You are on page 1of 15

r.

orc WACQUANT

Parias urbanos
Marginalidad en la ciudad
a comienzos del milenio

MANANTIAL
Buenos Aires
Índice

Introducción. Claves para pensar la marginación,


Javier Auyero . . . . 9

l. La nueva liuea de color urbana. Estado


del gueto en la Nortcamérica posfordista .. 33

2. Elias en el gueto negro . lOS

3. Parias urbanos. Estigma y división en el gneto


norteamericano y la periferia urbana francesa. 121

4. Marginalidad urbana en el próximo milenio. 165

5. "Enemigos convenientes": extranjeros e inmigrantes


en las cárceles de Europa . 189
164 PARIAS URBANOS

Auitude» Toward Poverty Policy", Social Problems n° 21-5 (junio 4. Marginalidad urbana
de 1974), págs. 634-647. .
Wirth, Louis: 011 Citics and Social Life, editado y con una mtrodue-
en el próximo milenio-
cion de Albert J. Reiss, .Ir., Chicago, University ofChicago Press,
Todos los fenómenos sociales son, hasta
1964. cierto punto, la obra de la voluntad colectiva, y
ésta implica la elección entre diferentes opciones
posibles. [... ] El ámbito de lo social es el ámbito
de la modalidad.
MARca MAUSS
"Les civilisations. Élcments et formes"
( 1929)

* "Urbau Mnrglnalitv in rhc Coming Millenium", en Urbcn Sn.dies, 36-


10 (septiembre de 1999), págs. 1639-1647.
Texto revisado de la alocución ante el plenario de la Reunión de la Aso-
ciación Sociológica Nórdica, Copcnbaguc, Dinamarca, 15 de junio de 1997.
Querría agradecer a los muchos colegas (entre clloaMargarct Bcrtilsson, Pe-
ter Gundelach, Inge Pedcrsen, Troud Petcrscn y Annick Prieur) que, con sus
esfuerzos y entusiasmo, hicieron que mi primera visita a Escandinavia fuera
no sólo posible SiDO también enormemente agradable.
Este artículo analiza las modalidades con que han surgido y
se están difundiendo nuevas formas de desigualdad y margina-
Jidad urbanas en todas las sociedades avanzadas del occidente
capitalista. El argumento se desarrolla en dos etapas.
En primer lugar, es hozo una caracterización compacta de lo
que considero un nuevo réghncn de marg;;lIalidud urbana. Este
régimen se mantuvo en ascenso durante las últimas tres décadas,
desde el final de la era fordista, definida por la producción in-
dustrial estandariznda. el consumo masivo Y' un contrato social
keynesiano que vinculaba ambos aspectos bajo la tutela del Es-
tado de Bienestar Social. No obstante, aún no hemos presencia-
do todas las consecuencias de aquél, porque su advenimiento es-
tá ligado a los sectores más avanzados de nuestras economías.
razón por la cual me refiero a él como "marginalidad avanzada".
La identificación de las propiedades distintivas de este régimcn
de marginalidad urbana en proceso de consolidación nos ayuda-
rá a señalar con precisión qué tiene exactamente ele novedoso la
"nueva pobreza", cuyo ámbito y fuente es la ciudad.
En segundo lugar, abordo la cuestión que in forma implícita-
mente ti orienta explícitamente los debates europeos sobre el
resurgimiento de la indigencia, la división y la tensión en las
metrópolis: a saber, ¿estamos en presencia de una convergcnc¡«
epoca! de regímenes de pobreza urbana a ambos lados del
PARL\S UIUlANOS M/\RGINALlDAD URBANA EN EL PRÓXIMO MILENIO t69

Atlántico? Sostengo <¡ue la respuesta es negativa: la relegación Mientras que antaño, en las metrópolis oceidentales, lo. po-
urbana tiene una dinámica social y espacial diferente en ambos breza era en gran medida residual o cíclica, estaba fijada en co-
continentes. No obstante. las sociedades europeas deben estar niunidades de elase obrera, era geográficamente difusa y se la
en guardia contra las políticas públicas que aislan distintas zo- consideraba remediable mediante una mayor expansión del
nas y poblaciones urbanas, lo <¡ne las alienta a adoptar estrate- mercado, hoy parece ser cada vez de más largo plazo si no per-
gias de vida divergentes y hasta opuestas que pueden inducir manente, y está desconectada de las tendene ias lllaeroeconómi-
ciclos autoalimentadores de involución social, no diferentes de cas y establecida en barrios relegados de mala farua en los que
los que subyaccn a la guetificación en Estados Unidos. el aislamiento y la alienación sociales se alimentan uno al otro
Pese a Sll titulo, entonces, este trabajo no es 1111 aporte a la a medida que se profundiza el abismo entre las personas allí
novelera cclebración rnilcnarista del "2000". Más bien, es un confinadas y el resto de la sociedad.
intento de dinguosiicar las fuerzas y las formas sociales de que La consolidación de este nuevo réuimcn de maraiuulidad ur-
b b
estú llena nuestra actual penuria urbana, y quc promereu mode- bana se mueve por diversos caminos y asume difercntes formas
lar las metrópolis del mañana, a menos <¡ue ejerzamos nuestra cn los distintos países del Primer Mundo. En Estados Unidos V
"voluntad colectiva" v actuemos para frenar mecanismos y en- el Reino Unido se ha visto enormemente facilitada por la polf-
cauzar tendencias en una dirección diferente. tica de achicamiento tolal del Estado llevada adelante tanto por
partidos conservadores como liberales [progrcsistas] en las úl-
timas décadas, y por la rígida o creciente separación espacial y
Sintonn,: de nunoinatí.l.u! OI'IIIEOdo social de personas blancas y de color en los grandes centros ur-
banos. En otras naciones con fuertes Estados benefactores cor-
ti filial dcl siglo xx presencia una trasccndentul trausfonua- poratistas o socialdemócratas y ciudades menos segregadas, co-
e ion de las raíccs. la composición y las consecuencias de la po- nio las del norte de Europa y Escandinavia, esa política ha sido
hreza urbana el) la sociedad occidental. Junto con la moderniza- atenuada en parle, pero no completamente descartada. y se
ción económica acelerada, provocada por lu reestrucuunciou complicó con el conflictivo tenia de la intcaración
D de los. inmi-
global del capitalismo. la cristalizució» de una llueva división in- granles y refugiados del Tercer Mundo, tal como se expresa en
tcruacioual del trabajo (fomentada por la velocidad frenética de la angustia por la cristalización de "uuetos"
<....- -- ..t:!. - , de inmiurantes
. b· , (IUf"
'"

