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EDUCACIÓN SECUNDARIA
FÍSICA Y QUÍMICA
Complementos
de formación disciplinar
5 Vol. I
Coeditan
MINISTERIO DE EDUCACIÓN
Secretaría de Estado de Educación y Formación Profesional
Instituto de Formación del Profesorado, Investigación e Innovación Educativa (IFIIE)
© Secretaría General Técnica
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© Aureli Caamaño (coord.), Aureli Caamaño, Daniel Gil, Miguel Ángel Gómez Crespo, María Sagrario
Gutiérrez Julián, Mercè Izquierdo, Josep Enric Llebot, María Jesús Martín-Díaz, Àngel Messeguer, Emilio
Pedrinaci, Ana Rivero, Jordi Solbes, Manel Traver, Amparo Vilches, Ana María Wamba
© De esta edición: Editorial GRAÓ, de IRIF, S.L.
Editorial GRAÓ, de IRIF, S.L.
Ministerio de Educación, Secretaría General Técnica
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ÍNDICE
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 84
Actividad/Fuentes y Recursos/Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 84
9. La Física en el bachillerato: por una física más atractiva, Jordi Solbes . . . . . . . . . . . . 171
El abandono de la Física en el bachillerato y sus causas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171
Análisis del currículo de Física . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 174
Algunas propuestas para desarrollar el currículo de Física . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 180
¿Cómo reducir el exceso de formalismo? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 181
¿Qué experimentos o experiencias y qué relaciones CTS se pueden incluir? . . . . . . . 183
¿Cómo mejorar la evaluación? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185
Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 187
Actividades/Fuentes y Recursos/Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 187
10. Las Ciencias para el mundo contemporáneo en el bachillerato, Emilio Pedrinaci . . . . 195
Una materia necesaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 196
¿Qué características tiene el currículo de Ciencias para el mundo contemporáneo? . . 198
Ideas y propuestas para el desarrollo de las Ciencias para el mundo
contemporáneo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 203
Un desarrollo útil para todos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 208
¿Qué pueden aportar las Ciencias para el mundo contemporáneo al alumnado
de diferentes modalidades? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 208
¿Qué pueden aportar las Ciencias para el mundo contemporáneo al alumnado
de la modalidad de Ciencias? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 209
Actividades/Fuentes y Recursos/Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 210
INTRODUCCIÓN
Aureli Caamaño
Coordinador
El segundo, Didáctica de la Física y la Química, trata de las cuestiones clave que plantea la
enseñanza de estas disciplinas: la diferencia entre ciencia y ciencia escolar, la competencia
científica y la competencia profesional, las diferentes tipologías de secuencias didácticas,
la elaboración de modelos, la argumentación, la educación dialógica, los trabajos prácticos
investigativos, la tecnología digital en la enseñanza de la Física y la Química, y la evaluación.
El tercer volumen, Física y Química. Investigación, innovación y buenas prácticas, que presenta
ejemplos de unidades didácticas y proyectos de Física y Química innovadores, experiencias e
investigaciones, trabajos prácticos con sensores y equipos de captación de datos, trabajos de
investigación, y orientaciones para el diseño de unidades didácticas.
Por tratarse de una especialidad que engloba dos disciplinas, la Física y la Química, y te-
niendo en cuenta que la formación inicial de los futuros profesores de secundaria es, por
lo general, la del grado en una de las disciplinas, es evidente que Física y Química. Com-
plementos de formación disciplinar es un volumen de gran importancia para completar la
formación de los futuros profesores de Física y Química. Sin embargo, este libro no puede
suplir por sí solo todos los conocimientos y las capacidades que se aprenden a lo largo de
un grado, sea de Física o de Química. Por lo tanto, los estudiantes del Máster de Secundaria
de esta especialidad han de ser conscientes de que deben realizar un esfuerzo continuado
para mejorar su formación en la disciplina que no hayan estudiado en su formación inicial,
tanto en sus aspectos conceptuales y experimentales como en los relativos a la evolución de
los conceptos y las teorías a lo largo de la historia.
Además, en el caso de los dos primeros cursos de la educación secundaria obligatoria (ESO),
los contenidos de Física y Química forman parte de la asignatura de Ciencias de la naturaleza,
en la que también son necesarios unos conocimientos básicos de Biología y Geología. Esta
necesidad de una formación científica más generalista se hace también evidente en el currículo
de la asignatura de Ciencias para el mundo contemporáneo, que se imparte en el primer curso
de bachillerato. Los tres volúmenes correspondientes a la especialidad de Biología y Geología,
publicados en esta misma colección, pueden ser, en este sentido, de gran ayuda.
