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ÍNDICE
3 INTRODUCCIÓN
Miradas multidisciplinarias
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INTRODUCCIÓN
El libro que el lector tiene entre sus manos recoge las ponencias que fueron presentadas en
compañeros del seminario, maestros de la ENAH, nos dimos cuenta de que los libros de
Christian Duverger empezaban a ser utilizados sin ninguna precaución como “manuales”
consenso general en el Seminario concluyó que estas obras eran muy ambiguas y peligrosas
contradicción con el trabajo que desde hace varios años se había desarrollado en nuestro
1
Este Coloquio se desarrolló en la Escuela Nacional de Antropología e Historia a través del seminario
Semántica de la Conquista, en el marco de las VII jornadas Haciendo Historia desde la ENAH.. Aunque un
colega europeo nos hizo notar que era hacer mucho honor a Duverger considerar su obra como “revisionista”,
conservamos ese término en el título, pero con referencia al sentido que tenía en México hace años cuando
hablamos de los partidos revisionistas de la Izquierda europea, es decir caracterizados por un retroceso en el
análisis y en las perspectivas políticas futuras: así Duverger puede ser tachado de revisionista porque sus
análisis, y esperamos que los lectores lo verán con claridad en ese libro y al contrario de lo que pretende, es
decimonónico y perfectamente colonialista, y esto espero que aparecerá también con nitidez en ese libro.
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Es decir, el Seminario Semántica de la Conquista animado por José Pantoja Reyes en la licenciatura de
Historia de la ENAH y el de Simbólica de la Conquista creado por Miguel Segundo Guzmán y Raúl Enríquez
Valencia apoyados por el programa de posgrado del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.
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cabo una revisión de su obra. Proponíamos una revisión decididamente crítica, y es a lo
mejor lo que asustó a muchos colegas que a priori se hubieran pensado interesados, pero
riesgo real y que nuestro intento de reanudar en público una historiografía crítica no estaba
muy de moda en estos tiempos de pilones, de SNI, de eficacia académica sancionada por
que nos manifestaron su apoyo, pero para muchos era difícil poder asistir ya que la
convocatoria no dejaba posibilidad de adaptar agendas muy cargadas y sólo pudo escaparse
y estar presente el Dr. Bernard Grunberg, especialista francés del mundo de la Conquista de
México3.
La obra de Duverger había sido objeto de críticas aisladas, pero nadie se había tomado la
tarea de organizar un análisis sistemático, fuera del número especial de la revista Nexos de
abril de este 2013. Es cierto que la lectura de ese número nos había dinamizado ya que
desacuerdo sobre el contenido de la última obra del profesor Duverger. Por lo menos ya no
3
La presencia del Dr. Grunberg fue para nosotros un precioso apoyo ya que nos permitió mostrar que no toda
Francia cantaba al ritmo de Duverger y que seguían existiendo obras sólidas construidas día a día y no a base
de ocurrencias. Ver el C.V. de nuestro invitado en Internet. También agradecemos al profesor Guillermo
Serés, de la Universidad Autónoma de Barcelona, editor del “Bernal” para la Real Academia Española,
Galaxia Gutemberg, Madrid 2011, 1530 p., que nos manifestó su apoyo y deseaba asistir, pero como no pudo
liberarse nos mandó el texto que encontrarán en este libro.
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estábamos solos. Y las críticas, a pesar del formato tradicional de una revista cultural, eran
Taurus y al número de Nexos, estaba focalizada sobre su última obra, cuya enormidad hizo
y seguirá haciendo escándalo, ya que pretende demostrar nada más ni nada menos, que
Cortés, su héroe, a quien ya había dedicado una biografía bastante contestable, era, sin duda
alguna, el autor de la Crónica llamada hasta ayer “de Bernal Díaz”, y por qué no, de una
detalles de esa interpretación “novedosa” (sic) del papel histórico de Cortés escritor,
pensamos que era muy importante repensar el conjunto de la obra de ese nuevo Mesías de
antropología mexicana.
Como el lector podrá percatarse al leer este libro, no hemos logrado cubrir todo el campo
de las tesis duvergianas, particularmente creo que nos faltaron más estudios y testimonios
que toca al campo de los estudios históricos propiamente dichos, pensamos haber logrado
presentar un conjunto de dispositivos críticos que debería permitir a los futuros lectores de
Duverger no dejarse embaucar por el diluvio de alabanzas que él mismo o algunos secuaces
4
Nos olvidaremos de los escasos que intentaron defenderlo con la retórica de lo políticamente correcto.
5
Este libro está especialmente dedicado a los jóvenes que se inician en las licenciaturas de
historia y de etnohistoria, pero también a todos los demás a quienes profesores poco
Evidentemente, publicándolo hoy en internet, esperamos que toque un gran público, aunque
esto, daño colateral, sea en cierta medida una publicidad para Duverger, porque muchos de
nuestros lectores probablemente decidirán comprar sus libros aunque sea para desechar con
justa razón sus puntos de vista “tan novedosos”. A estos lectores de nuestro libro
esfuerzo, los varios análisis de colegas donde, en un esfuerzo individual muy honorable,
NO, los libros de Duverger, aunque nos lleguen de París como los bebés, no son inocentes
leído con detenimiento, huelen a rancias ideas decimonónicas mal recicladas. Dicho autor
parece haberse olvidado de entrar, desde hace varios años, en las grandes librerías de París
De hecho Duverger es probablemente un hombre solo, tiene sólo una pequeña corte de
seguidores sin trascendencia o de cómplices que faltaría también por analizar. Perdido en
sueños de grandeza, continúa sus “investigaciones” sin mirar jamás a su alrededor a las
desde ese punto de vista. Más bien, y es probablemente la fuerza de ese intrigante, proviene
de su capacidad política para lograr construir redes de obligados, de personas que le deben
favores y/o que están fascinados por su carácter imperioso y paranoico, y la pose que toma
científicamente excavaciones, intentará disculparse, otra vez, tras la supuesta envidia que le
tienen sus colegas del mundo entero. Si Duverger está solo o casi solo en el plano
académico, saca su poder de sus relaciones más que ambiguas con las fuerzas del dinero y
Soustelle5.
Atacando reciamente la obra de Duverger, porque así es como probable lo leerán tanto el
personaje y sus editores, no pretendemos ejercer ninguna censura ni prohibir que siga
5
Si bien Jacques Soustelle en su juventud fue un ardiente espartaquistarevolucionario y un agudo etnólogo,
pero durante y después de la Segunda Guerra Mundial, se transformó en un nacionalista gaullista eficaz,
pronto decepcionado por el hecho de que de Gaulle, el presidente francés, acordaba su independencia a su
colonia Argelina. Desde ese momento se lanzó a una alianza con los sectores militaristas y derechistas, que
pretendían conservar la Argelia Francesa. Con el tiempo, perdonado, regresó de su exilio franquista y se
reincorporó a su cátedra, pero ejerciendo en paralelo el oficio, en América Latina, de representante discreto
de los grandes intereses industriales y financieros franceses.
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escribiendo “sus obras”, cada quien su locura; nuestra protesta proviene del hecho de que
entre todas las obras que puede tener a su alcance un joven en formación en Francia, los
libros de Duverger son sólo unos de tantos y por lo tanto puede escoger sus lecturas. Pero
y dominada por una sola corriente historiográfica, la llegada de libros como los de
Duverger, presentados como una alternativa a ese déficit, apoyados por un enorme ruido
mediático que así lo proclama, se transforma en un serio problema académico que hemos
están convencidos de que no asiste a los archivos de manera intensiva y sistemática, a pesar
documento nuevo que avalara sus tesis revolucionarias. Más bien, lo que se podría admirar
mestizaje ambiguo que fue mucho tiempo el fundamento identitario de la nación mexicana,
el origen de los mexicas perdidos en las brumas de calor del Septentrión, Cortés el
6
A lo mejor adoptó esa práctica común de muchos investigadores que mandan ayudantes o mercenarios a los
dichos archivos, una actitud poco productiva ya que sólo en un acto de lectura personal es como el
investigador puede reconocer el documento novedoso que necesita y aclara su investigación. El “ayudante”
aunque esté muy motivado solo, generalmente, puede ir a reconocer y copiar documentos ya conocidos para
una investigación sin sobresalto ni novedad.
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conquistador de México, siempre despreciado; el tan admirado pero tan mal conocido
más posible a un autor y su medio, intentamos averiguar lo que podría estar detrás de una
Antes que todo se trata de lo que en Francia se llama en los medios académicos, un señor
protegido y, por lo tanto, prácticamente intocable; es decir que no está realmente sometido
a un verdadero control académico de sus pares como cualquier arqueólogo, por ejemplo
que trabaja en México o en el mundo. Él, por sus relaciones extra académicas, recibe un
tratamiento especial, por lo que podemos suponer que los evaluadores pudieran ser objetos
de presiones diversas para producir reportes favorables, o más bien menos desfavorables
para que aparezcan aceptables políticamente. Así nosotros, en México, frente a la ola
publicitaria que acompaña sus obras, es importante que sepamos que no es juzgado sobre
sus aportaciones académicas, pero que finalmente son sus relaciones extra académicas,
políticas en un sentido amplio, que le permiten escapar, en gran parte, a las normas de
evaluación del mundo científico en lo que toca, por ejemplo, a sus “aportaciones
editores que son “de historia”, no hay que olvidar que en la EHESS no hay prácticamente
ningún tipo de control académico real interno, una vez instalado un profesor goza, como
general, con la intensa promoción de sus obras, se habla mucho de un profesor francés, un
dicha cooperación, no está para nada respetada. Ya que la finalidad de esa cooperación,
respeto mutuo, lo que no ocurre con Duverger. En esta política se promueven los
profesionales. Pero la promoción de ese gran intercambio científico sólo puede funcionar
sobre la buena fe de los actores de esa cooperación, y es claro que la mayoría de los actores
Pero es en la pequeña zona de sombra de la Presencia Política, que a veces pueden colarse
personajes como Duverger, y no dudo de que en otras partes del mundo exista ese mismo
EHESS, y sobre todo su figura internacional de autor de bestsellers, se debe antes que todo
al hecho de que es más que un intelectual, y pertenece a “círculos de poder”, o como se dice
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izquierda-derecha, lo que permite a sus miembros ser verdaderos camaleones políticos, y
claramente en una historiografía retrograda, es muy probable que reciba apoyo de esas
fuerzas oscuras que en la cultura francesa siguen obrando en las instituciones republicanas,
y que ellas sí, siguen interesadas en una clara penetración cultural y política neocolonial.
Por otra parte, es evidente para todos los que lo han visto actuar en persona o han sido sus
súbditos cuando tenía puestos burocráticos, o simplemente han leído con mucho cuidado
sus libros, que Duverger se cree un auténtico genio y, por lo tanto, le importa poco
bien que frecuenta. Frente a esta actitud y con el hecho de que es un hombre económico y
políticamente protegido, es evidente que es difícil poder enfrentarlo. Si bien en los medios
desacreditado, ha logrado imponer la idea de que los que podrían criticar “sus métodos” y
“los resultados” de sus investigaciones son sólo gente mediocre y celosa de “sus grandes
cierto conocimiento científico sino que más bien pertenece a una literatura para
Por otra parte, las grandes campañas organizadas por la editorial Taurus, su editora, han
permitido a Duverger gozar del apoyo de personas, a veces bien intencionadas pero
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haya gastado tanto tiempo en la promoción de su propia obra: lo vemos en todas las
cadenas de televisión, en todas las revistas culturales, en ferias, etc. Y jamás se ha tomado
la molestia de responder a la más mínima crítica, tan seguro está de que pertenece a una
elite superior que no tiene que dar cuentas a nadie sobre lo que piensa y escribe.
también el hecho de que ahora existe en esta prestigiosa institución una especie de defensa
sus producciones por escrito, aunque puedan reconocer en privado la ambigüedad de sus
tesis, ya sea por pusilanimidad algunos, o sobre todo, para no poner en peligro sus propias
trayectorias académicas y/o sobre todo las de sus alumnos. Actitud política errónea,
arqueológico francés.
extrañan de que siga obteniendo el derecho de excavar en Monte Albán con sus
antecedentes, pero como me lo decía en tono de burla una amiga mexicana arqueóloga
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conocida, “los güeritos no están sometidos a las mismas reglas que nosotros”. Actualmente
“Coamiles” parece que el reporte final no ha sido entregado al INAH o, por lo menos, no ha
Por fin podríamos pensar que Duverger, que se acerca a la edad de la jubilación,
desaparecerá de la esfera pública oficial y disminuirá su poder nocivo, aunque nos parece
mexicanas. Sabemos que ya hizo un primer ensayo para entrar en la UNAM y es probable
que siga intentándolo en ésta u otras universidades. A pesar de que se ufana de grandes
Para concluir
Debemos convenir que fue el ruido mediático hecho alrededor de la última obra de
Duverger lo que nos conminó a mirar de nuevo sin perder más tiempo, la totalidad de sus
obras con una mirada crítica y global, es por eso que propusimos debatir casi toda su obra.
A lo mejor fue un error estratégico el de dispersar tanto los frentes y para ser más eficaces,
realizar una revisión más general fue por culpa del mismo autor, y de su servicio de prensa,
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que pretende que es a la vez arqueólogo, antropólogo, lingüista, historiador y no sé cuántas
cosas más.
Cada libro suyo constituye parte de una especie de construcción barroca, donde cada parte
verdad del histor, el lingüista de lo arqueológico, etc. Debemos decir que desde lejos, el
tinglado es retóricamente muy seductor, pero muy frágil si se ataca desde todos lados y se
revela lo que es, una simple ilusión, un castillo de naipes infantil. Eso es lo que
especializados y sin miedo, tomen por fin el relevo en la deconstrucción de una obra que
proyecto “duvergiano”, no tanto para atacar a una persona, aunque la personalidad muy
“proposiciones”; sino más bien, para analizar una cierta manera de hacer historia, como
también para pensar cómo de manera poco responsable, los grandes grupos editoriales
lanzan autores con las mismas técnicas que utilizarían si tuvieran intereses financieros en
fábricas de jabón o de cereales, sin preocuparse mucho del contenido y de los efectos
14
En fin, esperamos que, olvidándonos de lo políticamente correcto, hemos podido mostrar
en esta Escuela, que fue durante años calificada de rebelde, que era aún posible reactivar
Guy Rozat
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Nos da gusto que una vez realizado dicho encuentro, el ruido se esparció entre varias instituciones
académicas. Otros, felices por la iniciativa, mostraron interés para obtener los textos de este encuentro. Es por
eso que se publicaron rápidamente. No hemos buscado el apoyo de los tradicionales editores nacionales
porque no teníamos dinero que ofrecer y también porque estábamos convencidos de que el contenido chocaría
mucho con las tradicionales reglas de la “objetividad” universitaria. Por eso agradecemos a la pequeña
editorial que aceptó el riesgo de publicar nuestro encuentro, así que pronto esperamos ofrecerles una versión
papel para los que siguen esa vieja usanza de leer libros de papel.
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HISTORIA Y FICCIÓN O CUANDO EL APRENDIZ DE
Bernard Grunberg
Universidad de Reims
Ya autor de una de las más contestables biografías de Cortés (2001), de la cual hablaremos
en la tarde, Christian Duverger reincide con esta obra que intenta demostrar que Bernal
Díaz no es el autor de la Historia Verdadera, cuya paternidad debería ser más bien
nadie antes de él, se había dado cuento del engaño, ya sean los que han estudiado a detalle
Padrón, Francisco de Solano, y otros, que pasaron toda una vida estudiando ese episodio en
1
Antes de empezar esta primera conferencia quiero agradecer particularmente a los profesores Guy Rozat y
José Pantoja del INAH por haberme hecho el honor de invitarme a participar en este Coloquio. Agradezco
doblemente a mi amigo Guy Rozat y a Fernanda Núñez por haber aceptado traducir este trabajo.
2
Christian Duverger. Crónica de la eternidad. ¿Quién escribió la Historia verdadera de la conquista de la
Nueva España? México : Taurus, 2012, 335p. En adelante VF
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De entrada, la lectura del nuevo libro de Ch. Duverger deja perplejo, porque manifiesta un
generalmente, de la historia general del siglo XVI. ¿Cómo ha construido su libro el autor?
¿Sobre qué material se ha apoyado? Si Ch. Duverger apunta que ante la falta de fuentes
primarias sobre Bernal Díaz (lo que no es del todo exacto), “felizmente nos queda el
recurso de explorar los archivos” (p.36)3, pero buscando en todas sus referencias y sus
notas de pie de página, bastante numerosas, su aportación archivística no aparece, más bien
lo que aparece es, que ese autor ha trabajado esencialmente a partir de la excelente edición
de la Crónica realizada por José Antonio Barbón Rodríguez4, y utilizado esencialmente los
Así es legítima la pregunta de saber, si para su obra utilizó otros documentos de archivos
que los citados por Barbón Rodríguez. La respuesta es claramente negativa. Utiliza todas
excepción de tres referencias a textos transcritos por Vicenta Cortés 5, José Toribio Medina6
(pero citado también por Juan Miralles7 y por José Luis de Rojas8), y un documento citado
3
Version francesa escribió “il nous reste heureusement la ressource d’explorer les archives” (p.29).
4
Díaz del Castillo (Bernal), Historia verdadera de la conquista de la Nueva España (manuscrito
“Guatemala”), edición crítica de J.A. Barbón Rodríguez, México, UNAM-El Colegio de México, 2005,
864+1089p.
5
Cortés (Vincenta), “Cuando murió Bernal Díaz del Castillo”, in: Boletin Americanisto, Barcelone, 1962-64,
p.23-25. [nota 35, p.237]
6
Medina (José Toribio), Biblioteca hispano-americana (1493-1810), tome 1, reed. Amsterdam, 1968 [nota 6,
p.245]
7
López de Gomara (Francisco), La conquista de México, edición de Juan Miralles Ostos, México, Editorial
Porrúa, 1997.
8
López de Gomara (Francisco), La conquista de México, edición de José Luis de Rojas, Madrid, Historia-16,
1987, 502p.
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por Georges Baudot9. El autor no parece para nada haber ido a los diferentes fondos de
archivos, y en particular a los del Archivo General de Indias de Sevilla. Por lo tanto, no se
descubierto por el autor en dichos archivos, en lo que llama pomposamente “en sus
paleógrafo. Es verdad que esta disciplina de acercamiento a los textos antiguos es de una
El primer paso para responder a esa supuesta ausencia argüida por Ch. Duverger de
documentos que conciernen directamente a Bernal, sería preguntarnos: ¿Si no hay otros
archivos, otros documentos que pudieran esclarecernos sobre la biografía de Bernal Díaz?
Evidentemente que sí: en efecto y como lo habíamos hecho antaño en nuestras propias
investigaciones en los archivos, hubiera sido necesario que nuestro autor leyera, entre otras,
presentadas por Miguel Sánchez Gascón, Pedro González Nájara, Juan Rodríguez Cabrillo,
Barahona, Diego de Holguín, Francisco Páez Marroquí, Diego Díaz y Juan Rescino 10. Se
9
Baudot (Georges), La pugna franciscana por México, México, Alianza Editorial Mexicana, 1990, 338p.
[nota 6, p.286]
10
Informaciones de méritos y servicios : en 1532, para Miguel Sánchez Gascón [AUDMEX/203,34], en 1549,
para Pedro González Najara [PR/58,1,4,II,fs.5-6+ 59,1,3,fs.8-9+ 66,1,3,fs.18-19], en 1560, para J. Rodriguez
Cabrillo [PR/87,2,4, fs.33v-34v], en 1562, para Hernán Méndez de Sotomayor [PR/65,1,2,fs.6-8], en 1564,
para Hernando Illescas [PR/66,1,1,IV,fs.13-16+ 66,1,7,fs.10-12], en 1569 et, en 1577 [PR/62,1,3,fs.5v-8],
para Pedro de Alvarado [PR/69,1,1,fs.192-201], en 1570, para Sancho de Barahona [PR/70,1,1,III,fs.5-7],
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trata de diez conquistadores de México de los cuales dos vinieron con Cortés y ocho con
Pánfilo de Narváez. Uno de entre ellos formó parte incluso de la expedición de Hernández
Coatzacoalcos (Espíritu Santo), los otros nueve son todos vecinos de Santiago de
Guatemala (como Bernal Díaz), y más de las dos terceras partes participaron en la
Para intentar ver más claro en el inmenso lienzo pintado por Ch. Duverger, habría que
dedicarle una obra entera. Pero ¿es realmente necesario ? Hoy solo intentaremos demostrar
algunos de los numerosos errores, lagunas, e invenciones de las que está repleta su obra.
crítica histórica basándonos entre otros en los archivos y los estudios serios hechos sobre la
sobre su vida y sobre su crónica, antes de poder decidir si el libro de Ch. Duverger es una
Ch. Duverger parece conocer muy mal a Bernal Díaz, deforma el contenido de diversos
México. Así escribe: “pero de la misma manera y a pesar de sus afirmaciones, trabajo nos
Diego de Holguín [PR/70,1,2,fs.11-13] et Francisco Paez Marroqui [PR/82,3,1,f.110], en 1575, para Diego
Díaz [PR/79,1,6,f.21], en 1576, para Hernando Illescas, para Juan Rescino [PR/75,1,1,f.21].
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costaría hallar elementos probatorios de la presencia de Bernal Díaz en la primera
expedición de Córdoba” 11 (p.55). Añade además que Bernal Díaz no generó ningún
documento jurídico que pudiera atestar sobre su existencia hasta 1544 (p.37) 12 . Eso es
ignorar intencionalmente las fuentes, incluso las citadas por Barbón Rodríguez.
A pesar de todo, buscando bien, tenemos más documentos de los necesarios y que hubieran
podido y debido permitir a Ch.Duverger constatar que Bernal Díaz estuvo claramente
el cronista declara bajo juramento que conoce a Sancho de Barahona desde 1517 (hasta su
muerte hacia 1562). Bernal Díaz tiene más o menos en ese momento 74 años, precisa entre
otras cosas que ha visto al conquistador Sancho de Barahona servir bajo las órdenes de
Hernández de Córdoba y en nota que éste fue herido en Champoton14; indica igualmente
11
VF,“nous aurions du mal à trouver des éléments de preuve attestant la présence de Bernal Díaz dans la
première expédition de Cordoba” (p.46-47).
12
p. 30.
13
PR/70,1,1,III, fs.5-7.
14
Idem, f. f.5.
20
El estudio de la Información de méritos y servicios de Bernal Díaz15, que, es cierto, es una
copia, pero una copia conforme de un documento de 1539, hecha por Juan de Zaragoza,
México, el último es un poblador. ¿ Quiénes son estos 5 testigos ? Cristóbal Hernández (de
Córdoba donde fueron heridos y por eso no pudieron seguir en la expedición de Grijalva,
pero se alistaron de nuevo con Cortés en 1519. Luis Marín llegó a México en el barco de
Salcedo un mes después del desembarco de Cortés, Bartolomé de Villanueva llegó con
Coatzacoalcos. Los testimonios de Cristóbal Hernández (fs. 19v-204) y Martín Vázquez (fs.
20v-21r) confirman muy bien que estaban con Bernal Díaz en la expedición de Hernández
de Córdoba y después con Cortés. Bartolomé de Villanueva (fs. 21v-22r) y Luis Marin (fs.
27v-28r) confirman que Bernal Díaz estaba bien presente en la conquista de México, pero
como llegaron después que Bernal Díaz, Bartolomé Villanueva indica que “es público y
notorio” que Bernal Díaz estaba con Cortés y Luis Marin, que lo oyó decir. Recordemos
notorio” posee un valor jurídico y por lo tanto es considerada como prueba por las
autoridades. En cuanto al poblador, Miguel Sánchez Gascón (fs. 25v-26r), dice que no sabe
si Bernal Díaz estaba con Hernández de Córdoba, lo que es perfectamente lógico de parte
15
PR 55, 6, 2 (7 de septiembre de 1539).
21
de un poblador llegado después de la caída de México, pero precisa “que a oído decir lo
contenido en la dicha pregunta al Marqués del Valle muchas veces, como abia pasado con
En cuanto a Cortés confirma que nuestro cronista estuvo con Hernández de Córdoba y que
En la información de 1613 hecha frente a la audiencia de Guatemala por Pedro del Castillo
Becerra, hijo legítimo de Bernal Díaz y Teresa Becerra, se puede leer que Bernal llegó a la
Nueva España de Cuba con Hernández de Córdoba (pero no dice con Grijalva) y después
con Cortés18.
Grijalva, y tiene razón; pero sólo retoma la idea expuesta anteriormente por Henry R.
Wagner19 que él cita, idea que nosotros también, apoyándonos en un conjunto de fuentes,
16
PR/55,6,2, f. 26r.
17
PR/55,6,2, f.12v.
18
PR, 86, 3, 3, f. 1r [cité par BR II,871].
19
Wagner (Henry R.), The discovery of Yucatan by Hernández de Cordoba, Pasadena, The Cortés Society,
1942, 85p. Wagner (Henry R.), “Three studies on the same subject. Bernal Díaz del Castillo; the family of
Bernal Díaz del Castillo; notes on writtings by and about Bernal Díaz del Castillo”, in: Hispanic American
Historical Review, 1945, vol.25, p.155-211.
20
Grunberg (Bernard), Dictionnaire des conquistadores de Mexico, Paris, L’Harmattan, 2001, 633p., cf.
p.150.
22
En efecto, son las incoherencias del relato de Bernal Díaz y la ausencia de testimonios
precisos sobre su participación en el viaje de Juan de Grijalva lo que nos permite pensar
que según toda verosimilitud, Bernal Díaz no participó en esa expedición. A pesar de todo,
de los “descubridores de la Nueva España”. Por fin hay que señalar que Bernal Díaz firma
el 20 de junio de 1519 con sus compañeros una carta que prueba muy bien su presencia en
el ejército de Cortés21. Por otra parte, si no se encuentra la firma de Bernal Díaz en la Carta
del ejército al Emperador22 escrita en el otoño de 1520 es porque en esta misma época,
nuestro cronista estaba seriamente enfermo, como lo indica él mismo23. También tenemos
que hacer notar que, una vez más, no tenemos, sobre esa carta, estampadas las firmas de
Por lo tanto se debe considerar a Bernal Díaz como descubridor y conquistador de México.
Que no tengamos huellas de la salida del cronista hacia el Nuevo Mundo no es un punto
anteriores a 152024, sabemos que existen numerosos pasajeros que no están repertoriados en
21
AGI, Audiencia de México, 95,1, f. 6r.; firma entre Cristóbal Díaz y Diego Ramírez.
22
AGI, Justicia, 223, fs. 12v-22v; cf. Grunberg (Bernard), Dictionnaire des conquistadores de Mexico, Paris,
2001 p.595-598.
23
Bernal Díaz, chap. CXXXIV. Se trató probablemente de una neumonía.
24
Catálogo de pasajeros a Indias durante los siglos XVI, XVII, XVIII (bajo la dirección de C. Bermudez
Plata), t. I (1509-1534), Sevilla, CSIC, 1940. Apuntamos, aquí un error de referencia de Ch. Duverger que
fecha ese catálogo de 1930!
23
él25, entre ellos Bernal Díaz. A pesar de todo, el cronista nos indica su origen al principio
del primer capítulo del Manuscrito Guatemala y del Manuscrito Alegría: nació en Medina
del Campo; es hijo de Francisco Díaz del Castillo, regidor de Medina del Campo y de
María Díaz (Diez) Rejón26. Esto es por otra parte confirmado por el cronista en su carta de
1558 dirigida a Felipe II: “Yo soy hijo de Francisco Díaz el Galán vuestro regidor que fue
de Medina del Campo”27. Un próximo trabajo de María del Carmen Martínez y Martínez,
ampliamente.
Al empezar su libro, Ch. Duverger nos dice que no se conoce la fecha de nacimiento de
Bernal Díaz, pero que se puede situar entre 1484 y 1496 (p.21) 28. Trabajando sobre las
su edad, lo que nos permite situar su nacimiento muy probablemente en 1496, como ya lo
habíamos establecido en nuestro Diccionario. Tenemos que hacer notar aquí que Ch.
Duverger no vacila en torcer el sentido de una frase o de una palabra para apoyar sus
propias demostraciones: así, cuando el cronista declara que conoce a Pedro de Alvarado
25
Cristóbal Bermudez Plata lo señala en su preámbulo, cf. idem, p.XIII-XIV.
26
Si el nombre del padre está escrito en el Ms Guatemala, el de la madre solo aparece en le Ms Alegria [RB
I, 5]. Ningún nombre en la edición de Remon.
27
Cartas de Indias, Madrid: Atlas, BAE, n°264, 1974, p.47.
28
p.17.
29
PR/70,1,1,III,fs.5.
30
PR/86,6,1, f.53r.
24
desde hace más de 35 años31 eso quiere decir que lo conoció antes de 1522 y no en 1522
(p.53)!
Para Ch. Duverger (p.50-51)32 no hay ninguna huella de la filiación de nuestro autor aparte
de los datos contenidos en su crónica. No hay aquí nada de anormal, porque numerosos
que son referenciados a solicitud del virrey Antonio de Mendoza en las listas de
conquistadores establecidas a finales de los años 154033, tenemos muy pocas informaciones
sobre muchos de estos conquistadores. ¿Por qué Bernal Díaz no se encuentra en estas
listas? Porque en esta época, está lejos de México: se encuentra en Guatemala, en Chiapas y
sobre todo en Coatzacoalcos y sus compañeros que están en las mismas regiones no
aparecen tampoco en esas listas. Lo que permite así a las autoridades coloniales que no
porque en esa época un cierto número de nuevos pobladores intenta de hacerse pasar por
conquistadores, entre otras cosas para obtener algunas mercedes de la corona. Se entiende
así mejor la cédula real dirigida a Pedro de Alvarado en la cual el licenciado Villalobos
afirma que Bernal Díaz no era el conquistador que decía ser34. Pero, a pesar de todo, en
abril de 1540, el Consejo de las Indias pide que se le retribuyan indios en recompensa por
31
PR/86,6,1, f.52v.
32
p.42.
33
AGI, Audiencia de México, 1064; este documento es bien conocido porque Francisco A. de Icaza lo publicó
bajo su nombre y con el título Diccionario autobiografico de conquistadores y pobladores de Nueva España,
Guadalajara, E. Aviña Levy, 1969 [1° édit. 1923], 2vols., con algunos errores de transcripción.
34
PR/ 55,6,2, f. 2r. : “fue mandado dar traslado al licenciado Villalobos, nuestro fiscal, e por el fue
respondido que no debíamos mandar probar cosa alguna de lo que por parte del dho Bernal Díaz nos hera
suplicado, porque no habia sido tal conquistador como decía, ni le abían sido encomendados los dichos
pueblos por serviçios que obiese fecho e por otras causas que alegó”.
25
sus servicios 35 . Debemos hacer notar que desde 1539 el virrey Antonio de Mendoza
descubrimiento dellas”36.
Ch. Duverger se extraña también del nivel cultural de nuestro autor. Para él, todos los
que un cierto número de conquistadores de México sabían firmar, incluso escribir. Esto no
quiere decir que todos supieran leer y escribir pero que sí, una buena parte podía hacerlo,
entre ellos Bernal Díaz. Para apoyar sus afirmaciones Ch. Duverger se apoya sobre el
iletrismo de la mujer de Bernal Díaz para afirmar que “siempre uno se casa en su medio”
(p.113) por lo tanto el cronista solo podía ser “más o menos iletrado” (p.114)37.
Según Ch. Duverger, Bernal Díaz no pudo conocer las fuentes que cita (Gomara, Jovio,
Illescas), tanto más que los libros eran caros, escasos y sus mercados controlados. No hay
Manuscrito Remon, es suficiente con recordar lo que Carmelo Saenz de Santamaría escribió
sobre las interpolaciones de fray Alonso Remon38. Y no olvidemos que Bartolomé de las
Casas hizo lo mismo para el Diario de a bordo del primer viaje de Cristóbal Colón, la
35
Todas las 6 cedulas citadas van en el mismo sentido, cf. PR/ 55,6,2, fs. 2v-11v
36
PR/ 55,6,2, f.11v.
37
p.97-98.
38
Saénz de Santa María (Carmelo), “Fué Remón el interpolador de la cronica de Bernal Díaz del Castillo?”,
in: Missionalia Hispanica, Madrid, 1956, n°39, pp.561-567. Idem, Historia de una historia. La crónica de
Bernal Díaz del Castillo, Madrid, CSIC, 1984. Idem, Introducción critica a la “Historia Verdadera” de
Bernal Díaz del Castillo, Madrid, CSIC, 1967.
26
Historias de las Indias39. En cuanto a la circulación de los libros hay que tomar también en
consideración que éstos circulaban muy rápidamente entre Europa y América, incluso en el
caso de libros prohibidos, como lo muestran los numerosos ejemplos de obras encontradas
En cuanto a las diversas alusiones a los autores antiguos, constituyen referencias conocidas
por todos los que habían aprendido a leer y a escribir. Además, desde mediados del siglo
XVI, existen grandes cantidades de obras de todo género circulando en las Indias 40 sin
contar los libros de caballería que contienen muchas veces alusiones a los antiguos ilustres
guerreros.
donde parece instalarse como poblador, lo que explica que no participe al principio en la
juntarse con Rengel y participa en la campaña contra los zapotecas y los cimatecas. De
regreso a Coatzacoalcos emprende el camino hacia Honduras para juntarse con Cortés que
39
Las Casas (Fray Bartolomé de), Historia de las Indias, édit. J.P. de Tudela Bueso, [B.A.E. n°XCV-XCVI],
Madrid, Atlas, 1957-1961.
40
Con la extensión de la Reforma en Europa y los debates que agitan a la población desde 1531, las
autoridades españolas prohíben exportar a las Indias libros de historia profana. Entre los libros autorizados,
las bibliotecas coloniales contienen las obras de autores latinos y griegos (Homero, Plutarco, Virgilio,
Cicerón, Ovidio, Marco Aurelio, Luciano, Terencio…), de los autores del principio del Renacimiento italiano
(Petrarca, el Ariosto), de los escritores españoles (Ercilla, Santa Teresa de Avila, Luis de Granada, Francisco
de Rojas) así como algunos libros religiosos y de teología, de historia, de geografía y diferentes tratados de
ciencias y de derecho. La prohibición de 1531 es renovada en 1543, y también un poco más tarde, mostrando
así la ineficacia de la censura. Cf. Grunberg, Bernard. Los primeros protestantes en América española. En
M. Augeron, D. Poton, B. Van Ruymbeke [dir.], Pour Dieu, la Cause ou les Affaires. Les huguenots et
l’Atlantique (XVIe-XXIesiècle), Paris, Presses de l’Université de Paris-Sorbonne, 2009, p.107-122.
27
lo nombra capitán de una tropa de 30 españoles y de 3 mil mexicanos. Regresa a México en
1526 con Pedro de Alvarado y Luis Marin. Hacia 1527 es elegido procurador de los
conquistadores para discutir sobre la repartición de las encomiendas. Ch. Duverger (p.24)41
se equivoca cuando afirma que Cortés regresa a España en 1528 con Bernal Díaz entre su
séquito, cuando éste último se quedó en México. Debemos hacer notar que Duverger no
cita, una vez más, ni fuentes ni referencias. De hecho Bernal Díaz lleva una vida de
poblador en Coatzacoalcos, de la cual es regidor en 1531, año en el que rompe el hierro que
le servía para marcar a los esclavos. Entre 1537 y 1539 sigue siendo vecino de Espíritu
cuando Ch. Duverger pretende que ya se pierde su huella y que se ignora la fecha de su
regreso a México (p.25)42. Parte hacia Chiapas (1542) antes de ser nombrado visitador de
Cabildo de Guatemala a España para “el repartimiento perpetuo” porque es en esta época
considerado “como a conquistador más antiguo de la nueva España”. Al año siguiente está
nombrado regidor perpetuo del Cabildo de Guatemala. En 1581 su salud parece deteriorada
41
p.20.
42
p.21.
28
(asiste sólo a 5 sesiones del Cabildo). El 3 de febrero de 1584, el libro del Cabildo señala su
muerte43.
