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martes, 3 de septiembre de 2013

PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD O CONCILIACION EN SEDE FISCAL


PARA DELITOS MENORES

PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD O CONCILIACION EN SEDE FISCAL PARA


DELITOS MENORES
Procede en los delitos de lesiones leves (Artículo 22), Hurto tipo simple (Artículo
185), Hurto de Uso (Artículo 187), Hurto de ganado tipo básico (Artículo 189 –
A primer párrafo), Apropiación Ilícita (Artículo 190), Sustracción de bien propio
(Artículo 191), Apropiación Irregular (Artículo 192), Apropiación de Prenda
(Artículo 193), Estafa (Artículo 196), Defraudaciones (Artículo 197), Fraude en
la Administración de Personas Jurídicas (Artículo 198), Daños tipo simple
(Artículo 205) y Libramientos Indebidos (Artículo 215), en los de peligro común
como conducir vehículos en estado de ebriedad (Artículo 274) y en los
delitos Culposos; en los que no haya pluralidad de víctimas o concurso con otro
delito;

Parte de principio que es mejor resarcir a la víctima o agraviado que un


proceso tedioso donde la sanción que no va ser significativa, no contribuirá
necesariamente a reparar el daño infringido

Consideramos que para una más amplia comprensión de la ciudadanía debió


denominarse Conciliación en sede Fiscal para delitos menores, antes, con la
necesaria denuncia Fiscal debía iniciarse en cualquier caso el respectivo
proceso penal aún en casos de mínima significancia y afectación del interés
público. Teniendo en cuenta que, todo delito ocasiona un conflicto social,
pero, muchas veces la sanción va a ser de condena condicional o privativa de
libertad suspendida, (es decir sin internamiento efectivo) o limitativa de
derechos o multa e incluso la reserva del fallo condenatorio, (en este último
caso el Juez no dicta el fallo y solo impone reglas de conducta por un
plazo), incluso la exención de la pena, (el juez no emite fallo) estas sentencias,
en la práctica solo llevan el membrete de sanción pero no hay un alivio efectivo
al agraviado. Con esta aplicación, previa aprobación del agraviado y cancelación
del monto u otros por reparación, el Fiscal se abstiene de ejercitar la acción
penal ante el Juez competente, esto quiere decir que para la abstención del
ejercicio de la acción Penal (denuncia) debe prosperar ante él la conciliación.
Para esto se requiere que, los delitos considerados sean aquellos cuya pena
en su extremo mínimo no sea superior a los dos años de pena privativa
de libertad y cuando se presenten circunstancias atenuantes que permitan una
rebaja sustancial de la pena, vinculadas entre otros factores, a los móviles y
finalidad del autor, a sus características personales, a su comportamiento luego
de la comisión del delito, con exclusión de la confesión.
Si el Fiscal declara la pertinencia para la aplicación del Principio de
Oportunidad, cita a las partes imputado, agraviado y tercero civilmente
responsable, de ser el caso), a efectos de propiciar un acuerdo conciliatorio
respecto al monto y forma de pago de la reparación civil., ya no se requiere
citar previamente al imputado para que preste declaración, pues su
consentimiento se recabará en la misma Audiencia.

LA AUDIENCIA DE CONCILIACIÓN: El Fiscal determinará su procedencia o


seguir con la investigación, en el primer caso se determinará además el
monto de la reparación, la forma y oportunidad de pago y quienes son los
obligados y cualquier otra compensación que hubiera ha lugar.

Caso de prosecución de la investigación:

Si una de las partes o ambas no asisten a la primera ni a la segunda citación

Casos de atribución del Fiscal de determinar la prosecución de la investigación


o la del trámite de principio de oportunidad:

Si ambos asisten pero el agraviado manifiesta su disconformidad en aplicarse


el principio de oportunidad; en este último caso el Fiscal determina el monto
de reparación, la forma y oportunidad de pago y quienes son los obligados y
cualquier otra compensación que hubiera ha lugar y elevara los actuados en
Consulta a la Fiscalía Superior Penal.

En el caso que las partes aceptaran la aplicación del Principio de Oportunidad


pero no acordaran cualquier punto relacionado a la reparación, el Fiscal
Provincial en ese momento los fijara. Si una de las partes no estuviera de
acuerdo con la reparación civil o uno de sus extremos, podrá interponer en la
Audiencia, Recurso de Apelación contra el extremo en que estuviere en
desacuerdo, debiendo elevarse los actuados al Fiscal Superior Penal de Turno.

En cualquiera de los casos, en la misma Audiencia, el Fiscal hará de


conocimiento del imputado que deberá abonar, el equivalente al 10 % del
monto acordado o fijado para la reparación civil, con la finalidad de cubrir los
gastos de administración y los incurridos en la aplicación del Principio de
Oportunidad, a favor del Ministerio Publico.

El pago de la Reparación, en caso que sea fijado por el Fiscal, no podrá exceder
el plazo de 30 días calendarios siguientes al acuerdo. Excepcionalmente, de
acuerdo a las circunstancias, el Fiscal podrá otorgar un plazo mayor o fraccionar
el pago. En ninguno de los casos el plazo podrá exceder los 6 meses.

Si el o los obligados no cumpliesen con los indicados pagos dentro del plazo
señalado en el Acta de Audiencia de Conciliación, se le notificara a efectos de
requerirle el cumplimiento de su obligación. La notificación deberá contener el
expreso apercibimiento de revocarse la resolución de pertinencia de aplicación
del Principio de Oportunidad, en caso de no cumplir lo acordado.

Caso de revocatoria del Principio de oportunidad:


Si, luego de notificado, el obligado no cumpliese con los pagos, el Fiscal
revocará la Resolución de pertinencia de aplicación del Principio de
Oportunidad y procederá conforme con sus atribuciones.

Solo una vez cumplidos íntegramente los pagos señalados, el Fiscal procederá
a dictar la Resolución por la que decide abstenerse del ejercicio de la Acción.

EN EL DELITO DE PELIGRO COMÚN CONDUCCION EN ESTADO DE EBRIEDAD

El propio Fiscal asume el rol de agraviado. Además deberá tenerse en cuenta


la tabla de referencias para la reparación civil TABLA DE REFERENCIAS PARA
LA REPARACION CIVILPOR CONDUCCION EN ESTADO DE EBRIEDAD

Periodos de Alcoholemia Vehículo motorizado menor de 04 ruedas, (incluye


cuatrimotos)Vehículo motorizado de 04 ruedas a más, (no incluye
cuatrimotos)1er Periodo de Alcoholemia: subclínico De 0.25 a 0.5 g/l.(Ley N°
29439)**2do período de Alcoholemia: ebriedad Más de 0.5 a 1.0 g/l 5% UIT a
50% UIT 10% UIT a 1 UIT Más de 1.0 a 1.5 g/l. 10% UIT a 50% UIT 15% UIT
a 1 UIT3er Periodo de Alcoholemia: ebriedad absoluta Más de 1.5 a 2.0 g/l 15%
UIT a 1 UIT 20% UIT a 1.5 UIT Más de 2.0 a 2.5 g/l 20% UIT a 1 UIT 25% UIT
a 1.5 UIT4to Periodo de Alcoholemia: grave alteración de la conciencia Más de
2.5 a 3.0 g/l 25% UIT a 1UIT 30% UIT a 2 UIT Más de 3.0 a 3.5 g/l. 30% UIT
a 1 UIT 35% UIT a 2 UIT5to Periodo de Alcoholemia: Coma Más de 3.5 g/l. 35%
UIT a 1 UIT 40% UIT a 2 UIT* Cuando el imputado se hubiera acogido al
Principio de Oportunidad o Acuerdo Reparatorio en anterior ocasión; o cuando
haya estado prestando servicios de transporte público de pasajeros, mercancías
o carga en general y tuviera más de 0.25 g/l. de alcohol en la sangre el monto
mínimo indemnizatorio, será duplicado.

FUENTE LEGAL:

Artículo 2 Código Procesal penal

Artículos 45° y 46° Código Penal

Artículos 12º, 185º y 190º Código Penal

RESOLUCION DE LA FISCALIA DE LA NACION Nº 1470 -2005 -MP-FN Lima, 8


de julio de 2005

RESOLUCIÓN DE LA FISCALÍA DE LA NACIÓN N° 2508-2013-MP-FN Lima, 26


de agosto de 2013

Publicado por Aboga Peru en 9:44


7 comentarios:

1.

yem pfocco ri6 de febrero de 2015, 18:01


Hola deseo saver por favor, en caso de pagar la multa que corresponde en el delito
por coduccion en estado de ebriedad, ¿Se hace efectiva el pago administrativo y
retencion de licencia de conducir incluso al haberse acogido al principio de
oportunidad?.

Responder

Respuestas

1.

Unknown15 de septiembre de 2015, 8:04

sí, porque el principio de oportunidad solo aplica para el proceso penal, y la


multa y retención de la licencia son trámites de carácter administrativo.

Responder

2.

yem pfocco ri6 de febrero de 2015, 18:02

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

Responder

3.

yem pfocco ri6 de febrero de 2015, 18:04

Hola deseo saver por favor, en caso de pagar la multa que corresponde en el delito
por coduccion en estado de ebriedad, ¿Se hace efectiva el pago administrativo y
retencion de licencia de conducir incluso al haberse acogido al principio de
oportunidad?.

Responder

4.

yem pfocco ri6 de febrero de 2015, 18:04

Hola deseo saver por favor, en caso de pagar la multa que corresponde en el delito
por coduccion en estado de ebriedad, ¿Se hace efectiva el pago administrativo y
retencion de licencia de conducir incluso al haberse acogido al principio de
oportunidad?.

Responder

5.

Jorge Portocarrero3 de junio de 2015, 7:48

Puedo acogerme al principio de oportunidad sin la presencia de un abogado


defensor y hacerlo en forma presencial y verbalmente en la Sede la Fiscalía que ve
el caso?

Responder

6.

Unknown14 de julio de 2017, 12:56

Buenas tarde, luego de pagar mi reparación por principio de oportunidad por


conducir en estado de ebriedad (caí en un operativo y me fijaron 500 soles que
debo pagar en el banco de la nación) que debo hacer con el baucher, donde lo
presento en que lugar. Muchas gracias.

Concepto de Acción Penal. Naturaleza jurídica y característica; El


Principio de Oportunidad. Concepto, presupuestos y sistemas de
regulación; La Acción Civil Ex Delito; Los Medios de Defensa. Cuestiones
previas, cuestiones prejudiciales y excepcione

1. La Acción Penal

1.1. Concepto

La acción es una categoría pura y única desde el punto de vista de la teoría general del
proceso, que se encuentra íntimamente relacionada a la Jurisdicción, ello en la medida que
ambos forman parte del servicio de justicia que presta el Estado. La acción es presupuesto
necesario de la jurisdicción, ya que la función jurisdiccional permanece inmóvil mientras
no reciba un estimulo externo que la ponga en movimiento.

El concepto de la acción penal ha sido objeto de diversas interpretaciones desde que


apareció en el derecho romano con el nombre de “actio”, hasta nuestros días, en que,
como resultado de la evolución en la doctrina procesal se han formulado diversas
proposiciones.
Una vez que se organiza el Estado, con la finalidad de asegurar el orden y la paz social,
prohíbe a la gente hacerse justicia con su propia mano, por lo cual crea la acción en
sentido jurídico, con la finalidad de que el Estado, a través de sus órganos respectivos, sea
quien sancione al culpable.

El concepto jurídico de la acción surge recién cuando nace el proceso. La facultad de obrar
se sustituye por la de hacer obrar o la de pedir que se obre. Con razón se ha dicho que la
acción viene a ser el sustituto civilizado de la venganza.

Ugo Rocco, señala que el derecho de acción es un derecho subjetivo individual, frente al
Estado, de pretender su intervención y la prestación de la actividad jurisdiccional para la
declaración de certeza de los intereses tutelados en abstracto por el derecho objetivo.

Para Carnelutti, la acción es un derecho público y abstracto que tiene por objeto una
prestación. Es un derecho autónomo, en cuanto que el interés que el mismo protege no es
el interés sustancial deducido en la litis, sino que es el interés a la justa compensación de
la litis. Si el interés tutelado con la acción es un interés esencialmente público, la acción
debe concebirse como un ejercicio privado de una función pública.

Nuestra constitución la consagra en su Art. 139º. 3, como un derecho de carácter procesal


“el derecho a la tutela jurisdiccional”. Asimismo, desde otra perspectiva, el Art. 159º, en
sus Inc. 1 y 5 de la Constitución, atribuye al Ministerio Publico como misión sustancial la
promoción de oficio o a petición de parte de la acción de la justicia en defensa de la
legalidad y de los intereses públicos tutelados por el derecho; y como encargo especifico,
en materia penal, la persecución penal, el ejercicio de la acción penal de oficio o a petición
de parte.

En cuanto a las leyes infraconstitucionales, el Código de Procedimientos Penales, al igual


que el Código Procesal Penal de 2004, señalan: Primero, que la acción penal es pública o
privada; segundo, que la acción pública se ejercita por el Ministerio Publico de oficio o a
instancia de la parte agraviada, o por acción popular en los casos autorizados por la ley; y
tercero, que la acción privada se ejercita directamente por el ofendido, conforme al
procedimiento especial por querella.

En consecuencia, la acción es el derecho público y subjetivo del accionante a exigir, al


órgano jurisdiccional, la emisión de una resolución motivada y congruente que se
pronuncie sobre la procedencia o no de su solicitud para iniciar el proceso.

Aunque la acción como concepto de la teoría general del proceso es unitario, en el proceso
penal adquiere características especiales, dado que su origen radica en la configuración de
un probable hecho delictivo.

En el proceso penal, el ejercicio de la acción permite que el Estado, en uso de su ius


imperium, pueda resolver el conflicto que surge por la comisión de un ilícito penal.

La acción penal es la potestad jurídica de promover la decisión del órgano jurisdiccional


respecto a una determinada relación de derecho penal. El ejercicio de la acción penal
domina y da carácter a todo el proceso: lo inicia y lo hace avanzar a su meta (la resolución
del conflicto generado por el delito). El proceso, sin el ejercicio legitimo de la acción
penal, no puede surgir ni continuar.

La acción penal es ejercida, en los delitos públicos, a través denuncia formalizada o de la


disposición de formalización y continuación de la investigación preparatoria, por parte del
Ministerio Publico. En los delitos de acción privada, se ejerce a través de la querella
interpuesta por el agraviado.

A diferencia del proceso civil, el ejercicio de la acción en el proceso penal no pretende una
resolución sobre el fondo del asunto, ni mucho menos una resolución de contenido
concreto; sino que, ante la existencia de determinados indicios racionales de criminalidad,
se configura un ius ut procedatur, es decir, un derecho de acceso al proceso que se
satisface con la práctica de aquellas diligencias encaminadas a la averiguación del hecho y
a la identificación del sujeto activo del delito.

En el proceso penal, la acción no puede concebirse como un derecho a que se dicte una
sentencia condenatoria o una pena determinada ni como un derecho a que se realice todo
el proceso y a que se dicte en él una sentencia de fondo; pues, el derecho de acción puede
darse por satisfecho, si solo se expide una resolución motivada que deniegue la incoación
del procedimiento preliminar o instrucción por considerar, por ejemplo, que el hecho
afirmado no es constitutivo de delito.

La acción penal no solo se manifiesta con el inicio de la investigación judicial, sino que
estará presente a lo largo de todo el proceso, en sus distintas etapas, pudiendo alcanzar
hasta tres momentos.

1.1.1. Momento Persecutorio, conformado por las actuaciones del órgano encargad de
ejercer la acción penal.

1.1.2. Momento Acusatorio, es el perfeccionamiento del ejercicio de la acción que se


manifiesta con la acusación.

1.1.3. Momento Punitivo, el cual constituye la culminación del conjunto de actos


procesales que ha generado el ejercicio de la acción penal.

1.2. Naturaleza Jurídica

El Ministerio Publico, ejerciendo el monopolio de la potestad persecutora y en


cumplimiento de un deber constitucional (Art. 159.5), tiene el poder de poner en marcha la
actividad jurisdiccional del Estado, a fin de obtener una resolución motivada en un caso
determinado; debido a ello, la acción penal es considerada como la potestad jurídica de
instar la actividad jurisdiccional.

Este concepto de acción penal está vinculado con la naturaleza pública y obligatoria de la
persecución de los delitos. Ello hace que la acción penal, en la gran mayoría de casos,
tenga también un carácter imperativo.
Cierto es que existen delitos cuya persecución queda a decisión de la persona agraviada
por el hecho delictivo. Sin embargo, estos casos se consideran como excepcionales, pues
la mayor parte de delitos previstos en el Código Penal son peresguibles de oficio por parte
del Ministerio Publico. Ello le otorga a la acción penal un carácter imperativo u
obligatorio, cuando la ley así lo prevea.

1.3. Características

a) Publica, pues es una manifestación del ius imperium del Estado.

b) Oficial, pues su ejercicio está asignado a un órgano oficial, con excepción de aquellos
delitos perseguibles por acción privada

c) Obligatoria, la cual se expresa en dos sentidos. El primero hace referencia a la


promoción de la acción penal: por mandato de la ley el funcionario que toma
conocimiento de la perpetración de un hecho delictivo, está obligado a promover la acción
penal. El segundo sentido, alude a la sujeción de los sujetos procesales a los efectos
producidos por el ejercicio de la acción penal.

Ello debe entenderse como la obligación de los órganos de persecución penal, de


promover y mantener el ejercicio de la acción penal, ante la noticia de un hecho punible,
siempre que así lo determine la ley en caso en concreto.

d) Irrevocable, Una vez ejercida la acción penal, esta no puede ser objeto de revocación,
suspensión, modificación o supresión; salvo que la ley lo permita expresamente; es el
caso, por ejemplo, del principio de oportunidad, que luego de iniciado el proceso penal,
permite al Ministerio Publico, en los supuestos determinados en la ley y previo control
jurisdiccional, retirar la acción penal ejercida.

e) Indivisible, pues la acción penal es única, ya que constituye una unidad que no se
puede desagregar. En virtud a ello, la realización de un hecho punible no genera distintas
acciones para perseguir independientemente cada una de las conducta o cada uno de los
agentes que hayan participado en el evento criminal

f) Indisponible, pues el ejercicio de la acción penal no puede cederse ni delegarse a


persona distinta de la legitimada para ello.

2. El Principio de Oportunidad

La incorporación del principio de oportunidad, se dio mediante el Código Procesal Penal


de 1991. El código procesal penal de 2004, también lo ha regulado; sin embargo, debido a
la vigencia progresiva de este último, es que ambas normas rigen sobre el territorio
nacional, en los respectivos distritos judiciales donde cada uno se aplica.

2.1. Concepto
Claus Roxín define el principio de oportunidad, como aquel mediante el cual se autoriza al
Fiscal a optar entre elevar la acción penal o abstenerse de hacerlo, cuando las
investigaciones llevadas a cabo conduzcan a la conclusión de que el acusado, con gran
probabilidad, ha cometido un delito.

Es un criterio de oportunidad que otorga al Ministerio Publico, la facultad de abstenerse


del ejercicio de la acción penal o de la solicitud de aplicación de la pena, en determinados
supuestos expresamente señalados en la norma. Este principio tiene como fundamento la
falta de necesidad de proceso y de pena, pues se considera que existe una forma más
eficiente y oportuna de solucionar el conflicto generado por el ilícito penal, en lugar de
recurrir a la incoación o continuación del proceso penal correspondiente.

El principio de oportunidad surgió históricamente, ante la imposibilidad de perseguir


todos los hechos delictivos, lo que provocaría el colapso de la administración de justicia
penal o, en todo caso, la imposibilidad de perseguir la gran criminalidad.

Conforme al derecho penal de mínima intervención, la aplicación de la pena solo ha de


tener un carácter subsidiario; esto es, dicha aplicación solo será idónea y necesaria cuando
los demás mecanismos, no hayan podido solucionar satisfactoriamente un conflicto social.

Este planteamiento es concordante con la llamada justicia restaurativa, según la cual el


Derecho penal y procesal penal se orientan hacia una diversidad de respuestas frente al
conflicto jurídico penal, que permiten resolverlo no solo por vías punitivas y/o
retributivas, sino también por la vía de mecanismos de auto composición.

En conclusión, en aplicación del principio de oportunidad, el Ministerio Publico, sea de


oficio o a pedido del imputado y con su consentimiento, puede abstenerse de ejercitar la
acción penal, en los casos previstos por la ley.

2.1.1. Criticas

Primero: La aplicación del principio de oportunidad pone en peligro la seguridad


jurídica y el efecto conminatorio de la pena.

En efecto, se cuestiona la compatibilidad del principio de oportunidad con el de legalidad,


en tanto que la aplicación del primero no garantiza el fiel cumplimiento de la consecuencia
jurídica establecida por ley: la pena.

Esta critica parte de considerar todo el delito como una infracción contra legem, que solo
puede solucionar mediante la intervención del Estado y, en la mayoría de los casos, con la
imposición de una pena privativa de la libertad.

Sin embargo, resulta necesario que el delito sea apreciado como un conflicto; es decir,
como un fenómeno plurisubjetivo de intereses en el cual la solución no solamente compete
al Estado, sino a todos los que tengan legitimo interés sobre el particular: la víctima, el
imputado y el tercero civilmente responsable.
Segundo: Respecto del ejercicio de la acción penal, el principio de oportunidad
vulnera la obligatoriedad y la irretractabilidad del ejercicio de la acción penal.

La presente critica parte de la premisa equivocada de entender que el principio de


oportunidad es excepción del principio de legalidad y que, por tanto, vulnera las reglas
que de él se desprenden (la obligatoriedad y la irretractabilidad del ejercicio de la acción
penal); cuando, por el contrario, la discrecionalidad en el ejercicio de la acción penal
responde a otros fundamentos políticos.

Consecuentemente, el principio de oportunidad no es ninguna excepción al principio de


legalidad procesal, sino que tiene un fundamento autónomo y propio, vinculado a una
política criminal que gira alrededor de la solución de los conflictos, minimizando la
utilización estatal.

Tercero: El principio de oportunidad viola el principio de igualdad.

La critica parte erróneamente de afirmar que el principio de igualdad solo será satisfecho a
través de la aplicación de la ley a todas las personas por igual, sin excepciones. Según esta
posición, el principio de oportunidad no garantizaría dicho tratamiento (igualitario), ya
que frente a idénticos injustos penales, tanto la persecución penal, como la imposición de
las consecuencias jurídicas, dependerían principalmente de la discreción que tenga el
persecutor penal al ejercitar o no la acción penal.

Sin embargo, en el principio de oportunidad, la discrecionalidad al ejercer la acción penal


va a permitir que la persecución penal sea racional y proporcional, dentro de los límites
legales, a la frecuencia y gravedad de los delitos cometidos. Lo que se traduce en la
búsqueda incesante del principio de igualdad material, ya que, mediante el sistema se
pretende brindar un trato igual entre los que se encuentran bajo una misma situación
jurídica y un trato desigual entre los que gozan de distinta situación jurídica.

2.2. Presupuestos Para la Aplicación

Tanto el Art. 2º del CPP de 1991, como el Art. 2º del NCPP, coinciden en señalar que la
aplicación del principio de oportunidad exige el cumplimiento de los siguientes
presupuestos:

a) El consentimiento expreso del imputado

El cual constituye requisito indispensable para la aplicación del principio de oportunidad;


es decir, la manifestación de voluntad realizada en forma libre y espontanea, mediante la
cual, el imputado hará conocer al Fiscal su interés de evitar el ejercicio de la acción penal
o la prosecución del proceso penal ya iniciado, expresando su disposición a cumplir con
reparar el daño ocasionado al agraviado o perjudicado por el delito. Ello debe plasmarse
en un acta suscrita ante el Fiscal o en la declaración indagatoria.

b) La Reparación Civil
Para acceder a la aplicación del principio de oportunidad, se exige que el imputado cumpla
con el pago de la reparación civil.

A efectos de cumplir con este presupuesto, el imputado tiene dos posibilidades: la


reparación efectiva e inmediata del daño o la celebración de un acuerdo con el agraviado
en ese sentido. En ambos casos, el archivo de la causa se encuentra condicionado al
cumplimiento integro del pago, caso contrario, se formalizara la denuncia o se continuara
con el trámite del proceso.

Finalmente, cabe señalar que el cumplimiento del pago de la reparación civil no es


exigible cuando nos encontramos frente al supuesto de autor – victima.

2.3. Supuestos de Aplicación

Son tres:

a) Agente afectado por el delito

Se trata de las personas que tienen la condición de agente y victima al mismo tiempo, de
tal modo que la grave afectación sufrida por él, convierte en inapropiado la imposición de
pena, lo que exige una valoración para determinar aquellos casos en los que el daño
sufrido por el agente, opera ya como una poena naturalis.

Dentro del concepto agente victima cabe considerar también a ciertas personas relacionada
sal entorno familiar mas intimo del agente y que, como consecuencia de la comisión de un
delito por parte de este último, resultan agraviados. Lo remarcable es que la conducta del
denunciado debe haber generado en el mismo, sensibles afectaciones. Ejm. Cuando el
agente, como consecuencia de su conducta imprudente al conducir su auto, atropella a su
menor hijo, dejándolo en estado grave de salud o sin vida.

El fundamento de este supuesto se encuentra en la necesidad de evitar una doble pena para
el causante del delito, puesto que, ella solo acrecentaría el daño ya sufrido por sus actos.

b) Escaso Impacto Social del Delito

Con la denominación de delitos de bagatela, se alude a hechos delictuosos de escasa


reprochabilidad.

De ahí que el legislador de 1991, haya establecido como parámetros: a) la insignificancia


del injusto, b) su poca frecuencia, c) que amerite una pena privativa de la libertad no
mayor de dos años y, d) que no haya sido cometido por funcionario público en ejercicio de
su cargo; mientras que, el CPP 2004, solo señala dos: a) que se trate de delitos que
ameriten una pena privativa de la libertad no mayor de dos años y b) que no hayan sido
cometidos por funcionario público en ejercicio de su cargo.

Como podemos apreciar, el punto de referencia de todos los parámetros, es el denominado


interés público.
c) Mínima culpabilidad

Eta modalidad, supone que el agente que ha cometido el delito, se encuentre bajo el
amparo de un supuesto de mínima culpabilidad penal, o que su contribución a la
perpetración del mismo haya sido mínima.

2.4. Sistemas de Regulación

En la doctrina, se distinguen dos sistemas de regulación para la aplicación del principio de


oportunidad:

2.4.1. Sistema de Oportunidad Libre o Como Regla

Dentro de los países que se rigen por la tradición jurídica anglosajona, este sistema es
conocido como plea bargaining, que consiste en aquella facultad que tienen los fiscales,
para negociar con los procesados con el objetivo de obtener la admisión de
responsabilidad de estos.

Este mecanismo se caracteriza por los amplios márgenes de discrecionalidad que posee el
fiscal para llegar a un acuerdo con la contraparte del procesol; pudiendo negociar sobre lo
siguiente: a) el ejercicio de la acción penal; b) el inicio o no de la investigación; c) el
desistimiento, si el proceso se encuentra en curso; d) la inmunidad total o parcial del
imputado que se somete al acuerdo; e) reducir o variar los cargos y/o el pedido de la penal;
f) entre otros.

En la praxis, en EE.UU., se puede ver que el empleo de plea bargaining ocupa el 90% de
caos penales, lo que supone que solo un 10% de causas llegan a juicio oral.

2.4.2. Sistema de Oportunidad Reglado

La situación del principio de oportunidad en el sistema eurocontinental, aun es causa de


encendidas polémicas a nivel doctrinario; sin embargo, cada vez son más los países que
vienen adoptando este principio. Ello se puede apreciar con mayor nitidez en
Latinoamérica, como consecuencia del proceso reformado emprendido.

La diferencia entre este sistema y el anterior, radica en los márgenes de discrecionalidad


con que cuenta el persecutor penal; bajo esta línea, se tiene que, dada la preeminencia del
principio de legalidad, el ejercicio del principio de oportunidad reglada, se encuentra
limitado a determinados supuestos legalmente establecidos. En consecuencia, el Fiscal no
cuenta con muchas posibilidades de negociar, como ocurre con el prosecutor anglosajón.
23 Mar 2013 20:22:37

“EXEGESIS: LOS PROCESOS ESPECIALES EN EL NCPP-D.LEG.957


(29.07.2004)”

Por: Daniel Ernesto Peña Labrin*

SUMARIO: 1. Fundamentos de los Procesos Especiales 2. Simplificación: Proceso de


Terminación Anticipada 3. Reacción ante la Crisis 4. El Objetivo 5. Resumiendo 6.
Cuestionamiento a los Procesos Abreviados desde la Perspectiva Constitucional 7.
Justificación de la TAP 8. Efectos Jurídico-Sociológicos 9. El Proceso de Terminación
Anticipada 10. Fuentes 11. Terminación Anticipada de Proceso 12. Fundamentos Políticos
Criminales del TAP 13. Fundamento Doctrinal 14. Efectos a Favor del Sistema de Justicia
15. Efectos a Favor del Imputado 16. Ámbito de su Aplicación 17. No Proceden Acuerdos
Parciales 18. Características 19. Estructura de la TAP 20. La TAP en la Audiencia
Preliminar de la Etapa Intermedia 21. Propuesta Innovativa 22. Audiencia de la TAP 23.
Sentencia Anticipada 24. Declaración del Imputado en la TAP 25. Consecuencias Prémiales
26. Impugnación 27. Decisión de la Sala Superior 28. Decisión de la Sala Superior 29.
Eficacia del TAP 30. Conclusiones 31. Referencias Bibliograficas

1.-FUNDAMENTOS DE LOS PROCESOS ESPECIALES.

Debemos señalar que por razones de política legislativa, orientadas a evitar la congestión
procesal y la saturación del sistema de justicia penal ordinario, han determinado que junto
con el proceso común se regule una gama de vías alternativas que permitan diversificar las
especialidades procedimentales por razón de las personas y de la materia y, de otro lado, los
procesos simplificados desarrollados bajo el principio de consenso, destinados a controlar
la agobiante carga procesal penal, que forma parte del acuciante despacho judicial que
agoniza y desprestigia la justicia en el nuestro país .

A.- LOS PROCESOS ESPECIALES DEL NCPP

 Proceso inmediato (artículo 446 y ss)


 Proceso por razón de función pública. Aforados (artículo 449 y ss)
 Proceso de seguridad para inimputables (artículo 456 y ss)
 Proceso por ejercicio privado de la acción penal (artículo 459 y ss)
 Proceso de Terminación Anticipada (artículo 468 y ss)
 Proceso por colaboración eficaz (artículo 472 y ss)
 Proceso por faltas (artículo 482 y ss)
 Conclusión anticipada de Juicio Oral (art. 372)

B.- INSTITUCIONES DEL NCPP ACTUALMENTE VIGENTES

 Transferencia de competencia (artículos 29-31)


 El proceso de terminación anticipada (artículos 468-471): La ley N° 28671,
publicada el 31/01/2006, dispuso que las normas referidas al Proceso de
Terminación Anticipada entren en vigencia el 01/02/2006.
 Libro 7mo: La Cooperación Judicial Internacional (artículos 508-566)

2.- SIMPLIFICACION: PROCESO DE TERMINACION ANTICIPADA

 La TAP supone ponerse de cara a la tención entre eficacia y garantía.

 Que justifica esta abreviación? La crisis del sistema de la administración de justicia


penal.

 La lentitud tiene dos caras: oprime al imputado lesionando sus derechos y por otro,
la justicia se niega a sí mismo por ineficiente y a veces inútil, vano e ineficaz.

3.-REACCION ANTE LA CRISIS

Ello ocasiona un clamor unánime y al parecer universal solicitando una reforma que
incremente los principios de celeridad y eficacia sin lesión de las garantías fundamentales.

Una manifestación internacional del problema se encuentra contenido en las


recomendaciones del Consejo de Europa:

Introducción en sus sistemas penales de procedimientos abreviados en los que no hay debate
y en los que se actúa bajo la aceptación del acusado como medio de pacificación del
conflicto procesal: Consenso.

4.-EL OBJETIVO

Se busca cubrir las exigencias de tratados internacionales con jerarquía constitucional.

Por ejemplo, el apartado 3 y artículo 40, 2. b, ii del Pacto Internacional de los Derechos
Civiles y Políticos, establece que “la causa sea dirimida sin demora por una autoridad u
órgano judicial competente”.

5.- RESUMIENDO

 Los procesos los procesos simplificados surgen como respuesta:


 A las prácticas procesales burocrático – rituales, que sólo han anquilosado el
proceso penal llegando a estadísticas alarmantes de acumulación de procesos sin
sentencia y muchos de ellos prescritos contribuyendo a l incremento de la
impunidad.
 A la expansión del derecho penal sustantivo;
 A la sobrecarga procesal.

6.- CUESTIONAMIENTO A LOS PROCESOS ABREVIADOS DESDE LA


PERSPECTIVA CONSTITUCIONAL
Lesiona, vulnera y dinamita de manera flagrante:

 Defensa en Juicio,
 El Debido Proceso

Constituye una coerción hacia el imputado a efecto de lograr su autoinculpación,

Se condena a una persona con meros actos de investigación.

El principio de verdad real, constituyendo un regreso al juzgamiento escrito.

Lesiona el principio de legalidad: No se respetan los márgenes de la pena.

La voluntad del imputado a la hora de aceptar, se encuentra sutilmente coaccionada, o mejor,


no posee libertad suficiente, el más poderoso (MP) impone sus fines persuadiendo.

7.- JUSTIFICACION DE LA TAP

El fenómeno delictivo es un conflicto entre partes por lo que tiene mayor espacio de
intervención la víctima, como elemento constitutivo de la pareja criminal.

El sistema pretende llegar a la verdad real: cuando hay medios de prueba idóneas para
alcanzar la verdad real sin que sea necesario reproducirlo en juicio y con aceptación del
imputado hay TAP. No es suficiente la simple confesión.

 El principio de legalidad subsiste:

1. Se respetan las penas establecidas en el CP.


2. No cabe una calificación diferente.
3. No cabe admitir como probado un hecho diferente al ocurrido o como real uno no
ocurrido.
4. No cabe admitir como probado que el imputado participó en el hecho cuando
realmente no lo hizo.

8.- EFECTOS JURÍDICO-SOCIOLÓGICOS:

Se soslaya el desgaste jurisdiccional y económico que conlleva pasar las causas a juicio y
por otro parte, es un sinceramiento del proceso frente a la realidad, pues procesos en las que
se sabe de antemano el resultado no tienen por que esperarse el juicio para ser resueltas en
forma definitiva, contribuyendo a la paz social en justicia:

Sin embargo, el acierto y sentido común del Fiscal y defensor planteará el TAP.

9.- El PROCESO DE TERMINACION ANTICIPADA

Se trata de un típico proceso especial que propone una fórmula simplificada que permite la
conclusión consensuada del proceso penal, obviándose las restantes etapas procesales.
Requiere de la formalización de la continuación de la investigación preparatoria y sólo se
puede requerir una sola vez hasta antes de formularse acusación fiscal.

10.-FUENTES

LINDANTES:

– La institución del pateggiamento italiano.

– La terminación anticipada del Código de Procedimiento Penal colombiano.

PREDECESORA:

– El plea bargaining del sistema anglosajón.

11.- TERMINACION ANTICIPADA DE PROCESO

-Antecedentes en el Perú

-Ley 26320 (2.6.94). Casos de TID

-Circular Nº 005-95-MP-FN (16.11.95), sobre el proceso de terminación anticipada en TID

-Ley 26461 del 08 de junio de 1995, artículo 24, TAP en casos de contrabando y
defraudación de rentas de aduana. Modificado luego por el art. 20 de la Ley de los delitos
aduaneros – Ley N° 28008, del 18 de junio 2003.

12.-FUNDAMENTOS POLITICO CRIMINALES DEL TAP

 Simplificación del procedimiento.

 Descarga procesal (evitar congestión)

 Derecho penal premial

 Negociación: Consenso

13.- FUNDAMENTO DOCTRINAL

Se sustenta en el principio de consenso y en la necesidad político criminal de eficacia a


través de una resolución judicial rápida al conflicto penal, que respetando el principio de
legalidad, se produce como consecuencia de una negociación entre el fiscal y la defensa
basada en recíprocas concesiones.

Receta consensuada que se ve auspiciada por sus consecuencias prémiales.

La finalidad del proceso: Verdad consensuada. La verdad real es una utopía.


14.- EFECTOS A FAVOR DEL SISTEMA DE JUSTICIA

1. Economía procesal en términos de ahorro de las etapas intermedia y de juzgamiento,


así como de las actuaciones impugnatorias.

2. Reducción de los costos del proceso.

3. Reducción de la carga procesal que posibilita la racionalización de los Recursos. (Su


aplicación a procesos de mayor complejidad).

4. Reducción de los índices de impunidad generados por los sobreseimientos y absoluciones


motivadas en la improbanza o la duda.

5. Permite la desjudicialización de conflictos penales.

6. La expectativa social queda satisfecha en doble aspecto: por un lado observa que todo
delito es sancionado y por otro, se evidencia una señal para abandonar el escepticismo.

15.-EFECTOS A FAVOR DEL IMPUTADO

1. Permite la obtención de una pena rebajada como consecuencia de los Beneficios


prémiales acumulados.

2. Evita los efectos negativos (estigmatización) de la publicidad del Juzgamiento.

3. Eventualmente evita los efectos negativos de la prisionización al posibilitar (en los casos
que la ley lo permite), acuerdos respecto a la Suspensión de la ejecución de la pena.

16.- ÁMBITO DE SU APLICACIÓN

Resulta aplicable en los procesos por todo tipo de delito (art. 468).

En procesos con pluralidad de hechos punibles y/o de imputados, se requiere el acuerdo de


todos los imputados y por todos los cargos que se atribuya a cada imputado.

El juez podrá aprobar acuerdos parciales (esto es, de alguno de los imputados), si la falta de
acuerdo se refiere a delitos conexos en relación con otros imputados (art. 469).

17.-NO PROCEDEN ACUERDOS PARCIALES

 No procede acuerdo parcial si el acuerdo perjudique el éxito de la investigación.


 Tampoco procede acuerdo parcial si la acumulación resulta indispensable.

18.-CARACTERÍSTICAS

1. Para su materialización se requiere de la no oposición del fiscal o el imputado (inc.


1 y 2 del art. 468).
2. Puede intentarse por una sola vez.

3. El Fiscal y el imputado pueden sostener reuniones preparatorias informales (inc. 2 del art.
468).

4. El Juez está obligado:

a) A explicar al imputado los alcances y consecuencias del acuerdo; y

b) A propiciar el consenso, instando a las partes luego del debate a que lleguen a un acuerdo
(inc. 4 art. 468).

5. La participación de la parte civil y el tercero civilmente responsable es facultativa,


existiendo la obligación de poner en su conocimiento la instauración de la TAP (inc. 3 art.
468).

6. Su tramitación es incidental, no impide la continuación del proceso originario (inc. 1 art.


468).

7. No se permite la actuación de prueba en la audiencia (inc. 4 art. 468).

8. Control judicial: Corresponde al juez el control de regularidad y razonabilidad del


acuerdo (calificación jurídica penal del hecho y pena).

9. Eventualmente se puede reconducir la tipicidad del hecho.

10. De existir elementos de convicción suficientes el Juez dispondrá en la Sentencia la pena


indicada, la RP y las consecuencias accesorias que corresponda anunciado que habido
acuerdo.

11. Al no existir elementos de convicción suficiente, el Juez puede absolver al imputado.

12. El Juez, puede desaprobar el acuerdo; pero no puede dictar condena excediendo los
términos del acuerdo (inc. 6 art. 468).

13. La audiencia es de carácter privada.

19.-ESTRUCTURA DE LA TAP

 Iniciativa:

Del Fiscal o imputado.

 Pedido:

Singular o conjunto
 Oportunidad:

Por una sola vez, desde la disposición de formalización de la investigación, hasta antes de
la Acusación.

20.- LA TAP EN LA AUDIENCIA PRELIMINAR DE LA ETAPA

INTERMEDIA.

 ¿Es factible que el Fiscal o el imputado solicite al Juez realice una Audiencia de
Terminación Anticipada luego que el Fiscal formuló Acusación?
 Solución Formal: No
 Solución Creativa: Si.
 Porque Sí?
 No aceptar que pueda materializarse en la Audiencia Preliminar es ir contra la lógica
de descongestión procesal. Si las partes desean negociar antes del juicio no podemos
alegar cuestiones formales y rechazarlo.
 Si es posible aplicar criterios de oportunidad (inc. e art. 350) por lógica y coherencia
también puede aplicarse la TAP.
 El sustento: economía y celeridad procesal.

21.- PROPUESTA INNOVATIVA

 Se debe sugerir que la concurrencia del imputado al inicio de la audiencia preliminar


es obligatoria.

 De otro lado, se debe dilatar el contenido del art. 349 del CPPP estableciéndose que
el Fiscal en su acusación puede requerir al Juez a la aplicación de la TAP antes que
entre al control de la acusación, teniendo por retirada si aquella prospera. Igual
derecho puede tener el imputado.

22.-AUDIENCIA DE LA TAP

 Asistencia obligatoria:

Fiscal, imputado, defensor

 Cargos: Presentación por el Fiscal de los cargos surgidos en la investigación


preparatoria.
 Aceptación: total, parcial o rechazo de los cargos por el imputado.

 Explicación del Juez al imputado sobre los alcances y consecuencias del acuerdo y
las limitaciones que acarrea para controvertir su responsabilidad.
 Pronunciamiento del imputado y demás sujetos procesales Acuerdo:
 De llegarse a un acuerdo entre el Fiscal y el imputado sobre las circunstancias del
hecho y con respecto a la pena (inclusive no efectiva) reparación civil y demás
consecuencias, así lo declaran ante el Juez.
23.-SENTENCIA ANTICIPADA

El Juez dictará sentencia dentro de las 48 horas de realizada la Audiencia.

 Control de legalidad judicial:

a) Calificación jurídica del hecho y pena razonable.

b) Elementos de convicción suficientes.

 Dispone la aplicación de la pena y demás extremos acordados, indicando que ha


habido acuerdo.

 Rige el artículo 398 (Sentencia absolutoria: Hecho no constituye delito, el imputado


no es autor ni partícipe, medios probatorios insuficientes para declarar culpabilidad,
existe causal que exime de responsabilidad penal).

24.- DECLARACIÓN DEL IMPUTADO EN LA TAP

Cuando no hay acuerdo o no es aprobado, se considera inexistente la declaración del


imputado. (470 CPP)

25.-CONSECUENCIAS PREMIALES:

1. Da lugar a la aplicación del beneficio de reducción de pena por Confesión sincera.

2. Adicional y acumulativamente da lugar a la aplicación del beneficio de Reducción de


pena en una sexta parte por el sólo hecho de acogerse al Proceso de Terminación Anticipada
(art. 471).

26.-IMPUGNACIÓN

– El Fiscal o imputado pueden apelar el auto que rechaza el acuerdo.

– El Fiscal puede apelar la sentencia absolutoria.

– Los demás sujetos procesales (actor civil, tercero civil responsable) pueden apelar la
sentencia aprobando el acuerdo, cuestionando:

1.- La legalidad del acuerdo,

2.- O el monto de la reparación.

27.-DECISION DE LA SALA SUPERIOR

 La Sala Superior puede revocar o modificar el auto o sentencia absolutoria.


 Si llega a determinarse que el acuerdo fue ilegal, declarara nula sentencia y sin efecto
el acuerdo.

 Si se descarta que el acuerdo fue ilegal, aprobará la sentencia anticipada.

28.-DECISION DE LA SALA SUPERIOR

Si se cuestiona el monto de la reparación civil, la Sala Penal Superior puede incrementar


ésta dentro de los límites de la pretensión de los actos civiles.

29.-EFICACIA DEL TAP

 Para que marche de manera óptima el proceso de la TAP se requiere Fiscales y


Jueces no sólo con aptitud sino con actitud y obviamente debidamente capacitados
en el nuevo modelo acusatorio/adversarial del NCPPP.

 Un magistrado con aptitud sin actitud se niega a si mismo y puede destruir cualquier
sistema por más perfectible que sea, de allí la responsabilidad de la AMAG y de los
centros de Capacitación y Universidades involucradas en la difusión científica del
NCPP.

30.- CONCLUSIONES

PRIMERA: El NCPP, responde a una de las exigencias postreras al nuevo enfoque


acusatorio, garantista, adversarial, que se viene difundiendo en la ciencia procesal penal
latinoamericana y que su esencia tiene por finalidad realizar una revolución procesal que
responda a los requerimientos sociales que el pueblo y los actores procesales exigen.

SEGUNDA: El NCPP, plantea una reforma total a nivel de la estructura procedimental


agilizando a través de procesos especiales, en la procura de llegar a resolver los conflictos
penales de una sociedad que muta día a día y que la justicia tiene que responder a esas
pretensiones sociales propias del siglo XXI.

TERCERA: En este modelo, precisamente se distingue con claridad la función de


investigar, reservada al Ministerio Público con la participación de la Policía Nacional; y la
función de decidir, reservada exclusivamente a los órganos jurisdiccionales. Además, se
fortalece la posición de defensa de oficio durante el proceso.

CUARTA: Una justicia que tarda no es justicia, reza el aforismo romano. En consecuencia,
el nuevo modelo permitirá reducir los tiempos de duración de los procesos, ya que consagra
procedimientos más ágiles y promueve la gestión eficiente del despacho Fiscal y el Judicial.
También el esquema del NCPP contribuirá, a enfrentar problemas de excarcelación de
procesados por exceso de plazo de carcelería, a través de una impartición de justicia más
óptima y legitima.

31.- REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS


1. 1. ROSAS YATACO, Jorge, Derecho Procesal Penal, Edit. Jurista Editores, 2009

2.- BETTIOL, GUISEPPE, Instituciones del Derecho Penal y Procesal Penal, Editorial
Bosch, Barcelona 1997.

3.- CARNELUTTI, Francisco, Derecho Procesal Penal, Editorial Hammurabi, Buenos


Aires 1971.

4.- DEL VALLE RANDICH, Luis, Derecho Procesal Penal, Parte General, Editorial
Pérez Pacosuich, Lima 1969.

5.- FLORIÁN, Eugenio, Elementos de Derecho Procesal Penal Editorial Bosch,


Barcelona 1984.

6.- GIMENO SENDRA, Vicente , Derecho Procesal Penal Tomo II, Editorial Tirant Lo
Blanch Valencia 1992.

7.- GOMEZA COLOMER, Juan Luís El Proceso Penal Alemán, Introducción y


Normas Básicas Editorial Bosch, Barcelona 1996.

8.- LEONI, Giovanni, Tratado de Derecho Procesal Penal Editorial E.J.E.A., Buenos
Aires 1965

9.- MANZINI, Vincenzo, Tratado de Derecho Procesal Penal Tomo II, Editado EJEA.,
Buenos Aires 1952.

10.- ZAFFARONI, Eugenio Raúl, Manual de Derecho Penal Ediciones Jurídicas, Lima
1994

Lima, Agosto de 2009

Email.oficinacist@yahoo.es

Blog http://mgplabrin.blogspot.com/

CEL.998852144

*Jurista: Abogado & Sociólogo-UIGV, Investigador permanente, Premio Excelencia


Académica (1995-1999), Magíster en Derecho Penal- UNFV (2009); Diploma de
Especialización Internacional en Procesal Constitucional con Mención en Procesos de
Hábeas Corpus y Amparo (APECC-UBA-2008); Diploma de Honor por la
Participación en el Primer Concurso Nacional de Investigación Jurídica 2007,
Convocado por el Ilustre Colegio de Abogados de Lima; Catedrático en la Facultad de
Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Inca Garcilaso de la Vega; Sub
Director de la Revista Electrónica: “Ultima Ratio” de la Facultad de Derecho y
Ciencias Políticas de la Universidad Alas Peruanas; Miembro de la Comisión
Consultiva de Derecho y Comunicación en Tecnología Informática del Ilustre Colegio
de Abogados de Lima – 2007; Miembro de la Asociación de Abogados del Distrito de
Miraflores-Lima-2009; Catedrático Virtual del Sitio Web: enplenitud.com, Bs As-
Argentina y Articulista de VLEX Internacional –España.

Principio de oportunidad en Peru


Principio de oportunidad

Justificación del principio de oportunidadComo punto de partida para el presente análisis


debemos establecer que la actividad persecutoria corresponde al órgano encargado por el estado
para la realización de tal función, es decir dicho órgano tendrá que realizar las diligencias debidas
cuando llegue a su conocimiento un delito o en todo caso indicios que constituyan delito, de
manera que logren resolver sin necesidad de tener estimulo extraño.

En este caso estamos hablando del principio de obligatoriedad, la cual establece que tanto los
jueces como magistrados deben administrar justicia de manera gratuita y publica debido a que es
un derecho que toda persona tiene a que se resuelva el conflicto suscitado que perjudica
gravemente a una de las partes. Así podemos establecer que el estado tiene un compromiso muy
grande con cada una de las personas y esta se debe a que pueda resolver los conflictos
presentados con ayuda de sus órganos de justicia.

Nos queda claro que con el paso de los días dicho principio decae más, al no cumplirse con la
finalidad que persigue y esto se debe a que hay muchos delitos que no se llegaron a descubrir y
por ende no tienen condena tal como nos lo muestra los estudios realizados en cuanto a este
tema denominado cifra negra.

Teniendo en cuenta que dicho principio no se concreta y que por lo general va decayendo con el
paso del tiempo por diversas razones, tales como la excesiva carga procesal que presenta el
poder judicial, de manera que no llega a resolver todos los delitos.

