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Perú

El (también) inconstitucional código de justicia militar policial

Ronald Gamarra Herrera


Consorcio Justicia Viva. Perú, marzo del 2006.

Hasta ahora, las críticas a la nueva regulación en materia de justicia militar se han
circunscrito a la Ley 28665, de organización, funciones y competencia de la
jurisdicción especializada en el ámbito penal militar policial. Por lo mismo, también
las acciones e iniciativas legales del Colegio de Abogados de Lima, Fiscalía de la
Nación, Poder Judicial, Consejo Nacional de la Magistratura, Defensoría del
Pueblo y la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos,
han sido emprendidas en torno a ella.

En ese escenario, ha venido "pasando piola" el Decreto Legislativo 961, Código de


Justicia Militar Policial, que tampoco responde a lo dispuesto en la Constitución y,
en realidad, sólo representa un intento de "maquillaje legislativo" con el propósito
de burlar la interpretación constitucional que sobre el concepto de delitos de
función sentó el Tribunal Constitucional (TC), particularmente, en sus sentencias
de fechas 16 de marzo (Exp. Nº 0017-2003-AI/TC) y 9 de agosto del 2004 (Exp.
0023-2003- AI/TC), y de burlar la subsecuente obligación de aprobar un nuevo
marco legal de la justicia castrense bajo tal parámetro.

Nuestras críticas al código son las siguientes. En principio, es producto de una


delegación de facultades al Poder Ejecutivo promovida por los congresistas Iberico
y Mulder, con base en la completa renuncia a legislar, la entrega del tema a los
militares y la virtual exclusión de la sociedad civil en el análisis y decisión del tema.
Al respecto, es de recordar que según la propuesta de delegación de facultades
(mayo de 2005) la elaboración de la norma requería de "criterios técnicos jurídicos
muy avanzados" y tenía que "desarrollarse dentro de un ámbito de consenso, de
acuerdo con los ciudadanos con uniforme"; que, según las actas del debate
parlamentario (noviembre de 2005), el Congreso no estaba en condiciones de
presentar un Código de Justicia Policial y Militar, que sí "lo pueden elaborar" los
especialistas "que están en el Consejo Supremo de Justicia Militar"; que el
Ejecutivo "ya tiene los proyectos elaborados en ese sentido" y que en la comisión
que nombre el Ejecutivo "no cabe que se metan otras organizaciones ajenas"; y
que, en esas condiciones, la delegación de funciones al Poder Ejecutivo para que
mediante Decreto Legislativo y en el plazo de 35 días calendario, dicte el nuevo
Código de Justicia Militar Policial, fue aprobada en el Parlamento (noviembre de
2005) por 62 votos a favor, 5 en contra y 10 abstenciones.
En segundo lugar, es un código que, conforme a los términos y condiciones
consensuadas en el Congreso, posteriormente estatuidas en la Ley 28636 y
complementadas en la Resolución Suprema Nº 701-2005-DE/SG, fue elaborado
por una comisión integrada en su mayoría por representantes del sector castrense
(6 de 7), con exclusión total de instituciones tales como el Poder Judicial, el
Ministerio Público y la Defensoría del Pueblo, para no mencionar a la sociedad civil.
Un código que, en ese contexto y valgan verdades, está hecho a la medida de un
Consejo Supremo de Justicia Militar que persiste en la idea de una organización
de justicia propia para los militares y que maneja un concepto amplísimo, casi
totalizador, de los delitos de función.

En tercer lugar, se trata de un código que desnaturaliza el concepto constitucional


de los denominados delitos de función que, conforme a la interpretación del TC,
deben limitarse a aquellos que importan una infracción al deber propio, exclusivo
e inherente al personal castrense en situación de actividad y que lesionan bienes
jurídicos militares (fundamentos 110 y siguientes, y 134-A de la sentencia recaída
en el Exp. 0017-2003-AI/TC; 81 de la sentencia recaída en el Exp. 0023-2003-
AI/TC; y 15 y 24 de la sentencia recaída en el Exp. 3194-2004-HC/TC).

En ese sentido, es de observarse que el código tipifica como delitos militares:

a) Un importante conjunto de conductas que sólo describen afectaciones a bienes


jurídicos de carácter común y no militar. En efecto, el listado que presenta el Código
de Justicia Militar Policial comprende por lo menos 44 tipos penales (traición a la
patria, rebelión, sedición, motín, infidencia, contra el derecho internacional
humanitario, injuria, difamación, agresión, omisión de cumplimiento de deber,
falsificación o adulteración de documentos, etc.) que, si bien tienen al personal
militar como sujeto activo o agente de la perpetración, exceden el ámbito objetivo
del delito de función castrense, en los términos expuestos por el propio TC en las
sentencias antes citadas, toda vez que afectan bienes jurídicos que no son propios,
particulares y relevantes para la existencia de la organización, operatividad y
cumplimiento de los fines de las Fuerzas Armadas. Además de incorporar figuras
que fácilmente encajan en tipos penales previstos para cualquier funcionario
público (entre los que, por cierto, se podrían encontrar los militares) y/o tipificar
acciones de evidente carácter particular, que en la mayoría de los casos ya se
encuentran previstas como tales en el código penal común.

b) Un conjunto de conductas que importan meras infracciones de carácter


disciplinario o administrativo. Así es, el Código de Justicia Militar Policial califica
como delitos de función por lo menos 21 conductas (violación de consigna, omisión
de aviso, abandono de escolta, incapacidad voluntaria para el servicio,
insubordinación, desobediencia, excusa indebida, etc.) que constituyen meras
infracciones de carácter administrativo, es decir, que carecen de "gravedad
suficiente", que no afectan bienes jurídicos de relevancia o protección
constitucional y que no merecen tutela penal.
En cuarto lugar, resulta evidente que el legislador ha expedido el Código de Justicia
Militar Policial franqueando los parámetros y límites impuestos por la Constitución,
pues ciertamente no tiene una libertad absoluta para calificar una conducta como
delito de función. En este caso, el poder punitivo se ha ejercido con una amplitud
tal que ha desvirtuado por completo el restringido concepto constitucional de delitos
de función, afectando el principio de interdicción de la arbitrariedad o prohibición
de excesos. En concreto, el legislador, nada congruente con los principios
constitucionales, ha delimitado de forma indebida y equívoca el bien jurídico
tutelado, calificando o tipificando un conjunto de conductas de naturaleza penal
ordinaria o constitutivas de meras infracciones de carácter administrativo como
delitos de función, con las consecuencias de un proceso indebido y una pena
injusta.

En quinto lugar, al orientarse a la preservación de determinados principios -orden,


disciplina, jerarquía, obediencia- que en realidad corresponde confiar a la
administración militar y no a la justicia penal, el Código de Justicia Militar Policial
contraviene el principio de exclusiva protección de bienes jurídicos configurado a
partir de los artículos 43 (cláusula del Estado social y democrático), 44 (deber
primordial de garantizar la plena vigencia de los derechos humanos, proteger a la
población de amenazas contra su seguridad), 45 (sometimiento del ius puniendi a
las limitaciones formales y sustantivas de la Constitución) y penúltimo párrafo del
artículo 200 de la Constitución (principio de proporcionalidad). En sexto lugar, al
prever conductas ya definidas con antelación como delitos ordinarios por el código
penal común, el Código de Justicia Militar Policial lesiona de manera directa el
principio de legalidad penal (artículo 2, inciso 24, literal "d" de la Constitución), pues
posibilita que la misma acción pudiera ser subsumida en cualquiera de los tipos
penales y, en consecuencia, juzgada por los tribunales castrenses o por la justicia
ordinaria, según la discrecionalidad de las agencias de control penal.

En séptimo lugar, el Código de Justicia Militar Policial incurre en un "vicio de


irrazonabilidad" al repetir tipos penales comunes ya previstos en el código penal,
con el claro propósito de sustraer su juzgamiento de la esfera de competencia de
los jueces de la jurisdicción ordinaria. Estando a la manifiesta inconstitucionalidad
del código de marras corresponde que, tal como se hizo oportunamente contra la
Ley 28665, la Fiscalía de la Nación, la Defensoría del Pueblo y el Colegio de
Abogados de Lima demanden su expulsión del ordenamiento jurídico ante el TC.

Por cierto, con base en la idea de que las condiciones y reglas generales de
punición son las mismas para todo tipo de delito, independientemente de sus
particularidades, nosotros insistimos en que la descripción de las conductas típicas
debe reunirse en un solo cuerpo normativo y debe unificarse el catálogo de penas;
y que, por lo mismo, el nuevo diseño de los contados delitos de función no importa
la existencia de un código penal militar, pues resulta suficiente y conveniente para
un Estado de Derecho que aquellos pocos ilícitos sean incorporados al código
penal común.

Mantenemos, pues, nuestra posición en el sentido que el listado de delitos de


función debería estar comprendido en el Capítulo II-A "De los delitos de función
militar" del Título XVIII sobre "Delitos contra la Administración pública" del Código
Penal.

lunes, 19 de diciembre de 2011

EL DELITO DE FUNCIÓN EN LA JUSTICIA MILITAR POLICIAL

La Constitución Política del Perú refiere que el Estado peruano es unitario,


representativo y descentralizado, organizado bajo el Principio de Separación de
Poderes: Poder Legislativo, Poder Ejecutivo, Poder Judicial, Ministerio Público,
Sistema Electoral, Gobiernos Locales y Regionales, y Tribunal Constitucional.

De acuerdo a esto, corresponde al Poder Judicial la potestad de administrar


justicia, no pudiendo autoridad alguna avocarse a causas pendientes ante el
órgano jurisdiccional ni interferir en el ejercicio de sus funciones, así como tampoco
dejar sin efecto resoluciones que han pasado en autoridad de cosa juzgada, ni
cortar procedimientos en trámite, ni modificar sentencias ni retardar su ejecución.

Pero, claro está que dicha labor deberá ser desarrollada en evidente e irrestricto
respeto tanto de los Derechos Fundamentales, como de la Supremacía Normativa
de la Carta Política.

Con relación a lo segundo, esto es la Supremacía de la Constitución, la propia


Norma Normarum señala que en caso de Delito de Función, los Miembros de las
Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional están sometidos al fuero respectivo y al
Código de Justicia Militar… (Sic)….

Atendiendo a ello, y en aplicación del Principio de Reserva de Ley, el Código Penal


Militar Policial, Decreto Legislativo Nº 1094, expresa que el delito de función es
toda conducta ilícita cometida por un militar o un policía en situación de actividad,
en acto del servicio o con ocasión de él, y que atenta contra bienes jurídicos
vinculados con la existencia, organización, operatividad o funciones de las Fuerzas
Armadas o Policía Nacional.

Por su parte, la Ley de Organización y Funciones del Fuero Militar Policial, Ley Nº
29182, señala que los Delitos de Función son de naturaleza y carácter Militar
Policial, y son a su vez tipificados en el Código Penal Militar Policial, siendo
imputables únicamente, a Militares y Policías en Situación de Actividad. Por lo
tanto, concluye que tanto el Fuero Militar Policial como el Código Penal Militar
Policial no alcanzan a ciudadanos civiles.

Sobre este mismo punto, nuestro Tribunal Constitucional, en jurisprudencia


vinculante y reiterada, se ha pronunciado respecto del Delito de Función:
STC Nº 00173-2006-PHC/TC, Fundamento Nº 6 1[1]:

“[...] el delito de función entraña aquella acción tipificada expresamente en la Ley


de la materia, y que es realizada por un Militar o un Policía en acto de servicio o
con ocasión de él, y respecto de sus funciones profesionales”.

STC Nº 3194-2004-HC/TC, Fundamento Nº 24 2[2]:

“[...] El delito de función se presenta cuando la conducta del Militar o del Policía en
actividad pone en riesgo o atenta contra la actuación de las Fuerzas Armadas y de
la Policía Nacional del Perú, en el cumplimiento de sus funciones constitucionales.
[...] Sobre la base de esta concepción de los Delitos de Función, en estricta relación
con los Principios de Legalidad y Tipificación por el Código Penal Militar Policial,
solamente podrían ser considerados copulativamente como tales:
a) los relacionados directamente con el ámbito funcional Militar o Policial;
b) los que afectan bienes jurídicos estrictamente castrenses, y
c) los que reconocen un nexo causal entre los delitos cometidos en el ámbito
castrense y la función encomendada al sujeto activo militar.
El delito de función no protege un interés militar o policial del Estado como tal. Se
trata de un delito por el que se incumple un deber y solo puede ser cometido por
quien ostenta una posición determinada, derivada del ámbito estrictamente militar
o policial.
Cuando la infracción o delito es cometido por cualquier ciudadano ajeno a las
Fuerzas Armadas o la Policía Nacional, no se trata de un delito de función ya que
el deber sólo es propio de quien pertenece a cualquiera de estas instituciones”.

En este orden de ideas, tenemos que el Delito de Función presenta una doble
condición subjetiva y objetiva. Es subjetiva, pues se trata de un sujeto activo, Militar
o Policial, que comete un delito de función Militar o Policial (es decir, hechos que
real y estrictamente dañan a la Organización castrense o Policial), no resultando
posible extender la competencia a casos con sujetos civiles o con delitos comunes;
y es objetiva, por cuanto resulta de hechos en los que se quebranta un deber
inherente a la profesión Militar o Policial que importa lesiones o la puesta en peligro
de bienes jurídicos estrictamente castrenses en la medida en que ello pueda
afectar la defensa nacional u otras funciones asignadas por la Constitución a las
Fuerzas Armadas.

No obstante lo anterior, para que ello ocurra (condición subjetiva-objetiva), es


preciso que la conducta considerada como antijurídica se encuentre prevista en el
Código Penal Militar Policial, y que además se cumpla lo siguiente:

1) Sea Militar o Policía que haya infringido un deber que le corresponda en cuanto
tal; es decir, que se trate de la infracción de una obligación funcional, por la cual el
efectivo estaba constreñido a mantener, o a realizar, o no realizar, un

1[1] Publicada en la Página Web del Tribunal Constitucional (www.tc.gob.pe) con fecha 21 de mayo del 2007.

2[2] Publicada en la Página Web del Tribunal Constitucional (www.tc.gob.pe) con fecha 22 de junio del 2005.
comportamiento a favor de la satisfacción de un interés considerado
institucionalmente como valioso por la ley; además, la forma y modo de su comisión
debe ser incompatible con los principios y valores consagrados en el texto
fundamental de la República (Deber Militar Policial).

2) Con la infracción del Deber Militar Policial, el autor haya lesionado un bien
jurídico Militar Policial que comprometa las funciones constitucionales y legalmente
asignadas a las Fuerzas Armadas y a la Policía Nacional.

3) Y, la infracción revista cierta gravedad y justifique el empleo de una conminación


y una sanción penal.

Cordialmente,

Fernando Valdivia Correa


Abogado
Egresado de Maestría en Derecho Constitucional
Maestrista de la Maestría en Comportamiento
Organizacional y RRHH
Cel. 996472232, RPC 986689569
http://fernandovaldiviacorrea.blogspot.com/
fvaldivia@amof.com.pe.
fvaldiviacorrea@hotmail.com.

Publicado por FERNANDO CARLOS VINICIO VALDIVIA CORREA en 17:00

El derecho constitucional a la presunción de inocencia en Perú y México, así como


su relación con los demás derechos constitucionales
By adeprin -
26 Octubre, 2016
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Hesbert Benavente Chorres1

Maestro en Derecho Penal por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos


(Perú)

RESUMEN: El presente estudio consiste, en primer lugar, en el análisis del


derecho constitucional a la presunción de inocencia y el trato que recibe en los
sistemas jurídicos de Perú y México. Para ello, se ha tomado en cuenta lo regulado
en la Constitución Política de los citados países, su regulación en las leyes
secundarias, su análisis en la jurisprudencia y doctrina tanto peruana como
mexicana. En segundo lugar, se ha planteado la relación entre la presunción de
inocencia con otros derechos constitucionales: libertad, honor, propiedad y a un
juicio previo; donde señalamos la presencia en los países antes citados de ciertas
figuras en el ámbito del proceso penal que flexibilizan y ponen en peligro los
mencionados derechos constitucionales; por lo que, el legislador debe tomar las
medidas de corrección respectivas.

El proceso penal se construye sobre la presunción de


inocencia del infractor que conlleva una presunción de
falsedad de lo denunciado por la víctima, por lo que
conviene recordar que el proceso debería ser un diálogo,
que intentara integrar las distintas verdades.2

1. INTRODUCCIÓN

En la actualidad, se aprecia un continuo desarrollo del Derecho constitucional,


concretamente en el ámbito de los derechos constitucionales. 3 Frente a ello, el
objetivo del presente estudio es analizar, en concreto, el derecho a la presunción
de inocencia y su relación con otros derechos constitucionales como por ejemplo
la libertad personal, el honor, la propiedad y a un juicio previo.
Sin embargo, por las características del presente trabajo, de corte comparativo, se
analizará, por un lado, el trato que en el Perú se le da al derecho a la presunción
de inocencia, debiéndose recordar que el Perú, por mandato del artículo 43° de la
Constitución Política peruana de 1993, es un Estado unitario, lo cual implica un
solo centro de poder político que extiende su accionar a lo largo de todo el territorio
de la república, mediante sus agentes y autoridades locales, delegadas de ese
mismo poder central;4 además cuenta con una sola Constitución Política que rige
en todo el país y a la cual se hayan sometidas todas las autoridades y habitantes
del mismo.

Por otro lado, estudiaremos la experiencia mexicana con relación a la presunción


de inocencia, debiéndose recordar que en México, su sistema político-jurídico es
el federal,5 el cual, y en torno al tema que nos ocupa, exige el estudio tanto de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, así como aquellas dictadas
por las entidades federativas (a excepción del Distrito Federal, la cual no cuenta
con una Constitución Política).

Asimismo, este estudio comparativo viene precedido por nuestra toma de postura
sobre el concepto y contenido del derecho a la presunción de inocencia, que nos
permitirá luego relacionarlo con otros derechos constitucionales. Finalmente, y
como excurso del presente trabajo, se realizará una reflexión en torno a las
decisiones de la Corte Interamericana de Derechos Humanos referidas a la materia
que nos ocupa.

2. CONCEPTO DE PRESUNCIÓN DE INOCENCIA

En sus orígenes, la inocencia se tomó como un estado de pureza absoluta; la


lectura fue ideológica: se afirma que las personas al nacer llegan al mundo
inocentes, y ese estado pervive en su existencia hasta la muerte. La aplicación en
el proceso penal de esta idea se transmite con igual intensidad: sólo la sentencia
judicial puede variar el estado de inocencia. Y por eso cuando el juez “absuelve”,
declara y confirma dicho estado de inocencia;6 mientras que la “condena” es
constitutiva, pues a partir de ello nace un estado jurídico nuevo.