los flujos financiero- y los trabajadores a través de fronteras na- cubren el continente, de Marsella a Munich y de Bruselas a
ciouales porosas) v el desarrollo de nuevas industrias de uso in- Brindisi.?
teusivo del conocimiento, basadas en revolucionarias tecnologías
de la información y generadoras de una estructura ocupacional
dual, se ha producido la modernización de la miseria: el ascenso Nature and Implications", Acta Sociologicu, n° 39-2, 1996, págs. 121-139, se
de un lluevo rcuimcn de desiuualdad v maminalidnd urbanas.' encontrará un desarrollo más completo del argumento.
~ ~ J •

2. \léanse, por ejemplo, Costis Hadjimichalis y David Sad!cr (comps.),


Europc at {he Margins; NewÓvíosoics 01 fnequality (Nueva York, Wiley.
1995), y E11Z0 Mingionc (comp.), Urbon Povcrty and the Undcrclass (Ox-
J En l.()'!c Wacqunnt. "Thc Rise 01' Advanced Margiualiry: Notes on Its Iord, Basil Btackwell, 1996).
170 PARLAS URBANOS ~lARCi!N¡\UD¡\DURBANA EN EL PROXl1'vl0 1\HT.FNIO 171

Cualquiera sea la etiqueta utilizada para designarla "infra- Cuatro lógicas estructurales
clase" ["zlI1derc1ass "] en Estados Unidos e Inglaterra, "nueva alimentan la nueva marginalidad
pobreza" en Holanda, Alemania y el norte de Italia, "exclusión"
en Francia, Bélgica y los países nórdicos-; los signos revelado- Pero las propiedades estructurales distintivas de la "miseria
res de la nueva marginalidad son inmediatamente reconocibles rnodernizada' son mucho menos evidentes que sus manifesta-
incluso para el observador casual de las metrópolis occidenta- ciones concretas. Esquemáticamente, el régimen de marginali-
les: hombres y familias sin hogar que bregan vanamente en bus- dad emergente puede caracterizarse C01l10 el producto de cuatro
ca de refugio: mendigos en los transportes públicos que narran lógicas que, en conjunto, reconfiguran los rasgos de la pobreza
extensos l' desconsoladores relatos de desgracias y desamparo urbana en las sociedades ricas. Estos rasgos marcan 1111 agudo
personales; comedores de beneficencia rebosantes no sólo de contraste con las características dominantes de la pobreza en la
vagabundos sino de desocupados y subocupados; la oleada de era de expansión fordistn, desde el final de la Segunda Guerra
delitos y rapiñas, y el auge de las economías callejeras informa- Mundial hasta mediados de la década del setenta.
les (y las más de las veces ilegales), cuya punta de lanza es el
comercio de la droga: el abatimiento y la furia de los jóvenes l. Dinámica macrosocial. el resuryhnicnto de la desigualdad
impedidos de obtener empleos rentables, y la amargura de los social
nntiguos trabajadores a los que la dcsindusüializaciún J' el
avance tecnológico condenan a la obsolescencia: la sensación La nueva marginalidad urbana no es la resultante del atraso,
de retroceso, desesperación e inseguridad que gana las barriadas la ociosidad o la declinación económica, sino de la desigualdad
pobres, encerradas en una espiral dcsccndcntede ruina aparen- creciente en el C017te.Yto de un avance J' una prosperidad econó-
temente imparablc, y el crecimiento de la violencia etnorracial, mica global.
la xenofobia y la hostilidad hacia los pobres y entre ellos. En to- El atributo más enigmático de la nueva marginalidad posi-
dos lados, las elites estatales y los expertos en politicas públicas blemente sea, en efecto, el hecho de que se difunde en una era
están marcadamente preocnpados por impedir O contener los de caprichoso pero resuelto crecimiento que provocó una espec-
"desórdenes" que se preparan dentro y en torno de los enclaves tacular mejora material para los miembros más privilegiados de
en expansión de declinación y abandono urbanos." las sociedades del Primer Mundo. No obstante las menciones ri-
tuales de la "crisis" entre los políticos, todos los grandes paises
capitalistas experimentaron una expansión de su PBl y un rápi-
do aumento de 18 riqueza colectiva en las últimas tres décadas.
La opulencia y la indigencia, el lujo Ji la penuria) la abundancia
y la miseria florecieron lado a lado. Así, la ciudad de llarnbur-
3. Así, e! florecimiento de investigaciones sobre declinación y mi-crin ur- go, que de acuerdo con algunas mediciones es la lllás rica de
banas promovidas por diversos organismos nacionales y Iransnacionales en-
Europa, exhibe tanto la proporción más alta ele millonnrios co-
tre ellos la Comisión Europea (COI1 su Programa SoCiOCC0J1Ó111ko Dirigido so-
bre Exclusión e Integración), la OCDE y hasta la OTAN por el lado europeo, y mo la incidencia más elevada de beneficiarios de la asistencia
grandes fundaciones Filantrópicas en 185 riberas norteamericanas. pública en Alemania, mientras que Nueva York es el hogar de
172 PAIUAS URBANOS MARGINALlDAD URBANA EN EL PRÓXIMO MILLNIO 173

