera División Naval zarpaban del Callao, rumbo a Arica (entonces puerto peruano), llevando a
bordo al presidente Prado. Ambas flotas se cruzaron sin divisarse, debido a que los peruanos
navegaban cerca de la costa y los chilenos mar adentro. El viaje de la flota chilena al Callao resultó
así infructuoso, al no hallar a la escuadra peruana en la bahía, mientras que en Iquique se libraba
un combate naval.163161

Combate naval de Iquique

Artículo principal: Combate naval de Iquique


Combate Naval de Iquique, de Thomas Somerscales (1842-1927).
Representación del enfrentamiento entre el monitor peruano Huáscar, al mando del capitán de
navío Miguel Grau, y la corbeta chilena Esmeralda, al mando del capitán de fragata Arturo Prat.

El 20 de mayo de 1879, la flota peruana arribó a Arica, donde desembarcó el presidente Prado,
director de Guerra, pues se consideró necesario que el cuartel general estuviera cerca del teatro de
operaciones. Casi de inmediato fueron despachados a Iquique el monitor Huáscar y la fragata
Independencia, con instrucciones de levantar el bloqueo de ese puerto, sostenido en ese momento
por la corbeta Esmeralda, la cañonera Covadonga y el transporte Lamar.163

El 21 de mayo de 1879, el monitor Huáscar, al mando del capitán de navío Miguel Grau, y la
Independencia al mando del capitán de navío Juan Guillermo More Ruiz, ingresaron a la bahía de
Iquique y se enfrentaron a los ya mencionados buques de madera chilenos, comandados,
respectivamente, por Arturo Prat Chacón (Esmeralda) y por Carlos Condell de la Haza (Covadonga).
El transporte Lamar izó bandera estadounidense y puso rumbo al sur.164

El Huáscar rompió sus fuegos sobre la Covadonga; por su parte, la Independencia atacó a la
Esmeralda; esta última maniobró para colocarse delante de la población de Iquique, con el
propósito de ponerla en riesgo de los proyectiles peruanos. Aprovechando un alto realizado por el
Huáscar para atender a un bote que traía información, la Covadonga se puso en fuga hacia el S.E.;
Grau ordenó entonces a la Independencia ir en su persecución, debido a que esta tenía más
velocidad. Mientras tanto, el Huáscar se quedó en Iquique cañoneando a la Esmeralda, y barriendo
su cubierta con su ametralladora Gatling, causándole muchas bajas. Pero debido a la impericia de
sus artilleros, los tiros del Huáscar no daban en el blanco justo como para hundir al buque
adversario, y el combate se prolongaba demasiado, por lo que el comandante Grau decidió utilizar
el espolón.165 El primer espolonazo del Huáscar hizo poco daño en la amura de babor de la
Esmeralda; fue en ese instante cuando el comandante chileno Arturo Prat realizó un abordaje
frustrado, muriendo en la cubierta del monitor. El segundo espolonazo causó a la corbeta chilena
una gran avería en la amura de estribor.

Hundimiento de la Esmeralda.
Finalmente, con un tercer espolonazo, logró Grau hundir a la nave chilena, cuyos sobrevivientes se
arrojaron al agua. El combate había durado cuatro horas. El comandante peruano, en un gesto
humanitario al que no estaba obligado, rescató a los náufragos chilenos, perdiendo así un tiempo
precioso que le hubiera servido para ayudar a la Independencia en su persecución de la
Covadonga.166 En el combate murió el teniente primero Jorge Velarde, primer héroe naval peruano
de la contienda.167

Mientras tanto, la Independencia, conducida por Moore, perseguía a la Covadonga, que iba muy
cerca de la costa. La fragata peruana, en su afán de espolonear al buque chileno, chocó con una
roca, cerca de Punta Gruesa, abriéndose su casco en la línea de flotación, por lo que empezó a
hundirse. Tan pronto se percató de esto, el comandante Condell de la Covadonga, volvió sobre sus
aguas y disparó su artillería sobre la fragata varada, ametrallando incluso a los náufragos peruanos
que empezaban a arriar los botes para abandonar el buque encallado. La Independencia,
semihundida, no se rindió y respondió el ataque con todo el poder de fuego que le quedaba. El
combate finalizó cuando la Covadonga, al ver acercarse al Huáscar, se retiró del lugar.167168 Los
historiadores peruanos suelen contrastar la actitud de Grau, salvando a los náufragos chilenos de la
Esmeralda, y la de Condell ametrallando a los náufragos peruanos de la Independencia.169 En todo
caso, esa es la versión peruana del combate; en cambio, Condell dice en su parte que solo disparó
dos cañonazos sobre la Independencia, dado que aún mantenía su bandera al tope, indicación que
seguía en combate, y que enseguida Moore izó la bandera de parlamento y le pidió un bote; y que
estando en esa tratativa apareció la silueta del Huáscar en el horizonte, optando entonces por
retirarse.170 Grau procedió a recoger a los sobrevivientes de la Independencia y ordenó quemar los
restos del buque.171

