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ESTÁNDARES DE

WESTMINSTER
CONFESIÓN DE FE
Se trata de un breve resumen, notas y comentarios sobre la ortodoxia
doctrinal contenida en la confesión de fe de Westminster que fue adoptada
y hecha pública en 1648.
TABLA DE CONTENIDO
Contenido
Capı́tulo 1: De las sagradas Escrituras __________________________________________________________________ 1
ESTÁNDARES DE WESTMINSTER – CONFESIÓN DE FE

Capı́tulo 1: De las sagradas Escrituras


I. PRIMERA SECCIÓN
Aunque la luz de la naturaleza, las obras de la creación y providencia manifiestan la bondad, la sabiduría
y el poder de Dios de tal manera que los seres humanos no tienen excusa delante de Dios; sin embargo,
éstas no son suficientes para dar aquel conocimiento de Dios y de su voluntad que es necesario para la
salvación. Por lo tanto, agradó al Señor, en diferentes épocas y de diversas maneras, revelarse a sí mismo
y declarar su voluntad a su iglesia. Luego, para la mejor preservación y propagación de la verdad, y para
el establecimiento y consuelo más seguros de la iglesia contra la corrupción de la carne, la malicia de
Satanás y del mundo, le agradó también poner por escrito dicha revelación, en forma completa. Ello hace
que las Santas Escrituras sean de lo más necesarias, puesto que ahora han cesado ya aquellos modos
anteriores por los cuales Dios reveló su voluntad a su pueblo.

ASPECTOS DESTACADOS
La primera declaració n hallada en la confesió n señ ala una importante declaració n histó rica doctrinal, a saber,
que Dios se ha revelado a todas las personas, incluso aquellas que no tienen una Biblia. La revelació n nos
viene de dos formas:

1. A travé s de la luz de la naturaleza, de la providencia y en los hechos secretos de su misma alma


(mediata e inmediata) – conocida como revelació n general
2. A travé s de la Escritura

La revelació n general debe ser altamente apreciada debido a que nos señ ala la grandeza de Dios y la belleza
de todo cuanto nos dice del creador, en tal sentido no es deficiente, cumple todo el propó sito para lo cual Dios
la ha creado. Por tal razó n este primer artı́culo señ ala que todo ser humano está sin excusa respecto al
conocimiento cierto de Dios.

Si bien la revelació n general es suficiente, tambié n es limitada en cuanto a que no puede dar, como bien señ ala
la confesió n, aquel conocimiento que es necesario para la salvació n. Partiendo de este hecho, la confesió n pasa
a señ alar la importancia de la revelació n especial de Dios fundamentada en lo que el autor de Hebreos expone
en sus primeras lı́neas (Heb. 1:1-4). La confesió n nos recuerda lo obvio, la Biblia es un libro acerca de Dios;
pese a que Dios es el tema central, tambié n le agrado al Señ or revelar en las Escrituras, su voluntad para su
iglesia, especialmente con respecto a la salvació n.

Finalmente, este primer artı́culo nos presenta algunas razones por las cuales en su providencia, El Señ or, se
plació en poner por escrito la revelació n que anteriormente era entregada por otros medios, que como bien
la confesió n señ ala, han cesado y por lo tanto hacen que las Santas Escrituras sean muy necesarias:

1. Preservació n y propagació n de la verdad


2. Para un má s seguro establecimiento y consuelo de la iglesia contra sus enemigos mortales: la
corrupció n de la carne, la malicia de sataná s y del mundo

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II. SEGUNDA SECCIÓN


Bajo el nombre de Santas Escrituras o Palabra de Dios escrita están contenidos todos los libros del
Antiguo y Nuevo Testamentos, todos los cuales fueron dados por inspiración de Dios para que sean la
regla de fe y vida.