la clase alta más grande del Planeta, pero también del mayor índice de pobreza norteamericano había sufrido en diez años un
ejército de personas sin techo e indigentes de todo el hcmisfe- alza del 15,1 por ciento (para llegar a un pasmoso total de cua-
rio occidental." renta millones de pobres), pese a dos años de sólida expansión
Aunque aparentemente contradictorios, ambos fenómenos económica. Entretanto, la Unión Europea registra oficialmente
están en realidad vinculados. En efecto, las nuevas formas ele un récord de cincuenta y dos millones de pobres, diecisiete mi-
búsqueda de productividad y rentabilidad en la "alta tecnolo- llones de desocupados y tres millones de personas sin techo -y
gía" de.l'..radaron
'-... ,-.
la industria manufacturera, y los sectores de la cuenta sigue- en e! marco de la reanudación del crecimiento
servicios empresarios y financieros que impulsan el capitalismo económico y la mejora de la competitividad global.
fin-de-siecl> dividen la fuerza de trabajo y polarizan el acceso En otras palabras, la marginalidad avanzada parece haberse
al empleo duradero y las retrihuciones procuradas por él. Por "desacoplado" de las fluctuaciones cíclicas de la economía na-
un lado, la modernización postindustrial se traduce en la multi- cioual. La consecuencia es que las alzas en la ocupación y el
plicación de puestos altamente calificados para el personal pro- ingreso agregados tienen pocos efectos benéficos sobre las po-
fesional v técnico C011 íormnción universitaria )', por el otro, en sibilidades de vida en los barrios relegados de Europa y Esta-
la descalificación y la eliminación lisa y llana de millones de clos Unidos, mientras que las bajas producen más deterioro y
empleos para los trabajadores sin preparación." Más aún, la aflicción en ellos. Si esta desconexión no se remedia ele aluún
b

producción y el crecimiento sin empleos en muchos sectores modo, un mayor crecimiento económico generará iuevirablc-
cconomicos no es en la actualidad una posibilidad utópica sino mente más dislocación urbana y depresión entre quienes han si-
una agridulce realidad. 1.0 testimonia el virtual vaciamiento del do empujados hacia el fondo de! orden urbano emergente y es-
puerto de Rorterdam. tal vez el más moderno de! mundo y uno tán atrapados en él.
de los grandes responsables del aumento de la desocupación
por encima del 20 por ciento en esa ciudad holandesa. 2. Dinámica económica: la mutación del trabajo asalariado
Cuanto más avanza la economía capitalista remodelada, más
amplio y profundo es el alcance de la nueva marginalidad y más La nueva margiualidad urbana es el subproducto ele una do-
concurridas las filas de las personas arrojadas ti la agonía de la ble transformación de la esfera del trabajo. Una es cuantitativa
miseria sin tregua ni remedio, aun cuando caiga el índice oficial y en tralla la climinaciou de millones de empleos sernicalifica-
de desocupación y aumente el ingreso en el pais. En septiembre dos bajo la presión combinada de la automatización y la com-
de 1994. la Oficina de Censos de Estados Unidos informó que e! petencia laboral extranjera. La otra es cualitativa e implica la
degradación y la dispersión de las condiciones básicas de em-
pleo, remuneración y seguridad social para todos los trabajado-
4. Johu H Mollcnkopfy Manuct Castclls (cnmps.], Duol Cuy Restrucíu- res, salvo los más protegidos.
Fill}!, /Vn1' Yorl: (Nucva Yorle Rus-"cll Sage loundarion. 1991). Desde la época en que Friedrich Engels escribió su clásico
S. Sask¡a Sassen. [he Global Cnv. "VCH' York. l.ondon, Tokyo (Priuccton,
tratado sobre la condición de la clase obrera en las fábricas de
Princcton Univcrsity Prcss. 19lJ]): Martin Carnoy ct al.. The New Global
L:co!l()II1.1' in {he 111j(ml7otioll /Igc (Baltimorc, Johns l lopkins Univcrsity Press, Manchcster, hasta la crisis de los grandes enclaves iudustriales
1(93). del capitalismo curonorteaniericano un siglo y medio después,
174 PARIAS URBANOS l\fAR01NALlDAD URBANA EN r.r. PR6XI!\IO l'v!lí.ENIO 175

se suponía correctamente que la expansión del trabajo asalaria- les como la cobertura de salud, el mismo contrato salarial se
do representaba una solución eficaz y viable al problema de la ha convertido en unafuente deji-agmentación Ji precariedad. y
pobreza urbana. Bajo el nuevo régimen económ ico, ese supues- no de homogeneidad y seguridad socia les para quienes están
to es a lo sumo dudoso, y en el peor de los casos lisa y llana- confinados en los segmentos periféricos de la esfera del cm-
mente erróneo. pleo.? En síntesis, mientras que antaño el crecimiento económi-
Primero, una fraccion significativa de la clase obrera se ha co y la expansión correlativa del sector asalariado representa-
convertido en superflua y constituye una "población excedente ban la cura universal contra la pobreza, hoy son parte de la
absoluta" qne probablemente nunca vuelva a encontrar trabajo. enfermedad.
Sea como fuere, dado el aflojamieuto del vínculo funcional en-
tre la actividad macrocconómica y las condiciones sociales en 3. Dinámico politlca: la reconstrucción de los Estados
los enclaves pobres de les metrópolis del Primer Mundo, y con- de Bienestar
siderando los aumentos de productividad posibilitados por la
nutomatización )! la computación, ni siquiera índices milagro- La fragmentación y desocialización del movimiento obrero
sos de crecimiento podrían reintegrar a la fuerza de trabajo a no son los únicos factores que alimentan el ascenso de la llueva
quienes han sido dcsproletarizados, es decir, duradera y forzo- pobreza urbana En efecto, junto con 1"5 fuerzas del mercado,
samente expulsados dclmercado del trabajo asalariado para ser los Estados de Bienestar son grandes productores y modelado-
reemplazados por una comhinación de máquinas, mano de obra res de desigualdad y 111arglnalidad urbanas. Los Estados no
inmigrante ha rata y trabajadores extranjeros." lo despliegan programas y. políticas destinados a "enjugar" las
Segundo, y más importante, el carácter mismo de la relación consecuencias mús evidentes de la pobreza y' amortiguar (o no)
salarial cambió en las dos últimas décadas de una manera tal su impacto social y espacial. También contribuyen a determinar
que ya no otorga una protección a toda prueba contra la amena- quién queda relegado, cómo, dónde y durante cuánto lICl11pO.
za de pobreza, ni siquiera a quienes están incluidos en ella. Con Los Estados son grandes motores ele estratificación por pro-
la expansión del trabajo temporario, de tiempo parcial y"ncxi- pio derecho: )' en ningún lado lo son tanto como en la hase del
ble" ~que acarrea menores beneficios-. la erosión de la protec- orden sociocspacial:" proporcionan o impiden el acceso a una
ción sindical. la difusión de escalas remunerativas de dos nive- escolarización y una formación laboral adecuadas: fijan las
les, el resurgimiento de talleres negreros. trabajo a destajo y condiciones para ingresar en el mercado laboral )' salir de él, a
salarios de hambre, y la creciente privatización de bienes socia-

