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Resumen: La persona Humana – Dignidad – Derechos humanos.

Humanizar la medicina

La medicina por su parte, tiene como tarea principal servir al hombre, a su alud, y aunque el
contacto inmediato del médico es con lo corporal, ningún médico puede hacer caso omiso de la
libertad responsabilidad del individuo, de la persona del paciente en su totalidad, como tampoco
del conjunto de la comunidad humana y del ambiente social.

I. Generación de la antropología filosófica.

FILOSOFIA DE ARISTOTELES

Doctrina de la sustancia y los accidentes.

Accidente se dice de lo que se encuentra en un ser y puede afirmarse con verdad, pero
que no es, sin embargo, ni necesario ni ordinario"... "El accidente se produce, existe, pero
no tiene la causa en sí mismo, y sólo existe en virtud de otra cosa.(Aristóteles, Metafísica,
libro V, 30).

El ser se entiende de muchas maneras, pero estos diferentes sentidos se refieren a una
sola cosa, a una misma naturaleza, no habiendo entre ellos sólo comunidad de nombre;
mas así como por sano se entiende todo aquello que se refiere a la salud, lo que la
conserva, lo que la produce, aquello de que es ella señal y aquello que la recibe; y así
como por medicinal puede entenderse todo lo que se relaciona con la medicina, y
significar ya aquello que posee el arte de la medicina, o bien lo que es propio de ella, o
finalmente lo que es obra suya, como acontece con la mayor parte de las cosas; en igual
forma el ser tiene muchas significaciones, pero todas se refieren a un principio
único.(Aristóteles, Metafísica, libro IV, 2)

Sustancia se dice de los cuerpos simples, tales como la tierra, el fuego, el agua y todas
las cosas análogas; y en general, de los cuerpos, así como de los animales, de los seres
divinos que tienen cuerpo y de las partes de estos cuerpos. A todas estas cosas se llama
sustancias, porque no son los atributos de un sujeto, sino que son ellas mismas sujetos
de otros seres.(Aristóteles, Metafísica, libro V, 8).

II. LA CORPORIEIDA HUMANA.

Objetivos

 Reconocer la dignidad de nuestro cuerpo como templo de Dios.


 La sexualidad en el plan de Dios, su educación en la familia.
 Paternidad y maternidad: sus papeles en la familia (corporal y espiritual).

1. Oración

Señor, te pedimos por las familias del mundo, que reconozcan su nobilísima e ineludible misión de
educar en el amor, para formar hombres y mujeres que respeten la vida.
2. Lectura bíblica

“Entonces dijo Dios: Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra (…).
Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó; varón y hembra los creó.
Y bendíjolos Dios, y díjoles Dios: "Sean fecundos y multiplíquense y llenen la tierra y
sométanla"" (Gn 1, 26-28).

3. Desarrollo del tema

Sexualidad humana

Dios nos creó a su imagen, hombre y mujer y, de ahí se deriva la sexualidad humana; dos formas
distintas de ser igualmente persona humana. La sexualidad de la persona humana “consiste en el
conjunto de características físicas, psicológicas y racionales que la constituyen como varón o
mujer”.
Educación de la sexualidad

Se requiere de una educación de la sexualidad adecuada, gradual, iniciando en la niñez, de


manera integral, abarcando todos los aspectos de la personalidad: biológico, emocional,
psicológico, racional y moral; basándose, también, en la educación de la libertad y del amor.
Siendo la sexualidad un don dado a la persona, tiene el sentido de ser don para otra persona.

La familia es la primera responsable de la formación afectiva de los hijos. Hay que educarlos en las
virtudes humanas relacionadas con el correcto ejercicio de la sexualidad: la prudencia, la
templanza, la justicia, la fortaleza, el respeto, la castidad, el pudor.