«Historia de la física y enseñanza de la Física» es el tema del segundo capítulo, escrito por
Jordi Solbes y Manel Traver. Estos autores consideran que la introducción de aspectos histó-
ricos permite mostrar una imagen de la física más próxima a la manera como se construyen
los conocimientos científicos, a cómo evoluciona la ciencia en su contexto socio-histórico y
a las repercusiones sociales que tienen los avances científicos; todo lo cual mejora la actitud
de los alumnos frente a esta materia de estudio y su interés por participar en el proceso de
enseñanza-aprendizaje. A continuación proponen una serie de actividades de diferente tipo-
logía: unas incluyen biografías de científicos y científicas, acompañadas de cuestiones para la
reflexión del alumnado; otras seleccionan fragmentos originales de obras de algunos autores
clásicos a fin de conocer en palabras del propio autor el enunciado de determinados princi-
pios o leyes estudiados, o la evolución de determinadas controversias científicas; por último,
otras hacen referencia a etapas cruciales de la historia de la actividad científica en España,
como los siglos XVI, XVIII y principios del XX, para mostrar las circunstancias favorables y los
obstáculos que encontraron muchos científicos españoles de renombre en dichas épocas.
pasar a participar de una historia con futuro y, por ello, nada mejor que conocer la historia de la
disciplina, que muestra cómo se llegaron a establecer los conocimientos actuales (…). Y dejarse
inspirar por ella para poder reformular en clase los razonamientos que justificaron la emergencia
de las entidades químicas básicas con las que se explica actualmente el cambio químico.
Con esta perspectiva, la autora describe cómo surgieron los conceptos fundamentales de
la química a través de la historia, y sostiene que conocer las dificultades, los errores y las
disputas en la génesis de las ideas químicas hace al profesor más comprensivo con las difi-
cultades de aprendizaje de sus alumnos. Por último, propone algunas actividades basadas
en la historia de la química.
La física del siglo XX se ha caracterizado por un gran progreso, tanto desde el punto del co-
nocimiento como desde el punto de vista de la tecnología. Ha sido el siglo de la mecánica
cuántica, la energía nuclear, los aceleradores de partículas, el transistor, el láser, la materia
oscura, la energía oscura y el Big Bang y de múltiples dispositivos que permiten ver lo más
intrincado de la materia y detectores que sondean el universo y el planeta con detalle. Josep
Enric Llebot nos cuenta en el capítulo «Fronteras del conocimiento y de la investigación en
física» cómo la investigación en física ha sido uno de los pilares en los que se ha centrado
el progreso científico y tecnológico de los siglos XIX y XX, y predice que los dos temas que
modularán el progreso de la física durante el siglo XXI serán probablemente la búsqueda de
un mejor aprovechamiento de la energía y de nuevas fuentes de energía, así como el cono-
cimiento de las características más intrincadas de la materia.
A partir de estas dos motivaciones, el autor estructura el capítulo para dar cuenta de los
retos actuales de la investigación química: el estado sólido, la conciencia, la estructura
íntima del agua, el cambio climático, el cáncer, los mundos de lo muy pequeño o de lo
que sucede muy rápido…
María Jesús Martín-Díaz, María Sagrario Gutiérrez Julián y Miguel Ángel Gómez Crespo, en el
capítulo «Las ciencias en la ESO desde la perspectiva de la alfabetización científica», analizan
los currículos de la ESO desde este punto de vista. Consideran que la aparición del término
«alfabetización científica» es el resultado de un replanteamiento de la finalidad de la educa-
ción científica: ¿para qué enseñar ciencia a los ciudadanos?, ¿es la ciencia un aprendizaje que
deben acometer todos o sólo una parte de los mismos? Las respuestas a estas preguntas, en
definitiva, decidir cuál es la finalidad de la educación, es la guía que dirige la toma de decisio-
nes en el resto de cuestiones de la enseñanza: ¿qué capacidades desarrollar?, ¿qué contenidos
seleccionar?, ¿qué estrategias utilizar?, ¿qué actividades diseñar?, etc. Para analizar los currícu-
los de Ciencias de la ESO clasifican los contenidos en tres categorías: contenidos académicos o
disciplinares, contenidos relevantes para la vida personal y contenidos relevantes para la vida
social. Finalmente, abordan el concepto de competencia científica y ofrecen algunos ejemplos
de actividades contextualizadas.