Posteriormente Grau, en un gesto de caballerosidad, escribió a Carmela Carvajal, viuda del héroe
naval chileno Arturo Prat Chacón, comandante de la Esmeralda, muerto en la cubierta del Huáscar,
una carta en la que elogiaba la actuación de su esposo y le enviaba algunas de sus prendas
personales, entre ellas su espada. A su vez, en la respuesta a esta carta, la viuda de Prat agradeció
tal gesto, asegurando que dada la hidalguía mostrada por Grau al asociarse a su dolor, ella
comprendía que la muerte de su esposo fue consecuencia de la guerra y que de haber estado en
manos del capitán del Huáscar, jamás habría tenido lugar.172

 Wikisource contiene obras originales de o sobre Miguel Grau Seminario.

Combate naval de Angamos

Artículo principal: Combate naval de Angamos

Combate de Angamos, óleo de Salaverry. Colección particular. Lima

La incapacidad de los mandos navales chilenos frente a las continuas incursiones del Huáscar causó
gran desazón en Chile. Todo ello se agudizó con la captura del transporte Rímac, luego de lo cual
se produjeron protestas populares, interpelaciones en el congreso, renuncias de ministros y
cambios en las jefaturas del ejército y la escuadra. 173

Los mandos chilenos, ante la imposibilidad de iniciar la campaña terrestre para invadir el sur
peruano, determinaron que la captura del Huáscar era prioritaria e indispensable para llevar a cabo
sus planes. Una de las primeras medidas fue el relevo del contralmirante Juan Williams Rebolledo
en el mando de la Escuadra chilena, siendo reemplazado por el capitán de navío Galvarino Riveros,
quien dispuso que los buques fueran sometidos a reparaciones de calderas y carenado para limpiar
sus fondos y prepararse a dar caza al Huáscar.174 Para dicho propósito, elaboraron un plan para
capturarlo, organizando a su escuadra en dos divisiones, la primera, integrada por el Almirante
Blanco Encalada, la Covadonga y el Matías Cousiño, y la segunda, compuesta por el Almirante
Cochrane, el Loa y la O'Higgins. La idea era tenderle un cerco al Huáscar, en el área comprendida
entre Arica y Antofagasta.

Sin conocer toda esa concentración del enemigo para darle caza, Grau recibió órdenes de zarpar
desde Arica con el Unión y el Rímac rumbo al sur, con la finalidad de hostigar los puertos chilenos
entre Tocopilla y Coquimbo (1 de octubre). Mientras tanto, las dos divisiones chilenas partieron
desde Mejillones hacia el norte, en búsqueda del Huáscar, llegando a Arica en la mañana del 5 de
octubre, no hallando allí a su objetivo.175

El Huáscar, mientras tanto, luego de dejar al Rímac en Iquique, arribó en compañía del Unión a la
caleta de Sarco, el 4 de octubre. Allí capturaron a la goleta Coquimbo, para posteriormente llegar al
puerto del mismo nombre y proseguir hacia el sur, pasando caleta de Tongoy, hasta el puerto de
Los Vilos, localidad cercana al puerto de Valparaíso. Cumplido el objetivo de esta expedición, Grau y
sus naves iniciaron su retorno a aguas peruanas.176 Sus apariciones eran comunicadas al Alto
mando chileno mediante telegrafía.

Mientras los barcos peruanos navegaban hacia el norte de regreso, ignoraban los movimientos de
los buques chilenos. Las dos divisiones enemigas avanzaban desde diferentes direcciones, en
posición abierta, dispuestas a cercar a su objetivo.177

