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(Apoc 2:1-7)
pero no lo son,
sin desanimarte.
Entre los muchos detalles fascinantes del mensaje de Jesús a la iglesia de Éfeso, y las
muchas lecciones que nos enseña, dos paradojas sorprendentes me llaman
poderosamente la atención.
De las siete congregaciones de Asia Menor, la de Éfeso era la única que fue fundada
por Pablo mismo (Hch 19). Con gran celo y amor (Hch 20) ellos evangelizaron la
provincia asiática y fundaron las otras iglesias. Pero ya habían pasado varias décadas
y ese "primer amor" ya era "amor de segunda generación". No era igual, pero sí era
suficiente para motivar los méritos que Cristo les reconoce.
Podría ser un caso de "complejo de iglesia madre", celosa de su control y orgullosa del
éxito de su proyecto. Cuentan que cuando alguien preguntó a un pastor bautista cómo
iba su iglesia, contestó "no muy bien, pero gracias a Dios la iglesia metodista está
peor". La rivalidad y la competencia pueden engendrar una idolatría del éxito
(exitolatría) que podría haber motivado las virtudes de la congregación efesia.
Unos veinte años después San Ignacio, en su carta a la iglesia de Éfeso, les felicita
por su amor sincero. Parece que aceptaron la exhortación y se arrepintieron.
(2) Si Cristo la declara una iglesia caída y los exhorta a arrepentirse, so pena de
perder su candelabro, todo por haber perdido el primer amor (2:5), ¿cómo es posible
que a continuación les felicita no por algo relacionado con el amor que les hubiera
quedado, sino que les felicita más bien por aborrecer algo, concretamente la doctrina y
las obras de los nicolaítas (2:6,14-15)? ¿Cómo pudo Jesús reprenderlos por su falta
de amor y en seguida felicitarlos por su "odio" (gr. miseô)? A fin de cuentas, ¿qué
significan "amar" y "aborrecer"?
Sal 5:5 Dios aborrece a todos los que hacen maldad (cf. Sal 11:5,7)
Prv 6:16 Seis cosas que Dios odia (la altivez, derramamiento de sangre, etc.)
Zac 8:17 Aborrezco [dice Dios] la mentira, malicia, maldad, trampas, falso testimonio
Am 5:15 ¡Odien el mal y amen el bien! Hagan que impere la justicia en los tribunales...
Prv 8:13 Quien teme a Yahvé aborrece lo malo (orgullo, arrogancia, mala conducta,
lenguaje perverso)
Sal 45:7 Tú (David) amas la justicia y odias la maldad; por eso Dios te escogió.
Sal 139:21 ¿Acaso no aborrezco, Yahvé, a los que te odian, y abomino a los que te
rechazan?
En gran parte de las iglesias evangélicas de América Latina, especialmente las mega-
iglesias, está prohibido cuestionar lo que diga el pastor, y aún peor si éste se cree
"apóstol" o "profeta". Es una especie de mordaza, de censura del derecho de
"examinarlo todo". Eso permite nacer y crecer como cizaña toda clase de especulación
y hasta herejías disfrazadas de profundas "verdades" nunca antes sospechadas. Esta
acriticidad, especialmente en asuntos de exégesis bíblica e interpretación teológica, es
una verdadera plaga en la iglesia contemporánea.
Por otro lado, y también en parte por esa misma situación que prohíbe la sana crítica,
brota por algún otro lado la crítica malsana e irresponsable que ha arruinado muchas
congregaciones y el ministerio de muchos pastores y pastoras. La iglesia está entre
dos plagas, la acriticidad sumisa y la criticonería mal intencionada. Ambas son
peligrosas. ¡Qué Dios nos agarre confesados!