You are on page 1of 8

8 Decisiones Sanadoras: La decisión

del compromiso
En la primera semana hablamos de la decisión de la realidad. Me doy cuenta de que no soy
Dios. Admito que no tengo control sobre mi tendencia a hacer lo malo y que mi vida es
inmanejable. Esto es muy importante. En varios aspectos, nos comportamos como si fuéramos
Dios. Tal vez no lo digas literalmente: “Soy Dios”. Pero vives como si lo fueras. Quieres
controlar a otras personas, quieres controlar tu propio destino, tu propio futuro. Aunque tu vida
es incontrolable, tú no quieres admitirlo. Me identifico mucho con el apóstol Pablo, en
Romanos 7. Esto es lo que él escribe: No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero,
sino lo que aborrezco.

La segunda semana vimos la decisión de la esperanza. Creer que Dios existe, que le importo,
y que tiene el poder para ayudarme a cambiar. Que en medio de las dificultades de la vida, en
medio de este peregrinaje en el que recibimos heridas y sentimos dolor; puedo recibir el
consuelo de Dios. Un Dios que me ama a pesar de todo y que tiene el poder que yo no tengo
para transformarme en alguien maravilloso. Eso me da esperanza. Pero son las primeras dos.
Si nos detenemos aquí, realmente no llegaremos a ninguna parte. Es bueno conocer estas dos
verdades, pero realmente no producirán una transformación total en mi vida. Saber ambas
cosas no le dará a nuestra vida la sanidad que necesita. Conocer no es suficiente. Hay un
montón de cosas que conozco que no me cambiarán. Lo que quiero decir es que debe haber
algo más grande que el solo hecho de saber que Dios es Dios, que me ama y tiene el poder de
cambiar mi vida.

La tercera decisión es crítica porque las cinco semanas restantes se edifican sobre el
compromiso adquirido a través de la decisión del compromiso. Por eso, la llamamos la
Decisión del Compromiso. “Decido conscientemente someter toda mi vida y mi voluntad al
cuidado y al control de Cristo”. En la enseñanza del Monte de Mateo 5, al
comienzo encontramos las llamadas Bienaventuranzas. Son ocho declaraciones de
buenaventura. Bienaventurado es otra palabra para “feliz”. Felices son, dichosos son, contiene
incluso un sentido más profundo de plenitud, efectividad. Eso es lo que significa la palabra
“bienaventurado”. Jesús dice: Dichosos los humildes, porque recibirán la tierra como
herencia. Cuando escuchamos eso, decimos: ¿Y qué? Pero Jesús le estaba hablando a gente
muy orgullosa, con mucho orgullo espiritual. Eran judíos cuyos ojos estaban puestos en un
Mesías prometido que vendría a liberarlos. Anhelaban que el Mesías viniera a restaurar la
posición que Israel había perdido. Los judíos, pueblo escogido por Dios, añoraban aquel poder
que habían perdido. De modo que las palabras de Jesús no los cautivaba en absoluto: “Felices
los humildes”, “Bienaventurados los mansos”, “Si eres manso y humilde tendrás una vida
plena”. Ellos no querían ser humildes: querían poder, querían machismo. No querían al Jesús,
el Mesías manso. Querían a “Corazón Valiente”. Querían que Jesús se pintara la cara de azul
y gritara: “¡Libertad!”. Querían un mesías que hiciera una revolución política, pero Jesús vino
a hacer una revolución espiritual. No puedes conquistar Roma, el imperio más poderoso de la
Tierra, con mansedumbre y humildad. Así pensaba aquella audiencia. Y Jesús
dijo: “Bienaventurados los mansos”. En el primer siglo no entendieron este concepto. Muchos
de los que estamos aquí no lo hemos entendido. Tal vez, sí entendimos lo que significa la
mansedumbre y la humildad, pero no queremos aplicarlo en nuestra vida porque nos hace sentir
débiles y expuestos. En esta oportunidad estaremos enfrentando nuestra vida con respecto a la
mansedumbre. Lo haremos desde tres perspectivas. Primero trataremos LA DEFINICION DE
LA MANSEDUMBRE. En segundo lugar VEREMOS LA DESCRIPCION DE LA
MANSEDUMBRE y finalmente EL DESENLACE DE LA MANSEDUMBRE.