Jordi Solbes analiza en «La Física en el bachillerato: por una física más atractiva» las causas
de la disminución de alumnos que estudian Física, que atribuye a una enseñanza de una
física aislada del entorno, sin relaciones CTS, poco útil, sin temas de actualidad, sin apenas
trabajo práctico, y con clases aburridas y poco participativas, además de la dificultad de la
propia disciplina. A continuación, realiza un análisis del currículo de la Física actual consi-
derando los objetivos, los contenidos –clasificados en conceptuales, procedimentales y sobre
la naturaleza de la ciencia, y CTS– y los criterios de evaluación. Finalmente, realiza una serie
de propuestas para la mejora del currículo de Física, tales como la reducción del formalismo,
el incremento del trabajo experimental y la introducción de temas CTS y de actividades sobre
procedimientos y naturaleza de la ciencia, así como la mejora de la evaluación.
Cierra este volumen el capítulo de Emilio Pedrinaci «Las Ciencias para el mundo contempo-
ráneo en el bachillerato». El autor se plantea las cuestiones siguientes: ¿qué características
tiene el currículo de Ciencias para el mundo contemporáneo?, ¿no resulta redundante con el
currículo de Física y Química y el de Biología y Geología de bachillerato?, ¿tiene sentido que
sea el mismo para los estudiantes de la modalidad de Ciencias que para los de las modalida-
des de Artes y Humanidades?, ¿cómo podemos desarrollarlo de modo que resulte interesante
y útil para unos y otros? Concluye que una formación como la que se propone en esta asig-
natura proporciona a los estudiantes de la modalidad científica una mejor perspectiva de la
ciencia frontera, una visión más clara de la utilidad social del conocimiento científico y de
la conveniencia de establecer ciertos controles sociales y tiempo para analizar problemas
científicos y dedicarles la atención que se merecen, sin los condicionantes de los extensos
programas de las materias de la modalidad.
CONTENIDO DE CAPÍTULO
Ana Rivero
Universidad de Sevilla
Empecemos por una obviedad: la ciencia tiene una importante presencia e importancia en
nuestra vida cotidiana. En el siglo XXI ya nadie lo pone en duda. Está presente en aconteci-
mientos y conversaciones, y es un elemento básico para nuestro desarrollo y bienestar. No
es extraño, por ejemplo, que vayamos a comprar y la etiqueta de un determinado alimento
nos informe de que se trata de un transgénico, que su calidad ha sido comprobada «cientí-
ficamente» y que tengamos que tomar la decisión de si comprarlo o no. O que nos veamos
involucrados en un debate sobre qué tipo de energía debemos priorizar en la situación ac-
tual –donde parece cada vez más claro que el petróleo no va a poder satisfacer por mucho
tiempo las demandas de las sociedades desarrolladas–, si la nuclear o las llamadas energías
alternativas (solar, eólica, etc.). O que, yendo más allá, tengamos que valorar si queremos
buscar energías para mantener el mundo desarrollado, tal como lo conocemos actualmente,
o queremos cambiar el modelo de desarrollo de nuestro mundo.
La ciencia, por tanto, ha dejado de ser un asunto que compete exclusivamente a los especia-
listas para convertirse en patrimonio y responsabilidad de todos. El conocimiento científico
debe ser en la actualidad parte esencial de la cultura personal, que permita a los ciuda-
danos interpretar la realidad con racionalidad y libertad, y disponer de argumentos para
tomar decisiones (Castaño y otros, 2006). Para ello, es necesario conocer qué es la ciencia,
cuáles son sus principales resultados y la metodología empleada, y además, cuáles son las
consecuencias de sus descubrimientos y aplicaciones, a qué intereses sirven, qué proyecto
humano subyace en ellas, por qué cauces deberían discurrir en el futuro y otras cuestiones
vinculadas a las necesidades e intereses de los sistemas sociales y culturales. Como plantean
Godin y Gingras (2004; citado en López Cerezo y Cámara, 2005, p. 35):
No podemos considerar científicamente culto a un individuo cuyo receptáculo cerebral reservado
a la ciencia sólo albergue un inventario de datos, a modo de registro enciclopédico de preguntas y
respuestas. Es necesaria la reflexión, la integración y la explotación crítica de esa información, formar
juicios independientes sobre asuntos controvertidos relacionados con la ciencia, ser conscientes
de los interrogantes éticos y desafíos ambientales que plantean las nuevas fronteras de la ciencia y
tecnología, hacer frente con éxito a la superstición, etc.
