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Profesores: Neus Freixa Fontanals, Mercè BalcellsOliveró,
Antoni Gual Solé
Bases biológicas, diagnóstico y tratamiento
del alcoholismo
Neus Freixa Fontanals
Mercè BalcellsOliveró
Antoni Gual Solé
Unitat d'Alcohologia de la Generalitat.
IMD. Hospital Clínic de Barcelona
Bases biológicas, diagnóstico y tratamiento del alcoholismo
Así mismo, la prevalencia del consumo de alcohol en
España es muy elevada. El estudio EDADES
realizado en 2015 por la Delegación del Gobierno
para el Plan Nacional sobre Drogas sitúa el consumo
de alcohol en los 12 últimos meses en un 78,3 %
de la población activa (entre 15 y los 64 años), muy
por encima de la segunda droga consumida que es
el tabaco con 40,7 % de la población.
Eso explica que los trastornos por uso de alcohol sean también muy prevalentes en nuestro medio. Es
además una enfermedad claramente infradiagnosticada e infratratada, teniendo en cuenta el daño que
representa para la salud y la sociedad. La prevalencia en población general del Trastorno por consumo de
alcohol (TCA), que incluye el abuso y la dependencia del alcohol, se estima en España en 5,2% a lo largo de
la vida y se sitúa en un 1% al año (Miquel et al, 2016).
La OMS estima que un total de 3,3 millones de muertes en todo el mundo cada año están relacionadas con
el consumo de alcohol. El alcohol no está sólo implicado en la cirrosis o en accidentes de tráfico, sino que se
considera un factor clave en más de 200 enfermedades (entre ellas, un gran número de tumores o
mayor susceptibilidad a infecciones como la tuberculosis y la neumonía).
Este módulo aborda las bases neurobiológicas e hipótesis etiológicas del alcoholismo, la definición así como
el diagnóstico de abuso y dependencia del alcohol. Estos conceptos han ido evolucionando, por lo que el
DSM V los ha incluido en un único trastorno, que habla de Trastorno por consumo de alcohol leve,
moderado o grave. (TCA). Repasaremos también las posibilidades de tratamiento tanto el centrado en la
abstinencia como los nuevos paradigmas de reducción de consumos y los tratamientos a demanda.
Objetivos
Conocer las bases biológicas y las hipótesis etiológicas de la dependencia del alcohol.
Definir el alcoholismo y conocer su diagnóstico.
Conocer las formas de tratamiento para la desintoxicación alcohólica.
Estudiar la deshabituación alcohólica desde el punto de vista farmacológico y psicológico.
Copyright © Instituto de Altos Estudios Universitarios
Esquema de conceptos básicos
1. Bases biológicas del alcoholismo
El alcohol es una sustancia con complejos y múltiples efectos
tanto estimulantes y euforizantes como sedantes,
así como efectos placenteros o altamente
desagradables que dependen de múltiples factores.
Objetivos actuales de la neurobiología de las adicciones
a. Localizar las alteraciones orgánicas en el SNC (núcleos, vías neuronales, exceso o defecto de
neurotransmisores o neuromoduladores, receptores, segundos mensajeros, etc.) que puedan explicar los
fenómeno adictivos ya sean éstos alteraciones primarias o secundarias.
b. Aclarar si es el consumo agudo o el consumo crónico de tóxicos lo que altera el equilibrio del sistema
neurotransmisor o si se trata de una predisposición genética inicial del individuo.
c. Describir asimismo la proporción entre factores externos (ambientales, culturales, sociales) e internos
(sustrato neurológico, tóxico, dotación genética) que intervienen en la instauración y el mantenimiento del
proceso adictivo.
Las alteraciones en el sistema opiáceo endógeno tienen un peso específico en el alcoholismo. Se han
relacionado con el riesgo de padecer dependencia alcohólica (Gianoulakis et al., 1996; Van Ree, 1996; Herz,
1997), con la aparición del craving o deseo patológico de beber (Volpicelli et al., 1992; O’Malley et al., 1995)
y con el fenómeno de priming que se refiere al estímulo inicial que desencadena la pérdida de control en el
consumo de una sustancia.
Numerosos estudios con animales han demostrado que la administración de agonistas opiáceos como la
morfina incrementa de forma aguda la ingesta de alcohol y que antagonistas como la naltrexona o la
naloxona modulan su consumo (Kornet et al., 1991; Gianoulakis et al., 1992). Agonistas parciales como el
nalmefene se utilizan como tratamiento del consumo abusivo del alcohol incidiendo en los fenómenos de
priming y pérdida de control del consumo (Keating, 2014)
A pesar de ello, la etiopatogenia de los trastornos en el sistema opiáceo endógeno está aún por aclarar y se
desconoce si es el consumo agudo o crónico de alcohol lo que altera el equilibrio del sistema o si se trata de
una predisposición genética primaria.
Implicación del sistema opioide
Las hipótesis explicativas de la implicación del sistema opioide en el alcoholismo son las siguientes:
1. Hipótesis del exceso de opioides primarios: una elevada actividad opioide primaria incrementaría la
posibilidad de empezar a beber, ya que estos individuos encontrarían mayor refuerzo positivo en las
conductas de ingesta de alcohol y, por lo tanto, existiría mayor susceptibilidad para el alcoholismo.
2. Hipótesis de la deficiencia opioide primaria: existiría una actividad opioide disminuida, en la que el
consumo de alcohol estimularía una liberación opioide compensadora, por lo que el alcoholismo se explicaría
como un fenómeno de automedicación.
3. Teoría de la sensibilidad opioide al alcohol aumentada: apunta a que el incremento de la
respuesta opioide al alcohol sería responsable de mantener el consumo continuado de alcohol por un
sistema de "autoadicción" opioide endógena.
4. Otra hipótesis señala la posible capacidad del sistema opioide para modular la sensibilización
dopaminérgica, como mecanismo de implicación secundaria del sistema opioide en las conductas adictivas
(Robinson y Berridge, 1993; BalcellsOliveró y Vezina, 1997).
5. Por último, la pérdida de control sobre el consumo de alcohol una vez iniciada la primera copa (priming)
que caracteriza a los pacientes con dipsomanía se correlacionaría con una liberación anormalmente elevada
de bendorfinas en respuesta al alcohol. Esta intensa pérdida de control disminuirá al bloquear o modular los
receptores opiáceos. (BalcellsOliveró et al., 1998).
Se ha relacionado las alteraciones en el sistema opiáceo endógeno con el riesgo de
padecer dependencia alcohólica y con la aparición del craving o deseo patológico de
beber y con fenómenos de priming o pérdida de control. En estudios con animales se
demuestra que la administración de agonistas opiáceos aumenta el consumo de alcohol y
la de antagonistas lo modulan.
El uso de fármacos de nueva aparición con efecto modulador del sistema opioide como el
nalmefeno, permite tratar los trastornos por usos de alcohol sin pasar por la abstinencia
completa.
2. Definición y diagnóstico del alcoholismo
El consumo de alcohol es un proceso progresivo que
pasa por una serie de fases que van desde la
abstinencia a la dependencia. En esta trayectoria
podemos diferenciar un consumo de bajo riesgo, un
consumo perjudicial, un consumo de riesgo y por
último una dependencia al alcohol.
Por otro lado el consumo de riesgo viene definido por la cantidad concreta en gramos de alcohol que se
consume. Así, para una mujer un consumo de riesgo será todo aquel que sea igual o superior a 20 gr por
día o a 140 gr a la semana; y para el hombre, igual o superior a 40 gr por día y 280 gr a la semana.
El abuso y la dependencia vienen definidos por criterios cualitativos respecto a la relación que el paciente
establece con el alcohol y la pérdida de control sobre el consumo o sus consecuencias negativas. Estos dos
conceptos se han unificado en el 2014 con la aparición del DSM V, en un único diagnóstico de trastorno por
abuso de alcohol, que puede ser leve, moderado y grave.
Criterios DSM V para TCA
Trastorno por consumo de alcohol
A. Un modelo problemático de consumo de alcohol que provoca un deterioro o malestar clínicamente
significativo y que se manifiesta al menos por dos de los hechos siguientes en un plazo de 12 meses:
1. Se consume alcohol con frecuencia en cantidades superiores o durante un tiempo más prolongado del
previsto.