Las Cartas de Relación de Cortés son escritas con la constante finalidad de validar y de
exaltar los servicios prestados por Cortés a la Corona. Por ello no hay que sorprenderse,
contrariamente a lo que dice Ch. Duverger, de no encontrar citado a Bernal Díaz. Sucede lo
mismo a la mayoría de los hombres del jefe de los conquistadores. Lo que nuestro cronista
Bernal Díaz entendió muy bien: “en aquella sazon qu’escribio a su magestad toda la honra
Sería muy largo retomar todas las inexactitudes, los errores, los prejuicios del autor de la
3. La crónica bernaldiana
Para mostrar que Bernal Díaz no escribió la Historia Verdadera, Ch. Duverger solo
recupera lo que le conviene e incluso muchas veces deforma también la realidad. Bernal
Díaz empezó a redactar su crónica antes de 155245 lo que es conforme a lo que escribió
Alonso de Zorita pero que Duverger, sin ninguna prueba, pone en duda. Haremos notar
43
Se encontraran todas las referencias en Grunberg (Bernard), Dictionnaire des conquistadores de Mexico,
Paris, 2001, n° 268, p.150-153.
44
Bernal Díaz, chap. CCV, p.777 (BR).
45
Bernal Díaz, chap. XVIII : “estando escriviendo en esta mi cronica, acaso vi lo que escriben Gomora …”
29
solamente que Zorita46 afirma que en 1555 Bernal Díaz ya había empezado a redactar su
Historia Verdadera; en esta época Alonso de Zorita es oidor de la Audiencia donde vive
Bernal y nada permite poner en duda esta afirmación. Será en 1568 cuando Bernal acabe su
crónica47 El cronista se servirá de una copia de su obra para justificar sus servicios y anclar
en la memoria familiar su papel fundador. Y será esta copia la que será enviada a la
conquistador de los primeros de la Nueva España le dio una ystoria que envía y la tiene
Además disponemos de la recepción que indica que en 1576 “la historia de la nueva
recibido…” 49. En adelante será esta copia la que se volverá el Manuscrito Remón. No
del Castillo50.
España y dice “que el dicho Bernal Díaz mi marido hizo y ordeno, escrita de mano del
46
Zorita (Alonso de), Relación de la Nueva España, edición de E. Ruiz Medrano, W. Ahrndt, J.M. Leyva,
Mexico, Conaculta, 1999, vol. I, p.112.
47
Bernal Díaz, chap. CCXIV.
48
Archivo General de Centroamérica, Guatemala, 10,2, 22a [cité par BR, II, p.1060].
49
Archivo General de Centroamérica, A 1.22, 1513, I, f.496v [cité par BR, II, p.1060].
50
Carmelo Sáenz de Santamaría en su Historia de una historia. La crónica de Bernal Díaz del Castillo,
Madrid, CSIC, 1984.
30
descubrimiento, conquista y pacificación de toda la nueva España, como conquistador y
persona que se halló a ello presente, la cual le pidió original en esta ciudad el doctor
Pedro de Villalobos, presidente y gobernador que fue desta ciudad en la real Audiencia
que en ella reside, y la envio a su magestad y los señores de su real consejo de Indias…”51.
Francisco Díaz del Castillo en 1579, el testigo Juan Rodríguez Cabrillo Medrano, vecino de
toda la nueva España que se envio a SM…”52. Ese testigo, hijo de un compañero de Bernal
vecino de Santiago de Guatemala desde 1560 y conoce muy bien a nuestro cronista.
También CH. Duverger pone en duda la atribución de la Historia Verídica con el pretexto
de que no se conoce ningún otro texto de Bernal Díaz. Pero tampoco se conocen otros
conquistadores de México. Muchas veces las personas que redactan sus memorias no
Las crónicas de conquistadores no son cosas escasas. Conocemos algunas como las de
muchas veces que existieron otras crónicas hoy desaparecidas. Podemos citar a Jerónimo
Ruiz de la Mota quien escribió sus Memorias sobre la Conquista de México y de las cuales
51
Archivo General de Centroamérica, A 1.20, 424, fs.31rv [cité par BR, II, p.1061].
52
PR/55,6,2 f.36v.
31
Francisco Cervantes de Salazar se servirá para escribir a su vez su crónica 53 ; Juan Cano
que había escrito una Relación de la tierra y de su conquista, hoy desaparecida, pero que
consultó y utilizó Alonso de Zorita 54 ; Alonso de Ojeda (el viejo) quien redactó sus
Memorias en las que relata toda la conquista de México están hoy desaparecidas, pero
comportar varios folios de mano de su creador. No hay aquí nada de extraño porque en esa
época, muchas veces, mandaban realizar copias, como Bernal Díaz lo hizo para enviar su
se ve aquejado por reumatismos que le impiden escribir bien, como lo demuestran sus
El problema está en el hecho de que para Ch. Duverger, Bernal Díaz no es y no puede ser el
autor de esta crónica. En primer lugar porque confiesa que no es “letrado” (p.111)56 sic.
Una vez más Ch. Duverger no sabe, o más bien no quiere saber, que en el siglo XVI no ser
letrado no significa que no se sepa leer ni escribir, sino que no se ha pasado por un colegio
53
CER/V,41+ 105- CAM2/284
54
ZOR/112+413- CER/V,41+105
55
TOR/IV,52+81+89- CER/IV,28+30+84+87+100+109+ V,14+19 +78+167- CDIA/XXXVII, 143.
56
p.97.
32
contradicción con todos los documentos que conocemos57. Para apoyar su razonamiento
utiliza los buenos análisis de Sáenz de Santamaría que demuestran que el Manuscrito
Guatemala es obra de varias manos y que se trata más de un borrador que de una copia
definitiva: está lleno de manchas, tachaduras, añadidos entre líneas, etc.58 Es probable que
el hijo del conquistador e incluso otras personas hayan corregido la versión dada por Bernal
correcciones, particularmente de los nombres (cap. CCV), parecen justificados porque las
Una vez más Ch. Duverger comete un error de interpretación, traduce y entiende el verbo
“tener” por el de poseer, cuando la acepción más corriente es siempre la de disponer; así
cuando Bernal Díaz afirma en 1569 que “tiene escrita una crónica y relación” 59 y un poco
más lejos repite “que se remite a lo que mas largamente tiene escrito en la dicha crónica y
relación” 60, Ch. Duverger entiende que solo es “el depositario” (p.58), lo que es de hecho
demostrar que Bernal Díaz no pudo escribir esta relación y eso debe permitirle probar que
hay otro autor en la sombra: Hernán Cortés. Este sería por lo tanto el autor de la Historia
Verdadera con la complicidad de Gomara. En efecto Ch. Duverger nos dice, sin citar ni una
sola fuente que, en 1543, “Cortés contrata a Gomara porque necesita una pluma oficial”
57
DUV/ p.97-98 : “la versión prosaica de un Díaz del Castillo más o menos iletrado corresponde
probablemente mejor a la realidad.
58
Saénz de Santa María (Carmelo), Historia de una historia. La crónica de Bernal Díaz del Castillo, Madrid,
CSIC, 1984, p.158 et sv.
59
PR/ 86,6,1, f.218v.
60
PR/ 86,6,1, f.219v.
33
(p.162) 61 . No apuntaremos aquí todos los errores sobre las relaciones entre López de
Gomara y el jefe de los conquistadores, es suficiente con remitirse a los eruditos trabajos de
Nora Jiménez que muestran que la supuesta cooperación entre Cortés y Gomara no pudo
jamás existir62. Como esto no era suficiente Ch. Duverger inventa a un Cortés que funda en
su casa de Valladolid una academia. Ahí también, ningún documento permite aceptar esta
idea. Por lo tanto aparece claramente que al hilo de sus ideas, para justificar lo
injustificable, el autor de la Crónica de la eternidad inventa todo lo que necesita para forjar
Es muy claro que cuando se ponen frente a las afirmaciones de Ch. Duverger las fuentes y
sostiene, sino que se derrumba por sí mismo. Nadamos en plena ficción, cuando en una
pruebas que reunió, pruebas que jamás ofrece o que si las da, como lo hemos visto, las
Todos los que han leído la Historia Verdadera y la han estudiado, han visto claramente que
Bernal Díaz no daba las mismas informaciones que las Cartas de Cortés. Si se retoma, por
ejemplo, el estilo, todo opone al jefe y al soldado. De la misma manera, si se considera, por
ejemplo, la cifra de muertos durante la Noche Triste, Cortés nos dice que fueron 150 y
Bernal Díaz 870. Las diferentes cifras que hemos encontrado en los archivos muestran muy
61
VF. “Cortés recrute Gómara car il a besoin d’une plume officielle”, p. 143.
62
Jiménez (Nora Edith), Francisco López de Gómara. Escribir historias en tiempos de Carlos V, México,
INAH/El Colegio de Michoacán, 2001, 391p.
34
bien que Bernal da la mejor estimación63. Podríamos dar numerosos ejemplos idénticos. Si
Díaz (y no en Cortés) y que son muchas veces desconocidos por los otros cronistas, aquí
también los archivos nos indican que estos hombres sí existieron. Duverger no entiende
cómo un simple soldado pudo saber todo esto. Ignora que listas de conquistadores fueron
levantadas por las autoridades coloniales, entre otros, después de la salida de Cortés hacia
España. Muchos detallitos propuestos por Bernal Días no se encuentran citados más que en
los archivos.
Cierto, la precisión no está siempre presente pero en esa época es una constante: se
muestra bajo una luz más favorable, etc. Todos los historiadores que trabajan sobre ese tipo
de documentos lo saben muy bien. Hubiéramos podido señalar multitud de errores más,
No lo creemos por varias razones. La historia forma parte de las ciencias humanas y como
dificultades para encontrarlas. Lo que sorprende a primera vista es el hecho de que trabajó
solo sobre un corpus de textos bien conocidos y muchas veces editados. No se encuentra
63
Grunberg (Bernard), L’Univers des conquistadores. Les hommes et leur conquête dans le Mexique du XVIe
siècle, Paris, L’Harmattan, 1993, p.103.
64
Sonia Rose de Fuggle. Afin qu’il y ait mémoire de moi”. Sens et structure dans l’Historia Verdadera de
Bernal Díaz del Castillo. Doctorat sous la direction de M.C. Bénassy-Berling, Paris III, 1990, 417p.
35
ninguna huella de investigación de archivos, contrariamente a las afirmaciones. Nos parece
que lo más grave es la manera en que utiliza los documentos: los interpreta en función de
sus objetivos, los rechaza cuando no van en el sentido que espera, los distorsiona, los
manipula. Ya hemos dado algunos ejemplos de esto. Un ejemplo que nos parece
particularmente ilustrativo del trabajo del autor se trata de esa supuesta academia instalada
de la tesis de Ch. Duverger. Que no hace más que retomar un fragmento de la obra de
Pedro de Navarra Diálogos muy subtiles y notables publicados (Zaragoza, 1567). Pero no
solamente no hay ningún otro documento, hasta hoy que lo confirme, o que simplemente
nos permita suponer su existencia, pero aún más, y las numerosas críticas hechas a Ch.
de Cortés que él mismo escribió65. Ese me parece un bonito ejemplo que demuestra cómo
Ch. Duverger va buscando o/e inventando pruebas a la medida para sostener sus tesis.
En lo que toca a los hombres de la conquista, no podemos citar todos los errores groseros,
es suficiente con tomar el caso del clérigo Juan Díaz, del cual Ch. Duverger afirma que “es
probable que muera antes de la expedición de Las Hibueras” (p.126)66. Si nuestro autor
hubiera hecho algunas mínimas investigaciones, habría encontrado que en 1529 (después
1530, es cura en México, que en 1531, con más de 50 años, testimonia en la Información
65
Duverger (Christian), Cortés, Paris, Fayard, 2001, 493p.
66
p.112.
36
de méritos y servicios de Alonso de Avila y que parece aún en vida en 153367! En cuanto a
testigos que le contaron que Juan Díaz murió, con 3 o 4 españoles, durante una emboscada
en Quecholac y fue enterrado en Tlaxcala68. Y no hablemos más de todos los hechos que
Ch. Duverger atribuye à Cortés: como su supuesta política de mestizaje69 (no hay ningún
escrito de Cortés sobre ese tema), ni sobre su autoridad que hubiera influenciado ciertas
de los testimonios, el cruce de fuentes, el autor decide de antemano las que son buenas para
periodo contemporáneo a la conquista. Es verdad que esto pide tiempo, mucho tiempo,
debe poder leerlos. Recordemos aquí, una vez más, a qué punto la paleografía colonial del
siglo XVI es muy difícil. Los grandes historiadores de este periodo lo han demostrado
ampliamente como Francisco Morales Padrón, Demetrio Ramos, Silvio Zavala, James
67
Proceso de residencia contra Pedro de Alvarado y Nuño de Guzman, publicado por I. López Rayon,
Mexico, 1847, p.124-130 ; AGI, Patronato Real, 54,7,6,fs.17-18v ; García Icazbalceta (Joaquin), Don Fray
Juan de Zumarraga primer obispo de México, México, Porrua, 1988 [1881], vol. III, p.21, vol. IV, p.116,
246. Cf. Grunberg (Bernard), Dictionnaire des conquistadores de Mexico, Paris, L'Harmattan, 2001, n°265.
68
Torquemada (Fray Juan de), Monarquia indiana, Mexico, Porrua, 1975, X, 27.
69
Cf. Ver en este mismo libro nuestra crítica a la biografía de Cortés.
37
Lo que llama también la atención, y siembra por lo mismo la confusión, es la voluntad del
autor por hacerse pasar por historiador. Recordemos aquí que Duverger no es historiador,
Mesoamérica.
revista en línea Nexos70: “pertenezco a una escuela de historiadores que fomenta la duda
como método”. Añade, como respuesta a las críticas hechas en la revista Nexos, intitulada
“San Bernal”: “esa observación me llevó a explicar de manera más detallada mi propia
Altos Estudios en Ciencias Sociales de París. Es una institución en la que el pleno de sus
profesores elige a sus miembros. Así, quienes me eligieron fueron Claude Levi Strauss,
conoce en el mundo como escuela de los Anales. La primera característica de esta escuela
que indujo una gran apertura de los campos de estudio. La manera de trabajar, los marcos
70
Nexos, 165-2013.
38
Sólo podemos constatar que todo lo que dice Duverger no lo puso en práctica y que se
esconde tras una brillante institución, lo que no hace por lo demás de él un gran historiador.
Está bastante lejos. Y los gloriosos maestros que invoca deben probablemente revolcarse en
su tumba.
Nos gustaría señalar algo sobre el título de este Coloquio: Miradas historiográficas
sobre todo, insistir sobre la palabra revisionismo que define de manera general una
“doctrina” que cuestiona de fondo a un dogma o a una teoría71. Nos parece que es darle a la
obra de ese autor un valor que no tiene. La crónica de la eternidad no es un libro de historia,
es una novela a imagen y semejanza de lo que escribe en Francia, por ejemplo, un Christian
Jacq, un egiptólogo que publica novelas históricas que tienen como escenario el Egipto de
los faraones o un Arturo Pérez Reverte en el mundo hispano. Duverger tiene una pluma
fácil, escribe bien, tiene mucha imaginación. Si Duverger hubiera querido escribir una obra
novela más o menos bien escrita, que se podría asimilar a una novela policiaca. Pero desde
el punto de vista histórico, que es el nuestro, estamos obligados a constatar que la tesis de
Duverger no descansa sobre ningún fundamento serio. Terminaremos por una impresión
general. El héroe de la Crónica de la Eternidad no es Bernal, sino más bien, una vez más,
Hernán Cortés. Es el segundo volumen que forma parte de un conjunto que probablemente
contará con una tercera obra. El plan mediático elaborado por el autor funcionó muy bien.
71
Diccionario Larousse.
39
Está claro que no todo el mundo cayó en su trampa. Este coloquio será, lo deseamos
experto, el profesor Miguel Leon Portilla y que hacemos nuestra, no deja ninguna duda: “el
libro no presenta testimonio alguno que pruebe lo que en él se afirma. Más que crónica de
Bernal Díaz del Castillo puede descansar en paz, la “mistificación” señalada en el subtítulo
Bernard Grunberg
72
Nexos, abril 2013
40
A PROPÓSITO DE CRÓNICA DE LA ETERNIDAD DE CHRISTIAN
DUVERGER
Guillermo Serés
Universidad Autónoma de Barcelona
Taurus, 2013), se han visto implicados estos meses, en mayor o menor medida,
la autoría cortesiana Bennassar; Martínez Baracs valora la aportación: cierta o falsa, señala,
su conjetura no podrá eludirse; Aguilar Camín afirma que ha suscitado una duda razonable;
al igual que Duviols, que destaca lo sugestivo del libro; Chartier no acaba de pronunciarse
disputa con Carlos V. El resto de polemistas, incluidos, claro, todos los editores vivos, se
oponen: algunos pocos dan relativa credibilidad a la primera parte, pero en ningún caso
apoyo parcial: la citada de Aguilar Camín (con la entrevista del mismo con Mauleón) y la
41
de Moreno Toscano. También me consta que se han opuesto abiertamente Leonetti y
Uno de los primeros argumentos de la tesis central de Duverger es que Bernal señala que
preguntaba en posterior entrevista a El País: “Nadie revisó eso, ¿por qué mis colegas no lo
15 de enero 1568;2 por eso, precisamente, puede Bernal entregar su obra y poco más tarde
este tenor menudean en el libro; elijo unas cuantas para demostrar la tesis contraria.
Aparte la mala interpretación de algunos datos, como apenas considera los métodos de la
filología y otras disciplinas afines y contiguas, yerra el tiro desde el principio del libro: en
el orden de aparición de las dos ediciones del impreso, que es otro argumento del que se
sirve, supuestamente, para apuntalar su tesis con la portada de los respectivos impresos.4 A
texto, la crítica textual y de contenidos, la retórica, la historia literaria, algunas fuentes (v.
g. Las Casas), los referentes (libros de caballerías, romancero, Biblia, sumas de historia
1
Cito exhaustivamente la bibliografía en Serés en prensa
2
Archivo General de Indias (de aquí en adelante, AGI), Guatemala, 394, l. 4, h. 417. El restablecimiento de la
Audiencia se confirmó “definitivamente enviándose un sello por Real Cédula de 28 de junio de 1568”
(Gómez Gómez 2008:229). Baste ver Suárez Fernández 1982:611.
3
Duverger (2013a: 256, nota 1) conoce el dato, pero señala que el presidente, Antonio González, se incorporó
en 1570; ¡como si eso importase para el normal funcionamiento!
4
Lo recogí en el estudio de mi edición: Serés 2011:1222-1224.
42
antigua, etc.) y realia, el estado de la lengua, etc., etc. (abajo lo amplío). E incluso el
derecho, porque toda crónica es, en principio, un documento legal, de ahí la gravedad de
privada.5 Pero es que tampoco tiene en cuenta algunas obras de referencia de su campo de
estudio, como los documentos que aportan Wagner, o el metódico Boyd-Bowman, en cuyo
estudio figura Bernal y cincuenta y seis mil pobladores más de la América hispana, 6 o el
libro de Grunberg.7 Ni siquiera tiene en cuenta las tres grandes ediciones: la de Ramírez
del eximio profesor de Colonia, José Antonio Barbón Rodríguez (2005), monumental y
la principal legislación de Indias y pone al pie las variantes. Otra estupenda edición la llevó
a término el citado Ángel Delgado (2009), en colaboración póstuma con su maestro, Luis
A. Arocena; la mía (2011) es anotada y lleva un aparato crítico completo; la de Gil (2012),
una excelente introducción. He visto todas las citadas, así como la fundamental de Genaro
5
“Hay otra cuestión de fondo: España y muy especialmente el mundo de los conquistadores era una sociedad
en litigio continuo, con continuas demandas, probanzas y reclamaciones de todo tipo a la Corona. Se
tomaban muy en serio las cuestiones legales, que de hecho eran los que les iban a proporcionar las
encomiendas y favores reales a los conquistadores y a sus descendencia (Bernal de hecho escribe, según
confiesa, para sus hijos, para que se beneficien del legado de su padre en los servicios a la Corona, España y
la cristiandad). Hacer pasar por ajena la obra propia, suplantando la personalidad legal, era un delito muy
grave que Cortés jamás habría imaginado, y menos aún para suplantar a un modesto y humilde soldado en
Guatemala”
6
Boyd-Bowman 1985 documenta la primera aparición de Bernal en una entrada de la sección de
Contratación, en el Archivo de Indias de Sevilla, donde se asienta que nació en 1492 y que fue al Nuevo
Mundo, sobre todo al Darién, con Pedrarias Dávila en 1514, es decir, cuando tenía veintidós años.
7
Thomas 2013 señala que Duverger obvia “algunos de los intercambios más interesantes del segundo
volumen de Martínez 1990. Por ejemplo, hubo una serie de testimonios fechados a principios de 1520 en los
que varios seguidores de Cortés recuerdan con sutileza la reacción de Moctezuma a la exigencia de su
vasallaje. Eran Juan de Cáceres, Alonso de Serna, Francisco de Flores, Andrés de Tapia, Juan Jaramillo,
Alonso de Navarrete y Juan López de Jimena. Publiqué algunos de esos invaluables recuentos –que reflejan
pruebas de la residencia de Cortés, cuestión 98, en AGI, Justicia, Legajo 224– en La conquista de México”.
43
García (1904-1905), previa a la restauración del manuscrito (Barrow 1952) y que permite
Duverger afirma que Bernal firmó el original en 1568 a una edad muy avanzada, pero omite
que las diversas fases de la redacción habrían empezado quince años antes. Eso explica los
diversos tipos de letras y que sólo unas páginas sean autógrafas; lo que ha escandalizado
tanto a Duverger (2013a:116), que lo trae como prueba de que es un apócrifo. Quisiera
señalar las diversas fases para demostrar cómo aquella redacción fue variando en función
de diversos condicionantes.
es una carta autógrafa al Emperador (de 22 de febrero de 1552) en que le informa que el
ni los indios que se le debían como contrapartida de sus trabajos, del capital invertido y de
los servicios prestados.8 Además del farragoso y formular léxico burocrático, y una defensa
Sepa Vuestra Majestad que si el mismo mando le hobiese dado diciendo: “mirá que todo lo
bueno que vacare y hobiere en estas provincias, todo lo deis a vuestros parientes”, no lo ha
hecho menos. […] E aún no ha complido con todos, que aún están agora aguardando que les
den a dos sus primos e un sobrino e un nieto. ¡Y no sabemos cuándo vendrá otra barcada de
Cerratos a que les den indios! […] ¡Oh sacra Majestad!, ¡qué justos e buenos son los
8
Editada en Cartas de Indias, pp. 45-47; también la trae Barbón 2005,II:1037-1040.
44
mandos reales que envía a mandar a esta provincia e cómo acá los forjan e hacen lo que
quieren!
No surtiría el efecto deseado, pues al año siguiente le vemos enfrascado en lo que con el
tiempo será la presente crónica y que, en principio, fue un “memorial de guerras”, que en
ningún caso confundimos con “la monumental Historia verdadera”, como señala Duverger
(2013a:67). Testigo de dicha redacción fue el oidor Zorita (véase, abajo, “Testigos de
afirma de Bernal: “Pasadas muchas cosas que este testigo tiene escritas en un memorial de
guerras, como persona que a todo ello estuvo presente”. 9 De dichas palabras parece
desprenderse que el memorial ya está concluido, aunque hay que esperar —según parece
indicar el propio Bernal en el capítulo CCX— al año 1568 para dar por finalizado el
traslado. Antes, del año 1558, tenemos constancia de dos cartas autógrafas más, dirigidas,
la que en su día enviara al Emperador, pero dando noticia de su origen y condición de viejo
conquistador. 11 Aun nos ha llegado otra carta más, la cuarta, dirigida a Felipe II, en 1567,
Al mismo tiempo que las cartas, Bernal está pergeñando aquel “memorial de guerras”, que
9
AGI, Probanza de 1563, f. 107r: Patronato 86, núm. 6, r. 1. cf. Barbón 2005:II,815-1064, que trae todos los
documentos de Bernal y su familia. Ramírez Cabañas 1939/1950:II, 433 transcribe el documento.
10
AGI, documentos escogidos. Leg. 1 doc. 55; también puede leerse en Explicación de documentos para la
historia de España, LXX (1879), pp. 595-598; complétese con Barbón 2005:II,28.
11
Archivo Histórico Nacional, Cartas de Indias, 154; también en Cartas de Indias, p. 45.
12
En Ramírez Cabañas 1939/50: II, 441.
45
(aproximadamente, hasta el XVII), que debieron de sufrir pocas modificaciones respecto de
aquella redacción. Se planteará ser un cronista aficionado cuando lea a Francisco López de
Campo, 1553, 1554, 1555), escrita para glorificar a Cortés, apenas habla del resto de
XVIII. Bernal vuelve a leer y “a mirar muy bien” la crónica de Gómara, porque tendrá en
evidente que, para alcanzar una parte o todos sus propósitos (legales, morales y
otro gran foco de atención para nuestro cronista serán los amigos tlaxcaltecas, Moctezuma
y los mexicanos. Bernal alargará su crónica casi otros cincuenta prolijos capítulos, y
básicamente la centrará, a partir de este momento, en los avatares legales en torno al reparto
del botín, extensión de la conquista (hasta la fundación de Mérida, en 1542), relaciones con
España y con los frailes evangelizadores, etc. A ello le mueve no sólo el despecho del que
se siente postergado, sino también la emoción de revivir los hechos que dieron sentido a su
vida.
46
El testimonio base de la edición
texto base de mi edición,13 que constaba en un principio de 299 folios (29’50 x 43 cm) y en
los cuales (antiguo folio 299) aparece la firma de Bernal Díaz.14 La primera noticia que
permite datar aproximadamente la redacción del G nos la ofrece el citado Alonso de Zorita,
en cuya lista de autores “que han escrito historias de Indias o tratado algo dellas” cita a
Bernal. Habida cuenta de que Zorita ocupó el cargo de oidor en Guatemala entre 1553 y
1557, hemos de suponer que nuestro cronista estaba redactando el citado “memorial” en
estas fechas o un poco antes. La segunda fecha de referencia del memorial es la también
citada del 9 de julio de 1563. Ya había concluido el “memorial” y decide citarlo; no así seis
ofrece otra fecha en el capítulo CCX de su Historia: nos dice allí que en 1568 está
“trasladando esta relación”, o sea, que estaba redactando el original autógrafo de acuerdo
folios: desde el 289r hasta el 296r: son los caps. CCXIII-CCXIV, que no figuran en la
13
En otros dos testimonios se podía leer la obra de Bernal Díaz: el utilizado por fray Alonso Remón para la
edición princeps de Madrid, 1632, M, y la copia, póstuma, de G que hizo Francisco Díaz del Castillo, hijo de
nuestro cronista, habitualmente designado ms. Alegría, A, cuya subrepticia aparición considera muy oscura
Duverger 2013a:36..
14
Véase Barrow 1952:14.
15
AGI, I, probanza de 1557, fols. 52-58.
16
Véase simplemente García-Gallo 1972:123-286, o Pupo-Walker 1992:84-90.
47
edición impresa (M), por haber sido remitido anteriormente (véase abajo), y sí, claro, en G.
Los destina a narrar los últimos acontecimientos de la Nueva España, desde Nicaragua a
habido”. Aquella copia es la que presta a los “dos licenciados” citados en el capítulo CCXII
y la que vio el padre Vázquez en 1714, quien desconocía que la copia enviada a Madrid era
igual que la que él manejaba, pero al ver que esta estaba tan plagada de enmiendas, creyó
que era el borrador de aquella.17 Hasta el siglo XX no se imprimió una edición a partir de
El envío a España
A despecho de lo dicho arriba sobre un posible envío previo, el primer envío documentado
de la crónica bernaldiana fue en 1575, según consta por carta que dirigió al rey el
licenciado Pedro de Villalobos, presidente de la Audiencia ya reinstalada en Guatemala,
cuando remite por encargo de la viuda de Bernal, Teresa Becerra, un apógrafo de este
manuscrito al Consejo de Indias, donde se asienta que remite una Historia de la Nueva
España que nos dio un conquistador de aquella tierra.19 La correspondiente minuta en que
se hace un resumen de la carta de Villalobos dice a su vez:
17
Asegura fray Francisco Vázquez: 1937:I, 23, que “hube a las manos, por todo el tiempo que hube menester,
el original del muy noble caballero y escritor ingenuo Bernal Díaz del Castillo, de donde se sacó el traslado,
que se remitió a España y se imprimió después ... que ya era muerto el autor”.
18
Ya lo observó inteligentemente Barbón 1985:2-4, que trae algunos ejemplos significativos; Flores 2003
abunda en los silencios del medinense.
19
El comunicado de Villalobos lleva fecha de 15 de marzo de 1575 (cf. AGI, “Guatemala”); el poder otorgado
por Teresa Becerra se halla en el Archivo General de Centro América, Guatemala (AGCA), A1 20 424 9 189.
El acuse de recibo de la Corte está fechado en Aranjuez, a 25 de mayo de 1576; no lo he podido ver, pero sí
Sáenz de Santamaría 1984:XX, quien, además, aduce los testimonios de Rodríguez Cabrillo y Diego Muñoz
Camargo (ibidem).
48
un conquistador de los primeros de la Nueva España le dio una historia que envía y la
tienen por verdadera como testigo de vista, y las demás son por relaciones (Archivo General
de Centroamérica, Guatemala 10. R. 2 nº 22 a)
con el consiguiente acuse de recibo.20
También contamos con un poder otorgado por Teresa Becerra, viuda de Bernal, para
reclamar la copia enviada a España, fechado en 1586; abajo transcribo algún fragmento.
Con todo, aún tendrían que pasar cuarenta y ocho años después de su muerte (3-II-1584)
para que saliese a la luz en Madrid (1632) la primera edición de su crónica. Y no salió por
sus méritos en la armas o en las letras, sino porque un compañero de orden de fray
Bartolomé de Olmedo, que acompañó a Bernal y a Cortés, el también mercedario fray
Alonso Remón, quiso inmortalizarle y, con él, a los escasos mercedarios (en comparación
con los franciscanos, dominicos y, posteriormente, jesuitas) que participaron en la conquista
y evangelización de América.
Testigos de la crónica de Bernal
Bernal Díaz del Castillo, vecino de Guatemala, donde tiene un buen repartimiento y fue
conquistador en aquella tierra y en Nueva España y en Guacacinalco, me dijo, estando yo
por oidor en la Real Audiencia de los Confines, que reside en la ciudad de Santiago de
20
la Historia de la Nueva España que nos enviastes y decís que os dio un conquistador de aquella tierra se ha
recibido y se verá en el nuestro Consejo de Indias. De Aranjuez, a XXI de mayo de mil e quinientos y setenta
y seis años. Yo el Rey. Por mandado de Su Majestad, Antonio de Eraso.
21
De muchos de estos testimonios se hace eco don Miguel León-Portilla 2013 al señalar que Duverger
“contradice también lo expresado por dos bien conocidos autores del mismo siglo XVI”; tiene la gentileza de
citarme y se lo agradezco.
49
Guatimala, que escribía la historia de aquella tierra y me mostró parte de lo que tenía
escrito; no sé si la acabó ni si ha salido a luz.22
Como he señalado, también menciona a Bernal el cronista Diego Muñoz Camargo en su
Malinche. Lo recuerda Duverger (2013a:31), pero para apostillar en seguida que “resulta
verosímil que haya tenido conocimiento del manuscrito de Bernal en España, donde residió
Bernal dormía el sueño de los justos en algún anaquel, hasta que lo editó el padre Remón en
1632, pero para dar notoriedad a un compañero mercedario, el padre Olmedo, que
acompañó a Cortés, no para realzar la figura del soldado raso Bernal Díaz. Como también
se encarga de confirmar Duverger (2013a:31), “fue con Herrera como Díaz del Castillo
salió de la sombra”, de modo que mal pudo leerlo Muñoz Camargo. En efecto, Antonio de
Herrera y Tordesillas asume el puesto cronista en1596 y acomete la labor de redactar una
historia general compilando crónicas particulares. Cita y nombra varias veces a Bernal
Díaz; en primer lugar para señalar que fue en el primer viaje, con Hernández de Córdoba,
22
“Catálogo de los autores que han escrito historias de Indias o tratado algo dellas”, p. 112. Ya lo traía
Iglesia 1935:142 y, entre muchos otros, el propio Duverger 2013b:31.
23
Bernal Díaz, natural de Medina del Campo, que se halló en esta jornada y en las otras que se hicieron
después (Historia general de los hechos de los castellanos, II, 18, p. 64)
24
Baste ver Bosch García 1945:145-202, donde trae cómo Bernal es una fuente casi indispensable para
Herrera.
50
El cuarto gran testimonio, el franciscano Juan de Torquemada, en su Monarquía indiana
cita tres veces al de Medina. 25 Difícilmente pudo haberlo visto, porque en el prólogo
general afirma que “no he salido de esta provincia del Santo Evangelio”. Bartolomé
Leonardo de Argensola, cronista eventual, tuvo en cuenta a Bernal para su Primera parte
de los anales de Aragón, donde le cita varias veces, tomando pasajes completos de su obra
y muchas referencias concretas. Pero ni que decir tiene que el testimonio más completo es
el del editor Alonso Remón, como hemos visto arriba. No puedo dejar de citar a don
Antonio Solís, que sucedió a Ovando en el cargo de cronista oficial, que publicó una
limpio”
un traslado en limpio que se sacó, por el que se envió a España para la primera impresión,
para remitir duplicado, que, no habiendo ido, conservan los hijos de doña María del
Castillo, mis deudos, autorizado por la firma del doctor don Ambrosio del Castillo, su nieto,
deán que fue de esta santa iglesia catedral primitiva de Goathemala (Recordación Florida,
I, p. 87).26
25
Señalando que “yo vi y conocí en la Ciudad de Guatemala al dicho Bernar Díaz ya en su última vejez, y era
hombre de todo crédito”. (Monarquía indiana, I, iv, 4, p. 351)
26
Tras varias desconcertantes pruebas “ex contrario” sobre la lectura de Jovio e Illescas (de los que Bernal
sólo afirma la existencia, no que los leyese), Duverger (2013a:93) ironiza sobre el particular: “dice [Fuentes y
Guzmán] que la edición de Díaz del Castillo preparada por Remón y fechada en 1632 llegó a Guatemala en
1675. ¡Habrá llevado 43 años para que la Historia verdadera impresa atraviese el Atlántico!”
51
El traslado sería el testimonio A, o sea, el apógrafo que se anuncia al final de G, que se
Pero todo esto no le sirve a Duveger; tiene una intuición y quiere demostrarla como sea:
“cómplice de ese escamoteo” (Ibidem, p. 34) de la copia del manuscrito enviada a España,
se refiere.27
Muy poderoso señor: Pedro del Castillo Becerra, vuestro contador y oficial de vuestra real
hacienda destas provincias, digo que en el oficio de García de Escobar, vuestro escribano de
cámara desta Real Audiencia, están las informaciones públicas y otros recaudos,
certificaciones y testimonios de los méritos y servicios de Bernal Díaz del Castillo, mi
padre, y del capitán Bartolomé Becerra, mi abuelo materno, y de Francisco del Valle
Marroquín, abuelo paterno de doña Jacoba Ruiz del Corral, mi mujer. (fol. 1r) […] En
cumplimiento de lo cual, yo, García de Escobar, escribano de cámara más antiguo de la
dicha Real Audiencia e mayor de la gobernación en su distrito, hice sacar un tanto de las
probanzas públicas que en el dicho pedimiento se hace minción del dicho Bernal Díaz del
27
Un buen resumen en Delgado 2009 y Leonetti 2011, 45-114, que coinciden en casi todo conmigo: Serés
1991 y 2011.
28
A despecho de lo que pueda aportar Martínez Martínez 2013, “hasta la fecha la primera referencia con la
que contamos sobre Bernal es de 1519… Su nombre y elegante rúbrica figuran en la petición que la
comunidad, a través de su procurador, presentó en el cabildo de la Villa Rica el 20 de junio de 1519 (así lo
documentamos en Veracruz 1519. Los hombres de Cortés, de próxima aparición) Para tranquilidad de
Duverger estamos ante un documento original”. También lo cita Martínez Baracs 2013, señalando “que
incluye su firma, publicada en 2005 en la revista Historias”.
