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pues las comidas sanas que eran facilitadas en el hogar, preparadas por la mamá o
el papá e incluso por manos propias, se está perdiendo significativamente, aunado a
la convivencia familiar que generaba el compartir cualquier comida del día en familia.
Debe suponerse, además que los alimentos pueden obtenerse de varias maneras,
por considerarse principalmente: alimentos preparados propiamente y la compra de
ellos, por lo que de cualquier manera se requieren recursos o ingresos económicos.
El hecho de facilitar un plan alimenticio accesible para las personas con ingresos
bajos, máxime en personas cercanas, como cada integrante de la familia, permitirá
garantizar la seguridad alimentaria, llevando un adecuado seguimiento y control.
Ante la mirada mental de cualquier hombre culto del siglo XX, no únicamente en la
inteligencia de los actuales hombres de ciencia, el alimento, además de ser «pan»,
«carne asada», «merluza frita», «queso» o «tarta de manzanas», por tanto, lo que
una persona tiene ante sus ojos cuando se acerca a la mesa o se sienta en el tajo
para comer, es también, y a veces primariamente, una mezcla en proporciones
diversas de hidratos de carbono, grasas, proteínas, vitaminas, agua, sales minerales
diversas y algunas otras sustancias químicas. Si la molécula nutritiva es
descompuesta durante la digestión en otras más sencillas -tal es el caso de los
hidratos de carbono, las grasas y las proteínas-, la experimentación en animales, los
estudios dietéticos, los análisis químicos y la investigación termológica permiten
conocer, si no de manera exhaustiva, porque siempre habrá para el saber científico
problemas no resueltos, sí con precisión y finura extraordinarias, tanto el lugar y el
modo de esas transformaciones como sus consecuencias energéticas (producción
de calor) y sus consecuencias plásticas (incremento o decremento del peso). Por otra
parte, el empleo experimental de moléculas «marcadas» -aquellas en que
artificialmente ha sido introducido un átomo susceptible de registro radiográfico- hace
posible seguir con los ojos las diversas vicisitudes de su camino a través del
organismo viviente. Los tres máximos recursos del conocimiento científico, la visión
directa o indirecta de la realidad, el cálculo matemático y la imaginación interpretativa,
se combinan de manera tan precisa como fecunda para reducir a claros esquemas
racionales los complejos procesos químicos y calóricos de la digestión y la nutrición.
Y puesto todo este saber al servicio de la tan intensa sed de salud, fuerza física y
buena apariencia que opera en el alma del hombre actual, a nadie puede sorprender
que la alimentación sea hoy en tantos y tantos casos, además del acto tradicional de
«comer», el resultado de un cuidadoso cómputo previo de gramos, unidades
vitamínicas y calorías. (Laín Entralgo, 1979)
Referencias
Ávila C, A., Shamah L, T., & Chavez V, A. (1996). Encuesta Nacional de Alimentación y nutrición en
el Medio Rural. México, D.F.: Resultados por entidad.