Es decir, hay que formarse en ciencia y sobre la ciencia. Es imprescindible abordar aspectos epis-
temológicos, históricos, ideológicos, etc. en la formación científica. Son numerosos los con-
textos en los que se puede desarrollar una cultura científica de los ciudadanos del tipo que
estamos defendiendo, pero es el ámbito educativo, sin lugar a dudas, el que no puede elu-
dir este reto. Y no se trata de un reto sencillo. Partimos de cierto desinterés de los estudiantes
por la ciencia, puesto de manifiesto en el descenso en el número de ellos que escogen en el
bachillerato opciones científicas. Además, nos encontramos que, según la Segunda Encuesta
Nacional sobre Percepción Social de la Ciencia y la Tecnología de la Fundación Española
para la Ciencia y la Tecnología (FECYT, 2005), la mayor parte de los españoles valora ne-
gativamente la formación científica y tecnológica recibida en la escuela: sólo un 10% de
las personas entrevistadas reconoce haber recibido en los centros de enseñanza un nivel
de conocimientos científicos que califica de alto o muy alto, frente a un 65,5% que declara
haber recibido una educación científica que califica de baja o muy baja.
no existe consenso entre los especialistas acerca de qué es ciencia y qué no lo es, y cómo
se construye este conocimiento, lo que no desmerece el interés que puede tener para el
profesorado conocer los debates y el desarrollo que se están produciendo en este campo.
Muchos autores y numerosas investigaciones han puesto de manifiesto que la imagen sobre
la ciencia que se fomenta en la escuela es ajena totalmente a estos debates. Predomina, en
cambio, una visión unidimensional y coincidente con planteamientos propios del conoci-
miento común o cotidiano y bastante alejada de las aportaciones más actuales de la filosofía
y la epistemología de la ciencia.
Como plantean Fernández y otros (2005), si se quiere cambiar lo que los profesores y los
alumnos hacemos en las clases de ciencias, es preciso previamente modificar la epistemolo-
gía de los profesores. Y aunque poseer concepciones válidas acerca de la ciencia no garan-
tiza que el comportamiento docente sea coherente con dichas concepciones, constituye, al
menos, un requisito indispensable.
En este capítulo vamos a presentar pues, las aportaciones que consideramos más relevantes
para caracterizar la naturaleza del conocimiento científico, y dado que nos dirigimos a futu-
ros profesores, lo haremos en relación a las concepciones más habituales que se transmiten
en la escuela y que creemos imprescindible mejorar, siguiendo, en parte, las señaladas por
Fernández y otros (2005).
Desde principios del siglo XX hemos tenido a nuestra disposición un concepto de cien-
cia conocido como concepción heredada (Hempel, 1973), según el cual la ciencia
es un conocimiento teórico que se obtiene básicamente mediante el método científico
hipotético-deductivo a partir de la experimentación (Izquierdo, 2000). De esta forma, es
«el método» (en el que destaca el papel de la experimentación) el elemento que da esta-
tus al conocimiento elaborado. Un ejemplo que ilustra esta afirmación es la declaración
de Pearson:
La unidad de toda ciencia consiste sólo en su método, no en su contenido. El hombre que clasifica
hechos, sean del tipo que sean, que observa su relación mutua y describe sus secuencias, está apli-
cando el método científico y es un hombre de ciencia. (Pearson, 1900, p. 12)
Esta idea, que todavía podemos detectar de manera explícita o implícita en numerosas situa-
ciones educativas, ha ido cambiando profundamente a lo largo de los últimos cien años en
el campo epistemológico, a partir de diversas aportaciones realizadas desde la sociología de
la ciencia, la historia de la ciencia, el lenguaje, las ciencias de la comunicación y la propia
epistemología. Por ejemplo, Sommerville (1941) ridiculizaba tal concepción de ciencia con
su brillante ejemplo de la Paraguología, en el marco del cual llegó a enunciar varias leyes
utilizando «el método científico»:
• Ley de Variación del Color según Propiedad por Sexo (los paraguas pertenecientes a
mujeres tienden a ser de una gran variedad de colores, mientras que los pertenecientes
a hombres son casi siempre negros).