29
AGI, Pa. 55, nº 6, R. 2: “Méritos y servicios de Bernal Díaz” que contiene además una carta del mismo
Hernán Cortés recomendando sus méritos, del 7 de febrero de ese año (folio 12) (fols. 1r-31r). AGI, Pa. 86,
nº 3, r. 3 [1613] Información secreta de los méritos del contador Pedro del Castillo. Puede verse entera en
Barbón 2005, II: 859-874.
52
Castillo y Bartolomé Becerra, y otro recaudos, certificaciones y testimonios, que su tenor
dello es como se sigue”; puede leerse completa en Barbón 2005,II: 815-856).
Cédula Real dirigida a don Pedro de Alvarado. Adelantado don Pedro de Alvarado, nuestro
gobernador de la provincia de Guatemala… Por parte de Bernal Díaz, vecino de la villa del
Espíritu Sancto, me ha sido fecha relación que él es uno de los primeros conquistadores de
la Nueva España… (fol 1v.)
En la villa de Madrid, a quince días del mes de abril de mil e quinientos e cuarenta años,
vistas estas peticiones y escripturas por los señores del Consejo de Indias de Su Majestad,
dijeron que dabían mandar y mandaron que se dé su cédula de Su Majestad para el virrey de
la Nueva España que se informe de la calidad e cantidad de los pueblos que al dicho Bernal
Díaz le fueron dados e tuvo e poseyó e le fueron quitados…” (fol. 2v)
AGI, Pa. 85, nº 1, r. 1 [1608] Información de los méritos y servicios de Bernal Díaz del
Castillo, uno de los primeros conquistadores de Nueva España, quien escribió la historia de
dicha conquista.30
Más adelante figura el testimonio de Francisco Hernández de Illescas, vecino de Santiago
de Guatemala:
De la segunda pregunta dijo que este testigo sabe que el dicho Bernal (fol 6r) Díaz del
Castillo, padre del dicho Francisco Díaz del Castillo, fue uno de los primeros
conquistadores y descubridores de la Nueva España, porque este testigo oyó decir, habrá
más tiempo de sesenta años que fue recién conquistada esta tierra […] que el dicho Bernal
Díaz del Castillo había sido uno de los primeros conquistadores de la dicha Nueva España y
que la había entrado a conquistar con el marqués del Valle, Hernando Cortés [… ] y que,
después de conquistada y pacificada la dicha Nueva España, el dicho Bernal Díaz del
Castillo fue con los demás conquistadores a conquistar la costa de Tutepeque y
Guazacualco hasta que la dejaron pacífica y ganada en nombre de Su Majestad (fols. 5v-6r)
En el fol. 31v empieza la de Francisco Díaz del Castillo. Es una probanza a la que alude
una y otra vez Duverger (2013a:46) para señalar que es “una copia integrada en un
documento de 1579”, aunque luego cante una supuesta palinodia: “podemos pensar que ese
documento encierra un parte de verdad, puesto que contiene varias incongruencias que no
30
Barbón 2005, II:893-924.
31
Lo explica muy bien Townsend: “en 1539 Díaz formalizó una solicitud en la ciudad de México. Quería que
se le reconociera la condición de “primer conquistador”. Juan Jaramillo, uno de los lugartenientes de Cortés,
fue el juez encargado del caso. Esto le hace pensar a Duverger que Díaz no pudo haber sido parte de la
53
Más abajo (p. 67) Duverger se refiere a una probanza de méritos de la hija de Alvarado,
fechada esta vez el 9 de diciembre de 1569, restándole la importancia que en realidad tiene:
32
El dicho Bernal Díaz del Castillo… a la primera pregunta dijo que conoce a la dicha doña
Leonor de Alvarado, […] porque este testigo fue con el dicho marqués al tiempo que fue
a la dicha conquista, y que se halló siempre en ella y que por esto conoce a los en la
pregunta contenidos” (Probanza de los méritos y servicios del adelantado don Pedro de
Alvarado (6-IV-1556) (AGI, Pa. 86, nº 6, R. 1, fols. 102r-108r, fol. 102v, negrita mía)
En otra probanza del mismo documento insiste:
El dicho escribano presentó por testigo a Bernal Díaz del Castillo, vecino y regidor desta
ciudad, […] de lo cual este testigo, como testigo de vista y que se halló en conquista y
descubrimiento de la Nueva España y otras partes, dos veces antes de que el dicho don
Hernando Cortés, tiene escrita una corónica y relación a la cual también se remite.
(Probanza de don Francisco de la Cueva, de los servicios del adelantado don Pedro de
Alvarado, su suegro (fols. 190-224). La declaración de Bernal, de 9-XII-1569, en los fols.
215v-224v, 216r-218v, negrita mía)
Y, más adelante, en el mismo documento:
Y sabe este testigo que el dicho Pedro de Alvarado con su gente fue el primero capitán que
dio vista a México por la calzada de Tacuba con mucho riesgo y perdiendo seis españoles y
quedaron muchos heridos. Lo cual sabe este testigo por lo haber visto y se hallar en
compañía del dicho don Pedro de Alvarado a todo lo que dicho es, y salir de las dichas
batallas y reencuentros herido. Y esto responde a esta pregunta, y se remite a lo que más
largamente tiene escrito en la dicha su corónica y relación. (fols. 219r-v).
El autor francés denuncia la interpretación equivocada de este texto por parte de la crítica,
asegurando que si Bernal dice que tiene una crónica escrita nos comunica simplemente que
conquista, pues de haberlo sido Jaramilllo lo habría sabido. No entiende que a Díaz, un plebeyo sin riquezas o
conexiones, no se le había asignado una encomienda. Se había marchado a Coatzacoalcos y a Chiapas en
busca de una, pero esas regiones seguían sumidas en el caos. Ahora que estaba de vuelta en la ciudad de
México buscando el título de “primer conquistador” y el derecho que le acompañaba para pedir una
encomienda en una zona más deseable, Jaramillo no estaba muy dispuesto de juzgar a su favor pues ya no
quedaban más encomiendas que distribuir. Así que Díaz terminó por irse a Guatemala (Townsend 2013)
32
Duverger “se escandaliza de cómo los historiadores aceptaron con pasividad la falta de datos sobre los
orígenes de Díaz en España. Al parecer no se da cuenta de que es casi imposible rastrear la ascendencia de los
plebeyos en este periodo. […] En los primeros años los españoles pusieron las energías en controlar el centro
de México. En medio del caos muy pocos registros fueron asentados, y aún menos quedaron preservados”
(Townsend 2013).
54
es depositario de un manuscrito, pero “nos vemos obligados a evidenciar, en la base de
francés. Es evidente que si Bernal declara que tiene escrita una “corónica y relación”, esto
quiere decir que lo que posee es un documento escrito por él. Es más, si en esta probanza
Bernal necesita remitir a un escrito que refuerce su testimonio, ¿cuál sería la utilidad de
mencionar una obra en la que, según lo que afirma Duverger, nunca aparece su nombre?”
(Leonetti 2013).
El dicho Bernal Díaz del Castillo fue uno de los primeros conquistadores y descubridores
que vinieron a la Nueva España y provincia de Yucatán en compañía del capitán Francisco
Fernández de Córdoba y después con Joan de Grijalva, y vueltos estos a la isla de Cuba,
volvió tercera vez… con don Hernando Cortés…, y por una corónica que el dicho Bernal
Díaz del Castillo ha escripto y compuesto de la conquista de toda la Nueva España, que se
envió a Su Majestad el rey don Felipe, nuestro señor, la cual este testigo ha visto y leído
(AGI, Pa. 55, nº 6, R. 2, fol. 36 v)
Tampoco este testimonio le sirve al pertinaz antropólogo, porque, “¡y Bernal Díaz del
Teresa Becerra, que en 1586 le otorga un poder a un pariente, Álvaro de Lugo, para que
Reciba y cobre poder de cualesquier personas y doquier que estuviere, una historia y
crónica que el dicho Bernal Díaz del Castillo, mi marido, hizo y ordenó, escrita de mano,
55
del descubrimiento, conquista y pacificación de toda la Nueva España, como conquistador y
persona que se halló a ello presente. […] Y cobrada y recibida, pida y suplique se me haga
merced a mí y a los dichos mis hijos, como sucesores del dicho Bernal Díaz, de la emprenta
de la dicha crónica por el tiempo que Su Majestad fuese servido, en el cual otro ninguno la
pueda imprimir ni vender, y pida otras cualesquier mercedes que Su Majestad sea servido
de nos hacer por el trabajo, costa y ocupación que el dicho Bernal Díaz tuvo en ordenar y
sacar en limpio la dicha historia (Archivo General de Centroamérica, A 1.20, Leg. 424, fols.
31r-v).33
Duverger interpreta abusivamente la literalidad del texto, señalando que “se dice que al
crónica es escrita de mano, y no de su puño y letra. Díaz ordenó la crónica, lo que deja
entender que no la redactó, sino que la recopiló” (2013a:69, cursiva suya). Obvia el
indefinido “hizo”, previo a “ordenó”, que, además, interpreta a su modo, pues una ordinatio
no era una mera recopilación. Yo interpreto que la redactó (“hizo”) y capituló y estructuró
(“ordenó”), seguramente a la vista de las ordinationes de las de Gómara y Las Casas, como
comentar la “sutil” diferencia entre “escrita de mano” y “de su puño y letra”, porque
bastaría indicar que Bernal había perdido mucha vista y dictaba, como se puede ver por los
Aparte los citados más arriba y abajo, se encuentran bastantes cédulas regias en que se cita
33
Luján 1992.
34
Orden a don Pedro de Alvarado de 19 de junio de 1540, Madrid, pidiéndole informa de los pueblos que se
le habían quitado a Bernal Díaz y se le compense con otros “tales y tan buenos” (AGI, Guatemala, 393, libro
II, f. 215v).
Orden al virrey don Antonio de Mendoza de 2 de julio de 1540, Madrid, para que otorgue a Bernal un
corregimiento en la Nueva España cerca de su casa. Se incorpora a la anterior, dirigida al licenciado Cerrato.
Orden a don Antonio de Mendoza de 3 de julio de 1540, Madrid, para que cumpla la precedente en caso de
que la incumpla el gobernador de Guatemala, “de manera que el dicho Bernal Díaz no reciba agravio en la
dilación” (AGI, loc. cit.); también se incorpora a la primera cédula.
56
La cultura de Bernal Díaz
Duverger (2013a:116) señala una y otra vez que Bernal es analfabeto, pues, según sus
cálculos, de “los 550 compañeros de conquista de Cortés, alcanzamos una cifra de entre
cinco y diez personas alfabetizadas… Todo apunta a pensar que Bernal Díaz del Castillo
nunca escribió nada, ya que nunca supo escribir. En todo caso, no lo suficiente como para
componer la Historia verdadera”. La principal base para esta suposición, con todo, son las
esos hombres y la mayoría de ellos podían leer y escribir. Los que eran analfabetos estaban
debidamente identificados como tales”. Además se conservan aquellas cartas firmadas por
Orden al licenciado Cerrato de 1 de diciembre de 1550, Valladolid, para que cumpla la cédula de 1540 (AGI,
Guatemala, 393, libro III, f. 201r).
Licencia para de 24 de enero de 1551, Valladolid, para pasar a Guatemala “tres asnos garañones” (AGI, loc.
cit., fol. 205v)
Orden a la Audiencia de Guatemala de 24 de enero de 1551, Valladolid, para que se favorezca a quien case
con la hija de Bernal Díaz (AGI, loc. cit., fol. 205r)
Orden a la Audiencia de Guatemala de 24 de enero de 1551, Valladolid, para que se provea de corregimientos
a quien se casase con aquella hija de Bernal (AGI, loc. cit., fol. 205r)
Orden a los oficiales de la Casa de Contratación de Sevilla de 24 de enero de 1551, Valladolid, para que no se
cobren derechos de almojarifazgo a Bernal Díaz de “todo lo que llevare a Guatemala” (AGI, loc. cit., fol.
206r)
Recomendación al licenciado Cerrato de 31 de enero de 1551, Valladolid, para que ayude a Bernal Díaz “en
las cosas de nuestro servicio, conforme a la calidad de su persona” (AGI, loc. cit., fol. 206v)
Licencia de 28 de febrero de 1551, Valladolid, para que Bernal Díaz y sus dos criados puedan portar armas
ofensivas y defensivas, siempre que no “ofenderán con ellas a persona alguna” (AGI, loc. cit., fol. 209r)
Recomendación al licenciado Cerrato de 28 de febrero de 1551, Valladolid, de que dé un cargo a Bernal Díaz,
que demostró su experiencia y buen comportamiento cuando le nombró visitador de Guazacualco y Tabasco
el obispo Ramírez de Fuenleal (AGI, loc. cit., fol. 210r)
Licencia de 20 de abril de 115, Cigales, para que pase tres asnos garañones más sin pagar impuestos (AGI,
loc. cit., fol. 215r)
Orden al licenciado Cerrato de 13 de junio de 1551, Augsburgo, donde se recomienda a Bernal Díaz y se
exige el cumplimiento de la cédula de 1540. Se adjuntará a la información de servicios de 1539.
35
“Pero Bernal Díaz era un viejo cuando empezó a escribir, a menudo enfermo y en ocasiones alguien –su
hijo Francisco, por ejemplo– pudo haber firmado por él. Sabemos que lo hizo en al menos una ocasión”
(Thomas 2013); baste ver Sáenz de Santamaría 1959, 1966/82.
57
Bernal Díaz, cuya funcional redacción responde al fin por el que fueron escritas: denunciar
los abusos de algunas autoridades, sin florituras retóricas; lo que no se contradice con que
desde las “soledades selváticas” de Guatemala no hubiese podido leer también las Cartas
fácilmente, porque no es preciso conocer demasiada historia sagrada para saber que José
fue vendido por sus hermanos, ni mucha historia romana para saber que César cruzó el
Rubicón. Asimismo, para conocer la destrucción de Jerusalén por Tito, cuya analogía con la
de México tanto asombra a Duverger (2013a:99), basta saber que no era condición
necesaria haber leído a Flavio Josefo (De bello judaico), sino “una apócrifa La destrucción
de Jerusalén, una obrilla supuestamente escrita en 29 capítulos por Jafel por orden de Jacob
y José de Arimatea. A ella se refiere Bernal Díaz al confesar: ‘yo he leído la destrucción de
Jerusalén” (Gil 2012: LVIII). “Tampoco es necesario haber leído el Libro de las Crónicas
para saber que los nombres de Tarsis, Ofir y Saba resonaban en los oídos de los
conquistadores como sinónimos de riqueza” (Rodilla 2013).36 Por no citar algo tan obvio
que “El hijo de un regidor en Medina del Campo a principios del siglo XVI habría tenido
público general. Bernal Díaz fue también regidor en sus últimos años en Santiago de
36
Que sigue diciendo con razón “¿Acaso no confundió Colón en 1494 Veragua con Ofir, donde se creía que
estaban las minas del rey Salomón? ¿Y por qué no pensar también que Bernal es un atento oidor de las
arengas de Cortés?”. En general, Barbón 1974.
58
Guatemala. No creo que haya habido muchos regidores analfabetos, ni siquiera en América
Central, incluso en el siglo XVI” (Thomas 2013), máxime cuando su padre, el regidor,
refundidor del Amadís. Una obra con la que comparte también algunos rasgos estilísticos.
No olvidemos, en fin, que muchos dicta y facta de la Antigüedad grecolatina son moneda
corriente.37
Bernal “cite al emperador Augusto, al que llama Octaviano, cita a Pompeyo en tres
ocasiones, a Escipión en dos. Evoca a Aníbal, a los cartagineses”. Bernal los cita juntos:
Hágole saber que otro más venturoso hombre en el mundo no habido que Cortés, y tiene
tales capitanes y soldados que se podían nombrar tan en ventura cada uno, en lo que tuvo
entre manos, como Taviano; y en el vencer, como Julio César; y en el trabajar y ser en las
batallas, más que Anibal. (cap. CLXII, P. 741)
En ventura, Octaviano;
Julio César, en vencer
y batallar;
en la virtud, Africano;
Anibal, en el saber
y trabajar.38
(Coplas a la muerte de su padre, XXVII, vv. 313-318)
37
“No necesitamos imaginarnos a Bernal sacando de su mochila ‘los Comentarios de Julio César o las Vidas
paralelas de Plutarco para leerlos a la luz de una veladora’ (p. 107), porque su pretendida erudición no es tal,
no tiene por qué conocer esas obras, los pasajes citados por Duverger son ecos de la divulgación, son tópicos,
son perlas de sabiduría popular, en resumen, una cultura libresca” (Rodilla 2013)
38
Me alegro de haber encontrado la misma fuente (ya la señalaba en mi edición, loc. cit.) que el admirado
Juan Gil (2012:LIX).
59
Y ya no entraré a discutir que Duverger (2013a:101) considere con retranca que la grafía
‘Alexandre’ presupone que ha tenido conocimiento de ese cantar de gesta francés! ¡Qué
sorpresa el ver a nuestro guatemalteco apasionado por la cultura francesa!”), cuando desde
macedonio. A renglón seguido insiste en que “después de la Noche Triste, pone en efecto
en boca de Cortés la siguiente exclamación: ‘Denos Dios ventura en armas, como al paladín
así Duverger (2013a:105), pues señala un escena de la Noche triste: un soldado “bachiller”
cita ante Cortés los primeros versos de un romance: “Mira Nero de Tarpeya / a Roma cómo
se ardía...”; lo trae a colación para “dudar que sea común para todos” y, así, denunciar la
sueltos, en romanceros generales o particulares, en piezas teatrales, etc. 40) por todas las
capas sociales y estamentos culturales; a pesar de todo, afirma rotundamente que “estamos
muy lejos de la cultura popular”. Al revés de lo que dice Duverger, estamos en plena
39
“Y Bernal tampoco necesitaba conocer la Chanson de Roland por haber dicho que Cortés exclamó en la
Noche triste “Denos Dios ventura en armas, como al paladín Roldán”, porque pertenece a un romance
carolingio muy divulgado y que conocían los conquistadores” (Rodilla). Para todas estas referencias literarias,
véase simplemente Menéndez Pidal 1940; también pueden verse Simmons 1976, Valenciano 1992, H.
Thomas 1994:209-210, o Chicote 2003; en general, Aurelio González 2003.
40
Me sumo a las palabras de Blanco 2013: “me limitaré a citar a dos estudiosos que comentan, en sus
ediciones del Quijote, los versos de ese poema ‘neroniano’: para Martín de Riquer, es ‘un muy conocido
romance’ (anotación del capítulo 44 de la segunda parte del Quijote)”
60
cultura popular. Cuando, por otra parte, cita las palabras de Bernal: “dijeron algunos
soldados de los que fueron en su compañía que quiso remedar a Ulises” (Duverger
2013a:102), para desmentir que haya leído a Homero, es fácil argumentar que no precisaba
haber leído la Odisea para conocer las aventuras de Ulises, porque sumas de historia
troyana y romances de Ulises y Penélope los había de sobra. Análogamente, para referirse,
Creta, “y de tantos patios como suelen decir el laberinto de Creta” (cap. CLXII; Duverger,
moneda corriente; como él mismo dice: “según dicen y se cuentan de sus historias”.41 Por
Queda aún pendiente otro asunto no menor: el de la impresión, llegada y circulación del
libro por la Nueva España.42 Porque a pesar de lo indicado por Duverger, la crónica de
López de Gómara sí pudo haber llegado a manos de Bernal, como llegaban como “libros de
41
“Se trata de historias orales de gran divulgación, no de ‘pepitas de erudición’, como dice Duverger, que
tendría que poseer nuestro autor” (Rodilla 2013).
42
Además de los clásicos trabajos de Torre Revello 1940, Friede 1959, Millares Carlo 1970 y Fernández del
Castillo 1982, véanse también Castañeda 2001, Lafaye 2002 o Rueda 2005.
61
Lo mismo cabe decir de la obra de las Cartas de relación de Cortés, a cuya prohibición
tanta importancia da Duverger.43 Nadie a estas alturas duda de que las cartas de Cortés o la
binarismo… junta dos sinónimos o dos palabras con sentido complementario para evocar
una sola idea”. El problema es que, como Duverger no está familiarizado con los recursos
retóricos, no reconoce las variantes de interpretatio, 45 que desde finales del siglo XV
dominan la prosa castellana. Estos recursos, otros afines y demás técnicas cercanas (como
del siglo XV, la caballeresca, y algunos romanceamientos, especialmente los de los clásicos
grecolatinos, “le tre corone” italianas y algunos ─pocos más─ textos afines.
lengua española una forma de expresión ampliamente utilizada ¡en náhuatl! En la lengua
43
“Es cierto que en 1527 se prohibió la impresión de las Cartas de relación y se recogieron los ejemplares
que circulaban. Ello se debió a las protestas de Pánfilo de Narváez, que consideraba que lo difamaba. Pero
nada se dice en aquella real cédula que la medida afectase a futuros escritos. Si no había prohibición, no
necesitaba ninguna máscara para escribir. Por otro lado, si hubiese tenido dificultad para publicar en España,
podía hacerlo en el extranjero. Gómara, a quien las pruebas documentales no otorgan la condición de capellán
de Cortés, lo consiguió a pesar de que sobre su obra pesaba una prohibición expresa” (Martínez Martínez
2013)
44
Baste ver el ya clásico libro de Torres Revello 1940: X, XXIII.
45
Véase, en general, Lausberg 1983: 406, 649-656, 667 y 751;..
62
azteca, digamos que en la lengua refinada que se hablaba en la élite, el recurso del
binarismo era una ardiente obligación”. Y si así fuese, bien lo hubiera podido asimilar
Bernal, que estuvo mucho más tiempo que Cortés entre los hablantes del náhuatl.46 No se
entiende, entonces, que se pregunte, refiriéndose a Cortés: “¿Quién más que él hubiera
podido prestarse a esa fusión cultural?” (2013a:183) La respuesta es sencilla: Bernal Díaz.
que hace más inverosímil la segunda parte del libro. Porque el estilo es “bernaldiano”, o
sea, su manera de narrar está más cerca de la lengua hablada que de la culta o cortesana,
aunque tome de ésta (a través de los citados libros de caballería o las crónicas particulares)
aquellos recursos.
Por otra parte, la premisa mayor anula las menores, pues si hemos de creer que si Cortés,
para hacerlo pasar por el de un soldado, para que nadie pudiese atribuírselo, ¿por qué,
según él, lo redacta tan culto y cortesano que los lectores posteriores (especialmente
darle una apariencia tosca e iletrada, propia de un soldado raso, debería haberlo redactado
groseramente, con coloquialismos ad nauseam, etc. Hay errores, sí, al igual que otras
46
Porque, además, Duverger “Quiere fundamentar su idea del mestizaje basándose en una fusión cultural
entre el español y el náhuatl…, cree que en cada página de la Historia verdadera se expresa el amor de Cortés
por México… En su opinión, Cortés, después de la Conquista, consideraba a los mexicas como sus socios o
aliados, nunca como sus enemigos. Siempre admiró el valor de los guerreros indígenas… Todas las mujeres
indígenas que coloca con sus capitanes le parecen hermosas. Duverger considera que Cortés soñaba con un
‘país mestizo, inventado’ (por el mismo Cortés). Sin embargo, me parece del todo improbable que Cortés
estuviera interesado en las detalladas, a menudo minúsculas, historias vitales de sus compañeros que
encontramos en los capítulos CCV y CCVI” (Thomas 2013).
63
anomalías, que no deberían poder darse en un texto escrito por una persona culta, que no
datos de Cortés y de otras crónicas, Gómara redactará la suya como cronista profesional;
Cortés, la suya. La única persona que sabía lo que estaba pasando era un primo de Cortés,
que eventualmente era su abogado: fray Diego Altamirano, con una reducida corte de
Sevilla, Cortés le fue a la zaga, acompañado por fray Diego de Altamirano. Más adelante,
porque “¡sin esa publicación [la apologética crónica de Gómara], la argumentación estrella
redactar la “suya” Cortés, en Valladolid y entre 1545 y 1547, la hará contrastar vivamente
con aquélla, como si fuera de un viejo conquistador resentido contra su otrora capitán.47
Tanta es la habilidad, que “el autor de la Historia verdadera [o sea, Cortés] dosifica a la
47
Con absoluta delectación, Cortés le dictará a su cronista patentado el contenido de los capítulos de su
epopeya, sabiendo que algunas horas más tarde hará que hable su conquistador anónimo con todo el ímpetu
de rebelde que se puede manifestar frente a alguien que nunca ha puesto los pies en la Nueva España. El
testigo ocular contra el cronista de gabinete: el binomio es ideal, atractivo, conflictivo a pedir de boca. Cortés
juega de lleno con el efecto de contraste (p. 151).
64
colectiva de la conquista por su tropa” (2013a:161). Incluso apostilla que la redacción es
tan críptica, que ni siquiera Gómara parece conocer la otra redacción: “¡Además, todo lleva
a pensar que Gómara no haya sido informado de las actividades literarias nocturnas del
versión sensitiva hubiera hecho fracasar el plan” (2013a:164). Pero, como bien señala
Delgado,
lo curioso del caso es que en ninguna de las críticas de libro que he leído se menciona que
Bernal no es en modo alguno complaciente con la figura de Cortés, ya que tras decir que era
un gran hombre y un gran jefe le pega puntadas sin parar, algunas de ellas muy graves,
como la ejecución de Cuauhtemoc (“estuvo muy mal hecho”). No tendría sentido que
Cortés tirara tantas piedras sobre su propio tejado y esto desmentiría por sí solo el
argumento central de Duverger.
Para que no quede ningún cabo suelto, la difícil explicación del estilo (ora sencillo, ora
épico, ora culto, ora cercano al náhuatl) es análoga a la rocambolesca del doble viaje del
libro: de Sevilla a México, y de ahí a Guatemala, que no pueden ser probados en absoluto.
La cerró anónima y acabó siendo apócrifa (o sea, atribuida a un tal Bernal Díaz del
Quedan muchas preguntas pendientes: por qué no se publicó la de Gómara hasta 1552, a
pesar de estar concluida hacia 1546, pues “porque Cortés anticipó las diatribas contra su
2013a:201); por qué tardó veinte años Cortés en enviar la suya a América: porque desde
1562 y “sin que conozcamos a los promotores, un escenario alternativo cobra vida: la
restauración del poder cortesiano por medio de sus tres herederos varones” (p. 203). No hay
texto, ni de cómo les llega misteriosamente a los hijos de Cortés, ni de dónde durmió
65
anónima el sueño de los justos veinte años ni de quién la custodió: ¿Cervantes de Salazar?
Señala Duverger (2013a:212) que llegaría a México hacia 1562, pero alguien,
correcciones, que “tienden a establecer que la redacción de la crónica tuvo lugar entre
agosto de 1566 y septiembre de 1567” y, torpemente, los párrafos en los que se habla de la
Grijalva.
Y no contento con semejante peripecia del traslado a América quince años después de ser
redactada, y anónima, resulta que además, fue modificada para parecer más reciente y,
además, luego un “partidario del marqués entró probablemente en contacto con un extraño
personaje que se hace llamar Bernal Díaz del Castillo” (Duverger 2013a:215) al que se la
acaba endosando. No acaba aquí la cosa; falta la aparición estelar de un hijo muy
los contornos del personaje forjado por Cortés pueden cuadrar, si no se mira de muy cerca,
con la figura de su padre. Le parece posible intentar la amalgama. Imaginamos que Bernal
se mostró reticente… Pero finalmente dejará que actúe su hijo y púdicamente cerrará los
ojos ante el sacrilegio, del que con todo cuidado evitará vanagloriarse (Duverger
2013a:216)
A continuación (pp. 216-223) señala las “modificaciones de dos tipos” que introducirá en la
crónica anónima Francisco Díaz del Castillo, que, según él, “oscilan entre lo ingenuo y lo
ridículo” (p. 221), incluso “hay cuatro capítulos que parecen ser llana y sencillamente
66
Pero, además, nada de ello se compadece demasiado con el hecho de que Cortés ya había
escrito, entre otras, cinco extensas cartas de relación al Emperador (entre 1519 y 1526) y
que ya tenía su propia y muy personalista crónica oficial, la que redactó, por encargo del
propio conquistador, y a mayor gloria suya, el citado López de Gómara, a quien tan clara y
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M
72
GÓMARA NO FUE JAMÁS LACAYO DE CORTÉS
Guy Rozat
Instituto Nacional de Antropología e Historia
Los que conozcan el programa de hoy pueden constatar que yo no debería estar exponiendo
en este momento. Si tomé el atrevimiento de reemplazar a la Dra. Nora Edith Jiménez, que
duvergiana, es porque no podrá estar con nosotros y me pidió que la disculpara ante
ustedes. Esa es la razón por la cual les pido disculpar también mi atrevimiento por
hubiera estado cojo sin una reflexión sobre la obra de Gómara a la cual esta colega ha
manera muy importante a ese cronista en la supuesta estrategia de escritura que organizó
1
Una primera versión de esta reflexión fue publicada en un artículo de Graphen, Revista de Historiografía,
Regresar a Gómara, invitación a re-visitar la obra de un Cronista maldito. Grupo de Historiografía de
Xalapa, Xalapa, INAH-Veracruz, 2004.
73
Un cronista con mala reputación
Supongo que la mayoría de ustedes ha oído a sus maestros, leído en revistas, libros y
Una imagen más bien demoledora, llueven las críticas: se acusa al clérigo hispano de que
no pisó nunca tierras americanas, y otra de no menos peso, de haber mojado su pluma en
una tinta mercenaria. Los historiadores en general, fueron aceptando, sin más
averiguaciones, las críticas vengativas del muy “verídico” Bernal, y así generaciones
2
Historia de Indias y Conquista de México, Zaragoza, Agustín Millán, 1552, edición facsimilar del Centro de
Estudios de Historia de México, Condumex, México 1978. Se puede también encontrar en México, Historia
General de las Indias y vida de Hernán Cortés, prólogo de Jorge Gurría Lacroix, Caracas, Talleres de
Italigráfica, 1979 (Biblioteca Ayacucho, 64), e Historia de la Conquista de México, estudios preliminares de
Juan Miralles Ostos, México, Ed. Porrúa 1988. Entre las muchas ediciones de la obra americana de Gómara,
podemos ver cómo cambian los títulos de dicha obra, sólo ponemos aquí la muy llamativa edición: López de
Gómara, Francisco, Hispania Vitrix; Primera y segunda parte de la Historia General de la Indias con todo el
descubrimiento y cosas notables que han acaecido dende que se ganaron hasta el año de 1551 con la conquista
de México y de la Nueva España, en Medina del Campo, por Guillermo de Millis, 1553.
3
Estos prejuicios se han vuelto tan universales, como la veracidad de Bernal, que podemos encontrarlos
reafirmados y caricaturizados en Wikipedia, la enciclopedia libre de Internet versión hispana: “Francisco
López de Gómara (Gómara, Soria, 1511 – Gómara, 1566), fue un eclesiástico e historiador español que
destacó como cronista de la conquista española de México, a pesar de que nunca atravesó el Atlántico.
Aunque tampoco viajó al Nuevo Mundo, escribió muchas obras que se refieren a su conquista. Fue también
un humanista que conoció a Hernán Cortés y se quedó en su casa como capellán, escuchando lo que decían
todos aquellos que pasaban por dicha casa para crear varios libros escritos de oídas y a gusto de su patrono.
Eso explica que el mismo Inca Garcilaso hiciese anotaciones a La Historia General de las Indias de López de
Gómara.” En los enlaces se puede encontrar un facsímil de esa edición del año 1555, anotada por Garcilaso,
salida de las prensas de Zaragoza. Otro enlace apunta también a fragmentos de un facsímil, de la edición de
Martín Nucio, Amberes, 1554. “La concepción caudillista de López de Gómara fue punto de partida para la
visión distinta de Bernal Díaz del Castillo, en su Verdadera Historia”. La versión francesa (traducida por el
autor de este capítulo) es igualmente negativa sobre el cronista: “Francisco López de Gómara es un
historiador español del S. XVI, originario de Sevilla. Después de estudios en la Universidad de Alcalá de
Henares, Francisco López de Gómara consagrado sacerdote entra al servicio de Hernán Cortés. Fue el
capellán y secretario del conquistador en los últimos años de la vida de ese último y se volvió su
historiógrafo oficial. Tuvo así acceso a informaciones de primera mano de parte de numerosos viajeros que
regresaban del Nuevo Mundo como Gonzalo de Tapia o Bernal Díaz del Castillo. Describe por lo tanto con
precisiones la Conquista de América en su más célebre obra, la Historia general de las Indias. El libro se
difundió en los países vecinos y fue traducido en francés y después en Italiano”
74
origen de esa empresa de denigración, como lo hace notar muy bien Duverger, 4 el muy
afamado Las Casas, otra fuente de “verdades” americanas, fue probablemente el primero en
Mi generación, de manera un tanto acrítica, arrullada por la idea simplona de que “la
historia la escriben los vencedores”, no estaba muy bien armada para intentar un nuevo
conquista al del lacayo del bravucón Cortés. Extraño destino el de ese “simple” soldado
Por suerte para nosotros, la negra reputación de ese cronista no asustó a Nora Edith
Jiménez, a quien podemos agradecer haber escrito este libro tan fundamental que se
presenta como un magnífico ejercicio de historiografía sobre ese tan sospechoso cronista
español5.
Así hoy, frente a una obra tan completa y tan compleja sobre el conjunto y la obra y vida de
Gómara nos encontramos en una encrucijada ¿Cómo presentarles decentemente ese texto
en escasos minutos? Solo presentaremos los elementos que pueden ayudar a entender las
“relaciones” entre Cortés y Gómara, aunque podemos concluir más bien, con Nora
Jiménez, en una ausencia de relaciones formales entre los dos hombres6. En esta pequeña
4
Crónica de la eternidad, Op. cit. pág. 76.
5
Nora Edith Jiménez, Francisco López de Gómara. Escribir Historias en tiempo de Carlos V, COLMICH-
INAH, México, 2001.
6 Ausencia confirmada por las investigaciones de María del Carmen Martínez Martínez, quien, por ejemplo,
en Nexos: // www. Nexos .com.mx/?P=leerarticulo&Article=220422 nos dice que “las pruebas documentales
75
intervención debemos advertir que no pretendemos agotar todas las ricas vetas que nos
ofrece su libro pero esperamos, por lo menos, convencerlos de que si hay algún libro de
Cuando Nora Jiménez nos invita a regresar a Gómara, sabe de ante mano que esta
proposición tiene que vencer grandes resistencias, incluso ella no empezó una vindicación
de Gómara por juego o por gusto de la paradoja, como lo confiesa en su introducción. Nora
desconfió durante años también de la fascinación que los textos de ese cronista producían a
veces sobre otros investigadores, como lo confesó en su tiempo el maestro Ramón Iglesias,
y por lo tanto, ella se cuidó de tener cualquier contacto con su obra. Estaba persuadida,
irremediablemente todo sentido crítico por la magia seductora de la simple lectura de los
textos de Gómara7. Así debemos tomar esta invitación de manera realmente seria porque
lo fundamental que fueron las obras de ese cronista para la organización y fijación del
no otorgan la condición de capellán de Cortés”. Ver también en internet su artículo “Fernando López de
Gómara y Hernán Cortés: nuevos testimonios de la relación… en Anuario de Estudios Americanos, 67,1,
Enero-junio, 267-302, Sevilla, España, 2010.
7
Nora E. Jiménez, Op. cit., p.13. “No quería que su lectura condicionara o viciara lo que yo hacía de la
Historia verdadera de la conquista de México, como les había ocurrido a dos antecesores míos en aquel tema,
Joaquín Ramírez Cabañas y Ramón Iglesias, que de la defensa comprometida de Bernal habían pasado a la
preferencia por Gómara.” Ver Joaquín Ramírez Cabañas, Introducción a Francisco López de Gómara,
Historia de la Conquista de México, 2 Vol. México, Porrúa, 1943. Y Ramón, Iglesias, Cronistas e
historiadores de la conquista de México: el ciclo de Hernán Cortés, México, El Colegio de México, 1942. El
autor de estas líneas debe confesar también que durante años fue reacio a entrar a la lectura y estudio de las
obras de Gómara que habían sido tan despectivamente connotadas.
