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Putas nubes. 8-3-2014.

Regalo de cumpleaños

PUTAS NUBES

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

REGALO POR MI CUMPLEAÑOS

8 DE MARZO DE 2014.

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

“Sol Madrugueiro non dura o día enteiro”

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

-I-

L as putas nubes. Siempre están ahí, como amenazando


con descargarse en cualquier momento y con aguarnos la
fiesta.

Aunque el día, como hoy, sea seco y despejado, las noto crecer a lo lejos,
expandirse, arremolinarse con su rumor sordo y su humedad.

Llegan de lejos y vienen furiosas, abriéndose camino entre el viento y la


quietud. Desbaratando el amanecer y desgarrándolo. Empujando hacia
adelante el espeso y envolvente color ceniciento que las acompaña.
Rompiendo la calma. Allanando los campos. Despertándome azorado con
su maldito reclamo.

Cuando las nubes se acercan a menos de un día de aquí, me duele


enormemente la cabeza, como si quisiera hundirse en la tierra y
desgajarse de mi cuerpo. Entonces no sentir nada sería un alivio.

Las presagio. Las huelo. Me penetran hasta la nausea por el dolor y el


sin-vivir que me provocan. No es una facultad mía, sino una mala
herencia. Mi abuelo también padecía de nubismo. Y mi madre. Y toda la
familia. A joderse tocan.

Si al menos esta capacidad predictiva nos valiera para algo útil...

Las puñeteras, las jodidas nubes son el peor engendro que ha inventado el
género humano, excepción hecha de la guerra y de nosotros mismos, que
al fin y al cabo somos el peor nublado de los conocidos.

¡Putas nubes!, ni siquiera las aplaca el aguacero que desencadenan y que


da de beber a los campos. Las jodidas nubes esas.

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

Mañana, ya lo verás, estarán aquí. Aquí mismo haciendo su aquelarre. Y


esta vez traen bien de carga de truenos y pedrisco y nos joderán toda la
cosecha. Ahora justo que habían florecido los cerezos y los limoneros.
Mas valdría cubrir los árboles con algo para evitar que las descolifloren a
todas y que tiren por los suelos esta belleza y nos dejen sin fruta para el
verano.

Cuando pase este dolor de cabeza y vuelva del solpor a la vida, iré al
campo a lamentar esta desgracia. ¿Qué nos queda sino llorar?. Pero ahora
no puedo ni moverme. Tengo náuseas con sólo intentar levantarme del
catre. No me da el cuero ni para ir a ponerle paños calientes a la arboleda.

Nada, nada. Ni un pañuelo con alcohol de romero puede quitarme la


fatiga, esta angustia, este desasosiego de calambres y hormigas que me
roen las sienes y el estómago y la garganta y me impiden dormir de tanto
desespero y me llenan de estertores por todo el torso y de pinchazos en
los propios ojos.

Si al menos pudiera dejar de sentir del todo...

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

II

l día, como todos los de aquel mayo, comenzó con buen

E
pié. El rocío había empapado la noche, las nieblas ya
habían levantado y olía toda la colina al frescor de los
pastos mojados y al amargor de las frías calizas del
cortado, sobrias y eternas. Tenue, el sol se iba
derramando hacia la ladera y jugaba con la fronda a
reflejar los distintos tonos del verdor del bosque.

Los pájaros hacía rato que habían dejado de pajarear. Tal vez se habían
marchado a comer a las zarzas, o por las rastrojeras plagadas de insectos,
o a perseguirse por la ribera del riachuelo. Pero el hecho es que ya no
piaban ni piarían hasta el atardecer.

El rumor de la mañana confundía los lamentos de las vacas reclamando


su ordeño, el cacareo de las gallinas y el crepitar de los troncos echados a
arder por la madrugada. Y olía a café recién hecho y a la nostalgia de un
banco corrido frente a la chimenea, y todo invitaba a la vida, o al menos a
una rebanada de vida untada de mermelada y saboreada sin prisas.

El poblacho, en todo caso, se agazapaba en la maleza y esta, poco a poco,


se lo iba comiendo con lentitud, hasta el punto de haberse convertido en
una pequeña calva de casas desaliñadas y casi ocultas. Y era
imperceptible e impracticable para quien no lo conociera, pues los
caminos de antaño estaban ahora desolados.

Como todos los pueblos muertos, el propio abandono precipitaba su


olvido y su olvido precipitaba su abandono, en una carrera de fondo hacia
el abismo o hacia su regreso al origen de las tierras no roturadas.

La rutina de cuatro viejos que iban cada cual a lo suyo, casi sin cruzarse
los unos a los otros, mientras esperaban a morir del todo, era todo lo que
podía contarse de aquel lugar sin novedades. Nada esperaban de nadie.
Nadie esperaba de ellos. Ya eran la nada de la nada y sólo el tiempo
congelado transcurría constante como si no transcurriera, como una foto

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

antigua y ajada de daguerotipo, mientras las lagartijas subían y bajaban


por los rincones y entre los cascotes caídos y los perrillos dormitaban
aprovechando el calor del mediodía.
Narrar la vida de estos ejidos desvencijados y abandonados es como
contar el asolado destino de unos campos que un día alumbraron
esperanzas, alimentaron leyendas o presenciaron amores u odios de
personitas sin historia y sin nombre, hoy nada más que polvo y pavesas.

Un día, en toda esta comarca ahora perdida, hubo gentes y hubo alegría.
Murieron viejos y nacieron criaturas. Los campos se labraban. El zapatero
fabricaba sus zapatos. El herrero daba calor a la fragua y forma a sus
metales. Las mozas llenaban sus cantarillas en el caño de una fuente. Olía
a pan recién cocido a primera hora y a sopas de ajo a la hora del
almuerzo. Tañía una campanita leve de vez en cuando. Los niños reían y
trapisondaban. El regato del río dejaba correr sus aguas cantarinas o
amenazaba crecida, según dispusiera el calendario Zaragozano.
Murmuraban los jóvenes al volver de arrancar su tesoro a la vieja cantera
que les deba de comer a todos, y contaban mentiras y medias verdades.
Bebían los hombrones oscuros en la taberna cuando se abrían nuevos
barriles de sidra o se cocía el aguardiente y cantaban y concertaban
negocios, o apostaban futuros que nunca llegarían. El rico del lugar,
porque la desgracia nos persigue y hace que no haya lugar sin rico, ni rico
sin mala fe, abusaba de su postura y acrecentaba su patrimonio
engañando a los desgraciados, valiéndose de ellos, pavoneándose y
otorgando caprichosamente premios y castigos, comprando almas y
cuerpos, creyéndose pío y dadivoso... Hasta cura tenían, no gran cosa, un
pobre hombre mal aseado, tan pobre como los demás y no mucho más
leído que la suma de todos ellos. Un desgraciado más, olvidado de sus
superiores a su propia suerte. Y era una aldea relativamente libre, pues
aún en sus mejores momentos, siempre fue demasiado pequeña y no
había ordenado el gobierno poner cuartel de la Guardia Civil en sus
alrededores.

Ahora no queda nada de nada. La cantera murió cuando se vaciaron sus


venas de carbón. El regato fue domado y ahora da pena, con un tubito que
canaliza su cauce. La iglesia está cerrada desde que no hay culto ni fieles

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y ya no huele a pan recién cocido. Las gentes se fueron. Las tierras se


abandonaron. Las eras se convirtieron en era, en pasado. Las casas se
perdieron casi todas y el pueblo quedó furtivo y silencioso, como ahora
está, y perdido en la nada de la maleza bajo una colina de bosque, frente a
una cortada lamida por el riachuelo y unas pocas fincas desaliñadas al
lado de un corro de robles que parece un bosquecillo. Y las antiguas
lindes de piedra que parcelaban las fincas se encuentran derrumbadas y
cubiertas de la maleza, que parecen un puro laberinto sin sentido, sin que
nadie las limpie.

Únicamente la colina que en su día dio horizonte y sombra a la aleda


sigue en pié, como si no hubiera sabido del bullicio de otros tiempos;
como si recuperara la quietud primigenia.

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

III

D
oña Refugio Aparicio era la dueña de una de las casas más
desgastadas de la aldea, allá donde aquella concentraba
algo parecido a una plazuela, aunque su abandono ha ido
creciendo con los años, a medida que Doña Refugio iba
peinando más canas y acumulando más recuerdos tristes y
más olvidos.

Con la edad, decía ella, los recuerdos buenos se desvanecen y acrecen los
malos y se apilan, y entonces dejamos de usar el vinagre para pulir el
suelo o para aliñar las lechugas y pasa a ser el aderezo de nuestros
corazones. Y los recuerdos de una, de tanto achicarse y escabecharse,
desaparecen por completo y se trocan por una piedra pómez chuchurría
hasta que una la espicha sin perdonar ni agradecer. Ni a cagarse en las
propias muelas me dar tiempo cuando estire la pata.

La casa de Doña Refugio era una casa amarillenta y polvorosa, aunque en


sus buenos días fue blanca y reluciente como una oblea. De momento
tenía en pie todas sus paredes, pero algunas se iban abombando y dejaban
escapar sus hechuras de cuerda y paja y toda la techumbre crujía al son de
los vientos y mostraba una decadencia cada vez más abrumadora.

En el pequeño desván, arriba del piso, varias latas herrumbrosas


prevenían las goteras del tejado para que no filtrara al hogar el baile de
las aguas, ni hiciera más destrozo en los inviernos. Allí vivían los gatos,
tres o cuatro, y también un arsenal de cachivaches ajados y oxidados que
alguna vez tuvieron mejor ánimo que ahora, empolvados como estaban y
arrinconados sin orden ni concierto. También se apilaban los botes de
conservas y de mermeladas que Doña Refugio iba preparando en su época
oportuna. El suelo del cobertizo estaba irregular y frágil y olía espeso y
daba muy mal aspecto y crujía como si llorase. Todo un contraste con el
desván de cuando los hijos estuvieron pequeños y correteaban en sus
corredurías por toda la casa.

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

Ahora no había hijos, ni ruido de casa viva, ni un fogón siempre


encendido, ni trajín alguno. Y la casa se iba apagando, como un rescoldo
abandonado en la chimenea, y ensombreciendo y asolagándose de
desmemoria y de pena.
Los hijos de Doña Refugio no habían vuelto a la casa familiar desde hacía
más de veinte años, cuando murió el viejo Marcial Temblón, su padre, y
vendieron la legítima a Doña Refugio, y se volvieron para La Florida de
las américas.

El pueblo dormecía su decadencia al unísono e iba entrando en el olvido


del mundo, ya ha quedado dicho, a medida que el mundo también
desaparecía del recuerdo de los cuatro viejos que aún caminaban, sin otra
pasión que la de no despertar al siguiente día.

Por faltar, ni el médico ni el cura de la cabeza del partido tenían en sus


contabilidades la pequeña parroquia olvidada allá arriba del monte. Y
tampoco iban los políticos en campaña electoral, suponiendo con buen
cálculo que los de aquel lugar ya no eran nadie y no votarían por mucho
que les prometieran vaguedades al uso.

Y doña Refugio estaba muerta y acurrucada, desde hacía varios meses, en


la cama de latón que la acompañó desde su boda y que ahora le servía de
catafalco mortuorio.

Ya nadie abriría nunca aquellas latas de mermeladas y hortalizas


primorosas y puede que sus hijos, desde las américas, pudieran vender lo
que quedaba de la hacienda sin tener que trasegar tanto como cuando la
palmó el susodicho Marcial Temblón, hace más de veinte años.

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III

B
enancio Álava padecía de muchos dolores y era muy
quejicoso y nunca tuvo arrojo para marcharse del pueblo
cuando joven y un buen día se le pasó de sopetón todo el
tiempo y se encontró viejo y solo, y dejó de hablar y de
pensar en marcharse, para qué si ya se le había pasado el
arroz con leche, y comenzó a tener achaques y a dejarse en el abandono
y a volverse ensombrecido por las cataratas.

Un día notó entre su calima de medio ciego que el pueblo había ido, poco
a poco, desprendiéndose de la gente mortal, como si estuviera maldito, a
medida que los vecinos se fueron emigrando, y de sopetón quedó
deshabitado y se volvió como una estatua de sal oculta en la espesura de
unos carballos cada vez más atrevidos.

Ahora, asustadizo y solitario, Benancio pasaba los días hablando con las
sombras y las apariencias, pues los cuatro viejos carnales que quedaban
en pié, si es que aún estaban vivos, no le hablaban, por lo de su fama de
nubeiro y porque cada uno acarreaba sus propias tristezas y
preocupaciones.

De modo que Benancio se inventó un hijo imaginario. Un hijo mudo y de


ojos intensos y vibrantes que interrogaban por cada acontecer. Despierto
el chaval y discreto y apegado a su padre, que lo llevaba de la mano
imaginaria. El chiquillo lo escuchaba y aprendía la vieja retahíla de
saberes inútiles que un viejo de otro tiempo puede explicar a un hijo de su
imaginación.