• Leyes de la Propiedad Individual de una Pluralidad de Paraguas y de la Propiedad Plu-
ral de Paraguas Individuales (la interrelación se presenta, en la primera ley, en razón
casi directa con el ingreso anual, y en el segundo, en una relación inversa casi perfecta
con dicho ingreso).
• Ley de la Tendencia a la Adquisición de Paraguas en Tiempos Lluviosos.
En efecto, como señalan Castaño y otros (2006), son numerosas las definiciones que pode-
mos encontrar, algunas caracterizadas por su amplitud, otras mucho más restringidas. Al pri-
mer grupo pertenecen, entre otras, la propuesta por Collinwood (2007) (ciencia es cualquier
conocimiento sistemático de la realidad), en la que tienen perfecta cabida tanto las ciencias
formales (matemáticas y lógica) y naturales (física, química, biología…), como las sociales (eco-
nomía, sociología, antropología, historia…), y las denominadas por Dilthey (1986) ciencias
del espíritu (filosofía, arte…).
En definitiva, planteamos que es necesario modificar la visión tan restringida que a veces
transmitimos de la ciencia como aquel conocimiento de carácter teórico que se ela-
bora utilizando «el» método científico de carácter experimental, para tener en cuenta, al
menos: las relaciones indisolubles entre ciencia y tecnología y la dimensión práctica de
los modelos teóricos, la diversidad y complejidad de las prácticas científicas y, por tanto,
de los métodos utilizados, las relaciones entre la ciencia y los contextos e instituciones
sociales en que se elaborara y aplica, y el sistema de valores en el que se inserta la acti-
vidad científica.
La concepción inductivista
La ciencia nació bajo la premisa de que el universo está regido por leyes universales que se
pueden encontrar y formular. Así como los antiguos filósofos (entre los que debemos destacar
a Aristóteles) intentaron conocer el mundo mediante su pensamiento racional, Bacon, al que
seguramente podemos considerar el primer filósofo que teorizó sobre la ciencia experimen-
tal, puso el énfasis en la necesidad de observar la naturaleza como forma de acceder a las
leyes que la gobiernan. Este énfasis en la observación, como contraposición a la posición
anterior, condujo a la visión positivista del conocimiento y del método científico, basado en
el razonamiento inductivo.
Aunque las visiones inductivistas sobre la ciencia han sido abandonadas por los especialistas,
es seguramente esta perspectiva la que con mayor frecuencia nos podemos encontrar en
situaciones escolares, tanto en el pensamiento del profesorado, como en el del alumnado,
e incluso en los mismos libros de texto. Por ejemplo, no es extraño encontrar en un
libro de texto simplificaciones reduccionistas que presenten el trabajo científico como
siguiendo un método únsico, cerrado, específico para las ciencias de la naturaleza, ob-
jetivo y exacto, basado en la observación, la formulación de hipótesis, la experimentación y
la extracción de conclusiones, y que «permiten a los científicos ir descubriendo los secretos
de la naturaleza» (AA.VV., 2000, p. 9).
E.P.: —En cierto modo, pues, cuando obtenemos imágenes de los objetos del exterior, el cerebro
elabora una hipótesis sobre qué es ese objeto y entonces se pone a prueba, contrastándola
con los sentidos, ¿verdad?
R.G.: —Sí, yo creo que la percepción es una hipótesis. El problema es que la percepción debe trabajar
de forma muy rápida, en una décima de segundo, por lo que la comprobación no es muy
exhaustiva». (Punset, 2004, p. 465)
Como nos hace notar este autor, Popper cayó en la trampa de utilizar nuevamente la obser-
vación y la experimentación como base fundamental para la aceptación o no de las teorías
científicas, cuestión que se había criticado duramente en el positivismo previo.
Quizás el autor más importante que hizo tambalearse en primer lugar a la perspectiva de Po-
pper, fue Thomas Kuhn. Este autor publicó en 1962 su polémica obra The Structure of Scientific
Revolutions que, valga la redundancia, revolucionó la filosofía tradicional de las ciencias. Kuhn
aporta el concepto de paradigma, que concibe como un conjunto de creencias, valores y técnicas
compartidos por una comunidad científica (Campanario, 2002), de manera que la ciencia se ca-
racterizaría más por los paradigmas de la comunidad científica que por su unidad metodológica
(Porlán, 1995). Es, por tanto, la primera vez que claramente se cuestiona la observación y la
experimentación como mecanismos comunes y básicos de la producción científica.