I. Veamos en primer lugar LA DEFINICIÓN DE LA MANSEDUMBRE

En el mundo nos enseñan a ser rudos y fuertes y a competir. Pero si somos un discípulo de
Jesucristo, la mansedumbre no es opcional. En el lenguaje original de la Biblia, la palabra para
“manso” es praeis, que tiene diferentes niveles de significado. En su sentido genuino y original,
la amabilidad o mansedumbre, se usaba con varias connotaciones, todas ellas admirables: Era
un potro salvaje que ha sido domado, doblegado y puesto bajo control era considerado manso.
Las palabras que calmaban las emociones fuertes eran “mansas” o amables. El ungimiento con
aceite que hacía bajar la fiebre y el dolor de una herida era una medicación mansa. En una de
las obras de Platón, un niño pidió a un médico que fuera suave con él. Uso la misma palabra
griega que traducimos por manso. Los que eran corteses, que trataban a los demás con dignidad,
amabilidad y tacto eran considerados” mansos”. Aún Jesús cuando describía su personalidad
decía de sí mismo que era manso y humilde de corazón (Mateo 11:29). Obviamente la palabra
era usada entonces con un sentido diferente al de ahora. El significado actual da la idea de
inseguro, inestable, débil o afeminado, en contra posición de los términos que denotan una
verdadera fuerza interior, puesta bajo control. El hombre que realmente es manso es aquel que
se sorprende de que Dios y el hombre puedan pensar en él como lo hacen y tratarlo bien. Hay
muy poca diferencia entre ser “pobre en espíritu” y ser “manso”. Sin embargo, hay una leve
distinción, a saber, que la primera designación describe al hombre más como es en sí mismo,
esto es, quebrantado de corazón; la segunda describe al hombre más definidamente en su
relación con Dios y con los hombres. En principio, quiere decir manso o humilde. Si nos
quedamos en la superficie, esta acepción encaja en el estereotipo que mucha gente tiene de los
cristianos. En otras palabras: débiles, cobardes, sin carácter, que todo el tiempo dicen: “¡Gloria
a Dios!”. La definición para sus notas es: La humildad es poder bajo control.