Aprendió así a distinguir el verdecillo y el mirlo y el abejaruco y otras


aves más por su canto. Aprendió a conocer la tormenta futura por el
cantar de las aguas del arroyo o por el hedor del caño de la fuente. A saber
del tiempo de la semana por la brisa o la bruma, por el color del cielo del
atardecer o los borreguillos de las nubes. A usar el espliego para hacer
sahumerios y para quitar los nervios y la queiruga para las infecciones de

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los bajos, y la ortiga para los anémicos, y el fiuncho para los flatos y los
excesos de las carnes rojas, aunque hacía tiempo que carnes rojas ya no
las comía nadie por aquellos lugares.
- ¿Y la higuera, padre?

- La higuera para una buena siesta bajo su sombra.

- ¿Y el ciprés?

- Para saber que algún día iremos al cielo, como los vencejos.

- ¿Y el colmenar?

- Para que los osos no se coman la miel, que no pueden treparlo.

- Pero si no hay osos.

- Ni falta que nos hace, que debieron emigrar todos con el resto del
pueblo.

- ¿Y para el dolor de cabeza?

- Para eso no hay remedio sino meterse los dedos en la gorja y botar el
mal afuera o joderse hasta que escampe.

- Y por qué dice Antón Lodosa que usté es un nubeiro, padre?

- Porque tiene muy mala leche y porque ese es mi sambenito. Que mal
rayo lo parta.

- Eso dice él, que usté le manda rayos a estropiciarle los pastos y que
como un día le entre uno por el culo y le salga por la boca, de un salto se
planta aquí y le da a usté una somanta de ostias que le va a doler la cabeza
por alguna razón efectiva.

- ¿Y desde cuándo hablas tu con el deslenguado de Lodosa, zagal?

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

- Desde que me invitó a jugar con su hija Conchi, que la pobre como es
nueva está muy sola y como no hay niños en el pueblo y los ancianos no
hablan mucho, se aburre como una seta.

- Querrás decir una ostra, que las setas no tienen corazón para aburrirse.
- Como una seta, padre, que no tienen pies para salir a jugar a la calle.

- Sea, seta, pero que no me entere yo que pones atención a las idioteces de
Antón Lodosa, que para un vivo que queda respirando en este maldito
pueblo, tiene que ser Antón Lodosa, que no tuvo bastante con liarse con
mi hermana la pequeña y con dejarla enpreñada y con llevársela para esos
andurriales cuando le dio por montar lo del carrusel de caballitos y con
hacerla artista hasta que la pobre enfangó del todo y murió de pulmonía,
la pobre sin que siquiera pudiéramos ir a velarla. Que solo de pensarlo se
me revuelven los malos deseos y la tristeza de tanta alegría echada a
perder por el gafe de Antón Lodosa, que mal día cuando regresó, con el
rabo entre las piernas, arruinao, a esconderse en la casucha de sus
difuntos, donde se pudre en su soledad merecida.

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

IV

D e noche rompió sin compasión el azote de la tormenta


sin dar un momento de descanso.

El viejo Benancio dormía derrotado después de haber luchado tanto con


su dolor de cabeza, esperando vomitar para librarse de aquella pesadilla.
Pero el murmullo, más bien el griterío de las gotas rabiosas, lo despertó
de su agitado y agónico sueño.

- Ya cae, ya. Va a enterrar lo que queda de pueblo. Mean los angelitos,


cielo mío, no te asustes de la tormenta, que solo es agua fría y ruido y
mala leche. Peor que nos cayera encima el cielo con todos los luceros, y
por suerte no suena a pedrisco, que hay que joderse si ahora nos destroza
la floración.

- A estas horas estará el autillo chafado en la cornisa de la Iglesia. Y los


pájaros del huerto, resignados buscando un refugio imposible ente los
árboles. Eso trae la lluvia, que moja a todo dios, sea bestia, planta o cosa.

- Verás como mañana no me duele ya la cabeza y podemos ir a pasear


hasta la cerca o subir a la montaña a ver las nieblas debajo de nuestros
pies.

Una rama del manzano aporreaba la ventana como llamando a Benancio.


Toc-toc-toc, Ben-nan-cio...

- No te abro, no, Luis Cerezo, que no me traes nada bueno. Aquí me


quedo con mi niño pequeño, metido en la cama hasta que escampe y salga
el sol. Tu quédate afuera aguantando el chaparrón que es lo que os toca a
los hijos de los moinantes.

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

- Padre, pero si es una rama del árbol, que la atiza el viento.

- No te fíes, mi niño, que ese árbol es de camuflaje; que es el ropaje que


usa Luis Cerezo cuando vienen las lluvias y quiere entrar en una casa
decente a calentarse y para no pudrirse del agua, que ya le tengo yo
conocida la maña al rufián, que se fue trocando en olma cuando su hija, la
que se marchó a Suiza, espichó en una tarde desgraciada, que se cayó de
la moto de su novio en una cuneta, Alpes abajo, para dar muerta al pie de
un manzano de aquellas tierras lúgubres.

- Mañana, lo verás, el árbol habrá vuelto a su sitio y las ramas no llegarán


a la ventana y Luis Cerezo seguirá siendo una sombra fría sentada al pie
de su casa en ruinas, que desde que le dio el aire ese, ni entra ni sale, ni
repara la ruina que le aprieta y ha comenzado a echar raíces también él
para volver a la tierra.

- Mañana iremos al pié del castañar por ver si han caído en los cepos las
alimañas, que verás como se han comido las berzas de Doña Rodina y nos
sale al paso la chiflada y nos reímos un rato de sus manías.

- Si que atiza el viento, sí, que nos va a levantar las tejas y me va a tocar
subirme a la cimbra que puse para apuntalar lo de arriba, que un día de
estos se viene todo abajo y nos sepulta.

- Aún queda mucha noche, niño mío. Duérmete un rato y sueña a pierna
suelta, a ver si esos sueños son semillas y mañana abren su flor.

- Sueña, niño, sueña, que es lo único que nos queda esperar, ahora que los
viejos hemos perdido el sueño y caminamos despiertos como viejas
lechuzas deslumbradas y perdidas en la lejanía de un tiempo que ya no es.

- Tápate lucero, no vaya a venir el cuchillo del viento y te atice con su


filo.

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

- Duerme, muchacho, no vayas a coger miedo a estas nubes putas que


susurran pura mierda y meten miedo a los despiertos.

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

A
la otra punta del corruncho de casas que aún quedaban
en pie, la destartalada iglesia del cementerio se
desmoronaba bajo la rabiosa tromba de la lluvia y
confundía sus grisáceos cantos desbarajustados con la
arenisca de la calle en la que estaba plantada y con el
barro de la ladera que se le venía encima.

La Iglesia nunca había sido bonita ni respetable. Más bien era un corralón
de una tosquedad pobre. Tal vez la labra apresurada e inexperta de algún
vecino que contempló un templo de verdad y se aventuró a imitarlo como
su corto entendimiento le fue dictando. Descuadrada de arriba abajo, con
sus piedras desordenadas y torpemente enfoscadas, con sus arcos ciegos
torpe y rematadamente mal trazados, peor aplomados y amenazando
ruina, con sus pegotes de yeso remendando parches y agujeros y afeando
más aún el conjunto, con la labra irregular y desastrada de sus sillarejos
de mala calidad, con su techumbre ruinosa y llena de yerbajos que
anunciaban el hundimiento, con sus ventanales cubiertos de lata y cartón
remachados con clavos viejos y oxidados, con sus peligrosos canecillos
podridos que más que sujetar el alero lo incitaba al desplome, con su
puerta carcomida y desencajada, con las humedades penetrantes de su
interior y los hongos que salpicaban la cal de sus paredes, con sus
imágenes decapitadas o mancas y con toda esa suerte de excrementos de
paloma que sepulta los lugares en desuso, donde hace años nadie barre ni
recoge.

La Iglesia, el último reducto de aquel pueblo desparecido, ahora más que


derrumbarse, se disolvía en el barrizal de la ladera fangosa que la estaba
sepultando en mitad de la tormenta. Volvía a la tierra la tierra, requiescat
im pace, requiemcantimpace, et revertatur pulvis in terram suam unde
erat, sin que nadie pudiera lamentarlo, pues ya nadie recordaba nada en
aquel pueblo de otros días.

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Cuando, a la mañana, Benancio y su hijito etéreo salieron del caserón


hacia la huerta, había escampado y la Iglesia se había venido abajo por
completo, en un puro montón de escombros y barro.

Casi no podían recordarla, pues en realidad nunca estuvo en su quicio y


ellos no eran mucho de fijarse en las cosas desquiciadas.

De tal modo, para llegar a las huertas, tuvieron que dar un gran rodeo
para evitar aquel montón de deshechos y sortear la avenida de barro que
ocupaba gran parte de la bajada hasta las huertas.

El niño imaginario se asombró al ver el desastre de la Iglesia, caída por


completo, y el avance de la avalancha de barro, que cubría toda la parte
este del poblacho, pues la ladera se había deslizado desde su sitio de
siempre. Nunca hubiera creído tan viva a la montaña como para comerse
una parte del pueblo.

- Padre, la Iglesia y las casuchas de la plaza de abajo han quedado casi


sepultadas.

- Ya lo estaban hace más de veinte años, pero ellas no lo sabían.

- Si, pero ahora nos toca dar un rodeo para bajar al río.

- Todos los caminos conducen a Roma y alguno de ellos al río, si es que


el barro no lo ha ahogado también.

- ¿Y si lo taponó?

- Entonces no habrá que preocuparse más por bajar al río y tendremos que
pasear sólo hacia las pradas de arriba o resignarnos a quedar en la casa.
Ya decía mi abuelo que no hay que lamentarse de lo que no tiene arreglo.

- Pero la huerta está tras el río.

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

- Si la avenida del barro llegó allí, la huerta sólo estará en nuestros


recuerdos pajareros.

- ¿Y qué pasa entonces con los frutales?

- No adelantemos acontecimientos. Vamos por esta otra ladera y bajemos


a través por el castañar y cuando estemos abajo veremos si hay río o
secano y si aún tenemos predio propio.
El niño imaginario bajaba preocupado, como sintiendo que una pequeña
parte del mundo que conocía se iba diluyendo, por el aguacero, para
desaparecer en el fondo de la nada. No se oía el cantarín piar de los
pájaros de otras veces ni el murmullo del bosque vivo. Parecía como si,
de repente, el bosque mismo se doliese en la desgracia de la montaña que
se le vino encima y asustadizo, se emboscara en su propio duelo.

Bajaron con dificultad por mitad del castañar centenario y vieron al otro
lado que el barrizal se paraba justo antes de llegar al fondo de la
pendiente, abrazado como estaba por la antigua cercad de piedra de una
de las huertas antiguas, ya en desuso, que ahora servía de muro de
contención y frontera entre dos mundos.

La huerta, la pequeña huerta que constituía el principal dominio de la vida


del niño imaginario y de su envejecido padre, seguía en pie con sus palos
calzando las ramas de los frutales y sus cachivaches colgados para
espantar a la pajarería que en días de bonanza los poblaban y picoteaban
los tallos más tiernos. Con sus calvas y alcorques para recoger el rocío y
el riego. Con sus surcos trabajados con el primor de quien, a tientas, sabía
dedicarse al cuidado de las pocas cosas útiles que podían esperarse del
arenal de aquellas huertas. Con los olores de la tierra mojada o reseca,
según se terciara, o del abono cuando llegaba a usarse, que era casi nunca.
Con su pequeño pozo abierto para sacar el agua del riego cuando el
tiempo no acompañaba y con la pequeña caseta donde el viejo guardaba
los aperos y calentaba un tanto los almuerzos de la mañana.

El niño imaginario tenía en aquel reducto su mundo también imaginado,


poblado de fantasías, de castillos, de amigos, de aventuras miles, de

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

lagartijas, de todo lo inútil que se puede encontrar en cualquier campo


semidestartalado y que anuncia la ruina que se precipita, pero que se
vuelve motivo de nuevas ilusiones a los ojos de un pequeño, aún no
contaminado por el modo de mirar de los mayores.

El padre, que veía entre sombras por el mal de su cataratas, intuía el


desaguisado, pero tenía la suficiente pena encima como para nublar más
el ánimo y no ver el desastre al completo de una huerta amenazada por el
desplome de una ladera de arcilla que había quedado a menos de treinta
metros de engullirlo todo. Por otra parte, cuando el cúmulo de desgracias
colmata la presa del aguante de una persona acostumbrada a los palos de
la vida, una nueva desgracia, por grande que sea, no añade nada y poco
puede desmoralizar al desgraciado.

De esa suerte, el niño imaginario permanecía callado por sobrecogido y el


padre varado silencioso por resignación, sin que el tiempo transcurriera
para ellos en su fuga en ese instante tan denso.

El niño imaginario escuchó un ruido al fondo, hacia el sur, por donde un


pequeño follaje de carballos ocultaba el horizonte.

Al principio el ruido era más bien sordo y atenuado, lejano. luego se hizo
más perceptible. Después apareció una especie de polvareda de insectos
que se iba disipando y agrupando caprichosamente. Por fin aparecieron
unas cabezas que llevaban encima unos enormes bultos, como en un hato
hecho de mantas, y que se movían lentamente entre el ramaje. Vio el niño
como el grupillo se paraba en mitad del bosquecito y como cuatro
personas andrajosas dejaban en el suelo sus bártulos y se tiraban ellos
mismos, como si fueran también fardos, para descansar y dejarse ir.

El padre, con sus ojos de vista tan tenue, notaba el barullo pero no podía
ver el origen y se inquietaba.

