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Apuntes sobre
Teoría del
Color
Introducción
El color es una vivencia inmediata; nos envuelve y nos impregna el espíritu desde
las primeras experiencias de vida, y según algunos autores, desde antes de nacer. Puente
entre el ser humano y su entorno, es dato fundamental para la percepción a través de la
cual aprehendemos el mundo.
Desde el comienzo de su historia el hombre se ha expresado a través del color,
tomando como soporte las paredes de las cavernas o su propio cuerpo, haciendo de él
tanto un signo de la vida como de la muerte. A esta función mística y mágica original, le
sumó el simbolismo y la mirada estética que caracteriza y da connotación a tantas
manifestaciones culturales; desde la simple decoración de objetos utilitarios hasta las
prácticas sociales que convierten al color en un signo artístico o de consumo, vinculado
a códigos más o menos universales. Las señales lumínicas, las señales de tránsito, los
uniformes que diferencian diversas profesiones, las banderas, el papel moneda, la moda,
el diseño gráfico, son algunos de los ejemplos sobre los usos codificados que el hombre
le a dado al color con el fin de ordenar el mundo, de entenderse y de comunicarse.
En la convergencia de lo estético y lo comunicacional, dentro del amplio campo
de las imágenes visuales, lo artístico aparece como un lugar en el cual el color
constituye un elemento de su lenguaje específico, configurante de la expresión y del
sentido, de las significaciones. Pensar el color como elemento propio del lenguaje
plástico y visual nos lleva a hacer una serie de consideraciones de orden físico, químico,
fisiológico, psicológico; material y perceptivo. Todos aspectos fácilmente asequibles,
pero también nos lleva a reflexionar sobre el ámbito más ambiguo y plural de las
significaciones, donde el color se hace denso, porque es parte de un discurso visual. Un
relato de E. Munch referido a su obra “El grito” pone de relieve la importancia de la
experiencia vital relacionada con el color que compone dicha pintura, cuando cansado y
enfermo observa la puesta del sol en un fiordo: “sentí -dice Munch- como si pasara un
grito por la naturaleza, me parecía que podía oír ese grito. Pinté ese cuadro, pinté las
nubes como de sangre roja, y los colores gritaban”.
El lenguaje visual, del cual todas las creaciones humanas que se manifiestan por
medio de las imágenes visuales se sirven, se origina, como todo lenguaje, en
necesidades y deseos individuales y sociales del hombre. Expresarse con la intención de
comunicarse con otros requiere de códigos compartidos que vehiculicen aquello que se
quiere decir. Estos sistemas establecidos por convención hacen posible la legibilidad de
los mensajes, su decodificación; aunque es necesario decirlo, siempre están sujetos a los
avatares históricos y culturales de una comunidad humana. Piénsese, por ejemplo, en el
significado de los colores en los rituales de las distintas religiones en las que un mismo
color puede significar diferentes cosas. Eva Heller en su libro sobre Psicología del color
enumera los colores simbólicos del cristianismo: el azul para María; el rojo para Jesús;
el violeta para Dios Padre y el verde para el Espíritu Santo. Por el contrario, Krishna, el
dios indio, tiene su piel azul aludiendo a su origen celeste y las monjas y monjes
budistas llevan hábitos naranjas mientras el catolicismo los lleva marrones, grises,
negros o blancos. Por otro lado, también existen codificaciones más “universales” o
globalizadas, como es el caso del campo publicitario, en donde el dorado, por ejemplo
simboliza el lujo y el poder. Pero en materia de expresión artística parece ser todo más
flexible e indeterminado, mas relativo; no sólo a la época, al lugar o la circunstancia
histórica sino también a la singularidad de cada artista. Y aún más, a las diferentes
etapas que una misma producción puede ir atravesando. Podríamos citar la etapa azul y
la rosa de Picasso. En tal sentido, el color se convierte en canal, en soporte y parte de un
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modo de decir peculiar, propio del artista, enmarcado siempre y atravesado por el
contexto.
