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En los últimos años, este síndrome se ha vuelvo mucho más común en los Estados Unidos. Se
estima que alrededor del 34 por ciento de las personas adultas en los Estados Unidos lo sufren. El
riesgo de tener el síndrome metabólico aumenta con la edad.
En los Estados Unidos, la prevalencia del síndrome metabólico es superior en hombres blancos no
hispanos que en hombres americanos mexicanos y negros no hispanos. Como contraste, el
síndrome metabólico es más frecuente en mujeres americanas mexicanas que en las negras no
hispanas o blancas no hispanas.
El criterio para identificar este síndrome es la presencia de tres o más de estos factores de riesgo:
https://www.heart.org/idc/groups/heart-
public/@wcm/@hcm/documents/downloadable/ucm_486012.pdf
Las principales causas de la resistencia a la insulina y de otras afecciones que forman parte del
síndrome metabólico son genéticas, estilo de vida, alimentación, y peso. Todos estos interactúan
entre sí.
Genética: La genética es simplemente lo que hereda de sus padres al nacer, como el color de su
pelo u ojos, o que tan alto va a ser. Pero la genética puede desempeñar un papel importante en su
salud La genética contribuye al síndrome metabólico a través de la tendencia heredada de algunas
personas a desarrollar resistencia a la insulina, diabetes, obesidad, presión arterial alta, o niveles
de colesterol anormales. Estas condiciones ocurren más frecuentemente en algunas familias. Esto
significa que si sus padres u otros miembros cercanos de su familia tienen algunas de estas
afecciones puede tener un más alto riesgo de desarrollarlas. Esto no significa que desarrollará
algunas de estas condiciones solo que tiene más probabilidades de presentarlas. Debe observar los
síntomas de estas afecciones y tratar activamente de evitar que se produzcan.
Estilo de vida: El estilo de vida contribuye al desarrollo del síndrome metabólico porque las
personas que no hacen ejercicio están a un riesgo mayor de llegar a tener sobrepeso o ser obesos.
Las personas que no hacen ejercicio a menudo tienen el colesterol más elevado. El ejercicio puede
ayudar a evitar la resistencia a la insulina y la falta de ejercicio pareciera que contribuye a volverse
resistente a la insulina. En general la falta de ejercicio también está asociada con tener el
colesterol elevado y con la disminución del colesterol “bueno”. El ejercicio ayuda a mantener la
presión sanguínea normal y la falta de ejercicio juega un papel importante en el desarrollo de la
presión sanguínea elevada.
Peso: Tener sobrepeso (especialmente al nivel de obesidad) pareciera ser un factor importante en
el desarrollo del síndrome metabólico. Se considera que la obesidad causa la resistencia a la
insulina como también que juega un papel importante en la presión sanguínea elevada, niveles de
colesterol anormales, y aumento en la coagulación sanguínea.
Solamente cerca del 5% de las personas con peso normal desarrollarán alguna vez el
síndrome metabólico.
El 60% de las personas que son obesas con el tiempo sufrirán del síndrome metabólico.
Esto significa que más de una de cada dos personas obesas desarrollarán el síndrome metabólico,
y muchos de ellos desarrollarán diabetes, enfermedades del corazón, embolia cerebral, u otras
enfermedades potencialmente mortales.
Si considera las causas del síndrome metabólico notará que parecen conectadas. La alimentación y
la inactividad pueden llevar a una ganancia de peso. Las personas que tienen sobrepeso a menudo
encuentran más difícil hacer ejercicio y mantenerse activos, conduciendo a más ganancia de peso.
La inactividad, el aumento de peso, y una mala alimentación pueden llegar a ser un círculo vicioso
en el cual las cosas van de mal en peor y finalmente el síndrome metabólico se desarrolla.
Definición de la OMS
En el caso de las personas con tolerancia normal a la glucosa, es necesario que haya pruebas de
insensibilidad a la insulina para realizar el diagnóstico. Ésta se mide utilizando ya sea la pinza
euglucémica (en la cual se mantiene un nivel de glucosa en sangre constante mediante la
perfusión o la infusión de glucosa o insulina), registrando los niveles de insulina en ayunas, o
mediante el uso de la evaluación por modelo homeostático (HOMA, en sus siglas inglesas). La
definición de la OMS de obesidad se basa ya sea en el índice de masa corporal (IMC) o en la
proporción cintura-cadera.
Defectos
Pero el criterio de la OMS presentaba algunos puntos débiles. Por ejemplo, ahora sabemos que el
IMC no es una medida fiable de obesidad, por ejemplo, en personas ancianas, debido a los
cambios de altura que acompañan a la edad avanzada y a la diferencia en la proporción entre la
masa de tejidos adiposos y magros en comparación con la de los jóvenes adultos. También se ha
demostrado que, en personas con el mismo IMC, quienes tienen un perímetro de cintura mayor
corren un mayor riesgo de enfermedad cardiaca que quienes tienen la cintura más pequeña,
debido a que tienen una mayor cantidad de tejido adiposo abdominal. Este tejido adiposo es el
factor clave de riesgo del síndrome metabólico. Por lo tanto queda claro que la medición del
perímetro de la cintura y el IMC no predicen por igual el riesgo de trastornos metabólicos. El
perímetro de la cintura es el mejor de los dos.
Necesidades no cubiertas
https://www.idf.org/sites/default/files/attachments/issue_43_es.pdf
http://www.cun.es/enfermedades-tratamientos/enfermedades/sindrome-metabolico
CONCLUSIONES
A pesar del progreso de nuestro entendimiento del síndrome metabólico, su patofisiología sigue
sin estar clara. Esto se ve claramente en el desarrollo a lo largo de los años de los distintos
conceptos del síndrome, con varios intentos de comprender y desenmarañar las complejas
interacciones que se producen entre sus componentes. Pero podemos estar seguros de una cosa:
el aumento en todo el mundo del consumo de alimentos y bebidas con un alto contenido en
grasas y azúcares y el descenso de la actividad física seguirán provocando un aumento dramático
del número de personas de todos los grupos de edad con el síndrome metabólico. El aumento
concomitante de la diabetes y las enfermedades cardiovasculares representa una importante y
creciente amenaza para la salud en todo el planeta.5 Desde el punto de vista de la sanidad pública,
por lo tanto, debería realizarse un gran esfuerzo generalizado por reducir la prevalencia de
obesidad en la población general. Además, ya que las personas con el síndrome metabólico
pueden ser tratadas eficazmente tanto mediante intervenciones farmacológicas como no
farmacológicas, debería realizarse un esfuerzo por identificar a las personas de riesgo.