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TITULO:

Límites y alcances epistémicos de la Investigación Acción Participativa: la redefinición de


sus fronteras.
Limits and epistemic scope of the Participatory Action Research: the redefinition of its
borders.
SECCION:
“Artículos”
AUTORES:
RAUDELIO MACHIN SUAREZ
Escuela de Psicología, Universidad Andrés Bello, Fernandez Concha, 700, Santiago de Chile,
Chile. Psicólogo 1996. Magíster en Educación Superior, Universidad de la Habana 2000.
Doctor en Ciencias de la Educación, Universidad de la Habana 2010. Profesor Titular MES,
Cuba, 2010. Profesor asociado, Universidad Andrés Bello, 2015. Varios premios y de
investigación adjudicados entre los que destacan: Mención Pierre Fedida, ALPPF, Brasil
2004; Premio Pierre Fedida, ALPPF, Brasil 2006; Joven investigador CITMA, Cuba 2006;
CLACSO-Asdi Semisenior 2004, CLACSO-Asdi superior B1, 2014. Cuatro libros y más de
una docena de atículos publicados desde 1998. Áreas de interés: Las ciencias sociales y
humanidades, la epistemología, la investigación social, la clínica psicológica.
DIRECCIÓN POSTAL: Novena Avenida, 1360, Dpto. 404, San Miguel, Santiago de Chile,
Chile.
Email: raudelio.machin@gmail.com
Tel: +56 9 98898783
LIUDMILA DE LA CARIDAD SANTANA ROMERO
Doctorando, Doctorado en Psicoanálisis, Universidad Andrés Bello, Fenandez Cocha 700.
Psicóloga 1998, Universidad Central de las Villas, Cuba. Cursó Magister en Psicología
Clínica 2003-2005. Jefa de carrera de psicología, Universidad de Matanzas, Cuba 2007-2012.
Cursa doctorado en Psicoanálisis en Universidad Andrés Bello, Chile, 2016-actualidad.
Mención Pierre Fedida, ALPPF, Brasil 2004; Premio Pierre Fedida, ALPPF, Brasil 2006.
Premio beca CLACSO de investigadores junior 2009. Varios artículos publicados desde
2004, tres de ellos en revistas con indexación Scopus. Áreas de interés: la investigación
social, la psicopatología, los estudios de género.
Límites y alcances epistémicos de la Investigación Acción Participativa: la redefinición
de sus fronteras.
Si aceptamos la hipótesis de la ciencia como comunidad, estaremos de acuerdo con el hecho
de que esta no escapa a modas, tendencias y poses entre sus miembros, denunciada por varios
investigadores en distintos campos (Pacey, 1990; Salomón, 1996). En ese sentido, la
Investigación Acción Participativa (IAP) , ha debido enfrentar durante sus varias décadas de
existencia, la relación no sólo clara y tácita con adoradores y detractores, sino además la
relación ambigua de investigadores que la utilizan, pero no la mencionan por temor a su
exclusión de ciertos círculos, y otros que por el contrario la veneran en círculos de política
científica pero no la comparten en espacios académicos más cerrados.
Acá estaremos discutiendo algunos de esos rasgos epistémicos que harían de la IAP blanco
de críticas, y a su vez, intentado develar algunas de sus potencialidades en un horizonte cierto
de trabajo de las ciencias sociales y humanidades o para decirlo en términos Hegelianos;
ciencias del espíritu Geisteswissenschaften.
La IAP, como ha sido manejada hasta ahora, no es, en un sentido tradicional, ni un método
de investigación ni una estrategia de abordaje social. La concepción tradicional de los
métodos de investigación, suponían ciertos criterios que eran dominantes no sólo en los años
de su surgimiento, sino incluso en la actualidad. Varios de estos principios del “método
científico”, eran transgredidos en la idea de la IAP: el estatuto privilegiado del investigador,
en el cual hay un sujeto con un saber absoluto, que llega a enfrentar los datos aportados por
un objeto “sujeto” de estudios que no posee ningún conocimiento y a la vez nada puede
aportar a ese proceso más que su inmanencia. El reconocimiento de saberes locales
(Stuttaford and Coe, 2007), producidos por contextos extraacadémicos, tanto o más válidos
para esos contextos que los saberes académicos, venía a posicionarse como uno de los aportes
revolucionarios que compartía la IAP con otras tendencias investigativas emergentes, no
legitimadas como “Método(s)” de investigación.
Por otro lado, la IAP se desmarcaba de la tradición que colocaba en un lugar pasivo al
investigado –como exigencia de calidad “científica”-, este vendría a adquirir el lugar central
en los procesos de generación de saberes y transformación, en una tradición1 que tiene
antecedentes tanto en el psicoanálisis por un lado, como en ciertos hitos del pensamiento
marxista como las alusiones gramcianas a la relación entre intelectuales y sujetos sociales en
el cambio social.
Más que el control de variables, interesa a los que han asumido esta forma de trabajo social,
el levantamiento de significantes que nombren una ejecutoria del contexto en el que se
trabaja, que visibilicen tradiciones locales, que resuelvan problemáticas locales y, sobre todo,
que encuentren alternativas vernáculas validadas por sus propios actores.