2. Existe un deseo persistente o esfuerzos fracasados de abandonar o controlar el consumo de alcohol.
3. Se invierte mucho tiempo en las actividades necesarias para conseguir alcohol, consumirlo o recuperarse
de sus efectos.
4. Ansias o un poderoso deseo o necesidad de consumir alcohol.
5. Consumo recurrente de alcohol que lleva al incumplimiento de los deberes fundamentales en el trabajo,
la escuela o el hogar.
6. Consumo continuado de alcohol a pesar de sufrir problemas sociales o interpersonales persistentes o
recurrentes, provocados o exacerbados por los efectos del alcohol.
7. El consumo de alcohol provoca el abandono o la reducción de importantes actividades sociales,
profesionales o de ocio.
8. Consumo recurrente de alcohol en situaciones en las que provoca un riesgo físico.
9. Se continúa con el consumo de alcohol a pesar de saber que se sufre un problema físico o psicológico
persistente o recurrente probablemente causado o exacerbado por el alcohol.
10. Tolerancia, definida por alguno de los siguientes hechos:
a. Una necesidad de consumir cantidades cada vez mayores de alcohol para conseguir la intoxicación o
el efecto deseado.
b. Un efecto notablemente reducido tras el consumo continuado de la misma cantidad de alcohol.
11. Abstinencia, manifestada por alguno de los siguientes hechos:
a. Presencia del síndrome de abstinencia característico del alcohol (véanse los Criterios A y B de la
abstinencia de alcohol.
b. Se consume alcohol (o alguna sustancia muy similar, como una benzodiacepina) para aliviar o evitar
los síntomas de abstinencia.
Especificar la gravedad actual:
305.00 (F10.10) Leve: Presencia de 2–3 síntomas.
303.90 (F10.20) Moderado: Presencia de 4–5 síntomas.
303.90 (F10.20) Grave: Presencia de 6 o más síntomas.
El diagnóstico de los TCA no siempre es sencillo. Existe una serie de cuestionarios, auto o hetero
administrados, que permiten detectar precozmente tanto el consumo excesivo de alcohol como el
perjudicial: AUDIT, AUDITC, CAGE, MALT (Contel et al., 1999; Mayfield et al., 1974; RodríguezMartos,
1986).
Así mismo, se han descrito una serie de marcadores biológicos que apuntan a una posible alteración por
abuso de alcohol. Los más utilizados son:
a. La gammaglutamiltranspeptidasa (GGT).
b. El volumen corpuscular medio (VCM).
c. Las transaminasas (ASAT y ALAT).
d. La transferrina deficiente en hidratos de carbono (CDT).
El diagnóstico de alcoholismo se ve dificultado por las características psicológicas y el
tiempo que tarda en desarrollarse. Existen cuestionarios y una serie de marcadores
biológicos para la detección precoz del abuso de alcohol.
El trastorno por abuso y dependencia del alcohol se han unificado en el DSM V
convirtiéndose en Trastorno por consumo de alcohol que puede codificarse como leve,
moderado o grave.
3. Tratamiento del alcoholismo
3.1 Tipos de tratamiento y
cambio de paradigma
3.2 La desintoxicación
alcohólica
3.3 La deshabituación
alcohólica
3.1 Tipos de tratamiento y cambio de paradigma
En los últimos años estamos asistiendo a un cambio
radical en el planteamiento de los trastornos por uso
de alcohol. La investigación creciente con la
aparición de nuevos fármacos, el cambio en los
criterios diagnósticos introducidos por el DSM V, las
nuevas políticas sanitarias globales de la OMS y de la
Comunidad Europea y la introducción de nuevas
tecnologías explican el momento de cambio en el
que nos encontramos
A todo esto se suma la evolución en los paradigmas
de tratamiento, donde el paciente deja de ser un
sujeto pasivo para pasar a ser un cliente y reclama
una toma de decisiones compartidas.
En el momento actual podemos diferenciar dos tipos de abordaje:
1.Tratamiento orientado a la abstinencia
2.Tratamiento orientado a la reducción del consumo
3.1.1 Tratamiento orientado a reducción del consumo de
alcohol
El tratamiento dirigido hacia la reducción del consumo
de alcohol combina los tratamientos de reducción de
daños, empleados en otras drogodependencias y los
tratamientos de consumo controlado, demonizados en
el pasado. El objetivo de la reducción del consumo de
alcohol es evitar o minimizar el daño físico o psiquiátrico
provocado por el consumo de alcohol, preparando al
paciente para una posible abstinencia final, pero
también contempla la posibilidad de un consumo
controlado o de bajo riesgo para pacientes con
consumos en forma de dipsomanía o binges que no
quieren o no precisan abstinencia.
Este nuevo paradigma terapéutico estará pues indicado
a) en pacientes que han realizado intentos infructuosos
de abstinencia y que presentan complicaciones
orgánicas importantes y b) en pacientes poco
motivados o poco interesados en la abstinencia y en
pacientes con un bajo grado de dependencia.
La combinación de estudios poblacionales con el consumo de alcohol per cápita de países europeos ha
permitido concluir que cualquier reducción de alcohol a partir de 10 g/día de disminución provoca un
decrecimiento de la mortalidad anual y a largo plazo (Rehm y cols, 2011).
Se han empleado diferentes procedimientos terapéuticos, tanto farmacológicos como psicoterapéuticos para
reducir el consumo de alcohol. A nivel psicológico hay que destacar las intervenciones breves y el abordaje
motivacional con reducción gradual del consumo de acuerdo con el paciente y evaluación periódica. A nivel
farmacológico se han utilizado los antagonistas opiáceos y concretamente el nalmefeno, con buenos
resultados. (Ver apartado de tratamientos farmacológicos).
3.1.2 Tratamiento orientado a la abstinencia
El tratamiento del alcoholismo basado en la
abstinencia, consta de dos fases claramente
diferenciadas: la desintoxicación y la deshabituación.
3.2 La desintoxicación alcohólica
La desintoxicación es una emergencia en los siguientes casos:
a. cuando se objetiva la presencia de algún síntoma o signo de abstinencia,
b. cuando existe alguna condición médica grave (ascitis, etc.),
c. en el caso de patología psiquiátrica o depresión, cuando el riesgo de suicidio está incrementado,
d. cuando existen trastornos familiares o sociales importantes (maltratos, violencia, etc.).
La desintoxicación se realiza con cobertura farmacológica (para prevenir el síndrome de abstinencia),
aunque en algunos casos basta con aislar al paciente del tóxico y esperar su completa eliminación, y no se
requiere tratamiento farmacológico alguno.
Se administra tratamiento farmacológico en la desintoxicación:
a. a todos los pacientes que presenten algún signo/síntoma de abstinencia,
b. a los pacientes que beben en ayunas, refieren temblores u otros signos matutinos de abstinencia,
c. a los pacientes que tienen antecedentes de haber presentado con anterioridad cuadros de abstinencia.
Así mismo, es importante recordar que la aparición del síndrome de abstinencia no se puede predecir con
exactitud al no existir aún ningún marcador biológico fiable, por lo que muchos autores recomiendan el uso
de fármacos de forma preventiva en todas las desintoxicaciones.
Otros autores (Becker y Hale, 1993; Schuckit et al., 1995) apuntan la posibilidad de que en pacientes
dependientes, la interrupción del consumo de alcohol de forma brusca produzca siempre, aunque sea de
forma subclínica, un síndrome de abstinencia, que con el tiempo, a través de un mecanismo de
sensibilización neuronal o kindling, condicionará la aparición posterior de una sintomatología de abstinencia
severa.
Cuando estas hipótesis sean validadas con estudios clínicos controlados, quizás debamos revisar las pautas
de tratamiento de la desintoxicación alcohólica. En la actualidad y en la clínica diaria, no siempre se
considera necesario el tratamiento farmacológico.
No es necesaria la administración de fármacos:
a. en pacientes que beben de forma intermitente que nunca hayan presentado síndrome de abstinencia y
b. en pacientes que no hayan ingerido alcohol en las últimas 72 horas y no presentan ningún signo o
síntoma de abstinencia (siempre descartando la ingesta de benzodiacepinas o administración de anestésicos
que pueden retrasar la aparición de la sintomatología).