Fines de la sexualidad

Dios ha hecho participar al hombre y a la mujer de su poder creador de dar la vida, haciéndolos co-
creadores con Él. Dar la vida es hacer del hombre y la mujer "una sola carne", un solo ser y dar
origen a una nueva vida. Los esposos, a través de su sexualidad, se dan vida el uno al otro y, dan
vida a su matrimonio. Así se ayudan a recorrer el camino personal que lleva a cada uno a
realizarse en plenitud. Hay una comunión espiritual que se encarna en la relación íntima.
El amor es difusivo y por eso, los esposos tienden naturalmente a llamar a la vida a un nuevo ser
para hacerle partícipe de su amor y de la posibilidad de ser eternamente felices en el Cielo,
seguros de la fuerza de la Providencia de Dios.
4. Caso o hecho de vida

Una canción francesa dice: "Si partes para la guerra, reza una oración; si vas por la mar incierta,
reza dos oraciones; pero cuando celebres tu boda, reza lo más que puedas". Entre bromas, la
canción dice algo muy profundo: que los que se casan necesitan una especial asistencia divina y,
que la deben solicitar mediante la oración. Fundar un hogar supone aceptar la responsabilidad de
educar cristianamente unos hijos.

5. Reflexión y diálogo

 ¿El respeto total mutuo en la entrega física de los novios, constituye uno de los criterios
principales para saber si conviene comprometerse de por vida el uno a la otra?

6. Textos de apoyo
“El cuerpo es una palabra, un lenguaje. ¡Qué maravilla y qué riesgo al mismo tiempo! ¡Muchachos
y muchachas, tened un gran respeto de vuestro cuerpo y del cuerpo de los demás! ¡Que vuestro
cuerpo esté al servicio de vuestro “yo” profundo! ¡Que vuestros gestos, vuestras miradas, sean
siempre el reflejo de vuestra alma!” (Discurso de Juan Pablo II a los jóvenes en París, 1980).

“Pero el matrimonio no ha sido instituido solamente para la procreación, sino que la propia
naturaleza del vínculo indisoluble entre las personas y el bien de la prole requieren que también el
amor mutuo de los esposos mismos se manifieste, progrese y vaya madurando ordenadamente”
(Discurso de Pablo VI a los Equipos de Nuestra Señora en Roma, 1970).


7. Síntesis conclusiva

 Aunque los hijos y los padres estamos mucho mejor informados que antes, seguimos sin
contar con una verdadera educación en este tema y recibimos otras influencias, sobre todo
de los medios de comunicación que suelen ser deformadoras.
 La entrega sexual entre los esposos, debe ser encuentro. Ahí es en donde los padres
tienen que transmitir su experiencia de amor. Educar en la sexualidad es educar para el
amor. El amor de los esposos es la base de toda educación sexual. Todos fuimos llamados
por este amor y este amor es la raíz de nuestra existencia. Los hijos deben asimilar con
naturalidad que los padres son esposos, que tienen una vida sexual.

8. Compromiso

 Cada uno de los integrantes expresa su compromiso para realizarlo en su familia.

9. Oración final

Oh Dios, de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra, Padre, que eres Amor y Vida,
haz que en cada familia humana sobre la tierra se convierta, por medio de tu Hijo, Jesucristo,
"nacido de Mujer" y, del Espíritu Santo, fuente de caridad divina, en verdadero santuario de la vida
y del amor para las generaciones, porque siempre se renuevan.

III. DE LA IDENTIDAD BIOLOGICA HUMANA A LA IDENTIDAD


PERSONAL.

Rationalis naturae individua substantia («substancia individual de naturaleza racional») es la