- ¿qué es lo que ocurre?

- Unos pordioseros que se han acampado en el bosquecillo.

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

- Se habrán perdido del mundo para venir por estos caminos que no
vienen de ningún lugar ni llevan a ninguna parte. ¿Qué hacen ahora?

- Descansan. No hacen nada.

- Descansar ya es algo. Vámonos, no molestemos el reposo de los


desheredados.

- Se comerán las frutas.

- No lo creo. Están duras aún. No hay cristiano que pueda meter el diente
en tanto acíbar. Pero si se las comen, que les aproveche. Será que tienen
hambre atrasada.
Padre de vista débil e hijo imaginario, ambos excitados por una mezcla de
miedo e incertidumbre, desandaron el camino hacia su casucha en el
pueblo, subiendo de nuevo por el castañar sin decir nada, sin querer ver el
destrozo que desandaban, sin querer siquiera lamentar el infortunio de los
días y las horas que pasaban a su caprichoso y azaroso sucederse trayendo
desgracias siempre distintas y siempre las mismas para quienes poco
esperaban ya de sorpresa.

Cuando llegaron al raso del pueblo, donde las calles apisonadas parecían
tales y las diez casas del caserío que seguía en pié se agolpaban
destartaladas y sucias como siempre, vieron que los vivos y los muertos
que aún deambulaban por el pueblo miraban recelosos el desaguisado
desde detrás de los cristales de sus casuchas.

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VI

E l día en que la montaña se comió aquella parte del pueblo,


hasta la apestada Remedios Rengifo miraba con estupor
desde su ventanuco.

La dicha Rengifo, ignorada de todos por efectos de un encantamiento que


pasmaba y daba aún miedo, vio el desaguisado y fue vista. Se hizo ver
desde el otro lado del visillo por los cuatro o cinco vivos y la recua de
sombras que permanecían en la aldea, lo que, sin duda, no era sino un
muy mal presagio, pues hasta entonces la vieja no se dejaba ver y la paz
reinaba en los hogares.

La vieja había sido condenada antaño, en tiempos inmemoriales, por un


nigromante caminero a causa de su afición al chismorreo y por levantar
infundios mortales entre sus convecinos.

Las calumnias y verdades de la maldita habían llevado a la desgracia de


todos y la locura y las venganzas se desataron en desgracia y lamentos.

Entonces es cuando apareció por el camino Eusebio Félix, un mago


caminero emboscado en traje de buhonero y cachivachero para no
levantar sospechas en las autoridades, que apareció por el este al levantar
del sol, como oriental auxilio que era, haciendo sonar sus campanillas
cuando medio pueblo se aprestaba a matar al otro medio o a dejarse morir
en un aquelarre de odio, sangre y maldad desatado por las confidencias
acerca de la deshonra de unos y otros desveladas por la chismosa, hasta
entonces respetable componedora de himenes y amores, pero enloquecida
al enamorar ella misma sin remedio de Andrés Achares, quien, por felona
ambición y egoísmo soberbio, quería casar con una virgen recompuesta
por la propia Remedios e hija de uno de los pudientes de la comarca.

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

Remedios desencadenó los celos de todos y no calculó los resultados de


su vengativo despecho, y hombres y mujeres enloquecieron o temieron,
en proporción variable según quién poseía armas o no para acometer a los
demás, al conocerse de súbito los secretos y afectos de cada cual, e
interponerse las prístinas leyes del honor y la reputación, una de las
peores pestes de la ética aplicada, a su vez una de las peores pestes de la
convivencia social respetable, a su vez una de las peores convenciones de
la condición humana y así sucesivamente.

El nigromante puso paz a tiempo y evitó el derramamiento de sangre, tal


vez su mejor actuación dado que tuvo que improvisar lo suyo para
convencer al respetable de la bondad de su solución.

Aplicó solemne castigo a la locuaz Remedios y ordenó el olvido a todos


los demás y luego el hambre y la emigración hicieron el resto y se
reinstauró la paz más bien como olvido y desdén mutuos que como
reconciliación y reconstrucción de relaciones traicionadas.

A la cosedora de virgos aplicó el mago la severa pena de no volver a


caminar por el pueblo bajo el sol o el agua de la bóveda celeste y a
escribir la historia de su vida, sin dejarse ni un ápice pero sin levantar
infundios, hasta ponerla punto final, como condición para que pudiera
descansar en paz y obtener el perdón del pueblo. Y de los difuntos.

- Y cuando acabes tu cometido, dijo solemne el nigromante, el campanil


sonará para conocimiento de todos de que se han cumplido los tiempos. Y
digo más, que se abrirán entonces los cielos para borrar con el agua de las
estrellas el mal de la faz de la tierra.

Por hache o por bé, el respetable, entre la ignorancia y la sorpresa, acató


la sentencia y depuso las armas a la espera del remedio.

Pero la vieja, por entonces aún no tan vieja, no conseguía pasar de la


primera página, pues la tinta endeble que había de usar para su
reinserción se borraba al nuevo día, obligándola a comenzar de nuevo con
la monserga y a hacer nuevo recuento de sus recuerdos cada vez más

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

vaporosos, dando así razón al refrán que dice que más vale pálida tinta
que brillante memoria.

Todo esto, como digo, ocurrió en tiempos ya lejanos, cuando cogieron


preso al sacamantecas de Allariz, que antes que licántropo fue sastre y
vendedor de encurtidos para las personas de bien y de grasas para las
ruedas de los molinos y los carros.

Pero volvamos a los hechos que aquí se narran. La vieja Remedios, con
su penar a cuestas, deseando acabar de una vez para así poder estirar la
pata y dar descanso a su conciencia inquieta, estaba espiando el día de la
avenida de barro en el pueblo desde detrás de los visillos de su casa al
pensar que por fin la montaña les engulliría a todos, eso sí, sin dejar que
el sol la tocara el rostro según era su condena, oteando por encima del
horizonte, como si presintiera cambios donde el tiempo pasado en más de
cien años parecía haberlos prohibido.

La vieja Remedios, que como queda dicho aspiraba a estirar la pata de


una vez por todas y ansiaba oír sonar el campanil tocando a muerto sin
tener que contemplar la ruina total de su mundo, pero afligida por la
acción del nigromante Eusebio Félix, que la encantara con el prodigio de
escribir el maldito libro de su vida con la tinta invisible que él mismo le
diera y en el pliego de papel encantado que mantenía el sortilegio y no
podía deshacerse ni quemarse, sospechó desde su ventana que algo peor
que su propio castigo se avecinaba, y no sólo lo sospechó, sino que abrió
el portillo del ventanuco y así lo hizo saber a los demás.

- Se avecina el final, si es que aún estamos vivos.

Y entonces se debería haber apoderado el escalofrío de los deambulantes,


que tendrían que haber recobrado una cierta lucidez de cuando se odiaban
y tal vez hasta el brío para volverse a acometer. Y deberían haberse dado
cuenta por la viva voz de su propio anverso, que en realidad eso rea la
puñetera Remedios Rengifo, que algo único se les venía encima.

Más esta recua de egoístas no la hizo ningún caso.

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

Y se desencadenó un nuevo aguacero que puso a cada cual en su sitio,


cada mochuelo a su olivo, a rumiar sus miedos ancestrales y desesperar
por separado.

- Putas nubes, dijo Adérito a su hijito. No paran nunca de venir y de


descargar desgracias.

- Reputas nubes, que ahora la cabeza se me enloquece de dolor de nuevo.


Vamos a la casa, hijo mío, a guarecernos de lo que se nos viene encima.



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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

Tocan os frades a campá


pra escorrentar o nubeiro,
ben eles sudan... pra encher
pra todo o ano o granceiro.

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

E
l viejo gruñón pasó en cama más tiempo del esperado. El
dolor no bajaba la guardia y hasta arreciaba con el furor
propio de las nubes que descargaban sobre la comarca.
El anciano no encontraba la salida de su angustia:
vómitos, retortijones, escalofríos, cansancio sin fin,
calambres, deseos de acabar con tanto desaliento, desmayos... El caso
es que el dolor ronchaba al hombre como si fuera un hueso duro y el
aguacero sobre el pueblo no se aplacaba tampoco.

El viejo nubeiro tenía la tormenta metida en su propia cabeza.

La vieja olma sacudía con sus ramas las ventanas, intentando entrar y
sofocar el frío mortal que corroió a Luis Cerezo cuando la aflicción lo
acabó. Aporreaba insistente, desesperada, en la contraventana.

El niño imaginario estaba desamparado. Lluvias tan continuas y


malhabidas no las conocía de antes y a su padre tan postrado e inservible
tampoco lo había visto nunca. ¿Qué puede hacer un hijo de la
imaginación cuando su padre de la materia ha perdido el conocimiento
por completo y no se sabe si respira, aúlla o simplemente agoniza?

De modo que el niño estaba perdido, triste y aburrido, pues nada podía
hacer y salir a la calle era un despropósito con tanta agua cayendo a
plomo.

Luis Cerezo, desde su arbórea insistencia, seguía llamando a gritos y


trompadas por entrar a la casa y secar sus tristes cortezas, tal vez temiera
los rayos, y no daba respiro con sus lamentos, mitad vegetales y mitad
humanos. Pero el niño, obediente, no se dejaba intimidar y fingía no oírle
y jugaba, aburrido, con diversos cachivaches, mientras echaba de menos
la compañía de la hermosa Conchi, hija de la ensoñación del fullero de
Antón Lodosa, probablemente calentándose a la vera de la chimenea de
su casa.

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

Para un niño desamparado en la plena soledad de una casa deshabitada,


fría, inhóspita y en el abandono de sí y del mundo y, por si faltaba algo,
incapaz ya de aguantar las innumerables goteras de cinco días de lluvias
persistentes, no resulta fácil ocupar el tiempo y por eso las sombras del
pavor le van acechando hasta que el temor se vuelve, en cierto modo,
denso y material y proyecta sombras, clamores, risas desprevenidas,
susurros, movimientos de sillas y platos y otros muchos efectos
enloquecedores e insoportables.

El pequeño niño, ante el dilema de cuidar del padre o cuidar de no perecer


de terror, eligió lo más a mano, que es lo que nuestra cadena cultural de
eslabones herrumbrosos nos ha enseñado a elegir, que no es otra cosa que
pensar en sí mismo por encima de todo lo demás o salirse por la tangente
de los problemas que se avecinan, como si no fueran con uno; y salió
entonces de la casa en pleno aguacero y dejó a su propia deriva al padre
nubeiro y a los malos presagios que a aquel corroían las entrañas y a la
propia desolación de la casa. Nadie había por allí, en el poblucho
silencioso, donde sólo el agua dejaba oír su clamor de gotas desesperadas
y ventarrón aguerrido.

El olor dulzón y grave del miedo, si es que el niño hubiera sido capaz de
identificarlo, era patente en el poblado. Malas vibraciones, que diría un
cantamañanas cualquiera o un verdadero parapsicológo con sus
cachivaches de observar espectros, tanto monta.

El niño echó a andar, camino adelante, como dejándose llevar por el


capricho de sus piernecitas. El barro era mucho y fatigoso, pero peor
hubiera sido quedar a merced de los suspiros de la casa o de los apagados
aullidos del pueblo agonizante.

Los niños imaginarios no tienen exactamente frío, ni llegan a mojarse con


las trombas de agua y tal vez por eso, como ocurre al resto de los niños,
no sorprende verlos tan felices en mitad de los chaparrones, salpicando de
légamo y saltando sobre todo tipo de charcos. Pero aunque estos niños de
ensoñación no son, como nos pasa a las personitas materiales de urdimbre
más basta, sensibles a los elementos físicos más compactos, lo cierto es

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

que su corazón late como si lo fueran y, ya sea por costumbre o por algún
tipo de conexión desconocida entre las dimensiones inextricables de los
diversos mundos, si es que alguno es algo más que probabilidad y mera
apariencia, sienten frío como si de veras lo sintieran, y se ven compelidos
a hacer necesidades ficticias como si evacuaran con todas las de la ley;
por lo que nuestro pequeño, entumecido, húmedo y recién evacuado de
menores, bajó camino adelante por la ladera hasta llegar a la pequeña
huerta donde refugiaba a resguardo sus ilusiones y secretas aventuras.
Buscaba, notorio es a estas alturas, amparo o al menos olvido.

Cuando llegó a aquel lugar, ya sea por arte de magia o de fortuna, que
tanto nos da, se produjo un singular fenómeno y dejó de llover en un
círculo alrededor de la propia huerta, que esta no era imaginaria y ahora
estaba echada a perder de lodo y ramas caídas, dejando un poco más allá
la cortina de agua que anegaba el resto de la veguilla.

Tal vez, hijo de nubeiro viejo como era, no debía haberse sorprendido del
suceso, pues es sabido que los nubeiros tienen el preciso don de controlar
las nubes y sus trombas y hasta de atizar con ellas a los desprevenidos
vecinos cuando les fastidian o simplemente por mala sombra, y tal vez si
su padre era uno de ellos, o quizás el último que se conocía, según decía
Antón Lodosa cuando bebía vinazo, habría visto dicho fenómeno a
menudo y por muy hijo imaginario que fuera el mozo, era de suyo que
alguno de los poderes paternos habría heredado en sus genes tronantes y
etéreos, y no sería cosa de extrañar que la cortina de agua parara
precisamente donde, de forma inconsciente o subconsciente si se quiere
precisar más, había querido el tal mozo que lo hiciera, para así no
salpicarse los zapatos.

