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El Clero

Comprende al conjunto de los religiosos o clérigos, distinguiéndose dentro del


catolicismo, y de las iglesias ortodoxas, el clero regular (que vive de acuerdo a las
reglas, lejos de la sociedad de su tiempo. Son religiosos y no se los considera ni clérigos
ni laicos. Fue suprimido por los protestantes, aunque lo mantienen los anglicanos) del
secular (Que vive inmerso en la sociedad de la que forma parte). Este último se organiza
jerárquicamente siendo su autoridad suprema el Papa, siguiéndole en orden decreciente,
los arzobispos, obispos, sacerdotes, presbíteros y curas, y tienen la misión de
administrar los sacramentos.

En el mundo medieval, la Iglesia cobró


un inmenso poder, unificando a los
diferentes y heterogéneos reinos,
trascendiendo de la esfera estrictamente
religiosa, teniendo profunda influencia
en asuntos terrenales.

En una sociedad muy jerarquizada, esta


distinción cualitativa entre sus miembros,
se trasladó al seno mismo del clero en el
que se distinguió un Alto Clero, primer
estamento privilegiado del antiguo
régimen, que compartía con el segundo
estado, la nobleza, concesiones y favores.
Dentro del Alto Clero estaban los
Arzobispos (a cargo de diócesis prestigiosas, llamadas archidiócesis), los obispos
(sacerdotes que recibieron el sacramento del episcopado, y estaban a cargo de una
diócesis) y Abades (Superior de un monasterio que poseía al menos doce monjes). Esta
parte del clero además de su actividad religiosa, podían ser señores feudales, armaban
caballeros para su defensa, estaban exentos de pagar impuestos, cobraban el diezmo, por
los frutos de las tierras trabajadas en sus parroquias, y poseían tribunales diferenciados
para su juzgamiento. El Bajo Clero lo integraban curas y sacerdotes, que debían recibir
las tres novenas partes de los diezmos, pero no siempre esto sucedía.

Dentro del cerrado orden feudal, donde el nacimiento determinaba la condición social
de noble, el clero representaba un modo de ingresar a un grupo privilegiado, de modo
libre, aunque la riqueza con la que se contara, decidía si ingresaba al Alto o Bajo Clero,
que en su conjunto representaban el 17 % de la población total, siendo el Alto Clero el 2
%. Los hijos de los ricos y cultos señores feudales, podían por la dote que entregaban
ingresar al clero privilegiado, mientras que los campesinos, artesanos o profesionales
liberales, solo podían aspirar a conformar el Bajo Clero.

Las enormes extensiones de tierras le proporcionaban enorme poder a la iglesia, y las


reformas de la abadía de Cluny la revitalizaron. La influencia de los monasterios fue
aún mayor con la creación de las órdenes de los Cartujos y los Cisterciences, lo que
provocó gran tensión entre la iglesia y el estado por sus conflictos de poderes. La
reforma protestante, que estableció un plano de igualdad entre los religiosos, y los
despojó de sus posesiones territoriales, y las ideas ilustradas, que negaban al poder real
como proveniente de Dios, contribuyeron a la pérdida del poder de la iglesia en la Edad
Moderna, que también fue cuestionada, por la prédica de la libertad de cultos, sostenida
por los revolucionarios franceses.

La Edad Contemporánea nacida luego de la Revolución Francesa, dará origen a una


sociedad más laica, aunque dentro de la iglesia católica continúan existiendo jerarquías,
siendo la cúspide la autoridad papal, que se basa en el poder otorgado por Cristo a San
Pedro, de quien el Papa es su sucesor.

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