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LA ECONOMÍA A LA LUZ DE LA ECONOMÍA POLÍTICA

PABLO MÍGUEZ1
JUAN SANTARCÁNGELO2

Los problemas económicos han cautivado la atención de sus especialistas


desde el momento en que los sistemas económicos fueron desarrollándose.
Sin embargo, en años recientes han florecido diferentes visiones acerca del
estudio de la economía, tales como la economía industrial y la economía
social.
En este marco, el objeto del presente trabajo es rastrear y analizar
exhaustivamente los fundamentos defínidos bajo los conceptos de economía
y de economía política. Para ello se analizarán los principios
fundamentales de la economía y de la economía política, así como también
sus orígenes y las problemáticas que las ocupan, de modo de entender los
supuestos que subyacen en el análisis teórico de cada una de estas
concepciones.

Las controversias económicas han cautivado la atención de sus especialistas desde el


momento mismo en que nació la economía como disciplina. Es así como problemáticas
tales como el origen del valor, la capacidad de ahorro e inversión, el desarrollo de
nuevas tecnologías, y la distribución de los recursos, ocupan lugares centrales en los
debates teóricos. Sin embargo, en años recientes han florecido diferentes visiones acerca
del estudio de la economía, surgiendo nuevas aproximaciones como la economía
industrial y la economía social, que amplían los alcances de su objeto.

En este marco, el objeto del presente trabajo es rastrear y analizar exhaustivamente los
fundamentos de la economía y contraponerla con las principales características de la
economía política. Si bien ambas concepciones reconocen su origen en los trabajos
pioneros de Adam Smith con su Investigación sobre la naturaleza y causas de la
riqueza de las naciones, muestran diferencias sustantivas en cuanto al objeto y método
de estudio y sus preocupaciones centrales giran en torno a problemas diferentes.

Con este objetivo, el presente trabajo se divide en tres secciones. En la primera sección
se analizarán los principios fundamentales de la economía política, sus orígenes y las
1
Lic. en Economía (UBA) y Lic. en Ciencia Política (UBA), Investigador docente, Instituto de Industria -
Universidad Nacional de General Sarmiento.
2
Doctorando en Economía (New School University), Investigador docente, Coordinador de la
Licenciatura en Economía Política, Instituto de Industria - Universidad Nacional de General Sarmiento.

1
problemáticas que la ocupan, de modo de entender los supuestos que subyacen en el
análisis teórico de esta disciplina. En la segunda sección se hará lo propio con la
economía; para finalmente en la tercera sección dedicarnos a resumir las diferencias así
como los puntos de contacto y similitudes entre ambos enfoques. Por último, se
presentan las principales conclusiones del trabajo.

I. La Economía Política

La economía política es la ciencia que estudia las leyes que rigen la producción de
mercancías y la acumulación de riquezas; y de modo general, es la disciplina que se
aboca a estudiar las relaciones sociales de producción y sus determinantes. No se
preocupa únicamente de detalles técnicos de producción sino de las características
principales de las relaciones sociales en el proceso de producción y de la forma en que
evoluciona la acumulación.

El origen del estudio de “lo económico” como un ámbito específico y separado de “lo
social” y de “lo político” se produce en la transición del feudalismo al capitalismo
(Polanyi, 1992). Hasta ese momento existían teorizaciones sobre temáticas que,
analizadas desde nuestra perspectiva actual, son “económicas” pero que en el momento
de su producción no hubieran sido tan fácilmente clasificables. Tal es el caso de las
doctrinas mercantilistas, que asociaban la riqueza de los estados nacionales de reciente
formación con la acumulación de metales preciosos. Sus recomendaciones de política
económica, a saber, políticas proteccionistas tales como aranceles elevados, cuotas de
importación, prohibición o limitación de la exportación de metales, obtención de
balanzas comerciales favorables, concesiones monopólicas sobre el comercio exterior,
respondían a la necesidad de aumentar la potencia de los Estados absolutistas europeos,
que requerían recursos para financiar su expansión dentro de Europa y fuera de ella.

Otro antecedente de la economía política clásica importante de destacar es la escuela de


los fisiócratas, quienes fueron los primeros en concebir a la economía como un sistema
económico y en dividir a la sociedad en clases según un criterio estrictamente
económico. Sin embargo, la economía política no surgirá como una disciplina con un
objeto, método y conceptos específicos hasta la obra de Adam Smith. Su obra no es la
descripción de una sociedad existente sino el esbozo de un proyecto de sociedad. Al

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decir de Polanyi, describirá las bases para el pasaje de un mercado regulado a otro
“autorregulado”, siendo su principal blanco de ataque el mercantilismo, con sus
regulaciones y su comercio monopólico.

