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5 areas significativas del acto de amor del esposo

1. Satisface su instinto sexual


2. Otorga plenitud a su hombria
3. Intensifica su deseo amoroso hacia su esposa
4. Reduce fricciones en el hogar
5. Experiencia mas intensa
N adie se casa para fracasar ni para ser infeliz, en especial las mujeres que, desde
niñas, sueñan con el día en que hermosamente vestidas de blanco dirán un gran sí en el
altar. Incluso, ¡muchas veces se preparan con sumo cuidado para la boda! De modo que
empieza a quitarles el sueño cada uno de los detalles de la ceremonia: Las flores, los
vestidos, los colores, los zapatos... ¡y muchas cosas más! Sin embargo, ¿dónde queda la
preparación para la vida matrimonial? La mayoría de las mujeres suele pensar que la
conocida frase «y fueron felices para siempre» es una realidad y que todo termina ese día.
En cambio, ¡no se dan cuenta que allí es que comienza la verdadera historia!
«Para bailar un tango se necesitan dos», versa el dicho popular con respecto a quién es el
culpable en una riña matrimonial, y todos sabemos que eso es una realidad. Somos
conscientes que el incremento de los males sociales y económicos en una comunidad son
productos del desmembramiento matrimonial y familiar y que este se debe, por lo general,
al comportamiento irresponsable e infantil del hombre. Sí, el hombre tiene muchas veces la
culpa, pero no siempre.

Parece una tarea titánica, pero la exigencia acerca de la obediencia a la Palabra de Dios es
para todos. Así como el hombre debe morir a él mismo para amar a su esposa como Cristo
amó a la Iglesia y entregarlo todo por ella, de igual modo la mujer tiene que estar dispuesta
a morir a sí misma a fin de poder rodear a su amado con una ayuda idónea, llena de honor,
respeto y admiración.

En el libro de Efesios, Pablo no condiciona nuestro comportamiento con relación a si


nuestro cónyuge es perfecto ni si cumple muy bien su parte como esposo. Más bien
demanda obediencia individual sin tener en cuenta cuál sea la conducta del otro, ¡porque el
pecado de él no te puede hacer pecar a ti!

Porque los ojos del Señor recorren toda la tierra para fortalecer a
aquellos cuyo corazón es completamente suyo.
2 Crónicas 16:9
El «fariseísmo» es la práctica externa de ritos religiosos, pero sin transformación genuina
de la vida interior. Si nuestro corazón no cambia, nunca conseguiremos la victoria en nada
y menos en nuestra relación matrimonial. Hoy en día, podemos encontrar muchas mujeres
«piadosas» por fuera, pero conflictivas por dentro. Se trata de mujeres que siempre están
quejándose de todo y viven cansadas de sus problemas matrimoniales. Sin embargo,
¿sabías que los problemas matrimoniales no existen? Lo que sucede es que lo que nos
empieza a agobiar son los problemas personales que llevamos al matrimonio... ¡Tiene
sentido! ¿No es así? Por eso vale la pena que te preguntes: «¿A quién le pertenece mi
corazón? ¿Le pertenece a mis rencores? ¿A mis dolores y frustraciones? ¿A mi pasado?
¿A Dios? ¿A quién?».
La vida matrimonial está llena de diferencias y malentendidos. Estos provocan discusiones
y lo siguiente es una inevitable sensación de malestar con tu esposo. En esa búsqueda de
plenitud como mujer y como esposa puede hacer las stges preguntas ¿Por qué esta
hostilidad con mi esposo? ¿Por qué lo trato así? ¿Qué hay en él que me irrita y que no me
deja amarlo, honrarlo y respetarlo como a un hijo de Dios?
¿A qué se debe la actitud hostil que muchas veces las esposas toman en contra de sus
esposos?
Lo primero que debe producir Cristo en tu corazón es hacerte una mejor mujer, una mejor
amiga, una mejor hija, una mejor madre y, en especial, una mejor esposa.

¡Camada de víboras! ¿Cómo podéis hablar cosas buenas siendo malos?