Se pretende mediante diferentes mecanismos resolver dicha deficiencia de manera que no


desampare el derecho reconocido por las personas, de manera que si se llega a conocimiento de
la comisión de un delito se deberá promover su persecución a fin de que pueda procesarse y por
ende condenarse.
¿En que consiste dicho principio?
Sabemos que la referida temática va ser considerada como un mecanismo pero no solo resulta
abordarlo como cualquier principio a visión de simpleza si no que es necesario que podamos
dilucidar como dijimos al principio su real importancia, por eso partiremos de lo siguiente: el
principio de oportunidad en primer lugar, podemos definirlo como: un mecanismo jurídico que
ostenta el fiscal la cual enmarca una base como principal titular de la acción penal de poder
evitar una sobrecarga procesal en nuestro ámbito judicial de modo que los delitos cometidos las
cuales solo los considerados con menor relevancia y de poca trascendencia sean causales de no
elevarlos a sede jurisdiccional para que se conduzca a un proceso. Si bien es cierto nos
encontramos en un estado de derecho en el cual muchos bienes jurídicos se ponen en nuestro
frente para que se evite vulnerarlos, es necesario saber que se deduce de este principio que no
solo se va aplicar a favor del imputado si no que la victima de alguna forma será compensada por
el daño, pues si bien es cierto se considera “insignificante” el delito pues siempre hay que tener
en cuenta que la víctima debe ser indemnizada y pues esto es lo que se propone la cual con
obligatoriedad debe realizarse para poder remediar lo cometido.
Además, con esto también se estaría buscando dar una oportunidad para que el imputado pueda
evitar cometer delitos que puedan ser realmente trascendentes con posterioridad.
Tengo que decir, que al haber incluido el principio de oportunidad se ha establecido un nuevo
enfoque para nuestro sistema y adecuado además a nuestra realidad, la cual simplemente lo que
se desea obtener es que pueda darse un control pleno de los casos que realmente son
considerados de peligrosidad y por lo cual necesitan tener mucho mas extensividad en un
proceso, y dando paso a una celeridad y eficacia procesal que tanto se requiere, por eso dicho
principio da una pauta para poder mejorar nuestro sistema procesal así también consideramos
que se trataría de evitar penas privativas que sean innecesarias y así no poder ayudar a los
agentes criminales que cometen delitos mucho mas graves.
Aplicación del principio de oportunidad en Huaura (cuadros estadísticos):
Es posible identificar, en primer lugar, un bajo porcentaje de aplicación del principio de
oportunidad: menos de 0,5% del total de casos revisados.1 Este dato adquiere mayor relevancia
aun si lo contrastamos con las siguientes cifras, que se derivan de los cuadros 116 y 117.
En primer lugar, hay un alto porcentaje de intentos de aplicación fallidos. En efecto, 85,7% de los
intentos resultaron en la no aplicación del principio de oportunidad. Ello responde, entre otros, a
los siguientes motivos: a) ausencia de las partes en la audiencia, b) falta de acuerdo y c)
incumplimiento de la indemnización.
Estos intentos frustrados de aplicación del principio de oportunidad generan una importante
pérdida de tiempo y de recursos. En efecto, en algunos casos, la tramitación de éste puede tomar
entre dos y cinco meses, sin que se consiga resultado alguno.
En segundo lugar, hay un alto porcentaje de casos en los que, pese a que hubiera podido
aplicarse el principio de oportunidad, esto no se hizo. Como puede notarse, se trata de 18,7% de
los casos revisados; es decir, aproximadamente uno de cada cinco casos podría haber sido
resuelto mediante este mecanismo. Muchos de estos casos corresponden a delitos como omisión
a la asistencia familiar, lesiones leves y delitos culposos.

Problema
El principio de oportunidad no ha sido utilizado frecuentemente. Por el contrario, muchos casos
(18,7%) en los que se pudo haber intentado aplicarlo llegaron al Poder Judicial. Asimismo, existe
un alto porcentaje de casos en los que, aun cuando se intentó la aplicación, no se llegó al
resultado esperado (85,7%).

Recomendación
Consideramos aplicables las recomendaciones planteadas en el caso de los procedimientos
especiales.
Caso propuesto
El caso que se relata a continuación es uno real y el principio de oportunidad fue aplicado aquí de
manera extraproceso.
(Puerto Maldonado, octubre 20)
El Nuevo Código Procesal Penal, permite resolver casos inmediatamente, como el presentado
ante el Ministerio Público de Tambopata, donde un ciudadano que libaba con un amigo en un bar
de la localidad de Laberinto, fue atacado sorpresivamente por un sujeto que ingresó al local,
provisto de un arma blanca, ocasionándole una herida en la pierna, por lo cual fue conducido al
centro de salud para las atenciones del caso. La víctima de nombre Lucio Mamani Pumaleque,
luego de recuperarse de un corte de 6 centímetros de profundidad en su pierna derecha,
denunció a su agresor de nombre Marcial Cárdenas Pinto (36), quien, reconoció su mal proceder
y decidió acogerse al Principio de Oportunidad, por el cual, el agresor se comprometió a resarcir
el daño sin llegar al proceso judicial. En ese sentido, el fiscal Sandro Raphael Chacon Yupanqui,
cito en audiencia a su despacho a los implicados, haciendo conocer sus derechos al denunciado y
las ventajas de acogerse al principio de oportunidad, así como la voluntad de indemnizar al
agraviado por los 2 días de atención de salud y 7 días de incapacidad médico legal. El encausado,
aceptó acogerse a las ventajas del principio de oportunidad que brinda el Nuevo Código Procesal
Penal, reconociendo los hechos y aceptando pagar los 500 soles de reparación civil que solicitó la
víctima, como pretensión indemnizatoria por los daños ocasionados a su integridad física.
Concluido el pago de la reparación civil, el Fiscal Adjunto Provincial, procederá a emitir la
disposición de archivo de la investigación, evitándose de esta forma perdida de tiempo, gastos de
abogado y derechos de trámites que conlleva un proceso judicial.
Puerto Maldonado, 20 de octubre de 2009

Principio de oportunidad

EL PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD

CONCEPTOS GENERALES

Cuando nos referimos a éste principio, normado en nuestro ordenamiento procesal penal
estamos aludiendo a una institución procesal que quiebra la inflexibilidad del clásico
principio de obligatoriedad de la acción penal.

Al respecto y como bien lo señala Ore Guardia, nuestro sistema penal tiene una base
inquisitiva pues señala que tiene como regla casi absoluta que todo delito debe ser
investigado y sancionado, en base al principio de legalidad, por el cual ante la noticia de la
posible comisión de un hecho delictivo, existiría la obligación de perseguirlo y sancionarlo
a través de las entidades competentes del Estado.
Dicha obligación funcional de perseguir y sancionar todos los delitos, tendría su sustento
en la concepción de una justicia absoluta, a la que no puede escapar ningún delito.

Por ello se afirma que un nuevo modelo de justicia penal, la preocupación central no debe
ser sólo la solución formal del caso, sino la búsqueda de una solución para el conflicto
social generado por el delito. En consecuencia el proceso penal no puede permanecer al
margen ni de las exigencias propias del modelo de Estado en el que se desarrolla ni, por
consiguiente, de las funciones que el derecho penal asuma en un concreto momento
histórico y respecto a un ordenamiento jurídico determinado.

Incide el autor en el hecho que cualquier proceso penal moderno, si bien ha de continuar
fiel a su función tradicional, sirviendo a la aplicación del " ius puniendi" estatal con todas
las garantías procesales y respecto a los derechos fundamentales del imputado, propios de
un Estado de Derecho, no puede renunciar a tutelar, en la medida en que sea posible, otros
derechos o intereses dignos de protección que la propia Constitución reconoce, como son
por ejemplo, el de la víctima del delito y el existente en la resocialización del imputado.

Infiere entonces que el principio de oportunidad reglado sirve al interés público existente
en la resocialización del imputado y responde a las exigencias del moderno Estado de
Derecho y a la función de prevención especial que la pena y el Derecho Penal asumen en
él. En consecuencia, considera que la respuesta penal frente a la pequeña y grave
criminalidad no puede ser la misma. Se precisa, en estos casos, de una respuesta jurídica
adecuada, "justa y útil" incorporando la tendencia metodológica de separar la grande de la
"pequeña o mediana" criminalidad.

Se coincide en éste punto con Oré Guardia, quien señala que en la actualidad nuestro país,
e incluso países más avanzados, no han podido someter al sistema penal todos los delitos
que se cometen en la sociedad, ya que el estado muchas veces carece de capacidad, de
medios materiales y humanos para poder perseguir con todos los hechos delictivos.
Señalando que por ésta carencia, se estima que aproximadamente el 75% de los delitos
quedan fuera del sistema penal y pasan a formar parte de lo que la criminología denomina
"cifra negra" de la delincuencia.

Refiere que la imposibilidad de procesar todos los delitos, sobre todo lo de mayor
lesividad social, ha traído como consecuencia la necesidad de invocar y poner en práctica
el principio de oportunidad, el cual opera como correctivo de las disfunciones generales
por la irrestricta aplicación del principio de legalidad.

Concluye que por ese motivo el principio de oportunidad viene siendo incorporado en la
mayoría de reformas contemporáneas de los ordenamientos procesales penales.

Menciona que la Recomendación Nº R (87) del Comité de Ministros del Consejo de


Europa aconsejó a sus estados miembros incorporar en sus legislaciones el principio de
oportunidad de la acción penal. Considerando que en base a esa interpretación se han
levado a cabo las últimas reformas procesales penales, con la finalidad de abreviar y
acelerar los trámites procesales en los delitos de "pequeña y mediana criminalidad".
1. Definiciones

Un primer análisis del principio de oportunidad nos permite constatar que se le ha venido
definiendo como aquel que se contrapone excepcionalmente al principio de la legalidad
penal corrigiendo su disfuncionalidad, no obstante tal como lo expone Baumann, ésta
afirmación no es del todo cierta, pues si bien es cierto que se acostumbra resumir las
excepciones al principio de legalidad recurriendo a la expresión genérica "principio de
oportunidad" no se trata siempre de oportunidad sino de intereses y presupuestos jurídicos
diferentes, como lo son los criterios de economía procesal, tramados jurídicos-materiales o
categorías de política criminal.

Considera que ésta generalización parte del poco interés puesto por doctrinarios para
definir los rasgos más saltantes del citado principio; refiere que incluso el mismo Roxin
tan meticuloso en casi toda su obra, se limita a asumir que el principio de oportunidad es
la contraposición teórica del principio de legalidad, mediante el cual se autoriza al Fiscal a
optar entre elevar la acción o abstenerse de hacerlo - archivando el proceso - cuando, las
investigaciones llevadas a cabo conduzcan a la conclusión de que el acusado, con gran
probabilidad, ha cometido el delito.

De otro criterio son tratadistas como Maier que lo definen como la posibilidad de que los
órganos públicos, a quienes se les encomienda la persecución penal, prescindan de ella, en
presencia de la "notitia" de un hecho punible o, inclusive, de la prueba más o menos
completa de su perpetración, formal o informalmente, temporal o indefinidamente,
condicional o incondicionalmente.

A su vez, Gimeno Sendra entiende por principio de oportunidad la facultad que al titular
de la acción penal asiste, para disponer bajo determinadas condiciones de su ejercicio, con
independencia de que se haya acreditado la existencia de un hecho punible contra un autor
determinado.

Bacigalupo señala que el principio de oportunidad no debe entenderse exclusivamente


como una renuncia bajo ciertas condiciones a la acción penal diversificado del conflicto
social representado por el hecho delictivo.

Un punto de vista similar tiene Creus, el cual lo considera como la posibilidad que el
funcionario posee de discriminar si se encuentra o no ante un hecho que puede constituir
delito, para promover la acción o abstenerse de hacerlo.

En el ámbito del derecho penal peruano podemos encontrar autores que definen el
principio de oportunidad desde un punto de vista positivo, poniendo énfasis en los
aspectos normativos y procesales. Así tenemos que para Oré Guardia, éste principio es un
mecanismo procesal a través del cual se faculta al Fiscal titular de la acción penal para
decidir sobre la pertinencia de no dar inicio a la actividad jurisdiccional penal, o en su
caso a solicitar el sobreseimiento cuando concurran los requisitos exigidos por ley.

En estos casos, a pesar de haber un hecho delictuoso con autor determinado, el ejercicio de
la acción penal se extingue por acto distinto de una sentencia, sustentado en los criterios
de falta de necesidad de la pena o falta de merecimiento de la misma, todo ello con el fin
de solucionar en parte el grave problema de sobrecarga procesal y congestión
penitenciaria.

Mientras que Sánchez Velarde lo define como la discrecionalidad concedida al Ministerio


Público a fin de que éste decida sobre la persecución penal pública, especialmente en los
casos de delitos leves y con tendencia a ampliarse a la mediana criminalidad.

Igualmente existen autores nacionales que inciden en la naturaleza excepcional del


principio de oportunidad, entre ellos, Cubas Villanueva quien señala éste principio como
una excepción al reino del principio de legalidad. Refiere que éste principio en
ordenamientos como el nuestro está reglado, es decir, sólo se puede aplicar a algunos
delitos, en función de que afecten levemente el interés social.

Finalmente, Catacora Gonzales dice que el principio de oportunidad es la antítesis del


principio de legalidad u obligatoriedad. Agrega que sus propósitos son loables y podría
convertirse en un gran instrumento para descargar a los fiscales y juzgados de trabajo
inútil.

Como hemos podido apreciar, si bien existen divergencias en la doctrina nacional y


extranjera, sobre la naturaleza excepcional o no del principio de oportunidad, respecto del
principio de legalidad, hay consenso en cuanto a la conveniencia de la facultad
discrecional del Fiscal para ejercitar o no la acción penal en los supuestos que establezca
la norma procesal penal, con la finalidad de aliviar al organismo jurisdiccional de una
sobrecarga de delitos de escasa afectación social y sobretodo que permita solucionar a las
mismas partes afectadas de manera pronta y efectiva su problema.

1.1.3. Fundamentos

En lo que concierne a los fundamentos para la aplicación del principio de oportunidad,


existen criterios en la doctrina como el de Sánchez Velarde para quien éste fundamento se
encuentra en la escasa relevancia social de la infracción. En estos casos considera que no
existe un interés social de punición y que pueden ser resueltos por los sujetos de la
relación procesal sin poner en marcha el aparato judicial o dando por concluido el ya
iniciado.

Por su parte Gimeno Sendra establece que el fundamento se encuentra en la escasa entidad
del daño social producido o en la personalidad del inculpado que no podría justificarse
mediante criterios discriminatorios de índole económico, sociológico o político, ya que los
principios constitucionales de igualdad y de seguridad jurídica podrían ser cuestionados.

En su opinión, éste principio también tiene un fundamento político; su innovación


legislativa obedece a la necesidad no de lucha contra la delincuencia, sino de solucionar
problemas de saturación de los procesos penales.

Para Oré Guardia desde el punto de vista social el fundamento del principio de
oportunidad radica en la escasa relevancia social del ilícito penal. En tal caso existe un
interés colectivo en la persecución penal, de modo que el conflicto puede muy bien
resolverse entre los sujetos de la relación procesal, sin que intervenga el órgano judicial.
Citando a Silvia Barona, considera que el principio de oportunidad contribuye a la
consecución de la justicia material por encima de la formal, favoreciendo el derecho a un
proceso sin dilaciones indebidas, constituyéndose así, en un instrumento que permite
llevar a cabo un tratamiento diferenciado entre hechos punibles que deben ser perseguidos,
y otros con un mínimo de interés social y en los que la pena carece de significación.

Coincide Oré con Gimeno Sendra en que desde el punto de vista político estriba en la
necesidad de solucionar problemas de saturación, como la acumulación de procesos,
retardo procesal, y deficiencias en cuanto a infraestructura e ineficacia administrativa.
Reflexiona en que el fundamento político criminal de la oportunidad radica, por un lado,
en la necesidad de evitar procedimientos que puedan aparecer como innecesarios y
facilitar el uso de penas alternativas a la privación de la libertad, que pueden tener
importantes efectos preventivos sin causar los estragos que sobre la libertad personal
provoca aquella.

Sobre el particular debemos dejar claramente establecido que coincidimos con los criterios
antes glosados, pero especialmente con aquellos que ven en el principio de oportunidad
una alternativa a los problemas de saturación y acumulación de procesos; máxime si
consideramos la realidad carcelaria en nuestro país, para lo cual nos remitimos a los
cuadros estadísticos que forman parte del ANEXO I de la presente Tesis, en los cuales
figuran datos recientes sobre la situación actual de los Establecimientos Penitenciarios de
la Región Lima, proporcionados por el Instituto Nacional Penitenciario ( INPE ).

En el Cuadro Nº 1 correspondiente a febrero del 2002 podemos apreciar la población


penal por situación jurídica y sexo, pertenecientes a la Dirección Regional Lima (la cual
incluye 14 Centros Penitenciarios).

Puede apreciarse en él, que de un total de 13,259 internos, la mayor parte son procesados
(9,847), es decir que aún no se ha determinado su inocencia o responsabilidad penal.
Correspondiendo sólo a la tercera parte de internos, la condición de sentenciados (3,412).

En el Cuadro Nº 2 correspondiente al mismo periodo, población penal por tipo de delitos,


pertenecientes a la Dirección Regional Lima; puede apreciarse que prácticamente el 50%
de los internos se encuentran en ésa situación por haber cometido delitos contra el
patrimonio (6,574), encontrándose en la condición de procesados las dos terceras partes
(4,966).

Estos hechos tomados de la realidad cotidiana en nuestro país, nos hacen pensar en la
apremiante necesidad de repotenciar el principio de oportunidad para que cumpla a
cabalidad sus fines, complementado por otras necesarias medidas de tipo educativo,
económico y político.

1.1.4. Objetivos

a) Descriminalización

Respecto a hechos punibles, evitando la aplicación del poder sancionador de la norma


penal, cuando otras formas de reacción frente al comportamiento desviado pueden
alcanzar mejores resultados o donde resulte innecesaria su aplicación.

b) Resarcimiento a la víctima

Como segundo objetivo del principio de oportunidad se señala el resarcimiento rápido y


oportuno a la víctima por el daño ocasionado, de tal manera que no haya necesidad de
esperar los más de uno o más años que dura un proceso, para que el afectado o víctima
obtenga una reparación.

Esta rapidez y oportunidad en el resarcimiento a la víctima, tiene suma importancia, en


cuanto va a permitir a ésta contar con los medios económicos para tratar de alguna manera
sobrellevar o amenguar el dolor o perjuicio provocado, pues si éste resarcimiento no es
oportuno no tendría mayor trascendencia.

c) Eficiencia del sistema penal.

Otro de los objetivos del principio de oportunidad sería la búsqueda de la eficiencia del
sistema penal en aquellas situaciones en las que resulta indispensable su actuación como
método de control social, procurando el descongestionamiento de una justicia penal
saturada de procesos, que no permiten el tratamiento preferencial de aquellos delitos
considerados graves o de mayor lesividad social.

El Principio de Oportunidad en el Código Procesal Penal

Como se mencionó en su momento, el Código Procesal Penal de 1991 introdujo


importantes innovaciones en el ámbito del Derecho Procesal penal, una de las cuales es
precisamente el principio de oportunidad. Este cuerpo normativo establece en su Art. 2
que el Ministerio Público, con consentimiento expreso del imputado, podrá abstenerse de
ejercitar la acción penal en cualquiera de los siguientes casos:

1.- Cuando el agente haya sido afectado directa y gravemente por las consecuencias de su
delito y la pena resulte inapropiada.

2.- Cuando se trate de delitos que por su insignificancia o por su propia frecuencia no
afecten gravemente el interés público, salvo cuando la pena mínima supere los dos años de
la pena privativa de libertad o hubieran sido cometidos por un funcionario público en
ejercicio de su cargo.

3.- Cuando la culpabilidad del agente en la comisión del delito o su contribución a la


perpetración del mismo, sean mínimos, salve que se trate de un hecho delictuoso cometido
por un funcionario público en ejercicio de su cargo.

En los supuestos previstos en los incisos 2) y 3), será necesario que el agente hubiere
reparado el daño ocasionado o exista un acuerdo con la víctima en ese sentido.

Si la acción penal hubiera sido ya ejercida, el Juez podrá, a petición del Ministerio
Público, dictar auto de sobreseimiento en cualquier etapa del proceso, bajo los supuestos
antes mencionados.

A. Requisitos para su aplicación

De la norma citada podemos inferir los siguientes requisitos para su aplicación:

a) El consentimiento expreso del imputado

La abstención de la persecución penal no es una decisión que el Ministerio Público pueda


adoptar de oficio. La ley exige el consentimiento expreso del imputado previo a la
resolución del Fiscal. A diferencia del Supuesto establecido en el primer inciso de la ley,
en los últimos dos el consentimiento va acompañado de la reparación del daño ocasionado
o del compromiso en ese sentido.

En éste punto considera Sánchez Velarde que la iniciativa en la aplicación de los criterios
de oportunidad puede corresponder al imputado o al Ministerio Público.

En el primer caso será el imputado el que haga conocer al Fiscal su interés en evitar el
inicio de la acción penal o que se prosiga el proceso penal ya iniciado, expresando su
disposición a cumplir con la reparación del daño ocasionado al agraviado o perjudicado
por el hecho punible.

En el segundo caso, dada las circunstancias de los hechos que se investigan y en atención
a los supuestos previstos por ley, el Fiscal podrá hacer conocer al imputado la posibilidad
de prescindir de la persecución penal si éste cumple con reparar el daño ocasionado.

El consentimiento del imputado debe "constar por escrito", el pedido de éste podrá ser por
escrito o verbal, pero su consentimiento debe plasmarse en un acta suscrita ante el Fiscal o
en todo caso en su declaración; previa a la resolución que se dicte en éste sentido.
Asimismo cualquier documento privado debe ser aceptado y ratificado ante el Fiscal;
teniendo en cuenta igualmente que la intervención del defensor del imputado resulta de
importancia, aunque puede prescindirse de él.

La intervención del agraviado u ofendido por el hecho punible resulta también importante,
para evitar posibles cuestionamientos si el acuerdo se realiza sólo entre el Fiscal y el
imputado, aunque tampoco es imprescindible su presencia.

b) La Reparación civil.

En opinión de Oré, para los casos de mínima gravedad del delito o mínima culpabilidad
del agente, inciso 2 y 3 del art. 2 del C.P.P., se requiere que el sujeto imputado efectúe la
reparación civil, es decir la restitución del bien o el pago de su valor, y la correspondiente
indemnización por los daños y perjuicios causados.

Indica que la Circular Nº 006 - 95 MP - FN (aprobada el 15 de noviembre de 1995)


establece que el Fiscal procurará que el denunciado o implicado, el tercero civil y el
agraviado se pongan de acuerdo acerca del monto indemnizatorio y la forma de pago. De
no producirse el acuerdo, el Fiscal fijará la indemnización y su forma de pago.
Es pertinente mencionar que si bien las normas vigentes no se pronuncian sobre los casos
de incumplimiento de la promesa a reparar el daño al agraviado, de acuerdo al art. 2 del
CPP de 1997, constituye un elemento condicionante por cuanto el Fiscal podrá prever la
continuación del proceso penal en caso de incumplimiento del compromiso de pagar la
reparación por parte del denunciado. En otras palabras, cuando exista compromiso de
pago el archivamiento ordenado por el Fiscal tiene el carácter de provisional hasta que se
cumpla con el compromiso acordado. Igualmente cuando el Juez Penal realice el
sobreseimiento de una causa, esta decisión tendrá el carácter de provisional, quedando
condicionada al pago efectivo de la reparación.

Sobre este punto, GALVEZ VILLEGAS estima que en determinados casos de falta de
necesidad de pena y/o falta de merecimiento de pena, como los previstos en el art. 2 del
Código Procesal Penal, el Fiscal, una vez recibido el atestado policial, recibida la denuncia
de parte con todos los recaudos, de los cuales se advierten suficientes indicios de comisión
de la comisión del delito denunciado y de la responsabilidad penal del agente incriminado,
o de concluida la investigación preliminar llevada a cabo en su despacho, pude abstenerse
del ejercicio de la acción penal en contra del denunciado - quién a la vez habrá admitido
su responsabilidad penal en los hechos y estar de acuerdo con dicha abstención-.

Sin embargo, para que el Fiscal se abstenga del ejercicio de la acción penal en estos casos,
es necesario que previa a la resolución de abstención, se haya reparado el daño
ocasionado, o en todo caso que exista un acuerdo con el agraviado en ese sentido. En este
último supuesto, quedará pendiente la resolución definitiva hasta que se cumpla con el
acuerdo preparatorio.

Concluye el autor señalando que en aplicación del principio de oportunidad, también se


puede lograr el resarcimiento del daño; y aún ciando en la práctica no se viene aplicando
este principio como debería ser, esta institución procesal configura un mecanismo de
solución de conflictos penal, alternativo al proceso penal; por lo que debe impulsarse su
aplicación en la mayor parte de los casos.

B. Supuestos de aplicación

El previamente citado art. 2 del Código Procesal Penal establece tres supuestos para la
aplicación del principio de oportunidad :

a) Agente afectado por el delito

Este supuesto normado en el inciso 1 del art. 2 se refiere al caso del denominado "
infractor - víctima" o agente que es afectado por el delito que cometió. Este supuesto se
ubica dentro de las causas relacionadas con el autor del hecho, en cuanto éste reúne la
condición de autor y víctima del delito.

El delito puede ser doloso o culposo, no distinguiendo la norma a qué tipos de delitos se
dirige éste supuesto; no obstante debe entenderse que comprende delitos de mediana y
mínima lesividad social.Ello en atención a la esencia misma de la institución , pues el
fundamento principal de la aplicación de estos criterios de oportunidad radica además de
la escasa gravedad de la infracción, en la falta de interés público de punición.

Para Sánchez Velarde, la ley exige que el agente haya sido afectado directa y gravemente
por el delito que él mismo produjo. La afectación puede sobrevenir por daño grave recaído
en la persona del autor o en otras vinculadas a él , o que por determinadas circunstancias,
el infractor se siente directa y gravemente afectado.

El fundamento de ésta disposición radicaría en que tales circunstancias crearían en el


agente o responsable problemas de conciencia que la imposición de la pena sólo
acrecentaría.

La valoración de las circunstancias del hecho punible y la afectación directa y grave que
sufre el agente corresponde al Ministerio Público lo cual implica un análisis minucioso de
los hechos por parte del Fiscal y el auxilio pericial respectivo, como factores
imprescindibles en la decisión final.

Considera Oré, que en éste supuesto no se requiere la reparación del daño causado, dado
que el delito ha ocasionado en ésta persona una afectación grave de sus propios bienes
jurídicos o de su entorno familiar más íntimo.

b) Mínima gravedad del delito.

Este supuesto contemplado en el inciso segundo del artículo 2, regula la posibilidad del
archivamiento en los casos de delitos insignificantes, también llamados delitos de
bagatela.

El concepto de delito de bagatela no está ni legal ni dogmáticamente establecido, pero se


aplica con frecuencia a hechos delictuosos cuya reprochabilidad es escasa, y cuando el
bien jurídico que se protege es de menor relevancia.

Al respecto, existe interés público cuando la paz jurídica se ve perjudicada por encima del
círculo vital del perjudicado y la persecución penal se constituye en un objetivo actual de
la generalidad.

El delito puede ser doloso o culposo, pero se requiere que la pena mínima no supere los
dos años. Nos encontramos por ello ante una amplia gama de delitos debido a la tendencia
humanitaria de nuestro Código Procesal Penal102.

El fundamento principal radica, como se pueden observar, en evitar que se ponga en


marcha todo el aparato judicial para procesar penalmente hechos delictuosos que no tienen
mayor trascendencia social. De ésta manera, se reduce la carga procesal, eliminando las
causas más numerosas que congestionan los juzgados y tribunales penales, destinando el
mayor esfuerzo de las operadores jurídicos al jurídicos a la investigación y juzgamiento de
las infracciones consideradas de gravedad.

En consecuencia el Ministerio Público podrá abstenerse de la persecución penal en


atención al carácter mínimo de la infracción o cuando ésta sea de poca frecuencia, y
atendiendo a que, en ambos casos, no se afecte gravemente el interés público.
La "nimiedad" de la infracción o la "escasa importancia" de la persecución penal, desde el
punto de vista objetivo, está delimitada por el cuantum de la pena prevista para el delito en
su extremo mínimo. Esta no debe ser mayor a dos años de pena privativa de libertad,
contrario sensu, el Ministerio Público, obligatoriamente dará inicio a la acción penal o
continuará la ya iniciada.

c) Mínima culpabilidad del agente.

Este supuesto se encuentra normado en el inciso 3 del artículo 2 y está referido a la autoría
o participación mínima del agente en la comisión del ilícito penal. Para determinar este
supuesto se sugieren algunos criterios para poder valorar la escasa o mínima culpabilidad.

Se tomará en cuenta entre otros criterios, el móvil del autor, su carácter o personalidad
criminal, sus relaciones personales y sociales, su comportamiento posterior al hecho (si ha
reparado el daño, si está arrepentido, etc.) así como la forma de ejecución del hecho ilícito
y sus consecuencias.

Todo ello servirá para determinar el grado de culpabilidad del agente en la comisión del
ilícito penal.

La mínima culpabilidad del autor debe entenderse en relación a los casos en que la ley
faculta la disminución de la pena por consideraciones personales del autor o el hecho que
se investiga. Pudiendo citarse el ejemplo de los casos de responsabilidad disminuida del
autor de entre 18 y 21 años de edad o las limitaciones de comprensión del delito en que se
incurre, los casos que justifican relativamente el accionar delictivo, los casos de
arrepentimiento activo o de tratativa punible.

La difícil determinación de éste supuesto de mínima culpabilidad se puede suplir mediante


la conjunción del mismo con el supuesto de la escasa gravedad o falta de interés público
de punición.

Es oportuno señalar que la aplicación del principio de oportunidad no será posible cuando
la pena mínima supere los dos años de pena privativa de libertad y cuando el agente es
funcionario público en ejercicio de su cargo.

PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD EN EL NUEVO CÓDIGO PROCESAL


PENAL

EL PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD
Hoy en día con la inclusión del nuevo modelo procesal, se regula legalmente que tanto el

Fiscal, el agresor y el agraviado por el delito se pueden poner de acuerdo en cuanto a la aplicación

o no aplicación de la pena, regulación que a sido establecida en el Código Procesal Penal, Art. 2°.

De esta manera, se consigue satisfacer el interés público que existe en torno a la efectividad y

rapidez en la resolución de los conflictos sociales generados por el delito y, al mismo tiempo, se

satisfacen los intereses reparatorios de la víctima.

En este contexto podemos definir el Principio de Oportunidad como la facultad que tiene

el Ministerio Público, como titular de la acción penal pública, bajo determinadas condiciones, de

abstenerse de su ejercicio, o en su caso, de solicitar ante el órgano jurisdiccional el sobreseimiento

de la causa bajo los mismos supuestos, además cuando existan algunos elementos probatorios de

la realidad del delito y se encuentre acreditada la vinculación con el imputado, quien debe prestar

su consentimiento para la aplicación del citado principio, el cual no implica necesariamente la

aceptación de su culpabilidad.

Teniendo en consideración que el proceso penal tiene por fines no sólo la aplicación del

ius punendi del Estado, sino también el resguardo del derecho a la reparación de la víctima y la

reinserción del imputado, la aplicación de Criterios de Oportunidad en nuestro ordenamiento

procesal penal armoniza, indiscutiblemente, con tales fines, pues se abre el campo penal a un

espacio para el consenso.

La inclusión del Principio de Oportunidad al proceso penal peruano entraña la búsqueda

de la eficacia del sistema a través de una selectividad controlada de los casos que merecen el

concurso del derecho punitivo, favoreciendo el derecho a un proceso sin dilaciones indebidas, la
búsqueda de la celeridad procesal, la revitalización de los objetivos de la pena, la ratificación del

Principio de Igualdad, la finalidad de obtener la rápida indemnización de la víctima, evitar los

efectos criminógenos de las penas cortas privativas de libertad, contribuir a la consecución de una

justicia material por sobre la formal, entre otros.

Un sector de la doctrina procesal penal considera que existe una seria contradicción entre

la vigencia del Principio de Legalidad y la utilización de los Criterios de Oportunidad por parte del

Fiscal. Atendiendo a que el Principio de Legalidad se entiende como la obligación que tiene el Fiscal

de promover necesaria e inmediatamente la acción penal, una vez llegada a su conocimiento la

notitia criminis. Para algunos autores, la facultad otorgada al Fiscal para que se abstenga de

ejercitar la acción penal colisiona directamente con el Principio de Obligatoriedad. De esta manera,

equiparan el Principio de Legalidad con el de Obligatoriedad. Para otros, en cambio, la utilización

de tales Criterios de Oportunidad vulnera el carácter indisponible de la acción penal.

Considero al respecto de la discusión planteada líneas arriba, que el Fiscal no se encuentra

obligado, por la naturaleza del Principio de Legalidad procesal, a ejercitar la acción penal en todas

las denuncias presentadas por la víctimas o terceros, sino sólo en aquellas donde se presenten

indicios fácticos de su comisión. Por tanto, el Principio de Oportunidad, que tiene una vigencia

parcial en el sistema peruano de justicia penal, sólo se puede conceptuar en forma restringida,

teniendo como punto de referencia el Principio de Legalidad y todo lo que éste implica dentro de

un modelo de proceso acusatorio-garantista.

01/10/2008 04:00:00 | PROCESO PENAL


Acuerdo plenario sobre proceso de
terminación anticipada
12 respuestas

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA

V PLENO JURISDICCIONAL DE LAS SALAS PENALES PERMANENTE Y


TRANSITORIAS

ACUERDO PLENARIO N° 5-2008/CJ-116

FUNDAMENTO: ARTÍCULO 116° TUO LOPJ

ASUNTO: PROCESO DE TERMINACIÓN ANTICIPADA:


ASPECTOS ESENCIALES

Lima, trece de noviembre de dos mil nueve.-

Los Jueces Supremos de lo Penal, integrantes de las Salas Penales Permanente y


Transitorias de la Corte Suprema de Justicia de la República, reunidas en Pleno
Jurisdiccional, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 116° del Texto Único
Ordenado de la Ley Orgánica del Poder Judicial, han pronunciado el siguiente:

ACUERDO PLENARIO

I. ANTECEDENTES

1°. Las Salas Penales Permanente y Transitorias de la Corte Suprema de Justicia de la


República, con la autorización del Presidente del Poder Judicial, mediante Resolución
Administrativa número 221-2009-P-PJ, del 5 de agosto de 2009, con el apoyo del Centro
de Investigaciones Judiciales, acordaron realizar el V Pleno Jurisdiccional de los Jueces
Supremos de lo Penal, al amparo de lo dispuesto en el artículo 116° del Texto Único
Ordenado de la Ley Orgánica del Poder Judicial –en adelante, LOPJ-, y dictar Acuerdos
Plenarios para concordar la jurisprudencia penal.

2°. Para estos efectos se realizaron varios encuentros previos con los Secretarios,
Relatores y Secretarios de Confianza de las Salas de lo Penal de la Corte Suprema de
Justicia y tres reuniones preparatorias sucesivas con los señores Jueces Supremos de lo
Penal a fin de delimitar el ámbito de las materias que debían abordarse, luego de una
previa revisión de los asuntos jurisdiccionales a su cargo y de una atenta valoración de las
preocupaciones de la judicatura nacional. Con el concurso de la Secretaría Técnica, luego
de los debates correspondientes, se estableció el día de la fecha para la realización del V
Pleno Jurisdiccional Penal, aprobado por Resolución Administrativa número 286-2009-P-
PJ, del 12 de octubre de 2009, y se definieron los temas, de derecho penal y procesal
penal, que integrarían el objeto de los Acuerdos Plenarios. De igual manera se designó a
los señores Jueces Supremos encargados de preparar las bases de la discusión de cada
punto sometido a deliberación y de elaborar el proyecto de decisión. Además, se
estableció que el Juez Supremo designado sería el ponente del tema respectivo en la sesión
plenaria y encargado de redactar el Acuerdo Plenario correspondiente.

3°. En el presente caso, el Pleno decidió tomar como referencia las distintas resoluciones
de los Tribunales Superiores y Ejecutorias Supremas que analizan y deciden sobre
diversos aspectos del proceso especial de terminación anticipada. En concreto, sobre su
viabilidad en la etapa intermedia del proceso común u ordinario, la posibilidad de emitir
sentencia absolutoria a pesar de existir un acuerdo entre las partes, los criterios para
determinar la aplicación del beneficio de rebaja de un sexto sobre la pena, los alcances de
la aplicación de la atenuación excepcional por confesión sincera, y la procedencia y
alcances, en su caso, de la apelación del auto que desaprueba el acuerdo de terminación
anticipada y de la sentencia anticipada.

4°. En cumplimiento de lo debatido y acordado en las reuniones preparatorias se


determinó que en la sesión plenaria se procedería conforme a lo dispuesto en el artículo
116° de la LOPJ, que, en esencia, faculta a las Salas Especializadas del Poder Judicial
dictar Acuerdos Plenarios con la finalidad de concordar jurisprudencia de su especialidad.
En atención a la complejidad y singulares características del tema abordado, que rebasa los
aspectos tratados en las diversas Ejecutorias Supremas que se invocaron como base de la
discusión, se decidió redactar el presente Acuerdo Plenario e incorporar con la amplitud
necesaria los fundamentos jurídicos correspondientes para configurar una doctrina legal
que responda a las preocupaciones anteriormente expuestas. Asimismo, se resolvió
decretar su carácter de precedente vinculante, en concordancia con la función de
unificación jurisprudencial que le corresponde a la Corte Suprema de Justicia como cabeza
y máxima instancia jurisdiccional del Poder Judicial.

5°. La deliberación y votación se realizó el día de la fecha. Como resultado del debate y en
virtud de la votación efectuada, por unanimidad, se emitió el presente Acuerdo Plenario.
Se ratificó como ponente al señor NEYRA FLORES, quien, con la intervención del señor
SAN MARTÍN CASTRO, expresa el parecer del Pleno.

II. FUNDAMENTOS JURÍDICOS

§ 1. Naturaleza jurídica del proceso de terminación anticipada.

6°. La terminación anticipada es un proceso penal especial y, además, una forma de


simplificación procesal, que se sustenta en el principio del consenso. Es, además, uno de
los exponentes de la justicia penal negociada. Su regulación, en sus aspectos esenciales,
está suficientemente desarrollada en el Libro V, Sección V, artículos 468°/471°, del
Nuevo Código Procesal Penal –en adelante, NCPP-. Frente al proceso común del NCPP y
el ordinario e incluso el sumario del antiguo sistema procesal penal, que sigue las pautas
del antiguo Código de Procedimientos Penales –en adelante, ACPP-, se erige en un
proceso penal autónomo, no es una mera incidencia o un proceso auxiliar dependiente de
aquél.

Por tanto, la regla hermenéutica que es del caso utilizar será aquella que establece la
aplicación supletoria del proceso común u ordinario siempre que exista un vacío
normativo, en tanto en cuanto la norma objeto de integración jurídica no vulnere los
principios que sustentan el proceso de terminación anticipada o las disposiciones y su
estructura procesal.

§ 2. El tratamiento legal del proceso de terminación anticipada en el NCPP.

7°. El proceso de terminación anticipada importa la aceptación de responsabilidad por


parte del imputado respecto del hecho punible objeto del proceso penal y la posibilidad de
negociación acerca de las circunstancias del hecho punible, la pena, la reparación civil y
las consecuencias accesorias. Así fluye de lo dispuesto en el artículo 468°. 4 y 5 NCPP. Al
haberse regulado para todo tipo de delitos –ámbito de aplicación general- y sometido sus
reglas a una pauta unitaria, es obvio que, por razones de coherencia normativa y de
primacía de la ley posterior que reemplaza un instituto legal determinado, las
disposiciones del NCPP han venido a reemplazar a las disposiciones procesales penales
especiales, tales como las Leyes número 26320 y 28008. Sin embargo, en el caso de los
delitos aduaneros –Ley número 28008-, las normas de contenido relevantemente penal
material y las reglas procesales específicas vinculadas a las primeras y al modo cómo se
han regulado estos delitos siguen rigiendo, tal es el caso de los literales c), d) y e), y los
cinco párrafos finales del artículo 20°.

8°. El proceso de terminación anticipada atraviesa diversas etapas o fases, que va desde la
calificación de la solicitud de terminación anticipada –sin que para ello o para la
continuación del referido proceso corresponda realizar diligencia preliminar alguna o
tomar una declaración al imputado- [fase inicial], hasta la realización de la audiencia
respectiva [fase principal] y la consecuente emisión de la decisión resolutoria
correspondiente: auto desaprobatorio del acuerdo o sentencia anticipad [fase decisoria]. Es
claro, por lo demás, que audiencia preparatoria es privada, cuya justificación estriba en
que es consecuencia del carácter de publicidad relativa de la investigación preparatoria y
constituye, desde la perspectiva del imputado, uno de los efectos benéficos de este proceso
especial, quien apunta a que su caso no se ventile públicamente.

Es condición de la realización de la citada audiencia que la solicitud de terminación


anticipada pase el examen judicial de admisibilidad y procedencia. Además, el Juez ha de
revisar si el imputado tiene debido conocimiento de los alcances y consecuencia del
acuerdo al que puede llegar –es, precisamente, el segundo paso de la audiencia,
inmediatamente después de la presentación de los cargos por la Fiscalía-. El
consentimiento del imputado, visto el carácter dispositivo de la pretensión o los efectos
que entraña, ha de ser libre, voluntario –sin presiones o amenazas-, informado, prestado
con el auxilio de un abogado defensor, y con pleno conocimiento de lo que hace o deja de
hacer y a lo que se somete una vez que acepta el acuerdo.

9°. Si es que las partes arriban a un acuerdo –que tiene como presupuesto la afirmación de
la responsabilidad penal del imputado y, como condición, la precisión de las
consecuencias jurídico penales y civiles correspondientes, en perfecta armonía con el
principio de legalidad-, corresponde al Juez en ejercicio de su potestad jurisdiccional
llevar a cabo los pertinentes controles acerca de la legalidad del acuerdo y de la
razonabilidad de la pena.

10°. El control de legalidad del acuerdo se expresa en tres planos diferentes:

A. El ámbito de la tipicidad o calificación jurídico penal, en relación a los hechos objeto


de la causa y a las circunstancias que rodean al hecho punible.

B. El ámbito de la legalidad de la pena y, en su caso, a su correspondencia con los


parámetros, mínimo y máximo, que fluyen del tipo legal aplicado y de las circunstancias
modificativas de la responsabilidad –esto es lo que se denomina “pena básica”-. También
el juicio de legalidad alcanza al respeto de los ámbitos legalmente definidos de la
reparación civil –siendo del caso resaltar que en este extremo prima por completo la
disposición sobre el objeto civil- y de las consecuencias accesorias.

C. La exigencia de una suficiente actividad indiciaria. Ello implica que las actuaciones o
diligencias de la investigación permitan concluir que existe base suficiente –probabilidad
delictiva- (i) de la comisión de los hechos imputados y de su vinculación con el imputado,
y (ii) que están presentes todos los presupuestos de la punibilidad y de la perseguibilidad.

11°. El control de la razonabilidad de la pena está centrado en el examen del quantum de


la pena y de la reparación civil objeto del acuerdo. El Juez ha de realizar una valoración
que evite que se vulnere, por exceso o por defecto, el principio de proporcionalidad, se
lesione la finalidad de la pena o se afecte indebidamente los derechos e intereses legítimos
de la víctima. Por consiguiente, sólo podrá rechazar el acuerdo si de modo palmario o
evidente se estipule una pena o una reparación civil evidentemente desproporcionada o
que en el caso de la pena se lesione ostensiblemente el principio preventivo.

12°. El análisis que corresponde al Juez Penal para homologar el acuerdo que le presentan
las partes procesales concernidas es ciertamente distinto a la valoración y examen jurídico
penal que hace el Juez en el proceso común luego del juicio oral. En este último el Juez
aprecia y valora los actos de prueba y puede aplicar criterios como el in dubio pro reo para
absolver al imputado, lo que en cierta medida no es posible en el proceso de terminación
anticipada, en atención a los mecanismos reconocimos para su conformación sobre la base
del consenso procesal.

Es claro, atento a lo expuesto, que el Juez debe desaprobar el acuerdo si advierte la


inexistencia de los hechos, la atipicidad de la conducta atribuida u otra situación similar.
Lo correcto en estos casos es que, rechazado el acuerdo, los cargos se diluciden en el
proceso común. Es un contrasentido, en atención al ámbito del control jurisdiccional del
acuerdo, que se busque una absolución o una decisión que resuelva un objeto distinto al
juicio sobre la validez y eficacia jurídica del acuerdo objeto de control jurisdiccional.

§ 4. Beneficios en el proceso especial de terminación anticipada.

13°. La determinación de la pena debe respetar los ámbitos legales referidos tanto a la
configuración de la pena básica –definida como la configuración del marco penal
establecido por el tipo legal y las diferentes normas que contienen las circunstancias
modificativas de la responsabilidad genéricas, sean agravantes y/o atenuantes-, como al
establecimiento de la pena concreta o final –que es el resultado de la aplicación de los
factores de individualización estipulados en los artículos 45° y 46° del Código Penal,
siempre dentro del marco penal fijado por la pena básica y a partir de criterios referidos al
grado de injusto y el grado de culpabilidad-.

El acuerdo deberá determinar la pena concreta o final consensuada, cuyo examen, bajo las
pautas señaladas líneas arriba –juicios de legalidad y razonabilidad de la pena-,
corresponde realizar al Juez.

14°. El artículo 471° NCPP estipula una reducción adicional acumulable de la pena de una
sexta parte. Cabe puntualizar que la última frase del citado dispositivo legal precisa que el
beneficio en cuestión es adicional y se acumulará al que reciba por confesión. Ésta última
es una circunstancia modificativa de la responsabilidad de carácter genérica y excepcional,
en tanto permite disminuir la pena hasta en una tercera parte por debajo del mínimo legal
(artículo 161° NCPP), que lo que hace es redefinir el marco penal correspondiente, de ahí
que es lógica la disposición procesal que la diferencia del beneficio por el acogimiento a la
terminación anticipada y, por tanto, no encuentra obstáculo a su acumulación.

Ahora bien, la aplicación del beneficio de una reducción de una sexta parte se refiere a la
pena concreta o final. Sobre ésta, una vez definida, es que ha de operar la reducción en una
sexta parte –es una pauta de disminución fija y automática, es decir, tasada-. El acuerdo
podrá consignarla, pero en todo caso siempre diferenciándola de la pena concreta y final,
del resultado final como consecuencia del beneficio aludido, a efecto de que el Juez pueda
definir con seguridad y acierto la realidad del beneficio premial y su exacta dimensión.

§ 5. Recursos en el proceso especial de terminación anticipada.

15°. Uno de los principios que regulan el régimen jurídico de los recursos es el de
taxatividad, que estipula que la admisión de todo recurso está condicionada a que se
encuentre taxativa o expresamente previsto en la ley. Integra el presupuesto procesal
objetivo del recurso. En este sentido, cada recurso tiene su propia regulación, pues está
diseñado para cada situación específica, en cuya virtud no se admite un recurso cuando
corresponde otro, lo que es propio del principio de singularidad.

El gravamen o agravio integra el presupuesto procesal de carácter subjetivo del recurso.


La admisión de un recurso está condicionada a que perjudique el derecho o interés
legítimo de la parte procesal concernida o impugnante. Ésta, como consecuencia del
principio dispositivo –eje esencial del sistema de recursos en toda clase de procesos
jurisdiccionales-, debe demostrar argumentalmente el perjuicio o agravio sufrido por la
resolución que impugna y el recurso ha de presentarse como el remedio capaz de excluir el
perjuicio invocado, que debe provenir de la parte resolutiva de la resolución judicial.

16°. El artículo 468°.7 NCPP prescribe que la sentencia anticipada, aprobatoria del
acuerdo, puede ser apelada por los demás sujetos procesales –se entiende fuera de Fiscal y
del imputado, en tanto en cuanto, respecto de estos últimos, la sentencia anticipada respete
los límites del acuerdo-. Esta norma no se ha pronunciado acerca de la posibilidad de
apelación u otro recurso contra el auto que desaprueba el acuerdo. Sin embargo, es de
tener en consideración la regla general establecida por el artículo 416°.1 NCPP, que
determina como objeto impugnable en apelación los autos que ponga fin al procedimiento
o a la instancia –literal b)- o, en su caso, los que causen gravamen irreparable –literal e)-.

No cabe duda de la pertinencia de la aplicación de la regla general del artículo 416°.1. b) y


e) NCPP, pues la desaprobación del acuerdo tiene como efecto la culminación del proceso
de terminación anticipada y, además, causa un gravamen irreparable porque cancela la vía
consensuada y evita la aplicación del beneficio premial. Entender que no es así, por lo
demás, vulneraría el derecho a la tutela jurisdiccional en la medida que uno de los
elementos que integra su contenido constitucionalmente protegido es el acceso a los
recursos legalmente previstos, así como infringiría el debido proceso en el ámbito del
derecho al recurso –pluralidad de la instancia- respecto de las decisiones que causan
estado.

§ 6. Proceso de terminación anticipada y etapa intermedia del proceso común.

17°. Dentro de la estructura del proceso común, la etapa intermedia es imprescindible.


Una de las funciones más importantes que debe cumplir es el control de los resultados de
la investigación preparatoria, para lo cual ha de examinar el mérito de la acusación fiscal y
los recaudos de la causa con el fin de decidir si procede o no abrir el juicio oral, el
procedimiento principal.

El proceso de terminación anticipada no guarda correspondencia con el proceso común. Es


un proceso especial sujeto a sus propias reglas de iniciación y con una estructura singular
–etapas propias y actuaciones singulares no equiparables con el proceso común, basado en
el principio estructural de contradicción y no en el de consenso que informa al primero-.
Además, el proceso de terminación anticipada se insta después de expedida la Disposición
de Formalización y Continuación de la Investigación Preparatoria y hasta antes de
formularse la acusación fiscal (artículo 468°.1 NCPP) y la audiencia especial y privada
está sometida a determinadas pautas y ritos, muy distintos a los que rigen la audiencia de
control de la acusación, acto de postulación que, a mayor abundamiento, no existe en la
terminación anticipada.

18°. El artículo 350°.1.e) NCPP autoriza a las partes procesales, distintas del Fiscal, instar
la aplicación, si fuere el caso, de un criterio de oportunidad, entendido en sentido amplio.
Se discute si esta norma permitiría que en sede de etapa intermedia se instaure el proceso
de terminación anticipada, bajo el entendido de que este último expresa un criterio de
oportunidad procesal.

Ya se ha dejado sentado las diferencias sustantivas entre el proceso especial de


terminación anticipada y la etapa intermedia del proceso común. El primero tiene como
eje el principio del consenso y una de sus funciones es la de servir a la celeridad procesal,
mientras que la segunda tiene como elemento nuclear el principio de contradicción y el
cuestionamiento -en la medida de lo posible y como alternativa más fuerte de la potestad
de control de la legalidad de que está investido el órgano jurisdiccional- de la pretensión
punitiva del Ministerio Público. El objeto del principio de oportunidad, entonces, es aquel
que busca, en clave material, la dispensa de pena o una respuesta distinta de la reacción
punitiva propia del sistema de sanciones del Código Penal, y, como tal, según nuestras
normas procesales, sólo puede estar destinada a la aplicación de los supuestos o “criterios”
contemplados en el artículo 2° NCPP. Los mecanismos alternativos que buscan respuestas
basadas en la idea del consenso (terminación anticipada, conformidad procesal y
colaboración eficaz), por su propia especificidad y singularidad, unido a los controles
jurisdiccionales que corresponde realizar, están sometidos a un procedimiento
determinado, que no tiene las características, alcances y metodología de la audiencia
preliminar de control de la acusación.

Por otro lado, es de acotar que cuando el citado artículo 350°.1.e) NCPP prescribe que en
la etapa intermedia se puede aplicar un criterio de oportunidad, tal referencia,
sistemáticamente, sólo remite al artículo 2° NCPP. La confusión se debe a que el
antecedente directo del principio de oportunidad es el artículo 230° del Código Procesal
Penal Modelo para Iberoamérica, que denomina a este dispositivo “criterios de
oportunidad”, los cuales, como se observa de su tenor, son los supuestos previstos en el
mencionado artículo 2° NCPP.