En La riqueza de las naciones, Smith sistematizará buena parte de las discusiones


existentes en la época y desarrollará las bases de los debates posteriores, sobre tópicos
tales como el valor, la distribución, los salarios, los beneficios, las rentas y la dinámica
económica general. Responde a la pregunta sobre el origen del valor de las mercancías
no a partir de los metales o de la fertilidad de la tierra sino del trabajo humano. Smith
estaba viendo los inicios de la revolución industrial y asiste a la creación de los
mercados de trabajo en el modo de producción capitalista, ya que los mercados de
mercancías y los de tierras existían desde la Edad Media. Su visión armónica de una
sociedad que asiste a un estado progresivo de acumulación de capital y desarrollo
económico coincide con una concepción no conflictiva de las relaciones entre las clases
sociales. En mayor o menor medida, todas ellas se verían beneficiadas con el progreso
económico.

Otro de los grandes exponentes de la economía política clásica es David Ricardo, quien
escribe sus obras entre 1800 y 1820, donde pueden observarse los primeros efectos de
las grandes transformaciones sociales que la revolución industrial estaba generando en
Gran Bretaña. En algunos aspectos profundiza la concepción del valor que tenía Smith
al entender que el valor esta determinado por el trabajo directa e indirectamente
incorporado en las mercancías, esto es, por el trabajo presente y el trabajo pasado
involucrado en su producción. Pero de su análisis de la composición del valor y de la
distribución del producto entre las clases sociales se concluye que esta relación
armónica entre las clases sociales no puede sostenerse. Los intereses de los
terratenientes van en contra del de los capitalistas y trabajadores. Dado el salario a partir
de una canasta de bienes salariales de subsistencia, y el beneficio como un residuo que
se obtiene luego de pagar dichos salarios, con la acumulación de capital a largo plazo y
como consecuencia de la ley de los rendimientos decrecientes en la agricultura, la renta
de la tierra tendería a crecer hasta poner en riesgo la existencia de los beneficios. Para
Ricardo, la economía se movería en el largo plazo hacia un “estado estacionario”.

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El último gran autor clásico, que profundizó los conceptos desarrollados por sus
antecesores y señaló los límites de la Economía Política desarrollada hasta ese
momento, fue Carlos Marx3. Así como Smith y Ricardo asumían que existían leyes
universales que gobernaban a la economía política, Marx sostuvo que cada etapa de
desarrollo produce sus propias leyes de movimiento, y que las contradicciones de cada
sistema (esclavismo, feudalismo y capitalismo) favorecen la emergencia del nuevo
sistema subsiguiente (Foley, 1990: 7). De este modo y partiendo de un análisis de clases
y de la teoría del valor trabajo continuada por Ricardo, Marx analiza el proceso de
generación y apropiación de la plusvalía dentro del sistema capitalista.

Como puede desprenderse del análisis realizado, para la economía política clásica es
esencial conocer los principios fundamentales que subyacen por debajo de la superficie
del sistema capitalista, lo que llevó a sus autores a dedicar gran atención a los orígenes y
a la conformación del sistema capitalista. En este sentido el estudio de la transición del
feudalismo al capitalismo, la acumulación originaria, el desplazamiento de la población
del campo a las ciudades, el establecimiento de la propiedad privada, el surgimiento de
la clase obrera, la maquinaria y la gran industria; son fenómenos claves a la hora de
entender el correcto funcionamiento del sistema económico.

Para la economía política, el capitalismo muestra tres rasgos esenciales (Eaton, 1966:
25). Primero, la riqueza es apropiada y se concentra en las manos de pocos individuos
que son los dueños de los medios de producción. Segundo, existe una gran parte de la
población cuya única posibilidad de subsistencia se basa en la venta de su fuerza de
trabajo a cambio de un salario. Por último, la producción de mercancías no se destina al
uso personal como en el feudalismo sino al intercambio, lo que permite la obtención de
ganancias y la reproducción del capital.

Para esta disciplina, la acumulación del capital es el motor central del desarrollo
económico y las condiciones laborales y tecnológicas son decisivas tanto para Smith,
Ricardo y el propio Marx. En este sentido, el objetivo persistente e incesante del
capitalista es lograr mayores beneficios y en esa búsqueda se desarrolla la competencia

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Si bien existen diferentes puntos de vista sobre si Marx era un economista político clásico más, o si en
realidad era un crítico de la economía política - esto es, un estudioso de los límites de la disciplina tal
como había sido concebida hasta entonces para dar cuenta de la complejidad del capitalismo- dicha
discusión excede el objetivo del presente trabajo.