También Lakatos (1978) pone en entredicho las propuestas de Popper, argumentando que
las teorías científicas no se someten a falsación, sino que se protegen de ella. Para este autor,
En definitiva, no hay una única opción que cuente con el consenso de filósofos y epis-
temólogos acerca de cómo se produce el conocimiento científico, sino que se reconoce
la existencia de diversos enfoques y estrategias. Quizás el papel de los problemas como
motor de la investigación sea el único aspecto que goce de mayor aceptación entre las
distintas tendencias, pero la importancia de la observación, la experimentación, las hipó-
tesis, el diseño de experiencias, las teorías previas, la deducción lógica, la creatividad, la
invención, la comunicación de las investigaciones y sus resultados, etc., es un asunto más
controvertido.
La visión descontextualizada
Con frecuencia nos referimos a contenidos científicos sin establecer ninguna relación con
el contexto en el que fueron elaborados: los problemas a los que se intentaba responder,
los medios técnicos de los que se disponía, las preocupaciones de la época, etc. A
veces lo hacemos así porque creemos que la ciencia es independiente del medio en el
que se desarrolla.
Cuando esto ocurre en el ámbito educativo, provoca que los contenidos aparezcan como
arbitrarios y, por tanto, con muy poco sentido para los estudiantes. En efecto, a los estu-
diantes les puede ocurrir algo parecido a lo que les ocurrió a las respectivas comunidades
científicas de la época cuando Newton, Wegener o Mendel expusieron sus teorías. Fue
necesario que transcurrieran siete u ocho décadas para que se aceptara la teoría de Newton
sobre la gravitación universal, o medio siglo para que se admitiese la teoría de Wegener de
la deriva continental, o más de treinta años hasta que se redescubrieron las leyes de Mendel
sobre la herencia.
En definitiva, es necesario adoptar una visión más contextualizada de la ciencia, que nos
permita comprender mejor cómo se ha elaborado el conocimiento, en respuesta a qué pro-
blemas, enfrentándose a qué dificultades, etc., y también, por supuesto, que nos permita
reconocer las limitaciones del conocimiento científico actual y las perspectivas futuras. Y,
por último, comprender a nuestros estudiantes y sus dificultades.
Ésta es otra visión bastante presente en el ámbito educativo. Se trata de presentar o fomentar
la idea de que el conocimiento científico crece por acumulación sucesiva de nuevas teorías,
sin tener en cuenta los complejos procesos de cambio que han tenido lugar en el desarrollo
del conocimiento científico (Estany, 1990).
Pero ¿cómo cambia el conocimiento científico? Según Kuhn (1962), el desarrollo de una
disciplina dada se caracteriza por períodos de ciencia normal y períodos de revolución
científica. Durante los primeros, los científicos resuelven problemas en sus respectivas áreas
mejorando la articulación y coherencia interna del paradigma. En estos casos, pueden pre-
dominar los cambios de tipo acumulativo. Pero, a veces, no es posible resolver algunos
problemas dentro del paradigma dominante, lo que da lugar a anomalías o datos que no en-
cajan. Por ejemplo, es una anomalía para la teoría del Big Bang sobre el origen del universo,
el dato publicado con carácter divulgativo por Cayetano López en El País (López, 1994),
Por su parte, Lakatos, como ya señalamos en el apartado anterior, explica que los programas
de investigación se resisten al cambio. Ahora queremos añadir que eso no significa que
Lakatos no admita que el cambio realmente se produce, pero sólo si se cumplen tres criterios:
1. La nueva teoría debe explicar todo lo que explicaba la teoría anterior.
2. La nueva teoría debe tener un exceso de contenido empírico con respecto a la teoría
anterior, es decir, la nueva teoría debe predecir hechos nuevos que la teoría anterior
no predecía.
3. La nueva teoría debe ser capaz de orientar a los científicos para que puedan com-
probar empíricamente una parte al menos del nuevo contenido que ha sido capaz de
predecir (Campanario, 2002).
En términos de Lakatos, explicaríamos que la teoría del Big Bang sigue vigente porque no
existe otro programa de investigación que explique lo mismo que el Big Bang, que prediga
hechos nuevos que ésta no puede (quizás, por ejemplo, si el universo se va a contraer o con-
tinuará expandiéndose) y que oriente el trabajo científico en otra dirección más productiva.