Luigi Lucchini señalará que la presunción de inocencia es un “corolario lógico del


fín racional asignado al proceso” y la ” primera y fundamental garantía que el
procesamiento asegura al ciudadano: presunción juris, como suele decirse, esto
es, hasta prueba en contrario”.7

Ferrajoli determina que la presunción de inocencia expresa a lo menos dos


significados garantistas a los cuales se encuentra asociada que son “la regla de
tratamiento del imputado, que excluye o restringe al máximo la limitación de la
libertad personal” y “la regla del juicio, que impone la carga acusatoria de la prueba
hasta la absolución en caso de duda”.8

Para Nogueira Alcalá, la presunción de inocencia es así el derecho que tienen


todas las personas a que se considere a priori como regla general que ellas actúan
de acuerdo a la recta razón, comportándose de acuerdo a los valores, principios y
reglas del ordenamiento jurídico, mientras un tribunal no adquiera la convicción, a
través de los medios de prueba legal, de su participación y responsabilidad en el
hecho punible determinada por una sentencia firme y fundada, obtenida
respetando todas y cada una de las reglas del debido y justo proceso, todo lo cual
exige aplicar las medidas cautelares previstas en el proceso penal en forma
restrictiva, para evitar el daño de personas inocentes mediante la afectación de sus
derechos fundamentales, además del daño moral que eventualmente se les pueda
producir.9

Gozaine indica que el principio de inocencia es un derecho del imputado, pero


nunca una franquicia para su exculpación. Esto significa que la producción
probatoria y el sistema de apreciación que tengan los jueces integran, en conjunto,
el principio de razonabilidad que se espera de toda decisión judicial. 10

Al respecto, consideramos a la presunción de inocencia como una garantía


individual;11 como un derecho público contenido en la Constitución, a favor de las
personas, que exige que sea ante la autoridad que esté (de competencia penal o
no) y ante el procedimiento que se le sujete (igualmente, penal o no), no se
considere verosímil la atribución de cargos relacionados con la comisión de delitos,
salvo decisión contraria emitida por un tribunal competente dentro de la
observancia del debido proceso,12 así como, el ser considerados como
excepcionales aquellas medidas que restringen la libertad del imputado o sus
demás derechos constitucionales. Es un poderoso baluarte de la libertad individual
para poner freno a los atropellos a ella y proveer a la necesidad de seguridad
jurídica.13

3. EL DERECHO A LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA EN PERÚ Y MÉXICO

Para el desarrollo del presente estudio se van a comparar los ordenamientos


jurídicos mexicano y peruano en torno a:

a) La recepción legislativa del derecho a la presunción de inocencia.

b) El tratamiento jurisprudencial del derecho a la presunción de inocencia.

c) El derecho a la presunción de inocencia y su relación con otros derechos


constitucionales

A continuación, desarrollaremos estos temas.

3.1. La recepción legislativa del derecho a la presunción de inocencia

En lo que respecta a México, el derecho a la presunción de inocencia, a pesar que


ha sido mencionado tanto por la jurisprudencia como por la doctrina mexicana, no
se encontraba previsto en alguna norma de Derecho penal o de procesal penal, y
menos aún a nivel constitucional; solamente estaba señalado en aquellos
instrumentos internacionales suscritos por México.

Esta situación conllevó que, en los textos adjetivos tanto a nivel federal como de
las entidades federales, se exija al Ministerio Público que, para ejercer la acción
penal, haya acreditado “plenamente” la existencia del cuerpo del delito -que
vendría ser los elementos del tipo penal-, así como la responsabilidad del imputado
o indiciado.14

Y esta acreditación plena tenía como marco la Constitución Federal de los Estados
Unidos Mexicanos, que en varios de sus articulados establecía la acreditación del
cuerpo del delito y la responsabilidad del indiciado -así, por ejemplo, lo establecía
el artículo 16° constitucional en torno a los requisitos para que el Juez expida orden
de aprehensión-.

Es decir, aun antes del dictado de una sentencia firme, el Ministerio Público y el
Juez, realizaban sus actos procesales a sabiendas que el ilícito penal, materia de
proceso, ya estaba acreditado, así como la responsabilidad del imputado. En
efecto, solamente con la presencia de actos o diligencias de investigación, y por
imperio de la ley, ya se prejuzgaba la comisión de un delito y la responsabilidad del
indiciado.

Sin embargo, esta situación cambia a raíz de la reforma a la Constitución Federal


el 19 de junio del 2008.15 En efecto, se reformó el artículo 20° constitucional, inciso
B, fracción I, donde se reemplaza la figura de la libertad provisional bajo caución 16
por el derecho a la presunción de inocencia.17

Ello originó la modificación de todos los artículos de la Constitución Federal que,


para la procedencia de una determinada figura procesal, exigían la acreditación
plena del cuerpo del delito y la responsabilidad del indiciado.

Asimismo, conlleva la adecuación de los códigos de procedimientos penales tanto


federal como de las entidades federativas al nuevo marco constitucional; siendo
los primeros en responder a este llamado los códigos de Oaxaca,18 Chihuahua19 y
el recientemente publicado Código de Procedimientos Penales del Estado de
México20 (promulgada el 9 de febrero del 2009 y que entrará en vigencia, en forma
progresiva, el primero de agosto de los corrientes).

Ahora bien, una situación paradójica ocurre en el Derecho constitucional de las


entidades federativas mexicanas. En efecto, en el federalismo mexicano, cada uno
de los Estados, a excepción del Distrito Federal, puede contar, además de la
Constitución Federal, de una propia, interna o estatal carta magna; cuyas cláusulas
no deben ser incompatibles al texto federal.

Frente a ello, las entidades federativas lo que han optado es por legislar, en sus
constituciones, aquellas figuras no contempladas en la federal pero que no se la
oponen, así como, desarrollar o dotarle de un mayor contenido a aquellas que si
están reguladas en la Constitución Federal.

En ese sentido, en lo que respecta al derecho constitucional a la presunción de


inocencia, las entidades federativas no lo han regulado en sus constituciones y por
el contrario han apelado a la figura denominada: cláusula genérica, como el que
encontramos, por ejemplo, en el artículo 5o de la Constitución Política del Estado
de México: “En el Estado de México todos los individuos son iguales y tienen las
libertades, derechos y garantías que la Constitución Federal, esta Constitución y
las leyes del Estado establecen”.21

Esta situación, no invalida el actual tratamiento legislativo a la presunción de


inocencia, dado que, basta que esté presente en la Constitución Federal como en
los instrumentos internacionales suscritos por México, para que cada uno de los
estados adecué el proceso penal al marco de este derecho constitucional.

En ese orden de ideas, a raíz de la reforma a la Constitución Federal del 19 de


junio del 2008, se le ha dado una mayor potencialidad a la presunción de inocencia,
al establecerse lo siguiente:

(1) El Ministerio Público al momento de ejercer la acción penal contra el imputado


y consignarlo ante el Juzgado penal respectivo (a fin que expida el respectivo auto
de inicio de instrucción, denominado auto de radicación o cabezada de proceso),
estaba, antes de la reforma constitucional, obligado a presentar los medios
probatorios que demostrasen plenamente que estaban acreditados los elementos
del cuerpo del delito (esto es, el tipo penal) y la responsabilidad del imputado.
Obviamente, tal exigencia reñía con el sentido de la presunción de inocencia, dado
que, la responsabilidad penal del imputado no se puede establecer por actos de
investigación, menos aún realizados en sede pre-jurisdiccional; por el contrario, y
vinculado con el derecho constitucional a un juicio previo, requiere la realización
de un juzgamiento ante el órgano jurisdiccional, donde por la práctica de la prueba,
regida por los principios de oralidad, inmediación, contradicción y publicidad, se
pueda establecer que ha quedado desvirtuada la presunción de inocencia. Frente
a ello, la reforma constitucional, en concreto al artículo 16 o,22 establece que
solamente el representante del Ministerio Público debe contar con indicios que a él
le cause convicción de la presencia de un hecho delictivo y la presunta
responsabilidad del imputado, y sobre la base de esa convicción ejercer la acción
penal y solicitar el dictado de medidas coercitivas (como por ejemplo, la orden de
aprehensión), a fin que tenga conocimiento el órgano jurisdiccional y posibilitar el
inicio del respectivo proceso penal.

(2) Antes el imputado sólo podía ofrecer como testigos a favor a aquellos presentes
en el momento que se produjeron los hechos. Aquí también se ve un debilitamiento
tanto a la presunción de inocencia del imputado como al ejercicio de su derecho
de defensa, al limitársele sus órganos de prueba a los denominados: testigos
presenciales, no permitiéndosele presentar otro tipo de testigos (como los
referenciales o de oídas, válidos en la mayoría de sistemas de justicia penal). Sin
embargo, a raíz de la reforma constitucional al artículo 20, literal B), Fracción IV), 23
se ha eliminado la exigencia que las personas cuyo testimonio se solicite deben
haber estado en el lugar de los hechos. Esta eliminación es correcta, porque, como
se indicó, el testigo no solamente es aquel que ha visto o percibido por sus sentidos
los hechos materia de proceso, sino también el que ha tenido conocimiento del
mismo a pesar que no lo ha presencia; es el caso del testigo de oídas o referencial.

(3) El anterior artículo 20°, literal b), fracción VIII) de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos permitía que el imputado se defendiese a través de una
“persona de confianza”, que con frecuencia era un “coyote” o litigante sin licencia,
que propiciaba la corrupción. Ahora, con la reforma constitucional el imputado tiene
derecho a una defensa adecuada por abogado, al cual elegirá libremente incluso
desde el momento de su detención;24 mejorándose, de esta manera, la calidad de
la defensa técnica que a la postre guarda relación con el derecho a la presunción
de inocencia.

Por otro lado, y en lo que respecta al Perú, en sus dos últimas constituciones se
ha mencionado el derecho a la presunción de inocencia. 25

En ese sentido, el artículo 2o, inciso 20), letra F) de la Constitución Política del Perú
de 1979, establecía que: “Toda persona es considerada inocente mientras no se
haya declarado judicialmente su responsabilidad”. Idéntico texto lo encontramos
en la vigente Constitución de 1993, en su artículo 2o, inciso 24, letra E).

Asimismo, el Perú se encuentra vinculado al respeto de la presunción de inocencia


a raíz de los instrumentos internacionales que ha suscrito, como por ejemplo la
Convención Americana, que en su artículo 8o, inciso 2) establece que: «Toda
persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras
no se establezca legalmente su culpabilidad».26 Por otro lado, y aunque se verá en
el último punto del presente estudio, la Corte Interamericana de Derechos
Humanos ha precisado que «el principio de la presunción de inocencia, tal y como
se desprende del artículo 8.2 de la Convención, exige que una persona no pueda
ser condenada mientras no exista prueba plena de su responsabilidad penal. Si
obra contra ella prueba incompleta o insuficiente, no es procedente condenarla,
sino absolverla».

Como se puede apreciar, el derecho a la presunción de inocencia tuvo una mayor


tradición legislativa en Perú que en México. Asimismo, tampoco en el Perú se ha
presentado la coexistencia de una Constitución Federal con las de las entidades
federativas, que sí está presente en México.

Además, el Perú, por presentar una data legislativa mayor que México, los códigos
de procedimientos penales que han estado vigentes durante las constituciones de
1979 y 1993, han regulado el derecho a la presunción de inocencia. 27 México recién
está en un procedo de adecuación de los códigos de procedimientos penales de
las entidades federativas al nuevo marco constitucional, producto de la reforma del
19 de Junio del 2008.
Sin embargo, en la actualidad, en ambos países y por imperio Constitucional, toda
persona debe ser considerada inocente desde el primer momento que ingresa al
foco de atención de las normas procesales, debiendo conservar su estado natural
de libertad, con algunas restricciones propias de la investigación, hasta que
mediante una sentencia se declare su culpabilidad.

3.2. El tratamiento jurisprudencial del derecho a la presunción de inocencia

En lo que respecta a México, se indicó que, a pesar que la recepción legislativa del
derecho a la presunción de inocencia es reciente, ello no ha sido impedimento
alguno para que él mismo presente un desarrollo jurisprudencial.

Sin embargo, antes de ingresar al tratamiento jurisprudencial dispensado a esta


figura en México, es menester establecer que, en aquel país, el más alto órgano
jurisdiccional es la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la cual, si bien
desempeña sus funciones en el fuero federal, sus decisiones también son
consultadas y aplicadas por los órganos jurisdiccionales de cada entidad
federativa.

Asimismo, las decisiones que emite la Suprema Corte se clasifican en dos: a) tesis
aislada y, b) jurisprudencia; siendo esta última la que detenta carácter vinculante;
es decir, el de ser un precedente de obligatoria observancia, hasta que, se
interrumpa su vigencia o sea modificada por una nueva; en ambos caso, por la
Suprema Corte.

Ahora bien, en el caso de la presunción de inocencia, la Suprema Corte, a lo largo


de su historia, solamente ha emitido tres jurisprudencias, las cuales son: 28

“Si bien es cierto que el principio de presunción de inocencia implica que no puede
sancionarse a una persona hasta en tanto se desahoguen las pruebas
conducentes que demuestren su culpabilidad, también lo es que no opera
tratándose del aseguramiento momentáneo a que se refiere el artículo 55 de la Ley
de Cultura Cívica del Distrito Federal, en términos del cual el policía en servicio
debe detener y presentar a la persona ante el Juez cuando sea informado de la
comisión de una infracción inmediatamente después de que hubiese sido realizada
o se encuentre en poder del presunto infractor el objeto o instrumento, huellas o
indicios que hagan presumir fundadamente su participación en la infracción, siendo
hasta el inicio del procedimiento correspondiente cuando surge el deber de
respetar el principio señalado, ya que antes sólo se está frente a un acto policial
que atiende a una necesidad y urgencia, pero que no se traduce en una
declaratoria de culpabilidad del probable infractor. Además, conforme al artículo 55
aludido, el policía en servicio debe detener y presentar al probable infractor
inmediatamente ante la autoridad competente, de tal suerte que la detención no
queda al solo arbitrio del policía, pues se exige que esté en servicio y que se
actualicen los supuestos de la norma para que proceda el aseguramiento como
medida preventiva”.29
Como se puede apreciar esta jurisprudencia, en cierta forma, aborda la relación
entre el derecho a la presunción de inocencia y la detención policial. En ese orden
de ideas, resuelve el dilema amparándose al acto policial que atiende a una
necesidad y urgencia, pero que no se traduce en una declaratoria de culpabilidad
del probable infractor. Por otro lado, las razones de necesidad y urgencia no son
otras que las situaciones de flagrancia delictiva, la orden judicial de aprehensión o
bien la orden del Ministerio Público sometida, posteriormente, a un juicio de
convalidación por parte del juzgador.

“La circunstancia de que determinados principios como los de debido proceso legal
y presunción de inocencia no sólo estén consagrados en la Constitución Federal,
sino también en tratados internacionales, no significa que no pueda justificarse una
sentencia de condena o que todo acto de autoridad que afecte los intereses del
procesado, como su libertad, trastoquen dichos principios. Por el contrario, lo que
en ellos se establece es la condicionante de que dicha afectación al quejoso, en
su caso, se vea justificada por la constatación de haberse observado o cumplido
los requisitos que la propia ley contempla para que esa afectación quede
enmarcada dentro de la legalidad en aras del interés público que es inherente al
proceso penal y, en general, a la persecución de los delitos. Luego, si se obtiene
que el sentido del fallo se justifica por haberse cumplido los requisitos legales
exigidos por el caso y con base en la normatividad aplicable, resulta obvio que no
se transgreden los principios aludidos y consagrados en la Constitución ni, por
ende, los posibles tratados que igualmente los reconocieran”.30

En esta jurisprudencia, la Suprema Corte ha establecido la importancia del


contenido y motivación de una sentencia condenatoria, la cual, si observa lo
estipulado en las normas legales, no se vería afectado el derecho a la presunción
de inocencia. Sin embargo, también es de resaltar que se menciona la entonces
falta de regulación constitucional de esta figura, pero que, ello no impide su
reconocimiento en el sistema jurídico mexicano en virtud a los instrumentos
internacionales que el país del norte ha suscrito.

“Si del conjunto de circunstancias y pruebas habidas en la causa penal se


desprenden firmes imputaciones y elementos de cargo bastantes para desvirtuar
la presunción de inocencia que en favor de todo inculpado se deduce de la
interpretación armónica de los artículos 14, párrafo segundo, 16, párrafo primero,
19, párrafo primero, 21, párrafo primero y 102, apartado A, párrafo segundo, de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y por otro lado, el
encausado rechaza las imputaciones y niega el delito, o su participación culpable
en su actualización, éste necesariamente debe probar los hechos positivos en que
descansa su postura excluyente, sin que baste su sola negativa, no corroborada
con elementos de convicción eficaces, pues admitir como válida y por sí misma
suficiente la manifestación unilateral del inculpado, sería destruir todo el
mecanismo de la prueba circunstancial y desconocer su eficacia y alcance
demostrativo”.31

En esta interesante jurisprudencia se ha establecido que el imputado no podrá


cuestionar un fallo condenatorio como contraviniente a la presunción de inocencia,
cuando ha existido pruebas de cargo y el imputado y su abogado defensor no han
aportado elementos probatorios que las enerven. Ello es importante, porque, como
estrategia, la defensa no puede detentar un rol pasivo durante el juzgamiento,
dejando que el Ministerio Público sea la única parte quien ofrezca y desahoguen
sus pruebas, so pretexto que no necesita hacer nada por imperio de la presunción
de inocencia.

Por otro lado, también en el Perú se ha dado un tratamiento jurisprudencial a la


presunción de inocencia, ya sea por los órganos que constituyen el Poder Judicial,
así como por el Tribunal Constitucional.

Asimismo, las decisiones jurisprudenciales son vinculantes en el Perú cuando son


emitidas por las salas penales de la Corte Suprema, así como, por el Tribunal
Constitucional, siempre y cuando, expresamente se indique tal condición.

Frente a ello, nos vamos a referir al Tribunal Constitucional, quien en el Perú es el


supremo intérprete de la Constitución. En ese orden de ideas, la presunción de
inocencia es:

a) Un derecho fundamental y una presunción iuris tantum. El derecho


fundamental a la presunción de inocencia, en tanto que presunción iuris tantum,
implica que a todo procesado se le considera inocente mientras no se pruebe su
culpabilidad: vale decir, hasta que no se exhiba prueba en contrario. Rige desde el
momento en que se imputa a alguien la comisión de un delito, quedando el acusado
en condición de sospechoso durante toda la tramitación del proceso, hasta que se
expida la sentencia definitiva.32

Al respecto, como se indicó en otro lugar, el proceso penal es el marco para la


discusión (mejor, transformación) de un conflicto de intereses generado por la
comisión de un ilícito penal, donde los actores (a excepción del imparcial Juez)
tienen sus propios objetivos, expectativas de las resultas del proceso penal, que,
por lo general, se contrapone a los de su contraparte. Sin embargo, la discusión
del conflicto penal no puede realizarse sin la observancia de principios y garantías,
que son irrevocables; entre ellos, la presunción de inocencia.

En esa línea, el proceso no es como liberalmente se concibió mero instrumento de


aplicación de la ley para la decisión de un litigio sino esencial e indispensable
articulación de imperativos jurídico-fundamentales, condicionantes y
determinantes del desarrollo de la potestad jurisdiccional y de la satisfacción del
derecho a la tutela judicial efectiva.33

Y uno de esos imperativos es que la expectativa de sanción no se materialice a


expensas de cualquier persona. La imputación de cargos penales sólo debe ser
expresión del interés de justicia que busca la víctima y que lo hace suyo el
Ministerio Público, judicializándolo como expectativa de sanción, pero que, per se,
no constituye una declaración de culpabilidad en contra del imputado.
Este imperativo, como señala el Tribunal Constitucional, es un derecho
fundamental que adquiere una dimensión procedimental, en la medida que debe
ser respetado en el proceso judicial, siendo éste ilegítimo e inconstitucional si no
lo respeta en su desarrollo o lo vulnera en sus conclusiones, lo que debe afirmarse
de modo especial en el procedimiento penal, ya que en él actúa el poder del Estado
en la forma más extrema en la defensa social frente al crimen, a través de la pena,
produciendo una profunda injerencia en uno de los derechos más preciados de la
persona, su libertad personal.34

b) Puede ser desvirtuada en función a la actividad probatoria en el marco de


un proceso penal. La presunción de inocencia se mantiene ‘viva’ en el proceso
penal siempre que no exista una sentencia judicial que, como corolario del cauce
investigato-rio llevado a cabo con las garantías inherentes al debido proceso, logre
desvirtuarla.35

Comprende el principio de libre valoración de la prueba en el proceso penal que


corresponde actuar a los Jueces y Tribunales; que la sentencia condenatoria se
fundamente en auténticos hechos de prueba, y que la actividad probatoria sea
suficiente para generar en el Tribunal la evidencia de la existencia no sólo del
hecho punible, sino también la responsabilidad penal que en él tuvo el acusado y
así desvirtuar la presunción.36

Al respecto, en la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789,


en su artículo 9, que positiva la presunción de inocencia «Tout homme étant
innocent jusqu’a ce qu’il ait été declaré ocupable» (A todo hombre se le presume
inocente mientras no haya sido declarado culpable), denotaba la necesidad de la
actividad probatoria tendiente a demostrar la comisión de un delito, así como la
responsabilidad del imputado.