19°. A mayor abundamiento, la incorporación del proceso de terminación anticipada en la


etapa intermedia del proceso común no sólo desnaturaliza su regulación propia y
naturaleza jurídica, sino que tergiversa otro eje de su reconocimiento en el proceso penal
nacional: la función de acortar los tiempos procesales y evitar las etapas procesales
comunes intermedia y de enjuiciamiento, precisamente uno de los fundamentos que
permite el beneficio premial de reducción de la pena de una sexta parte. Si se incoa en
sede de etapa intermedia no podría aplicarse, en sus propios términos, el artículo 471°
NCPP por no cumplir su finalidad político criminal.

20°. La audiencia preliminar de control de la acusación no está diseñada para concretar la


terminación anticipada del proceso, pues en la primera solo es obligatoria la asistencia del
Fiscal y el defensor del acusado, mientras que la audiencia de terminación anticipada se
instalará con la asistencia obligatoria del Fiscal y del imputado y su abogado defensor. En
caso de que no concurra el acusado concernido o los otros si fueran causas complejas o
seguidas contra varios encausados, sería imposible desarrollar la audiencia de terminación
anticipada. Su aceptación obligaría a fijar otra audiencia, con serio desmedro del principio
de aceleramiento procesal.
Desde la perspectiva de los demás sujetos procesales también se producen inconvenientes.
Al no ser obligatoria la presencia de ellos no se podrían oponer a la realización de esta
audiencia, pues como señala el artículo 468°.3 NCPP el requerimiento fiscal o la solicitud
del imputado será puesta en conocimiento de todas las partes por el plazo de cinco días,
quienes se pronunciarán acerca de la procedencia del proceso de terminación anticipada y,
en su caso, formular sus pretensiones. Empero, al aplicar la terminación anticipada en la
etapa intermedia tal trámite, indispensable, no será posible.

21°. De lo expuesto en los párrafos anteriores se colige que la incorporación pretoriana de


la terminación anticipada en la etapa intermedia afecta gravemente el principio estructural
de contradicción procesal, reconocido en el artículo I.1 del Título Preliminar NCPP,
comprendido a su vez en la garantía de defensa procesal reconocida en el artículo 139°.14
de la Constitución, desarrollada en el artículo IX del Título Preliminar NCPP. El indicado
principio y la garantía procesal aludida integran el Programa procesal penal de la
Constitución, que podrían afectarse seriamente si se permite tan insólito proceder, ausente
de base legislativa y sustento jurídico procesal.

III. DECISIÓN

22°. En atención a lo expuesto, las Salas Penales Permanente y Transitorias de la Corte


Suprema de Justicia de la República, reunidas en Pleno Jurisdiccional, por unanimidad, y
de conformidad con lo dispuesto en el artículo 116° del Texto Único Ordenado de la Ley
Orgánica del Poder Judicial;

ACORDARON:

23°. ESTABLECER como doctrina legal, los criterios expuestos en los fundamentos
jurídicos 7° al 21°.

24°. PRECISAR que los principios jurisprudenciales que contiene la doctrina legal antes
mencionada deben ser invocados por los jueces de todas las instancias judiciales, sin
perjuicio de la excepción que estipula el segundo párrafo del artículo 22° de la LOPJ,
aplicable extensivamente a los Acuerdos Plenarios dictados al amparo del artículo 116°
del estatuto orgánico.

25°. PUBLICAR el presente Acuerdo Plenario en el diario oficial “El Peruano”. Hágase
saber.

Ss.

GONZALES CAMPOS

SAN MARTÍN CASTRO

LECAROS CORNEJO

PRADO SALDARRIAGA
RODRÍGUEZ TINEO

VALDEZ ROCA

BARRIENTOS PEÑA

BIAGGI GÓMEZ

MOLINA ORDOÑEZ

BARRIOS ALVARADO

PRÍNCIPE TRUJILLO

NEYRA FLORES

BARANDIARÁN DEMPWOLF

CALDERÓN CASTILLO

ZEVALLOS SOTO

RECHAZO AL PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD


¿ ES EFECTIVO EN NUESTRA REALIDAD?

Christian Salas Beteta*

I. INTRODUCCIÓN
Como ocurre de vez en cuando en la vida, la casualidad aparece como un
elemento detonante que cambia el rumbo de las cosas. Así es que nació este
artículo, cuya elaboración se debe gracias a una inesperada charla de café con
varios colegas que, curiosamente, ejercen la función fiscal en el ámbito penal.
Al preguntarle informalmente a un respetable magistrado acerca de su parecer
sobre el principio de oportunidad, aquél elevó la mirada apuntando hacia la
derecha, al tiempo en que empezó a esbozar el concepto del mismo, y en
seguida, con un gesto de negación, afirmó que lamentablemente no
funcionaba. Al pedir explicaciones sobre esto último, hallé muchas de las
razones que creí superadas, reencontrándome con frases como: “el principio
de oportunidad es una pérdida de tiempo; es ineficiente; constituye más carga
para el Despacho; implica un gasto inútil de recurso humano y logístico; no se
ubica a los involucrados o ubicados, éstos no se presentan; presentes, no
desean llegar a un acuerdo por diversos motivos, entre ellos porque el
imputado carece de recursos económicos, por recomendación de su abogado o
porque el agraviado considera que al no ser encarcelado o sancionado el
imputado quedará impune; o llegado a un acuerdo, el obligado no lo cumple;
etc.”
De esta manera damos inicio a la exposición del presente documento, cuya
finalidad, más que doctrinaria, está dirigida a analizar los fundamentos de los
cuestionamientos al principio de oportunidad y verificar si la aplicación del
mismo a nuestro sistema de justicia penal resulta apropiada.
II. DEFINICIÓN
Sería ocioso transcribir la definición legal del principio de oportunidad, puesto
que basta darle una mirada al artículo 2° del Código Procesal Penal de 1991*,
por lo que, resumiendo, entendemos que por el instituto de la oportunidad el
Ministerio Público tiene la facultad, con consentimiento expreso del imputado,
de abstenerse de ejercitar la acción penal bajo criterios de falta de necesidad de
pena o falta de merecimiento de pena, esto es, cuando el agente haya sido
afectado gravemente por las consecuencias de su delito y la pena resulte
inapropiada; cuando se trate de delitos que por su insignificancia o poca
frecuencia no afecten gravemente el interés público, siempre que su pena
mínima no supere los dos años de pena privativa de libertad y el agente no sea
funcionario público en ejercicio de su cargo; o cuando la culpabilidad del
agente en la comisión del delito, o en su contribución a la perpetración del
mismo sean mínimos, prevaleciendo la prohibición que el agente sea
funcionario público en ejercicio de su cargo. Siendo necesaria, en los dos
últimos supuestos, la reparación del daño ocasionado a la víctima o la
existencia de un acuerdo respecto a la reparación civil; acuerdo que puede
constar en instrumento público o documento privado legalizado por Notario,
caso en el cual, no será necesario que las partes presten su consentimiento
expreso para la aplicación del Principio de Oportunidad. Y en la hipótesis en
que se hubiera formalizado la denuncia penal, el Juez podrá, a petición del
Ministerio Público o de la parte agraviada, dictar auto de sobreseimiento en
cualquier etapa del proceso.
La aplicación del principio de oportunidad está, en la actualidad, en manos
de todas las Fiscalías Penales y su trámite se encuentra establecido en el
Resolución de la Fiscalía de la Nación N° 1470-2005-MP-FN. Asimismo, ha
quedado sentado un criterio obligatorio respecto a delitos determinados
(lesiones leves, hurto simple, apropiación ilícita y delitos culposos) en los que
no haya pluralidad de víctimas o concurso con otro delito. Por lo que,
ciñéndonos a las disposiciones legales, se entiende que cuando el Fiscal
Penal, al tomar conocimiento de la existencia de un delito, sea por sí mismo,
por denuncia de parte o documento policial, considere que el hecho
constituye delito, que existe documentación sustentatoria suficiente, así como
causa probable de imputación penal, y que el hecho se encuentre dentro de
los supuestos establecidos por el artículo 2° del CPP, emitirá resolución
motivada, declarando la pertinencia para la aplicación del principio de
oportunidad, citando al imputado a efectos de recabar su consentimiento
para, seguidamente, hacer lo propio con todos los involucrados (imputado,
agraviado y tercero civilmente responsable, si lo hubiera), a efectos de
propiciar un acuerdo conciliatorio respecto al monto y forma de pago de la
reparación civil.

Entonces, si el trámite así expuesto evidencia sencillez ¿porqué no es


efectivo? A continuación, las críticas más comunes a la vigencia del principio
de oportunidad.

III. CUESTIONAMIENTOS
No se falta a la verdad cuando se afirma que algunos Despachos Fiscales se
muestran incómodos al aplicar el principio de oportunidad a los presupuestos
obligatorios, debido a que conforme muchos afirman “llevar a cabo dicho
trámite les causa un retraso en la carga laboral”, debido a que: el imputado
no se presenta a las citaciones efectuadas, o no es ubicado; en la Audiencia de
Acuerdo el imputado no acepta la aplicación del principio de oportunidad; o
dicha diligencia se frustra por la inconcurrencia de alguno de los involucrados,
o porque no se arribó a un acuerdo; o, habiéndose suscrito el acuerdo, el
obligado no cumple con la cancelación de la reparación civil convenida. Lo
cual es consecuencia de los problemas fundamentales, como son: a) El
asesoramiento “convenido” de algunos abogados y b) La “Cultura del Litigio
y Venganza”, tan arraigada en nuestra sociedad, que influencia en la decisión
de los involucrados en un hecho de índole penal (de leve afectación al interés
público) de acudir al Poder Judicial a efectos del juicio, en búsqueda de la
sanción al responsable, dejando de lado, muchas veces, la reparación
económica del daño causado, lo que algunos abogados aprovechan para
arrastrar a su cliente al largo proceso penal. Todo lo cual deviene del
desconocimiento de la ciudadanía de los reales alcances del principio de
oportunidad.
Sin embargo, los cuestionamientos al principio de oportunidad no se refieren
exclusivamente a los efectos de su aplicación sino que parten, incluso, de su
naturaleza. Así, tenemos que una de las mayores críticas a dicho principio se
basa en el temor de quienes consideran que las decisiones finales de un caso de
índole penal deben dictarse en el proceso y estar éstas siempre en manos de los
jueces. Respecto a tal observación, debemos decir que, efectivamente, en un
proceso penal lo que se busca es determinar si existió el delito y si el imputado
es culpable, condenándolo, o inocente, absolviéndolo, por lo que, bajo criterios
fundamentales, tal decisión debe ser emitida por el juzgador dentro de un
debido proceso. Sin embargo, al concluir un caso bajo el principio de
oportunidad el fiscal no decide respecto a la responsabilidad del imputado, ni
mucho menos, le impone una pena sin previo juicio. La esencia del principio
de oportunidad consiste, justamente, en evitar llevar un caso de mínima
gravedad a instancias judiciales, en atención a que existen suficientes
elementos que acreditan la existencia de un hecho ilícito y que el imputado
acepte su responsabilidad y exprese su voluntad de reparar a la víctima. Es
decir, que al arribar a un acuerdo tanto el imputado como el agraviado, y
cumplido el mismo, la investigación concluirá, achivándose definitivamente,
puesto que se logró el fin directo del proceso penal, evidenciándose un
arrepentimiento y resocialización del imputado (con su propio consetimiento
y aceptación de responsabilidad), y la pronta reparación de la víctima (con el
cumplimiento del acuerdo de reparación acordado). Ahora bien, supongamos
que el imputado al ser consultado sobre su responsabilidad y la aplicación del
principio de oportunidad, manifiesta su negativa al considerarse inocente de
los cargos imputados, en este caso, se formalizará la denuncia y será el Juez
Penal quien resuelva en definitiva, por lo que, los derechos fundamentales de
presunción de inocencia y el de defensa están plenamente garantizados,
descartándose cualquier contraposición con el principio de oportunidad.
Volviendo a los cuestionamientos expuestos inicialmente, ¿porqué el
investigado no se presenta ante la Fiscalía Provincial Penal para declarar y,
de ser el caso, aceptar la aplicación del principio de oportunidad? Entre las
razones que explican esto tenemos:
a) Debido a que el investigado no es hallado en la dirección señalada en la
investigación policial, sea porque varió de domicilio o brindó uno inexacto
o falso.
b) Debido a que no desea presentarse, sea porque cree que podrá evadir a las
autoridades con dicha actitud, o por temor, desconociendo los alcances del
principio de oportunidad.
Si el imputado no se apersona a la Fiscalía y presta su consentimiento para la
aplicación del principio de oportunidad, simplemente, el trámite no puede
iniciarse. Ante ello, tendrá que formalizarse la denuncia penal ante el juzgado
competente. Se invirtió tiempo emitiendo la resolución de pertinencia y
citando al imputado, pero sería correcto atribuirle la frustración de la
diligencia al principio bajo estudio, obviamente no.
Las causas de esta renuencia de los investigados a presentarse ante la Fiscalía
se debe fundamentalmente:
a) En el primer caso, debido a que el investigado muestra una conducta
irresponsable al señalar una dirección inexacta o falsa, evidenciando una
falta de conciencia y arrepentimiento, por lo que, no sería pertinente la
aplicación del principio de oportunidad. Diferente sería el caso en el que el
imputado haya variado de domicilio, pero aquí la responsabilidad no es de
aquél, sino de las autoridades estatales que no han implementado, hasta la
fecha, un adecuado sistema de identificación y registro domiciliario.
b) En el segundo caso, repetimos que no sería pertinente aplicar el principio
de oportunidad a aquél que pretende evadir su responsabilidad y la acción
de las autoridades. En tanto que, no podemos atribuirle responsabilidad al
ciudadano que involucrado en un hecho ilícito de menor gravedad se
resiste a presentarse ante la autoridad por temor y desconocimiento, ya
que, es la autoridad política la responsable de la falta de difusión de los
ventajosos alcances del principio de oportunidad.
Cosa distinta es que el imputado se presente y rechace la aplicación del
principio de oportunidad a su caso, debido a que se considera inocente de los
cargos formulados en su contra, pues en esta situación se estaría garantizando
el respeto a sus derechos fundamentales y se haría bien en remitir los actuados
al Juzgado Penal competente. Ello para nada entorpece ni retraza el normal
desarrollo del trabajo fiscal, es parte del mismo y aquél magistrado que opine
lo contrario está (alarmantemente) errado.
Sigamos y supongamos que el imputado se presentó, declaró y expresó su
consentimiento para la aplicación del principio de oportunidad, reconociendo
su responsabilidad en la comisión del hecho ilícito investigado, citados todos
los involucrados a la Audiencia de Acuerdo, ésta no se lleva a cabo debido a
que el agraviado no desea su aplicación, ¿porqué?
Aquí se repite una de las razones expuestas en el supuesto anterior: el
desconocimiento de las ventajas del principio de oportunidad. Si el agraviado
supiera que en mérito a la aplicación de dicho principio, se le reparará el daño
causado en un breve período de tiempo y se evitará contratar abogado e
invertir tiempo y dinero en un largo, engorroso e incierto proceso judicial,
estoy seguro que su actitud en la audiencia sería otra, sin embargo, la falta de
difusión del instituto de oportunidad impide ello y propicia estos
inconvenientes.
Otra de las razones que se presentan es la influencia de algunos abogados
defensores (de cualquiera de los involucrados), quienes en lugar de velar por
los intereses de sus patrocinados los incitan a optar por llevar el caso a
instancias judiciales y así asegurarse la permanencia de su cliente y del
consiguiente ingreso económico, cuando en realidad a los involucrados, sea
imputado o agraviado, les convendría solucionar el asunto a la mayor
brevedad, ya que el investigado se libraría no sólo de la tramitación de un
proceso judicial, sino de una pena y de los consecuentes antecedentes, en tanto
que, el agraviado se vería favorecido además por la pronta reparación de los
daños y perjuicios sufridos.
A ello se aúna, que la población peruana tiene arraigada una “cultura de
judicialización”, relacionada con la “cultura del litigio y de la venganza”, de
modo tal que, todo hecho que genera un conflicto es llevado a instancias
judiciales, cuando bien podría ser resuelto fácilmente por los mismos
involucrados, a través de mecanismos alternativos de solución de conflictos.
En materia penal el asunto se torna socialmente complicado debido a que el
agraviado entiende que al solucionarse el caso sin que se haya condenado al
imputado a pena pivativa de libertad, a pesar de habérsele reparado el daño
causado, ha operado la impunidad y no se ha hecho “justicia”. Pero dicho
parecer no obedece a otra razón más que al desconocimiento de los hechos,
pues como expresamos al inicio, el principio de oportunidad, en la mayoría de
los casos, procede sobre hechos ilícitos de menor gravedad, en los cuales, si
fueran resueltos por el Poder Judicial, no conllevarían a pena privativa de
libertad efectiva para el procesado ni garantizarían el pago de una adecuada
reparación civil, y ello, tras la tramitación de todo el proceso penal, con las
instancias contempladas por ley. Debemos, pues, en conclusión, incentivar un
cambio de mentalidad en nuestra sociedad, dejar de lado esa actitud
revanchista y dar paso a una cultura de paz, de conciliación, de composición.
Pero no todo el peso de esta problemática recae en la sociedad, el Estado, como
hemos apreciado también tiene su cuota de responsabilidad. Muchas
diligencias de aplicación del principio de oportunidad se han frustrado en los
casos donde el Estado aparece como agraviado, debido a que los
representantes de las Procuradurías no cuenta con la autorización oficial para
conciliar casos de índole penal. Por lo que, resulta menester la coordinación
con la Procuraduría General de la República para lograr tal objetivo.
IV. PRECISIONES
¿Por qué aparece el principio de oportunidad?
No creo que alguien se atreva a negar que el sistema formal de administración
de justicia en el Perú se encuentra en crisis, en materia penal debido a la
vigencia de un modelo mixto, que resulta impertinente a las nuevas exigencias
y necesidades establecidas en el marco constitucional, entre otras razones en
suma conocidas, como son, la carencia de recursos humanos calificados y
recursos logísticos apropiados. Esto a su vez, ha contribuido a generar
desconfianza en la población, la cual presiona ávida de justicia. En esta
realidad, pues, el proceso penal no permite que el derecho penal llegue a sus
destinatarios, dejando en estado de indefensión a las víctimas.
Asimismo, la existencia de una voluminosa carga procesal tanto en los
Despachos Fiscales como Judiciales hace que los plazos procesales no se
cumplan a cabalidad, retardándose la solución de los procesos y tornándose
oneroso su trámite para los involucrados. Aspecto que se ha visto
sobredimensionado con la sumarización de los procesos penales, donde
hallamos un grueso de casos que versan sobre delitos de menor gravedad. Esta
situación, a su vez, conlleva al hacinamiento y saturación en que se encuentran
los Centros Penitenciarios, a consecuencia que la mayoría de internos están
presos por delitos de poco impacto social, máxime aún cuando de las
estadísticas actuales fluye que la mayor parte de las personas que sufren
carcelería todavía no han sido sentenciadas, encontrándose sus procesos en
trámite.
Concluimos, pues, que el Principio de Oportunidad encuentra su justificación
en la crisis del sistema judicial, y en la sobrecarga y congestión procesal y
penitenciaria.
En efecto, se justifica la aparición del Principio de Oportunidad en nuestro
ordenamiento procesal en razón que existe la necesidad de solucionar
problemas concretos de Crisis del Sistema Judicial, crisis que se manifiesta, con
el hecho que el modelo procesal vigente está caduco y entorpece la justicia para
la víctima. A ello hay que añadir la existencia de una saturación procesal que
inunda el sistema y lo hace no sólo inoperativo, sino, deficiente; provocando
ello, a su vez, una congestión penitenciaria, dado que, hasta hace poco tiempo,
la mayoría de procesos con reos en cárcel se encontraban por delitos de mínimo
impacto social y que incluso en altos porcentajes no habían sido sentenciados,
se tenía entonces la necesidad de dar dispositivos que contribuyen a solucionar
estos álgidos problemas. Por ello y para ello hace su aparición el Principio de
Oportunidad.
El principio de oportunidad constituye el inicio de un verdadero proceso de
reforma de la administración de justicia. Su aplicación no sólo permitirá llegar
sin proceso a los destinatarios del derecho penal, sino evitar y erradicar la
saturada carga procesal y penitenciaria, posibilitando con ello una mejor
calidad de justicia para todos, especialmente para la víctima.

De tal manera, que los fundamentos del principio de oportunidad radican en:
a) La escasa relevancia de la infracción lo que distorsiona la condición de
"última ratio" del Derecho Penal.
b) Evitar los efectos criminógenos de las penas cortas privativas de libertad.
c) Atender a razones de economía y a la falta del interés público en la
punición.
d) Prevención especial, ya que el imputado que se acoja a este principio se
entiende que no volverá a incurrir en infracción penal, por esto quizá sea
oportuno incidir en la obligatoriedad de la reinserción del delincuente
como una forma de reparar el daño causado, sobretodo cuando el
agraviado es el Estado.
e) Correctivo a la disfuncionalidad e ineficiencia del sistema penal,
permitiendo que el derecho penal llegue a sus destinatarios y que se trate
con mayor justicia a la víctima.
f) Evitar una doble pena para el causante del delito, puesto que la pena a
imponérsele sólo acrecentaría el propio daño inferido. Este fundamento
sólo es válido para el supuesto del Inciso 1º del Artículo 2º del Código
Procesal Penal, esto es, falta de necesidad de la pena porque el agente ha
sido afectado grave y directamente por las consecuencias de su propio
delito.
Así pues, el objeto del principio de oportunidad consiste en corregir la
disfuncionalidad del principio de legalidad procesal, postulando una mejor
calidad de justicia, facultando al Fiscal, titular de la acción penal, decidir sobre
la pertinencia de no dar inicio a la actividad jurisdiccional penal,
independientemente de estar ante un hecho delictuoso con autor determinado,
concluyéndola por acto distinto al de una sentencia y teniendo como sustento
de su conclusión los criterios de falta de necesidad de la pena o falta de
merecimiento de la misma.
Es necesario dar una mayor difusión de la figura legal del principio de
oportunidad, como el mecanismo idóneo de simplificación procesal. Esto es,
que se realicen campañas para publicitar y dar a conocer el contenido, los
alcances y beneficios del principio de oportunidad, hacia el público en general,
abogados, servidores y funcionarios públicos. Esto implica también, parte de
un cambio cultural, dejar de lado la cultura del litigio para dar paso a una
cultura de paz, lo que se viene logrado gracias a la institución de la conciliación
extrajudicial (antecedente próximo del Principio de Oportunidad).
Antes de concluir resulta pertinente formular un par de precisiones
adicionales, en vista que, algunas opiniones encuentran un grave error en el
“reinicio” de la acción penal originado por el incumplimiento del pago de la
reparación civil por parte del imputado, considerándolo anticonstitucional,
puesto que, según refieren “no existe prisión y, por ende, ejercicio de la acción
penal por deudas”. Recomendando el aseguramiento del pago de la obligación
del imputado mediante garantías reales o aval, dotándose de garantías de
ejecución al agraviado o al procurador público del Estado para que pueda
cumplir sus roles en el proceso respectivo. A lo que corresponde decir que la
acción penal no se reinicia puesto que en ningún momento fue iniciada. Ante
la existencia de indicios razonables de un ilícito penal en la investigación, el
Fiscal Provincial Penal tiene dos opciones: 1) formalizar denuncia penal o 2)
iniciar el trámite para la aplicación del principio de oportunidad. Siendo que
en este segundo supuesto, habiéndose arribado a un acuerdo entre el
imputado y el agraviado, corresponde la emisión del auto de abstención
provisional del ejercicio de la acción penal, que como su propio nombre lo dice,
simplemente mantiene en suspenso el ejercicio de la acción penal hasta
verificar el cumplimiento total de la obligación asumida por el investigado, la
misma que de no ser cumplida, acarreará que el Fiscal Penal proceda conforme
a sus funciones, es decir, formalice la denuncia penal, quedando todo lo
actuado en el trámite de aplicación del principio de oportunidad sin valor
probatorio alguno. Entonces, pues, se denuncia al imputado, no por la falta de
pago de la deuda existente entre el imputado y el agraviado, sino por el
incumplimiento de reparar el daño ocasionado por el delito cometido, lo que
es un requisito para la concesión del Principio de Oportunidad Quedando así
descartada la propuesta de dotar al agraviado con garantías reales o
personales. Ello sólo entramparía más la solución del asunto.
De otro lado, se critica lo dispuesto por el artículo 2° del Código Procesal Penal,
en cuanto señala la posibilidad de aplicar el Principio de Oportunidad en
cualquier estado del proceso, incluso después de producida la acusación
fiscal. Posición con la que concordamos, puesto que debe tenerse en cuenta
que la oportunidad no es para el Estado, en el sentido que se evitará la
tramitación de un proceso, sino para el imputado o procesado, que evitará el
estigma de una condena, cambiándose la sanción penal por una reparación
efectiva y voluntaria del daño que redimirá de manera real a la víctima. En este
caso, si el fiscal solicita el archivamiento por la concesión del principio después
de producida la acusación, ésta subsiste. Por lo que, cabrían dos soluciones al
respecto: 1) Podría declararse insubsistente la acusación fiscal (lo cual sólo
puede efectuarse por la instancia superior y hay recorrido procesal para ello);
o 2) Aplicar extensivamente el retiro de la acusación, conforme lo establece el
artículo 274° del Código de Procedimientos Penales. Consideramos que esta
última es la mejor posibilidad, y correspondería precisar en el Reglamento. Sin
embargo, no podemos negar la inquietud que genera el considerar que una de
las ventajas del principio de oportunidad es permitir una pronta solución del
caso, lo que no se lograría si su aplicación se solicita tras la emisión de la
acusación fiscal ¿acaso a estas alturas ya no tendría sentido su aplicación?.
Fuentes:
 Bardales Rios, Artemio. El Principio de Oportunidad en el Proceso Penal
Peruano. Librería y Ediciones Jurídicas. Lima, Perú, 2003.
 Carvajal Barrionuevo, Marcela / González Maroto, Renée. El Principio de
Oportunidad Reglado. Universidad de Costa Rica. San José, Costa Rica,
1997.
 Díaz Cabiale, José Antonio. Principios de Aportación de Parte y
Acusatorio. Editorial Comares. Primera edición. Lima, Perú, 1996.
 Lévano Veliz, Pablo Ernesto. La Aplicación del Principio de Oportunidad
en el Ordenamiento Procesal Peruano. En Vista Fiscal Nº1, Ministerio
Público – Distrito Judicial del Cono Norte. Lima, Perú, 2003. Pp. 9-22.
 Morales Miranda, Micaela. Debido Proceso, Principio de Oportunidad y
Legalidad. ILANUD. Development Associates. ILANUD. Panamá, 1995.
 Palacios Dextre, Darío y Monge Guillergua, Ruth. El Principio de
Oportunidad en el Proceso Penal Peruano. Editora FEAT. Lima, Perú,
2003.
 Robatti Izaguirre, Blanca R. / Sánchez Rodríguez, Sovira. La Aplicación
Obligatoria y el Carácter Extra Poceso del Principio de Oportunidad. En
Normas Legales: Doctrina, Jurisprudencia, Actividad Jurídica Nº 326.
Lima, Perú, 2003. Pp. 141-149.
 Salas Beteta, Christian. Principio de Oportunidad & Terminación
Anticipada. El Derecho Penal Premial en el Perú. En Revista Análisis
Jurídico – Normas Legales, tomo 365. Octubre – 2006. Lima, Perú. Pp. 239-
247.
 Salas Beteta, Christian. Principio de Oportunidad: Conciliación en el
Ambito Penal. En Revista Análisis Jurídico – Normas Legales, tomo 356.
Enero – 2006. Pp. 209-221.
 Salas Beteta, Christian. El Principio de Oportunidad – Vigencia y
Efectividad en el Proceso Penal. En Revista Jurídica de Análisis e
Investigación del Instituto Peruano de Estudios Forenses N° 21. Junio –
2005. Pp. 31-39.
 Sánchez Velarde, Pablo. Comentarios al Código Procesal Penal. Editora
IDEMSA. Lima, Perú, 1994. Melgarejo Barreto, Pepe. Manual del Principio
de Oportunidad. Jurista Editores. Lima, Perú, 2002.
 Torres Caro, Carlos. El Principio de Oportunidad: Un Criterio de Justicia
y Simplificación Procesal. Editorial Gráfica Horizonte. Lima, Perú, 1994.

NOTAS:

· Artículo 2° del Código Procesal Penal.- El Ministerio Público, con consentimiento expreso del
imputado podrá abstenerse de ejercitar la acción penal en cualquiera de los siguientes casos:

1. Cuando el agente haya sido afectado gravemente por las consecuencias de su delito y la
pena resulte inapropiada.

2. Cuando se tratare de delitos que por su insignificancia o su poca frecuencia no afecten


gravemente el interés público, salvo cuando la pena mínima supere los 2 (dos) años de pena
privativa de la libertad o se hubiere cometido por un funcionario público en el ejercicio de su
cargo.

3. Cuando la culpabilidad del agente en la comisión del delito, o su contribución a la


perpetración del mismo sean mínimos, salvo que se tratare de un hecho delictuoso cometido
por un funcionario público en el ejercicio de su cargo.

En los supuestos previstos en los incisos 2) y 3) será necesario que el agente hubiere reparado el
daño ocasionado o exista un acuerdo con la víctima respecto a la reparación civil.

Si el acuerdo con la víctima consta en instrumento público o documento privado legalizado por
Notario no será necesario que el Juez cite a las partes a que presten su consentimiento expreso
para la aplicación del principio de oportunidad.

Si la acción penal hubiera sido ya ejercida, el Juez podrá, a petición del Ministerio Público, o de la
parte agraviada, dictar auto de sobreseimiento en cualquier etapa del proceso, bajo los supuestos
ya establecidos, en un plazo no mayor de diez días.” (*)

En los delitos de lesiones leves, hurto simple y apropiación ilícita de los artículos 122, 185 y 190
del Código Penal y en los delitos culposos, en los que no haya pluralidad de víctimas o concurso
con otro delito, antes de formalizar la denuncia penal, el Fiscal citará al imputado y a la víctima
para proponerles un acuerdo reparatorio. Si ambos convienen en el mismo, el Fiscal se abstendrá
de ejercitar la acción penal. Si el imputado no concurre a la segunda citación o se ignora su
domicilio o paradero, el Fiscal formalizará la denuncia correspondiente. (**)

(*) Artículo vigente conforme a la modificación establecida por el Artículo 1 de la Ley Nº 27664
publicada el 08-02-2002. Este artículo fue modificado por el Artículo Unico de la Ley Nº 27072,
publicada el 23-03-99.

(**) Párrafo incorporado por el Artículo 3 de la Ley N° 28117, publicada el 10-12-2003.

(*) · Abogado | Profesor de Derecho Judicial y Lógica Jurídica de la Facultad de Derecho de la


Universidad Privada San Juan Bautista | Profesor ad honoren del Taller de Derecho Penal 2007 en la
UNFV. Profesor ad honoren del Centro Federado de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos | Profesor ad honoren del Instituto de Capacitación
Superior Concilium Siglo XXI | Diplomado Internacional en Derecho Penal y Procesal Penal |
Diplomado en Derecho Procesal Penal con mención en Teoría de la Prueba | Diplomado en
Criminalística y Criminología | Diplomado en Derecho Penal y Procesal Penal | Diplomado en
Aplicación del Nuevo Código Procesal Penal | Arbitro y Conciliador Extrajudicial | Editor de la
sección legal de www.ofdnews.com | Autor de artículos jurídicos publicados en Revistas Jurídicas e
Internet.
DERECHO PROCESAL PENAL - Relevancia del Principio de Oportunidad dentro del
Proceso Penal

Orlidy Inoa

La aplicación de un criterio de oportunidad está condicionada a hechos que no


representen violaciones graves a los derechos humanos, y en especial al Derecho
Internacional Humanitario.

Uno de los problemas más acuciantes en el ámbito jurisdiccional es la necesidad de


acelerar la administración de justicia, cuestión ésta que parece más imperiosa cuando
se trata de la justicia penal, por las implicaciones humanas que conlleva. Ante este
gran reto, los diversos ordenamientos han ido modificando su regulación procesal
penal, atendiendo a la experiencia de otros modelos.

La Oportunidad de la Acción Pública, consagrada en los artículos 34-36 del Código


Procesal Penal (CPP) dominicano, tiene precisamente como fin primordial sustituir el
mecanismo de la prisión por otros métodos alternativos menos violentos. En ese
sentido, el Principio de Mínima Intervención, o última ratio, afianza la legitimidad de
la intervención estatal sólo en aquellos casos en los cuales se han agotado todas las
otras posibilidades de resolución de conflictos no violentas.

Como bien ha señalado Jorge Kent , existe en nuestras sociedades un creciente


pesimismo acerca de las posibilidades de controlar y manejar el encarcelamiento… y,
en lo que concierne a la mayoría de los delincuentes, el tratamiento no consigue el
resultado esperado como institución. Habría que agregar a esto, además, el alto costo
económico que representa el encarcelamiento para el Estado.

Es así como al monopolio estatal de perseguir y castigar las acciones más


reprochables, se le contraponen otros mecanismos de resolución pacífica de conflictos
amparados bajo el mencionado Principio de Mínima Intervención, tal cual establece el
artículo 34 del CPP: “El Ministerio Público puede, mediante dictamen motivado,
prescindir de la acción pública respecto de uno o varios de los hechos atribuidos,
respecto de uno o de algunos de los imputados o limitarse a una o algunas de las
calificaciones jurídicas posibles, cuando:

1. Se trate de un hecho que no afecte significativamente el bien jurídico protegido o no


comprometa gravemente el interés público. Este criterio no se aplica cuando el
máximo de la pena imponible sea superior a dos años de privación de libertad o
cuando lo haya cometido un funcionario público en el ejercicio del cargo o en ocasión
de éste;
2. El imputado haya sufrido, como consecuencia directa del hecho, un daño físico o
psíquico grave, que torne desproporcionada la aplicación de una pena o cuando en
ocasión de una infracción culposa haya sufrido un daño moral de difícil superación; y,
3. La pena que corresponde por el hecho o calificación jurídica de cuya persecución se
prescinde carece de importancia en consideración a una pena ya impuesta, a la que
corresponde por los restantes hechos o calificaciones pendientes, o a la que se le
impondría en un procedimiento tramitado en el extranjero.

Como puede observarse, se trata de una cuestión de economía procesal, en el sentido


de que se procura la simplificación y acortamiento del proceso a través de la supresión
de los trámites, haciendo innecesario el juicio oral.

Para algunos doctrinarios, la aplicación de un Criterio de Oportunidad vulnera los


Principios de Legalidad y Obligatoriedad del ejercicio de la acción penal, entendido el
primero como la obligación que tiene el Ministerio Público de promover,
inmediatamente tenga conocimiento de la notitia criminis, la acción penal. Sin
embargo, como se puede colegir de los artículos del CPP, la aplicación de un Criterio
de Oportunidad está condicionada a una serie de parámetros, entre los cuales está el
que se trate de hechos de mínima relevancia social.

Si bien es cierto que el CPP dominicano toma como puntos de partida los principios de
Legalidad y Obligatoriedad, no es menos cierto que el mismo no debe ser aplicado de
manera restrictiva dentro de un modelo procesal acusatorio y garantista. Entendemos
que, una vez iniciada la persecución penal, la misma no puede suspenderse o
interrumpirse; no obstante, antes de darle inicio a la misma, se debe considerar aplicar
los demás mecanismos alternativos que el mismo Código establece.

Dentro del sistema jurídico norteamericano, por ejemplo, el fiscal puede, o elevar la
acción, o abstenerse de hacerlo, pudiendo incluso negociar la pena con el imputado,
decidiendo el juez sólo sobre los términos de la negociación (plea bargaining). El
imputado también puede declararse culpable para evitar ser condenado por un hecho
más grave o por una pena mayor (guilty plea). A través del uso de estos mecanismos,
asociados al Criterio de Oportunidad, se resuelve una inmensidad de casos en la
justicia norteamericana. Por otro lado, como bien establece Kent , en el sistema
anglosajón la probation suplanta la prisión sin añadirse a ella, impidiendo que
acreciente la población carcelaria -que es precisamente lo que se procura evitar-, y
aumentando la cuantía de aquéllos a quienes se les brinda la posibilidad de trasponer
los muros correccionales.

Tal es la relevancia de la aplicación de un Criterio de Oportunidad:

a. Descongestionan considerablemente los tribunales, contribuyendo a una mayor


eficiencia en la tarea de impartir justicia
b. Disminuyen en gran medida la cantidad de presos preventivos, agilizando los
procesos
c. Fomentan una mayor participación de la sociedad en las actividades relacionadas a
la rehabilitación del delincuente

Esta visión del proceso penal se enmarca dentro del movimiento reformador difundido
en la década de los 90 en América Latina, cuya principal fuerza fue dejar atrás los
modelos inquisitorios e instaurar un sistema acusatorio que se adaptara a la nueva
conformación del Estado de Derecho, entendido como aquel Estado sujeto al respeto
de las normas legales, a la separación de poderes y a los derechos fundamentales del
ser humano.

En ese orden de ideas, y en el marco del “Décimo Congreso de las Naciones Unidas
sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente” , llevado a cabo en Viena
del 10 al 17 de abril del año 2000, se le hacen a los Estados miembro las siguientes
recomendaciones respecto de las medidas relativas a la justicia restitutiva:
Individual y colectivamente, según proceda, los Estados se esforzarán por apoyar las
medidas siguientes (entre otras):

a) Tratar los delitos, especialmente los de menor cuantía, conforme a la práctica


consuetudinaria en lo tocante a la justicia restitutiva, cuando exista tal práctica y ésta
sea apropiada, a condición de que con ello se respeten los Derechos Humanos y se
cuente con el consentimiento de los interesados;
b) Utilizar los medios conciliatorios previstos en la legislación interna para resolver
los delitos, especialmente los de menor cuantía, entre las partes, recurriendo, por
ejemplo, a la mediación, la reparación civil o los acuerdos de indemnización de la
víctima por parte del delincuente;
c) Promover una cultura favorable a la mediación y la justicia restitutiva entre las
autoridades encargadas de la aplicación de la ley, así como entre las comunidades
locales;
d) Fomentar la reeducación y la rehabilitación de los delincuentes, alentando, cuando
proceda, el recurso a la mediación, la solución de conflictos, la conciliación y otras
medidas de justicia restitutiva en sustitución de las actuaciones judiciales y las
sanciones privativas de la libertad.

Todo esto, a su vez, tendría un impacto sorprendente en la percepción social del


concepto justicia. Ejercer un Criterio de Oportunidad significa reconocer que la
Justicia, como tal, tiene la imposibilidad material de “atender” de igual forma todos
los casos que entran al sistema, debiendo discriminar entre casos complejos y simples
delitos comunes, lo cual contribuiría con una mayor celeridad procesal y un mayor
acceso de aquellos casos que verdaderamente deben ser atendidos.

Este proceso, sin embargo, no se da de forma arbitraria. La aplicación de un criterio de


oportunidad está condicionada a hechos que no representen violaciones graves a los
derechos humanos y, en especial, al Derecho Internacional Humanitario, esto último
por interpretación de los artículos 3 y 10 de la Constitución, los que incorporan al
ordenamiento aquellos tratados de derechos humanos ratificados por el Estado, y las
decisiones emanadas de los tribunales internacionales en materia de Derechos
Humanos, en lo que se conoce como bloque de constitucionalidad, por lo que las leyes
deben estar en consonancia con tales normativas de carácter supralegal.

Una jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha sostenido que


: “El Estado está obligado a investigar toda situación en la que se hayan violado los
Derechos Humanos protegidos por la Convención Americana de Derechos Humanos.
Si el aparato del Estado actúa de modo que tal violación quede impune y no se
restablezca, en cuanto sea posible, a la víctima en la plenitud de sus derechos, puede
afirmarse que ha incumplido el deber de garantizar su libre y pleno ejercicio a las
personas sujetas a su jurisdicción”.

En ese sentido, el CPP establece claramente que dicho criterio no se aplicará cuando el
máximo de la pena imponible sea superior a dos años, con el objetivo de que el
Ministerio Público no burle las razones objetivas que deben ser observadas para su
otorgamiento. Además, el CPP permite la posibilidad de que la víctima o el imputado
puedan objetar ante el juez la decisión del Ministerio Público de aplicar o negar un
criterio de oportunidad. Se trata, pues, de una discrecionalidad del Fiscal, pero siempre
ajustada a una serie de reglas claras.

En todo caso, cuando el imputado se aparte de las condiciones impuestas en el acuerdo


(que cometa una nueva infracción o que incumpla con el acuerdo de reparación), el
juez siempre podrá, a solicitud del Ministerio Público, ordenar la revocación de la
medida y reanudar el procedimiento.

La suspensión condicional del procedimiento, por ejemplo, está sometida a un


conjunto de reglas que el imputado debe acatar, a saber:

1. Residir en un lugar determinado o someterse a la vigilancia que señale el juez.


2. Abstenerse de visitar ciertos lugares o personas.
3. Abstenerse de viajar al extranjero.
4. Abstenerse del abuso de bebidas alcohólicas.
5. Aprender una profesión u oficio o seguir cursos de capacitación o formación
indicados en la decisión.
6. Prestar trabajo de utilidad pública o interés comunitario en una institución estatal u
organización sin fines de lucro, fuera de sus horarios habituales de trabajo
remunerado.
7. Abstenerse del porte o tenencia de armas.

Como puede verse, estos criterios tienen mucho mayores posibilidades de conseguir
una mejor y más rápida adaptación del individuo a la vida en sociedad, muy por
encima de la prisión, y muestra de ello es que la tendencia actual se ha inspirado en un
humanitario impulso que se deriva, en buena medida, de una conciencia cada vez más
acentuada, con propicio respaldo en los inconvenientes que exhibe la reclusión
tradicional, y en la aparición de teorías y enfoques de tratamiento distintos para
suplantar lo que se ha llamado la “prisionización” del individuo .
Principio de oportunidad
Christian Salas Beteta (*)

La finalidad del presente artículo consiste en que, al terminar de leerlo, usted pueda
comprender que existe una alternativa rápida, económica y poca conocida de solucionar un
asunto de índole penal.

¿Qué ocurre ante la comisión de un hecho delictivo de menor gravedad? Bueno, primero, me
refiero a aquéllos hechos ilícitos que no afectan gravemente el interés público, es decir,
delitos cuyos efectos no trascienden en la sociedad, como por ejemplo: hurto simple,
apropiación ilícita, lesiones leves o culposas, delitos informáticos, etc. Dicho esto,
respondamos a la interrogante inicial, tras la comisión de un delito, el hecho es puesto en
conocimiento de la autoridad competente, siendo (la mayoría de la veces) la policía quien
lleve a cabo las investigaciones preliminares, bajo la dirección del Fiscal, quien, una vez
culminadas, analizará la misma y, según corresponda, procederá a formalizar la denuncia
penal ante el Juez, o archivará el caso u ordenará la ampliación de la investigación o dispondrá
la aplicación del Principio de Oportunidad.

Detengámonos en este punto. Alternativas del Fiscal tras culminar la investigación preliminar:
a) Formalizar denuncia penal ante el Poder Judicial. Ello se hará cuando se haya acreditado la
existencia del delito, la individualización del o de los autores y partícipes, así como, la
vinculación de éste con la comisión del delito. b) Archivar el caso. Cuando el hecho no
constituya delito, no se haya individualizado al presunto autor, o, identificado éste, no sea
posible relacionar su conducta con la comisión del delito, o cuando el delito haya prescrito.
c) Ordenar la ampliación de la investigación. Cuando, a criterio del fiscal, las diligencias
realizadas no hayan sido suficientes para esclarecer los hechos. d) Aplicar el Principio de
Oportunidad.

Es, pues, a este tema al que me abocaré en adelante. Comencemos definiéndolo. El Principio
de Oportunidad es la facultad que tiene el Ministerio Público, como titular de la acción penal
pública, de abstenerse de su ejercicio, o en su caso, de solicitar ante el órgano jurisdiccional
el sobreseimiento de la causa, bajo determinados requisitos previstos por la ley, pudiendo
ser éstos concurrentes o excluyentes entre sí:

1) Elementos constitutivos del Delito

Es decir que de la investigación preliminar o judicial surjan suficientes e idóneos indicios de


la existencia del delito y de la vinculación del denunciado en su comisión;

2) Falta de Necesidad de Pena

Cuando el imputado ha sido afectado gravemente, sea física o psicológicamente, a


consecuencia del delito que él mismo provocó, consecuentemente ya no sería necesario
aplicar una pena;

3) Falta de Merecimiento de Pena

Que, el delito sea insignificante o poco frecuente y, que a su vez, estos no afecten gravemente
el interés público. También llamados delitos de bagatela o de poca monta. La pena privativa
de libertad debe estar conminada en su extremo mínimo, por no más de dos años;

4) Mínima Culpabilidad

Cuando se presenten circunstancias atenuantes que permitan una rebaja sustancial de la


pena, vinculadas entre otros factores, a los móviles y finalidad del autor, a sus características
personales, a su comportamiento luego de la comisión del delito, con exclusión de la
confesión. Se tendrá en consideración, además, aquellos supuestos vinculados a las causas
de inculpabilidad incompletas, al error de tipo y de prohibición vencibles y comprensión
culturalmente condicionada disminuida y al arrepentimiento sin éxito; la contribución a la
perpetración del delito será mínima en los supuestos de complicidad secundaria;

5) Consentimiento del Imputado

Que, el imputado preste su consentimiento expreso para la aplicación del Principio de


Oportunidad, a fin de iniciarse el trámite correspondiente, lo que no implica
necesariamente la aceptación de su responsabilidad o culpabilidad en los hechos
imputados, puesto que de lo contrario, se estaría vulnerando su derecho de defensa y
la presunción de inocencia;

6) Obligación de Pago

Que, el imputado haya cumplido con el pago total de la reparación civil, esto es la restitución
del bien, o en su caso el pago de su valor, y además la indemnización por los daños y
perjuicios; o en todo caso, se hayan puesto de acuerdo el referido imputado con la parte
agraviada. Cabe precisar que en los casos de falta de necesidad de pena no es necesario la
exigencia del pago de la reparación civil.

7) Exclusión de Funcionarios Públicos

En ningún caso puede aplicarse estos supuestos con funcionarios públicos en


ejercicio de su cargo. Es decir está expresamente excluido el imputado que sea
funcionario público y el delito cometido haya sido cuando se encontraba en ejercicio
de una función pública;

Aprovecho aquí para hacer un paréntesis y, a modo de ilustración de lo anteriormente


expuesto, hacer un poco de derecho comparado y dar un vistazo al Código Procesal Penal del
Perú, que en su artículo 2º señala que:

“El Ministerio Público, con consentimiento expreso del imputado, podrá abstenerse de
ejercitar la acción penal en cualquiera de los siguientes casos:

1. Cuando el agente haya sido afectado gravemente por las consecuencias de su delito y la pena
resulte inapropiada.

2. Cuando se tratare de delitos que por su insignificancia o su poca frecuencia no afecten


gravemente el interés público, salvo cuando la pena mínima supere los dos años de pena
privativa de libertad o se hubiere cometido por un funcionario público en el ejercicio de su
cargo.

3. Cuando la culpabilidad del agente en la comisión del delito, o en su contribución a la


perpetración del mismo sean mínimos, salvo que se tratare de un hecho delictuoso cometido
por un funcionario público en el ejercicio de su cargo.

En los supuestos previstos en los incisos 2) y 3) será necesario que el agente hubiere reparado
el daño ocasionado o exista un acuerdo con la víctima respecto a la reparación civil.

Si el acuerdo con la víctima consta en instrumento público o documento privado legalizado


por Notario no será necesario que el Juez cite a las partes a que presten su consentimiento
expreso para la aplicación del Principio de Oportunidad.
Si la acción penal hubiera sido ya ejercida, el Juez podrá, a petición del Ministerio Público, o
de la parte agraviada, dictar auto de sobreseimiento en cualquier etapa del proceso, bajo los
supuestos ya establecidos, en un plazo no mayor de diez días.

En los delitos de lesiones leves, hurto simple y apropiación ilícita de los artículos 12º, 185º y
190º del Código Penal y en los delitos culposos, en los que no haya pluralidad de víctimas o
concurso con otro delito, antes de formalizar la denuncia penal, el Fiscal citará al imputado y
a la víctima para proponerles un acuerdo reparatorio. Si ambos convienen en el mismo, el
Fiscal se abstendrá de ejercitar la acción penal. Si el imputado no concurre a la segunda
citación o se ignora su domicilio o paradero, el Fiscal formalizará la denuncia
correspondiente."

Es así, pues, que en el Perú, como en gran parte de América Latina, el Principio de
Legalidad es la regla general, en tanto que la misma ley es la que señala los
presupuestos en los que el Ministerio Público puede prescindir del ejercicio de
la acción penal. A eso se denomina el sistema de Principio de Oportunidad Reglado.
Continuando con la legislación peruana, supongamos que dos personas se encuentran
en una actividad social, una fiesta, y producto de la ingesta de alcohol se suscita una
gresca, en la que uno de ellos golpea al otro, causándole lesiones. El hecho es
denunciado y llega a conocimiento del Fiscal. ¿Cabría la aplicación del Principio de
Oportunidad? ¿Porqué? Se acreditó la comisión del delito? Se evidencia la
vinculación del accionar del imputado con su realización? El delito es de menor
gravedad o bagatela?,… bien, la respuesta es obvia. El Fiscal puede dar inicio al
trámite para aplicar el Principio de Oportunidad, pero falta algo importante… el
consentimiento del imputado. Lo que se hará será citar al autor para que exprese su
aceptación o negativa con el referido trámite, de forma tal que, si acepta, el Fiscal
procurará que aquél y el agraviado arriben a un acuerdo económico por concepto de
reparación civil por los daños y perjuicios ocasionados, y si se niega, pues, se dará
inicio al proceso penal a nivel judicial.

Aunque el tratamiento doctrinario al respecto es extenso y debatible, el Principio de


Oportunidad debe ser entendido como excepción al Principio de Legalidad estricto,
conforme al cual el Ministerio Público debe ejercitar la acción penal ante toda notitia criminis
que llegue a su conocimiento. De tal manera que, el Principio de Obligatoriedad y al carácter
indisponible de la acción penal (propios del principio de legalidad) son mantenidos como regla
general en el accionar del Ministerio Público en la mayoría de las legislaciones, fijando
expresamente los casos en que la regla de la obligatoriedad puede ser dejada de lado por el
Fiscal, permitiendo la disponibilidad de la acción penal en los delitos de escasa relevancia
social. Esto es pues, el Principio de Oportunidad.

Espero que a este nivel de la lectura, todo vaya quedando claro. Pasemos ahora a analizar las
razones que justifican la adopción del Principio de Oportunidad en las distintas legislaciones.
Actualmente, el proceso penal propio del Estado Democrático de Derecho tiene por fines
tanto la satisfacción de los intereses del Estado en la aplicación del ius puniendi como el
resguardo del derecho a declarar la libertad del ciudadano inocente, la reparación de la
víctima y la reinserción del imputado. Entonces, pues, la aplicación de los Criterios de
Oportunidad en nuestro ordenamiento procesal penal armoniza, indiscutiblemente, con tales
fines.