76
De Bernal a Gómara
ofrece el relato de Bernal, que era su objeto de estudio desde su tesis de licenciatura, Nora
Jiménez pudo darse cuenta, conociendo ahora bastante la obra de Bernal, de lo fundamental
que fue la obra del clérigo Gómara, para que pudieran, incluso, existir partes completas de
Esa ambigüedad de la figura del “testigo”, que reconstruye “su testimonio” apoyándose
sobre el texto de alguien que no ha visto, nos dice la autora, no es caso único. Ese mismo
historiógrafo, aunque sea hispano, que intenta pensar y construir un relato, cruzando
fuentes diversas y múltiples testimonios? Es evidente que debemos rechazar este tipo de
falso debate estelar: Bernal contra Gómara; no se trata realmente de “escoger” entre uno y
8
Nora E. Jiménez, Op. cit., p.14 “La ubicación de las hazañas de los conquistadores en el espacio geográfico
que Gómara estableciera, eran rescatadas tan cercanamente por Bernal Díaz, el testigo, hasta el punto de ser
prácticamente el soporte de la “memoria” que tantas veces se le había alabado a este último”.
9
En el siglo XV el imaginario occidental está tan lleno de la presencia de Indias fabulosas que Juan de
Mandeville puede inventarse un viaje a ese país de las maravillas, sin dejar un solo día su biblioteca.
77
otro, sino de no caer en la trampa bernaldina de la inocencia y de la virtud del simple como
fundamento de la verdad10.
la retórica del testigo en el relato histórico desde hace siglos, va, generalmente, con el
hecho de haber visto que funda, desde Herodoto, “la verdad” del testimonio11.
darse cuenta de lo que por desgracia pocos autores hacen, que estas crónicas del siglo XVI
y XVII, no han sido escritas para ser fuentes de “historias nacionales americanas” de los
siglos venideros, sino que toman su sentido verdadero sólo en la reconstrucción difícil del
ambiente cultural y social peninsular de su época12. Algo que no parece haber entendido
El intento de ir más allá del carácter “estrictamente indiano” de la obra de Gómara fue lo
que llevó a la autora a no temer perseguirlo en los archivos europeos y llegar a descubrir en
paraderos desconocidos, manuscritos que se creían perdidos como las “Guerras del Mar”
10
No debemos jamás olvidar que una verdad está casi siempre construida retóricamente, aunque el relato se
autoproclame como el producto de un simple testigo, redactando sólo un genuino testimonio alejado de toda
retórica.
11
Sobre la importancia del testigo como piedra angular del relato histórico, ver por ejemplo François Hartog,
El testigo y el historiador , en Historia y Grafía, No.18, UIA, 2002, pp.39-62.
12
No se trata aquí, nos dice la autora, de un simple error de método fácilmente corregible, sino de algo mucho
más fundamental, considerar estas crónicas como “fuentes de historia nacional o regional” es negar la
relación de comunicación fundamental que la constituye, lo que tiene como resultado tergiversar totalmente
su sentido profundo. Es interesante pensar por qué a pesar de haber sido denunciado este craso error
metodológico desde hace décadas, muchos de los investigadores siguen practicándolo, aunque de manera
vergonzosa. Ese “error” es finalmente uno de los más “fecundos”, porque permite una manipulación
generalizada y sin restricciones ni castigos de esos textos históricos, por los ideólogos de la idea nacional.
78
que editó en España 13 . Lo que nos propone por lo tanto Nora Jiménez, es un giro
autor. Pero este giro no lleva a la autora a despreciar o negar al Gómara indiano, sino que al
del relato general que va a organizarse en el mundo hispano, es decir, de los dos lados del
El gran éxito del texto de Gómara en su tiempo lo hizo constituirse, según Nora Jiménez, en
“una especie de comodín, tantas veces criticado por su inexactitud como imitado de forma
un poco vergonzante porque ninguno de los escritores que lo tomó como base se atrevió a
confesar cuanto había tomado de él”14.
Por lo tanto, creemos que se encuentra perfectamente justificado el nuevo estudio de la
Después de haber ido en busca del Gómara hispano, autor de historias españolas, Nora
Jiménez se siente autorizada a decirnos, sin caer en alabanzas excesivas, que Gómara es
13
López de Gómara, Francisco, Guerras de Mar del Emperador Carlos V [Compendio de lo que trata
Francisco López en el libro que hizo de las guerras del mar de sus tiempos], ed. introd. y notas de Miguel
Ángel de Bunes y Nora Jiménez, Madrid, Sociedad Estatal para la conmemoración de los centenarios de
Felipe II y Carlos V, año 2000.
14
Nora. E. Jiménez, Op. cit. p. 14.
15
Nora. E. Jiménez, Op. cit. p.15. “La investigación que he dedicado a López ha tenido como tarea principal
explicar y documentar la seducción ejercida por la obra de López de Gómara”
79
probablemente “uno de los historiadores más importantes de la época de Carlos V; al
mismo tiempo uno de los más originales y uno de los más completos”16.
Llegar a esta conclusión la obligó a discutir a fondo las acusaciones clásicas en contra de la
obra de Gómara, aunque sean afirmaciones emitidas por personajes muy respetados como
ya lo dijimos: Fray Bartolomé de Las Casas o muy afamados como Bernal Díaz del
Castillo.
En su Historia de las Indias, como lo hace notar Duverger, el dominico, después de haber
intentado desacreditar el texto de Gómara diciendo que no había visto “cosa ninguna, ni
jamás estuvo en las Indias”, afirma que ése sólo “escribió lo que el mismo Cortés le dijo”,
llegando a sostener que fue Cortés el que “dictó lo que había de escribir Gómara” 17 .
mandaremos al buen padre Las Casas a confesarse por haber pecado contra el amor al
soldado–cronista, de que fue leyendo a Gómara cuando se sintió animado por un justo
inexactitudes de Gómara va afirmando que Cortés le había “untado la mano” y es por eso
que el cronista-mercenario no podía decir la verdad, ya que atribuye todos los méritos de la
16
Nora Edith Jiménez, Op. cit. p.15. Insiste en la creatividad, en términos narrativos, de Gómara ya que sus
narraciones, tanto en la Historia de Indias y Conquista de México como en las Guerras de Mar y los Anales,
se volvieron “textos fundantes en la tradición de representaciones sobre los procesos históricos de que se
ocupan, la primera respecto a la empresa americana y las otras dos respecto de la política europea y
mediterránea de Carlos V”.
17
Bartolomé de las Casas, Historia de las Indias, T. II, Lib. III, Cap. CXIV, Madrid, Aguilar, pp. 476 – 477.
80
Conquista a las iniciativas de Cortés, robando así parte de la gloria legítima de los simples
Hasta aquí podemos ver lo polémico que es la tesis defendida y demostrada en este libro:
no es Bernal el que construye una obra en contra de Gómara, sino que es la obra de Gómara
La adopción generalizada de esa condena tuvo el efecto perverso de que los estudiosos no
se interesaran realmente en la compleja vida y las otras obras de Gómara, nublando toda
Es para ir más allá de “una imagen borrosa y aun contradictoria del personaje” que Nora
Jiménez buscó “ensayar vías distintas” para construir una biografía que intentara repensar
lo que se había dado por sentado durante décadas. Una biografía que no sería sólo:
“una acumulación de datos “curiosos” o con mero afán anecdótico, sino una vía para captar
el proceso cultural encarnado en el texto que se estudia: en qué condiciones personales y
sociales se ha producido; sobre qué referencias se elabora; qué tradiciones reproduce, cuáles
transforma, y en ese sentido, cuál es su originalidad y su impacto en la línea de pensamiento
en la cual se inscribe”19.
18
Nora Jiménez nos recuerda que desde la primer biografía esbozada por Enrique de Vedia, de mediados del
siglo XIX hasta los ensayos historiográficos de Ramón Iglesias, si bien poco a poco se fueron esclareciendo
algunos detalles de su vida personal, a mitad del siglo XX (y hasta la fecha) se sigue oponiendo aún la
Crónica de Bernal testigo a un Gómara cortesano, historiador de escritorio pagado por un patrono.
19
Nora E. Jiménez, Op. cit. p. 22. “Al tiempo que pretendo propiciar que la obra de Gómara tenga más
lectores, más interesados y mejor pertrechados con nociones que les permitan comprender con mayor
profundidad los términos en los que está escrita, pretendo también ofrecer un ejemplo de cómo ninguna
lectura de texto puede acceder a la comprensión de su materia separándola del contexto en que fue
producida”.
81
Pensando el génesis de la obra
Tras esa búsqueda de otro Gómara, se escondía también para Nora Jiménez una intención
claramente pedagógica:
“uno de los propósitos que he querido cumplir es mostrar cómo el acto de lectura que
llevamos a cabo los historiadores implica seguir trazos perdidos, ponerse en el centro de
mundos mentales extinguidos, hallar la forma de seguir razonamientos que se rigen por
lógicas (teológicas, cotidianas, espaciales), que vistas desde la nuestra pueden carecer de
sentido. Ir recobrando su coherencia es el reto”20.
Era un reto formidable el de aferrarse a querer re-pensar la obra de un “oscuro clérigo de
Soria”, cuya personalidad había sido, desde hace siglos, el objeto de puros juicios adversos,
“Una vez definidas algunas de las aportaciones de Gómara a la construcción de sus objetos
históricos, la tercera parte examina las posibilidades de difusión de sus escritos, el problema
mismo de la prohibición, algunos elementos sobre la circulación de su única obra impresa, y
la huella de su versión en escritos posteriores. Explora cómo la disponibilidad de su libro
permitía a escritores futuros participar en la discusión del tema indiano a partir de la base
provista por el texto gomariano y di ejemplos de lo que estos escritos discuten, retoman,
copian, etc. Del examen de sus ediciones como libros concretos, que predispusieron a
determinados usos, se pasa a presentar una muestra de los diversos tipos de lectura que la
Historia de Indias y Conquista de México mereció”. 21
Una de las importantes conclusiones a las que llegó esta investigadora después de tan largo
recorrido documental y reflexivo, fue darse cuenta que la manera simple, clásica, de
trabajar las llamadas Crónicas de Indias como obra de un individuo particular, era
20
Nora E. Jiménez, Op. cit., p.22.
21
Ibídem., p. 24.
82
el conjunto de elementos argumentativos contenidos en esa obra y la lógica de sus
combinaciones, sino también, que comparándolas con otras obras del mismo género, se
podía entender la retórica general que las animaba, su modo de composición, el efecto
Es evidente que la agrupación de las crónicas en géneros podría ayudar a los estudiosos
lo tanto de la repetición de los lugares comunes que eran la base de la cultura de la época y
evitar que los estudiosos de esas crónicas cayeran en la trampa de la Verdad de la Historia
descripciones que no son otra cosa que otros tantos exempla, de la misma naturaleza que
los de los sermones de los predicadores, anécdotas, moralejas tradicionales, diálogos, que
se podrían rastrear desde hacía siglos en los textos medievales y que son considerados por
las historiografías nacionales, como tantas anécdotas ocurridas en tal o tal momento y
Una de las cosas que aprendí de este estudio y ya lo había leído en algún ensayo pero no le
había prestado una suficiente atención hasta este momento, es que dicho texto, que se nos
presenta de este lado del Atlántico como una simple versión mercenaria de una verdad
83
1553 el Príncipe Felipe firma en Valladolid un documento contundente, el de la prohibición
del libro de Gómara, y constata que la existencia de “ese documento, es uno de los mayores
quebraderos de cabeza para los estudiosos de Gómara”22. Y más aún porque vuelto rey,
Felipe confirma el 7 de Agosto de 1566 la condena, con una re- expedición de la cédula sin
modificaciones23.
La explicación más antigua de esa prohibición, nos aclara Nora Jiménez, se debe al
“que por más cercana en el tiempo se ha considerado fiel reflejo del criterio contemporáneo
de la prohibición: la obra de Gómara sobre las Indias es historia libre y es mandada a
recoger por cédula antigua del Consejo Real de las Indias; pero en el año de 1729 permitió
que se volviese a imprimir y se está acabando”.
Comentando, Nora Jiménez:
“No tenemos certeza de lo que el término libre quiere decir, pues podría referirse no a la
independencia de juicios en su elaboración como se suele interpretar, sino a que no fue
hecha por un cronista oficialmente nombrado por el Consejo de Indias”.
Nuestra autora reúne así para nosotros muchas opiniones que varían con los intereses y las
22
Nora. E. Jiménez, Op. cit., p. 274. Éstos al preguntarse “a qué causa precisa se debió el interdicto, máxime
cuando fue seguido de una exhaustiva investigación – el 8 de Enero de 1554 – entre doce libreros de la
Ciudad de Sevilla, con el fin de averiguar si tenían ejemplares de la obra, a quiénes los habían vendido, de
quiénes los habían comprado. En esta investigación se les requirieron los tomos que tenían en su poder, se
advirtió a los libreros de la cédula, y tres veces se pregonó la orden en los lugares más concurridos de la
localidad: una ocasión en la plaza de San Francisco y dos en las gradas de la catedral”.
23
Nora E. Jiménez, Op. cit., p. 277. “El libro no será reimpreso hasta 1729 cuando Andrés Gonzáles Barcia
logra la autorización de incluirlo entre sus Historiadores primitivos de Indias.”
24
Nora E. Jiménez, Op. cit. p. 293.
84
“barajó varias teorías, algunas más acertadas que otras: por un lado, elucubró que los
comentarios “atrevidos” hechos por Gómara acerca de la madre de Cortés y del propio
conquistador, pudieron haber suscitado una reacción dentro de la familia del Marqués que
busco su proscripción. Por otro lado, habiendo revisado buena parte de las ediciones
antiguas, propuso como causa que la edición de la Historia de Indias había violado las leyes
sobre la publicación de libros en España”.
Y Ramón Iglesias atribuirá la prohibición a “la libertad de juicio de Gómara, su
parecían desacertadas”25.
Marcel Bataillon, en su artículo Hernán Cortés, autor prohibido, imagina, nos dice la
autora, razones más verosímiles, constatando que la prohibición tenía más bien por objeto
contra un autor, sino únicamente contra las historias escritas acerca del Conquistador.
Haciendo notar:
“El dato hasta ahora desatendido no es mera anécdota. Ilustra una tensión permanente entre
la corona y los descubridores o conquistadores considerados como posibles pretendientes a
virreinatos hereditarios, apoyados en un separatismo criollo”26.
25
La idea de que fue el aspecto crítico de la política imperial, la causa de la prohibición, también la maneja
Robert E. Lewis que considera que Gómara, poniéndose del lado de los encomenderos americanos, se oponía
a la política del emperador, cuyas líneas directoras provenían de la adopción de la posición lascasiana.
Opinión que fue también la de Jorge Gurría Lacroix que declarará que Felipe II influido por Las Casas
expidiera en la propia Valladolid una cédula real por medio de la cual se prohibía la impresión y venta de la
Historia General… Nora E. Jiménez, op cit., p. 295.
26
Nora Jiménez apoya su conclusión informándonos que “en sus cursos en el College de France, Bataillon
hace notar que el libro no figuró nunca en los índices inquisitoriales, lo que mostraba que la prohibición había
sido de índole política.” Op. cit., p 196. Ver también: Marcel, Bataillon, “Hernán Cortés, autor prohibido”, en
El libro jubilar de Alfonso Reyes, México UNAM, 1956 y del mismo, Erasmo y España. Estudios sobre la
historia espiritual del siglo XVI, Trad. Antonio Alatorre, México, F.C.E. 1982.
85
Bataillon tampoco se creyó la afirmación de Lewis Hanke de que fue las Casas el que
había conseguido hacer prohibir la obra de Gómara, como había logrado obstaculizar a la
de Oviedo, Bataillon siempre dudó de que las Casas tuviese tanta influencia en la corte. El
debate que se dio entre esos dos eminentes lascasófilos debe ayudarnos a pensar el lugar y
la naturaleza real de esas polémicas intra-españolas. Ese supuesto triunfo de Las Casas no
debe hacernos olvidar, como nos lo recuerda la autora, que Las Casas mismo “fue víctima
de una prohibición irrevocable por su Confesionario” que fue juzgado “peligroso para la
paz de Indias”. Tampoco las Casas podía promover una búsqueda de libros en las tiendas de
los libreros españoles, porque existía el muy serio “riesgo de que se descubrieran también
“Para nosotros, conviene sobre todo hacer énfasis en que la censura se dirigió sólo a los
textos de tema indiano escritos por Francisco López, y tuvo que ver con el efecto político
que la divulgación de estos hechos podía tener en la opinión pública hispana y americana”.
Considerar esa medida como eminentemente política lleva a la autora a reconstituir para
“La imagen positiva de Cortés había sido ratificada por su heredero y el autor mismo en el
prólogo había ofrecido esta fama como parte del patrimonio que el segundo marqués del
Valle heredaba. Este patrimonio y el poder político en que podía capitalizarse, son lo que se
quiere anular con la cédula de 1566”.
Nos recuerda que si “el relato de Gómara incluye alabanzas a Hernán Cortés que pudieron
haber incidido en la prohibición”, también se puede notar que “su admiración a los
86
conquistadores no es incondicional”, y la mención de los procederes violentos de las
guerras pizarritas por ejemplo no “contradijo para nada los intereses de la corona”27.
Si las opiniones sobre la prohibición del libro de Gómara han sido tan pobres, si dejamos
aparte los intentos de Bataillon, como nos explica de manera muy convincente Nora
Jiménez, es porque las famosas discusiones sobre las Indias, las de Valladolid y otras, han
“indianista” que esta prohibición puede tomar sentido y revelarse como un síntoma de lo
27
Aunque, como recuerda Nora Jiménez, para los grupos familiares de los participantes, su relato fuese algo a
veces difícilmente superable sobre todo cuando los parientes habían estado del lado rebelde a la autoridad
real. Por ejemplo, nos recuerda la vergüenza del poeta Garcilazo de la Vega, que se lamenta “del pasaje de
Gómara en donde se habla de la participación de su padre en la rebelión pizarrista, con una apostilla sobre el
ejemplar de su propiedad que rezaba: “esto me ha quitado a mí el comer”. Para el caso de la importancia de la
obra de Gómara para el Inca, ver el Epílogo, p.333-344.
28
Nora E. Jiménez, Op. cit., p 296. “Por su parte, la relación de la prohibición con la discusión de las Indias
es también más compleja de lo que se acepta. Había un peligro implícito de que el dominio de la corona
española fuera cuestionado. En España dicha discusión había desembocado en la publicación de las Leyes
Nuevas de 1542. Pero éstas, a su vez, habían sido una chispa que encendió el ya de por sí revuelto ambiente
peruano.”
87
El heredero, futuro Felipe II, aún más celoso de la autoridad real que su padre, había tenido
como primer asunto solucionar la rebelión de los “peruleros”, con todo lo que recordaban a
la rebelión comunera de Castilla en los primeros años del reinado de Carlos V, veía con
celo todo lo que ensalzaba a las nuevas figuras dominantes de las Indias. Por eso el texto
gomariano se vuelve polémico, sobre todo la parte sobre México29 y, por lo tanto, el poder
real decidió que, paralelamente a la prohibición, se recogieran todos los papeles de Gómara
Otra parte muy apasionante del estudio de Nora Jiménez, es la que llama “las fuentes
podían dejar indiferente al historiógrafo porque, como lo indica la autora, en ese libro se
puede ver:
“cómo los modelos clásicos podían permear la práctica de la historia en el siglo XVI y las
consecuencias narrativas formales y de conceptualización que podían tener estos recursos
en un relato histórico”.
El modelo historiográfico del siglo XVI se constituye con la lectura e imitación de los
estilo porque parecía el más adaptado a la materia que pretendía relatar y de Plutarco
historiador, multieditado en ese siglo y en todas las lenguas europeas, se recupera una
29
Nora E. Jiménez, Op. cit., p. 297-298.
30
Nora E. Jiménez, Op. cit., p. 169. “De esta manera, la información de ambos textos circuló bajo el nombre
de otro autor, y en un momento en que había perdido su carácter de actualidad. Después de episodios como el
de Lepanto, y de la muerte de Felipe II, el contenido de ambos trabajos había pasado a ser material de
celebración de una grandeza que se extinguía.”
88
historia marcada por las grandes figuras militares, los grandes capitanes, un género
historiográfico en plena expansión en todos los países europeos desde finales del XV31.
Es por eso que Gómara concibió de antemano su obra americana a partir de su lectura de
Polibio fue el de dar cuenta del nacimiento y plenitud de un gran imperio, el romano; como
Gómara, se sentía él mismo testigo de la gran construcción del primer imperio mundial, el
proyecto gomariano ya que no sólo se trataba de reconstruir el relato del hallazgo de nuevas
Hacer historia era para él un trabajo difícil y azaroso como lo reconoce en el Prólogo de su
Historia donde confiesa que si a veces pudo errar no fue por malicia:
“he trabajado por decir las cosas como pasan. Si algún error o falta hubiere, suplidlo voz
por cortesía. Y si aspereza, o blandura, disimulad, considerando las reglas de la historia que
os certifico no ser por malicia. Contar cuando, donde, y quien hizo una cosa bien sea cierta.
Empero decir cómo es dificultoso. Y así suele haber siempre en esto diferencia32.”
Esa diferencia, irreducible teatro, donde se manifiestan a la vez el pecado y el orgullo del
historiador es bien sentida por Gómara que sabe, con Cicerón, lo artificioso de la retórica
en obra en el relato histórico para contar lo ocurrido. Si ese relato de lo ocurrido utiliza una
31
Nora E. Jiménez, Op. cit., p 214. Nos recuerda que en su “Crónica de los Barbarroja”, p. 13, Gómara
escribe: “Las cosas de los demás excelentísimos capitanes que ahora hay, hablando sin perjuicio de nadie, he
emprendido describir, no sé si mi ingenio llegase a su valor, ni si mi pluma alcanzara donde su lanza: pondré
a lo menos todas mis fuerzas en contar sus guerras”
32
Si bien muchas de estas protestas pertenecen también de manera retórica a los tópicos propios del género
histórico, en el caso de Gómara considerando la magnitud e importancia de su obra, podemos ver esas
protestas sobre su trabajo como bastante sinceras.
89
mecánica discursiva destinada a la persuasión con argumentos racionales, también reconoce
de la Nueva España.
“Distinguimos aquí dos partes de su materia: por un lado un personaje que ha tenido una
actuación tan ejemplar y sobre saliente que amerita un espacio narrativo para sí, separado
de otra parte que es “como las historias juntas y enteras...”, que escribieron Salustio y
Polibio”.
Esta afirmación permite a Nora Jiménez, en acuerdo con su intento de pensar la unidad de
la obra de López de Gómara, “mostrar que la Historia fue pensada de antemano y no es sólo
conjunto de guerras y conquistas que superaron con creces la obra de los romanos. Conforta
en su orgullo de pertenecer a ese nuevo pueblo elegido34 eso lo obliga a trabajar esa enorme
“materia americana” e intentar poner en ella un poco de orden para que, una vez apagada la
cacofonía de las batallas, se pueda descubrir allí una inteligibilidad, que era la de la
33
Punto de vista erróneo producido por la ilusión retrospectiva “de Gómara como fuente para la historia de
México”, así como por el prejuicio de haber sido un trabajo mercenario en el cual lo que importaba realmente
era celebrar al patrón.
34
Nora E. Jiménez, Op. cit., p 213. “Nunca nación extendió tanto como la española sus costumbres, su
lenguaje y armas ni camino tan lejos por mar y tierra, las armas acuestas”,
35
Nora Jiménez, Ibíd., 262, recuerda que esto marca una gran diferencia, por ejemplo, con el texto de
González Fernández de Oviedo que suele perderse en medio de una inmensa información, de la que Gómara
lograr entresacar lo esencial; “la homogeneidad estructural y la nitidez de la prosa de Gómara vuelven a
90
América como revelación escatológica
que “la mayor cosa después de la creación del mundo sacando la encarnación y muerte de
Cristo, es el descubrimiento de Indias; y así las llaman nuevo mundo”, debemos tomar esa
afirmación con mucha seriedad. La construcción del imperio de las Indias es más que una
simple conquista o la afirmación de un nuevo imperium, ya que éste aparece aquí como un
punto mayor de inflexión teológico que determina toda la historia humana. La referencia a
humano, según las grandes divisiones de la Historia Teológica, no es aquí sólo un lugar
No solamente los españoles son el nuevo pueblo elegido, sino que es bajo el cetro de un
emperador hispano como se prepara la unificación del género humano, preludio al regreso
de Cristo. No debemos olvidar que desde hace varios siglos se espera, en el corazón de los
anhelos escatológicos cristianos, a ese gran soberano cristiano que reunirá al universo bajo
su batuta y entregará a Cristo regresado, su corona en el Huerto de los Olivos, una vez
obtenida la victoria y conversión del Islam, y el pueblo judío igualmente convertido. Por lo
tanto el papel de la Historia, según Gómara, es relatar cómo Dios se sirve de los españoles
explicarse por su conocimiento de la historiografía clásica y contemporánea, que le permitió, sin pisar nunca
tierra americana escribir por su parte, la historia más famosa de la conquista de las Indias”
36
Guy Rozat, Indios imaginarios e indios reales en los relatos de la Conquista de México, México,
Universidad Veracruzana, BUAP, 2ª. ed., 2002.
91
para lograr sus fines y prepara la venida de su Hijo, un relato que Dios mismo desea en un
afán de edificación moral de los mortales37. Por eso tantas referencias en las crónicas al
hecho que la victoria fue procurada por Dios y no tanto por las cualidades militares de los
En su proyecto de relatar la gesta del nuevo pueblo elegido, Gómara es obligado a construir
para su lector el espacio en el cual se desarrolla tan importante hazaña colectiva para los
hispanos y tan fundamental para el género humano. Lo que puede explicar la enorme tarea
que emprende López para que su relato se desarrolle en un cuadro espacial coherente, un
trabajo que Nora Jiménez intenta volvernos asequible38. Creo que no viene al caso mostrar
aquí los tesoros de erudición acumulados en este intento en la Historia y para terminar,
citaremos a la autora:
“Fue el tema de la Historia de Indias el que le impuso el reto de generar una representación
del mundo en la que se armonizara lo nuevo con lo conocido y el sentido común con la
erudición libresca”
Conclusiones
De esta rápida revisión de la obra de Nora Jiménez se pueden desprender varias cosas
37 “Son de Dios los reinos y señoríos, él los muda, quita y da a quien y como le place, que así lo dijo él por el
profeta. Y también quiere que se escriban las guerras, hechos y vidas de reyes y capitanes para memoria,
aviso y ejemplo de los otros mortales. Y así lo hicieron Moisés, Esdras y otros Santos”. (Gómara, Conquista
de México).
38
Nora E. Jímenez, Op.cit. p. 191, “Lo que él hizo fue poner a disposición de sus españoles todo su bagaje
cultural para interpretar el hallazgo. Al escribir su texto en castellano y no en latín Gómara escoge unos
lectores menos familiarizados con el saber geográfico y cosmografía... El puente que tendía no era solo entre
el latín y la lengua vulgar sino entre los que leían y los que no.”
92
Gómara y debería ser de consulta obligatoria para todos los que se quieren acercar a la
conquista de México y a las crónicas de los siglos XVI y XVII. La segunda, es que el libro
sobre la Conquista de México, que nos apasiona tanto desde este lado del Atlántico, tiene
precaución perdemos mucho de la riqueza del contenido de ese libro y peor acusándolo de
la conquista de México, como hazaña providencial cortesiana, forma parte de una gran
personalidad de Cortés, y por lo tanto, puede confesar sin ningún problema “que lo
conoce”, tanto a él y a su campaña victoriosa, como a los regalos suntuosos y curiosos que
trajo, objetos de todas las conversaciones de la corte y la ciudad, pero esto no quiere decir
que haya entrado en relaciones familiares con aquél. La única prueba documental de la
relación financiera entre Gómara y los Cortés es el pago de una recompensa que hace
le debían los Cortés desde hacía algunos años, pero ya muerto desde hacía tiempo el gran
Hernán. Por otra parte, está suficientemente esclarecido que Gómara jamás fue capellán de
Cortés, ya que en este puesto existen otros dos clérigos mencionados en su testamento
donde Gómara, el supuesto confesor y confidente, está ausente. Gómara fue sólo “Capellán
de Corte”, una de tantas distinciones que permitían esperar, con el tiempo, una carrera en
dicha corte.
93
Por lo tanto creo que la reconstitución casi día a día de la vida y obras de Gómara en en el
libro de Nora Jiménez nos procura suficientes elementos para desechar la supuesta relación
servil de Gómara con Cortés, descrita al final de la obra de Duverger con una trivialidad y
una serie de anacronismos impresionantes: “Cortés contrata a Gómara porque necesita una
pluma oficial”. El joven escritor, supone también Duverger, le hace leer a Cortés los
limpio, ordena la materia.” Al mismo tiempo que, sin descanso y en secreto, el propio
cual, incluso, habilidad suprema, “no vacila en fustigar la versión oficial y elitista de
Gómara”. Creemos que esa recuperación a toda costa por Duverger de la vieja acusación
verosimilitud histórica, deja muy endeble toda su construcción sobre esa supuesta hipótesis
inspirador de la de Gómara.
94
REFLEXIONES CRÍTICAS SOBRE EL CORTÉS DE DUVERGER1
Bernard Grunberg
Universidad de Reims
El texto que les voy a presentar hoy es una nueva versión de la nota crítica que fue
empezar este coloquio porque creo que la revisión rápida que había hecho de ese libro de
Ch. Duverger me parece aún de actualidad. En efecto, ese ensayo retoma todos los defectos
que había encontrado en aquella época en el trabajo de ese autor. Pero, imperturbable, Ch
Libro tras libro, retoma siempre los mismos juicios erróneos, como si nada hubiera
ocurrido de nuevo en los estudios americanistas e hispanistas. Ahora, los dejo ser jueces de
la “calidad” del trabajo de ese autor a través de este primer pequeño estudio.
escueta, sino que el autor ignora las principales obras, tanto en inglés como en español y en
coloquios recientes dedicados a Cortés, las obras fundamentales de F. Morales Padrón, las
1
Christian Duverger, Cortés, Paris, Fayard, 2001. [Traducción al español, México, Taurus. 2005, 500 p.]
95
obras todas que, de haberlas consultado, hubieran permitido a Christian Duverger evitar
tantos errores. Así, Jerónimo de Aguilar no es “un eclesiástico como Las Casas” (p. 11)
sino un diácono; Francisco de Salcedo no llegó con 70 hombres (p. 163) sino con una
docena; no le cortó todo el pie a Gonzalo de Umbria (p. 166) sino solamente unos dedos; no
hubo ocho mujeres entre los castellanos durante la guerra de conquista (p. 249) sino unas
veinte, de las cuales se conocen los nombres de trece; Sandoval murió en Palos y no en
Niebla (p. 323); Juan de Herrera, presentado como el conquistador que Cortés mandó a
Roma para que el Papa legitimara a sus hijos (p. 334), no es un conquistador (Duverger lo
Hernández de Córdoba, nada autoriza a identificarlo como un pariente del gran capitán
Gonzalo Hernández de Córdoba (p. 123). Señalaré también que en el mapa de la página 38
se ubica Santander ¡en Asturias! Las definiciones de ciertas palabras son erróneas o
incorrectas (alcalde, encomienda, escribano, vecino, etc.); Duverger no duda en escribir que
funciones embrionarias” ! (p. 85). Acerca de los grandes descubrimientos, el autor no vacila
en afirmar que los portugueses, en 1481, ya habían descubierto América (p. 51), y en
particular Brasil (p. 52). Asimismo retoma la vieja teoría del origen judío de Cristóbal
Colón, teoría abandonada hace ya muchos años, e indica que Colón sabía exactamente a
dónde iba desde antes de su viaje (p. 52), contrariamente a todo lo que sabemos y sin
proporcionar ninguna prueba. Todos estos errores se hubieran evitado al leer obras
96
Varela . Duverger está también equivocado cuando habla del genocidio en Santo Domingo
(p. 105).
El autor presenta digresiones más o menos largas sobre la historia de la España de los
y los Taínos, Carlos V, etcétera. Nunca remite Duverger a estudios serios al respecto, lo
que lo lleva a emitir clichés y lugares comunes: los colonos de Santo Domingo son
“aventureros sedientos de oro” (p. 79). Entre otras afirmaciones que el lector encontrará en
dicho libro, está la de que el piloto Antón de Alaminos conocía México antes de la primera
expedición hacia esta tierra en 1517 y que hubiera descrito deliberadamente Yucatán como
una isla (p.111-112); lo cual es no solamente desconocer la historia de los viajes del
“descubrimiento” sino también ignorar que si Alaminos regresó a Cuba pasando por la
Florida fue porque no conocía la ruta directa para regresar y por lo tanto que ignoraba lo
“requerimiento” era absurdo (p. 115): era una practica necesaria antes de empezar las
hostilidades. De la misma manera, para la toma de posesión, decir que era para “uso
interno” (p. 138) es ignorar la cuestión del llamado derecho de conquista. La lista de los
los antepasados de Hernán Cortés en documentos de segunda mano para validar la tesis
según la cual provenía de una familia privilegiada (p. 25), en contradicción con todo lo que
sabemos hoy en día. Incluso afirma el autor que el padre del conquistador “hablaba
97
imperativamente con Carlos V” (p. 26), lo que parece incongruente. Duverger llega incluso
a decir que el conquistador del Perú, Francisco Pizarro, era primo de Cortés (p. 337), ya que
Pizarro escrita por Bernard Lavallé demuestra que esta afirmación es falsa. Para las
vigorosa (p. 27), mientras que la casi totalidad de nuestras fuentes indica que era de salud
frágil. El autor sigue afirmando que Cortés tuvo un papel clave en la pacificación de Santo
Domingo (p. 84), siendo que cuando él llega ya estaba realizada la conquista. Duverger
narra el encarcelamiento de su héroe Cortés en Cuba, como si de una novela se tratara (p.
enfrentaron con Cortés (p. 170) con el propósito de enaltecerlo. Se descubre a un Cortés
que se burla del gobernador de Cuba (p. 125) y que domina a Carlos V por haberle ofrecido
un México conquistado sin que el emperador tuviera que gastar para esta empresa (p. 122).