Para, Sentís Melendo, la palabra prueba deriva del término latin probatio o
probations, que a su vez procede del vocablo probus que significa: bueno, por tanto
lo que resulta probado es bueno y se ajusta a la realidad; de lo que se infiere, que
probar consiste en verificar o demostrar la autenticidad de una cosa.37

Sin embargo, en modelos no acusatorios se tiende a llamar prueba a aquella


actividad que constituyen solamente actos de investigación (como los que realizan
tanto la Policía como la Fiscalía), los cuales tienen un valor meramente informativo
y preparatorio del escenario del juicio oral. En efecto, en el modelo acusatorio, la
investigación implica la transformación de ésta en una etapa puramente
preparatoria del juicio criminal, entregada a los Fiscales, quienes deberán contar
con el auxilio de la policía, conducir la investigación de los delitos, realizar las
diligencias de investigación y ejercer la acción penal pública, cuando ello
proceda.38

Pese a esta información, aún vemos en nuestros operadores jurídicos la


enervación de la presunción de inocencia con la compulsión de los actos de
investigación, afectándose el contenido de esta garantía constitucional. En ese
sentido, debe ser clara la distinción entre actos de investigación con los de prueba,
la misma que se traduce de la siguiente forma:

1. Los actos de investigación buscan indagar la existencia de hechos; en cambio


los actos de prueba tienen como objeto acreditar afirmaciones.

2. Los actos de investigación se realizan antes del juicio oral; en cambio, los actos
de prueba tienen como escenario de realización y valoración la fase de
juzgamiento, salvo las excepciones de prueba anticipada y prueba pre-constituida.

3. Los actos de investigación se rigen bajo el principio de libertad indagadora


(objetiva y científica); en cambio, los actos de prueba se rigen bajo el principio de
contradicción.

4. Los actos de investigación sustentan las decisiones del Fiscal (si formula
acusación o requiere el sobreseimiento); en cambio, los actos de prueba sustentan
las decisiones del Juez (condena o absolución).

Frente a ello, en el modelo acusatorio debemos distinguir la suficiencia de


investigación y la suficiencia probatoria, esta última es la que se requiere para
desvirtuar la presunción de inocencia. En otras palabras, de las resultas del juicio
oral se puede obtener la declaración de culpabilidad o dejar incólume la presunción
de inocencia.

El juicio oral, por tanto, en un modelo acusatorio admite como prueba todo medio
apto para producir fe, con tal que cumpla con los requisitos generales de la prueba
(pertinencia, relevancia, licitud, etc.), teniendo el juzgador libertad para la
respectiva valoración probatoria (por lo que, lo que antes eran cuestiones de
admisibilidad -ejemplo la parcialidad del testigo- ahora se tornan en cuestiones de
credibilidad), cristalizados en la fundamentación (idónea y adecuada) de la
sentencia.

c) Su carácter de relativo justifica la imposición de medidas cautelares


personales al imputado. El derecho fundamental a la presunción de inocencia no
es un derecho absoluto sino relativo. De ahí que, en nuestro ordenamiento, se
admitan determinadas medidas cautelares personales -como la detención
preventiva o detención provisional-, sin que ello signifíque su afectación, porque
tales medidas sirven precisamente para esclarecer el hecho reprochado y por ello
son imprescindibles para llevar a cabo un procedimiento penal orientado en
principios propios de un Estado de derecho; siempre, claro está, que tales medidas
sean dictadas bajo criterios de razo-nabilidad y proporcionalidad. Parte de esa
relatividad del derecho a la presunción de inocencia se vincula también con que
dicho derecho incorpora una presunción iuris tantum y no una presunción absoluta;
de lo cual se deriva, como lógica consecuencia, que la presunción de inocencia
puede ser desvirtuada o destruida mediante una mínima actividad probatoria. 39
Al respecto, considero que el camino de análisis más adecuado no es aquel que
pretende justificar las medidas cautelares personales, sino en que la presunción
de inocencia establece una regla de tratamiento del imputado durante el proceso
penal, que obliga a reducir al mínimo estrictamente necesario las medidas
restrictivas del imputado en el proceso.40 La presunción de inocencia no es
incompatible con la aplicación de medidas cautelares adoptadas por el órgano
competente y fundadas en derecho, basadas en un juicio de razonabilidad acerca
de la finalidad perseguida y las circunstancias del caso concurrentes, como
asimismo aplicando los principios la adecuación y proporcionalidad de ellas.

Sin embargo, una de las situaciones que afecta con mayor frecuencia la presunción
de inocencia es la prolongación excesiva de la detención preventiva. Al respecto,
la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha señalado que esta situación,
además de lesionar el derecho a la libertad personal, transgrede también el
derecho a la presunción de inocencia, del cual goza toda persona que se encuentre
involucrada en un proceso de investigación penal.41

En efecto, la prolongación de la prisión preventiva, con su consecuencia natural de


sospecha indefinida y continua sobre un individuo, constituye una violación del
principio de presunción de inocencia reconocido por el artículo 8.2 de la
Convención Americana. Cabe precisar, sin embargo, que la existencia de un
ambiente de creciente sospecha contra una persona en el curso del proceso
criminal no es «per se» contraria al principio de presunción de inocencia. Tampoco
lo es el hecho que esta sospecha creciente justifique la adopción de medidas
cautelares, como la prisión preventiva, sobre la persona del sospechoso. El artículo
8.2 obliga a los Estados a recopilar el material incriminatorio en contra del acusado
de un cargo criminal, con el propósito de «establecer su culpabilidad». El
establecimiento de la culpabilidad implica la formulación de un juicio de reproche
en una sentencia definitiva o de término. Si el Estado no determina el juicio de
reproche dentro de un plazo razonable y justifica la prolongación de la privación de
libertad del acusado sobre la base de la sospecha que existe en su contra, está,
fundamentalmente, sustituyendo la pena con la prisión preventiva. De este modo
la detención preventiva pierde su propósito instrumental de servir a los intereses
de una buena administración de justicia, y de medio se transforma en fin.

d) Su relación con el in dubio pro reo. El principio In dubio pro reo no es un


derecho subjetivo, sino un principio de jerarquía constitucional cuyo fin es
garantizar el cabal respeto del derecho fundamental a la libertad individual, bien
para resguardar su plena vigencia, bien para restringirlo de la forma menos gravosa
posible, en el correcto entendido de que tal restricción es siempre la excepción y
nunca la regla.42

En ese sentido, el citado principio es aplicable al emitir pronunciamiento de fondo


terminal, sobre la responsabilidad o irresponsabilidad penal del procesado, que
incidirá inevitablemente en su libertad individual, dado que en etapas anteriores a
la sentencia se encuentra vigente la presunción de inocencia, que es garantía del
debido proceso reconocido por la Norma Suprema.
Ambos principios se encuentran reconocidos por nuestra Constitución Política, en
tanto que los límites entre ambos radican en que el in dubio pro reo tiene presencia
cuando surge una duda que afecte el fondo del proceso; y la presunción de
inocencia está presente durante todas las fases del proceso penal así como en
todas sus respectivas instancias, siendo un principio reconocido a nivel
internacional y garantía fundamental, por la que se cree inocente al procesado en
tanto no exista un medio de prueba evidente que demuestre lo contrario y el In
dubio pro reo opera como mecanismo de valoración probatoria, dado que en los
casos donde se presente la duda razonable, deberá absolverse al procesado. 43

Sin embargo, a pesar de todo este marco y desarrollo jurisprudencial, en el Perú


se han dado casos que, desde nuestro punto de vista, se ha violado la presunción
de inocencia.

Por ejemplo, mediante Resolución N° 072-2008-PCNM, de fecha 14 de mayo de


2008, el Consejo Nacional de la Magistratura (CNM),44 declaró la destitución45 del
doctor Walter Ronald Medina Llamosa, del cargo de Fiscal Adjunto Provincial
Titular Mixto de Maynas del Distrito Judicial de Loreto, debido, según los
considerandos de la citada resolución, al haber incurrido en inconducta deshonrosa
al haber sido denunciado y encontrarse comprendido en un proceso penal por la
presunta comisión del delito contra la libertad sexual-en agravio de la menor de
iniciales M. G.R. S, lo cual fue difundido con caracteres de escándalo en los
diversos medios de comunicación social mellando la imagen del Ministerio Público
ante la sociedad, y si bien es cierto la denuncia y el proceso penal contra el Fiscal
Medina Llamosa, así como su difusión ante los distintos medios de comunicación
social fueron realizadas por dicha menor, esto no enerva la responsabilidad de
dicho Fiscal, puesto que la denuncia y su difusión devino a consecuencia de la
relación indebida que estableció con la citada menor, habiendo incurrido, por lo
tanto, con dicha conducta en la causal prevista por el artículo 23 incisos a)46 y g)47
del actual Reglamento de Organización y Funciones de la Fiscalía Suprema de
Control Interno del Ministerio Público, por lo que es pasible de la sanción de
destitución al haber incurrido en la comisión de un hecho grave que atenta contra
la respetabilidad del Ministerio Público, compromete la dignidad del cargo y lo
desmerece en el concepto público, por lo que es pasible de la sanción de
destitución de conformidad con lo dispuesto en el artículo 31 numeral 2 de la Ley
N° 26397, Ley Orgánica del Consejo Nacional de la Magistratura. 48

De la citada resolución se aprecia que, la destitución del mencionado doctor se


debió a una serie de irregularidades incurridas por el mismo junto con una menor
de edad; sin embargo, también hace mención el haber sido denunciado y
encontrarse comprendido en un proceso penal por la presunta comisión del delito
contra la libertad sexual, en agravio de la menor de iniciales M.G.R.S. Ello, nos
impulsa a preguntarnos si se le afectó o no la garantía constitucional de la
presunción de inocencia, máxime si uno de los argumentos de la destitución sería
el estar siendo procesado por la presunta comisión del delito de violación sexual
en agravio de menor de dieciocho años.
Frente a ello, y descrito el tratamiento dado a la presunción de inocencia en el Perú,
considero que el Consejo Nacional de la Magistratura, en el caso de Walter Ronald
Medina Llamosa, debió de haberla observado; o por lo menos, en la resolución
emitida por este órgano y señalado en el ítem 3.1 del presente estudio, no debió
de mencionar el hecho que estaba siendo procesado por el delito de violación
sexual en agravio de menor, ni mencionar hechos relacionados a la imputación
penal,49 hasta la existencia de una declaración de culpabilidad, en mérito de
actividad probatoria realizada en seno de juicio oral; ello, de acuerdo con la
jurisprudencia anteriormente citada. Más vale pecar en ser estrictos en la
aplicación de esta garantía constitucional, que ligeros, dado que, si perseguimos
apartándonos de la ley, si se da el caso que a nosotros se nos persigan, quién
saldrá en nuestro auxilio.

3.3. La presunción de inocencia y su relación con otros derechos


constitucionales

La Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (México), en el


Amparo en revisión N° 89/2007, ha establecido lo siguiente: “El principio de
presunción de inocencia que en materia procesal penal impone la obligación de
arrojar la carga de la prueba al acusador, es un derecho fundamental que la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos reconoce y garantiza en
general, cuyo alcance trasciende la órbita del debido proceso, pues con su
aplicación se garantiza la protección de otros derechos fundamentales como son
la dignidad humana, la libertad, la honra y el buen nombre, que podrían resultar
vulnerados por actuaciones penales o disciplinarias irregulares. En consecuencia,
este principio opera también en las situaciones extraprocesales y constituye el
derecho a recibir la consideración y el trato de «no autor o no partícipe» en un
hecho de carácter delictivo o en otro tipo de infracciones mientras no se demuestre
la culpabilidad; por ende, otorga el derecho a que no se apliquen las consecuencias
a los efectos jurídicos privativos vinculados a tales hechos, en cualquier materia”.50

En ese orden de ideas, se puede inferir la relación que guarda el derecho a la


presunción de inocencia con otros derechos constitucionales; por lo que, en este
punto pasaremos revista a la referida relación, específicamente con los derechos
constitucionales: a la libertad personal, al honor, a la propiedad y a un juicio previo.

A. La presunción de inocencia y su relación con el derecho a la libertad


personal

Como se indicó en los puntos anteriores, la presunción de inocencia exige que,


cualquier medio de afectación a los derechos constitucionales del imputado deber
ser empleados como ultima ratio, esto es, en forma excepcional, proporcional y
razonable.

Esta garantía tiene una proyección mayor en la protección de la libertad personal


(piénsese, por ejemplo, en el dictado de una prisión preventiva, 51 y por allí debe ir
el desarrollo doctrinal y jurisprudencial.
En ese sentido, el artículo 9.1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos consagra el derecho a la libertad personal de la siguiente forma: “(t)odo
individuo tiene derecho a la libertad y a la seguridad personales. Nadie podrá ser
privado de su libertad, salvo por las causas fijadas por la ley y con arreglo al
procedimiento establecido en ésta”.

De igual modo en el artículo 7 del Pacto de San José de Costa Rica, cuando
dispone que “1. Toda persona tiene derecho a la libertad y a la seguridad personal.
2. Nadie puede ser privado de su libertad física, salvo por las causas y en las
condiciones fijadas de antemano por las Constituciones Políticas de los Estados
Partes o por las leyes dictadas conforme a ella. 3. Nadie puede ser sometido a
detención o encarcelamiento arbitrarios”.52

El Tribunal Constitucional peruano ha dicho que libertad personal, “es un derecho


subjetivo, reconocido en el inciso 24) del artículo 2o de la Constitución y, al mismo
tiempo, uno de los valores fundamentales de nuestro Estado Constitucional de
Derecho, por cuanto fundamenta diversos derechos constitucionales a la vez que
justifica la propia organización constitucional.53

Como derecho subjetivo, la libertad personal “garantiza que no se afecte


indebidamente la libertad física de las personas, esto es, su libertad locomotora,
ya sea mediante detenciones, internamientos o condenas arbitrarias. Los alcances
de la garantía dispensada a esta libertad comprenden frente a cualquier supuesto
de privación de la libertad locomotora, independientemente de su origen, la
autoridad o persona que le haya efectuado. Garantiza, pues, ante cualquier
restricción arbitraria de la libertad personal, según señala el artículo 9 o de la
Declaración Universal de Derechos Humanos y el artículo 7.3 de la Convención
Americana de Derechos Humanos.54

El derecho a la libertad personal es un derecho constitucional, dado que, es una


expresión de la dignidad humana y de la libertad, dispuesta normativamente, que
supongan un conjunto de facultades para su titular, y que vinculen positiva y
negativamente al poder político al punto de legitimar su actuación.55

Conviene precisar, que en doctrina, se sostiene que la libertad individual tiene una
dimensión más amplia que la libertad personal. Así, Alzaga concibe la libertad
personal como un principio que tiene su desarrollo constitucional en otros
preceptos de la misma, con lo cual se amplía el contenido hasta lo que la doctrina
francesa denomina libertad física, comprensiva de la libertad individual en un
sentido estricto, la circulación y el derecho a la intimidad.56

Eguiguren indica que en su aspecto de libertad física, garantiza a su titular el no


verse arbitraria o irrazonablemente privado de ésta, ni ser detenido o sometido a
restricciones de la libertad en supuestos distintos a los previstos por la norma
constitucional, la ley o los pactos internacionales sobre derechos humanos. 57
Más allá de la distinción entre los conceptos de libertad individual o libertad
personal,58 el contenido de este derecho está dado a la libertad física, de
locomoción o ambulatoria, aspecto de la libertad que suele identificarse con la
expresión libertad personal.

En otras palabras, está referida al reconocimiento que hace el ordenamiento


jurídico de la capacidad de autodeterminación libre y voluntaria del ejercicio de las
facultades ambulatorias o de locomoción de las personas.59

Ahora bien, en los sistemas jurídicos mexicano y peruano se puede afectar la


libertad personal sin vaciar de contenido el derecho a la presunción de inocencia,
sólo por situaciones previstas en la ley. Estas situaciones son:

(a) Por aplicación de las denominadas medidas cautelares o de coerción


personales, como por ejemplo, las detenciones, la prisión preventiva, el arraigo o
arresto domiciliario, el impedimento de salida del país o el internamiento en centros
psiquiátricos. Sin embargo, estas medidas se aplican sólo cuando se ha
configurado una situación jurídica cautelable, existan riesgos procesales y no
hayan otras medidas menos lesivas para aplicar; debiendo ser proporcional la
medida cautelar aplicada con la situación jurídica a cautelar.60

(b) Por ejecución de la sanción establecida en una sentencia condenatoria; sanción


que puede ser el internamiento en un centro penitenciario en cumplimiento de la
pena privativa de libertad, o bien, el ingreso en un centro psiquiátrico en
cumplimiento de una medida de seguridad; con los respectivos descuentos de
carcelería establecidos en los ordenamientos de México y de Perú. 61

B. La presunción de inocencia y su relación con el derecho al honor

El derecho al honor debe ser entendido, en principio, a través de su doble


proyección: a) el subjetivo, el cual tiene que ver con la opinión que sobre su
persona tiene el individuo, es decir, la autoestima; b) el objetivo, el mismo que gira
en torno a la imagen que los demás tienen sobre uno, esto es, la buena imagen.

Ahora bien, en la praxis judicial se están dando casos, algunos incluso legitimados
por las normas penales, por los cuales al atentar contra la presunción de inocencia,
también vulneran el derecho al honor en su doble proyección.

Por ejemplo, al presentarlos a los medios de comunicación no como presuntos,


sino como certeros responsables; o bien, con una vestimenta ultrajante (ej. Traje a
rayas) o dentro de jaulas (como ocurrió en el Perú, durante la década de los 90 al
presentar a los presuntos terroristas a la prensa).

Frente a ello, el artículo II, numeral 2) del Código Procesal Penal peruano del 2004,
ha señalado que: “Hasta antes de la sentencia firme, ningún funcionario o autoridad
pública puede presentar a una persona como culpable o brindar información en tal
sentido”. Sin embargo, pese a esta prudente prohibición, el artículo 70° del citado
cuerpo de leyes ha indicado que: “La Policía podrá informar a los medios de
comunicación social acerca de la identidad de los imputados. Cuando se trate de
la víctima, testigos, o de otras personas que se encontraren o pudieren resultar
vinculadas a la investigación de un hecho punible requerirá la previa autorización
del Fiscal”.

Al respecto, consideramos que, una interpretación sistemática de ambos artículos


que no afecte los contenidos tanto de la presunción de inocencia como el honor,
sería la siguiente: la policía, en el marco de sus funciones constitucionales de
prevención, aseguramiento e investigación, si detiene o cita a alguna persona a
sus instalaciones, tiene la obligación de informar a los medios de comunicación
social de tales actividades a la sola exigencia de estos medios; y, con mayor razón
cuando quien solicite la información sean directos familiares o personas allegadas
al detenido o citado. No obstante, a la hora que la policía brinde la información
debe tener en cuenta, por lo menos dos situaciones: a) que lo que brinda es una
información de sus actividades, no debe atribuir o sindicar responsabilidad penal
alguna; y, b) debe proteger la seguridad personal de víctimas, testigos o cualquier
persona involucrada en las investigaciones penales, para ello debe actuar en
conjunto con el Ministerio Público y dentro de un programa de protección de
identidades.

Estos dispositivos, comentados, no aparecen en la normatividad penal mexicana,


ni federal ni en las entidades federativas, salvo lo referente al programa de
protección de víctimas y testigos formulado con relación a la lucha contra la
delincuencia organizada.

C. La presunción de inocencia y su relación con el derecho a la propiedad

El derecho a la propiedad es otro derecho constitucional que puede verse afectado


a raíz de medidas o sentencias dictadas a raíz del inicio y desarrollo de un proceso
penal. Sin embargo, es una tendencia en los países latinoamericanos flexibilizar la
protección de este derecho constitucional, en aras de la eficacia de la investigación
y persecución de delitos.