Es así que, sólo tratándose de casos en los que se produce una mínima afectación a los bienes
jurídicos o cuando la responsabilidad del imputado resulta escasa, el Fiscal, autor y víctima
del delito pueden decidir sobre la apertura del proceso. Aquéllos, pues, se hallan facultados
para negociar acerca del no ejercicio de la acción penal a cambio del otorgamiento de una
reparación por el daño ocasionado, tomando en cuenta los intereses reparatorios a la víctima.
Abriéndose, de esta manera, un espacio para el concenso en el campo penal.

Las razones que cada legislación tiene para incluir el Principio de Oportunidad a su
ordenamiento procesal penal varían según las realidades de cada país, como por ejemplo: la
búsqueda de la eficacia del sistema a través de una selectividad controlada de los casos que
merecen el concurso del derecho punitivo, favorecer el derecho a un proceso sin dilaciones
indebidas, la búsqueda de la celeridad procesal, la revitalización de los objetivos de la pena,
la ratificación del Principio de Igualdad, la finalidad de obtener la rápida indemnización de la
víctima, evitar los efectos criminógenos de las penas cortas privativas de libertad, contribuir
a la consecución de una justicia material por sobre la formal, entre otros.

En resumen, la facultad otorgada al Ministerio Público para aplicar los Criterios de


Oportunidad responde a las exigencias del moderno Estado de Derecho y a la función de
prevención especial que la pena y el Derecho Penal asumen en él. Asimismo, constituye una
clara manifestación del Principio de Proporcionalidad que debe guiar tanto la utilización del
poder beligerante como la aplicación de las normas penales y procesales por parte de los
miembros del sistema punitivo. Que quede claro que la respuesta penal frente a la pequeña
y grave criminalidad no puede ser la misma. Se precisa, en estos casos, de una respuesta
jurídica adecuada, "justa y útil" haciendo caso de la tendencia metodológica de separar la
grande de la "pequeña o mediana" criminalidad. Criterio en los que algunos juristas se basan
para afirmar que la criminalidad menor, con frecuencia no conflictiva e integrada por acciones
que son incidentales en la vida de su autor, debe conducir a soluciones consensuadas que
contribuyan para la no estigmatización de quien, por la ocasionalidad de su delito y la propia
aceptación de su responsabilidad, está revelando una actitud resocializadora.

De esta manera, concluyo, renovando mi compromiso con la difusión del instituto de la


oportunidad y reafirmando mi convicción al considerarlo como uno de los mecanismos que
ayudará a las legislaciones de América Latina a cambiar para bien la tan mal vista
Administración de Justicia.

NOTA:

Para mayor información se recomienda recurrir a las siguientes fuentes bibliográficas y del
Internet:

El Principio de Oportunidad: Un Criterio de Justicia y Simplificación Procesal


Carlos Torres Caro. Editorial Gráfica Horizonte. 1994.

El Principio de Oportunidad en el Proceso Penal Peruano


Darío Palacios Dextre y Ruth Monge Guillergua. Editora FEAT. Lima – Perú. 2003.

Comentarios al Código Procesal Penal


Pablo Sánchez Velarde. Editora IDEMSA. Lima – Perú. 1994.

Manual del Principio de Oportunidad


Pepe Melgarejo Barreto. Jurista Editores. Lima – Perú. 2002

Resolución del Consejo Transitorio del Ministerio Público N° 200-2001-CT-FN

Diario Oficial "El Peruano". Fecha: 24 abril 2001.

El Principio de Oportunidad en el Perú

http://ofdnews.com/comentarios/820_0_1_0_C/
http://ofdnews.com/comentarios/865_0_1_0_C/
http://ofdnews.com/comentarios/894_0_1_0_C/
http://ofdnews.com/comentarios/899_0_1_0_C/
http://ofdnews.com/comentarios/1008_0_1_0_C/
http://ofdnews.com/comentarios/1068_0_1_0_C/
http://www.monografias.com/trabajos16/principio-de-oportunidad/principio-de-
oportunidad.shtml

(*) Abogado egresado de la Universidad Privada San Juan Bautista. Asistente en Función Fiscal –
Ministerio Público – Fiscalía de la Nación de la República del Perú. Arbitro de Derecho registrado en
APECC. Conciliador. Editor en OFDnews.com
E-mail: christiansalas80@hotmail.com

domingo, 13 de diciembre de 2009


EL PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD EN EL NUEVO CODIGO PROCESAL PENAL

GILBERTO FÉLIX TASAYCO


FISCAL SUPERIOR PENAL-DOCENTE DE LA AMAG Y UIGV

Sumario: I. Breve introducción. II. El principio de oportunidad, evolución y concepto. III.


Clasificación. IV. Principio de legalidad y principio de oportunidad. V. El principio de oportunidad
en el NCPP. VI. Vigencia práctica del principio de oportunidad. VII. A modo de conclusión.

I. BREVE INTRODUCCIÓN

Cuando en la Universidad comenzamos una exposición o el desarrollo de un artículo como el que


ahora nos ocupa la primera pregunta que se nos viene a la mente es ¿Porqué debemos estudiar
Derecho procesal penal? ¿Para qué debemos conocer los principios y las reglas del proceso
penal? La respuesta inmediata generalmente es: para aprobar los exámenes y luego obtener el
título profesional. Y es que muchas veces se nos impone el estudio sin siquiera haber tenido la
oportunidad de pasar por un examen exhaustivo de vocación profesional. Ortega y Gassett decía:
“el estudiante es un ser humano, masculino o femenino, a quien la vida le impone la necesidad
de estudiar las ciencias de las cuales el no ha sentido la inmediata y auténtica necesidad”. Por
eso, consideramos, que los estudiantes universitarios necesitan saber la importancia de sus
instituciones procesales a fin de que se sientan motivados para desempeñar su rol; sin embargo,
rara vez se les estimula a reflexionar sobre el porqué y el para qué de la auténtica necesidad de
estudiar cada una de esas instituciones. Aquí vamos a efectuar un análisis de las bondades del
principio de oportunidad que desde ya catalogamos como un extraordinario instrumento
estratégico que posibilita la flexibilidad en la persecución penal y que como política apunta a un
afianzamiento de la mejora del servicio al público . Así, para iniciar el presente trabajo vamos a
partir de la siguiente tesis: el principio de oportunidad es uno de los mejores filtros procesales
que trae el nuevo sistema acusatorio y que debe ser utilizado prioritariamente por todos los
fiscales penales y mixtos de la república.

II. EL PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD, EVOLUCIÓN Y CONCEPTO


En el Perú, el principio de oportunidad no fue, no es, ni será una institución procesal eficaz si los
jueces, fiscales y abogados defensores no se comprometen con la idea de que es un gran filtro de
descarga procesal, cuyos resultados no solo benefician al Ministerio Público sino también del
Poder Judicial, la defensa pública y a todo estamento, incluida la sociedad, que guarde relación
con el aparato de la administración de justicia en el país. Por supuesto que desde un punto de
vista macro resulta necesario precisar que dicha eficiencia no será factible además, si el Poder
Ejecutivo no destina los recursos necesarios para el éxito en su aplicación.

Ahora bien, si hacemos un análisis de la evolución legislativa del principio de oportunidad,


encontraremos que éste tiene su génesis en el artículo 2° del Código Procesal de 1991, siendo
que el Proyecto de Código Procesal Penal de 1995 también materializa legislativamente este
importante y acertado mecanismo procesal. La Ley de celeridad y eficacia procesal penal
publicada en el diario “El peruano” el 10 de diciembre de 2003 hace el siguiente agregado al
artículo 2° del Código Procesal Penal: “En los delitos de lesiones leves, hurto simple y apropiación
ilícita de los artículos 122°, 185° y 190° del Código Penal y en los delitos culposos, en los que no
haya pluralidad de víctimas o concurso con otro delito, antes de formalizar la denuncia penal, el
fiscal citará al imputado y a la víctima para proponerle un acuerdo preparatorio. Si ambos
convienen en el mismo, el fiscal se abstendrá de ejercitar la acción penal. Si el imputado no
concurre a la segunda citación o se ignora su domicilio o paradero, el fiscal formalizará la
denuncia correspondiente”.

No hay que olvidar que después de 1991 se hicieron algunas modificaciones al texto del artículo
2° con la Ley N° 27072, del 23 de marzo de 1999, y la Ley N° 27664 del 08 de febrero de 2002, el
primero que enfatiza “... exista un acuerdo con la víctima respecto a la reparación civil”, y el
segundo que agrega: “Si el acuerdo con la víctima consta en instrumento público o documento
privado legalizado por Notario no será necesario que el juez cite a las partes a que presten su
consentimiento expreso para la aplicación del principio de oportunidad. Si la acción penal
hubiera sido ya ejercida, el juez podrá, a petición del Ministerio Público, o de la parte agraviada,
dictar auto de sobreseimiento en cualquier etapa del proceso, bajo los supuestos ya establecidos,
en un plazo no mayor de diez días”. En efecto, estos son los antecedentes pre legislativos que
inspiran al legislador del Nuevo Código Procesal Penal del 2004 para continuar su positivización
en el artículo 2° del Libro Primero, que faculta al Ministerio Público abstenerse del ejercicio de la
acción penal en casos especiales.

Respecto a la definición del principio de oportunidad, Pedro Miguel ANGULO ARANA sostiene
que lo que genera la oportunidad es un procedimiento de abstención fiscal de ejercitar la acción
penal, en virtud del cual, vía la aplicación de alguno de los criterios de oportunidad concretos, el
fiscal se apartará discrecionalmente de su función persecutoria, ofreciendo al inculpado, una
propuesta conciliatoria que, finalmente, de ser aceptada, culminará con resolución final que
tendrá el carácter de irrevisable . Otra definición que recogemos es la del doctor Jorge ROSAS
YATACO que apunta, en suma, la conceptuación del principio de oportunidad implica la
abstención del ejercicio de la acción penal por parte del representante del Ministerio Público,
cuando ocurra alguna de las circunstancias taxativamente señaladas en la ley .
El profesor chileno MAURICIO DUCE enseña que se trata de la facultad que se otorga a los fiscales
para cerrar aquellos casos en los que, aún habiendo antecedentes para investigar o incluso
acusar, se considere que los hechos son de una gravedad muy reducida y no comprometen
gravemente el interés público . Nosotros consideramos en definitiva, que el principio de
oportunidad es una institución procesal que se aplica facultativa y discrecionalmente por el
Ministerio Público, extra o intra proceso, y que se concreta con la resolución de abstención del
ejercicio de la acción penal o con la petición al juez del sobreseimiento del proceso ya
promovido, en delitos de mínima lesividad y que no comprometen gravemente el interés público.

III. CLASIFICACIÓN

Este rubro nos ayudará a ubicar la clase o el sistema que adopta el legislador peruano sobre el
principio de oportunidad. Así, tenemos que el sistema guarda relación con la facultad que en
cada país se otorga al fiscal para perseguir el delito a través de una oportunidad libre, propia del
derecho anglosajón o una oportunidad reglada o atenuada, que se aplica en el derecho europeo
continental.

a) Oportunidad Libre

Es el que se aplica en el derecho anglosajón, que en opinión de CAFFERATA NORES el fiscal sólo
lleva a juicio aquello que puede “ganar” logrando una condena, por lo que si no existe tal
posibilidad, no hay acusación, o que para lograr la condena se permitan negociaciones que
pueden llevar a su impunidad parcial, o la de los otros delitos cometidos.

Según MELGAREJO BARRETO en la oportunidad libre el fiscal ejerce las facultades persecutorias
con una ilimitada discrecionalidad; por cuanto se ignora el principio de legalidad, dando lugar al
principio de oportunidad que debe aplicarse como regla absoluta y casi obligatoria. No se admite
siquiera que el Fiscal pueda ser obligado a perseguir un caso de un hecho delictivo, éste tiene un
amplio rango de discreción, hasta el punto que se le faculta si puede ordenar una investigación
sobre un caso concreto o no, decidir si se inicia formalmente la persecución; si negocia con el
imputado, elegir los cargos que se formula, donde y cuando, sin sujetarse a ninguna regla
preexistente.

El sistema procesal penal de Estados Unidos tiene un sistema de oportunidad libre que se basa en
una negociación jurídica del caso o plea bargaining entre el fiscal y el acusado. El plea bargaining
consiste en concesiones que el fiscal hace a cambio de la aceptación de responsabilidad del
imputado, aceptación que significa la renuncia al juicio. Las concesiones pueden consistir en la
imposición de una condena leve por el hecho efectivamente cometido, o bien en la imputación
de menos cargos o un cargo menor que el efectivamente cometido, o una combinación de
ambos. El beneficio para el imputado es una pena menor que la que obtendría si el jurado lo
declarara culpable, pues la decisión de ir a juicio aumenta la pena en un porcentaje promedio
que hace unos años era el 40 %. Si bien la Constitución estadounidense establece el derecho a ser
juzgado por un jurado imparcial, casi ningún imputado hace uso de ese derecho, dado que el 90
% se declara culpable antes de correr el riesgo de ir a juicio por un hecho más grave o por una
pena mayor .
Estas son pues las características particulares del derecho penal anglosajón, con especial
referencia al derecho norteamericano, por ser éste donde tiene su origen el principio de
oportunidad, que posteriormente fue adoptado por el derecho europeo continental, y finalmente
acogido por el artículo 2° de nuestro Código Procesal Penal.

b) Oportunidad reglada

Esta modalidad de principio de oportunidad, como ya dijimos, es propia del derecho continental
europeo, que implica que es la norma la que va a establecer los presupuestos legales para la
factibilidad o no de su aplicación. El Perú, en ese sentido, adopta la línea de la discrecionalidad
reglada al facultarse al fiscal la abstención del ejercicio de la acción penal a través del Código
Procesal Penal de 1991 y del 2004. En efecto, la predeterminación normativa regula y limita el
ámbito de acción que el fiscal debe tener en cuenta para la aplicación justificada del principio de
oportunidad.

El profesor y fiscal PEDRO ANGULO ARANA apunta que el principio de oportunidad reglado es
aquel que faculta al fiscal ante determinados conflictos penales, a abstenerse de ejercitar la
acción penal o solicitar el sobreseimiento del proceso existente, en caso de haberlo promovido,
fundamentándose en principios de interés social, logrando la composición social, mediante la
aplicación de la equidad, previa la concurrencia de ciertos requisitos señalados en la ley .

IV. PRINCIPIO DE LEGALIDAD Y PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD

La sobrecarga procesal es uno de los núcleos problemáticos estructurales que se ha materializado


en el Ministerio Público de Perú por dos principales razones: primero, por el incremento de la
conflictividad, y segundo, por la falta de una óptima política de racionalización de recursos para
afrontarla. Evidentemente, la solución tiene que ser enfocada desde un proceso de
modernización integral del sistema de administración de justicia. Sin embargo, no es el momento
de hacer un estudio macro de esta problemática, sino, vamos a limitarnos a focalizar brevemente
el análisis de la importancia del criterio de selectividad frente al principio de legalidad procesal,
desde la perspectiva de una mejor utilización de los recursos que legitime la fortaleza del
Ministerio Público en la persecución del delito.

En una sociedad con una cultura altamente litigiosa, conflictiva y audaz para denunciar, que
quiere servirse del Ministerio Público por causas irracionales y sin asidero penal, se debe oponer
resistencia con una política de persecución penal eficaz y eficiente que coadyuve a la solución de
la conflictividad con una gestión selectiva y discrecional.

La eficacia en la persecución penal tiene una seria dificultad en el clásico principio de legalidad
procesal o de indeclinabilidad. La idea de que el principio de legalidad implica la investigación de
todos los delitos, hasta las últimas consecuencias, no resulta clave para la vigencia práctica de un
sistema de justicia acorde con una adecuada y eficiente política criminal que adopte el Ministerio
Público.

El principio de legalidad procesal, tal como lo entiende BOVINO, impone a los órganos estatales
correspondientes el deber de promover la persecución penal en todos los casos en que se tenga
conocimiento de una noticia acerca de la posible comisión de un hecho punible de acción pública.
Pero la cuestión de que el Ministerio Público deba investigar todos los delitos es un tema
superado y criticado en la doctrina procesal contemporánea. CAFFERATA NORES enseña que el
principio de legalidad sufre sus más severas críticas desde la óptica de su aplicación práctica y allí
nos encontramos con que por encima de lo que manda la ley, en verdad no tiene vigencia. La
realidad indica que, en el mundo, no hay sistema judicial que pueda dar tratamiento a todos los
delitos que se cometen; ni siquiera a los que a él ingresan. En la actualidad se admite que el
principio de legalidad procesal no sólo carece de fundamentos teóricos y de posibilidades de
realización efectiva sino que, además, contribuye a la generación y consolidación de prácticas
aberrantes en el marco de la justicia penal.

En efecto, el debate se ha centrado entre el tradicional principio de legalidad procesal y los


mecanismos de selectividad o discrecionalidad que con mayor flexibilidad hacen del sistema de
justicia penal uno eficiente y altamente deseable. En los países donde prima la legalidad procesal
se piensa que todos los delitos deben ser investigados a través de la política de todo contra todo,
lo que resulta una política que peca de insensatez pues en ningún país del planeta se puede
investigar todos los delitos. El país que adopte como política la obligatoriedad de la persecución
penal para todos los delitos, es un país que tiende a desarrollar una crisis o el colapso de su
justicia penal.

En el Perú se gastan grandes recursos al tratar de investigar todos los delitos sin tener en cuenta
una efectiva selección de causas; contratos que se quieren criminalizar, “usurpaciones” que
generalmente son actos netamente civiles, persecución de delitos ininvestigables y donde a veces
la propia víctima no tiene interés en la persecución, complican las investigaciones de graves
delitos que a la larga van a fotografiar a una fiscalía débil, sin una adecuada política de
racionalización de recursos y que ante la sociedad pierde credibilidad; pero a pesar que el fiscal
conoce que esas denuncias no tienen destino, apela muchas veces a la persecución penal pública
absoluta e irrestricta, y en vez de sincerar su decisión con un archivo, dispone hasta ampliaciones
de investigación generando falsas expectativas al otorgar a los denunciantes una apariencia
inmoral de legalidad. Así se genera la existencia de la eterna sobrecarga procesal. Ello explica el
porqué tenemos que diferenciar los casos conducentes - relevantes y los inconducentes y sin
futuro; en otras palabras, debemos orientar los recursos en perseguir delitos investigables como
los homicidios, los delitos de corrupción o violaciones, en vez de perseguir delitos irrelevantes e
inconducentes que solo van a incrementar el gasto público, distrayendo horas - hombre que
deben destinarse, con mejores réditos, a casos conducentes, graves y de suma complejidad.

Pero la selectividad no solo reclama una gestión efectiva de micropolíticas por parte del fiscal en
particular; también es fundamental para la gestión de los órganos de gobierno del Ministerio
Público. Una muestra de gestión macro compatible con categorías auténticas de maximización de
recursos es la directiva 01-2006-FN-MP que exige un compromiso a los fiscales para que incidan
en la aplicación del principio de oportunidad y para que los fiscales provinciales participen
directamente en las investigaciones. Un punto crítico que indirectamente afecta la gestión de la
conflictividad es el problema de las verificaciones de insumos químicos fiscalizados que repercute
en la pérdida de horas-hombre y que deteriora el aspecto funcional de la persecución del delito
al tener que participar el fiscal como “fedatario” de los actos administrativos que generalmente,
sin ser delitos, tienen que efectuarse con la intervención de los fiscales penales y mixtos, que
naturalmente van a distraer tiempo valioso en detrimento de la persecución de verdaderos
delitos que ponen en peligro la seguridad pública.

En este contexto, la selectividad se erige como el criterio discrecional y funcional, que ha hecho
del principio de legalidad procesal un principio censurable que en la justicia penal de hoy ha
perdido vigencia práctica. Desafortunadamente, habrá quienes dirán que todos los delitos deben
ser investigados en base al principio de igualdad y no discriminación, desde el menos grave al
más grave. Pero ¿Será razonable que las instituciones estatales como el Ministerio Público y el
Poder Judicial orienten sus recursos a investigar delitos inconducentes y sin futuro? Haciendo un
análisis económico del derecho, evidentemente que no. En consecuencia, la selección de causas
se encuentra inmersa en la viabilidad de los procesos de reforma que tienen en el principio de
legalidad procesal un burócrata enemigo de la eficiencia.

V. EL PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD EN EL NUEVO CODIGO PROCESAL PENAL

El artículo 2° del Nuevo Código Procesal Penal promulgado el 29-07-2004, vía Decreto Legislativo
N° 957, señala los casos en que el Ministerio Público de oficio o a pedido del imputado y con su
consentimiento expreso, podrá abstenerse de ejercitar la acción penal. Lo destacable de este
mecanismo procesal es que resulta ser un importante filtro que apunta a la descarga procesal en
el sistema y que en concordancia con el Derecho penal sustantivo y la política criminal estatal,
implica la aplicación del principio de última ratio del Derecho penal. La regulación normativa
antes expuesta requiere para la aplicación del principio de oportunidad los siguientes
presupuestos generales: a) causa probable de la comisión del delito y su vinculación con el
imputado; y, b) consentimiento expreso del imputado. Pero, según el caso, se requiere el
cumplimiento de presupuestos específicos: a) falta de necesidad de pena; b) falta de
merecimiento de pena; c) mínima culpabilidad; d) pago de la reparación civil o acuerdo con el
agraviado en ese sentido; y, e) que el beneficiado no sea funcionario público que cometió el
delito en el ejercicio de su cargo. Conviene advertir que, la aceptación expresa del imputado para
que se le aplique el principio de oportunidad tiene efecto vinculante para el fiscal.

Desde el ámbito constitucional, podemos apreciar que el principio de oportunidad no tiene rango
constitucional; situación diferenciada con algunos países latinoamericanos como Colombia que
en el artículo 250º de su Constitución Política prevé el deber de la persecución penal, salvo en los
casos que establezca la ley para la aplicación del principio de oportunidad regulado dentro de la
política criminal del Estado, pero con sometimiento a un control de un juez de garantías.

Pedro ANGULO ARANA resalta las novedades positivas y las dudosamente positivas del principio
de oportunidad en el Nuevo Código Procesal Penal. Se imposibilita la aplicación de los criterios a
favor de funcionarios públicos que incurren en delitos en el ejercicio de su cargo. Resulta
importante que la inasistencia del agraviado no paralice el procedimiento, pues aquel por
diversas razones podría no desear concurrir a la diligencia. El fiscal se advierte que asume un rol
de tutela del interés del agraviado pues deberá fijar la reparación y además el plazo de pago
cuando sea ello necesario. Entre las dudosamente positivas dice que el plazo de 9 meses nos
parece un límite demasiado subjetivo y que podría echar por tierra algunas buenas voluntades
que razonablemente no podrían ajustarse a él. Comprendemos la preocupación porque pueda
existir malicia en las tratativas y paralelamente porque avance el plazo de prescripción. A nuestro
entender, podría suspenderse excepcionalmente el que corra el plazo de prescripción de los
delitos en caso que se está intentando la aplicación del principio de oportunidad. También
podrían establecerse normas sancionadoras del mal uso del instituto .

En relación a las disposiciones internas que existen en el Ministerio Público tenemos la Circular
N° 006-95-MP-FN de noviembre de 1995 en el que se señalan las pautas que deben seguir los
fiscales para aplicar el principio de oportunidad. Sin embargo, el 12 de junio de 2005 se publica el
Reglamento de Aplicación del Principio de Oportunidad por Resolución de la Fiscalía de la Nación
N° 1470-2005-MP-FN.

Este reglamento trae dos aspectos sumamente importantes: el primero, relacionado con la
acertada medida de buscar la generación de recursos propios para el Ministerio Público,
señalándose que en cualquiera de los casos, en la misma audiencia, el Fiscal hará de
conocimiento del imputado que deberá abonar, el equivalente al 10 % del monto acordado o
fijado para la reparación civil, con la finalidad de cubrir los gastos de administración y los
incurridos en la aplicación del principio de oportunidad, a favor del Ministerio Público. Se trata de
una acertada medida que como reiteramos marca el inicio de la política de generación de
recursos propios para el Ministerio Público al igual como sucede con el Poder Judicial.

El segundo aspecto guarda relación con el plazo del pago de la reparación civil, que para los casos
que dicha reparación sea fijada por el fiscal, el plazo no podrá exceder los seis meses. Aquí no
habría una correspondencia entre el Reglamento y el Decreto Legislativo N° 957, pues en el
artículo 2° inciso “3” del Nuevo Código Procesal Penal se establece un plazo de nueve meses.

VI. VIGENCIA PRÁCTICA DEL PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD

Una revisión de los datos estadísticos existentes sobre la aplicación del principio de oportunidad
en el Perú nos va a mostrar una decepción en números en lo que se refiere a su vigencia práctica.
Los resultados son nada significativos pues no se alcanza siquiera el 4 % de aplicación sobre las
denuncias que ingresan al Ministerio Público a nivel nacional. Esto nos debe llamar la atención
para no caer en el fetichismo legal que no es más que creer que la norma o en este caso un
Código Procesal Penal moderno va a cambiar todo lo negativo del sistema.

PABLO SANCHEZ VELARDE al efectuar un análisis crítico de esta institución dice que los informes
estadísticos son muy claros pues permiten medir la intensidad de su aplicación. Así por ejemplo,
en el año de 1999 han ingresado como denuncias al Ministerio Público un número total de
185,506 y se ha aplicado el principio de oportunidad sólo en 799 casos, es decir, el 0.43 %. En el
mismo año, un trabajo de investigación de campo realizado en seis fiscalías provinciales penales
de Lima, revela que de un total de 4,613 denuncias ingresadas, sólo en 91 casos se promovió la
aplicación del principio de oportunidad y de ellas sólo 13 fueron archivadas en virtud de dicho
principio . Ahora bien, haciendo un contraste con las estadísticas de Colombia tenemos que para
el año 1999 se aplicó el principio de oportunidad en 10.159 casos . En Chile, para el universo de
los casos recepcionados durante el primer semestre de 2001, se aplicó en ese mismo periodo un
criterio de oportunidad en 5.981 casos .

Evidentemente, las estadísticas antes citadas reflejan una subutilización del principio de
oportunidad en nuestro país. No obstante, en los últimos años, específicamente en el año 2006
ingresaron al ministerio público 184,067 denuncias a nivel nacional aplicándose el principio de
oportunidad en 4,770 casos lo que arroja un 2.59 %; a septiembre de 2007 el índice de aplicación
se incrementa a un 3.21 %; índices porcentuales aún bajos esperándose que se continúe con la
tendencia del crecimiento si se tiene en cuenta que el proceso de reforma concluye con Lima
metropolitana en el año 2012. Lo expresado invita a una reflexión a fin de determinar cuál es la
problemática de esa escasa aplicación práctica de la oportunidad. En este apartado vamos a
señalar sólo dos factores que creemos son los que más influyen para que no se aplique el
principio de oportunidad por los señores fiscales.

1. Falta de compromiso con sus ventajas: El fiscal de los distritos judiciales donde aún no se ha
implementado el nuevo sistema acusatorio no aplica el principio de oportunidad porque la
sobrecarga procesal que existe en su Despacho lo satura. Ante esta real situación, al fiscal le
resulta más conveniente formalizar la denuncia penal antes de acudir a la aplicación del principio
de oportunidad, logrando por un lado disminuir momentáneamente su carga procesal, pero por
otro, que es lo más grave, trasladar dicha carga a todo el sistema penal, con costos innecesarios
para el Estado.

2. Problemas estructurales: Consideramos que el Ministerio Público debe destinar recursos para
la creación de Fiscalías Especializadas en Principio de Oportunidad o de Terminación Temprana
en todo el país; debiéndose tener en cuenta que resulta necesario ventilar el tema de las
notificaciones que precisamente es uno de los problemas mayores que imperativamente debe
ser reestructurado.

CHRISTIAN SALAS BETETA afirma que algunos despachos se muestran incómodos al aplicar el
principio de oportunidad a los presupuestos obligatorios, debido a que conforme muchos
afirman “llevar a cabo dicho trámite les causa un retraso en la carga laboral”, ya que el imputado
no se presenta a las citaciones efectuadas, o no es ubicado; en la Audiencia de Acuerdo, el
imputado no acepta la aplicación del principio de oportunidad, o dicha diligencia se frustra por la
inconcurrencia de alguno de los involucrados, o porque no se arribó a un acuerdo, o habiéndose
suscrito el acuerdo, el obligado no cumple con cancelar la reparación civil convenida. Lo cual es
consecuencia de los problemas fundamentales, como son a) El asesoramiento “convenido” de
algunos abogados; b) La “cultura del litigio y venganza”, tan arraigada en nuestra sociedad, que
influye en la decisión de los involucrados en un hecho de índole penal (de leve afectación al
interés público), de acudir al Poder Judicial a efectos del juicio, en búsqueda de la sanción al
responsable, dejando de lado muchas veces la reparación económica del daño causado. Lo que
algunos abogados aprovechan para arrastrar a su cliente al largo proceso penal, olvidándose que
un acto de justicia permite cerrar un caso, en tanto que un acto de venganza abre muchos otros.
Lo que a su vez, deviene del desconocimiento de la ciudadanía de los reales alcances del principio
de oportunidad.
VII. A MODO DE CONCLUSIÓN

Si existen problemas de estructura así como la aparente falta de compromiso de una parte de los
fiscales de la república con los beneficios que otorgan los criterios de oportunidad, si somos
concientes de la existencia del asesoramiento convenido de algunos abogados y que rige la
“cultura del litigio” que impera en el sistema, que son el botón que muestra algunos obstáculos
que impiden una aplicación exitosa del principio en comentario, parece plausible indicar que los
extraordinarios resultados obtenidos en países latino americanos con el nuevo sistema
acusatorio, abogan para que se insista en dar a conocer a los fiscales peruanos lo beneficioso que
resulta aplicar este principio y reformular con eficacia y eficiencia el sistema de administración de
justicia en el país. No obstante, ante la vigencia del Nuevo Código Procesal Penal iniciado en
Huaura en el 2006 y que concluirá con Lima, Lima Norte y Callao en el año 2012, consideramos
como primera medida, que el Ministerio Público debe tomar decisiones inmediatas para
racionalizar recursos y convertir o crear fiscalías especializadas en Salidas Alternativas o de
Terminación Temprana en los Distritos Judiciales donde aún no se ha implementado el nuevo
sistema acusatorio oral, con la finalidad que, desde ya, se coadyuve a la descongestión de la
sobrecarga procesal actual y a la mejora de la persecución penal, en el sentido de contribuir
eficazmente a la solución de los conflictos y al logro de la paz social.

BIBLIOGRAFIA:
No consideramos que cuando se hable de servicios en la administración pública se siga
enfatizando en lo que se denomina “servicio público”, debemos poner énfasis en el “servicio al
público” que es una noción más inclusiva y actual.
PEDRO MIGUEL ANGULO ARANA: El principio de oportunidad en el Perú- Editorial PALESTRA,
Lima, 2004, Pág. 72.
JORGE ROSAS YATACO: Derecho Procesal Penal; Doctrina-Legislación-Jurisprudencia-Modelos;
Jurista Editores, Lima, 2005, Pág. 253.
MAURICIO DUCE J. Y CRISTIAN RIEGO R: Introducción al Nuevo Sistema Procesal Penal-Volumen
1; Universidad Diego Portales-Chile, 2002, Pág. 206.
Ibid. pp. 33-34.
PEPE MELGAREJO BARRETO: El principio de oportunidad en el Nuevo Código Procesal Penal;
Jurista Editores; Lima 2006; Pág. 103.
HELIODORO FIERRO-MENDEZ: Sistema procesal penal de EE.UU. – Guía elemental para su
comprensión. Grupo Editorial Ibáñez; Colombia, 2006; Pág. 101.
PEDRO ANGULO ARANA: La función del fiscal – Estudio comparado y aplicación al caso peruano.
El fiscal en el nuevo proceso penal. Jurista Editores; Lima 2007; Pág. 256.
ALBERTO BOVINO: Principios políticos del procedimiento penal; Editores del Puerto s.r.l; Buenos
Aires, 2005; Pág. 15.
JOSE I. CAFFERATA NORES: Cuestiones actuales sobre el proceso penal; Editores El Puerto s.r.l;
2005; Pág. 28.
ALBERTO BOVINO; idem; Pág. 22. Este autor reconoce que la transformación del modelo de
enjuiciamiento penal implica abandonar el rígido principio de legalidad procesal.
Art. 250º: La Fiscalía General de la Nación está obligada a adelantar el ejercicio de la acción penal
y realizar la investigación de los hechos que revistan las características de un delito que lleguen a
su conocimiento por medio de denuncia, petición especial, querella o de oficio, siempre y cuando
medien suficientes motivos y circunstancias fácticas que indiquen la posible existencia del
mismo. No podrá, en consecuencia, suspender, interrumpir, ni renunciar a la persecución penal,
salvo en los casos que establezca la ley para la aplicación del principio de oportunidad regulado
dentro del marco de la política criminal del Estado, el cual estará sometido al control de legalidad
por parte del juez que ejerza las funciones de control de garantías. Se exceptúan los delitos
cometidos por miembros de la fuerza pública en servicio activo y en relación con el mismo
servicio….Constitución Política de Colombia; Décima edición; Editorial TEMIS S.A. Bogotá-
Colombia; 2007.
PEDRO MIGUEL ANGULO ARANA: op. cit. Pág. 145 - 148.
PABLO SANCHEZ VELARDE: Manual de Derecho Procesal Penal; Editorial IDEMSA; mayo de 2004;
p. 393.
En este caso cuando se habla de principio de oportunidad se hace referencia a la preclusión de la
investigación y cesación de procedimiento, contenido en el artículo 39 de la Ley 600 de 2000.
LUIS CAMILO OSORIO: En JÖRG STIPPEL-ADRIÁN MARCHISIO –Coordinadores- Principio de
oportunidad y salidas alternativas al juicio oral en América Latina. AD-HOC; Argentina, 2002;
p.244.
La cifra anterior equivale a un 17.2 % de los casos ingresados y a un 36.7 % de los casos
terminados. GUILLERMO PIEDRABUENA RICHARD: En JÖRG STIPPEL-ADRIÁN MARCHISIO; op. Cit.
P. 275.
CHRISTIAN SALAS BETETA: El principio de oportunidad; Diario “El peruano” del martes 12 de julio
de 2005-Pág. 9.

Publicado por DIRECTIVOS DE LA ASOCIACION en 13:30

jueves, 20 de febrero de 2014

EL CRITERIO DE OPORTUNIDAD EN EL PROCESO INMEDIATO

APLICACIÓN DEL CRITERIO DE OPORTUNIDAD EN EL PROCESO INMEDIATO.

Escrito por: Julio C. Céspedes Murillo.1[1]

1[1] Defensor Público de la Sede Cusco.


"En cuanto alguien comprende que obedecer leyes injustas es contrario a su dignidad
de hombre, ninguna tiranía puede dominarle”. Mohandas Karamchand Gandhi.

Punto de vista personal.

Desde mi punto de vista considero que si es posible la aplicación de un criterio de


oportunidad en los procesos inmediatos, lo contrario sería vulnerar el principio el principio
de economía procesal y por sobre todo el principio de igualdad ante la ley, todo ello en
una interpretación extensiva favor rei del pleno jurisdiccional 6-2010 del 16 de noviembre
de 2010 y del acuerdo plenario 5-2008 (5-2009) sobre terminación anticipada.

Sumario.

I. Introducción. II. Conceptos Básicos. III. Cuáles son los criterios de oportunidad y
a que delitos son aplicables. IV. Finalidad de los Criterios de Oportunidad. V.
Aplicación del Proceso Inmediato. VI.- Conclusiones Fundamentadas.

Marco Normativo:

 Constitución Política del Perú: Arts. 2.2, 24.a, 139.3, 139.9, 139.11.
 Código Procesal Penal: Arts. 446 y siguientes.
 Código Procesal Penal Modelo para Ibero América.

 Pleno Jurisdiccional 6-2010.

I. INTRODUCCIÓN

La figura de los acuerdos reparatorios son relativamente nuevos para nuestra dicción legal
en el Perú, sus orígenes lo encontramos al nacimiento del sistema penal acusatorio
garantista.

Figura que ni de asomo estaba en el antiguo sistema inquisitivo que nació bajo la influencia
de la Iglesia Católica e implica que las funciones de acusación y enjuiciamiento se
encuentran reunidas en una sola persona, el juez, frente al cual el individuo está en
posición de inferioridad2[2], procesos en los cuales no se dio una gran importancia al
derecho de defensa y el imputado era considerado prácticamente un objeto del proceso y
no un sujeto de este, luego aparece el sistema Mixto una mezcla del sistema acusatorio e
inquisitivo que nace a la luz de la Revolución Francesa al cual el Perú se enrumbo y en
donde el proceso penal se divide en dos etapas, el de instrucción, que tenía el carácter de
reservado y el de Juzgamiento que era oral pero con un gran culto a los formalismos y a
la escrituralidad en donde empiezan a aparecer los MASC en la década de los noventa,
en la experiencia peruana.

2[2] CUBAS VILLANUEVA, Víctor, El Nuevo Código Procesal: ¿Revolución Penal? Lima: Justicia Viva, 2004,
p.9.
Los criterios de oportunidad a mi entender en el Perú aparecen a luz del decreto legislativo
638, luego se refuerzan con una serie de normas como la Ley 27664, la Ley 28117, el
decreto legislativo 1112.

La aplicación de los criterios de oportunidad apoya al descongestionamiento de la carga


procesal existente en los despachos judiciales, pues a través de ella se faculta al Ministerio
Público para abstenerse de ejercitar la acción penal en ciertos delitos por falta de
necesidad de Pena.

De lo expresado líneas arriba tenemos que el sistema Procesal Penal vigente ha ido
avanzando de forma creciente en cuanto a los conocimientos, interpretación y aplicación
de las normas que integran dicho sistema por parte de los operadores de justicia. Sin
embargo la discusión creo que radica en este proceso inmediato que para muchos
restringe derechos de los justiciables e incluso se puede prestar a caprichos en cuanto a
su aplicación que en definitiva irían en desmedro de los intereses sobre todo, de los
imputados, creo yo, que la aplicación de este instituto procesal tiene que ser para cada
caso en concreto y no de forma desmedida y comparto la frase que alguna vez dijo
Abrahán Lincoln “La más estricta justicia no creo que sea siempre la mejor política” y
sinceramente amigos creo que esto es así.

El proceso inmediato es uno de los procesos especiales así denominados conjuntamente


con el proceso por razón de la función pública (proceso por delitos de función atribuidos a
altos funcionarios públicos, procesos por delitos comunes atribuidos a congresistas y otros
altos funcionarios, procesos por delitos de función atribuidos a otros funcionarios públicos),
proceso por delito de ejercicio privado de la acción penal, proceso de seguridad, proceso
de terminación anticipada, proceso por colaboración eficaz, proceso por faltas que están
regulados en el libro quinto del Código Procesal Penal y que comprende desde los Arts.
446 al 487. Pero la incognita presente es ¿puede aplicarse un criterio de oportunidad en
un proceso inmediato? y el criterio que sustento me dice que en definitiva, si, a pesar que
en definitiva existirán otras tendencias que digan lo contrario y si estas son convincentes
entonces tendremos que variar nuestra postura dogmatica, “desvinculándonos” de nuestra
idea inicial.

Hay que recordar que cualquier margen de duda en una norma o un tema de interpretación
tiene que ser aplicada bajo el principio pro homine, pues el debido proceso solo es para la
persona humana, si no veamos todos los textos en materia de Derechos Humanos, pues
hay que recordar lo que se dijo en algunos debates en audiencia “Para un Juez garantista
la duda favorece al imputado pero para un juez de tendencia inquisitiva, la duda favorece
al Ministerio Público” y un proceso a decir de Asencio Mellado: “No es otra cosa que un
método de determinación de hechos y responsabilidades y para la consecución de este fin
ha de permanecer en la más absoluta neutralidad (…)”3[3], aspecto que a mi modesto
entender no tiene el proceso inmediato.

II.- CONCEPTOS BASICOS.

3[3] ASCENCIO MELLADO, José María. “La regulación de la prisión preventiva en el Código
Procesal Penal del Perú”. En CUBAS VILLANUEVA, Víctor, DOIG DIAZ, Yolanda y QUISPE
FARFAN, Fanny Soledad. El nuevo proceso penal: Estudios fundamentales. Lima: Palestra, 2005,
p.493.
A. Criterio. Para la Real Academia Española, viene a ser una norma para conocer la
verdad, un juicio o discernimiento4[4].

B. Oportunidad. S la posibilidad de que los órganos públicos, a quienes se les


encomienda la persecución penal, prescindan de ella, en presencia de la noticia de
un hecho punible o, inclusive, frente a la prueba más o menos completa de su
perpetración, formal o informalmente, temporal o definitivamente, condicionada o
incondicionadamente, por motivos de utilidad social o razones político criminales
tal como lo refiere Julio Maier en su libro sobre Derecho Procesal Penal.

C. Proceso. Es el medio adecuado del Estado para resolver conflictos a través del
Derecho procesal que establece el orden de los actos (procedimiento) para la
correcta prestación de la actividad jurisdiccional, tal como lo refiere Vescovi.

D. Inmediato. Indica que algo sucede o se realiza enseguida o justo después de otra
cosa, sin pasar tiempo entre ellas.5[5]

III. CUÁLES SON LOS CRITERIOS DE OPORTUNIDAD Y A QUE DELITOS SON


APLICABLES.

El pleno Jurisdiccional sobre Terminación Anticipada ya nos ha aclarado que cuando el


Código Procesal Penal en su Art. 350.1.e prescribe que en la etapa intermedia se puede
aplicar un criterio de oportunidad, tal referencia sistemáticamente, solo remite al Art. 2. De
lo mencionado se tiene que en el art. 2 de nuestro cuerpo procesal penal hace referencia
solo al principio de oportunidad (numeral 1) y al acuerdo reparatorio (numeral 6), los que

4[4] http://lema.rae.es/drae/?val=criterio

5[5] http://es.thefreedictionary.com/inmediato
en sí, vendían a ser los criterios de oportunidad, más no así la terminación anticipada que
es un instituto procesal distinto (proceso especial).

Claux Roxin, define el principio de oportunidad como aquél mediante el cual se autoriza al
fiscal a votar entre elevar la acción o abstenerse de hacerlo -es archivando el proceso-
cuando las investigaciones llevadas a cabo conduzcan a la conclusión de que el acusado
con gran probabilidad, ha cometido un delito6[6].

De otra parte Maria Horvitz, define al acuerdo reparatorio en una institución procesal que
consiste esencialmente en un acuerdo entre imputado y víctima, en que el primero repara
de algún modo que resulte satisfactorio para la segunda las consecuencias dañosas del
hecho que se persigue penalmente.7[7]

A mi modesto entender ambas figuras legales son mecanismos jurídicos alternativos de


solución de conflictos, que pretenden “racionalizar la selectividad intrínseca del sistema
penal, dejando fuera de este, aquellos hechos en donde aparezca como innecesaria la
aplicación del poder punitivo del estado”8[8], en cristiano para lograr una descarga
procesal en delitos de escasa lesividad en contra del principio de legalidad pero a la legal.

6[6] citado por ARMENTA DEU, Teresa: Criminalidad de Bagatela y Principio de Oportunidad, Barcelona,
1991, Pág. 66

7[7] HORVITZ LENON, Maria Ines y LOPEZ MASLE, Julian. Derecho Procesal Penal Chileno, Tomo I, Editorial
Jurídica de Chile, 2002. Pag. 568.

8[8] Citado por CESANO Jose Daniel, El Nuevo Derecho Procesal Penal, ARA Ediciones, Peru 2010, pag. 77.
Dichos criterios de oportunidad en cuanto a su aplicación tienen distinciones, por decirlo
así, el principio de oportunidad de acuerdo al Art. 2.1 se aplica en tres supuestos, siempre
cuando la pena resulte innecesaria y no se afecte de forma grave el interés público:

 Cuando exista afectación grave al agente como consecuencia de su delito, siempre que
el delito doloso sea reprimido con pena privativa de libertad no mayor de cuatro años.

 Cuando el delito no afecta de forma grave el interés público, salvo que el extremo mínimo
de la pena sea superior a los dos años de pena privativa de libertad o es cometido por
funcionario público en ejercicio de su cargo.

 Y finalmente, cuando conforme a las circunstancias del hecho y a las condiciones


personales del agente el fiscal aprecia que concurren los supuestos atenuantes de los
Art. 14 (error de tipo y prohibición), 15 (error de tipo culturalmente condicionado), 16
(tentativa), 18 (desistimiento voluntario), 21 (eximentes incompletas), 22 (responsabilidad
restringida), 25 (complicidad) y 46 (Circunstancias de atenuación) del código penal,
siempre que no exista interés público gravemente comprometido, no es posible su
aplicación en delitos con sanción superior a los cuatro años o es cometido por funcionario
público en ejercicio de su cargo.

A la par del principio desarrollado encontramos al acuerdo reparatorio, el cual con


independencia de lo mencionado en el extremo anterior procede en los delitos previstos y
sancionados en los artículos:

 122 (lesiones leves).

 185 (hurto simple).


 187 (Hurto atenuado).

 189-A Primer párrafo (Hurto de ganado).

 190 (Apropiación ilícita).

 191 y 192 (Sustracción de bien propio y las formas atenuadas de apropiación).

 196 (Estafa).

 197 (Casos especiales de defraudación).

 198 (Administración Fraudulenta).

 205 (Daño Simple).

 215 (Giro de Cheque Fraudulentos).

 Y en los delitos Culposos.

Existe la imposibilidad de incoar este procedimiento cuando hay pluralidad importante de


víctimas o concurso con otro delito salvo que en este último caso afecte bienes jurídicos
disponibles o sea de menor gravedad.

IV. FINALIDAD DE LOS CRITERIOS DE OPORTUNIDAD.

Estos se pueden presentar dentro de la investigación preliminar, una vez formalizada la


investigación preparatoria en la forma de principio de oportunidad y acuerdo reparatorio,
en la etapa intermedia se presenta como criterio de oportunidad y a mi criterio en el
proceso inmediato también, porque el juez del juzgamiento es quien hace el control de la
acusación porque en este proceso no existe etapa intermedia y es aplicable a mi criterio
siempre cuando no se encuentren en las causales de improcedencia del Art. 2.9 del
NCPP9[9].

La finalidad del criterios de oportunidad es la de solucionar la sobrecarga y congestión


procesal y penitenciaria, y, bajo la forma de conciliación en el ámbito penal frente al
procesalismo y lograr una justicia restaurativa10[10] para las víctimas.

Su consecuencia es que si se realiza antes de formalizada la investigación preparatoria,


el fiscal se abstiene de iniciar la acción penal, empero si esta ya se ha formalizado el Juez
dicta el auto de sobreseimiento, en esta etapa que se conocen según el código como
acuerdo reparatorio y principio de oportunidad y ya en la etapa intermedia se anotan como
criterios de oportunidad y su consecuencia es el sobreseimiento del proceso.

V. APLICACIÓN DEL PROCESO INMEDIATO Y FUNDAMENTO PARA LA


APLICACIÓN DEL CRITERIO DE OPORTUNIDAD.

9[9] En mi criterio para plasmarla hoy a la luz de la ley 30078, no se ha debido llamar a acuerdo o principio
de oportunidad en la etapa preliminar o en los 30 días de formalizada la investigación preparatoria, pues
muchos autos de vistas han plasmado de que no es necesario llamar al acuerdo reparatorio o al principio de
oportunidad en la etapa previa como requisito de procedibilidad, pero de aquella necesidad o innecesidad
hablaremos en otra oportunidad, no es el escenario.

10[10] En la Conferencia del Dr. Daniel Van Ness, Primer Congreso de Justicia Restaurativa, San José – Costa
Rica, junio 2006, se ha definido como “La Justicia Restaurativa es una teoría de la justicia que enfatiza la
reparación de los daños causados o revelados por la conducta criminal. Para realizarlo, es necesario usar
procesos cooperativos que incluyen todas las partes que tiene un interés en el delito: víctima, ofensor y
miembros de la comunidad.” Citado por BRENES QUESADA, Carlos. Tesis Justicia Restaurativa “Una
Herramienta para la Solución al fenómeno de la Criminalidad Costarricense” San Jose de Costa Rica. Julio de
2009. Pag. 40.
El proceso inmediato, es un proceso penal especial y además una forma de simplificación
procesal que se fundamenta en la facultad del Estado de organizar la respuesta del
sistema penal con criterios de razonabilidad y eficiencia sobre todo en aquellos casos en
los que por sus propias características, son innecesarios mayores actos de
investigación11[11]. La regulación de este proceso especial está en el Art. 446 del NCPP
y tiene como supuestos de procedencia de que esta es facultad exclusiva del Ministerio
Público la cual la solicita luego de culminada las diligencias preliminares y la pregunta
surge ¿Cuándo finaliza las diligencias preliminares? ¿Cómo se sobre entiende la palabra
“luego”, en tiempo?; el otro supuesto es que se solicite antes de los treinta días de
formalizada la investigación preparatoria.

En cuanto a la primera interrogante existirían varios supuestos desde mi punto de vista y


seria que las diligencias preliminares finalizan cuando:

 Se cumple el plazo de la investigación fijado por el fiscal en la disposición de inicio


de investigación preliminar sin que esta haya sido ampliada.

 Se cumple el plazo a que hace referencia la casación 02-2008, es decir que se


cumplan los ciento veinte días de investigación preliminar; y

 Cuando se cumple el plazo a que hace referencia el Art. 344.2 del CPP, sin que el
Ministerio Publico amplíe el plazo porque la investigación está en manos de la
Policía y como sucede en muchos casos la Policía no ha puesto en conocimiento
del Fiscal del hecho delictuoso.

11[11] Definición dada por el fundamento 7 del acuerdo plenario 6-2010.


Pero el problema radica en el segundo aspecto, es decir como interpretamos la palabra
“luego” en tiempo y para solucionar ello nos remitimos a la Real Academia de la Lengua
Española en donde se precisa que significa prontamente, sin dilación, después, mas
tarde12[12], y luego ello lo concordamos con lo ya plasmado por la Corte Suprema de
Justicia de la República en el segundo párrafo del fundamento trece del Pleno
Jurisdiccional sobre incautación, que establece “La confirmatoria de la incautación judicial
debe solicitarse inmediatamente (…). Esto último significa que entre el momento que tiene
lugar la incautación y que se presenta la solicitud de confirmación judicial no debe mediar
solución de continuidad. Debe realizarse enseguida, sin tardanza injustificada, lo que
será apreciable caso por caso, según las circunstancias concretas del mismo. La
justificación de la tardanza se examinará con arreglo al principio de proporcionalidad”, in
fine recurrimos al pleno distrital de Cusco de fecha 09 de julio de 2010 en el tema 4.2,
sobre cómo se entiende el término “inmediatamente” y como conclusión plenaria tenemos
que “El término “inmediatamente” utilizado en la norma adjetiva (…) debe entenderse que
es dentro de los dos días de verificada la diligencia (…)”. De todo lo vertido podemos
afirmar para el caso nuestro que el requerimiento debe presentarse dentro de los dos días
de haberse cumplido los supuestos mencionados anteriormente.