Y qué podemos decir de la afirmación de Duverger según la cual Cortés se siente más
cercano a los comuneros y a los franciscanos que a Carlos V (p. 270), y la de que este
último fue “un soberano de antesala sin grandeza de alma” (p. 329). Igualmente fantasiosa
es la teoría de este autor, que pretende que Cortés ayudó a Carlos V a imponer la idea de
“una España grande, fuerte y unida” (p. 210), así como su hipótesis según la cual “tal vez
ha sido el oro de los aztecas lo que incitó a Carlos V a regresar a España” (p. 214). Se
puede así constatar que Duverger desconoce las grandes obras dedicadas a este emperador
98
Nos dice el autor que Cortés descuidó su enriquecimiento personal y que despreció las
relaciones de interés (p. 272), sin embargo, la cuidadosa lectura de los principales textos
escritos por los conquistadores y sobre todo del juicio de residencia de Cortés demuestra
que las afirmaciones de Duverger son contrarias a la realidad. Más descabellados son los
alegatos del autor acerca del blasón de Cortes, que tendría como origen “una composición
glífica procedente de una codificación nahua” (p. 245, 247-249), o bien del hecho de que
Cortés mantenga su rango como el tlatoani mexica y de que viva como un príncipe nahua
(p. 252). Encontramos la misma idea cuando Duverger afirma que el conquistador “más
indio que los propios indios quiere reconstituir la grandeza del imperio que el mismo ha
derrocado. Cortés se identificaría con el gran tlatoani nahua quien visitaba sus tierras una
tras otra y las reivindicaba” (p. 302-303). Estamos aquí no ante un libro de historia, sino de
Sobre los episodios de la Conquista, son muchos los errores que aparecen en este libro de
Duverger. Afirmar que “Moctezuma está al tanto de la suerte reservada a los taínos de
Santo Domingo y Cuba” (p. 146) y que cuando los españoles llegan a México, hacía mas de
medio siglo que los mexicanos sabían lo que les esperaba, nos deja perplejos. El
hundimiento de los navíos de Cortés no fue como lo describe Duverger (p. 165), ya el
conquistador recuperó todo lo que se podía como son velas, cuerdas, anclas, tablas,
etcétera. En cuanto al transporte de los 13 bergantines, no los cargaron los indios en sus
espaldas (p. 218), porque estas embarcaciones fueron desmontadas y luego transportadas
hasta Tezcoco antes de ser ensambladas de nuevo. La matanza de Cholula, descrita como
“un acto de guerra en una lógica de guerra” (p. 178), no es en realidad sino un castigo
99
habitual para un “crimen de felonía”. El hecho de herrar a los esclavos no demuestra que
Cortés haya perdido el control de sus tropas (p. 232), aparte del valor como ejemplo de este
hombres, ahora bien, como perdió una parte de su ejército durante la Noche Triste, tenía
que aumentar el número de sus auxiliares indios. Por lo tanto, tuvo que liberar algunos de
México proporcionaba a sus hombres, que lo perdieron todo durante este episodio, la
esperanza de tener una vida más fácil en el futuro, basada en el trabajo indígena. La escena
de Cuathtémoc llamando desde una azotea a detener la resistencia (p. 231), procedente de la
demasiado breve cuando trata de la matanza de Tóxcatl, de la captura y toma como rehén
de Motecuhzoma, del complot de Villafaña. Por último, decir que “la batalla de México no
es realmente una guerra, es el suicidio de un pueblo” (p. 232) es muestra de una visión mas
basándose en su imaginación.
Más grave aún es el desconocimiento del autor respecto a la historia misma de México en el
organizó la iglesia mexicana (p. 258) y la Inquisición no dejó de perseguir a los indios
después de 1540 - aunque sí hubo una disminución de las persecuciones - , sino hasta
después de 1570-1571. En cuanto a los disturbios en la ciudad de México, los retoma del
testimonio de Bernal Díaz del Castillo, sin ningún análisis. Sostener que los primeros
100
franciscanos “tradujeron en actas el método de conversión imaginado por el conquistador
[Cortés]” revela una total incomprensión del papel de los doce por parte de Duverger (p.
260). El autor aún se contradice cuando reconoce que Cortés fue un colonizador (p. 138) -
México -, pero después añade que “nunca Cortés tuvo la idea de hacer de México una
colonia española” (p. 263). Conviene precisar que si bien hubo una explotación “colonial”
de la Nueva España, no hay que olvidar nunca que este territorio no fue una colonia stricto
Una de las grandes ideas de Duverger es que Cortés sueña con el mestizaje de las culturas.
Decir que Cortés amaba a los indios (p. 106) y que tuvo una “visión mestiza del mundo” (p.
106-107) demuestra el desconocimiento acerca del conquistador. Basta leer atentamente sus
cartas y su juicio de residencia para darse cuenta de lo falso de estas aseveraciones. Cómo
“funda en realidad el México moderno” (p. 15). El hecho de afirmar que el proyecto del
concebir, en reacción, una verdadera estrategia de colonización, opresiva y cínica” (p. 275)
México, tal como se la imagina. ¡Bien es cierto que la verdad es a menudo más difícil de
aceptar que la ficción! Por último, el retrato de un Cortés, “más allá de su tiempo,
sobre ninguna base sólida. La realidad es bastante más prosaica: Cortés fue un jefe
101
carismático, un líder excepcional, pero sobre todo, se distinguió de los otros conquistadores
al aplicar, frente a situaciones novedosas, una mezcla acertada de viejas ideas medievales y
de nuevas concepciones del Renacimiento, particularidades que le abrieron las puertas del
La lectura de este libro de Duverger nos hace reflexionar sobre ciertas “producciones
históricas” que a menudo no tienen nada que ver con la Historia. La Historia nos obliga, por
fortuna, a una búsqueda paciente, realizada en el marco de una actitud científica, sin olvidar
nunca que el historiador no es juez, sino investigador del pasado, como lo subrayaba antaño
historia-ficción, ¿pero acaso eso es Historia ? El historiador debe ser exigente. Se necesita
entonces olvidar rápidamente este libro de Duverger. Por fortuna contamos con buenos
estudios sobre Cortés, la biografía clásica de José Luis Martínez, la excelente presentación
de cartas privadas publicadas por María del Carmen Martínez Martínez y recientemente el
102
EN BÚSQUEDA DEL PROYECTO MESTIZO PERDIDO
Guy Rozat
está consciente de que va a biografiar no solo a un gran conquistador sino, más bien, a un
falten documentos sobre él, al contrario, como si para Duverger el mito del gran hombre
solo tuviera que ver con un problema de documentación, con un simple problema de verdad
Evidentemente enumera los clásicos textos de la conquista y los de los cronistas que hablan
como los lectores que tienen alguna idea de lo desarrollado en nuestro Seminario de
mexicana, que nos afirma que “persuadidos por los primeros franciscanos, algunos
103
indígenas registraron en su lengua, el náhuatl, transcrito en caracteres latinos, su propia
desde sus primeras obras. Ahorrándose una mínima reflexión sobre la naturaleza de sus
fuentes, se cree autorizado a “leer” y, con total inocencia, puede pretender que por un
efecto natural de esa lectura, “entiende” los textos americanos, sin darse cuenta de que
entiende solo lo que necesita para justificar sus tesis. Así puede aparentar dominarlas,
frente a los ojos de incautos, ya de antemano convencidos y maravillados por las campañas
de promoción de sus obras, códices, crónicas, documentos epigráficos, etc., nada le causa
problemas y por lo tanto, puede pretender sin más a los títulos de historiador, lingüista,
verdades.
Para obviar incluso cualquier posibilidad de crítica historiográfica, nos aclara, de manera
ingenua, que “el debate no se centra entonces en la manera de leer los documentos
históricos, sino más bien en la personalidad de Cortés…2” (pág. 22) confesando así que lo
que hará en esa obra antes que nada será una arcaica psicohistoria, en la cual los
documentos no tendrán valor por sí mismos, sino solo cuando puedan plegarse al retrato de
Cortés que pretende construir. Pero también se siente obligado a recordar al lector, que
podría ser tentado por un atisbo de lectura crítica, lo grandioso de su trabajo, ya que, “tratar
1
Christian Duverger, Cortés, Taurus, México, 2005.En la medida en que se tratará en ese ensayo únicamente
de una lectura crítica de ese libro, sólo mencionaremos las páginas de referencia.
2
Subrayado nuestro.
104
serenamente la historia de Cortés” no es simple, porque “el conquistador se inscribe en una
fase particularmente sensible (sic) de la historia de América” (espero que los lectores
mexicanos habrán notado lo “sensible” del periodo). Si bien sabe que la figura de su héroe
sereno y fuera de cualquier contienda ideológica y capilla historiográfica, pretende por fin
recuperar para nosotros “al hombre y a su tiempo” más allá de la leyenda. Por lo tanto nos
Es por eso que en su libro pretende revisar todas las facetas de ese nuevo Cortés,
guerrero en Argel, explorador en el Pacífico… hasta sus últimos días cuando con filosofía
“ve venir la muerte, juzga a su época, piensa en el porvenir de España y México”. ¡Guau!
imaginarias.
En esa larga enumeración de las páginas 22 y 23 se asoma con fuerza el pathos que va a
animar toda su obra. A falta de análisis histórico e historiográfico nos propondrá los
sentimientos que cree que su Cortés sintió, “sus penas y alegrías, sus reflexiones”. Así no
“al contrario del arquetipo del conquistador bandido, Cortés es sutil, letrado, seductor y
refinado, prefiere el gobierno de las mentes a la fuerza brutal que, no obstante, sabe
manejar; aprovecha impunemente la debilidad de sus compañeros por la fiebre de oro; sabe
analizar y anticipar, proyecta el porvenir, construye a largo plazo mientras que muchos
105
otros se embrollan con las dificultades de lo inmediato o en las empresas de corto alcance”
(pág. 24).
“alardean de un desprecio total por los indios, Cortés alimenta un sueño de mestizaje… al
concebir y realizar un injerto español en el tejido humano del imperio azteca, Cortés funda
en realidad el México moderno” (pág. 24). ¡Nada más, nada menos!
de su territorio ibérico”. Si bien podemos estar de acuerdo con su afirmación sobre los
reino de Granada y la expulsión paralela de los judíos decidida por los reyes católicos,
afirmar que el encuentro americano perturba a Castilla, como al resto de Occidente, es una
esta afirmación errónea es porque adopta las antiguas divisiones pedagógicas para la
para Duverger en 1492 con el descubrimiento de América3. Original hasta el final, o porque
odia a Colón, él los haría más bien empezar con la propia aventura de Cortés en estas tierras
mexicanas. Así Cortés justifica de nuevo no solo su lugar de héroe americano, sino el de
el gran héroe de esa historia, Duverger tiene que construir paralelamente una Castilla
incapaz de pensar un modo inteligente y eficaz de gobernar esas Indias que acaban de
3
Evidentemente no ha oído hablar, ni ha leído nada, sobre los intentos de ciertos medievistas que pretenden
que la Edad Media pudiera ir hasta el XVII e incluso hasta la revolución industrial.
106
regalarle, pero sobre todo, impedida para entender la maravillosa solución política que,
según él, proponía Cortés: una América mestiza, y más aún, los cambios fundamentales que
Cuando en el primer capítulo se interesa en su infancia, empieza por reconocer que “los
orígenes de Cortés están envueltos en cierto misterio”. Probablemente haya nacido en 1485,
como lo afirma “su biógrafo oficial, el padre Francisco López de Gomara a quién Cortés
tomó como capellán y confesor al final de su vida”4; pero también, con cierto humor, no
puede impedir acordarse de la “tradición franciscana de finales del siglo XVI” que lo hacía
nacer en 1483. Recordemos que si es tan importante esa fecha para los religiosos es porque,
nacido en ese mismo año, y que hundió en la perversión herética a gran parte de Europa.
Nuestro autor así inspirado puede concluir con esta simplonada: “desde su primer día de
vida el hombre queda atrapado por su leyenda y su biografía se vuelve una apuesta
simbólica” (pág. 30). De paso haré notar que su principal fuente confesada aquí es Gomara,
fuente de autoridad por haber sido, según él, capellán y confesor de Cortés y, por lo tanto,
4
Tampoco ha leído el magnífico libro de Nora Edith Jiménez, Francisco López de Gomara, ed.
CONACULTA-COLMICH-INAH, México, 2001, que muestra sin ninguna duda que Gomara no fue ni
biógrafo oficial, ni capellán y aún menos, confesor de Cortés. Un lugar común de la historiografía de la
conquista que debemos en parte a la mala leche de Las Casa y que desde esa época lejana se sigue
reproduciendo. Los trabajos de María del Carmen Martínez Martínez son otra confirmación de lo que nos
explica Nora Jiménez
107
todo lo que dirá ese cronista podría ser, en cierta medida, garantizado por el sello de la
Pero regresemos a nuestro mito, durante siglos los historiadores consideraron que Cortés
perteneció a la pequeña nobleza, sin muchos recursos, pero esto no le parece suficiente a
nuestro entusiasta biógrafo, porque si sus padres “tenían poca hacienda, empero mucha
honra”. Por eso Duverger nos presentará a un Cortés perteneciente a las “familias más
poderosas” de la región. Incluso recupera para nosotros la supuesta figura de un tío abuelo,
Alonso de Monroy, figura heroica de las canciones de gestas, quien “dotado de una estatura
colosal y de una fuerza hercúlea”, jefe de guerra infatigable, se había vuelto “imagen
“esta peculiar genealogía cortesiana está muy bien equilibrada. Gente de armas y letrados se
apoyan y complementan, el anclaje urbano se combina con la posesión de grandes dominios
rurales: los enlaces matrimoniales cuidadosamente calculados acabaron tejiendo por toda
Extremadura una vasta red de lazos familiares”,
y todo con los mejores linajes de la región. En resumen, un niño de buena familia, que no
podía ser más que heredero de las múltiples cualidades manifestadas por sus antepasados.
Una familia que no podía ser pobre ya que, como dice nuestro autor, fue capaz de financiar
El apartado, “La vida de familia en Medellín”, digno de una telenovela, nos habla de una
madre “recia y escasa, dura y mezquina”, según Gomara, y por la cual Cortés parece no
haber tenido sentimientos muy tiernos y cuya muerte en México “no parece haberlo
108
“en cambio, Cortés profesa una verdadera admiración por su padre Martín y a falta de la
ternura o afecto que, no se acostumbraba prodigar en esa época, mantiene con él una sana
relación de confianza y complicidad; tiene siempre el sentimiento de que su padre
comprende su proceder y nunca duda en pedirle apoyo” (pág. 34).
Es ese padre, el que, según Duverger, “habla alto y fuerte a Carlos V y con eficacia” quien
Encuentra incluso, aunque se sabe realmente muy poco de ese padre, “una semejanza de
carácter”. Ya que “Hernán heredó de Martín una forma de piedad que no está hecha de
ritualismo ciego sino de modestia frente al destino, el cual está en las manos de Dios”. Si
los dos son buenos cristianos no son, para nada, espíritus cortesanos y siempre marcan su
reserva frente a los “poderes temporales”. Martín “tiene la costumbre de hablar claro y
En cuanto al cliché que quiere que de niño Cortés haya sido enclenque y enfermizo,
Duverger toma el contrapié de esa figura, no puede ser, ya que según él “adulto será una
fuerza de la naturaleza”, por eso incluso atribuirá a su héroe una estatura muy superior a la
que todos los biógrafos precedentes le habían atribuido, ya que le parece difícil encerrar
medieval de Isabel la Católica. Este capítulo empieza con una pregunta retórica a la cual
Duverger finge no poder responder: ¿Cuáles son los ecos del mundo que llegan hasta el
joven Hernán? Pero ésta le permite de hecho responder de manera enfática que ese Cortés,
5
En su introducción José Luis Martínez, recalca esa nueva estatura de Cortés, cuando la tradición creía haber
establecido, desde hace varios siglos, que medía 1.58 metros: “El retrato físico que hace Duverger es por lo
menos sorprendente. Como de 1,70 metros de altura..” p.18
109
casi vidente, “no puede dejar de sentir el sismo cultural que sacude aquel final del siglo
“personalmente tiendo a pensar que el Renacimiento con todo lo que implica de cambio y
modernidad, no se manifiesta antes del periodo 1515-1520 (pág.39)” y considera que esta
Finalmente si el joven Hernán resiente, aunque confusamente, el cambio en curso del cual
será después uno de los grandes arquitectos, España, Castilla, siguen siendo “todavía
completamente medievales”, aunque no nos explica por qué no se dan cuenta de dicho
Sobre este capítulo habría mucho que decir ya que Duverger insiste en lo que considera las
lacras que impedirán el buen gobierno de las Indias. Los reyes eran degenerados, herederos
producto de adulterios. Por suerte aparece Isabel, aunque juguete durante algún tiempo de
los Grandes de España. Es un Fernando, casado con Isabel, quien se vuelve jefe de guerra,
“en ese clima de intolerancia nace Cortés: ese nuevo ámbito impuesto por la reina Isabel a
España, será, sin duda alguna, uno de los factores determinantes en la vocación ultramarina
del joven Hernán y de muchos de sus compañeros”(pág.24).
6
“Si bien la España moderna, surgida de un matrimonio, de una herencia y de una guerra civil, está inscrita en
el papel desde 1479, en ese momento, no obstante, sigue siendo una realidad cercana a la abstracción…”
“¿Qué queda entonces a fin de cuentas del poder real?” (pág. 47)
110
Para él Isabel no es realmente una ferviente católica sino más bien un personaje cínico que
solo utiliza el catolicismo como “cimiento perdurable de su autoridad política…” (p. 53).
Será en ese “país fracasado”, según Duverger, donde el destino caprichoso hará intervenir a
un “cierto Cristóbal Colón. Ese intrigante, seductor y cínico…”. Cortés tiene 7 años
“La mayoría de los historiadores consideran ahora que Cristóbal Colón no es el verdadero
descubridor de América, pero es el primero en obtener un documento jurídico que le
concede esos territorios” (pág. 57)
Éste sería por lo tanto solo un vulgar y audaz oportunista con suerte. “Es sorprendente
advertir – nos aclara Duverger- que Cristóbal Colón sabe desde el inicio hacia dónde va:
busca la isla de Haití y la encuentra…” y además “sabe también cómo regresar a España,lo
“(pág.57) Ya que los navegantes tienen que ir a buscar “la corriente del Golfo que conduce
a los navíos hacia las Azores casi de manera natural. Cristóbal Colón ejecuta esa maniobra
consideramos que también conocía ese camino el hermano Pinzón que ya había
A través de la figura del “tan oscuro Cristóbal Colón” nos quiere explicar la corrupción y
“C. C. es un personaje turbio, pero las circunstancias opacarán aún más su personalidad. Es
probablemente judío, pero he aquí que la reina Isabel le ofrece un contrato maravilloso ¡Tan
sólo dos semanas después de haber ordenado la expulsión de los judíos de Europa! Con ese
111
hecho, toda la vida precedente de C. C. se vuelve inconfesable y la biografía del
descubridor, escrita más tarde por su hijo Fernando, será en consecuencia una obra maestra
de simulación”(p58).
Siempre el complot. “Colón posee un secreto de navegante que no puede revelar sin perder
“Excelente navegante pero autodidacta, cita a autores sabios que no ha leído, defiende el
indefendible argumento de un atajo hacia las Indias. Para tratar de convencer, engaña sobre
las distancias que se deben recorrer”(pág.58).
En la discusión con los expertos, “detrás de la cortina de humo del viaje hacia las Indias,
que parece muy atractivo en esa época, Cristóbal Colón intenta le otorguen en plena
tramposo, esto no nos huele muy bien, aunque reconozcamos que es un clásico ¿no?
Con los cuentos sobre Colón Duverger ha empezado en cierta manera a prepararnos al
futuro fracaso del gran proyecto de su héroe Cortés. En la primera entrevista de Colón con
los reyes
“la historia de América entra en la esfera de lo irracional. Ese oscuro Colón, con su perfil de
aventurero atractivo, con su certeza interior, con su inverosímil castellano esculpido, con su
acento portugués mezclado con dialecto genovés, con su falsa cultura docta, ese enigmático
Colón surgido de la sombra seduce a la reina. Ella está fascinada, Colón lo siente; es el
principio de una corazonada. Historia de amor quizá o simplemente historia de dinero,
complicidad entre una reina arruinada y un aventurero prometedor; lo cierto es que la reina
Isabel lo pensiona al año siguiente y lo llama para que a partir de 1489 esté a su lado en la
Corte. Colón ocupará así una posición que no le corresponde: el de testigo cotidiano de la
cruzada contra Granada”(pág.58-59).
Hablando de las Capitulaciones de Santa Fe: afirma que “ese contrato con Cristóbal Colón.
es aberrante desde todos los puntos de vista” pero lo peor le parece que con el la historia se
112
vuelve irracional e irrealista ya que finalmente “decidirá la futura gestión de los territorios
“La corona jamás recuperará la propiedad territorial de las tierras americanas, que serán
anárquicamente privatizadas a medida que se van descubriendo al azar de los desembarques
de los conquistadores y de las luchas de influencias locales.”(pág.61)
Y concluyendo que “La libertad que sentirá Cortés al tomar el control del territorio
mexicano viene de ahí”, nos asalta una duda ¿es un bien o un mal esa política de la corona
El papado que interviene igualmente en el destino de las Indias, no es mucho mejor tratado.
Cuando llega Colón, es Alejandro Borja, el papa Alejandro VI, de origen español, (nació
los excesos de sus numerosos hijos, entre los cuales están los famosos César y Lucrecia”,
acaba de ser nombrado y concederá América a los “reyes católicos”. Seguramente el señor
Sobre la adolescencia de Cortés vista por Duverger, no nos detendremos mucho. Sólo
rescatemos que a los 14 años es enviado a la universidad de Salamanca para realizar sus
tinta. Un especialista español ha gastado media vida para encontrar en los archivos de esa
universidad cualquier mínima huella del paso del joven Cortés… pero eso no molesta a
nuestro biógrafo quien después de muchos lugares comunes considera que su estadía en ese
“prestigioso establecimiento” fue todo un éxito, aunque el joven no se quedaría, “para gran
113
Si algunos autores dudan de la capacidad de Cortés de dominar perfectamente el latín,
Duverger utiliza el testimonio de Bernal en el que escribió que “era latino… y cuando
hablaba con letrados respondía a lo que le decían en latín. Era algo poeta, hacía coplas en
metro y en prosa y en lo que platicaba lo decía muy apacible y con muy buena retórica”7.
Si Cortés no duda en usar citas latinas, “ese dominio del latín signo de la pertenencia al
mundo del clero, de los juristas y de los sabios no es sorprendente… puesto que todas las
hablaba latín antes de entrar a la universidad, “fruto del trabajo de algún preceptor”.
Duverger está convencido, después de las Casas o Díaz del Castillo, de que fue bachiller en
leyes, aunque la mayoría de los autores contemporáneos piensan que no, pero lo
importante para Duverger es poder concluir que lo importante es que Cortés “muestra que
Por suerte para Castilla y el mundo, “los ojos de la reina al fin se han abierto, Colón
aparece bajo su verdadero rostro, como un aventurero sin escrúpulos, obsesionado por el
Cortés en América
Nuestro Hernán por fin entra en razón, “después de su propio descubrimiento del mundo,
titubeando entre el trabajo y los amores, Hernán regresa a su proyecto inicial: las Indias. A
7
Bernal Díaz del Castillo, Historia Verdadera…, México, Porrúa, 1980, p.557.La utilización repetida del
testimonio de Bernal considerada después de la publicación de la tesis de Duverger, que pretende que el autor
de la obra bernaldiana es de la propia mano de Cortés, nos ilustre sobre la poca seriedad historiográfica del
personaje.
114
finales de 1503, acuerda con sus padres el pago del pasaje…” Cortés pone pie en América y
con un grito de jubileo mezclado de amenazas, exclama: ¡Ya llegué! Tiene cita con la
Su llegada no fue sencilla. Duverger, que probablemente cree en los presagios, retoma los
relatos épicos de ese viaje. Lo que le parece probablemente normal ya que un destino como
el de Cortés no puede dejar al cielo indiferente: no solamente pelean capitán y piloto, sino
que los diferentes navíos de la flota compiten para llegar primero y vender con seguridad
sus mercancías más caras llegando, esas sucias prácticas, a sabotear el mástil del barco en
el cual estaba Cortés. No puede faltar tampoco en ese viaje extraordinario una terrible
El choque iniciático, según Duverger, es muy rudo para el delicado y culto joven Hernán,
“sumergido en la atmósfera de las islas, Cortés conoce de entrada los ingredientes de la vida
en las Indias: ausencia de reglas, exasperación de los apetitos, descomposición de la vida
social por la envidia, la maledicencia, la corrupción, la traición, el cambio de alianzas, la
búsqueda del poder y, por supuesto, la fiebre del oro” (p. 78).
Finalmente, “la tierra en la que desembarca Cortés está muy lejos de ser el paraíso terrenal
8
Ese tópico del viaje iniciático en el que las potencias infernales y naturales, las primeras manipulando a las
segundas, se empeñan en impedir el buen arribo de un viajero predestinado, es un clásico de la literatura de
viaje de esa época, como lo muestra el relato del viaje de Jordan Catala a Taprobane.
115
Frente al fracaso de la colonización de Ovando, de las 2500 personas que habían llevado
cnsigo, 1500 han muerto, arrasadas por el paludismo, las disenterías, las fiebres y la
“Él que desembarcaba con su comitiva y sus sirvientes y que contaba con llevar un gran
tren de vida gracias al oro que corría por oleadas en las riberas, debe desengañarse”. Éste
“acaricia por un momento la idea de extraer oro con sus propios empleados españoles sin
recurrir a la mano de obra esclavizada de los indios” ya que le repugna utilizar la fuerza
masacre de indios se responden unos a otros, todo va a cambia con Cortés, pretende
Duverger, aunque no da ni fecha ni más detalles sobre este cambio tan drástico : “Cortés ya
campaña militar” sobre el cual Duverger no da detalles, Cortés regenta uno de los 17
municipios recién fundados, en los cuales se dividió la isla, él está en Azua y Duverger no
9
Como lo expresó ya más adelante Bernard Grunberg, estamos aquí en una novela digna de Bernardin de
Saint Pierre, de todas maneras como lo hacen notar muchos especialistas de la época, la conquista estaba
terminada cuando llegó Cortés. Pero ese tipo de descripciones psicológicas son necesarias para que el lector
pueda entender la conversión de nuestro futuro conquistador al pacifismo ya que va a tener una “revelación”,
como el apóstol Pablo en el camino a Damasco, o Las Casas escuchando a Montesinos.
116
teme escribir: “ocupa entonces una función pública, que lo coloca en el primer círculo de
“hubiera estado entre los primeros en tratar de aclimatar la caña de azúcar originaria de Las
Canarias; pero en la práctica Cortés no tiene espíritu de agricultor y muy pronto, fascinado
por los juegos del poder, regresa a vivir a Santo Domingo cerca de los círculos allegados a
Ovando.”(pág.87).
“No se descarta que Cortés se aburriera en su vida insular. Todos los testimonios lo
presentan como un gran jugador de cartas. Eso prueba que tiene tiempo para jugar.” ¡Qué
permanentemente.” De ahí sus peleas, duelos y cicatrices para acceder a las mujeres
indígenas más bonitas, las escasas españolas están probablemente encerradas bajo llave por
“Cortés vivirá desde el principio con concubinas indígenas, gran aficionado a la belleza
femenina y bastante exigente con el rango social de sus compañeras, se puede pensar que se
interesaba principalmente en las hijas de los caciques locales y entre ellas en las más
hermosas, que debían ser también por la fuerza de las cosas codiciadas”(pág.88). 10
comprendió: “que la palanca de la riqueza es el poder”. Añadiendo que poco se sabe sobre
el origen de su enriquecimiento, ya que no es minero, ni agricultor, sino que más bien vive
10
Si Duverger se hubiera interesado en la literatura colonial, no estaría engolosinado con las hijas de
caciques, ya que si bien la belleza aparece en esas familias “distinguidas”, también florece en las más
humildes de las chozas, otro ejemplo de la mirada clasista de nuestro muy particular historiador. A poco ¿las
maravillosas chamacas populares no eran objeto de la concupiscencia española?
117
traficando con Ovando. Y si éste manda a España 5 toneladas de oro entre 1503 y 1510, se
podría considerar considernado las costumbres de la época, que este pequeño grupo se
apoderó por lo menos del 10%, si no más, es decir, de por lo menos de 500 kilos de oro.
Probablemente jamás sabremos cuánto ingresó Cortés, pero suficiente incluso para alguien
que nos afirma Duverger no estaba interesado en las riquezas. Esa estación en la camarilla
Pero llegarían tiempos de cambio para la colonia española, ya que “… Isabel la católica
había muerto en Medina del Campo, el 26 de noviembre de 1504, fulminada por una
Colón, el 20 de mayo de 1506, después del fracaso del cuarto y último viaje, pobre
“almirante de los mosquitos”. Duverger escoge finalizar con esos crudos detalles el retrato
proyecto mestizo.
No podemos seguir examinando página por página, todas las ocurrencias, figuras, e intrigas
telenovelescas que nos propone Duverger como biografía de Cortés. No se trata, como lo
afirmó varias veces en entrevistas después de las críticas que le fueron hechas, solamente
de ponerse a la altura del lector medio, sino más bien, de su desprecio por ese lector medio.
118
El Gran Proyecto Cortesiano
Nueva España (1522-1528)”, y particularmente en lo que nos propone como “El proyecto
Aunque haya sido “a precio de sangre”, Cortés el pacífico, tiene ahora el campo libre,
“puede realizar en México esa nueva sociedad que anhela desde hace algún tiempo…” Su
España y por la vieja Europa” recién salida de sus castillos feudales y de una violenta
“atracción visceral por esta América tropical poblada de indios misteriosos y taciturnos.”
(pág.227)11
Para acreditar esta voluntad de cambio nos aclara que Hernán no es el único en resentir esta
“todos los círculos intelectuales arden y reflexionan sobre la mejor vía para salir de la edad
media, todos quieren romper con la corrupción y las prácticas escleróticas. Todos buscan
colocar al hombre y su intrínseca libertad en el centro del dispositivo social.(pág.229)”12
Duverger hace aparecer entre esa gran cohorte sin mucho orden a personajes muy
diferentes como Lutero, Erasmo y Tomas Moro, las clásicas figuras del siglo XVI, pero
11
“Indios misteriosos y taciturnos”, otro de los lugares comunes de la visión occidental del indio. Si bien la
lumpenización cultural, el trabajo excesivo y el consumo de alcohol, también excesivo, produjeron en el siglo
XIX “indios taciturnos”, lo que podemos intuir de esas sociedades frente a la Paz Blanca, era que eran más
bien festivos e incluso excesivos. Los usos del cuerpo, el de las bebidas fermentadas y el consumo de
muchísimas plantas psicótropas, así como las grandes fiestas colectivas, nos presentan una imagen del indio
muy lejana de la del indio taciturno encerrado en sí mismo, rumiando solo proyectos de venganza y de muerte
que vehicularan la antropología del XIX..
12
También aquí Duverger debería leer lo que se ha escrito en los últimos 30 años sobre ese periodo del
Renacimiento y sobre su famoso “humanismo”
119
también a los comuneros de Castilla y hasta a los franciscanos reformados por Juan de
Guadalupe. América así concebida puede ofrecer “un contra modelo de tamaño natural.”
Exterminados los tainos, los mexicanos están allí, vivos y “encarnan otro modelo cultural.
Otra forma de civilización.” Al visionario Cortés le parece que el proyecto es muy factible
humano. Son una alternativa.” E incluso que “…por la fuerza del ejemplo, esos pueblos
serán capaces de volver a dar un impulso civilizador a los otros pueblos de la Tierra”.
Según él, Cortés finalmente “concibe así una verdadera teoría del mestizaje,
extremadamente original” aunque reconoce que es fácil de caricaturizar, pero los autores
que vieron en la empresa cortesiana solo violencia y codicia “han pasado al margen de una
realidad más sutil.” Y es ese sutil ideal que nos explicará Duverger.
“realizar un injerto español en las estructuras del impero azteca, a fin de engendrar una
sociedad mestiza. Cortés no trata en ningún caso de transplantar al altiplano mexicano una
micro sociedad castellana, copia colonial y marchita de la madre patria. Eso ya se había
hecho en La Española y en Cuba…(pág.228)”
Ya que ese modelo de conquista militar violenta es inoperante y Cortés ha sido un fiel
testigo de ese fracaso, en México serán los españoles los que deberán fundirse en el molde
autóctono. Duverger para convencernos de ese cambio radical de política nos indica
algunas de las decisiones tomadas para llevar a cabo dicho proyecto: muy pronto, por
en Mesoamérica, como la lengua “oficial” de la Nueva España”. Además decide que “en la
120
escuela”(sic) se darán clases en lengua vernácula o en latín. Y por lo tanto de esa práctica
escolar Duverger concluye que el Vencedor decide que “No habrá hispanización en
México”13.
“Gozando de los sabios consejos y las lecciones particulares de Marina, Cortés parece
dominar el náhuatl desde 1524, aunque en sus presentaciones oficiales conserve a su
intérprete indígena para respetar la tradición autóctona…(pág.229)”
Marina también lo ilustra en “las complejas sutilezas del código ideográfico…”14 E incluso
Duverger va mucho más lejos al afirmar que: “Tenemos (?) la prueba de que Cortés
duda del lector, sobre el espíritu profundamente mestizo del proyecto de Cortés.
nuevo escudo. El Cortés de Duverger aprovecha esta autorización para mandar una
pretende Cortés sutilmente es otra cosa, ya que la del descripción del escudo que pide no es
13
Podríamos preguntar a nuestro biógrafo si existió esa política exclusiva ¿cómo pensaba Cortés que se
relacionarían esos jóvenes salidos de esa” escuela”, con el poder hispano? o ¿con los otros españoles?
14
No teme en añadir este juicio: “De temperamento jurídico, los indios del Altiplano central recurrían por lo
común a las acciones de justicia que daban lugar a registros escritos particularmente voluminosos.” ¿Qué
qué? ¿Donde están esos registros? ¿O acaso quiere hablar de los pleitos que las nuevas generaciones de
caciques producidos por la conquista empezaron muy pronto para justificar su nuevo poder, utilizando los
argumentos de la antigüedad de sus linajes, pero frente al sistema jurídico hispano?
15
“José Luis Martínez, op. cit., Introd. p. 8 no parece suscribir a lo que pretende el autor “Duverger en su
entusiasmo cortesiano, hace algunas afirmaciones que me parecen difíciles de aceptar, por ejemplo, la
existencia de pruebas de que Cortés logró comprender el sistema de escritura pictográfico (de los nahuas) y
que hizo de él un uso realmente mestizo”..
121
más que, en realidad, “una composición glífica que se derivaba de la codificación
náhuatl…” Esa triquiñuela heráldica, confiesa Duverger, fue para que los mexicanos
colocaba dentro del simbolismo de la guerra sagrada que, desde hacía cerca de 30 siglos,
estaba inscrita en las estelas y monumentos indígenas. Es así, nos afirma sin reírse, que al
tradiciones. Para Duverger es evidente que “elaboró su escudo desde la óptica indígena” y,
esa muestra definitiva de lo mestizo de Cortés, con esta conclusión: “Se nota muy bien en
esto que el conquistador se pasó del lado indígena sin, no obstante, romper con su origen, al
durante 5 siglos nadie lo vio pero por suerte estaba nuestro erudito y clarividente campeón
parisino.
El otro ejemplo es aún más “sofisticado”, lo confiesa él propio Duverger. Veamos, tenemos
una medalla grabada por el alemán Cristopher Weiditz de la corte de Carlos que en su
Duverger, si no se sabe que es, antes que nada, una mala copia de un glifo nahua e incluso
olmeca “que describe la toma de una ciudad”, pero como también trae inscrito un lema que
del fuego y de la sangre”, dicho lema, traducido por el propio Duverger, “la justicia del
señor los capturó y su fuerza endureció mi brazo”, le permite aquí también encontrar la
122
simbólica náhuatl oculta. Y nosotros menos entusiasta nos atrevemos a preguntar ¿si hay
su operación de conquista. Díaz del Castillo, en un pasaje que él mismo parece haber
censurado porque describía un banquete muy bien rociado, da el nombre de 8 mujeres que
viejas, esposas de soldados de Narváez, también, recuerda Bernal a María de Estrada que
“sobresalió durante la noche triste por su excelente manejo de la espada” y con “varonil
presencia femenina en los barcos ya que ésta provocaba calamidades y tormentas. Sin
olvidar el jaleo paralelo de los machos dando vueltas a las pocas mujeres embarcadas y
Duverger sigue aferrado a su idea “…no eran las españolas las que le interesaban a Cortés.
No tenía ojos más que para las indígenas y en primera fila figuraba Malintzin.” Intenta
mostrarnos la naturaleza de la relación entre Cortés y las mujeres indígenas. Empieza por
reconocer que “La historia ha sido severa con Hernán, al reprocharle sus innumerables
123
conquistas femeninas,” pero argumenta, ¿qué puede hacer, si él les agrada, y también a él,
física16, sino más bien del efecto arrasador de sus “cualidades, de un carácter excepcional.”
No es extraño entonces, por lo tanto que tantas princesas cayeran rendidas a sus pies y las
son princesas.