Al respecto, señalaremos, como ejemplos, grupos de casos donde se ha


flexibilizado el derecho a la propiedad, con una posterior afectación a la presunción
de inocencia, a raíz de las actuaciones tanto del Ministerio Público como del Poder
Judicial:

(1) Con relación a las denominadas medidas de búsqueda y aseguramiento de las


pruebas. Estas medidas, a diferencia de las cautelares o coercitivas, buscan el
material probatorio que permita al Fiscal sustentar su pretensión acusatoria. Ahora
bien, este material puede encontrarse, por ejemplo, interviniendo las
comunicaciones de los investigados, levantando el secreto bancario, allanando
domicilios, incautando bienes privados o clausurando locales con inmovilización de
bienes muebles. No obstante, como se afecta el ejercicio de los derechos
constitucionales de los investigados, se requiere que el representante del
Ministerio Público obtenga la respectiva autorización por parte del Juez, salvo que
los hechos se encuentren en situación de flagrancia delictiva. Sin embargo, en el
caso peruano, según los artículos 218° numeral 2)62 y 241o63 del Código Procesal
Penal, el Fiscal, sin autorización judicial ni estando los hechos en flagrancia
delictiva, podrá incautar bienes privados o clausurar locales con inmovilización de
los bienes muebles, con el único alegato de la urgencia o el peligro en la demora.
Esta situación, para nuestro punto de vista, atenta contra el derecho de propiedad
de los afectados por tales medidas, así como una puesta en peligro al derecho a
la presunción de inocencia, dado que, se le permite la actuación del Fiscal so
pretexto de garantizar la eficacia de sus investigaciones, instrumentalizándose los
derechos constitucionales del investigado.

(2) Con referencia al proceso de pérdida o extinción de dominio. 64 El artículo 22°


de la Constitución Política Federal de los Estados Unidos Mexicanos, a raíz de su
reforma en junio de 2008, regula una institución novísima para el sistema jurídico-
penal mexicano, el cual es el denominado proceso de extinción de dominio, el
mismo que se rige por las siguientes reglas:

I. Será jurisdiccional y autónomo del de materia penal;

II. Procederá en los casos de delincuencia organizada, delitos contra la salud,


secuestro, robo de vehículos y trata de personas, respecto de los bienes
siguientes:

a) Aquellos que sean instrumento, objeto o producto del delito, aun cuando no se
haya dictado la sentencia que determine la responsabilidad penal, pero existan
elementos suficientes para determinar que el hecho ilícito sucedió.

b) Aquellos que no sean instrumento, objeto o producto del delito, pero que hayan
sido utilizados o destinados a ocultar o mezclar bienes producto del delito, siempre
y cuando se reúnan los extremos del inciso anterior.

c) Aquellos que estén siendo utilizados para la comisión de delitos por un tercero,
si su dueño tuvo conocimiento de ello y no lo notificó a la autoridad o hizo algo para
impedirlo.

d) Aquellos que estén intitulados a nombre de terceros, pero existan suficientes


elementos para determinar que son producto de delitos patrimoniales o de
delincuencia organizada, y el acusado por estos delitos se comporte como dueño.

III. Toda persona que se considere afectada podrá interponer los recursos
respectivos para demostrar la procedencia lícita de los bienes y su actuación de
buena fe, así como que estaba impedida para conocer la utilización ilícita de sus
bienes.

Del último párrafo se advierte una oculta inversión de la carga de la prueba; es


decir, que ahora corresponde al afectado demostrar que los bienes de su propiedad
tienen una fuente lícita, si no lo hace o no lo puede hacer, el Estado, en ejercicio
de su ius imperium, le extingue su derecho de propiedad alegando que los bienes
son de procedencia ilícita. Inversiones a la carga de la prueba, extinción de
dominio, son claros atentados contra los derechos constitucionales a la presunción
de inocencia y propiedad, respectivamente.

Con ello no se quiere decir que estamos en contra de mecanismos que incidan
contra los bienes de fuente ilícita, sino que, deben de darse en el marco de respeto
a los derechos constitucionales antes referidos, con un debate público donde se
analicen tanto argumentos de corte políticos como jurídicos, con participación
obligatoria y necesaria de los organismos de control constitucional (Corte
Constitucional o Tribunal Constitucional o Corte Suprema, según fuese el caso).

D. La presunción de inocencia y su relación con el derecho a un juicio previo

Al igual que en otros países,65 México ha consagrado el derecho a un juicio previo,


oral y público. Así lo establece el artículo 20° constitucional, literal b), fracción V)
que indica que el imputado tiene derecho a ser juzgado en audiencia pública por
un juez o tribunal. La publicidad sólo podrá restringirse en los casos de excepción
que determine la ley, por razones de seguridad nacional, seguridad pública,
protección de las víctimas, testigos y menores, cuando se ponga en riesgo la
revelación de datos legalmente protegidos, o cuando el tribunal estime que existen
razones fundadas para justificarlo.

Del citado artículo constitucional plasma el principio de que el juicio se celebrará


ante un juez que no haya conocido del caso previamente, así como, que la
presentación de los argumentos y los elementos probatorios se desarrollarán de
manera pública, contradictoria y oral.66

Al respecto, este derecho al juicio previo ha sido desarrollado a través de la


denominada fase procesal: juzgamiento (o juicio oral67), cuyo objetivo es la
demostración de la acusación penal a través de la actuación y análisis de los
medios probatorios; siendo, dentro de un modelo acusatorio, la etapa central del
proceso (penal).

Lamentablemente, en el Perú, Constitución Política de 1993 no ha consagrado,


literalmente, el derecho a un juicio previo, aunque en su lugar consagra la garantía
de no ser penado sin proceso judicial, el cual conlleva que ninguna persona sea
afectada o sancionada si antes no se inició, tramitó y concluyó el proceso o
procedimiento correspondiente, garantizando su intervención o participación. 68 Sin
embargo, esta omisión ha sido suplida en el artículo I inciso 2) del Título Preliminar
del Código Procesal Penal peruano del 2004 (publicado en julio del 2004, 69 el
mismo que ha entrado en vigencia en los Distritos Judiciales de Huaura, La
Libertad, Tacna, Moquegua y Arequipa), el cual establece que “Toda persona tiene
derecho a un juicio previo, oral, público y contradictorio, desarrollado conforme a
las normas de este Código”.70
Finalmente, y con relación a la jurisprudencia, la Primera Sala de la Suprema Corte
de Justicia de la Nación (México), ha establecido lo siguiente: “Si no se celebró la
audiencia pública a que alude la fracción VI del artículo 20 constitucional para ser
el reo oído en defensa y juzgado, tal anomalía procesal irroga la consiguiente
indefensión al acusado, en los términos de la fracción IX del artículo 160 de la Ley
de Amparo, y hace procedente la concesión de la protección federal, para el único
efecto de que se reponga el procedimiento a partir del momento en que se produjo
la mencionada violación procesal”.71

4. EXCURSO: LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA EN LA JURISPRUDENCIA DE


LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS

Por otro lado, para la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la presunción


de inocencia consiste:

a) El imputado no prueba su inocencia, sino quien acusa debe acreditar la


culpabilidad a través de los medios probatorios que le franquea el ordenamiento
jurídico respectivo. El derecho a la presunción de inocencia es un elemento
esencial para la realización efectiva del derecho a la defensa y acompaña al
acusado durante toda la tramitación del proceso hasta que una sentencia
condenatoria que determine su culpabilidad quede fírme. Este derecho implica que
el acusado no debe demostrar que no ha cometido el delito que se le atribuye, ya
que el onus probandi corresponde a quien acusa.72

Una persona no puede ser condenada mientras no exista prueba plena de su


responsabilidad penal. Si obra contra ella prueba incompleta o insuficiente, no es
procedente condenarla, sino absolverla.73

Igual como en los pronunciamientos del Tribunal Constitucional, la Corte


Interamericana de Derechos Humanos ha señalado que son a través de los actos
de prueba realizados en el juicio oral (salvo los casos de prueba anticipada) los
que enervan la presunción de inocencia y permiten la constitución de una
declaratoria de culpabilidad.

b) La presunción de inocencia se aplica a toda resolución judicial o administrativa,


a situaciones extraprocesales. El derecho a la presunción de inocencia debe
aplicarse no solo al ámbito de las conductas eventualmente delictivas, sino también
a la adopción de cualquier resolución administrativa o jurisdiccional, que se base
en conducta de las personas y de cuya apreciación derive para ellas una afectación
de sus derechos o una sanción ya que ellos son manifestación del ámbito punitivo
estatal.74

El principio de presunción de inocencia opera también en las situaciones


extraprocesales, constituyendo el derecho de las personas a recibir el trato de no
partícipe en hechos delictivos y que no se le puedan aplicar las consecuencias o
efectos jurídicos correspondientes a hechos de tal naturaleza, mientras ajuste su
conducta al ordenamiento jurídico, todo ello de acuerdo al derecho a la libertad
personal y seguridad individual.

En efecto, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha señalado que «la


presunción de inocencia puede ser violada no sólo por el juez o una Corte, sino
también por otra autoridad pública».75

El derecho a la presunción de inocencia «exige que el Estado no condene


informalmente a una persona o emita juicio ante la sociedad, contribuyendo así a
formar una opinión pública, mientras no se acredite conforme a la ley la
responsabilidad penal de aquella».76

5. CONCLUSIONES

a. La presunción de inocencia como una garantía individual, como un derecho


público contenido en la Constitución, a favor de las personas, exige que sea ante
la autoridad que esté (de competencia penal o no) y ante el procedimiento que se
le sujete (igualmente, penal o no), no se considere verosímil la atribución de cargos
relacionados con la comisión de delitos, salvo decisión contraria emitida por un
tribunal competente dentro de la observancia del debido proceso, así como, el ser
considerados como excepcionales aquellas medidas que restringen la libertad del
imputado o sus demás derechos constitucionales.

b. La recepción legislativa de la presunción de inocencia se ha dado en México y


Perú, en primer lugar, a través de los instrumentos internacionales que tales países
han suscrito ante la comunidad internacional; y, en segundo lugar, por su
regulación en sus constituciones políticas; sin embargo, su regulación
constitucional fue más tardía en México que en Perú, dado que, mientras en el
primer país recién se le ha consagrado en la reforma a la Constitución Federal del
19 de junio del 2008, en el Perú ha estado presente en las dos últimas cartas
magnas la de 1979 y de 1993.

c. La presunción de inocencia, tanto en México como en Perú, han presentado un


desarrollo jurisprudencial, con mayor exhaustividad en el último de los países
mencionados; donde se comparten la justificación de las medidas cautelares
personales, la exigencia de prueba de cargo para enervar tal presunción, el
contenido de la sentencia y los efectos del in dubio pro reo.

d. En los sistemas jurídicos mexicano y peruano la presunción de inocencia se


relaciona con otros derechos constitucionales, como la libertad, el honor, la
propiedad y el juicio previo; donde sí se respetan los pesos y contrapesos
señalados en las normas legales, el ejercicio de un derecho no vacía de contenido
a otro.

e. La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha establecido dos principios


en torno a la presunción de inocencia: En primer lugar, el imputado no prueba su
inocencia, sino quien acusa debe acreditar la culpabilidad a través de los medios
probatorios que le franquea el ordenamiento jurídico respectivo. Y, en segundo
lugar, la presunción de inocencia se aplica a toda resolución judicial o
administrativa, a situaciones extraprocesales.

Notas:
2 Cita de Manuela Carmena. Ver: Varona Martínez, Gerna (1998): La mediación
reparadora como estrategia de control social: una perspectiva criminológica
(Comares, Granada), p. 180.
3 Por ejemplo, en el caso peruano, se tiene el reconocimiento al denominado
derecho constitucional a la verdad, a raíz de la sentencia dictada por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, en el caso Castillo Páez vs. Perú.
4 Además cuenta con un solo poder legislativo que legisla para todo el país; un
poder judicial, que aplica el derecho vigente a todo el territorio del Estado y que en
su seno se establece una Corte Suprema de Justicia, la cual tiene jurisdicción a
nivel nacional, un solo poder ejecutivo.
5 Sobre el “federalismo mexicano”, consúltese los siguientes textos: Cárdenas
García, Jaime (2004): México: A la luz de los modelos federales (Boletín Mexicano
de Derecho Comparado, N° 110, México D.F.), pp. 479-510. Carmagnani, Marcello
(1993): Federalismos Latinoamericanos (Fondo de Cultura Económica, México
D.F.), pp. 135-137.
6 La expresión “estado de inocencia” es empleada por Gozaine, quien señala que
le parece difícil explicar que una persona se presuma inocente cuando se le tiene
anticipadamente por culpable (por ejemplo, cuando se le dicta el procesamiento -
que es un juicio de probabilidad incriminante-) aplicándole una medida cautelar
como la prisión preventiva, pareciéndole una contradicción, Cfr. GozaIni, Osvaldo
Alfredo (1999): Derecho procesal constitucional (Belgrano, Buenos Aires), p. 227.
7 Lucchini, Luigi (1995): Elemento diprocedura pénale (Barbera, Florencia), p. 15.
8 Ferrajoli, Luigi (2001): Derecho y razón (5a edición, Trotta, Madrid), p. 551.

9 Nogueira Alcalá, Humberto (2005): “Consideraciones sobre el derecho


fundamental a la presunción de inocencia” (Revista las et Praxis, N° 11,
Universidad de Talca), pp. 221-222.
10 Gozaíni, Osvaldo Alfredo (2006): “La presunción de inocencia. Del proceso
penal al proceso civil” (Revista Latinoamericana de Derecho, Año III, N° 6,
Universidad Nacional Autónoma de México, México D.F.), p. 158.
11 Las garantías individuales son derechos públicos que deben ser respetados
por las autoridades, limitaciones en el ejercicio de sus funciones, y son derechos
subjetivos, pues otorgan una acción personal para lograr que la autoridad no viole
los derechos garantizados por la Constitución. Cfr. Guillen López, Raúl (2003): Las
garantías individuales en la etapa de averiguación previa (Porrúa, México D.F.), p.
98.
12 En la legislación comparada, es interesante lo que establece el artículo 12 de
la Constitución de El Salvador: “TODA PERSONA A QUIEN SE IMPUTE UN
DELITO, SE PRESUMIRÁ INOCENTE MIENTRAS NO SE PRUEBE SU
CULPABILIDAD CONFORME A LA LEY Y EN JUICIO PÚBLICO, EN EL QUE SE
LE ASEGUREN TODAS LAS GARANTÍAS NECESARIAS PARA SU DEFENSA”.
13 Clama Olmedo, Jorge (1960): Tratado de derecho procesal penal, Tomo I (Ediar
S.A., Buenos Aires), p. 232.
14 Como ejemplo, tenemos los aún vigentes, artículo 134° del Código Federal de
Procedimientos Penales y el artículo 286 bis del Código de Procedimientos
Penales para el Distrito Federal.
15 A raíz de esta reforma, se adopta el modelo acusatorio con tendencia a lo
adversarial, así como se establece la etapa de juicio oral -inexistente en México-
como fase central del nuevo proceso penal. Asimismo, se establecen determinadas
medidas para la lucha contra la delincuencia organizado; se reestructura el sistema
penitenciario, así como, la justicia juvenil; igualmente, se reformulan los principios
y derechos de los sujetos procesales en torno al nuevo modelo adoptado.
16 Artículo 20°, inciso B, fracción I, texto anterior: “Inmediatamente que lo solicitó,
el Juez deberá otorgarle la libertad provisional bajo caución, siempre y cuando no
se trate de delitos en que, por su gravedad, la ley expresamente prohiba conceder
este beneficio. En caso de delitos no graves, a solicitud del Ministerio Público, el
Juez podrá negar la libertad provisional, cuando el inculpado haya sido condenado
con anterioridad, por algún delito calificado como grave por la ley o, cuando el
Ministerio Público aporte elementos al Juez para establecer que la libertad del
inculpado representa, por su conducta precedente o por las circunstancias y
características del delito cometido, un riesgo para el ofendido o para la sociedad”.
17 Artículo 20°, inciso B, fracción I, texto reformado: “A que se presuma su
inocencia mientras no se declare su responsabilidad mediante sentencia emitida
por el juez de la causa.
18 Artículo 5o. “El imputado será considerado y tratado como inocente en todas las
etapas del proceso y en la aplicación de la ley penal, mientras no se declare su
culpabilidad por sentencia firme, conforme a las reglas establecidas en este
Código.
En caso de duda, se estará a lo más favorable para el imputado.
Ninguna autoridad pública podrá presentar a una persona como culpable ni brindar
información sobre ella en ese sentido hasta la sentencia condenatoria.
En los casos de quienes se encuentren sustraídos a la acción de la justicia, se
admitirá la publicación de los datos indispensables para su aprehensión por orden
judicial.
El juez o el tribunal limitará por auto fundado y motivado la intervención de los
medios de comunicación masiva cuando la difusión pueda perjudicar el normal
desarrollo del proceso o exceda los límites del derecho a recibir información”.
19 Artículo 5o. “El imputado deberá ser considerado y tratado como inocente en
todas las etapas del proceso, mientras no se declare su culpabilidad por sentencia
firme, conforme a las reglas establecidas en este Código.
En caso de duda, se estará a lo más favorable para el imputado. En la aplicación
de la ley penal son inadmisibles las presunciones de culpabilidad. Ninguna
autoridad pública podrá presentar a una persona como culpable, ni brindar
información sobre ella en ese sentido, hasta la sentencia condenatoria.
En los casos de quienes se encuentren sustraídos de la acción de la justicia, se
admitirá la publicación de los datos indispensables para su aprehensión por orden
judicial.
El Juez o el Tribunal limitará por auto fundado y motivado la intervención de los
medios de comunicación masiva, cuando la difusión pueda perjudicar el normal
desarrollo del proceso o exceda los límites del derecho a recibir información”.
20 Artículo 6o. “El imputado deberá ser considerado y tratado como inocente en
todas las etapas del proceso, mientras no se declare su culpabilidad por sentencia
firme, conforme a las reglas establecidas en éste código.
En la aplicación de la ley penal son inadmisibles las presunciones de culpabilidad.
Ninguna autoridad pública podrá presentar a una persona como culpable ni brindar
información sobre ella en ese sentido hasta la sentencia condenatoria.
En los casos de quienes se encuentren sustraídos de la acción de la justicia, se
admitirá la publicación de los datos indispensables para su aprehensión por orden
judicial.
El juez o el tribunal limitará la intervención de los medios de comunicación masiva
cuando la difusión pueda perjudicar el normal desarrollo del proceso o exceda los
límites del derecho a recibir información”.
21 Igualmente encontramos esta cláusula en las siguientes Constituciones:
Artículo 2o de la Constitución Política del Estado de Aguascalientes: “Todo
individuo gozará en el Estado de las garantías que otorga la Constitución Federal
y tendrá los derechos y obligaciones establecidas por las leyes locales”.
Artículo 7o de la Constitución Política del Estado de Baja California: “El Estado de
Baja California acata plenamente y asegura a todos sus habitantes las garantías
individuales y sociales consagradas en la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, así como los demás derechos que otorga esta Constitución”.
Artículo 7o de la Constitución Política del Estado de Baja California Sur: “En el
Estado de Baja California Sur todo individuo gozará de las garantías que otorga la
Constitución General de la República, las cuales no podrán restringirse ni
suspenderse, sino en los casos y con las condiciones que ella misma establece.
Igual protección asume respecto de los derechos fundamentales que, en ejercicio
de su soberanía, consagra en este cuerpo Constitucional”.
Artículo 6o de la Constitución Política del Estado de Campeche: “Además de lo que
la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos prescribe sobre derechos
garantizados para los habitantes de la República, los del Estado de Campeche
gozarán de los demás derechos que la presente Constitución les otorga”.
Artículo 7o de la Constitución Política del Estado de Coahuila de Zaragoza: “Todos
los que habiten o residan, así sea accidentalmente en el territorio de Coahuila,
gozan de las garantías que otorga la Constitución General de la República y que
confirma la presente”.
o
Artículo 1 de la Constitución Política del Estado de Colima: El Estado de Colima
reconoce, protege y garantiza a toda persona, el goce de sus derechos
consignados en la Constitución General de la República y los establecidos en esta
Constitución”.
Artículo 4o de la Constitución Política del Estado de Chiapas: “Toda persona gozará
de las garantías individuales y sociales que otorga la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos y que la presente Constitución reitera; garantías que
no podrán restringirse o suspenderse, sino en los casos y con las condiciones que
la primera de dichas constituciones establece”.
Artículo 4o de la Constitución Política del Estado de Chihuahua: “En el Estado de
Chihuahua, toda persona gozará de los derechos que establecen esta Constitución
y la Federal”.
Artículo 1 o de la Constitución Política del Estado de Durango: “En el Estado de
Durango todas las personas gozan de los derechos públicos individuales y de los
derechos públicos sociales que la Constitución Federal les otorga, los que no
podrán suspenderse ni restringirse si no en los casos y condiciones previstos en la
misma, disfrutan además de las garantías que esta Constitución establece”.
Artículo 1 o de la Constitución Política del Estado de Guanajuato: “En el Estado de
Guanajuato todas las personas gozan de la protección que les otorgan las
garantías establecidas por la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos; por esta Constitución y sus Leyes Reglamentarias”.
Artículo 1 o de la Constitución Política del Estado de Guerrero: “En el Estado de
Guerrero toda persona gozará de las garantías que otorga la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos y de las señaladas en la presente Constitución”,
Artículo 4o de la Constitución Política del Estado de Hidalgo: “En el Estado de
Hidalgo, todo individuo gozará de las garantías que otorga la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos, las cuales no podrán restringirse ni
suspenderse, sino en los casos y condiciones que ella misma establece”.
Artículo 4o de la Constitución Política del Estado de Jalisco: “Toda persona, por el
solo hecho de encontrarse en el territorio del Estado de Jalisco, gozará de los
derechos que establece esta Constitución, siendo obligación fundamental de las
autoridades salvaguardar su cumplimiento. Se reconocen como derechos de los
individuos que se encuentren en el territorio del Estado de Jalisco, los que se
enuncian en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, así como
los contenidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, proclamada
por la Asamblea General de las Naciones Unidas y en los tratados, convenciones
o acuerdos internacionales que el Gobierno Federal haya firmado o de los que
celebre o forme parte”.
Artículo 1 o de la Constitución Política del Estado de Michoacán: “En el Estado de
Michoacán de Ocam-po todo individuo gozará de las garantías que otorga la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, así como de los demás
derechos establecidos en esta Constitución y en las leyes que de ambas emanen”.
Artículo 2o de la Constitución Política del Estado de Morelos: “El Estado de Morelos
reconoce y asegura a todos sus habitantes, el goce de las garantías individuales y
sociales contenidas en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y
en la presente Constitución y, acorde con su tradición libertaria, declara de interés
público la aplicación de los artículos 27 y 123 de la Constitución Fundamental de
la República y su legislación derivada”.
Artículo 7 , fracción X de la Constitución Política del Estado de Nayarit: “Los demás
o

derechos a que se refiere el Título primero, Capítulo I, de la Constitución General”.