Ahora en lo que nos corresponde ¿porque afirmar que es posible aplicar un criterio de
oportunidad en un proceso inmediato? y ¿cuál sería la oportunidad procesal? y ¿Por qué?.
Ahora ya sabemos que el proceso inmediato carece de etapa intermedia y para una
tendencia mayoritaria este es un procedimiento que vulnera el debido proceso y por sobre
todo el principio de imparcialidad, tendencia que comparto, pero, no es materia de análisis.

12[12] http://buscon.rae.es/drae/srv/search?val=luego
Si nos remitimos al Art. 448.2 del CPP, expresa ad litteram que “Notificado el auto que
dispone la incoación del proceso inmediato, el fiscal procederá a formular la acusación, la
cual será remitida por el Juez de la investigación preparatoria al Juez penal competente,
para que dicte acumulativamente el auto de enjuiciamiento y de citación a Juicio y el
numeral 3 precisa que antes de formularse la acusación de ser pertinente a pedido del
imputado puede instarse la iniciación del proceso especial de terminación anticipada y por
interpretación favor rei, si se ha formulado acusación el imputado puede proceder
conforme al Art. 350 porque es el Juez Penal quien pone en su conocimiento la acusación
escrita para que pueda pronunciarse en vista que de acuerdo al Plenario 6-2010 sobre
proceso inmediato quien controla los requisitos que condicionan la validez de la acusación
fiscal conforme al fundamento 18.b, es el Juez del juicio oral y dicho requerimiento que
planteamos debe ser interpuesto al inicio del juico oral, lo contrario sería admitir que esa
acusación ya es una sentencia condenatoria y el juicio oral solo sería una pantalla para
darle legalidad a una futura sentencia condenatoria ya anticipada por la acusación y
recordemos que el derecho penal es siempre como una partida de ajedrez.

El fundamento para realizar el requerimiento de aplicación de criterio de oportunidad lo


encontramos escrito en la parte final del fundamento nueve del pleno en mención que
plasma “(…), será el Juez del juicio oral quien controle la acusación y evaluara la admisión
de los medios probatorios que podrán presentar los demás sujetos procesales, de
constitución en parte procesal, así como otros requerimientos13[13]”.

El fundamento de razonabilidad lo encontramos en el principio de Favorabilidad, la cual


constituye un principio en virtud del cual ante un conflicto de leyes penales, el Juez está
obligado a aplicar la ley que resulte más beneficiosa o menos restrictiva al ejercicio de los
Derechos Fundamentales del imputado y estando a que este proceso colisiona con

13[13] Esa sería la puerta legal numerus apertus.


garantías constitucionales es factible su aplicación14[14] porque la Ley no se ha hecho
por razón de las personas o grupos de personas por tanto por el derecho de igualdad ante
la Ley prevista en el Art. 2 Inc.2, el Art. 1 de la CADH y el Art. 26 del PIDCP y con la
explicación del Tribunal Constitucional Español en la causa 144-198815[15], no es posible
que en algunos casos se incoe proceso inmediato contra un imputado, por ejemplo, en un
delito de lesiones leves y contra otro imputado se incoe acusación directa y contra otro se
formalice la investigación a pesar que están en la misma situación jurídica y lógicamente
el segundo y sobre todo el tercero están en una clara desventaja con respecto del primero,
lo que a mi criterio constituye una clara vulneración al derecho a la igualdad ante la Ley,
aspectos que deben ser resueltos tal vez en un Pleno Fiscal Nacional donde unifiquen
criterios para una mejor seguridad jurídica de los justiciables porque es el Ministerio
Publico el legitimado a requerir la incoación de este proceso especial.

Que, en la norma y el propio pleno hay un vacío legal, pero el juez no puede dejar de
administrar justicia por vacio o deficiencia de la Ley y el Juez no está impedido de hacer
aquello que la Ley no prohíbe.

De otro extremo el derecho penal es de mínima intervención.

14[14] ORE GUARDIA, Arsenio, Principios del Proceso Penal, Editorial Reforma, Lima, 2011, Pag. 88.
15[15] “El principio de igualdad que garantiza la Constitución opera en dos planos distintos. De una parte,
frente al legislador o frente al poder reglamentario, impidiendo que uno u otro puedan configurar los
supuestos de hecho de la norma de modo tal que se dé trato distinto a personas que, desde todos los
puntos de vista legítimamente adoptables se encuentren en la misma situación, o dicho de otro modo,
impidiendo que se otorgue relevancia jurídica a circunstancias que, o bien no pueden ser tomadas nunca en
consideración por prohibirlo así expresamente la propia Constitución, o bien no guardan relación alguna con
el sentido de la regulación que, al incluirlas, incurre en arbitrariedad y es por eso discriminatoria”.
VI. CONCLUSIONES FUNDAMENTADAS.

A manera de conclusión expreso que con lo vertido en la presente, si es posible la


aplicación de un criterio de oportunidad en el proceso inmediato siempre cuando no se
esté ante las causales de improcedencia que prevé el numeral 9 del Art. 2 del CPP, a
pesar que existe auto de enjuiciamiento y de citación a juicio, bajo los principios de
igualdad ante la ley, celeridad y economía procesal, principio de favorabilidad (pro homine)
e inclusive bajo la luz de la justicia restaurativa, por descarga procesal y por la mínima
intervención del derecho penal en asuntos donde la pena resulte innecesaria y así poder
destinar esos ambientes judiciales a otros procesos que si requieren mayor atención y en
la práctica. El que escribe ya hice un caso de esta naturaleza y a raíz de esa experiencia
es que nace el presente artículo conforme se puede apreciar del anexo adjunto a la
presente.

Los que no comparten esta tesis de seguro dirán que una vez emitido el auto de
enjuiciamiento es jurídicamente imposible realizar dicha diligencia porque se estaría
vulnerando la forma del nuevo proceso penal y la respuesta es clara “lo mismo, para llegar
a lo mismo” hay que ser razonables.

BIBLIOGRAFIA
1. CUBAS VILLANUEVA, Víctor, El Nuevo Código Procesal: ¿Revolución Penal?
Lima: Justicia Viva, 2004.

2. ASCENCIO MELLADO, José María. “La regulación de la prisión preventiva en el


Código Procesal Penal del Perú”.

3. ARMENTA DEU, Teresa: Criminalidad de Bagatela y Principio de Oportunidad,


Barcelona, 1991.

4. HORVITZ LENON, Maria Ines y LOPEZ MASLE, Julian. Derecho Procesal Penal
Chileno, Tomo I, Editorial Jurídica de Chile.

5. CESANO Jose Daniel, El Nuevo Derecho Procesal Penal, ARA Ediciones, Peru
2010.

6. BRENES QUESADA, Carlos. Tesis Justicia Restaurativa “Una Herramienta para la


Solución al fenómeno de la Criminalidad Costarricense” San Jose de Costa Rica.
Julio de 2009.

7. BERNALES BALLESTEROS, Enrique. La Constitución de 1993 “Análisis


Comparado” Editora RAO, Lima, 1999.

Internet con el uso de las páginas web que se hacen cita en los pies de página de la
presente

Publicado por Julio Cespedes Murillo en 8:07

martes, 25 de enero de 2011

PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD Y ACUERDOS REPARATORIOS

Por: Abog. Javier Chaupín Dávila


Dentro de las novedades que nos ha traído el Código Procesal Penal (en adelante CPP), se
encuentran los criterios de oportunidad, los mismos que podemos encontrarlos en el Art. 2° del
CPP. Vigente en este distrito judicial, los cuales se presentan en sus dos variantes 1) Principio de
Oportunidad, y 2) Acuerdos Reparatorios, los mismos que permiten que ciertas conductas
tipificadas como delito de escasa relevancia social sean resueltas en instancia preliminar,
impidiendo que los mismos lleguen a instancia jurisdiccional, donde también es factible su
aplicación, poniéndose a la par de las corrientes procesales imperantes en el mundo que buscan
una solución más rápida y efectiva en la solución de conflictos penales.

1) PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD:
El principio de oportunidad, es la potestad que tiene el Ministerio Público de de abstenerse de
ejercitar la acción penal, o si se hubiese ejercitado ya la acción penal, solicitar ante el órgano
jurisdiccional el archivamiento de la causa, puede hacerlo el fiscal de oficio o a pedido del
imputado, este criterio de oportunidad solo procederá en determinados casos:
a. Cuando el agente haya sido afectado gravemente por las consecuencias de su delito, culposo o
doloso, siempre que este último sea reprimido con pena privativa de libertad no mayor de cuatro
años, y la pena resulte innecesaria.
b. Cuando se trate de delitos que no afecten gravemente el interés Público, salvo cuando el
extremo mínimo sea superior a los dos años de pena privativa de la libertad, salvo que hubieren
sido cometido por funcionario público en el ejercicio de su cargo.
c. Cuando conforme a las circunstancias del hecho y a las condiciones personales del denunciado,
el fiscal puede apreciar que concurren los supuestos atenuantes de los art. 14, 15, 16, 21, 22 y 25
del Código Penal, y se advierta que no existe ningún interés público gravemente comprometido
en su persecución. No será posible cuando se trate de un delito conminado con una sanción
superior cuatro años de pena privativa de libertad o cometido por un funcionario público en el
ejercicio de su cargo.
Para la tramitación de este criterio de oportunidad el Fiscal citará al imputado y al agraviado, con
la finalidad de realizar una audiencia en donde se tratará de llegar a un acuerdo, si el agraviado
no asiste a la citada diligencia el Fiscal está facultado para determinar el monto de reparación
civil que para el caso en concreto corresponda, en caso hubieren asistido las partes a la audiencia
y se hubiese llegado a un acuerdo sobre la reparación civil, pero no hubiese ocurrido lo mismo en
cuanto al plazo para hacer el pago efectivo, el Fiscal lo fijará, el cual no excederá los nueve
meses, cabe mencionar además que de existir un plazo para el pago de la reparación civil, se
suspenderán los efectos de la decisión de abstención hasta su efectivo cumplimiento, de no
producirse el pago en el plazo convenido, se dictará la correspondiente disposición para la
promoción de la acción penal, mediante resolución inimpugnable..
Cuando el investigado y el agraviado hayan arribado a un acuerdo y este conste en un
instrumento público o documento privado legalizado notarialmente, no será necesaria la
realización de la diligencia de acuerdo.
Los efectos subsecuentes del principio de oportunidad, al haberse satisfecho la reparación civil, el
Fiscal expedirá una disposición de abstención de ejercitar la acción penal, esta disposición
impide, bajo sanción de nulidad que otro fiscal pueda promover u ordenar, que otro fiscal pueda
promover y ordenar que se promueva acción penal por una denuncia que contenga los mismos
hechos.
El principio de oportunidad constituye una herramienta importante en la aplicación de una
justicia penal restaurativa, cuya finalidad entre otras esta la de mejorar la administración de
justicia, descongestionando los despachos judiciales, auxiliando de manera célere y eficaz a la
víctima del delito, evitando la estigmatización de aquellos que habiendo cometido delitos
culposos sean sometidos a sendos procesos penales, aplicando los principios de ultima ratio, y el
de mínima intervención, interviniendo el derecho penal como último recurso, reservando tal
intervención para hechos que afecten gravemente el interés público, en aquellos casos en que
sea estrictamente necesario, es decir en aquellos casos donde no queden otros medios para la
protección social, reafirmando pues la subsidiariedad del derecho penal, frente a otras ramas del
ordenamiento jurídico.
2) ACUERDOS REPARATORIOS:
Este novedoso criterio de oportunidad, que nos ha traído el Decreto Legislativo N° 957 – CPP,
guarda cierta similitud con el Principio de oportunidad, pues también constituye un medio
alternativo de solución de conflictos penales, la cual se encuentra contemplada en los numerales
6) y 7) del Art. 2° del C.P.P., a diferencia del principio de oportunidad esta puede proponerse, por
el Fiscal, el investigado o por la propia víctima, la otra diferencia saltante es que en el caso de
delitos dolosos se especifican en numerus clausus los delitos en los que se puede aplicar este
criterio de oportunidad, entre los cuales tenemos: Lesiones (Art. 122 C.P.), Hurto Simple (Art. 185
C.P.), Hurto de uso (Art. 187), Hurto de Ganado tipo base (Art. 189 – A), Apropiación Ilícita (Art.
190), Sustracción de bien propio (Art. 191), apropiación irregular (Art. 192), Apropiación de
prensa (Art. 193), estafa (Art. 196) Defraudación (Art. 197), Fraude en la Administración de
personas jurídicas(Art. 198), Daños simples (Art. 205), y Libramientos indebidos (Art. 215); así
como en los delitos culposos.
El Fiscal citará a una audiencia de acuerdo entre las partes y propondrá un acuerdo reparatorio
entre el investigado y el agraviado, de haber si procede el acuerdo el fiscal se abstendrá de
ejercitar la acción penal, en el caso de que la acción penal hubiera sido promovida (entiéndase
estado de investigación preparatoria), el Juez de investigación preparatoria a solicitud del fiscal y
con la aprobación del imputado y citación del agraviado, podrá dictar auto de sobreseimiento,
hasta antes de que se hubiere formulado la acusación, en el caso de los acuerdos reparatorios al
tratarse de un acto jurídico arribado de manera consensuada, basta la presentación del acuerdo
en un instrumento público o privado legalizado notarialmente, para que el Juez dicte auto de
sobreseimiento.
En el caso de los acuerdos reparatorios estos no procederán cuando haya pluralidad de
importante de víctimas o concurso con otro delito, este criterio de oportunidad al igual que el
anteriormente señalado, constituye una herramienta con el cual cuenta el sistema penal
acusatorio que propugna el Código Procesal Penal, cuya finalidad es acabar el retardo procesal y
la aglomeración de causas en sede jurisdiccional, abaratar los costes del proceso, así como
asegurar que las víctimas recuperen el patrimonio perdido y/o sean resarcidas económicamente
por el daño causado con el accionar delictivo, evitando largos y tediosos procesos que a la final
solo generaran gastos a la víctima y un descrédito al sistema de justicia de la nación, apostemos
por las salidas alternativas que propone el Código Procesal Penal, dejemos de lado la cultura
litigiosa, y recurramos a las salidas consensuadas que satisfagan a todas las partes.

Publicado por Javier Julio Chaupín Dávila en 10:17


Reflexiones sobre la aplicación del
principio de oportunidad en el proceso
penal y su ejercicio por ministerio fiscal
http://noticias.juridicas.com/conocimiento/articulos-doctrinales/4407-reflexiones-sobre-la-
aplicacion-del-principio-de-oportunidad-en-el-proceso-penal-y-su-ejercicio-por-
ministerio-fiscal/

Arturo Todolí Gómez

El presente trabajo tiene por objeto discernir las potestades que el MF tiene atribuidas por
el ordenamiento jurídico, en la posibilidad del ejercicio discrecional de la acción penal y
de su nueva formulación como principio de oportunidad político para asumir –
sustituyendo a la actual instrucción judicial-, la dirección de la investigación en el proceso
penal.

I. Los principios de legalidad y oportunidad jurídica.

Los dos principios anteriores señalan bajo que régimen debe incoarse y finalizarse el
proceso penal. En principio indican postulados antitéticos 1.

El sistema procesal regido por el principio de legalidad, es aquel en el que necesariamente


un procedimiento penal debe incoarse ante la sospecha de comisión de cualquier hecho
delictivo, sin que el Ministerio Fiscal pueda instar el sobreseimiento, mientras subsistan
los presupuestos que lo han originado y además, se haya descubierto a un presunto autor,
es decir, exista un imputado en la causa.

Por otra parte, un sistema procesal regido por el principio de oportunidad, indica que los
titulares de la acción penal están autorizados, si se cumplen los presupuestos previstos por
la norma, a ejercitarla, incoando el procedimiento o facilitando su sobreseimiento.

En opinión de Gimeno Sendra, el principio de oportunidad implica ¨ la facultad que al


titular de la acción penal asiste, para disponer, bajo determinadas condiciones, de su
ejercicio con independencia de que se haya acreditado la existencia de un hecho punible
contra un autor determinado¨2.

A diferencia del principio de legalidad, el fundamento del principio de oportunidad, según


se ha dicho por parte de la doctrina, no sólo que habría que buscarlo en motivos de
descarga a la administración de justicia del gran número de asuntos penales que no puede
tramitar adecuadamente por falta de medios básicamente 3, sino además por la utilidad
pública o interés social.

No obstante, este principio no debe entenderse como un exponente de arbitrariedad de


aquel que aplica la ley, aunque se ha llegado a afirmar que la instauración del principio de
oportunidad podría conculcar el principio de igualdad, reconocido en el art.14 CE, ya que
la sanción penal prevista por la norma ha de ser aplicada por igual a todos los ciudadanos
ante la comisión de los mismos hechos delictivos.

Así pues, en algunos ordenamientos de derecho comparado, este principio se justifica por:

 En Alemania, se pueden acordar sobreseimientos con base en la escasa lesión


social producida por la comisión de un delito, y ello por la falta en el interés
público de la persecución penal. Así pues los arts.153 y 154 StPO
(Strafprozebordung) introducen el principio de oportunidad de forma reglada, al
posibilitar, según los casos previstos por la norma, el sobreseimiento por razones
de oportunidad ( no persecución de asuntos de poca importancia, archivo del
asunto en el caso de cumplimiento de determinadas condiciones, abstención de la
persecución de hechos punibles accesorios no esenciales, etc), y ello a pesar de que
su actuación esta sujeta al principio de legalidad, ya que con la reforma de 9 de
diciembre de 1974 ,¨ Gran reforma del proceso penal ¨, el MF ostenta el monopolio
de la acción penal, sin que sea posible el ejercicio de la acusación particular ni la
acción popular, aunque la víctima podrá adherirse a la acción formulada por el MF
4
. Ello produce una gran descongestión judicial, al eliminar, en gran medida,
infracciones menores o faltas que, por ejemplo, en España, suelen terminar con una
suspensión de la ejecución de las penas impuestas 5. En este país, el MF goza de
tales potestades y funciones con base en una absoluta confianza jurídico-política en
la institución, a pesar de que depende del Poder ejecutivo y esta estructurado bajo
los principios de unidad y jerarquía, como ocurre en España.
 En Italia, en principio, y para evitar los efectos criminógenos de las penas cortas
privativas de libertad, se instauró el denominado ¨pateggiamento¨, recogido en el
actual art.444 del CPPI (Codice de Procedura Penale) de 22 de septiembre de
1988, introducido por Ley de 24/11/1981, mediante el cual, si el imputado no
reincidente lo solicitaba, el juez, previo acuerdo del MF, podía aplicar alguna pena
sustitutiva (semi-prisión, multa) a la de privación de libertad, extendiéndose con la
nueva regulación a aquellos supuestos de criminalidad medio-graves, siendo
aplicable por tanto, a la mayor parte de los procedimientos penales. De esta forma,
la solicitud puede provenir tanto del imputado como del MF, conjuntamente o bien
de uno con el consentimiento del otro (richiesta), determinándose la naturaleza y la
duración de la sanción a aplicar, y que podrán ser: Libertad controlada o
semidetención (sanciones sustitutivas); penas pecuniarias; y penas privativas de
libertad, aunque estas últimas están limitadas, de forma que, disminuidas hasta en
un tercio, no deben superar los dos años de prisión o de arresto. Al igual que en
Alemania, el MF monopoliza el ejercicio de la acción penal, sujeto al principio de
legalidad, si bien su estructura orgánica está ubicada en el marco de la
Magistratura, independiente del Poder ejecutivo, con autonomía de cualquier otro
poder y sin que rijan los principios de jerarquía y de unidad de actuación.
 Por los mismos motivos, en ciertos Estados de EEUU, existe el denominado ¨plea-
bargaining¨, que se utiliza para evitar que jóvenes delincuentes se conviertan, tras
su estancia en prisión, en más peligrosos, por lo que el MF, tras recabar los
oportunos dictámenes, puede llegar a solicitar el sobreseimiento, si bien de manera
generalizada en aquel país, supone un proceso de negociación que conlleva
discusiones entre la acusación y la defensa en orden a obtener un acuerdo por el
cual el acusado se declarará culpable, evitando así la celebración del juicio, a
cambio de una reducción en los cargos o de una recomendación por parte del
propio MF 6.
 Por la existencia de un interés contrapuesto al de la persecución y de mayor
peso que éste. Así pues, volviendo a Alemania, son significativos, recogidos en
los artículos antes citados: Intereses de índole política, arrepentimiento activo en
caso de delito contra la seguridad del Estado, coacción o chantaje, o
prejudicialidad civil o administrativa cuando no se haya resuelto en el plazo fijado.

La doctrina Española no ha coincidido inicialmente en la introducción del principio de


oportunidad en nuestro ordenamiento de forma que frente a una opinión tradicionalmente
defensora a toda costa del sometimiento al principio de legalidad, derivada básicamente
del tenor de los preceptos aplicables a nuestro ordenamiento procesal penal (Gómez
Orbaneja, Giménez de Asúa, Aguilera de Paz, Serra Domínguez), desde hace ya bastantes
años y en coincidencia con la tendencia europea antes indicada, han empezado a surgir
partidarios de la instauración de dicho principio (Gimeno Sendra, González Cuellar,
Conde Pumpido Ferreiro).

Los primeros consideran que no cabe acoger el referido principio por entender vigente de
forma estricta el principio de legalidad, mientras que los segundos, lo admiten, por una
parte, porque, sin necesidad de grandes transformaciones en el ordenamiento procesal
vigente, entienden como integrante del propio principio de legalidad a aquel, por cuanto
sería la propia ley la que señalara las reglas a que debe quedar sometida una actividad
discrecional en ese sentido; o por considerar la compatibilidad de ambos principios si se
valorara la indispensable e inaplazable celeridad de la justicia penal basada en el derecho
fundamental a un proceso sin dilaciones indebidas o por motivos de interés público.

Se ha señalado la dificultad que constitucional y procesalmente supone la introducción de


la oportunidad en nuestro sistema procesal penal, a pesar de reconocer la necesidad de
adoptar medidas para conseguir una descarga de la administración de justicia y de la
posibilidad de articular mecanismos próximos a la oportunidad para la llamada
criminalidad bagatelaria, es decir, para los hechos cuya reprochabilidad es escasa y cuyo
bien jurídico protegido se entiende de menor relevancia.

Así pues, de entrada, se argumentó por parte de la doctrina que no sería necesaria la
introducción del principio de oportunidad por motivos de una sobrecarga de trabajo de los
órganos judiciales penales, ya que con aumentar los medios al servicio de la
administración de justicia se podría solucionar el problema, manteniendo el principio de
legalidad, y evitando de esta forma un cambio importante, no exento de peligros, de
nuestro ordenamiento.

Por otra parte, con base en el mismo motivo, se argumentó que debían otorgarse por ley al
MF, una serie de facultades (con o sin aprobación judicial) para que rechace la
persecución de hechos delictivos, legalmente determinados, que se consideren de escasa
relevancia o reprochabilidad social.

Otros fundamentos esgrimidos por nuestra doctrina, pueden resumirse:


 Por razones de utilidad pública o interés social, como por ejemplo, la escasa lesión
social producida por el delito; la falta de interés público en la persecución; el
estimular a la pronta reparación a la víctima (si bien éste es criticado por la
doctrina Alemana , sin embargo, como objetivo de transacción penal, se encuentra
vigente en Inglaterra, Escocia, Bélgica y Noruega, aunque con peculiaridades, de
forma general, sólo aplicable en penas privativas de libertad y bajo confesión de
culpabilidad); evitar los efectos criminógenos de las penas cortas privativas de
libertad; favorecer la rehabilitación del delincuente mediante su sometimiento
voluntario a un procedimiento de rehabilitación a cuyo cumplimiento queda
condicionado el sobreseimiento (este procedimiento de diversión penal permanece
vigente en Francia).
 Por favorecer el derecho a un proceso sin dilaciones indebidas (art.24.2 CE).
 Por constituir el único instrumento real que permite llevar a cabo un tratamiento
diferenciado entre los hechos punibles que deben ser perseguidos y aquellos otros
con un mínimo interés social y en los que la pena carezca de significación. No
obstante se ha señalado en este punto que es engañoso entender que lo que es
susceptible de ser valorado como escasamente reprochable, socialmente carece de
relevancia, y ello porque, primeramente, suele ser aquel el segmento de
criminalidad que en mayor medida afecta a los ciudadanos, y en segundo lugar,
porque no cabe desdeñar el interés de la víctima, máxime cuando su pronta
reparación se considera otra de las finalidades de la aplicación del principio de
oportunidad.

Conforme a lo indicado, subsisten manifestaciones del principio de oportunidad, tanto en


nuestras leyes procesales como sustantivas, y puede plasmarse directa o indirectamente:

 Directamente, por ejemplo, con la conformidad de la pena más grave previa al


juicio oral del art. 655 Lecrim, con la conformidad en el procedimiento abreviado
(arts. 784.3, 787 y 801) y en el juicio rápido (art. 800), habiéndose producido con
este último un efecto acorde con la economía procesal requerida al objeto de velar
por un proceso sin dilaciones indebidas, y que al mismo tiempo preserve un cierto
equilibrio entre los principios de celeridad y de tutela judicial efectiva con todas
las garantías para la persona imputada en ese procedimiento especial. Asimismo la
denuncia en los delitos semipúblicos y la querella en los privados, o el perdón del
ofendido, todos ellos contemplados en el CP.
 Indirectamente, por la licencia que otorga el art. 215.2 CP al Juez o Tribunal para
poder deducir acción de calumnia o injuria vertida en juicio; en el ámbito
penitenciario, por la concesión de la libertad condicional por motivos laborales,
culturales u ocupacionales (art. 91 CP), incluso si se participa activamente en
programas de reparación a las víctimas, mayores de 70 años o enfermos muy
graves con padecimientos incurables (art. 92 CP); la amnistía e indulto; la
suspensión de la ejecución de la pena de forma excepcional al toxicómano
condenado a más de dos años de prisión, cuando se encuentre deshabituado o
sometido a tratamiento a tal fin (art. 87.1 CP); la preceptiva sustitución de la pena
impuesta por la expulsión del extranjero no residente legalmente en España cuando
sea condenado a una pena inferior a seis años de prisión (art.89.1 CP), salvo que se
justifique por la naturaleza del delito; o la necesidad de denuncia o querella del
Fiscal para juzgar hechos previstos en España como delito, aunque fueran
cometidos en el extranjero (art. 23.2.b. LOPJ).
 Cabe mencionar expresamente aparte el supuesto del art. 171.3 CP (amenaza
condicionada a revelar la comisión de un delito cometido por el amenazado). En
este supuesto la propia ley otorga al MF (de forma excepcional en nuestro derecho)
la posibilidad de no acusar por el delito cuya revelación se hubiere amenazado,
siempre y cuando la pena prevista para dicho delito no exceda de los dos años de
prisión (en cuyo caso si excede si que se acusará, aunque el Juez podrá rebajar la
sanción en uno o dos grados). La introducción de este nuevo tipo en las amenazas
se realizó con la idea de aminorar los casos de extorsión o chantaje, dándole al MF
la posibilidad discrecional de no formular acusación por los hechos delictivos que
se hubieran revelado 7.

II. Principio de oportunidad política e investigación del ministerio fiscal.

En los últimos años se han reactivado las tendencias de reforma de una ley procesal penal
en el sentido de otorgar al Ministerio Fiscal la dirección de un procedimiento preliminar,
como pilar básico para introducir plenamente el principio de oportunidad en nuestro
ordenamiento, si bien una vez clarificada afirmativamente la posibilidad constitucional de
que el MF dirija la investigación, estaríamos hablando más bien de un principio de
oportunidad política y no jurídico, ya que habría que plantearse si conviene o no la
atribución de la investigación oficial al MF, tratándose por tanto de una cuestión de
política legislativa, totalmente discutible.

No obstante, si bien algunos autores tratan conjuntamente y vinculan la atribución de la


dirección de la investigación oficial al MF con la introducción del principio de
oportunidad 8, otros opinan que para su establecimiento no es indispensable que se regule
en nuestro ordenamiento procesal penal un procedimiento preliminar dirigido por el MF 9,
si bien en la LO 5/2000, de 12 de enero, Reguladora de la Responsabilidad Penal de los
Menores, se ha regulado el principio de oportunidad en el ejercicio de la acción penal
junto a la atribución de la dirección de la investigación al MF, aunque el establecimiento
de dicho principio se fundamenta realmente en la protección del interés superior del
menor. Así pues, por parte de la doctrina, se ha considerado que en este procedimiento de
menores se ha introducido la dirección de la investigación al MF al objeto de poder
valorar, a modo de ensayo, la oportunidad de atribuir dicha función en el proceso de
adultos.

La STC 41/1998 (sala 1ª), 24 de febrero 10, concluyó afirmando que cualquiera de los
siguientes sistemas procesales son viables sin que se vulnere la CE, ya que en definitiva, la
misma no prevé un modelo específico de instrucción, sino un sistema de garantías, así
pues distinguía entre:

 Juez instructor director de la investigación, correspondiente con el actual juicio


ordinario.
 Juez instructor pasivo, limitándose a resolver sobre las diligencias pedidas por las
partes, correspondiente con el actual procedimiento ante el Tribunal del Jurado.
 Juez de garantías, en este caso corresponde la dirección de la investigación al MF.
De esta forma, la sentencia citada indica que la opción del modelo a imponer corresponde
al legislador, que puede configurar aquel sistema que resulte más conveniente para la
satisfacción de los intereses públicos, siempre que respete los derechos fundamentales de
las personas afectadas.

Anteriormente, en el Libro Blanco del MF 11, el Consejo Fiscal abogaba por una reforma
del proceso penal, dotando adecuadamente de medios personales y materiales,
acompañada de las garantías necesarias a introducir en el Estatuto Orgánico para preservar
su imparcialidad. Para afrontar la atribución de la potestad de dirección de la instrucción al
MF, se postulaban tres medidas:

 Atribuir al MF una auténtica instrucción, y no una mera supervisión de la


investigación penal. En realidad debía ser idéntica a la que actualmente realizan los
jueces, quedando éstos para autorizar medidas que supongan merma de derechos
fundamentales (Por ejemplo: acudir al juez para que realice una instrucción
suplementaria si lo estima oportuno; las pruebas practicadas por el MF deberán
realizarse con conocimiento e intervención de la defensa; la defensa podrá realizar
a través del juez todas las pruebas que le interese y que no sean practicadas a
iniciativa del Fiscal).
 Reformar la actual normativa en materia de ejercicio de acciones penales, ya que si
el MF no tiene el monopolio de la acusación (como sucede en otros países), y
siguen vigentes las acusaciones particulares y públicas, tendrían que resolverse
previamente problemas que plantea tal coexistencia, especialmente cuando el
ejercicio de ambas no coincida o sean contrapuestas.
 Regular el principio de oportunidad. La recomendación del Comité de Ministros de
la CEE de 17/9/1987, sobre simplificación de la Justicia penal, invita a los Estados
miembros a introducir dicho principio en el proceso penal. Esta recomendación
mantiene que el citado principio ¨ deberá ser aplicado partiendo de bases
generales como el interés público¨, obligando a la autoridad competente a
inspirarse en el principio de igualdad de todos ante la ley y en el de
individualización de la justicia penal y teniendo en cuenta: la gravedad, naturaleza,
circunstancias y consecuencias de la infracción, personalidad del denunciado,
condena a imponer y sus efectos sobre el mismo y la situación de la víctima. En
este punto el Consejo Fiscal indicó la conveniencia de su aplicación pero sólo de
forma reglada y respecto de los denominados delitos bagatela.

Más recientemente, los distintos programas electorales de los partidos políticos para las
elecciones generales del año 2004, recogieron la posibilidad de un modelo de fiscal
investigador. El PSOE propuso un MF imparcial y sujeto al principio de legalidad,
investigador en el proceso penal y al servicio de un juicio justo y con todas las garantías,
proponiendo una serie de medidas, entre las que destacan: Fiscal encargado de la
investigación en la fase de instrucción con un juez imparcial que garantice la realización
de la prueba y los derechos de los implicados ; criterios de actuación objetivos y acordes
al principio de igualdad por la Fiscalía; policía judicial dependiente de la oficina del
Fiscal; imposibilidad de que el gobierno pueda impedir una actuación concreta por la
Fiscalía; mandato máximo de cinco años para el FGE, no renovable, comparecencia previa
en el Parlamento para su nombramiento; imposibilidad de que el FGE intervenga o tome
decisiones en relación a procedimientos penales que afecten a los miembros del gobierno.
Por su parte el PP, únicamente propuso un nuevo Código Procesal penal que sustituya a la
actual Lecrim y que regule una investigación penal adaptada a nuestros tiempos,
resaltando el papel central del MF en la misma.

Con la nueva reforma del EOMF, por Ley 24/2007, de 9 de octubre, parte de esa intención
se ha reflejado en la nueva redacción del art.3 ap.5º, al añadir que el Fiscal podrá ordenar a
la Policía Judicial aquellas diligencias que estime oportunas, con lo que parece un
principio en el avance de que el Fiscal pueda dirigir, aunque sea en sede policial, la
investigación de los hechos delictivos. No obstante esto, en la práctica, puede ocasionar
ciertas distorsiones con la investigación dirigida por el Juez Instructor, siempre y cuando
hubiera divergencia en los criterios a seguir en determinadas investigaciones, por lo que se
produciría el riesgo de que el resultado de las diligencias de investigación ordenadas en
principio por el Fiscal, pudieran tener, al igual que algunas puramente policiales, ciertas
dudas sobre su consideración en el proceso penal, al ser en cualquier caso el Juez
Instructor, el que debe estimarlas como eficaces para la investigación.

En la doctrina se planteó el debate del Juez Instructor frente al Fiscal investigador, que en
principio pareció claramente decantarse por la conversión del Fiscal en director de la
investigación penal.

El modelo que se propone, de procedimiento preliminar dirigido por el MF, no supondría


la eliminación de las garantías de los derechos de las partes, ya que con el establecimiento
de un juez de garantías, este vigilaría la actividad instructora del MF, ya sea
complementando u ordenando completar la misma cuando sea necesario. Además se
encargaría de adoptar las medidas limitativas de derechos fundamentales (prisión
provisional, registros domiciliarios, intervención de comunicaciones), de velar por el
respeto de las garantías de las partes no oficiales, de presidir la práctica de la prueba
anticipada en la fase de instrucción, y de acordar sobre la inadmisión de querellas o sobre
la apertura del juicio oral o sobreseimiento 12.

Por otra parte, sería conveniente que el órgano jurisdiccional que hubiera de controlar la
investigación del MF no fuera con posterioridad el encargado de juzgar la fase de juicio
oral, para evitar cualquier riesgo de contaminación y de imparcialidad, creándose por
tanto, unos Juzgados nuevos (de Garantías), destinados a ejercer dicho control. No
obstante la jurisprudencia constitucional ha remarcado la necesidad de acudir al caso
concreto para determinar si se da o no apariencia de imparcialidad, sobre todo por el
riesgo en la formación previa de prejuicios por parte del instructor frente al imputado que
pueden influir en el momento de sentenciar.

El ámbito de actuación del MF en el modelo propuesto, abarcaría la dirección de la


investigación propia de la instrucción penal, pero no el resto de actividades que integran la
misma, y en este sentido, podrá realizar y practicar todas aquellas diligencias de
investigación que estime pertinentes para el esclarecimiento de los hechos delictivos, para
descubrir al culpable y las fuentes de prueba necesarias para fundamentar la acusación,
podrá acordar la detención y realizar cualquier diligencia de prevención, como adoptar
medidas cautelares reales. Sin embargo, no podrá dirigir la práctica anticipada de la
prueba, adoptar medidas cautelares restrictivas de derechos fundamentales, así como
ordenar o practicar diligencias de investigación restrictivas de aquellos derechos o adoptar
resoluciones como la apertura del juicio oral o el sobreseimiento.

Llegado a este punto, se trata de analizar si el EOMF permite la atribución de mayores


potestades y funciones al MF en las diligencias preliminares y además si el mismo actúa
como factor legitimador ante la opinión pública. De esta forma habrá que analizar dentro
de que poder del Estado debe encuadrase al MF.

No ofrece dudas el que el MF deba excluirse del poder legislativo, ya que carece de toda
vinculación con las Cortes Generales.

Respecto del Poder Judicial, la tesis judicialista mantiene que la CE ubica al MF en el


Título VI (Del Poder Judicial) y, por otro lado, en el art.2.1 EOMF, en el que se dice que
el MF está integrado con autonomía funcional en el Poder Judicial.

Igualmente se argumenta a favor de esta tesis que la ubicación del MF dentro del Poder
Judicial es esencial por cuanto la defensa de la legalidad y de los derechos de los
ciudadanos se confía simultáneamente a los jueces y tribunales y al MF e incluso velar por
la independencia de áquellos es misión tanto del CGPJ como del MF.

Se argumenta que uno de los principales efectos positivos de esta postura es el de prevenir
la politización del MF, al ser independiente del ejecutivo, y poder perseguir eficazmente
los casos de delincuencia gubernamental o política.

No obstante lo anterior, puede concluirse que el MF no forma parte del Poder Judicial, en
primer lugar, ya que ni integra la parte organizada del conjunto de Jueces y Magistrados
que tienen atribuida la potestad jurisdiccional, regulada por la LOPJ, al no gozar de
inamovilidad a diferencia de los jueces, y tampoco de los requisitos de unidad de cuerpo y
de estatuto personal, y sobre todo por su falta de dependencia al CGPJ, órgano de
gobierno de los jueces. En segundo lugar, porque tampoco forma parte del Poder Judicial
político, ya que no constituye una excepción al principio de unidad jurisdiccional
(art.117.5 CE), ni puede considerarse como un tribunal especial constitucionalmente
reconocido. No goza del requisito esencial de la independencia, al regir el principio de
jerarquía y el de unidad de actuación, a diferencia de los jueces.

Además, lógicamente, se ha argumentado que la integración del MF en el Poder Judicial,


supondría una vulneración del principio acusatorio, ya que no estaría clara la separación
entre las funciones de acusar y juzgar.

Respecto del poder ejecutivo, la doctrina se muestra más acorde con la vinculación del MF
a este poder. Conforme al EOMF se puede afirmar que existe una vinculación, atenuada o
matizada, del MF respecto del Poder ejecutivo.

Así pues, tanto de los preceptos constitucionales como de los regulados en el EOMF,
puede concluirse que no existe una dependencia jerárquica del MF respecto del Poder
ejecutivo, en el sentido de que éste pueda dirigir órdenes o instrucciones vinculantes al
Fiscal General del Estado (art.8.1 y 2 EOMF), sino simplemente instancias, y por otra
parte, podría producirse cierta incidencia del ejecutivo en el funcionamiento ordinario del
MF, principalmente a través de la confianza del ejecutivo en el Fiscal General del Estado,
aunque ahora después de la reforma por Ley 24/2007, una vez propuesto por el Gobierno
y tras el informe del CGPJ (art. 29), se comunicará la propuesta de nombramiento al
Congreso de los Diputados para disponer una comparecencia ante la Comisión de la
Cámara para valorar los méritos e idoneidad del candidato, estando tasados los supuestos
de cese (art. 31.1), cuando antes no debía pasar por control de idoneidad alguno y el cese
del mismo no tenía que estar justificado, produciéndose simplemente por propuesta del
ejecutivo. Respecto de otros cargos directivos dentro del MF (art. 36- Fiscales del TS,
Fiscales Superiores de Comunidades Autónomas, Fiscales Jefes Provinciales), serán
nombrados por el gobierno a propuesta del Fiscal General del Estado.

Por tanto, puede concluirse que si bien no existe una dependencia funcional del MF
respecto del Poder ejecutivo, si que existe una dependencia orgánica que puede impedir o
dificultar la efectividad de los principios de legalidad e imparcialidad que rigen la
actuación del MF, aunque con la reforma mencionada, al menos, debe pasarse por un filtro
que garantizaría en mayor medida su autonomía funcional. Esto puede provocar, que en
general, la opinión pública entienda que la atribución de la investigación al MF, sea un
instrumento del ejecutivo para aplicar con parcialidad la ley, a pesar del nuevo sistema de
elección del Fiscal General del Estado 13.

De acuerdo con la CE y el EOMF, además de estar sujeto a los principios de legalidad e


imparcialidad, el MF se rige por los principios orgánicos de unidad de actuación y
dependencia jerárquica. Esto implica una estructura piramidal, culminada por le FGE y
seguida por los distintos Fiscales-Jefes de cada órgano. Todo ello es consecuencia de la
personalidad jurídica única que ostenta el MF para todo el Estado (art. 2.1 y 22.1 EOMF).

Del análisis de los preceptos que regulan el EOMF resulta claro que los fiscales no son
independientes, ya que dado un caso concreto, estos no pueden autónomamente considerar
si su actuación es acorde a la legalidad, al estar sometidos a las órdenes e instrucciones
emanadas de sus superiores. No obstante, en este punto se ha dado una nueva dimensión a
los asuntos donde puedan resultar afectados miembros del gobierno, al establecer el nuevo
art. 25 EOMF la obligatoriedad de oír previamente a la Junta de Fiscales de Sala –órgano
puramente jurídico-, antes de emitir las órdenes e instrucciones pertinentes.

Frente al anterior panorama de vinculación del MF al poder ejecutivo, la doctrina propuso


diversos mecanismos para paliar dicha vinculación, sobre todo enfocados hacia una
reforma del EOMF, que debería pasar previamente por una reforma de la CE, no exenta de
dificultades, y en consecuencia, del sistema de nombramiento del FGE.

Sin desdeñar la actual dependencia jerárquica dentro de la institución, se ha propuesto la


garantía del control judicial de la investigación fiscal, en el supuesto de detectar cualquier
intromisión o influencia del ejecutivo en la instrucción llevada a cabo por el MF, y
respecto de la delincuencia gubernamental o política, se han esgrimido mecanismos, sobre
todo por el control de los medios de comunicación y de la posibilidad constitucional de las
acciones popular y particular, que posibilitan el control de la actuación del FGE, en cierto
modo, dirigida por el gobierno 14.
Arturo Todolí Gómez.
Abogado Fiscal con destino en la Fiscalía Provincial de Valencia.

Bibliografía

 ARMENTA DEU, T. ¨El proceso penal: nuevas tendencias, nuevos problemas¨.


Poder Judicial núm. 41-42. 1996. pp. 53-86.
 CRESPO BARQUERO, P. ¨Las garantías en la instrucción por el Fiscal (un
intento de aproximación crítica a la posición y el papel del Ministerio Fiscal en la
implantación del sistema acusatorio)¨. Estudios jurídicos. Ministerio Fiscal VI. La
investigación del Fiscal¨. Madrid. Ministerio de Justicia. 1998. pp. 185-240.
 DIEZ-PICAZO, L.M. El poder de acusar. Ministerio Fiscal y Constitucionalismo.
1ª ed, Ariel Derecho. Barcelona 2000. 189 pp.
 GIMENO SENDRA, V. El Ministerio Fiscal-Director de la Instrucción. 1ª ed,
iustel, Portal Derecho S.A. Madrid 2006. 315 pp.
 GIMENO SENDRA/MORENO CATENA/CORTES DOMINGUEZ. Derecho
Procesal. Proceso penal. Tirant Lo Blach. Valencia, 1993.
 Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal (Ley 24/2007, de 9 de octubre). Boletín de
información –suplemento al nº 2049. Centro de Publicaciones del Ministerio de
Justicia. Madrid 2007.

Abreviaturas

art./s= artículo/s

cit.= citado

CE= Constitución Española

CP= Código Penal

ed.= Edición ( o editor)

EOMF= Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal

FGE= Fiscalía General del Estado

Lecrim= Ley de Enjuiciamiento Criminal

LO= Ley Orgánica

MF= Ministerio Fiscal

núm.= número

p/pp= página/s
S/STC= Sentencia/s del Tribunal Constitucional

StPO= Código Procesal Alemán

TC= Tribunal Constitucional

Notas

1 Para tener una visión clara sobre el debate de ambos principios, que tienen su
fundamento en las concepciones jurídico políticas de obligatoriedad y discrecionalidad,
véase DIEZ PICAZO. L M. ¨El poder de acusar. Ministerio Fiscal y Constitucionalismo¨.
Ariel. Barcelona 1º ed. 2000. p. 27-33.

2 GIMENO SENDRA/MORENO CATENA/CORTES DOMINGUEZ, Derecho Procesal.


Proceso penal. Tirant Lo Blach. Valencia, 1993, p. 56.

3 Es palmaría dicha deficiencia en España en materia penal, sobre todo en los Juzgados de
Lo Penal, que aparte del conocimiento y fallo de asuntos -con el incremento que la
violencia de género ha supuesto, a pesar de las conformidades en juicios rápidos ante los
Juzgados de Instrucción-, soportan el trámite de las ejecutorias que se incoan por miles en
cada Juzgado, tramitadas en la mayoría de los casos por plantillas que no superan los 10
funcionarios, aunque en algunos supuestos se han autorizado refuerzos y Juzgados de
apoyo, pero que son del todo insuficientes.

4 En nuestro derecho esto no es posible ya que cabe la acusación particular en todos los
supuestos, de forma que si el MF interesa el sobreseimiento de la causa y la acusación
particular personada formula escrito de acusación, el Juez Instructor (en las diligencias
urgentes del artículo 800 lecrim o en el trámite del artículo 780 lecrim para el
procedimiento abreviado para determinados delitos) o el Tribunal (Audiencia Provincial
para el proceso ordinario por Sumario en el trámite del artículo 633 y 649 lecrim), está
obligado a dictar el correspondiente auto de apertura de juicio oral respecto del acusado,
señalando día para la vista oral, una vez despachados los respectivos escritos de defensa.

5 Lógicamente en nuestro derecho, la suspensión de la ejecución de las penas, está sujeta a


los requisitos legales que se establecen en el código penal -ex artículo 81-, aunque siempre
debe atenderse a una cierta discrecionalidad, teniendo en cuenta las circunstancias de los
hechos delictivos y los antecedentes del penado.

6 Con la introducción en nuestro ordenamiento jurídico-procesal del procedimiento para el


enjuiciamiento rápido de determinados delitos (artículo 795 y siguientes lecrim), el
acusado se puede ver beneficiado por la reducción en 1/3 de la pena solicitada por el MF o
acusación particular para el supuesto de que reconozca los hechos por los que se le acusa,
y hay que reconocer que en este sentido, en la práctica cotidiana, se evitan gran número de
juicios, con la consiguiente disminución de señalamientos para los Juzgados de Lo Penal –
incrementándose por el contrario las ejecutorias-, ya que en este trámite, es el propio Juez
de Instrucción quien dicta la sentencia en las primeras diligencias judiciales, que debe
tener total correlación con el contenido de la acusación por la que el propio acusado se ha
conformado.

7 Aquí debe tenerse en cuenta que dicha discrecionalidad en el ejercicio de la acusación,


entendida conforme a un principio de oportunidad procesal, tiene su fundamento en la
ponderación del principio de proporcionalidad en términos de política criminal ya que se
trata –por el MF- de efectuar una ponderación entre medios (sanción penal) y fines
(retribución, prevención), a fin de conseguir la solución más idónea, o menos gravosa para
cada caso concreto.

8 Entre otros, ARMENTA DEU, T. ¨El proceso penal: nuevas tendencias, nuevos
problemas¨. Poder Judicial núm. 41-42. 1996.pp. 53-86.

9 Entre otros, CRESPO BARQUERO, P. ¨Las garantías en la instrucción por el Fiscal (un
intento de aproximación crítica a la posición y el papel del Ministerio Fiscal en la
implantación del sistema acusatorio)¨. Estudios jurídicos. Ministerio Fiscal VI. La
investigación del Fiscal¨. Madrid. Ministerio de Justicia. 1998. pp. 185-240.

10 BDJC num. 41/1998.

11 Ministerio de Justicia, Madrid 1996.

12 Así pues, se vela por el establecimiento de un juez de garantías que estaría acorde con
los principios de igualdad y contradicción entre las partes del proceso consecuente con una
mejor protección de los derechos fundamentales desde el inicio de la instrucción, al no
estar pendiente de culminar la instrucción con unos determinados resultados, ganando por
tanto, en imparcialidad y objetividad. El juez se centraría en controlar la legalidad de los
actos realizados por el fiscal y garantizar los derechos de las partes. Se evitaría de este
modo una confusión de funciones, ya que el juez, al involucrarse en la investigación,
podría perder en objetividad e imparcialidad. Así sucede en el sistema procesal diseñado
por el Código Procesal Penal Modelo para Iberoamérica. Evidentemente podría evitarse
una cierta contaminación por la actividad investigadora realizada.

13 Es interesante resaltar que la causa de cese del Fiscal General contemplada en el


apartado e) del art. 31.1 EOMF (cuando cese el gobierno que lo hubiera propuesto),
deberá operar automáticamente ya que no es necesario trámite adicional alguno para el
cese, a diferencia del resto de supuestos (del a al d), donde se exigirá (ap. 3), su
apreciación por el respectivo Consejo de Ministros.

14 En este sentido y para poder evitar que la investigación del MF pueda dar lugar a
situaciones de impunidad respecto de personas que estén vinculadas con el gobierno, no es
factible la tesis de que el MF tuviera el monopolio de la acusación como se ha visto en
otros ordenamientos ya que en ese caso, faltando las acusaciones populares y particulares,
es obvio que se produciría, según los casos, una pérdida en la protección del interés
público en la persecución de este tipo de delitos.
2 de abril de 2015

PREGUNTAS Y RESPUESTAS DE DERECHO PROCESAL PENAL


(III): SOBRE PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD.

Por, @mariodaza vía @derechopublico1

1. ¿En qué consiste el principio de oportunidad?

Primero que todo la aplicación del principio de oportunidad deberá hacerse con sujeción a
la política criminal del Estado. La Fiscalía General de la Nación está obligada a perseguir
a los autores y partícipes en los hechos que revistan las características de una conducta
punible que llegue a su conocimiento, excepto por la aplicación del principio de
oportunidad, en los términos y condiciones previstos en este código.

2. ¿Cómo se aplica el principio de oportunidad?


La Fiscalía General de la Nación, en la investigación o en el juicio, hasta antes de la
audiencia de juzgamiento, podrá suspender, interrumpir o renunciar a la persecución
penal, en los casos que establece este código para la aplicación del principio de
oportunidad.
El principio de oportunidad es la facultad constitucional que le permite a la Fiscalía General
de la Nación, no obstante que existe fundamento para adelantar la persecución penal,
suspenderla, interrumpirla o renunciar a ella, por razones de política criminal, según las
causales taxativamente definidas en la ley, con sujeción a la reglamentación expedida por
el Fiscal General de la Nación y sometido a control de legalidad ante el Juez de Garantías.

3. ¿En qué casos se aplica el principio de oportunidad?