1Acá más que a tradición en el uso convencional del término, nos referimos a la presencia de un imaginario
epistémico compartido de modo no intencional por varias corrientes teóricas bien diversas pero que coinciden
en actos o representaciones que en ciertos espacios podrían equipararse (Machin, la duda epistemológica).
Por otra parte, no podría tampoco afirmarse que es una intervención social, en tanto, ella se
priva de intencionalidades propias2. El registro axiológico generado por los investigadores
que abrazan la IAP (Manzo and Brightbill, 2007) , restringe el universo valórico/político
propio del sujeto externo al mínimo posible, con la fe en la emergencia de los deseos de la
comunidad.
Estas peculiaridades de la IAP, lejos de convertirla en una investigación que conduce a la
intervención, como platean algunos (Reason & Bradbury, 2006); Cameron, 2007);
ciertamente la vislumbran como una transciencia3 (Machin; 2010) o mejor aún, la colocan en
un interregno entre la investigación y la intervención social (Cameron, 2007). Ella estaría, en
ese sentido, en estrecha congruencia con la idea de Durkheim de objetivar los actos; o dicho
en otros términos de que el acto del sujeto social merece un tratamiento específico y a su vez
con la idea de Bergson de la intuición como método, a través del cual el sujeto investigador
se confunde –confunde- con lo investigado [Bergson, 1942: 17]. Esto, que supondría en
términos epistémicos una contradicción, de la cual no se hace cargo la teorización tradicional
de la IAP, sería sin embargo una potencialidad epistémica -aún insuficientemente explorada-
, si apostamos a que esta “existencia de actos” podría estar referida, no a actos objetivos,
anteriores al sujeto investigador, o mejor planteado, al momento de encuentro del
investigador con el sujeto investigado, sino a actos generados por ese mismo encuentro o
emergidos a partir de él. Estaríamos aquí entonces enfrentados a la IAP como una experiencia
per-formativa por un lado, generadora de acciones por ese lazo social ad hoc; y a su vez a
actos que, para ambos sujetos, no serían ni subjetivos ni objetivos, sino previos a esta
distinción en el sentido en que lo entendía Dilthey (1910, 1944).
De este modo, estaríamos no sólo considerando la noción weberiana de actos como objeto de
abordaje social; en tanto por acción se considerase cualquier comportamiento en el que el
sujeto actuante le confiriese significado subjetivo (Weber, 1977); sino a la vez trascendiendo
el cometido que el propio Weber (1973) le otorgase a la sociología, como ciencia que se
esfuerza por la intelección interpretativa de la acción social; para arribar a una ciencia en la
acción social4.

2
La referencia a la intencionalidad y su externalidad con respecto al investigador, ha sido uno de los puntos
más polémicos en la investigación social, desde que Weber declarase como condición que la acción es social
en la medida en que, en virtud del significado subjetivo que le atribuye el sujeto de los actos,
considera el comportamiento de un otro y consecuentemente orienta su dirección (Weber, 1971).
3 Justamente en el período de nacimiento de la IAP, en Latinoamérica estaba surgiendo algunos
investigadores que se movían en un interregno disciplinar y lógico, difícilmente catalogable. Sobre la obra de
ellos, el antropólogo Fernando Ortiz, se guía una tesis actualmente para el doctorado de filosofía de la
Universidad Central de las Villas, Cuba; que intenta mostrar otras aristas de F. Ortiz, un pionero de esta
expresión de actos de saber y su relación con el contexto de saberes dominantes en la época. En ella se maneja
como una de las hipótesis, que el aún débil posicionamiento de las disciplinas, permitió este tipo particular de
trabajo ensayístico sin ser cuestionado, y que difícilmente hubiese sobrevivido en el mundo académico bien
disciplinarizado que emergió un par de décadas después.
4 En trabajos anteriores proponíamos la idea de la ciencia en la acción social, a aquellas que al menos: 1. no

presuponen una división tácita del momento investigativo –interpretativo- del de intervención; 2. asumen una
relación séptica bidireccional con la realidad; 3. desdibujan los límites de poder establecidos por los saberes
tradicionales; 4. asumen la organicidad presupuesta por Gramsci para la intelectualidad (Machin, 2015);
Este análisis nos lleva a considerar, una serie de potencialidades no exploradas en lo
epistémico, en los límites de la IAP.