Porque de la abundancia del corazón habla la boca.
Mateo 12:34
Si no cuidas tu corazón, no te incomodará rodearte de amigas que siempre estén hablando
mal de su pareja cada vez que comentes alguna situación difícil entre tú y tu esposo.
¿Acaso no sucede a menudo? Cada vez que nos juntamos con las amigas, ya sea con las
lindas compañeras que tenemos en la iglesia o en una reunión cualquiera, basta con que una
de nosotras empiece a decir: «¡Ni te imaginas lo que hizo mi esposo!», para que cada una
diga lo perverso que fue su marido en cierto momento.
¡Ponemos una parrilla y los freímos a todos! Les damos vueltas y nadie se salva. Todos
quedan bien cocinados en nuestra parrilla.
Hasta permitimos que nuestras amigas se rían de las debilidades de nuestros esposos. ¡Es
increíble!
¡Aquel de quien estamos haciendo escarnio es nada menos que el rey, sacerdote y profeta
de la casa! Y, ahora, a ese hombre bendecido por Dios lo estamos bajando al nivel de un
payaso, pues lo convertimos en nuestro entretenimiento en esa conversación.
No cabe duda que a veces nos olvidamos quien son ellos: Nada menos que la autoridad que
Dios ha puesto sobre nuestra vida. Nuestro esposo es el hombre con quien hicimos pacto y
a quien prometimos honrar hasta el fin de nuestra vida.

Debes desechar el pensamiento de que todo lo haces y que estás cansada de ser siempre tú
la única persona a la que le importan las cosas. Debes dejar de pensar que nadie valora lo
que haces.
Estamos en una época en que muchos hogares, en vez de ser un lugar de descanso y
armonía, como Dios quiso que fueran, son un lugar de críticas, malestar, rechazo y
descontento. Santiago nos habla de un recurso que podemos utilizar para la más amorosa
bendición o para la más mortífera maldición... y es la boca.

La violencia doméstica de la mujer hacia el hombre está en la


lengua.
nosotras podemos destruir la valía y la hombría de nuestros esposos con nuestras críticas
continuas. Así los hacemos sentir sin valor y poco adecuados. ¿Te imaginas vivir con esa
sensación de «nada hago bien ni como esposo, ni como padre, ni como amante»? ¿Puedes
imaginarte lo que significa vivir año tras año con esa sensación de «nada de lo que hago es
suficiente»?
Con ella [la lengua] bendecimos a nuestro Señor y Padre, y con ella
maldecimos a los hombres, que han sido hechos a la imagen de Dios; de la
misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no
debe ser así.
Santiago 3:9-10
El papel de la mujer en la sociedad ha evolucionado en todos los aspectos, sobre todo en el
laboral. Lo increíble de todo esto es que también se ha desarrollado a tal grado la
indiferencia y la insensibilidad, que muchas mujeres no se dan cuenta de lo destructivas que
pueden llegar a ser para sus esposos y para sus matrimonios. Es más, lo que las distingue es
la autosuficiencia, pues sus motivaciones y pensamientos son tan individualistas que ya no
ven lo fundamental que es la unidad en el matrimonio y lo dulce que es ver un hogar bien
constituido.

Autoridad y sumisión. Siempre va a existir quien ejerza la autoridad y siempre habrá quien esté
sometido a ella. ¡La ausencia de gobierno es la anarquía! Y ninguna sociedad (y tampoco ninguna
familia) puede sobrevivir bajo la anarquía.
Nuestro sometimiento nunca significará inferioridad, solo piensen en esto: El Señor Jesús se
somete a Dios Padre, ¡pero en ninguna forma es inferior a Él! Asimismo nosotras nunca somos
inferiores al hombre.
Sé que éste no es un tema fácil de comprender, pero confío plenamente en que las siguientes
líneas te ayuden a comprender que el principio de la sumisión ha sido diseñado por Dios para que
puedas disfrutar con tu esposo de un matrimonio saludable. Estamos aquí para aprender cómo
hacerlo feliz ¿no es así? ¿Te animas a dar un paso más para saber cómo llegar a la plenitud que
Dios tiene para ti como esposa?
Yo sé que algunos esposos están pensando que nosotras hemos sido diseñadas para plancharles la
camisa, limpiar la casa y cocinar cosas ricas. ¡Pero Dios sabe (y nosotras también) que no es así!
cuando Dios nos creó a nosotras no había ropa que planchar ¡porque Adán andaba desnudo! ¿Y en
cuanto a la cocina? ¡Pues ambos comían lo que la naturaleza les daba!”. Así que ¡no fuimos
destinadas solo a eso! Otra cosa es que nosotras demos de nuestros talentos para ponerlos al
servicio de los demás ¡eso sí!
Es muy lindo atender a nuestros esposos ¡y vale la pena! Pero el propósito para el cual Dios nos
creó es mucho más grande y mucho más santo que eso.
Si tu esposo es un verdadero hombre de Dios, un hombre correcto, él tiene la capacidad de liderar
a la familia y tú debes confiar en su liderazgo. Yo no te estoy hablando de esos esposos que son
como “Peter Pan”, que aunque tengan 50 años siguen siendo unos niños por los cuatro costados,
te hablo de hombres responsables, a quienes tenemos que apoyarlos en su liderazgo ubicándonos
en el lugar que Dios nos ha dado. ¿Y cuál es ese lugar? Pues ser la ayuda idónea. Eso quiere decir
que va a haber muchísimas veces en que voy a dar un paso hacia atrás y darle el lugar de adelante
a él. Eso, lejos de hacernos esclavas, nos libera.

