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Capítulo V

De que manera hay que gobernar los estados antes de ocuparlos

Si se quiere conservar un estado que se ha conquistado, a pesar de estar acostumbrados a


vivir con sus leyes y en libertad; si se quiere conservarlos hay tres maneras de hacerlo:
primera, arruinarlos; segunda, ir a vivir personalmente a ellos; tercera, dejarlos vivir con
sus leyes, cobrando impuestos y creando un estado pequeño que se encargue de conservar a
los ocupados como amigos (tenerlos contentos).

Ese estado debe depender del príncipe.

Capítulo VI

De los principados nuevos que se adquieren por las propias armas.

El hombre prudente debe elegir seguir acciones de personajes que sean dignos de
admiración.

Se ha de aprovechar la ocasión que se tiene para introducir nuevas leyes que permitan para
fundar un nuevo estado y la seguridad de este.

VII

De los principados nuevos que se adquieren con la fortuna y las armas ajenas.

Los que solo por su dinero se convierten en príncipes tendrán dificultades al llegar al poder.
Esos príncipes adquirieron el estado por dinero o por alguien que lo entregó. Esos príncipes
están sometidos a la voluntad de quien les entregó el reino. No podrán conservar el estado
porque no poseen tropas.

Se debe aprovechar estratégicamente las armas que se tienen y tomar la ocasión, la


oportunidad que se tiene en el momento que se tiene.

VIII

De los que llegaron al principado (tener el poder) por medio de maldades.

Se puede ser príncipe no solo recurriendo a la fortuna y el valor. Se puede ascender por
cualquier camino malvado, poco ético. También, al ser un ciudadano ordinario que posee el
apoyo de sus conciudadanos. Se puede retener por la violencia el poder. Por la necesidad de
conseguir asegurar su posición.

Mal usadas son aquellas acciones violentas que en vez de disminuir aumentan con el
tiempo

Los actos de rigor (violentos) se deben hacer todos juntos.

IX

Del principado civil.

Cuando u ciudadano llega al poder por el favor de sus conciudadanos se le llama principado
civil, pues no lo ha conseguir por la violencia. Para llegar a él no se necesita valor o
fortuna sino astucia. Se llega a este poder por el favor del pueblo o de los poderosos. De
estos efectos surgen tres situaciones: el principado, la libertad o anarquía.

El principado surge cuando los grande no pueden resistir al favor del pueblo y nombrando a
una persona esperando gobernar ejerciendo una influencia desde las sombras de quien
nombran. Un príncipe prudente debe pensar el modo en que sus conciudadanos tengan
necesidad del estado y así siempre lo necesiten.
X

De qué modo debe medirse la fuerza de todos los principados.

Existen dos tipos de estado, los que pueden regirse por sí mismos, al reunir los suficientes
hombres y dinero para crear un gran ejército, y los que tienen que ocultarse detrás de sus
murallas.

Maquiavelo hace un llamado a fortificar las ciudades y a no hacerse odiar del pueblo. Tener
inclinados hacía sí el favor de sus conciudadanos.

XI

De los principados eclesiásticos. De la iglesia.

Se adquieren mediante valor o fortuna. Y se sostienen por medio de instituciones como la


religión.

XII

De las diferentes especies de tropas, y de soldados mercenarios.

Los príncipes deben tener buenos fundamentos que son: las buenas armas y las buenas
leyes.

Un príncipe debe defender su estado con su propio ejercito y no con mercenarios. Solo los
príncipes y las repúblicas con grandes progresos

XIII

De los soldados auxiliares, mixtos y propios.

Las otras auxiliares son perjuidiciales pues solo son útiles para sí mismas.

Las otras auxiliares son aquellas que pertenecen a un príncipe poderoso que viene en la
ayuda del príncipe.
Las armas propias están constituidas por súbditos y ciudadanos.

XIX

Las obligaciones del príncipe con respecto al arte de la guerra.