En los límites de la IAP

La contaminación –ausencia de asepsia-: Si como se reconoce, la magia de la IAP está en su


horizontalidad, evitando las relaciones que el poder de un saber académico suele otorgar; esta
presupone que esos dos polos existen, y seguirán existiendo en el proceso, sin embargo, en
ese mismo proceso del que se supone se nutra el investigador para modificar sus referencias
de partida, se contamina también la comunidad, adoptando esquemas propios del
investigador. Esta ausencia de asepsia bidireccional tiene no solo los esperados efectos de
subordinación del investigador al deseo de la comunidad o de empoderamiento comunitario;
sino a su vez la pérdida de la ingenuidad del sujeto comunitario, el cual ante nuevas
intervenciones reaccionará según cierta expectativa supuesta, construida sobre esas
experiencias anteriores.
En cierto momento arribamos a una comunidad “marginal” que llamaremos
convencionalmente la costa para preservar su identidad. Resulta que por los indicadores
significativamente relevantes de violencia, sexismo, y precariedad económica unido a su
relativa visibilidad, por su ubicación geográfica privilegiada, se le decidió otorgar prioridad
en materia de política social y científica, para revertir los efectos de décadas de segregación
social, racial, económica. Se estuvo trabajando durante años, desde diversas asociaciones,
con respaldo político y financiero, justo con metodologías inspiradas en IAP. Como resultado
de estas intervenciones, esta comunidad, además de “mejorar” sus indicadores sociales, y
“empoderarse” se calaron sesgos de cumplimiento de expectativas. Se convirtió en vitrina de
investigaciones sociales y cuando arribamos a ella nos percatamos que se había perdido su
ingenuidad, la cual había mutado hacia una representación de lo que se esperase que fuese
para el que llegase de fuera. En otros términos, dejaría de ser un espacio imaginado
(Bachelard, 1957) para convertirse en un espacio instituido por una imagen instituyente
externa (Castoriadis, 1997).
Por otro lado, este tipo de abordajes han privilegiado un tipo de estudio-intervención
centrados en la racionalidad en el momento reflexivo, donde a pesar del evidente efecto de
lo vincular en los resultados transformadores, se ha desestimado la noción transferencial
como fuente de saber.
Límites de la circularidad hipotética de la IAP: Asimismo, se podría también aludir a los
límites de la circularidad hipotética, asociada a este tipo de investigaciones como premisa, se
hacen más evidentes, si recordamos el carácter irreconciliable y no consciente de la creencia
epistemológica, que sin dudas coloca en entredicho la fiabilidad de nuevas elecciones una
vez adquirido un principio, en esa circularidad, que no sea en verdad un eterno retorno, una