Y EN LA SUMISIÓN... ¿CUÁL ES SU MISIÓN DE ELLOS?


Como nosotras somos capaces de prestar atención a varias cosas a la vez y estamos atentas a
muchas pequeñas situaciones, a la hora de buscar la solución a un problema, normalmente no nos
enfocamos en él, sino que estamos pensando en ese problema e inevitablemente en las cosas
adicionales que no abandonamos en el pensamiento. En conclusión, no miramos las cosas con la
misma objetividad con que ellos las miran. Producto de que somos mujeres que miramos varias
cosas a la vez vamos a tomar decisiones basadas en emociones. Sin embargo el hombre tiene la
capacidad de tomar decisiones sin involucrar las emociones. Ellos son los sacerdotes, guerreros y
profetas del hogar, tienen una visión más clara y por lo tanto van a tomar decisiones más
acertadas para direccionar el hogar.
Y no faltan las mujeres que pueden utilizar ese talento para manipular y estamos gota a gota (¡y de
una manera tan insistente!) tratando de que prevalezcan nuestras ideas a como dé lugar.
¡Tenemos que darles ese espacio que les permita ser reyes, profetas y sacerdotes de la casa! Y, por
supuesto también tienen que saber que en nosotras podrán encontrar esa ayuda idónea para todo
lo que quieran emprender.
La palabra de Dios, en el libro de Efesios, nos manda a estar sometidas a nuestros esposos ¿por
qué? ¡Simplemente porque un cuerpo con dos cabezas resultaría un monstruo! ¿No lo crees? Y si
tú estás luchando para construir una familia conforme al corazón de Dios ¡el hogar de todas
maneras debe tener un orden! Eso nunca significará que el hombre vale más que la mujer, ¡es solo
cuestión de orden! ¿Acaso cuando estamos administrando las cosas de la casa no es mejor que
todo vaya en orden? Cuando el hombre aprende a liderar un hogar, empieza a ejercer una
autoridad tan hermosa para una familia, que sin duda tanto nosotras como ellos vamos a necesitar
a lo largo de nuestra vida matrimonial. Porque si el hombre no está liderando el hogar y eres tú la
que está saliendo al frente, tratando de solucionar todas las cosas y la que debe tener la última
palabra en la casa, tú estás distorsionando lo que debe ser un hogar.

Léelo y grábalo en tu corazón: No debes ponerte ni los zapatos ni el saco que no te corresponde,
sino ¡aprende a ser una mujer que levante el liderazgo del esposo en el hogar. Cuando él es
honrado y respetado, él va a tener toda la disposición de amarte como tú siempre has querido que
él lo haga. Imagínate… ¿a qué hombre le va a dar ganas de proteger a una mandona o a una
sabelotodo? ¡Al contrario! ¡Si tú eres así no necesitas de nadie! La esencia del hombre es querer
proteger a la mujer que está a su lado, por eso la mujer sabia debe dejarle saber al hombre de su
pacto que él es quien protege.
Ocasionalmente puedo escuchar a mujeres quejándose de sus esposos diciendo: “¡Él es un hijo
más!” “¡Pero si es un bueno para nada!” “¡Él ya perdió toda autoridad con sus hijos!” ¡Cuando
nosotras somos las que nos hemos encargado de desvirtuar y mutilar su hombría y tirarla por los
suelos con nuestros comentarios! Pregúntale a Dios ¿qué es lo que deseas de mí con todo esto de
la sumisión? ¿Por qué yo tengo que someterme a mi marido?