Los fármacos más usados para la desintoxicación alcohólica son:
a. Las benzodiacepinas de vida media larga como el diazepam, clonazepam y el clordiacepóxido, a dosis
superiores a la ansiolítica.
b. Las benzodiacepinas, como el lorazepam y el oxacepam en pacientes con signos o sospecha de
hepatopatía.
c. Clometiazol
d. Tiapride
e. Otros fármacos con acción gabaérgica como el GHB y la oxcarbamacepina
Todos estos fármacos tienen una amplia seguridad y eficacia terapéutica y su elección dependerá de los
antecedentes y situación orgánica del paciente, de la gravedad del cuadro de abstinencia y del contexto
(hospitalario o ambulatorio) donde se realice la desintoxicación.
Las principales complicaciones médicas de la desintoxicación alcohólica son:
Por sobredosificación:
a. hipersomnia,
b. sedación,
c. encefalopatía hepática,
d. depresión respiratoria.
Por infradosificación:
a. ansiedad,
b. insomnio,
c. irritabilidad,
d. síndrome de abstinencia,
e. convulsiones,
f. delirium.
Por último, es importante recordar la necesidad de añadir siempre vitaminoterapia (tiamina a dosis de 200
300 mg/día) para prevenir el síndrome de WernickeKorsakoff y otras complicaciones neurológicas (Soler et
Balcells, 2013).
La desintoxicación alcohólica es el tratamiento o prevención del síndrome de abstinencia
y también la fase inicial del tratamiento de la dependencia alcohólica, y suele durar de 1
a 2 semanas. Puede presentarse como una urgencia médica o como un procedimiento
programado y consensuado entre médico y paciente. La elección de los fármacos
dependerá de los antecedentes y situación orgánica del paciente, de la gravedad del
cuadro de abstinencia y del contexto (hospitalario o ambulatorio) donde se realice la
desintoxicación.
3.3 La deshabituación alcohólica
La deshabituación es el proceso de aprendizaje por el que pasa el
paciente cuando se enfrenta a vivir sin alcohol.
Podemos considerar que la deshabituación empieza o debería empezar
con la desintoxicación y que, además, ésta última condicionará en parte
el abordaje terapéutico posterior.
En los últimos años se conocen mejor los trastornos neuroquímicos
subyacentes a los procesos de adicción y a las anomalías psiquiátricas
(depresión, ansiedad, deterioro neurocognitivo, etc.) que
frecuentemente se asocian al alcoholismo.
Tabla 1
TRATAMIENTOS FARMACOLÓGICOS
Fcos DISULFIRAM
ANTIDIPSOTROPOS CIANAMIDA
CÁLCICA
Fcos ANTICRAVING Fcos GABAÉRGICOS GHB
y ACAMPROSATO
GLUTAMATÉRGICOS BACLOFENO
ANTAGONISTAS NALTREXONA
OPIÁCEOS NALMEFENE
OTROS Fcos
DOPAMINERGICOS
Fcos
SEROTONINÉRGICOS
Todo ello ha favorecido la aparición de nuevos fármacos eficaces en la fase de deshabituación alcohólica que
se complementan con los clásicos fármacos antidipsotropos como el disulfiram o la cianamida cálcica y han
mejorado en gran medida el pronóstico a largo plazo de esta compleja enfermedad.
La deshabituación es el proceso por el que el paciente aprende a vivir sin alcohol. Debe
empezar con la desintoxicación, que condicionará en parte el abordaje terapéutico
posterior. Comprende tanto el tratamiento farmacológico, que ha mejorado
considerablemente el pronóstico a largo plazo de la enfermedad gracias a la aparición de
nuevos fármacos, como el tratamiento de las anomalías psiquiátricas o patología dual
que se asocia al alcoholismo.
3.3.1 Tratamiento farmacológico de la deshabituación
alcohólica
El trastorno por consumo de alcohol (TCA), tal como
se define actualmente en el Manual Diagnóstico y
Estadístico, quinta edición (DSMV), es un trastorno
heterogéneo derivado de una compleja interacción
de factores neurobiológicos, genéticos y
ambientales. Como resultado de esta
heterogeneidad, no existe un único tratamiento
eficaz.
Por otro lado se están evaluando y utilizando una serie de nuevos medicamentos y medicamentos ya
existentes con nuevas indicaciones. Estos medicamentos incluyen entre otros el baclofeno, el GHB, la
bromocriptina, la quetiapina, el aripiprazol, entre otros antagonistas dopaminérgicos, y los inhibidores
selectivos de la recaptación de serotonina o la buspirona. La eficacia de estos medicamentos es muy
variable. Hay estudios que muestran una buena eficacia con efectos secundarios que son de leves a
moderados en intensidad; otros muestran resultados prometedores, pero están a la espera de estudios más
amplios; y aún otros muestran poca eficacia por el momento a pesar de que los resultados preliminares
prometedores.
3.3.1.1 Fármacos antidipsotrópicos o aversivos
Los fármacos antidipsotrópicos o aversivos como el disulfiram y la cianamida cálcica han sido los fármacos
más usados en el tratamiento del alcoholismo y siguen teniendo una amplia vigencia en la actualidad.
Estos fármacos interfieren el metabolismo del alcohol, inhiben la acción de la aldehidodeshidrogenasa y
provocan un incremento de los niveles plasmáticos de acetaldehído responsable de síntomas como
taquicardia, hipotensión, rubefacción, cefalea, etc.
Sorprendentemente, el número de estudios que prueban su eficacia es escaso y, como comentan Hughes y
Cook (1997) en su revisión de 34 estudios realizados entre 1967 y 1995, en muchos casos presentan
problemas metodológicos o fallos estadísticos.
En general, parece demostrado que la eficacia de los fármacos aversivos mejora si se consigue aumentar la
adhesión al tratamiento con supervisión por parte de un familiar o persona responsable o asociando el
disulfiram a otros programas de tratamiento, tanto psicosocial como farmacológico.
El mecanismo terapéutico de acción de los fármacos aversivos parece residir en el miedo a la reacción
disulfiramalcohol más que en la propia acción farmacológica per se. Esto explicaría por qué en estudios
como el de Wilson y colaboradores (1978, 1980) la abstinencia fue igual en el grupo placebo que en el de
disulfiram pero mayor que en el grupo control y explicaría también el porqué de la baja eficacia a largo plazo
de estos fármacos pues actúan sólo como castigo sin incidir o modificar la dependencia y pierden su eficacia
inmediatamente después de su retirada.
Los fármacos antidipsotrópicos o aversivos como el disulfiram son los más usados en el
tratamiento farmacológico de deshabituación del alcoholismo. La eficacia de estos
fármacos mejora si se consigue aumentar la adhesión al tratamiento con supervisión por
parte de un familiar o una persona responsable o si se asocia el disulfiram a otros
programas de tratamiento, tanto psicosocial como farmacológico.
3.3.1.2 Fármacos anticraving
Estos fármacos, a los que clasificaremos según el sistema neurotransmisor sobre el que inciden, siguiendo
la clasificación utilizada por Soyka (1997), actúan disminuyendo o anulando el deseo compulsivo o
imperioso de alcohol o craving.
Aunque es necesario recordar que el concepto de craving sigue estando poco sistematizado, no hay aún un
consenso claro en cuanto a su verdadera implicación en el abuso de alcohol ni sabemos cuáles son todos los
mecanismos que participan en el deseo irrefrenable de beber.
Al craving se le ha añadido recientemente otros fenómenos como el priming o desencadenante del consumo
con pérdida de control para explicar los mecanismos terapéuticos de los nuevos fármacos en el tratamiento
del TUS.
3.3.1.2.1 Fármacos Gabaérgicos y de acción sobre el glutamato
y el NMDA
Diversos estudios farmacológicos han demostrado que el alcohol a corto plazo aumenta las acciones GABA
(neurotransmisor inhibitorio) sobre sus receptores y disminuye las de los aminoácidos excitatorios, tales
como el glutamato, sobre los receptores NMDA (Samson y Harris, 1992). Simplificando, podemos decir que
el alcohol reduce la frecuencia de los impulsos eléctricos y deprime la actividad del SNC.
Cuando la exposición al alcohol es crónica, el organismo se adapta disminuyendo la actividad del sistema
Gabaérgico y aumentando la actividad glutamatérgica. El resultado final sería un aumento de la
excitabilidad neuronal que contrarrestaría los efectos depresores del alcohol.