Por otro lado, todos los elementos plásticos concretos son parte de la
configuración de la imagen y pueden ser analizados desde distintos puntos de vista.
Refiriéndonos particularmente a una producción artística, la imagen puede a ser
analizada como una unidad compuesta por una densa estructura o “forma” con distintos
estratos o niveles constructivos. Una manera sencilla de abordar sus aspectos más
inmediatos es distinguir el plano sensible o de la expresión- el cual incluye el aspecto
material- y el plano del contenido o del significado. También cabría hablar de temática
plástica y temática anecdótica respectivamente. El plano de la expresión sensible es
factible de analizar compositivamente mediante el abordaje teórico de aquellos
elementos específicos del lenguaje visual: forma, color, textura, criterios de
organización; es decir considerando su aspecto topológico. El plano del contenido, de
los significados, se hará analizable discurriendo por el bagaje semántico que contenga la
obra. Este nivel pertenece al ámbito de lo literario, sin hacer distinción entre figuración
o no figuración, y siempre requiere de la interpretación del destinatario y su
participación activa en los resortes significativos más profundos. En la realidad de la
obra los dos niveles son uno, ligados intrínsecamente en la coherencia interna. De ese
modo, cuando nos preguntamos por uno de los dos niveles, es necesario preguntarse por
el otro y por su interacción. En otras palabras podríamos decir que los elementos
plásticos, entre los cuales se encuentra el color, trasuntan el sentido de la obra artística
haciéndose con él un todo indisoluble, sólo divisible con fines teóricos.
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La percepción visual
Llamaremos percepción visual tanto al proceso que nos permite aprehender los
datos que nos suministran las sensaciones a través de los sentidos y referirlas al tiempo
y al espacio como al resultado de dicho proceso, es decir, al contenido de conciencia
que lo aprehendido representa en nuestra mente.
Como proceso la percepción es secundaria, compleja, sintética, interpretativa,
estructuralista e intelectual. Secundaria, porque la percepción se produce después de la
aprehensión del objeto. Compleja, porque sobre la percepción actúan la imaginación, la
memoria, la asociación de ideas, la fantasía, la afectividad, la atención, y aspectos
culturales que condicionan la interpretación de lo percibido. Sintética, porque de todos
los aspectos antes mencionados, el sujeto que percibe realiza uno síntesis. Interpretativa
porque el cerebro al mismo tiempo que recibe las impresiones las interpreta, y esto
guarda relación con la subjetividad. Estructuralista, porque la percepción es más que l
suma de sensaciones, más que una síntesis, más que una interpretación. En el proceso
de percepción se configuran sensaciones, elementos psíquicos, experiencias previas y
una labor interpretativa, y el resultado se nos aparece como un todo integrado. Es la
noción de percepción es tema fundamental de indagación para la Teoría de la Gestalt. L
a percepción es intelectual porque cuando percibo justo; si veo una manzana roja digo:
“eso es una manzana roja”, lo que a su vez por la intervención de la experiencia previa.
La memoria y la asociación de ideas, vuelvo a juzgar: “una manzana roja es una
manzana madura”.
Si pensamos específicamente en la percepción visual, debemos partir del momento
fundamental en que se aprehende el objeto o situación tomando como primeros datos
los resultados de las sensaciones visuales. Entenderemos por sensación a un tipo de
experiencia que da por resultados elementos simples de conocimiento. Es el proceso de
aprehender un contenido o cualidad elemental de los objetos que estimulan nuestros
órganos sensoriales; proceso que empieza en un receptor y termina en un centro
nervioso cerebral. También se llama sensación al resultado de dicho proceso, es decir al
contenido elemental o cualidad simple que se aprehende cuando un estímulo impresiona
nuestros sentidos. Los colores, sonidos, la temperatura, la presión muscular, son
sensaciones. Actualmente el estudio de las sensaciones se da dentro del complejo
perceptivo y no aisladamente. La sensación sería un dato para la percepción. El proceso
perceptivo comienza con un excitante o estímulo, continúa por un transmisor que
conduce el dato hasta el centro nervioso receptor del estímulo donde este se convertiría
en sensación. También la sensación como proceso y resultado requiere de elementos
físicos o químicos, fisiológicos y psicológicos. Si el producto de todo el proceso da
como resultado contenidos de conciencia, la sensación se nos muestra como dato o
información sobre los estímulos que nos afectan.