7. Véanse, 1101' ejemplo. Euiopcan Economic Comnumuv.


Eccnomy and Irregular Forras al Fmpí oyment. ,\'~\'II(!lC-SlS .ind (
6_ .lcrcmy Hifkin, The End 01 filork. Thc Decline 01 tlic Glocol fl'ork Honograp/¡ies (Bruselas, mimcocrañado. 19R9¡: Rene !\'lahit (c\)I11]'_). re
Force nnd íhe D(!\\'II of íhe Poss-Morket Era (Nueva York, G. P. I'utnams Travail dans '"in.'Sr O/lS_ !?opPOI"( de /0 Connnission présieir!c t'a" .lerm Boisso-
Sons. 1995) [traducción custclíana: Flfin del trabajo." el declive de la tuerza na! (París, Odilc Jacob. J 995): Catucron Lvnnc Maclionnld y Carmen SiI'ian-
de trot-o eloí-al y el nacimiento de la era posnrercodo. Barcelona. Pflidós, ni (comps.], íí'orking in {he Servíce Economy (Filadclfia. Temple Univcrsíl)
19961 Press. 19961,
176 PARIAS UIl".BANOS MARGINALIDAD URBANA EN EL PRÓXIMO MILENIO 177

través de las normas administrativas atinentes a las contratacio- al bienestar y acelera la incipiente privatización de la política
nes, los despidos y lasjubilaciones; distribuyen (u omiten dis- social.
tribuir) bienes básicos de subsistencia, como la vivienda e in- Una lógica similar de recortes y traspasos presidió las modi-
gresos complementarios: apoyan 1I obstaculizan activamente ficaciones generales o graduales de los sistemas de transferen-
ciertos ordenamientos farniiiarcs y hogarefios, y codetertn ixan cias sociales en el Reino Unido, Alemania, Italia y Francia,
tanto la intensidad material como la exclusividad y densidad Aun Holanda y los paises escandinavos implementaron medi-
geogrúlicas de la miseria mediante una multitud de programas das destinadas a reducir el acceso al sostén público y contener
administrativos Y' fiscales. el crccimicntc de los gastos sociales. Ll mantra de la "globali-
F/ aehiemllicll/o)' Iu desnrticulacion del Es/ar/o r/e Bienes- zación" y las restricciones fiscales impuestas por el Tratado de
{UI' son dos de las grandes causas del deterioro y la indigencia Maastricht sirvió en todas partes para justificar esas medidas y
sociales visibles en las metrópolis de las sociedades avanzadas. disculpar la desinversión social en antiguas zonas obreras ex-
Ls!o es part icnlarmcnte notorio en Estados Unidos, donde la tremadamente dependientes de la provisión estatal de bienes
población cubierta por los planes de seguridad social se redujo públicos. [as crecientes deficiencias de los programas nacioua-
progresivamente durante dos décadas, en tanto que los progra- les de seguridad social indujeron a las autoridades regionales y
mas dirigidus a los pobres fueron recortados y convertidos cada locales a establecer, como meros parches, sus propios planes de
ve7 nlÚS en instrumentos de vigilancia y control. La reciente asistencia (especialmente cn respuesta a la falta de techo y la
"reforma del bienestar social" urdida por el congreso republica- desocupación de larga data).
IlO v traustonnada en ley por el presidente Clinton en el verano La irrelevancia del "Estado nacional" se ha convertido en
de -19%, cs emhlemúti~'a de esta lógic3." La ley reemplaza el un lugar común de la conversación intelectual en todo el mun-
derecho a la ayuda pública por la obligación de trabajar, si es do. Hoy está dc moda lamentar la incapacidad de las institucio-
necesario cn puestos inseguros y con salarios por debajo del nes politicas centrales para poner un freno a las cada vez mayo-
promedio. Y' es aplicable a todas las personas sanas, incluidas res dislocaciones sociales resultantes de la reestructuración
las madres jóvenes con hijos a su cargo. Disminuye de manera capitalista global. Pero grandes y duraderas discrepancias en la
drúslica los fondos de asistencia J' establece un tope para la co- incidencia y persistencia de la pobreza, así como en los niveles
hertura ele scu,uridad social que un Individuo puede recibir en de vida, la (in)movilidad y la distintividad espacial de los 1'0-
Sil vid». Por ultimo, transfiere la responsabilidad administrativa brcs urbanos en diferentes países, sugieren que las noticias so-
del Qobit'!110 Cederal a los cincuenta estados y sus condados, bre la defunción del Estado Nacional de Bienestar fueron su-
enn Jo que agrnva las desigualdades ya existentes en el acceso ruamcnte exageradas, Hacia fines de la década de 1980, los
programas impositivos y de transferencias elevaron a la mayo-
ria de los hogares pobres casi hasta el nivel del ingreso medio
nacional en Holanda (62 por ciento) y Francia (52 por ciento);
~_ Gosra Espiug-Auderscn (comp.}, ChOligillg Clusses. Stratificatíoll and
slobiiitv ¡JI Pon-lndusmo! Socicííes (Ncwburv Pnrk , Sage, 19(3).
en Alemania occidental, sólo un tercio de las familias pobres
9. 1~.oYC Wacquant, "Les pauvrcs en pfíturc: la nouvctlc pnlitique de la mi- salió de esa situación gracias al apoyo gubernamental, y en Es-
sére en Amétique". Hérodote ni' 85, primavera de 1997, págs. 21-33. tados Unidos virtualmente ninguna. [a indigencia extrema en-
178 PARIAS URBANOS MARGINAllDAD URBANA FN EL PRÓXIMOlvllLENIO 179

tre los niños fue eliminada en los países escandinavos, mientras monización

referidos a ellos, que han brotado como. houuos
. b"'

