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Título: El socio "aparente" y el socio "oculto" en la ley de sociedades comerciales


Autor: Grispo, Jorge Daniel
Publicado en: LA LEY2004-E, 1162
Cita Online: AR/DOC/1904/2004
Sumario: SUMARIO: I. Caracterización del socio aparente. - II. El estado de socio: Elementos configurativos
del socio "aparente". - III. Interpretación jurisprudencial. - IV. El socio "oculto". - V. Caracterización del "socio
oculto". - VI. Responsabilidad del socio oculto. - VII. La situación del socio oculto respecto de los demás
integrantes de la sociedad.
I. Caracterización del socio aparente
La figura del socio aparente ha tenido un tratamiento ciertamente particular por nuestro legislador. Por un
lado, frente a terceros el socio aparente es considerado con las mismas responsabilidades y obligaciones de un
socio, y por el otro, frente a la sociedad no es reconocido como tal con relación a los socios de la misma. Se
trata claramente de una regulación legal que implica un claro disfavor que podría explicarse con claridad, en la
necesidad de actuar los negocios con transparencia: es decir, quien figura como socio, debe serlo además en los
hechos, no siendo suficiente con los "papeles".
El Cód. Civil disciplina la figura del "prestanombre" en el art. 1668, regulando que el que sólo fuere socio
ostensible por haber simplemente prestado su nombre, no será reputado socio en relación con los verdaderos
socios, aunque éstos le den algún interés; mas lo será con relación a terceros con derecho contra los verdaderos
socios, para ser indemnizado de lo que pagare a los acreedores de la sociedad.
Puede suceder -y sucede frecuentemente- que una persona consienta, de modo expreso o tácito, que su
nombre aparezca como denominación exclusiva, principal o conjunta de una sociedad civil, sin tener la calidad
de socio (1). Como señala Galgano, a veces sucede que una actividad de empresa es ejercida con nombre ajeno.
Un sujeto interpone, entre él y los acreedores, a un testaferro, pues a él le suministra todo el dinero necesario
para la explotación de la empresa, le imparte instrucciones sobre el modo de administrarla y se hace entregar por
él todas las utilidades de la empresa; y, sin embargo, en las relaciones con los terceros todo acto de la empresa
lo realiza el testaferro, en nombre propio (2).
Socio aparente es el que presta su nombre al efecto, por ejemplo manteniendo su nombre en la razón social
después de haberse retirado o permitiendo dicha inclusión sin revestir real y efectivamente la condición de
socio. Al respecto se prevé que en relación con los terceros asume las obligaciones de un socio, restándole sólo
la acción contra los socios para resarcirse de lo que hubiere pagado. En cambio, en las relaciones internas la ley
se atiene a la realidad y no será reputado verdadero socio, tenga o no parte en las ganancias de la sociedad (3).
La fórmula empleada por el art. 34, párr. 1° de la ley de sociedades comerciales (t.o. 1984) (Adla, XLIV-B,
119) (en adelante LSC), es comprensiva no sólo de quien expresamente ha consentido en la utilización de su
nombre, sino también de quien tolerare su empleo sin poner fin a esa situación. Es el caso de ex socio de una
sociedad por parte de interés, cuyo nombre continúa figurando en la razón social (4).
Es cierto que la figura del socio aparente surge de una realidad exterior, en virtud de la cual los terceros en
general pueden presumir que cierta persona es socia, realidad que se contrapone al vínculo subyacente de esa
persona con la sociedad, que no reúne los requisitos propios del estado de socio. Existe así una disociación entre
cierta apariencia y cierta realidad subyacente. Debe entonces determinarse cuál es la apariencia relevante a estos
fines, y cuál la realidad subyacente (5).