LA SUMISIÓN ES UN PRINCIPIO PARA LA BUENA CONVIVENCIA


¿Tú crees que si Dios no hubiera visto que esto es bueno para nosotras lo hubiera creado y lo
hubiera puesto en su palabra? ¿Crees que Él, siendo ese padre amoroso y perfecto, no habría
creado las cosas para que tú crezcas y florezcas? Entonces, ¡por qué querer hacer las cosas a
nuestra manera si a la manera de Dios es mejor! Si yo quiero que mi carro camine, ¡no voy a poner
el timón en la maletera! ¡El timón debe estar en su sitio! ¡Es igual en el hogar! Cada uno de
nosotros debemos reconocer nuestras funciones y cumplirlas como Dios lo ha establecido.
1 Pedro 3:7
Y vosotros, maridos, igualmente, convivid de manera comprensiva con vuestras mujeres, como
con un vaso más frágil, puesto que es mujer, dándole honor como a coheredera de la gracia de
la vida, para que vuestras oraciones no sean estorbadas.
¿Por qué tu esposo no te trata como a tu coheredera? ¡Porque compites con él! Piensa en esto:
Dios le ha dado a él una posición de liderazgo y a ti de ayuda idónea, pero cuando usurpas ese
lugar, él va a tratar de recuperarlo y muchas veces va a reclamarlo gritando ¡porque es el único
modo que va a encontrar de hacerlo ante tu actitud!
La sumisión no es ningún plan autoritario para echarle a perder la libertad a las mujeres, y no solo
se reduce a la relación esposo – esposa. Nosotros, como ciudadanos de un país, estamos
sometidos a la autoridad del presidente de la república y a las demás autoridades que se encargan
de poner las reglas sobre las cuales se rige nuestro país. ¿Acaso eso nos destroza la vida como
ciudadanos? ¡Claro que no! Si no fuera porque tenemos autoridades a las cuales tenemos que
rendirles cuenta ¡todo sería un caos total! Entonces la sumisión es un tema que tiene que ver con
el gobierno adecuado de un ente, que en nuestro caso es el matrimonio. Pensemos en el colegio o
en la universidad de nuestros hijos, ellos tienen que someterse a los directores que han establecen
las reglas para ser estudiantes. ¡Todo en la vida tiene un principio de sumisión!
Haciendo un aparte, este principio de sumisión también debemos inculcárselos a nuestros hijos ¡Es
muy necesario! Conozco muchos padres que distorsionan por completo este principio con frases
como: “¡Pregúntale a tu mamá (o papá)!”. El hijo se acerca, pregunta lo que desea, y se da cuenta
de que con uno consiguen algo que con el otro no pueden conseguir ¿y todo por qué? Pues
porque no hay diálogo y no hay un acuerdo con respecto a la crianza de los hijos. Entonces, ¿te
imaginas la distorsión con la que crecen estas generaciones con respecto a lo que significa
someterse a una autoridad? Cuando ellos crezcan ten por seguro que les será muy difícil tanto ser
autoridad como ser alguien que debe someterse a ella.
Nunca la sumisión debe ser usada tampoco como un pretexto para esquivar responsabilidades y
decir: “¡A mí no me digas nada, tú eres la cabeza y tú ya verás cómo te las arreglas!”. La verdadera
sumisión, bien entendida, aquella que desciende directo del carácter de Dios, solo te traerá
bendición y será una herramienta infalible para poder hacer feliz a nuestro esposo.

¿Y SI A UNA SALUDABLE SUMISIÓN LE AGREGAMOS DETALLES?


Hemos oído muchas veces que a los hombres se les conmina a ser detallistas, y que eso debe ser
algo que nunca deben olvidar para mantener viva la llama del amor. Sin embargo, tengo algo que
decirte al respecto: ¡Es importante que las mujeres tengan detalles con el esposo! También ellos
tienen esa necesidad. No lo expresan tanto como nosotras pero eso no quiere decir que no sea así.