Al suprimir el consumo de alcohol, su efecto depresor desaparece, pero las neuronas permanecen
hiperexcitables. Esta hiperexcitabilidad que requeriría tiempo para readaptarse, sería la responsable de la
aparición de síntomas como la ansiedad, el insomnio y el craving.
Ácido ghidroxibutirato (GHB)
El GHB es un metabolito del GABA con actividad neurotransmisora y neuromoduladora.
En 2010 La Cochrane realizó una revisión sistemática de los estudios publicados sobre GHB y tratamiento
del alcoholismo (Cochrane database of systematic reviews, 2010) Se incluyeron trece ensayos controlados,
de los cuales 11 se habían realizado en Italia. Se tuvieron en cuenta estudios que utilizaban el GHB tanto
para prevenir el síndrome de abstinencia como para prevenir las recaídas en el consumo de alcohol.
La revisión concluye que a día de hoy, no hay pruebas suficientes con estudios randomizados que sugieran
una mayor eficacia del GHB para tratar la abstinencia al alcohol cuando se compara con otros fármacos
como las benzodiacepinas o el clometiazol.
Cuando se evaluó su utilidad para prevenir recaídas o disminuir el craving, 50mg de GHB de forma
rabndomizada tuvieron un efecto superior que el placebo en la prevención de recaídas en alcohólicos
desintoxicados con anterioridad durante los primeros 3 meses de seguimiento. En otro estudio el GHB
parece ser mejor que la Naltrexona y que el disulfiram en el mantenimiento de la abstinencia y la
disminución del craving a medio plazo (3 a 12 meses).
La preocupación planteada sobre el GHB en relación con el riesgo de desarrollar adicción y mal uso o abuso
de la droga, hace que estos hallazgos deban ser considerados con precaución y sugiere el uso de GHB sólo
bajo estricta supervisión médica.
Acamprosato
El acamprosato es un derivado simple del aminoácido esencial taurina: el ácido acetilhomotaurínico.
Presenta actividad como agonista GABA y como inhibidor a nivel de los receptores glutamatérgicos tipo
NMDA, aunque su mecanismo exacto de acción estaría aún por determinar (Littleton, 1995; Samson y
Harris, 1992).
Se han realizado con este fármaco un importante número de estudios clínicos desde su introducción en
1985. La mayoría de los estudios son a doble ciego y demuestran, con un aceptable rigor metodológico
(Moncrieff y Drummond, 1997; Soyka, 1997), una eficacia superior del acamprosato respecto al placebo.
Aubin (1996) contabiliza más de dos millones de pacientes tratados en Francia con acamprosato, tres mil de
ellos controlados en estudios clínicos, y concluye que se ha podido demostrar con claridad la eficacia clínica
del acamprosato en: a) la prevención de recaídas alcohólicas a medio y largo plazo, b) un incremento en la
adhesión al tratamiento de los pacientes tratados con acamprosato y c) una posible reducción del craving
para el alcohol.
Se ha realizado también un estudio multicéntrico en nuestro país, el estudio ADISA (Gual et al.) con
resultados igualmente positivos para el acamprosato. Este estudio demostró, con una muestra de 288
pacientes y un seguimiento de 6 meses, que 1998 mg/día de acamprosato fue más eficaz que placebo para
mantener la abstinencia en pacientes alcoholdependientes. El análisis de supervivencia basado en la
abstinencia durante todo el estudio obtuvo un porcentaje de éxito del 35% en pacientes tratados con
acamprosato comparado con un 26% en placebo.
Baclofeno
El Baclofeno es un fármaco agonista del receptor GABAB usado en el tratamiento de la espasticidad.
Estudios preliminares en los años 90 sugirieron su uso en el tratamiento de la abstinencia al alcohol y
disminuir el número de recaídas. Los primeros estudios aleatorizados y a doble ciego demostraron que el
porcentaje de pacientes abstinentes tratados con este fármaco era significativamente más elevado que el
del grupo placebo y se apreciaba un descenso importante de los síntomas de ansiedad.
En estos estudios, los efectos adversos más frecuentes, aunque poco intensos, fueron náuseas, vértigo y
dolor abdominal y las dosis iniciales eran de 30 a 60 mg/día.
3.3.1.2.2 Moduladores opiáceos
Desde hace unos años se está investigando la relación existente entre el sistema opioide endógeno y el
consumo de alcohol.
Estudios de laboratorio y clínicos han sugerido la eficacia de los tratamientos con antagonistas o
moduladores del sistema opioide en los trastornos por uso de alcohol (TUS).
Algunos de estos estudios sostienen la disfunción endógena de los sistemas de endorfinas y encefalinas en
animales que espontáneamente consumen alcohol (De Waele et al., 1992; Gianoulakis et al., 1996),
indicándose que la administración de alcohol altera el contenido de b endorfinas y encefalinas en el cerebro
y glándula hipofisaria.
Otras teorías sostienen que las propiedades reforzantes del alcohol son debidas en gran medida a la
activación producida por éste en el sistema opioide endógeno y que los antagonistas opioides inhibirían la
capacidad reforzante del alcohol y, por lo tanto, el deseo de consumir (Anton et al., 1995).
También se ha postulado que los inhibidores opiáceos podrían modular la actividad dopaminérgica que actúa
en fenómenos de recompensa relacionados estrechamente con el deseo compulsivo de beber o craving
(Samson y Harris, 1992).
La naloxona reduce, por ejemplo, la liberación refleja de dopamina en el nucleus accumbens, modulando la
sensibilización dopaminérgica (BalcellsOliveró y Vezina, 1997). Este fenómeno ha sido considerado como el
mecanismo neurobiológico responsable de la adicción y el craving por autores como Robinson y Berridge
(1993).
Naltrexona
Existen varios estudios clínicos randomizados y doble ciego con naltrexona a nivel internacional (O’Malley et
al., 1992; Volpicelli et al., 1992; Chick, 1996) y en nuestro país (Landabaso et al., 1997).
La naltrexona reduce en todos los estudios las escalas de craving utilizadas. En el estudio de O’Malley y
colaboradores (1992) el tipo de psicoterapia utilizado (coping skills o terapia de apoyo) condiciona la eficacia
del fármaco. Los pacientes que recibieron terapia de apoyo más naltrexona incrementaron las tasas de
abstinencia total, mientras que en los pacientes que recibieron terapia cognitiva con coping skills además de
naltrexona, no se obtuvo diferencias en cuanto a abstinencia respecto al grupo control, pero los episodios de
ingesta elevada de alcohol disminuyeron (heavy drinking).
Nalmefeno
La posibilidad del Nalmefeno de reducir la intensidad del consumo de alcohol en pacientes alcohólicos no
abstinentes abre interesantes posibilidades terapéuticas en el ámbito de reducción de daños y modifica los
paradigmas previos de tratamiento basados tan solo en la abstinencia.
El nalmefeno es un modulador del sistema opioide endógeno, con efectos antagonistas sobre los receptores
μ y δ, y agonista parcial sobre los κ, que modulan las funciones del sistema corticomesolímbico cerebral.
Se postula que su acción indirecta sobre la DA podría contrarrestar los efectos reforzantes del consumo de
alcohol sobre los circuitos neurológicos de recompensa, reduciendo dicho consumo,. Así mismo su acción
sobre los ganglios basales parece tener un efecto de modulación de los efectos de “priming” que pueden
mediar la pérdida de control del consumo de alcohol.
Los resultados de los estudios clínicos controlados (Mann et al, 2013; Gual et al, 2013; van den Brink et al,
2014) muestran diferencias con respecto a placebo. Aunque esta diferencia es pequeña y, en algún caso,
no alcanza la significación estadística, al hacer un análisis estratificado de los datos y considerando
específicamente a los pacientes con riesgo alto o muy alto de consumo (más de 60 g/día para varones y
más de 40 para mujeres), se aprecia en los pacientes tratados con nalmefeno una reducción de más del
50% en el número de días de consumo elevado de alcohol al mes (de 23 a 1011 días/mes) y en la
cantidad total de alcohol ingerida (de 102113 a 4344 g/día). Extrapolando estos resultados, esto supone
una reducción de 160 días por años sin consumo excesivo de alcohol (van den Brink et al, 2013).