ANTIGUO TESTAMENTO

1 Génesis. 14 II Crónicas. 27 Daniel.


2 Éxodo. 15 Esdras. 28 Oseas.
3 Levítico. 16 Nehemías. 29 Joel.
4 Números. 17 Ester. 30 Amos.
5 Deuteronomio. 18 Job. 31 Abdías.
6 Josué. 19 Salmos. 32 Jonás.
7 Jueces. 20 Proverbios. 33 Miqueas.
8 Rut. 21 Eclesiastés. 34 Nahum.
9 I Samuel. 22 Cantar de los Cantares 35 Habacuc.
10 II Samuel. 23 Isaías. 36 Sofonías.
11 I Reyes. 24 Jeremías. 37 Aggeo.
12 II Reyes. 25 Lamentaciones. 38 Zacarías.
13 I Crónicas. 26 Ezequiel. 39 Malaquías

NUEVO TESTAMENTO

1 Mateo. 10 Efesios. 19 Hebreos.


2 Marcos. 11 Filipenses. 20 Santiago.
3 Lucas. 12 Colosenses. 21 I Pedro.
4 Juan. 13 I Tesalonicenses. 22 II Pedro.
5 Actos. 14 II Tesalonicenses. 23 I Juan.
6 Romanos. 15 I Timoteo. 24 II Juan.
7 I Corintios. 16 II Timoteo. 25 III Juan.
8 II Corintios. 17 Tito. 26 Judas.
9 Gálatas 18 Filemón. 27 Revelación

ASPECTOS DESTACADOS
La segunda secció n afirma que la revelació n de Dios se halla completa en los libros contenidos en el AT y NT,
que estos son inspirados por Dios y son dados como la norma de fe y conducta.

III. TERCERA SECCIÓN


Los libros comúnmente llamados Apócrifos no siendo de inspiración divina, no son parte del canon de la
Biblia, y por tanto no tienen autoridad en la Iglesia de Dios, ni deben ser aprobados o usados de otra
manera que como escritos humanos.

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ASPECTOS DESTACADOS
En respuesta a la controversia generada por la inclusió n de los libros conocidos como apó crifos en el canon
romano, la asamblea de Westminster tuvo la precaució n de pronunciarse al respecto dejando claro que estos
libros de origen desconocido no son parte del canon de la Biblia y por tanto carecen de autoridad para atar
las conciencias de los hombres, de forma tal que pueden ser usados solo como se emplea cualquier otro libro
de cará cter meramente humano.

IV. CUARTA SECCIÓN


La autoridad de las Sagradas Escrituras, por la cual deben ser creídas y obedecidas, no depende del
testimonio de ningún ser humano o iglesia, sino enteramente de Dios (quien es la Verdad en sí mismo),
el autor de ellas, y por lo tanto deben ser recibidas porque son la Palabra de Dios.

ASPECTOS DESTACADOS
Con esta secció n se hace frente a la falsa doctrina de la iglesia Romana acerca de la necesidad de su sanció n
como fuente suprema de autoridad en el conocimiento divino, la interpretació n de las Escrituras y la tradició n
de la iglesia, de modo que Roma presenta a la Escritura como la producció n del Espı́ritu por medio de la iglesia,
cuando la realidad es que é sta es la obra de Aquel por medio de la Palabra1.

Ası́ se formula que la autoridad de la Biblia es intrı́nseca de modo que no depende de ningú n agente o
influencia externos excepto el autor divino y por tanto su cará cter absoluto se confirma al ser natural que no
dependa del testimonio de ningú n ser humano o iglesia.

V. QUINTA SECCIÓN
El testimonio de la iglesia puede movernos e inducirnos a tener una estimación alta y reverencial por las
Santas Escrituras. Asimismo, constituyen argumentos por los cuales ellas evidencian abundantemente,
por sí mismas, ser la Palabra de Dios: el carácter celestial de su contenido, la eficacia de su doctrina, la
majestad de su estilo, la armonía de todas sus partes, el propósito de todo su conjunto (que es dar toda
gloria a Dios), la plena revelación que hacen del único camino de la salvación del ser humano, las
muchas otras incomparables excelencias y su total perfección. Sin embargo, nuestra completa persuasión
y seguridad de su infalible verdad y de su autoridad divina, proviene del Espíritu Santo que obra en
nuestro interior, dando testimonio en nuestros corazones mediante la Palabra y con la Palabra.

ASPECTOS DESTACADOS
La quinta secció n destaca la naturaleza ú nica de la Biblia al señ alar las cualidades sobresalientes que esta
presenta en cuanto a lo que se ha llamado la evidencia interna de la Biblia. Se trata de como la naturaleza
autoritativa de la Biblia se nos muestra de forma intrı́nseca en el cará cter de su contenido, su doctrina,
coherencia, perfecció n de demá s cualidades; sin embargo, esta evidencia interna, es sumada a la tarea externa


1 Hodge Archibald Alexander. Comentario de la Confesió n de Fe de Westminster. p 63

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que la iglesia lleva a cabo al “mover e inducir” al creyente a tener una estimació n alta y reverencial por las
Escrituras.