Pero aún no ha abordado nuestro biógrafo el lado sexual, ¿un encuentro indispensable de
Gomara, que “todo exceso de orden sexual no puede tener lugar: Cortés no es un
Si bien reconoce que “Hernán es bígamo desde 1515” ya que aunque vivía con la india
finalmente le importó poco. El apuesto Cortés aceptando las esposas que le ofrecen los
16
“Las descripciones del físico de Hernán no bastan para explicar su éxito: el hombre no es muy alto; tiene
una talla normal para la época, es decir, aproximadamente 1.70; es bien proporcionado, a la vez esbelto y
musculoso; no es atractivo ni feo de rostro; tiene la nariz aguileña, los cabellos castaños y los ojos
negros”.(pág.234)
124
señores de Cempoala, Tlaxcala, Cholula y México, solo se inserta en la tradición de los
tlatoanis mexicas. Por motivos de alta política Cortés toma muy en serio esos
bautizado, evidentemente, a las jóvenes mujeres indígenas. Y él, el jefe, está moralmente
número de sus concubinas no llega a 150, como fue el caso de Motecuzoma, “Cortés
intentará mantener su rango” reconoce Duverger Y es por eso, escribe nuestro biógrafo,
que “mantendrá bajo su techo a una pequeña corte que reúne a las hijas de los señores que
depravado, sino como un príncipe nahua que trata con respeto y deferencia a sus numerosas
Las acusaciones de asesinato que pesan sobre Cortés por la muerte de su única mujer oficial
de esa mujer enfermiza, amenazaba con arruinar toda la estrategia de mestizaje iniciada por
el conquistador. Cuando ésta abandona su gran casa de Cuba, Hernán está abrumado: ¿qué
puede hacer, nada o poco, solo intentar hastiar a Catalina de México? o cuando llega por fin
a la capital después de un viaje épico Cortés la recibirá con frialdad y no le esconde que
Catalina pero reconoce que su destino estaba sellado, tarde o temprano tenía que
125
Tampoco puede admitir que un ser tan ecuánime como Cortés, dotado de tantas cualidades
morales, se haya dejado llevar por impulsos sanguinarios, estrangulando a Catalina como se
le acusó. Esto sería según Duverger un escenario demasiado “simplista y grosero”, por eso
intenta nuestro biógrafo más bien llevar la sospecha de esa muerte hacia un simple
problema de arreglos de cuentas entre mujeres. Ya sabemos cómo son las mujeres celosas,
“providencial. Malintzin estaba encinta y algunas semanas más tarde dio a luz a un niño al
que Cortés bautizó. Después de haber dado el nombre de su madre a su primera hija,
Catalina Pizarro, el capitán general le dará el nombre de su padre a su primer hijo, Martín
Cortés. Ambos son mestizos: la genealogía cortesiana se ha trasplantado.” (pág.238)
También tiene otro hijo de “otra princesa nahua”, Luis, que será legitimado más tarde por
el papa Clemente VII con sus otros dos hermanos. A pesar de todas las dificultades del
periodo, tanto de día como de noche, a caballo o en la cama, “Hernán construye su sueño”,
La Cristianización mestizante
indios, ya que estaba, como todos saben, en el corazón de la justificación del derecho
español a poseer estas tierras, pero ahí también Duverger inventa otra gran originalidad del
desarrollos para explicar lo erróneo de esa doble concepción de lo sagrado que Duverger
126
presta a su héroe Cortés, solo recogemos 3 citas amplias cuyo contenido no se apoya, como
es su costumbre, sobre ningún documento pero nos permite ver las incoherencias de su
“El tercer aspecto del proceso de mestizaje que se pone en marcha en México radica en la
cristianización de los indios. Ahí también, la actitud de Cortés será muy original. Lejos de
querer prescindir del pasado pagano el conquistador tiene muy pronto la intuición de que no
habrá cristianización en México si no se captura lo sagrado de los lugares de culto
indígenas. En un primer tiempo, no construye iglesias strictu sensus, sino transforma, en
cambio, los antiguos santuarios paganos en templos cristianos17. (pág.239)
Su reflexión irá incluso mucho más lejos, cuando nos cuenta de que Cortés tomó
ídolos del santuario principal. Comprende entonces que el mensaje cristiano será rechazado
fondo una práctica cristiana de la idolatría, era necesario disponer de un clero de amplio
criterio.
17
Como no practica ninguna reflexión sobre las fuentes documentales, Duverger toma al pie de la letra las
afirmaciones repetidas en las cuales se afirma que Cortés, a lo largo de su camino, catequiza, destruye ídolos e
impone cruces o imágenes de la Virgen, y el lector recordando esos mismos lugares comunes incluidos en la
Vulgata mexicana, puede tener la impresión que lo que afirma Duverger corresponde es algo que ocurrió. No
creemos que Cortés haya destruido el gran templo de Cempoala ni que ellos hubieran seguido prestándole
su apoyo y alianza, a menos que, una vez más, consideremos que el indio es valetudinario e impotente. De
todas maneras se presenta el hecho de la casi imposible transformación de las grandes pirámides en iglesias
cristianas. Esto ocurrió hasta que con picos y palas se destruyeron los antiguos Cues para obtener piedras y
materiales para construir, sin tanto gasto y trabajo, iglesias y monasterios. El hecho de que esas pruebas del
orgullo cristiano se construyan sobre bases de pirámides no quiere expresar una voluntad de captar lo sagrado
anterior sino más bien marcar su aplastamiento y derrota.
127
a los indios para su conversión es el abandono del sacrificio humano. No es el espíritu del
sacrificio lo que molesta a Cortés, sino su realidad física, material.”18 (pág.239)
“El cristianismo también es una religión de sacrificio y la misa no es otra cosa que el
recordatorio del sacrificio de Cristo. Pero precisamente, el paso de lo real a lo simbólico se
percibe como un avance cultural, un hecho de civilización, y no es cuestión de regresar 3
mil años atrás, a la época en que los fenicios sacrificaban hombres a Baal mientras que los
hebreos sacrificaban bueyes o corderos.”19 (pág. 240).
4 siglos y consciente de la obra civilizadora que emprende, tiene que encontrar para esa
Tampoco nos explica cómo ese regreso a la ortodoxia franciscana podía ser un instrumento
de progreso, pero eso le importa poco, lo que le interesa es poder concluir que el Papa
18
Duverger que probablemente ama a los indios tanto como su biografiado no puede pensar que el
cristianismo sea la piedra angular del etnocidio que acompañó a la conquista militar y condenó las antiguas
culturas a desaparecer. Ese señor puede ser cristiano, es su derecho, pero no el de inventar un cristianismo
cortesiano totalmente anacrónico. Existen demasiados trabajos eruditos que muestran el totalitarismo en
acción en el corazón mismo de esa concepción religiosa desde sus orígenes y hasta la fecha.
19
Lo que pretende Duverger de manera inútilmente complicada es hacernos entender que Cortés con la
cristianización proponiendo la sustitución del sacrificio sangriento por el de la Eucaristía permite a los indios
subir varios escalones en la valoración civilizacional occidental.
20
Cortés y Lutero, un mismo combate
21
Ahondando en la vida de ese personaje austero que solo fue Papa algunos meses, Duverger hubiera
encontrado un aliado para lo que considera fue la política de Cortés, pero como había sido el preceptor de
Carlos V durante 10 años y como lo considera un príncipe veleta e ignorante, se olvidó de ese interesante
personaje y de su papel político.
128
que era del convento de San Francisco de Belvís, fundado por Francisco de Monroy… “con
Pero los Doce tienen que iniciarse a las realidades americanas, por ello Duverger recuerda
su largo viaje que “se enriqueció con una larga escala en Santo Domingo que les permitió
dimensionar la realidad colonial en las islas…” Ese rodeo no es una simple iniciación ya
que ahí, los franciscanos locales les cuentan la historia de Enriquillo el joven cacique,
educado por ellos, que aprendió a leer y escribir en castellano, pero que después de tantas
profundo deseo de Cortés”, llegaron los que serán los auxiliares de su gran empresa.
Duverger nos ofrece el relato ilustrado y a color de esa simbólica y grandiosa recepción.
Con muestras de respeto se humilla “se arrodilla al pie de Martín de Valencia y le besa la
mano” Pero debe explicar a los indios presentes su conducta y lo que ocurrió:
“Por medio de la Malinche, les explica a los aztecas por qué se postran ante esos hombres
de apariencia tan pobre. Les explica que la autoridad de Dios es superior a todas las
autoridades humanas porque es de otra naturaleza.” (pág.242)
Fiel a su impulso evangelizador, dice Duverger, sin perder más tiempo, al mes siguiente, el
propio Cortés “organiza y preside el primer encuentro teológico del Nuevo Mundo, los
129
Conocemos esos coloquios por la existencia de un manuscrito, muy incompleto, de
Sahagún, que se supone recoge las conversaciones entre los Doce y los sacerdotes y
príncipes mexicas, en los cuales, y no podía ser de otro modo, ellos reconocen muy
elite indígena que habían sido engañados por el demonio. Ese texto ha sido objeto de
muchas interpretaciones, tanto Duverger como Miguel León Portilla y otros nos han
Para Duverger no hay duda de que estas conversaciones no solamente existieron, sino que
fueron organizados por Cortés en persona, él tan escrupuloso y crítico cuando se trataba
tiene duda de que el buen franciscano no pudo inventar dichos encuentros, proponiéndose
redactar un simple relato para la evangelización, como existían muchos supuestos diálogos
en su época. No hay duda para él que Sahagún “retomó las minutas de un texto anterior
conservadas en los archivos del convento de San Francisco.” Un manuscrito que nadie ha
visto. Evidentemente un encuentro de ese tipo, “un auténtico encuentro” con lo mejor de
22
Duverger, La conversión de los indios de Nueva España, México FCE, 1993. También tenemos entre otras,
la edición de Miguel León Portilla, con un título más explícito: Los diálogos de 1524, según el texto de
Bernardino de Sahagún y sus colaboradores indígenas, México, UNAM, 1986. Ver en este mismo libro el
ensayo de Miguel Segundo Guzmán, El Coloquio de los doce según Duverger.
130
Ya teníamos un espíritu superior pensando una política y obreros capaces y dedicados para
la política cortesiana:
“eso fue lo que ocurrió, Cortés, seguro de su conocimiento intuitivo había sabido convencer
a los primeros evangelizadores de lo bien fundado del método que el preconizaba. Si el
choque de los primeros tiempos fue rudo, la historia le dará la razón a Hernán. Los indios
adoptaron un catolicismo mestizo, suficientemente indígena para ser aceptado por los
mexicanos y suficientemente cristiano para no ser declarado cismático por el Vaticano.”
(pág.243)
Desde el inicio de la colonia los detractores de Cortés lo han acusado de ser esclavista y de
esos temas que Duverger considera que “no han sido tratado serenamente”. Y considerando
que esclavitud y encomienda son dos asuntos distintos decide tratarlos por separado,
intentará mostrar que su héroe no tiene nada que ver con los aspectos negativos atados a
esas instituciones.
Empieza por recordar a su lector que la esclavitud en el siglo XVI en el mundo hispánico
era no solamente legal sino que muy extendida, al contrario de lo que se pretendió durante
décadas, explicándonos que ésta había desparecido con el final de la Edad Media. Es por
131
eso que insiste en la generalización de esa práctica: “toda la gente afortunada tiene
esclavos, tanto nobles como comerciantes, reyes y obispos, artistas y banqueros.” Los
perder de vista los caminos de la sana reflexión historiográfica cuando en una extraña
comparación explica que “poseer esclavos domésticos era tan común como tener ahora una
secretaria”, aunque reconoce que hay en esa práctica casi universal, una clara limitación:
“no se debe someter a ella a un cristiano” o una cristiana para seguir con lo de “la
secretaria”.
Así cuando nos explica, que existen dos tipos de esclavos: los de guerra, castigados por su
rebelión o insumisión y los esclavos de trata, “que se supone eran esclavos en su país y
esclavitud practicada por Cortés, quien permitirá herrar a indios después de la destrucción
“En el México prehispánico la esclavitud es también una práctica común y Marina está
justo en el lugar para saberlo: nadie duda de que ella le haya pintado a Cortés un cuadro
sobrecogedor de la situación en Mesoamérica”. (Pág.244)
La suerte de doña Marina si bien hubiera podido conmover a Cortés, no parece lograr ese
objetivo. Duverger nos explica que a pesar de su posible aspecto dramático, era una
esclavitud moralmente defendible, ya que podía ser voluntaria, “de hecho era el esclavo el
propio precio”. (pág. 244) En una fórmula elíptica concluye “para preferir esa forma de
132
vida se requería que el rigor del control social fuera ¡particularmente agotador!” Qué bien
que llegó Cortés, para poner la humanidad cristiana en ese mundo cruel.
También nos recuerda que existía “en toda Mesoamérica una esclavitud bastante parecida a
sacrificados”, así como una esclavitud “comercial”, basada en la coerción “que era la puerta
“los padres podían vender a sus hijos como esclavos, ya fuera por la ganancia o para pagar
el tributo impuesto por el poder mexica: fuerza de trabajo en lugar de pagar en especie.”
(pág.244)
Después de esta primer exposición sobre la esclavitud americana finge preguntarse “¿Cuál
era la posición de Cortés respecto a esas dos tradiciones esclavistas?” y nos ofrece una
respuesta algo sibilina: “Las consideró como un hecho social”. Lo que es finalmente una
manera de reconocer que las aceptó. Pero que el lector no vaya a pensar que fue por
como un medio para realizar su gran política. Ya que el bautizo preserva de la esclavitud,
el indio cristianizado no podía ser esclavizado. De ahí podemos entender el poco interés de
muchos españoles en evangelizar realmente a sus indios. Otra vez vemos la actuación
sigilosa del personaje, injertandose en el mundo indio, para construir su América mestiza.
133
autóctona era una sutil artimaña, “un incentivo discreto para estimular las vocaciones
presentarnos la visión original que tenía su biografiado de esta institución. Empieza por
política” según él. ¿A poco la esclavitud no? Nos explica que ya que:
“Cortés nunca tuvo la idea de convertir a México en una colonia española. Su visión es
simple: para impedir el despoblamiento… había que conservar in situ todas las estructuras
tradicionales, sin tocar la arquitectura económico-política del sistema”. (pág.245)
Objetivo claro si se quería lograr ese famoso injerto del cual nos habla tanto Duverger.
Cortés había entendido gracias a las lecciones de economía política de Marina que “los
“sustituir al tlatoani y destituir a los señores locales para reemplazarlos por sus compañeros
de conquista”. Por eso puede ofrecernos esta magnífica conclusión: “Cortés había
ahora como una medida moralmente justa y perfectamente razonable y eficaz en el plano
político:
134
“El sistema de la encomienda…, podía entonces insertarse en el mundo azteca sin provocar,
en teoría (sic), la menor rebelión: en lugar de trabajar para un señor nahua, los indios lo
hacían para un amo venido de otra parte. Cortés mataba dos pájaros de un tiro: satisfacía a
sus compañeros de conquista a quienes ennoblecía de este modo convirtiéndolos en señores,
y conservaba a la población en su lugar sin que fueran sensiblemente afectados por la
medida. El sistema permitía a los indios seguir llevando su vida y procuraba ingresos a los
conquistadores”. (pág.245)
Todo estaba fríamente calculado, la suprema sutileza del gran Cortés fue que,
Ese plan genial no podía encontrar el más mínimo reconocimiento de parte de la corona, ni
producción agrícola, fijando cuotas de producción obligatorias para el vino y el trigo, pero
“se conserven los cultivos tradicionales: maíz, tomate, pimienta o camote, al mismo tiempo
que siembran y plantan legumbres y árboles frutales originarios de España”. (pág.246)
Si a esas preocupaciones se añaden los esfuerzos para importar ganado vivo y caballos, se
económica ¡es decir, según Duverger, lo contrario al modelo colonial! Cortés no quiere un
reglas para impedir los abusos y proteger a los autóctonos.” Se dedica primero a
finales del XIX, se aplicaba la misma regla de las 60 horas semanales. Cortés añade
también que deben recibir por parte del encomendero, una libra de tortilla al día con ají y
sal.
Finalmente considera que ese sistema impuesto era bastante ligero y benéfico para los
indios ya que “un sistema de tiempo libre alternado, les permite a todos seguir llevando
Y ya que los periodos de trabajo no pueden pasar de 20 días y deben ser seguidos de 30
días de libertad completa, nos ofrece esta extraña conclusión, extraña por no decir
estúpida:
incoherentes, que lo llevan a considerar que la tasa de presión fiscal sobre los indios
encomendados era solo del 36.4%, lo que le parece poco ya que en la Francia del año
23
Subrayado nuestro. Y finalmente nos lleva a preguntarnos pero ¿de qué se podían quejar los dichos indios?
Con un sistema tan justo, y peor, ahora ¿qué crédito dar ahora a los defensores de los indios de aquel siglo?
136
Concluye su razonamiento económico destinado a limpiar la memoria de su Cortés,
negando las acusaciones de la Historia, porque si fuese “lícito criticar a Cortés por
sociedades modernas? “en las que los gobernantes extraen casi la mitad de los ingresos del
Además del control del tiempo y condiciones de trabajo, la otra gran medida cortesiana de
protección de los indios, según Duverger, será la imposición de una vida urbana
completamente separada entre indios y españoles. Explica la manera en que dicha medida
Con ello, afirma Duverger, “el capitán general quería evitar que hubiera residencias
espontáneas en el campo fuera de todo control. Se trata, en cierto modo, de una segregación
Por lo tanto en sus barrios los indios serán gobernados por sus propias autoridades, donde
Los únicos aliados con los que Cortés podía contar eran evidentemente los virtuosos e
infatigables franciscanos,
“que tenían vocación para entrar en contacto con los indígenas”… “debían velar por el éxito
de la evangelización. Ellos debían también, subterráneamente, servir de vigías anti
españoles para preservar a los mexicanos de toda exacción, de toda violencia y de toda
137
contrariedad.”…“Tal es el espíritu del proyecto cortesiano, que será combatido por todos
los contemporáneos del capitán general quienes no compartían esa visión del otro”
(pág.249)
Cortés y de los indios: los funcionarios reales y todos los envidiosos, que solo piensan en
estas tierras para sacar el oro. Las consideraciones simplistas y populistas de estas últimas
solo a los funcionarios reales sino al propio emperador pataleando de rabia e impotencia,
celoso de los triunfos del invicto Cortés. España se vuelve opresora y cínica porque no
“Una vez arrojada la máscara, el mensaje fue claro. Sólo el oro de México le interesa al
rey. La Nueva España es una fuente de ingresos fecunda y el monarca no se conforma con
recibir el quinto. Se muere de rabia por tener que abandonar en el lugar toda esa riqueza
con la cual Cortés y sus hombres construyen un país competidor. La maquinaria colonial se
pondrá en marcha desde la lejana España para financiar las deudas del emperador , pero
también para impedir que un día ya no haya quinto en absoluto. Ahí radica la paradoja:
precisamente porque el proyecto de Hernán lleva en él, desde el origen, la independencia
de México, es el modelo cortesiano de mestizaje y de desarrollo endógena lo que llevará a
España a concebir, como respuesta, una verdadera estrategia de colonización opresora y
cínica.”(pág.254)
138
Aguilar, que probablemente jamás existió, aunque se haya constituido en un ejemplo, un
“Si Hernán hubiera sido verdadera y visceralmente antiespañol, hubiera actuado como
Gonzalo Guerrero en Chetumal; se habría ido al monte, escogido el campo adverso y se
hubiera sumergido entre los indios para desaparecer de la escena hispánica. Pero Cortés no
es Guerrero y su deseo de mestizaje excluye, por el momento renunciar a la parte española
del trasplante: No aplicará entonces las instrucciones del rey y le escribirá para explicarlo
porque no lo hará. Cortés persiste, firma y se inconforma. Se podría creer en una disputa
filosófica, en un debate epistolar, pero es una lucha sin cuartel. Cortés habla al emperador
de igual a igual y el da un lección sin saber cómo la recibirá. Martín duerme en los brazos
de Marina y la pequeña catalina que cumplirá 10 años, teje un Quechquemitl en el patio de
la casa. Su familia esta aquí, en México, pero Cortés está lejos de ganar la partida.” (pág.
255)
Clausurando con esta estampa familiarista, Duverger reafirma el proyecto cortesiano del
mestizaje, Cortés se siente mexicano y ésta listo para luchar contra las fuerzas del mal y de
A maneras de conclusión
Es ya tiempo de concluir y resumir este largo comentario sobre algunas partes del Cortés
consideremos como un gran renovador del estudio de ese periodo, a una visión
decimonónica hoy totalmente anacrónico, y si él puede afirmar que “es más políticamente
correcto que sus adversarios” es porque pretendió, de manera demagógica, volverse más
Queriendo aparentar ser un auténtico mexicano, cree que para expresar su amor, es
suficiente con retomar todos los lugares comunes reunidos por los biógrafos que lo han
precedido y re-barajarlos. Durante años escribir biografías fue considerado por los
139
profesionales de la Historia, como algo ambiguo y difícil, por las dificultades
Es evidente que Duverger ha caído en la mayoría de las trampas que dicho género podía
morales, escribiendo así más bien una hagiografía. Según él, su Cortés proviene de
preeminentes linajes, pudo así heredar de manera natural ese gran número de virtudes y
clasista, paralizado por esa vieja idea decimonónica de que los genes trasmiten también las
cualidades morales. Para realzar la eminencia de Cortés, cuenta que desde la infancia, tiene
Para intentar tapar sus insuficiencias historiográficas, el autor intenta pretender que no
escribió esa biografía para el gremio de los historiadores, y por lo tanto, que nuestras
críticas no le importan; sino para un público que jamás define y que, más bien, parece que
bibliografía.
Pero pongo ahora un punto final, ya que estoy consciente de que, ese libro aunque
necesitaría ser glosado de manera crítica durante centenas de páginas más, creo que los
capítulos de mis colegas permitirán aclarar y fundamentar con precisión porque ese tipo de
obra no pueden servir de manual de base en la enseñanza, y los docentes que lo proponen
140
son unos irresponsables. Y es evidente también que podemos deplorar que grandes
141
CRÍTICA MÍNIMA DE UN GRAN ANACRONISMO
Marialba Pastor
colonización de México por los españoles, la explicación de este fenómeno no alcanza a ser
nacionalista oficial. La emocionalidad que dirige la mayor parte de los relatos acerca de
contemporáneas: la española, con una elevada unidad política y religiosa, y las sociedades
142
la parte conquistada y colonizada, debido a la destrucción de su cultura material y
para imaginar dos de aquellas culturas enfrentadas: la azteca y la española. Entre estos
ellos, el sacrificio humano, es uno cuya carga emocional ha propiciado las más acaloradas
flor letal. Economía del sacrificio azteca. 2 Más que plantear el problema del sacrificio
humano para aproximarse a la realidad azteca, él ofrece una explicación conciliadora que
procura dejar contentos tanto a los adoradores de la cultura azteca como a los de la hispana.
Justifica la práctica del sacrificio humano por responder a la peculiar concepción del
mundo azteca relacionada con el valor que éste le asignó a la energía y resuelve que la
economía azteca era el “[…] arte de gobernar la ciudad, técnica de administración del
imperio, y al mismo tiempo esfuerzo sobrehumano por mantener el equilibrio cósmico […]
1
Es importante no perder de vista que la mortandad y la dispersión poblacional se intentaron corregir durante
el proceso de sometimiento y conversión, con la política de congregación de los sobrevivientes en pueblos
regidos por corporaciones civiles y eclesiásticas de orden cristiano y medieval.
2
Chistian Duverger, La flor letal. Economía del sacrificio azteca, México, Fondo de Cultura Económica,
1983 [París, 1979].
143
decir, en términos físicos…”3 Ante la pérdida de la energía, de las fuerzas, la respuesta
sacrificio humano.4
La flor letal fue escrita en la década de los setenta del siglo pasado, cuando en los medios
los físicos Stephen Hawking y Roger Penrose sobre la energía, la entropía y los agujeros
mundial. Impulsado por estas ideas, a Duverger se le ocurrió entonces que los aztecas,
muchos años antes de aquellos físicos norteamericanos, por otros caminos, ya se habían
restablecerla al adelantarse a ella mediante el sacrificio. Por ello afirma: “No, el sacrificio
acuerdo con el arqueólogo e historiador francés, esto podría sonar extraño, pero dice:
núcleo atómico libera una parte de las energías que se concentraban en mantener la unión,
¿no ha revelado la física moderna el espíritu secreto del sacrificio?”6 La ruptura del átomo
3
Duverger, La flor letal, op. cit., p. 13.
4
Ibid., p. 12-14.
5
Ibid., p. 113.
6
Ibídem.
144
sociedad azteca la misma función que el reactor atómico o el acelerador de partículas de
nuestras sociedades contemporáneas?” 7 Por estos medios Duverger llega al meollo del
impulso oculto que mueve a los seres humanos al sacrificio. Para él, el miedo a la muerte
motivó a los aztecas al sacrificio, pero en forma social y organizada, con plena
racionalidad. Siendo esta la tesis central del libro, esta es también el gran anacronismo que
Es notabilísimo que los aztecas, por su parte, hayan cifrado también ellos, ese umbral de la
existencia del tiempo en 260. El ciclo de 52 años marca la disgregación del tiempo, pues
corresponde a la enumeración de las 260 combinaciones del tonalpohualli que, a todas
luces, constituye el núcleo del calendario. Y los físicos occidentales nos enseñan cuatro
siglos después que alrededor de 260 partículas, un núcleo no posee ya más que una
estabilidad infinitesimal. 8
Como los anacronismos frecuentemente se hermanan con las extrapolaciones, añade algo
más, fuera de toda lógica: “Quizá esto nos ayude a comprender por qué el fin del ciclo
Si bien no tenemos datos de que los aztecas emplearan el método experimental para llegar a
hasta aquí, en estas primeras páginas del libro, este autor ha procedido conforme sus deseos
7
Ibid., p. 114.
8
Ibid., p. 38.
9
Ibid., p. 38-39.
145
y ficciones personales; ha partido de un juicio previo y ha acomodado los relatos
convenientes a él.
con sociedades agrícolas, de orden matrilineal, cuyas relaciones con la carne y la sangre
humanas estuvieron determinadas por reglas muy distintas a las cristianas.10 También salta
a la vista la falta de referencias a la religión cristiana como una de las pocas religiones cuya
cruentos; su elogio de las virtudes de la templanza y la castidad; y sus intentos por limitar
desviados de la verdad divina, de la ley natural, los actos que ellos consideraron
Como se sabe, una de las estrategias cristianas más efectivas desde los últimos tiempos del
estereotípicos de los pueblos paganos que los cristianos españoles, sobre todo los
10
Así se plantea en las obras de Eric R. Dodds, en especial The Greeks and the Irrational (Berkeley,
University of California, 1951) y Pagan and Christian in an Age of Anxiety (Cambridge University,
Cambridge, 1965), bien conocidas cuando Duverger escribió este libro.
146
advertir sus intereses e intenciones, Duverger, como otros antropólogos e historiadores,
La fuente privilegiada de Duverger para dar cuenta de la concepción azteca del mundo, de
la economía doméstica y la economía religiosa (las tres partes de La flor letal), es el Códice
también son, para el caso azteca, posthispánicos. Escasamente emplea crónicas de soldados
realmente podrían remitirlo a la época prehispánica, no los toma en cuenta. Ignora los
intereses de la Corona española y sus órdenes de censura a los relatos sobre las
“antigüedades de los indios”, así como las intenciones de la Iglesia católica y su proyecto
desestructuración del mundo indígena por la guerra y la despoblación, sostiene que los
Yendo aún más lejos, sostiene que los frailes franciscanos comprendieron al indio porque
modo más enfático y repetitivo en un libro posterior a La flor letal llamado La conversión
Todo en su actitud es original. Mirando a los indios con admiración abrazan su causa contra
los encomenderos y muy a menudo también contra las autoridades constituidas; trabajan
para Dios y no para España. Desarrollan un acercamiento apostólico basado en el respeto de
11
Ibid., p. 15-16.
147
las culturas autóctonas; también se ve a los franciscanos predicar la palabra de Dios en
náhuatl, en otomí o en tarasco.12
Sin percatarse del continuo traslape de temporalidades e ignorando que la labor de los
precolombinas.”13
Duverger no advierte los anacronismos en los que caen las crónicas españolas, los cuales se
relacionan con la creencia en la superioridad del cristianismo, justo por haber superado la
bíblicas; de héroes, dioses, mitos y ritos grecolatinos y medievales, como una vieja
estrategia empleada por los cristianos para convertir a los paganos, en este caso a los indios,
Salamanca.
La primera parte de La flor letal recoge el mito de la creación de la Leyenda de los soles
12
Christian Duverger, La conversión de los indios de Nueva España. Con el texto de los Coloquios de los
Doce de Bernardino de Sahagún (1564), México, Fondo de Cultura Económica, 1993, p. 9.
13
Ibídem.
148
ejemplo: en el cuarto sol, después del Diluvio, la pareja Titlacahuan-Tezcatlipoca, salvada
desencadenaron la cólera de los dioses; entonces “Tezcatlipoca les cortó los pescuezos y les
remendó la cabeza en su nalga, con que se volvieron perros…”14 ¿Llegó el Diluvio hasta
América?, ¿había “un solo dios”?, ¿la pareja primordial quiso comerse un pescado, como
Otro ejemplo. Para insistir en su tesis de la energía, Duverger se remite al mito narrado por
Sahagún sobre otra pareja primordial: Tonatiuh, el sol, el “padre espiritual” de los hombres,
nutricia.15 Sin preguntarse por la ambivalencia masculina y femenina de esta última figura,
acepta que en este mito el sol reclame alimentos y devore a sus hijos. ¿No es una
coincidencia digna de investigarse que aquí ocurra algo similar a lo narrado sobre Urano y
No es posible juzgar a los cronistas españoles por el abuso de imágenes y recursos retóricos
aquello que resultaba útil en el proceso de lo que hoy la Iglesia católica denomina
14
Duverger, La flor letal., op. cit., p. 43.
15
Ibid., p. 26.
149
categorías mentales de la cultura que se pretende convertir para proceder a la
progresivamente, y no sin altibajos, la fe cristiana. Para ello, unas veces prohibieron los
hábitos y censuraron los libros de los paganos; otras veces recuperaron sus imágenes y le
asignaron sus propios significados; otras más, los mismos paganos, consciente o
inconscientemente, por miedo, por interés, o para quedar bien con la autoridad, el amo o el
caso azteca, Motolinía lo dice claramente 16 , entre otros autores. También se puede
economía doméstica, pues los padres exhortan a sus hijos al recato y a sus hijas “al uso de
la razón”. Con la mística del orare et laborare, Sahagún afirma, y Duverger lo retoma sin
cuestionamientos, que sus informantes le aseguraron que en tiempos antiguos pensaban que
16
En concordancia con la necesidad de limpiar la tierra de judíos, musulmanes y gentiles para esperar el
inicio del reino milenario de Cristo, para el tercer decenio del siglo XVI, según Motolinía, los indios ya
adornaban las iglesias, salían en procesiones llevando la cruz, buscaban el bautismo y la doctrina cristiana y
habían fundado hospitales y cofradías que organizaban procesiones y fiestas cristianas con flagelantes. En
repetidas ocasiones Motolinía habla del valor de la cruz para la salvación de las almas de los naturales y la
sustitución de los sacrificios humanos y la ley de la carne por este símbolo del sacrificio, de la imagen de
Jesucristo y de su “bendita Madre”. Fray Toribio de Benavente, Historia de los indios de la Nueva España,
Madrid, Dastin, 2001, pp. 79-81; 157-158; 195-202.
17
Ernesto de la Torre Villar y Ramiro Navarro de Anda, Testimonios históricos guadalupanos, México,
Fondo de Cultura Económica, 1982.
150
“en este mundo no hay verdadero placer, ni verdadero descanso”, sino trabajos y
aflicciones, miserias y pobrezas…18 Por eso un padre le advertía a su hijo: “En tu juventud
Aguarda a tu madurez para conocer la vida carnal. Evita la impetuosidad que agota´”19
tiempo; contra la gula, los movimientos pasionales y las inclinaciones carnales. Para los
aztecas —afirma Duverger— “sólo cuenta la procreación, que debe tender a aumentar la
población.”20 O sea, ¿la sexualidad se reprimía en los pueblos prehispánicos para limitarla a
la reproducción, al igual que la sexualidad de los cristianos? Y, al igual que estos últimos,
¿los indígenas americanos contaban con una moral referida a lo económico y entendían por
sexualidad de las comunidades prehispánicas sin que medie la interpretación española?, ¿se
Sorprende la tesis de Duverger de que el sacrificio humano entre los aztecas fuera para la
florida. También sorprende que el afán de la economía azteca condujera a lo que Duverger
18
Duverger, La flor letal., op. cit., p. 53-55.
19
Ibid., p. 62.
20
Ibid., p. 61.
151
llama canibalismo. Hernán Cortés y Bernal Díaz del Castillo escribieron como individuos
tiempos— de obedecer las consignas o los cánones impuestos, socializar las ideas, acudir a
los estereotipos, copiar y plagiar las ideas. 21 Ambos afirmaron que los indios comían
humanos y difundieron la idea de que la carne de los sacrificados se destazaba como en las
antropofagia; la da por hecho, en la misma forma desacralizada descrita por los españoles
del siglo XVI, como algo relacionado con la alimentación, es decir, la saca de su contexto
al no relacionarla con los mitos, los ritos, las creencias y las prácticas religiosas aztecas.23
Bernardino de Sahagún, sin investigar qué podría haber sido un sacrificio en tiempos
objeto) se evidencia cuando separa del sacrificio la fiesta del sacrificio, los ritos
21
Algo que Christian Duverger tampoco contempla en su reciente obra Crónica de la Eternidad. ¿Quién
escribió la Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España?, México, Taurus, 2012.
22
Hernán Cortés, Cartas y Documentos, México, Porrúa, 1963, pp. 585-586; Recopilación de leyes de los
Reinos de las Indias, 4 vols., Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1973, vol I. lib. I. tit. I.
23
Duverger, La flor letal., op. cit., p. 56.
24
Ibid., p. 117.
25
Ibid., p. 147.
152
Si los sacrificios en el mundo prehispánico fueron centrales, si la vida excepcional y la vida
cotidiana giraron en torno a ellos, si por ellos se establecieron las relaciones sociales,
españoles; para iniciar un acercamiento a una sociedad tan alejada en tiempo y una lógica
religiosa compleja como la azteca, parece conveniente estudiar las prácticas sacrificiales de
las sociedades antiguas, pues en ellas es posible adentrarse en complejos útiles para
cíclicos, los ciclos cósmicos y los ciclos menstruales y de fertilidad; la matrilinealidad y los
los sacrificios, de los ritos, los mitos y las tradiciones; la supeditación de la construcción de
los templos, la elaboración de las pinturas, las esculturas, las técnicas y los instrumentos de
trabajo a los sacrificios, así como la composición de los coros, las danzas y la música.
les dio un lugar en las guerras; las reglas de conducta social, las enseñanzas y las profecías,
y espiritual de los seres humanos. Como ha afirmado el historiador francés Paul Veyne: “el
153
sacrificio es de hecho el acto capital de la mayoría de las religiones, aunque casi hemos
olvidado su existencia”.26
26
Paul Veyne, François Lissarrague y Françoise Frontisi-Ducroux, Los misterios del gineceo, Madrid, Akal,
2003, p. 75.