— Cuando se tratare de delitos sancionados con pena privativa de la libertad cuyo máximo
señalado en la Ley no exceda de seis (6) años o con pena principal de multa, siempre que
se haya reparado integralmente a la víctima conocida o individualizada; si esto último no
sucediera, el funcionario competente fijará la caución pertinente a título de garantía de la
reparación, una vez oído el concepto del Ministerio Público.
Esta causal es aplicable, igualmente, en los eventos de concurso de conductas punibles
siempre y cuando, de forma individual, se cumpla con los límites y las calidades señaladas
en el inciso anterior.
— Cuando a causa de la misma conducta punible la persona fuere entregada en
extradición a otra potencia.
— Cuando la persona fuere entregada en extradición a causa de otra conducta punible y
la sanción imponible en Colombia carezca de importancia comparada con la impuesta en
el extranjero, con efectos de cosa juzgada.
— Cuando el imputado o acusado, hasta antes de iniciarse la audiencia de juzgamiento,
colabore eficazmente para evitar que el delito continúe ejecutándose, o que se realicen
otros, o cuando suministre información eficaz para la desarticulación de bandas de
delincuencia organizada.
— Cuando el imputado o acusado, hasta antes de iniciarse la audiencia de juzgamiento,
se compromete a servir como testigo de cargo contra los demás procesados, bajo
inmunidad total o parcial.
En este evento los efectos de la aplicación del principio de oportunidad quedarán en
suspenso respecto del procesado testigo hasta cuando cumpla con el compromiso de
declarar. Si concluida la audiencia de juzgamiento no lo hubiere hecho, se revocará el
beneficio.
— Cuando el imputado o acusado, hasta antes de iniciarse la audiencia de juzgamiento,
haya sufrido, a consecuencia de la conducta culposa, daño físico o moral grave que haga
desproporcionada la aplicación de una sanción o implique desconocimiento del principio
de humanización de la sanción.
— Cuando proceda la suspensión del procedimiento a prueba en el marco de la justicia
restaurativa y como consecuencia de este se cumpla con las condiciones impuestas.
— Cuando la realización del procedimiento implique riesgo o amenaza graves a la
seguridad exterior del Estado.
— En los casos de atentados contra bienes jurídicos de la administración pública o de la
recta administración de justicia, cuando la afectación al bien jurídico funcional resulte poco
significativa y la infracción al deber funcional tenga o haya tenido como respuesta
adecuada el reproche institucional y la sanción disciplinaria correspondientes.
— En delitos contra el patrimonio económico, cuando el objeto material se encuentre en
tal alto grado de deterioro respecto de su titular, que la genérica protección brindada por
la ley haga más costosa su persecución penal y comporte un reducido y aleatorio beneficio.
— Cuando la imputación subjetiva sea culposa y los factores, que la determinan califiquen
la conducta como de mermada significación jurídica y social.
— Cuando el juicio de reproche de culpabilidad sea de tan secundaria consideración que
haga de la sanción penal una respuesta innecesaria y sin utilidad social.
— Cuando se afecten mínimamente bienes colectivos, siempre y cuando se dé la
reparación integral y pueda deducirse que el hecho no volverá a presentarse.
— Cuando la persecución penal de un delito comporte problemas sociales más
significativos, siempre y cuando exista y se produzca una solución alternativa adecuada a
los intereses de las víctimas. Quedan excluidos en todo caso los jefes, organizaciones,
promotores, y financiadores del delito.
— Cuando la conducta se realice excediendo una causal de justificación, si la
desproporción significa un menor valor jurídico y social explicable en el ámbito de la
culpabilidad.
— Cuando quien haya prestado su nombre para adquirir o poseer bienes derivados de la
actividad de un grupo organizado al margen de la ley o del narcotráfico, los entregue al
fondo para Reparación de Víctimas siempre que no se trate de jefes, cabecillas,
determinadores, organizadores promotores o directores de la respectiva organización.
— Cuando el autor o partícipe en los casos de cohecho formulare la respectiva denuncia
que da origen a la investigación penal, acompañada de evidencia útil en el juicio, y sirva
como testigo de cargo, siempre y cuando repare de manera voluntaria e integral el daño
causado.
Los efectos de la aplicación del principio de oportunidad serán revocados si la persona
beneficiada con el mismo incumple con las obligaciones en la audiencia de juzgamiento.
El principio de oportunidad se aplicará al servidor público si denunciare primero el delito
en las condiciones anotadas.
PARÁGRAFO. En los casos de tráfico de estupefacientes y otras infracciones previstas
en el capítulo segundo del título XIII del Código Penal, terrorismo, financiación de
terrorismo, y administración de recursos relacionados con actividades terroristas, solo se
podrá aplicar el principio de oportunidad, cuando se den las causales cuarta o quinta del
presente artículo, siempre que no se trate de jefes, cabecillas, determinadores,
organizadores promotores o directores de organizaciones delictivas.
La aplicación del principio de oportunidad en los casos de delitos sancionados con pena
privativa de la libertad cuyo límite máximo exceda de seis (6) años de prisión será proferida
por el Fiscal General de la Nación o por quien él delegue de manera especial para el
efecto.
No se podrá aplicar el principio de oportunidad en investigaciones o acusaciones por
hechos constitutivos de graves infracciones al Derecho Internacional Humanitario, delitos
de lesa humanidad, crímenes de guerra o genocidio, ni cuando tratándose de conductas
dolosas la víctima sea un menor de dieciocho (18) años.
No se aplicará el principio de oportunidad al investigado, acusado o enjuiciado vinculado
al proceso penal por haber accedido o permanecido en su cargo, curul o denominación
pública con el apoyo o colaboración de grupos al margen de la ley o del narcotráfico.

4. ¿Cuándo se suspende el procedimiento a prueba?


El imputado o acusado, hasta antes de la audiencia de juzgamiento, podrá solicitar la
suspensión del procedimiento a prueba, de la misma forma en que lo pueden hacer las
personas simplemente imputadas, mediante solicitud oral en la que manifieste un plan de
reparación del daño y las condiciones que estaría dispuesto a cumplir.
El plan podrá consistir en la mediación con las víctimas, en los casos en que esta sea
procedente, la reparación integral de los daños causados a las víctimas o la reparación
simbólica, en la forma inmediata o a plazos, en el marco de la justicia restaurativa.
Presentada la solicitud, individual o colectiva, el Fiscal consultará a la víctima y resolverá
de inmediato mediante decisión que fijará las condiciones bajo las cuales se suspende el
procedimiento, y aprobará o modificará el plan de reparación propuesto por el imputado,
conforme a los principios de justicia restaurativa establecida en este Código. Si el
procedimiento se reanuda con posterioridad, la admisión de los hechos por parte del
imputado no se podrá utilizar como prueba de culpabilidad.
PARÁGRAFO. El Fiscal podrá suspender el procedimiento a prueba cuando para el
cumplimiento de la finalidad del principio de oportunidad estime conveniente hacerlo antes
de decidir sobre la eventual renuncia al ejercicio de la acción penal.

5. ¿Cuáles son esas condiciones para cumplir la suspensión a prueba?


El Fiscal fijará el período de prueba, el cual no podrá ser superior a tres (3) años, y
determinará una o varias de las condiciones que deberán cumplir el imputado o acusado
hasta antes de la Audiencia de juzgamiento, entre las siguientes:
— Residir en un lugar determinado e informar al Fiscal del conocimiento cualquier cambio
del mismo.
— Participar en programas especiales de tratamiento con el fin de superar problemas de
dependencia a drogas o bebidas alcohólicas.
— Prestar servicios a favor de instituciones que se dediquen al trabajo social a favor de la
comunidad.
— Someterse a un tratamiento médico o psicológico.
— No poseer o portar armas de fuego.
— No conducir vehículos automotores, naves o aeronaves.
— La reparación integral a las víctimas, de conformidad con los mecanismos establecidos
en la ley.
— La realización de actividades a favor de la recuperación de las víctimas.
— La colaboración activa y efectiva en el tratamiento psicológico para la recuperación de
las víctimas, siempre y cuando medie su consentimiento.
— La manifestación pública de arrepentimiento por el hecho que se le imputa.
— La obligación de observar buena conducta individual, familiar y social.
— La dejación efectiva de las armas y la manifestación expresa de no participar en actos
delictuales.
— La cooperación activa y efectiva para evitar la continuidad en la ejecución del delito, la
comisión de otros delitos y la desarticulación de bandas criminales, redes de narcotráfico,
grupos al margen de la ley, o, aquellas organizaciones vinculadas con los delitos a los que
hace referencia el parágrafo 2 del artículo 324.
PARÁGRAFO. Durante el periodo de prueba el imputado o acusado hasta antes de la
audiencia deberá someterse a la vigilancia que el fiscal determine sin menoscabo de su
dignidad. Vencido el periodo de prueba y verificado el cumplimiento de las condiciones, el
fiscal solicitará el archivo definitivo de la actuación de acuerdo a lo reglamentado en el
artículo siguiente.

6. ¿En qué consiste el control judicial que se debe aplicar en el principio de


oportunidad?
El juez de control de garantías deberá efectuar el control de legalidad de las solicitudes
individuales o colectivas respectivas dentro de los cinco (5) días siguientes a la
determinación de la Fiscalía de dar aplicación al principio de oportunidad.
Dicho control será obligatorio y automático y se realizará en audiencia especial en la que
la víctima y el Ministerio Público podrán controvertir la prueba aducida por la Fiscalía
General de la Nación para sustentar la decisión. El juez resolverá de plano.
La aplicación del principio de oportunidad y los preacuerdos de los posibles imputados o
acusados y la Fiscalía, no podrá comprometer la presunción de inocencia y solo
procederán si hay un mínimo de prueba que permita inferir la autoría o participación en la
conducta y su tipicidad.

7. ¿Es importante la participación de la víctimas en el principio de oportunidad?


Si, en la aplicación del principio de oportunidad el fiscal deberá tener en cuenta los
intereses de las víctimas. Para estos efectos deberá oír a las que se hayan hecho
presentes en la actuación.

8. ¿Cuáles son los efectos de la aplicación del principio de oportunidad?


La decisión que prescinda de la persecución extinguirá la acción penal respecto del autor
o partícipe en cuyo favor se decide, salvo que la causal que la fundamente se base en la
falta de interés del Estado en la persecución del hecho, evento en el cual las
consecuencias de la aplicación del principio se extenderán a los demás autores o
partícipes en la conducta punible, a menos que la ley exija la reparación integral a las
víctimas.

9. ¿Cuál es la reglamentación que debe hacer la fiscalía?


El Fiscal General de la Nación deberá expedir un reglamento, en el que se determine de
manera general el procedimiento interno de la entidad para asegurar que la aplicación del
principio de oportunidad cumpla con sus finalidades y se ajuste a la Constitución y la ley.
El reglamento expedido por la Fiscalía General de la Nación deberá desarrollar el plan de
política criminal del Estado.

Saturday, August 12, 2006

Los Criterios de Oportunidad en el Proceso Penal y la Experiencia


Hondureña en el Marco de su Vigencia Anticipada al Nuevo Código
Procesal Penal

Los Criterios de Oportunidad en el Proceso Penal y la Experiencia Hondureña en el Marco de su


Vigencia Anticipada al Nuevo Código Procesal Penal[1]

I. INTRODUCCIÓN

Nuestro nuevo Código Procesal Penal, a entrar en plena vigencia el mes de febrero del año 2002,
incorpora, como principales innovaciones, la implementación en el proceso penal hondureño de
manifestaciones del principio de oportunidad; la figura del Fiscal Instructor como superación del
Juez Instructor; la concepción de la prisión preventiva, ya no como regla general, sino con
carácter excepcional dentro de un abanico de medidas sustitutivas a la misma; la preeminencia
del principio procedimental de oralidad y sus consecuencias, sobre la escritura; y, finalmente, la
judicialización de la etapa de ejecución de la pena.

De todas éstas, y de conformidad a las “Disposiciones transitorias y Finales”, en su Capítulo II, y


específicamente en lo referente al “Ámbito Temporal de Validez”, del Artículo 446; entró en
vigencia anticipada, e día 20 de mayo del año dos mil, y en lo que al presente trabajo de
investigación interesa, todo el Título II, del Libro Primero, contentivo de la regulación legal de los
criterios de oportunidad. Con lo que, junto con la entrada en vigencia simultánea de los Artículos
403 y 404 referentes a la conformidad del procedimientos abreviado, se da entrada a
manifestaciones del principio de oportunidad en el marco de nuestro aún vigente procedimiento
penal inquisitivo. Convivencia que, en gran medida, a dificultado la plena efectividad de estos
instrumentos de simplificación procesal y que, en el concreto supuesto de los criterios de
oportunidad, incluso ha llegado a desnaturalizar su ámbito pre procesal de aplicación.

Dado el marco referencial legal anterior, y apoco mas de año y medio de los institutos procesales
descritos, el presente trabajo pretende, como finalidad general, efectuar una aproximación
crítica a su efectiva puesta en práctica y a las causas, tanto de orden jurídico como material, que
han dificultado su implementación; auxiliándonos, para ello, de la rica experiencia que, sobre la
presente materia, ha tenido durante dicho tiempo el Ministerio Público como órgano principal
responsable de su implementación.

II. EL PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD: SU CONCEPTUALIZACIÓN Y FUNDAMENTO

A fin de aproximar debidamente la cuestión del fundamento jurídico del principio de oportunidad
y, a partir del mismo, poder otorgar una definición coherente con nuestra normativa vigente;
resulta absolutamente necesario tomar como punto de partida su evidente contradicción con el
principio de legalidad procesal el cual, con respecto a la función del Ministerio Público, obliga a
poner en marcha el instrumento del proceso ante todo acto que revista el carácter de delito de
orden público y en el cual se tenga sospecha fundada de quien pueda ser su autor.

En este sentido, debe entenderse por principio de oportunidad, “aquel que confiere facultad al
Ministerio Público para que, en atención a determinados supuesto (relacionados con el hecho
mismo, con las personas que lo cometen o la relación de éstas con otros sujetos o hechos),
permita a éste condicionar o abstenerse de ejercitar la acción pública con respecto a la comisión
de actos de naturaleza penal y en los cuales el autor se imputa como posible culpable”[2].

Por su parte, el Código Procesal Penal establece, en su Artículo 28 que “el Ministerio Público
tendrá la obligación de ejercer la acción penal pública en todos los casos en que sea procedente.
No obstante, podrá abstenerse de ejercitar total o parcialmente la acción penal, limitarla a
alguna de las infracciones o alguno de los imputados, en los casos siguientes…”.

Contrario a lo que a primera vista pudiese pensarse, la anterior definición, si bien aparentemente
reconducida única y exclusivamente a los criterios de oportunidad, en realidad se trata de la
definición genérica misma del principio de oportunidad, del cual, sin duda, los criterios de
oportunidad representan una de sus manifestaciones, quizás incluso la más pura, pero no la
única[3].

De una lectura integral y complementaria, tanto de la definición doctrinal propuesta como de la


definición legal transcrita, resulta importante destacar los siguientes aspectos:

No estamos ante una sustitución absoluta del principio de legalidad por el de oportunidad, sino
del principio de oportunidad como “excepción”, o como definiría TIJERINO PACHECO[4],
“flexibilización” del principio de legalidad procesal estricta.

Se trata de una facultad legalmente atribuida, en exclusiva, al ministerio Público en su condición


de órgano acusador estatal. Lo que implica el reconocimiento de dos extremos importantes: Por
una parte, la discrecionalidad, que indiscutiblemente reviste la figura, reside en el Ministerio
Público, por lo que ni el Juez, ni el imputado o la víctima, pueden forzar al Fiscal a aplicar dicho
instrumento de simplificación procesal, quien atenderá, únicamente y en todo caso, a razones de
interés general (poco impacto social, interés resarcitorio de la víctima, poca gravedad del hecho
cometido, poca peligrosidad demostrada del autor, etc.); por otra parte, dicha facultad
discrecional no puede ser ejercitada por ningún otro órgano no legitimado expresamente por la
Ley al efecto; así, por ejemplo, el órgano jurisdiccional, la Policía, sea esta preventiva o de
investigación, o la Procuraduría General de la República en el ámbito de su estricta competencia.

No se trata de un principio de oportunidad de ejercicio “libre”, tal y como se concibe en otros


ordenamientos jurídicos como el norteamericano o el inglés; sino de un principio de oportunidad
en su manifestación “reglada”, por lo que hemos importado la versión propia del Derecho
continental europeo[5], mediante el cual el Fiscal debe sujetar su aplicación al cumplimiento de
presupuestos y requisitos previamente establecidos en la norma procesal penal; y, finalmente,

En el caso específico de los criterios de oportunidad del Artículo 28 CPP visto, se trata de una
manifestación “pre procesal” del genérico principio de oportunidad y, por tanto, a ser aplicados
por el Ministerio Público en sede administrativa fiscal, como opción contraria a ejercer la acción
penal pública, siendo su finalidad, precisamente, la de evitar el nacimiento mismo del proceso
penal[6].

III. JUSTIFICACIÓN EN EL ESTRICTO CONTEXTO HONDUREÑO

Dando por sentado que la decisión de implementar o no manifestaciones del principio de


oportunidad en un dado sistema procesal penal responde, en definitiva, a una decisión
eminentemente de política criminal[7], resulta imperativo justificar su vigencia en el sistema
procesal penal hondureño. El cual, a nuestro criterio, no debe limitarse a simples motivos de
economía procesal (finalidad utilitarista); no obstante de tener que aceptar que el
descongestionamiento de causas judiciales y la posibilidad de priorización de las mismas -de
conformidad a su gravedad según el bien jurídico protegido, impacto social, peligrosidad del
autor, etc.- representan, por sí, razones materiales de peso a ser consideradas en el contexto de
nuestra realidad forense judicial, y cuyo fundamento no pretendemos negar.

En este sentido, y a nuestro parecer, la justificación última[8] en Latino América, y


específicamente en Honduras, para implementar excepciones al principio de legalidad estricta,
debe buscarse en la necesaria concreción de una Justicia material sobre una pretendida y poco
lograda Justicia formal; que pasa, necesariamente, por reconocer la consolidación de sistemas de
persecución y enjuiciamiento criminal selectivos, generalmente dirigidos a las clases
económicamente menos favorecidas, que han predominado en nuestros países.

En otras palabras, tener que aceptar por cierto, como evidentemente lo es, que la Justicia penal
en Honduras ha sido, y continua en gran medida siendo, una Justicia para y contra pobres.

De esta forma, la abstención en el ejercicio de la acción penal pública en un ámbito específico de


cierto tipo de criminalidad a ser considerada como de menor incidencia social o de “bagatela”
(hurtos, daños, amenazas, etc.), provocada principalmente por los desajustes económico sociales
que caracterizan a nuestros países, debe ser visto, no como un atentado al trato igualitario de
todo ciudadano ante la Ley, incluida por supuesto la penal, sino, si se quiere, como una fórmula
de compensación social a favor de sectores desprivilegiados contra los cuales, tradicional y
sistemáticamente, han venido operando los órganos de represión y persecutorios del Estado.
Esto, unido a la finalidad de evitar efectos criminógenos en las personas privadas de libertad[9]
representan, a nuestro criterio, las finalidades y justificaciones más importantes que respaldan la
vigencia de manifestaciones del principio de oportunidad en nuestro país hoy.

IV. LA EXPERIENCIA HONDUREÑA A PARTIR DE SU PUESTA EN VIGENCIA ANTICIPADA AL CÓDIGO


PROCESAL PENAL

Previo a proceder a efectuar una interpretación con respecto a las estadísticas que, sobre la
aplicación de criterios de oportunidad a nivel nacional posee Fiscalía General, a través del
departamento de Capacitación y Asesoría Técnico-Jurídica dependiente directamente de la
misma; resulta conducente efectuar, siquiera someramente, un resumido recorrido a los
esfuerzos realizados por el Ministerio Público para su correcta aplicación desde su entrada en
vigencia anticipada el 20 de mayo del año dos mil[10].

Así, en un primer momento y con fundamento en el Artículo 29 del Código Procesal Penal que
establece que “la aplicación del criterio de oportunidad deberá ser autorizada por el Fiscal
general de la República, quien podrá delegar esta facultad en el Director de Fiscales y éste en
sentido descendiente de la jerarquía; se determinó por Fiscalía General centralizar todas las
solicitudes para la aplicación de criterios de oportunidad a nivel nacional en la persona del
Director General de Fiscalía, único facultado entonces para autorizar su aplicación. Ello, unido al
generalizado temor por parte del cuerpo de Fiscales ante una figura hasta entonces para ellos
desconocida y absolutamente contraria a la formación acusadora que, con apego a un respeto
absoluto al principio de legalidad, se les había inculcado; demostró objetivamente que dicha
política institucional debía ser reconsiderada por otra que fomentara y promoviera una mayor
viabilidad y efectividad en la aplicación de la figura a fin de asegurar su objetivo inmediato de
permitir una priorización a favor de causas que, por su gravedad o circunstancias de comisión la
merecían y, como finalidad principal para la etapa de transición, descongestionar los tribunales
de la República de los llamados delitos “bagatela” de cara a iniciar, en la medida de lo posible, en
limpio al nuevo sistema de enjuiciamiento criminal.

Prueba constatable de lo anterior, es el hecho que el primer criterio de oportunidad registrado


en la Fiscalía General data del mes de octubre del año dos mil. Es decir, casi medio año después
de la entrada en vigencia de dicho instrumento desjudicializador y bajo las circunstancias que en
los siguientes párrafos describiremos.

Aproximadamente en el mes de julio del año dos mil, la Fiscalía General de la República reanuda
la operatividad de la Fiscalía de Turno, concretando sus funciones a las de atender
levantamientos de cadáveres y al conocimiento de las denuncias interpuestas en sede policial,
tanto preventiva, como en las instalaciones de la Dirección de Investigación Criminal.

Durante el periodo comprendido entre julio a octubre del año dos mil, Dirección de Fiscalía
continuó con la potestad exclusiva de autorizar la aplicación de criterios de oportunidad,
incluyendo aquéllos que potencialmente podían sucederse en sede de turno, por lo que, aunado
a las diferentes solicitudes que pudiesen provenir de las distintas Fiscalías a nivel nacional,
provocaron que, lógicamente y por imposibilidad material, dichas autorizaciones se paralizaran
en la fase de estudio de los casos planteados, lo cual ciertamente contrastaba con la fluidez y
dinamismo que la propia naturaleza de la figura requería.

En septiembre del año 2000, mediante Resolución del Fiscal General FG-046-00, se cera el
“Departamento de capacitación y Asesoría Técnico-Jurídica”, el cual inicia su funcionamiento en
el mes de octubre de ese mismo año, contemplándose reglamentariamente entre sus principales
funciones[11] la de otorgar efectividad al principio de unidad de actuaciones del ministerio
Público, mediante el asesoramiento de carácter técnico-jurídico a todas las Fiscalías a nivel
nacional, así como la dirección de los procesos de capacitación.

Es con base a esas delicadas funciones, y a requerimiento de su Fiscal Jefe, que los Fiscales
integrantes de dicho Departamento, incluyendo al primero, quedan incluidos en el ejercicio de
los turnos en sede policial.

Aprovechando lo anterior, de forma experimental y debido a la afluencia de casos que a diario se


presentaban en las referidas dependencias policiales de la capital, el Fiscal Jefe del Departamento
de capacitación y asesoría Técnico-Jurídica obtiene, por parte del Fiscal General, la facultad de
autorizar, a los Fiscales dependientes del mismo, la aplicación de criterios de oportunidad. De
esta forma, y en fecha 22 de octubre del año dos mil, se aplica en sede administrativa los
primeros criterios de oportunidad en el país.

De la experiencia anterior, se comprobó objetivamente la imperiosa necesidad de delegar, en los


superiores jerárquicos de cada Fiscalía Especial, Común y Regional, la facultad de autorizar la
aplicación de criterios de oportunidad, lo que condujo, en fecha 20 de noviembre del año dos mil
y mediante Resolución de Dirección General de Fiscalía número DGF-002-00, a la
descentralización de dicha facultad en los Fiscales Coordinadores Locales, Fiscales Coordinadores
Departamentales o Regionales y Fiscales Especiales y Titulares que coordinan Fiscalías Especiales
fuera de la capital de la República.

Así, se desprende de los registros estadísticos que, después de los primeros criterios de
oportunidad aplicados por el Departamento de Capacitación y Asesoría Técnico-Jurídica en el
mes de octubre hasta la conclusión del año dos mil, se ha suscitado un evidente incremento en la
aplicación de la figura. Incremento que se ha mantenido constante en lo que va del presente año
dos mil uno, con las particularidades y observaciones que a continuación detallaremos.

De un primer análisis general comparativo entre las estadísticas del año dos mil y las del presente
año hasta el tercer trimestre, septiembre incluido; resulta constatable el incremento en la
aplicación de criterios de oportunidad a nivel nacional.

A efecto de comprobar dicha aseveración, basta con resaltar que se aplicaron más criterios de
oportunidad en el mes de enero del dos mil uno (31 casos) que en los meses de agosto,
septiembre, octubre, noviembre y diciembre juntos del año dos mil (22 casos); debiéndose
evidenciar un incremento casi constante durante el resto de meses computados del presente
año, hasta un sorprendente declive, en el último mes registrado de septiembre, haciendo un
total de trescientos sesenta y cuatro (364) criterios de oportunidad aplicados a nivel nacional en
lo que va del presente año dos mil uno.

De lo anteriormente descrito, merece especial atención el analizar las circunstancias que


motivaron en el presente año, tanto el repentino incremento durante el mes de agosto (59
casos), como la sorprendente caída estadística sucedida inmediatamente después en el mes de
septiembre (26 casos).

Al respecto, y en lo concerniente al incremento en aplicación de criterios de oportunidad en el


mes de agosto, la razón en gran medida responde a que, con fecha ocho de agosto del año en
curso, el Fiscal General de la república, sobre la base de un informe previo preparado al efecto
por el Departamento de Capacitación y Asesoría Técnico-Jurídica, aprobó dos Instructivos que
han demostrado ser instrumentos esenciales para el correcto entendimiento y respaldo en la
aplicación de las dos figuras de simplificación procesal introducidas anticipadamente a la
completa vigencia del nuevo Código Procesal Penal: El Instructivo FG-001-2001, referente
precisamente a los criterios de oportunidad del Artículo 28; y, el Instructivo FG-002-2001,
referente a la conformidad del procedimiento abreviado, regulado en los Artículos 403 y 404[12].

Cabe destacar que ambos Instructivos distan mucho de las Circulares emitidas en su momento, y
sobre las mismas materias, por Fiscalía General a mediados del mes de junio del año dos mil.
Diferencia que reside, no únicamente en cuanto a su extensión y mayor profundidad de
análisis[13] que en los mismos se procura, sino esencialmente, en la mística de trabajo y cambio
de mentalidad que ambos fomentaban a favor de la aplicación efectiva, como obligación
ineludible, de dichos institutos.

Un poco más complejas, pero no por ello menos evidentes, resultan las circunstancias que
motivaron el posterior descenso estadístico en el mes de septiembre. Descenso que, cabe
destacar, continúa agudizándose en el último trimestre del presente año.

Principalmente, dichas circunstancias se resumen en una total falta de coordinación entre


Fiscales y cuerpos policiales en sus respectivas funciones instructoras complementarias (dirigir
técnico jurídicamente la investigación criminal, los primeros, y, realizar materialmente dicha
investigación, en el caso de los segundos).

Al respecto, permítasenos efectuar un somero análisis crítico de lo denunciado, no sólo por su


demostrada incidencia en la efectividad de estos instrumentos de simplificación procesal, sino
por el riesgo fundado de poner en eminente peligro todo el nuevo sistema de enjuiciamiento
criminal hondureño, incluso antes de su efectiva puesta en vigencia, al situar en crisis uno de los
principales pilares sobre los que descansa el éxito del proceso penal acusatorio propuesto: El
binomio Fiscal-Investigador.

En este sentido, y no obstante que la primera Ministra de seguridad nombrada en el país había
acertadamente solicitado al Fiscal general de la República la presencia de Fiscales en las sedes de
detención de la Policía Nacional, con el doble propósito de, por una parte, controlar
jurídicamente el debido actuar policial, y, por otra, dotar a la ciudadanía de la necesaria
seguridad jurídica con respecto a las denuncias planteadas; el actual Ministro de Seguridad, en el
transcurso del presente mes de julio, y con una decisión que no pude más que describirse como
cuanto menos de irreflexiva y unilateral, decidió expulsar de dichas sedes a tales funcionarios,
ordenando, además y a nivel nacional, que todas las denuncias junto con los detenidos fuesen
directamente presentados ante los órganos jurisdiccionales competentes, evitando así el
legalmente establecido filtro por parte del Ministerio Público y negándole, a su vez, su condición
de director técnico jurídico de la investigación. Con la consecuencia directa e inmediata de un
decrecimiento en la aplicación de criterios de oportunidad, especialmente en los casos de
flagrancia a los cuales esencialmente van dirigidos, produciendo nuevamente el desmesurado
aumento de los casos bagatelarios allegados a los Tribunales y su insalvable congestionamiento.

Resulta evidente que, bajo el irregular panorama anteriormente descrito, la resolución de


conflictos por vías alternas al enjuiciamiento, como es la aplicación de criterios de oportunidad,
no resulta más que una burda falacia.

Por supuesto que la posible situación paralela que podría estar sucediendo resulta incluso aún
más indeseable, como lo es la aplicación de criterios de oportunidad de facto y fuera de cualquier
control legal, por parte de la policía. Situación que no queda fuera de toda sospecha pues, en la
actualidad y ante la falta de un control efectivo por parte del Fiscal en la etapa de investigación,
resulta un hecho innegable que, solo llega a conocimiento del órgano acusador público, lo que el
ente policial determine.

Lo anterior, unido a un constatable debilitamiento de la Dirección General de Investigación


Criminal a favor de una errónea política de trasladar las facultades técnicas investigativas a los
entes policiales preventivos, dibujan una visión de futuro desalentadora para las positivas
expectativas que la generalidad de la población nacional ha hecho descansar sobre el nuevo
sistema procesal penal.

V. CONCLUSIONES

De todo lo anteriormente expuesto resulta procedente formular las siguientes conclusiones


generales.

En primer lugar, resultan constatables los esfuerzos que el Ministerio Público ha venido
realizando a favor de una efectiva aplicación de criterios de oportunidad. Debiendo destacarse,
como una de sus principales certezas, la creación de un Departamento de Capacitación y Asesoría
Técnico Jurídica; el cual, bajo la dirección del Señor Fiscal General de la República, ha creado la
vía adecuada, a través de la capacitación y la asesoría técnica, para dar respuesta efectiva a los
retos que presenta el nuevo sistema procesal penal.

No obstante, es deber reconocer, que, si bien se ha avanzado y se han dado pasos firmes y
determinantes en la materia, aún queda mucho por andar.

En segundo lugar, queda evidenciada la capacidad y la buena voluntad de la generalidad de los


miembros Fiscales del Ministerio Público para asimilar y afrontar instituciones tan novedosas
como la que es objeto de estudio. Sin perjuicio de tener que reconocer un temor fundado en la
aplicación de instrumentos tan ajenos a nuestra tradición y formación jurídica basada e un
respeto inflexible a principio de legalidad estricta.

Finalmente, y en tercer lugar, hacer hincapié en que la decisión de adoptar manifestaciones del
principio de oportunidad responde a una decisión exclusivamente d política criminal, por lo que
su efectividad dependerá, en gran medida, de que las posibles condiciones adversas para su
implementación sean efectivamente afrontadas bajo esa premisa.

Es decir, si bien la aplicación de estas figuras de simplificación se encuentran, principalmente,


bajo responsabilidad del Ministerio Público, en su condición de órgano acusador oficial, crear las
condiciones adecuadas para su efectividad es una obligación de todos los operadores de justicia,
órganos policiales y jurisdiccionales incluidos

En este sentido, la errónea política institucional aislada asumida por la Secretaría de Seguridad
resulta, a todas luces, contraria a esa asumida política criminal. Y al respecto permítasenos
exteriorizar nuestro pesimismo a una pacífica solución.

Y es que el problema no es de personalidades ni de actitudes, sino de estructuras, y mientras


esas estructuras permitan este tipo de disfuncionalidades, el futuro será siempre incierto, y su
falta de certeza, irremediablemente se acarreará su desconfianza.

Entendámoslo bien de una vez, el nuevo sistema procesal penal requiere, para su efectividad, o
por lo menos para garantizarle una justa oportunidad, que todas las distintas piezas que lo
conforman funciones debidamente. Si una sola de ellas falla, el engranaje en su conjunto corre el
riesgo de colapsar, y ese es un lujo que, a la luz de las exigencias sociales por un verdadero
Estado Constitucional de Derecho, no podemos aceptar.

La solución, a nuestro criterio, es y desde siempre ha sido clara, hacer depender la Dirección
General de Investigación Criminal del órgano encargado de la persecución penal pública. Por lo
que debemos concluir que, la reforma legislativa que producto la Ley Orgánica de la Policía
Nacional en la que separa al ente investigativo del seno del Ministerio Público, no representa más
que un buen ejemplo de una mala reforma a reformar.

VI. BIBLIOGRAFÍA

1. ARMENTA DEU, TERESA, Criminalidad de bagatela y principio de oportunidad: Alemania y


España, Promociones y Publicaciones Universitarias, Barcelona, España, 1991.

2. CONDE PUMPIDO FERREIRO, CANDIDO, El principio de oportunidad reglada: Su posible


incorporación al sistema del proceso penal español, en “Reforma del Proceso Penal II”, Congreso
de derecho Procesal de Castilla León, Ministerio de Justicia, Secretaría General Técnica de
Publicaciones, Madrid, España, 1989.

3. CUELLAR CRUZ, RIGOBERTO, La reforma procesal penal y el Ministerio Público en Honduras


Litográficos de Impresión, S de RL, Tegucigalpa, Honduras, 2001.

4. CUELLAR CRUZ, RIGOBERTO y MEDINA, ROY EDMUNDO, Compendio Fiscal: Reglamentos,


Instructivos y Dictámenes (2000-2003), Ministerio Público/Agencia Española de Cooperación
Internacional, Tegucigalpa, Honduras, 2004.

5. DE LA OLIVA SANTOS, ANDRES, Disponibilidad del objeto, conformidad del imputado y


vinculación del Tribunal a las pretensiones de las partes en el proceso penal, revista jurídica
“Revista General del Derecho”, número 577-578, octubre-noviembre, 1992, Págs. 9853-9903.

6. GOMEZ COLOMER, JUAN LUIS, El nuevo proceso penal abreviado (aspectos orgánicos y
procesales), revista jurídica “Poder Judicial”, número 26, 1992. Págs. 9-24

7. TOCORA, FERNANDO, Política criminal en América Latina, Ediciones del Profesional, Bogotá,
Colombia, 1999.
8. VASQUEZ SOTELO, JOSÉ LUIS, Discrecionalidad y Derecho procesal, revista jurídica “Justicia”,
números 3 y 4, 1995, Pág. 55.

9. TIJERINO PACHECO, JOSE MARIA, El principio de oportunidad en el ejercicio de la acción penal,


en “Reflexiones Sobre el Nuevo Proceso Penal”, Mundo Gráfico, San José, Costa Rica, 1996, Págs.
87-104.

[1] Publicado, por primera vez, en la Revista Jurídica de la Unidad Técnica de Reforma Penal de la
Corte Suprema de Justicia, “Justicia Penal”, año 1, número 1, enero del año 2002, Págs. 125-135.
[2] CUELLAR CRUZ, RIGOBERTO, La Reforma Procesal Penal y el Ministerio Público en Honduras:
Justificación y Perspectivas, Litográficos de Impresión, S. de R.L., Tegucigalpa, Honduras, Pág.
312.

[3] En este sentido, deben considerarse igualmente manifestaciones del principio de


oportunidad, toda vez que excluyen, limitan o condicionan el ejercicio de la acción penal pública:
La suspensión condicional de la persecución penal (Arts. 36-40 CPP) y las conformidades en el
proceso penal, tanto la que da lugar al procedimiento abreviado (Arts. 403 y 404), como la
estricta conformidad de prceso ordinario (Art. 322 CPP).

[4] TIJERINO PACHECO, JOSE MARIA, El principio de oportunidad en el ejercicio de la acción


penal, en “Reflexiones Sobre el Nuevo Proceso Penal”, Mundo Gráfico, San José, Costa Rica,
1996, Págs. 87-104.
[5] Al respecto puede verse, entre otros, CUELLAR CRUZ, RIGOBERTO, La reforma procesal penal
y el Ministerio Público en Honduras…, cit., Págs. 311 y SS.; GOMEZ COLOMER, JUAN LUIS, El
nuevo proceso penal abreviado (aspectos orgánicos y procesales), revista jurídica “Poder
Judicial”, número 26, 1992, Págs. 9-24; DE LA OLIVA SANTOS, ANDRES, Disponibilidad del objeto,
conformidad del imputado y vinculación del Tribunal a las pretensiones de las partes en el
proceso penal, revista jurídica “Revista General del Derecho”, número 577-578, octubre-
noviembre, 1992, Págs. 9853-9903; ARMENTA DEU, TERESA, Criminalidad de bagatela y principio
de oportunidad: Alemania y España, Promociones y Publicaciones Universitarias, Barcelona,
España, 1991; CONDE PUMPIDO FERREIRO, CANDIDO, El principio de oportunidad reglada: Su
posible incorporación al sistema del proceso penal español, en “Reforma del Proceso Penal II”,
Congreso de derecho Procesal de Castilla León, Ministerio de Justicia, Secretaría General Técnica
de Publicaciones, Madrid, España, 1989; VASQUEZ SOTELO, JOSÉ LUIS, Discrecionalidad y
Derecho procesal, revista jurídica “Justicia”, números 3 y 4, 1995, Pág. 55.

[6] A diferencia de las demás manifestaciones del principio de oportunidad presentes en nuestro
nuevo proceso penal (suspensión condicional del proceso, conformidad del procedimiento
abreviado y estricta conformidad del procedimiento ordinario), las cuales son estimadas por el
Fiscal de forma “intra procesal”, es decir, dentro del proceso penal en curso, una vez judicializada
la causa. De ahí que, en el caso de éstas y a diferencia de lo que ocurre con los criterios de
oportunidad, su finalidad es poner fin anormal al proceso penal ya iniciado, evitando la etapa de
juicio, mediante una resolución judicial que produce efectos de cosa juzgada. CUELLAR CRUZ,
RIGOBERTO, La reforma procesal penal y el Ministerio Público en Honduras…, cit., Págs. 311 y SS.
[7] Descartando así, por ejemplo, la justificación, por ser categóricamente errónea, de que con la
vigencia del mismo se atiende de manera más fiel a un supuesto sistema de mayor contenido
acusatorio; dado que, ciertamente, el facultar al Ministerio Público para poder abstenerse o
condicionar el ejercicio de la acción penal pública, nada tiene que ver con la existencia o no de un
verdadero sistema de corte predominantemente acusatorio. CUELLAR CRUZ, RIGOBERTO, La
reforma procesal penal y el Ministerio Público en Honduras…, cit., Pág. 313.

[8] Sin ánimo de desconocer otras plenamente identificadas pos la generalidad de la doctrina
procesal, tales como las mencionadas de economía procesal, priorización de causas,
resarcimiento efectivo e inmediato a favor de la víctima por del daño producido como causa del
delito, facilitación de los procesos de rehabilitación, etc.
[9] Este punto en particular, a nuestro parecer, no merece mayores comentarios. Basta para
demostrar su solidez argumentativa, con observar nuestros regímenes penitenciarios nacionales
para llegar fácilmente a concluir en que, lejos de representar verdaderos centros de reeducación
o resocialización, constituyen auténticas escuelas del crimen en los cuales una persona puede
ingresar por la comisión de un delito de hurto y egresar experto en robo de vehículos. Lo
anterior, sin profundizar en el tema de la estigmatización social agregada que con ello se
provoca, ante la característica de pobreza extrema que predomina en nuestras poblaciones
penitenciarias. Al respecto puede verse, especialmente, TOCORA, FERNANDO, Política criminal en
América Latina, Ediciones del Profesional, Bogotá, Colombia, 1999.

[10] Al respecto el Código Procesal Penal, en su Artículo 446, literalmente establece lo siguiente:
“Ámbito temporal de validez. Las disposiciones contenidas en este Código serán aplicables a
todas las causas que se inicien a partir de la fecha en que entran en vigencia; las que se
encuentren en trámite para esa fecha deberán continuarse hasta su finalización conforme al
Código de Procedimientos Penales, emitido el 24 de octubre de 1984.

No obstante lo anterior, entrarán en vigencia a partir de la fecha de publicación de este Código


los Artículos que se refieren: A la “Asistencia Técnica y Defensa” (Artículo 15), al “Criterio de
Oportunidad” (Título II, Capítulo II, Libro Primero), a “Casos en que no podrá decretarse prisión
preventiva” (Artículo 183), a los “Asuntos sobre los que debe recaer la sentencia y sus alcances,
prohibición de reforma peyorativa (non reformatio in pejes)” (Artículo 350), y al “Procedimiento
abreviado” (Artículos 403 y 404).
[11] Con respecto a las funciones específicas del departamento de capacitación y Asesoría
Técnico-Jurídica, puede verse el “Reglamento de Organización, Atribuciones y Funcionamiento
del Departamento de Capacitación y Asesoría Técnico-Jurídica de la Fiscalía General de la
República”, aprobado por el Señor Fiscal General de la República, Abog. Roy Edmundo Medina,
mediante Acuerdo No. FG-001-2001. CUELLAR CRUZ, RIGOBERTO y EDMUNDO MEDINA, ROY,
Compendio Fiscal: Reglamentos, Instructivos y Dictamenes (2000-2003), Ministerio
Público/Agencia Española de Cooperación Internacional, Tegucigalpa, Honduras, 2004, Págs. 4 y
SS.
[12] CUELLAR CRUZ, RIGOBERTO y MEDINA, ROY EDMUNDO, Compendio Fiscal…, cit., Págs. 11-
43.
[13] Lo que fue posible gracias a la experiencia acumulada previamente y la consagración de la
misma en los siete Dictámenes elaborados por el Departamento de Capacitación y Asesoría
Técnico-Jurídica, en respuesta a consultas elevadas por diversas Fiscalías Especiales y Regionales
de la República, con respecto a diversos extremos concernientes a la aplicación de dichos
criterios. Al respecto, pueden verse los Dictámenes DCATJ-003-2000; DCATJ-001-2001; DCATJ-
002-2001; DCATJ-005-2001; DCATJ-006-2001y DCATJ-010-2001. CUELLAR CRUZ, RIGOBERTO y
MEDINA, ROY EDMUNDO, Compendio Fiscal…, cit., Págs. 11 y SS.

posted by Rigoberto Cuéllar Cruz at 11:14 PM

martes, 25 de enero de 2011

PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD Y ACUERDOS REPARATORIOS

Por: Abog. Javier Chaupín Dávila

Dentro de las novedades que nos ha traído el Código Procesal Penal (en adelante CPP), se
encuentran los criterios de oportunidad, los mismos que podemos encontrarlos en el Art. 2° del
CPP. Vigente en este distrito judicial, los cuales se presentan en sus dos variantes 1) Principio de
Oportunidad, y 2) Acuerdos Reparatorios, los mismos que permiten que ciertas conductas
tipificadas como delito de escasa relevancia social sean resueltas en instancia preliminar,
impidiendo que los mismos lleguen a instancia jurisdiccional, donde también es factible su
aplicación, poniéndose a la par de las corrientes procesales imperantes en el mundo que buscan
una solución más rápida y efectiva en la solución de conflictos penales.

1) PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD:
El principio de oportunidad, es la potestad que tiene el Ministerio Público de de abstenerse de
ejercitar la acción penal, o si se hubiese ejercitado ya la acción penal, solicitar ante el órgano
jurisdiccional el archivamiento de la causa, puede hacerlo el fiscal de oficio o a pedido del
imputado, este criterio de oportunidad solo procederá en determinados casos:
a. Cuando el agente haya sido afectado gravemente por las consecuencias de su delito, culposo o
doloso, siempre que este último sea reprimido con pena privativa de libertad no mayor de cuatro
años, y la pena resulte innecesaria.
b. Cuando se trate de delitos que no afecten gravemente el interés Público, salvo cuando el
extremo mínimo sea superior a los dos años de pena privativa de la libertad, salvo que hubieren
sido cometido por funcionario público en el ejercicio de su cargo.
c. Cuando conforme a las circunstancias del hecho y a las condiciones personales del denunciado,
el fiscal puede apreciar que concurren los supuestos atenuantes de los art. 14, 15, 16, 21, 22 y 25
del Código Penal, y se advierta que no existe ningún interés público gravemente comprometido
en su persecución. No será posible cuando se trate de un delito conminado con una sanción
superior cuatro años de pena privativa de libertad o cometido por un funcionario público en el
ejercicio de su cargo.
Para la tramitación de este criterio de oportunidad el Fiscal citará al imputado y al agraviado, con
la finalidad de realizar una audiencia en donde se tratará de llegar a un acuerdo, si el agraviado
no asiste a la citada diligencia el Fiscal está facultado para determinar el monto de reparación
civil que para el caso en concreto corresponda, en caso hubieren asistido las partes a la audiencia
y se hubiese llegado a un acuerdo sobre la reparación civil, pero no hubiese ocurrido lo mismo en
cuanto al plazo para hacer el pago efectivo, el Fiscal lo fijará, el cual no excederá los nueve
meses, cabe mencionar además que de existir un plazo para el pago de la reparación civil, se
suspenderán los efectos de la decisión de abstención hasta su efectivo cumplimiento, de no
producirse el pago en el plazo convenido, se dictará la correspondiente disposición para la
promoción de la acción penal, mediante resolución inimpugnable..
Cuando el investigado y el agraviado hayan arribado a un acuerdo y este conste en un
instrumento público o documento privado legalizado notarialmente, no será necesaria la
realización de la diligencia de acuerdo.
Los efectos subsecuentes del principio de oportunidad, al haberse satisfecho la reparación civil, el
Fiscal expedirá una disposición de abstención de ejercitar la acción penal, esta disposición
impide, bajo sanción de nulidad que otro fiscal pueda promover u ordenar, que otro fiscal pueda
promover y ordenar que se promueva acción penal por una denuncia que contenga los mismos
hechos.
El principio de oportunidad constituye una herramienta importante en la aplicación de una
justicia penal restaurativa, cuya finalidad entre otras esta la de mejorar la administración de
justicia, descongestionando los despachos judiciales, auxiliando de manera célere y eficaz a la
víctima del delito, evitando la estigmatización de aquellos que habiendo cometido delitos
culposos sean sometidos a sendos procesos penales, aplicando los principios de ultima ratio, y el
de mínima intervención, interviniendo el derecho penal como último recurso, reservando tal
intervención para hechos que afecten gravemente el interés público, en aquellos casos en que
sea estrictamente necesario, es decir en aquellos casos donde no queden otros medios para la
protección social, reafirmando pues la subsidiariedad del derecho penal, frente a otras ramas del
ordenamiento jurídico.
2) ACUERDOS REPARATORIOS:
Este novedoso criterio de oportunidad, que nos ha traído el Decreto Legislativo N° 957 – CPP,
guarda cierta similitud con el Principio de oportunidad, pues también constituye un medio
alternativo de solución de conflictos penales, la cual se encuentra contemplada en los numerales
6) y 7) del Art. 2° del C.P.P., a diferencia del principio de oportunidad esta puede proponerse, por
el Fiscal, el investigado o por la propia víctima, la otra diferencia saltante es que en el caso de
delitos dolosos se especifican en numerus clausus los delitos en los que se puede aplicar este
criterio de oportunidad, entre los cuales tenemos: Lesiones (Art. 122 C.P.), Hurto Simple (Art. 185
C.P.), Hurto de uso (Art. 187), Hurto de Ganado tipo base (Art. 189 – A), Apropiación Ilícita (Art.
190), Sustracción de bien propio (Art. 191), apropiación irregular (Art. 192), Apropiación de
prensa (Art. 193), estafa (Art. 196) Defraudación (Art. 197), Fraude en la Administración de
personas jurídicas(Art. 198), Daños simples (Art. 205), y Libramientos indebidos (Art. 215); así
como en los delitos culposos.
El Fiscal citará a una audiencia de acuerdo entre las partes y propondrá un acuerdo reparatorio
entre el investigado y el agraviado, de haber si procede el acuerdo el fiscal se abstendrá de
ejercitar la acción penal, en el caso de que la acción penal hubiera sido promovida (entiéndase
estado de investigación preparatoria), el Juez de investigación preparatoria a solicitud del fiscal y
con la aprobación del imputado y citación del agraviado, podrá dictar auto de sobreseimiento,
hasta antes de que se hubiere formulado la acusación, en el caso de los acuerdos reparatorios al
tratarse de un acto jurídico arribado de manera consensuada, basta la presentación del acuerdo
en un instrumento público o privado legalizado notarialmente, para que el Juez dicte auto de
sobreseimiento.
En el caso de los acuerdos reparatorios estos no procederán cuando haya pluralidad de
importante de víctimas o concurso con otro delito, este criterio de oportunidad al igual que el
anteriormente señalado, constituye una herramienta con el cual cuenta el sistema penal
acusatorio que propugna el Código Procesal Penal, cuya finalidad es acabar el retardo procesal y
la aglomeración de causas en sede jurisdiccional, abaratar los costes del proceso, así como
asegurar que las víctimas recuperen el patrimonio perdido y/o sean resarcidas económicamente
por el daño causado con el accionar delictivo, evitando largos y tediosos procesos que a la final
solo generaran gastos a la víctima y un descrédito al sistema de justicia de la nación, apostemos
por las salidas alternativas que propone el Código Procesal Penal, dejemos de lado la cultura
litigiosa, y recurramos a las salidas consensuadas que satisfagan a todas las partes.

Publicado por Javier Julio Chaupín Dávila en 10:17

domingo, 13 de diciembre de 2009


EL PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD EN EL NUEVO CODIGO PROCESAL PENAL

GILBERTO FÉLIX TASAYCO


FISCAL SUPERIOR PENAL-DOCENTE DE LA AMAG Y UIGV

Sumario: I. Breve introducción. II. El principio de oportunidad, evolución y concepto. III.


Clasificación. IV. Principio de legalidad y principio de oportunidad. V. El principio de oportunidad
en el NCPP. VI. Vigencia práctica del principio de oportunidad. VII. A modo de conclusión.

I. BREVE INTRODUCCIÓN

Cuando en la Universidad comenzamos una exposición o el desarrollo de un artículo como el que


ahora nos ocupa la primera pregunta que se nos viene a la mente es ¿Porqué debemos estudiar
Derecho procesal penal? ¿Para qué debemos conocer los principios y las reglas del proceso
penal? La respuesta inmediata generalmente es: para aprobar los exámenes y luego obtener el
título profesional. Y es que muchas veces se nos impone el estudio sin siquiera haber tenido la
oportunidad de pasar por un examen exhaustivo de vocación profesional. Ortega y Gassett decía:
“el estudiante es un ser humano, masculino o femenino, a quien la vida le impone la necesidad
de estudiar las ciencias de las cuales el no ha sentido la inmediata y auténtica necesidad”. Por
eso, consideramos, que los estudiantes universitarios necesitan saber la importancia de sus
instituciones procesales a fin de que se sientan motivados para desempeñar su rol; sin embargo,
rara vez se les estimula a reflexionar sobre el porqué y el para qué de la auténtica necesidad de
estudiar cada una de esas instituciones. Aquí vamos a efectuar un análisis de las bondades del
principio de oportunidad que desde ya catalogamos como un extraordinario instrumento
estratégico que posibilita la flexibilidad en la persecución penal y que como política apunta a un
afianzamiento de la mejora del servicio al público . Así, para iniciar el presente trabajo vamos a
partir de la siguiente tesis: el principio de oportunidad es uno de los mejores filtros procesales
que trae el nuevo sistema acusatorio y que debe ser utilizado prioritariamente por todos los
fiscales penales y mixtos de la república.