Quedaría por decir, retomando la idea de la percepción como un todo integrado
que el conjunto de lo percibido constituye un campo perceptivo, una estructura de partes
interrelacionadas en la que nada se da aisladamente. En una imagen visual, todos sus
elementos se hallan intrínsecamente ligados para la percepción.
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Dirección de la luz
Amplitud
de onda
Longitud
de onda
Rayos Gamma Rayos X Rayos Luz visible Rayos Ondas Micro T.V. Radio
Ultraviol Infrarrojos radar ondas
Como se ve en el gráfico anterior, la luz visible solo ocupa una estrecha franja del total
del espectro visible y corresponde a las radiaciones que llegan en mayor cantidad a la
superficie terrestre. La longitud de onda de este sector varía desde los 380 nms
(nanómetros= 0,000.000.001m) a los 760 nms aproximadamente, correspondiendo la
más larga al extremo rojo y la más corta al extremo violeta. Entre ellas se ubican el
anaranjado, el amarillo, el verde, el azul. Algunos autores, entre ellos el mismo Newton,
incluyen un séptimo color, el índigo, antes del violeta.
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Ahora bien, hemos dicho que sin luz no hay sensación visual. Es un hecho
comprobado que vemos un objeto a causa de la luz que refleja. Las diferencias o
contrastes entre él y su entorno dependen de las características de la fuente de luz, de las
cualidades reflectantes de la superficie de los diversos objetos del entorno y del
observador que recibe los estímulos lumínicos.
La capacidad física de los objetos o superficie de los mismos para absorber y
reflejar luz recibe el nombre de luminancia o reflectancia y es constante en toda su
superficie. Según la intensidad de la luz que incide en ella una superficie reflejará más o
menos luminosidad pero el porcentaje que devuelve y absorbe del total es invariable. Un
pedazo de terciopelo negro bien iluminado puede enviar tanta luz como un trozo de seda
blanca en situación opuesta. Esta comparación aislada y objetiva, varía cuando se
somete a un objeto a la interacción lumínica de su entorno, por lo que se puede afirmar
que los valores de luminosidad percibidos en un determinado campo visual son en un
todo relativos.
A los factores físicos de este proceso se le suman los fisiológicos y psicológicos
dados en los ojos y en el sistema nervioso del observador. En primer lugar diremos que
sin luz tampoco hay color. Esto significa, en sentido estricto, que el color sólo existe en
el ojo y el sistema nervioso del espectador una vez que la luz ha entrado al ojo,
estimulado la retina y desencadenado un proceso perceptivo. La radiación
electromagnética no posee esa cualidad a la que nosotros llamamos “color”. Para que un
fenómeno cromático cobre efecto es necesario que cierta radiación, cuya longitud de
onda está comprendida en el espectro visible incida en el ojo. Veamos el siguiente
gráfico.
Ojo
Cerebro
Percepción visual
Para comprender mejor este proceso puede resultarnos útil recordar, en primer
término la experiencia que Isaac Newton realizo en el siglo XVIII, descomponiendo un
haz de luz blanca mediante un prisma de cristal en seis componentes que son
visualizados como seis colores diferentes. Posteriormente diferenció un séptimo color
conocido como índigo o añil. La radiación electromagnética se refracta o “dobla” al
pasar de un medio a otro, lo que produce la descomposición o apertura en abanico del
espectro luminoso. Cuanto mayor sea la longitud de onda más se refracta. La longitud
más larga es la roja y la más corta la violeta.