develan las barreras epistémicas de las relaciones saber poder levantadas por factores de género, raza,
económicos, políticos o religiosos.
“serpiente que se muerde la cola”, más que la apertura a hipótesis distantes de la del
investigador.
Otro de los factores que conspira contra la circularidad hipotética -quizás ya deberíamos decir
además hipotética circularidad- es la presencia de diversas líneas de fuerza, tensionadas por
los intereses de varios actores en torno al espacio comunitario en disputa. Resulta que
contrariamente a como se suponía, la intervención, si logra por un lado construir espacios
comunes de confluencia -quimérico valor de toda intervención IAP que se precie de tal-,
atenúa la presencia de estas fuerzas y con ello la posibilidad de emergencia de nuevos
resquicios problemáticos y con ello de nuevas variantes hipotéticas. Si por el contrario, con
la intervención se acentúan o afloran esos conflictos pre- per formativos; entonces, la
probabilidad de generar no ya varias consecutivas sino al menos una propuesta en vilo básica,
se diluye al calor de esas propias tensiones.
En otras palabras, si bien, éticamente, el ideal de circularidad hipotética es loable.
Fácticamente este se diluye desde sus primeros pasos; y no por razones solamente de
contingencia sino por causalidad epistémica de otro orden.
Alcances epistémicos en los límites de la IAP
Si bien varios autores coinciden en dividir la IAP en las fases procesales, lo cual supone una
análisis desde un ordenamiento cronológico; para el propósito de este trabajo preferimos
organizarla como momentos indistintamente ordenados que nombraremos momento
reflexivo y momento per formativo, lo cual por un lado la conecta con las tesis de otros
investigadores que usualmente no guardan relación con la IAP, pero que epistémicamente
tienen propuestas cuyos efectos serían congruentes con los propósitos declarados por la IAP,
con un fundamento sistematizado epistemológicamente en lo ontológico5 o en lo generatriz6;
o en lo político7. Se trata acá de visualizar que una de las potencialidades más importantes
de la IAP es la de concretar la conexión de lo representacional con lo praxológico en un
mismo plano recursivo. Esto, que pareciera una utopía política –según una de las críticas más
importantes a Gramsci-, una elucubración psicologista abstracta – en el caso de Vygotsky- o
un juego discursivo en Nancy; se convierte en precipitado social en la IAP.
Si aceptásemos esta hipótesis como válida; ¿a qué otros campos se podría abrir la IAP?. Acá
nos remitiremos apenas a dos de ellos, en los cuales se hicieron incursiones puntuales, y que
están en espacios relativamente alejados de los tradicionales trabajos desde la IAP, los cuáles
sin embargo constituyeron una exploración de sus límites: en el primero de los casos por
tratarse de una comunidad de sujetos avisados “científicos” en el segundo de los casos por
tratarse de una comunidad en construcción pero con ideas políticas y lineamientos

5 L.S. Vigostky, propone que la investigación de los sujetos sociales comparta los momentos genéricos de
desarrollo de la ontología, para así acudir al nacimiento de los procesos subjetivos en el desarrollo. (Vigotsky,
1927)
6 J-L. Nancy, propone una aproximación investigativa, a propósito de la identidad comunitaria como proceso,

más que como resultado, reconociendo que esta apareciese sólo como momento generatriz (Nancy, 2000).
7 Para A. Gramsci en lo político se crean nuevos contenidos en la pugnan por la hegemonía y no

necesariamente se reproducen aquellos que las condiciones materiales permiten como sería aceptado por la
comunidad marxista que le antecedió (Gramsci, 1975).
relativamente claros y preestablecidos, y ya empoderados en los cuales se preguntaría un
investigador IAP, ¿para qué era necesaria entonces?
En ellos se vislumbraron como posibles algunos de los horizontes más prometedores de la
IAP: lo per-formativo en la IAP como precipitado del trabajo en la acción social; la relación
imagen/institución y la creación de imaginario instituyente así como el rescate de imaginarios
que no lograron instituirse; la exploración de los límites del sujeto social y el develamiento
de las tensiones vinculares en las que se encuentra inmerso y por último la continuidad papel
activo del sujeto social; como utopía fundacional de este enfoque (Kindon, Pain, et. al.
(2007);P. Reason & H. Bradbury (2006)) –que es lo que la hace éticamente la hace más
viable

Dos “casos” atípicos de estudios desde la IAP.


1.
La IAP en los estudios sobre imaginario social. Los estudios sobre imaginario social, han
estado tradicionalmente relacionados con dos líneas discursivas8; la que proviene de C.
Castoriadis y la que se vincula la obra G. Duran. A pesar de las considerables diferencias de
ambas teorizaciones, si algo comparten los estudios de los investigadores que hace referencia
a ellos, es un profundo academicismo. En ese sentido, a partir del trabajo de un grupo de
investigadores interesados en temas sociales, nos propusimos realizar aproximaciones al
imaginario social, con una metodología más cercana a la IAP –lo que luego nombraríamos
como investigación en la acción. Como resultado de estas investigaciones trabajamos con el
imaginario compartido por una comunidad rastafari en Cuba, nos acercamos al carnaval
imaginario matancero, interactuamos con el gremio de tatuadores/tatuados, investigamos la
participación en el sistema político cubano y nos insertamos en uno de los focos de germen
político alternativo en Chile.
Algunas de las consecuencias y reflexiones más significativas de estas aproximaciones, ya
fueron enunciadas en lo teórico, en lo que se mencionó ya en el texto por eso nos detendremos
en sus alcances.
Si como enunciara Castoriadis (1997), el imaginario social tiene carácter instituyente, nada
más pertinente para su develamiento que la aproximación IAP, o de investigación en la
acción, en la medida en que esta reconoce por un lado que algún efecto va a tener la presencia
del investigador en el espacio investigado, pero por otro lado y más importante, va a viabilizar
el poder instituyente de ese imaginario social en espacios públicos (Machin, 2011).
Tomando como sino la restricción al mínimo del universo valórico político del investigador,
colaboramos con el desarrollo de incipientes espacios en una casa comunitaria gestionada
por un diputado independiente que intentaba levantar un universo político propio que se
distanciara de las formas tradicionales de hacer política en su región en Chile. Para este
objetivo colaboró con tres de los espacios de participación pública ciudadana que ellos había