II. El estado de socio: Elementos configurativos del socio "aparente"
El estado de socio es un conjunto de situaciones complejas y conexas del socio frente a la sociedad. Lo
integran un conjunto de derechos, deberes y facultades imputables a la persona que intervino en el acto
constitutivo de la persona ideal o que aceptó plenamente los términos de éste al incorporarse, voluntariamente a
ella. Aptitud o facultad de tal característica es, sin duda, un elemento destacado de la relación societaria, tanto
respecto del vínculo creado entre los socios como el existente entre ellos y la propia persona jurídica.
Ese estado de socio y las facultades que de él emanan no es cesible sino en el supuesto de sustitución de la
persona del cedente. Por tanto, a la aptitud de ejercitar un derecho de opción, personalísimo del socio por ser tal,
íntimamente vinculado a la relación "intuitu personae" propia de la "affectio societatis", sólo puede ser ejercido
por éste y en su beneficio. El criterio expuesto, relativo a la incesibilidad del derecho preferencial concuerda con
el legislado en el orden civil, bajo la denominación de pacto de preferencia. Si bien la aptitud excluyente se
acuerda al vendedor para recuperar la cosa vendida, el concepto resulta extensivo a otros contratos, en especial
al de sociedad.

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En ambos supuestos la facultad debe ser ejercitada exclusivamente por quien la ha estipulado a su favor y no
puede cederse ni se transmite a sus herederos por imperio de lo dispuesto en el art. 1396 del Cód. Civil. En igual
sentido, el art. 1445 del mismo cuerpo legal, concerniente a la cesión, concordante de la citada preceptiva,
contiene idéntica prohibición haciéndose por tanto, también extensivo el principio a otros contratos, siendo
ejemplificadora la nota del codificador al respecto; allí expresa literalmente: "... Es verdad que nosotros no
podemos ceder a otro las relaciones obligatorias que nacen, por ejemplo, de un contrato de sociedad, mas esto
depende de que esas relaciones comprenden casi siempre prestaciones inseparables de la individualidad de las
personas interesadas ...".
Actuar "en comisión" implica siempre el hacerlo por cuenta de un tercero; revela la existencia de un
mandato, con o sin representación. La facultad de callar el nombre del comitente encuentra su límite en la
ejecución de los actos necesarios para cumplimentar y perfeccionar el mandato bajo apercibimiento, en caso de
no hacerlo, de imputar el negocio jurídico a la persona que "ab initio" se declara representante de un tercero. Por
ello la juez a quo puntualiza correctamente esta circunstancia sobre la cual se fundamenta el pretendido derecho
de la apelante; ésta ha estipulado a favor de un tercero ejerciendo un derecho que, por su naturaleza -Cód. Civil,
498- es incesible en forma independiente de la calidad o estado societario (6).
En opinión de Cabanellas de las Cuevas (7), el estado de socio surge de la existencia de un aporte -que puede
no haber sido realizado por el socio, sino por una persona a la que el socio adquirió su participación-, de la
participación en las ganancias y de la legitimación para actuar en los órganos de gobierno de la sociedad. Si no
ha existido aporte alguno -ni de parte del socio ni de parte de quien le ha transferido sus participaciones-, faltará
un elemento esencial de la figura de socio, y habrá motivo suficiente para considerar que existe un socio
meramente aparente, si se da la apariencia del estado de socio antes descripta. Cuando la apariencia del estado
de socio surge de la inscripción respectiva en el Registro Público de Comercio, la falta de aportes sólo será
posible en razón de un error en el Registro o con motivo de haberse simulado el aporte.
En la práctica diaria, es dable observar las innumerables formas que adopta la figura del socio aparente. El
cumplimiento de las formas legales es el piso mínimo a partir del cual esta figura cobra vida, motivo por el cual
el agudo observador centrará su análisis en otros aspectos, los cuales se revelan necesarios para llegar a
conclusiones precisas.
El socio aparente (prestanombre o testaferro), en una de las posibles versiones que se manifiesta, es aquel
que participa en la vida social de la empresa, pero lo hace no en beneficio propio, sino siguiendo precisas
instrucciones del socio verdadero que se ha encubierto detrás de la figura del socio aparente, quien recibe
instrucciones y las ejecuta automáticamente.
