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MONSSERRAT JESÚS MARÍN ANGELES

ILSE NICTE- HA DE LA ROSA CÓRDOVA


HISTORIA Y FILOSOFÍA DE LA MEDICINA

Medicina del siglo XIX


El siglo XIX, en cuanto al aspecto médico se caracteriza por la orientación positivista
de las investigaciones, en reacción contra el idealismo y la vieja metafísica
especulativa que, hasta entonces, había prevalecido en la ciencia. Todos estos
cambios se deben, en primera instancia, a los acontecimientos desarrollados
durante los últimos años del siglo XVIII y los primeros del XIX; comenzando con la
revolución francesa a la creación de una burguesía cada vez más activa y que se
incorporaba a las actividades diarias antes vedadas; la repercusión de este
movimiento en las colonias americanas que consiguieron su independencia; y las
grandes conmociones bélicas que acompañan estos sucesos.
Dados no solo estos acontecimientos, sino también en los ámbitos político, sociales
y filosóficos, se comienzan a dar pequeños pasos en la medicina, comenzando con
la corriente filosófica de Kant, que viene a romper con los estigmas de la vieja
metafísica académica e imaginativa, encauzando por un solo rumbo la doctrina
filosófica. Aunque es poco, su aportación a la medicina es la respuesta al
desprendimiento de sus mismas ideas, que se desglosan en distintas orientaciones
del pensamiento; estás son el idealismo* y el positivismo*, que, para su mejor
entendimiento, podríamos resumir como una contradicción entre sí mismas.
La ideología médica comienza con personajes como el alemán Schelling*, quién
confirma firmemente que la doctrina filosófica natural* basado en el sistema Brown*,
basado en la teoría de la identidad del espíritu y la naturaleza*, teoría romántica y
especulativa, la cual resulta inadecuada para el progreso médico, ya que esta
separa la actividad mental, alejándola de la investigación concreta sobre los hechos
y dando, por tanto, lugar a una especulación fantástica. Opuesto a estos hechos, en
Francia, el positivismo se levanta como fruto del materialismo*; esto fundado y
orientado por Comte*. Sin ser completamente aprovechable en la medicina,
constituye la base dónde se iniciarán las grandes investigaciones y avances
médicos a lo largo del siglo XIX, a las que se deberán el florecimiento médico actual.
Como es de saberse, la medicina no es una ciencia que se acrecentara de manera
individual, sino que encontró necesario unirse a otras ciencias para
complementarse; las ciencias naturales, la química y la física toman un papel en las
investigaciones y técnicas de estudio.
Somolinos (1980), dice: “En realidad, el verdadero sentido revolucionario que tiene
el siglo XIX en las ideas médicas, no comienza a producirse hasta mediados del
siglo” (p. 114) Como dice, la metamorfosis en la medicina se efectúo hasta la mitad
del siglo XIX y esto es con las investigaciones y obras de personajes como lo son
Virchow* y Pasteur.
Durante los primeros años, los grandes avances médicos tuvieron cede en Francia,
donde gracias a su auge político en potencia se pueden ver los aportes de grandes
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personajes; Laennec*, a quien se le debe la invención del estetoscopio, instrumento