definición clásica de Boecio que se caracteriza por tres notas: la sustancialidad, la
individualidad y la racionalidad. En este sentido persona no es un nombre genérico ya que
indica un «quién» y no un «qué»; tampoco designa una naturaleza común sino
incomunicabilidad. Por su parte Tomás de Aquino se refiere a la persona con la
sentencia persona significat id quod est perfectissimum in tota natura, scilicet subsistens in
rationali natura («persona significa lo más perfecto de toda la naturaleza, es decir, el
subsistente de naturaleza racional»)3 insistiendo así en la incomunicabilidad en el modo de
existir. Para Tomás de Aquino la distinción entre persona y naturaleza es la del todo y la parte,
pues la naturaleza lo es de la persona, que es la que realmente subsiste. Ser persona es ser
abierto a la trascendencia, a un más allá del mundo, es decir a Dios. Del estudio de la noción
de persona surge la Antropología filosófica.
En la modernidad tiene lugar un vuelco psicológico en la concepción de persona. El primer
paso se da como consecuencia del nominalismo pero se observa ya con claridad
en Descartes que no habla de persona sino de «yo». En la misma línea, para Locke persona
ya no es un concepto metafísico pues no indica un ser o modo de ser, sino un estado en el
que se encuentra a veces un ser. Por su parte, Kant denomina a la persona como aquel ser
que es un fin en sí mismo. Si bien en Kant se vuelve a un concepto ontológico, no se trata de
un ser abierto a la trascendencia, sino autónomo.
Por su parte, el existencialismo vuelve a poner atención en la relevancia de este concepto.
Para Kierkegaard, la persona no es solipsista /* Contexto filosófico */ más bien la salida de uno
mismo —saltando al vacío— como entrega a Dios. Para Heidegger la persona como Dasein
(el ahí del ser) no es ni una cosa, ni un objeto ni una sustancia sino que se define
existencialmente por el sentimiento de la angustia cerrado a la trascendencia.
En el siglo XX diversos pensadores —algunos de inspiración cristiana y en concreto tomista—
han centrado su atención en la noción de persona dando lugar al llamado personalismo entre
los que destacan: G. Marcel, M. Buber, M. Scheler, J. Maritain, E. Mounier, Von Hildebrand, R.
Guardini, K. Wojtyla, E. Lévinas, etc. Leonardo Polo ha sugerido una interesante noción de
persona como “carácter de además” a partir de una ampliación de los trascendentales del ser
hacia lo que él llama Antropología Trascendental proponiendo la libertad y la co-existencia
como trascendentales personales distintos de los metafísicos.

Contexto sociológico
Desde la óptica sociológica puede definirse persona como un ser sociable que vive y se
desarrolla en sociedad, pero al mismo tiempo nunca deja de actuar con un carácter individual.
Es decir somos “yo” y “nosotros” al mismo tiempo. Por eso algunos pensadores
como Aristóteles definen al hombre como “animal sociable” y por tanto su naturaleza es ser
social.

Contexto fisiológico
Si nos atenemos a la fisiología, se puede identificar a la persona como un ser o individuo de la
especie humana; como un hombre o mujer dotado/a de un conjunto de características físicas
únicas que le permite diferenciarse de los demás.

Contexto psicológico
Desde el punto de vista psicológico, persona designa a un ser concreto, abarcando tanto sus
aspectos físicos como psíquicos para definir su carácter singular y único. Percibe e interpreta
el estado de ánimo, el carácter y la forma de actuar de las personas, además estudia las
cualidades y facultades que tiene la persona, como la razón, los sentimientos y los valores que
lo distingue de los demás seres.
Son varias las dificultades del estudio de la persona humana estimada insalvable para la
psicología. Recordemos solo las mayores: la persona no es ni un objeto ni una manifestación
susceptible de ser objetivada, sino manantial o estructura de actos; no es una realidad
fenoménica ni una suma de cualidades, sino unidad singular inabarcable; no es formación
hecha, definitiva, sino proceso concreto que termina solo con la muerte; por último, los actos
que origina y que constituyen su realidad no se prestan a la reflexión psicológica, pues se dan
de manera inmediata y concreta, sobre todo en la participación amorosa.
LA PERSONA HUMANA ES SEXUADA.