Artículo 2o de la Constitución Política del Estado de Querétaro: “Además de los
derechos que establece la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos,
en el Estado de Querétaro toda persona, por el sólo hecho de encontrarse en su
territorio, gozará de los que establece esta Constitución, siendo obligación
fundamental de las autoridades salvaguardar su cumplimiento”.
Artículo 12° de la Constitución Política del Estado de Quintana Roo: “El Estado de
Quintana Roo asegura para sus habitantes el goce irrestricto de las garantías
individuales y sociales consignadas en la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos. Igual protección asume respecto de los derechos
fundamentales que, en ejercicio de su soberanía, consagra esta Constitución”.
Artículo 7o de la Constitución Política del Estado de San Luís de Potosí: “En el
Estado de San Luís Potosí la protección de los derechos de sus habitantes y la
permanente búsqueda del interés público son la base y objeto de las instituciones
políticas y sociales.
Para la convivencia armónica de sus habitantes, queda asegurado el goce
irrestricto de todas las garantías individuales y sociales consagradas en la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, las que el Estado adopta
como propias. Las autoridades estatales y municipales deberán respetar y hacer
respetar tanto dichas garantías como los derechos humanos, conforme lo
dispongan las leyes reglamentarias y ordinarias respectivas.
Artículo 1 de la Constitución Política del Estado de Sonora: “Los Derechos del
o

Hombre son la base y el objeto de las instituciones sociales. En el Estado de


Sonora todo individuo gozará de las garantías que otorga la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos. En consecuencia, las autoridades, los
funcionarios y empleados del Estado y Municipios tienen la ineludible obligación de
respetar y hacer respetar, en la órbita de sus facultades, dichas garantías y las
prerrogativas que esta Constitución Local concede”.
Artículo 21° de la Constitución Política del Estado de Zacatecas: “En el Estado de
Zacatecas todo individuo gozará de las garantías que otorga la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos, así como de los derechos establecidos
por la Constitución Política del Estado y las leyes que de ellas emanen, cuya
vigencia no podrá suspenderse ni restringirse sino en los casos y mediante los
procedimientos que los respectivos ordenamientos determinen”.
22 Artículo 16. “Nadie puede ser molestado en su persona, familia, domicilio,
papeles o posesiones, sino en virtud de mandamiento escrito de la autoridad
competente, que funde y motive la causa legal del procedimiento.
23 No podrá librarse orden de aprehensión sino por la autoridad judicial y sin que
preceda denuncia o querella de un hecho que la ley señale como delito, sancionado
con pena privativa de libertad y obren datos que establezcan que se ha cometido
ese hecho y que exista la probabilidad de que el indiciado lo cometió o participó en
su comisión. (….)”. El reformado artículo 20° constitucional, literal b), Fracción IV)
señala que el imputado tiene derecho a que se le reciban los testigos y demás
pruebas pertinentes que ofrezca, concediéndosele el tiempo que la ley estime
necesario al efecto y auxiliándosele para obtener la comparecencia de las
personas cuyo testimonio solicite, en los términos que señale la ley, se está
refiriendo al derecho de probar.
24 Según el reformado artículo 20° constitucional, literal b), fracción VIII), el
imputado tiene derecho a una defensa adecuada por abogado, al cual elegirá
libremente incluso desde el momento de su detención. Si no quiere o no puede
nombrar un abogado, después de haber sido requerido para hacerlo, el juez le
designará un defensor público. También tendrá derecho a que su defensor
comparezca en todos los actos del proceso y éste tendrá obligación de hacerlo
cuantas veces se le requiera.
25 Esta figura no se encontraba regulada en la Constitución de 1933.
26 Según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la presunción de
inocencia significa que nadie puede ser condenado por un delito “mientras que no
se establezca plenamente su culpabilidad…”. El Comité de Derechos Humanos de
la ONU, al comentar el Art. 14 del “Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos”, observó que “en virtud de la presunción de inocencia, la carga de la
prueba recae sobre la acusación, y el acusado tiene el derecho de la duda”. No
puede suponerse a nadie culpable a menos que se haya demostrado la acusación
fuera de toda duda razonable -dice un comentario del Comité-.
27 Nos estamos refiriendo al Código Procesal Penal de 1991, así como el del
2004.
28 Asimismo, se cuenta con 21 tesis aisladas.
29 Acción de inconstitucionalidad 21/2004. Diputados integrantes de la Tercera
Legislatura de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. 26 de abril de 2007.
Mayoría de nueve votos. Ausente: José de Jesús Gudiño Pelayo. Disidente: José
Ramón Cossío Díaz. Ponente: Margarita Beatriz Luna Ramos. Secretaria: Claudia
Mendoza Polanco.
30 El Tribunal Pleno, el quince de octubre en curso, aprobó, con el número
112/2007, la tesis jurisprudencial que antecede. México, Distrito Federal, a quince
de octubre de dos mil siete. Jurisprudencia emitida en virtud de los siguientes
amparos:
Amparo directo 470/2004. 21 de enero de 2005. Unanimidad de votos. Ponente:
José Nieves Luna Castro. Secretario: Jorge Hernández Ortega.
Amparo directo 283/2005. 8 de septiembre de 2005. Unanimidad de votos.
Ponente: Adalid Ambriz Landa. Secretario: Omar Fuentes Cerdán.
Amparo directo 566/2005. 24 de noviembre de 2005. Unanimidad de votos.
Ponente: Adalid Ambriz Landa. Secretario: Roberto Antonio Domínguez Muñoz.
Amparo directo 612/2005. 17 de marzo de 2006. Unanimidad de votos. Ponente:
José Nieves Luna Castro. Secretario: Jorge Hernández Ortega.
Amparo directo 9/2006. 17 de marzo de 2006. Unanimidad de votos. Ponente:
Adalid Ambriz Landa. Secretario: Omar Fuentes Cerdán.
31 Jurisprudencia emitida en virtud de los siguientes amparos:
Amparo directo 533/2004. 7 de marzo de 2005. Unanimidad de votos. Ponente:
Osear Javier Sánchez Martínez. Secretario: Enedino Sánchez Zepeda.
Amparo directo 526/2004. 18 de abril de 2005. Unanimidad de votos. Ponente:
Evaristo Coria Martínez. Secretario: Rolando Fimbres Molina.
Amparo directo 567/2004. 16 de mayo de 2005. Unanimidad de votos. Ponente:
Osear Javier Sánchez Martínez. Secretario: Hugo Reyes Rodríguez.
Amparo directo 168/2005. 16 de mayo de 2005. Unanimidad de votos. Ponente:
Osear Javier Sánchez Martínez. Secretaria: Francisca Célida García Peralta.
Amparo directo 531/2004. 6 de junio de 2005. Unanimidad de votos. Ponente:
Osear Javier Sánchez Martínez. Secretario: Hugo Reyes Rodríguez.
32 STC 0618-2005-PHC/TC, FF.JJ. 21 y 22.
33 Pedraz Penalva, Ernesto, (1995): “El proceso y sus alternativas” (Cuadernos
de Derecho Judicial, N° 27, Poder Judicial, Madrid), p. 12.
34 Noguera Alcalá, Humberto. Ob. cit, p. 221.
35 STC 2915-2004-PHC/TC, FJ 12.
36 STC 0618-2005-PHC/TC, FJ 22.
37 Sentís Melendo, Santiago (1973): “Qué es la prueba. Naturaleza de la prueba”
(Revista Derecho Procesal Iberoamericana, N° 2-3, Madrid), pp. 259-260.
38 Baytelman, Andrés / Duce, Mauricio (2005): Litigación penal, juicio oral y prueba
(Fondo de Cultura Económica, México D.F.), p. 40.
39 STC 10107-2005-PHC/TC, FJ 07.
40 Montañés Pardo, Miguel Ángel (1999): La presunción de inocencia. Análisis
doctrinal y jurisprudencial (Aranzadi, Pamplona), p. 41.

41 La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha determinado que «se


incurriría en una violación de la Convención al privar de libertad, por un plazo
desproporcionado, a personas cuya responsabilidad criminal no ha sido
establecida. Equivaldría a anticipar la pena, lo cual contraviene los principios
generales del derecho umversalmente reconocidos». Corte Interamericana de
Derechos Humanos. Sentencia caso Tibi vs. Ecuador, 7 de septiembre de 2004,
párrafo 180; Caso Suárez Rosero, párrafo 77.
42 STC 1994-2002-PHC/TC
43Romero Felipa, Ana María. “Los principios constitucionales de in dubio pro reo
y presunción de inocencia”, en: Estafeta Jurídica Virtual, disponible en:
www.amag.edu.pe [03/08/08].
44 Es un Organismo Autónomo e independiente de los demás órganos
constitucionales y Poderes del Estado. Se encuentra sometido únicamente a la
Constitución Política del Perú y a su propia Ley Orgánica (L.O N° 26397). Al CNM
le compete seleccionar, nombrar, ratificar y destituir a los jueces y fiscales del Perú
en todos los niveles y jerarquías, con excepción de los jueces que han sido
elegidos por elección popular. Asimismo, el CNM nombra, ratifica y/o destituye al
Jefe de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) y al Jefe del Registro
Nacional de Identificación y Estado Civil (RENIEC).
45 El CNM, previo proceso disciplinario, aplica la sanción de destitución a Vocales
y Fiscales Supremos. Para ello, de oficio o ante denuncia de parte, puede abrirles
investigación preliminar y proceso disciplinario; y en el caso de jueces y fiscales de
inferior jerarquía a los supremos (como es el caso que estamos comentando), la
investigación preliminar y el consiguiente proceso disciplinario se hace a solicitud
de la Corte Suprema o de la Junta de Fiscales Supremos, según sea el caso.
La destitución de un juez o fiscal de cualquier nivel se produce previa audiencia
con el interesado y cuando éste ha sufrido sentencia penal o cometido actos no
acordes con la conducta funcional que un magistrado debe observar, los mismos
que sin ser delito, atentan contra los deberes de su función, el decoro y la dignidad
del cargo que se le ha conferido.
Así también, el CNM, por haberles nombrado, puede destituir al Jefe de la Oficina
Nacional de Procesos Electorales ONPE y al Jefe del Registro Nacional de
Identidad y Estado Civil, RENIEC.
46 “A) Hecho grave que sin ser delito compromete la dignidad del cargo y los
desmerezca en el concepto público”.
47 “G) Incumplimiento de las disposiciones regales, normas reglamentarias y de
carácter interno emitidas por la Fiscalía de la Nación o el Órgano de Gobierno del
Ministerio Público y por sus superiores jerárquicos”.
48 Considerando Trigésimo Sexto. El resaltado es nuestro.
49 No nos referimos al hecho de haber llevado a una diligencia de pesaje de droga
a una persona extraña a la misma.
50 Amparo en revisión 89/2007. 21 de marzo de 2007. Cinco votos. Ponente:
Genaro David Góngora Pimentel. Secretario: Marat Paredes Montiel.
51 La prisión preventiva suscita una sorprendente coincidencia dentro de la
doctrina. Casi sin excepción toda ella reconoce que se trata de una medida cautelar
resultado de un conflicto insoslayable entre los intereses colectivos tendentes a
asegurar la virtualidad de la justicia penal y los intereses individuales. El sacrificio
de estos últimos en favor de aquéllos excepcionando así una regla general de
respeto de los derechos fundamentales de la persona recomiendan que su
declaración esté revestida de un carácter de excepcionalidad, proporcionalidad,
necesariedad, discrecionalidad, presunción de inocencia, etc. Sin embargo, pese
a esta general coincidencia crítica, asumida también por la jurisprudencia, las
posibilidades de decretar prisión provisional han ido en aumento con el transcurso
del tiempo. Si en una primera etapa se vinculaba exclusivamente a las necesidades
de asegurar las pruebas y/o evitar las eventuales fugas del imputado, pronto se
suman nuevas razones fundadas en criterios de prevención general y especial. El
«peligro de reincidencia», en Alemania y Austria, el «orden público» en Italia o
nuestra «alarma» y «frecuencia» del delito demuestran sin ningún genero de dudas
esa evolución hacia una prisión provisional entendida en un sentido preventivo y
punitivo. Incluso los propios criterios empleados por el legislador para establecer
sus plazos poniéndola en relación con la gravedad de la pena señalada al delito
que se imputa, prueban, como apunta Gómez Colomer, la relación entre el instituto
procesal y las exigencias de seguridad ciudadana.
Según Barona Vilar, la detención judicial debe concebirse como una medida
cautelar personal excepcional, en el sentido de que debe hacerse uso de la misma
en última instancia; por ello debe calificarse como: 1) Una privación de libertad del
sujeto que la padece; 2) Una medida cautelar personal del proceso penal, con el
fin de asegurar el proceso y su normal desarrollo así como la ejecución de la
posible sentencia que, en su día, se dicte; 3) Se trata de una medida instrumental
en el sentido de que sirve a los fines antes señalados; 4) Se trata de una medida
provisional, revisable en cualquier momento del procedimiento, de oficio o a
instancia de parte; 5) Se trata de una medida excepcional, frente a la situación
normal de esperar el juicio en estado de libertad. Cfr. Barona Vilar, Silvia (1987):
Prisión provisional y medidas alternativas (Bosch, Barcelona), p. 28.
52 Para Eguiguren, la libertad personal “comprende una libertad física o
ambulatoria, que reconoce a toda persona la facultad de desplazarse libremente,
sin otras limitaciones que las impuestas por el medio en que se pretende actuar y
las establecidas por las normas constitucionales para preservar otros derechos o
valores igualmente relevantes”. Cfr. Eguiguren Praeli, Francisco (2002): Estadios
constitucionales (ARA Editores, Lima), pp. 27-28.

53 Exp. 1091-2002-HC/TC, Fundamento Jurídico 1, de la parte referida a los


alcances constitucionales de la libertad personal.
54 Castillo Córdoba, Luis, (2004): Habeas corpus, amparo y habeas data (ARA
Editores, Lima), p. 318.
55 Castillo Córdoba, Luis, (2003): Elementos de una teoría general de ¡os
derechos constitucionales (ARA Editores, Lima), p. 37.
56 Cita tomada de Castañeda Otsu, Susana Ynes (2005): El proceso de habeas
corpus en el código procesal constitucional (Introducción a los procesos
constitucionales. Comentarios al Código Procesal Constitucional, Jurista Editores,
Lima), p. 93.
57 Eguiguren Praeli, Francisco. Ob. cit, pp. 27-28.
58 El Dr. Espinosa-Saldaña acota que el término en rigor debería ser la libertad
personal, dado que, lo que se está hablando es el pleno ejercicio de la dimensión
más bien física de aquel derecho y valor que se conoce con el nombre de libertad.
Como es de conocimiento general, esta faceta de la libertad (entendida al mismo
tiempo como autodeterminación y no interferencia) es doctrinariamente conocida
con el nombre de la libertad personal. Cfr. Espinosa-Saldaña Barrera, Eloy. Habeas
corpus contra resoluciones judiciales: entre ¡a evolución del concepto “proceso
regular”y ¡a determinación del ámbito de acción del juez constitucional (Jurisdicción
Constitucional, impartición de justicia y debido proceso, ARA Editores, Lima), p.
146.
59 Ello como expresión de la cláusula personalista del artículo 1° de la
Constitución peruana y de manera más concreta como una de las manifestaciones
del principio general de libertad, según el cual, nadie está obligado a hacer lo que
la ley no manda, ni impedido de hacer lo que ella no prohibe, reconocido en el literal
a), inciso 24) del artículo 2o de la Constitución Política del Perú.
60 Artículo 10° del Código de Procedimientos Penales del Estado de México y
artículo 253° del Código Procesal Penal del Perú.
61 Artículo 384° del Código de Procedimientos Penales del Estado de México y
artículo 490° del Código Procesal Penal del Perú.
62 Artículo 218, numeral 2): “Cuando existe peligro por la demora, la exhibición o
la incautación debe disponerla el Fiscal. En todos estos casos, el Fiscal una vez
que tomó conocimiento de la medida o dispuso su ejecución, requerirá al Juez de
la Investigación Preparatoria la correspondiente resolución confirmatoria”.
63 Artículo 241: “El Fiscal podrá ordenar y ejecutar, por razones de urgencia o
peligro por la demora, la clausura o vigilancia del local o la inmovilización de los
bienes muebles, cuando sea indispensable para iniciar o continuar la investigación.
Efectuada la medida, antes de vencidas las veinticuatro horas de realizada la
diligencia, solicitará al Juez la resolución confirmatoria y para el efecto adjuntará
copia del acta”.
64 Figura colombiana, que consiste en la pérdida del derecho de propiedad,
debido que, la adquisición del bien proviene de una fuente ilícita, transfiriéndose la
esfera de dominio al Estado y sin ninguna contraprestación económica para su
titular. Es un castigo para actividades ilícitas que desestabilizan el sistema.
65 Por ejemplo, la Constitución argentina, en el artículo 18, establece que: “Ningún
habitante podrá ser condenado sino en virtud de juicio previo, fundado en ley
anterior al hecho del proceso”. Binder comenta que unos lo han interpretado como
la exigencia de una sentencia previa, en el sentido de que no puede existir una
condena que no sea el resultado de un juicio lógico; sin embargo, para el jurista
argentino la norma constitucional se refiere al juicio como institución política-
cultural (concretamente, juicio oral). Cfr. Binder, Alberto (1993): Introducción al
derecho procesal penal (Ad-Hoc, Buenos Aires), pp. 111-112.