que azota a uno de cada seis (y a uno de cada dos en el caso de solo tengan tenues conexiones con la realidad de su vida coti-
los negros) en Estados Unidos. 10 diana. Un penetrante estigma territorial recae firmemente so-
Los Estados marcan efectivamente una diferencia; elaro es- bre los residentes de esos barrios de exilio sociocconómico v
tá, cuando se preocupan por hacerlo. Por lo tanto, es imperativo suma su peso a la mala fama de la pobreza y el prejuicio rena-
volver a ponerlos en el epicentro de la sociología comparativa ciente contra las minorías etnorraciales y los inm igrantes."
de la marginalidad como instituciones tanto generadoras como Acompaña a la estigmatización territorial una pronunciada
rcp arodoras . disminución del sentido de comunidad que solía caracterizar a
las antiguas localidades obreras. En la actualidad, el barrio va
4. Dinámica espacial: concentración y estigmatizacion no representa un escudo contra las inseguridades ;/ las prcsio-
nes del mundo exterior, un paisaje familiar v rcafirmante im-
Durante las décadas de expansión industrial de la posguerra, buido de significados y formas ;Ie
mutuali(lad colectivos. Se
por lo general la pobreza se distribuía en las metrópolis a través convierte en un espacio vacío de competencia)' conflicto, un
de los distritos obreros y tendía él afectar una sección transver- campo de batalla Ilcno de peligros para la lid diaria de la su-
snl de trabajadores manuales y 110 calificados. En contraste, la pervivcncia y la huida. Este debilitamiento de los lazos comu-
nueva marginalidad muestra tilla tendencia distinta a conglO1~le­ nitarios con base territorial alimenta a su vez una retirada a la
rarsc y acumularse en áreas "irrcductiulcs' y a las que "no se esfera del consumo privatizado y las estrategias de distancia-
puede ir", que son claramente identificadas -no menos por sus miento ("no soy uno de ellos") que socavan aún más las solida-
propios residentes quc por las personas ajenas a cllas- como ridades locales y confirman las percepciones despreciativas del
pozos urbanos infernales repletos de depr ivacion, inmoralidad barrio.
y violencia donde sólo los parias de la sociedad tolerarían vivir. Debemos estar en guardia ante la posibilidad de que éste sen
Nantua en f ilndelfia. Moss Side en Mancuester, Gutlcut- un fenómeno transicional (o cíclico) conducente en definitiva a
viertel en Hamburgo, Brixton en Londres . Niewe Westeu en la desconccntración o difusión espacial de la marginalidnd ur-
Rotterrlam, Les Minguettes en los suburbios de Lyon y Bo- bana. Pero para quienes est-án en estos momentos confinados en
higny en la periferia parisina: estos barrios en los que se atrin- el fondo del sistema jerárquico de lugares que componen el
chera la miseria se han "ganado un nombre" como depósitos de nuevo orden espacial de la ciudad, el futuro es hoy. De manera
todos los males urbanos de la época, lugares que hay que evi- conexa, debe destacarse que esos barrios de relegación son
tar, temer y desaprobar. Importa poco que los discursos de de- criaturas de las politicas estatales en materia de vivienda, urba-
nismo y planificación regional. En el fondo, entonces. su sllrgi-

10. Extraje estos datos de Kathetine Mcf'are, Roger Luwson y William


.lulius Wjlson (cornps.]. Povertv. lneqnnlity, and Future ot Social Palier
(Nueva York, Russct! Sage Poundation. 1995): en Olli Kangas, Tíie P(}¡ific~s 11. Séan Damer ofrece un excelente análisis de este proceso de cstigma-
of.<:.,'odd Rights (Estocolmo, lnstiuue Ior Social Research, 1991), se encontra- tización pública en From Moorcpork to "¡Ville .íllcv" rile I?ise nnd Foil {(
rá una perspectiva más analítica de esta cuestión. Glasgow Houstng Schcmc (Editnburao, Rdirnburgh llniversitv Prcss. 19W})
ISO {'ARIAS URBANOS l'v1A.RGlNALIDAU URBANA EN EL PRÓXII'vTO tvllLENIO 181

miento, consolidación y dispersión final son en esencia una ción socioespacial segmentada y paralela que cumple la doble
cuestión política. finalidad de la explotación y el ostracismo de una categoría et-
norracial limitada), entonces la respuesta es claramente negati-
va.l ' En contra de las primeras impresiones y los informes su-
El espectro de la convergencia transatlántica perficiales y motorizados por los medios, la alteración de las
metrópolis continentales no disparó un proceso de guetificación:
Todo el mundo tiene presente una cuestión cuando se trata no está produciendo conjuntos socioespaciales culturalmente
del deterioro de las condiciones sociales y las oportunidades de uniformes basados en la relegación forzada de poblaciones es-
vida en las metrópolis del Viejo Mundo: ¿se~ala el ascenso de tigmatizadas en enclaves donde éstas desarrollan organizaciones
esta llueva marginalic1ad un acercamiento estructural entre Euro- específicas del grupo y dcl lugar que sustituyen, y duplican el
pa y Estados Unidos según el modelo de este último pais?12 marco institucional de la sociedad más general, si bien en un ni-
Planteada en términos tan simplistas ,"o bien, o bien... di- vel inferior e incompleto.
fícilmente pueda darse una respuesta analiricatncntc rigurosa a No hay un gueto turco en Berlín ni un gueto árabe en Marse-
esta pregnnta. En efecto. los regímencs de marginalidnd urbana lla ni un gueto surinamés en Rotterdam ni un gueto caribeño en
son bestias complejas y caprichosas: están compuestos por con- LiverpooL Si existen en todas estas ciudades sectores residen-
juntos imperfectamente articulados de mecanismos instituciona- ciales o comerciales alimentados por la afinidad étnica. La dis-
Ics vinculantes de la cconomia, el Estado. el lugar y la sociedad crirninación y la violencia contra los inmigrantes (o presuntos
que no evolucionan al unisono y. por otra parte, difieren de ma- inmigrantes) también son datos concretos de la vida en todos
nera sigllificativa de país en país, según las concepciones e ins- los grandes centros urbanos de Europa.!! Combinado con su
titucioues nacionales de la ciudadanía. Por lo tanto, ante todo es distribución de clase típicamente más baja y los mayores índi-
necesario refonuular este interrogante. ces de desempleo, esto explica la representación desproporcio-
Si pOI" convergencia entendemos la completa "norteamerrca- nada de las poblaciones de origen extranjero en los territorios
nizacióu" dc los patrones urbanos de exclusión en la ciudad eu- urbanos de exilio. Pero la discriminación e incluso la segrega-
ropea, que nos adentran en el camino de una guetificacion del ti- ción no significan una guetificación. Tal como existen, esas
po impuesto a los afroamerieauos desde que se urbanizaron a concentraciones de inmigrantes no son el producto elel encierro
principios del siglo xx (es decir, la constitución de una forma- institucional del presunto grupo en un confinamiento espacial