Nos encontramos en uno de los momentos-clave, y también más arduos, de nuestro


ensayo: aquel en que nos toca considerar cómo y por qué la sexualidad expresa y da vida
a la condición personal de todo ser humano.
En el instante, por tanto, en que intentaremos comprender la sexualidad del modo más
correcto posible: observándola desde lo alto…, en cierto modo desde el propio Dios.
• Aclaro de entrada, aun cuando me desvíe un tanto de nuestro tema, que el referirse a
Dios entra de lleno en las posibilidades, e incluso en las «obligaciones», del filósofo como
tal. Si la filosofía es un «saber de ultimidades», como en ocasiones se la ha descrito; si
pretende descubrir, mediante el uso de la inteligencia, la respuesta más definitiva de
cualquier realidad o suceso, al término tendrá que encontrarse con Dios… a no ser que su
caminar haya errado el rumbo.
Y también resulta legítimo, en un escrito concreto, dar por supuesto el conocimiento de
Dios que en otros momentos se ha alcanzado y considerado.
Ciertamente, la filosofía genuina parte de la experiencia: y Dios, hablando con propiedad,
no es objeto de experiencia para ningún ser humano.
Pero, como en todos los demás saberes, no es necesario —¡ni posible!— abordar el
estudio de cada asunto comenzando absolutamente desde el principio, como si nada se
hubiera todavía aprendido.
Ninguna ciencia actúa de este modo, sino que se apoya en los conocimientos adquiridos
con anterioridad.
De manera análoga, el filósofo tiene todo el derecho —e incluso la obligación, pues de lo
contrario resultaría muy difícil seguir avanzando en el saber de la realidad— de indagar
sobre una cuestión tomando en cuenta adquisiciones anteriores propias (o de otros
filósofos, en la medida en que uno, al comprenderlas, se las ha apropiado).
En concreto, si ya ha obtenido una cierta noticia de Dios —de su existencia y de su modo
de Ser—, puesto que ese saber, aunque mínimo, será lo que más ilumine cualquier
realidad que pretenda examinarse hasta sus últimas consecuencias, es perfectamente
legítimo que intente comprender su objeto de indagación con las luces que el
conocimiento de lo divino le aporta.

LOS DERECHOS HUMANOS.

Los derechos humanos son aquellas «condiciones instrumentales que le permiten a la


persona su realización».1 En consecuencia subsume aquellas libertades, facultades,
instituciones o reivindicaciones relativas a bienes primarios o básicos2 que incluyen a toda
persona, por el simple hecho de su condición humana, para la garantía de una vida digna, «sin
distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra
índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición».3
Para autores naturalistas los derechos humanos son independientes o no dependen
exclusivamente del ordenamiento jurídico vigente, por lo que son considerados fuente del
derecho; sin embargo desde el positivismo jurídico la realidad es que solamente los países
que suscriben los Pactos Internacionales de Derechos Humanoso Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) y el Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales (PIDESC) y sus Protocolos –Carta Internacional de Derechos Humanos–
están obligados jurídicamente a su cumplimiento.4 Así, por ejemplo, en relación con la pena de
muerte, contraria a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el Segundo Protocolo
Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, destinado a abolir la pena
de muerte no ha sido firmado por países como China, Irán, Estados
Unidos, Vietnam, Japón, India o Guatemala.5
Desde un punto de vista más relacional, los derechos humanos se han definido como las
condiciones que permiten crear una relación integrada entre la persona y la sociedad, que
permita a los individuos ser personas jurídicas, identificándose consigo mismos y con los
demás.6
LA VOLUNTAD.

El racionalismo postergó el concepto de voluntad, que hasta Kant no vuelve a cobrar prestigio.
En la filosofía contemporánea se presenta como valor fundamental como un apetito
intelectual, o la capacidad de decisión propia a un ser dotado de inteligencia y capaz de
autodeterminarse a sí mismo desde las ideas. La voluntad es la potencia del ser humano, que
le mueve a hacer o no hacer una cosa. La función de la voluntad es un aspecto de la llamada
vida de tendencia, o sea, de la aptitud general para reaccionar ante los estímulos externos o
internos, pero se diferencia de las demás actividades propias de la vida de tendencia en que la
voluntad involucra la representación intelectual del objeto y es deliberada, si bien obra a base
de hábitos, instintos, etc.
Platón considera que las elecciones concretas de los hombres son responsabilidad de cada
uno, es decir, dependen de la propia voluntad. Por su parte, Aristótelesdistingue entre actos
involuntarios (realizados por ignorancia o bajo una fuerza externa que nos mueve sin que lo
queramos) y voluntarios (escogidos con conocimiento de causa y sin constricción exterior).
Arthur Schopenhauer, en su obra más importante, El mundo como voluntad y representación,
entiende que la voluntad es la realidad última (la kantiana «cosa en sí») subyacente al mundo
de la percepción sensible (intuición empírica).
Jean-Jacques Rousseau utiliza el concepto de voluntad general en El Contrato Social. Hasta
entonces el bien común, interpretado por el gobernante, había sido la guía de actuación en
cualquier sistema político. Incluso en la monarquía absoluta, la voluntad del rey era la ley, sólo
sujeta al juicio de Dios. La voluntad general sigue siendo un concepto fundamental para
entender la toma de decisiones en democracia.
El filósofo Joaquín Trincado Mateo en el libro Conócete A Ti Mismo define a la voluntad
racional como causa única del universo y toda demostración de vida llamándose esa voluntad
racional, sencillamente, espíritu.