Fuera como fuere, el caso es que, ante la sorpresa del niño, lo que más
allá del secano singular era ayer un pequeño bosquecillo donde se
plantaron cuatro o cinco mendigos andrajosos y cansados, ahora se
encontraba ocupado por tal cúmulo de personas que el matorral había
desaparecido casi por completo, en parte porque la multitud de varios
cientos lo había cortado para acomodar unas especies de chabolillas, ya
porque lo habían hecho leña para apaciguar el frío de tanta agua, o porque

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

lo tenían acomodado como enramado y esqueleto para sus casuchas,


portales y cachivaches.

El niño se sorprendió de aquella multitud que se agolpaba a menos de


quinientos metros de su huerta claustral, afortunadamente situada al otro
lado del río y aún no invadida por aquellos recién llegados.

Al parecer, a los primeros pordioseros que el pequeño descubriera ayer,


debieron suceder otros y otros por la noche, y ahora el lugar parecía un
verdadero campamento, perfectamente caótico y desordenado, donde el
número de ellos se agolpaba en unas especies de madrigueras hechas de
todo tipo de trapos, cartones y cachivaches salidos de vaya usted a saber
dónde.

El niño estaba expectante, viendo de lejos el ir y venir de aquella


compañía recién llegada y ruidosa.

Al cabo del tiempo se dio cuenta de que anochecía. Había pasado


demasiado tiempo y el pequeño no se había dado enterado de ello. El
tiempo que pasa con tal rapidez es como si no pasase en realidad. Ni nos
mancha la camisa. Pero empezaba a verse demasiado poco con la luz
crepuscular y debía regresar, pues los niños de humo también son capaces
de perder el rumbo en la noche cerrada y los viejos seguían contando
cuentos de culebras y de lobos que se comían a los niños por la noche, lo
cual no era como para tentar a la suerte.

El chico volvió a casa con la rapidez que sus piernitas aún dubitativas le
dejaron hacerlo. Entró a la oscuridad del hogar y su padre seguía tendido
y claudicando ante los feroces ataques de su cabeza nublada. Las putas
nubes que lo aprisionaban. Esto era más y peor que cualquiera de las otras
veces que podía recordar. Algo muy gordo se avecinaba, algo antes no
conocido, y si no al tiempo.

- Ya verás hijo, ya, que se me va a pasar enseguida. No tengas apuro. Pero


ahora estoy molido y casi no puedo hablar. ¿qué hiciste en la calle?

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

- Mojarme, padre, que llueve a cántaros.


- ¿Y tanto tardaste en mojarte, que has pasado todo el día por ahí dando
saltos?

- Es que bajé a la huerta, padre y allí estuve mirando las cosas.

- Bien está, pero te habrás empapado y ahora te vas a coger un buen


catarro.

- No tanto, que en la huerta no llovía.

- Algo me dice que te doy mala herencia.

- Descanse usté padre, que voy a calentar algo de caldo.

- Por mi no lo hagas, que solo con pensarlo me revuelvo. Necesito dormir


y reponerme. Así mañana podremos salir a pasear un rato.

Mientras el niño brujuleaba por la cocina, el padre retorcía sus dolores


entre las sábanas. El cuarto era pequeño y olía a húmedo, como toda la
casa y todo el pueblo, y también al cansancio denso y el sudor de varios
días de convalecencia y sufrimiento.
La lluvia seguía y seguía, como siguió los dos días siguientes, sin que
nada pudiera ponerle fin al aguacero.

Dos días de dolor del padre y de fulgor del hijo.


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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

II

M
ientras en la casa de Benancio Álava se apura el mal
trago del dolor de cabeza del susodicho y su hijo
imaginado hacía cuanto estaba en su mano para asistir al
padre dolorido y para fingir no sentir tanto miedo como
tenía en realidad, el pueblo sigue sepultándose en el
abandono y los cuatro vivos que aún lo poblaban ovillándose más hacia
su fin y en sus manías.

Aurelio Rojo corta leña, y por eso ha tajado sin razón alguna el viejo
olmo que un día dio sombra al desconsuelo de Luis Cerezo cuando lo de
la muerte de su hija prófuga. La vieja olma se descuartizó, medio podrida
como ya estaba por culpa de la grafiosis, y cayó con cierto estrépito al
suelo. Y mal rayo dio en ella y la prendió y churrascó por el buraco por
donde el lóstrego había encontrado puerta, a lo que pareció que la olma
lanza furioso quejido sobrehumano, como si el chispazo eléctrico
liquidara del todo el pobre Cerezo, de quien la superstición dice que se
metamorfoseó en la dicha planta, al igual que lo hiciera Gregor Samsa en
bicho inmundo según Kafka, embrutecido de dolor y completamente
rendido de cansancio con los papeleos y burocracias para conseguir
expatriar el cadáver de la hija y cobrar el correspondiente seguro
helvético.

Aurelio era, o había sido hasta la despoblación del villorrio, cuando la


emigración lo arrasó como la langosta hace con los campos de centeno, el
tonto oficial del pueblo. Y por ello no daba crédito a las supersticiones, de
modo que para él la olma medio podrida no era sino una olma medio
podrida, un peligro más de aquel pueblo que se caía peligrosamente,
sobre todo porque la avalancha de barro se les venía encima a todos, y al
estar el tronco tan cerca de la cuadra de Rojo, pensó que cuando la
avenida de lodo empujara sobre aquel, ésta se partiría y daría en caer en
su casa y en joderle el techo. Todo muy lógico, pero desaprensivo, con
ese pensamiento finalista que aqueja a los idiotas de los pueblos y les
convierte en máquinas de avasallar cuanto se pone por delante, como si

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

fueran propiamente funcionarios civiles del estado, registradores de la


propiedad, trabajador de la benemérita banca privada, o cualquier otro
alto funcionario similar al servicio del orden de las cosas.
De este modo, Aurelio Rojo acabó con la olma y el rayo casi acaba con
Aurelio Rojo, con lo que aquel, idiota pero no tonto, acudió con un cubo
de agua y apagó el desaguisado y luego se metió en su propia casa
agitado y muerto de miedo y no volvió a salir en lo que quedó de día.

La proeza de Aurelio Rojo no pasó desapercibida para Avelina Expósito,


otra de las supervivientes, ni para las varias sombras encantadas que
merodeaban por el pueblo reconvertidas en lagartija, picota, perrillos
callejeros, veleta del tejado, presencias sentidas tras de los cristales de
casas ya derruidas, sombras variopintas y otros.

El grito desesperado de Cerezo puso en guardia a más de una sombra de


aquellas y ellas vieron venir el final definitivo de su presencia y
existencia misma, pues si los vivos se decidían a pasarle cuchillo a cada
rincón, a cada recuerdo o a cada mentira; si se decidían a relativizarlo
todo y a usarlos como mero bien de uso, res extensa que diría el filósofo,
mera mercancía contable, cosa monda y lironda o algo peor, despreciando
su valor intrínseco de sombras que un día no lo fueron, es que el mundo
se había salido de su quicio y se aprestaba a engullirse a sí mismo, como
Saturno que se zampó a sus tiernísimos hijos, y a desparecer por su
propio carácter autodestructivo, cuya seña de contradicción está ínsita en
su propia mismidad, y otros ejemplos metafóricos que podríamos poner
copiando del decir de los filósofos, politólogos, sociólogos, ecólogos y
otros señores de la capital por el estilo.

Por su parte, la timorata Avelina Expósito, quien refunfuñaba por el


atrevimiento sacrílego de atizarle al árbol de la plaza sabiendo quien se
decía que lo moraba, también sufrió el canguelo propio de su superstición
de vieja paleta y quería salir a tocar las campanas para conjurar los
presagios.

- Si empezamos a atacar a las sombras donde siguen presentes los


ausentes fallecidos que permanecen entre nosotros, dijo Avelina,

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

acabaremos jodiendo también a los otros viejos no estrictamente muertos


a los que odiamos, a quedarnos con sus tierras cuando vemos que la
artrosis no les deja salir de su hogar y a cometer peores sacrilegios y
blasfemias intempóreas.

Y en estas estaba la cosa, entre lamentos de vivos y suspiros de muertos,


cuando por el pueblecillo aparecieron cuatro de los pordioseros
acampados tras del río y que, hasta entonces, no habían hecho acto de
presencia y sólo habían sido vistos por el hijo imaginario del nubeiro.

Cuando en un pueblucho deshabitado, donde solo permanecen cuatro


viejos y múltiples sombras que se negaron a abandonarlo a tiempo, entran
unos forasteros -sean estos malcarados, como era el caso, o
excursionistas, casa-ruralistas o similares, en este caso vestidos de forma
en general bastante más pulcra y mimética-, cuando en este pueblucho,
decimos, ocurre tal presencia incómoda, se da de súbito un extraño
fenómeno que llamaremos, por abreviar, de celamiento o clausura, y el
vacío que ya intuye el paseante se hace más denso aún, y parece que no
sólo se nota, sino que se siente pesadamente detrás de cada paso del
caminante, con la persistente observación de los escondidos y timoratos
vecinos. Y así ocurría que los cuatro forasteros, paseando entre las ruinas,
notaban la densa presencia del vacío, un vacío con respiración y vitalidad,
que los puso muy desconfiados.

Buscaban estos pobres desgraciados, pues eso parecía esa recua de


tullidos, cansados, desaseados y desmoralizados visitantes, un lugar
donde conseguir algo de comida. Tal vez alguien con quien enhebrar la
hebra, siquiera para que les dijera dónde se encontraban, pues se les
notaba desorientados.

Buscaron los invasores, calle arriba, calle abajo, por lo que quedaba en
pié del pueblucho, pero no hubo puerta que se abriera a su paso, ni ser
humano alguno que se dejara ver con mayor o menor disimulo o a quien
preguntar, de modo que, tras algunos trajines y vanos intentos, se fueron
por donde vinieron sin tocar cosa ninguna, pero trastocándolas todas, por
cuanto que los mirantes, desde sus emboscadas ventanas, sintieron por

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

primera vez en mucho tiempo la amenaza invasora de otros ojos inciertos.

Quien haya ido, pongamos por caso, a un pueblucho vacío de esos en


compañía de otros tantos amigos, suficientemente alegres y expectantes si
llega el caso, y haya comprobado en propias carnes la desconfianza de los
habitantes del lugar, que legítimamente se pueden sentir invadidos de
pronto por tal algarabía, máxime si se llega armando algo de ruido o, peor
aún, cantando jotas u otros ritmos ruputuristas del orden, puede muy bien
entender el evidente recelo de los habitantes de esos tranquilos y
solitarios nichos, e incluso disculpar que en un momento dado salga un
tipo lúgubre de cualquier rincón, escopeta en mano, para invitarte con la
cordialidad que el momento permite, a salir a la carretera, camino
carretero o encrucijada cualesquiera que te llevó hasta ese lugar, dejando
en el poblucho tanta paz como lleves a otro sitio. Un forastero nunca es
bienvenido del todo en ningún sitio, a no ser que se vea a las claras que
sólo está de paso, o si se trata de uno de esos paliduchos y vestidos de
forma extravagante, forrados de dólares y hablando inglés que suelen
aparecer por los lugares más insospechados, que parece que el idioma y el
dios de estos los hace buena carta de presentación en casi cualquier lugar
de nuestro idiotizado mundo.

Y de este modo, los vecinos, desprevenidos hasta entonces, ufanos como


habían estado en el olvido del mundo, empezaron a temer por las
incursiones de los extranjeros, cuya finalidad no se acertaba a atisbar. Y
comenzaron a precaverse y a aprestarse para una hipotética defensa de sí
mismos frente a los otros, como cumple desde que el mundo entró en el
neolítico y se empecinaron los unos en temer a los otros y por las cosas
hasta entonces meras cosas. El temor suele ser el reclamo de la
prevención y hasta de la guerra y una de las pestes mayores que explican
el desquiciado fuste torcido de nuestro loco mundo; de modo que el
preciso hecho de que cuatro tipos cansados y desorientados, que además
no se metieron con nadie en su exploración, pusieran un buen día sus
narices en la anodina y congelada vida de un pueblucho que se moría de
viejo y no le importaba a nadie, incluidos sus cuatro vecinos, unido a la
falta de respeto de varios de sus habitantes, que se habían decidido a
hacer astillas hasta los recuerdos de los otros; el preciso hecho, repetimos,

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

de la entrada y salida de esos pordioseros en la soledad de dicho pueblo,


lo puso todo patas arriba y convirtió a los cuatro viejos, excluido por
ahora el nubeiro que yacía en sus dolores y nada sabía del suceso, en
horda defensiva y dispuesta a incomodar lo posible a los cuatro que
habían llegado o a otros que pudieran venir, sospechando, contra el
quijotesco refrán que dice que una golondrina no hace verano, que la flor
del alerce, como dicen los sapienciales, sí que anuncian la primavera y
cosas peores, y que el merodeo de desarrapados, cuatro nada menos,
después de años de ausencias y silencios, sí preludia desgracias
inevitables.



