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PABLO MÍGUEZ1
JUAN SANTARCÁNGELO2
En este marco, el objeto del presente trabajo es rastrear y analizar exhaustivamente los
fundamentos de la economía y contraponerla con las principales características de la
economía política. Si bien ambas concepciones reconocen su origen en los trabajos
pioneros de Adam Smith con su Investigación sobre la naturaleza y causas de la
riqueza de las naciones, muestran diferencias sustantivas en cuanto al objeto y método
de estudio y sus preocupaciones centrales giran en torno a problemas diferentes.
Con este objetivo, el presente trabajo se divide en tres secciones. En la primera sección
se analizarán los principios fundamentales de la economía política, sus orígenes y las
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Lic. en Economía (UBA) y Lic. en Ciencia Política (UBA), Investigador docente, Instituto de Industria -
Universidad Nacional de General Sarmiento.
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Doctorando en Economía (New School University), Investigador docente, Coordinador de la
Licenciatura en Economía Política, Instituto de Industria - Universidad Nacional de General Sarmiento.
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problemáticas que la ocupan, de modo de entender los supuestos que subyacen en el
análisis teórico de esta disciplina. En la segunda sección se hará lo propio con la
economía; para finalmente en la tercera sección dedicarnos a resumir las diferencias así
como los puntos de contacto y similitudes entre ambos enfoques. Por último, se
presentan las principales conclusiones del trabajo.
I. La Economía Política
La economía política es la ciencia que estudia las leyes que rigen la producción de
mercancías y la acumulación de riquezas; y de modo general, es la disciplina que se
aboca a estudiar las relaciones sociales de producción y sus determinantes. No se
preocupa únicamente de detalles técnicos de producción sino de las características
principales de las relaciones sociales en el proceso de producción y de la forma en que
evoluciona la acumulación.
El origen del estudio de “lo económico” como un ámbito específico y separado de “lo
social” y de “lo político” se produce en la transición del feudalismo al capitalismo
(Polanyi, 1992). Hasta ese momento existían teorizaciones sobre temáticas que,
analizadas desde nuestra perspectiva actual, son “económicas” pero que en el momento
de su producción no hubieran sido tan fácilmente clasificables. Tal es el caso de las
doctrinas mercantilistas, que asociaban la riqueza de los estados nacionales de reciente
formación con la acumulación de metales preciosos. Sus recomendaciones de política
económica, a saber, políticas proteccionistas tales como aranceles elevados, cuotas de
importación, prohibición o limitación de la exportación de metales, obtención de
balanzas comerciales favorables, concesiones monopólicas sobre el comercio exterior,
respondían a la necesidad de aumentar la potencia de los Estados absolutistas europeos,
que requerían recursos para financiar su expansión dentro de Europa y fuera de ella.
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decir de Polanyi, describirá las bases para el pasaje de un mercado regulado a otro
“autorregulado”, siendo su principal blanco de ataque el mercantilismo, con sus
regulaciones y su comercio monopólico.
Otro de los grandes exponentes de la economía política clásica es David Ricardo, quien
escribe sus obras entre 1800 y 1820, donde pueden observarse los primeros efectos de
las grandes transformaciones sociales que la revolución industrial estaba generando en
Gran Bretaña. En algunos aspectos profundiza la concepción del valor que tenía Smith
al entender que el valor esta determinado por el trabajo directa e indirectamente
incorporado en las mercancías, esto es, por el trabajo presente y el trabajo pasado
involucrado en su producción. Pero de su análisis de la composición del valor y de la
distribución del producto entre las clases sociales se concluye que esta relación
armónica entre las clases sociales no puede sostenerse. Los intereses de los
terratenientes van en contra del de los capitalistas y trabajadores. Dado el salario a partir
de una canasta de bienes salariales de subsistencia, y el beneficio como un residuo que
se obtiene luego de pagar dichos salarios, con la acumulación de capital a largo plazo y
como consecuencia de la ley de los rendimientos decrecientes en la agricultura, la renta
de la tierra tendería a crecer hasta poner en riesgo la existencia de los beneficios. Para
Ricardo, la economía se movería en el largo plazo hacia un “estado estacionario”.
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El último gran autor clásico, que profundizó los conceptos desarrollados por sus
antecesores y señaló los límites de la Economía Política desarrollada hasta ese
momento, fue Carlos Marx3. Así como Smith y Ricardo asumían que existían leyes
universales que gobernaban a la economía política, Marx sostuvo que cada etapa de
desarrollo produce sus propias leyes de movimiento, y que las contradicciones de cada
sistema (esclavismo, feudalismo y capitalismo) favorecen la emergencia del nuevo
sistema subsiguiente (Foley, 1990: 7). De este modo y partiendo de un análisis de clases
y de la teoría del valor trabajo continuada por Ricardo, Marx analiza el proceso de
generación y apropiación de la plusvalía dentro del sistema capitalista.
