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La política exterior del presidente de Francia

Emmanuel Macron
por Thierry Meyssan

Según el presidente francés Emmanuel Macron, « France is back».


Lo proclama exactamente así… en inglés. Dice que Francia pretende
desempeñar nuevamente un papel a escala internacional, luego de
10 años de confusión. Pero este presidente nunca ha explicado
qué política pretende aplicar. Retomando elementos que ya ha
mencionado desde Voltairenet, y situándolos de nuevo tanto en el
contexto europeo como en la Historia de Francia, Thierry Meyssan
analiza el viraje que acaba de iniciarse.

RED VOLTAIRE | DAM ASCO (SIR IA) | 13 DE M AR ZO DE


2018

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Cuando Emmanuel Macron se presentó como candidato a la presidencia de la República Francesa, no sabía
absolutamente nada en materia de relaciones internacionales. Su mentor, Jean-Pierre Jouyet, jefe de la Inspección
General de Finanzas –un órgano de 300 altos funcionarios–, hizo que le impartieran una formación acelerada en
la materia.

El prestigio de Francia se había debilitado considerablemente a causa de sus dos presidentes anteriores, Nicolas
Sarkozy y Francois Hollande. Debido a su falta de prioridades y sus innumerables bandazos, la posición de Francia
se veía «inconsistente». Así que Emmanuel Macron inició su mandato presidencial reuniéndose con la mayor
cantidad posible de jefes de Estado y/o de gobierno, para mostrar que Francia estaba reposicionándose como
potencia mediadora, capaz de conversar con todos.

Después de estrechar muchas manos y de asistir a numerosas cenas, Emmanuel Macron tenía que dar algún
contenido a su política. Jean-Pierre Jouyet [1] propuso mantenerse del lado de los atlantistas, apostando por los
demócratas estadounidenses que –según Jouyet– deberían acabar por retornar a la Casa Blanca, quizás incluso antes
de las elecciones de 2020. O sea, mientras que los británicos salen de la Unión Europea, Francia fortalece
estrechamente su alianza con Londres y conserva a la vez sus vínculos con Berlín. Habría que reenfocar la Unión
Europea hacia la gobernanza del euro, poner fin al libre intercambio con los socios que no lo respeten y
crear grandes empresas de internet capaces de rivalizar con las llamadas GAFA (Google, Apple, Facebook,
Amazon). Habría que dotarse también de une defensa común contra el terrorismo y, junto a sus aliados, implicarse
en la lucha contra la influencia rusa. Francia proseguiría además su acción militar en el Sahel y el Levante.

En septiembre de 2017, Jean-Pierre Jouyet fue nombrado embajador de Francia en Londres. En enero de 2018,
Francia y el Reino Unido reactivaban su cooperación diplomática y militar [2]. También en enero, el Reino Unido
y Francia formaban una instancia secreta, el «Pequeño Grupo», para reactivar la colonización franco-británica del
Levante [3].

Esta política, que nunca se ha debatido públicamente, pasa por alto tanto la Historia de Francia como el reclamo
alemán de desempeñar un papel político internacional más importante. La cuarta economía del mundo sigue
viéndose relegada –70 años después de su derrota militar– a un papel secundario [4].

En cuanto al mundo árabe, el presidente Emmanuel Macron –graduado de la Escuela Nacional de


Administración (ENA) y ex asalariado de Rothschild & Cie– adoptó el enfoque de sus dos consultantes en la
materia: el franco-tunecino Hakim El-Karoui –otro ex asalariado de Rothschild & Cie– sobre lo concerniente al
Magreb y el ex embajador de Francia en Damasco Michel Duclos –otro graduado de la ENA– en lo tocante
al Levante. El-Karoui no es un producto de la integración republicana sino de la alta burguesía transnacional.
Es un hombre que exhibe un discurso republicano en el plano internacional mientras que plantea un discurso
diferente –comunitario– en el plano interno. Duclos es un auténtico neoconservador, formado en Estados Unidos –
en tiempos de la administración de Bush Jr.– por Jean-David Levitte [5].