II. En segundo lugar veamos LA DESCRIPCION DE LA MANSEDUMBRE

A. La Perspectiva Bíblica de la mansedumbre.

Lo que se dice aquí sobre el manso es un eco del Salmo 37 (véanse en especial el vrs. 11
y también los vv. 22, 29, 34 del mismo salmo). Así que, para saber lo que se quiere decir por
la expresión “los mansos”, mejor derivamos el contenido de este concepto de dicho salmo.
Describe a la persona que no se resiente. No guarda rencores. Lejos de seguir rumiando las
injurias recibidas, se refugia en el Señor y entrega su camino enteramente a él. Con mayor
razón hace esto debido a que ha muerto a toda justicia propia. Sabe que no puede pretender
méritos de ningún tipo delante del Señor (Cf. Salmo 34:18; 51:17). Puesto que el favor de Dios
significa todo para él, ha aprendido a soportar con gozo “el despojo de sus bienes… sabiendo
que tiene una mejor y perdurable herencia” (Hebreos 10:34). Sin embargo, la mansedumbre no
es debilidad. La mansedumbre no consiste en tener una columna vertebral de goma, la
característica de la persona que está dispuesta a doblarse ante toda brisa. La mansedumbre es
mostrar un carácter sumiso ante la provocación, la disposición a sufrir y no causar daño. La
persona mansa deja todo en las manos de Aquel que ama y cuida. Quiero que veamos 5
propuestas de David para convertirse en una persona “mansa” según su salmo 37. En realidad
el salmo 37 contrasta dos respuestas a la prosperidad del malo. O podemos tener una pacífica
perseverancia o una amargura frenética. O puesto en palabras más simples o esperamos o nos
preocupamos. El salmo también enseña que la aparente prosperidad del maligno no debería
distraernos de mantener haciendo lo correcto. No debemos dejar de apreciar la providencia de
Dios en el presente y anticipar la prosperidad de Dios en el futuro así como su juicio en contra
del maligno. Veamos las cinco descripciones de David para una persona mansa. Este Salmo
sapiencial en forma alfabética (en este acróstico hay dos versículos por cada letra). El autor se
presenta como un sabio anciano que advierte del peligro de que los jóvenes se aparten de la
sabiduría por culpa de lo que ven. Este salmo, verdadera obra artística, reúne líneas teológicas
tomadas de la sabiduría, del Pentateuco y de los Profetas. Los temas de la sabiduría son: la
conexión acto-suerte de la persona y la piedad personal. Temas de los relatos del Pentateuco
que veo son: la ocupación de la tierra prometida y la bendición. El tema del derecho y la
justicia constituye el puente entre la sabiduría y la profecía. La esperanza y el futuro son temas
proféticos y escatológicos. Sobre este Salmo dice un autor que no es una afirmación de que hay
justicia, sino que da testimonio de la intervención de Dios en la vida humana. El poeta no pide
fe en un orden justo, sino confianza en Yahvé. En Salmo 37 vemos como un maestro trata de
inculcar una certeza a una persona que se encuentra irritada ante el éxito de los malos. Para ello
despliega todo un repertorio teológico y retórico. La primera parte (1-11) trata de convencer a
la persona excitada (1.7.8) de que no se enfade por la vida próspera del malvado, porque es de
corta duración (2.9.10). Pero va más allá de la vinculación acto-resultado y plantea la relación
personal hombre-Dios. Abogando por la confianza en Dios (3.5) y pone de relieve la delicia
que supone la experiencia de Dios, que se parece a la experiencia de gran paz en la tierra
heredada (11) La segunda parte (2-26) es una exposición que termina con el relato de una
experiencia personal (25-26). La idea central es la del v.20: lo mismo que se echa a perder la
hermosura de los parados así se echa a perder la vida de los malvados. La tercera parte (27-40)
tiene rasgos proféticos y escatológicos. Se añade la idea de que los justos morarán eternamente
y pata siempre. El cristiano escucha en este salmo la voz de Jesucristo que ha prometido la
tierra, en la vida eterna, a los mansos de corazón.

B. La perspectiva práctica de la mansedumbre

David establece a lo menos tres cosas que son como indicadores del manso o sometido en el
salmo 37.

1. Perplejidad del manso

a. El carácter del impío

La descripción dice que es “los que hacen iniquidad” y su destino será que “serán cortados
pronto.

b. la confianza del justo

“En cambio la confianza del justo está en su espíritu Pacífico (:1-2) Este espíritu pacifico no
es carcomido por la aflicción o la envidia. Dice “no te impacientes de los malignos” ni “tengas
envidia de los que hacen iniquidad”. No debemos tomar como un ataque personal lo que les
pasa a los malos. Debemos entender el principio de que la visión del presente lo ciegue con la
visión del futuro. Este himno de William Cowper refleja su espíritu pacífico:

De paz inundada
mi senda ya este
o cúbrala un mar de aflicción
cualquiera que sea
mi suerte, diré:
Estoy bien, tengo paz
gloria a Dios

Ya venga la prueba
o me tiente Satán
no mengua ni fe
ni mi amor
pues Cristo comprende
mis luchas, mi afán
y su sangre obrara
en mi favor

Estoy bien
gloria a Dios
tengo paz en mi ser
gloria a Dios

Mi ser tornárase
feliz realidad
al irse la niebla veloz
desciende Jesús
con su gran majestad
aleluya, estoy bien
con mi Dios
Estoy bien
gloria a Dios
tengo paz en mi ser
gloria a Dios.