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entre capitales, la que da origen a un doble proceso: la concentración y la centralización
del capital. El primero de ellos es el crecimiento del capital social a partir de los
capitales individuales, gracias a sus propios beneficios acumulados; en tanto que la
centralización del capital es el fenómeno que explica la forma mediante la cual los
capitales de mayor tamaño absorben mediante fusiones y adquisiciones a los muchos
otros de menor tamaño (Marx, 1995: 528-529).

Para la economía política, la sociedad tiene estructura y se divide en clases sociales: los
propietarios de los medios de producción, capitalistas; y los vendedores de su fuerza de
trabajo, trabajadores. Esta división de la sociedad en clases tiene importantes
implicancias desde el punto de vista económico y social. En primer lugar, se trata de una
aproximación holística, que trata de aprehender el todo para luego dar cuenta del
funcionamiento de las partes, y no al revés. En segundo lugar, el capitalismo es un
sistema de producción social en el que existen explotadores (capitalistas) y explotados
(trabajadores), y dicha explotación es uno de los pilares centrales en el estudio de la
economía política, sobre todo desde la óptica marxista (Eaton, 1966: 8).

La economía política clásica sostiene que los objetos tienen valor producto de una teoría
objetiva del valor o teoría del valor-trabajo, que sostiene que los objetos tienen diferente
valor con relación a la cantidad de trabajo abstracto socialmente necesario que poseen.
Y dado que el objetivo del capital es obtener la mayor ganancia posible, el mismo debe
extraer la mayor cantidad de trabajo excedente posible. Y en pos de este objetivo y de
saciar su afán de lucro, el capitalista tiene cuatro modos de aumentar la ganancia:
aumentar la cantidad de horas trabajadas, aumentar la intensidad del trabajo, reducir el
salario y/o desarrollar nueva tecnología. Sin embargo, los tres primeros modos tienen
límites naturales ya que nadie puede trabajar más de un determinado número de horas
por día, existe una intensidad máxima de trabajo, y el salario puede reducirse pero no
más allá del nivel de subsistencia. Por ende, en el largo plazo los capitalistas van a
aumentar sus esfuerzos por obtener innovaciones tecnológicas e irán reemplazando
trabajadores por maquinaria.

Este desplazamiento de los trabajadores da origen a una población sobrante, que en


términos marxistas se conoce como Ejército Industrial de Reserva, que es el conjunto
de desempleados y subempleados creado y reproducido por la acumulación del capital.

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Para Marx, este ejército es regulado por la diferencia entre dos tendencias: el trabajo
reemplazado por la mecanización del capital (expulsor de trabajo); y el crecimiento del
capital que atrae a nuevos trabajadores. De acuerdo a esta aproximación teórica, el
desempleo es un fenómeno inherente al capitalismo que no puede ser erradicado.

La economía política intenta relacionar los cambios en la esfera institucional con el


proceso de acumulación de capital, dado que es en el marco del capitalismo donde éstas
se desenvuelven, donde las relaciones de producción se caracterizan por la separación
de los productores de los medios de producción y las relaciones de intercambio asumen
la forma mercantil. El rasgo fundamental de la economía política es que en ella la
estructura económica está íntimamente relacionada con el conjunto de formas
institucionales de la sociedad como el Estado, las leyes, las convenciones, etc. formando
un todo que no puede analizarse separadamente sin caer en cierto reduccionismo.

II. La Economía

El principal punto de contacto entre la economía política y la economía es, como


dijimos en la primera sección, que la raíz de ambas teorías surge del análisis pionero del
padre de la economía, Adam Smith. Dicho autor, en Investigación sobre la naturaleza y
causas de la Riqueza de las Naciones, se proponía estudiar los determinantes que
llevaban a que algunas naciones fueran ricas y otras pobres, y para ello se propuso
explicar los principales enigmas de la economía. Para ello, Smith empieza su análisis
con la explicación de por qué los objetos tienen valor, y para ello desarrolla una teoría
de valor objetiva, que ya había sido esbozada por Petty, y que como vimos será
apropiada por los economistas políticos clásicos. Pero al no encontrar un modo de medir
distintos trabajos humanos de manera comparable desiste de esta explicación. Como
resultado de ello, abandona esta teoría y desarrolla su segunda teoría del valor, una
teoría de “los costos de la producción” que sostiene que el precio de los objetos viene
determinado por el precio de los insumos que se pagan en su producción. Y justamente
esta teoría del valor es recuperada y utilizada por la economía a través de la revolución
marginalista, teoría que solo logra desarrollarse como alternativa a la economía política
clásica en la década de 18704.
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Como señala Blaug (1968), hablar de “revolución marginal” puede inducir a error porque se desarrolló
muy lentamente desde antes de 1870 y no se llegó a admitir por completo hasta después de transcurrida
una generación, a finales del siglo XIX.

