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Introito (acompañado por Nubole Bianche de Ludovico Einaudi)

Un día, desde lo más profundo de mi corazón, escuché una orden:

—Camina. Camina. Camina hacia donde sea.

Somos pocos los que podemos entender el lenguaje del corazón. Y nadie puede ignorar su
voz.
Hay quienes deciden quedarse en un mismo sitio y prosperar, y hay quienes viven la
aventura de la curiosidad porque no pueden echar raíces en un solo sitio. Me vuelven loco
los caminos, porque sé que en esas líneas trazadas por algo superior a mi encontraré todo lo
que necesito para vivir. Porque me hacen sentir parte del mundo entero. Porque rompen
todas las fronteras que cicatrizan lentamente en el mundo. Porque el camino me da retos
que vencer, sed de conocimiento, nuevas amistades, baches de infinito aprendizaje…
Y el disparo de salida salió de mi interior sin previo aviso y me dio un escalofrío. Siempre
supe que tenía algo especial, porque todos tenemos esa chispa en el interior que crepita
lentamente esperando que la aticen. Somos fuego y somos agua. Somos ríos que buscan
ansiosos abrirse paso al mar, una voz silenciada que clama por su existencia en el pozo más
profundo…

Hay quien solo sale a dar una vuelta, y la mitad de su camino solo consiste en desandar lo
andado. Y también hay quien sale a andar dispuesto a dejarlo todo. Tal vez tendríamos que
prolongar el más simple de los paseos para no volver nunca hacia atrás. Las piernas no se
han hecho para estar sentado, se nos entumece el cuerpo y olvidamos la fuerza que nos abre
los ojos todas las mañanas. Están hechas para salir de nuestras zonas de confort. No
podemos olvidar ese toque de locura que da color a la vida. Caminar es vivir, literal y
figuradamente. Pasos, segundos, días, kilómetros, países, proyectos, amores, estudios,
fracasos… todo son etapas que se nos van abriendo para poder disfrutar del mientras.
No pensamos en cuándo llegaremos, si no en cómo podemos mejorar este momento, cómo
podemos hacerlo más brillante que el resto con nuestra propia magia.

Caminar es abrirse al horizonte,


querer aprender de quien sabe más que tú,
enseñar a quien lo necesita,
escuchar a todos,
cruzarse con mil almas peregrinas y compartir un sueño,
lanzarse al vacío,
errar,
caer,
levantarse,
dar la mano al que la pide,
cantar a la madrugada,
ver amanecer,
olvidar el frío,
enterrar la vergüenza en una cámara del tiempo,
gritar “te quiero” a la luz,
susurrar “te quiero” a la oscuridad,
correr, correr hasta sentir vibrar los pies,
sonreír ante la montaña más alta,
reírse de lo imposible delante de sus narices…
caminar es ser más tú mismo de lo que nunca has sido.

Así que aprende a escuchar a tu corazón, que dice “a caminar”, ponte manos a la obra y da
el primer paso. Que tras las primeras pisadas seguro que se te unirán más caminantes
apasionados por el sabor dulce de la alegría y el compromiso de vivir. Camina. Que el
camino te dará alas para volar más alto.

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