You are on page 1of 4

Pedagogía Del Vestido

No es indiferente el modo de vestir una persona, para determinadas actividades y situaciones.

Es una ley cultural, que tiene su fuerza pedagógica, el llevar especiales vestidos para especiales ocasiones, sean éstas
reuniones políticas, fiestas sociales o simplemente la distinción de un domingo en relación con los días de trabajo.
Normalmente una novia acude a su boda vestida como tal y no simplemente de calle. Y si va de calle, es un gesto el
suyo que sigue teniendo una fuerza expresiva, que bien puede ser por ejemplo señal de contestación o de luto.
El vestido diferencia las personas (autoridades, militares, jueces, distintas clases de familias religiosas…) y las
circunstancias (luto, fiesta). Es un elemento, no esencial, pero muy expresivo en todo el complejo de las
comunicaciones humanas y sociales.

No es extraño que también en la celebración cristiana el vestido tenga su importancia. Además de obedecer a las
leyes de la psicología humana o de las diferenciaciones sociales, en este caso el vestido apuntará a la naturaleza del
misterio que los cristianos celebramos. Una Misa en la que el presidente no se reviste de modo especial, “valdría”
igual: pero ciertamente sería una celebración muy poco digna y poco expresiva de lo que la comunidad cristiana
entiende de la Eucaristía. Se puede celebrar el sacramento de la Reconciliación sin vestidos litúrgicos. Pero el nuevo
Ritual indica que, si se hace en la iglesia, el ministro reciba a los penitentes revestidos de alba y estola: el vestido
quiere de alguna manera expresar que lo que allí sucede no es un mero diálogo entre amigos, sino una “celebración”
eclesial.

No es el caso de absolutizar la importancia de un vestido o de otro. Jesús criticó duramente a los fariseos y
sacerdotes de su tiempo por la idolatría en que habían caído en relación a pequeños detalles, entre ellos el del
vestido. Pero el otro extremo sería el descuidar la función que tanto. en la vida como, sobre todo, en la celebración
cristiana pueden tener las formas de vestir, sobre todo cuando se trata de los ministros que actúan en ella.
Los vestidos de los ministros: historia

Con su raigambre en las antiguas vestiduras de los nobles romanos, -y si queremos remontarnos más atrás- en
ornamentos sacerdotales y levíticos de la Antigua Ley- la indumentaria litúrgica destinada a la celebración de los
Santos Misterios de nuestra Fe, entrañan, más allá de su “funcionalidad” ritual y su carácter distintivo en el orden de
los ministros, un altísimo sentido espiritual.

Pero son los ministros, sobre todo el presidente de la celebración, los que tradicionalmente se revisten con atuendos
especiales en el ejercicio de su ministerio.

Ya en la liturgia de los judíos se concedía importancia a veces exagerada a los vestidos de los celebrantes. Se veía en
ellos un signo del carácter sagrado de la acción, de la gloria poderosa de Dios y de la dignidad de los ministros. Así se
describen, por ejemplo, los ornamentos litúrgicos de un sumo sacerdote: “cuando se ponía su vestidura de gala y se
vestía sus elegantes ornamentos, al subir al santo altar, llenaba de gloria el recinto del santuario (Eclesiástico 50,11).
En los primeros siglos no parece que los ministros cristianos significaran tal condición con vestidos diferentes, ni
dentro ni fuera del culto. En todo caso lo hacían con vestidos normales de fiesta, con las túnicas grecorromanas
largas.

Todavía en el siglo V el papa san Celestino I, en una carta a los obispos de las provincias galas de Viena y Narbona, se
queja de que algunos sacerdotes hayan introducido vestidos especiales: ¿por qué introducir distinciones en el hábito,
si ha sido tradición que no? “Nos tenemos que distinguir de los demás por la doctrina, no por el vestido; por la
conducta, no por el hábito; por la pureza de mente, no por los aderezos exteriores”

Pero poco a poco se dio una evolución: se estilizaron los hábitos normales hasta adquirir una identidad de vestidos
litúrgicos. A medida que el traje civil fue cambiando -acortándose- se prefirió que para el ministerio litúrgico
continuara usándose la túnica clásica. Con ello a la vez se denotaba el carácter diferente de la actividad celebrativa,
la distinción de los ministros y el tono festivo de la celebración.