! 2. \' 0:1115:C. por cjemp!o. Malcoltu Cross (comp.), Ethníc Minorities and 13. Loic Wacquaüt, "Red Belt, Black Belt: Racial División, Class lncqua-
lndnshiol C!ulIIge in LIIJ'opc ond Noríh .'Jmerica (Cambridge, Cambridge lity, and rhc Starc in the Frcnch Urban Periphcry aud thc American Ghetto", en
Un¡ l'ress. 19(2): Stephan Musterd (c01l11).). número especial sobre "A E. Míngiouc (cornp.), Urban I'oveny and thc Underclass, op. cit., págs. 234-
Rising Europccu Uudcrclus:.?", Hui!' Lnvíronment n" 20-3,1994; Ronald van 274,
Kcmpcu y Peter Marcusc (comps.}, 1111' ,\'e\ji Spanal Order cfCitíes (Cam- 14. .lohn Wrcnch y Johu Solomos (comps.], Racism and Mígration in
bridge, Bluck-vcll. 1997); llarttuut H(iufknnall y Martin Kronaucr (comps.), ííestcrn El/rape (Nueva York. Berg, 1993), y Tom Bjcrgo y Rob \Vhitc
Die Neue AnnUf und Exklusion in der Stadt (Frcncfort, Sulnkamp, en prensa). (ccmps.). Roe/sr Viclence in Enrope (Nueva York, SI Martins Press,1993).
182 PARIAS URBANOS
MARG1NAUDAD URBANA EN EL PRÓXIMO MlIFNJO 183

rígido; así lo demuestran los índices crecientes de matrimonios respuesta es un "sí" limitado y provisorio, aunque con las si-
mixtos v la difusión espacial cuando mejoran la educación y la guientes y sólidas salvedades. Primero, esto no implica necesa-
posició¡; de clase." En rigor, si hay algo que caracteriza los ba- riamente que esté en marcha un proceso de "racialización" del
rrios de relegación que brotaron en todo el continente cuando espacio y que las sociedades del Viejo Mundo sean testigos de
los mecanismos de reproducción de la clase obrera empezaron a la formación de "minorías", en el sentido de comunidades étni-
sufrir tropiezos, es su extrema heterogeneidad étn ica, así como cas movilizadas v reconocidas como tales en la esfera pública.
su incapacidad de satisfacer las necesidades hásicas y englobar Segundo, el conflicto etnorracial no es un fenómeno novedoso
la rutina diaria dc sus habitantes, dos propiedades que los con- en la ciudad europea: irrumpió repelidas veces en el siglo pasa-
vierten en antigurtos. do durante períodos de rápida reestructuración social y econó-
Si la convergencia implica que los ciclos antoalimentadores mica, lo cual también significa que hay poco en él que sea dis-
de degradación ecológica, deprivacion social y violencia, que tintivamente "norteamericano". 17
terminan en el vaciamiento espacial y el abandono institucio- Para terminar, y en contra del patrón estadounidense, 13 COIl-
nal. están hoy vigentes en el continente, entonces la respuesta
tienda putativamente racial en las ciudades del Viejo Mundo no
vll~lve a ser negativa, porque las áreas europeas de exilio si- es alimentada por la brecha en aumento entre inmigrantes y na-
gucn estando, con pocas excepciones (como las ciudades del tivos sino por su mayor cercanía en el espacio social y' físico.
sur de Italia), profundamente penetradas por el Estado. El tipo
El exclusivismo etnonacional es una reacción autóctona a In
de "triage " [selección] y deserción deliberada de las áreas ur-
abrupta movilidad descendente de la clase obrera nativa, antes
banas para "economizar" en servicios públicos que ha afectado
que la expresión de un profundo cambio ideológico hacia un
las metrópolis estadounidenses, es inimaginable en el contexto
reaistro
b racista (o
. racialista). No obstante fantasiosos pronuu-
político europeo, con su denso monitorco burocrático del terri- ciamientos generales sobre la "globalización de la raza". la ere-
torio nacional. Al mismo tiempo. no puede haber dudas de qne ciente preponderancia de la etnicidad en el discurso público y
la capacidad de los Estados europeos de gobernar los territorios la vida cotidiana de Europa, corresponde tanto a una política de
de relegación está sometida a una severa prueba, y tal vez de-
clase como a una política de identidad.
muestre no estar a la altura de la misión si recientes tendencias
hacin la concentración espacial de 13 desocupación persistente
continúan intactas.!" Enfrentar la marginalidad avanzada,' el turno del
Por último, si la convergencia pretende, más humildemente,
Estado penal
destacar la prepondcnlncia creciente de las divisiones y las
tensiones etnorracinlcs en las metrópolis europeas, entonces la En su esfuerzo por abordar las formas emergentes de relega-
ción urbana, los Estados-nación enfrentan una triple alternativa.
15. Nico!c Ttibalat, Faire Fmnce. Une enquéte sur les ínnnigres el leurs
enfants (París, La Découverte, 1995),
17. Robert Moore, "Ethnic División and Class in Western Furope". en
16. Godfried Engberscn. In de schnduw van margen. Stedelijke margina-
Richard Scase (cornp.), Industria! Soricties: Crisis cmd Dívision in rVcstcI"I/
iiteit in Ncderlond (Amsterdam, Boom, 1997). Capitoíísrn ond State Socialism (Londres. Allcn and Unwin, 1989).
MARGlNALIDAD URBANA EN EL PRÓXIMO MILENIO 185
184 PARIAS URBANOS