154
LA ESCRITURA DEL SACRIFICIO EN LA FLOR LETAL. AMÉRICA-
Introducción
Parece ser que el tema del sacrificio humano, así como el de la sexualidad, se han
entronado como vetas máximas dentro de la investigación histórica. Puede que el sacrificio
lleve la delantera, ya que casi todos hemos podido, por lo menos una vez en nuestra vida,
tener la dichosa oportunidad de disfrutar los placeres que las relaciones sexuales provocan
en nuestro cuerpo; y pocos, que si no, ninguno de los que estamos hoy presentes, hemos
experiencia sensitiva de tal acción. Es por ello que, a falta de dicha praxis, la única forma
refiero a su texto La flor letal. Economía del sacrificio azteca. Esta obra, editada por
primera vez en francés en el año de 1979, y con su subsecuente edición al español en el año
de 1983, ha sido utilizada, por espacio de más de treinta años, como la mayor síntesis
intelectual referente al tema sacrificial prehispánico. Soy partícipe de la idea (como sé que
también lo son muchos de los que aquí estamos reunidos) de que no puede existir una obra
155
que intente ser elaborada, pensada, ni tratada, como la verdad última de las cosas. Si
comulgamos en que toda civilización se acopla a su tiempo y espacio, es justo creer que los
saberes que se producen en ella también lo hacen. Este pensamiento debe de cobrar mayor
alejadas a la nuestra. Y, cuando de la civilización azteca se refiere, tenemos que ser más
quisquillosos. Parto del siguiente postulado: toda noción o idea que se tenga de un
conocimiento. Dicho con otras palabras: todo conocimiento, en tanto que pertenece a un
Pensar desde esta perspectiva la labor histórica, me coloca en una posición donde, puedo
decir, que mi intención no está centrada en la ontología de las cosas. Mi intención, aquí, es
que significó el sacrificio humano para los aztecas (como él dice lograr hacerlo) 1, sino más
bien, en tanto que tomo su texto como una comunicación, lo que me interesa saber es la
manera en que se hace apoyar de otras comunicaciones, para así, poder construir el
1
“Y he tratado de comprender cómo y por qué el sacrificio humano funcionó eficazmente y sirvió de motor al
desarrollo de la civilización azteca.” Duverger, La Flor letal…, pág. 14. Cursivas en el original.
156
significado e intención de su investigación. Resumiendo: lo que llama mi atención es la
La responsabilidad de lo comunicado
A instancia de los españoles, los indios copiaron ciertos manuscritos figurativos originales
que aún estaban en su poder; unas veces los compusieron de memoria; otras, inspirándose
en diversas fuentes, pintaron manuscritos inéditos con fines didácticos.2
Mi primer punto de análisis se centra en la forma en que Duverger nos explica el proceso
por el cual los cronistas se allegan de información para poder hablar de los acontecimientos
previos a su llegada. Como podemos darnos cuenta, existe una predeterminación, selección
y condicionamiento de los hechos y sucesos de los que se quiere saber. Entonces, vemos
puede ser tratado como algo “puro”, “sin mancha”; ya sea a través de la fuerza (conquista),
crónicas), aquello que se solicita decir siempre está atravesado por un filtro cognitivo3. Y
este punto es el que menos encuentro entre los ejemplos que Duverger cita in extenso en su
texto. Es más, tan centrado está en hacer ver que el sacrificio humano tuvo vital
2
Christian Duverger, op. cit., pág. 19. Las cursivas son mías.
3
Retomo el concepto de filtro que Michel Foucault emplea en su texto La Arqueología del saber, editado por
Siglo XXI.
4
Así lo expresa: “Los aztecas eran expertos retóricos. En toda ocasión, los de mayor edad pronunciaban
interminables discursos, llenos de apotegmas y de floridas metáforas. Impresionados por la elegancia de sus
157
Uno de los grandes problemas que se tiene al momento de querer recrear la noción de un
suceso histórico está presente en el ámbito de las prácticas. Pareciera ser que, y se entiende
por el contexto al que se adscribe la obra analizada, una investigación histórica en aquellos
tiempos, era aquella que contaba con el mayor número de fuentes citadas, las cuales,
dibujarían un esquema casi perfecto para poder hacer ver que se había llegado a la verdad
quién dijo tal cosa o la otra, sino más bien, debemos preguntarnos por qué se dijo eso, para
quién iba dirigido y cómo se comprendió lo dicho.6 ¿Por qué digo esto? Porque, dentro de
los autores conquistadores que Duverger cita en La Flor letal se encuentra, ni más ni
menos, que aquel personaje que en su más reciente libro, Crónica de la eternidad, lo
declara como producto de la ficción e invención: me refiero a Bernal Díaz del Castillo.7
comparamos con el Duverger de los libros Cortés y La Crónica de la eternidad, ¿con qué
palabras, los letrados españoles recopilaron en lengua náhuatl los modelos del género.” Duverger, op. cit.,
pág. 57.
5
“…existe la suma impresionante de crónicas, anales, relaciones, historias y otros memoriales redactados en
español durante el siglo XVI a partir de testimonios presenciales, después compilados sin interrupción hasta
nuestros días.” Ibíd., pág. 15.
6
Sigo el postulado que Michel Foucault desarrolla en su obra, ¿Qué es un autor?, editado por Ediciones
literales.
7
A lo largo de La Flor letal, vemos que Duverger cita, en más de una ocasión, la obra de este “soldado”
omnipresente.
158
Lo importante aquí es preguntarnos acerca de la responsabilidad que todo texto tiene al
los lectores piensen que lo que busco es hacer un examen de conciencia o un auto de fe a
este autor; más bien, lo que sí quisiera que quedara claro es la manera en que nosotros,
Se nos dirá que todo esto tiene que ver con círculos de élite intelectual, editoriales
acaso el saber histórico sólo puede pertenecerle a unos cuantos? ¿A partir de qué momento
que ahora pertenece ya a un circuito comunicativo, nos ayuda a poner al día nuestras
herramientas epistemológicas, y así, permitir que todo lo que antes se tomaba como verdad
Si ya con el tema de juicio de autoridad tenemos una fuerte discusión, ésta se acrecienta
cuando vemos la manera en que Duverger hace uso de ciertos conceptos que, para él, le
una constante en su obra, es el de gestualidad. Ahora bien, ¿qué es lo que Duverger está
…la gesticulación es presentada como una verdadera obsesión [para los indígenas]. Pero en
este caso preciso, el gasto físico inútil quizá no sea el único cargo imputable; en efecto, no
es posible pasar por alto la fabulosa diferencia que existe en el mundo náhuatl entre la
8
Duverger, op. cit., pág. 14.
159
economía del gesto y la prolijidad de la palabra. Tanto como el gesto es medido, tanto así se
expande indefinidamente la palabra.9
El intento que Duverger trata de hacer verosímil con respecto al concepto de gestualidad es
que, para los indígenas, dicha gestualidad recae en la teatralización y uso físico que éstos
hacen en la ejecución de sus prácticas sacrificiales. Para él, la gestualidad se entiende como
hacen un gasto energético corporal diferente al de los sacrificados. ¡Muy bien! Eso es
comprensible, pero, ¿de qué manera ayuda esta interpretación a comprender que el
sacrificio fuese pieza fundamental para esta civilización? Pregunto esto porque, aunque si
bien Duverger intenta homologar lo físico con lo simbólico, a éste último lo ve desde otra
perspectiva: “…el gesto es calibrado porque la sociedad azteca es una sociedad de signos.
identificación de los seres.” 11 Podemos ver entonces que lo gestual, para Duverger, se
entiende como apariencia, un agente externo que, por sí mismo, da a entender el significado
e interpretación de la práctica en sí. ¿Esto puede ser tomado como cierto? O dicho con otras
palabras: ¿puede una práctica ser entendida, en su totalidad, únicamente por su gestualidad?
Creo que no: el mundo de los gestos no puede estar separado del mundo de los signos y
símbolos.
9
Ibid., pág. 59
10
ibidem.
11
Ibidem. Las cursivas son mías.
160
Lo anterior lo podemos constatar si ahora vemos qué entendían por gestualidad los
…la gestualidad se convierte en un medio relevante para señalar diferencias entre los
estratos. La estilización de la gestualidad, de los tonos de voz, de las maneras de hablar,
etcétera, son lo que, en estas sociedades [las europeas], se denomina “humanismo”, es decir,
se es más humano mientras más autocontrol se tenga en las relaciones cara a cara.12
Como podemos darnos cuenta, la importancia que tiene la gestualidad para la sociedad
europea va más allá de la apariencia. Los gestos que un sector social realice tienen un peso
conocimiento que da sentido y conceptualización del mundo que se habita. Creo pertinente
hacer esta comparación, ello debido a que, si recordamos el planteamiento con el que
empecé esta charla, el conocimiento que produzca una comunicación dependerá del uso que
tiene mucho que ver. Para Duverger, recordémoslo, la gestualidad indígena sólo es un
factor físico que “templa” o hace “ahorrar” el temperamento corporal de los naturales:
Por último, es notable comprobar que la moral en uso de México, a comienzos del siglo
XVI, prescribe de manera ejemplar las “actitudes frías”: dominio de sí mismo, calma,
contención, ponderación, mesura, tranquilidad. Y, con buena lógica, reprueba y condena los
temperamentos y los comportamientos “calientes”: se proscriben la efervescencia, la
indisciplina, el desorden y los gritos, la excitación afectiva, los arranques emocionales, la
turbulencia y la precipitación…13
Esta distinción entre temperamentos “fríos” y “calientes” pertenece más bien al mundo
ascético, del cual forman parte los frailes, que al de los indígenas. Esto lo menciono porque,
fue en el siglo XVI, en donde los temas del cuidado de sí y el control del cuerpo se pusieron
12
Alfonso Mendiola, Retórica, comunicación y verdad. La construcción retórica de las batallas en las
crónicas de la conquista, México, Universidad Iberoamericana, 2003, pág. 127.
13
Duverger, op. cit., pág. 60. Las cursivas son mías.
161
de moda, por lo menos, en la sociedad europea y americana.14 Recordemos que la sociedad
europea había puesto en práctica este tipo de tecnologías (recupero el término que utiliza
Foucault) desde hacía ya varios siglos, y que, de hecho, fue a partir del siglo IV d.C. (con el
surgimiento del monaquismo) que esta práctica se consolidó. Mientras que la primera
recuperación que Duverger hace del concepto está encaminada más bien a beneficiar su
propio discurso que al uso y significado que se le daba en el contexto donde se ejercía el
concepto.
El último punto que me gustaría dibujar corresponde al núcleo central de La Flor letal: el
sacrificio. Con tan sólo con pronunciar la palabra sabemos que estamos en campo
expresión del ser humano? La mayoría de las sociedades tienen en su historia este elemento
como punto de génesis. Dentro de la historia del mundo indígena, este elemento no podía
faltar en su repertorio tradicional. Ahora bien, que el sacrificio haya sido una práctica
14
Para más detalles, consúltense los siguientes textos de Michel Foucault: Tecnologías del Yo (Paidós) e
Historia de la sexualidad (3 vol. Siglo XXI).
162
¿Por qué expreso esto? Pensemos lo siguiente: Duverger, a lo largo de su obra, ve al
(económicos):
practique el sacrificio pertenece a una economía deficitaria? Eso no sería algo nuevo, ni
tampoco, algo que permita entender la importancia que esta práctica tiene para la sociedad
indígena. Se gasta más para la petición que en la obtención de favores. Los dioses aztecas
quedan interpretados como deidades avaras que se hacen de oídos sordos ante las libaciones
que sus feligreses logran ofrecerles sin importar el precio que tengan que pagar. Pareciera
ser que toda sociedad, cuando recurre a la práctica del sacrificio, está dando muestras de
que está pasando por una fuerte crisis, que ya no es posible, por sus propios medios, de
transformación. ¿Y no era este el mismo contexto por el cual estaba pasando la cristiandad
simbólico del sacrificio realizado por Jesucristo: el Santo Grial, recuperar Tierra Santa, la
creación de órdenes religiosas, etcétera; una serie de dispositivos (tal y como lo considera
15
Duverger, op. cit., pág. 204. Las cursivas son mías.
163
Foucault) que estarán cargados de símbolos y significados, los cuales, tendrán una
relevancia social.
Ahora bien, ese sentido económico sacrificial que tanto pondera Duverger en su texto, no
está bien encaminado. El sentido de “economía” que encontramos en el contexto del siglo
deficitaria), sino de contención y represión. Los sacrificios narrados por los cronistas no se
interesan, en su totalidad, por las cuestiones materiales y de ornamentación que los indios
hacen de sus prácticas, más bien, parece ser una economía corporal lo que llama su
conquistadores, pero sobre todo eclesiásticos, hacen tanto de los cuerpos sacrificados, como
de quienes sacrifican. Es comprensible que Duverger se interese por el ostento material que
los indígenas dicen procurar al momento de llevar a cabo sus prácticas, ello porque, desde
su perspectiva, entre más elaborada y costosa sea una festividad, el desgaste económico
dará razón a la importancia que esta sociedad da a sus sacrificios. Si lo pensamos de esa
manera, el cometido de La Flor Letal tiene éxito: a mayor derroche económico y físico,
mayor la importancia que una sociedad da a una práctica, por lo tanto, en el imaginario
indígena, el sacrificio es fundamental para esta cultura. ¿Muy sencillo, no les parece?
Ahora bien, si recordamos que el sentido “económico” por el cual se rige la religión
cristiana al momento de hacer “hablar” a los indígenas para obtener información acerca de
sus prácticas, era más bien uno en donde el principal foco de atención era la represión del
164
En aquellos tiempos, no existía una noción de cuerpo tal y como nosotros lo pensamos16; se
hablaba más bien de “carne”. La única persona que podía tener un cuerpo como tal era
Jesucristo, los demás, sólo son reminiscencias que han sido puestas en este mundo para
sufrir. Control entre la carne y las pasiones: principal modo de vida para los cristianos
hombres, sino para demostrar que el cuerpo no era ningún impedimento para alcanzar el
reino celestial.
Para Duverger debe de ser claro que la perspectiva teológica occidental ha sido totalitaria al
cotidianidad), aunque sea majestuosa, con un fuerte derroche económico y material, está
vacía, hueca; lo principal ha sido absorbido y modificado por el pensamiento cristiano. Ese
ser sacrificial que Duverger cree haber rescatado resultó ser una huella, una armadura;
16
Cfr. Jacques Le Goff y Nicolas Truong, Una historia del cuerpo en la Edad Media, Barcelona, Paidós,
Prefacio.
165
¿OSADÍA TEÓRICO-HIPOTÉTICA DE CH. DUVERGER O
Presentación
libro “La Flor Letal”1, una investigación teórico-hipotética (investigativa) sobre la dinámica
sacrificial mexica (como sociedad nahua) que perfiló una generalización hacia el conjunto
relativo equilibrio del cosmos (macro, meso y micro) de esta sociedad dominante nahua del
arte y antropología y El primer mestizaje (que de hecho, a pesar del cambio de nombres, es
el mismo texto editado en dos formatos de lujo diferentes por Conaculta en coedición con
1
“Economía del sacrificio azteca”, Fondo de Cultura Económica, México, 1983.
166
otras editoriales institucionales), su afán teórico-hipotético “innovador” muestra excesos y
los españoles sobre los indígenas mesoamericanos, específicamente sobre los mexicas. No
señalar que las causas señaladas por otros autores (armamentistas, militaristas,
epidemiológicas, etc.,) “no bastan para explicar” la derrota mexica en tan poco tiempo, etc.
Sino que su osadía hipotética exacerbada tiene que ver con su postura culturalista, etnicista,
tienen una larga data de discusiones y confrontaciones entre corrientes diversas: en primer
hipótesis del “primer mestizaje”; y, en segundo lugar, su propuesta para explicar la derrota
de los mexicas (el triunfo de Cortés y sus huestes) y el origen del “segundo mestizaje”.
macromayas, los yutoaztecas y otras familias secundarias. Sin embargo, son los yutoaztecas
167
en los que enfoca su interés; ellos tuvieron -en la época prehispánica- en el norte
Para él los nahuas serían los yutoaztecas que se sedentarizan. Su conversión sedentaria y su
presencia en el sur –según él– no es de 800 o 900 d. C en el inicio de la época tolteca, sino
que es desde el inicio de la época olmeca, tal vez o si se quiere como protonahuas, hacia
1500-1200 a.c. (y en el norte desde 3,500 años antes de Cristo). En Mesoamérica (2000) y
en Primer mestizaje (2007) va claramente más allá cuando asocia olmequidad y nahuatlidad
nahuas estaban presentes de manera ampliada en esas regiones. Ignora mapas de la época
olmeca donde los protonahuas (yutoaztecas) son minoritarios o no existen en esas regiones
168
Mapa 1: Los yutoaztecas hacia el inicio del periodo “Olmeca” apenas cruzan el territorio
169
Mapa 2: Los yutoaztecas hacia el final del periodo “Olmeca” se expanden hacia la región
2000:69.
Dice Christian Duverger que aunque en esta época olmeca y en las que siguen, existe la
predominan y articulan esta época (sólo en la época IV pierden fuerza) sin anular los
locales sino dándoles su debida “importancia”, integrándolos. Así el arte olmeca emanaría
La matriz nahua del Altiplano central funcionará como motor de integración cultural, de
170
Mesoamérica no hay otros yutoaztecas lo que –dice– lleva a la hipótesis e ideas inéditas
evolución a todo lo largo de sus cerca de tres mil años de historia” (o de monopolio nahua
en Mesoamérica, p. 32). Los nahuas están presentes en toda Mesoamérica, a veces como
mayoría demográfica, a veces como minoría dominante y a veces como minoría influyente:
“Gracias a ellos, el México prehispánico se convertiría en ese crisol cultural que hoy se
en el molde del pensamiento nahua sobrepuesto a las tradiciones ancestrales” (2000, p. 33).
Además “los nahuas son los únicos [mesoamericanos] que participan de los dos sistemas
culturales que se yuxtaponen allí” (2007, p. 32). Por ello habla de una dialéctica del
nomadismo y el sedentarismo, dice que están incorporados a ambos medios, tienen una
cultura y una actitud mental de nómadas pero también dominan por entero las reglas del
sedentarismo. Oscilan entre los dos polos, pero según Duverger, padecen una propensión
separación de la estructura del grupo madre para “proseguir su camino” y/o “fundar otra
ciudad” . Esto debido a que experimentan, según Duverger, “una secreta nostalgia de los
32).
171
Desde nuestro punto de vista dicha perspectiva de Duverger magnifica el papel de los
en este sentido con Federico Navarrete (2001), de que se trata de un enfoque que reproduce
fundaron nuevos asentamientos (así se explica que pudieron ocupar todo el territorio
peninsular).
de los nahuas en la historia mexica pues tenemos diversos casos documentados de otros
172
grupos que manejaron, se readaptaron y se reconvirtieron constantemente a los dos patrones
de vida o modos de subsistencia y no sólo modos “culturales” (como dice Duverger); por
ejemplo: los grupos otomíes o ñañhus y los mísmisimos purépechas o tarascos (enemigos
de los sedentarios con nomadismo, porque no los ve como modos de vida y de producción,
sino solo como supuestas formas de movilidad o no movilidad. Los sedentarios (y eso lo
vemos hoy día claramente con las migraciones regionales, nacionales e internacionales)
adoptar modo de vida nómada (aunque se llegan a dar casos que sí, pero eso sería una
Mesoamérica
173
Para este autor Mesoamérica es una entidad fundamentalmente cultural, su integración
Mesoamérica, Paul Kirchhoff, “no dan cuenta del espíritu mesoamericano, no captan su
originalidad intrínseca” (pero no argumenta por qué). Propone por su parte una definición
trata de la misma actitud de los mesoamericanos ante su existencia, afirma que para los
mesoamericanos: “la idea que los hombres se hacen del mundo es más importante que la
174
organización material como modo de organización sociopolítica de sociedades
Periodización
Respecto a este punto Duverger se lanza contra la visión cataclísmica del mundo
violentas: rebeliones, invasiones, desastres naturales como erupciones, etc.), que le concede
pues diferencian recortadamente las etapas. Enfatiza –por su parte– que las etapas generales
no son uniformes u homogéneas pues hay muchas variaciones según los lugares, hay
introducir subfases de transición que a veces duran más que las propias fases en muchas
zonas y regiones como el “protoclásico” y el “epiclásico”. Dado que “los datos actuales
175
parece que es el enfoque adecuado por lo siguiente: traduce la difusión de la nahuatlidad,
119). Su propuesta –según él– es más lógica, comprensible, neutral y adecuada a las
Veamos algunas observaciones críticas. En primer lugar, como nos podemos dar cuenta,
de adjetivar el periodo. En segundo lugar, ello quiere decir que como cualquier propuesta
de periodificación, está basada en criterios implícitos, que priorizan o dan mayor peso a
propuesta concreta no están para nada claros ni argumentados, aunque él nos ha insistido en
176
macroregionales. Respecto a esto último Duverger menciona que su propuesta rompe el
cerrojo de los esquemas reductivistas o no macroregionales del siglo XIX. Pero –en tercer
lugar– aquí el cuestionamiento es que nuestro autor no discute ni hace una evaluación (ni
las cita) de las propuestas desarrolladas por otros autores durante todo el siglo XX. Según
López Austin y López Luján (2002, pp. 14 y 15), las principales son planteadas por cerca
de 30 autores y se concentran especialmente en las décadas que van de los 40 a los 80; no
hay, mínimamente un balance de ellas para poder contrastar las supuestas bondades de su
el énfasis que cada autor da a los procesos; en todo modelo o propuesta de periodificación
que valorar los acontecimientos que marcan cada episodio y/o periodo. Es decir ¿por qué
explícita ni implícitamente este asunto, pues lo da por supuesto sobre la base de que los
Sus criterios para nombrar cada época son confusos, sin embargo se colige por las
criterios, sino sus concepciones (o cómo él dice su filosofía, 2007, p. 18) que privilegian su
177
nahuatlaco (etnocéntrico) y su presunto continuismo ideológicamente neutralista pero en
Así para Duverger el primer mestizaje significa esencialmente mezcla nahua con no nahua.
español.
Duverger aborda el ya clásico tema de las causas de la derrota mexica (más allá de la caída
recuerda su reducido número en relación a los habitantes nativos mexicas (500 o 600
soldados ibéricos contra ejércitos de 40 o 50 mil militares indígenas y más de 300 mil
a los mexicanos que, aun diezmados por las epidemias, siempre fueron más numerosos que
los españoles” (2007, p. 645). Además el derrumbe azteca fue de una brutal rapidez, en
menos de dos años. Duverger no está de acuerdo con las explicaciones de la supuesta
decadencia o agonía de la sociedad nahua debidas a sus excesos autoritarios, tampoco cree
que las disensiones o rivalidades entre mexicas o nahuas y otros grupos hayan sido tan
Pero quedan muchas más causas por sopesar y que han sido mencionadas por numerosos
autores, él hace repaso de cada una de ellas. Sin embargo, ninguna de ellas es clave para
descifrar dicha derrota, ni siquiera una combinación de dichos factores parece convencerle:
conocían con antelación e indirectamente por avisos (reales y simbólicos) la llegada de los
aledañas.
mesoamericanos, pues: “Con los conquistadores, es todo el Viejo Mundo el que llega a las
La fuerza del poder azteca es una fuerza de atracción, no de repulsión” (2007, p. 647). Y
para poder salir realmente vencedores los mexicas y en general los mesoamericanos, dice:
“los mexicanos habrían tenido que adueñarse del trono de Carlos V, de sus tierras y de su
dios”. Y remata con una analogía o similitud histórica que para él va a ser nodal. “De
repente, se invierte el movimiento que hace siglos llevó a los aztecas al poder: lo exterior
lógica de que lo que viene del exterior o de “otra parte” subordina a lo interior y de que las
irrumpa con una rapidez inédita. Aquí, según vemos, aparece con nitidez la ruptura o la
ver cómo resuelve esta contradicción conviene recordar que ha sido Tzvetan Todorov
179
civilizatoria de los dos mundos, tratando de desarrollar una explicación y análisis cultural
de Todorov (a quien no cita a pesar que su texto es anterior y muy conocido en el medio
profundas queda atenuada con el recurso de las bondades de lo que él llama “el mestizaje”,
en este caso el segundo mestizaje (el de los españoles sobre los indios), que al igual que el
primero de los nahuas hacia los no nahuas fue benéfico, continuista y preservador y, por
del mismísimo Hernán Cortés, pues según Duverger, Cortés encarna la idea y la práctica
del mestizaje preservador sobre todo de los simbolismos indígenas. Encarna incluso el
Se trata –afirma– de un “mestizaje cultural fulgurante” (2007, p. 649), por eso es que a
continuista. Quedan con todo este realce, de lado, olvidados, ocultados, debilitados,
menguados, etc., los actos y decisiones atroces, terribles y guerreras de Cortés y en buena
180
medida, también, de otros conquistadores. He aquí su cita en El primer mestizaje (2007) en
Pero Cortés está lejos de ser el hombre de saco y cuerda que describió una historia falaz…
llega a México con una idea en la cabeza: el mestizaje. Por lo demás, la aplicará con su
propia persona al vivir en concubinato con varias mujeres indígenas… y tener un hijo con
cada una de ellas. Cortés no desea en modo alguno recrear en México una segunda España a
expensas de los indios. Su proyecto –¿acaso es realmente quimérico?– es suscitar la
emergencia de un nuevo mundo que reunirá lo mejor de las dos culturas, mediante la fusión
de una Castilla despojada de sus atrasos medievales y de un mundo azteca liberado de la
idolatría. Esto explica la política cortesiana de deferencia hacia las autoridades
tradicionales, de respeto por los usos y costumbres indígenas, y de inserción en la historia
prehispánica…le parece necesario conservar el simbolismo y sobreponer, según la tradición
nahua. Neomesoamericano, Cortés le apuesta a la continuidad, no a la ruptura [….]. Su
llamado a las órdenes mendicantes va en el mismo sentido. Para cristianizar a los indios, el
capitán general de la Nueva España, rechaza cualquier idea de recurrir al clero secular…
Los hermanos menores, que llegan desde 1524, obrarán con eficacia en favor de la
protección de los indios, y se dedicarán a convertirlos, sin impedir que sigan siendo indios
[…]; todo se hizo para que los indios se apropiaran del cristianismo importado. Así que no
debe sorprender que haya nacido una religión sincrética: ni totalmente cristiana, ni
totalmente pagana, ¡sino lo bastante ambigua como para que, en el mismo movimiento, la
aceptaran tanto Roma como los indígenas! El mestizaje de sangres, muy tímido al principio,
se dobló con un mestizaje cultural bastante fulgurante (pp. 648-649).
En suma, H. Cortés reemplaza y transpola el papel que tuvieron los nahuas en la historia
continuista con el primer mestizaje; pero ahora dicho proceso mestizador se amplía, se
territorial. Así que los mesoamericanos a fin de cuentas no perdieron culturalmente nada, ni
tampoco fueron actores claves en el drama de la historia colonial; por el contrario ellos
acotado, uno interhemisférico y nacional”. Con ello Christian Duverger convierte a Cortés
181
Bibliografía:
182
un pueblo en la historia 1, Universidad Autónoma de Puebla, Editorial Nueva
Imagen, México.
183
LA INVENCIÓN HISTORIOGRÁFICA DEL ORIGEN DE LOS
AZTECAS
En 1989 Carlos Brokmann escribe en una reseña de la primera edición en español del libro
tono especializado, el libro puede tener impacto: su portada, de un mal disimulado gusto
El tono irónico con el que finaliza su reseña Brokmann encierra una profecía hoy realizada,
tiendas departamentales en las secciones en las que crece el número de obras de ficción
histórica. Para alcanzar este “éxito” Duverger ha ido ajustando su escritura, presentación
editorial y casa editorial para atender a ese público ávido de “historia” de entretenimiento y
que habitualmente se abastece en esos lugares. Así que de un libro como El origen de los
aztecas, que como dice Brokmann que mantiene el “tono especializado” y que “sin ser de
elaboración de textos de fácil lectura, muchas imágenes, erudición light y mucha ficción
1
Duverger, Christian, El origen de los aztecas, Grijalbo, México, 1987.
2
Brokmann, Carlos, “Aztlán: Ida y Vuelta”, en Nexos, 1 de noviembre de 1989,
http://www.nexos.com.mx/?P=leerarticulo&Article=267738
184
para atraer al público no especializado como ocurre claramente en su libro El primer
mestizaje.
“Está claro que con este libro el mexicanista francés quiso aspirar a una respuesta definitiva
sobre la cuestión (del origen de los aztecas) desestimando prácticamente toda indagación
moderna sobre el asunto”3
Duverger afirma que las interpretaciones al respecto del origen de los indios debe ser
desestimada (que pueden tener algo de verdad pero no es suficiente) por qué él,
“revisó casi todas las fuentes clásicas del siglo XVI para formular una reconsideración total
del problema, desde el aventurar casi una docena de nuevas etimologías de los confusos
nombres nahuas, hasta establecer una extensa comparación de cronologías, simbologías,
implicaciones, paralelismos y propósitos de los testimonios.” 4
Así que una vez que según Duverger afirma haber leído todas las fuentes del siglo XVI,
crónicas, códices, documentos, etcétera, postula tener la interpretación que resuelve los
viejos debates entre mito e historia, aquella que surge del “novedoso” análisis ideológico de
las narraciones sobre el origen de los indios. Pero la crítica al conocimiento precedente es
impotente en Duverger porque su fórmula inconoclasta es tan sólo un gancho editorial que
el autor ha explotado y sobre explotado para publicitar cada una de sus obras. Y como diría
Carlos Brokmann, al final, toda esa “erudición” sólo le alcanza para ocupar un lugar en los
supermercados.
3
Ibídem.
4
Ibídem.
185
La originalidad Duvergeriana
Duverger se propone introducir un nuevo enfoque sobre el origen de los aztecas que
superaría el viejo dilema entre mito e historia, el del análisis ideológico. Para ello hace un
recuento rapidísimo de ese debate (salpicado aquí y allá a lo largo de su obra) que le sirve
propongo juzgar a ninguna de las dos escuelas. Los dos tipos de interpretación pueden tener
algo de verdad”:
“Quisiera por mi parte, demostrar que existe un tercer nivel de análisis, una dimensión
desconocida hasta ahora: la dimensión ideológica. Al lado de las interpretaciones formales
simbólicas, es conveniente, tomar en consideración un elemento determinante para la
comprensión de la histórica azteca, a saber, que fue escrita en México, tardíamente y con
fines que hoy en día calificaríamos de “propaganda”5
Pues nada, que Duverger se propuso vender espejitos a los mexicanos. Mentía
descaradamente cuando dice que no había estudios sobre la ideología para el México
prehispánico, que la ideología era una “dimensión desconocida”; cuando que, por el
Prehispánico editado por Ciesas y Nueva Imagen en 1978, que retomó el marxismo y quiso
incluían el “problema” de la ideología, tales como el modo de producción asiático que tuvo
como referente central el libro de Roger Bartra, El modo de producción asiático, publicado
5
Duverger Christian, op. cit, segunda edición, 1989, pp. 116-117.
186
en 1969 por editorial Era, en donde la cuestión ideológica era fundamental para caracterizar
antidiluviana (es decir de antes de 1989, de la caída del muro de Berlín) pero la temática
llenó páginas, libros, congresos y numerosas publicaciones. Y eso mencionando solo a los
Y si uno se fija un poco más, en realidad, Duverger llega hacia el final de ese movimiento
en México y en Europa, en donde los “clásicos” del tema tenían ya dos décadas de haber
sido publicados. Sólo para recordar títulos como, Teoría o Historia de las ideologías,
clásico libro del Estado Absolutista de Perry Anderson; para los años ochenta lo que
No estoy diciendo que Duverger haya sido marxista, en absoluto, pero es claro que se colgó
de una interpretación que tenía público universitario y era popular en esa época. A pesar de
que anuncia lo novedoso del enfoque, el lector puede quedarse esperando la explicación de
reduce a decir que las narraciones sobre el origen de los aztecas (y de los indios en general)
son “propaganda”. Así que el gran descubrimiento que nos anuncia es tan sólo que las
importante del texto: es la minucia lo que debe llamar la atención del lector y el hecho de
que Duverger haya emprendido esta obra sin proponer una práctica teórica de cómo leer un
De otro modo Duverger tendría que haberse metido a resolver algunos de los problemas
con los que no ha podido lidiar en toda su obra, como el de la naturaleza “política” o
aztecas se permite hablar del uso ideológico de la historia sin que haga aparecer al Estado,
a las estructuras o los mecanismos estatales, a cambio nos ofrece la historia de un monarca
Para septiembre de 1989 se publicó una segunda edición del texto de Duverger, 7 de esa
edición no hay reseñas; pero Pedro Carrasco lo refiere indirectamente en su artículo Sobre
Mito e historia entre los nahuas9, ya que Florescano retomó las tesis de Duverger sobre la
“ideología prehispánica”. Después de que Carrasco expone detalladamente las obras y los
6
Brokmann, Carlos, op. cit.
7
Duverger, Christian, op. cit., segunda edición, 1989.
8
Carrasco, Pedro, Historia Mexicana XXXIX, 3: 677-686, México, 1990
9
Florescano, Enrique, "Mito e historia en la memoria nahua", en Historia Mexicana
XXXIX, 3: 607-661. México, 1990
188
interpretación de Florescano sobre los mitos y de paso los de Duverger, Carrasco muy
“Al estudiar los mitos encontramos estructuras ideológicas que expresan la manera en que
el pueblo que las cuenta se relaciona con su mundo y creemos entonces entenderlos. Pero el
estudio de los mitos también nos ha de ayudar a entender que nuestra propia manera de
escribir la historia responde igualmente a la ideología con la que examinamos, incluso los
enfoques que buscan la comprensión de la mentalidad religiosa… Para descifrar los
símbolos dependemos de la interpretación de los estudiosos ¿podemos decir acaso que todas
sus interpretaciones son igualmente verídicas…?”10
Si bien Carrasco evita decir tajantemente que la interpretación de Florescano-Duverger no
Sin embargo, las críticas contundentes de los dos autores citados no fue motivo para que
Duverger modificara su “método” o corrigiera sus premisas, por el contrario, amplió sus
horizontes con nuevas obras y ficciones sobre el pasado mexicano. Por lo que resulta del
todo pertinente que volvamos a preguntarnos ¿en qué reside realmente la interpretación de
Duverger más allá de sus propias afirmaciones? ¿En qué medida se diferencia su
demostración? Y ¿si eso tiene algo que ver su éxito editorial más allá de relaciones
políticas y comerciales?
Las incongruencias
10
Carrasco Pedro, op. cit., pp. 685-686
189
1. Brokmann detecta una incongruencia con respecto al “detalle” con el que va a tratar
mitos de origen.
retoma “hechos” de ella para argumentar su posición: por un lado, afirma que la
pertenecen al mundo de los mitos, pero al mismo tiempo, basado en esos mismos
relatos, afirman que los aztecas provienen del norte y son chichimecas.
del origen de los aztecas, según Duverger son mitos de origen que,
memoria original azteca y se crea una “nueva escritura” del mito, que los
11
Navarrete, Federico, “Las fuentes indígenas más allá de la dicotomía entre Historia y Mito” en Estudios de
Cultura Nahuatl, 30, 1999, UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas pp. 231-256.
190
1. En la ya citada reseña, Carlos Brokmann señala que “el aventurar casi una docena de
etimologías de los confusos nombres nahuas”, hace difícil para el lector descifrar la
“Esta oscuridad deliberada (que) hace difícil emprender la crítica. Se hace necesario que
los eruditos se animen a desmontar punto por punto sus argumentos y a dar una regla para
la lectura de este nuevo libro del autor de La flor letal.”12
La “oscuridad deliberada” se produce porque Duverger opera sin explicar su método, dando
centrales, pero siempre rehúye a tratarlos y, como señalamos arriba, por ello la crítica a sus
predecesores se vuelve impotente. Así tenemos que para establecer una traducción de los
nombres y lugares fundacionales como Aztlán o México que aparecen en los mitos de
origen revisa según él “todos los textos y códices” del siglo XVI pero no encuentra una
“Ahora bien, ninguna de estas dos formas (aztlan puede venir de los sustantivos aztli o
quizá, ázitl) existen en los diccionarios del siglo XVI, ni aparece en los diferentes textos
nahuas. Parece que la palabra no la conocían los indígenas al producirse la Conquista. En su
sentido propio, la palabra aztlan es, por lo tanto, intraducible.
Los autores recurren entonces a la paronomasia. Presentan etimologías sustitutas que no son
más que aproximaciones. A menudo, además, manifiestan su malestar ante esta cuestión y
confiesan su incertidumbre, la cual lo llevan a proponer varias etimologías”.13
eponímicas:
12
Brokmann, Carlos, op. cit.