Las motivaciones pueden ser muchas (desde evadir responsabilidades patrimoniales futuras, hasta desbaratar
derechos de terceros: como por ejemplo el ex cónyuge). Lo real es que en la formalidad de los "papeles" el socio
aparente cumple con todas las exigencias legales en forma escrupulosa (hay quienes incluso toman mayores
recaudos que los exigidos por el propio legislador societario acreditando movimientos de fondos figurados, y
capacidad económica suficiente del testaferro -sigue en interminable etcétera de situaciones que no vienen al
caso analizar una por una-).
Finalmente, coincidimos con que la falta de participación en las ganancias ciertamente excluye la existencia
real del estado de socio. Como bien lo expresa el art. 34 de la LSC, la mera participación en las ganancias no es
suficiente para que se dé el estado de socio; la falta de los restantes elementos esenciales creará la posibilidad de
que se esté solamente ante un socio aparente. La falta de participación en las ganancias, a fin de determinar si
existe un estado aparente de socio, debe examinarse a la luz de las verdaderas relaciones entre las partes. En
principio, la mera existencia de aportes y de un contrato de sociedad dará al presunto socio derecho a participar
en las ganancias. Pero para determinar si se trata de un socio aparente debe precisarse si el supuesto socio
efectivamente recibe las ganancias que le corresponderían contractualmente (8).
Por todo lo dicho, cobra relevancia el art. 955 del Cód. Civil, en virtud del cual "la simulación tiene lugar
cuando se encubre el carácter jurídico de un acto bajo la apariencia de otro, o cuando el acto contiene cláusulas
que no son sinceras, o fechas que no son verdaderas, o cuando por él se constituyen o transmiten derechos a
personas interpuestas, que no son aquellas para quienes en realidad se constituyen o transmiten". La simulación
es absoluta cuando se celebra un acto jurídico que nada tiene de real, y relativa cuando se emplea para dar a un
acto jurídico una apariencia que oculta su verdadero carácter (cfr. art. 956, Cód. Civil). De esta forma, concluye
el Cód. Civil diciendo que la simulación no es reprobada por la ley cuando a nadie perjudica ni tiene un fin
ilícito (cfr. art. 957).
Con lo cual, configurada la existencia de un socio aparente, no será reputado como tal frente a los
verdaderos socios; pero con relación a terceros, será considerado con las obligaciones y responsabilidades de un

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socio, salvo su acción contra los socios para ser indemnizado de lo que pagare (cfr. art. 34, LSC). Es decir,
primeramente se deberán aplicar las reglas del régimen societario, y en subsidio las del Cód. Civil.
Conclusión necesaria, entonces, es que en la esfera societaria el socio aparente es considerado "a priori"
-diferenciándose la regulación societaria del art. 975, Cód. Civil- con disfavor. Es requisito que la persona
afectada por la responsabilidad (socio aparente) haya consentido que se use su nombre como socio o tolerado o
permitido que se lo haga figurar en la razón social o que actúe como tal. Las sanciones previstas para el socio
aparente resultan de su falta de calidad de tal, y del consecuente engaño que puede reportar a terceros su
equívoca posición (9).
¿Cuál es la medida de esta responsabilidad? Si se trata del socio aparente de una sociedad regular, dependerá
del papel desempeñado; así, en una sociedad colectiva, será juzgado como responsable solidaria e
ilimitadamente por el pasivo social; en una sociedad en comandita, dependerá de la calidad asumida
(comanditado o comanditario); si fuere en una sociedad de responsabilidad limitada, se aplicarán los arts. 146 y
sigtes. Si la sociedad fuere irregular, la responsabilidad será siempre solidaria e ilimitada sin beneficio de
excusión, según el régimen de estas sociedades.