En los estudios, el nalmefeno (18 mg por comprimido) se tomó a demanda. Se instruyó a los pacientes a
que tomasen como máximo un comprimido cada día que percibiesen un riesgo de consumir alcohol.
Preferiblemente, debían tomar el comprimido de 1 a 2 horas antes de la hora del consumo previsto.
Es importante señalar que la pauta posológica a demanda, permitía que aquellos pacientes que notaban un
riesgo de consumir alcohol cada día pudiesen tomar la medicación a diario. No obstante, la dosis máxima fue
de un comprimido al día, con buen cumplimiento terapéutico a partir de un abordaje motivacional de
colaboración con el paciente que lo hacia responsable de sus decisiones y su tratamiento.
Los valores medios de GGT de los pacientes con niveles de consumo de riesgo altos o muy altos tanto en
situación basal como en la asignación aleatoria disminuyeron más durante los 6 meses en el grupo
nalmefeno que en el grupo placebo, con un valor de p <0,05 en el ESENSE 1. De forma similar, los valores
medios de ALAT (enzima específica hepática) disminuyeron más en el grupo nalmefeno que en el grupo
placebo, con un valor de p <0,05 en ambos estudios (ESENSE 1 Y ESENSE 2).
A partir de estos estudios multicéntricos el nalmefeno ha sido aprobado en la Unión Europea para la
reducción del consumo de alcohol en pacientes adultos con dependencia del alcohol que presentan un nivel
de consumo de alcohol de alto riesgo, sin síntomas de abstinencia físicos y que no requieran una
desintoxicación inmediata.
Los fármacos anticraving actúan disminuyendo o anulando el deseo compulsivo de
alcohol o craving. Dentro de los fármacos anticraving hay que distinguir entre los de
acción sobre el sistema Gabaérgico y sobre el glutamato, y los receptores NMDA como el
ácido ghidroxibutirato (GHB) y el acamprosato o los fármacos opiáceos como la
naltrexona o el nalmefene. Asimismo aparecen otro tipo de fármacos como el Baclofeno
con interesantes resultados clínicos.
3.3.1.2.3 Fármacos dopaminérgicos
La importancia de la transmisión dopaminérgica en las vías responsables del refuerzo positivo en animales
está ampliamente aceptada.
En prácticamente todas las drogas de abuso se ha demostrado un incremento de la liberación
dopaminérgica en el nucleus accumbens. Se conoce también la estrecha relación funcional existente entre
el sistema opioide y el dopaminérgico, como ya se ha comentado previamente.
En modelos animales, el consumo crónico de alcohol produce una alteración en la neurotransmisión
dopaminérgica, una disminución de la liberación de dopamina y, probablemente, una sensibilización de los
receptores que podrían ser, según algunos autores, las bases neurobiológicas de la adicción (Robinson y
Berridge, 1993).
Bromocriptina
Se trata de un agonista dopaminérgico de acción prolongada.
A pesar de que los estudios con animales demuestran una reducción del consumo de alcohol y los primeros
estudios clínicos parecían prometedores, la publicación por Naranjo y colaboradores (1997) de un reciente
estudio multicéntrico con una muestra más amplia de pacientes y un mayor seguimiento, puso en duda su
eficacia, sin que se hayan publicado más estudios positivos por el momento.
Antagonistas dopaminérgicos
El tiapride es un antagonista débil de los receptores D2 que carece de los típicos efectos secundarios de los
neurolépticos.
Algunos estudios han demostrado un cierto efecto en pacientes alcohólicos pero las muestras son pequeñas
y por el momento se requieren aún estudios más amplios.
Otros antipsicóticos, como el flupentixol, el Aripiprazol y la quetiapina están también en estudio, quedando
su posible eficacia aún por determinar.
El consumo crónico de alcohol produce una alteración en la neurotransmisión
dopaminérgica, una disminución de la liberación de dopamina y una posible
sensibilización de los receptores. Para contrarrestar estos efectos se utilizan los fármacos
dopaminérgicos como la bromocriptina (agonista dopaminérgico de acción prolongada) y
los antagonistas dopaminérgicos como algunos neurolépticos.
3.3.1.2.4 Fármacos serotoninérgicos
Un importante número de estudios apuntan hacia una disfunción en la neurotransmisión serotoninérgica
en al menos un subgrupo de alcohólicos.
Se ha descrito una disminución del 5 HIAA, un metabolito de la serotonina, en el líquido cefalorraquídeo de
pacientes alcohólicos y se postula que al incrementar el alcohol la liberación serotoninérgica, su consumo
podría normalizar los niveles de serotonina en el SNC (Samson y Harris, 1992).
La disminución de serotonina también está implicada en fenómenos como la impulsividad, la ansiedad o la
depresión, trastornos que podrían predisponer a los pacientes al consumo y a la recaída al consumo de
alcohol
Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS)
Son muchos los estudios que se han llevado a cabo con estos fármacos, pero en general los resultados
obtenidos han sido poco satisfactorios.
Parece que el efecto beneficioso de los ISRS estaría en un subgrupo determinado de pacientes. Naranjo y
colaboradores (1990) describen una reducción del craving aunque no una diferencia en las tasas de
abstinencia en el tratamiento con fluoxetina en los pacientes con alcoholismo moderado.
Otro subgrupo específico de pacientes serían los alcohólicos con síndrome depresivo que mejorarían no sólo
de su sintomatología depresiva, sino también de las tasas de recaída y consumo de alcohol (Cornelius et al.,
1993).
En la actualidad, se están realizando estudios con otros ISRS y otros fármacos serotoninérgicos, en
pacientes alcohólicos deprimidos o con elevada ansiedad, pero los resultados, están aún por determinar.
El consumo de alcohol también ocasiona una disfunción en la neurotransmisión
serotoninérgica, que es contrarrestada con los inhibidores selectivos de la recaptación de
serotonina (ISRS). Los fármacos serotoninérgicos podrían ser útiles en pacientes con
sintomatología depresiva o ansiosa asociada.
3.3.2 Tratamiento psicológico de la deshabituación alcohólica
En un principio valoraremos los objetivos del paciente en cuanto a la abstinencia de bebidas alcohólicas, que
por supuesto deberemos tener en cuenta como objetivo final.
En los apartados anteriores hemos tratado ampliamente los fármacos que pueden ayudar al paciente a
abandonar o reducir el consumo de bebidas alcohólicas y seguidamente relataremos los aspectos
psicológicos de la dependencia alcohólica y cómo abordarlos.
Aunque son muchos los tratamientos psicológicos que se ofrecen en el tratamiento de la dependencia al
alcohol, algunos de estilo más confrontativo tipo AA.AA., el más contrastado científicamente es la entrevista
motivacional y por ello intentaremos explicar los procesos y las habilidades en este tipo de abordaje (Bill
Miller y W. White 2007).
3.3.2.1 Objetivos principales del tratamiento psicológico
Así mismo, cuando un paciente nos repite por enésima vez que quiere curarse, puede ser difícil distinguir el
discurso aprendido a lo largo de múltiples tratamientos, de la motivación intrínseca verdadera.
En cualquier caso es conveniente establecer una buena relación con el paciente, basada en el respeto
mutuo, colaborando con él, y ayudándole a descubrir y marcarse sus propios objetivos.
Si creamos un clima de confianza con el paciente, éste nos permitirá investigar conjuntamente sus
dificultades a la vez que podremos establecer un plan de acción centrado principalmente en las necesidades
del paciente y no solamente en las del profesional y la institución.
3.3.2.2 Estrategias psicoterapéuticas
Es una equivocación pensar que sólo existe una estrategia efectiva
para que el paciente abandone su hábito tóxico. Casi se podría decir
que existen tantas estrategias como pacientes. Con ello queremos
remarcar la importancia que tiene el conocer en profundidad cada
paciente y su entorno para poder escoger aquélla que más le
convenza y con la que el paciente se encuentre más cómodo.
En el tratamiento psicológico de la deshabituación alcohólica, hay que marcarse unos
objetivos realistas y progresivos, y separarlos entre los que se establecerán en un primer
intento de tratamiento y los que se propondrán en alcohólicos que sufren recaídas.
Comprende también una serie de estrategias psicoterapéuticas que se adaptarán a cada
paciente en particular.
3.3.2.3 Primer contacto con el paciente alcohólico
Así mismo se evalúa si el paciente ha
efectuado tratamientos anteriores y
se intenta averiguar los motivos de
abandono con el fin de reconducir la
situación y evitar la repetición de
errores en el tratamiento.