Este salmo dice que una persona mansa confía en el Señor y por otro lado la fe activa lo lleva
hacer lo bueno. Es importante no enconcharse amargado y en esa cocha esperar porque los
vientos soplen y cambien. El momento de demostrar la fe es cuando la presión aumenta. El
sufrir y tener pruebas no nos hacen exentos de hacer lo correcto. El hacer el bien es u n buen
remedio para la preocupación. Saque del centro de atención a ustedes mismo y enfóquese en
otros para brindar ayuda. No hay mejor forma de expresar este caminar que con el canto que
sigue:

Al andar con Jesús


en su fúlgida luz,
en mi senda su gloria veré; y su voz he de oír, pues promete vivir con aquel que obedece
por fe.

Coro:
Su santa ley
obedezco por fe, y feliz para siempre con Jesús estaré.
Si trabajo y penar
tengo aquí que cargar, rico pago en Jesús obtendré; pues alivia su amor
mi afán, mí dolor cuando ve que obedezco por fe.

Nunca pude saber


de su amor el placer hasta que todo a Cristo entregué. Su bondad, su favor, su poder
redentor goza aquel que obedece por fe.

Fiel amigo él es;


sentaréme a sus pies,
y a su lado el camino andaré.
Si algo hay que cumplir,
o sí hay donde he de ir,
sin temor obedezco por fe.

Nunca debemos dudar la habilidad del Señor para proveer a su rebaño y pastorearnos. El
descontentamiento causa una carga cuando tratamos de obtener algo por nuestros propios
medios, y desconfiar que Dios pueda sostenernos. El enfoque de David es “deleitarse”, esta
expresión es gozar de gran satisfacción. En medio de la adversidad y la poca prosperidad el
manso se deleita en Jehová y en nada más. La reivindicación procede del Señor, y no de
proclamar nuestra propia justicia. Es por eso que podemos estar en paz cuando estamos bajo
ataque.

2. Los problemas del manso

En este pasaje vemos la recompensa del impío. Ver. 9-15. Una cosa primaria es su
perdición. Ver. 9, 10. También vemos su destino Ver. 11-15. “Por otro lado vemos la
recompensa del manso. Ver. 16-34.. La primera es plenitud. Ver. 16-19. La segunda es
Paz. Ver. 20-34.

3. La providencia del manso Ver. 35-40.

El manso según este salmo tiene juicio, el tundra estabilidad ya que el impío desaparecerá.
Tiene exaltación porque hay un final feliz para él. Ver. 35-37. Se le hará justicia. Ver. 38-40.
Y finalmente tendrá liberación. (ver. 40). El resto del salmo nos exhorta a fijarnos más en la
substancia que en el humo.

III. En tercer lugar EL DESENLACE DE LA MANSEDUMBRE

La bienaventuranza de los mansos consiste en esto, que “heredarán la tierra”. En un sentido la


heredan ya ahora, y esto por diversas razones: a. al no prestar indebida atención al deseo de
enriquecerse, sino más bien a cumplir su deber delante de Dios, y cumplir su tarea en la tierra;
en otras palabras, al buscar primero y por sobre todas las cosas el reino de Dios y su justicia,
les son concedidas “todas estas cosas” (alimento, vestido, etc.) por gracia como una dádiva
extraordinaria (Mateo 6:33). La ley del resultado indirecto de ningún modo es letra muerta. b.
Su misma mansedumbre los hace una bendición para sus prójimos, algunos de los cuales los
bendecirán a cambio (Mr. 10:30; Hechos 2:44, 45; 16:15; Filipenses 4:18). c. Quizás posean
solamente una pequeña porción de esta tierra o de bienes terrenales, pero una pequeña porción
con la bendición de Dios reposando en ella es más que las riquezas más grandes sin la bendición
de Dios. Salvo de una manera muy formal o en sentido legal, ¿posee realmente sus bienes
terrenales el hombre cuya alma está agobiada por el temor del juicio venidero? ¿Los posee en
el sentido de disfrutarlos? ¡Por cierto que no! ¡No es él quien los posee a ellos: son ellos los
que lo poseen a él! Una comparación de dos pasajes del libro de Isaías muestra quiénes son
realmente los que heredarán la tierra: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento
en ti persevera; porque en ti ha confiado” (26:3). “No hay paz para los malos, dijo Jehová”
(48:22). No son los hombres del mundo, sino los mansos los que saben que Romanos 8:28 es
verdad. Por lo tanto, ellos, y solamente ellos, son los que poseen la tierra. Pero el cumplimiento
más completo de la promesa está reservado para el futuro, cuando en el regreso de Cristo en
gloria los mansos heredarán los nuevos cielos y la nueva tierra, el universo renovado del cual
toda mancha de pecado y todo rastro de maldición se habrán quitado, y en el cual morará por
siempre la justicia (Ap. 21:1ss). Heredar la tierra indica lo siguiente: a. El ciudadano del reino
tiene derecho a esta posesión por gracia; b. Ciertamente lo recibirá como un tesoro inalienable.