Al amanecer del 8 de octubre de 1879, el Huáscar a la altura del istmo de Angamos fue avistado
por la primera división chilena, lo que obligó a Grau a virar hacia el suroeste para luego volver al
norte, a la máxima velocidad posible tratando de dejar atrás a sus enemigos. En ocasiones
anteriores, el carbón ingles que usaba el Huáscar, la falta de carenado de los blindados enemigos
hacían que el monitor los superara en velocidad distanciándose rápidamente. Poco después, el
Huáscar y la Unión se encontraron con la segunda división chilena frente a Punta Angamos, la cual
navegaba en abanico. Al percatarse de que el Huáscar no podría evadir el combate por su escaso
andar, la Unión, de mayor andar, por orden del almirante, se abrió paso hacia el norte.177 Al
proceder de esa manera, Grau cumplía las instrucciones dadas por el Director de Guerra, presidente
Prado, que le obligaba a no comprometer a los buques de su mando, y que, en caso de verse
rodeado por fuerzas superiores sin posibilidad de retirarse, debía cumplir con su deber. 178

Luego, a las 9:40 de la mañana, siendo inevitable el encuentro, el monitor peruano afianzó su
pabellón de combate y disparó los cañones de la torre sobre el Almirante Cochrane, a mil metros de
distancia. Grau se determinó pues a presentar combate, a sabiendas que las probabilidades de salir
airoso de la emboscada eran nulas. La Covadonga y el Almirante Blanco Encalada en esos
momentos se hallaban a una distancia de seis millas con dirección al Huáscar, mientras que la
O'Higgins y el Loa iban tras la Unión, persecución que resultaría infructuosa. El Almirante Cochrane
no contestó inicialmente los disparos, sino que acortó distancias gracias a su mayor velocidad,
estando a 500 metros, una andanada del monitor golpeó la banda del acorazado chileno haciéndolo
bandearse por unos instantes, pero sin mayor daño y cuando estuvo a 200 m por babor del
Huáscar, hizo sus primeros disparos, perforando el blindaje del casco y dañando el sistema de
gobierno.179

Combate de Angamos, óleo de Teófilo Castillo. Representa el enfrentamiento entre el monitor


Huáscar y los blindados Cochrane y Blanco Encalada.

Grau en su torre, presintiendo lo inevitable y agachándose hacia la rejilla del piso, se despidió de
Diego Ferré en un fraternal saludo de manos. Mientras tanto, las alzas de los cañones chilenos
apuntaban hacia las partes vitales del monitor. Hacia las 10:00 a.m., un proyectil proveniente del
Almirante Cochrane impactó en la torre de mando y al estallar destrozó al contralmirante Miguel
Grau y dejó moribundo a su acompañante teniente primero Diego Ferré.180181 Otro proyectil del
blindado Cochrane dio con el sistema de gobierno del monitor dejándolo en posición de giro
continuo. En tal circunstancia tomó el mando del buque el capitán de corbeta Elías Aguirre, quien
continuó el combate con las naves chilenas. En auxilio del Cochrane llegó el Blanco Encalada, que,
en su ansia de acabar de una vez con el monitor, se acercó demasiado y por poco se salvó de
embestirse con el otro acorazado. Esta circunstancia fue aprovechada por el Huáscar para efectuar
una hábil maniobra que le permitió colocarse en medio de los dos acorazados, disparando sus
cañones sobre ambos alternativamente. Pero los acorazados cambiaron de posición rápidamente y
sus 12 cañones sembraron la destrucción y la muerte en el monitor.182

Pese a sufrir graves destrozos en sus puntos vitales, el Huáscar no se rindió. Su comandante
Aguirre intentó espolonear al Blanco Encalada, sin resultado, y poco después cayó muerto por un
disparo del Cochrane, cuando se hallaba en el puente de mando dirigiendo el combate. Su sucesor
en el comando fue el teniente primero José Melitón Rodríguez, quien también sucumbió
heroicamente, cuando sacaba la cabeza de la tronera de la torre giratoria para apuntar uno de los
cañones, momento en que un proyectil enemigo le voló la cabeza, cayendo su cuerpo inerte en el
interior. Resultaron heridos el capitán de fragata Melitón Carvajal y el teniente segundo Enrique
Palacios. Asimismo, el pabellón peruano cayó dos veces al suelo, al cortarse la driza por efectos de
la metralla enemiga, siendo izado otras tantas veces, como demostración del propósito resuelto de
sus tripulantes de no rendirse nunca.182183

