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La Clase de Santidad que Quieres Tener

POR LUCAS LEYS 25027

Cuando empiezo a hacer lo que hizo Jesús, tengo mucho menos tiempo para hacer
aquellas cosas que no debería hacer y que Jesús nunca hizo.

Dios quiere algo más que solo no nos metamos en problemas con los cristianos a nuestro
alrededor. Él quiere un corazón obediente y una fe total. Él está más interesado en el
corazón de sus hijos que en sus habilidades y conocimientos.

A fines de los noventa, en Estados Unidos se puso de moda entre los cristianos llevar
brazaletes, llaveros y ropa con la inscripción W.W.J.D que son las iniciales de las palabras en
inglés de la siguiente pregunta, traducida al español: ´¿Qué haría Jesús?´ En una ocasión,
me invitaron a predicar en un evento multitudinario donde el lema del encuentro era aquella
sigla. Los que hablaron antes que yo se refirieron a la santidad y recomendaron a los jóvenes
pensar muy bien antes de hacer algo malo y les advirtieron que hacer lo que no agrada a
Dios trae consecuencias. Los jóvenes escuchaban con las cabezas gachas y algunos
lloraban.

Se respiraba un clima de tensión y vergüenza. Mientras oraba con los ojos abiertos,
esperando mi turno, el Señor me indicó: Hasta este momento, se ha hablado como si la
pregunta fuera ´¿Qué cosas NO haría Jesús?´, en lugar de preguntar qué cosas sí hubiera
hecho. Cuando me tocó hablar, leí el pasaje en Lucas donde el propio Jesús anuncia con
qué misión había venido a la tierra:

“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar las buenas
nuevas a los pobres. Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y dar vista a los
ciegos, a poner libertad a los oprimidos, a pregonar el año del favor del Señor.” Lucas 4.18-
19.

Acto seguido hablé de lo que Sí hizo Jesús y lo que quiere hacer hoy en la tierra a través de
la nueva generación. Hablamos de transformar la sociedad, de impacto, de amor y de
sacrificio. Al terminar, el entusiasmo entre los jóvenes era evidente.

Pecados de acción y pecados de omisión

Es una lástima que la iglesia haya enfatizado por tanto tiempo sólo lo que no deben hacer los
cristianos, lo que llamamos pecados de acción. Poco se ha enseñado sobre los pecados de
omisión, que son aquellos pecados que tienen que ver con lo que no hacemos. Si hacemos
una lista de los pecados de acción, de las cosas malas que no debemos hacer, la lista es
larga como papel higiénico. Si anotamos los pecados de omisión, es decir, las cosas que
deberíamos hacer y no hacemos, apenas recordamos unos cuantos: diezmar, orar, leer la
Biblia , ir a la iglesia y obedecer a los padres. Estas son cosas esenciales, sin duda. Pero,
¿ahí termina lo que el cristiano debiera estar haciendo? ¿Qué haría Jesús en nuestro
medio?

Estoy convencido de que hacer la obra de Cristo contribuye enormemente a nuestra


santificación; cuando empiezo a hacer lo que hizo Jesús, tengo mucho menos tiempo para
hacer aquellas cosas que no debería hacer y que Jesús nunca hizo. Cuando empiezo a
quedarme, a no hacer lo que Dios quiere que esté haciendo, es fácil que la tentación me
encuentre ´disponible´. Eso fue lo que le pasó a David.

Vayamos algunos años más adelante, mucho después de su valiente enfrentamiento con
Goliat. El capítulo 11 de 2 Samuel relata que David tenía que salir en campaña contra los
enemigos del pueblo de Dios, pero se quedó. El rey tendría que haber ido con el ejército pero
se quedó muy cómodo en el palacio de Jerusalén mirando la tele. Una tarde (!) al levantarse
de la cama, comenzó a pasearse por la azotea del palacio y desde allí vio a una mujer muy
hermosa que se estaba bañando. Primero la miró con un ojo, luego con dos y después le
sacó una foto. Hizo que la trajeran y, aprovechándose de ser el rey y de que el esposo de la
mujer no estaba, se acostó con ella. Una vergüenza para un hombre que conocía tanto de
Dios.

Pero, ¿dónde había empezado todo? David no estaba donde tenía que estar. Estaba
perdiendo el tiempo en el palacio en vez de estar haciendo lo que Dios quería que hiciera.

Dios quiere hijos santos. La santidad es la belleza de la cristiana y el cristiano. Por ser la
santidad justamente un reflejo de la hermosura del carácter de Cristo en nuestra vida, somos
santos cuando hacemos lo que Cristo hizo. Es lamentable ver cristianos que piensan que ser
santo es no fumar, no tomar, no bailar ni decir malas palabras. Esas características son una
mínima expresión de lo que es la santidad.

La persona santa es feliz porque está haciendo la voluntad de papá Dios, que es ´agradable
y perfecta´ (Romanos 12.2). La madre Teresa de Calcuta fue santa, Martin Luther King,
Martín Lutero y Hudson Taylor fueron santos, como todos aquellos que de todo corazón se
entregan a hacer lo que Dios les pide y eso los hace parecerse cada vez más a Jesús.

Dios quiere algo más que solo no nos metamos en problemas con los cristianos a nuestro
alrededor. Él quiere un corazón obediente y una fe total. Él está más interesado en el
corazón de sus hijos que en sus habilidades y conocimientos. Quiere vidas a prueba de
pruebas. Quiere cristianos que mantengan el gozo y la esperanza en las dificultades; que
conserven la paz y el dominio propio en medio de las tensiones.

Dios quiere algo más que carisma y popularidad; él está buscando verdadera santidad. Esa
que tiene que ver con la pureza de corazón y de la que podemos conversar en voz baja solo
ÉL y nosotros. Santidad que tiene que ver con lo que en nuestro lugar hubiese hecho el
Santo.

Yo quiero alejarme de aquellas cosas que ofenden a mi Señor. Pero también no quiero
ofenderlo al no hacer lo que me pide.

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