Es importante señalar a estas alturas que en realidad al combinar la frase del AT con la del
NT se debería traducir “Dichosos los sometidos, porque ésos van a heredar la tierra”. Es la que
se suele traducir por “los mansos”, que suena un poco raro. En realidad al estudiar el salmo
37 para ver qué significa nos encontramos con una tremenda sorpresa. La palabra del salmo 37
en hebreo es la misma de los “pobres”, pero el griego le ha dado el sentido que se deduce del
contexto, y que es los que carecen de independencia y libertad, los que están sometidos a otros.
El salmo trata de eso. Ahora note que existía en Israel una legislación digamos utópica, pues
parece que casi nunca se llevó a la práctica, aunque está en los libros del A.T., en la cual se
repartía la tierra de manera que cada familia tuviera su pequeño patrimonio, lo suficiente para
vivir, y con eso se aseguraba la libertad, la autonomía y la dignidad de todos los componentes
del pueblo. Cada uno era autosuficiente, era independiente y, por lo tanto libre. Esto parece que
nunca llegó a existir pero, de hecho, en la época en que podemos ya controlar más la Historia,
la época de la Monarquía, está clarísimo que se había acabado. Primero, los reyes y los
grandes de la corte empezaron a acumular propiedad y así se continuó de forma que, ya en
tiempos de los profetas, Isaías dice: “Maldito el que añade campo a campo; maldito el que
añade casa a casa y no deja espacio para nadie en el país” (Isaías 5:8). Y esto en el siglo VIII
antes de Cristo. En tiempos del Evangelio era lo mismo, naturalmente. La injusticia era enorme.
Precisamente el salmo 37 trata de calmar a los que protestan porque los han despojado de su
terreno. Al que tenía una pequeña fuente de subsistencia, que era su pequeña propiedad, se la
habían quitado los más grandes, los más listos, los más ricos, y lo habían dejado sin nada. Y,
entonces, estaban sometidos, eran siervos de los terratenientes. No tenían ni independencia ni
libertad. Y el salmista lo que pretende es consolar a esta gente diciendo que ya Dios lo arreglará.
Pero Dios no lo arregla. En tiempos de Jesús la cosa seguía igual. Y Jesús dice que se arregla
así. La frase del salmo dice: “Ellos poseerán tierra”. Sin artículo, es decir, un terreno. El
evangelista pone: “ellos poseerán la tierra”. El salmo habla de cada familia; el evangelista
habla de los sometidos, en general. Ya no es poseer un pedazo de tierra, como pensaba el A.
T., sino que la tierra pasa a ser un símbolo. La tierra entera, que es como la tierra prometida.
No es que se trate de que entre todos poseamos la tierra, como propiedad para cultivarla, sino
que poseer la tierra toda en común es el símbolo de la libertad, de la autonomía e independencia
de todos los hombres. O sea, los que estaban sometidos van a encontrar su libertad y su
independencia. Una manera de acabar con la injusticia. Los que están oprimidos, los que sufren
la opresión, los que están sometidos. Y todo es efecto progresivo de la Historia del Mensaje
del Evangelio. O debe serlo porque, hasta ahora, tampoco se ha visto nunca. Tenemos que
confesarlo. Porque es que también difícilmente se han visto estas comunidades cristianas al
estilo de la primera bienaventuranza. La Iglesia no ha cultivado esto. Dentro de
la Iglesia se han dado grupos pero, por circunstancias políticas, han sido perseguidos,
naturalmente, y no han tenido un efecto así. Lo que se ha realizado no ha sido directamente
gracias al mensaje del Evangelio, sino que se ha efectuado. Evidentemente, la situación del
obrero hoy no es la que era en tiempos de Jesús, sino infinitamente mejor, por lo menos en los
países del norte. Hay más independencia, más libertad, más autonomía, más seguridad
económica. Y esto se ha hecho, no por el Evangelio, sino por los trozos del Evangelio elegidos
por ciertos motivos ideológicos y puestos en práctica, aunque sea mezclado con otras muchas
cosas. Pero la comunidad cristiana como tal, hasta ahora, no la hemos visto.

