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Asignatura:

Revisoría fiscal

¿Camina en terreno minado la profesión de la Contaduría Pública?


Ensayo

Presenta

Angélica María Álvarez Gallego ID 283712

Docente

Martha Lucía Angulo Alomia

Colombia – Santiago de Cali Noviembre, 07 de 2017


Es claro para cualquier profesional de la contaduría pública la necesidad de estar al día en cuanto
a estándares internacionales, este auge reciente en el país, ligado a la normatividad reciente, hace
que los profesionales tengan una necesidad casi inmediata por capacitarse y estar a la
vanguardia.

Tal y como lo describe Humberto José Fernández en su artículo ¿Camina en terreno minado la
profesión de la Contaduría Pública?, la contaduría como profesión está pasando por una época
dorada en donde la convergencia a normas internacionales le permite a los profesionales ampliar
su campo de acción y posicionarse mejor en el mercado laboral. Sin embargo, y lo que atañe a
este título, es que a pesar de esta apertura de oportunidades, en nuestro país la profesión
paralelamente está pasando por un momento crítico que la hace tambalearse, especialmente para
los revisores fiscales.

Es de recordar, que el título de revisor fiscal es una figura exclusiva en Colombia, e


independiente del auditor (interno y externo). Ésta se encuentra enmarcada por la ley,
principalmente por el Código de Comercio, quien define las funciones, responsabilidades,
nombramiento y demás disposiciones relacionadas al cargo. Sin embargo, se le ha atribuido una
serie de responsabilidades civiles y penales, incluso sirviendo de garantía para la transparencia
de las operaciones en una empresa. Concretamente y en acuerdo con el autor, el revisor fiscal
está siendo visto y confundido con un auditor forense, puede decirse incluso que hasta tiene más
responsabilidades iguales o superiores a las de los mismos socios, propietarios y representantes
legales de las organizaciones.

Esta responsabilidad ha sido atribuida con el transcurrir del tiempo principalmente y a


consideración personal, bajo la excusa de la fe pública, donde por el simple hecho de tener este
“derecho” o potestad el revisor tiene la obligatoriedad de conocer y detallar las operaciones de
una organización y de quienes la administran.

Para lo anterior, el autor refiere que “al Revisor Fiscal, le es imposible darse cuenta de
negociaciones que realicen los Directivos o Miembros de Junta Directivas, fuera del entorno
empresarial. El rol del Revisor Fiscal es indicar la razonabilidad de los estados financieros. Por
su puesto no es parte de su oficio, decir qué decisión es mejor para una empresa, pero sí debe
calificar dichas actuaciones”, y es que precisamente una de las labores del revisor es atestar que
haya razonabilidad en los estados financieros de acuerdo al cumplimiento de normas contables,
mas no la de indagar un fraude, pues para esto la labor es entonces de un auditor externo, quien
hace una revisión exhaustiva hasta donde su evidencia probatoria le permita obtener y así emitir
un juicio sobre los movimientos y por consiguiente la confirmación de la sospecha de fraude.
Claro está también, que el auditor indaga el hecho mas no el autor, pues no es una figura judicial
o investigativa policial para entrar a inspeccionar los responsables puntuales de una malversación
o acciones fraudulentas.

Tampoco es labor de un revisor fiscal inferir en las decisiones personales de los directivos de una
compañía, el revisor informa, previene y sugiere pero no da por sentado lo que debe de hacer un
socio o representante legal. En este sentido y ubicados en la postura que plantea el autor, un
revisor fiscal que ha cumplido con el dictamen de razonabilidad de los estados financieros y que
posterior a esto, uno de los directivos haya decidido desviar recursos, ¿realmente es responsable
penalmente el revisor fiscal?, en este sentido concuerdo en que debe existir un debido proceso y
una investigación a conciencia antes de judicializar y condenar un revisor fiscal so pena de que
pueden haber casos donde efectivamente no tenía conocimiento del mal actuar de un tercero.

En este sentido, y haciendo referencia al autor de que en Colombia se confunde la revisoría con
la auditoría forense, puede inferirse que hay un problema de hermenéutica de la norma, pues el
Código de Comercio refiere que:

“El revisor fiscal responderá de los perjuicios que ocasione a la sociedad, a sus asociados o a
terceros, por negligencia o dolo en el cumplimiento de sus funciones”

Como dice claramente, los perjuicios a los que fuere responsable serán únicamente a los que
efectivamente nazcan de la negligencia o dolo, en este sentido ¿por qué sería negligencia de un
revisor las decisiones que tome un directivo?, el socio de manera autónoma y voluntaria decide
cometer actos delictivos o de corrupción. Ahora, diferente sería el panorama, donde el revisor
fiscal se entere de la mala actuación del socio y se confabule, ahí sí puede hablarse de dolo.

Podría otra opinión decir, que uno de los contenidos en el informe a socios del revisor fiscal, son
los asociados a las actuaciones de los administradores, citando el artículo 209 del Código de
Comercio:

“Si los actos de los administradores de la sociedad se ajustan a los estatutos y a las órdenes o
instrucciones de la asamblea o junta de socios”
Sin embargo, este argumento no es justificado, primero el revisor fiscal no debe dar cuenta de las
acciones de los administradores, gerentes o representantes legales, como se ha indicado, las
decisiones de una persona nacen de la voluntad –salvo hablando de casos específicos de soborno,
extorsión u otros donde fuera el revisor quien obligue a un administrador a actuar de
determinado modo- por lo demás, todo actuar será autónomo. Segundo, el contenido al que el
artículo refiere es a atestar sobre las funciones laborales y administrativas plateadas en el manual
de funciones determinado en los estatutos por la junta de socios para el administrador, gerente o
representante legal. En este sentido, el revisor fiscal opinará sobre actos comerciales, de manejo
de personal, de ventas, complimiento de metas, estrategias gerenciales, entre otras; por lo que
tampoco es posible que un revisor ateste que un gerente está realizando llamadas por celular
contactando con empresas en paraísos fiscales y cerrando negociaciones, esto es claro y evidente
que no es de conocimiento de un revisor, salvo por, como se ha dicho antes, que el revisor fiscal
sí esté directamente implicado en el fraude.

Para concluir, sí es necesario que se tomen medidas al respecto sobre las pretensiones de
legislaciones “anticorrupción” y castigos a los profesionales de la contaduría pública por parte
del Fiscal General de la Nación, es necesario que todo caso de fraudes tenga un debido proceso
para el revisor fiscal con la intención de constatar su responsabilidad real en el delito. Acompaño
al autor, en que el INCP pueda llegar a acuerdos justos y equitativos para nuestra carrera
contable.

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