elemental para la exploración física, y a su vez la descripción más completa y aguda
de las enfermedades torácicas. Junto a este se debe de citar a Corvisart, verdadero
fundador de la escuela francesa del siglo XIX, anatomopatólogo, a quién como
aportación principal se le debe la incorporación a la clínica del procedimiento
exploratorio de la percusión, que había sido ya descrito pero olvidado. También
debe de figurarse a Louis, iniciador de las estadísticas médicas y gran defensor de
la investigación positiva en contra de la teorización estéril. La escuela francesa tiene
como resultado la desaparición de los últimos restos de la sistemática que florece
precisamente en esa época, sostenida por Broussais, autor que basándose en unas
concepciones propias sobre la enfermedad absolutamente erróneas y faltas de
lógica, establece un sistema terapéutico totalmente antiflogístico y debilitante.
Simultáneamente con Leannec y constituyendo la floreciente escuela
anatomoclínica francesa, es preciso citar una larga lista de investigadores que
ayudaron a innovar conceptos y dar aportes a la medicina del siglo XIX y a la actual;
Bayle, antecesor de Leannec a quién se le atribuye algunos conceptos sobre la
tuberculosis; Bretonneu, quien estableció la teoría de especificad de las
enfermedades, Bouillaud, autor de descubrimientos clínicos como lo es la relación
del reumatismo con las enfermedades cardiacas; Pinel y Esquirol, fundadores de la
psiquiatría en su moderno aspecto; Cruveilher que, siguiendo a Morgagni en sus
estudios anatomopatológicos, constituye el principal creador de la escuela
anatomoclínica francesa, después de Leannec. Dupuytren, quién tuvo como única
falla adherirse a las ideas de Broussais después de haber sobresalido como un
cirujano innovador y que dejó sentadas las bases anatómicas de la patología
quirúrgica y finalmente, Larrey, el cirujano jefe de los ejércitos napoleónicos al cual
se deben notables estudios de la cirugía militar y la organización, por primera vez,
de las ambulancias militares para evacuación y tratamiento de los heridos en los
campos de batalla.
Mientras tanto en otros lugares del mundo, la ingeniosa innovación que ocurría en
Francia, repercutía de una manera asombrosa; en Inglaterra destacan; Bright, cuyo
estudio sobre las enfermedades renales continúa actual; Addison, que describe la
enfermedad que lleva su nombre y sin duda su aportación más fundamental es a la
patología endocrina ; Parkinson, autor del cuadro que describe la parálisis agitante,
hoy conocida con su nombre y el patólogo Hodking, observador del síndrome
conocido como enfermedad de Hodking o linfomagranulomatosis maligna. Existe en
este tiempo también una importante escuela irlandesa en la que sobresalen Graves
que publicó una descripción tan admirable del bocio exoftálmico. Y Stokes, dedicado
a estudios importantes sobre los órganos torácicos los cuales culminan con la
descripción del síndrome de Stokes- Adams. A esta misma escuela pertenecen
Chayne y Corrigan, cuyo estudio de la insuficiencia aórtica se ha hecho clásico.
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En Viena, por otra parte, destacan los nombres de Skoda, hombre genial a quien se
deben muchos de os fundamentales datos diagnósticos. Pertenecen también a este
mismo grupo de investigadores y sabios vieneses Rokitansky, cuya extraordinaria
experiencia anatomopatológica fue obtenida durante más de 30, 000 autopsias
efectuadas en su vida y Wunderlich, autor de estudios sobre la temperatura humana
y el uso del termómetro que han sido fundamentales en la práctica médica.
En los estados unidos, con su independencia recién obtenida, se constituye como y
vimos una escuela médica de origen sajón. Se pueden contar entre sus iniciadores
de la primera mitad del siglo a nombres como Gerhard, Bwdicht, Drake y los
cirujanos Physick, los Warren, Dudley, Mc Dowell y Nathan Smith, que, si bien no
hacen descubrimientos fundamentales, si en cambio implantan y consolidan en
américa una medicina de acuerdo a las directrices más avanzadas de la época. Uno
de los descubrimientos prácticos más fundamentales de la medicina
norteamericana es conseguir encontrar una sustancia anestésica tan importante
como el éter sulfúrico, esto antes de que se descubra en Inglaterra el cloroformo.
En el siglo XIX, estudios se llevaron a cabo sobre observaciones
anatomopatológicas precisa y que empleaba para sus investigaciones nuevas
técnicas de otras ciencias. En campos de la ciencia alejados de la medicina, pero
con fuerte parentesco biológico se acaban de descubrir hechos que destruían
muchas ideas antiguas. Los botánicos, desde más de un siglo antes habían
observado la estructura celular de los vegetales y al comenzar el siglo XIX
descubren el núcleo de estas cellas y comprueban también la identidad tisular de
las células, al tiempo que demuestran como el núcleo dirige y controla la actividad
celular. Es importante mencionar a Müller, el gran científico alemán, a quien le
debemos la comprobación de la estructura celular de los tejidos humanos, sin
embargo, es su discípulo Schwann, quien se lanza a la comprobación del hecho
universal que establece a la célula como elemento fundamental de todo organismo
vivo.
En este momento es cuando Rodolfo Virchow aparece en escena, para convertirse
en una de las figuras más representativa y más importante de la medicina del siglo
XIX. Este recoge como inspiración para sus trabajos, la labor del gran Müller y el
establecimiento de las ideas de Schleiden y Schwann. Se le conoce como
anatómico, clínico, patólogo, antropólogo, arqueólogo, historiador, editor,
reformador social y representante del pueblo en la cámara prusiana; consiguió frutos
valiosos de sus trabajos y obras, en las que sobresale aquella con la cual
establécela patología celular destruyendo, de una vez y para siempre, el erróneo
concepto de la patología humoral en sus líneas tradicionales.
Virchow, en su obra clásica Die Cellularpathologic, publicada en 1858, desecha
todas las anteriores concepciones patológicas de la discrasia o la diátesis,
admitiendo que el organismo lleva vida fisiológica, mientras todos sus elementos
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celulares funcionan de un modo regular. Cuando esta fisiología celular se altera,


aparece una patología celular sentada sobre los mismos principios morfológicos y
cuyo estudio puede llevarse a cabo por las mismas técnicas anatómicas e
histológicas.
Con este cambio tan fundamental del concepto médico, se inicia la segunda mitad
del siglo XIX, dejando atrás completamente a la medicina que llevaba consigo el
lastre de la patología humoral que, desde veinte siglos atrás presidía y dirigía todos
los conceptos y teorías para explicar la génesis de la enfermedad, que siempre
estuvo acompañada de una fuerte especulación metafísica.
Apenas comenzada esta segunda etapa del siglo XIX, se inician los descubrimientos
que han de servir de complemento a la teoría de Virchow para establecer un cambio
total del concepto patológico. Pasteur demuestra de modo inequívoco el papel
patógeno de las bacterias y comprueba que del mundo microbiano es de donde
parte la mayoría de los elementos etiológicos de la enfermedad

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