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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

III

n tanto esto pasaba, el inquieto niño de Benancio Álava,

E
hijo de la ensoñación de un exnubeiro ya aparcado de su
oficio, marchó de nuevo al río por cobijarse en la huerta
de sus emociones y para observar el extraño fenómeno
del campamento recién establecido al otro lado de la
ribera.

Bajó colina abajo, pues colina arriba no puede bajarse, sino subirse, con
inquietud y rapidez.

El poblado seguía creciendo. A decir verdad había crecido mucho, o


bastante, y ahora era abrumadoramente grande y desordenado.

Y como ocurre donde las concentraciones humanas son muchas, olía


bastante agriamente alrededor y ya se empezaban a encontrar cúmulos de
bolsas y otros desperdicios, uno de los males del capitalismo de
deshechos que nos ha tocado vivir, dando un aspecto desolado a los
alrededores que un día fueron bosquecillo casi bucólico.

Lo que empezó en casi una acampada de cuatro perdidos y continuó


como una agrupación de varios cientos de desertores, era ahora un
campamento hecho y derecho de miles de pies moviéndose, de cientos de
hogueras humeando para calentar carnes entumecidas o guisar cualquier
comistrajo de raíces, maderas o hiervas, de miles de ojos esquivos y
cabizbajos encontrándose y eludiéndose.

No vamos aquí a recrearnos en todas las desgracias y miserias propias de


los campamentos improvisados y apresurados que en el mundo han sido:
desde la rufiandad propia de la miseria impuesta, hasta la insalubridad, el
hambre y demás desgracias de sobra detalladas en los diversos
testimonios que por el mundo circulan al respecto. Aunque no podemos
eludir el pesado horror de la desgracia, no queremos poner el foco en ello
como si todo fuera eso, dando a entender una fatalidad que sólo existe
mientras la soportamos, pues todo es imposible, a los ojos del mundo,

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

hasta que cambia. No se trata en este cuento de hacer carne de cañón


sensiblero ni de llamar a compasiones superficiales, sino de ir, en la
medida de lo posible, al grano del relato que se pretende relatar.

El niño temió de desconcierto y temió por lo desconocido: Temió por su


mundo tranquilo y temió porque temer es algo muy frecuente y natural
para quienes habitamos el actual mundo de los homínidos involucionistas.
Pero era un niño despegado y atrevido sobre toda otra cosa y por ello el
miedo era menor que la curiosidad. Dubitativo, cruzó el río por el
pequeño vado que su padre usaba para poner su reteles para los cangrejos,
y se fue aproximando, despacio, manteniendo la respiración tanto por el
vértigo del momento como por el olor a goma quemada y podredumbre
del lugar. En guardia estuvo hasta llegar al poblado y meterse por sus
improvisadas callejas de locura e irregularidad.

Los habitantes del misterioso campamento eran gentes derrotadas y sin


nada. Bastante tenían con guarecerse de su desgracia y de la de los demás.
Iban a lo suyo y procuraban hablar poco, lo menos posible, y moverse
sigilosos como el oso perezoso, lo necesario para encontrar la mínima
tranquilidad que aquella marabunta de sinsentidos permitía.

El orden total de tanto apelotonamiento alocado era caótico, más bien


aleatorio y lleno de sobresaltos. No menos que el de cualquier ciudad
hecha y derecha, pero en cierta manera diferente, pues todo invitaba al
desastre y vaticinaba el constante fracaso o el estallido de la violencia que
finalmente nunca acontecía. Aparentemente, el despropósito y el
hundimiento dominaban cada acción individual o de un conjunto de
acampados, dando al traste los intereses de unos con las iniciativas de los
otros, en una especie de orden estocástico de alta entropía que, casi por
arte de magia, funcionaba a pesar de todo con una eficacia completa y por
puro desbordamiento de todo tipo de planes preestablecidos, como si
fuera un verdadero órgano vivo respirando, sintiendo, alimentándose y,
por qué no decirlo y evitar remilgos y recatos innecesarios, hasta
reproduciéndose con fruición y lascivia en mitad del caos.

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

En un orden así, ser uno más tampoco es lo más difícil para un niño,
sobre todo su uno lleva desde la cintura para abajo todo lleno del barro
del camino.

Por eso, el niño, como todo niño, encontró pronto el modo de agruparse
con otros iguales, tal vez hijos de acampados, de ojos vivarachos y
vigilantes, y de paso pudo conocer el drama de su diáspora. Al parecer se
trataba de fugitivos que venían huyendo de la guerra que se había
desatado en el mundo de más allá del horizonte ignoto, tras muchos
kilómetros y días de caminar y pasar hambre y frío, y habían llegado allá,
donde los soldados de uno y otro bando habían desistido de atosigarlos y
perseguirlos. Y a pesar de ello, seguían vivos y hasta alegres a su modo.

La devastación y el horror que imponen unos cuantos cabritos al resto y


que la mayoría omisa reproduce a su pequeña escala en sus relaciones de
todo tipo, son una constante de la genética cultural de los últimos veinte
mil años al menos, tal vez el verdadero pecado original que llevamos
indeleblemente tatuado en nuestra piel como condena y, lo que es peor, en
nuestro aparato neuro-cerebral como impulso eléctrico tal vez más
visceral que el propio comer y beber. Y de paso, también la más elaborada
cadena que nos oprime y la más sutil y difícil de percibir. De modo que
sigue sorprendiendo que aún no nos hayamos matado todos, los unos a los
otros.

Rindamos tributo ahora a las esforzadas, y en realidad excéntricas y


minoritarias personas que, a pesar de lo incorregible de este fuste torcido
nuestro, se niegan a tirar la toalla del todo y a rendirse a la fatalidad de
este cúmulo de dolor y desgracia que la acción humana va extendiendo a
su paso, como tinta de calamar, dando alivio a tanto hostigamiento y
esperanza a tanto fracaso. Aunque dice Job que la vida es como amargor
de adelfa, que también tiene bemoles la cosa, un poeta le replica si por
casualidad habrá visto el protestón a la adelfa en su esplendor y gloria,
como dando a entender que no es mierda todo lo que reluce en nuestra
amarga vida o que, pongamos por caso, podríamos relatar la de veces en
que los nobles sentimientos, los afectos desinteresados, la cooperación
entre unos y otros y otros tantos ejemplos que podría traer a colación han

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

enaltecido a las gentes del común dando una razón esperanzada a este
peregrinaje nuestro y, aunque sea sutil, un vestigio o aroma que nuestra
memoria colectiva bien podría rastrear u oler como espejo en el que mirar
lo mejor de nuestras aspiraciones.

Pero, volviendo al asunto, el caso es que los concentrados, desertores y


fugitivos en general allí estabulados, venían huyendo de la devastación y
del horror, pagando la factura de dolor y rendición debida a la condición
de víctimas inocentes, y a pesar de tanto trauma y sufrimiento, los
chavales jugaban a imitar las guerras de las que los mayores huían.

Y el niño jugó con ellos hasta que recordó que su ausente padre debía
estar aún retorciéndose en la cama.



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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

IV

C
uando la tarde es luminosa, las veo pasar despacio,
flotando, como persiguiéndose. Y parecen tan
inofensivas. El caprichoso sol se encubre en sus lomos
blancos y disipa su claridad conforme estas avanzan.
Que cielo tan limpio entonces. Y qué luz. Y si miro al
horizonte, lo encuentro salpicado de sus caprichosas formas y puedo
divertirme dibujando lo que me apetezca en el cielo. Puedo
contemplarlas despacio, observando como cambian su forma, como se
persiguen corriendo, como se achatan o se estiran o se arremolinan; o
cómo narran historias del pasado o del futuro, componen figuras
sugerentes, caras, árboles, recuerdos de otros tiempos y de mi propia
vida... ¿Habré de agradecerlas la nostalgia, la rememoración, el
recuerdo y hasta la evasión que me provocan?, ¿Serán compañeras de
vida, como el cisne que acompañó a San Hugo de Avalon, cartujo
silencioso él antes que obispo, que se murió de tristeza cuando murió
su amo porque no tenía ya con quién guardar silencio?

- Algo me dice que ellas me entienden y las puedo dirigir con mis deseos.

- No parece que vaya a desencadenarse la tormenta en el estado plácido


de la tarde y el nubeiro sale de la casa en el mismo momento en que su
hijo vuelve a ella.

- ¿Vienes de la huerta?

- De allí vengo, de lo que queda, padre.

- Hacia allá iba yo, a verlo, que parece que por fin clarea el día y se
apacigua el ambiente.

- Pues le acompaño, que ya sé el camino de memoria.

Cuando esto hablaban padre e hijo, las campanas del pueblo tañeron

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

como hacía años no lo hacían y con repique absurdo, por cierto, que nada
significaba en el viejo lenguaje de las campanas.

- Peligro habemos, padre ¿Será que se han acabado de hundir las cuatro
casas que quedan al pié de la plaza comida por el barrizal?

- Suenan más bien a miedo con mayúsculas. Algo peor debe ser la noticia
pero no se me ocurre.

- Pues entonces es que alguien ha descubierto la marabunta que acampa


en el soto grande.

- ¿Marabunta de personas? ¿Pero no eran unos cuantos desarrapados?

- Marabunta de marabunta, padre, un enjambre entero y verdadero que lo


ocupa todo y está hambriento y triste y cansado como el trobeiro Buserán.

- Con razón las putas nubes y el dolor de cabeza de tantos días. Algo muy
grande tenía que ser.

Las campanas seguían en su desabrido tañer y padre e hijo fueron a la


plaza, o lo que de ella quedaba a curiosear.

La buena de Avelina Expósito, fiel a sus miedos, se había encaramado por


encima de la ruina de la iglesia, caída cuando las avalanchas primeras del
barro, y había acertado a dar con la campana de Santa Bárbara, la
campanilla menor del templo, que se tañía para conjurar tormentas y la
estaba atizando con una escoba, como queriéndole sacar los malos
presagios a bastonazos.

Los vecinos, todos los vivos, se veían cara a cara ahora por primera vez
en muchos años de mutuo desprecio. Los viejos estaban, así, reunidos
todos, completando el censo de los vivos: Benancio Alava, desgarbado
por los días postrado y con su hijo imaginario al lado; la loca Rodina
Freixo, revieja, sucia y oscura como siempre y con su cara fiera por la
paralís, Remedios Rengifo, apestada a escribir su historia incontable y

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

que asustada como estaba había salido de su casa oculta en una coroza de
juncos que la cubría de los piés a la cabeza, Aurelio Rojo, tonto oficial del
pueblo, con unas botas de goma y un impermeable amarillo que le llegaba
a las rodillas, Angel Castro, tímido y silencioso, vestido de negro raído,
que se paró un poco a lo lejos, Antón Lodosa, con su hija conchi a
cuestas, y enfundado en mono de trabajo y Avelina Expósito, la vieja
malhumorada, que atizaba la campana compulsiva y alocadamente.

- Somos unos viejos ya inservibles y ya casi ni existimos. No deberíamos


armar estas escandaleras, ni alertar a las furias del pueblo para que
vuelvan los vapores que casi nos matan a todos.

- Me lo dices tú, Rodina Freixo, que te pasas el día escondida en tu cueva,


donde los extraños no se atreverían a entrar ni en peligro de muerte.

- Lo digo yo, que me acuerdo de lo que pasó cuando nos reunimos por
última vez para arreglar la paz del pueblo, cuando pusiste a los hombres a
matarse por el orgullo herido. Cada mochuelo a su olivo, como dijo el
nigromante, y que nadie ose salir de sus remordimientos propios ni mirar
a la cara a los otros, para que la desgracia no acuda a borrarnos del mapa.

- Hace ya tanto que el pueblo se condenó solo, que la amenaza del


nigromante no puede tener efecto alguno, si no se cumplió ya, que todo
puede ser, que el pueblo se borró del todo de la faz del mundo y aquí
estamos sólo los desgraciados que tenemos la mala suerte de seguir en pié
aún, como los árboles.

- Así habla un nubeiro. ¿No habrás traído tú la desgracia con tus


tormentas?

- ¿No las habrás traído tú con tus locuras y atizando la Santa Bárbara,
reputa Avelina Expósito? Que yo bastante tengo con soportar el dolor de
mi cabeza.

- Callad y escuchad, que la vieja loca tiene razón llamando a la campana,


si no es que cumple un designio. Que ayer estuve a punto de acabar el

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

condenado libro de mi castigo, casi al amanecer y poco antes de que todo


se borrara de nuevo. Y tuve una horrible visión sobre el bruñido de una
cuchara. Que se veía una procesión interminable de gentes desgraciadas
que venían y se concentraban en estas tierras y aquí esperaban. Que eran
vivos que huían de allá y más allá, y luego muertos que surgían cuando
tocaban las campanas del campanil. Todos aquí, como convocados por el
furor de la tormenta. Que eran llamados a comparecer todos aquí para
pedir cuentas y saldar deudas con los vencedores de todos los cuentos. Y
una enorme tormenta se desencadenó y abrió una gran brecha por donde
la mina antigua, y de allí aparecían enjambres de desgraciados como
borbotones de barro y lodo, que lo cubrían todo, y esperaban y esperaban,
muertos y vivos eran, como filas de compaña, para acampar en el valle y
esperar.

- ¿Esperar qué?

