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Lea el siguiente artículo y llegue preparado para responder unas preguntas sobre lo tratado por el

autor.

LA ' .INSPIRACIÓN BIBLICA:

PROBLEMAS y PERSPECTIVAS

Autor Pablo L. Fraile Yécora


Tomado de la revista ribla.
La inspiración antes de ser un problema es objeto de fe recibida) tal como ha sido transmitido por la
misma Escritura y ha sido recibido por la Iglesia católica.
La Dei Verbum supuso un punto de inflexión crucial en la nueva concepción de la Escritura como
palabra que Dios pronuncia para nuestra sálvaci6n. La inspiración pasaba de ser una cualidad que
la preservaba de contener errores, a veda dentro del 'marco de la teología de la Palabra de Dios)
viva en la vida de la Iglesia, eficaz bajo la acción del Espíritu. Estas afirmaciones no eximen de las
acusaciones de racionalizar la Palabra de Dios o de caer en el dictado fundamentalista. La
inspiración necesita ser repensada, no excluida; vista desde nuevas perspectivas, no encorsetada en
los viejos caminos trillados que no descubren paisajes nuevos. Por eso nos atrevemos a hablar en
un segundo apartado de perspectivas.
Se acerca igualmente a la inspiración desde la idea del "autor": Dios, causa y fundador de la
Iglesia, es el "autor" de todos los elementos esenciales de la misma; entre ellos, de la
Escritura.

b) La "Dei Verbum": un cambio de paradigma

El Concilio Vaticano 1 había definido sólo el "hecho" de la inspiración, pero no había


dicho nada sobre su "naturaleza". El Vaticano II partió del modelo clásico según el cual
Dios ilumina la mente del hagiógrafo, mueve su voluntad y le asiste mientras escribe para
que no cometa errores, En este planteamiento chocan la libertad del hagiógrafo con la
moción divina, su limitación humana con la asistencia extraordinaria, que le preserva de
cometer errores. El problema no era secundario, de forma que, para buena parte de los
obispos asistentes a las aulas conciliares, todo lo concerniente a la "cuestión bíblica" tenía
que ver directamente con la inspiración.
Es más, aclarar la "naturaleza" del carisma inspirativo era señalar los principios de
solución. Esto hizo que el primero de los esquemas propuestos buscara una clarificación de
conceptos teológicos y que se abordaran la definición de inspiración, la diferenciación
entre "autor principal" o "instrumental", etc. De nuevo era un camino sin salida,

El cardenal Bea hizo notar que estaban cayendo de nuevo en los esquemas de los tratados
de propedéutica bíblica, Era necesario un punto de partida distinto. Liberado de las viejas
ataduras académicas y de la terminología filosófica, el documento conciliar tiende nuevos
puentes: la inspiración se comprende a la luz de una teología de la Palabra de Dios; su ámbito
natural es el de la revelación; se recupera el lugar central del Espíritu
Santo y se subraya el carácter de verdaderos autores, en sentido escrito, de los hagiógrafos.

Hablamos de cambio de paradigma, en primer lugar, porque se en marca en un nuevo


concepto teológico: la sagrada Escritura no sólo "contiene" la Palabra de Dios, sino que lo es
en verdad. Palabra que, sin embargo, nos es dada a conocer por medio de personas y de
manera humana, bajo la acción del Espíritu Santo. El documento conciliar es explícito: "La
sagrada Escritura es Palabra de Dios en cuanto que ha sido escrita por inspiración del Espíritu”

