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UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONA

DOCTORADO INTERINSTITUCIONAL EN EDUCACION


ÉNFASIS EN LENGUAJE Y EDUCACIÓN
SEMINARIO DISCURSO, FORMACIÓN Y SUBJETIVIDAD
RELATORIA
Miguel Ángel López M. 1

DEL SUJETO OBJETIVADO AL SUJETO ENCARNADO

La relatoría a continuación, es el análisis de los trabajos de dos autores que problematizan la


concepción moderna de cuerpo y de sujeto, y proponen unas vías alternas para concebir
dichos constructos. Es así como Denise Najmanovich2 y Saul Paciuk3, trabajan como otra
posible concepción de sujeto y de cuerpo, al “sujeto encarnado.”

El sujeto encarnado: Limites devenir e incompletud y Pensar-vivir la corporalidad más allá


del dualismo de Najmanovich y ¿Cuerpo y mente? Sujeto encarnado de Paciuk son los tres
textos que se pretenden analizar, profundizar y articular en este trabajo. De esta manera, se
iniciará con los principales aspectos que los escritos describen en la concepción moderna de
cuerpo, para luego dar paso al análisis y articulación de las alternativas que proponen los
autores.

Es importante resaltar que hablar del cuerpo hoy, implica reconocer que es una construcción
social que posee un amplio grupo de connotaciones simbólicas que permiten concebirlo como
palabra, como mensaje y como fuente de una hermenéutica (Detrez, 2002). Es así que los
autores, parten de un recorrido en diversos aspectos, acerca de lo que la modernidad
estructuraba como cuerpo, ya que es uno de los momentos históricos más importantes y
esenciales en la construcción de éste y otros conceptos.

El cuerpo en la modernidad

La modernidad como sistema de pensamiento, surgió en contraposición a las construcciones


de la edad media, no como un sistema homogéneo, sino por el contrario como una red de
ideas, perspectivas, valores, sensaciones, discursos, percepciones y modos de ser, que como
dice Najmanovich es una categoría facetada, multidimensional, con bordes difusos, con
infiltraciones de otros modos de pensar y ser en el mundo.

De ahí, que la concepción moderna de cuerpo pueda ser vista como un prototipo u objeto
narrativo perteneciente a un territorio, en este caso occidente y a un momento histórico, el
cual nace en el Renacimiento y terminará a inicios de la Segunda guerra mundial. Es decir
que la noción moderna de cuerpo es una noción amarrada y limitada a un contexto social e
histórico determinado.

1
Estudiante del Doctorado Interinstitucional de Educación
2
Miembro de los consejos editoriales de la “Revista Brasileira de Educacão”, de la Revista Venezolana “Utopía
y praxis latinoamericana”, de la Revista Mexicana “Andamios” de la UAM, entre otras publicaciones
científicas.
3
Saúl Paciuk es fundador y director de Relaciones. Revista al tema del hombre, publicación uruguaya con más
de 17 años de antigüedad.
Para ambos autores, la dualidad dicotómica será una de las características principales de la
modernidad en la construcción de sus enfoques de referencia, por lo que es lógico que la
concepción moderna de cuerpo se estructure bajo un referente dualista, dicotómico e
irreconciliable, la mente-cuerpo.

Para hacer el análisis de dicho dualismo, Najmanovich, propone tres escenarios a tratar: el
artístico en el Quattrocento, el histórico científico en la matematización y la experimentación
y el filosófico en el giro cartesiano.

La modernidad reflejada en el arte, establece como perspectiva conceptual que las


coordenadas son fijas por lo que sólo se reconocía la legitimidad de una única mirada, una
"perspectiva lineal” que bien cabe resaltar, surgió antes del giro Copernicano y el
pensamiento Cartesiano.

Esa perspectiva lineal, parte de una ilusión de realismo tomando como eje la geometrización
espacial, la cual a su vez constituye una nueva manera de percibir y concebir a la naturaleza.
Es así, que el cuadro renacentista pretende ser una "ventana" la cual da la impresión de estar
viendo el espacio y que se niega como superficie material y se transforma en un "plano
figurativo”. De ahí que se de origen a la producción de una corporalidad abstracta, proyectada
en un cuerpo desencarnado, heroico y anecdótico, que irá dando forma al imaginario de
cuerpo y de sujeto moderno.

En cuanto a la historia de la ciencia moderna, será la matemática y la construcción del espacio


matemático, una de las verdades inmutables que regirá las distintas concepciones teóricas del
mundo y que además sería la única y legitima re-presentación del espacio físico.