Ahora unas sugerencias para poner en práctica en nuestras vidas esta decisión sanadora del
compromiso.

1. Acepto al Hijo de Dios como mi Salvador

Necesito ser salvo. Necesito ayuda. Me doy cuenta de que lo necesito en mi vida. “Cree en el
Señor Jesús y serás salvo”. ¿Qué significa eso? Significa comprometer tanto de mi mismo como
entienda en este momento a lo que entienda que es Cristo en este momento. ¿Es
eso suficiente? Eso es suficiente.

2. Acepto la Palabra de Dios como mi regla de vida

. Desde ahora en adelante tengo un manual por medio del cual voy a vivir mi vida. Leí en un
anuncio lo siguiente: “Esta vida es una prueba, es solamente una prueba. Si hubiera sido una
verdadera vida hubiera recibido un manual de instrucción para decirle qué hacer y adonde ir”.
Afortunadamente, tenemos un manual de instrucción. Es la Biblia. Dios dice: “Este es tu
modelo por medio del cual evalúas la vida a tu alrededor”. Noticia: “Toda la Escritura es
inspirada por Dios y útil para enseñar la fe, y corregir errores y para volver a iniciar la dirección
en la vida de un hombre, entrenándolo en una buena vida

3. Acepto la voluntad de Dios como mi estrategia, como mi meta en la vida

. “Dios, ¿qué quieres que haga?” La primera pregunta que siempre hago es: “Señor, tú me
despertaste esta mañana. Obviamente significa que tienes otro día para mí, un propósito para
mi vida. ¿Qué quieres que haga con eso?” Como David dice, “Me deleito en hacer tu voluntad”.
Busco siempre la voluntad de Dios. “Dios, estoy dispuesto a hacer todo, donde sea, cuando sea.
Ni tan siquiera tengo que entenderlo pero estoy viviendo mi vida en tus términos porque tú me
hiciste por una razón. Tienes un propósito y quiero cumplir ese propósito para el cual me
hiciste”. Y la voluntad de Dios se vuelve la estrategia para mi vida, ya sea que la entienda o
no.