Rojo
Anaranjado
Amarillo
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Verde
Azul
Índigo
Violeta
Cerebro
Ojo
Manzana roja
Ondas absorbidas
cualquiera a través de una mirilla que sólo nos deja ver una porción de él ocultándose el
objeto al cual pertenece. De esta manera vemos una porción chata de color. Los colores
de superficie son aquellos que identificamos como cualidad de un objeto. Los planos se
caracterizan por mostrar una estructura más fluida que se aleja de la experiencia que
proporciona ver objetos coloreados bien determinados.
Más allá del análisis que intenta recortar el fenómeno cromático y en cierta forma
aislarlo, dentro de un campo visual los colores parecen ser más estables y menos
relativos. Veamos más de cerca lo que parece ser una contradicción.
En el interior de un campo visual determinado, los diferentes estímulos cromáticos
provenientes de los diversos objetos y superficies son acomodados o adaptados por el
ojo en función de una buena visión. Para ello exagera los contrastes polarizando las
diferencias con el fin de ver mejor. Podríamos pensarlo en estos términos: una vez
acomodados los colores a las necesidades de la visión la relatividad sede paso a la
estabilidad. Esto es lo que permite que nuestra conciencia pueda diferenciar y establecer
asociaciones cromáticas referenciadas en experiencias previas para finalmente
reconocer un color ante cualquier situación lumínica. Por otro lado, la acomodación del
ojo procura una orientación segura y responde históricamente al reaseguro de la
supervivencia humana. El proceso de diferenciación óptima se realiza cuantitativa y
cualitativamente, es decir respecto a la cantidad y calidad de luz recibida. En el primer
caso interviene el iris abriéndose y cerrándose, en el segundo caso operan los conos,
células de la retina diferenciadas entre sí por ser sensibles a las distintas áreas del
espectro visible. Dicha adaptación permite reconocer matices aún en situaciones
lumínicas diferentes y, en relación a un observador medio (con visión normal), estos
fenómenos son observables dentro de un marco de objetividad científica.
La diferenciación óptima de los colores en un campo visual requiere de un proceso
fisiológico de adaptación y cambio que tratándose de los colores de superficie se
conoce con el nombre de “contraste simultáneo”. Este implica una modificación
perceptiva recíproca de todos los colores del contexto observado. Un color local no se
modifica aisladamente sino en función y simultáneamente a todos los otros colores que
lo rodean. En síntesis, “el órgano de la vista posee la capacidad de adaptarse a la
iluminación y a las circunstancias de contemplación de cada momento” (Küppers,
1980), por lo cual se torna interesante considerar la fisiología del ojo humano.
Básicamente, sabemos que en la retina se alojan células fotosensibles que
intervienen en la visión de los colores: los conos y los bastones. Los conos son sensibles
a las diferentes longitudes de onda captando la cualidad que el cerebro traduce como
diferentes matices: rojo, amarillo, verde, etc. Estas células son sensibles a la luz roja, la
verde y la azul, pero como las sensaciones cromáticas que recibimos son provocadas por
estímulos compuestos, por lo general, estas células se activan todas a la vez en distintas
proporciones y es esto lo que permite decodificar los otros colores del espectro visible.
Los bastones son sensibles a la cantidad de luz recibida. Con poca iluminación
predomina la función de los bastones, más sensibles que los conos y de mayor número.
Una vez recibida la radiación electromagnética que ingresó por la pupila e impactó en la
retina, la información pasa al cerebro en forma de impulsos eléctricos a través del
nervio óptico, donde es decodificada e interpretada dando como resultado la percepción
del color.
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Sintetizando, diremos que “el color nace cuando un estímulo lumínico motiva, al
ojo intacto de un contemplador, a producir una sensación cromática” (Küppers, 1980),
de modo que el color es “impresión sensorial del contemplador”. El ojo es el órgano
receptor y traductor de la información que la luz transmite desde lo observado hasta el
cerebro donde se interpreta dicha información.