Esto conllevó entre otras cosas, el surgimiento de la representación y la perspectiva como los
aspectos relevantes en la construcción de la ciencia, la filosofía y el arte modernos, los cuales
se concibieron como sistemas de re-presentación de la naturaleza y que como tal formarán,
según Pierre Francastel (citado por Najmanovich), una civilización donde la
“matematización de la experiencia se ira haciendo más relevante y extendida”. Ocasionando
que el sujeto moderno, quien es el que aporta en el descubrimiento de esas “representaciones”
pretenda no afectar ni ser afectado por el mundo, convirtiéndose en un espejo que entre
menos perturbe la imagen producida mejor será su tarea. El fin era convertirse en una ventana
al mundo, en definitiva, un sujeto objetivo y neutro.

Otra de las implicaciones del espacio matemático, es el surgimiento del ideal de medición
exacta del mundo, el cual pretendía relacionar directamente la medida con un patrón externo
superior, haciendo posible generar sus cualidades primarias (la extensión, el movimiento, la
inercia) que constituirían el único objeto de la ciencia. De este ideal, el cuerpo desaparece
del horizonte cognitivo de la modernidad, para dejar sólo un conjunto de propiedades
mensurables y medibles. El cuerpo moderno pasará de ser la criatura de Dios, a ser una
sustancia material y abstracta en el espacio infinito regido por las leyes, se convertirá en un
reducto eviscerado el cual se compone de aparatos medibles, un cuerpo separado de la mente,
de la emoción, del conocimiento, un cuerpo abstracto y desvitalizado.
En el aspecto filosófico, será la construcción cartesiana y/o el pensamiento racional, el cual,
en su esfuerzo por construir un modelo de entendimiento, partió de la posición paradigmática
de la filosofía, que se basa en una perspectiva dualista ontológica del ser: la relación entre el
pensamiento y el cuerpo (Gadotti, 2011).

Según Saul Paciuk, es el dualismo dicotómico, una de las principales manifestaciones y


pilares de la cultura occidental, que sigue permeando los discursos y prácticas de la
actualidad. Bueno-malo, enfermo-sano, cuerpo-psique etc.

Con su célebre cogito ergo sum, la tradición cartesiana reduce el problema de la existencia,
a la posibilidad de pensamiento, de tal suerte, que solo se existe si se piensa; esta postura
plantea la división de la existencia del ser: en el primer plano se encuentra el pensamiento
y/o el espíritu como fuente que llena, y en el segundo plano, deja al cuerpo como un
receptáculo habitable, como: una suma de partes sin interior, y el alma como un ser
totalmente presente a sí mismo sin distancia que a su vez, concreta físicamente el “nosotros
y el fuera de nosotros” (Merleau-Ponty, 1984), siendo el cuerpo la frontera entre el que
percibe y lo percibido. Desde este paradigma del pensamiento, el cuerpo es un mecanismo,
una sustancia regida por leyes inmutables, donde cada efecto es un producto necesario de una
causa. La mente se concibe únicamente con actividad racional, y como una sustancia
independiente. El cuerpo-mente será pues, una de las principales dualidades que marcará los
discursos de la modernidad.

La dualidad Cartesiana, dará forma según, Denise Najmanovich, a una “Filosofía de la


Escisión” que descuartiza en “aparatos” y “sistemas”, los distintos componentes sociales.
Se separó al hombre de la comunidad, la persona del organismo, la humanidad del cosmos.
Aislado de su medio nutriente, el cuerpo se volvió antónimo del alma.

Más allá de la dualidad, las otras posibilidades

Para Paciuk, la ciencia como discurso moderno de la razón, ha intentado recomponer la


relación dualista entre psique y cuerpo a través de la psicosomática, entendiendo que se
conciben como dos aspectos diferenciados y si se quiere opuestos entre sí.

Es el psicoanálisis un claro ejemplo de este esfuerzo, el cual a pesar de ser un discurso


práctico de la modernidad y del estructuralismo, ha consolidado unas formas de concebir
alternas al cuerpo, que van más allá de la dualidad.

Es por esto que el autor propone, desde una relectura a Freud, las formas en la que el
psicoanálisis analiza la relación del sujeto con el mundo mas allá de la dualidad. Son
particularmente la fantasía, y la acción específica escenarios que intentan romper dicha
dualidad, al establecer las relaciones entre el cuerpo y el cuerpo ajeno, el sujeto y el objeto.