III. Interpretación jurisprudencial
Si bien la ley de sociedades prevé supuestos para imputar la responsabilidad por los actos del ente a sus
socios, aparentes u ocultos, y aun a sus controladoras, cuando la actuación encubra la consecución de fines
extrasocietarios, constituye un mero recurso para violar la ley, el orden publico o la buena fe o para frustrar los
derechos de terceros; tal remedio debe ser adoptado con suma prudencia, pues una aplicación indiscriminada,
ligera o no mensurada puede llevar a prescindir o aniquilar la estructura formal de las sociedades en supuestos
en que no se justifique, con grave daño para el derecho, la certidumbre y la propia seguridad de las relaciones
jurídicas y hasta la misma finalidad útil de su existencia legal; para lo cual, ante tal imputación, en primer lugar,
como presupuesto de viabilidad no puede prescindirse de demandar a la que se le atribuye alguna de las causales
que habilitaría recurrir al mecanismo de inoponibilidad, esto es, a la sociedad (10).
Resulta improcedente la acción por la cual el pretensor reclama el cobro de cierta suma de dinero de una
sociedad anónima y de sus socios, con base en que había aportado el 10 % del capital y luego, con motivo de la
entrada en vigencia de la ley 24.587 (Adla, LV-E, 5917) (*) (que estableció la nominatividad de las acciones) la
composición accionaria se modificó, siendo desplazado de su participación social sin autorizar la venta de sus
acciones ni recibir utilidades cuando -como en el caso-, surge que la apariencia de socio atribuida al pretensor
tuvo por finalidad ocultar su verdadero vínculo regulado a través de un contrato de trabajo. De modo pues, que
desde tal punto de vista el reclamante se comportó como socio aparente (LSC, 34); pues aun cuando no reunía
los requisitos para ser considerado accionista accedió y toleró que su nombre fuera utilizado como fundador de
esa corporación. Por tanto, en atención a la calidad de socio aparente del reclamante debe desestimarse su
pretensión, en tanto ésta supone el ejercicio de derechos acordados a los socios y esa condición impide que sea
reputado tal respecto de los verdaderos socios (11).
Se es accionista desde la suscripción de las acciones, de modo que el estado de accionista preexiste a la
tenencia de la acción -y aun a la emisión de los títulos-; por tanto, el carácter de socio no necesariamente debe
acreditarse en todos los casos mediante la exhibición de la acción. Mas emitidas las acciones -como en el caso-,
su exhibición se presenta como indispensable, salvo que se justifique adecuadamente la omisión de presentarlas
o se acredite suficientemente por otro medio la calidad de accionista (12).
IV. El socio "oculto"
El socio oculto es, en nuestra opinión, aquel que participa en los beneficios, evitando cualquier
responsabilidad derivada de las pérdidas de la sociedad. Se oculta detrás de la figura y formas societarias para
beneficiarse con la actividad lucrativa de ésta, pero procurando quedar a resguardo si la actividad económica
fracasa y las consecuencias patrimoniales se patentizan. El socio oculto no asume los riesgos de la actividad
empresaria procurando evadirlos mediante la "no figuración" en el contrato social y demás documentación
societaria.
Destacada doctrina ha señalado que este tipo de socios es también llamado "no ostensible". Se entiende por
socio oculto a aquel cuyo nombre no aparece en el contrato social y en el acto de su registro, cuando debiera
figurar o inscribirse como tal porque ha intervenido en la creación del ente como socio y tiene interés social
(participación en las ganancias y soportación de las pérdidas). Su responsabilidad, ya contemplada por el art.
298 del Cód. de Comercio derogado, se extendía solidaria e ilimitadamente como la de los otros socios
colectivos (13). Halperín agrega que la hipótesis del art. 34 no es el supuesto de sociedad interna sin actividad
social externa, sino el de una sociedad aparente en que uno de los socios no aparece entre sus integrantes. La ley
no suministra el concepto de socio oculto; debe entenderse por tal "aquel que ante terceros niega o esconde su
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participación en el contrato social". Esta situación de socio oculto puede resultar de la circunstancia de que no
figure en el contrato social ostensible, inscripto, o que actúe en la sociedad por interpósita persona, o por otra
especie de negocio jurídico (14).