Siempre que sea posible debemos aconsejar al paciente que venga acompañado por un familiar a las visitas,
de esta forma obtendremos una información más objetiva de la situación y podremos empezar a valorar si
el soporte familiar es adecuado o si debemos ofrecer también un espacio donde el familiar pueda obtener
información y apoyo para poder acompañar al paciente en el proceso de deshabituación.
El trabajo en adicciones es multidisciplinar: el personal especializado responsable del primer contacto con el
paciente suele ser preferentemente un psicólogo, trabajador social o personal de enfermería, y
seguidamente es el médico o psiquiatra quien valorará la necesidad de medicación o la valoración de
desintoxicación. Cuando ésta es necesaria se deberá así mismo valorar el dispositivo en el que se efectuará:
ingreso en unidad de desintoxicación, hospital de día o bien en consultas externas
El abordaje del paciente alcohólico es siempre una tarea que debe realizarse con una combinación de
respeto y firmeza, que le permita confiar en nosotros y que pueda hacerle sentirse seguro en su decisión
sea cual sea ésta. Puede ser de gran utilidad que nos preguntemos cuáles son los deseos y expectativas del
paciente para poder ajustar los recursos que tenemos de forma honesta y razonable.
Una actitud colaboradora y optimista por nuestra parte suele animar al paciente a creer en sus propias
capacidades para establecer cambios en sus consumos y elegir las estrategias más eficaces, que le puedan
ser de utilidad y a su vez que sean realistas. Con ello deberemos tener en cuenta su situación personal y en
el caso que la persona esté trabajando ajustar el tratamiento, en la medida de lo posible, a los
requerimientos y horarios laborales.
3.3.2.4 Valoración del soporte familiar
La familia es la primera barrera que se encuentra el
enfermo y también su primera víctima. Deberemos
aprovechar al máximo esta ayuda potencial. Ayudar
a la familia es el primer paso para una buena
atención al enfermo (Monras, 2000).
Las entrevistas familiares pueden hacerse para obtener más información de la que nos ofrece el propio
paciente y también para evaluar la dinámica familiar y el estado de "salud" de la familia.
Es importante tener informado siempre al paciente de estas entrevistas e incluirlo siempre que creamos
conveniente para aclarar contradicciones que normalmente pueden darse, debido a distintos puntos de
vista. Deberemos escuchar las demandas implícitas y explícitas de la familia y del enfermo. Nunca
deberemos creernos más una parte que la otra.
Una vez el paciente decide abandonar el alcohol deberemos decidir si puede efectuar la desintoxicación en
su casa, bajo la supervisión de un familiar, o plantearnos la posibilidad de un ingreso en régimen de
hospitalización parcial (hospital de día) o bien total en el caso de que la familia no pueda responsabilizarse de
la vigilancia del enfermo, así como en el caso que se puedan desencadenar problemas orgánicos.
Hay que comunicar al paciente que el éxito del tratamiento no depende sólo de la
abstinencia de bebidas alcohólicas sino también de la capacidad de afrontar las recaídas,
que suelen ser muy frecuentes. También debemos aconsejar al paciente que venga
acompañado por un familiar, esto permite reconducir actitudes que no les están
ayudando y nos permitirá obtener más información sobre el paciente y su entorno.
3.3.2.5 Entrevista motivacional con el paciente alcohólico
La entrevista motivacional, puede considerarse una
estrategia o un tipo de abordaje terapéutico pero W.
Biller y S. Rollnick en la nueva edición del tratado
sobre EM la consideran básicamente una manera
de relacionarse con los pacientes. La relación
terapéutica en la EM estará basada en le
colaboración, la aceptación la evocación y la
compasión para permitir que aparezca o se movilice
la motivación al cambio.
Si bien es cierto que hay una serie de habilidades que pueden entrenarse y son de gran utilidad, en el fondo
lo más importante es que la relación que establezcamos sea una relación de confianza mutua y trabajo
cooperativo. La idea es que nosotros somos expertos en nuestro trabajo y el paciente lo es de su propia
vida.
La entrevista se estructura a lo largo de 4 procesos básicos que son: la vinculación, enfocar, evocar y
planificar.
El primer contacto con el paciente (vincular) debemos convertirlo en un espacio terapéutico en el que se
nos permita observar y escuchar (evocar) además de hacer una primera evaluación de la situación
alcohólica en la que se encuentra.
Así mismo en una primera entrevista podemos valorar varios objetivos y la priorización de estos en función
de cada caso (enfocar).
Para terminar, diseñaremos una estrategia de tratamiento con su consentimiento y colaboración para que
las decisiones sean compartidas y realistas con la historia del paciente (planificar).
La entrevista motivacional cuenta con una serie de estrategias o habilidades que nos van a ser útiles para
recabar información de una manera poco confrontativa y con la garantía de que el paciente va a sentirse
escuchado y respetado.
Las habilidades de la EM son:
Preguntas abiertas: son aquellas que no pueden ser contestadas con un si o un no, con ello el paciente
siente que puede explicarse y de este modo obtenemos más información.
Afirmaciones: son validaciones que hacemos al paciente de actitudes y comportamientos más adaptativos
con la finalidad de que pueda aumentar su autoeficacia y su autoestima. Suelen provocar en el paciente
frases automotivacionales. El requisito principal es que sean sinceras.
Reflejos: son frases que nos ha dicho el paciente y que nosotros se las devolvemos con alguna variación.
Produce un efecto en el paciente de que ha sido escuchado por el terapeuta y a su vez le amplia su
perspectiva. Así mismo nos dan información que nos ayuda a comprobar si lo estamos entendiendo bien.
Resumen: es una selección de frases que nos ha dicho el paciente y que nos permite continuar la
entrevista en la dirección del cambio. En el resumen extinguimos las frases de no cambio e intentamos
movilizar al paciente hacia las conductas más adaptativas.
Ofrecer información y consejo: si en un momento dado consideramos importante dar información al
paciente lo haremos utilizando la estrategia del PIP (Pregunta Información Pregunta). En primer lugar
pedimos permiso para darle esta información, en el caso que esté de acuerdo le informamos para
finalmente comprobar cómo le encaja en su situación y que cosas le pueden ser útiles de lo que hemos
hablado.
Seguramente no hay ninguna razón tan potente para decidir el cambio de conductas adictivas que aquéllas
que logre encontrar el paciente por sí mismo. Nuestro papel en la deshabituación ha de ser el de
acompañarlo en este proceso, nunca deberemos anticiparnos a tomar decisiones por él (Freixa, 2003).
Las entrevistas motivacionales son fundamentales para facilitar el cambio en el paciente.
La actitud del profesional ha de ser empática, detectando las resistencias o respuestas
defensivas del paciente. Es útil hacer preguntas abiertas para obtener información y
colaboración, reflejos y resúmenes. Cuando consideramos importante dar información al
paciente sobre su enfermedad siempre lo haremos contando con su permiso y
acabaremos preguntándole cómo le encaja esta información en su caso particular.
3.3.2.6 Terapia de grupo
El paciente alcohólico a menudo entra en un proceso de negación y huida que no le beneficia y a su vez
impide que busque o acepte ayuda de los demás, el grupo de terapia va a facilitar que éste aprenda a
admitir la naturaleza de su enfermedad así como los factores que van ayudarlo a vencerla. Así mismo el
paciente tendrá la oportunidad de reconocer los sentimientos que a menudo le acompañan en su adicción,
de esta manera podrá reconocerlos y aceptarlos y en la medida que pueda, modificarlos.
El papel del terapeuta
Para el terapeuta, la terapia de grupo suele ser un reto y a su vez es quizá el espacio donde mejor va a
poder comprender el fenómeno de la dependencia alcohólica. El aprendizaje como terapeuta de grupo va a
iniciarse como coterapeuta de un terapeuta ya formado y experimentado y por supuesto con una correcta
supervisión por parte de un profesional externo a la institución.