La fantasía o la satisfacción alucinatoria es un concepto que Freud trabaja en sus obras


“proyecto” y la “Interpretación de los sueños”, abordando la siguiente problemática en la
construcción del deseo y la satisfacción: ¿cómo entender que pueda alcanzarse la
satisfacción que se le reclama al objeto, precisamente en ausencia del objeto?
Freud plantea que desde que se nace, el sujeto está expuesto a desequilibrios corporales, que
son expresados en demandas, cuando no existe una vía automática de satisfacción. Dicha
demanda intenta superar dos barreras: ser admitida por la psique y ser admitida y satisfecha
mediante la acción de otro, o de un objeto. Esto genera tensiones (displacer) en la espera,
que se da, desde el nacimiento de la necesidad y la demanda hasta su satisfacción (placer).

En el caso de la alucinación, la satisfacción se da en ausencia del objeto y esta tensión se


resuelve cuando opera la imagen o representación del objeto original. Se habla entonces que
la satisfacción alucinatoria, es un cumplimiento alucinado, que es a la vez un incumplimiento
de lo real.

Cuando la necesidad es manifiesta, esta se concreta a través de acciones, (muscular, gestos,


apertura de la boca, secreciones, etc.) movimientos corpóreos que conforman una secuencia
que busca la satisfacción. Es a lo que Freud refiere como acción específica, una acción en la
que no hay una operación psíquica, que busca únicamente la obtención del objeto de placer.
El sujeto aquí, actúa como si ya estuviera en presencia del objeto; hace una realización de
algo que el sujeto puede tomar como real, ya que revive el objeto como si estuviera. El sujeto
alucina con que su acción colme su expectativa, alucinación que en casos normales sustituye
el objeto.

De esta relación entre el sujeto que alucina y el sujeto que siente, se puede lanzar la siguiente
premisa, el cuerpo piensa. Para Paciuk, la acción específica, sin ser una acción de la psique,
estaría entonces (…) en la base de toda una serie de conceptos, desde el deseo a la
observación, pasando por la alucinación, el pensamiento, la percepción, y la ejecuta un
sujeto unitario y encarnado. Es lo que Merleau Ponty propone al afirmar que "Hay, sin duda
alguna, un acompañamiento motor de nuestros pensamientos".

Entonces, el cuerpo resulta ser el órgano del pensamiento (así como lo es de la percepción),
cambiando las relaciones dicotómicas entre necesidad y deseo y de cuerpo y psiquis,
transforma lo que sería la base fundamental del "logos". La acción específica es en última
instancia, una forma constitutiva al sujeto unitario, al yo corporal, al sujeto encarnado.

El sujeto encarnado

Para Denise Najmanovich, el sujeto encarnado comenzó su configuración desde la ruptura


epistemológica que ofrecieron el Relativismo de Einstein, las Geometrías no euclidianas y el
Principio de Indeterminación de Heisenberg, las cuales disolvieron las bases de la ciencia
clásica y por ende el universo de las certezas.

En la contemporaneidad, se ha dado inicio a la legitimación de los modelos de pensamiento


no lineales, que poco a poco están dejando de lado la triada de la lógica clásica4, y que,
además, proponen pasar del espacio de las tres dimensiones5 a múltiples espacios
autorreferentes.6
4
Los principios de identidad, no contradicción y tercero excluido.
5
Los ejes X, Y y Z
6
Los bucles, la cinta de Moebius, los procesos recursivos fractales etc.
Gracias a esto, el reconocimiento de la corporalidad del sujeto fue posible, y se produjo que
el sujeto encarnado entrara en el plano constitutivo del sujeto filosofado. Esto trajo, según la
autora, como consecuencias: primero, el torcimiento del espacio cognitivo; segundo, la
aceptación de la implicación fundamental que tiene la corporalidad en la construcción del
conocimiento; tercero, admitir que el conocimiento de los objetos se da desde una perspectiva
determinada por la visión de los sujetos, es decir no hay una visión independiente del sujeto
hacia el objeto7; cuarto y último, que siempre se tendrá un agujero cognitivo determinado y
limitado por la propia corporalidad. Desde esta perspectiva, el sujeto encarnado es un linaje
específico de transformaciones.

El cuerpo encarnado, es un cuerpo vivencial, experiencial y multidimensional: un cuerpo a


la vez material y energético, racional y emocional, sensible y mensurable, personal y
vincular, real y virtual, el cual cuestiona las dicotomías del adentro y el afuera, yo y otro,
cuerpo y mente. Dichas dicotomías, ya no son de carácter excluyente, sino que trabajan como
complemento.