Más allá del color como mera apariencia óptica, en lo dado fuera del ojo como
praxis del artista, del diseñador, el escenógrafo y en todo ámbito de producción
cromática, aún en la vida cotidiana, se observan diferentes formas de construir un color.
Este hecho resulta por demás de interesante a la hora de considerar al color como
medio de expresión.
Se diferencian dos tipos de síntesis o mezclas cromáticas: la mezcla aditiva y la
mezcla sustractiva. La mezcla promedial categorizada por algunos autores como un caso
particular, es también sustractiva; sólo que en ella la síntesis final se da en el aparato
visual, después de haberse alejado lo suficiente el observador del objeto coloreado.
Las distintas modalidades de producción del color responden a las distintas
síntesis.
Antes de proseguir es necesario tener en claro lo siguiente: el proceso de
percepción visual es uno y el mismo para todas las modalidades, independientemente
del estímulo que se produzca por diferentes medios, como son luces, filtros translúcidos
o pigmentos opacos.
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Filtro coloreado
Translúcido
Sería un error o un reduccionismo basar toda la teoría del color en las leyes de las
mezclas pigmentarias, pero esta es la realidad empírica con la que se encuentra el artista
plástico que trabaja con pigmentos u otros materiales coloreados.
La mezcla de pigmentos tal como la conoce la práctica del pintor pertenece al
ámbito de la mezcla sustractiva. Aún las acuarelas, las tintas o cualquier otro pigmento
que se aplique en forma traslúcida y por capas superpuestas.
Las características de las mezclas de materiales colorantes opacos parecen no
corresponderse con las leyes de la percepción visual, pero en realidad se trata de
procesos físicos y químicos diferentes de las otras mezclas y por lo tanto con diferentes
resultados. Por ejemplo si mezclo luz verde y roja obtengo luz amarilla pero si mezclo
pigmento opaco verde con pigmento rojo obtengo un neutro pardo o marrón.
Los pigmentos son materias colorantes sólidas de origen vegetal, animal, mineral
o sintético, que compuestos con diferentes aglutinantes dan pinturas al agua, al aceite o
sintéticas. Los aglutinantes evitan que al secarse la pintura se desprenda el pigmento.
Las pinturas al agua se aglutinan con cal o almidón; los óleos con aceite de linaza,
ricino, etc.; y las sintéticas con algún tipo de resina. Las acuarelas se aglutinan con
goma arábiga.
Tratándose de síntesis sustractiva, cuando se mezclan dos o más pigmentos el
resultado es siempre un color más oscuro que el más claro de los componentes dado que
la materia pigmentaria realiza una sustracción selectiva de las diversas longitudes de
onda según sea su propiedad de absorción. La reemisión de luz que refleja la superficie
coloreada tiene las cualidades del color que el aparato visual decodifica y le atribuye al
pigmento según la cantidad y calidad de luz que recibe el ojo. Básicamente un pigmento
o superficie azul se “ve” azul porque reemite longitudes de onda corta y absorbe ondas
medias y largas. Lo mismo sucede con el color de un material natural, ya sea un trozo
de madera o el pétalo de una flor.
Una superficie blanca natural o pigmentada refleja, como ya hemos dicho, todas
las longitudes de onda de la energía radiante que recibe; una verde refleja las ondas
medias y absorbe todas las otras. Se trata de una reflexión y absorción selectiva que se
realiza a partir de las propiedades de la superficie del objeto o pigmento coloreado.
También hemos adelantado que en la mayoría de los casos se trata de estímulos
compuestos, de allí que se pueda hablar de colores secundarios ubicados entre las tres
luces fundamentales y de otros intermedios entre estos, como un naranja-amarillento o
un verde-azulado; pardos o neutros que requieren de una nomenclatura específica fuera
de círculos cromáticos y de sistemas tridimensionales de organización del color.