Es especialmente importante que el terapeuta trabaje acompañado de un coterapeuta para poder
compartir y discutir los fenómenos grupales que se dan en las sesiones y que a menudo conllevan una
carga emocional muy intensa que suele ser absorbido por los terapeutas. El trabajo en coterapia permite
tener una visión más amplia y también poder en un momento dado apartarse mentalmente de los sucesos
que tienen a cabo en el grupo para poder obtener una mayor objetividad de la situación. (Sunyer, 2008)
Una de las claves para que la terapia de grupo sea eficaz es que el terapeuta reconozca las dificultades de
los pacientes dependientes y facilite un clima cordial y fiable para que la matriz grupal sea consistente y
favorezca la expresión de los sentimientos y se establezca una interrelación sana entre los miembros del
grupo.
Son muchos los enfoques terapéuticos que abordan los problemas de las adicciones en terapia de grupo:
cognitivo conductual, motivacional, prevención de recaídas, grupo analítico…todos ellos con un objetivo
común, ofrecer un espacio compartido donde el paciente encuentre las estrategias que mejor se adapten a
su situación personal (Sobell, 2015).
Tanto si el grupo de terapia es en el ámbito privado como bajo el amparo de una institución, el terapeuta ha
de poder decidir qué tipo de pacientes son los que podrá manejar y trabajar en profundidad. Es importante
que el terapeuta tenga conocimientos teóricos sólidos, así como un aprendizaje más o menos intenso al
lado de un terapeuta más experimentado.
Deberemos distinguir entre los distintos dispositivos en que vamos a atender al paciente, ya sea a nivel
hospitalario durante en ingreso para desintoxicación o bien en Hospital de de día o ambulatoriamente. Un
buen tratamiento debería proporcionar distintos grupos terapéuticos para cada dispositivo con el objetivo
que el paciente vaya adquiriendo consciencia de enfermedad, se adhiera al tratamiento y buen nivel de
motivación.
Factores que inciden en la terapia de grupo
Universalidad
Tanto en la enfermedad alcohólica como en otras patologías que suelen ser vividas con mucha culpa o
vergüenza, el paciente se siente aislado y con la sensación de gran solitud. Son pocas las ocasiones en que
los pacientes se comunican de forma franca y sincera. El grupo de terapia puede proporcionarles un espacio
donde comprueban que no son únicos y que pueden compartir sus problemas y sentimientos con otros
pacientes con el alivio que esto supone para ellos.
Infundir esperanza
En todas las psicoterapias es fundamental infundir y mantener la esperanza. Cuando un paciente entra a
formar parte de un grupo terapéutico comprueba que hay personas que han pasado por experiencias
similares a las suyas y que han podido superarlas con la ayuda del grupo, esto es de gran importancia en
procesos en que las personas necesitan el ejemplo de otras que han podido superar sus problemas.
Transmitir información
Algunos grupos son especialmente dirigidos a dar información sobre la naturaleza de la enfermedad y
ofrecen múltiples maneras de cómo afrontarla y superarla, son grupos llamados psicoeducativos y el
terapeuta tiene la misión de informar y aconsejar a los pacientes. En otros grupos de mayor duración, los
consejos se ofrecen de forma espontánea por parte de sus miembros sobre todo al principio de la terapia,
posteriormente es importante que los miembros encuentren sus propias formas de conseguir sus objetivos.
Altruismo
La psicoterapia individual no puede ofrecer al paciente la interrelación que se logra a través del grupo de
terapia. El paciente siente que los demás pacientes le ofrecen ayuda y él a su vez es útil a los demás con lo
que esto le proporciona un sentimiento de altruismo y a su vez le aumenta la autoestima al comprobar que
sus opiniones ayudan a mejorar a los demás.
Desarrollo de las técnicas de socialización
El grupo terapéutico es un espacio en que el paciente a través de su interacción con los demás va
moldeando y aprendiendo nuevas estrategias más adaptativas y por tanto aumenta las habilidades sociales
que le van a permitir relacionarse mejor con su entorno.
El comportamiento imitativo
Aunque los terapeutas solemos minimizar la importancia de adquirir otras pautas de comportamiento por
imitación, lo cierto es que el grupo de terapia permite el aprendizaje vicario, es decir a través de la
observación en la terapia de otros pacientes que tienen problemas similares.
Catarsis
Dar rienda suelta a nuestras emociones, aunque pueda proporcionar un cierto alivio, no suele establecer
cambios duraderos a no ser que se pueda comprender y compartir su significado en el seno grupal con el fin
de ser aceptado por el mismo. Esto le va a permitir también modificar en el contexto de su vida exterior.
Recapitulación correctiva del grupo familiar primario
El grupo favorece que sus miembros puedan reinterpretar el rol que han jugado en sus interrelaciones más
tempranas en su grupo familiar primario y de esa forma se recapitula de forma correctiva. El terapeuta
deberá ser lo suficientemente hábil para animar a sus miembros a salir del rol que han aprendido en su
estructura familiar.
Los factores existenciales
En la mayoría de grupos de terapia los hechos existenciales como la muerte la libertad, el sentido de la vida,
son material que desempeña un papel central en la terapia,y aunque estas cuestiones tienen sus
limitaciones, el terapeuta deberá ser sensible a estos temas y promocionar que los pacientes se sientan
acompañados.
Cohesión
Los grupos con mayor cohesión logran mayores resultados terapéuticos. La relación existente entre los
miembros de un grupo es la que cura, del mismo modo que en una terapia individual es la relación paciente
terapeuta. Así mismo la cohesión es la que favorece la autorevelación, el riesgo y la expresión sincera de
los conflictos, todo ello facilita el éxito de la terapia de grupo.
Aprendizaje interpersonal
El aprendizaje interpersonal es un potente factor terapéutico, en el grupo de terapia se proporciona a cada
miembro un conjunto único de interacciones que van a darle la posibilidad de entender el origen de su
alcoholismo.
Es importante que el terapeuta sepa identificar en los pacientes los problemas subyacentes al alcoholismo
más que abordar directamente el abuso de alcohol. De esta forma evitamos que el paciente responda con
un discurso aprendido y dirigido a la aprobación del terapeuta. (Vinogradov & Yalom, 2010)
Objetivos de la terapia de grupo
El grupo de terapia ayuda al paciente a aceptar su dependencia y aumenta la motivación para el
mantenimiento de la abstinencia de bebidas alcohólicas. El hecho de compartir un espacio terapéutico con
otras personas les ayuda a no sentirse estigmatizados y a ser aceptados socialmente. El grupo de terapia
también facilita el reconocimiento de situaciones y sentimientos muy parecidos a los que exponen otros
miembros del grupo por el “efecto espejo”, aumentando a su vez la capacidad de introspección y la
posibilidad de hacer cambios en profundidad.
Entrevista para valorar la inclusión de un paciente en un grupo de terapia
En dispositivos en los que el paciente está ingresado o en régimen de hospital de día, podemos ser más
inclusivos y ofrecer la posibilidad de asistencia al grupo a casi todos los pacientes ya que el grupo forma
parte de la dinámica de la sala de psiquiatría o de hospital de día de forma natural, ya que los pacientes
conviven todas las horas que permanecen hospitalizados. En el tratamiento ambulatorio es donde vamos a
ser más minuciosos y deberemos tener unos criterios acordes con las normas y los objetivos de abstinencia
y de “aprender a vivir bien sin drogas”.
La decisión de incluir a un paciente en un grupo de terapia es una tarea que requiere una evaluación
cuidada teniendo en cuenta varios factores: Evaluar la idoneidad del paciente para el trabajo en grupo,
pensar en el grupo al que vamos a incluir el paciente (el momento en que se encuentra el grupo), y que el
ofrecimiento sea realista, es decir, que el paciente pueda mantener su estancia en el grupo y que este
encaje en su vida personal y laboral.
La entrevista para la posible inclusión en un grupo de terapia la efectúa el psicólogo. En la entrevista se
tomarán los datos de filiación del paciente así como los datos más relevantes de su historial clínico. Es
importante tener en cuenta la motivación para seguir el tratamiento, así como las posibles resistencias que,
por otra parte, debemos considerar normales. Podemos, a través de esta entrevista, aclarar dudas y falsas
opiniones que suelen darse en pacientes que nunca han formado parte de un grupo de terapia.
La dinámica del grupo al que pertenecerá el paciente es algo a valorar cuidadosamente puesto que la
mayoría de las veces los grupos irán incorporando miembros a medida que vamos dando altas (grupos
abiertoslentos). Al incorporar un paciente al grupo debemos tener en cuenta que el grupo no esté en una
situación de crisis que pueda entorpecer la acogida que se dé.