8 Si bien es cierto que en algunos casos se conecta directamente con la teoría de E. Durkheim; que en otros
alude a referencias orientalistas y que incluso en un tercer caso, hace alusiones mixtas a varias de ellas; son
estas las que han dominado el panorama de estudios que privilegian este referente categorial.
gestado para la construcción de material político común a gestionar por el diputado, como
modo de diferenciarse de las formas tradicionales de hacer política desde campañas
verticalizadas. Los tres ejes definidos de partida fueron política, educación y cultura. Nuestro
papel en esta comunidad, a la que habíamos llegado inicialmente como investigadores de las
emergencias políticas en Chile, consistiría en contribuir a la conducción de esas reuniones en
torno a esos ejes. El trabajo pedía apegarse a una forma de investigación como la IAP, para
favorecer su desarrollo, obtener interpretaciones, pero no interferir en los procesos propios
locales. Nuestra modesta colaboración se limitó a los primeros ocho meses y a matizar la
legitimación de la mayor inclusividad posible. Los precipitados más evidentes de estos
espacios fueron cuatro años después pueden identificarse como: 1. La consolidación de un
espacio cultural comunitario, auto-gestionado por sus moradores para el desarrollo y la
promoción de la cultura locales, cuya trascendencia se mediría por sustentabilidad más allá
de las contingencias políticas que lo facilitaron. Para esto debieron, no sólo idear formas
plurales de creación y promoción cultural inclusivas, sino vías de financiamiento
independientes de las fuentes tradicionales asociadas a la gestión política. 2. El nacimiento
de un incipiente movimiento político, que luego se integraría como una fuerza más al tercer
poder de empuje político Chileno diferenciado de los dos grandes bloques políticos
tradicionales que habían dominado el escenario político después de la dictadura. 3. La
diversificación de gestiones y demandas locales para la transformación de la educación,
desde las concepciones de salas cunas y jardines, hasta el papel de los universitarios en la
gestión de su campus y sus objetivos, pasando por los niveles básico y medios de enseñanza.
Si bien en este último espacio el avance es aún modesto, teniendo en cuenta los propósitos
iniciales, que reunía a personas de un amplio rango etario, cultural laboral, económico y
político; posibilitó al menos la generación de un imaginario compartido sobre la necesidad
de un cambio en lo educacional, que excediese y a la vez aportase enjundia al par simbólico
dominante, slogan del movimiento estudiantil: gratuidad/calidad.
2.
La IAP en los estudios de caso sobre la ciencia como actividad social. Si, como
mencionamos, las experiencias de trabajo sobre el imaginario social se perfilan halagüeñas,
no tanto es así para el caso de estudios en la acción, de comunidades científicas. Al menos
cuando estos gremios científicos, tienen sujeciones institucionales más fuertes que las que el
propio gremio supone. Si reconocemos que uno de los componentes de la ciencia es sin dudas
lo instituido, la propia institución que viabiliza la ciencia, se convertirá en obstáculo para
cualquier intervención que guie a esa comunidad y sus deseos, por derroteros que excedan
sus misiones fundacionales o al menos la de los intereses de los actores que establecen las
políticas científicas, rasgo que curiosamente casi ningún científico estaría dispuesto a
aceptar, como incluso esta propia investigación permitió percatarse.
En una investigación sobre la forma en que el concepto de ciencia funciona como operador
de las prácticas científicas en Cuba, en el Consejo Científico de una Universidad; se decidió
construir (utilizar?) un modelo de abordaje, cercano a la IAP, tomando esta comunidad
científica, como comunidad, para de este modo insertar la investigación en el mismo proceso
per formativo que opera desde el concepto de ciencia hacia la praxis; evitando los sesgos de
la externalidad y de la asepticidad y a su vez contribuyendo en la viabilización de la relación
entre imaginarios instituyentes y su expresión en acciones operantes.
Los resultados iniciales parecían ser ciertamente halagüeños, hasta que en cierto momento se
decidió detener la investigación, por razones de política institucional. Identificación de los
mecanismos de construcción de imaginarios sobre “cientificidad” y legitimación de métodos
y temas; redes intersubjetivas imaginarias de actores que guiaban las políticas científicas,
tabúes políticos sobre la ciencia y tecnología, autopercepción de marginación en los
verdaderos espacios de decisión de políticas científicas entre otros.
La investigación, tributaría a la vez a una tesis que se guiaba para una aspirante a los grados
de magíster inicialmente y de doctor con posterioridad. Ésta, cuando ya estaba ben avanzada,
tuvo que desestimarse y los diplomantes reorientar su estudio de caso a temas relativamente
más neutrales, por razones institucionales poco claras. De este modo, en un contexto
académico, se decide detener un proceso académicamente fundado, por razones
extraacadémicas, justo por el uso de una metodología que podría costar transformaciones al
sujeto que era objeto de la investigación y sus propósitos, con costos para los muros
instituidos que sostienen el imaginario de sus actores sociales.