- Esperar no sé que, que al amanecer se borró el ensueño como se borran,


día tras día los recuerdos y no pude ver más.

- No os he llamado para contarnos consejas y cuentos de viejos, sino para


deciros que me he dado cuenta esta mañana que estamos todos muertos.
Que hemos muerto y ya no somos nada.

- Para esa noticia sobraba el alboroto, que llevamos siendo nada desde
que fuimos olvidados por el mundo, estemos vivos o muertos.

- Calla, agorero Aurelio Rojo, que sólo de decir maldades vives, zapatero
a tus zapatos.

- Que, os repito, he comprendido que estamos muertos cuando he visto en


uno de los cuatro locos que aparecieron esta mañana que pasaban de largo
sin vernos siquiera, que si no nos ven es que ya somos sombras, que
venían cantándonos en pasado como si fuéramos recuerdo lejano, y he
mirado al suelo y ya ni sombra proyectamos y he mirado en el espejo y y
ano tenemos figura.

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

- Nada cambia de nosotros saber que no somos lo que somos y que el


pueblo refulge con luz muerta, como las estrellas.

- Todo lo hemos perdido, todo muerto, como papel ardido que aún deja
calcinadas las letras impresas hasta que viene el viento, o la luz, y lo agita
todo y lo dispersa.



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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

Aluméame, alumea
estreliña da fortuna
que estou soliño no monte
non vexo cousa nenguna

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

E
n tanto que los viejos discutían sobre la extinción de su
mundo, estuviera esta iniciada o concluida de forma
irreversible, en el valle junto al río el campamento
crecía y se volvía más desordenado.

Al mismo habían llegado, dicho quedó, oleadas de refugiados que


huyeron de la última guerra y que habían desertado a su suerte de los
desmanes del desastre. Por arte misterioso, en un momento dado dejaron
de ser perseguidos y atosigados por uno y otro bando en liza. Como si ya
no interesaran a nadie, se habían internado por la montaña adelante
cuando la gran tromba de agua que duró varios días. Entonces su caminar
fue penoso y muchos quedaron varados en las cunetas o en los montes, o
regresaron hacia su perdición. Pero a estos otros no los habían
perseguidos y tampoco eran vigilados por los habitantes del otro lado.
Como si tuvieran una especie de salvoconducto, tal vez el de los
apestados medievales, les habían dejado en paz y así habían descendido
de los altos en pequeños grupos. En un momento dado, el cansancio les
hizo parar. Un pequeño valle encajonado, unas lomas suaves hacia el
este y con algo de labrantío. La aparente lejanía de las ciudades y de las
rutas de comunicación por donde podrán volver los soldados y, sobre
todo, la certidumbre de que por mucho que caminaran, en algún lugar
debían parar. Nadie los atosigaba ahora y las fuerzas ya les desfallecían.

Así, como por casualidad, habían acampado allí, en el pequeño remanso


donde ahora se había formado un gran campamento que poco a poco
seguía creciendo y desbordándose.

Unos cuantos expedicionarios habían subido por el castañar adelante en


busca de comida y porque se oteaba al fondo un pequeño ejido de casas
destartaladas y pequeñas columnillas de humo de chimenea, tal vez buena
gente a quien pedir ayuda. Habían entrado en el villorio y visto su ruina.
No querían molestar a los vecinos, si los había, sino encontrar algo útil de
comer o enterarse al menos de dónde se encontraban.

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

Siguieron hasta la antigua plaza, ahora taponada por la avenida del barro
y llena de escombros. Allí encontraron el grupillo de los viejos en su
reunión. Sobre la montaña de cascotes y escorias estaba encaramada una
vieja enjuta y que tenía una escoba en la mano. Abajo platicaban los
demás. De repente cruzaron las miradas y el grupillo quedo expectante,
vigilante, mudo. Los viejos también enmudecieron. Desconfiaban todos.
La brisa se levantó levemente y unos pajarillos se lanzaron al vuelo con
sus piares cantarines y escandalosos. Los expedicionarios avanzaron un
tanto hasta llegar a escasos pasos del grupo. Saludaron con la mano. Los
otros les devolvieron el saludo en silencio, entre murmullos apagados. El
silencio, el inmenso silencio de los hombres contrastaba con los gorjeos
de las avecillas y todo lo que era capaz de comunicarse entre los dos
grupos.

- Ore ha'e refugiado kuera. Nahániri jahaydhu japo ambyai, jaheka akue
pateĩ mba'e karu mba'e ha kuaa moõpa jaĩ akue 1.

Los viejos no sabían qué hacer. Nunca vieron ni oyeron nada igual.

Avelino les hizo señas y silencioso los condujo a su casa. Caminaba


despacio, de la mano de su hijo imaginario, sin decir nada y acompasando
su marcha a la del grupo de parias para que no le perdieran de vista.

Entraron todos en la casa y el nubeiro les ofreció algo de comida y agua y


ellos silenciosos se dispusieron a tomarlo todo con la intensidad y el
agradecimiento que permiten el hambre y la fatiga.

El hijo imaginario trajo mantas y unas cajas de medicinas medio


consumidas. Es todo lo que se le ocurría. Ellos agradecieron con gestos y
se dispusieron a marcharse.

- Esperad, os acompañaremos, dijo el niño y ellos, entendiendo el


ofrecimiento, se dejaron acompañar.

Salieron todos despacio ante la atenta mirada de los demás viejos del
1Somos refugiados. No queremos hacer daño, sólo buscamos algo de provisiones y saber dónde estamos

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

pueblo, quienes también habían sacado mantas y capazos de verduras y


otros alimentos para los forasteros. Así de lastimosa es la desgracia, que
hasta a los hostiles les afecta y les invita a poner algo de sí para paliarla.

Los viejos acompañaron a los forasteros ladera abajo, lamentándose del


estado de destrozo en que todo se encontraba. El grupo Iba serio,
pensativo, sobrecogido por lo que se avecinaba y bajaban penosamente,
pues el barro lo enfangaba todo y las pisadas continuados de unos y otros
volvían pesado el caminar.

Llegaron al final de la cuesta, justo donde el castañar clareaba y dejaba


ver el vallecillo y el río y, más allá, donde antaño hubiera una mancha de
robles, el enjambre de chabolas y habitáculos en que se habían
convertidos todos los paisajes, ahora casi irreconocibles y lúgubres.

El espectáculo, para quien no haya visto nada parecido, era sobrecogedor


y amenazador.

Agrupados y apretujados los unos contra los otros, se condujeron por


medio de la que parecía una calle principal, más ancha y recta que el resto
de callejuelas caóticas de aquel amasijo de residuos que componía las
viviendas, las plazas, las callejas del campo. Guiados por los cuatro
forasteros, ahora forasteros ellos en el campamento de aquellos, llegaron
a una especie de explanada donde los niños jugaban, gritaban y quemaban
plásticos pestíferos. Allí les llevaron a lo que parecía ser el centro de las
decisiones del común, si tal lugar existía. Fueron recibidos por un grupo
tan desaliñado como los demás y no más solemne. . Les hablaron con
cordialidad, se notaba en el tono.

Sólo el hijo imaginario del nubeiro parecía entender algo. Les agradecían
la comida, que lamentablemente era poca para tanta gente. También
agradecían que les prestaran la vega para establecerse. Se sentían
hermanos en la desgracia, pues desgraciados eran todos. Querían saber
qué lugar era aquel donde estaban. Un designio, tal vez una señal, les
había indicado que era el fin de su peregrinación, o huida. Allí debían
esperar. Allí enjugarían sus lágrimas y conseguirían la ansiada paz.

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

Los viejos del lugar no sabían qué hacer ni qué decir en aquel espacio
sobrenatural que ya no era su espacio, o que los había engullido y
convertido en otros desertores más en el desastroso deambular de nuestro
azaroso mundo.

De repente se desencadenó nueva tormenta y el murmullo del agua


repicando sobre el valle lo ocupó todo. Eran como las voces de todos los
murmullos, de todos los dolores aplazados por siglos de historia, de todos
los suspiros contenidos en la presa del suspirar y que ahora, colmatada
esta, se desbordaban por el campo. Como el agua brotada de todas las
cumbres que se derramaba enloquecida. Como el griterío de todos los
niños al salir de la escuela, alegres, ilusionados con sus sueños infantiles.
Como toda la mar alzada en una ola era el crepitar del chaparrón. La
lluvia que repicaba con furor lo era todo y todo era la lluvia, la tormenta,
las putas nubes.

El nubeiro, aturdido de nuevo, salió de la casucha y miró hacia el


horizonte. Cortina de agua espesa lo tapaba todo y la niebla bajaba
deprisa. Pronto no podrían regresar a sus casas.

Sólo cabe esperar aquí, dijo el nubeiro, ahora no podemos regresar.

Y allí se sentó a esperar el esperpéntico grupo de sombras de un pueblo


ya perdido en el recuerdo de todos y que quizás sólo subsistía por el
empeño de cuatro viejos en no morir completamente, como la vieja olma,
como todos los árboles del mundo, como los hombres que huyen de la
desgracia, como las ilusiones de un mundo mejor... ejemplos todos de
morir de pié.


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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

II

E
l agua llama al frío. El frío llama a la lumbre para
calentar el pequeño hogar. El calor congrega a los
hombres y los vuelve amigables en torno a un plato de
caldo caliente, si se tercia. La comida compartida crea
lazos de compañerismo, o al menos ayuda a hacer mas
llevaderas las mutuas soledades de las que estamos hechos, unos y
otros, y a hacer fortaleza de las fragilidades e incertidumbres que
somos. Así discurre la noche. Y el ambiente de aquel campamento olía
ahora a lluvia y a leña ardida, a madera quemada, a trapos quemados, a
todo lo que sea posible quemar para quitarse de encima el frío de la
noche que avanza con el agua y la niebla. Y también a café. A un pobre
café con sabor agrio de madera húmeda y aguado, que sabe Dios de
donde habrá salido, y que han mezclado con agua que salió de un
recipiente de plástico grande, sucio y pegajoso. Un café de un intenso
sabor a miseria que además descompone las entrañas que para qué las
prisas, pero que tiene el agradable efecto de hermanar a los que lo
saborean en común y es el sabor de viejas nostalgias casi borrosas ya, y
el calor en que arden nuevas utopías alrededor de un corro de sillas y
un grupo hospitalario.

Todos duermen ahora al calor de las hogueras, como si estas congregaran


a la paz de y al descanso. Daría la impresión de que se disiparon los
temores, cada día lleva los suyos propios, pero en el sueño todos ellos se
marchan por el sumidero de la ataraxia propia del dormir.

Con la noche cerrada, el niño imaginario y su anciano y enceguecido


padre exnubeiro, salen a pasear. Las nubes se disiparon. Clarea la luna y
se ve espectral la plazuela de los desharrapados. El lugar ha perdido su
enorme hedor de días y días de desperdicios acumulados. Es lo que tiene
el agua, que disimula los malos olores hasta que rebrotan.

Con tanta lumbre encendida el aire de la noche huele a cera. Se ha


levantado un ligero viento. Los rumores sordos crecen por todas partes.

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

Tanta gente agrupada es lo que tiene, que genera mucho ruido nocturno.

- La luna ha salido y brilla.

- Pronto, dice el padre, amanecerá por el otro lado y veremos antes a la


estrella panadera marcando el camino de la fortuna.

- No sabia yo que entendías idiomas

- Yo tampoco, padre, pero entiendo a estos hombres desde el corazón y


siento que son uno más de nosotros mismos

- Ellos así parece que lo sienten. Mira allí: la estrella panadera nos dice
que vendrán tiempos mejores. Siempre dice lo mismo y siempre los
tiempos por venir son mejores que los ya pasados. Todo es muy raro
ahora, como si se acelerara el tiempo.

El niño escucha y el padre habla.

- Todo esto que ahora nos ocurre ya lo sentí de pequeño, cuando me


pusieron el sambenito de lo del nubeiro. Al final de un estrecho valle
estaba la horda de los desposeídos. De todas partes habían llegado y lo
habían poblado en toda su extensión, ocupándolo todo. Llovía y llovía y
las nubes nunca dejaban de soltar sus borbotones de agua. Alrededor del
valle no había nada, nada quedaba ya, pues el fuego y la desgracia lo
había arrasado todo por completo. Sueños de niño asustadizo, me dije, y
lo fui olvidando, aunque el recuerdo lejano venía de vez en cuando,
borroso, desdibujado, a mi mente.

- Ahora vuelve todo a su sitio. Todos estos fugitivos, las nubes, el agua, el
pueblo anegado que desaparece en el barro, los viejos recuerdos que se
quedan sin quien los recuerde, la noche, la luna, …

- Queda por ver en qué acaba todo esto, pues el sueño nunca lo terminé de
ver al completo.

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

El niño se acercó al padre, como refugiándose en su pecho, o permitiendo


que el propio padre que lo imaginó se refugiara en la frágil incertidumbre
del niño.

- La noche era con todo extraña.

- La luna brillaba con luz apagada.

- La estrella panadera brilló más de pronto, como si ganara intensidad.

- El olor de todo el valle era un olor a brasas, a cera, a humo.

- Yvy mara ey2, susurró el niño imaginario, pero su padre estaba absorto
en sus pensamientos y no le escuchó.

Los extraños pueden convertirse en tovayá3, pensó el niño.