Si bien Estados Unidos es verdaderamente excepcional por


La primera opción. a media agua, consiste en emparchar los el celo con que adoptó esta "solución" de la polarización social
programas existentes del Estado de Bienestar. Es evidente que y la escala en quc la implementó, la tentación de apoyarse en la
esta alternativa es ineficaz; de lo contrario, los problemas plan- policia y las instituciones penitenciarias para restañar los efec-
teados por la marginalidad avanzada no serian hoy tan acucian- tos de la inseguridad social bzenerada por la difusión del trabajo
~
les. Podríamos incluso aducir que esas respuestas graduales y precario y la reducción de la cobertura de la seguridad social
cada vez más locales a las desorganizaciones causadas por la está presente en toda Europa. Esta situación puede advertirse
polarización urbana contribuyen a perpetuar ésta, en la medida en el espectacular aumento dc los indices de encarcelamiento
en que alimentan l<1 cncofouia e ineficiencia burocráticas. en la mavoria de los miembros de la Unión Europea durante las
La segunda solución. regresiva y represiva, es crinrinalizar dos (JltiI:13s décadas; la sobrcrrcpresentación masiva, dentro de
lo po!Jrezo a través de la contención punitiva de los pobres en las poblaciones encarceladas, de inmigrantes no europeos y
bnnio« cada vez más aislados y estigmatizados, por un lado, y personas de color, asi como de vendedores de drogas y droga-
en cárceles y prisiones, por el otro. Íóse es el camino tomado dictos rechazados del mercado laboral; el endurecimiento de
por Estados Unidos tras los disturbios en los guetos en la déca- las políticas penales, más francamente volcadas a la incapacita-
da de 1%0 (Rotluuau. 1995).18 No es fortuito que la formidable ción en desmedro de la rehabilitación, y guiadas de manera tá-
expansión del sector penitenciario del Estado norteamericano cita por cl principio de la "menor elegibilidad"; por último, en
--la población entre rejas se cuadruplicó en veinticinco años y la superpoblación de los estabiecimicntos carcelarios, que redu-
los departamentos penales ascendieron a la jerarquía de tercer ce la prisión a la función de depósito de indeseables. Cambios
enlple"dm del país, pese a que en ese mismo periodo los nive- recientes en los discursos públicos sobre el desorden urbano re-
les delictivos se mantuvieron. grosso modo, COllstalltes~ se ha- velan una deriva similar hacia un tratamiento penal de la pobre-
ya producido al m ismo tiempo que se difundía el (subjemplco za y las dislocaciones que, paradójicamente, surgen de haber
inlormal v la asistencia pública se marchitaba antes de su "re- truncado la capacidad de intervención social del Estado. Es li-
forma" y ~transformación en un sistema de empleo forzado. La cito, entonces, pronosticar que una convergencia "descendente"
atrofia del Estado social y la hipertrofia del Estado penal son, de Europa en el frente social, que entrañe una mayor desregula-
en efecto, dos rransformaciones corrclarivas y complementarias ción del mercado laboral y prosiga con el desmantelamiento de
que comparten el cstahlccimiento de un nuevo gobierno de la la red de seguridad colectiva, dará como resultado ineluctable
miseria cuya función es, precisamente, imponer el trabajo asa- una convergencia "ascendente" en el frente penal y un huevo
lariado desocializado como una uouua de ciudadanía, a la vez estallido de inflación carcelaria en todo el continente (Wac-
que proporcionan UII sustituto funcional del gueto corno rneca- quant, 1999).
uismo do control racial (Wacquant, 1998). Pese a los abrumadores costos sociales y fiscales del confi-
namiento masivo de las poblaciones pobres y desorganizadoras,
el encarcelamiento sigue siendo, aun en las sociedades más li-
ISo David Rotluuan. "American Criminal Justice I'ulicics in the 1990s", berales, una seductora solución temporal al crecimiento de las
en "lhoruas e;. Blol1lberg Y' Sranlcv Coucn tcomps.}, Puníslnnent and Social dislocaciones urbanas (Christie, 1997). Empero, al margen de
Con/ro! (Nueva York. Aldino de Gruyter, 19(5), págs. 29-44.
J86 PARTAS URB/-\NOS
J\1i\RGlNAI."lD/\D URB/\NA EN EL PRÓXll\l() l\lJLFh'lO 1S7