Finalmente, cabe citar lo expuesto por Cabanellas de las Cuevas (15), para quien la caracterización del socio
oculto parte de la premisa de que tal socio es realmente tal, o sea que reúne, conjuntamente, las condiciones de
participación en las utilidades, participación en el gobierno de la sociedad y aportes, definitorias del estado de
socio. Obviamente, esto supone que existe efectivamente una sociedad respecto de la cual se es socio oculto. El
socio es oculto porque su situación de tal no es inmediatamente perceptible por quien participa de relaciones
jurídicas con la sociedad.
V. Caracterización del "socio oculto"
El socio "no" oculto es aquel que, mediante los mecanismos de inscripción habituales figura en los registros
de la sociedad ante la Inspección General de Justicia, o el organismo de contralor que corresponda. Con lo cual,
la primera característica que deberá reunir el socio oculto es, precisamente, carecer de esa inscripción registral.
Ahora bien, la no utilización de estos mecanismos normales no debería por sí misma considerarse como
configurativa de la situación de socio oculto, si por otros medios se hace saber a los interesados posibles que el
socio es efectivamente tal. Pero si a la no utilización de los mecanismos normales de publicidad del estado de
socio se suma la omisión de toda revelación a los posibles interesados de la condición de socio de quien
efectivamente es tal, estaremos ante un socio oculto. No será preciso, a tal fin, que se adopten maquinaciones
complejas destinadas a reservar la verdadera situación del socio, el simple silencio puede ser perfectamente apto
para ocultar el verdadero estado de socio (16).
VI. Responsabilidad del socio oculto
El socio oculto es responsable en forma ilimitada, solidaria y subsidiaria por las obligaciones sociales, de
conformidad con las particulares previsiones que el art. 125 del ordenamiento societario efectúa para la sociedad
colectiva, quedando sin efecto alguno el pacto en contrario.
El fundamento de esta sanción legal es evitar el engaño y el fraude a los acreedores por la participación
clandestina en la explotación del objeto social sin correr los riesgos consiguientes. Este fundamento y la
remisión al art. 125, incluida en el art. 34 lleva a la conclusión no sólo de la responsabilidad solidaria e ilimitada
por el pasivo social, sino también la extensión a este socio oculto de la quiebra de la sociedad (17).
Una vez acreditado su carácter de tal, la ley lo sanciona con su responsabilidad solidaria e ilimitada, como si
integrara una sociedad colectiva, aun cuando el tipo de la sociedad en el cual el socio oculto tuviera interés no
se corresponda con aquellas en las cuales los socios respondan de tal manera. Esta solución es la que en derecho
corresponde, pues si no deslindó su posición frente a terceros, debe sufrir la responsabilidad solidaria e ilimitada
por las obligaciones sociales, el cual, como afirma Segovia, es el principio general en materia de sociedades
mercantiles (18).
En opinión de Cabanellas de las Cuevas, esta solución es de difícil justificación, pues implica que el socio
oculto tiene responsabilidad ilimitada donde no la tienen los socios verdaderos y aparentes, como los de las
sociedades anónimas. Agrega el autor citado que en las sociedades con responsabilidad limitada de los socios,
los acreedores no tienen expectativa de que los socios respondan por las obligaciones de la sociedad, pues la ley
la niega. Por otra parte, particularmente en las sociedades por acciones, existirán graves dificultades prácticas
para determinar quiénes son los socios verdaderos de la sociedad. La ley es así incoherente, pues por una parte
libera a los socios verdaderos de toda responsabilidad por las obligaciones de la sociedad, aunque efectivamente
la manejen, y por otro los hace responsables de su verdadera participación, por el mero hecho de ser oculta (19).