- Nde mba'e joguaha kuera, omaña kotyo pe kuera tasy´ỹ ndive , recibelo
kuera mboriahu rayhu4. le dijo una voz en su corazón.



2 La tierra sin males


3 cuñado
4 No te burles de tus semejantes, miralos con sencillez, recibelos con hospotalidad,

-53-
Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

III

l nubeiro y su líquido hijo vieron amanecer con asombro,

E
porque los amaneceres calmosos tienen el efecto de
abrirnos al misterio del tiempo sucediéndose sin más
razón de ser que el mismo tiempo.

- Hay un poco de relente y no tenemos mantas, acércate.

- Si padre.

- Mira hacia el pueblo. Parece inundado de la palidez rosa del nacimiento


del día, como si la aurora, al alzarse, se avergonzara de ir muriendo
lentamente.

- O como si se hubiera enamorado. También los enamorados se sonrojan.

- Sí, enamorado de esta marabunta de nuevos pobladores, una y mil veces


los mismos y una y mil veces diferentes. Tal vez del tronco seco de
nuestras desgracias verdeará un tallo nuevo para dar alegría a estas tierras
frías.

La lenta luz iba creciendo. El cielo estaba radiante, limpio, inabarcable.


Poco a poco se comenzaron a escuchar los ruidos propios del despertar
del gran grupo y a olerse los primeros fuegos.

- Desde aquí parecen hormigas peregrinas, padre.

- Desde que el mundo es mundo, somos todos peregrinos de un lado a


otro, siempre caminando sin descanso. Incluso los muertos peregrinan en
la compaña, imagínate tú, y en los cuentos de viejos. Culos de mal asiento
con la casa a cuestas y sin descanso, como los caracoles. Más nos valiera
quedarnos quedos de una vez, cada uno en su sitio, como los árboles y las
plantas y no ensuciar con tanto desperdicio.

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

- Yo prefiero los pájaros, padre, que también van donde quieren y


conocen todos los sitios y vuelven siempre con la misma algarabía.

- Pájaro, árbol, hormiga o peregrino, tanto monta. Puede ser que nuestro
afán sea caminar sin descanso final. Caminar en busca de una tierra
diferente, donde poder cumplir los sueños y no temer al mal. Toda la
tierra es buena o mala, según la labremos con mala leche o con
misericordia. Caminar siempre, como si la tierra se negara a darnos
consuelo y a aferrarnos a ella, como si se rebelara a recibir las raíces de
nuestra maldita raza.

- Eso parece que hacen todos estos que ahora despiertan. Huyen del
horror y del mal y vienen aspirando a dejarlo atrás.

- Mas bien huyen del miedo y de la guerra. Pero tienes razón, eso
hacemos todos, hijo, desertar del horror y buscar la paz, sólo que estamos
hechos de una pasta de hiel y la maldad nos acompaña y por mucho que
logremos un remanso por un tiempo, siempre vuelve a plantarse la
semilla de la dominación y a fraguarse la mordaza de la violencia.
Cuando el pueblo era un pueblo y yo un niño, el cura que hubo contaba
algo así como una visión, no me acuerdo bien, donde los hombres
peregrinaban hacia el valle de Josafat y esperaban, como estos ahora, un
cambio radical, la derrota del mal o algo por el estilo. Y esto alimentaba
el hambre, el miedo y la ilusión de las gentes de aquí. Luego vino la
emigración y sólo quedamos los que no supimos irnos...

- ¿Un valle como este?.

- ¿Quién lo sabe?. Al fin y al cabo el valle es la excusa para caminar.


Imagino a todos los caminantes que habrán caído en el camino en busca
de ese sueño sin llegar a su destino. Habrán creado un lecho fósil de
desgraciados en la corteza de la tierra de tanto hueso peregrino caído en el
intento.

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

- Huesos de derrotados de todos los tiempos... Pero ahora ya nada más


que polvo en el camino.

- Si, hijo vencidos de la historia, tanto los que están vivos ahora y serán
mañana polvo, como estos desgraciados que ahora vemos, o los que
cayeron antes y ya son nada. Las gentes humilladas de la tierra. La gente
torturada, la avasallado, los violentados, los hombres y mujeres
maltratados por la codicia de otros, los encarcelados, los explotados, …
Todas las víctimas que han caído en el camino sin llegar a la meta, sin
tener satisfacción, sin que les sea saldada su factura de oprobio. ¿de qué
les valió su caminar?.

- Son yerba que se ajó sin flor y que murió sin fruto.

- Y no solo estos. Me fijo también en los silenciosos que pasan y han


pasado la vida sin ser vistos en su esfuerzo. Quienes dejaron atrás otras
ilusiones para entregarse a la discreción de cuidar a los otros, quienes
pasaron anónimamente sin ser reconocidos o recordados ni siquiera como
víctimas, quienes sordamente han ayudado a germinar la semilla de la
vida mientras el horror lo consumía todo. Quienes se entregaron al amor
sin otro nombre. Quienes no son nadie ni siquiera en el recuerdo de los
nadie.

- Y todos éstos ¿no tendrán sitio en el banquete de los acampados de


ahora?, ¿no saldarán la factura de dolor que les infligieron?,¿no habrá
para ellos justicia?

- Muertos ya ¿qué deuda pueden reclamar? Su justicia será la paz de los


vivos. ¿Qué otra cosa queda?

- ¿No saldarán las cuentas aquellos?, ¿habrán fracasado en su peregrinar?,


¿ Serán meros caídos, cruelmente caídos sin esperanza y para siempre?

- Quedará el recuerdo, convertido en memoria de los nadie, para no


permitir el olvido ni consentir que de nuevo se alce la semilla de la
dominación.

-56-
Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

- Una salvación que no salva a los vencidos ya muertos no es tal, está


condenada a repetir el crimen.

- ¿Buscan un paraíso perdido quienes desertan de este orden de maldad


que hemos construido a lo largo de la historia, o tienen la tarea de hacer
un paraíso con las escorias de nuestras propias pérdidas?. Tal vez ese es el
meollo de esta condena peregrina. Nunca se acaba el camino. Siempre
habrá que buscar nuevas tierras sin males. Desterrada la semilla del
oprobio, surgirá otro nuevo, y los nadie volverán a iniciar su lenta marcha
para desterrarla. Y descansará la marabunta en nuevos valles, en nuevas
tierras sin males, para construir, paso a paso, milenio a milenio, lucha a
lucha, la tierra sin males. Para quitarle la razón a los opresores

- ¿Y los malvados que se fueron?, ¿Se van al final de rositas?, ¿Se llevan
al final su victoria sin saldarla nunca?, ¿No paga nadie su factura?

- Así parece que es el orden de las cosas. Tal vez un día acabe por un rato
la vigencia de este mundo de guerras y mentiras y acabe el imperio de los
malvados. Ese es el triunfo. Y el recuerdo para impedir su vuelta. Pero los
vencedores de carne y hueso se llevarán consigo su balance de poder sin
pagar peaje por ello.

- Padre, tengo frío.

- Vamos hacia arriba, a la casa.

- No, quedémonos aquí, en la vieja huerta donde siempre nos hemos


refugiado.

El sol ya se alzaba con fuerza.

El padre cogió al hijo en su regazo y este, confiado, fue durmiéndose


poco a poco, mientras el nubeiro susurraba un canto

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

Aluméame, alumea
estreliña da fortuna
que estou soliño no monte
non vexo cousa nenguna



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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

IV

M
ientras en la huerta del viejo nubeiro se mecía la
esperanza de un niño de sueños, el resto del campamento
se desperezaba. Los viejos del pueblo despertaron, uno
tras otro. Estaban inquietos. Perdidos en mitad del
hormiguero de cabecitas que los contemplaban.
Aliviados de ser tenidos como uno más del montón de desharrapados.
Más si se quiere, pues entre los desheredados los viejos son respetados
en toda la extensión de su fragilidad y escuchados en toda la razón de
su experiencia.

Alguien les ofreció algo caliente. Tal vez no muy buen brebaje, algo claro
y fuertemente oloroso, pero toda una ofrenda de ternura cuando lo que se
ofrece es cuanto se tiene.

Los viejos callaban y miraban a su alrededor.

La vida era potente entre tanta desgracia y, salvando la miseria


compartida y la losa inexplicable que cada cual llevaba encima con coraje
y sin fatalidad, alegre y vivaz. Con una alegría inmerecida e inexplicable,
dada la situación, pero contagiosa. No pasaban mucho tiempo mirándose
al ombligo y tal vez por eso no tenían mucho tiempo para pensar en el
malestar de su situación y de toda la cultura de desprecios que habían
vivido.

Los viejos vieron cómo de la montaña de su pueblucho fue


desesperanzándose una lengua de barro que lo engulló todo.

Estaban sobrecogidos.

- Ahora no tenemos ya nada. Estamos acabados, dijo Avelina Expósito

- Lodosa, tú eres quien más ha perdido que para eso habías hecho tus
buenos cuartos cuando aún había gente en el pueblo.

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

- Más quisiera yo, que con el negocio de ferias quedé arruinado.

- Nos tendríamos que morir de pena si no hubiéramos muerto ya hace


tantos años.

- Nadie se muere hasta que le llega la hora, de modo que hay que seguir,
ahora aquí, en este pueblo imprevisto, hasta que nos llegue la hora.

- Tal como vi en el último día. Tal como os anuncié, que ya se viene el


final de la historia.

- El principio de otra historia, querrás decir, que la nuestra ya fue finada.

- El principio y el final, el final que hace nacer al principio, como quieras,


tanto vale.

- Tanto vale.

Correteaban unos niños jugando alrededor del grupo de viejos.


- Taita guasú, taita guasú5

Los niños reían y tiraban de los pobres viejos para llevarlos a algún lugar.

Los viejos no sabían qué hacer.

Remedios, enfundada en su coroza, los siguió despacio.

Llegaron a un pequeño recodo y se adentraron por un estrecho camino


que llevaba al monte.

Siguieron caminando y danzando en la subida de una suave loma que los


alejaba del campamento y llegaron a una explanada toda ella clareada
hacía no mucho, al fondo de la que aún permanecía en pié una vieja
cabaña.

5 Abuelos, abuelos

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

Aquí vivió la vieja Sabina Campos, que me enseñó de niña a coser


desgracias y a escribir historias tristes.

- Y aquí sigue viva

- ¿Es verdad lo que oigo?

- Nunca se sabe, pero yo diría que sí.

- ¿Es verdad lo que veo?

- Es verdad lo que sientes. Y si no me confundo, tú también eres verdad, a


pesar del tiempo y del castigo a que fuiste sometida por la ignorancia y el
miedo de todo un pueblo.

- ¿Has estado aquí todo el tiempo sin que nadie supiera de tu vida?

- No exactamente, que la que llamáis loca de Rodina Freixo me ha estado


alimentando hasta la fecha sin dejar que acabara de morirme. Ahora esta
recua de niños curiosos me encontró y vienen a cada poco a jugar por
aquí. Yo les canto viejas canciones y ellos escuchan como si entendieran
algo y se ríen. Tal vez ahora estos niños son felices entre tanta desgracia y
nosotros, que no somos más que humo, parte de su memoria
desmemoriada. Y cuando nos muramos ellos serán nuestro futuro y
nosotros sus raíces, a pesar de lo fortuito de este encuentro, como si
fuéramos de la misma sangre hechos.

- Son nosotros y nosotros ellos. Si hay diferencia es entre nosotros y sus


perseguidores. Esos son de otro fuste.

- Del mismo fuste son, por desgracia, y por eso hemos de plantar una guía
en nosotros mismos, para que no tiremos hacia su dirección.

- La guía de la memoria.

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

- La guía de la memoria del dolor y de las esperanzas; la guía de la


memoria de la maldad y sus habilidades; la guía de la memoria de los
vencidos, para pasar factura al mal y no permitir su reinado ahora. Para
que esa guía enderece el fuste del árbol hecho con la sabia nueva de estos
chiquillos.

Aspiraba la vieja sin saberlo a que el recuerdo, ese material delicado,


construyera esa nueva genética cultural que, lentamente cambie nuestra
propio fuste torcido en el peregrinar en pos de la tierra sin males?
De nuevo se desencadenó la tormentas. La vieja susurraba entonces

Rorate caeli desuper


et nubes pluant iustum
aperiatur terra
et germinet salvationem



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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

Cuando partí caminero


de la tierra de bendición
quebrantose mi coraçón
sábelo Dió el verdadero;
partiendo del Mensajero
recreçentó mi fortuna,
que muero y vivo a una
d'este dolor lastimero

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

A
ntonio había viajado en un barco grande cuando era niño.
Lo reclamó consigo su padre, entonces encomendero en
Buenos Aires, y fue autorizado a viajar con sus hermanos y
la familia toda.

El viento recio le daba miedo desde entonces. Y las nubes. Y las


tormentas. No en vano, la época del viaje fue mala, en pleno invierno, y
su padre hubo de pagar una fortuna por el flete del barco.

Recordaba la familia el asesinato cruel del abuelo Juan, médico él, en la


hoguera de la inquisición de Lisboa y la huida de todos los demás tras tan
horroroso hecho. Primero, cuando las cosas se pusieron peligrosas para
los hijos de marranos, marcharon más allá de la Sierra de la Estrella y
luego, ayudados por su tío Fray Antonio, monje en las Españas, a la corte
de Valladolid, donde tampoco estaban seguros a pesar del esfuerzo del
padre, de la ayuda del tío y del inmenso caudal con que la familia toda
quiso agraciar al rey. Antonio era un niño muy pequeño, pero lo
recordaba todo con el vivo recuerdo de los malos tiempos.