Pero El-Karoui todavía no ha entendido que la Hermandad Musulmana es un instrumento del MI6 británico y
Duclos aún no comprende que Londres sigue sin digerir los acuerdos Sykes-Picot-Sazonov, que le costaron la mitad
de su imperio en el Medio Oriente [6]. Al ignorar esos factores, El-Karoui y Duclos no ven problema alguno en la
nueva «Entente Cordiale» de Macron con Theresa May.
Ya se perciben ciertas incoherencias en esta política. En aplicación de las decisiones del «Pequeño Grupo»,
Francia ha vuelto a la costumbre que tenía el equipo del hoy ex presidente Hollande y que consiste en prestar su voz
en la ONU a las posiciones de sus empleados de la oposición siria (los que se identifican con la bandera del
mandato francés sobre Siria [7]).

Pero la situación ha cambiado mucho. La carta del actual presidente de la «comisión siria de negociación»,
Nasr al-Hariri, carta que Francia presentó en su propio nombre en el Consejo de Seguridad de la ONU, injuria
no sólo a Siria sino también a Rusia [8]. O sea, al hacerse portadora de esa carta, Francia acusa a una de las dos
principales potencias del mundo [9] de cometer crímenes contra la humanidad, contradiciendo con ello la posición
«mediadora» que supuestamente Francia tendría que mantener como miembro permanente del Consejo
de Seguridad de la ONU. Si bien Moscú optó por ignorar esa torpeza diplomática de París, la respuesta de
Damasco, en cambio, fue tajante [10].

En definitiva, la política de Emmanuel Macron no difiere de las que aplicaron Nicolas Sarkozy y Francois
Hollande, aunque, debido a la presencia de Donald Trump en la Casa Blanca, esta política de Macron se apoya más
en el Reino Unido que en Estados Unidos. El nuevo presidente de Francia da continuación a la idea de proporcionar
a sus transnacionales una reactivación económica, pero no en Francia sino en su antiguo imperio colonial.
Es la misma opción que adoptó en otros tiempos el socialista Guy Mollet, uno de los fundadores del Grupo de
Bilderberg [11].

En 1956, como primer ministro de Francia, Guy Mollet se alió con Londres y Tel Aviv para conservar el
control sobre el Canal de Suez, nacionalizado por el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser. Guy Mollet llegó a
proponer a su homólogo británico, Anthony Eden, que Francia se convirtiera en miembro del Commonwealth,
jurando fidelidad a la Corona británica, y que los franceses adoptaran el mismo tipo de ciudadanía que
los irlandeses del norte [12]. Ese proyecto de renuncia a la República e integración de Francia al Reino Unido, bajo
la autoridad de la reina Isabel II, nunca se discutió públicamente.

¿Qué importa el ideal de igualdad de derechos que la Revolución Francesa proclamara en 1789? ¿Qué importa
la condena del colonialismo expresada por el Pueblo francés ante el golpe de Estado abortado en 1961 [13]?
Para el Poder, la política exterior no es una cuestión de democracia.

Thierry Meyssan

[1] «De la Fondation Saint-Simon a Emmanuel Macron», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 17 de abril de 2017.

[2] «La “Entente cordiale” franco-británica», por Thierry Meyssan, Al-Watan (Siria) , Red Voltaire, 30 de enero de 2018.

[3] «Syrieleaks: un câble diplomatique britannique dévoile la “stratégie occidentale”», por Richard Labévière, Observatoire
géostratégique, Proche&Moyen-Orient.ch, 17 de febrero de 2018.

[4] Lo mismo le sucede a Japón.


[5] Jean-David Levitte, alias «Diplomator», fue representante permanente de Francia ante la ONU, en Nueva York, desde el 2000
hasta 2002, y luego embajador en Washington, de 2002 a 2007.