Es útil al final de la entrevista entregar un documento con las normas más significativas del grupo, para que
además de proporcionarle información, podamos discutir cualquier duda o temor que se produce delante de
esta nueva situación.
Criterios de inclusión de un paciente en un grupo de terapia
Desde el inicio de la utilización de los grupos de terapia para el tratamiento de alcohólicos, diferentes
autores han opinado acerca de los criterios de inclusión y si eran o no necesarios.
Desde los que consideran totalmente innecesaria la utilización de cualquier criterio de selección, a otros que
piensan que se debe excluir a pacientes que interfieran el trabajo en grupo por sus características de
personalidad, como pueden ser: pacientes marcadamente paranoides, psicóticos, suicidas, depresivos graves
y psicópatas.
Grupos de pacientes internos
En el caso de los grupos de terapia que se hacen durante el periodo de ingreso del paciente, los criterios de
inclusión pueden ser más amplios, de manera que casi la totalidad de ellos pueden asistir, incluso es
conveniente, puesto que esto nos permite evaluar "en vivo" la actitud y el funcionamiento en grupo de
estos pacientes y plantearnos su posterior inclusión en grupos ambulatorios.
El grupo de terapia en régimen de internamiento puede hacerse de 3 a 5 veces por semana y puede ser
conducido por un terapeuta y coterapeuta expertos que conozcan bien el funcionamiento de la sala de
desintoxicación y los pacientes, así como el personal de enfermería.
Pueden hacerse distintos grupos de discusión, educativos, motivacionales, de una sola sesión e
informativos.
También tienen interés los grupos educacionales que se efectúan para dar información sobre el alcoholismo
y sus efectos, puesto que aunque muchas veces no impiden que el alcohólico continúe bebiendo, pueden
ayudar a contactar con que la bebida está siendo un problema para él. El paciente adquiere conocimientos
sobre la enfermedad y ello facilita la mayor implicación en el propio tratamiento.
Grupos de pacientes en régimen ambulatorio
La valoración para la inclusión de un paciente en grupos ambulatorios requiere una mayor preparación del
paciente; con ello queremos trasmitir la importancia de darnos el tiempo suficiente para preparar al
paciente y que la indicación se ajuste a la realidad tanto personal como laboral.
Para incluir a un paciente en un grupo de terapia deberemos tener en cuenta los siguientes factores:
a. El paciente deberá estar abstinente de bebidas alcohólicas y otras drogas.
b. Es importante que conozca su diagnóstico y acepte el tratamiento.
c. Un síntoma de buen pronóstico de trabajo en grupo suele ser la capacidad de introspección y el
compromiso de asistir a las sesiones.
d. También es importante que esté motivado, puesto que la duración del tratamiento suele ser de 2 a 3
años.
Contraindicaciones para incluir a un paciente en un grupo de terapia
Serían contraindicaciones de grupo todas aquellas circunstancias que puedan interferir al grupo y/o
paciente:
a. Si el paciente no puede mantener la abstinencia de bebidas alcohólicas deberemos recapacitar y
considerar otras posibles alternativas terapéuticas que no comprometan la estabilidad del grupo, como
pueden ser los controles de tóxicos en orina y visitas individuales para aumentar la motivación para la
abstinencia.
b. La presencia de alteraciones psiquiátricas concomitantes como puedan ser las psicosis o las psicopatías
serán motivo de exclusión. Para ello deberá efectuarse un buen psicodiagnóstico que tenga en cuenta la
patología dual que a menudo existe en nuestros pacientes.
c. Las personas con discapacidades físicas deberán ser evaluadas convenientemente y ver hasta qué punto
su discapacidad física puede comprometer su participación en el grupo.
Normas del grupo
a. La puntualidad, la regularidad y la discreción son normas generales para todos los miembros del grupo.
b. La abstinencia de alcohol es una de las normas clave para el buen funcionamiento del grupo. En el caso
de consumos esporádicos el paciente debe comunicarlo en las siguientes sesiones y el terapeuta de grupo
puede ayudarlo si éste tiene dificultades para hacerlo.
El terapeuta deberá contactar con el paciente en el caso de que no asista durante algunas semanas al
grupo sin previo aviso. Esta llamada telefónica, nos permite aclarar los motivos de sus ausencias
injustificadas y animar al paciente a retomar las sesiones o, en caso de recaída, facilitarle una visita con su
terapeuta individual para evaluar la gravedad de la recaída.
Además de las normas explícitas se deberán trabajar aquellas normas que son básicas y que deberemos
promover para el buen funcionamiento del grupo: el respeto mutuo, la sinceridad, la aceptación, la
convivencia, la confianza, la participación y la colaboración.
Durante el proceso de deshabituación alcohólica, el grupo de terapia ayudará al paciente
a disminuir la tendencia a la negación y aumentará la motivación para seguir abstinente.
3.3.2.7 El equipo terapéutico
Los equipos que tratan enfermos dependientes deben ser multidisciplinares dada la variedad de campos
terapéuticos en que nos movemos.
También, dadas las características de nuestros pacientes, consideramos deseable la supervisión por parte de
un profesional ajeno al equipo. Esta supervisión puede ser de casos reales que conllevan alguna dificultad
añadida, así como de las propias intervenciones terapéuticas. De esta manera los equipos aprenden a
compartir experiencias y funcionar con la ayuda de un profesional que no está sometido a la misma presión
asistencial. El supervisor, por su situación fuera de la institución, puede ser mucho más objetivo para
evaluar las decisiones y relaciones terapéuticas que se producen.
Se considera importante tener espacios compartidos con los diferentes miembros del equipo, donde se
puedan exponer las dudas existentes en el abordaje de los pacientes. También para la formación, el reciclaje
y el entrenamiento en las distintas técnicas.
La formación del equipo de alcoholismo debe ser rigurosa y continuada. Las tareas pueden ser compartidas
por diferentes profesionales y algunas serán estrictamente asignadas a una profesión concreta.
El equipo terapéutico que trata enfermos alcohólicos ha de ser multidisciplinar y es
aconsejable la supervisión por parte de un profesional ajeno al equipo, que puede llegar
a ser más objetivo al no estar sometido a la presión asistencial. La formación de este
equipo ha de ser rigurosa y continuada.
Ejercicios de autoevaluación
1. Responda cuál de estos fármacos se puede utilizar para la deshabituación alcohólica:
a. Oxacepam.
b. Clormetiazol.
c. Naltrexona.
d. Clonidina.
2. Responda cuál de estas afirmaciones es incorrecta respecto a la enfermedad
alcohólica:
a. El alcoholismo es un trastorno psiquiátrico.
b. El acamprosato es un fármaco de acción principalmente noradrenérgica que se usa para la
deshabituación alcohólica.
c. Las benzodiacepinas son fármacos de primera línea en el tratamiento de la desintoxicación
alcohólica.
d. La desintoxicación alcohólica puede ser una urgencia médica.
3. ¿Cuál de estas afirmaciones referentes a la familia del enfermo alcohólico es falsa?
a. La familia suele estar preocupada por las repercusiones sociales.
b. La familia necesita tanta ayuda como el enfermo.
c. La familia no sufre las consecuencias de la enfermedad.
d. La familia es la primera víctima del enfermo alcohólico.
4. ¿Cuál de las siguientes características debería tener un profesional que atienda
enfermos alcohólicos?
a. Empatía.
b. Tozudez.
c. Voluntad.
d. Simpatía.
5. ¿Cuál de estas afirmaciones no es correcta?
a. El alcohólico es un enfermo.
b. El alcoholismo es una enfermedad crónica.
c. Un enfermo alcohólico se puede rehabilitar.
d. El alcoholismo es un vicio.
ENVIAR RESPUESTAS
Anexos
Resumen
Bibliografía
Resumen
En la primera parte de este módulo hemos estudiado
las bases biológicas de la dependencia alcohólica, las
distintas hipótesis etiológicas y el diagnóstico del
alcoholismo.
A continuación hemos tratado las distintas etapas en
la curación de un paciente alcohólico: desintoxicación
y deshabituación. Ésta última es un proceso largo
que requiere de regularidad y constancia y puede
beneficiarse de estrategias terapéuticas,
farmacológicas y psicológicas.
Bibliografía
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