Hasta que, habiendo recaído el mando en el teniente primero Pedro Gárezon Thomas de solo 28
años de edad, este oficial, viendo que ya no era posible continuar la lucha por las condiciones en
las que se hallaba el buque, con sus cañones inutilizados, roto su timón, y con parte de su
tripulación muerta o herida, dio la orden de abrir las válvulas de fondo para inundar al monitor y de
esta forma hundirlo para impedir su captura. Esta orden fue transmitida por el alférez de fragata
Ricardo Herrera de la Lama, al 1° maquinista de la nave, Samuel Mac Mahon, quien se puso manos
a la obra.184183 Uno de los disparos boto el palo de la bandera peruana lo que fue interpretado por
los chilenos como nave rendida. A las 11:10 a.m. los acorazados chilenos suspendieron el cañoneo
y enviaron una dotación armada en lanchas para proceder al abordaje. Esta tarea se vio facilitada
debido a que el Huáscar tuvo que parar el movimiento de su máquina, lo que era necesario para
apresurar la sumersión del buque. Cuando los marinos chilenos ingresaron a bordo, el Huáscar ya
tenía 1,20 m de agua y estaba a punto de hundirse por la popa. Revólver en mano, los oficiales
chilenos ordenaron a los maquinistas cerrar las válvulas y posteriormente obligaron a los
prisioneros a apagar los fuegos que consumían diversos sectores de la nave. La nave, ya
incapacitada para la defensa, acabó así por ser abordada por el enemigo.185183

La lucha había concluido y el Huáscar capturado. De sus 216 tripulantes, 31 murieron y los
restantes resultaron heridos en su mayoría. Ninguno de los oficiales prisioneros entregó su espada
al vencedor, pues lo arrojaron al mar antes de producirse el abordaje. 183 Si bien los chilenos
encontraron la bandera peruana caída, Gárezon explicó al teniente primero Policarpo Toro del
Cochrane que el pabellón se encontraba en la cubierta, junto con el pico, por haberse roto la driza
de madera que lo sostenía y no por haber sido arriado a propósito. 184

Los restos de Grau

Después del combate de Angamos, el teniente primero Pedro Gárezon Thomas, último comandante
del "Huáscar", no quiso abandonar el monitor hasta no haber agotado la búsqueda de los restos del
almirante Grau. Al ver su insistencia, el teniente chileno Goñi le permitió hacer dicha búsqueda en
la torre de mando, que se hallaba destrozada. Garezón entró por un gran boquete abierto por las
bombas y tras una búsqueda exhaustiva, halló finalmente entre los escombros el único resto de
Grau: «un trozo de pierna blanca y velluda, solo desde la mitad de la pantorrilla al pie, que estaba
calzada con un botín de cuero». Gárezon certificó que se trataba de un auténtico resto del
almirante. Colocado en una caja, fue conducido a Mejillones, donde se le honró con una misa
oficiada por monseñor Fontecilla. Luego, el 14 de octubre, por orden expresa del gobierno chileno,
fue trasladado a Valparaíso, a bordo del Blanco Encalada. El capitán de fragata Óscar Viel, que era
concuñado y compadre de Grau, obtuvo de su gobierno el permiso para sepultar los restos de Grau
en el mausoleo de su familia en Santiago, donde permaneció por algunos años. 186

Los restos de Grau, junto con los pertenecientes a otros combatientes peruanos caídos en la
guerra, retornaron al Perú durante el primer gobierno de Andrés A. Cáceres. Llegaron al Callao a
bordo del crucero Lima, el día 13 de julio de 1890, siendo sepultados en una tumba provisional en
el Cementerio Presbítero Maestro de Lima. En 1908 fueron trasladados a la Cripta de los Héroes de
la Guerra del Pacífico, inaugurada por el presidente José Pardo y Barreda en dicho cementerio.

En Chile permaneció un fragmento de la tibia de Grau que era exhibido en un Museo de Santiago,
junto con una gorra y otros enseres personales del héroe. Este resto fue devuelto al Perú el 20 de
marzo de 1958, en solemne ceremonia realizada en Santiago con la presencia del presidente de
Chile, Carlos Ibáñez del Campo. Al día siguiente, llegaron vía aérea a Lima, donde fueron recibidos
por el presidente Manuel Prado Ugarteche, quien, en parte de su discurso ceremonial expresó lo
siguiente:

La figura de nuestro ínclito Almirante, personifica una de las glorias legítimas que enaltecen no solo
nuestros anales y los de América, sino del mundo entero. Su vida y sacrificio son paradigmas de
caballerosidad y abnegación.

Luego, los restos fueron conducidos al edificio de la antigua Escuela Naval en La Punta, donde
fueron depositados en un salón.

Finalmente, el 7 de octubre de 1976, los restos óseos de Grau fueron trasladados en solemne
ceremonia al Cenotafio construido en la Cripta de la Escuela Naval, donde permanecen con guardia
de honor permanente. El 25 de julio del 2003 fueron depositadas allí la espada y las
condecoraciones del héroe.187

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