Esta secció n tambié n llama la atenció n sobre el hecho de que la seguridad del testimonio de la autenticidad y
veracidad de la Escritura en el creyente es traı́da por el Espı́ritu Santo, quié n ilumina y confirma a travé s de
la experiencia espiritual la evidencia intrı́nseca de la Biblia.

VI. SEXTA SECCIÓN


La totalidad del consejo de Dios concerniente a todas las cosas necesarias para su propia gloria y para
la fe, vida y salvación del ser humano, está expresamente expuesto en las Escrituras, o por buena y
necesaria consecuencia puede deducirse de ellas, a las cuales nada debe añadirse en ningún tiempo ya
sea por nuevas revelaciones del Espíritu o por tradiciones humanas. Sin embargo, reconocemos que la
iluminación interna del Espíritu es necesaria para una comprensión salvífica de las cosas reveladas en
ellas. Reconocemos también que hay algunas circunstancias concernientes a la adoración de Dios y al
gobierno de la Iglesia, comunes a todas las acciones y sociedades humanas, que deben ordenarse
conforme a la luz de la naturaleza y la prudencia cristiana, según las reglas generales de la Palabra, las
cuales siempre han de ser obedecidas.

ASPECTOS DESTACADOS
La sexta secció n apunta a la suficiencia de las Escrituras. Los teó logos de Westminster afirman en esta secció n
que la revelació n sobrenatural de Dios, bien se halla claramente expresada en la Biblia o bien por “buena y
necesaria consecuencia” se debe inferir.

Con esto se sostiene entonces que:

1. No es necesario conocimiento adicional, si ası́ fuera ese hecho demostrarı́a que es falsa debido a su
insuficiencia
2. Toda presunta nueva revelación resulta no solo innecesaria sino que contradice la tesis anterior
que se deriva de la misma Escritura
3. Consecuentemente se debe afirmar entonces que la tradición no puede igualar ni equipararse a las
Escrituras
4. El hombre, debido a su estado caído, necesita la iluminación del Espíritu Santo sobre la revelación
especial a fin de recibir un conocimiento salvador de las verdades de la Escritura
5. Las Escrituras no ofrecen detalles en muchas cuestiones prácticas; sin embargo si entrega
principios generales, de modo que puedan ser aplicados haciendo uso del sentido común
influenciado por la obra santificadora del Espíritu Santo.

VII. SEPTIMA SECCIÓN


Todas las cosas en las Escrituras no son igualmente evidentes en sí mismas, ni igualmente claras para
todos. Sin embargo, todas aquellas cosas que son necesarias obedecer, creer y observar para la Salvación
están claramente propuestas y expuestas en uno u otro lugar de las Escrituras, para que no sólo los

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eruditos, sino también los que no son eruditos lleguen a una comprensión suficiente de ella mediante el
debido uso de los Medios ordinarios.

ASPECTOS DESTACADOS
Esta secció n afirma la perspicuidad de las Escrituras, a travé s de la cual se enseñ a que la Biblia es lo
suficientemente clara en lo tocante a todo lo que el hombre debe saber para ser salvo, las buenas obras a las
que está llamado y que todo este conocimiento está disponible tanto para los sabios y los ignorantes, todo
esto pese a que en ellas se hallen elementos que permanecen en el misterio.

VIII. OCTAVA SECCIÓN


El Antiguo Testamento fue escrito en el idioma hebreo (que era la lengua del pueblo de Dios desde
tiempos muy antiguos) y el Nuevo Testamento fue escrito en el idioma griego (que era un idioma muy
conocido por todas las naciones de aquel entonces). El Antiguo Testamento en hebreo y el Nuevo
Testamento en griego, siendo directamente inspirados por Dios y conservados puros en todos los tiempos
por su singular cuidado y providencia, son por lo tanto auténticos. Por esta razón, en toda controversia
religiosa, la iglesia debe apelar a ellos. El pueblo de Dios tiene derecho a las Escrituras y también tiene
interés en ellas. Es más, se le ha ordenado leerlas y escudriñarlas en el temor de Dios. Pero como los
idiomas originales de las Escrituras no son conocidos por todo el pueblo de Dios, éstas deben traducirse
al idioma vernáculo de toda nación a donde lleguen. Esto tiene como finalidad que la Palabra de Dios
more abundantemente en todos, para que adoren a Dios de manera aceptable, y para que tengan
esperanza mediante la paciencia y el consuelo que dan las Escrituras.