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Sin embargo la historia económica muestra que desde 1850 que se producen avances
claros en la dirección marginalista. Por estos años, el economista alemán Gustav Gossen
desarrolla dos ideas importantes. Por un lado, el principio de utilidad marginal
decreciente, que constituye el fundamento de la teoría neoclásica de la conducta del
consumidor; y que básicamente sostiene que el placer que produce un bien disminuye a
medida que aumenta su consumo. Por otro lado, establece una segunda ley importante
que es el teorema de la igualdad de las utilidades marginales ponderadas, fundamento
que explica la conducta maximizadora de la utilidad, y donde se señala que los
individuos intercambian bienes hasta que la utilidad de las últimas unidades que posean
resultan iguales (Screpanti y Zamagni, 1997: 101).

Es así como a partir de la utilidad marginal de los bienes, los marginalistas buscan
construir una nueva teoría del valor, y también del comportamiento humano, que queda
reducido al cálculo racional orientado a la maximización de la utilidad. La revolución se
produce simultáneamente en Inglaterra, Austria y Suiza, asociada a los nombres de
Jevons, Menger y Walras, respectivamente. Escribiendo en contextos distintos con
tradiciones de pensamiento muy diferentes los autores van a encontrar una especie de
síntesis en la obra de Marshall, quien desarrollará la teoría del equilibrio general.

A pesar de sus diferencias, podemos encontrar algunas preocupaciones y rasgos


comunes en estos autores. En primer lugar, todos buscan “refundar” la economía,
dotándola de nuevas bases. Rechazan la economía política clásica, y sobre todo el
marxismo, por razones ideológicas y por ser la doctrina crecientemente adoptada por el
movimiento obrero europeo. Reconociendo que los reclamos de los trabajadores se
apoyan en buena medida y son un producto de la economía política clásica; estos
teóricos creyeron necesario cambiar el eje central de la disciplina y del marxismo, la
teoría del valor. En segundo lugar, todos ellos pueden clasificarse desde el punto de
vista metodológico como individualistas. Como dijimos previamente, los economistas
políticos clásicos eran holistas, la unidad de análisis no era el individuo sino la clase
social, en la medida que la pertenencia a ésta condicionaba las conductas individuales.
Van desde la macro a la micro, mientras que los neoclásicos explican lo macro desde lo
micro. En tercer lugar, sostienen una teoría de la distribución del producto a partir de la
retribución a los “factores de la producción”. No hay un único factor que crea valor

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como antes lo hacía el trabajo. El aporte del valor proviene de muchos factores, los
factores de la producción, a los que corresponden diferentes fuentes de ingresos. Así, al
“factor trabajo” le corresponde el salario como remuneración por su aporte a la
creación de valor; en tanto que al capital le corresponde el beneficio; y a la tierra, la
renta. En cuarto lugar, todos toman como modelo de ciencia a seguir a las ciencias
naturales. El paradigma es el positivismo de la época en sus diferentes versiones. Su
modelo de ciencia era el de las llamadas “ciencias duras”, por oposición a las ciencias
sociales o “blandas”. Walras, por ejemplo, toma el positivismo francés de Augusto
Comte. Buscaba que la economía se pareciera a la Física, para lo cual hace uso de
conceptos tomados de esta disciplina tales como “equilibrio”, “campo de fuerzas”, y
“estática”. Por otro lado, Jevons se inspiró en el empirismo inglés, sobre todo en John
Stuart Mill; mientras que los austríacos tomaron, para referirse a la competencia
capitalista, la idea de supervivencia del más fuerte de la biología y del darwinismo
evolucionista. Finalmente, todos estos “economistas” eran liberales en lo ideológico-
político. Defienden el libre funcionamiento de la economía de mercado como la mejor
forma de organización de la economía. Para Walras, el mercado garantiza la mejor
asignación de los recursos puesto que los intercambios entre individuos racionales y
maximizadores conducen a una organización de la producción y de la distribución de la
renta eficiente y mutuamente beneficiosa, mientras que la intervención del Estado puede
llevar a “desequilibrios”. Por su parte, Menger sostenía que en el marco del mercado
ganan los más fuertes, el progreso económico garantiza el avance de la sociedad, y el
Estado sólo puede ahogar la creatividad generada por la competencia.