Como puede desprenderse del análisis realizado, para la economía política clásica es
esencial conocer los principios fundamentales que subyacen por debajo de la superficie
del sistema capitalista, lo que llevó a sus autores a dedicar gran atención a los orígenes y
a la conformación del sistema capitalista. En este sentido el estudio de la transición del
feudalismo al capitalismo, la acumulación originaria, el desplazamiento de la población
del campo a las ciudades, el establecimiento de la propiedad privada, el surgimiento de
la clase obrera, la maquinaria y la gran industria; son fenómenos claves a la hora de
entender el correcto funcionamiento del sistema económico.
Para la economía política, el capitalismo muestra tres rasgos esenciales (Eaton, 1966:
25). Primero, la riqueza es apropiada y se concentra en las manos de pocos individuos
que son los dueños de los medios de producción. Segundo, existe una gran parte de la
población cuya única posibilidad de subsistencia se basa en la venta de su fuerza de
trabajo a cambio de un salario. Por último, la producción de mercancías no se destina al
uso personal como en el feudalismo sino al intercambio, lo que permite la obtención de
ganancias y la reproducción del capital.
Para esta disciplina, la acumulación del capital es el motor central del desarrollo
económico y las condiciones laborales y tecnológicas son decisivas tanto para Smith,
Ricardo y el propio Marx. En este sentido, el objetivo persistente e incesante del
capitalista es lograr mayores beneficios y en esa búsqueda se desarrolla la competencia
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Si bien existen diferentes puntos de vista sobre si Marx era un economista político clásico más, o si en
realidad era un crítico de la economía política - esto es, un estudioso de los límites de la disciplina tal
como había sido concebida hasta entonces para dar cuenta de la complejidad del capitalismo- dicha
discusión excede el objetivo del presente trabajo.
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entre capitales, la que da origen a un doble proceso: la concentración y la centralización
del capital. El primero de ellos es el crecimiento del capital social a partir de los
capitales individuales, gracias a sus propios beneficios acumulados; en tanto que la
centralización del capital es el fenómeno que explica la forma mediante la cual los
capitales de mayor tamaño absorben mediante fusiones y adquisiciones a los muchos
otros de menor tamaño (Marx, 1995: 528-529).
Para la economía política, la sociedad tiene estructura y se divide en clases sociales: los
propietarios de los medios de producción, capitalistas; y los vendedores de su fuerza de
trabajo, trabajadores. Esta división de la sociedad en clases tiene importantes
implicancias desde el punto de vista económico y social. En primer lugar, se trata de una
aproximación holística, que trata de aprehender el todo para luego dar cuenta del
funcionamiento de las partes, y no al revés. En segundo lugar, el capitalismo es un
sistema de producción social en el que existen explotadores (capitalistas) y explotados
(trabajadores), y dicha explotación es uno de los pilares centrales en el estudio de la
economía política, sobre todo desde la óptica marxista (Eaton, 1966: 8).
La economía política clásica sostiene que los objetos tienen valor producto de una teoría
objetiva del valor o teoría del valor-trabajo, que sostiene que los objetos tienen diferente
valor con relación a la cantidad de trabajo abstracto socialmente necesario que poseen.
Y dado que el objetivo del capital es obtener la mayor ganancia posible, el mismo debe
extraer la mayor cantidad de trabajo excedente posible. Y en pos de este objetivo y de
saciar su afán de lucro, el capitalista tiene cuatro modos de aumentar la ganancia:
aumentar la cantidad de horas trabajadas, aumentar la intensidad del trabajo, reducir el
salario y/o desarrollar nueva tecnología. Sin embargo, los tres primeros modos tienen
límites naturales ya que nadie puede trabajar más de un determinado número de horas
por día, existe una intensidad máxima de trabajo, y el salario puede reducirse pero no
más allá del nivel de subsistencia. Por ende, en el largo plazo los capitalistas van a
aumentar sus esfuerzos por obtener innovaciones tecnológicas e irán reemplazando
trabajadores por maquinaria.
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Para Marx, este ejército es regulado por la diferencia entre dos tendencias: el trabajo
reemplazado por la mecanización del capital (expulsor de trabajo); y el crecimiento del
capital que atrae a nuevos trabajadores. De acuerdo a esta aproximación teórica, el
desempleo es un fenómeno inherente al capitalismo que no puede ser erradicado.