II. EL PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD, EVOLUCIÓN Y CONCEPTO

En el Perú, el principio de oportunidad no fue, no es, ni será una institución procesal eficaz si los
jueces, fiscales y abogados defensores no se comprometen con la idea de que es un gran filtro de
descarga procesal, cuyos resultados no solo benefician al Ministerio Público sino también del
Poder Judicial, la defensa pública y a todo estamento, incluida la sociedad, que guarde relación
con el aparato de la administración de justicia en el país. Por supuesto que desde un punto de
vista macro resulta necesario precisar que dicha eficiencia no será factible además, si el Poder
Ejecutivo no destina los recursos necesarios para el éxito en su aplicación.

Ahora bien, si hacemos un análisis de la evolución legislativa del principio de oportunidad,


encontraremos que éste tiene su génesis en el artículo 2° del Código Procesal de 1991, siendo
que el Proyecto de Código Procesal Penal de 1995 también materializa legislativamente este
importante y acertado mecanismo procesal. La Ley de celeridad y eficacia procesal penal
publicada en el diario “El peruano” el 10 de diciembre de 2003 hace el siguiente agregado al
artículo 2° del Código Procesal Penal: “En los delitos de lesiones leves, hurto simple y apropiación
ilícita de los artículos 122°, 185° y 190° del Código Penal y en los delitos culposos, en los que no
haya pluralidad de víctimas o concurso con otro delito, antes de formalizar la denuncia penal, el
fiscal citará al imputado y a la víctima para proponerle un acuerdo preparatorio. Si ambos
convienen en el mismo, el fiscal se abstendrá de ejercitar la acción penal. Si el imputado no
concurre a la segunda citación o se ignora su domicilio o paradero, el fiscal formalizará la
denuncia correspondiente”.

No hay que olvidar que después de 1991 se hicieron algunas modificaciones al texto del artículo
2° con la Ley N° 27072, del 23 de marzo de 1999, y la Ley N° 27664 del 08 de febrero de 2002, el
primero que enfatiza “... exista un acuerdo con la víctima respecto a la reparación civil”, y el
segundo que agrega: “Si el acuerdo con la víctima consta en instrumento público o documento
privado legalizado por Notario no será necesario que el juez cite a las partes a que presten su
consentimiento expreso para la aplicación del principio de oportunidad. Si la acción penal
hubiera sido ya ejercida, el juez podrá, a petición del Ministerio Público, o de la parte agraviada,
dictar auto de sobreseimiento en cualquier etapa del proceso, bajo los supuestos ya establecidos,
en un plazo no mayor de diez días”. En efecto, estos son los antecedentes pre legislativos que
inspiran al legislador del Nuevo Código Procesal Penal del 2004 para continuar su positivización
en el artículo 2° del Libro Primero, que faculta al Ministerio Público abstenerse del ejercicio de la
acción penal en casos especiales.

Respecto a la definición del principio de oportunidad, Pedro Miguel ANGULO ARANA sostiene
que lo que genera la oportunidad es un procedimiento de abstención fiscal de ejercitar la acción
penal, en virtud del cual, vía la aplicación de alguno de los criterios de oportunidad concretos, el
fiscal se apartará discrecionalmente de su función persecutoria, ofreciendo al inculpado, una
propuesta conciliatoria que, finalmente, de ser aceptada, culminará con resolución final que
tendrá el carácter de irrevisable . Otra definición que recogemos es la del doctor Jorge ROSAS
YATACO que apunta, en suma, la conceptuación del principio de oportunidad implica la
abstención del ejercicio de la acción penal por parte del representante del Ministerio Público,
cuando ocurra alguna de las circunstancias taxativamente señaladas en la ley .
El profesor chileno MAURICIO DUCE enseña que se trata de la facultad que se otorga a los fiscales
para cerrar aquellos casos en los que, aún habiendo antecedentes para investigar o incluso
acusar, se considere que los hechos son de una gravedad muy reducida y no comprometen
gravemente el interés público . Nosotros consideramos en definitiva, que el principio de
oportunidad es una institución procesal que se aplica facultativa y discrecionalmente por el
Ministerio Público, extra o intra proceso, y que se concreta con la resolución de abstención del
ejercicio de la acción penal o con la petición al juez del sobreseimiento del proceso ya
promovido, en delitos de mínima lesividad y que no comprometen gravemente el interés público.

III. CLASIFICACIÓN

Este rubro nos ayudará a ubicar la clase o el sistema que adopta el legislador peruano sobre el
principio de oportunidad. Así, tenemos que el sistema guarda relación con la facultad que en
cada país se otorga al fiscal para perseguir el delito a través de una oportunidad libre, propia del
derecho anglosajón o una oportunidad reglada o atenuada, que se aplica en el derecho europeo
continental.

a) Oportunidad Libre

Es el que se aplica en el derecho anglosajón, que en opinión de CAFFERATA NORES el fiscal sólo
lleva a juicio aquello que puede “ganar” logrando una condena, por lo que si no existe tal
posibilidad, no hay acusación, o que para lograr la condena se permitan negociaciones que
pueden llevar a su impunidad parcial, o la de los otros delitos cometidos.

Según MELGAREJO BARRETO en la oportunidad libre el fiscal ejerce las facultades persecutorias
con una ilimitada discrecionalidad; por cuanto se ignora el principio de legalidad, dando lugar al
principio de oportunidad que debe aplicarse como regla absoluta y casi obligatoria. No se admite
siquiera que el Fiscal pueda ser obligado a perseguir un caso de un hecho delictivo, éste tiene un
amplio rango de discreción, hasta el punto que se le faculta si puede ordenar una investigación
sobre un caso concreto o no, decidir si se inicia formalmente la persecución; si negocia con el
imputado, elegir los cargos que se formula, donde y cuando, sin sujetarse a ninguna regla
preexistente.

El sistema procesal penal de Estados Unidos tiene un sistema de oportunidad libre que se basa en
una negociación jurídica del caso o plea bargaining entre el fiscal y el acusado. El plea bargaining
consiste en concesiones que el fiscal hace a cambio de la aceptación de responsabilidad del
imputado, aceptación que significa la renuncia al juicio. Las concesiones pueden consistir en la
imposición de una condena leve por el hecho efectivamente cometido, o bien en la imputación
de menos cargos o un cargo menor que el efectivamente cometido, o una combinación de
ambos. El beneficio para el imputado es una pena menor que la que obtendría si el jurado lo
declarara culpable, pues la decisión de ir a juicio aumenta la pena en un porcentaje promedio
que hace unos años era el 40 %. Si bien la Constitución estadounidense establece el derecho a ser
juzgado por un jurado imparcial, casi ningún imputado hace uso de ese derecho, dado que el 90
% se declara culpable antes de correr el riesgo de ir a juicio por un hecho más grave o por una
pena mayor .

Estas son pues las características particulares del derecho penal anglosajón, con especial
referencia al derecho norteamericano, por ser éste donde tiene su origen el principio de
oportunidad, que posteriormente fue adoptado por el derecho europeo continental, y finalmente
acogido por el artículo 2° de nuestro Código Procesal Penal.

b) Oportunidad reglada

Esta modalidad de principio de oportunidad, como ya dijimos, es propia del derecho continental
europeo, que implica que es la norma la que va a establecer los presupuestos legales para la
factibilidad o no de su aplicación. El Perú, en ese sentido, adopta la línea de la discrecionalidad
reglada al facultarse al fiscal la abstención del ejercicio de la acción penal a través del Código
Procesal Penal de 1991 y del 2004. En efecto, la predeterminación normativa regula y limita el
ámbito de acción que el fiscal debe tener en cuenta para la aplicación justificada del principio de
oportunidad.

El profesor y fiscal PEDRO ANGULO ARANA apunta que el principio de oportunidad reglado es
aquel que faculta al fiscal ante determinados conflictos penales, a abstenerse de ejercitar la
acción penal o solicitar el sobreseimiento del proceso existente, en caso de haberlo promovido,
fundamentándose en principios de interés social, logrando la composición social, mediante la
aplicación de la equidad, previa la concurrencia de ciertos requisitos señalados en la ley .

IV. PRINCIPIO DE LEGALIDAD Y PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD

La sobrecarga procesal es uno de los núcleos problemáticos estructurales que se ha materializado


en el Ministerio Público de Perú por dos principales razones: primero, por el incremento de la
conflictividad, y segundo, por la falta de una óptima política de racionalización de recursos para
afrontarla. Evidentemente, la solución tiene que ser enfocada desde un proceso de
modernización integral del sistema de administración de justicia. Sin embargo, no es el momento
de hacer un estudio macro de esta problemática, sino, vamos a limitarnos a focalizar brevemente
el análisis de la importancia del criterio de selectividad frente al principio de legalidad procesal,
desde la perspectiva de una mejor utilización de los recursos que legitime la fortaleza del
Ministerio Público en la persecución del delito.

En una sociedad con una cultura altamente litigiosa, conflictiva y audaz para denunciar, que
quiere servirse del Ministerio Público por causas irracionales y sin asidero penal, se debe oponer
resistencia con una política de persecución penal eficaz y eficiente que coadyuve a la solución de
la conflictividad con una gestión selectiva y discrecional.

La eficacia en la persecución penal tiene una seria dificultad en el clásico principio de legalidad
procesal o de indeclinabilidad. La idea de que el principio de legalidad implica la investigación de
todos los delitos, hasta las últimas consecuencias, no resulta clave para la vigencia práctica de un
sistema de justicia acorde con una adecuada y eficiente política criminal que adopte el Ministerio
Público.

El principio de legalidad procesal, tal como lo entiende BOVINO, impone a los órganos estatales
correspondientes el deber de promover la persecución penal en todos los casos en que se tenga
conocimiento de una noticia acerca de la posible comisión de un hecho punible de acción pública.
Pero la cuestión de que el Ministerio Público deba investigar todos los delitos es un tema
superado y criticado en la doctrina procesal contemporánea. CAFFERATA NORES enseña que el
principio de legalidad sufre sus más severas críticas desde la óptica de su aplicación práctica y allí
nos encontramos con que por encima de lo que manda la ley, en verdad no tiene vigencia. La
realidad indica que, en el mundo, no hay sistema judicial que pueda dar tratamiento a todos los
delitos que se cometen; ni siquiera a los que a él ingresan. En la actualidad se admite que el
principio de legalidad procesal no sólo carece de fundamentos teóricos y de posibilidades de
realización efectiva sino que, además, contribuye a la generación y consolidación de prácticas
aberrantes en el marco de la justicia penal.

En efecto, el debate se ha centrado entre el tradicional principio de legalidad procesal y los


mecanismos de selectividad o discrecionalidad que con mayor flexibilidad hacen del sistema de
justicia penal uno eficiente y altamente deseable. En los países donde prima la legalidad procesal
se piensa que todos los delitos deben ser investigados a través de la política de todo contra todo,
lo que resulta una política que peca de insensatez pues en ningún país del planeta se puede
investigar todos los delitos. El país que adopte como política la obligatoriedad de la persecución
penal para todos los delitos, es un país que tiende a desarrollar una crisis o el colapso de su
justicia penal.

En el Perú se gastan grandes recursos al tratar de investigar todos los delitos sin tener en cuenta
una efectiva selección de causas; contratos que se quieren criminalizar, “usurpaciones” que
generalmente son actos netamente civiles, persecución de delitos ininvestigables y donde a veces
la propia víctima no tiene interés en la persecución, complican las investigaciones de graves
delitos que a la larga van a fotografiar a una fiscalía débil, sin una adecuada política de
racionalización de recursos y que ante la sociedad pierde credibilidad; pero a pesar que el fiscal
conoce que esas denuncias no tienen destino, apela muchas veces a la persecución penal pública
absoluta e irrestricta, y en vez de sincerar su decisión con un archivo, dispone hasta ampliaciones
de investigación generando falsas expectativas al otorgar a los denunciantes una apariencia
inmoral de legalidad. Así se genera la existencia de la eterna sobrecarga procesal. Ello explica el
porqué tenemos que diferenciar los casos conducentes - relevantes y los inconducentes y sin
futuro; en otras palabras, debemos orientar los recursos en perseguir delitos investigables como
los homicidios, los delitos de corrupción o violaciones, en vez de perseguir delitos irrelevantes e
inconducentes que solo van a incrementar el gasto público, distrayendo horas - hombre que
deben destinarse, con mejores réditos, a casos conducentes, graves y de suma complejidad.

Pero la selectividad no solo reclama una gestión efectiva de micropolíticas por parte del fiscal en
particular; también es fundamental para la gestión de los órganos de gobierno del Ministerio
Público. Una muestra de gestión macro compatible con categorías auténticas de maximización de
recursos es la directiva 01-2006-FN-MP que exige un compromiso a los fiscales para que incidan
en la aplicación del principio de oportunidad y para que los fiscales provinciales participen
directamente en las investigaciones. Un punto crítico que indirectamente afecta la gestión de la
conflictividad es el problema de las verificaciones de insumos químicos fiscalizados que repercute
en la pérdida de horas-hombre y que deteriora el aspecto funcional de la persecución del delito
al tener que participar el fiscal como “fedatario” de los actos administrativos que generalmente,
sin ser delitos, tienen que efectuarse con la intervención de los fiscales penales y mixtos, que
naturalmente van a distraer tiempo valioso en detrimento de la persecución de verdaderos
delitos que ponen en peligro la seguridad pública.

En este contexto, la selectividad se erige como el criterio discrecional y funcional, que ha hecho
del principio de legalidad procesal un principio censurable que en la justicia penal de hoy ha
perdido vigencia práctica. Desafortunadamente, habrá quienes dirán que todos los delitos deben
ser investigados en base al principio de igualdad y no discriminación, desde el menos grave al
más grave. Pero ¿Será razonable que las instituciones estatales como el Ministerio Público y el
Poder Judicial orienten sus recursos a investigar delitos inconducentes y sin futuro? Haciendo un
análisis económico del derecho, evidentemente que no. En consecuencia, la selección de causas
se encuentra inmersa en la viabilidad de los procesos de reforma que tienen en el principio de
legalidad procesal un burócrata enemigo de la eficiencia.

V. EL PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD EN EL NUEVO CODIGO PROCESAL PENAL

El artículo 2° del Nuevo Código Procesal Penal promulgado el 29-07-2004, vía Decreto Legislativo
N° 957, señala los casos en que el Ministerio Público de oficio o a pedido del imputado y con su
consentimiento expreso, podrá abstenerse de ejercitar la acción penal. Lo destacable de este
mecanismo procesal es que resulta ser un importante filtro que apunta a la descarga procesal en
el sistema y que en concordancia con el Derecho penal sustantivo y la política criminal estatal,
implica la aplicación del principio de última ratio del Derecho penal. La regulación normativa
antes expuesta requiere para la aplicación del principio de oportunidad los siguientes
presupuestos generales: a) causa probable de la comisión del delito y su vinculación con el
imputado; y, b) consentimiento expreso del imputado. Pero, según el caso, se requiere el
cumplimiento de presupuestos específicos: a) falta de necesidad de pena; b) falta de
merecimiento de pena; c) mínima culpabilidad; d) pago de la reparación civil o acuerdo con el
agraviado en ese sentido; y, e) que el beneficiado no sea funcionario público que cometió el
delito en el ejercicio de su cargo. Conviene advertir que, la aceptación expresa del imputado para
que se le aplique el principio de oportunidad tiene efecto vinculante para el fiscal.

Desde el ámbito constitucional, podemos apreciar que el principio de oportunidad no tiene rango
constitucional; situación diferenciada con algunos países latinoamericanos como Colombia que
en el artículo 250º de su Constitución Política prevé el deber de la persecución penal, salvo en los
casos que establezca la ley para la aplicación del principio de oportunidad regulado dentro de la
política criminal del Estado, pero con sometimiento a un control de un juez de garantías.

Pedro ANGULO ARANA resalta las novedades positivas y las dudosamente positivas del principio
de oportunidad en el Nuevo Código Procesal Penal. Se imposibilita la aplicación de los criterios a
favor de funcionarios públicos que incurren en delitos en el ejercicio de su cargo. Resulta
importante que la inasistencia del agraviado no paralice el procedimiento, pues aquel por
diversas razones podría no desear concurrir a la diligencia. El fiscal se advierte que asume un rol
de tutela del interés del agraviado pues deberá fijar la reparación y además el plazo de pago
cuando sea ello necesario. Entre las dudosamente positivas dice que el plazo de 9 meses nos
parece un límite demasiado subjetivo y que podría echar por tierra algunas buenas voluntades
que razonablemente no podrían ajustarse a él. Comprendemos la preocupación porque pueda
existir malicia en las tratativas y paralelamente porque avance el plazo de prescripción. A nuestro
entender, podría suspenderse excepcionalmente el que corra el plazo de prescripción de los
delitos en caso que se está intentando la aplicación del principio de oportunidad. También
podrían establecerse normas sancionadoras del mal uso del instituto .

En relación a las disposiciones internas que existen en el Ministerio Público tenemos la Circular
N° 006-95-MP-FN de noviembre de 1995 en el que se señalan las pautas que deben seguir los
fiscales para aplicar el principio de oportunidad. Sin embargo, el 12 de junio de 2005 se publica el
Reglamento de Aplicación del Principio de Oportunidad por Resolución de la Fiscalía de la Nación
N° 1470-2005-MP-FN.

Este reglamento trae dos aspectos sumamente importantes: el primero, relacionado con la
acertada medida de buscar la generación de recursos propios para el Ministerio Público,
señalándose que en cualquiera de los casos, en la misma audiencia, el Fiscal hará de
conocimiento del imputado que deberá abonar, el equivalente al 10 % del monto acordado o
fijado para la reparación civil, con la finalidad de cubrir los gastos de administración y los
incurridos en la aplicación del principio de oportunidad, a favor del Ministerio Público. Se trata de
una acertada medida que como reiteramos marca el inicio de la política de generación de
recursos propios para el Ministerio Público al igual como sucede con el Poder Judicial.

El segundo aspecto guarda relación con el plazo del pago de la reparación civil, que para los casos
que dicha reparación sea fijada por el fiscal, el plazo no podrá exceder los seis meses. Aquí no
habría una correspondencia entre el Reglamento y el Decreto Legislativo N° 957, pues en el
artículo 2° inciso “3” del Nuevo Código Procesal Penal se establece un plazo de nueve meses.

VI. VIGENCIA PRÁCTICA DEL PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD


Una revisión de los datos estadísticos existentes sobre la aplicación del principio de oportunidad
en el Perú nos va a mostrar una decepción en números en lo que se refiere a su vigencia práctica.
Los resultados son nada significativos pues no se alcanza siquiera el 4 % de aplicación sobre las
denuncias que ingresan al Ministerio Público a nivel nacional. Esto nos debe llamar la atención
para no caer en el fetichismo legal que no es más que creer que la norma o en este caso un
Código Procesal Penal moderno va a cambiar todo lo negativo del sistema.

PABLO SANCHEZ VELARDE al efectuar un análisis crítico de esta institución dice que los informes
estadísticos son muy claros pues permiten medir la intensidad de su aplicación. Así por ejemplo,
en el año de 1999 han ingresado como denuncias al Ministerio Público un número total de
185,506 y se ha aplicado el principio de oportunidad sólo en 799 casos, es decir, el 0.43 %. En el
mismo año, un trabajo de investigación de campo realizado en seis fiscalías provinciales penales
de Lima, revela que de un total de 4,613 denuncias ingresadas, sólo en 91 casos se promovió la
aplicación del principio de oportunidad y de ellas sólo 13 fueron archivadas en virtud de dicho
principio . Ahora bien, haciendo un contraste con las estadísticas de Colombia tenemos que para
el año 1999 se aplicó el principio de oportunidad en 10.159 casos . En Chile, para el universo de
los casos recepcionados durante el primer semestre de 2001, se aplicó en ese mismo periodo un
criterio de oportunidad en 5.981 casos .

Evidentemente, las estadísticas antes citadas reflejan una subutilización del principio de
oportunidad en nuestro país. No obstante, en los últimos años, específicamente en el año 2006
ingresaron al ministerio público 184,067 denuncias a nivel nacional aplicándose el principio de
oportunidad en 4,770 casos lo que arroja un 2.59 %; a septiembre de 2007 el índice de aplicación
se incrementa a un 3.21 %; índices porcentuales aún bajos esperándose que se continúe con la
tendencia del crecimiento si se tiene en cuenta que el proceso de reforma concluye con Lima
metropolitana en el año 2012. Lo expresado invita a una reflexión a fin de determinar cuál es la
problemática de esa escasa aplicación práctica de la oportunidad. En este apartado vamos a
señalar sólo dos factores que creemos son los que más influyen para que no se aplique el
principio de oportunidad por los señores fiscales.

1. Falta de compromiso con sus ventajas: El fiscal de los distritos judiciales donde aún no se ha
implementado el nuevo sistema acusatorio no aplica el principio de oportunidad porque la
sobrecarga procesal que existe en su Despacho lo satura. Ante esta real situación, al fiscal le
resulta más conveniente formalizar la denuncia penal antes de acudir a la aplicación del principio
de oportunidad, logrando por un lado disminuir momentáneamente su carga procesal, pero por
otro, que es lo más grave, trasladar dicha carga a todo el sistema penal, con costos innecesarios
para el Estado.

2. Problemas estructurales: Consideramos que el Ministerio Público debe destinar recursos para
la creación de Fiscalías Especializadas en Principio de Oportunidad o de Terminación Temprana
en todo el país; debiéndose tener en cuenta que resulta necesario ventilar el tema de las
notificaciones que precisamente es uno de los problemas mayores que imperativamente debe
ser reestructurado.

CHRISTIAN SALAS BETETA afirma que algunos despachos se muestran incómodos al aplicar el
principio de oportunidad a los presupuestos obligatorios, debido a que conforme muchos
afirman “llevar a cabo dicho trámite les causa un retraso en la carga laboral”, ya que el imputado
no se presenta a las citaciones efectuadas, o no es ubicado; en la Audiencia de Acuerdo, el
imputado no acepta la aplicación del principio de oportunidad, o dicha diligencia se frustra por la
inconcurrencia de alguno de los involucrados, o porque no se arribó a un acuerdo, o habiéndose
suscrito el acuerdo, el obligado no cumple con cancelar la reparación civil convenida. Lo cual es
consecuencia de los problemas fundamentales, como son a) El asesoramiento “convenido” de
algunos abogados; b) La “cultura del litigio y venganza”, tan arraigada en nuestra sociedad, que
influye en la decisión de los involucrados en un hecho de índole penal (de leve afectación al
interés público), de acudir al Poder Judicial a efectos del juicio, en búsqueda de la sanción al
responsable, dejando de lado muchas veces la reparación económica del daño causado. Lo que
algunos abogados aprovechan para arrastrar a su cliente al largo proceso penal, olvidándose que
un acto de justicia permite cerrar un caso, en tanto que un acto de venganza abre muchos otros.
Lo que a su vez, deviene del desconocimiento de la ciudadanía de los reales alcances del principio
de oportunidad.

VII. A MODO DE CONCLUSIÓN

Si existen problemas de estructura así como la aparente falta de compromiso de una parte de los
fiscales de la república con los beneficios que otorgan los criterios de oportunidad, si somos
concientes de la existencia del asesoramiento convenido de algunos abogados y que rige la
“cultura del litigio” que impera en el sistema, que son el botón que muestra algunos obstáculos
que impiden una aplicación exitosa del principio en comentario, parece plausible indicar que los
extraordinarios resultados obtenidos en países latino americanos con el nuevo sistema
acusatorio, abogan para que se insista en dar a conocer a los fiscales peruanos lo beneficioso que
resulta aplicar este principio y reformular con eficacia y eficiencia el sistema de administración de
justicia en el país. No obstante, ante la vigencia del Nuevo Código Procesal Penal iniciado en
Huaura en el 2006 y que concluirá con Lima, Lima Norte y Callao en el año 2012, consideramos
como primera medida, que el Ministerio Público debe tomar decisiones inmediatas para
racionalizar recursos y convertir o crear fiscalías especializadas en Salidas Alternativas o de
Terminación Temprana en los Distritos Judiciales donde aún no se ha implementado el nuevo
sistema acusatorio oral, con la finalidad que, desde ya, se coadyuve a la descongestión de la
sobrecarga procesal actual y a la mejora de la persecución penal, en el sentido de contribuir
eficazmente a la solución de los conflictos y al logro de la paz social.

BIBLIOGRAFIA:
No consideramos que cuando se hable de servicios en la administración pública se siga
enfatizando en lo que se denomina “servicio público”, debemos poner énfasis en el “servicio al
público” que es una noción más inclusiva y actual.
PEDRO MIGUEL ANGULO ARANA: El principio de oportunidad en el Perú- Editorial PALESTRA,
Lima, 2004, Pág. 72.
JORGE ROSAS YATACO: Derecho Procesal Penal; Doctrina-Legislación-Jurisprudencia-Modelos;
Jurista Editores, Lima, 2005, Pág. 253.
MAURICIO DUCE J. Y CRISTIAN RIEGO R: Introducción al Nuevo Sistema Procesal Penal-Volumen
1; Universidad Diego Portales-Chile, 2002, Pág. 206.
Ibid. pp. 33-34.
PEPE MELGAREJO BARRETO: El principio de oportunidad en el Nuevo Código Procesal Penal;
Jurista Editores; Lima 2006; Pág. 103.
HELIODORO FIERRO-MENDEZ: Sistema procesal penal de EE.UU. – Guía elemental para su
comprensión. Grupo Editorial Ibáñez; Colombia, 2006; Pág. 101.
PEDRO ANGULO ARANA: La función del fiscal – Estudio comparado y aplicación al caso peruano.
El fiscal en el nuevo proceso penal. Jurista Editores; Lima 2007; Pág. 256.
ALBERTO BOVINO: Principios políticos del procedimiento penal; Editores del Puerto s.r.l; Buenos
Aires, 2005; Pág. 15.
JOSE I. CAFFERATA NORES: Cuestiones actuales sobre el proceso penal; Editores El Puerto s.r.l;
2005; Pág. 28.
ALBERTO BOVINO; idem; Pág. 22. Este autor reconoce que la transformación del modelo de
enjuiciamiento penal implica abandonar el rígido principio de legalidad procesal.
Art. 250º: La Fiscalía General de la Nación está obligada a adelantar el ejercicio de la acción penal
y realizar la investigación de los hechos que revistan las características de un delito que lleguen a
su conocimiento por medio de denuncia, petición especial, querella o de oficio, siempre y cuando
medien suficientes motivos y circunstancias fácticas que indiquen la posible existencia del
mismo. No podrá, en consecuencia, suspender, interrumpir, ni renunciar a la persecución penal,
salvo en los casos que establezca la ley para la aplicación del principio de oportunidad regulado
dentro del marco de la política criminal del Estado, el cual estará sometido al control de legalidad
por parte del juez que ejerza las funciones de control de garantías. Se exceptúan los delitos
cometidos por miembros de la fuerza pública en servicio activo y en relación con el mismo
servicio….Constitución Política de Colombia; Décima edición; Editorial TEMIS S.A. Bogotá-
Colombia; 2007.
PEDRO MIGUEL ANGULO ARANA: op. cit. Pág. 145 - 148.
PABLO SANCHEZ VELARDE: Manual de Derecho Procesal Penal; Editorial IDEMSA; mayo de 2004;
p. 393.
En este caso cuando se habla de principio de oportunidad se hace referencia a la preclusión de la
investigación y cesación de procedimiento, contenido en el artículo 39 de la Ley 600 de 2000.
LUIS CAMILO OSORIO: En JÖRG STIPPEL-ADRIÁN MARCHISIO –Coordinadores- Principio de
oportunidad y salidas alternativas al juicio oral en América Latina. AD-HOC; Argentina, 2002;
p.244.
La cifra anterior equivale a un 17.2 % de los casos ingresados y a un 36.7 % de los casos
terminados. GUILLERMO PIEDRABUENA RICHARD: En JÖRG STIPPEL-ADRIÁN MARCHISIO; op. Cit.
P. 275.
CHRISTIAN SALAS BETETA: El principio de oportunidad; Diario “El peruano” del martes 12 de julio
de 2005-Pág. 9.

Publicado por DIRECTIVOS DE LA ASOCIACION en 13:30

ELPRINCIPIO DE OPORTUNIDAD
El principio de oportunidad aparece con el código procesal penal del año 91 y se ha
mantenido en nuestra legislación en aplicación progresiva, pero también con algunas
modificaciones interesadas que la han desnaturalizado. Se le ha considerado como una
excepción al principio de legalidad, debido a la imposibilidad material del Estado de
perseguir y castigar todas las infracciones que se cometen. También se le considera como
una respuesta político criminal del Estado ante el agotamiento de posibilidades del sistema
de justicia penal; en este sentido, se procede a la selección de determinados delitos de
menor intensidad con la finalidad de buscar una solución consensuada al caso
posibilitando el archivo del mismo, y de esa manera hacer que los fis- cales y jueces
dediquen su mayor esfuerzo al conocimiento y solución de los casos más graves.

El principio de oportunidad encuentra su fundamento en a) la escasa relevancia de la


infracción penal; b) la ausencia de un interés público en la persecución del delito; c) se
trata de una manifestación de prevención especial pues se le da al infractor la oportunidad
de reparar el daño ocasionado; d) existe una razón político criminal del Estado para
posibilitar el archivo de los llamados delitos de bagatela; y e) permite al imputado archivar
la investigación iniciada en su contra; y al agraviado el logro del pago de la reparación civil
con prontitud.

El nuevo código procesal penal sigue la regulación de su texto original, con algunas
precisiones que ya la doctrina se encargó de observar en su momento y que se espera
permitan mejorar su interpretación y aplicación
uniforme.

El principio de oportunidad constituye un mecanismo de simplificación del proceso penal,


considerado como se ha dicho- como una excepción al principio de legalidad que exige la
persecución de los delitos y la sanción a las personas que lo han cometido, pero este
principio no es absoluto sino regulado por la propia ley, de allí que se hable del principio
de oportunidad reglado. Es decir, la ley establece en que casos es posible su aplicación,
los delitos de mínima y mediana criminalidad, y a que personas está dirigido
(exceptuándose a los funcionarios públicos que cometan el delito en ejercicio de su cargo).
Se pretende que para determinados delitos se posibilite la realización de un acuerdo o
consenso entre las partes en conflicto penal expuesto ante la autoridad fiscal a fin de que
se archive la investigación o el proceso, dependiendo del caso y, de otro lado, se repare
el daño causado a la víctima del hecho punible respetándose la indemnización acordada.
Este principio responde a distintos fundamentos, pero principalmente: a) la escasa
relevancia de la infracción o mínimo daño social (ausencia de interés público); b) la
manifestación de la prevención especial a favor del infractor de quien se espera que no
volverá a incurrir en delito; c) razones político criminales para que la justicia se encargue
principalmente de los delitos más graves; d) reducir la carga procesal en las sedes
judiciales y población penitenciaria; y e) alcanzar una pronta reparación de la víctima del
delito.
La aplicación de este principio obedece primero, a una actuación de oficio por el Fiscal;
segundo, a la petición que pueda hacer la persona imputada de un delito. Establece el
código en su artículo 2º los supuestos de aplicación, que por su trascendencia nos
permitimos transcribir y comentar:

A. La Abstención del Fiscal. Función facultativa: El principio de oportunidad puede ser


aplicado de oficio por el Fiscal o a pedido de la parte imputada, incluso a instancia del
agraviado. El artículo 2ª ab initio establece lo siguiente: “1. El Ministerio Público, de
oficio o a pedido del imputado y con su consentimiento, podrá abstenerse de
ejercitar la acción penal en cualquiera de los siguientes casos:" La abstención del
fiscal al ejercicio público de la acción penal hace que no continúe con la persecución del
delito a la persona imputada y el efecto inmediato es que se archiva la investigación
iniciada. El Fiscal deja su tarea de perseguir el delito en atención al acuerdo a que lleguen
las partes.

Asimismo, en los tres supuestos que prevé la ley procesal no es de naturaleza obligatoria
para el Fiscal, sino facultativa. Ello significa que el fiscal debe de decidir en que casos
toma la iniciativa de viabilizar su aplicación citando a las partes a una diligencia de
acuerdo, salvo que el mismo imputado se lo pida, en cuyo caso deberá proceder a la
citación correspondiente. Es necesario señalar que también la parte agraviada puede
propiciar la aplicación del principio de oportunidad. En los tres casos le corresponde al
Ministerio Público tomar la decisión, para Io cual ha de considerar siempre los
fundamentos jurídicos y pragmáticos de su aplicación.

Los supuestos de oportunidad:


b.l .Agente afectado por el delito: Es el caso de la falta de relevancia de la pena o falta
de necesidad de la pena. El texto procesal establece lo siguiente: a) Cuando el agente
haya sido afectado gravemente por las consecuencias de su delito, culposo o doloso,
siempre que este último sea reprimido con pena privativa de libertad no mayor de cuatro
años, y la pena resulte innecesaria. Se aplica este supuesto de oportunidad cuando el
agente sufre las consecuencias de su propia conducta delictuosa de manera grave, sea
en su integridad o salud. A diferencia de la legislación anterior, procede sea se trate de
delito culposo o doloso, pero cuya pena sea no mayor a cuatro años; en este sentido se
precisa igualmente el ámbito de su aplicación y queda claro que comprende a los delitos
de mínima criminalidad. En cualquier caso, se exige que la gravedad de la afectación
(personal o de persona cercana) haga que la posible pena a imponer resulte innecesaria.
En realidad, este es el fundamento de este criterio de oportunidad: la pena que debería
ser impuesta al imputado sería siempre menor o irrelevante al daño que efectivamente ya
ha sufrido el autor del delito; de tal manera que la pena no cumpliría sus fines previéndose
a través de este supuesto, una alternativa propia de la prevención especial a favor del
autor-víctima.

b.2.La mínima lesividad de la infracción: Se hasta del segundo supuesto que establece
la ley referida a la escasa relevancia de la infracción penal o infracción de bagatela. El
texto pro-cesal establece lo siguiente: "b) Cuando se trate de delitos que no afecten
gravemente el interés público, salvo cuando el extremo mínimo de la pena sea superior a
los dos años de pena privativa de la libertad, o hubieren sido cometidos por un funcionario
público en ejercicio de su cargo". Se trata de infracciones que no afectan gravemente el
interés público, es decir, comprende aquellos delitos que no generan alarma social y por
lo tanto la solución del mismo se deja al acuerdo a que las partes puedan llegar. Es el
presupuesto esencial en los casos de oportunidad delitos considerados de bagatela y en
donde se destacan dos requisitos basicos: a) falta de interés público en la persecución
penal (subjetivo), debiéndose definir si el hecho genera alarma o preocupación en la
sociedad y
b) el extremo mínimo de la pena a imponer (objetivo), es menor a dos años. Si se revisa
el Código Penal, se verá que muchos de los delitos establecen penas en su extremo
mínimo de dos o menor de dos años y en los que, naturalmente, se puede aplicar la
oportunidad: hurto simple, lesiones, usurpación, es- tafa, apropiación ilícita, conducción en
estado de ebriedad, infanticidio, aborto, delitos contra el estado civil, etc. Debe afirmarse
que pese a que el delito se conmine con pena no superior a dos años, si la infracción ha
generado interés público o alarma social, se debe proseguir con el ejercicio de la acción
penal. Por último, no procede este supuesto de oportunidad en caso de que el agente
fuere funcionario público y cometa el delito en ejercicio de su cargo.
b.3.Mínima culpabilidad del autor o partícipe: Se trata de uno de los supuestos de
oportunidad donde se analiza el grado de culpabilidad del agente del delito. El texto
procesal dice lo siguiente: " c) Cuando conforme a las circunstancias del hecho y a las
condiciones personales del denunciado, el Fiscal puede apreciar que concurren los
supuestos atenuantes de los artículos 14, 15, 16, 21, 22 y 25 del Código Penal, y se
advierta que no exista ningún interés público gravemente comprometido en su
persecución. No será posible cuando se trate de un delito conminado con una sanción
superior a cuatro años de pena privativa de libertad o cometido por un funcionario público
en el ejercicio de su cargo. " Como se puede apreciar, corresponderá ahora al Fiscal
analizar el grado de culpabilidad del autor o partícipe, tarea que ordinariamente
corresponde al Juez, en atención a los supuestos juridicos penales que señala la ley: el
error de tipo y error de prohibición, el error de comprensión culturalmente condicionado, la
tentativa, la responsabilidad restringida y la complicidad secundaria previstos en los arts.
14,15,16,21,22y 25 del Código Penal. En estos casos, el Fis- cal deberá determinar la
situación jurídica del imputado con los elementos de prueba existentes en su contra y
sobre todo bajo cuatro situaciones específicas: a) las circunstancias del hecho que se
califica como delito; b) las condiciones personales del agente; c) ausencia de interés
público gravemente comprometido en la persecución penal; y d) el delito debe ser
conminado con pena no mayor a cuatro años. Como se podrá apreciar, el legislador ha
facultado al Fiscal a abstenerse de la persecución penal en aquellos casos donde la ley
faculta la disminución de la pena. Siendo esta la esencia de la aplicación de este supuesto
de oportunidad debería de aplicarse también en otros casos, como puede ser los estados
de flagrancia y confesión sincera.

Por último, se prohibe su aplicación cuando se trate de funcionario público que incurra en
delito en el ejercicio del cargo.
La ley procesal también establece que en los supuestos previstos en los dos últimos casos,
será necesario que el agente hubiere reparado los daños y perjuicios ocasionados o exista
acuerdo con el agraviado en ese sentido, lo que obliga al imputado a pagar la reparación
civil o a comprometerse a apagarlo.

El Acuerdo Reparatorio: El nuevo proceso penal también reitera otro criterio de


oportunidad previsto en la legislación anterior llamado acuerdo reparatorio, en virtud del
cual determinados delitos, por su escasa lesividad, son susceptibles de la aplicar la fórmula
de acuerdo. A diferencia de los tres casos previstos en el numeral I del art. 2o, en donde
la aplicación de la oportunidad es facultativa por el Fiscal, en el presente supuesto, el
representante de la Fiscalía está en la obligación de viabilizar el acuerdo aun- que este no
llegue a concretarse, por lo tanto, si bien no existe una contraposición con los otros
supuestos de oportunidad, nuestro legislador introduce una alternativa pragmática de
solución de conflicto con intervención directa del Fiscal, alejándose relativamente del
modelo procesal asumido en el derecho comparado moderno. La idea central radica en de
que en tales delitos necesariamente se cite a las partes para que el acuerdo se concrete
con intervención del Fiscal.

Los delitos que contempla la ley son los siguientes: lesiones (arL.122), hurto simple (art.
185), hurto de uso (art.
187), hurto de ganado (art. 1B9 A, primer párrafo), apropiación ilícita (art. 190), hurto de
bien propio (art. 191), modalidades de apropiación, apropiación de prenda (art. 193), estafa
(art.196), otros supuestos de estafa (art. 197), administración fraudulenta (art. 198),
daños,libramiento indebido (art. 215) y ademas se comprende a todos los delitos culposos.
Sin embargo, el legislador ha previsto determinados casos donde no es posible el llamado
acuerdo reparatorio: a) cuando exista pluralidad importante de víctimas, lo que
entendemos dependerá también del ilícito penal, por ejemplo, estafa, apropiación ilícita,
libramiento indebido, homicidio culposo. Así, no es lo mismo que el imputado estafe a una
o dos personas con sumas reducidas de dinero, que a treinta o más personas con la venta
ficticia de vehículos. En cualquier caso dependerá del criterio que maneje el fiscal al
momento de resolver el pedido; o b) cuando exista concurso con otro delito, salvo que sea
de menor mayor gravedad o afecte bienes jurídicos disponibles.

En este mismo supuesto, la ley señala que el Fiscal, de oficio o a pedido del imputado o
de la víctima propondrá un acuerdo reparatorio, y si ambos convienen en el mismo, el
fiscal se abstendrá de ejercitar la acción penal mediante una Disposición, lo que confirma
la intervención directa del fiscal en esta formula de consenso, pues a diferencia de los tres
casos analizados en el apartado 1) del artículo 2" del código procesal penal, en donde
debe de esperar que las partes lleguen a acuerdo, bajo esta fórmula reparatoria, el mismo
fiscal quien propone la reparación del daño, incluso en ausencia de la víctima, quien
habiendo sido citado no concurre.
Caso distinto es aquel cuando no concurre el imputado a la segunda citación o se ignora
su paradero, debiéndose proseguir con el ejercicio de la acción penal.
Aplicación en la Investigación Preparatoría.
Los casos analizados anteriormente están bajo la dirección y control del Fiscal, sin
embargo, una vez iniciada la investigación preparatoria también es posible su aplicación,
bajo las características siguientes:
1) a petición del Fiscal, en donde es posible alguna comunicación con el imputado y/o
agraviado;
2)larealización de una audiencia dirigida por el juez, con intervención del fiscal e imputado
y citación al agraviado; 3) la resolución de sobreseimiento por el juez; 4) se debe de
realizar hasta antes de la acusación fiscal escrita; 5) dicha resolución es inimpugnable,
salvo el monto de la reparación civil, si es fijada por el juez ante la falta de acuerdo entre
el imputado y agraviado o sobre las reglas de conducta que impone consideradas
desproporcionadas o afectan irrazonablemente al imputado.

El llamado Acuerdo Notarial: El nuevo Código Procesal también mantiene la figura del
acuerdo notarial (no existente en el texto original) que -entendemos- desnaturaliza la
institución de la oportunidad en tanto ya no es necesario llegar a una formula de consenso
en presencia de la autoridad Fiscal, sino que las mismas partes en conflicto son quienes
mediante un instrumento público o documento privado legalizado notarialmente llegan a
un "acuerdo reparatorio". Esta posibilidad notarial podrá aplicarse en los dos últimos casos
del apartado l) (mínima lesividad de la infracción y mínima culpabilidad del autor o
participe) y en los delitos contemplados en el apartado 6) (acuerdo reparatorio). En efecto,
el legislador expresa que no será necesaria la referida diligencia si el imputado y la víctima
llegan a un acuerdo y éste consta en un insfrumento público o documento privado
legalizado notarialmente y tratándose de los supuestos del numeral 6), basta lo
presentación del acuerdo reparatorio en un instrumento público o documento privado
legalizado notarialmente, para que el Juez dicte auto de sobreseimiento. (art.2o.7 último
párrafo).

Publicado por EL ABOGADO DEL DIABLO en 14:06

jueves, 20 de febrero de 2014

EL CRITERIO DE OPORTUNIDAD EN EL PROCESO INMEDIATO

APLICACIÓN DEL CRITERIO DE OPORTUNIDAD EN EL PROCESO INMEDIATO.


Escrito por: Julio C. Céspedes Murillo.16[1]

"En cuanto alguien comprende que obedecer leyes injustas es contrario a su dignidad
de hombre, ninguna tiranía puede dominarle”. Mohandas Karamchand Gandhi.

Punto de vista personal.

Desde mi punto de vista considero que si es posible la aplicación de un criterio de


oportunidad en los procesos inmediatos, lo contrario sería vulnerar el principio el principio
de economía procesal y por sobre todo el principio de igualdad ante la ley, todo ello en
una interpretación extensiva favor rei del pleno jurisdiccional 6-2010 del 16 de noviembre
de 2010 y del acuerdo plenario 5-2008 (5-2009) sobre terminación anticipada.

Sumario.

I. Introducción. II. Conceptos Básicos. III. Cuáles son los criterios de oportunidad y
a que delitos son aplicables. IV. Finalidad de los Criterios de Oportunidad. V.
Aplicación del Proceso Inmediato. VI.- Conclusiones Fundamentadas.

Marco Normativo:

16[1] Defensor Público de la Sede Cusco.


 Constitución Política del Perú: Arts. 2.2, 24.a, 139.3, 139.9, 139.11.
 Código Procesal Penal: Arts. 446 y siguientes.

 Código Procesal Penal Modelo para Ibero América.

 Pleno Jurisdiccional 6-2010.

I. INTRODUCCIÓN

La figura de los acuerdos reparatorios son relativamente nuevos para nuestra dicción legal
en el Perú, sus orígenes lo encontramos al nacimiento del sistema penal acusatorio
garantista.

Figura que ni de asomo estaba en el antiguo sistema inquisitivo que nació bajo la influencia
de la Iglesia Católica e implica que las funciones de acusación y enjuiciamiento se
encuentran reunidas en una sola persona, el juez, frente al cual el individuo está en
posición de inferioridad17[2], procesos en los cuales no se dio una gran importancia al
derecho de defensa y el imputado era considerado prácticamente un objeto del proceso y
no un sujeto de este, luego aparece el sistema Mixto una mezcla del sistema acusatorio e
inquisitivo que nace a la luz de la Revolución Francesa al cual el Perú se enrumbo y en
donde el proceso penal se divide en dos etapas, el de instrucción, que tenía el carácter de
reservado y el de Juzgamiento que era oral pero con un gran culto a los formalismos y a

17[2] CUBAS VILLANUEVA, Víctor, El Nuevo Código Procesal: ¿Revolución Penal? Lima: Justicia Viva, 2004,
p.9.
la escrituralidad en donde empiezan a aparecer los MASC en la década de los noventa,
en la experiencia peruana.

Los criterios de oportunidad a mi entender en el Perú aparecen a luz del decreto legislativo
638, luego se refuerzan con una serie de normas como la Ley 27664, la Ley 28117, el
decreto legislativo 1112.

La aplicación de los criterios de oportunidad apoya al descongestionamiento de la carga


procesal existente en los despachos judiciales, pues a través de ella se faculta al Ministerio
Público para abstenerse de ejercitar la acción penal en ciertos delitos por falta de
necesidad de Pena.

De lo expresado líneas arriba tenemos que el sistema Procesal Penal vigente ha ido
avanzando de forma creciente en cuanto a los conocimientos, interpretación y aplicación
de las normas que integran dicho sistema por parte de los operadores de justicia. Sin
embargo la discusión creo que radica en este proceso inmediato que para muchos
restringe derechos de los justiciables e incluso se puede prestar a caprichos en cuanto a
su aplicación que en definitiva irían en desmedro de los intereses sobre todo, de los
imputados, creo yo, que la aplicación de este instituto procesal tiene que ser para cada
caso en concreto y no de forma desmedida y comparto la frase que alguna vez dijo
Abrahán Lincoln “La más estricta justicia no creo que sea siempre la mejor política” y
sinceramente amigos creo que esto es así.
El proceso inmediato es uno de los procesos especiales así denominados conjuntamente
con el proceso por razón de la función pública (proceso por delitos de función atribuidos a
altos funcionarios públicos, procesos por delitos comunes atribuidos a congresistas y otros
altos funcionarios, procesos por delitos de función atribuidos a otros funcionarios públicos),
proceso por delito de ejercicio privado de la acción penal, proceso de seguridad, proceso
de terminación anticipada, proceso por colaboración eficaz, proceso por faltas que están
regulados en el libro quinto del Código Procesal Penal y que comprende desde los Arts.
446 al 487. Pero la incognita presente es ¿puede aplicarse un criterio de oportunidad en
un proceso inmediato? y el criterio que sustento me dice que en definitiva, si, a pesar que
en definitiva existirán otras tendencias que digan lo contrario y si estas son convincentes
entonces tendremos que variar nuestra postura dogmatica, “desvinculándonos” de nuestra
idea inicial.

Hay que recordar que cualquier margen de duda en una norma o un tema de interpretación
tiene que ser aplicada bajo el principio pro homine, pues el debido proceso solo es para la
persona humana, si no veamos todos los textos en materia de Derechos Humanos, pues
hay que recordar lo que se dijo en algunos debates en audiencia “Para un Juez garantista
la duda favorece al imputado pero para un juez de tendencia inquisitiva, la duda favorece
al Ministerio Público” y un proceso a decir de Asencio Mellado: “No es otra cosa que un
método de determinación de hechos y responsabilidades y para la consecución de este fin
ha de permanecer en la más absoluta neutralidad (…)”18[3], aspecto que a mi modesto
entender no tiene el proceso inmediato.

18[3] ASCENCIO MELLADO, José María. “La regulación de la prisión preventiva en el Código
Procesal Penal del Perú”. En CUBAS VILLANUEVA, Víctor, DOIG DIAZ, Yolanda y QUISPE
FARFAN, Fanny Soledad. El nuevo proceso penal: Estudios fundamentales. Lima: Palestra, 2005,
p.493.
II.- CONCEPTOS BASICOS.

A. Criterio. Para la Real Academia Española, viene a ser una norma para conocer la
verdad, un juicio o discernimiento19[4].

B. Oportunidad. S la posibilidad de que los órganos públicos, a quienes se les


encomienda la persecución penal, prescindan de ella, en presencia de la noticia de
un hecho punible o, inclusive, frente a la prueba más o menos completa de su
perpetración, formal o informalmente, temporal o definitivamente, condicionada o
incondicionadamente, por motivos de utilidad social o razones político criminales
tal como lo refiere Julio Maier en su libro sobre Derecho Procesal Penal.

C. Proceso. Es el medio adecuado del Estado para resolver conflictos a través del
Derecho procesal que establece el orden de los actos (procedimiento) para la
correcta prestación de la actividad jurisdiccional, tal como lo refiere Vescovi.

D. Inmediato. Indica que algo sucede o se realiza enseguida o justo después de otra
cosa, sin pasar tiempo entre ellas.20[5]

III. CUÁLES SON LOS CRITERIOS DE OPORTUNIDAD Y A QUE DELITOS SON


APLICABLES.

El pleno Jurisdiccional sobre Terminación Anticipada ya nos ha aclarado que cuando el


Código Procesal Penal en su Art. 350.1.e prescribe que en la etapa intermedia se puede

19[4] http://lema.rae.es/drae/?val=criterio

20[5] http://es.thefreedictionary.com/inmediato
aplicar un criterio de oportunidad, tal referencia sistemáticamente, solo remite al Art. 2. De
lo mencionado se tiene que en el art. 2 de nuestro cuerpo procesal penal hace referencia
solo al principio de oportunidad (numeral 1) y al acuerdo reparatorio (numeral 6), los que
en sí, vendían a ser los criterios de oportunidad, más no así la terminación anticipada que
es un instituto procesal distinto (proceso especial).

Claux Roxin, define el principio de oportunidad como aquél mediante el cual se autoriza al
fiscal a votar entre elevar la acción o abstenerse de hacerlo -es archivando el proceso-
cuando las investigaciones llevadas a cabo conduzcan a la conclusión de que el acusado
con gran probabilidad, ha cometido un delito21[6].