los poderosos obstáculos politices y culturales que enfrenta la pe and North Ameríco, Cambridge. Cambridge University PI'CSS,
carcelarización al por mayor de la miseria, inherentes a la com- 1992
posición de los Estados socialdemócratas de Europa, la contén- Damer, S: From Moorepark lo "IVine Aller" ¡he Risc and Fall a
ción punitiva deja intactas las causas que son la raíz de la llue- G/asgoH' Housing Scheme. Edimburgh, Edimburgh Univcrvuv
va pobreza. Press, 1989.
La tercera respuesta, progresista, a la polarización urbana Engberscn. G.: ln de schaduw van l11OJ}./:C1l. Stedelijkc m.ngmaliteit in
desde abajo apunta a una reconstruccionfnndamcntol del Esta- Ne derland Amsterdam, Boom. 1997.
Esping-Andersen, G. (comp.): ("I/(l11,'2)ng Classes: Stratifícotíon and
do de Bienestar que adapte su estructura y sus políticas a las
Mobil ity in Post-Industrial Solicites, Newbury Park, Snge, 1qt)3.
condiciones económicas y sociales emergentes. Se necesitan in-
European Economic Comruunity: Undcrground EC0I101l11' 0111:1 I'Teg,lI-
novaciones radicales. como el establecimiento de un salario de
lar Forms ofEmplovment: Svnthes¡« Repon and COIl11flT !\IO!/O-
eiudadania (o ingreso incondicional subsidiado), que separen la gropies, Bruselas, mimen, 1989.
subsistencia y el trabajo, expandan el acceso a la educación a lo Hadjimichalis. C. y David Sadler (cornps.): Euro¡ie (Ir the Maroins
largo de toda la vida y garanticen efectivamente el acceso uni- .1\1C1\' Mosaics oflneonalitv. Nueva York, Wiley and Sons, !995.
versal a bienes públicos esenciales como la vivienda, la salud y Haüñcrman.Tl. !'V1. Kronauer. y V·/. Sicbe l (comps.): Die Ncue Arnuu
el transporte, a fin de difundir los derechos sociales y frenar los und Exklusion in der Siadt. Francfort. Suhrkamp. en prensa.
efectos dclctéreos de la mutación del trabajo asalariado (Vau Kangas, O.: The I'olitics otSocial Riglns, Stockholm, Insiiture rol' So-
Parijs, 1996).19 En definitiva, esta tercera opción es la única cial Research. 199 t .
respuesta viable al desafío que la marginalidad avanzada plan- Mabit, R. (comp.): Le navaíl dans vingt ans. Rappon de la Connnís-
sion présidéc par .Iean Hoissonnot. París, Odilc .lacob, 1995.
tea a las sociedades democráticas cuando éstas se aprestan a
Macdonald, C.L. y C. Sirianni (comps.): n"'orking in th e Scrvicc Eco ..
cruzar el umbral del nuevo milenio.
1I0m1', Filadelfia, Temple University Prcss, 1996.
Metate, K., R. Lawson, y W.J. Wílson (comps.): POn?!'Iy. Inequalitv.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁfiCAS ami Fnmre ofSocial Pol icv; Nueva York, Russell Sage í-ounda-
tion, 1995.
Bjorgo, T. Y R. White (comps.): Racist Violen ce in Europe, Nueva Mingione, E. (comp.): Urbun l'ovenv and tltc Underclass, Oxford.
York, St Martins, 1993. Basil Blackwel. 1996.
Carnay, M. et al.: The New Global Economyin the Inforrnotion Age, Mo1Jenkopf, J.H. y M. Castells (comps.): Dual Citv Restructnring
Baltimore, Johns Hopkins lIniversity Press, 1993. New York; Nueva York, Russell Sage Foundation. 1991.
Ctuisrie, N.: "Fléments de géographie pénale", en .4.ctes de la recher- Moore. R.: "Ethnic División and Class in Wesrcrn l.uropc,' en R.
che en scíenccs sociales, 124, septiembre de 1998, págs. 68-74. Scase (comp.), Industrial Societies: Crisis and Division in 11"('s-
Cross, M. (comp.): Etlinic Minoritics ami Industrial Change in Euro- tern Capimtism and Statc Socíalisnt; Londres, Allen and Unw in,
1989.
Musterd, S. (comp.): Special issue on "A Rising European Undcr-
classT', en Sui!1 Environment, págs. 20-3, 1994.
19_ I'hilippe van I'artjs, Rcfonder la solidanté (París, Éditiolls du Ccrf Noiriel, G.: Le Creusctfrancais, París, Editions du Seuil.
19%) Rifkin, J.: The End o/ Work . Thc Decline otthe Glohal 1V00k Force
lx8 PARlAS URBANOS

(flll!thc l.rawn !JI' the Post-Murk et Era, Nueva York, G.P. Put-
narn ' s SOIlS. 1995. 5. "Enemigos convenientes":
Rotlunnn, D.: American Criminal Justicc Policies in ihe 1990s," en T. extranjeros e inmigrantes
(J-. Blolllberg)' S. Cohcn rccuups.r. Punishnrent and Social Con-
{mi. Nueva York, Aldino de Gruyter, [995.
en las cárceles de Europa-
S;:lssen, s.: rile G/ohal Citv ¡,VCII' York, London, Tokyo, Princeton,
Princetou U 11 iversity Press, 1991.
Ttibalat. N.: Faire Frunce. Une enquétc sur les immigrés el leurs en-
[ants. París, La décuuverte 1995.
Van Kcmpen, R. y P. Marcuse (cornps.): The Neli' Spatiui Order of
Citics, Cambridge, Blackwcll, J998.
Vau larijs. P.: Rcionder la solídarit c. París, Editions du Cerf, 1996.
Wacquant. L: "The Rise 01' Advaneed Marginality: Notes Oll Jts Na-
rurc and huplicarions", en ACfo sociologico; 39-2, págs. 121-139,
[996a.
"Rcd Be[t, B[ack n01l: Racial Division, Class lnequality, and
the Statc in thc Frcnch Urban l'eripherv and the American Ghet-
to", CH E. Miugione (comp.), Urban Poverry and tlie Underclass;
Oxford, Rasil Blac kwel, 1996h.
-,-,-- "Les P~lll\TC'S CtI párure: la nouvel!e politique de Ia misére en
Améiiquc", en Hérodote. 85, primavera de 1997, págs. 21-33.
- -,--- "L'usccnsion de lEtat penal en Amérique", en Actes de la
rcrherchc en scíences sociales 124, septiembre de 1998, págs. 7-
:z ó.

: res Prisons de la misere. París, Editious Liber-Raisons d'a-


gil". 1999 [Trad. cast.: {as cárceles de fa miseria, Buenos Aires,
Manantial, 20001.
Wrench, .1, y. J. Solomos (comps.): Rocí-en and Migratíon in rVestern
EIIJ"ofJe, Nueva York, Berg, 1993.
Y ouug, Jock: lhe Exclusive Sociery: Social Exclusión, Críme, and +. "Suitab!c Eneuiics: Forcigners and Iinmigrants in Eeropcs Prisons". en
Di/lercllce in l-ate Modernítv, Londres, Sage, 1999, Punishment and Societv 1-2, fines de ¡ 999, págs. 215-223.
Este artículo abreva en uno conferencia pronunciada en diciembre de
1998, micnuns era profesor invitado de la Facultad de Derecho de la Uuivcr-
sité de París 1, Panthéon (agradezco a Rémi Leuoir y sus colaboradores del
Crcdhcss por su generosa hospitalidad). Se basa e11 el último capítulo dcl li-
bro Les I'rísons de la misére, París, f:ditiollS Libcr-Raisons dagir, 1999 [tra-
ducción castellana: Las cárceles de la nliscriu,Buenos Aires, Mauautinl,
20001

You might also like