66 Aunque ello no signifique que el derecho a un juicio previo sí pueda ser alegado
en nuestro sistema debido, entre otros argumentos, que el mismo está plasmado
en tratados internacionales que México ha suscrito y, por ende, forma parte de
nuestro Derecho. Así, tenemos: Declaración Universal de los Derechos Humanos
(artículo 10); Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos (artículo 14.1);
y la Convención Interamericana sobre Derechos Humanos (artículo 7.5).
67 La etapa se ha conocido bajo diferentes denominaciones, las que destacan
alguna característica de la misma; así se ha hablado de “plenario”, atendiendo a
que tanto las partes como el órgano jurisdiccional actúan en la plenitud de sus
facultades; de “debate” o “discusión”, destacando la mecánica eminentemente
contradictoria, y de “juicio”, nombre que se ha impuesto y que deriva tanto de
“juzgamiento” como de la circunstancia de que toda la actividad conduce, en
definitiva, a la afirmación de reproche o absolución respecto de lo imputado.
68 Bustamante Alarcón, Reynaldo (2005): Derecho a no ser sancionado o
afectado sin previo proceso o procedimiento (La Constitución Comentada, Tomo
II, Gaceta Jurídica, Lima), p. 546.
69 Publicado, el 29 de julio del 2004 a través del Decreto Legislativo 957.
70 En el ámbito de la legislación comparada, encontramos este derecho en los
siguientes textos procesales: Código de Procedimientos Penales de Bolivia (1999):
Artículo 1. “Nadie será condenado a sanción alguna si no es por sentencia
ejecutoriada, dictada luego de haber sido oído previamente enjuicio oral y público,
celebrado conforme a la Constitución, las Convenciones y Tratados internacionales
vigentes y este Código”.
Código Procesal Penal de Paraguay (1998): Artículo 1. “Nadie podrá ser
condenado sin un juicio previo, fundado en una ley anterior al hecho del proceso,
realizado conforme a los derechos y garantías establecidos en la Constitución, el
Derecho Internacional vigente y a las normas de este código. En el procedimiento
se observarán especialmente los principios de oralidad, publicidad, inmediatez,
contradicción, economía y concentración, en la forma en que este código
determina”.
Código Orgánico Procesal Penal de Venezuela (2006): Artículo 1 (Título
Preliminar). “Nadie podrá ser condenado sin un juicio previo, oral y público,
realizado sin dilaciones indebidas, ante un juez o tribunal imparcial, conforme a las
disposiciones de este Código y con salvaguarda de todos los derechos y garantías
del debido proceso, consagrados en la Constitución de la República, las leyes, los
tratados, convenios y acuerdos internacionales suscritos por la República”.
71 Amparo penal directo 803/50. Por acuerdo de la Primera Sala, de fecha 8 de
junio de 1953, no se menciona el nombre del promovente. 24 de junio de 1953.
Mayoría de tres votos. Ausente: Luis G. Corona. Disidente: José Castro Estrada.
Ponente: Teófilo Olea y Leyva.
72 CIDH. Caso Herrera Ulloa vs. Costa Rica, sentencia de 2 de julio de 2004,
Serie C N° 107, párrafo 154.
73 CIDH. Caso Herrera Ulloa vs. Costa Rica, párrafo 153. Caso Cantoral
Benavides, sentencia de 18 de agosto de 2000, Serie C N° 69, párrafo 120.
74 Nogueira Alcalá, Humberto. Ob. cit, p. 239.
75 Corte Interamericana de Derechos Humanos, caso Lori Berenson vs. Perú.
Serie C N° 119. Sentencia de 24 de noviembre de 2004, párrafo 159.
76 Corte Interamericana de Derechos Humanos, caso Lori Berenson vs. Perú,
párrafo 160.

6. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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1 Doctorante en Derecho por la Universidad Autónoma del Estado de México
Miembro del Centro de Investigación en Ciencia Jurídica, Justicia Penal y
Seguridad Pública de la Universidad Autónoma del Estado de México. Presentado
el artículo con fecha 17 de marzo de 2009 y aprobado con fecha 6 de mayo de
2009.

LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA Y LA CARGA DE LA PRUEBA

Yoruanys Suñez Tejera (CV)


ysunez@ucf.edu.cu
Universidad de Cienfuegos

RESUMEN:
La razón de ser del Derecho a la Presunción de Inocencia es la seguridad jurídica
y la necesidad de garantizarle a todo acusado que no será condenado sin que
existan pruebas suficientes que destruyan tal presunción y demuestren su
culpabilidad mediante una sentencia condenatoria en su contra. El presunción de
inocencia se confunde en ocasiones con el principio in dubio pro reo. La primera
opera en todos los procesos, considerándose inocente al procesado mientras no
exista medio de prueba convincente que demuestre lo contrario. Luego de
practicadas las pruebas, la segunda actúa como elemento de valoración
probatoria, puesto que en los casos donde surja duda razonable, debe absolverse.
A través de la carga de la prueba se quiere resolver las dificultades probatorias.
Uno de los extremos que deben cumplirse, para no violar la presunción de
inocencia, consiste en que la verdad iuris tantum sólo puede desvirtuarse por una
prueba de cargo, aportada por la parte acusadora. Dicha prueba debe ser
suficiente para excluir la presunción de que goza el inculpado durante todo el
proceso penal; de manera que, concatenada con otros indicios, determine la
culpabilidad del sujeto.
PALABRAS CLAVES: Derecho, presunción, Inocencia, acusado, y pruebas.

Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:


Suñez Tejera, Y.: "La presunción de inocencia y la carga de la prueba ", en
Contribuciones a las Ciencias Sociales, Junio 2012, www.eumed.net/rev/cccss/20/

INTRODUCCIÓN
Según Manzini Vizenzo 1 la presunción de inocencia establece la calidad jurídica
de no culpable penalmente, es inherente a la persona. Su pérdida debe ser
acreditada con elementos empíricos y argumentos racionales, por los órganos que
ejercen la función represiva del Estado, cuando un individuo lesiona o pone en
peligro los bienes jurídicos que la sociedad estima valiosos, dignos de protección
por la potestad punitiva de aquel.
La presunción de inocencia, según Binder2 significa que nadie tiene que construir
su inocencia; que sólo una sentencia declarará esa culpabilidad jurídicamente
construida que implica la adquisición de un grado de certeza. Presupone además,
que nadie puede ser tratado como culpable, mientras no exista una declaración
judicial, es decir, que toda persona se considera inocente hasta que no sea
reconocida como responsable del ilícito penal, mediante una decisión que es
adoptada por el órgano competente para ello; y que no puede haber ficciones de
culpabilidad ya que la sentencia absolverá o condenará.
Mientras tanto, el concepto de estado de inocencia, Nogueira Alcalá3 lo desarrolla
como un principio informador del procedimiento penal. Le da una nueva
perspectiva a partir de dos presupuestos que son inherentes a todo sistema
procesal penal. El primero es el de la carga y valoración de la prueba, elementos
necesarios para formar la convicción del juzgador. El segundo es el de la sentencia
fundada o motivada, que le exige contar con razonamientos o consideraciones, en
torno al establecimiento de los hechos por los medios de pruebas existentes en el
proceso como la invocación de la aplicación al caso de las normas decisoria de la
litis.
La presunción de inocencia para el aludido autor constituye una referencia central
en la información del desarrollo del proceso, que permite resolver las dudas que
se presentan en su curso y reducir las injerencias desproporcionadas. De
conformidad con este criterio, los actos procesales y el proceso en su conjunto
adquiere un cariz diferente que depende si el inculpado se trata como si fuera
inocente como ocurre en el sistema acusatorio o si se le trata como si fuere
culpable como ocurre en el sistema inquisitivo.
Por su parte Martínez Remigio plantea que: “La presunción de inocencia extiende
su vigencia más allá de la fase del juicio oral, para gozar de virtualidad en el
momento de la investigación. Influye en el terreno valorativo, pero trasciende de
éste para encuadrarse en el aspecto objetivo de la prueba. Es un principio general
de directa aplicación por los órganos jurisdiccionales”. 4
También se manifiesta como postulado directamente referido al tratamiento del
imputado durante el proceso penal, conforme al cual habría de partirse de la idea
de que el inculpado es inocente y, por tanto, reducir al mínimo las medidas
restrictivas de derechos en el tratamiento del imputado durante el proceso. Otro
alcance que presenta es en el ámbito probatorio. Conforme a este, la prueba de la
culpabilidad del imputado debe ser suministrada por la acusación, imponiéndose
la absolución del inculpado si la responsabilidad penal no queda demostrada.
Por su parte, Cárdenas Rioseco señala que: “la presunción de inocencia es un
derecho subjetivo público, que se ha elevado a la categoría de derecho humano
fundamental que posee su eficacia en un doble plano: por una parte, opera en las
situaciones extraprocesales y constituye el derecho a recibir la consideración y el
trato de no autor o no partícipe en hechos de carácter delictivo o análogos a éstos;
por otro lado, el referido derecho opera fundamentalmente en el campo procesal,
con influjo decisivo en el régimen jurídico de la prueba”. 5
La referida afirmación parte de considerar que el derecho como ciencia, es una
creación humana, impuesta por la necesidad social de contener ciertas conductas
indeseables, y reconocer ciertos derechos naturales, anteriores a la formación del
estado, y que surgen con la persona misma.
La presunción de inocencia pertenece a los derechos fundamentales de la persona
y sobre ella se erige el proceso penal. Por ello, toda persona imputada, de acuerdo
con Velarde,6 debe reconocérsele el Derecho Subjetivo de ser considerado
inocente, permitiéndole conservar un estado de no autor en tanto no se expida una
resolución judicial firme. 7
Mientras, la presunción de inocencia, calificada por Oré 8 como un estado
jurídico,9 constituye un derecho fundamental reconocido constitucionalmente.
Lejos de ser un mero principio teórico de Derecho, representa una garantía
procesal insoslayable, que le otorga seguridad jurídica a la persona y le permite
ser considerada inocente durante todo el proceso.
Maier 10 afirma que las Garantías Procesales son las seguridades que se otorgan
para impedir que el goce efectivo de los derechos fundamentales sea conculcado
por el ejercicio del poder estatal, ya sea limitando ese poder o repeliendo el abuso.
Por ello, de acuerdo con Cubas Villanueva, 11 en el desarrollo del proceso penal
se invocan garantías procesales, principios y derechos para la administración de
justicia. Aunque no se encuentren expresamente estipulados por ley, basta su
vigencia en la Constitución de la nación, norma máxima que tiene primacía sobre
cualquier otra. Pueden invocarse además, normas contenidas en los tratados
internacionales sobre Derechos Humanos suscritos por el país.
Cualquiera que sea la concepción que se asuma en relación a la presunción de
inocencia, como principio, derecho o garantía, existe un elemento común en todas.
Este radica en que se ha de apreciar hasta tanto no se dicte un fallo condenatorio
basado en las pruebas practicadas. Por tanto, las pruebas constituyen el eslabón
fundamental del concepto de presunción, de ahí, que resulta importante establecer
los vínculos existentes entre ambos.

1. Antecedentes históricos de derecho a la presunción de inocencia.


En el Antiguo Oriente, al existir la necesidad de centralizar las fuerzas productivas,
por la aparición de un plus-producto o un excedente, condicionado además por la
división social del trabajo, surgen las diferencias sociales entre la clase trabajadora
y la ociosa. Esto propicia que se dicten normas jurídicas organizadoras de dicho
régimen de clase, presentándose la obligación para la clase dominante de dictar
normas coercitivas, que establecieran penas contra los infractores de las reglas del
orden social.
En el orden jurídico, se redacta el Código Hammurabi. 12 Contiene 282 artículos,
de ellos 101 tratan la materia penal, los cuales se orientan, sobre la base de la ley
del talión,13 y condenan de forma cruel a la persona que cometa un delito. Este
código, como un elemento progresista, admite atenuantes, propiciando una
primigenia atención al delincuente y la apreciación de circunstancias concurrentes
en el hecho. No contiene ningún precepto que disponga que una persona, al incurrir
en un delito, se considera inocente hasta que una decisión indique lo contrario.14
Según Ferrajoli 15 los antecedentes del principio de presunción de inocencia
se encuentran en el Derecho Romano. En Roma, la primera manifestación del
Derecho escrito es la Ley de las XII Tablas, 16 la cual surge como resultado
político- jurídico de las luchas sociales entre los patricios y plebeyos. Este texto
jurídico constituye un tipo especial de ley, al ser un instrumento que expresa la
voluntad de la clase dominante así como el resultado de una paulatina separación
de las concepciones religiosas y el derecho.
Según dicha ley, las penas establecidas tienen un carácter brutal y se imponen por
los más simples motivos. Lo anterior significa que se condena a una persona con
independencia del motivo que lo conlleve a cometer el delito y que se considera
culpable desde el mismo momento en que se sospeche de su participación.
Luego se redacta el Corpus Juris Civile,17 el cual surge en un período de
decadencia social, económica, jurídica y científica, en el que se requiere la
adopción de medidas que organicen el disperso e inestable orden jurídico vigente.
Bulté18 considera que este es el texto jurídico que marca el inicio de la apreciación
como inocente a la persona inculpada por la comisión de un delito. En esta obra
Ulpiano expresa que “nadie puede ser condenado por sospecha, porque es mejor
que se deje impune el delito de un culpable que condenar a un inocente”. 19
Uno de los cuerpos que integró el Corpus Juris Civile fue el Digesto, 20 en él se
dispone la decisión de los juzgadores de absolver al justiciable cuando no se
pruebe plenamente su culpabilidad. Este precepto no reconoce de forma exacta la
presunción de inocencia del acusado en el proceso penal, tal y como en la
actualidad se concibe. A pesar de ello, es un paso de avance ya que reconoce que
la culpa de una persona debe estar debidamente fundada y probada, pues de lo
contrario, debe ser absuelta de los crímenes que se le imputan.
El Código de las Partidas,21 expresa en la partida tercera relativa a los medios de
prueba, que los hechos deben ser probados espaladinadamente y las pruebas
deben ser claras como la luz, de manera que no pueda existir sobre ellas duda
alguna. Plantea además, que el pleito criminal debe probarse por testigos o por
cartas o por admitir el acusado su participación, y no por sospechas solamente,
prohibiéndose la condena por señales o presunciones.22
Beccaria, en su obra De los delitos y las penas, publicada en 1764, plantea que la
presunción de inocencia es un postulado fundamental de la ciencia procesal, e
invoca a considerarlo como un presupuesto de las demás garantías reconocidas
en el proceso penal. Considera que la presunción de inocencia es necesaria, y en
tal sentido manifiesta que: “…un hombre no puede ser llamado reo antes de la
sentencia del juez, ni la sociedad puede quitarle la pública protección sino cuando
esté decidido que ha violado los pactos bajo los que fue concedida”.23
La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano celebrada en Francia
en 1789,24 define por primera vez, en su artículo 9, la presunción de inocencia en
los siguientes términos: “Debe presumirse a todo hombre inocente mientras no sea
declarado culpable, si se juzga indispensable arrestarlo, todo rigor que no sea
necesario para asegurar su persona, debe ser severamente reprimido por la ley”.
25 En la misma se enfatiza que debe considerarse inocente al acusado hasta tanto
no exista sentencia condenatoria. Se excluye la presunción de culpabilidad que
durante tanto tiempo condenó a hombres inocentes bajo procedimientos
inquisitorios secretos, caracterizados por la ausencia absoluta de la garantía de
audiencia y del derecho de defensa.
En el mismo sentido, el Convenio Europeo para la Protección de los Derechos
Humanos y de las Libertades Fundamentales aprobado en Roma, de fecha 4 de
noviembre de 1950, precisa en su artículo 6.2: “Toda persona acusada de una
infracción se presume inocente hasta que su culpabilidad haya sido legalmente
declarada”.
Por su parte, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,26 establece
en el artículo 14.2: “Toda persona acusada de un delito tiene derecho a que se
presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad conforme a la ley”.
De lo anterior se infiere que cuando una persona realiza una acción o una omisión
que tipifique un delito, se considera inocente durante todo el proceso hasta que su
culpabilidad no sea probada mediante el cumplimiento de los requisitos que para
ello establece la ley.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos 27 celebrada en Perú dispone
en el artículo 11.1: “Toda persona acusada de un delito tiene derecho a que se
presuma su inocencia mientras que no se pruebe su culpabilidad conforme a la ley
y en juicio público en el que se hayan asegurado todas las garantías necesarias
para su defensa”.
La aludida formulación entorno a la presunción de inocencia produce serias
confusiones. Se entiende que se inicia una causa penal justamente porque se
presume la culpabilidad del imputado.28 Es decir, desde que se comienza una
investigación sobre hechos presuntamente delictivos, se considera, al pretenso
culpable, como responsable de los hechos acaecidos.
Montesquieu 29 aboga por la protección de los inocentes sin excepción, como una
calidad que tiene todo individuo antes de una condena criminal. Este autor
fundamenta el nexo entre libertad y seguridad del ciudadano, y en relación con esto
escribe: “La libertad política consiste en la seguridad, o al menos en creer que se
tiene la seguridad. Esta seguridad no esta nunca más comprometida que en las
acusaciones públicas o privadas. Por consecuencia, de la bondad de las leyes
criminales depende principalmente la libertad del ciudadano”.30
Según Olmedo, la presunción de inocencia “ha sido formulado desde su origen en
el Derecho Romano, y debe entenderse, como un poderoso baluarte de la libertad
individual para poner freno a los atropellos de dicha libertad y proveer a la
necesidad de que la persona tenga seguridad jurídica”. 31
La presunción de inocencia se toma como un estado de pureza absoluta y, según
Benavente Chorres 32las personas al nacer llegan al mundo inocentes y ese
estado tiene que pervivir en su existencia hasta la muerte. En el proceso
penal esta idea se mantiene con la misma intensidad ya que en este, solo una
sentencia emitida por un juez puede variar ese estado de inocencia y declarar
al acusado como culpable de los delitos imputados. Hasta que dicha
resolución no se expida, la persona se encuentra investida de una seguridad
jurídica que permite que su condición de inocente no sea derribada.