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Es conveniente pensar en los colores primarios como tintes medios, que no tienden
ni a uno ni a otro de los dos restantes, así se mostrarán indivisibles y se correrá menos
riesgo de perder saturación. Sin embargo lo más conveniente y adecuado es explorar las
mezclas con los diferentes colores primarios que ofrece el mercado para utilizarlas
según la necesidad y cuando sea conveniente. Un azul cobalto o ultramar con un carmín
o magenta puede darnos un excelente violeta, lo mismo un cian con un magenta o un
carmín. Pero hasta hoy, este conocimiento se debe adquirir en la práctica. Nada mejor
que experimentarlo. Es importante también tener en cuenta cuando se trata de la
percepción del color, la calidad y cantidad de luz que la superficie coloreada recibe.
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de luminosidad. Fuera del blanco, los grises y el negro neutros, todos los otros colores
son cromáticos.
Hemos dicho que las variables fundamentales del color son tres: tinte; valor y
saturación. Cada una de ellas permite la transformación, progresiva o no, de su
dimensión. Abordaremos ahora la representación gráfica de estas posibilidades e
incorporaremos algunos conceptos relacionados que permiten arribar más claramente a
la mecánica que nos permite tales variaciones del color.
Ya hemos diferenciado los colores cromáticos de los acromáticos. Esta
clasificación lleva a una primera conclusión: si los colores acromáticos no gozan de la
variable de tinte por ser neutros, carecen también de la variable se saturación; es decir
no permiten ser modificados o variados en sí mismos, entre ellos, en alguno de estos
aspectos, de allí que se los conozcan como “valores”.
Variable de valor
Colores acromáticos
Blanco
Clave Alta
Clave Baja
Negro
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Amarillo Amarillo
Naranja Naranja
Rojo Cian
Verde Magenta
Azul Verde
Violeta Violeta
Nótese que los valores de los colores primarios del modelo R-Am-Az difieren
respecto al modelo Am-Mg-C.
Al realizar este tipo de ordenamiento debemos tener en cuenta también que las
distintas calidades o matices de un mismo tinte varían su valor, a veces
considerablemente, como puede suceder entre un azul ultramar y un azul talo; o un rojo
carmín y un bermellón; un verde-amarillo conocido como verde limón es de valor más
alto que un verde-azul como el esmeralda.
Por otro lado existe la posibilidad de variar el valor de un color cromático
moviéndolo a través de una escala lumínica. Si nos referimos específicamente a la
mezcla pigmentaria, el valor de un tinte varía con el agregado de blanco, de negro o de
un gris de diferente valor.
Variable de tinte
Relaciones de tintes
Los teóricos del color en su afán por organizar los más diversos aspectos de esta
sensación visual buscaron relaciones entre los colores a modo de sintaxis o gramática,
referidas sobre todo ala mezcla sustractiva. Así se habló de armonía y contraste. En
términos generales la armonía se daría entre colores que tienen algún elemento en
común, lo que hace que estén de algún modo emparentados. Oswald enumeró distintas
“leyes” sobre cómo combinar los colores armoniosamente; también lo hizo Munsell…..
El contraste por el contrario, se daría entre colores que presentan diferencias notables en
una o varias de sus dimensiones. Itten consideró 7 contrastes diferentes.
Pensar en estas semejanzas o diferencias hace posible dilucidar cuestiones
compositivas, construir la imagen de acuerdo a determinados propósitos o simplemente
conocer algo más sobre el funcionamiento cromático.
En cuanto a la variable de tinte, nosotros consideraremos las siguientes relaciones:
Tintes acordes: Son aquellos que tienen 2 primarios medios en común. La mezcla
de dos primarios origina una escala de tintes en la que domina la semejanza entre grado
y grado, y también habrá similitud entre cualquiera de los colores de la misma, aunque
aumentando el intervalo ésta disminuya y aumente el contraste de tinte. La semejanza se
debe a su composición estructural y ello ocasiona que los colores sean consonantes, o
como se diría tradicionalmente, armónicos.