Por ende, la típica definición de economía que se puede encontrar en los libros de texto
es que la economía es el estudio de la manera en que las sociedades utilizan los recursos
escasos para producir mercancías valiosas y distribuirlas entre los diferentes individuos
(Samuelson y Nordhaus, 2001: 4). Esta definición muestra dos principios fundamentales
de la economía marginalista: el principio de la escasez (los bienes son escasos y de uso
alternativo) y de la eficiencia (la sociedad debe usar los recursos eficientemente). La
escasez es crucial para la economía ya que justamente los bienes económicos son los
bienes escasos o limitados. Si los bienes fueran abundantes y gratuitos no habría
necesidad de hablar de economía, ya que cualquiera podría acceder a su voluntad a la
posesión de bienes. Por otro lado, dado que los deseos de los individuos son ilimitados,
el principio de eficiencia cumple con utilizar los recursos de la sociedad de la manera

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más eficaz posible para satisfacer las necesidades y los deseos de los individuos
(Samuelson y Nordhaus, 2001: 4).

Siguiendo este razonamiento, la realidad económica, a pesar de su enorme complejidad,


puede reducirse a una serie de transacciones en el mercado y el sistema económico
puede estudiarse como un enorme conjunto de mercados interdependientes donde se
reúnen agentes atomísticos, racionales y maximizadores. El problema central de la
investigación económica pasa a ser la explicación de la formación de los precios en el
mercado. Mientras Marshall desarrolla el análisis del “equilibrio parcial”, esto es, el
análisis del equilibrio en un mercado individual a partir de las variaciones en las
cantidades ofrecidas y demandadas, Walras procura establecer la interconexión o
interdependencia que existe entre todos los mercados con su análisis del “equilibrio
general” donde los precios de los productos y de los insumos se determinan al mismo
tiempo, y donde el equilibrio del mercado depende de la posibilidad de plantear y
resolver un sistema de ecuaciones simultáneas. Tal sistema de intercambios conduciría a
una organización de la producción y de la distribución de la renta eficiente y
mutuamente beneficiosa (Screpanti y Zamagni, 1997: 175).

El estudio de la economía se divide en dos grandes ramas: la microeconomía y la


macroeconomía que convergen y forman a la economía como ciencia acabada. La
microeconomía se ocupa de sentar las bases teóricas para el estudio de los individuos y
las empresas en el desarrollo de dos teorías que se complementan para entender cómo
funciona el mercado: la teoría del productor y la del consumidor.

La teoría del productor explica mediante el estudio del comportamiento de un productor


individual, la firma representativa, cuales son las circunstancias que enfrenta en la
producción de bienes y servicios. Esta teoría sostiene que los productores esencialmente
intentan maximizar su ganancia, la cual es entendida como la diferencia entre los
ingresos que una firma recibe y los costos en los que incurre (Varian, 1992: 23). En
dicho análisis, se considera que la competencia es perfecta, lo que determina que existen
innumerables firmas que producen el mismo bien y que los precios del mercado no
pueden ser afectados por estas empresas. Este problema de maximización de las
ganancias también puede ser analizado como un problema de minimización de costos,
para lo cual la economía desarrolla una batería de conceptos relacionados con los

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costos, tales como el costo medio, marginal, total, de corto y largo plazo; así como de
las características de la función de producción que dichas firmas poseen (Cobb Douglas,
Leontieff, etc.).

La aproximación al estudio de la maximización de las ganancias y la minimización de


costos requiere un amplio dominio de las matemáticas, estadísticas, álgebra, lo que por
un lado requiere un amplio conocimiento en dichas disciplinas; y por otro lado, sesga el
análisis, ya que a la hora de analizar problemas empíricos las funciones de producción
que son utilizadas (y las maximizaciones o minimizaciones) son elegidas de acuerdo
con su practicidad y facilidad a la hora de estudiarlas y representarlas gráficamente, más
que por tratarse de una adecuada representación de la realidad.

Por su parte, la teoría del consumidor se dedica a analizar el comportamiento del


consumidor típico (lo cual presupone, como en el caso del productor, que existen
consumidores representativos) sosteniendo que su conducta puede explicarse bajo el
principio de maximización de la utilidad. Se asume que el consumidor es un agente
racional que tiene determinadas preferencias por los bienes que se producen en la
economía y que siempre elegirá de un determinado conjunto de bienes, que son los que
más utilidad le reportan. Estas preferencias irán delimitando las curvas de demanda que
luego serán utilizadas conjuntamente con las curvas de oferta, obtenidas en la esfera de
la producción (es decir en el análisis de la teoría del productor), para encontrar el punto
de equilibrio del mercado, donde todos los agentes estarán maximizando sus respectivas
funciones de utilidad y beneficios.

