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ADAPTACIÓN DEL NIÑO A LA ANESTESIA LOCAL

La anestesia local debe hacerse de forma cuidadosa y considerada, ya que esta puede
asustar al niño. Se debe preguntar a los padres si el niño ha sido sometido a algún tipo de
anestesia local con anterioridad y como ha reaccionado frente a las inyecciones. El odontólogo es
quien toma la decisión si debe o no utilizarse anestesia, hasta que el paciente haya alcanzado una
edad de 10 años aproximadamente.

Hay que explicar al niño el procedimiento por adelantado. Debe ganarse primero la
confianza del niño, para luego obtener su cooperación. La comunicación verbal del odontólogo
debe adecuarse a la edad, de tal manera que el niño este en capacidad de comprender el
procedimiento y lo que se espera de él. Las explicaciones deben hacerse con frases positivas
evitando palabras como “aguja”, “inyección” y otras que crean asociaciones con dolor.

Las técnicas que se recomiendan para la adaptación del niño a la anestesia local son: Decir,
mostrar y hacer, la hiperventilación, relajación muscular y la de reforzamiento positivo. La
anestesia local requiere de un ambiente de trabajo tranquilo por parte del odontólogo y su
asistente.

Durante la fase “Decir” las explicaciones deben ser claras, acordes con la edad del
paciente, lo que se le va a realizar, para que sirve el anestésico local y como se le va a administrar.
Con los niños muy pequeños a veces es necesario introducir algún elemento de fantasía, mientras
que a los mayores es mejor tranquilizarlos con prudencia, asegurándoles la inocuidad del
procedimiento. Por ejemplo el anestésico tópico puede compararse con un “perfume o una
crema” para dormir la encía, el líquido anestésico puede ser comparado con un “jugo” que
tomarán los dientes para dormirse.

Durante la fase “Mostrar”, se le entregara al niño la jeringa para que la manipule un rato,
se le muestra el carpule con el anestésico (jugo), se le inda que lo cargue y que trate de hacer salir
el jugo por la jeringa, como esto no sucede se le explica que se necesita un “alambre” que posee
un agujero que permitirá la salida del líquido. Una vez que se ha dado la información adecuada al
niño, hay que distraer su atención. Pedirle que se concentre en respiraciones profundas es un
recurso que distrae la mente del niño, y a la vez tiene un efecto fisiológico positivo de aumentar el
umbral del dolor, permitiendo una mejor oxigenación de las células, lo cual favorece la relajación
muscular.

La fase “Hacer”, es la técnica anestésica propiamente dicha, la anestesia debe


administrarse en el preciso momento en que el paciente ha alcanzado el máximo de cooperación.
Después de la anestesia tópica y durante la inyección del anestésico local se debe dar al niño un
ligero dominio sobre la situación, que pestañee si le molesta, y si esto ocurre inyectar más
despacio o mandar al niño a contar lentamente hasta un determinado número que coincida con el
momento de retirar la aguja, a fin de distraer su atención durante el acto anestésico. Una vez que
se ha realizado el procedimiento felicitar al niño por su colaboración.
También se debe preparar al paciente, explicándole la sensación de adormecimiento,
pesadez y sensación de agrandamiento que sentirá a continuación en los tejidos blandos, así como
el tiempo aproximado que durará el efecto, para evitar que se atemorice por el efecto del mismo;
y se le debe proporcionar un espejo para que compruebe que solo son sensaciones. Después de la
inyección se debe hacer que el niño se enjuague la boca, ya que es difícil llorar y beber al mismo
tiempo. Finalmente hay que avisar al niño para que no se muerda o lesione los tejidos
anestesiados y se sugiere a la madre o representante que lo premie con un helado.

Lo más importante de realizar una buena adaptación es ganar la confianza del niño, de
manera que el acto anestésico pueda realizarse de una forma segura y agradable, tanto para el
niño como para el odontólogo.

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