13
Duverger, Christian, op. cit., p. 101
191
“Si Aztlan no tiene en los textos una filiación léxica definida, tampoco la ciudad inicial
tiene un glifo que la represente en los manuscritos pictográficos. Por muy curioso que
pueda parecernos, el origen epónimo de los aztecas carece de un signo de identificación
propio. De modo que los tlacuilo, igual que los “gramáticos” indígenas, dan un rodeo: para
evocar Aztlan, utilizan glifos aproximativos”14
Parece que a nuestro autor no sabe qué hacer con su descubrimiento (lo llama “curioso”) y
en lugar de ir hacia adelante en el análisis del problema, recula para no salirse del canon y
para salvar su propia interpretación y se embrolla una enorme incongruencia, una “perla”:
si los propios cronistas indígenas y luego los religiosos no saben la traducción (etimológica
y/o literal, digamos profunda) del término nahua, ha de ser por culpa de los indígenas:
“Esta memoria llena de lagunas cuando de la génesis mexicana se trata, tiene una
explicación: el origen se ha perdido”
“Otro indicio nos lo confirma: incluso la etimología de la palabra Aztlán aparentemente se
ha olvidado. Es extraordinario que ningún autor, ningún erudito indígena o español pueda
traducir Aztlán.”15
Así que según Duverger los indígenas han olvidado el significado del mito fundacional
(olvido que transciende a los propios cronistas y alcanza los diccionarios de español-
náhuatl), pero, como en otros tantos casos, no se siente obligado a explicar tal
no tiene nada de novedoso, simplemente utiliza lo que el cronista Durán (y otros más) dice
“Lo cual clara y abiertamente se ve ser fábula, y que ellos mesmos ignoran su origen y
principio.”16
14
Ibídem, p. 103
15
Ibídem, p. 101
16
Fray Diego Durán, Historia de las Indias de la Nueva España e islas de la Tierra firme, Porrúa, México,
2006, tercera edición, p. 13
192
Cabe aquí preguntarse cómo el antropólogo o historiador pretenden interpretar (no sólo
conocer) una cultura cuyas claves de significado se perdieron, cómo pretenden reconstruir
una memoria que no cuenta con las coordenadas básicas de identidad, y en vez de eso, y de
seguir navegando en el “mundo fantasioso de las cosmovisiones indígenas” creadas por los
modernos, por qué no dar cuenta del vaciamiento de sentido, de esa fractura fundamental en
Como Durán o Sahagún, Duverger pretende conocer mejor el significado de los “mitos
indígenas” que los mismos aztecas-mexicas del siglo XVI. Y es probable que esté en lo
no haya “mitos” de origen prehispánico, sino mitos creados por los conquistadores-
que dejando atrás el “olvido” en torno Aztlan, y usando la clave “ideológica” explicará
que en los textos náhuatl tampoco hay un significado de México pero en ese caso se debe a
193
que el significado no les pertenece a los aztecas sino que como conquistadores del valle de
México nahuatlizaron el nombre otomí dado por los verdaderos fundadores de la ciudad.17
¿Otomíes? ¿cuándo? ¿cómo? ¿de qué fuente? Sólo el silencio, en ese libro de Duverger. A
través de un tejido bizarro forzando etimologías y textos, llega a la conclusión que los
aztecas cambiaron la historia para hacerse acreedores del carácter de pueblo civilizado que
carecían en su origen. Una explicación a modo, y dado que el “olvido” del significado de
Aztlan no le sirve para su argumento lo deja a un lado, mientras que el otro “olvido”, el de
produce por la práctica colonizadora y se detiene frente a las consecuencias; dar un paso
Múltiples son los indicios de lo que le ocurre al náhuatl después de la conquista que
Duverger como “especialista que ha leído todas las fuentes y que es un experto en
lingüística histórica” no debería pasar por alto: por ejemplo, el que el diccionario de Molina
náhuatl clásico (usado en las crónicas por ejemplo) y el náhuatl jurídico, apuntan en ese
17
Duverger, Christian, op. cit., p. 154
194
sentido y aún más, las diferencias entre el náhuatl escrito de mediados del siglo XVI y el de
principios del siglo XVII muestran cambios muy acelerados en la construcción del nahuatl.
Indicios todos ellos que van en la dirección que ha señalado con insistencia Guy Rozat: a
que los interesados en la historia tendríamos que asumir el impacto historiográfico que
tiene el hecho de que los sustantivos fundacionales de “la historia” o del “mito azteca” del
cronistas evangelizadores) del siglo XVI porque lo que está ocurriendo en ellas es la
Pero Duverger da muchos pasos atrás, al dar su propia interpretación y etimología de los
términos náhuatl de las narraciones indígenas opera según la lógica de que si no hay una
traducción “real” del náhuatl al español en el siglo XVI entonces es posible que él, como
2. Segunda incongruencia: Los aztecas vienen del norte y eran nómadas en el origen.
195
El historiador y antropólogo Federico Navarrete, escribió un artículo que lleva por título
Las fuentes indígenas más allá de la dicotomía entre Historia y Mito18 en la que se propuso
debate sobre el carácter de las narraciones de origen nahuas (entre Historia y Mito) y por
otro, resarcir el impacto que el debate ha tenido sobre la confiabilidad de las fuentes
Navarrete nos señala que Duverger retomó en esencia la posición del iconográfo Alemán,
Eduard Seler,19 del cual apenas hace una mención y que afirma que las llamadas tradiciones
no son otra cosa que mitología, que las historias de Aztlán son “una proyección del lugar
de residencia histórico (es decir México Tenochtitlán) que por “necesidades de prestigio”
Así que Duverger pretende demostrar, siguiendo a Seler, que Aztlán y Tenochtitlán son la
misma entidad y pone como ejemplo el que nombres geográficos, animales y flora en los
relatos de origen son los mismos para describir Aztlán y Tenochtitlan20 y por tanto que el
mito de origen, más que hablar del origen histórico, sirve para legitimar el dominio azteca
sobre el valle de México: los aztecas reclamaron con ese mito dos “tradiciones” culturales,
18
Navarrete, Federico, op. cit.
19
Seler, Eduard, "¿Dónde se encontraba Aztlan, la patria [original] de los aztecas?" En Mesoamérica y el
Centro de México. Jesús Monjarás Ruiz, Emma Pérez-Rocha y Rosa Brambila, recops., México: Instituto
Nacional de Antropología e Historia, México, 1985, pp. 309-330.
20
Duverger, Christian, op. cit., pp. 123-126
196
como grupo civilizado.21 A su vez para demostrar la convivencia de esas dos “tradiciones”
en los mitos de origen Duverger afirma que la memoria indígena fue reorganizada a partir
Duvergeriana, sin ella todo el enfoque “ideológico” cae por su peso, citando a Sahagún nos
dice:
“Todo hace pensar que las versiones muy sofisticadas de la historia azteca que han llegado
hasta nuestros días fueron elaboradas en los primeros años del reino de Motecuhzoma I,
bajo el impulso o la autoridad directa de Tlacaélel… Todo lo que había sucedió
anteriormente, el pasado próximo y el pasado lejano, podía en adelante volver a organizarse
por completo, con el fin de afirmar los valores fundamentales que los mexicas deseaban
imponer a mediados del siglo XV.”22
Duverger opera de la misma manera que frente a los problemas de traducción, a
conveniencia. Utiliza dos procedimientos contradictorios para exponer sus tesis, las
narraciones de origen en un momento son mitos o “construcción mentales” para luego sacar
de ellas hechos históricos, como el que los aztecas vienen del norte (y son chichimecas) o la
Por lo que Federico Navarrete nos dice que frente a este proceder “historiográfico”:
21
Navarrete, Fedrico, op. cit., p. 248
22
Duverger, Christian, op. cit., p 395
23
Navarrete, Federico, op. cit., p. 246.
197
antiguas puedan ser inventadas, y que su falsa antigüedad será justamente lo que les dé
valor (…). Pero una invención tiene que ser comprobada, como cualquier hecho histórico,
para evitar caer en el terreno del just-so.”24
Sin duda, como señala Federico Navarrete, Florescano-Duverger proceden arbitrariamente
“ideológica” de los mitos. Duverger no puede ofrecernos fuentes alternativas, fuera del
canon, en las que los hechos históricos del pasado de los aztecas sean registrados sin el
manto mitológico, sino que regresa a las mismas fuentes que ha considerado como mitos.
Duverger, sólo que en él la incongruencia se muestra prístina. Y eso nos lleva precisamente
Las propuestas de Eduard Seler y Daniel Brinton a finales del siglo XIX introducen un
fuente: al considerar que las narraciones indígenas (nahuas, mayas, etcétera) más que
naturaleza histórica y función como memoria; en particular Brinton25 resalta las similitudes
“No me arriesgo mucho cuando afirmo que resultaría fácil encontrar paralelos entre cada
evento en los mitos heroicos americanos, cada aspecto del carácter de los personajes que
representan, y otros tomados de las leyendas arias y egipcias ya bien conocidas por los
estudiosos, y que ahora se sabe que no contienen la menor sustancia histórica [ ... ]26
24
Ibídem, p. 248.
25
Brinton, Daniel G., American Hero-Myths. A Study in the Native Religions of the Western Continent,
Nueva York., 1982, pp. 92-94.
26
Brinton, Daniel G., op. cit., p. 35.
198
De tal forma que:
estudiar los mitos “americanos” por lo cual puede afirmar que esas narraciones eran "puras
relación con las esperanzas y miedos de los hombres"; 28 a estas conclusiones Seler agregó
que:
“los mexicas eran un pueblo "sin historia" y por lo tanto sus tradiciones no conservaban
vestigios o testimonios de un pasado, sino que consistían en proyecciones o invenciones
realizadas desde el presente.”29
Frente a estas interpretaciones extranjeras los “antropólogos” mexicanos reaccionaron para
tratar de defender la idea de que los relatos de las crónicas eran esencialmente textos
“Los que nos formamos en la Escuela Nacional de Antropología vivimos una de esas
revisiones que tanto abundan en la investigación histórica. Wigberto Jiménez Moreno con
su estudio de fuentes y Jorge Acosta con sus exploraciones, sentaron en base firme la
realidad histórica de Tula. Comenzaron entonces los estudios de Jiménez Moreno y Paul
Kirchhoff que tratan como historia humana las conquistas de Mixcoatl, padre del futuro
señor de Tollan, Quetzalcoatl, que definen la extensión del imperio tolteca, que discuten la
relación entre Quetzalcoatl y Huemac en tiempos de su desintegración, que localizan Aztlan
y establecen las diferentes rutas migratorias de los distintos grupos pobladores”30
27
Ibídem.
28
Ibídem, p. 32
29
Navarrete, Federico, op. cit., p. 233
30
Carrasco, Pedro, op. cit., p. 678
199
Aunque Carrasco lo ve como revisión, en realidad lo que nos refiere es un proceso de
restauración (a mediados del siglo XX) de una interpretación que puede rastrearse desde las
crónicas evangelizadoras del siglo XVI hasta los positivistas como Chavero e Izcalbalceta.
mexicanista o americanista como “innovador” pero sin salirse del canon historiográfico.
Como vimos, Brinton asimila los mitos fundacionales de las crónicas con los mitos
fundacionales cristiano medievales. Sin embargo, Duverger renuncia a seguir este camino
para afirmar que los mitos de origen, son mitos prehispánicos, que adquieren singularidad
reconstruirá por primera vez para beneplácito de todos; pero para seguir en esta dirección le
obligado a tocar el punto neurálgico de todo este debate entre mito e historia (Florescano,
Así que no es de extrañar que el libro El origen … inicie con la exposición de la “crítica de
fuentes” según Duverger, no sólo por el “tono académico” del libro (y con ello convencer a
su público universitario) sino porque todo su argumento depende de “demostrar” que las
200
Así que vuelve a la imprescindible pregunta de si la conquista española afectó a la
colateralmente: altera el discurso oficial azteca para permitir la emergencia de las diferentes
conceptos fundacionales, pues la conquista abre las puertas a las tradiciones locales antes
Por consiguiente la labor de los frailes (“etnólogos e historiadores”) dedicados a recoger las
“las crónicas escritas por los religiosos españoles y principalmente por los franciscanos
fueron precedidas sistemáticamente de una investigación que bien podemos calificar de
etnológica… El procedimiento no es solamente meticuloso sino sorprendentemente
moderno. Los escrúpulos –verdaderamente científicos de Sahagún lo llevan a confrontar
estos primeros testimonios con los otros informantes”31
Aquí Duverger se alinea, el supuesto “cariz” innovador de su obra se desvanece para
reintegrarse al canon, el debate se termina aquí porque todos los involucrados directa o
indirectamente en él, están de acuerdo en afirmar que los evangelizadores españoles y sus
Posiciones en apariencia tan diversas y contrastantes como las que pudieran representar
31
Duverger, Christian, op. cit., p. 37
201
perspectiva poscolonialista y subalternista, están de acuerdo con la “naturaleza” indígena de
Para que no haya duda, de cuál es su posición, Duverger abunda más al respecto.
“Por último, por paradójico que parezca, la intervención de los cronistas españoles en el
siglo XVI pudo contribuir a fijar la historia azteca en su especificidad precolombina. En vez
de alterar su naturaleza, la escritura de la tradición mexica tuvo el efecto global de
“congelarla” en su forma pre-hispánica.”32
Así que el análisis ideológico tan rimbombantemente prometido sólo se les aplica a los
maquiavélicos monarcas aztecas, monarcas inventados en las crónicas del XVI, pero no a
buscaba transformar toda la mentalidad y práctica social indígena, ni que hayan participado
ciudades, personas. Los frailes, para Duverger, recogen neutralmente esas tradiciones y dan
“Dos son las razones principales de este fenómeno. El relato mexicano de los orígenes, hay
que reconocerlo, está muy bien construido. Aunque mayormente ficticio, presenta una
innegable coherencia y una aparente verosimilitud y sigue cierta lógica. Los investigadores
franciscanos respetaron a la letra lo que pensaron era una narración histórica. En realidad,
era imposible que comprendieran la verdadera naturaleza de la historia que se les entregaba.
Nunca se dieron cuenta de la dimensión ideológica del fondo. El mensaje ideológico
original, que nunca aparece como tal, fue transmitido fielmente, ya que, en el que en el
contexto náhuatl, es consustancial a los símbolos que lo comunican”33
Así, los frailes pasaron, de un párrafo a otro en el libro de Duverger, de ser científicos
importante es que el lector crea que el material con el que trabaja Duverger y (los
32
Ibídem, p. 397.
33
Ibídem, p. 397.
202
estudiosos) son fuentes para conocer el mundo prehispánico. La conquista, acto destructivo
civilizatorio por excelencia, se convierte para Duverger en una mediación benévola que
indígena está marcado hasta la médula por la ideología, la escritura evangelizadora está
libre de esa contaminación, el español trasmite la esencia de una cultura extraña mientras
“Cierta forma de incomprensión (de los religiosos españoles) ayudó, pues, indirectamente, a
que la transmisión de la historia indígena se realizara respetando su trama original.” 34
Duverger se suma así a la larga tradición “historiográfica” que hace de los religiosos (y por
“precolombina” así que para conocer ese pasado hay que consultar en primerísimo lugar las
Frente a la neutralidad franciscana, para Duverger, los aztecas no hacen sino ofrecernos una
visión manipulada, es decir, mitos que requieren una lectura de segundo orden,
contrariamente a la lectura literal que se propone hacer en las crónicas religiosas, pues
Los aztecas destruyen su memoria, producen olvido, y recrean una nueva memoria para el
uso ideológico que legitima la fundación de su imperio.
34
Ibídem, p. 398.
203
Si Duverger procediera con un poco de lógica, siguiendo sus propios argumentos, cosa que
no hace, habría llegado a la conclusión que si los aztecas han olvidado sus significados de
los mitos, entonces lo que los franciscanos (y sus pupilos indígenas) registran es el olvido
prehispánico, y por consiguiente se habría encontrado (sin quererlo) con una piedra de
algún valor.
204
Duverger Los frailes son científicos Ignorantes que en su Cronistas militares e imperiales
modernos, (etnológos- incomprensión respetan la estaban interesados en la
historiadores) que registran concepción indígena. versión indígena que legitima la
fielmente la tradición. centralización del poder (azteca)
y español.
Angel Ma. Sabios interesados en el puro Religiosos indianizados que Humanistas que defienden a los
Garibay saber. sienten empatía con las indios contra los conquistadores
tradiciones indígenas y las que los niegan.
rescatan.
Miguel Etnólogos que registran con Religiosos indianizados que Humanistas que defienden a los
León método y fidelidad las sienten empatía con las indios contra los conquistadores
Portilla costumbres y la memoria tradiciones indígenas y las que los niegan.
indígena. rescatan.
Conclusiones
los aztecas (de los prehispánicos) realizada por Duverger se “fundamenta” en el tratamiento
acrítico de las crónicas y fuentes de la conquista y la colonia (lo que es lo mismo decir que
“fuentes” por una acto de “fe” en las supuestas intenciones “humanistas y científicas” de
“incomprensión cultural” de los conquistadores. Duverger, como tantos otros, utiliza las
gusto.
205
Este procedimiento es muy evidente cuando valora el impacto de la conquista en las
alteró el espíritu o la naturaleza de los indígenas, por consiguiente las crónicas religiosas y
tradiciones indígenas” sometidas por los aztecas, tradiciones que quedaron registradas en
conquistadores y evangelizadores son los que salvan a los indios de la ignorancia, del
despotismo en el que vivían, para él, son ellos quienes los sacan de su miseria, del olvido de
sí y de su soledad.
historicismo nacionalista: las crónicas evangelizadoras son para esa historiografía, la piedra
de roseta, la clave para entender el saber prehispánico. Así que paradójicamente, resulta que
esa historiografía desvelando el “secreto” de los conquistados. Una paradoja insalvable del
discurso de dominación.
Duverger sin duda se mantiene dentro del marco de esa interpretación colonizadora de la
historia prehispánica pero su versión es tan débil (porque su trabajo está lleno de
206
sólo como incongruencias personales y no como lo que son: incongruencias insostenibles
Frente a estas especulaciones que se nos ofertan como historia, nosotros podemos proceder
conquista y la colonización cultural que le fue consustancial. Para realizar esa labor es
importante antes que nada desenredar el tejido discursivo (como el de Duverger) y dar
cuenta de las historiografías que han oscurecido los fragmentos sobrevivientes del pasado
prehispánico; una actividad analítica que nos permita desentrañar los mecanismos
Y desde luego, tenemos que volver de nueva cuenta a “releer” y repensar las llamadas
en su lugar de producción histórico-cultural. Sin olvidar, en esa actividad, que las crónicas
y teniendo en cuenta siempre que la conquista pretendía la transformación total del mundo
tipo Duverger (como la “recientísima” teoría del núcleo duro mesoamericano) seguirán en
208
EL COLOQUIO DE LOS DOCE SEGÚN CHRISTIAN DUVERGER
Una fuerte polémica por fin está ocurriendo en los espacios académicos por las formas de
acercarse a la realidad histórica. Repensar la obra del escritor francés Christian Duverger
se debe hacer en los ecos de esa disputa. Pareciera ser que los polos del debate se reducen a
una posición realista frente al pasado versus una posición nominalista. La primera
tradición entiende al pasado como una realidad que puede ser restaurada tal cual; la
segunda, entiende a la Historia como una serie de discursos sobre el pasado. Los realistas
asumen la herencia del siglo XIX en cuanto al conocimiento histórico, es decir, el ideal del
Una literalidad total frente al pasado por el peso de la frase “está escrito, es lo que hay”. La
reconstrucción es posible en la medida del cúmulo de datos y las fuentes dejadas por el
linealidad del tiempo, que nos brinda mayor comprensión de los eventos del pasado. En
1
Doctor en Antropología por la UNAM. Becario del Programa de Becas Posdoctorales en la UNAM, Centro
Regional de Investigaciones Multidisciplinarias, UNAM. Agradezco al programa de Becas Posdoctorales de
la UNAM su apoyo para la escritura de este trabajo.
2
Véase George Duby y Guy Lardreau. Diálogo sobre la Historia, Madrid, Alianza Universidad, 1988, p. 15.
209
ese modelo se asume la noción de que las cosas, en tanto objetos, poseen contenidos
ahistóricos sin la mediatización del lenguaje: narrar es recrear, resucitar el pasado. En esa
concepción la escritura transcribe el mundo siempre igual de bien… sólo hay que leer para
posibilidad de relatar sin reformular el tiempo, es decir, contar sin reinterpretar el pasado.
Pensar que por el hecho de enunciarlo aparece ante nuestros ojos, tal como fue. El realismo
conversión de los indios de la Nueva España3 se publica en la sección de historia del Fondo
como novelista: por ende se puede criticar su saber bajo esos estándares… En su obra, el
sus métodos y límites para leer el pasado. Para él los textos históricos no son documentos a
desentrañar, incógnitas que revelarán los modos de ser del conocimiento del pasado. No es
un nominalista del texto. Para Duverger los textos son instantáneas: una operación
escriturística de transcripción que dejó huellas para el futuro historiador, para él. El texto
representa lo que pasó, informa sobre un trozo de realidad del pasado. Esa suerte es la que
corre el famoso Coloquio de los Doce… entre sus manos. El escrito del siglo XVI narra
3
Christian Duverger. La conversión de los indios de la Nueva España. Con el texto de los Coloquios de los
Doce de Bernardino de Sahagún, México, FCE, 1996.
210
desde el horizonte teológico y retórico el primer encuentro entre frailes franciscanos y los
sacerdotes paganos. Pero Duverger no ve eso: le queda claro que es una instantánea, un
a disertar sobre las cualidades y calidades de cada una de ellas. Una civilizada conquista de
(…) conversión específica; la religión de los indios del siglo XVI está muy fuerte mestizada
y, por paradójico que eso pueda parecer, la conversión de los indios en masa alimentó un
fenómeno de etnoresistencia; las costumbres antiguas, de hecho, se perpetuaron en el
interior del culto católico. Este libro intenta hacer alguna luz sobre esta situación un tanto
insólita.5
Una “situación insólita” pero que es posible “por un proceso de aculturación marcado por la
horizonte de dones y de amistad, Duverger cincela una sentencia en donde demuestra cómo
El México del siglo XVI ve misioneros, fieles a su fe, indianizarse hasta el momento de
convertirse en la memoria cultural de la civilización pagana, mientras que los indios se
cristianizan ¡permaneciendo indios en su ser y en sus creencias! Hay ahí una situación
desconocida que contradice el cliché de la cruz aliada a la espada y que reclama una
investigación.6
4
Ibíd., p. 9.
5
Ibíd., p. 10.
6
Ibíd., p. 12.
211
¿Qué clase de Concepto de conquista se tiene entre un tan fecundo diálogo cultural? Los
que destruyen se vuelven memoria de una civilización, los derrotados siguieron iguales
pero cristianizados. Por estrafalario que parezca el argumento de Duverger, es también por
espiritual. El texto se ha enquistado muy bien en ese mundo. Lo escandaloso del autor es
que él lo hace manifiesto y muy claro. Para estos modelos la Conquista sólo significó un
esto? En una alquimia mental Duverger vuelve a los frailes etnólogos o historiadores
trabaja en el proceso para sacar a los indígenas de la historia: siempre son iguales, sólo
¿cómo llegar a ella? analizando las memorias que la han enmarcado y delimitado, aunque
sean escritas por quien destruyó sus prácticas. Curiosamente casi siempre es un personaje
exterior el que desglosa la indianidad: la tarea del historiador es leerlas desde el realismo
sentido a los enigmas del tiempo, es un fiel dador de inteligibilidad del mundo del
pasado…
7
Ibíd., p. 11.
212
La lectura realista de la historia en Duverger está plasmada en su obra La conversión de los
México desde la óptica franciscana: sólo cuenta los hechos. Cuando se encuentra con
inmediato de autoridad. Las tesis de Phelan8 o de Baudot9 son aplastadas por el peso de su
sentido común:
pueden existir bajo sus ojos. El pensamiento del autor adquiere un tono radical cuando se
enfrenta a fuentes primarias. Son la verdad revelada, solamente se tienen que contar y
filtro es el sentido común, su fiel aliado que le permite discernir la verdad de los tiempos.
Cortés. Solo él, por su gusto por la dramaturgia y su fina inteligencia, tendría la idea de
8
John Phelan. El reino milenario de los franciscanos en el Nuevo Mundo, México, UNAM, 1972.
9
Georges Baudot. Utopía e Historia en México, Madrid, Espasa-Calpe, 1983.
10
Duverger, La conversión de los… p. 27.
11
Miguel Ángel Segundo Guzmán, « El descubrimiento de América en la última hora del mundo: la
hermenéutica franciscana », Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En línea], Debates, Puesto en línea el 12 julio
2012, consultado el 30 noviembre 2013. URL : http://nuevomundo.revues.org/63661 ; DOI :
10.4000/nuevomundo.63661
213
organizar los Coloquios: “él imaginó ese encuentro ‘en la cumbre’ entre los antiguos jefes
aztecas y los doce franciscanos enviados por el papa. Todo el ceremonial puesto en marcha
verosímil que estén ahí, porque el capítulo franciscano fue antes y se “tomaría toda una
semana para la preparación de la reunión”. Aunque el texto escrito por Sahagún tenga la
fecha de 1564, no importa, debió haber minutas o recuerdos del acontecimiento primordial.
Duverger abre la duda historiográfica siempre para cerrarla con tuercas: ¿Sahagún podría
12
Duverger, La conversión… p. 32.
13
Parece que todas las obsesiones historiográficas de Duverger estaban claras en 1987 cuando publica el
libro, las irá historizando en su obra posterior…
14
Duverger, La conversión… pp. 50-51. Las cursivas son mías.
214
Sahagún es Sahagún, no podría defraudarnos en un acto creativo o en un ejercicio de su
imaginación. Más aún cuando Duverger lo califica de antropólogo, es como él. Atentar
historiador francés por fuerza se hicieron borradores o informes del evento. Para darle otra
texto:
Se encuentra en la lectura (de los coloquios) un ritmo que es de lo oral. Por su estilo, el
texto está más cerca de una taquigrafía que de una disertación. ¿Y cuantas veces no se
siente el estremecimiento de una vacilación natural o la señal de una revuelta interior en
alguno de los interlocutores?
En la mente de Duverger el evento es claro: mientras los mexicas discutían con los
Sahagún, que aunque no presenció el evento, cuarenta años después los volvió texto para su
será así de fácil hacer la historia? Organizar los hechos de acuerdo al realismo del sentido
común, desde la literalidad de la organización del pasado. No hay que ser tan malos con el
literato francés, porque de forma oculta estas opiniones se encuentran en la base de los
estudios mesoamericanos… salvo que él los pone de manifiesto y por lo tanto, impacta
15
Ibíd., p. 51.
215
escuchar lo que permanece oculto en otros estudios y tradiciones intelectuales. Hacer
historia sin criticar el documento es el principio para poder entender, no lo que pasó, sino el
significado oculto del acontecer. Por ello el novelista convertido en antropólogo se vuelve
Nueva España. Existe una imposibilitada de pensar la constitución misma de los textos que
remiten los hechos del mundo. Ese nivel de lectura está ausente en su obra. La realidad
que en ese proceso se vuelve historiador de lo inexistente. No puede ser de otra forma, vive
esclarece el tiempo. El horizonte del discurso es el mundo del pasado: en ese movimiento
de lectura, inventa, crea el pasado ante la verosimilitud de su mirada: es casi un oráculo del
tiempo. Lo que le parece lógico, el prejuicio y su mundo, se vuelven el parangón del texto.
Le es imposible pensar en que los hechos del mundo se organizan bajo un modelo
narrativo, menos aún retórico. Ello le llevaría a pensar la historicidad de su acto de lectura,
la distancia con los escritos, y empezar a pensar sobre los regímenes de verdad de los
textos… esas sofisticaciones están bien para la historia europea, en América y más para él,
216
La gran pregunta es ¿Existe otra forma de entender el coloquio? Hay que separarse de la
literalidad de los contenidos para entender la función de los escritos. Las crónicas de
Sahagún sobre la tradición indígena es claro: construir una pedagogía sobre lo pagano, una
El primer encuentro contra el infiel esta dialogado como en una opereta. Frente a frente
sobre la otra. El texto remite a la escena primigenia, en donde los frailes irrumpen en un
mundo extraño con la fe por delante. Están ante el idólatra y tienen que establecer un
diálogo aplastante, utilizando las armas de la retórica para convencer. Recuérdenlo, el texto
no es una trascripción del evento, no es una instantánea como cree Duverger. En 1564 la
dominio de Satanás. Había que esclarecer cómo el cristianismo había ganado desde el
16
Para esto véase mi libro El crepúsculo de los dioses mexicas: Ensayo sobre el horizonte de la supresión del
otro, EAE, 2012.
217
En la lógica del texto las cartas ya se habían echado: los frailes tienen que expresar
Cortés los frailes convocan a los principales de los naturales. Tienen que explicarles cómo
y por qué no conocen al verdadero Dios, ni a su reino, la Iglesia. Duverger en este acto ve
el principio de discusión teológica. En el Coloquio los dioses del otro, desde luego con
Al uno llamais Tezcatlipuca, a otro Quetçalcoatl, al otro, Vicilubuchtli, etc., y a cada uno
llamais dador de la vida y del ser y conservador della; y si ellos son dioses dadores del ser y
de la vida ¿por qué son engañadores y burladores? porqué os atormentan y fatigan con
diversas aflicciones? Esto por experiencia lo sabeis, que cuando estais afligidos y
angustiados con impaciencia los llamais de putos y vellacos, engañadores, viejas
arrugadas.17
En las retóricas del texto los misioneros predicaban el verdadero Dios, el salvador del
mundo, el eterno. Él había creado todo, el cielo, la tierra y el infierno, “él nos hizo a todos
los hombres del mundo y también hizo a los demonios, a los quales vosotros teneis por
dioses y los llamas dioses”.18 Los naturales se engañan con sus creencias, adoran un efecto,
desconociendo la verdadera fuente creadora. Quienes más viven en el engaño son los
sacerdotes locales, sátrapas que llegan derrotados —en el escrito— al primer encuentro:
“Si muriéremos, muramos: si pereciéremos, perezcamos; que de verdad los dioses también
murieron”. Están perdidos frente al peso de los sacros argumentos y parece ser que también
Duverger lo está, consume el texto desde la literalidad. En ese mundo del texto los sátrapas
siguen las costumbres ancestrales, lo que les llegó de la tradición, su error se basa en la
17
Ibíd., p. 67.
18
Ibid., p. 68.
218
escuchar a los sacerdotes, se dan cuenta que viven en las tinieblas, tienen que ser
iluminados. Ellos mismos lo exigen: “mucho holgaremos de que nos digais quienes son
verdad qué quieren decir los dioses locales. Explicarlos dentro de la historia de lo mismo:
la tradición judeocristiana.
la Creación. Sigamos sus argumentos: cuando Dios creó su casa real, su morada, el cielo
empíreo, también creó una muchedumbre de caballeros, los ángeles. De entre ellos destacó
uno, Lucifer por su hermosura y sabiduría. Soberbio por su distinción, quiso igualarse a
Dios; al ángel Miguel, no le pareció y se levantó en armas contra él. Se crearon dos
A los vencidos se les expulsó del Cielo, “fueron encarcelados en la región del ayre
tenebroso, fueron hechos diablos horribles y espantables. Estos son los que llamais
pasar por dioses, pero en verdad son ángeles infernales. Desde el odio de la exclusión
(…) hagamos quanto mal pudiéramos a todas su criaturas, especialmente a los hombres, a
los que él más ama, porque por esto los hizo para darles las riquezas y dignidades que a
nosotros nos quitó; conviene que los desatinemos en tal manera que no conozcan a su
hacedor. B. Vosotros que sois de más alto entendimiento, con toda diligencia y aviso
tentarlos eys para que ydolatren, que adoren por dios al sol y a la luna ya a las estrellas y a
19
Ibid., p.78.
219
las estatuas hechas de piedra y de madero, a las aves y serpientes y a otras criaturas, y
también los provocareis para que nos adoren y tengan por dioses a nosotros, para que de
esta manera ofendan especialmente a su criador, para que provocando a yra contra ellos los
avorrezca y deseche como a nosotros; aparecer los eys con palabras humanas en los montes
y en las honduras de los ríos, en los campos y en las cuevas para que mejor los descamineis
y desatineis.20
La rebelión es el origen del mal, pero también del engaño humano: los demonios tienen
bajo su poder a todo aquel que adore otras deidades. Desde los hijos de Caín, los demonios
han realizado el trabajo de engañar, para que pecando los humanos se alejen de su Creador.
La idolatría tiene su origen dentro de la cosmovisión judeocristiana. Los males del mundo
En el coloquio los dioses mexicas son demonios, adorarlos aún por ignorancia es una
enfermedad que se puede curar a través de la prédica del Evangelio. La sociedad indígena
vive engañada por el viejo enemigo de Dios, su religión es demoníaca. ¿Que opina
Duverger de esto? El hermeneuta del tiempo entiende muy bien lo que significa este
discurso:
Al explicar a los indios que han sido engañados por las maniobras del diablo, los religiosos
no profieren una condena, sino por el contrario, administran una absolución. Los aztecas
han sido engañados, por lo tanto son inocentes.21
El primer modelo interpretativo para la religión mexica y en general pagana se ha
enunciado con claridad en el coloquio. En los textos de los religiosos los dioses locales
persistirán como superstición de un mundo que vive bajo el yugo de Satán. Su antigua
20
Ibid., p. 79.
21
Ibíd., p. 98.
220
posterior demonologización de su ser. En una verdadera hermenéutica, al traducirlos al
El método alegórico que se utiliza en el Renacimiento para salvar a los dioses paganos de la
aplanadora cristina, con la religión mexica, adquiere un nuevo matiz: en los tratados
mitológicos europeos los dioses persisten queriendo decir otra cosa distinta a su discurso
estéticas, los dioses cayeron en un precipicio que no era el suyo: la alegorésis los condenó.
Los mimetizó en la vieja historia de la idolatría. Con ellos no hubo ponderación misteriosa
verdadera religión. Encadenados con la estirpe del mal, los dioses mexicas transitarían
poco a poco hacia el olvido, una vez que la mascarada diabólica fuera exterminada por los
frailes. Al ser parte de la naturaleza caída y culpable, los dioses atrapados en el mundo de
ser lo que nunca fueron: demonios en una cosmología de la Caída. Con ellos se aplicó una
alegoría a la inversa, no los salvó sino que los nulificó al enunciarlos dentro de los
enemigos de Dios.
221
Evidentemente Duverger está muy alejado de este modelo de explicación, recordémoslo él
coloquio? ¿Qué se puede ver entre sus líneas? Sólo realismo en estado puro:
22
Ibíd., p. 101.
222
ACERCA DE LOS AUTORES
Bernard Grunberg
Universidad de Reims.
Ha publicado: L'univers des conquistadores: Les hommes et leur conquête, dans le Mexique
au Mexique: Histoire d'une institution et de son impact dans une société coloniale (1521-
Ha dirigido una gran cantidad de obras colectivas, y publicado más de una centena de
Reims.)
Guillermo Serés
223
traducción en la Edad Media, la Celestina, las crónicas de Indias y la épica indiana y otros.
Editor de Juan Huarte de San Juan, Examen de ingenios, Fray Luis de León, Poesía
completa, Pedro Calderón de la Barca, Don Juan Manuel, Fernando de Rojas ,Miguel de
Cervantes, Lope de Vega, y de la Crónica de Bernal Díaz del Castillo, entre otras
ediciones críticas.
de Historia en esta escuela, 1982. Desde 1988 adscrito al centro INAH-Veracruz. Director
Historia. Premio Clavijero, 1992, Premio al mejor artículo sobre tema colonial otorgado por
224
Marialba Pastor
artículo son: Crisis y recomposición social (1999); Cuerpos sociales, cuerpos sacrificiales
(2004); Del “estereotipo del pagano” al “estereotipo del indio” (2011); Los pecados de la
mundialización epidémica, Taller Abierto, 2000. Breve historia de las políticas indigenistas
en México, Edición del autor, 2000. Política y poder en la posrevolución mexicana, Itaca,
225
comunidades, Navarra, 2011, Alimentación en México, ensayos de antropología e historia,
Coordinador de los libros: Homenaje a Eric Hosbawm; Diálogos con John Hart; La
226
el Mictlán, Editorial Académica Española, 2012. Cuenta con múltiples artículos en
227