En el antiguo Oriente, se creía que la Voluntad era la parte superior del Hombre. Esta parte
practicada por el Hombre es lo que nos acerca más a Dios, por lo que alcanzar este grado de
espiritualidad no es sencillo. Implica que tenemos que iniciarnos en el camino de la sabiduría o
del autoconocimiento. Camino que es abrupto e intenso, muy difícil de transitar, ya que el
hombre que alcance a practicar y desarrollar su Voluntad , tiene que convertirse en un ser
digno para hacerse acreedor a tan alto atributo. Este es otro aspecto de la Voluntad, que al
aplicarla nos debe conducir hacia lo positivo, a la luminosidad, a lo que sea bueno para
nuestro espíritu.
LA CONCIENCIA MORAL.

la conciencia moral es esa voz interior que nos obliga a actuar de una
forma y también nos dice si son correctas o no nuestras acciones. Es la
capacidad de juzgar no solo nuestras acciones, sino también las de los
demás, como buenas o malas.

Conducta moral e inmoral


Sabemos que algunas personas tienen una conducta moral y que otras no; por lo
tanto, podemos decir que la misma persona es el sujeto de la conducta moral,
porque la conciencia moral es la que capacita al ser humano para captar y vivir los
valores morales. Su desarrollo y perfección dependen de la personalidad de cada
uno, pero una vez que esto se logra, la conciencia moral es indeleble; es decir,
sabe distinguir entre el bien y el mal.

Los juicios y la conciencia moral

La conciencia juzga el hecho antes y después del acto moral. Los juicios previos
establecen los principios; por ejemplo, sabemos que hay que hacer el bien y evitar
el mal; es decir se juzga que, si un acto es bueno, debe ser realizado; si es malo,
debe ser evitado. Después del acto, la conciencia acepta el hecho si fue bueno,
pero si fue malo, lo rechaza; juzga también si el acto fue digno de recompensa o
de castigo. Si fue malo sabe que tiene la obligación de reparar los males
causados.

Acto de voluntad

El ser humano elige hacer el bien o el mal; es decir, su voluntad depende de su


conciencia. Por ejemplo, dos personas observan que un bombero entra a un
edificio en llamas para salvar la vida de un niño. Una de ellas valora el riesgo y la
bondad del bombero, cuyo objetivo en este caso es arriesgar su propia vida por el
prójimo. La otra persona juzga que es una locura exponerse al gran peligro de
perder la vida para salvar la de otro. Cada uno juzgó de acuerdo con sus
principios. Eso es conciencia moral.

LIBERTAD HUMANA.

El problema de la libertad, del que vamos a ocuparnos aquí en uno de


sus aspectos, es de los más graves y difíciles de toda la Filosofía, sobre
todo cuando se le considera en el conjiinto de sus dimensiones y en relación
con todos los demás problemas con los que se coimplica. Aunque no
se comparta la exagerada posicióii de Julio Lequier, quien piensa que el
dilema ((determinismo-libertad,) es anterior y previo a todas las cuestiones
filosóficas y objeto de un:i opción absolutamente radical, no podrá menos
de reconocerse que. planteado en toda su amplitud, en su alcance más
universal y metafísico, el problema de la libertad entraña una gravedad
extrema, y aparece envuelto en un halo de misterio, como que atañe, en
último deslinde. al corazón mismo de la Teodicea, es decir, a las relaciones
que guarda con Dios el sector más noble de los seres creados, las sustancias
intelectuales.