Un príncipe debe ocuparse de la guerra, el orden, y la disciplina de los ejércitos. Es el


príncipe el que no debe descuidar este arte con el fin de no perder el poder.

XV

Las cosas por las que los hombres y los príncipes son alabados.

Un príncipe que quiere ser bueno (mantenerse en el poder), debe aprender a no ser bueno
(moralidad) y debe servirse de los hombres y no de las circunstancias.

El príncipe debe ser tan prudente que debaa evitar la infamia de aquellos vicios sin los
cuales pueda salvar el Estado

Un príncipe debe valerse de vicios y de virtudes para proporcionarse su seguridad y su


bienestar:

Fragmento:

“No habría cosa más loable que un príncipe que estuviera dotado de cuantas buenas prendas393
he entremezclado con las malas que les son opuestas; cada uno convendrá en ello, lo sé. Pero
como uno no puede tenerlas todas, y ni aun ponerlas perfectamente en práctica, porque la
condición humana no lo permite, es necesario que el príncipe sea bastante prudente para evitar la
infamia de los vicios que le harían perder su principado; y aun para preservarse, si lo puede, de los
que no se lo harían perder394. Si, no obstante esto, no se abstuviera de los últimos, estaría
obligado a menos reserva abandonándose a ellos395. Pero no tema incurrir en la infamia ajena a
ciertos vicios si no puede fácilmente sin ellos conservar su Estado; porque si se pesa bien todo, hay
una cierta cosa que parecerá ser una virtud, por ejemplo, la bondad, clemencia, y que si la
observas, formará tu ruina, mientras que otra cierta cosa que parecerá un vicio formará tu
seguridad y bienestar si la practicas.”

XVI.

De la liberalidad y de la avaricia.

Un príncipe no debe ser liberal, porque corre el riesgo que ser odiado por emprobecer a sus
súbditos. Y perderá la estimación de todos. Espreferible que se permita ser avaro , porque la
avaricia asegura su reinado.

Aal permitirse ser liberal en sus gastos se empobrece . se debe evitar ser odiado y menospreciado.

XVII

De la crueldad y de la clemencia, y si vale más de ser amado que ser temido.

Todo príncipe debería desear ser temido por misericordioso y no por cruel. Sin embargo, debe
cuidar no usar mal esta clemencia.

Un príncipe no debe temer la infamia que está relacionada con la crueldad, a fin de unir a sus
súbditos y fieles.

Un príncipe debe comportarse al creer y al actuar. Debe cuidarse de la confianza y de la


desconfianza exagerada.

Es mucho más seguro primero ser temido que amado, cuando se tiene que carecer de alguna de
las dos. El temor se mantiene con el miedo al castigo que no abandona a los hombres nunca.

XVIII

De qué modo los príncipes deben guardar la fe dada.

Hay dos formas de combatir con las leyes y con las armas, la primera es de hombres, la segunda
es de animales, pero cuando la primera no basta, conviene recurrir a la segunda.

Un príncipe prudente no debe mantener fidelidad a las promesas , cuando tal fidelidad significa un
perjuicio propio y cuando las razones que la hicieron prometer ya no existen. Si los hombres
fueran todos buenos, este precepto no sería bueno; pero, como son malos y observarían su fe con
respecto a ti, tú tampoco tienes que observarla con respecto a ellos.

Un príncipe no debe obrar por obrar, buscando cuidar su Estado.

“(…) un príncipe nuevo, no puede observar todas aquellas cosas por las cuales los hombres son
considerados buenos, ya que a menudo se ve obligado, para conservar el Estado, a obrar contra la
fe, contra la caridad, contra la humanidad, contra la religión. Es menester que tenga el ánimo
dispuesto a volverse según que los vientos de la fortuna y las variaciones de las cosas que se lo
exijan, y, como dije más arriba, a no apartarse del bien, mientras pueda, sino a saber entrar en el
mal, cuando hay necesidad.”