La macroeconomía por su parte se considera que surge en el año 1936 con la


publicación de la Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero de John
Maynard Keynes. Esta subdisciplina estudia el comportamiento de la economía en su
conjunto, y para ello examina el nivel global de producción, empleo y precios de
manera agregada. Los principales tópicos que componen esta disciplina son el
desempleo, la inflación, y los determinantes de la inversión, el ahorro y el consumo, así
como el rol del Estado y las expectativas de los agentes. La macroeconomía pretende
tener (aunque esto es materia de controversias) una fuerte base en la microeconomía, ya
que el estudio agregado de un país no es más que la agregación del estudio de los
productores y consumidores (Santarcángelo, 2007).

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Los objetivos de la macroeconomía son tres: obtener un elevado y creciente nivel de
producción; un elevado nivel de empleo con un bajo nivel de desempleo; y mantener un
nivel de precios estable o levemente ascendente (Samuelson y Nordhaus, 2001: 380).
Para ello, el Estado tiene dos instrumentos que puede utilizar: la política monetaria
(procurando el control de la oferta monetaria para afectar la tasa de interés), y la política
fiscal (el uso deliberado del gasto público y de la recaudación de impuestos para regular
el ciclo económico).

Como puede verse, tanto la microeconomía de la economía neoclásica previa a Keynes


(y posterior) como la macroeconomía keynesiana comparten los presupuestos
mencionados acerca de la teoría subjetiva del valor y mantienen una concepción
individualista de los agentes económicos, a quienes le asignan racionalidad en la
maximización de sus objetivos en tanto consumidores y productores. A medida que
estas subdisciplinas fueron desarrollándose, incorporaron refinamientos teóricos y
matemáticos para dar cuenta de la posibilidad de racionalidad limitada en la toma de
decisiones, de la presencia de incertidumbre, y otras sutilezas analíticas, aunque esto no
modifica en lo esencial, sus presupuestos fundamentales.

III. Diferencias entre ambas teorías

Como pudimos ver en las secciones previas, la economía política y la economía


presentan escasos puntos en común, siendo estos la excepción más que la regla. En la
Tabla Nº 1 presentamos las principales diferencias entre ambas teorías en diez
categorías: origen, teoría del valor, objeto de estudio, sociedad, rol del contexto
histórico, distribución de la renta, competencia, relación con otras disciplinas, mercado
de trabajo y comportamiento general de las variables.

En las secciones anteriores hicimos referencia a las cuestiones vinculadas con el origen,
teoría del valor y objeto de estudio de ambos enfoques. Destacamos que si bien ambas
disciplinas reconocen su origen común en la obra de Adam Smith, la economía política
mantiene una teoría objetiva del valor y su objeto de estudio son las leyes de la
producción y de la acumulación de capital mientras que la economía sostiene una teoría
subjetiva del valor y se preocupa por la asignación eficiente de recursos escasos así

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como de la satisfacción de las necesidades de los consumidores. Para la economía
política, la sociedad se divide en clases sociales, en tanto que la economía analiza a los
individuos como semejantes y representativos.

Tabla Nº 1 – Principales diferencias entre economía y economía política.

Economía Economía Política


Origen Adam Smith. Adam Smith.
Teoría del valor Subjetiva. Objetiva.
Objeto de Estudio La asignación de recursos dados Leyes que rigen la producción, y
y escasos entre diferentes usos acumulación de las riquezas.
alternativos.
Sociedad Todos los individuos son Dividida en clases sociales:
semejantes y representativos. capitalistas y trabajadores.
Rol del contexto histórico Escaso o nulo. Fundamental. Para entender los
fenómenos es necesario entender
el contexto histórico.
Distribución de la renta Personal. Funcional.
Competencia Perfecta. Situación natural del sistema
capitalista que jamás puede
definirse como perfecta.
Rol del Estado En la versión neoclásica no tiene Varía según los autores pero
un rol establecido mas que el de todos consideran que es una
garantizar el despliegue del institución necesaria para la
mercado sin interferencias. La acumulación del capital. Marx lo
economía keynesiana, en analiza críticamente.
cambio, propone su intervención
como necesaria para garantizar
dicho despliegue.
Relación con otras disciplinas Nula. Pretensión de totalidad. Amplia.
(ciencias políticas, sociología,
filosofía, etc.)
Mercado de trabajo El desempleo es producto de El desempleo es inherente al
interferencias que no permiten sistema y no puede ser
que la oferta y la demanda de erradicado.
trabajo se equilibren.
Comportamiento de las Están en equilibrio aún en el No se piensan en términos de
variables corto plazo. equilibrio, y en relación a este
sostienen que el equilibrio y el
desequilibrio están
intrínsecamente vinculados.
Fuente: Elaboración propia.