2. Análisis de la regulación jurídica de la presunción de inocencia en otros


textos normativos.
La consideración de una persona como inocente durante el proceso penal, es uno
de los temas más discutidos en la actualidad y se regula de diversas formas en los
distintos cuerpos procesales.
El tema relativo a la presunción de inocencia es poco explorado en la doctrina
mexicana; tampoco la Constitución Federal y los ordenamientos punitivos de dicha
nación se refieren a la misma como garantía jurídico-penal del inculpado. Sin
embargo en México, el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
reconoce que la presunción de inocencia, como garantía individual, está implícita
en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.33
Ambas legislaciones reconocen que el acusado en un proceso penal tendrá las
garantías que se establecen para el desarrollo de un debido proceso, entre ellas la
de ser considerado inocente hasta que un Tribunal decrete lo contrario.
Son los nuevos códigos procesales penales los que pretenden proteger a los
imputados e incorporan la presunción de inocencia en sus textos. En este caso se
encuentra la Constitución de Bolivia, 34 y la Constitución de Paraguay.35 En los
procedimientos inquisitivos, le corresponde al propio tribunal demostrar la
culpabilidad del imputado, por lo que no permiten que opere la presunción de
inocencia ya que el juez omnipotente investigador y acusador limita el margen de
defensa del imputado.
La Constitución de Bolivia, determina en su artículo 29 inciso 4 que: “Toda persona
se presume inocente mientras no se la haya declarado judicialmente culpable”. Por
su parte, el artículo 6 de la Ley de Procedimiento Penal boliviana36 dispone que a
todo imputado se le considera inocente hasta que una Corte de Justicia no declare
su culpabilidad en sentencia. Regula además, que en todo momento procesal, el
acusado debe ser tratado como inocente.
Entre tanto, la Ley de Procedimiento Penal de Paraguay37 regula en su artículo 4
el principio de inocencia de un imputado, considerando que se presume hasta que
no se dicte una sentencia que declare su punibildad. Con este precepto, la ley
reafirma lo establecido por la Constitución de paraguaya en su artículo 117.1, la
cual señala que en el proceso penal o en cualquier otro del cual pudiera derivarse
pena o sanción, toda persona tiene derecho a que se presuma su inocencia.
El Código de Procedimiento Penal Colombiano reconoce en su artículo 3, la
presunción de inocencia, al establecer que: "Toda persona a quien se atribuya un
hecho punible se presume inocente mientras no se declare legalmente su
responsabilidad en sentencia ejecutoria". El mencionado texto reconoce que
cuando a un ciudadano se le acuse de haber cometido un hecho delictivo regulado
en sus respectivas leyes, tiene que ser tratado como inocente.
De acuerdo con lo analizado antes, la presunción de inocencia solo será
desvirtuada por las pruebas presentadas por la parte acusadora. Sustentadas en
estas, el Tribunal dictará una sentencia que condenará a la persona que, hasta ese
momento, es considerada inocente. En el artículo 11, plasma que el juez debe
tener en cuenta, durante la interpretación de la ley, las garantías que tienen las
personas que intervienen en un procedimiento en calidad de acusado.
El Código Procesal Penal de Guatemala38 regula en su artículo 14 el tratamiento
que se le debe dar a un procesado disponiendo que el mismo ha de ser tratado
como inocente durante el procedimiento, hasta tanto una sentencia firme lo declare
responsable y le imponga una pena o una medida de seguridad. Mientras, el
Código Procesal de Argentina establece que “Nadie será considerado culpable
mientras una sentencia firme no desvirtúe la presunción de inocencia de que todo
imputado goza…”39
El Código Procesal Penal de la República de Nicaragua es otro de los cuerpos
legislativos americanos que regulan en su contenido la presunción de inocencia
como garantía del acusado.40 La Constitución de ese país reconoce en su artículo
34 inciso a) la imposibilidad de restringir derechos sin una sentencia que así lo
declare. El estado de inocencia, según dicho cuerpo legislativo, es una garantía
procesal mediante la cual el imputado es inocente mientras no sea declarada su
culpabilidad. La Constitución de Colombia, 41 la de Ecuador 42 y la de Perú
coinciden en sus preceptos 29, 24.7, y 2.24, respectivamente, al disponer que toda
persona involucrada en un proceso penal debe presumirse inocente hasta que su
culpabilidad no se decrete mediante una sentencia judicial.
El derecho a la presunción de inocencia es consagrado por la Constitución
Española en su artículo 24.2, por lo que tiene rango de derecho fundamental y es
de aplicación inmediata. Al respecto, el Tribunal constitucional español refiere: “El
derecho a ser presumido inocente, que consagra el apartado 2 del artículo 24 de
la Constitución constituye el derecho a recibir la consideración y trato de no autor
o no partícipe en hechos de carácter delictivo, y determina el derecho a no aplicar
las consecuencias o los efectos jurídicos hasta que la responsabilidad sea
probada. Opera, el referido derecho, además y fundamentalmente en el campo
procesal, en el cual el derecho, y la norma que lo consagra, determina una
presunción, la denominada presunción de inocencia con influjo decisivo en el
régimen jurídico de la prueba”.43
En el artículo 59 de la Constitución de la República de Cuba se dispone, en su
primer párrafo: "Nadie puede ser encausado ni condenado sino por el tribunal
competente, en virtud de leyes anteriores al delito y con las formalidades y
garantías que éstas establecen".
En el caso de la Constitución de la República de Cuba, el artículo 58, establece
como garantía el principio de legalidad, el derecho de defensa, el respeto a la
persona humana y el de nulidad probatoria por haberse ejercido violencia sobre un
reo. Dicho artículo en cuestión reza lo siguiente: "Nadie puede ser encausado ni
condenado sino por el Tribunal competente, en virtud de leyes anteriores al delito
y con las formalidades y garantías que éstas establecen. Todo acusado tiene
derecho a la defensa, no se ejercerá violencia ni coacción de clase alguna sobre
las personas para forzarlas a declarar. Es nula toda declaración obtenida con
infracción de este precepto y los responsables incurrirán en las sanciones que fija
la Ley".
La Ley de Procedimiento Penal cubana dispone en su artículo 1 que se presume
inocente a todo acusado mientras no se dicte fallo condenatorio en su contra, lo
que demuestra que la misma protege al inculpado al igual que lo hacen otras
legislaciones internacionales.
Del análisis realizado hasta el momento de los instrumentos jurídicos se llega a la
conclusión que en algunos de ellos 44 se reconoce la presunción de inocencia
como un principio y se regula de esta forma en su contenido. Algunas legislaciones
no se refieren a la presunción de forma expresa, sino que prefieren reconocerla
dentro de un conjunto de derechos. En este caso se encuentra el Código de Chile,
el cual regula la presunción de inocencia en el artículo 5 inciso 2. Se incluye en el
artículo 4 del Código Procesal Penal, 45 el cual dispone que "Ninguna persona
será considerada culpable ni tratada como tal en tanto no fuere condenada por una
sentencia firme".
Otros textos normativos no regulan la presunción de inocencia como un derecho
del acusado. En el Código de Procedimientos Penales de Perú46 no se reconoce
en ninguno de sus preceptos los derechos que en el proceso penal tendrán los
imputados. Tampoco dispone que la sentencia condenatoria es la resolución que
determina la culpabilidad del reo en relación con los hechos que se le imputan.

3. Elementos distintivos entre la presunción de inocencia y el principio de


duda.
El presunción de inocencia se confunde en ocasiones con el principio in dubio pro
reo. Al respecto sobresale la postura de Bacigalupo,47 quien sostiene que el
principio de dudano es la presunción de inocencia, al elevarse a derecho
fundamental. Entre tanto, Aguilar López48 se refiere a la regla de la absolución y
plantea que la misma permite que en caso de que exista incertidumbre al momento
de que el juzgador emita la sentencia, se denomine esta situación como la no
comprobación de la culpabilidad.
La aludida problemática en torno a la incertidumbre se dilucida a partir del
reconocimiento de la máxima in dubio pro reo, al establecer la absolución del reo
en caso de duda. Ante la imposibilidad de orientar el juzgador su decisión, el
ordenamiento jurídico permite a través de este, superar la incertidumbre derivada
de la valoración de la prueba.
Dicho principio protege los derechos fundamentales de las personas sujetas a un
proceso penal. Un ejemplo es el semper un dubiis benigniora praefrenda sunt, 49
que tiene aplicación tanto en la interpretación de la ley como en la valoración de la
prueba. Al respecto, señala Sentís que “examinar y valorar pruebas es cosa
diferente de interpretar un texto legal. Pero eso no quiere decir que la duda no
pueda producirse en el espíritu del juez en ambos casos, y que es necesario
resolverla”. 50
La presunción de inocencia no tiene irrupción en la aplicación de la ley, y la
constriñe en la valoración de los hechos. Es posible que la oscuridad de una ley
lleve a un estado de incertidumbre, en cuyo caso la función de desentrañar el
sentido de la misma tiene que hacerse en forma benigna respecto al inculpado.
Según Sentís,51 el principio in dubio pro reo es aplicable en aquellos casos en los
que a pesar de llevarse una actividad probatoria con todas las formalidades
establecidas en la ley, las pruebas obtenidas dejan duda en el ánimo del juzgador
respecto a la existencia de la culpabilidad del acusado ante la existencia de dos
argumentos que imprimen la misma convicción. Luego ante disyuntivas con
idéntico grado convictivo procede la absolución del sentenciado.
El dudar, de acuerdo con Aguilar,52 implica que el ánimo del juzgador se encuentra
incierto entre dos juicios contradictorios, sin poder decidirse por ninguno de ellos.
La actividad probatoria llevada acabo por las partes propicia que, el que tiene la
responsabilidad de decidir sobre la culpabilidad del acusado, no pueda determinar
si este es responsable o no por el ilícito cometido, por encontrarse en una situación
de duda con respecto a su participación.
La máxima citada interviene en el campo probatorio, exactamente en el momento
final de la valoración de la prueba. Actúa no como regla para apreciar las pruebas,
sino que se aplica después de terminada la valoración. Presupone un conflicto de
carácter subjetivo que tiene efectos sobre el convencimiento del conjunto
probatorio ofrecido por el Fiscal o la parte que ejerce la acción de acusador
particular y por la defensa, donde el principio in dubio pro reo funda el supuesto de
la absolución del inculpado ante la duda razonable.
Supone además, un proceso subjetivo por parte del juzgador, que refleja la
incapacidad del mismo para superar una situación de incertidumbre ante los
hechos presentados por la parte acusadora y por la defensa, los cuales ofrecen la
misma cantidad de convicción sin poder superar la situación de duda. Es entonces,
cuando dicha máxima orienta al juzgador a resolver en sentido favorable al
acusado.
La presunción de inocencia obliga al juzgador a constatar la existencia de una
actividad probatoria de cargo y la suficiencia de la misma. La prueba tiene que ser
legal y racionalmente valorada. A falta de estos requisitos no puede decirse que
exista prueba de cargo que afirme la culpabilidad del acusado y en consecuencia,
prevalece la presunción de inocencia del mismo.
En tanto, el in dubio pro reo, como principio, se actualiza cuando a pesar de la
existencia de la prueba de cargo, la que obra de descargo tiene el mismo nivel de
veracidad, de manera que no se puede disipar la incertidumbre, y ante esta tensión
dialéctica el juez está obligado a inclinarse en beneficio del acusado.
Mestre Delgado 53 señala que la máxima in dubio pro reo es un principio de
valoración benigna de las pruebas en caso de incertidumbre, al envolver un
problema subjetivo de valoración. Por su parte, la presunción de inocencia, para
este autor, tiene una distinta naturaleza, ya que determina la exclusión de la
presunción de culpabilidad del imputado durante el desarrollo del proceso. Se evita
una sentencia condenatoria al no existir constancias suficientes de la participación
delictuosa del acusado en el hecho punible. Por ello es una garantía procesal.
La presunción de inocencia implica un problema de insuficiencia de pruebas, en
tanto el in dubio pro reo, encierra un problema subjetivo de duda. Esta última figura
surge del resultado de la valoración de las pruebas en su conjunto, donde el estado
de dubitación del juzgador hace patente la utilización de dicha máxima. El in dubio
pro reo, en la actividad probatoria, tiene una dimensión más reducida que la
presunción de inocencia, a pesar de su importancia determinante en dicho ámbito,
sólo entra en consideración cuando la duda reposa entre las pruebas de cargo y
de descargo que proyectan la misma convicción, pues induce al juzgador a resolver
el fallo en sentido positivo para el acusado.
Rives Seva, en relación a la función del principio in dubio pro reo plantea que: “…si
existe actividad probatoria de cargo y paralelamente de descargo y se producen
evoluciones cronológicas de actitudes acusatorias y no acusatorias, decidir es
tarea del juzgador de instancia...”54 En esa fase es cuando el juzgador, al
comparar lo positivo y lo negativo en las pruebas de cargo y de descargo, asume
una posición de duda, que permite que resuelva conformeal principio de duda.
La distinción no carece de sentido, ya que la presunción de inocencia no excluye
el principio in dubio pro reo en el ámbito de la valoración de la prueba. Al practicarse
las pruebas en el proceso penal, la presunción de inocencia tiene que prevalecer
cuando exista duda con respecto a la culpabilidad del acusado. Si, al momento de
dictar sentencia las pruebas practicadas propician que el juzgador dude con
respecto a la decisión que debe tomar, esta tiene que manifestarse de forma que
beneficie al acusado y no que lo perjudique.
Al apreciarse un vacío o una notable insuficiencia probatoria, debido a la ausencia
de pruebas o que las practicadas hayan sido obtenidas ilegítimamente, no existe
solución más razonable que absolver al imputado. Por ello, se complementan al
menguar el ejercicio del poder punitivo en el momento procesal en que el juzgador
emite la resolución que pone fin al juicio, con un toque de humanidad y justicia
respecto a quien se encuentra sujeto a un proceso penal.
Entre tanto, según Rives, 55 la presunción de inocencia se encuentra relacionada
con el principio in dubio pro reo como criterio auxiliar. Constituye además un juicio
básico que condiciona la interpretación de las normas jurídicas, lo cual debe
realizarse conforme a la Constitución y los derechos fundamentales.
Como afirma Tomé García,56 no debe confundirse el principio in dubio pro reo, con
la presunción de inocencia. El primero, pertenece al momento de la valoración o
apreciación probatoria y se aplica cuando, habiendo prueba, existe una duda
racional sobre la concurrencia de los elementos objetivos y subjetivos que integran
el tipo penal de que se trate. Mientras que la presunción de inocencia, adquiere su
eficacia cuando existe falta absoluta de pruebas, o cuando las practicadas no
reúnen las garantías procesales.
En consecuencia, se presume inocente a todo acusado hasta que se practiquen
las pruebas correspondientes y estas indiquen su culpabilidad. Solo mediante la
sentencia condenatoria del Tribunal competente, la persona se convierte de
inocente a responsable penalmente.
La interrelación entre presunción de inocencia y el indubio pro reo, al decir de
Sanchis Crespo “…es evidente, en aquellos casos en los que sí haya existido
actividad probatoria pero ésta haya sido insuficiente…”57 Es decir, que a pesar de
ser practicadas las pruebas para demostrar la culpabilidad o la inocencia del
acusado, estas no son suficientes para tomar una decisión.
Se vulnera la presunción de inocencia, según Nogueira,58 cuando se condena a
una persona con meras sospechas, sin pruebas o prescindiendo de ellas, o al
condenar a una persona sin haber recibido las pruebas de descargo o admitido la
contradicción de las pruebas de cargo. También se quebrante cuando se sanciona
en virtud de pruebas irregularmente obtenidas o hechas valer, violando derechos
fundamentales59 y las garantías constitucional y legalmente debidas,60 o al
extraerse consecuencias jurídicas sancionatorias que afecten los derechos
fundamentales de hechos no probados.
La presunción de inocencia opera en todos los procesos, considerándose inocente
al procesado mientras no exista medio de prueba convincente que demuestre lo
contrario. Luego de practicadas las pruebas, el indubio pro reo actúa como
elemento de valoración probatoria, puesto que en los casos donde surja duda
razonable, debe absolverse.
Responde a la característica que tiene toda sentencia: ser fundada en hechos
legalmente probados. Según Rivero García61 la declaración del hecho probado
requiere el pleno convencimiento del Tribunal, el cual lo logra a través de las
pruebas recibidas en el juicio oral. A criterio de este autor no basta la probabilidad,
la verosimilitud o la sospecha. Es posible, que prevalezca en la mente del Juez la
idea de que el acusado es culpable, pero si ello no se demuestra a través de la
prueba incorporada lícitamente al debate, mediante elementos objetivos y
controlables por los intervinientes, no le quedará más remedio que decretar la
absolución.
El hecho probado es redactado en la sentencia en su parte expositiva, mediante
una relación ordenada de hechos con significación penal. En esta redacción cada
palabra debe tener un valor para describir la acción, para apreciar lo circunstancial,
o para influir en la medición de la pena.