“En las acciones de todos los hombres, pero especialmente en las de los príncipes, contra los
cuales no hay juicio que implorar, se considera simplemente el fin que ellos llevan. Dedíquese,
pues, el príncipe a superar siempre las dificultades y a conservar su Estado. Si sale con acierto, se
tendrán por honrosos siempre sus medios, alabándoles en todas partes: el vulgo se deja siempre
coger por las exterioridades, y seducir del acierto477. Ahora bien, no hay casi más que vulgo en el
mundo; y el corto número de los espíritus penetrantes que en él se encuentra no dice lo que
vislumbra, hasta que el sinnúmero de los que no lo son no sabe ya a qué atenerse478 . Hay un
príncipe en nuestra era que no predica nunca más que paz, ni habla más que de la buena fe, y que,
al observar él una y otra, se hubiera visto quitar más de una vez sus dominios y estimación.”

se tendrán por honrosos siempre sus medios. No todo es permitido, sino lo que sea necesario
para salvaguardar al estado. Esa es la medida que determina si los medios empleados son
correctos.

Capítulo XIX

El príncipe debe abstenerse de ser ladrón de las mujeres y l las propiedades de sus súbditos

Un príncipe debe temer a sus súbditos y a las potencias exteriores.

Capítulo XX

Si las fortalezas y otras muchas cosas que los príncipes hacen con frecuencia son útiles o no.

El príncipe debe armar a sus súbditos a los leales y a los no leales, con el fin de que los primeros se
constituyan en el propio ejército y los segundos se sientan con la deuda de merecerlas.
“muchos juzgan que un príncipe sabio debe, cuando pueda, alimentar con astucia cualquier
enemistad, a fin de que, reprimiéndola, aumente su propia grandeza.”

XXI

Cómo debe conducirse un príncipe para ser estimado.

Ninguna cosa mejora la imagen del príncipe que las grandes empresas (grandes acciones, llevar a
cabo la guerra contra oro reino por ayudar a un aliado) y las acciones raras. La prudencia consiste
en saber conocer la calidad de los inconvenientes y tomar por bueno el menos malo.

El príncipe debe mostrarse amante de los talentos, siendo generoso con los hombres destacados y
honrando en los que sobresalen en cualquier parte.

XxII

Secretarios que los príncipes tienen a su lado.

Los ministros son buenos de acuerdo a la prudencia del príncipe. Cuando son suficientemente files
y cuentan con el conocimiento necesario.

Se habla de tres especies de cerebros. Unos entiendes por sí mismos. Los segundos disciernen de
lo que los otros entienden. Y los terceros no entienden ni por sí mismos ni por los otros.

El ministro no debe pensar en sí mismo sino en el Estado del príncipe.

Maquiavelo, Capítulo XVIII

Capítulo XXIII

El príncipe debe alejar a los adulares haciéndole comprender a los hombres que no lo ofenden
cuando le dicen la verdad. Debe rodearse de sabios y saberse aconsejar, solo cuando él lo desee.
Debe ser un paciente oyente de la verdad.
XXIV

Por qué razón los príncipes de Italia perdieron sus Estados.

Porque un príncipe nuevo es mucho más observado en sus acciones que otro hereditario.

Porque los príncipes italianos no se prepararon para los tiempos de guerra. Porque siempre son
buenas las defensas que dependen del príncipe y de su propio valor. Estos perdieron su Estado por
poca prudencia, al estar ocupados en la paz del presente y olvidar el pasado. No buscaron una
doble gloria, ni buscaron dar origen a una nueva soberanía ni la soportaron con buenas leyes ni
con buenas armas, ni se rodearon de buenos amigos y buenos ejemplos.

XXV

Cuánto dominio tiene la fortuna en las cosas humanas, y de qué modo podemos resistirla.

Fortuna: suerte.

La fortuna puede ser la que gobierne el 50 por ciento de nuestras acciones, pero que también ella
nos deja de gobernar a la otra mitad, a nosotros.

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