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El sueño de los agricultores es que sus cultivos sean más rentables, es decir, que les dejen más plata

para tener
una mejor calidad de vida.

El concepto de rentabilidad en el campo está ligado a la calidad de los alimentos que deja cada cosecha y
al volumen de productos por hectárea.

En Norte de Santander, la agricultura se ha visto representada con el paso de los años por cuatro siembras que,
se presume, tienen un valor agregado más alto para competir en el mercado nacional y extranjero. El café, la
palma de aceite, el cacao y el arroz son los que mayor atención tienen, por lo que su productividad resulta de
gran interés para el desarrollo agroindustrial del departamento.

Ahora bien, regresando al tema de la rentabilidad, todo se basa en la competitividad, que implica una
mayor calidad, producción y aumento de los cultivos.

Las necesidades y las realidades que afrontan los agricultores del departamento son diferentes, así todos
compartan los mismos problemas de infraestructura por la falta de vías; de inseguridad, por la presencia de
grupos armados que los intimidan o roban sus cosechas; y de apoyo, por el olvido que en algunos casos se
presenta de las entidades territoriales que dejan a los productores solos con el apoyo que puedan prestar sus
asociaciones o gremios productivos.

¨CAFÉ: El 2017 ha marcado un repunte la actividad cafetera de Norte de Santander, los reconocimientos a la
calidad del grano así lo demuestran. Sin embargo, los retos en materia de productividad son amplios.

Actualmente hay 24.306 hectáreas sembradas con el grano, que en promedio generan ocho cargas de café
pergamino seco cada una. Esta última cifra es inferior al promedio nacional, que alcanza una producción de 15
cargas por hectárea, entendiendo que cada una equivale a 125 kilos.

Ricardo Mendoza, gerente del Comité de Cafeteros del departamento, explicó que desde Fedecafé se trabaja de
forma conjunta con los agricultores en metas de aumento de hectáreas sembradas, así como de mejorar la
productividad.

Entre los retos para tener más producción de café están la renovación de 9.200 hectáreas que están envejecidas
y el aumento de la densidad de matas de café por cada 100 metros cuadrados. Mendoza indicó que se están
desarrollando cultivos con un promedio de 7.000 y 7.200 plantas por hectárea, superando las 4.500 o
5.000plantas a las que algunos productores están acostumbrados.

Arroz

La tecnología es el principal aliado de los arroceros para mejorar la producción y la rentabilidad. De acuerdo
con las cifras de la Federación Nacional de Arroceros (Fedearroz), mientras en el país una hectárea sembrada
con el cereal deja 7,8 toneladas, en el departamento la cifra es de 5,5 toneladas.

Rafael Hernández, gerente nacional de la Federación, indicó que todos los esfuerzos y el acompañamiento
gremial apuntan a la implementación del programa de Adopción Masiva de Tecnología (Antec), que permite
aumentar la cosecha, reduciendo los costos de producción hasta en un 33%, bajando el consumo de agua en un
42%, así como el uso de semillas en un 50% y de fertilizantes en un 20%.

Cacao

Para los cacaoteros, con cerca de 13.000 hectáreas y 3.500 familias dedicadas a esta labor, la meta está en pasar
de los 400 y 500 kilos de cacao por hectárea al año, a un promedio de entre 1.000 y 1.200 kilos.
Miller Otero, gerente regional de Fedecacao, explicó que la principal tarea es cambiar el 70% de los cultivos,
los cuales están envejecidos y tienen plantas híbridas que no generan tanta producción como los nuevos cultivos
con plantas clonadas.

Palma

La situación de los palmicultores no es diferente a la de los demás, la producción por hectárea de fruto de palma
es inferior a la nacional. Mientras que el promedio del país es de 14,8 toneladas al año, en Norte de Santander es
de 11 toneladas.

En su visita a Cúcuta, Jens Mesa Dishington, presidente ejecutivo de Fedepalma, explicó que los problemas de
los palmeros en materia de competitividad y sustentabilidad se reducen a buenas prácticas agropecuarias, algo
en lo que vienen trabajando constantemente.

Los campesinos de Norte de Santander, desde 2010, vienen enfrentando largos períodos de invierno y de
sequía, los cuales han modificado los ciclos normales de siembra y de cosecha. La consecuencia, el vaivén en
los precios de la canasta familiar y el dolor de cabeza de las amas de casa que al hacer mercado se rascan la
cabeza porque el dinero no les alcanza.

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