Nos parece muy relevante, por último, la propuesta de Toulmin (1977) acerca de cómo
cambia el conocimiento. Para este autor, en cualquier momento hay suficiente cantidad de
personas creativas que mantienen un conjunto de innovaciones que entran en competencia
intelectual con otras ya establecidas. Algunas variantes resultarán elegidas y se incorporarán
al acervo de conocimientos, y otras serán olvidadas (Porlán, 1995). En este punto, Toulmin
discrepa de Kuhn, pues, para el primero, en la elección de unos conocimientos u otros sí
se pueden detectar criterios racionales, con el fin de encontrar las mejores soluciones a los
problemas teóricos o prácticos de cada población conceptual. Es decir, el desarrollo de una
disciplina tendría su origen en problemas no resueltos que plantean unas exigencias intelec-
tuales o prácticas no satisfechas. La aparición de nuevos conceptos por procesos de selección
es ejercido por la propia comunidad científica afectada, en aras de un mejor servicio a la
disciplina en cuestión (Campanario, 2002).
Según la perspectiva de Toulmin, los cambios pueden ser rápidos o lentos, de mayor o de
menor calado, pero siempre son parciales y sometidos a la selección crítica de la comuni-
dad intelectual. Se trata, por tanto, de una perspectiva gradualista respecto al cambio de las
teorías científicas.
En coherencia con creencias expuestas anteriormente, nos encontramos esta otra, de impor-
tante presencia en el ámbito educativo: el conocimiento científico es objetivo y verdadero.
Efectivamente, si el conocimiento científico es el que se elabora siguiendo detalladamente
los pasos de «el» método científico, en el que predominan la observación «pura» y la expe-
rimentación, el resultado debe ser objetivo y verdadero.
Por otro lado, como hemos visto en el apartado «La visión acumulativa y de crecimiento
lineal», no podemos tener seguridad de que no aparezcan nuevos datos o interpretaciones
que modifiquen lo que el conocimiento científico ha dado por válido en una época determi-
nada, por tanto, es difícil considerarlo verdadero. Por ejemplo, ¿es verdadero que el sistema
solar está compuesto por ocho planetas? ¿O era verdad cuando estaba establecido –hace
casi nada– que eran nueve los planetas del Sistema Solar? Además, ¿puede considerarse
«verdadero» algo en un mundo caótico, como el nuestro? Formamos parte de un universo
complejo, conformado por numerosos sistemas también complejos, con diferentes niveles
de organización imbricados entre sí y, según la teoría del caos:
Aquellos sistemas dinámicos que puedan ser descritos por ecuaciones cuyas variables se encuentran
en una relación no lineal atraviesan durante su evolución por fases de comportamiento caótico impre-
decible debido a la sensibilidad que poseen en las condiciones iniciales. (Luffiego y otros, 1994, p. 94)
Lo dicho anteriormente puede hacernos sentir un poco de vértigo: ¿No disponemos entonces
de ninguna certeza en el ámbito científico (y, por ende, muchas menos en el ámbito coti-
diano)? ¿Es todo relativo, como defendía Feyerabend? Recuperemos de nuevo la conversa-
ción de Punset y Gregory:
«E.P.: —Sostienes que el cerebro no existe para hallar la verdad, sino para sobrevivir.
R.G.: —Sí. Las sociedades necesitan un acuerdo para trabajar colectivamente en la construcción de
una casa o en la fabricación de utensilios de cocina. Se necesitan ideas preconcebidas para
sobrevivir, creencias sociales que nos permitan llegar a una acción coordinada y pactada.
Pero nada de eso guarda relación con la verdad absoluta». (Punset, 2004, pp. 469-470)
Hecht (1987), es casi tan divertido desprestigiar una teoría como desarrollarla, los errores no
suelen pasar inadvertidos ni se pierde la oportunidad de confrontar unas opiniones con otras.
A menudo se entiende la ciencia como una actividad neutra, que no está influida por la sociedad
en la que se desarrolla, ni por intereses particulares, y cuyo máximo objetivo es la búsqueda de
«la verdad». Sin embargo, existen ejemplos que ponen de manifiesto una visión diferente, en la
que los criterios que guían la investigación están sesgados por estereotipos o arquetipos sociales.