Conclusiones

El uso de las metodologías recogidas bajo el término genérico de IAP es aún polémico: por
un lado promete más de lo que efectivamente logra entregar, lo cual puede terminar siendo
frustrante para muchos de los sujetos involucrados; y en ocasiones padece de una débil
delimitación teórica lo cual le cierra en ocasiones las puertas de la academia, al dejar ciertos
sesgos epistémicos no resueltos; sin embargo, por otro lado aún ofrece alternativas que la
hacen una alternativa no sólo viable sino promisoria para ciertos espacios sociales y a la vez
sino éticamente necesaria; y por otro lado ofrece un rico campo por explorar en la discusión
teórica sobre praxis. En ese sentido el texto que presentamos propone la exploración de al
menos algunos de los siguientes límites poco explorados de la IAP.
La reevaluación teórica de su carácter per formativo, teniendo en cuenta que es un resultado
evidente de las acciones que en ella se involucran, permite aún todo un capítulo sobre su
alcance teórico en el momento reflexivo.
La apropiación de saberes transferenciales, tanto para la guía praxológica, como para la
elaboración posterior con consecuencias de conciencia para la comunidad o teoréticas
referenciales para futuras intervenciones, amerita mayor esfuerzo de académicos para su
legitimación como método.
La pertinencia de su utilización en investigaciones sobre imaginario social, enriqueciendo
con una perspectiva más horizontal, transformadora y útil a este tipo de investigaciones;
ofrece un camino político y ético nada desdeñable en estos tiempos.
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Límites y alcances epistémicos de la Investigación Acción Participativa: la redefinición de
sus fronteras.
RESUMEN:
El artículo propone una discusión epistemológica sobre los límites y alcances de la
Investigación Acción Participativa. Se presentan algunos de los límites epistémicos de la
Investigación Accón Participativa: sepsia unidireccional, su privilegio de la racionalidad y
la circularidad hipotética. Se analizan los alcances menos explorados de este enfoque: su
poder per-formativo como precipitado del trabajo en la acción social; la relación
imagen/institución y la creación de imaginario instituyente así como el rescate de imaginarios
que no lograron instituirse. De este modo se regresa sobre algunos de sus cualidades más
prometedoras; la exploración de los límites del sujeto social y el develamiento de las
tensiones vinculares en las que se encuentra inmerso y por último la continuidad y el papel
activo del sujeto social; como utopía fundacional de este enfoque. Como cierre se describen
algunas experiencias poco tradicionales en las cuáles se ha trabajado con esta perspectiva.

PALABRAS CLAVE:
Investigación Acción Participativa, epistemología, imaginario social, política, ética.

Limits and epistemic scope of the Participatory Action Research: the redefinition of its
borders.

ABSTRACT
The paper proposes an epistemological discussion about the limits and scope of Participatory
Action Research. Some limits of the Participatory Action Research are shown. The
unidirectional sepsis, their predilections by the rationality and the hypothetical circularity are
described. The less explored frontiers of these methodology are analyzed: it´s performativity
power as a precipitated of the work in the social action; the relationship image/institution and
the creation of institutional imaginary so as the rescue of social imaginaries that can not be
institutionalized are presented. In these sense, the paper came back over some of the more
promised qualities; as the exploration of the limits of social subject, the developed of its
linking tensions and the continuity of the active role of the social subject. At the end, some
of the untraditional experiences of this perspective, uses by the author in its researches are
described.

KEYWORDS:
Participatory Action Research, epistemology, social imaginary, politics, ethics.

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