No se ponía en ello ningún énfasis exagerado, al principio. Más bien se buscaba una pedagogía para el momento del
culto sagrado y se deseaba que fuera, en la vida normal, no hubiera ninguna distinción entre los ministros y los
demás fieles (así el año 530, el papa Esteban prohibía a los sacerdotes ir vestidos de forma especial fuera de la
iglesia, y lo mismo S. Gregorio Magno). Fue a partir más o menos del siglo IX cuando se “sacralizó” con mayor fuerza
el tema de los vestidos, buscándoles un sentido más bien alegórico, interpretando cada uno de ellos en sentido moral
(el alba indicaba la pureza, la casulla, el yugo suave de Cristo ) como referencia a la Pasión de Cristo o como imitación
de los sacerdotes del AT y a la vez se empezó a bendecir los ornamentos y a prescribir unas oraciones al momentos
de revestirlos.
Podríamos decir que los actuales vestidos litúrgicos son herencia de los trajes normales de los primeros siglos;
cuando en la vida profana se dejaron de usar, se decidió seguir utilizándolos en el culto, porque se veía la pedagogía
expresiva que podían tener para entender mejor el papel de los ministros y la naturaleza de la celebración.

Vestidos actuales

Actualmente es distinta la costumbre respecto a los varios ministros de la celebración: mientras el organista y los
cantores no se revisten, los lectores y ministros de la comunión sí lo hacen a veces; los monaguillos generalmente
tienen su vestidura especial; pero los que como norma se revisten son los ministros ordenados: diáconos, presbíteros
y obispos.

Los vestidos más usados para la celebración de la Santa Eucaristía, actualmente son:
Y el celebrante, se reviste en el siguiente orden.

– Alba:
Llamada así por su color blanco, es una de las más antiguas vestiduras sacerdotales.
Deriva de las túnicas antiguas, blancas, hasta los pies, que se perdieron en el uso civil, pero que se
consideró que podían utilizarse simbólicamente en el culto, expresando con el vestido diferente de
los ministros la diferencia entre la vida profana y la celebración. En todas las culturas religiosas,
para el ejercicio del culto se quiere simbolizar la pureza de los ministros, y en muchas de ellas
precisamente con el color blanco. El blanco es signo también de victoria y de resurrección.
Simboliza por su color la inocencia, la pureza y la castidad; por su forma la perseverancia. Los
alegoristas han visto en ella la vestidura blanca con que Jesús fue escarnecido por Herodes.
El Papa recordó que las antiguas oraciones hacen referencia al vestido nuevo que el hijo pródigo
recibió del padre; y por tanto, “cuando nos acercamos a la liturgia para actuar en la persona de
Cristo nos damos cuenta de cuán lejos estamos de Él; cuanta suciedad existe en nuestra propia
vida”.

– Cíngulo
Del latín “cingulum”, de “cingere”, ceñir. Cordón con que se ciñe el alba. (IGMR 81.298). El
cíngulo o ceñidor es un complemento necesario para ciertos vestidos amplios como el Alba
para ceñirlos mejor a la cintura y facilitar el movimiento a veces tiene forma cordón y otras
veces de cintai Significa la pureza y la mortificación. Cristo nos exhorta a esperar su venida
ceñidos (Lc. 12,35). Simboliza las cuerdas con que fue atado Jesús en el huerto, al igual que
los azotes que padeció atado a la columna. Espiritualmente nos recuerda, según la oración
que reza el sacerdote, la necesidad de luchar contra las bajas pasiones de la carne

– Estola:

La Iglesia hace pedir, al imponérsela el Sacerdote, la inmortalidad, perdida por el pecado, y el premio de nuestro
último y feliz destino: Devuélveme, Señor, la estola de la inmortalidad, que perdí con
la prevaricación del primer padre, y aun cuando me acerque, sin ser digno, a celebrar
tus sagrados misterios, haz que merezca el gozo sempiterno. La estola significa las
sogas con que Nuestro Señor fue arrastrado al Calvario.
Observación: antes de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II se utilizaba la
estola cruzada debajo de la casulla

– Casulla

Su sentido tropológico (doctrina moral dirigida a reformar o corregir


costumbres) es la caridad, alma de todas las virtudes y que lo cubre y llena todo. Su sentido alegórico (Significado
simbólico) es el vestido de púrpura con que fue cubierto Jesús, por los soldados en el Pretorio; y su sentido
anagógico, (sentido espiritual que se le concede a la Biblia) la gracia prometida a quien lleva con buena voluntad el
yugo de Cristo
CAPA PLUVIAL

Capa abierta por delante, cubre toda la espalda del sacerdote y llega hasta cerca del suelo, sujeta adelante por un
broche. En todo momento a lo largo de la historia, suele adornarse con flecos y bordados.
Servía en un principio, para proteger de las lluvias en las funciones al aire libre, y procesiones. Hoy se sigue utilizando
en las mismas ocasiones, y en las laudes y vísperas solemnes, exequias, bendiciones eucarísticas, para la hora Santa o
procesiones con el Santísimo, algunas veces para celebraciones como el Bautismo, Matrimonio, Confirmación y
funerales.
La capa llamada pluvial puede ser de seda, raso, o telas brocadas, en los colores litúrgicos.
Su uso es facultativo, es decir, libre o voluntario.

Según algunas teorías, la capa pluvial se deriva de la antigua lacerna o birrus, un vasto
semicírculo de lana blanca, bastante pesado pero buen protector. Otros consideran que su
origen no es otro que el de una paenula transformada, con capuchón para la lluvia y abierta
por delante para mayor comodidad

COLORES LITURGICOS

La diversidad de colores en las vestiduras sagradas pretende expresar con más eficacia, aun exteriormente, tanto el
carácter propio de los misterios de la fe que se celebran, como el sentido progresivo de la vida cristiana en el
transcurso del año litúrgico. Así los cristianos oran con sentimientos diversos evocados también por los colores de las
vestiduras litúrgicas.

BLANCO:
Se usa en tiempo pascual, tiempo de navidad, fiestas del Señor, de la Virgen, de los ángeles, y de los santos no
mártires. Es el color del gozo pascual, de la luz y de la vida. Expresa alegría y pureza.

ROJO:
Se usa el domingo de Ramos, el Viernes Santo, Pentecostés, fiesta de los apóstoles y santos mártires. Significa el don
del Espíritu Santo que nos hace capaces de testimoniar la propia fe aún hasta derramar la sangre en el martirio. Es el
color de la sangre y del fuego.

VERDE:
Se usa en el tiempo ordinario (período que va desde el Bautismo del Señor hasta Cuaresma y de Pentecostés a
Adviento). Expresa la juventud de la Iglesia, el resurgir de una vida nueva.
Se usa en los oficios y Misas del «ciclo anual».

MORADO:
Indica la esperanza, el ansia de encontrar a Jesús, el espíritu de penitencia; por eso se usa en adviento, cuaresma y
liturgia de difuntos. Es signo de penitencia y austeridad.

MENOS USADOS:

DORADO O PLATEADO:
Subraya la importancia de las grandes fiestas. En los días más solemnes pueden emplearse ornamentos más nobles,
aunque no sean del color del día

ROSA:
Subraya el gozo por la cercanía del Salvador el Tercer Domingo de Adviento, e indica una pausa en el rigor penitencial
el Cuarto Domingo de Cuaresma. Es símbolo de alegría, pero de una alegría efímera.
AZUL:
Indica las fiestas marianas, sobre la Inmaculada Concepción.

You might also like