4. Relación de la carga de la prueba con la presunción de inocencia.


Según Arranz Castillero 62 la prueba es el factor básico sobre el que gravita todo
el procedimiento, de ella depende el nacimiento del proceso, su desarrollo y la
realización de su último fin que es el de encontrar la verdad. La situación del posible
responsable de una conducta o hecho punitivo, se determina sobre la base de ella
para sustentar su decisión, de lo contrario, esta determinación carece de
fundamento y motivación necesaria para su justificación particular y general. Por
tanto, si la actuación del órgano encargado de determinar la situación del acusado
no se ajusta a las pruebas practicadas, sus actos violan el enjuiciamiento penal.
La prueba es la actividad que desarrollan las partes ante el tribunal, a fin de que
este pueda adquirir el convencimiento de la verdad o certeza de un hecho. Es el
medio que demuestra la responsabilidad o no de una persona en un hecho
delictivo, en virtud de la cual el juzgador dicta una sentencia absolviendo o
condenando a la persona que durante el proceso penal es considerada inocente.
Por su parte, Martínez Ríos sostiene que “la prueba en el proceso penal acusatorio
está constituida por aquella actividad que han de desarrollar las partes en
colaboración con el Tribunal al objeto de desvirtuar el estado de no culpabilidad
respecto del delito que se le atribuye al acusado o derecho a la presunción de
inocencia, el cual es el punto de partida de toda consideración probatoria en un
proceso penal que se inicia con la verdad provisional o interina de que el imputado
es inocente”.63
La prueba en el proceso penal, de acuerdo con Arranz, 64 como en cualquier otro
proceso, es esencia, pues de ella depende la demostración de la inocencia o la
culpabilidad del acusado. Considerando lo antes mencionado, se define como todo
medio factible de ser utilizado para el conocimiento de la verdad histórica y
personalidad del delincuente, a fin de estar en aptitud de determinar si procede o
no la pretensión punitiva estatal. Leone65 coincide con este autor al definir a la
prueba como aquel medio que pueda llevar al descubrimiento de la verdad acerca
de los hechos que se investigan.
Constituye un acto procesal regulado por la Ley, desarrollado por la parte que le
corresponde la función o potestad de ejercer la acción. Tiene como finalidad que
el órgano jurisdiccional adquiera la certeza plena y fundamentada con respecto a
la pretensión previamente establecida, cuyo final puede o no conllevar a la
aplicación de la ley sustantiva.
Sanchis Crespo 66 considera que la presunción de inocencia se vincula
estrechamente con la normativa de la carga de la prueba, ya que la prueba capaz
de desvirtuar la presunción ha de ser válida y de cargo. Lo anterior significa que
debe ser llevada a cabo en la fase del juicio oral y que ha de tener un resultado en
contra del acusado.
Aguilar67 plantea que a través de la carga de la prueba se quiere resolver las
dificultades probatorias. Uno de los extremos que deben cumplirse, para no violar
la presunción de inocencia, consiste en que la verdad iuris tantum sólo puede
desvirtuarse por una prueba de cargo, aportada por la parte acusadora. Dicha
prueba debe ser suficiente para excluir la presunción de que goza el inculpado
durante todo el proceso penal; de manera que, concatenada con otros indicios,
determine la culpabilidad del sujeto.
Según Fernández Pereira: “la carga de la prueba en el proceso civil alude a la
obligación demostrativa de los hechos afirmados por las partes, propio del principio
dispositivo, en virtud del cual el órgano jurisdiccional es únicamente receptor de las
pruebas aportadas por las partes. Sin embargo, la carga de la prueba se transforma
tratándose del proceso penal, toda vez que dicha distribución es inexistente al
recaer la prueba de acusación exclusivamente en el Ministerio Público”. 68
Cuando el proceso es a instancia de parte se exige que se proceda siempre
mediante querella privada, y que el agraviado se muestre siempre como acusador
privado. Lo expuesto propicia que el Fiscal no actúe en estos casos.
La vigente Ley de Procedimiento Penal, 69 norma el ejercicio de la acción por los
delitos de calumnia e injuria, conocidos comúnmente como Delitos Contra el Honor
de los particulares. En estos casos la carga de la prueba, al no actuar el Fiscal,
recae sobre la parte que inició el proceso, es decir, la persona que resulta ofendida
por la comisión de cualquiera de los delitos que resulten perseguibles a instancia
de parte. Dicha posición es correcta ya que la parte acusadora al momento de
ejercer la acción penal tiene la obligación de probar las afirmaciones en las que
sustenta su concepción, relativa a la acreditación del delito y la probable
responsabilidad del acusado.
Debe prevalecer como imperativo para la parte acusadora la carga de la prueba.
Es ésta quien debe realizar una actividad probatoria activa para desvirtuar la
presunción de inocencia de la que es titular el acusado, el cual no tiene porqué
acreditar su inculpabilidad ni realizar actos de auto incriminación. El silencio del
acusado es un derecho de defensa, el cual de ninguna manera puede interpretarse
como reconocimiento o negativa del hecho criminal atribuido.
En contraposición a lo anterior, la legislación mexicana permite revertir la carga de
la prueba hacia el inculpado. En el artículo 248 del Código de Procedimientos
Penales para el Distrito Federal de México, 70 señala: “El que afirma está obligado
a probar. También lo está el que niega, cuando su negación es contraria a una
presunción legal o cuando envuelve la afirmación expresa de un hecho”.
La aludida postura refleja que la carga de la prueba pertenece de igual forma al
inculpado, lo cual es erróneo, pues, no es viable trasladar al proceso penal
instituciones propias del Derecho Civil. La finalidad de la acción civil es
eminentemente particular, en tanto que en materia criminal se persigue un fin
público.71 De acuerdo con este planteamiento, en el proceso penal se establece
al juzgador la obligación de buscar la verdad material o histórica, con la potestad
de introducir al proceso pruebas para mejor proveer, en el caso del proceso civil y
en el proceso penal, se le otorga la facultad para proponer pruebas de oficio.
En relación con la carga de la prueba el artículo 6 del Código de Procedimiento
Penal de Bolivia dispone que corresponde a los acusadores, y se prohíbe toda
presunción de culpabilidad. De igual forma lo establece el Código de Procedimiento
Penal de Colombia, el cual regula en el precepto 7 que le corresponderá al órgano
de persecución penal la carga de la prueba acerca de la responsabilidad penal.
El acusado no debe probar su inculpabilidad ante una presunción de ilicitud. El
órgano jurisdiccional valora la declaración de éste o su silencio y la carga de la
prueba que obra en su contra, prescindiendo de la consideración de que si se
abstiene de hablar es en razón de ser culpable del delito imputado.
No todo lo aseverado por el inculpado tiene que ser verídico. Se ha de tener en
cuenta la prueba indiciaria para corroborar lo dicho por este con el resultado
probatorio del resto de los medios de convicción que obren en el sumario. De
ninguna forma la carga de la prueba estará a cargo del acusado. Al respecto
Candia Ferreyra 72 considera que debe darse poca relevancia a la declaración del
acusado como elemento de prueba.
Rivero García sostiene el criterio que: “la declaración del acusado constituye
exclusivamente una manifestación del derecho constitucional de defensa, el cual
es proclamado en el artículo 59 de la Ley Fundamental de Cuba, y no un medio de
prueba, menos aún la reina de las pruebas”. 73 Entre tanto, Alvarado Vargas74
considera que la declaración del imputado no es un medio de prueba ni un medio
de defensa sino un acto procesal de carácter complejo destinado a garantizar el
derecho del imputado a ser oído frente a la acusación que existe en su contra.
Varias son las leyes procesales que se han pronunciado en relación a este tipo de
prueba, entre ellas se encuentra la de Guatemala. Este dispone que la aceptación
de los hechos por parte del imputado carece del valor decisivo, por lo que el tribunal
no podrá dictar sentencia condenatoria basándose exclusivamente en la
declaración del imputado. Serán necesarios otros medios de prueba que confirmen
los hechos aceptados por este. La referida exigencia rompe con la tradición anterior
en ese país, según la cual la declaración del imputado era medio de prueba y el
reconocimiento de su culpabilidad, es decir, la confesión, era la prueba más
importante.
La Ley de Procedimiento Penal cubana en su artículo 1 establece que todo delito
debe ser probado independientemente del testimonio del acusado, disponiendo
además que la sola declaración del mismo no dispensará de la obligación de
practicar las pruebas necesarias para la comprobación de los hechos.
El Código de Procedimiento Penal de Ecuador75 en su artículo 143 regula que el
testimonio del acusado sirve como medio de defensa y como medio de prueba. Sin
embargo, advierte que, de probarse la existencia del delito, la admisión de
culpabilidad hecha en forma libre y voluntaria, dará al testimonio del acusado el
valor de prueba contra él.
La declaración del acusado en un proceso penal no puede ser tomada como
prueba ya que existe la posibilidad que la persona esté mintiendo para encubrir a
otro individuo, e incluso la comisión de otro delito. A pesar de reconocer su
participación en el hecho delictivo, se debe continuar la búsqueda de otras
pruebas, que pueden recalcar o desestimar lo alegado por el acusado.
De acuerdo con Rives Sive76 el derecho fundamental a la presunción de inocencia
no abarca la comprobación de la concurrencia de circunstancias eximentes o
atenuantes de la responsabilidad. Corresponde al acusado hacer valer las mismas,
de lo contrario le corresponde a la acusación la carga imposible de tener que probar
los hechos positivos integrantes del tipo penal y la no participación del acusado en
los mismos.
En Cuba, le corresponde al Fiscal demostrar que el acusado es responsable de los
hechos imputados. Esta acusación la realiza teniendo como base el material
probatorio que ha sido recopilado durante la fase preparatoria. Sin embargo, el
representante de la Fiscalía tiene que garantizar la preservación de la legalidad en
el proceso penal. Por ello, en su escrito de calificación del delito puede consignar
las circunstancias eximentes o modificativas de la responsabilidad penal de
acusado.
La Presunción de Inocencia o Estado de Inocencia implica, durante el proceso
penal, que será el Fiscal al que le corresponde la carga de la prueba sobre la
existencia del hecho delictivo, la participación del inculpado y el carácter con que
actúo en el mismo. Quien acusa tiene que probar la culpabilidad, nadie está
obligado a probar su inocencia.
El representante fiscal es el titular del ejercicio de la acción penal y de la carga de
la prueba, por lo que debe demostrar la responsabilidad del imputado en la
comisión de un delito, con las pruebas pertinentes recopiladas en la fase
preparatoria. A él es a quien le corresponde destruir el estado de inocencia que
tiene el acusado en un proceso penal.
Se concluye que la presunción de inocencia es el derecho que tiene la persona a
la que se le imputa un determinado delito, de ser considerada inocente hasta que
el Tribunal disponga su participación en un hecho delictivo ya sea como autor,
cómplice, o en cualquier otro concepto. Este derecho del acusado, se aprecia no
solo en el ámbito jurisdiccional sino también en la etapa intermedia y en la de
investigación. Se refiere al trato como inocente que debe tener todo acusado desde
el momento que se inicia un proceso penal en su contra.

CONCLUSIONES

1. La presunción de inocencia opera en todos los procesos, considerándose


inocente al procesado mientras no exista medio de prueba convincente que
demuestre lo contrario. Luego de practicadas las pruebas, el indubio pro reo
actúa como elemento de valoración probatoria, puesto que en los casos
donde surja duda razonable, debe absolverse.
2. A través de la carga de la prueba se quiere resolver las dificultades
probatorias. Uno de los extremos que deben cumplirse, para no violar la
presunción de inocencia, consiste en que la verdad iuris tantum sólo puede
desvirtuarse por una prueba de cargo, aportada por la parte
acusadora. Dicha prueba debe ser suficiente para excluir la presunción de
que goza el inculpado durante todo el proceso penal; de manera que,
concatenada con otros indicios, determine la culpabilidad del sujeto.

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1. Rivero García, Danilo, “El Juicio Oral. Vigencia de la Ley de Enjuiciamiento


Criminal”, Boletín ONBC, No. 28, septiembre, 2007, p. 3.
2. Rivero García, Danilo, “La redacción de la sentencia Penal”, Ediciones
ONBC, La Habana, 2008.

34. Rives Seva, Antonio Pablo, La prueba en el proceso penal, Editorial


Arazandi, Madrid, 1996.

1. Rives Sive, Antonio Pablo, La prueba en el proceso penal, Editorial


Aranzadi, Madrid, 1996.
2. Sánchez Velarde, Pablo, Comentarios al Código Procesal Penal, Editorial
IDEMSA, Lima, 1994.
3. Sentís Melendo, Santiago, In dubio pro reo, Editorial Jurídicas, Buenos
Aires, 1971.
4. Tomé García, José Antonio, Derecho Procesal Penal, Editorial Centro de
Estudios Ramón Areces, Madrid, 1999.

1Manzini Vizenzo, Tratado de Derecho Procesal Penal, Volumen I, Ediciones


Jurídicas, Buenos Aires, 1951, p. 180

2 Binder, Alberto, Introducción al Derecho Procesal Penal, Editorial Hammurabi,


Buenos Aires, 1993, p. 20.

3NOGUEIRA ALCALÁ, Consideraciones sobre el derecho, Revista Ius et Praxis,


v.11, n.1, Talca, 2005. p. 9.

4 Martinez Remigio, Zarezca, “Presunción de inocencia en el proceso penal”,


Revista Jurídica Justicia y Derecho, Nº 5, Año 3, Diciembre 2005, p. 25.

5Cárdenas Rioseco, Raúl F., La Presunción de Inocencia, 2da. Edición, Editorial


Porrúa, México, 2006, p. 23.

6Sánchez Velarde, Pablo, Comentarios al Código Procesal Penal, Editorial


IDEMSA, Lima, 1994, p. 102.

7 Climent Durán considera que actualmente es indudable el reconocimiento de la


presunción de inocencia, como Derecho Público Subjetivo, como medio de de
defensa de los ciudadanos frente a los actos de los órganos de impartición de
justicia. Ello implica la aplicación del debido proceso penal, el cual requiere la
observancia de las garantías previstas en las leyes fundamentales e instrumentos
internacionales, en los que la presunción de inocencia junto con otros principios
jurídico-penales conforman un sistema de justicia, que limitan al ejercicio del poder
punitivo del Estado.
Los aludidos principios propician que el Estado se encuentre limitado de ejercer
represalia sobre un acusado y vulnere el derecho que tiene a que se le presuma
inocente en el proceso penal, así como los deberes y garantías que se les reconoce
en la Constitución de la República. Climent Durán, Carlos, La prueba penal,
Editorial Tirant lo Blanch, Valencia, 1999, pp. 715 - 716.

8 Oré Guardia, Arsenio, Manual de Derecho Procesal Penal, Editorial Alternativas,


España, 1996, p. 37.

9 Es un estado que solo puede ser invalidado mediante condena firme, y que
dentro del proceso pone límites a la actividad coercitiva. Considera al imputado
como un sujeto procesal con inviolable derecho a la defensa y lo libera de la carga
de la prueba. Idem.
10Maier, Julio, Derecho Procesal Penal Argentino, Editorial Hammurabi, Buenos
Aires, 1989, p. 54.

11 Cubas Villanueva, Víctor, “Las Garantías Constitucionales del Proceso Penal”,


Revista de Derecho, Año 1, No. 1, Lima, 2004, p. 5.

12La fecha de redacción del Código ha sido objeto de múltiples polémicas. Se le


ha querido situar a partir del año 2088, pero las opiniones más sólidas remontan
su antigüedad solo hasta el año 1750 antes de nuestra era. Vid. Fernández Bulté,
Julio, Siete Milenios de Estado y de Derecho, t. 1, Editorial de Ciencias Sociales,
La Habana, 2008, p. 130.

13La Ley del Talión disponía la justicia retributiva. Mediante esta la norma imponía
un castigo que se identificaba con el crimen cometido, por lo que no sólo se habla
de una pena equivalente, sino de una pena idéntica. La expresión más famosa de
la Ley del Talión es "ojo por ojo, diente por diente" aparecida en el
Éxodoveterotestamentario. Constituye el primer intento por establecer una
proporcionalidad entre daño recibido en un crimen y daño producido en el castigo,
siendo así el primer límite a la venganza.

14 Vid. Fernández Bulté, Julio, op. cit, p. 131.

15 Ferrajoli, Luigi, Teoría del Garantismo Penal, Editorial Trota, Madrid, 1995, p.
550.

16 Las diez primeras tablas aparecieron en el año 451 antes de nuestra era y las
dos últimas en el 450. Vid. Fernández Bulté, Julio, op. cit., p. 266.

17 Se le llamó Corpus Juris Civile a partir del siglo XIII y fue una compilación de
cuatro cuerpos: Código, Digesto, Instituta y Novelas; llevada a cabo por Justiniano
luego de ascender el trono imperial de Roma el 1 de abril del 527. Vid. Fernández
Bulté, Julio, Idem, p. 309.

18Ibidem.

19 Ulpiano citado por Colombo Campbell, Juan, op. cit.

20Promulgado en diciembre del 533 por la Constitución Tanta. La obra consta de


50 libros. Vid. Fernández Bulté, Julio, op. cit., p. 310.

21Las Siete Partidas no recibió en un principio ese nombre sino que se conoció
como Libro de las Leyes o Fuero de las Leyes. La obra es algo más que un código,
por cuanto antes de presentar cada precepto hace la historia de este y ofrece la
actualización del debate doctrinal que se haya establecido sobre el asunto que se
regula. Se realizan desde el año 1256 a 1263, redactado en Castilla, durante el
reinado de Alfonso X (1252-1284). El libro se encuentra dividido en siete partes,
subdivididas en 182 títulos y 1479 leyes. Vid. Fernández Bulté, Julio, Historia
General del Estado y el Derecho, t. 2, La Habana, 2000, p. 30 - 31.

22 Vid. Idem.

23 Beccaria, César, De los Delitos y de las Penas, 2da Edición, Ediciones Jurídicas
Europa-América, Buenos Aires, 1974, p. 119.

24Adoptada por la Asamblea Nacional Constituyente de Francia el 26 de agosto


de 1789 y aceptada por el Rey Luis XVI el 5 de octubre de 1789.

25Vid. Pacheco Gómez, Máximo, Los Derechos Humanos, 2da. Edición, Editorial
Jurídica, Santiago de Chile, 1987, p. 51.

26 Aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 16 de diciembre


de 1966 mediante la Resolución 2200 A (XXI). Entró en vigor el 23 de marzo de
1976.

27 Adoptada y proclamada por la Asamblea General en su resolución 217, del 10


de diciembre de 1978, aprobada en el Perú siendo Presidente Manuel Prado,
mediante Resolución Legislativa Nº 13282, el 15 de diciembre de 1959.

28Catacora González, Manuel, “De la presunción al principio de inocencia”, en Vox


Iuris, Revista de derecho, Año 4, Lima, 1994, p. 121 y ss.

29 Vid. Bustos Ramírez, Juan, Manual de Derecho Penal, Parte General, 3ra.
Edición, Editorial Ariel, Madrid, 1989, p. 105.

30 Montesquieu, El Espíritu de la Leyes, Libro XII, Editorial El Ateneo, Madrid,


1951, p. 234.

31Claria Olmedo, Jorge, Tratado de Derecho Procesal Penal, t. 1, Nociones


fundamentales, Editorial EDIAR S.A., Buenos Aires, 1960, p. 232.

32 Benavente Chorres, Hesbert, El Derecho Constitucional a la presunción de


inocencia en Perú y México, así como su relación con los demás derechos
constitucionales, Estudios Constitucionales, Año 7, No.1, Santiago de Chile, 2009,
p. 59.

33 Tesis titulada: Presunción de Inocencia, Registro 186185, Red Jurídica de la


Coordinación General de Compilación y Sistematización de Tesis, tesis aislada P.
XXXV/2002, del Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, localizable en
el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, t. XVI,
Materias Constitucional y Penal, México, 2002, p. 14.

34 Entró en vigor el 7 de febrero de 2009, promulgada el 9 de febrero de 2009 en


El Alto, Bolivia por la Asamblea Constituyente de Bolivia, Vid.
http://www.gerencie.com/presuncion-de-inocencia.html, consultado el 16 de
febrero de 2011.

35 Promulgada el 20 de junio de 1992, en Asunción, Vid.


www.bcn.cl/lc/cpolítica/index.html, consultado el 16 de febrero de 2011.

36Promulgada en la ciudad de la Paz, el 25 de marzo de 1999 Vid.


http://www.gerencie.com/presuncion-de-inocencia.html, consultado el 16 de
febrero de 2011.

37Promulgada el 18 de junio de 1998, publicada en el Registro Oficial.

38Promulgado el 28 de septiembre de 1992, Vid,


http://www.mp.lex.gob.gt/descargar/Codigo ProcesalPenal.doc, consultado el 16
de febrero de 2011.

39 Vid. artículo 1 del Código Procesal Penal argentino, Boletín Oficial de Argentina,
Buenos Aires, 1991.

40 Vid. artículo 2 del Código Procesal Penal de Nicaragua, Versión no Oficial,


Managua, 2001.

41Promulgada en Bogotá el 4 de junio de 1991, Vid.


www.bcn.cl/lc/cpolítica/index.html, consultado el 16 de febrero de 2011.

42Aprobada el 5 de junio de 1998 por la Asamblea Constituyente, publicada en el


Registro Oficial.

43 Vid. Ortega Gutierrez, David, Sinopsis del artículo 24, http://www.congreso.


es/consti/constitucion/indice/sinopsis/sinopsis.jsp?art=24&tipo=2, consultado el 16
de febrero de 2011.

44 Tales como: Colombia y Paraguay.

45Promulgado el 29 de septiembre de 2000, Vid.


www.bcn.cl/lc/cpolítica/index.html, consultado el 16 de febrero de 2011.

46Redactado el 23 de noviembre de 1939 en Lima.

47 Bacigalupo, Enrique, “Presunción de inocencia, in dubio pro reo y recurso de


casación”, en Revista Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales, año XLI,
España, 1987, pp. 366 - 367.

48Aguilar López, Miguel Ángel, La Presunción de Inocencia, Editorial Azteca,


México, 2006, p. 23.

49En los casos dudosos se ha de preferir siempre lo más benigno.


50 Sentís Melendo, Santiago, In dubio pro reo, Editorial Jurídicas, Buenos Aires,
1971, p. 81.

51 Idem.

52Aguilar López, Miguel Ángel, op. cit., p. 24.

53Vid. “Desarrollo jurisprudencial del Derecho constitucional a la presunción de


inocencia”, Revista Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales, año XXXVIII,
España, 1985, pp. 28 - 729.

54Rives Seva, Antonio Pablo, La prueba en el proceso penal, Editorial Arazandi,


Madrid, 1996, p. 33.

55Idem.

56 Tomé García, José Antonio, Derecho Procesal Penal, Editorial Centro de


Estudios Ramón Areces, Madrid, 1999, p. 498.

57Sanchis Crespo, Carolina, op. cit., p. 40.

58Nogueira Alcalá, Humberto, op. cit., p.10.

59Tales como: derecho a la defensa, derecho a ser oído, derecho a que se


desarrolle un debido proceso en su contra, entre otros.

60 Entre las garantías que establece la Constitución se encuentran la libertad e


inviolabilidad de la persona, la protección de la integridad personal, entre otras.

61Vid. Rivero García, Danilo, “La redacción de la sentencia Penal”, Ediciones


ONBC, La Habana, 2008.

62Arranz Castillero, Julio A., en Colectivo de autores, Temas para el estudio del
Derecho Procesal Penal, II Parte, Editorial Félix Varela, La Habana, 2004, p. 125.

63Idem.

64Arranz Castillero, Julio A., op. cit., p. 126.

65 Leone, Giovanni, Tratado de Derecho Procesal Penal, Editorial Nápoles, 1961,


p. 156.

66Sanchis Crespo, Carolina, op. cit., p. 40.

67 Aguilar López, Miguel Ángel, op. cit., p. 17.


68 Fernández Pereira, Julio A, en Colectivo de autores, Temas para el estudio del
Derecho Procesal Penal, II Parte, Editorial Félix Varela, La Habana, 2004, p. 7.

69Ley No. 5 de 1977, en su Libro VI, Título V, artículos del 420 al 434.

70Promulgado en la ciudad de México, el 23 de agosto de 1934, publicado en la


Gaceta Oficial del Distrito Federal.

71Aguilar López, Miguel Ángel, op. cit., p. 17.

72Candia Ferreyra, José, “Problemas actuales del Proceso Penal en Cuba”,


Revista Cubana de Derecho, No. 13, junio, 1999, p. 13.

73 Rivero García, Danilo, “El Juicio Oral. Vigencia de la Ley de Enjuiciamiento


Criminal”, Boletín ONBC, No. 28, septiembre, 2007, p. 3.

74Alvarado Vargas, Eddie, “La declaración del imputado”, Revista Jurisprudencia


Crítica, Nº 3, San José, 1989, p. 5.

75Promulgado en Quito el 13 de enero de 2000, publicado en el Registro Oficial.

76Rives Sive, Antonio Pablo, La prueba en el proceso penal, Editorial Aranzadi,


Madrid, 1996, p. 39.

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