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La quinta dimensión que podemos analizar es el contexto histórico, que resulta esencial
para la economía política ya que determina las características particulares de las
distintas etapas históricas. Sin embargo, para la economía, el contexto histórico es nulo,
lo que conlleva la existencia de una única verdad independientemente del tiempo. La
economía propone explicaciones que se pretenden universales, válidas para todo tiempo
y lugar, sin atender el contexto histórico, político y social de surgimiento de la teoría.
Como señala Aglietta: “El objetivo de la teoría es expresar la esencia despojándola de
cualquier tipo de contingencia; (por lo que) las instituciones, las interacciones sociales,
y los conflictos, son escorias que hay que eliminar para poder descubrir el
comportamiento económico en estado puro. La pureza se alcanza a través de la
elaboración del concepto de precio, único y suficiente vínculo entre todos los sujetos
racionales sometidos al común condicionamiento de la escasez.” (Aglietta, 1991: 6)

Otro punto importante que señala la diferencia entre ambas disciplinas tiene que ver con
el estudio de la distribución de los recursos. Por un lado, la economía política se interesa
por analizar la distribución del ingreso de modo funcional, es decir, analizar el reparto
de la renta entre las distintas clases sociales (capitalistas y trabajadores), o lo que es lo
mismo entre los dueños de los medios de producción y los dueños de su fuerza de
trabajo. Por su parte, la economía analiza la distribución del ingreso en términos
personales e individuales, es decir de acuerdo a los atributos de las personas tales como
su edad, sexo, nivel de educación alcanzado, procedencia, etc. Para esta disciplina la
distribución de los recursos no es producto de una estructura económica particular sino
que es el resultado de diferencias naturales en capacidad, talento e inteligencia.

Otra dimensión importante que separa a estas doctrinas es su conceptualización de la


competencia. Para la economía, la competencia en los mercados es perfecta lo que
implica que ni las empresas ni los consumidores pueden influir sobre los precios o las
cantidades a las que los bienes se intercambian en el equilibrio, el cual queda
determinado exclusivamente por el libre juego entre oferta y demanda. Por su parte el
concepto de competencia para la economía política es radicalmente distinto. Para ella, la
competencia es el medio en el que se desenvuelve el capital, su carácter esencial que
aparece y se realiza mediante la disputa de capitalistas individuales. Para la economía
política, la competencia es el resultado lógico de la perpetua búsqueda de ganancias que

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tienen los dueños de los medios de producción. Es el hábitat de desenvolvimiento
natural en el que los capitalistas deben operar si pretenden convertir sus ganancias en
capital.

Otra diferencia importante es que la economía política mantiene una fuerte relación con
otras ciencias sociales (sociología, historia y ciencias políticas) ya que su propósito es
entender los fenómenos económicos en el contexto particular de las sociedades
humanas, para lo cual el conocimiento social resulta decisivo a la hora de realizar
recomendaciones de política económica. Por el contrario, la economía tradicional tiende
más a la modelización matemática y a despegarse del contexto histórico. Si bien el uso
de la matemática aporta cierta rigurosidad al análisis (aunque este instrumento también
es usado por la economía política), unifica los problemas y lleva a malinterpretar
algunas soluciones.

Otra dimensión en la que se hace evidente la diferencia entre la economía política y la


economía se refiere al análisis del mercado de trabajo. Para la primera, el mercado de
trabajo, aunque no era denominado de esa manera, era el lugar por excelencia donde
interactuaban las distintas clases sociales, y representa el lugar donde se dirimen las
disputas entre dichas clases. En este sentido, el desempleo en tanto exceso de oferta de
trabajadores para esta perspectiva era entendido como una condición propia del
funcionamiento del sistema capitalista que no podía ser eliminada. Por otro lado, la
economía tradicional asume que el mercado de trabajo (como el resto de los mercados)
se puede encontrar permanentemente en equilibrio. Por ende, el desempleo existente es
voluntario y producto de interferencias (como el incompleto ajuste de los precios, la
existencia de sindicatos, las leyes laborales, etc.) que impiden que la oferta y la
demanda se equilibren. Para esta teoría, cada país posee una tasa natural de desempleo
que es la tasa de desempleo consistente con la ausencia de fricciones temporarias.

Por último, un elemento importante a la hora de analizar las diferencias entre estos
enfoques es la explicación que los mismas ofrecen del comportamiento de las variables
económicas. Para la economía, los mercados y sus variables están siempre en equilibrio
y la única posibilidad de desequilibrio es (como vimos previamente) que existan
interferencias que previenen a los mercados de ajustar libremente bajo las fuerzas de
oferta y demanda. En este sentido, el equilibrio es el estado natural de la economía. Por

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su parte, para la economía política el equilibrio es solo una parte del todo, que se
complementa y se haya íntimamente relacionado con el desequilibrio, y sobre todo con
las crisis recurrentes y turbulencias a las que se asiste periódicamente en el sistema.
Para esta doctrina, el análisis en términos de equilibrio o desequilibrio carece de
sentido.