Olvídate si él tiene o no tiene detalles contigo! Solo preocúpate por tenerlos tú ¡y en gran medida!
Puede ser desde un simple beso de despedida hasta una palabra de elogio por algo que él haya
hecho (sin escatimar, por supuesto, en los abrazos). Él necesita detalles que le digan: “¡Te aprecio
y te amo porque eres la fuente de mi felicidad!”. “¡Te valoro y respeto por todo lo que eres!”. No
lo dudes, ¡tu esposo lo puede todo!…
¡Solo si tú lo crees primero! Ten fe en que Dios terminará la hermosa obra que empezó con él.
Pídele a Dios por tu esposo, nuestro Señor es el más interesado en que esta relación funcione.
Todo cambiaría si tú decides creer en que Dios hará la obra en el corazón de tu esposo. Esfuérzate
por establecer el Reino de Dios en su corazón a través de los halagos, elogios, palabras de
afirmación... ¡Dale ánimo y aliento! Verás cómo poco a poco ocurre el cambio. Quizás no se dé tan
rápido como lo deseas, ¡pero sé que vendrá porque nuestro Dios es justo y Él siempre honra a los
que lo honran!
Cuando te digo que a tu esposo lo alimentes con elogios y palabras de afirmación, no es porque se
me ocurrió que puede ser bueno ¡lo dice la Palabra de Dios! ¿Has notado lo claro que es Pablo
cuando le da instrucciones a un joven predicador del evangelio llamado Tito con respecto al
comportamiento de las mujeres? “Ser dueñas se sí mismas, atender a su familia y sujetarse a su
esposo” ¡Eso lo dice todo! Pero esta porción de la Biblia tiene mucho más para escudriñar, y toda
la Biblia está llena de ejemplos de mujeres que han hecho las cosas conforme Dios se las dictaba.
¡Tienes que aprender a apreciarlo a él y lo que hace! A veces minimizamos tanto lo poco o mucho
que ellos hacen… ¡Siempre nos quedamos con la sensación de que ellos deberían hacer más! Pero
es imposible que hagan las cosas exactamente como nosotros quisiéramos que las hagan, ¡porque
ellos son totalmente diferentes! Y esas diferencias es algo que veremos detenidamente más
adelante.
Nuestros esposos necesitan que los elogiemos, que los animemos, que creamos en ellos. ¡Ellos
deben saber que son una bendición! Es increíble pero hasta cuando nos compran algo, muchas
veces en vez de decir gracias y estar cautivadas por el detalle, nos quedamos pensando, nos entra
algo de insatisfacción y hasta puede entrar la pregunta que para muchas es “fija”… ¿Y cuánto
costó?

SIEMPRE DANDO GRACIAS DIOS POR ELLOS


¿Eres agradecida a Dios por el esposo que tienes? Si no te has tomado el pequeño trabajo de darle
gracias a Dios todos los días por tu esposo, ¡te estás perdiendo de las bendiciones que Dios tiene
para ti! Pero sobre todo estás privando (¡y sin ningún derecho!) a tu esposo de recibir estas
bendiciones de parte de Dios. algo de bueno le viste para que te hayas casado con él! Lo que
sucede es que ahora solo te estás concentrando en lo malo y eso está haciendo que te olvides de
lo bueno… Es como si en tu vida hubiera ocurrido un eclipse donde la desilusión y la amargura han
tapado completamente lo hermoso que hay en él. ¡Tienes que aprender a no perder de vista lo
bueno!
Es importante que todos los días busques alguna forma de ser una bendición para él,
anticipándote a sus necesidades. ¿Te imaginas vivir para ser de bendición? ¡Anímate! ¡Toma esa
decisión diariamente a pesar de las circunstancias! Bendícelo con su comida preferida, con una
caricia o con su dulce favorito. Crea un espacio especial para sus libros, ordena y cuida su clóset,
ayúdalo a verse bien y vigila su alimentación. ¡SER UNA BENDICIÓN ES LO MÁS HERMOSO DE LA
VIDA!? ¡Porque eso te hará vivir a ti!

La Palabra de Dios dice que la vida y la muerte están en poder de la lengua, por lo que día a día
debes decidir si hablas para hacer morir tu matrimonio o si hablas y declaras bendición sobre tu
esposo para hacer vivir tu relación.

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