II. La Economía
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Sin embargo la historia económica muestra que desde 1850 que se producen avances
claros en la dirección marginalista. Por estos años, el economista alemán Gustav Gossen
desarrolla dos ideas importantes. Por un lado, el principio de utilidad marginal
decreciente, que constituye el fundamento de la teoría neoclásica de la conducta del
consumidor; y que básicamente sostiene que el placer que produce un bien disminuye a
medida que aumenta su consumo. Por otro lado, establece una segunda ley importante
que es el teorema de la igualdad de las utilidades marginales ponderadas, fundamento
que explica la conducta maximizadora de la utilidad, y donde se señala que los
individuos intercambian bienes hasta que la utilidad de las últimas unidades que posean
resultan iguales (Screpanti y Zamagni, 1997: 101).
Es así como a partir de la utilidad marginal de los bienes, los marginalistas buscan
construir una nueva teoría del valor, y también del comportamiento humano, que queda
reducido al cálculo racional orientado a la maximización de la utilidad. La revolución se
produce simultáneamente en Inglaterra, Austria y Suiza, asociada a los nombres de
Jevons, Menger y Walras, respectivamente. Escribiendo en contextos distintos con
tradiciones de pensamiento muy diferentes los autores van a encontrar una especie de
síntesis en la obra de Marshall, quien desarrollará la teoría del equilibrio general.
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como antes lo hacía el trabajo. El aporte del valor proviene de muchos factores, los
factores de la producción, a los que corresponden diferentes fuentes de ingresos. Así, al
“factor trabajo” le corresponde el salario como remuneración por su aporte a la
creación de valor; en tanto que al capital le corresponde el beneficio; y a la tierra, la
renta. En cuarto lugar, todos toman como modelo de ciencia a seguir a las ciencias
naturales. El paradigma es el positivismo de la época en sus diferentes versiones. Su
modelo de ciencia era el de las llamadas “ciencias duras”, por oposición a las ciencias
sociales o “blandas”. Walras, por ejemplo, toma el positivismo francés de Augusto
Comte. Buscaba que la economía se pareciera a la Física, para lo cual hace uso de
conceptos tomados de esta disciplina tales como “equilibrio”, “campo de fuerzas”, y
“estática”. Por otro lado, Jevons se inspiró en el empirismo inglés, sobre todo en John
Stuart Mill; mientras que los austríacos tomaron, para referirse a la competencia
capitalista, la idea de supervivencia del más fuerte de la biología y del darwinismo
evolucionista. Finalmente, todos estos “economistas” eran liberales en lo ideológico-
político. Defienden el libre funcionamiento de la economía de mercado como la mejor
forma de organización de la economía. Para Walras, el mercado garantiza la mejor
asignación de los recursos puesto que los intercambios entre individuos racionales y
maximizadores conducen a una organización de la producción y de la distribución de la
renta eficiente y mutuamente beneficiosa, mientras que la intervención del Estado puede
llevar a “desequilibrios”. Por su parte, Menger sostenía que en el marco del mercado
ganan los más fuertes, el progreso económico garantiza el avance de la sociedad, y el
Estado sólo puede ahogar la creatividad generada por la competencia.
Por ende, la típica definición de economía que se puede encontrar en los libros de texto
es que la economía es el estudio de la manera en que las sociedades utilizan los recursos
escasos para producir mercancías valiosas y distribuirlas entre los diferentes individuos
(Samuelson y Nordhaus, 2001: 4). Esta definición muestra dos principios fundamentales
de la economía marginalista: el principio de la escasez (los bienes son escasos y de uso
alternativo) y de la eficiencia (la sociedad debe usar los recursos eficientemente). La
escasez es crucial para la economía ya que justamente los bienes económicos son los
bienes escasos o limitados. Si los bienes fueran abundantes y gratuitos no habría
necesidad de hablar de economía, ya que cualquiera podría acceder a su voluntad a la
posesión de bienes. Por otro lado, dado que los deseos de los individuos son ilimitados,
el principio de eficiencia cumple con utilizar los recursos de la sociedad de la manera
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más eficaz posible para satisfacer las necesidades y los deseos de los individuos
(Samuelson y Nordhaus, 2001: 4).
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costos, tales como el costo medio, marginal, total, de corto y largo plazo; así como de
las características de la función de producción que dichas firmas poseen (Cobb Douglas,
Leontieff, etc.).
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Los objetivos de la macroeconomía son tres: obtener un elevado y creciente nivel de
producción; un elevado nivel de empleo con un bajo nivel de desempleo; y mantener un
nivel de precios estable o levemente ascendente (Samuelson y Nordhaus, 2001: 380).
Para ello, el Estado tiene dos instrumentos que puede utilizar: la política monetaria
(procurando el control de la oferta monetaria para afectar la tasa de interés), y la política
fiscal (el uso deliberado del gasto público y de la recaudación de impuestos para regular
el ciclo económico).