IV. Conclusiones

El estudio de la economía y de la economía política nos muestra que los ejes de


investigación, los temas que abordan y el diagnóstico sobre las políticas a aplicar para
resolver los problemas económicos difieren considerablemente. La economía
implícitamente deja fuera del análisis características del sistema capitalista que son
esenciales a la hora de pensar dichos problemas; y las diferencias son claramente
visibles en casi todos los aspectos relevantes de la disciplina económica: en la teoría del
valor, en el objeto de estudio, en el rol del contexto histórico, en la explicación de la
sociedad y en la distribución del ingreso, en la noción de competencia, en la relación de
la economía con otras ciencias sociales, en el análisis del mercado de trabajo y en el
comportamiento de las variables.

El sistema capitalista y sus problemas son complejos y sus contradicciones así como el
diagnóstico sobre las políticas a adoptar siguen siendo materias de debate. El estudiar
los problemas desde un determinado enfoque -y no desde otro- implica asumir los
presupuestos de cada paradigma y tomar las responsabilidades de esa elección. En la
búsqueda de respuestas tenemos que ver claramente de qué procesos queremos dar
cuenta cuando nos hacemos las preguntas.

Estas reflexiones se propusieron mantener presente los principios que fundamentan


estas dos perspectivas distintas de abordaje del campo teórico de las ciencias sociales
que hoy denominamos “economía” y que en sus orígenes no podía estudiarse sino como
Economía Política. La enseñanza de la economía en los ámbitos universitarios, salvo
excepciones, no suele proponer un estudio disciplinario que contemple estos matices,
resultado de lo cual se profundiza el estudio de las perspectivas hegemónicas o más
recientes que constituyen el mainstream que los economistas deben seguir para
desempeñarse como tales en el ámbito académico o profesional. Sin perjuicio de la

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necesidad de estudio de las perspectivas contemporáneas es necesario no perder de vista
las piedras fundamentales sobre las que se erigieron estas doctrinas y cuyo espíritu
intentan mantener vivos las versiones más críticas o heterodoxas.

Ante la gran proliferación de escuelas, enfoques y perspectivas de análisis que dan


cuenta del enorme desarrollo de la economía, la formación del economista no puede
dejar de lado la pregunta por la génesis de las teorías de cuya difusión participa ni
tampoco el cuestionamiento de los límites que muestran para interpretar la realidad
económica de las sociedades en que vivimos. La historia del pensamiento económico no
sólo puede ser útil como ejercicio intelectual sino que, ante la ausencia de un paradigma
central o dominante, puede ser necesaria también para iluminar las cuestiones del
presente. Rescatar del olvido los aportes del pasado para abordar los problemas actuales
es una tarea compleja que los economistas no debemos dejar de enseñar a hacer y de
continuar aprendiendo en el camino.

V. Bibliografía

 Aglietta, Michael (1991): Regulación y crisis del capitalismo, Siglo XXI, México.
 Blaug, Mark (1968): La teoría económica en retrospección, Ed. Miracle, Barcelona.
 Eaton, John (1966): Political Economy: A Marxist interpretation, International
Publishers, New York.
 Ekelund, Robert y Hebert, Robert (1999): Historia de la teoría económica y de su
método, Ed. Mac Graw Hill, Madrid.
 Foley, Duncan (1990): Notes on the Theoretical foundation of political economy. Ed.
Mimeo.
 Marx, Karl (1995): El Capital, vol. 1, Fondo de Cultura Económica, México.
 Polanyi, Karl (1992): La gran transformación. Fondo de Cultura Económica,
México.
 Ricardo, David (1985): Principios de Economía Política y Tributación, Fondo de
Cultura Económica, México.
 Samuelson, Paul y Nordhaus, W. (2001): Macroeconomía, 16º Edición, Mc Graw
Hill.

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 Santarcángelo, Juan (2007): “Historia y evolución de la macroeconomía”, Serie
Documento de Trabajo, LITTEC, Instituto de Industria, Universidad Nacional de
General Sarmiento.
 Screpanti, Ernesto y Zamagni, Stefano (1997): Panorama de Historia de
Pensamiento Económico, Ed. Ariel, Barcelona.
 Smith, Adam (1997): Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de
las naciones, Fondo de Cultura Económica, México.
 Varian, Hal (1992): Análisis microeconómico, W.W. Norton, New York.

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