ASPECTOS DESTACADOS
La octava secció n se dirige a la importancia de las lenguas en las que originalmente fue entregada la revelació n
escrita de Dios debido a que siendo estas los idiomas que la providencia divina empleo para dejar por escrito
su voluntad, tales manuscritos se constituyen por tanto en la autoridad má xima en cualquier controversia.
Igualmente resalta la doctrina de la preservació n de las Escrituras bajo la cual providencialmente estas han
sido conservadas en “todos los tiempos” para el bien del pueblo del Señ or.

Es importante señ alar que esta secció n reconoce que la inspiració n divina se hallaba de forma exclusiva en
los manuscritos originales. Sin embargo, tambié n insiste en la importancia de la tara de traducció n de los
manuscritos a la lengua que cada pueblo pueda entender a fin de que la Palabra de Dios more en abundancia
en todos y puedan de esa forma glorificar a Dios y hagan una buena profesió n de fe con paciencia y siendo
consolados por la Palabra de Dios.

IX. NOVENA SECCIÓN


La regla infalible de la interpretación de la Escritura es la Escritura misma. Por tanto, cuando hay duda
acerca del total y verdadero sentido de algún texto (el cual no es múltiple sino único), debe investigarse
y entenderse mediante otras partes que hablen más claramente.

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ASPECTOS DESTACADOS
La novena secció n de nuestra confesió n aporta la regla fundamental de la interpretació n de la Biblia, se trata
de la regla conocida como la analogı́a de la fe. Se pueden reconocer los siguientes elementos claves en esta
secció n:

1. La Biblia se debe interpretar por la Biblia misma. Cosa que resulta evidente debido a la misma
naturaleza de la Biblia. Siendo ella la má xima norma y regla de autoridad, fe y conducta es natural
que ella sea la que a si misma se interprete, haciendo uso de los textos claros para iluminar los que
resultan oscuros.
2. La Biblia tiene un solo sentido. Este asunto es de suma importancia, no es difı́cil ver como a la luz de
la historia se le han atribuido a la Escritura diferentes interpretaciones desde la escuela de
interpretació n alegó rica hasta el liberalismo teoló gico del siglo pasado y el actual; con lo que se obvia
la unidad, perspicuidad y perfecció n dela Escritura, despojá ndola de su autoridad intrı́nseca y
utilizá ndola para afirmar o sostener declaraciones que no se hallan en sus palabras.

X. DÉCIMA SECCIÓN

El Espíritu Santo, que habla en la Escritura, y de cuya sentencia debemos depender, es el único Juez
Supremo por quien deben decidirse todas las controversias religiosas, y por quien deben examinarse
todos los decretos de los concilios, las opiniones de los antiguos escritores, las doctrinas humanas y las
opiniones individuales.

ASPECTOS DESTACADOS
Los teó logos de Westminster en esta ú ltima secció n del primer capı́tulo de la Confesió n de Fe de Westminster,
de forma acertada, afirmaron que la autoridad de la Escritura se hallaba fundamentada en el hecho de ser la
Palabra de Dios que ha sido escriturada y por tanto es de cuya sentencia la iglesia debe depender en todos los
asuntos. Las implicaciones de estas afirmaciones son variadas:

1. No hay ninguna autoridad por encima de la Escritura
2. Es la Escritura la que sirve como norma para dirimir cualquier controversia
3. Todos los pronunciamientos de los concilios, de hombres y cualquier opinió n o declaració n doctrinal
debe ser juzgada por la Biblia misma

Lo que se acaba de afirmar al respecto de esta secció n, excluye per se, cualquier tipo de atribució n de
autoridad por parte de hombre u organizació n que pretenda, bien sea por concilios, tradició n o doctrina ser
voz autorizada para atar las conciencias de los hombres, sino que derivando su autoridad de la má xima
autoridad, es decir, de las Santas Escrituras, pueden guiar, enseñ ar y ayudar en la interpretació n de las
mismas.

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