Por nuestra parte, nos permitimos disentir con tan autorizada opinión. Entendemos que no es posible dar
idéntico tratamiento el socio "verdadero" que ha aceptado su participación (y las consecuencias del tipo legal
elegido por los socios), que al socio que se ha ocultado tras la figura societaria pretendiendo, con su
ocultamiento, evadir responsabilidades futuras. Por ello, estamos de acuerdo con el agravamiento de la
responsabilidad del socio oculto, aun en los casos en los cuales tal responsabilidad agravada no se desprendiera
del tipo social elegido para los socios verdaderos.
VI.1. Extensión de la quiebra al socio oculto
Cabe extender la declaración de quiebra contra el socio oculto de la fallida, cuando -como en el caso- su
conducta encuadra específicamente en esa figura, porque actuó como socio gerente mientras figuró en el
contrato social y luego de su aparente desvinculación, también. Esta singular metodología queda corroborada
cuando se advierte su repetición en otros dos casos, esto es, a su desvinculación de dos sociedades, luego
fallidas, con incorporación de directores sin residencia en el país, cuya actuación en tal carácter alega ignorar.

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Por ello, tal desempeño antijurídico está sancionado por el art. 34, LSC, con la responsabilidad ilimitada y
solidaria, equiparándoselo expresamente a la situación del socio de la sociedad colectiva, por remisión al art.
125. Supuesto que a su vez se encuadra en la norma del art. 160 del régimen concursal, en cuanto establece que
la quiebra de la sociedad importa la quiebra de sus socios con responsabilidad ilimitada. Por otra parte, la
objeción del demandado -socio oculto- relativa a que no se acreditó concretamente que participara de los
beneficios y soportara las pérdidas con sus consocios -en orden a descartar su calificación de socio- no es
atendible, porque tal extremo se infiere inequívocamente -por vía presuncional- de su propia actuación por la
sociedad, que sí está comprobada (20).
Halperín coincide básicamente con el fallo anterior, al señalar que tanto el fundamento de la norma en
estudio (evitar el engaño y fraude a los acreedores), como la remisión al art. 125, incluida en el art. 34, lleva a la
conclusión no sólo de la responsabilidad solidaria e ilimitada por el pasivo social, sino también la extensión a
este socio oculto de la quiebra de la sociedad (21). Vale agregar que la responsabilidad del socio oculto se
mantiene hasta que la sociedad se disuelva legalmente (22).
VII. La situación del socio oculto respecto de los demás integrantes de la sociedad
El socio oculto tiene respecto de los restantes socios los derechos que nazcan de sus relaciones con ellos,
aunque éstas permanezcan ocultas. Pero si de tal ocultamiento configura una simulación ilícita, no podrán
ejercerse tales derechos, por aplicación del art. 959 del Cód. Civil (23).
En efecto, conforme lo dispone la norma citada, "los que hubieren simulado un acto con el fin de violar las
leyes o de perjudicar a un tercero, no pueden ejercer acción alguna el uno contra el otro, sobre la simulación,
salvo que la acción tenga por objeto dejar sin efecto el acto y las partes no puedan obtener ningún beneficio de
la anulación".

Especial para La Ley. Derechos reservados (ley 11.723)


(1) SMITH, Juan C., "Código Civil", Directores Belluscio - Zanoni, t. 8, p. 573, Astrea, 1999.
(2) GALGANO, Francesco, "Derecho Comercial", vol. I, p. 243, Temis, 1999.
(3) FERNÁNDEZ MADRID, Juan Carlos, "Código de Comercio Comentado", t. II, p. 873, Errepar, 2000.
(4) NISSEN, Ricardo A., "Ley de Sociedades Comerciales", t. 1, p. 327, Abaco, 1993.