Desde esta perspectiva, nace una corriente de pensamiento que recoge las nuevas formas de
cuerpo y de ser sujeto; la llamada auto-organización, la cual plantea que “el ser sólo es
respecto de un no ser". El sujeto encarnado solo conoce y se reconoce a partir de la diferencia,
de lo alterno. El mundo que se conoce es un mundo enactuado8, es decir un mundo co-creado
entre sujetos y objetos, en la interacción con el ambiente. La enacción aleja a los sujetos de
las metáforas visuales y propone considerar una multiplicidad de formas de percepción del
sujeto encarnado en co-evolución con su ambiente.

Es por esto, que la enacción problematiza la representación como referente, ya que ve en ésta
un intento enfático porque el sujeto recobre lo externo del mundo y proyecte lo interno hacia
el mundo, partiendo del adentro y el afuera como escenarios de frontera. Las categorías que
en la representación estarían dadas, para la enacción, serían construidas por la experiencia de
cada sujeto, por los atravesamientos teóricos, estéticos, éticos, afectivos, eróticos y emotivos
que incluye en su propio devenir como sujeto encarnado.

Ahora bien, como último escenario, la autora propone además de los anteriores aspectos que
permitieron la consolidación filosófica del sujeto encarnado, a la complejidad como sistema
de pensamiento que rompe la dualidad. Para este paradigma el cuerpo no es sólo el territorio
propio sino el lugar múltiple de encuentro. Por lo que el cuerpo se gesta en la biología, se
desarrolla en el intercambio permanente de materia y energía con su medio ambiente, y está
además ávido de información. Se crea y recrea en los encuentros afectivos con otros seres,
crece en un mundo de sentido.

Es así que el cuerpo se vivencia como una organización que en su complejidad, ha


manifestado nuevas opciones en el mundo de la vida: la autoconciencia y el inconsciente, la
razón y la imaginación; haciendo que el eje del devenir en el mundo para el sujeto encarnado,
sea la producción de sentido. Se crea sentido en la acción, en el movimiento del cuerpo.
7
Como se propone en el seminario el objeto es subjetivado por el sujeto y el sujeto es objetivado por el objeto.
8
La enacción es una perspectiva que contempla que sujeto y mundo se definen mutuamente y que no hay un
mundo independiente y anterior a la experiencia,
Solo superando la visión reduccionista del cuerpo, como cosa sin trascendencia ni finalidad
en sí, es posible concebir al cuerpo como la “fuente de toda percepción”, del “modo
primordial de habitar en el mundo” (Barbero 2003)

El cuerpo es quien simboliza la existencia ya que es quien la realiza. La realidad y la


existencia habitan en el cuerpo y en sus posibilidades. Merleau-Ponty (1984) es quien
establece esta recreación del cuerpo, como todo lo que existe, al afirmar que: “Si el cuerpo
puede simbolizar la existencia es porque la realiza y porque es la actualidad de la misma”
(pág. 191). La simboliza a través de la expresión, no porque sea un acompañamiento exterior,
sino porque es la misma existencia la que se realiza en él.

No se trata aquí, como dice Martín Barbero (2003) de reducir la subjetividad al cuerpo, sino
de reconocer la potencialidad original que éste tiene. Púes es la corporeidad la que engendra
un mundo, un tiempo y un espacio propios.

El cuerpo encarnado, piensa, y se comunica, a través de la expresión de otro lenguaje, (los


gestos y las señales), el lenguaje del movimiento, el movimiento que habita en el lenguaje.
El movimiento como acción constante, fluyente, natural y perpetua, se convierte en su idioma
y en uno de sus modos de estar, de ser en el espacio. Este subvierte las dinámicas inertes y
opresoras del mero ocupar un lugar y permite reconocer la vida del ser, la energía que él
tiene. Es en sí mismo, un espiral inacabado que se basa en energía, expresión, palabra y
acción vivida.

Bibliografía
Barbero, M. (2003). La educación desde la comunicación. Bogotá: Grupo editorial Norma.

Detrez, Ch. (2002) La construction sociale du corps. París, Seuil,

Gadotti, M. (2011). Historias de las ideas pedagógicas. México, D.F.: Siglo XXI.

Merleau-Ponty, M. (1984). Fenomenología de la percepción. Barcelona: Planeta-Agostini.

Najmanovich, D. El sujeto encarnado: Limites devenir e incompletud. Descargado en:


http://fac.org.ar/1/docencia/foros/cardtran/gral/sujeto%20encarnado.htm

Najmanovich, D Pensar-vivir la corporalidad más allá del dualismo. Descargado en:


http://www.fac.org.ar/fec/foros/cardtran/colab/Denise%201.htm

Paciuk, S. ¿Cuerpo y mente? Sujeto encarnado. Descargado en:


http://fp.chasque.net/~relacion/0209/cuerpo.htm
.

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