De otra parte Maria Horvitz, define al acuerdo reparatorio en una institución procesal que
consiste esencialmente en un acuerdo entre imputado y víctima, en que el primero repara
de algún modo que resulte satisfactorio para la segunda las consecuencias dañosas del
hecho que se persigue penalmente.22[7]

A mi modesto entender ambas figuras legales son mecanismos jurídicos alternativos de


solución de conflictos, que pretenden “racionalizar la selectividad intrínseca del sistema
penal, dejando fuera de este, aquellos hechos en donde aparezca como innecesaria la

21[6] citado por ARMENTA DEU, Teresa: Criminalidad de Bagatela y Principio de Oportunidad, Barcelona,
1991, Pág. 66

22[7] HORVITZ LENON, Maria Ines y LOPEZ MASLE, Julian. Derecho Procesal Penal Chileno, Tomo I, Editorial
Jurídica de Chile, 2002. Pag. 568.
aplicación del poder punitivo del estado”23[8], en cristiano para lograr una descarga
procesal en delitos de escasa lesividad en contra del principio de legalidad pero a la legal.

Dichos criterios de oportunidad en cuanto a su aplicación tienen distinciones, por decirlo


así, el principio de oportunidad de acuerdo al Art. 2.1 se aplica en tres supuestos, siempre
cuando la pena resulte innecesaria y no se afecte de forma grave el interés público:

 Cuando exista afectación grave al agente como consecuencia de su delito, siempre que
el delito doloso sea reprimido con pena privativa de libertad no mayor de cuatro años.

 Cuando el delito no afecta de forma grave el interés público, salvo que el extremo mínimo
de la pena sea superior a los dos años de pena privativa de libertad o es cometido por
funcionario público en ejercicio de su cargo.

 Y finalmente, cuando conforme a las circunstancias del hecho y a las condiciones


personales del agente el fiscal aprecia que concurren los supuestos atenuantes de los
Art. 14 (error de tipo y prohibición), 15 (error de tipo culturalmente condicionado), 16
(tentativa), 18 (desistimiento voluntario), 21 (eximentes incompletas), 22 (responsabilidad
restringida), 25 (complicidad) y 46 (Circunstancias de atenuación) del código penal,
siempre que no exista interés público gravemente comprometido, no es posible su
aplicación en delitos con sanción superior a los cuatro años o es cometido por funcionario
público en ejercicio de su cargo.

23[8] Citado por CESANO Jose Daniel, El Nuevo Derecho Procesal Penal, ARA Ediciones, Peru 2010, pag. 77.
A la par del principio desarrollado encontramos al acuerdo reparatorio, el cual con
independencia de lo mencionado en el extremo anterior procede en los delitos previstos y
sancionados en los artículos:

 122 (lesiones leves).

 185 (hurto simple).

 187 (Hurto atenuado).

 189-A Primer párrafo (Hurto de ganado).

 190 (Apropiación ilícita).

 191 y 192 (Sustracción de bien propio y las formas atenuadas de apropiación).

 196 (Estafa).

 197 (Casos especiales de defraudación).

 198 (Administración Fraudulenta).

 205 (Daño Simple).

 215 (Giro de Cheque Fraudulentos).

 Y en los delitos Culposos.

Existe la imposibilidad de incoar este procedimiento cuando hay pluralidad importante de


víctimas o concurso con otro delito salvo que en este último caso afecte bienes jurídicos
disponibles o sea de menor gravedad.

IV. FINALIDAD DE LOS CRITERIOS DE OPORTUNIDAD.


Estos se pueden presentar dentro de la investigación preliminar, una vez formalizada la
investigación preparatoria en la forma de principio de oportunidad y acuerdo reparatorio,
en la etapa intermedia se presenta como criterio de oportunidad y a mi criterio en el
proceso inmediato también, porque el juez del juzgamiento es quien hace el control de la
acusación porque en este proceso no existe etapa intermedia y es aplicable a mi criterio
siempre cuando no se encuentren en las causales de improcedencia del Art. 2.9 del
NCPP24[9].

La finalidad del criterios de oportunidad es la de solucionar la sobrecarga y congestión


procesal y penitenciaria, y, bajo la forma de conciliación en el ámbito penal frente al
procesalismo y lograr una justicia restaurativa25[10] para las víctimas.

Su consecuencia es que si se realiza antes de formalizada la investigación preparatoria,


el fiscal se abstiene de iniciar la acción penal, empero si esta ya se ha formalizado el Juez
dicta el auto de sobreseimiento, en esta etapa que se conocen según el código como
acuerdo reparatorio y principio de oportunidad y ya en la etapa intermedia se anotan como
criterios de oportunidad y su consecuencia es el sobreseimiento del proceso.

24[9] En mi criterio para plasmarla hoy a la luz de la ley 30078, no se ha debido llamar a acuerdo o principio
de oportunidad en la etapa preliminar o en los 30 días de formalizada la investigación preparatoria, pues
muchos autos de vistas han plasmado de que no es necesario llamar al acuerdo reparatorio o al principio de
oportunidad en la etapa previa como requisito de procedibilidad, pero de aquella necesidad o innecesidad
hablaremos en otra oportunidad, no es el escenario.

25[10] En la Conferencia del Dr. Daniel Van Ness, Primer Congreso de Justicia Restaurativa, San José – Costa
Rica, junio 2006, se ha definido como “La Justicia Restaurativa es una teoría de la justicia que enfatiza la
reparación de los daños causados o revelados por la conducta criminal. Para realizarlo, es necesario usar
procesos cooperativos que incluyen todas las partes que tiene un interés en el delito: víctima, ofensor y
miembros de la comunidad.” Citado por BRENES QUESADA, Carlos. Tesis Justicia Restaurativa “Una
Herramienta para la Solución al fenómeno de la Criminalidad Costarricense” San Jose de Costa Rica. Julio de
2009. Pag. 40.
V. APLICACIÓN DEL PROCESO INMEDIATO Y FUNDAMENTO PARA LA
APLICACIÓN DEL CRITERIO DE OPORTUNIDAD.

El proceso inmediato, es un proceso penal especial y además una forma de simplificación


procesal que se fundamenta en la facultad del Estado de organizar la respuesta del
sistema penal con criterios de razonabilidad y eficiencia sobre todo en aquellos casos en
los que por sus propias características, son innecesarios mayores actos de
investigación26[11]. La regulación de este proceso especial está en el Art. 446 del NCPP
y tiene como supuestos de procedencia de que esta es facultad exclusiva del Ministerio
Público la cual la solicita luego de culminada las diligencias preliminares y la pregunta
surge ¿Cuándo finaliza las diligencias preliminares? ¿Cómo se sobre entiende la palabra
“luego”, en tiempo?; el otro supuesto es que se solicite antes de los treinta días de
formalizada la investigación preparatoria.

En cuanto a la primera interrogante existirían varios supuestos desde mi punto de vista y


seria que las diligencias preliminares finalizan cuando:

 Se cumple el plazo de la investigación fijado por el fiscal en la disposición de inicio


de investigación preliminar sin que esta haya sido ampliada.

 Se cumple el plazo a que hace referencia la casación 02-2008, es decir que se


cumplan los ciento veinte días de investigación preliminar; y

26[11] Definición dada por el fundamento 7 del acuerdo plenario 6-2010.


 Cuando se cumple el plazo a que hace referencia el Art. 344.2 del CPP, sin que el
Ministerio Publico amplíe el plazo porque la investigación está en manos de la
Policía y como sucede en muchos casos la Policía no ha puesto en conocimiento
del Fiscal del hecho delictuoso.

Pero el problema radica en el segundo aspecto, es decir como interpretamos la palabra


“luego” en tiempo y para solucionar ello nos remitimos a la Real Academia de la Lengua
Española en donde se precisa que significa prontamente, sin dilación, después, mas
tarde27[12], y luego ello lo concordamos con lo ya plasmado por la Corte Suprema de
Justicia de la República en el segundo párrafo del fundamento trece del Pleno
Jurisdiccional sobre incautación, que establece “La confirmatoria de la incautación judicial
debe solicitarse inmediatamente (…). Esto último significa que entre el momento que tiene
lugar la incautación y que se presenta la solicitud de confirmación judicial no debe mediar
solución de continuidad. Debe realizarse enseguida, sin tardanza injustificada, lo que
será apreciable caso por caso, según las circunstancias concretas del mismo. La
justificación de la tardanza se examinará con arreglo al principio de proporcionalidad”, in
fine recurrimos al pleno distrital de Cusco de fecha 09 de julio de 2010 en el tema 4.2,
sobre cómo se entiende el término “inmediatamente” y como conclusión plenaria tenemos
que “El término “inmediatamente” utilizado en la norma adjetiva (…) debe entenderse que
es dentro de los dos días de verificada la diligencia (…)”. De todo lo vertido podemos
afirmar para el caso nuestro que el requerimiento debe presentarse dentro de los dos días
de haberse cumplido los supuestos mencionados anteriormente.

Ahora en lo que nos corresponde ¿porque afirmar que es posible aplicar un criterio de
oportunidad en un proceso inmediato? y ¿cuál sería la oportunidad procesal? y ¿Por qué?.
Ahora ya sabemos que el proceso inmediato carece de etapa intermedia y para una

27[12] http://buscon.rae.es/drae/srv/search?val=luego
tendencia mayoritaria este es un procedimiento que vulnera el debido proceso y por sobre
todo el principio de imparcialidad, tendencia que comparto, pero, no es materia de análisis.

Si nos remitimos al Art. 448.2 del CPP, expresa ad litteram que “Notificado el auto que
dispone la incoación del proceso inmediato, el fiscal procederá a formular la acusación, la
cual será remitida por el Juez de la investigación preparatoria al Juez penal competente,
para que dicte acumulativamente el auto de enjuiciamiento y de citación a Juicio y el
numeral 3 precisa que antes de formularse la acusación de ser pertinente a pedido del
imputado puede instarse la iniciación del proceso especial de terminación anticipada y por
interpretación favor rei, si se ha formulado acusación el imputado puede proceder
conforme al Art. 350 porque es el Juez Penal quien pone en su conocimiento la acusación
escrita para que pueda pronunciarse en vista que de acuerdo al Plenario 6-2010 sobre
proceso inmediato quien controla los requisitos que condicionan la validez de la acusación
fiscal conforme al fundamento 18.b, es el Juez del juicio oral y dicho requerimiento que
planteamos debe ser interpuesto al inicio del juico oral, lo contrario sería admitir que esa
acusación ya es una sentencia condenatoria y el juicio oral solo sería una pantalla para
darle legalidad a una futura sentencia condenatoria ya anticipada por la acusación y
recordemos que el derecho penal es siempre como una partida de ajedrez.

El fundamento para realizar el requerimiento de aplicación de criterio de oportunidad lo


encontramos escrito en la parte final del fundamento nueve del pleno en mención que
plasma “(…), será el Juez del juicio oral quien controle la acusación y evaluara la admisión
de los medios probatorios que podrán presentar los demás sujetos procesales, de
constitución en parte procesal, así como otros requerimientos28[13]”.

28[13] Esa sería la puerta legal numerus apertus.


El fundamento de razonabilidad lo encontramos en el principio de Favorabilidad, la cual
constituye un principio en virtud del cual ante un conflicto de leyes penales, el Juez está
obligado a aplicar la ley que resulte más beneficiosa o menos restrictiva al ejercicio de los
Derechos Fundamentales del imputado y estando a que este proceso colisiona con
garantías constitucionales es factible su aplicación29[14] porque la Ley no se ha hecho
por razón de las personas o grupos de personas por tanto por el derecho de igualdad ante
la Ley prevista en el Art. 2 Inc.2, el Art. 1 de la CADH y el Art. 26 del PIDCP y con la
explicación del Tribunal Constitucional Español en la causa 144-198830[15], no es posible
que en algunos casos se incoe proceso inmediato contra un imputado, por ejemplo, en un
delito de lesiones leves y contra otro imputado se incoe acusación directa y contra otro se
formalice la investigación a pesar que están en la misma situación jurídica y lógicamente
el segundo y sobre todo el tercero están en una clara desventaja con respecto del primero,
lo que a mi criterio constituye una clara vulneración al derecho a la igualdad ante la Ley,
aspectos que deben ser resueltos tal vez en un Pleno Fiscal Nacional donde unifiquen
criterios para una mejor seguridad jurídica de los justiciables porque es el Ministerio
Publico el legitimado a requerir la incoación de este proceso especial.

Que, en la norma y el propio pleno hay un vacío legal, pero el juez no puede dejar de
administrar justicia por vacio o deficiencia de la Ley y el Juez no está impedido de hacer
aquello que la Ley no prohíbe.

29[14] ORE GUARDIA, Arsenio, Principios del Proceso Penal, Editorial Reforma, Lima, 2011, Pag. 88.
30[15] “El principio de igualdad que garantiza la Constitución opera en dos planos distintos. De una parte,
frente al legislador o frente al poder reglamentario, impidiendo que uno u otro puedan configurar los
supuestos de hecho de la norma de modo tal que se dé trato distinto a personas que, desde todos los
puntos de vista legítimamente adoptables se encuentren en la misma situación, o dicho de otro modo,
impidiendo que se otorgue relevancia jurídica a circunstancias que, o bien no pueden ser tomadas nunca en
consideración por prohibirlo así expresamente la propia Constitución, o bien no guardan relación alguna con
el sentido de la regulación que, al incluirlas, incurre en arbitrariedad y es por eso discriminatoria”.
De otro extremo el derecho penal es de mínima intervención.

VI. CONCLUSIONES FUNDAMENTADAS.

A manera de conclusión expreso que con lo vertido en la presente, si es posible la


aplicación de un criterio de oportunidad en el proceso inmediato siempre cuando no se
esté ante las causales de improcedencia que prevé el numeral 9 del Art. 2 del CPP, a
pesar que existe auto de enjuiciamiento y de citación a juicio, bajo los principios de
igualdad ante la ley, celeridad y economía procesal, principio de favorabilidad (pro homine)
e inclusive bajo la luz de la justicia restaurativa, por descarga procesal y por la mínima
intervención del derecho penal en asuntos donde la pena resulte innecesaria y así poder
destinar esos ambientes judiciales a otros procesos que si requieren mayor atención y en
la práctica. El que escribe ya hice un caso de esta naturaleza y a raíz de esa experiencia
es que nace el presente artículo conforme se puede apreciar del anexo adjunto a la
presente.

Los que no comparten esta tesis de seguro dirán que una vez emitido el auto de
enjuiciamiento es jurídicamente imposible realizar dicha diligencia porque se estaría
vulnerando la forma del nuevo proceso penal y la respuesta es clara “lo mismo, para llegar
a lo mismo” hay que ser razonables.
BIBLIOGRAFIA

1. CUBAS VILLANUEVA, Víctor, El Nuevo Código Procesal: ¿Revolución Penal?


Lima: Justicia Viva, 2004.

2. ASCENCIO MELLADO, José María. “La regulación de la prisión preventiva en el


Código Procesal Penal del Perú”.

3. ARMENTA DEU, Teresa: Criminalidad de Bagatela y Principio de Oportunidad,


Barcelona, 1991.

4. HORVITZ LENON, Maria Ines y LOPEZ MASLE, Julian. Derecho Procesal Penal
Chileno, Tomo I, Editorial Jurídica de Chile.

5. CESANO Jose Daniel, El Nuevo Derecho Procesal Penal, ARA Ediciones, Peru
2010.

6. BRENES QUESADA, Carlos. Tesis Justicia Restaurativa “Una Herramienta para la


Solución al fenómeno de la Criminalidad Costarricense” San Jose de Costa Rica.
Julio de 2009.

7. BERNALES BALLESTEROS, Enrique. La Constitución de 1993 “Análisis


Comparado” Editora RAO, Lima, 1999.

Internet con el uso de las páginas web que se hacen cita en los pies de página de la
presente

Publicado por Julio Cespedes Murillo en 8:07


martes, 3 de septiembre de 2013

PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD O CONCILIACION EN SEDE FISCAL


PARA DELITOS MENORES

PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD O CONCILIACION EN SEDE FISCAL PARA


DELITOS MENORES
Procede en los delitos de lesiones leves (Artículo 22), Hurto tipo simple (Artículo
185), Hurto de Uso (Artículo 187), Hurto de ganado tipo básico (Artículo 189 –
A primer párrafo), Apropiación Ilícita (Artículo 190), Sustracción de bien propio
(Artículo 191), Apropiación Irregular (Artículo 192), Apropiación de Prenda
(Artículo 193), Estafa (Artículo 196), Defraudaciones (Artículo 197), Fraude en
la Administración de Personas Jurídicas (Artículo 198), Daños tipo simple
(Artículo 205) y Libramientos Indebidos (Artículo 215), en los de peligro común
como conducir vehículos en estado de ebriedad (Artículo 274) y en los
delitos Culposos; en los que no haya pluralidad de víctimas o concurso con otro
delito;

Parte de principio que es mejor resarcir a la víctima o agraviado que un


proceso tedioso donde la sanción que no va ser significativa, no contribuirá
necesariamente a reparar el daño infringido

Consideramos que para una más amplia comprensión de la ciudadanía debió


denominarse Conciliación en sede Fiscal para delitos menores, antes, con la
necesaria denuncia Fiscal debía iniciarse en cualquier caso el respectivo
proceso penal aún en casos de mínima significancia y afectación del interés
público. Teniendo en cuenta que, todo delito ocasiona un conflicto social,
pero, muchas veces la sanción va a ser de condena condicional o privativa de
libertad suspendida, (es decir sin internamiento efectivo) o limitativa de
derechos o multa e incluso la reserva del fallo condenatorio, (en este último
caso el Juez no dicta el fallo y solo impone reglas de conducta por un
plazo), incluso la exención de la pena, (el juez no emite fallo) estas sentencias,
en la práctica solo llevan el membrete de sanción pero no hay un alivio efectivo
al agraviado. Con esta aplicación, previa aprobación del agraviado y cancelación
del monto u otros por reparación, el Fiscal se abstiene de ejercitar la acción
penal ante el Juez competente, esto quiere decir que para la abstención del
ejercicio de la acción Penal (denuncia) debe prosperar ante él la conciliación.
Para esto se requiere que, los delitos considerados sean aquellos cuya pena
en su extremo mínimo no sea superior a los dos años de pena privativa
de libertad y cuando se presenten circunstancias atenuantes que permitan una
rebaja sustancial de la pena, vinculadas entre otros factores, a los móviles y
finalidad del autor, a sus características personales, a su comportamiento luego
de la comisión del delito, con exclusión de la confesión.
Si el Fiscal declara la pertinencia para la aplicación del Principio de
Oportunidad, cita a las partes imputado, agraviado y tercero civilmente
responsable, de ser el caso), a efectos de propiciar un acuerdo conciliatorio
respecto al monto y forma de pago de la reparación civil., ya no se requiere
citar previamente al imputado para que preste declaración, pues su
consentimiento se recabará en la misma Audiencia.

LA AUDIENCIA DE CONCILIACIÓN: El Fiscal determinará su procedencia o


seguir con la investigación, en el primer caso se determinará además el
monto de la reparación, la forma y oportunidad de pago y quienes son los
obligados y cualquier otra compensación que hubiera ha lugar.

Caso de prosecución de la investigación:

Si una de las partes o ambas no asisten a la primera ni a la segunda citación

Casos de atribución del Fiscal de determinar la prosecución de la investigación


o la del trámite de principio de oportunidad:

Si ambos asisten pero el agraviado manifiesta su disconformidad en aplicarse


el principio de oportunidad; en este último caso el Fiscal determina el monto
de reparación, la forma y oportunidad de pago y quienes son los obligados y
cualquier otra compensación que hubiera ha lugar y elevara los actuados en
Consulta a la Fiscalía Superior Penal.

En el caso que las partes aceptaran la aplicación del Principio de Oportunidad


pero no acordaran cualquier punto relacionado a la reparación, el Fiscal
Provincial en ese momento los fijara. Si una de las partes no estuviera de
acuerdo con la reparación civil o uno de sus extremos, podrá interponer en la
Audiencia, Recurso de Apelación contra el extremo en que estuviere en
desacuerdo, debiendo elevarse los actuados al Fiscal Superior Penal de Turno.

En cualquiera de los casos, en la misma Audiencia, el Fiscal hará de


conocimiento del imputado que deberá abonar, el equivalente al 10 % del
monto acordado o fijado para la reparación civil, con la finalidad de cubrir los
gastos de administración y los incurridos en la aplicación del Principio de
Oportunidad, a favor del Ministerio Publico.

El pago de la Reparación, en caso que sea fijado por el Fiscal, no podrá exceder
el plazo de 30 días calendarios siguientes al acuerdo. Excepcionalmente, de
acuerdo a las circunstancias, el Fiscal podrá otorgar un plazo mayor o fraccionar
el pago. En ninguno de los casos el plazo podrá exceder los 6 meses.

Si el o los obligados no cumpliesen con los indicados pagos dentro del plazo
señalado en el Acta de Audiencia de Conciliación, se le notificara a efectos de
requerirle el cumplimiento de su obligación. La notificación deberá contener el
expreso apercibimiento de revocarse la resolución de pertinencia de aplicación
del Principio de Oportunidad, en caso de no cumplir lo acordado.

Caso de revocatoria del Principio de oportunidad:


Si, luego de notificado, el obligado no cumpliese con los pagos, el Fiscal
revocará la Resolución de pertinencia de aplicación del Principio de
Oportunidad y procederá conforme con sus atribuciones.

Solo una vez cumplidos íntegramente los pagos señalados, el Fiscal procederá
a dictar la Resolución por la que decide abstenerse del ejercicio de la Acción.

EN EL DELITO DE PELIGRO COMÚN CONDUCCION EN ESTADO DE EBRIEDAD

El propio Fiscal asume el rol de agraviado. Además deberá tenerse en cuenta


la tabla de referencias para la reparación civil TABLA DE REFERENCIAS PARA
LA REPARACION CIVILPOR CONDUCCION EN ESTADO DE EBRIEDAD

Periodos de Alcoholemia Vehículo motorizado menor de 04 ruedas, (incluye


cuatrimotos)Vehículo motorizado de 04 ruedas a más, (no incluye
cuatrimotos)1er Periodo de Alcoholemia: subclínico De 0.25 a 0.5 g/l.(Ley N°
29439)**2do período de Alcoholemia: ebriedad Más de 0.5 a 1.0 g/l 5% UIT a
50% UIT 10% UIT a 1 UIT Más de 1.0 a 1.5 g/l. 10% UIT a 50% UIT 15% UIT
a 1 UIT3er Periodo de Alcoholemia: ebriedad absoluta Más de 1.5 a 2.0 g/l 15%
UIT a 1 UIT 20% UIT a 1.5 UIT Más de 2.0 a 2.5 g/l 20% UIT a 1 UIT 25% UIT
a 1.5 UIT4to Periodo de Alcoholemia: grave alteración de la conciencia Más de
2.5 a 3.0 g/l 25% UIT a 1UIT 30% UIT a 2 UIT Más de 3.0 a 3.5 g/l. 30% UIT
a 1 UIT 35% UIT a 2 UIT5to Periodo de Alcoholemia: Coma Más de 3.5 g/l. 35%
UIT a 1 UIT 40% UIT a 2 UIT* Cuando el imputado se hubiera acogido al
Principio de Oportunidad o Acuerdo Reparatorio en anterior ocasión; o cuando
haya estado prestando servicios de transporte público de pasajeros, mercancías
o carga en general y tuviera más de 0.25 g/l. de alcohol en la sangre el monto
mínimo indemnizatorio, será duplicado.

FUENTE LEGAL:

Artículo 2 Código Procesal penal

Artículos 45° y 46° Código Penal

Artículos 12º, 185º y 190º Código Penal

RESOLUCION DE LA FISCALIA DE LA NACION Nº 1470 -2005 -MP-FN Lima, 8


de julio de 2005

RESOLUCIÓN DE LA FISCALÍA DE LA NACIÓN N° 2508-2013-MP-FN Lima, 26


de agosto de 2013

Publicado por Aboga Peru en 9:44


7 comentarios:

1.

yem pfocco ri6 de febrero de 2015, 18:01


Hola deseo saver por favor, en caso de pagar la multa que corresponde en el delito
por coduccion en estado de ebriedad, ¿Se hace efectiva el pago administrativo y
retencion de licencia de conducir incluso al haberse acogido al principio de
oportunidad?.

Responder

Respuestas

1.

Unknown15 de septiembre de 2015, 8:04

sí, porque el principio de oportunidad solo aplica para el proceso penal, y la


multa y retención de la licencia son trámites de carácter administrativo.

Responder

2.

yem pfocco ri6 de febrero de 2015, 18:02

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

Responder

3.

yem pfocco ri6 de febrero de 2015, 18:04

Hola deseo saver por favor, en caso de pagar la multa que corresponde en el delito
por coduccion en estado de ebriedad, ¿Se hace efectiva el pago administrativo y
retencion de licencia de conducir incluso al haberse acogido al principio de
oportunidad?.

Responder

4.

yem pfocco ri6 de febrero de 2015, 18:04

Hola deseo saver por favor, en caso de pagar la multa que corresponde en el delito
por coduccion en estado de ebriedad, ¿Se hace efectiva el pago administrativo y
retencion de licencia de conducir incluso al haberse acogido al principio de
oportunidad?.

Responder

5.

Jorge Portocarrero3 de junio de 2015, 7:48

Puedo acogerme al principio de oportunidad sin la presencia de un abogado


defensor y hacerlo en forma presencial y verbalmente en la Sede la Fiscalía que ve
el caso?

Responder

6.

Unknown14 de julio de 2017, 12:56

Buenas tarde, luego de pagar mi reparación por principio de oportunidad por


conducir en estado de ebriedad (caí en un operativo y me fijaron 500 soles que
debo pagar en el banco de la nación) que debo hacer con el baucher, donde lo
presento en que lugar. Muchas gracias.

miércoles, 18 de marzo de 2009

PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD

Fuente: Derecho & Cambio Social


PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD

AUTOR: Christian Salas Beteta (*)

La finalidad del presente artículo consiste en que, al terminar de leerlo, usted pueda
comprender que existe una alternativa rápida, económica y poca conocida de solucionar
un asunto de índole penal.

¿Qué ocurre ante la comisión de un hecho delictivo de menor gravedad? Bueno,


primero, me refiero a aquéllos hechos ilícitos que no afectan gravemente el interés
público, es decir, delitos cuyos efectos no trascienden en la sociedad, como por ejemplo:
hurto simple, apropiación ilícita, lesiones leves o culposas, delitos informáticos, etc.
Dicho esto, respondamos a la interrogante inicial, tras la comisión de un delito, el hecho
es puesto en conocimiento de la autoridad competente, siendo (la mayoría de la veces)
la policía quien lleve a cabo las investigaciones preliminares, bajo la dirección del Fiscal,
quien, una vez culminadas, analizará la misma y, según corresponda, procederá a
formalizar la denuncia penal ante el Juez, o archivará el caso u ordenará la ampliación
de la investigación o dispondrá la aplicación del Principio de Oportunidad.

Detengámonos en este punto. Alternativas del Fiscal tras culminar la investigación


preliminar: a) Formalizar denuncia penal ante el Poder Judicial. Ello se hará cuando se
haya acreditado la existencia del delito, la individualización del o de los autores y
partícipes, así como, la vinculación de éste con la comisión del delito. b) Archivar el caso.
Cuando el hecho no constituya delito, no se haya individualizado al presunto autor, o,
identificado éste, no sea posible relacionar su conducta con la comisión del delito, o
cuando el delito haya prescrito. c) Ordenar la ampliación de la investigación. Cuando, a
criterio del fiscal, las diligencias realizadas no hayan sido suficientes para esclarecer los
hechos. d) Aplicar el Principio de Oportunidad.

Es, pues, a este tema al que me abocaré en adelante. Comencemos definiéndolo. El


Principio de Oportunidad es la facultad que tiene el Ministerio Público, como titular de la
acción penal pública, de abstenerse de su ejercicio, o en su caso, de solicitar ante el
órgano jurisdiccional el sobreseimiento de la causa, bajo determinados requisitos
previstos por la ley, pudiendo ser éstos concurrentes o excluyentes entre sí:

1) Elementos constitutivos del Delito


Es decir que de la investigación preliminar o judicial surjan suficientes e idóneos indicios
de la existencia del delito y de la vinculación del denunciado en su comisión;

2) Falta de Necesidad de Pena


Cuando el imputado ha sido afectado gravemente, sea física o psicológicamente, a
consecuencia del delito que él mismo provocó, consecuentemente ya no sería necesario
aplicar una pena;

3) Falta de Merecimiento de Pena


Que, el delito sea insignificante o poco frecuente y, que a su vez, estos no afecten
gravemente el interés público. También llamados delitos de bagatela o de poca monta.
La pena privativa de libertad debe estar conminada en su extremo mínimo, por no más
de dos años;

4) Mínima Culpabilidad
Cuando se presenten circunstancias atenuantes que permitan una rebaja sustancial de
la pena, vinculadas entre otros factores, a los móviles y finalidad del autor, a sus
características personales, a su comportamiento luego de la comisión del delito, con
exclusión de la confesión. Se tendrá en consideración, además, aquellos supuestos
vinculados a las causas de inculpabilidad incompletas, al error de tipo y de prohibición
vencibles y comprensión culturalmente condicionada disminuida y al arrepentimiento sin
éxito; la contribución a la perpetración del delito será mínima en los supuestos de
complicidad secundaria;
5) Consentimiento del Imputado
Que, el imputado preste su consentimiento expreso para la aplicación del Principio de
Oportunidad, a fin de iniciarse el trámite correspondiente, lo que no implica
necesariamente la aceptación de su responsabilidad o culpabilidad en los hechos
imputados, puesto que de lo contrario, se estaría vulnerando su derecho de defensa y la
presunción de inocencia;

6) Obligación de Pago
Que, el imputado haya cumplido con el pago total de la reparación civil, esto es la
restitución del bien, o en su caso el pago de su valor, y además la indemnización por los
daños y perjuicios; o en todo caso, se hayan puesto de acuerdo el referido imputado con
la parte agraviada. Cabe precisar que en los casos de falta de necesidad de pena no es
necesario la exigencia del pago de la reparación civil.

7) Exclusión de Funcionarios Públicos


En ningún caso puede aplicarse estos supuestos con funcionarios públicos en ejercicio
de su cargo. Es decir está expresamente excluido el imputado que sea funcionario
público y el delito cometido haya sido cuando se encontraba en ejercicio de una función
pública;

Aprovecho aquí para hacer un paréntesis y, a modo de ilustración de lo anteriormente


expuesto, hacer un poco de derecho comparado y dar un vistazo al Código Procesal
Penal del Perú, que en su artículo 2º señala que:

“El Ministerio Público, con consentimiento expreso del imputado, podrá abstenerse de
ejercitar la acción penal en cualquiera de los siguientes casos:

1. Cuando el agente haya sido afectado gravemente por las consecuencias de su delito y
la pena resulte inapropiada.

2. Cuando se tratare de delitos que por su insignificancia o su poca frecuencia no afecten


gravemente el interés público, salvo cuando la pena mínima supere los dos años de
pena privativa de libertad o se hubiere cometido por un funcionario público en el ejercicio
de su cargo.

3. Cuando la culpabilidad del agente en la comisión del delito, o en su contribución a la


perpetración del mismo sean mínimos, salvo que se tratare de un hecho delictuoso
cometido por un funcionario público en el ejercicio de su cargo.

En los supuestos previstos en los incisos 2) y 3) será necesario que el agente hubiere
reparado el daño ocasionado o exista un acuerdo con la víctima respecto a la reparación
civil.

Si el acuerdo con la víctima consta en instrumento público o documento privado


legalizado por Notario no será necesario que el Juez cite a las partes a que presten su
consentimiento expreso para la aplicación del Principio de Oportunidad.
Si la acción penal hubiera sido ya ejercida, el Juez podrá, a petición del Ministerio
Público, o de la parte agraviada, dictar auto de sobreseimiento en cualquier etapa del
proceso, bajo los supuestos ya establecidos, en un plazo no mayor de diez días.

En los delitos de lesiones leves, hurto simple y apropiación ilícita de los artículos 12º,
185º y 190º del Código Penal y en los delitos culposos, en los que no haya pluralidad de
víctimas o concurso con otro delito, antes de formalizar la denuncia penal, el Fiscal citará
al imputado y a la víctima para proponerles un acuerdo reparatorio. Si ambos convienen
en el mismo, el Fiscal se abstendrá de ejercitar la acción penal. Si el imputado no
concurre a la segunda citación o se ignora su domicilio o paradero, el Fiscal formalizará
la denuncia correspondiente."

Es así, pues, que en el Perú, como en gran parte de América Latina, el Principio de
Legalidad es la regla general, en tanto que la misma ley es la que señala los
presupuestos en los que el Ministerio Público puede prescindir del ejercicio de la acción
penal. A eso se denomina el sistema de Principio de Oportunidad Reglado. Continuando
con la legislación peruana, supongamos que dos personas se encuentran en una
actividad social, una fiesta, y producto de la ingesta de alcohol se suscita una gresca, en
la que uno de ellos golpea al otro, causándole lesiones. El hecho es denunciado y llega a
conocimiento del Fiscal. ¿Cabría la aplicación del Principio de Oportunidad? ¿Porqué?
Se acreditó la comisión del delito? Se evidencia la vinculación del accionar del imputado
con su realización? El delito es de menor gravedad o bagatela?,… bien, la respuesta es
obvia. El Fiscal puede dar inicio al trámite para aplicar el Principio de Oportunidad, pero
falta algo importante… el consentimiento del imputado. Lo que se hará será citar al autor
para que exprese su aceptación o negativa con el referido trámite, de forma tal que, si
acepta, el Fiscal procurará que aquél y el agraviado arriben a un acuerdo económico por
concepto de reparación civil por los daños y perjuicios ocasionados, y si se niega, pues,
se dará inicio al proceso penal a nivel judicial.

Aunque el tratamiento doctrinario al respecto es extenso y debatible, el Principio de


Oportunidad debe ser entendido como excepción al Principio de Legalidad estricto,
conforme al cual el Ministerio Público debe ejercitar la acción penal ante toda notitia
criminis que llegue a su conocimiento. De tal manera que, el Principio de Obligatoriedad
y al carácter indisponible de la acción penal (propios del principio de legalidad) son
mantenidos como regla general en el accionar del Ministerio Público en la mayoría de las
legislaciones, fijando expresamente los casos en que la regla de la obligatoriedad puede
ser dejada de lado por el Fiscal, permitiendo la disponibilidad de la acción penal en los
delitos de escasa relevancia social. Esto es pues, el Principio de Oportunidad.

Espero que a este nivel de la lectura, todo vaya quedando claro. Pasemos ahora a
analizar las razones que justifican la adopción del Principio de Oportunidad en las
distintas legislaciones. Actualmente, el proceso penal propio del Estado Democrático de
Derecho tiene por fines tanto la satisfacción de los intereses del Estado en la aplicación
del ius puniendi como el resguardo del derecho a declarar la libertad del ciudadano
inocente, la reparación de la víctima y la reinserción del imputado. Entonces, pues, la
aplicación de los Criterios de Oportunidad en nuestro ordenamiento procesal penal
armoniza, indiscutiblemente, con tales fines.
Es así que, sólo tratándose de casos en los que se produce una mínima afectación a los
bienes jurídicos o cuando la responsabilidad del imputado resulta escasa, el Fiscal, autor
y víctima del delito pueden decidir sobre la apertura del proceso. Aquéllos, pues, se
hallan facultados para negociar acerca del no ejercicio de la acción penal a cambio del
otorgamiento de una reparación por el daño ocasionado, tomando en cuenta los
intereses reparatorios a la víctima. Abriéndose, de esta manera, un espacio para el
concenso en el campo penal.

Las razones que cada legislación tiene para incluir el Principio de Oportunidad a su
ordenamiento procesal penal varían según las realidades de cada país, como por
ejemplo: la búsqueda de la eficacia del sistema a través de una selectividad controlada
de los casos que merecen el concurso del derecho punitivo, favorecer el derecho a un
proceso sin dilaciones indebidas, la búsqueda de la celeridad procesal, la revitalización
de los objetivos de la pena, la ratificación del Principio de Igualdad, la finalidad de
obtener la rápida indemnización de la víctima, evitar los efectos criminógenos de las
penas cortas privativas de libertad, contribuir a la consecución de una justicia material
por sobre la formal, entre otros.

En resumen, la facultad otorgada al Ministerio Público para aplicar los Criterios de


Oportunidad responde a las exigencias del moderno Estado de Derecho y a la función de
prevención especial que la pena y el Derecho Penal asumen en él. Asimismo, constituye
una clara manifestación del Principio de Proporcionalidad que debe guiar tanto la
utilización del poder beligerante como la aplicación de las normas penales y procesales
por parte de los miembros del sistema punitivo. Que quede claro que la respuesta penal
frente a la pequeña y grave criminalidad no puede ser la misma. Se precisa, en estos
casos, de una respuesta jurídica adecuada, "justa y útil" haciendo caso de la tendencia
metodológica de separar la grande de la "pequeña o mediana" criminalidad. Criterio en
los que algunos juristas se basan para afirmar que la criminalidad menor, con frecuencia
no conflictiva e integrada por acciones que son incidentales en la vida de su autor, debe
conducir a soluciones consensuadas que contribuyan para la no estigmatización de
quien, por la ocasionalidad de su delito y la propia aceptación de su responsabilidad,
está revelando una actitud resocializadora.

De esta manera, concluyo, renovando mi compromiso con la difusión del instituto de la


oportunidad y reafirmando mi convicción al considerarlo como uno de los mecanismos
que ayudará a las legislaciones de América Latina a cambiar para bien la tan mal vista
Administración de Justicia.

NOTA:

Para mayor información se recomienda recurrir a las siguientes fuentes bibliográficas y


del Internet:

El Principio de Oportunidad: Un Criterio de Justicia y Simplificación Procesal Carlos


Torres Caro. Editorial Gráfica Horizonte. 1994.
El Principio de Oportunidad en el Proceso Penal PeruanoDarío Palacios Dextre y Ruth
Monge Guillergua. Editora FEAT. Lima – Perú. 2003.
Comentarios al Código Procesal PenalPablo Sánchez Velarde. Editora IDEMSA. Lima –
Perú. 1994.
Manual del Principio de Oportunidad Pepe Melgarejo Barreto. Jurista Editores. Lima –
Perú. 2002
Resolución del Consejo Transitorio del Ministerio Público N° 200-2001-CT-FN

Diario Oficial "El Peruano". Fecha: 24 abril 2001.


El Principio de Oportunidad en el Perú
http://ofdnews.com/comentarios/820_0_1_0_C/http://ofdnews.com/comentarios/865_0_1
_0_C/http://ofdnews.com/comentarios/894_0_1_0_C/http://ofdnews.com/comentarios/89
9_0_1_0_C/http://ofdnews.com/comentarios/1008_0_1_0_C/http://ofdnews.com/comenta
rios/1068_0_1_0_C/
http://www.monografias.com/trabajos16/principio-de-oportunidad/principio-de-
oportunidad.shtml

(*) Abogado egresado de la Universidad Privada San Juan Bautista. Asistente en


Función Fiscal – Ministerio Público – Fiscalía de la Nación de la República del Perú.
Arbitro de Derecho registrado en APECC. Conciliador. Editor en OFDnews.com
E-mail: christiansalas80@hotmail.com
Publicado por ______________________ en 5:06

El PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD EN MATERIA PENAL

La finalidad del presente artículo consiste en que, al terminar de leerlo, usted pueda comprender
que existe una alternativa rápida, económica y poca conocida de solucionar un asunto de índole
penal.

¿Qué ocurre ante la comisión de un hecho delictivo de menor gravedad? Bueno, primero, me
refiero a aquéllos hechos ilícitos que no afectan gravemente el interés público, es decir, delitos
cuyos efectos no trascienden en la sociedad, como por ejemplo: hurto simple, apropiación ilícita,
lesiones leves o culposas, delitos informáticos, etc. Dicho esto, respondamos a la interrogante
inicial, tras la comisión de un delito, el hecho es puesto en conocimiento de la autoridad
competente, siendo (la mayoría de la veces) la policía quien lleve a cabo las investigaciones
preliminares, bajo la dirección del Fiscal, quien, una vez culminadas, analizará la misma y, según
corresponda, procederá a formalizar la denuncia penal ante el Juez, o archivará el caso u ordenará
la ampliación de la investigación o dispondrá la aplicación del Principio de Oportunidad.
Detengámonos en este punto. Alternativas del Fiscal tras culminar la investigación preliminar: a)
Formalizar denuncia penal ante el Poder Judicial. Ello se hará cuando se haya acreditado la
existencia del delito, la individualización del o de los autores y partícipes, así como, la vinculación
de éste con la comisión del delito. b) Archivar el caso. Cuando el hecho no constituya delito, no se
haya individualizado al presunto autor, o, identificado éste, no sea posible relacionar su conducta
con la comisión del delito, o cuando el delito haya prescrito. c) Ordenar la ampliación de la
investigación. Cuando, a criterio del fiscal, las diligencias realizadas no hayan sido suficientes para
esclarecer los hechos. d) Aplicar el Principio de Oportunidad.

Es, pues, a este tema al que me abocaré en adelante. Comencemos definiéndolo. El Principio de
Oportunidad es la facultad que tiene el Ministerio Público, como titular de la acción penal pública,
de abstenerse de su ejercicio, o en su caso, de solicitar ante el órgano jurisdiccional el
sobreseimiento de la causa, bajo determinados requisitos previstos por la ley, pudiendo ser éstos
concurrentes o excluyentes entre sí:

1) Elementos constitutivos del Delito

Es decir que de la investigación preliminar o judicial surjan suficientes e idóneos indicios de la


existencia del delito y de la vinculación del denunciado en su comisión;

2) Falta de Necesidad de Pena

Cuando el imputado ha sido afectado gravemente, sea física o psicológicamente, a consecuencia


del delito que él mismo provocó, consecuentemente ya no sería necesario aplicar una pena;

3) Falta de Merecimiento de Pena

Que, el delito sea insignificante o poco frecuente y, que a su vez, estos no afecten gravemente el
interés público. También llamados delitos de bagatela o de poca monta. La pena privativa de
libertad debe estar conminada en su extremo mínimo, por no más de dos años;

4) Mínima Culpabilidad

Cuando se presenten circunstancias atenuantes que permitan una rebaja sustancial de la pena,
vinculadas entre otros factores, a los móviles y finalidad del autor, a sus características personales,
a su comportamiento luego de la comisión del delito, con exclusión de la confesión. Se tendrá en
consideración, además, aquellos supuestos vinculados a las causas de inculpabilidad incompletas,
al error de tipo y de prohibición vencibles y comprensión culturalmente condicionada disminuida
y al arrepentimiento sin éxito; la contribución a la perpetración del delito será mínima en los
supuestos de complicidad secundaria;

5) Consentimiento del Imputado

Que, el imputado preste su consentimiento expreso para la aplicación del Principio de


Oportunidad, a fin de iniciarse el trámite correspondiente, lo que no implica necesariamente la
aceptación de su responsabilidad o culpabilidad en los hechos imputados, puesto que de lo
contrario, se estaría vulnerando su derecho de defensa y la presunción de inocencia;

6) Obligación de Pago

Que, el imputado haya cumplido con el pago total de la reparación civil, esto es la restitución del
bien, o en su caso el pago de su valor, y además la indemnización por los daños y perjuicios; o en
todo caso, se hayan puesto de acuerdo el referido imputado con la parte agraviada. Cabe precisar
que en los casos de falta de necesidad de pena no es necesario la exigencia del pago de la
reparación civil.

7) Exclusión de Funcionarios Públicos

En ningún caso puede aplicarse estos supuestos con funcionarios públicos en ejercicio de su cargo.
Es decir está expresamente excluido el imputado que sea funcionario público y el delito cometido
haya sido cuando se encontraba en ejercicio de una función pública;

Aprovecho aquí para hacer un paréntesis y, a modo de ilustración de lo anteriormente expuesto,


hacer un poco de derecho comparado y dar un vistazo al Código Procesal Penal del Perú, que en
su artículo 2º señala que:

“El Ministerio Público, con consentimiento expreso del imputado, podrá abstenerse de ejercitar la
acción penal en cualquiera de los siguientes casos:

1. Cuando el agente haya sido afectado gravemente por las consecuencias de su delito y la pena
resulte inapropiada.

2. Cuando se tratare de delitos que por su insignificancia o su poca frecuencia no afecten


gravemente el interés público, salvo cuando la pena mínima supere los dos años de pena privativa
de libertad o se hubiere cometido por un funcionario público en el ejercicio de su cargo.
3. Cuando la culpabilidad del agente en la comisión del delito, o en su contribución a la
perpetración del mismo sean mínimos, salvo que se tratare de un hecho delictuoso cometido por
un funcionario público en el ejercicio de su cargo.

En los supuestos previstos en los incisos 2) y 3) será necesario que el agente hubiere reparado el
daño ocasionado o exista un acuerdo con la víctima respecto a la reparación civil.

Si el acuerdo con la víctima consta en instrumento público o documento privado legalizado por
Notario no será necesario que el Juez cite a las partes a que presten su consentimiento expreso
para la aplicación del Principio de Oportunidad.

Si la acción penal hubiera sido ya ejercida, el Juez podrá, a petición del Ministerio Público, o de la
parte agraviada, dictar auto de sobreseimiento en cualquier etapa del proceso, bajo los supuestos
ya establecidos, en un plazo no mayor de diez días.

En los delitos de lesiones leves, hurto simple y apropiación ilícita de los artículos 12º, 185º y 190º
del Código Penal y en los delitos culposos, en los que no haya pluralidad de víctimas o concurso con
otro delito, antes de formalizar la denuncia penal, el Fiscal citará al imputado y a la víctima para
proponerles un acuerdo reparatorio. Si ambos convienen en el mismo, el Fiscal se abstendrá de
ejercitar la acción penal. Si el imputado no concurre a la segunda citación o se ignora su domicilio
o paradero, el Fiscal formalizará la denuncia correspondiente."

Es así, pues, que en el Perú, como en gran parte de América Latina, el Principio de Legalidad es la
regla general, en tanto que la misma ley es la que señala los presupuestos en los que el Ministerio
Público puede prescindir del ejercicio de la acción penal. A eso se denomina el sistema de Principio
de Oportunidad Reglado.

Ejemplo.- Continuando con la legislación peruana, supongamos que dos personas se encuentran
en una actividad social, una fiesta, y producto de la ingesta de alcohol se suscita una gresca, en la
que uno de ellos golpea al otro, causándole lesiones. El hecho es denunciado y llega a conocimiento
del Fiscal. ¿Cabría la aplicación del Principio de Oportunidad? ¿Porqué? Se acreditó la comisión del
delito? Se evidencia la vinculación del accionar del imputado con su realización? El delito es de
menor gravedad o bagatela?,… bien, la respuesta es obvia. El Fiscal puede dar inicio al trámite para
aplicar el Principio de Oportunidad, pero falta algo importante… el consentimiento del imputado.
Lo que se hará será citar al autor para que exprese su aceptación o negativa con el referido trámite,
de forma tal que, si acepta, el Fiscal procurará que aquél y el agraviado arriben a un acuerdo
económico por concepto de reparación civil por los daños y perjuicios ocasionados, y si se niega,
pues, se dará inicio al proceso penal a nivel judicial.
Aunque el tratamiento doctrinario al respecto es extenso y debatible, el Principio de Oportunidad
debe ser entendido como excepción al Principio de Legalidad estricto, conforme al cual el
Ministerio Público debe ejercitar la acción penal ante toda notitia criminis que llegue a su
conocimiento. De tal manera que, el Principio de Obligatoriedad y al carácter indisponible de la
acción penal (propios del principio de legalidad) son mantenidos como regla general en el accionar
del Ministerio Público en la mayoría de las legislaciones, fijando expresamente los casos en que la
regla de la obligatoriedad puede ser dejada de lado por el Fiscal, permitiendo la disponibilidad de
la acción penal en los delitos de escasa relevancia social. Esto es pues, el Principio de Oportunidad.

Espero que a este nivel de la lectura, todo vaya quedando claro. Pasemos ahora a analizar
las razones que justifican la adopción del Principio de Oportunidad en las distintas
legislaciones. Actualmente, el proceso penal propio del Estado Democrático de Derecho tiene por
fines tanto la satisfacción de los intereses del Estado en la aplicación del ius puniendi como
el resguardo del derecho a declarar la libertad del ciudadano inocente, la reparación de la víctima
y la reinserción del imputado. Entonces, pues, la aplicación de los Criterios de Oportunidad en
nuestro ordenamiento procesal penal armoniza, indiscutiblemente, con tales fines.

Es así que, sólo tratándose de casos en los que se produce una mínima afectación a los bienes
jurídicos o cuando la responsabilidad del imputado resulta escasa, el Fiscal, autor y víctima del
delito pueden decidir sobre la apertura del proceso. Aquéllos, pues, se hallan facultados para
negociar acerca del no ejercicio de la acción penal a cambio del otorgamiento de una reparación
por el daño ocasionado, tomando en cuenta los intereses reparatorios a la víctima. Abriéndose, de
esta manera, un espacio para el concenso en el campo penal.

Las razones que cada legislación tiene para incluir el Principio de Oportunidad a su ordenamiento
procesal penal varían según las realidades de cada país, como por ejemplo: la búsqueda de la
eficacia del sistema a través de una selectividad controlada de los casos que merecen el concurso
del derecho punitivo, favorecer el derecho a un proceso sin dilaciones indebidas, la búsqueda de
la celeridad procesal, la revitalización de los objetivos de la pena, la ratificación del Principio de
Igualdad, la finalidad de obtener la rápida indemnización de la víctima, evitar los efectos
criminógenos de las penas cortas privativas de libertad, contribuir a la consecución de una justicia
material por sobre la formal, entre otros.

En resumen, la facultad otorgada al Ministerio Público para aplicar los Criterios de Oportunidad
responde a las exigencias del moderno Estado de Derecho y a la función de prevención especial
que la pena y el Derecho Penal asumen en él. Asimismo, constituye una clara manifestación del
Principio de Proporcionalidad que debe guiar tanto la utilización del poder beligerante como la
aplicación de las normas penales y procesales por parte de los miembros del sistema punitivo. Que
quede claro que la respuesta penal frente a la pequeña y grave criminalidad no puede ser la misma.
Se precisa, en estos casos, de una respuesta jurídica adecuada, "justa y útil" haciendo caso de la
tendencia metodológica de separar la grande de la "pequeña o mediana" criminalidad. Criterio en
los que algunos juristas se basan para afirmar que la criminalidad menor, con frecuencia no
conflictiva e integrada por acciones que son incidentales en la vida de su autor, debe conducir a
soluciones consensuadas que contribuyan para la no estigmatización de quien, por la ocasionalidad
de su delito y la propia aceptación de su responsabilidad, está revelando una actitud
resocializadora.

De esta manera, concluyo, renovando mi compromiso con la difusión del instituto de la


oportunidad y reafirmando mi convicción al considerarlo como uno de los mecanismos que
ayudará a las legislaciones de América Latina a cambiar para bien la tan mal vista Administración
de Justicia.

Christian Salas Beteta

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