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27/05/2013
Si bien es cierto que en la formación artística hay mucho de vocación, entendiendo esta
vocación como el afecto que uno puede sentir hacia aquello que hace, produciéndole además
de un determinado placer, un conocimiento del mundo en su generalidad y una expansión de sí
mismo que posibilita una interrelación con su contexto, cabría preguntarse porqué queda
relegado el punto de partida al hobby.
En el proceso, partiendo de esa primera atracción afectiva por descubrir el mundo, en el caso
que me compete a través de las artes plásticas en sus muchas modalidades, se van
incorporando otros elementos que el desarrollo y la formación de la persona requieren. Hay
que posibilitar que las artes sean también un pilar esencial en la formación de la persona, tanto
como lo pueda ser el lenguaje, las matemáticas o el conocimiento del medio. Así, a los
primeros experimentos sensoriales, importantísimos en la niñez, hay que tener en cuenta que
se va a ir sumando y complejizando con elementos nuevos de carácter cognitivos, emocionales,
intelectuales, expresivos y comunicativos. Hay que entender que las artes tienen sus códigos
como cualquier lenguaje y la información acumulada se estratifica en la obra artística;
información que hay que saber ordenar para transmitir y hay que saber leer para recepcionarla
y que se incorpore a nuestro proceso formativo-cultural como personas.
En consecuencia, la vocación primera de corte más afectiva, hay que alimentarla desde:
la interrelación con el contexto y disciplinas de las que se nutre también el arte (historia,
antropología, psicología, sociología, etc,) de ahí su carácter transversal;
así como con el reto de intervenir en el mundo a través de la creación de proyectos, es decir, de
la capacidad de proyectar, que no es otra cosa que arrojarse hacia delante en un intento de dar
una visión y realizar una participación en el mundo desde la posición y el contexto en el que se
encuentra cada uno. Esta sería la dimensión constructiva del arte y que incide directamente en
la creación de patrimonio y la integración en los sistemas culturales.
En el caso de las artes plásticas y visuales en general, se ha de entender que este proceso va
parejo al desarrollo de la madurez de la persona y para ello es imprescindible frecuentar los
contextos artísticos para educar y construir una mirada con sensibilidad inteligente, sean
museos, exposiciones en galerías y todo tipo de eventos que tengan que ver con la sensibilidad
plástica. No podemos olvidar que en el caso de las artes plásticas y visuales lo que se produce
es una educación de la mirada en particular y de la sensibilidad en general.
En este sentido si reconocemos que el arte atiende a tres niveles desde el sujeto a su contexto,
tenemos las claves para apuntar en la dirección adecuada de cara a la organización y
estructuración de un proceso formativo que nos lleve del hobby a la profesión. Así los niveles
serían:
Patrimonial como afirmación de una identidad social que conlleva una gran carga de
información y valores sociales.
Situándonos desde el punto de vista del sujeto vemos que la práctica artística articula una gran
carga de información donde se conjugan y convergen tres planos del sujeto creador que ha de
ir desarrollando en su proceso de madurez y profesionalización; es decir, en el paso del hobby a
la profesión se ha de enriquecer, y sin duda hacer más complejo, procesos que tienen que ver
con:
Vemos que hay que atender simultáneamente a estas tres dimensiones del sujeto, lo que hace
del arte una disciplina de integración donde confluyen aspectos que hacen de la actividad
artística un proceso de interdisciplinariedad, lo que sin duda alguna tiene que ver con su
particular dificultad para ser acotado, definido, perfilado y para visualizar su aplicabilidad
inmediata..