En segundo lugar, porque el problema de la "inerrancia", que tanto había condicionado a los
teólogos entre los dos concilios vaticanos, se planteó de forma autónoma. Su nueva
comprensión supone un doble desplazamiento, tanto lingüístico como teológico. Por una
parte, ya no se habla de "inerrancia bíblica", sino de "verdad salvífica"; por otra, la verdad
de las Escritura es una cuestión que afecta al canon de la Biblia y a su interpretación. Como
texto normativo y referente de una comunidad de fe, la Biblia presenta la lista de los libros
en los que se encuentra ese "canon de la verdad".
No podemos obviar que el problema de la verdad de los textos sagrados interfiere
directamente en la hermenéutica, pues no sólo nos ocupa el sentido de un texto en su
contexto original, sino en su sentido para el creyente de hoy. La preocupación de la
apologética por la inspiración concebida como un "carisma para evitar el error" perdía
todo su interés. La verdad en la Biblia es una consecuencia de la inspiración bíblica y no la
forma de explicar la inerrancia de la Escritura.

e)El postconcilio: entre la provisionalidad y la radicalidad

Sin embargo, lo que era un motivo de esperanza en la apertura de nuevos acercamientos y


de una profundización enriquecedora, con el paso del tiempo iba a dejar ser de una
determinada comprensión de la verdad. Es más, la fidelidad de Dios se nos ha dado en
Jesucristo, y ésta es la verdad cristiana. Jesús es el cumplimiento de la palabra "verdadera-
fiel" de Dios.

Diez años más tarde plantea su tesis con un título provocador: El fin de la inspiración (1974).
Es la obra más radical del postconcilio en este tema. Tampoco esta vez emplea el método
teológico, sino el histórico, tratando de descubrir cómo se llegó al concepto moderno de
inspiración y llegando a la conclusión de que la trama "inspiración-inerrancia-autoridad-
infalibilidad" se ha venido abajo con el Vaticano II. El libro parte de un concepto de
inspiración ('carisma que evita el error de la Escritura") que no es el de la Dei Verbum. Su
tesis tiene razón si entendemos "el fin de la inspiración" como fin de la concepción del
Vaticano 1, pero no si entendemos que es el fin de la autoridad de la Escritura, Esta autoridad
le viene por su misma constitución y es condición ineludible de la Palabra de Dios, antes que
una conceptualización teológica con base en distintas filosofías.
Como salida propone dos caminos: por una parte, trabajar la analogía de la inspiración
bíblica con la inspiración artística; por otra, propone el concepto de "presencialización de
Dios": Dios entra en contacto con su pueblo, dentro del marco de la historia salvífica. La
Escritura no sólo "informa", sino que, por la inspiración, Dios se hace "presente" en su
palabra; existe una conexión entre la presencia de Dios en la Escritura y su prolongación en
la actualidad por la acción del Espíritu Santo.

d) Las nuevas propuestas


En los últimos años se ha retomado la cuestión de los comienzos de los setenta se planteó
explícitamente el problema de la inspiración en las religiones no cristianas (Vernpeny, 1973).
Podemos afirmar que Dios es coautor de todas las religiones por su intervención histórica en
ellas; por su parte, el Vaticano II afirma que todas las religiones están orientadas a Cristo.
Podríamos hablar de una "inspiración analógica" en las religiones no cristianas, en cuanto
que, teniendo a Dios como coautor, tienden hacia Cristo y hacia el Nuevo Testamento, que
es la plenitud de la revelación. Una década más tarde, se retama de nuevo la misma cuestión
(Fuss, 1983). Afronta la posibilidad de que la inspiración bíblica pueda extenderse a otras
escrituras religiosas fuera de la Biblia. El Logos, que es Cristo, hace fructificar las semillas
que existen en la humanidad por medio de su palabra germinal (logos spmatikós), que es la
revelación. Para el autor, en el origen de las escrituras sagradas no cristianas está el Espíritu
Divino como expresión legítima de la voluntad de salvación de Dios para cada grupo
humano. Dios les ha dado una orientación básica hacia su manifestación plena, que sólo se
encuentra en Cristo.