El padre marchó sólo al Río de la Plata y cuando logró fortuna mayor


como encomendero y limpió su genealogía en Buenos Aires, salieron los
demás, como si fueran fugitivos, y subieron desde Valladolid hasta el
Norte y luego salieron hacia la mar océana. El caso era poner tierra por
medio y forjarse un futuro seguro y donde nadie pudiera acusarlos de su
origen.

Y ese inmenso temporal todo el camino. La borrasca. La lluvia imparable.


La despedida entre lágrimas de Fray Antonio. Los llantos de la madre y
sus hermanos. La inclemencia del camino por esas cañadas embarradas y
lúgubres. El horror a los inquisidores que tenían escuchas por doquier. La
llegada al puerto coruñés, todo tan sucio y húmedo. El peligro constante.
La singladura por la mar embravecida e infectada de corsarios. El puerto
antiguo del río de la plata. El bullicio y la picaresca de la ciudad de

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

Buenos Aires. El camino hacia Córdoba transocéana y luego a Charcas y,


más adelante a Lima, donde se apaciguó el ánimo de la familia y se
engrandeció en riquezas y honores; donde estudió con los jesuitas y luego
leyes y así hasta la cancillería y luego a la Casa de Indias.

Una vida azarosa y marcada por el estigma, siempre pendiente de un hilo


de envidias y murmuraciones. Un nuevo mundo donde olvidar el pasado.
O al menos ocultarlo. Una puerta abierta. Un gran olvido teñido de
silencios y lagunas de memoria, como toda historia que no quiere
recordar todos los hechos.

Antonio nació con buena estrella. El mismo día en que las galeras
Capitana, Patrona, Peregrina y Bazana, de la escuadra de Pedro de
Zubiaur, desembarcaron sus cuatrocientos arcabuceros en la Banía de
Mounts para dar escarmiento a los ingleses. Y dichos guerreros saquearon
a tiro de arcabuz los pueblos de Mousehole, Paul y Newlyn, sin dejar por
allí títere con cabeza, y luego tomaron el fuerte de Penzanze, la primera
alegría que se daba al rey Felipe desde que fracasaran sus intentos de
invadir inglaterra.

Luego le vino el prestigio y la fortuna. El cristiano nuevo borró su


mancha e incluso fue encargado de recopilar las leyes por el Consejo de
Indias y hasta fue nombrado cronista oficial de la historia de las indias, su
gran y meticulosa obra.

Pero el miedo encubierto nunca lo abandonó. Pudo engolarlo con las


togas de los de su dignidad. Pudo encubrirlo con el arrope de su oficio y
compromisos. Pudo someterlo con la adhesión a la empresa del imperio.
Pudo barnizarlo con sus creencias ideológicas. Pero nunca se lo pudo
quitar del corazón. Cuando llovía, cuando se emborronaba el cielo de
borrascas y azotes inclementes, Pinelo volvía a temer y el dolor le
azoraba con terribles jaquecas. Un temor horrible que no lo abandonó.

Y es por eso que en su corazón manaba la simpatía y la misericordia hacia


el dolor de los otros. Y se afanó en borrar el dolor de su familia, el dolor
de la gran familia de los expurgados, de los penitenciados del mundo

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

entero, de los relapsos que únicamente querían ser fieles al dictado de su


conciencia sin molestar a nadie, de los oprimidos de cualquier ofensa de
su tiempo, de las mujeres rotas y sufridas que pasaron la vida cuidando su
prole y matándose por ella en silencio, de los esclavizados para explotar
las encomiendas, de los esclavos negros que latigaban y forzaban con
todas las vejaciones imaginables, de los indios delicados que morían en la
miseria en la que un día fue su propia tierra, de los muertos y ajusticiados
por los justicias o en las guerras, de los enfermos, de los débiles, ...

Y así contempló con buenos ojos cuanto dijera Fray Bartolomé sobre los
indios y los otros pobres sometidos. Y compuso las leyes bondadosas de
las indias para dar orden y derecho en donde el hombre era lobo para el
hombre.

Tenía mórbida afición a coleccionar cuanta noticia, cuanto documento,


escrito, billete o papel encontrara. Y a componer con ello historia de los
hechos.

Y así indagó en su tiempo sobre los dichos de los pobres indios, que tanto
le gustaba escuchar de su propia voz, los cuales prometían un mundo de
paz.

Y ansiaba encontrar ese paraíso

Y dijo haberlo encontrado

“en el centro de la américa meridional, comprendido en un


círculo de 9 grados de diámetro”

en

“el sitio de la Equinoccial donde quiera que se convide el mas


calificado y preheminente por naturaleza de todos los del
Mundo. En el no se mudan los tiempos, son siempre iguales los
días y las noches, ellas con la frescura que basta, ellos con el
calor que conserba el perpetuo berdor de las Plantas, en

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

continua hermosura los Campos, sin que el frío los marchite ni


el rigor los agoste. Antes en eterno Verano y nunca acabada
Primavera son Retratos todo el año del Terrenal Paraíso.

A juzgar por el preciso mapa que lo detalla, se encuentra el idílico sitio


cerca de Iquitos, entre los ríos Pacaya y Samiria, en la amazonía, donde
se daban las condiciones evidentes que determinaba la propia evidencia
del territorio que él mismo comprobó con sus ojos, la explicación de la
biblia y la tradición, los relatos de San Efrén y otros santos antiguos, y los
relatos de los propios indios que a él se dirigían.

Pero hubo de ocultar sus indagaciones, pues excesivo celo por el paraíso
removía viejas sospechas.

“Y el árbol del bien y del mal es la granadilla de las yndias que


se da en Requeixos del Perú”

¡Cuánto hubiera dado cualquier desgraciado por comer aquella granadilla


carnosa al pié de un árbol frondoso, rumoroso de melodiosos trinos del
ruiseñor o del mirlo, con el cantarín rumor del agua de un río límpido, sin
preocuparse por la maldad que hace la historia de los hombres.



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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

II

R
efiere Jiménez de Espada que la primera data en
castellano que se tiene del viaje de los indios a la tierra
sin males, tal vez narrado por algún cura enloquecido y
enfrascado en la búsqueda de aquella, es como sigue

“...Los indios...como carezcan de haciendas que los retengan en


su patria, y sea su constante deseo de buscar tierras nuevas, por
parecerles que hallarán en ellas inmortalidad y descanso
perpetuo, aconteció que unos pocos se alzaron de las suyas y se
internaron por el monte”

Y prosigue el relato explicando que estos tales caminaban buscando la


tierra sin males, tierra maravillosa, brillante, de abundancia y
exuberancia, en la que todos los hombres pueden laburar en la chacra y
cultivar la yuca, y el platano, y el maíz y el frijol, y el zapillo, y los
buenos melones y sandías, y trabajar en la orilla del río sin esfuerzo ni
esclavitud.

Y capturaron a uno de sus chamanes en Chachapoyas y decía que iban a


la tierra sin males, porque la maldad corrompía el mundo y estaba a punto
de estallar en mil pedazos, rotas sus costuras y cansada y fatigada la
corteza de la tierra, y querían llegar antes de que esto sucediera porque
sólo en la tierra sin males, que fue la primera tierra, podrán perdurar
cuando la tierra sea borrada y el hombre borrado en su maldad.

Y ansiaban en sus sueños tras beber la chicha llegar a esta tierra porque
era un lugar sin guerras, de paz, de libertad y sin esclavitud, donde el
amor sin odio y sin envidia eran la ley y retornaban a la felicidad de ser
hermanos.

Cuando en los días de hoy vemos otras peregrinaciones forzosas, de


huidos de las guerras devastadoras que son el pan nuestro de cada día,
refugiados y peregrinos desde sus pueblos de hambre que esperan saltar

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

las vallas y fronteras de nuestro confortable mundo, que saltan mar


adelante en sus frágiles barcazas o pateras, que sencillamente emigran a
otros sitios en busca de un incierto futuro, ¿no peregrinan en busca de la
tierra sin males?¿No tienen claro que este mundo nuestro, trazado por la
violencia y la dominación, colapsará pronto?¿No son sus sufrimientos el
acicate para su levantamiento desobediente, para su deserción
desobediente, para su esperanza?

¿No es la lucha de los indignados el camino a una tierra sin males?

¿No lo son las rebeliones discretas o sonoras que cada día ocurren a
nuestro alrededor pero que no vemos o nadie tiene interés en que
conozcamos?

¿No es la revolución tan necesaria el peregrinar y el esfuerzo de tantos de


nosotros, en esa lucha constante del caminar del hombre con el pie firme
y la cabeza erguida, como dijo el barbudo de Treveris?

Todos caminamos a la tierra sin males.

Caminamos sobre el dolor de los que antes dejaron sin saldar su factura
con los vencedores de la historia, haciendo del recuerdo de su causa y de
la injusticia sin reparar el peldaño sobre el que seguir el incansable
camino a la tierra sin males, para que un día la gran factura del oprobio de
todos sea saldada en un mundo mejor para los que lo hereden.

Y por eso, para que lo hereden, seguimos caminando con dolor y con
gozo y seguimos abriendo las brechas en la espesura, intentando vivir con
mayor coherencia y arrancándonos la maldad que también anida en
nuestra propia mismidad.

No estamos condenados al fracaso porque la vida es bella a pesar de los


pesares.

Caminantes tantos que siguen la saga de los peregrinos.

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

Ya te sientas fatigado o no, oh hombre, no descanses


no ceses en tu lucha solitaria
sigue adelante y no descanses.

Caminarás por senderos confusos y enmarañados


y solo socorrerás unas cuantas vidas tristes
¡Oh hombre! No pierdas la fe, no descanses.

Tu propia vida se agotará y anulará


y habrá crecientes peligros en la jornada
¡Oh hombre! Soporta todas estas cargas, no descanses.

Salta sobre tus dificultades


aunque sean más altas que montañas
y aunque más allá sólo haya campos secos y desnudos.
¡Oh hombre! No descanses hasta llegar a esos campos.

El mundo se oscurecerá y tú veras luz sobre él


y se disiparán las tinieblas
¡Oh hombre! Aunque la vida se aleje de tí no descanses.

¡Oh hombre! No descanses;


procura descanso a los demás.

Poco después de recitar estos versos, el 15 de Enero de 1948, Mohandas


Karamachand Gandhi dejaba de respirar.



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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

III

E
l pequeño hijo de ensoñación de Benancio Alava esperaba
expectante el amanecer.

Hacía ya un año que su padre había muerto y él, como era un hijo
imaginario, vagaba entre las nubes dejando que la lluvia aliviara la sed de
los campos.

Le gustaba hacer llover con su fértil calor sobre el valle de aquel pueblo
tragado por la montaña, donde ahora vivía un extraño y ruidoso pueblo
nuevo, singular y feliz.

Un pueblo de refugiados que habían huido de la guerra y tras mucho


caminar, se había establecido en el pequeño valle.

Afortunadamente, como era un lugar solitario, las autoridades ni siquiera


habían mandado poner un cuartelillo de la guardia civil y no había nadie
que echara de menos la autoridad. De hecho, ni siquiera aparecía como tal
en los cálculos contables de vendedores y embaucadores, y estaba
descontado por completo

No tenían médico, ni cura, ni alcalde siquiera. Las fuerzas vivas propias


de los pueblos de bien no estaba allí, porque tal vez aquel pueblo
informal, no empadronado, no era un pueblo de bien y ya estaba
descontado de los balances de los calculadores de beneficios al uso.

Para que no anidara la flor de la dominación, la gente extraña de aquel


raro lugar recordaba en sus cantos y cuentos la saga de dolores que habían
padecido los padres, y los padres de estos, y los anteriores y así hasta cien
generaciones.

Por supuesto que el mundo no era idílico sino únicamente un mundo a la

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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

medida de los hombres y mujeres de aquel lugar.

Era, sencillamente, el mundo construido desde la factura de los nadie.

El mundo esforzado y sorpresivo de los buscadores de la tierra sin males.


Un mundo oculto entre las nieblas que quedaba disperso y escondido a
los ojos intrusos y molestos, que para eso el hijo de un nubeiro puede
jugar con las aguas, los rayos y las nieblas.

Olía bien ese pueblo.

Y sonaba a risas.

Y los que allí vivían tenían correspondencia con otros muchos lugares
similares.

E incluso más, probablemente en cualquier lugar, de forma silenciosa, hay


emboscadas hoy en dia gentes, muchas más de las que vemos, que
practican un modo de vida discreto y tan elocuente como el de este
cuento.

Rindamos homenaje a esos tantos miles de momentos de creatividad tan


humana y a esos cientos de miles de insumisos discretos que dia a día
hacen la vida más agradable y fácil a los demás.

Porque la historia que nos han descrito es únicamente una mirada parcial
a nuestro trastornado mundo; una mirada que no ve sino lo que quiere y
elude lo que le interesa.

Pero miles de caminantes hacen otra historia.


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Putas nubes. 8-3-2014. Regalo de cumpleaños

FIN

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