4. Acepto el poder de Dios como mi fuerza.

Filipenses 4:13 dice: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Ya no tengo que confiar
más en mi propia energía. Las cosas funcionan mejor cuando están conectadas. Conéctese a
Dios, no estará tan cansado todo el tiempo. Dios dice: “Te daré mi poder para que seas todo lo
que quiero queseas”. Jesús dice: “Estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la
puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo”. Lo que Jesús está diciendo es: “Estoy a la puerta
de tu vida, y estoy tocando y estoy diciendo que quiero entrar en tu vida”. Sin embargo, él es
un caballero. Él no echa la puerta abajo. El Paso 3 significa abrir la puerta. La llave que abre
esa puerta es la disposición. “La fuerza de voluntad es la disposición para aceptar el poder de
Dios”. Usted no necesita fuerza de voluntad; usted necesita disposición para aceptar el poder
de Dios en su vida, para vivir bajo su control, bajo su sistema. Los pilotos, cuando vuelan sus
aviones, siempre vuelan por las Reglas de Vuelo Instrumental (RVI) o por las Reglas de Vuelo
Visual (RVV). Cada piloto está volando basándose en unas o en otras. Volar con Reglas de
Vuelo Instrumental significa que cuando usted está en una ruta de vuelo, debe ir a la torre de
control, se somete al control del sistema, pone sus instrumentos bajo el control de la torre y ese
es un trato hecho. Usted es controlado por los instrumentos, y es una manera muy segura
de volar. Si vuela con las Reglas de Vuelo Visual es como un taxi en el camino. Mira, ve que
todo está bien, despega y vuela usando su vista. Esto está bien en tanto usted pueda verlo todo,
si hay cielo despejado y no mucho tráfico. Pero un día cualquiera encontrará mal clima. Se
perderá en las nubes y en cierto momento tendrá que levantar el micrófono y decir: “Necesito
cambiarme a las RVI”. Y se somete a los controles de ese canal. Todas las aerolíneas vuelan
RVI. Todos los profesionales vuelan RVI. Pero muchos novatos vuelan RVV. La Federación
de Aviación dice que muchos de estos pequeños aviones que chocan no se habrían accidentado
si cuando se perdieron en las nubes, simplemente hubieran tomado el micrófono y dicho:
“Necesito ayuda”. ¿Van ellos a hacer eso? No. ¿Piensa que un piloto va a admitir que está
perdido? ¿Va a admitir que necesita ayuda? Él quiere controlarlo a su manera, ser su propio
jefe, dictar su propio destino aun si eso significa volar directo hacia una montaña o contra un
árbol. Hasta este punto en su vida, quizás usted lo ha hecho bastante bien. Ha venido volando
RVV y ha controlado todo, pero es inevitable que en algún momento de su vida va a tener un
tiempo malo. Van a llegar momentos difíciles. Van a llegar esas nubes donde se siente perdido
y no sabe qué dirección seguir. En ese momento, debe levantar el micrófono y conectarse al
sistema de Dios. O me entrego al cuidado y control de Cristo o acepto una invitación al
desastre. Es muy importante para usted que permita que alguien más sepa de su decisión y de
este compromiso.

Oremos juntos: Señor, es bueno estar vivos. Gracias por tu amor. No queremos darlo por
sentado. Hacemos una pausa para decirte “gracias”. Gracias por amarnos incondicionalmente.
Gracias por prometernos descanso si te entregamos todo. Señor, sé que hay mucha tensión en
nuestros corazones ahora. Algunas personas hicieron su compromiso y por primera vez
cruzaron la línea. (Si eso le describe, diga: “Señor, quiero iniciar una relación contigo”. No
tiene que decirlo en voz alta. Solo dígalo en silencio, en su corazón: “Señor, quiero tener una
relación personal contigo. Ven a mi vida. Perdóname. Creo en que Jesús murió por mí en la
cruz y pagó por mis pecados. Me arrepiento. Dejo mis pecados, mi propio camino, para caminar
en tus caminos. Ayúdame a empezar una nueva vida”). Si está listo para renovar tu
compromiso, diga: “Señor, perdóname. Perdóname por darte la espalda, por alejarme de ti.
Quiero renovar mi compromiso contigo ahora. Quiero volver a entregarte todo lo que soy”.
Señor, hay gran gozo en nuestro corazón al saber que hay personas aquí deseosas de ser
diferentes; que tú usas a pecadores imperfectos para enseñar tu Palabra. Te agradecemos
porque podemos venir aquí a celebrar tu grandeza. Que gracias a ti, podemos saber quiénes
somos y de quién somos. Te damos gracias por eso. En el nombre de Jesús oramos. Amén.

You might also like