En el ámbito español, el profesor Areola ha sido el que más ha reflexionado y ha aportado a


una comprensión de la inspiración. Sus últimas aportaciones han sido recogidas en una obra
titulada La Escritura inspirada (1994). Su punto de partida es teológico, buscando el diálogo
con la filosofía del lenguaje. Teológicamente se centra en la encarnación y en la
pneumatología. Se repite que judaísmo, islamismo y cristianismo son "religiones del
libro" y que las tres consideran sus escritos "revelados por Dios". Para el cristianismo, Dios
se nos comunica en la sagrada Escritura, pero Cristo es la Palabra de Dios encarnada.
Además, el cristianismo se diferencia netamente de todas las religiones rnonoteístas por su
doctrina es sobre la Trinidad de la cual se habla como palabra viva y eficaz bajo la acción
del Espíritu Santo; palabra que es consciente de que se han dicho otras palabras en otras
tradiciones religiosas.

a) La Biblia como Palabra de Dios


La tarea es ardua y compleja, ya, que en una misma expresión, "Palabra de Dios", se
encuentran realidades analógicas que deben relacionarse y distinguirse: unas veces
se refiere al Logos preexistente de Dios, otras a la palabra profética y apostólica, otras a la
Palabra encarnada en Jesucristo, también al testimonio escrito y a la predicación viva de la
Iglesia.
A la hora de situar el carisma de la inspiración, ya no podemos pensar en que sea un
"absoluto" en sí mismo, sino que está al servicio de la revelación salvífica divina y que
se enmarca en una teología de la Palabra de Dios. Teología que parte de Cristo como Palabra
encarnada y que se hace palabra en un texto vivo y actual. Cuando leemos, estudiamos y
proclamamos el texto bíblico, no sólo leemos, estudiamos y proclamamos un testimonio
escrito del pasado, sino un texto vivo y santificante para el hombre de hoy. No es posible
proponer una teología de la Palabra de Dios sin reflexionar sobre el papel del Espíritu en
ella y en la persona que hoy la lee y la toma como norma de su vida.

b) La Biblia, texto con autoridad para la Iglesia


Es un hecho que para muchos contemporáneos nuestros no resulta evidente que la Biblia sea
un libro con una autoridad superior a otros libros de tradiciones religiosas antiguas o
contemporáneas. La cuestión no es ociosa: ¿cómo podemos explicar hoy que la Biblia es un
libro con "autoridad"? ¿De dónde le proviene y qué tipo de autoridad es? No basta con decir
que es la autoridad ganada por la influencia que ha tenido en la historia y en la cultura
occidental a lo largo de siglos; tampoco porque hoy sea un libro normativo para miles de
creyentes. En definitiva, ambas son razones exteriores al mismo texto.

La autoridad de la Biblia nace de ella misma, en cuanto que es Palabra de Dios en lenguaje
humano. La Biblia no es sólo un texto relevante para un grupo humano, sino que encierra lo
que podemos llamar el "misterio de la Escritura". Por ser "misterio" nos lleva a Dios, nos
abre a la trascendencia de los textos que contiene; por ser "escritura" tiene una ineludible
dimensión inmanente, está sujeta a las normas literarias, a las tradiciones culturales y a las
leyes de la historia. Si contemplamos la Biblia como Palabra de salvación del Dios que se
nos comunica, que sale a nuestro encuentro (revelación), nos acercamos al misterio de su
naturaleza y de su autoridad (inspiración) y de su normatividad para una comunidad (canon).

e) La Biblia es escritura verdadera

Reducir la verdad de la Escritura a carecer de errores es un falso planteamiento que la


teología ha superado. No podemos ni debemos aplicar la noción aristotélico-tomista de
"verdad" para solventar este difícil problema. Tampoco nos podemos refugiar en que se trata
de una "verdad salvífica", de forma que la expresión "nostrae salutis causa" se reduzca a
una finalidad de la Biblia como libro religioso, sin que esta veracidad afecte a su contenido
y a su normatividad para una comunidad. La pretensión de ser palabra verdadera afecta tanto
al diálogo con las ciencias modernas como con otras confesiones
religiosas no cristianas.

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