En las secciones anteriores hicimos referencia a las cuestiones vinculadas con el origen,
teoría del valor y objeto de estudio de ambos enfoques. Destacamos que si bien ambas
disciplinas reconocen su origen común en la obra de Adam Smith, la economía política
mantiene una teoría objetiva del valor y su objeto de estudio son las leyes de la
producción y de la acumulación de capital mientras que la economía sostiene una teoría
subjetiva del valor y se preocupa por la asignación eficiente de recursos escasos así
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como de la satisfacción de las necesidades de los consumidores. Para la economía
política, la sociedad se divide en clases sociales, en tanto que la economía analiza a los
individuos como semejantes y representativos.
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La quinta dimensión que podemos analizar es el contexto histórico, que resulta esencial
para la economía política ya que determina las características particulares de las
distintas etapas históricas. Sin embargo, para la economía, el contexto histórico es nulo,
lo que conlleva la existencia de una única verdad independientemente del tiempo. La
economía propone explicaciones que se pretenden universales, válidas para todo tiempo
y lugar, sin atender el contexto histórico, político y social de surgimiento de la teoría.
Como señala Aglietta: “El objetivo de la teoría es expresar la esencia despojándola de
cualquier tipo de contingencia; (por lo que) las instituciones, las interacciones sociales,
y los conflictos, son escorias que hay que eliminar para poder descubrir el
comportamiento económico en estado puro. La pureza se alcanza a través de la
elaboración del concepto de precio, único y suficiente vínculo entre todos los sujetos
racionales sometidos al común condicionamiento de la escasez.” (Aglietta, 1991: 6)
Otro punto importante que señala la diferencia entre ambas disciplinas tiene que ver con
el estudio de la distribución de los recursos. Por un lado, la economía política se interesa
por analizar la distribución del ingreso de modo funcional, es decir, analizar el reparto
de la renta entre las distintas clases sociales (capitalistas y trabajadores), o lo que es lo
mismo entre los dueños de los medios de producción y los dueños de su fuerza de
trabajo. Por su parte, la economía analiza la distribución del ingreso en términos
personales e individuales, es decir de acuerdo a los atributos de las personas tales como
su edad, sexo, nivel de educación alcanzado, procedencia, etc. Para esta disciplina la
distribución de los recursos no es producto de una estructura económica particular sino
que es el resultado de diferencias naturales en capacidad, talento e inteligencia.
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tienen los dueños de los medios de producción. Es el hábitat de desenvolvimiento
natural en el que los capitalistas deben operar si pretenden convertir sus ganancias en
capital.
Otra diferencia importante es que la economía política mantiene una fuerte relación con
otras ciencias sociales (sociología, historia y ciencias políticas) ya que su propósito es
entender los fenómenos económicos en el contexto particular de las sociedades
humanas, para lo cual el conocimiento social resulta decisivo a la hora de realizar
recomendaciones de política económica. Por el contrario, la economía tradicional tiende
más a la modelización matemática y a despegarse del contexto histórico. Si bien el uso
de la matemática aporta cierta rigurosidad al análisis (aunque este instrumento también
es usado por la economía política), unifica los problemas y lleva a malinterpretar
algunas soluciones.
Por último, un elemento importante a la hora de analizar las diferencias entre estos
enfoques es la explicación que los mismas ofrecen del comportamiento de las variables
económicas. Para la economía, los mercados y sus variables están siempre en equilibrio
y la única posibilidad de desequilibrio es (como vimos previamente) que existan
interferencias que previenen a los mercados de ajustar libremente bajo las fuerzas de
oferta y demanda. En este sentido, el equilibrio es el estado natural de la economía. Por
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su parte, para la economía política el equilibrio es solo una parte del todo, que se
complementa y se haya íntimamente relacionado con el desequilibrio, y sobre todo con
las crisis recurrentes y turbulencias a las que se asiste periódicamente en el sistema.
Para esta doctrina, el análisis en términos de equilibrio o desequilibrio carece de
sentido.
IV. Conclusiones
El sistema capitalista y sus problemas son complejos y sus contradicciones así como el
diagnóstico sobre las políticas a adoptar siguen siendo materias de debate. El estudiar
los problemas desde un determinado enfoque -y no desde otro- implica asumir los
presupuestos de cada paradigma y tomar las responsabilidades de esa elección. En la
búsqueda de respuestas tenemos que ver claramente de qué procesos queremos dar
cuenta cuando nos hacemos las preguntas.
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necesidad de estudio de las perspectivas contemporáneas es necesario no perder de vista
las piedras fundamentales sobre las que se erigieron estas doctrinas y cuyo espíritu
intentan mantener vivos las versiones más críticas o heterodoxas.
V. Bibliografía
Aglietta, Michael (1991): Regulación y crisis del capitalismo, Siglo XXI, México.
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Samuelson, Paul y Nordhaus, W. (2001): Macroeconomía, 16º Edición, Mc Graw
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Screpanti, Ernesto y Zamagni, Stefano (1997): Panorama de Historia de
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las naciones, Fondo de Cultura Económica, México.
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