ARROYO SALINAS CRISTIAN KEVIN | 0012 | INT. EST. CIENCIAS SOC.

RESEÑA DE LA OPINIÓN, EL SABER Y LA CREENCIA

La formulación de juicios con base en el entendimiento debe ser cuestión de análisis

profundamente exhaustivo y puro. Immanuel Kant nos propone diferentes conceptos sobre
la formulación de objetos que tienen por fin llegar a la verdad. Dentro de la formulación de
juicios entran en juego diversos vicios de la verdad que pueden imposibilitar o impedir
relativamente el acceso a ella.

Cuando tomamos un objeto, lo analizamos y lo comprendemos podemos formular juicios con

base en él. Estos juicios pueden ser objetivos o subjetivos. La objetividad supone un
acercamiento más propio a la verdad que debe ser compartida por todo aquél que piense con
razón, es decir, que exista convicción, por el contrario, si se trata de un acercamiento con
base en opiniones propias o posturas de pensamiento meramente personal, se trata de una
persuasión.

Diferenciar entre persuasión y convicción es de suma importancia a la hora de formular

juicios que supongan un ejercicio de razón. Para saber si un juicio es tomado por verdadero
o falso, es necesario comunicarlo con los demás, con todos aquellos que también hagan
ejercicio de razón y tomen por una convicción objetiva del objeto.

Dentro de la verdad, el autor toma tres grados de convicción: la opinión, que se fundamenta
en una verdad que no es precisamente verdad para uno mismo ni para todos; la creencia, se
presenta cuando la verdad es aceptada por uno mismo pero no por todos; y el saber, que
supone el grado máximo de conocimiento, donde un juicio es unitariamente aceptado por los
demás y por no mismo. El saber, además, responde al propósito de que es necesario
comunicar un conocimiento para su validación común. Por el contrario, la opinión responde
a una serie de construcciones propias sin fundamento ni conocimiento que se basan una
visión propia, por ende, subjetiva de la realidad. La opinión y la creencia, así vistas como
obra de una persuasión, pueden ser guardadas como válidas para uno mismo, pero hacerlas
pasar como convicciones comunes supone un peligro para el conocimiento.

Para el autor “opinar es poco, saber es excesivo” y nunca se debiera opinar sin saber algo,
sin saber un fundamento apegado al conocimiento y la verdad.

BIBLIOGRAFÍA: Kant, Immanuel, “La opinión, el saber y la creencia” en Critica de la razón pura,
Taurus, México, 2006, pp. 25-29
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Todo conocimiento debe ser claro y necesario, por supuesto, también debe ser
exhaustivamente fundamentado. En este tipo de juicios conocidos como “juicios de razón
pura” no es viable lanzar opiniones ni creencias especulativas para dar un punto de vista.

En el caso de la creencia, el autor aborda diversos ejemplos que tienen que ver con la moral
y sus principios. Inicialmente se propone el concepto de creencia doctrinal para referir la
seguridad de tener bases suficientes para afirmar la existencia de alguna cosa, el autor
propone a discusión el tema de la existencia de Dios.

La existencia de Dios y la vida eterna es una discusión que entra en principios morales a
evaluar. Para cierto tipo de creencia moral que trata de que sus juicios sean acatables a las
leyes morales, la razón ordena que los preceptos morales sean una máxima en la formulación
de fundamentos. Luego, entonces, el autor afirma que Dios existe y hay una vida futura, pero
se puede tener certeza moral de que Dios existe, moralmente no se puede afirmar su
existencia. Son dos conceptos que separa y analiza por separado.

La creencia para Kant ofrece una idea, un esbozo inicial de la razón. Nadie puede saber que
existe Dios, si lo supieran, entonces sería un conocimiento compartido y previamente puesto
a discusión por aquellos que formulan juicios de razón pura.

La complejidad de la lectura se presta a varias confusiones para su correcta comprensión, sin

embargo, quedan claros los puntos suficientes que se pretenden analizar en cuanto a la
concepción del conocimiento en la abstracción humana.

BIBLIOGRAFÍA: Kant, Immanuel, “La opinión, el saber y la creencia” en Critica de la razón pura,
Taurus, México, 2006, pp. 25-29