(5) CABANELLAS DE LAS CUEVAS, Guillermo, "Derecho Societario", Parte General, t. 5, p. 796,
Heliasta, 1997: "La apariencia del estado de socio puede surgir, en primer lugar, de la inscripción
correspondiente en el Registro Público de Comercio: cierta persona aparece como socio en dicho Registro. En
otros casos, la apariencia puede surgir de otros elementos que exterioricen la existencia del estado de socio:
tenencias de acciones al portador, inscripción como socio en los registros que lleve la sociedad y figuración
como socio en un contrato no inscripto. También puede resultar la apariencia del hecho de manifestarse -por el
socio aparente o por terceros- que el socio aparente es socio, o bien por actuarse dando a entender tal condición
de socio, aunque no se la mencione expresamente. Por último, la apariencia del estado de socio puede resultar
del hecho que se utilice el nombre del socio aparente en el nombre de la sociedad o en otros signos distintivos
utilizados por ésta".
(6) Autos: "Leiva, Vicente c. Santa Mónica S.R.L.", Ref. Norm.: Cód. Civil: 498, 1396, 1445 - Mag.:
Etcheverry - Jarazo Veiras - Barrancos y Vedia - 1979/08/22, LD-Textos.
(7) CABANELLAS DE LAS CUEVAS, Guillermo, ob. cit., p. 797.
(8) CABANELLAS DE LAS CUEVAS, Guillermo, ob. cit., p. 797.
(9) ZALDIVAR, Enrique, y otros, "Cuadernos de derecho societario", vol. I, p. 193, Abeledo-Perrot, 2000.
(10) "Revoredo, Pedro Aníbal c. Molinero, Carlos Danilo s/ordinario", Mag.: Peirano - Viale - Miguez -
2001/06/25, LD-Textos.
(*) El texto de la ley y los antecedentes parlamentarios que le dieron origen han sido objeto de publicación
en la revista "Antecedentes Parlamentarios", t. 1996-A, p. 661.
(11) Autos: "Arcuri, Gustavo Adrián c. Univers Electronic S.A. y otros s/ordinario", Mag.: Piaggi - Butty -
Díaz Cordero, 2001/07/19, LD-Textos, LA LEY, 2001-F, 463, DJ, 2001-3, 614.
(12) Autos: "Trainmet S.A. c. Ormas S.A. s/medida precautoria", Mag.: Cuartero - Butty - Jarazo Veiras,
2000/06/14, LD-Textos.
(13) ZALDIVAR, Enrique y otros, ob. cit., p. 195.
(14) HALPERIN - BUTTY, "Curso de derecho comercial", vol. I, 4ª edición, p. 360, Depalma, 2000.
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(15) CABANELLAS DE LAS CUEVAS, Guillermo, ob. cit., p. 800.


(16) CABANELLAS DE LAS CUEVAS, Guillermo, ob. cit., p. 801.
(17) HALPERÍN - BUTTY, ob. cit., p. 360.
(18) NISSEN, Ricardo A., "Ley de Sociedades Comerciales", t. 1, p. 328, Abaco, 1993.
(19) CABANELLAS DE LAS CUEVAS, Guillermo, ob. cit., p. 802.
(20) "Alvear 1850 S.R.L. s/quiebra s/inc. de extensión de quiebra - Ref. Norm.: ley 19.550: 34; 125; ley
24.522: 160", Mag.: Jarazo Veiras - Peirano - Miguez de Cantore, 1997/12/26, LD-Textos. (En el caso, el
magistrado de la instancia anterior había rechazado el pedido de extensión de quiebra respecto del socio oculto,
correspondiendo aclarar asimismo, que la falsedad de las explicaciones del demandado en relación con su
desvinculación de la sociedad, es muy relevante y no puede sino ser interpretado en su contra, ya que ante la
concreta imputación que el síndico le formuló respecto a su calidad de socio oculto, debió cuanto menos
proporcionar una versión o explicación verosímil que justifique su participación -luego comprobada- en
actuaciones trascendentes de la sociedad, disponiendo de sus derechos como si fueran propios).
(21) HALPERIN - BUTTY, ob. cit., p. 360.
(22) VERON, Alberto Víctor, "Sociedades Comerciales", t. 1, p. 313, Astrea, 1993.
(23) CABANELLAS DE LAS CUEVAS, Guillermo, ob. cit., p. 802.

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