Realizando las mezclas de los 3 pares de primarios fundamentales (Azul-Amarillo;
Amarillo-Rojo; Rojo-Azul) se originan en el círculo cromático 3 “arcos de acordes”; en
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cada uno de ellos se halla un color secundario. Si cada arco o escala cromática tiene 9
grados, incluyendo el primario, construimos un círculo cromático de 24 grados.
Algunas teorías, las más numerosas, llaman terciarios a los colores que se forman
entre 1 primario y un binario; cuaternarios a los formados por 1 primario y un terciario.
Nótese que estas denominaciones aluden a la variable de tinte, mientras que nosotros las
reservaremos para la variable de saturación dado que ya estamos clasificándolos como
acordes a todos ellos poniendo el énfasis en la gran semejanza dada por su estructura.
Rojo Amarillo
Amarillo Azul
Azul Rojo
En este caso aumenta el porcentaje de tinte compartido pero aún está subordinado;
por ejemplo la cantidad de Am del Ve-am no debe excederse, para no encimarse con el
Am-ve, que es un primario no fundamental o básico. Sin embargo es suficiente para
aplacar la típica tensión que se ejerce entre los secundarios medios cuya naturaleza se
atrae y repele a la vez, dado que aún compartiendo un primario, tiende cada uno hacia
su otro componente. Por ejemplo, el Na y el Ve comparten el Am pero además el Na
tiende al R, y el Ve al Az. Veámoslo en este gráfico:
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En el círculo cromático vemos que se han acercado debido a que ambos incluyen
en su estructura un mismo primario. Ello a su vez fundamenta su semejanza.
Variable de Saturación
+ =
+ =
+ =
+ =
+ =
Grises de Color
Nuestro entorno cotidiano nos demuestra que muchos de los colores que
denominamos acromáticos, como los blancos y los negros, en realidad no lo son. La
mayoría de ellos reflejan o absorben las diferentes ondas electromagnéticas en distinta
proporción. De allí se pueda hablar de blancos y negros de color. Mientras el blanco
acromático debería reflejar el 100 % de las radiaciones visibles y el negro absorber el
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Para que los tintes de estos colores sean perceptibles es conveniente verlos
yuxtapuestos ya que no existe entre ellos contraste de valor o de saturación suficiente
para hacerlos notar.
Con mezclas pigmentarias los blancos y negros de color se logran mediante el
agregado de mucho blanco o mucho negro a un tinte determinado.
Muchos artistas los han utilizado, como lo hicieron los impresionistas, quienes
renunciaron al negro acromático. Dentro de los argentinos podemos mencionar a
Fernando Fader, Cesáreo Quirós y Martín Malharro. También los utilizaron Raúl Soldi,
Vicente Forte entre otros
Isovalencia
La isovalencia entre un grupo de colores indica que todos ellos tienen el mismo
nivel de luminosidad o valor: iso = igual, valencia = valor.
Los colores cromáticos poseen cierto grado de luminosidad que desde el punto de
vista de la sensación es posible transferir a una escala analógica de valores acromáticos.
Un Am resulta más luminoso que un Ve y un Ve más luminoso que un Az. Esta cualidad
intrínseca es muy tenida en cuenta en la arquitectura y la decoración; en la Plástica el
Neoplasticismo con Mondrian, Theo van Doessburg, Bart van der Leck entre otros
pusieron énfasis en este aspecto del color.
La transferencia de colores cromáticos a acromáticos puede experimentarse con
cierta fidelidad en la fotografía y en la fotocopia en blanco y negro.
En el primer caso, siendo el registro el valor del Am, todos los colores restantes
han sido variados con blanco hasta alcanzar este valor. Cuando se sigue el registro
valorístico del R algunos colores como el Viol, el Ve y el Az, en este caso, fueron
modificados con blanco mientras en Na y el Am se movieron hacia el negro. El escala
inferior, los colores deben alcanzar el valor del Az por lo tanto todos, menos el Viol se
movieron hacia el negro. Es interesante notar que en estas escalas se presentan
contrastes de tinte y de saturación a partir de los cuales se puede componer la imagen.
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