Definición nominal de la libertad

En cuanto a la significación nominal de los térniinos «libertad)) y (dibre


albedrío)), cabe decir lo siguiente: En un sentido primigenio o atendida
la primera imposición del nombre, se denomina libre al que no es
esclavo o no está sometido al dominio de otro, sino que es duefio y señor
de sí y de sus actos: y en este sentido afirma Aristóteles en su ~etafísica
que ((el hombre libre es causa de sí mismo)) (1). De esta primera acepcih,
los términos ((libre)) y ((libertad)) se han trasladado a significar el
modo peculiar de una acción que, no sólo carece de toda coacción o
determinación
externa sino también de toda iiecesidad natural o interna determinación
que no sea dada por ella misma.

EL ACTO HUMANO.

Definición
Dado que el hombre emplea sus actos humanos como medio para alcanzar el
último fin (la visión beatífica de Dios), se impone considerarlos por lo menudo.
El acto humano es la acción que procede de la voluntad deliberada del
hombre.
El acto humano se estudia en tres vertientes: la del acto natural (o humano en sí
mismo, también llamado psicológico o puramente filosófico), la del
acto moral (en relación con las costumbres humanas, es tanto filosófico como
teológico) y la del actosobrenatural y meritorio (estrictamente teológico).
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Clasificación del acto humano
En primer lugar conviene tener presente que no todos los actos llevados a cabo
por el hombre son actos humanos propiamente dichos. Así, los actos del hombre
pueden ser de cuatro tipos:
- el animal, que procede de las potencias vegetativas o sensitivas (digestión,
latido cardíaco, reflejos frente al dolor o al desequilibrio, etc) y compartimos con
los animales no racionales.
- el no deliberado, efectuado sin voluntariedad alguna, bien por estar privado el
sujeto de razón de forma intrínseca (niños sin juicio o deficientes mentales) o en
ese momento (pacientes en brote esquizofrénico, narcotizados, plenamente
distraídos, etc); son de suyo inimputables al sujeto, pero no en todos los casos.
- el violento, que se realiza por coerción de un agente externo contra la propia
voluntad.
- el humano propiamente dicho, que se realiza deliberadamente y empleando
plenamente su razón, y por virtud del cual es plenamente responsable.
El acto humano propiamente dicho ha de reunir varias características propias:
- Que sea racional, con pleno dominio y deliberación.
- Que sea libre, procedente de la libertad humana.
- Que sea voluntario, realizado a sabiendas.
- Que sea moral, en cuanto se ajusta o no a las reglas de la moralidad.
- Que sea imputable, por cuanto el sujeto asume la responsabilidad del mismo.
Existen diversos parámetros por los que clasificamos a los actos humanos:
a) según el impulso de la facultad: puede ser elícito, es decir, propio de ella (por
ejemplo, el acto elícito del entendimiento es entender); o imperado, cuando la
facultad es impelida a actuar por orden de la voluntad (como permanecer atento
sin distraerse). Las facultades internas (como el propio entendimiento) pueden
resistirse al imperio de la voluntad.
b) según la clase de facultad: puede ser interno, cuando se realiza en nuestras
facultades internas (imaginación, entendimiento, etc) sin manifestación exterior; o
puede ser externo, con manifestación externa (independientemente de que sea
privada o pública). El acto externo añade un matiz moral que puede ser punible,
del que carece el acto interno.
c) según la necesidad de la Gracia: puede ser natural, si el acto no la precisa
(leer, hablar, pensar); o sobrenatural si la requiere (amar, arrepentirse, creer,
confiar).
d) según sus condiciones: puede ser válido, si reúne todas las necesarias según
la ley, o inválido, si carece de alguna.
e) según el modo en que se ajusta a la recta razón y las normas de la moral:
puede ser bueno, si lo hace (por ejemplo, defender al desvalido); indiferente, si no
se relaciona directamente con dichas condiciones (por ejemplo, pasear); malo, si
se aparta (por ejemplo, fornicar).
f) según esté autorizado por la ley natural o la ley positiva legítima: puede
serlícito, cuando está expresamente autorizado; permitido, si no está prohibido;
o ilícito, si explícitamente no está autorizado.
g) según el conocimiento del acto por el entendimiento: puede ser perfecto, si
el sujeto es plenamente dueño de sí mismo al realizarlo; o imperfecto, si el sujeto
obra con consentimiento alterado, aunque no completamente (en cuyo caso sería
un acto no deliberado).