[6] Desde el punto de vista británico, los acuerdos Sykes-Picot-Sazonov de 1916 no son una repartición equitativa del mundo
entre los tres grandes imperios de la época (el británico, el francés y el ruso) sino una concesión del Reino Unido, que necesitaba
a toda costa el apoyo de Francia y de Rusia (la Triple Entente) contra el Reich alemán, el Imperio austro-húngaro e Italia (la
Triple Alianza).

[7] «Pretende Francia recuperar su antiguo mandato sobre Siria», por Sarkis Tsaturyan, Oriental Review (Rusia), Red Voltaire, 8
de octubre de 2015. En 1932, Francia impone una nueva bandera a Siria, que se halla bajo mandato francés. Esa bandera
se compone de tres franjas horizontales: una franja verde, que representa la dinastía Fatimida; otra blanca, que representa la
dinastía de los Omeyas; y la negra, que representa la dinastía de los Abasidas. La dinastía Fatimida representa a los musulmanes
chiitas y las otras dos representan a los musulmanes sunnitas. Esa bandera incluye además tres estrellas rojas que representan las
minorías cristiana, drusa y alauita. Al proclamarse la independencia de Siria, esa bandera se mantiene en vigor por un tiempo
antes de ser reemplazada por la actual enseña de la República Árabe Siria. La bandera del mandato francés no reaparece hasta
2011, en manos del llamado Ejército Libre Sirio.

[8] «Acusación contra Siria y Rusia por parte de Francia», por Francois Delattre, Red Voltaire, 9 de febrero de 2018.

[9] «El nuevo arsenal nuclear ruso restaura la bipolaridad del mundo», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 6 de marzo de 2018.

[10] «La respuesta de Siria a Francia», por Bachar Jaafari, Red Voltaire, 28 de febrero de 2018.

[11] «Lo que usted no sabe sobre el Grupo de Bilderberg», por Thierry Meyssan, Komsomolskaya Pravda (Rusia), Red Voltaire,
15 de abril de 2011.

[12] “When Britain and France nearly married”, Mike Thomson, BBC, 15 de enero de 2007. «Frangland? UK documents say
France proposed a union with Britain in 1950s: LONDON: Would France have been better off under Queen
Elizabeth II?», Associated Press, 15 de enero de 2007. Guy Mollet no retomaba la proposición de Unión Franco-Británica que
Winston Churchill y Anthony Eden habían formulado en 1940 y que era una fusión con carácter provisional, luego de la derrota
de Francia, para luchar contra el Reich nazi. Mollet se inspiraba en realidad, en el contexto de la crisis de Suez y con la esperanza
de salvar el imperio colonial francés, en la propuesta que Ernest Bevin había enunciado 11 años antes y que consistía en crear un
tercer bloque, ante Estados Unidos y la Unión Soviética, reuniendo el imperio británico, el imperio francés y el neerlandés en una
Unión Occidental. Aquel proyecto fue abandonado por Londres, que prefirió la Comunidad Europea del Carbón y del Acero
(CECA, antecesora de la actual Unión Europea) en el plano económico y la OTAN en el plano militar.

[13] En 1961, un golpe de Estado, organizado en secreto por debajo de la mesa por la OTAN, trató de derrocar al presidente
francés Charles De Gaulle y de preservar la política colonial francesa. Los franceses rechazaron masivamente sumarse a aquella
asonada. «Cuando el stay-behind quiso derrocar a De Gaulle», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 28 de agosto de 2009.

Thierry Meyssan
Intelectual francés, presidente-fundador de la Red Voltaire y de la conferencia Axis for Peace. Sus análisis
sobre política exterior se publican en la prensa árabe, latinoamericana y rusa. Última obra publicada en
español: De la impostura del 11 de septiembre a Donald Trump. Ante nuestros ojos la gran farsa de las
"primaveras árabes"(2017).
http://www.voltairenet.org/article200038.html

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