LEY MORAL.

La ley moral es la regla extrínseca que deben cumplir los actos humanos para ser buenos,
es decir, para conducir hacia el fin último del hombre. La ley orienta al ser humano para
permitirle alcanzar su propio bien, esto es, su fin último. La ley moral debe coincidir con la
ley suprema del universo, la ley natural, que a su vez no es sino la ley eterna o divina.
Esto es, ley moral, ley natural y ley eterna son la misma cosa.

La ley eterna

Es el orden mismo del universo, impuesto por Dios al crearlo. Esta ley existe y es
absolutamente necesaria en cuanto (según los atributos divinos) Dios no puede crear y
conservar al mundo sino según un plan conforme a la razón. Nosotros no podemos
conocer la ley eterna tal como existe en la inteligencia divina. Sólo podemos conocerla
con la luz de nuestra razón, en la cual debe estar impresa esta ley, por ser
eminentemente racional.

La ley natural

Es la ley presente en la naturaleza de todas las cosas, y que el hombre conoce en el


ejercicio pleno de su facultad racional. Es una impresión en nuestra razón de la ley divina
o eterna. La existencia de la ley natural es atestiguada por nuestra conciencia o
inteligencia de lo moral. En efecto, la inteligencia no puede menos de pronunciar ciertos
juicios morales porque son totalmente evidentes, aunque se opongan a nuestras pasiones
o a nuestros prejuicios. Por ejemplo: "hay que hacer el bien y evitar el mal", "hay que ser
fieles, sinceros, respetuosos, etc."

El primer principio de la ley natural es "hay que hacer el bien y evitar el mal", pues rige
toda la vida moral. Este primer principio del orden práctico es tan evidente y absoluto
como los primeros principios del orden especulativo y real (como el principio de identidad
o el principio de no contradicción).

La ley natural comprende, junto con el primer principio, algunas aplicaciones muy
generales del mismo, llamados preceptos, que son:

a) En cuanto ser viviente, el hombre debe respetar su vida y cuidar su salud.

b) En cuanto ser racional, el hombre debe conducirse racionalmente, es decir, buscar


siempre la verdad, no coartar su libertad, y elegir convenientemente los medios en función
de su fin último.
c) En cuanto miembro de una especie, está obligado a procrear, criar y educar a sus
hijos.

d) Como ser social, debe obedecer a las autoridades legalmente constituidas, y las
leyes positivas.

La ley positiva

La ley natural se extiende a todos los actos humanos; pero sus preceptos son
demasiados generales para servir en casos concretos. Esta insuficiencia se hace sentir
especialmente en la sociedad, que requiere de numerosas y precisas prescripciones para
asegurar el bien común. De aquí la necesidad de las leyes positivas, que deben ser
dictadas conforme a razón por el legislador, y consistir en añadidos de la ley natural
tendiente a determinar sus aplicaciones particulares.

La ley positiva puede ser: a) divina: la que se da a conocer por la Revelación; b) humana:
la que rige la comunidad universal, nacional o local.

Para que la ley positiva promulgada sea racional debe: 1º Estar conforme con la ley
natural y no violarla en absoluto; 2º Estar ordenada al bien común, y no al de un individuo
o grupo. 3º No exceder los poderes del legislador y no ordenar más que cosas posibles.

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