Por ejemplo, según relatan Jiménez-Aleixandre y Otero (1990), durante la primera mitad del
siglo XX se consideraba que el número de cromosomas de la especie humana era de 48, puesto
que se identificaban 24 diferentes y se suponía que cada uno debía tener su homólogo. La
detección de 24 cromosomas diferentes no era un error. Provenía del hecho que las muestras
(tomadas por equipos diferentes en lugares distintos) se tomaban únicamente en hombres,
nunca en mujeres, bajo el supuesto implícito de que el varón era el arquetipo. Hubo que
superar este prejuicio para llegar a los actuales 23 pares de cromosomas homólogos, que son
así en las mujeres (donde los cromosomas sexuales son XX) y no exactamente en los hombres,
que poseen 22 pares más los sexuales (XY), aunque considerados también un par homólogo.
En el momento que aceptamos que la ciencia es una actividad humana (y, por tanto, some-
tida a condicionantes) y una construcción social (y, por tanto, determinada por la sociedad en
la que se desarrolla), tenemos que aceptar que es difícil que exista neutralidad en el desarro-
llo de la ciencia y que dicha neutralidad quizás no sea más que un mito (Quintanilla, 1978).
Además, hay que tener en cuenta que, aunque no fuese la comunidad científica misma la que
realizara los estudios o interpretara los resultados desde un punto de vista interesado, no es
posible evitar que otros agentes sociales lo hagan. Por ejemplo, la bomba atómica no se po-
dría haber construido sin conocimiento científico y tecnológico. De manera que seguramente
es mucho mejor reconocer la influencia ideológica en la actividad científica que mirar hacia
otro lado, pues sólo así estaremos en disposición de intentar controlarla. Una visión neutral
de la ciencia nos impide valorar la influencia de los intereses particulares o generales en las
investigaciones o las posibles consecuencias y repercusiones de los hallazgos científicos.
Para Quintanilla, esta valoración no es asunto exclusivo de los investigadores, quienes ac-
tualmente son trabajadores asalariados, insertos en el proceso productivo y, por tanto, sujetos
a presiones sociales. Por el contrario, la responsabilidad moral y política del científico y del
técnico en la actualidad tiene que ver con una toma de conciencia colectiva y política sobre
el carácter de la ciencia y de los científicos en el conjunto de la sociedad. Por eso es también
tan importante abordar este reduccionismo en la educación.
Otro aspecto importante que debemos considerar es cómo los conocimientos científicos apa-
recen a veces en los medios de comunicación, y también en nuestras aulas, como obra de
genios aislados, ignorándose el papel del trabajo colectivo y de los intercambios entre equipos.
Esta visión conduce a creer que los resultados obtenidos por un solo investigador o equipo
pueden bastar para introducir una nueva teoría en el acervo científico, coincidiendo con
la imagen de crecimiento lineal y acumulativo del conocimiento científico, que ya hemos
discutido en otro apartado. A la vez, se ignoran los numerosos ejemplos que nos muestran la
necesidad de realizar intercambios de datos e ideas para que las teorías se hagan más poten-
tes y sean aceptadas ampliamente por la comunidad científica.
Por ejemplo, en el siglo XVIII, los científicos, y entre ellos el gran químico francés Lavoisier,
creían que el calor era un fluido ingrávido que llamaban calórico. Al poner en contacto
un objeto caliente con otro frío, el calórico fluía desde el primero al segundo y ese flujo
hacía que el objeto caliente se enfriara y que el frío se calentara. Rumford, sin embargo,
estaba convencido de que el calor no era un fluido, sino una forma de movimiento (el
calor provenía de pequeñísimos y rápidos movimientos de las partículas) y así lo defen-
dió, pero el trabajo de Rumford quedó ignorado durante los cincuenta años siguientes,
pues los científicos de la época se negaban a aceptar la idea de diminutas partículas que
experimentaban un movimiento rápido y que nadie podía ver. Los estudios de Rumford
no fueron valorados hasta que Maxwell formuló la teoría cinética de los gases, en la que
propone que la temperatura de una sustancia aumenta al incrementarse la energía cinética
de sus partículas por la absorción de calor. Pero para que Maxwell formulara su teoría y
ésta fuese aceptada fueron imprescindibles los trabajos del matemático Bernouilli y sus es-
tudios sobre los movimientos aleatorios de partículas en los gases junto con los realizados
posteriormente por Dalton y su teoría atómica.
Por último, no queremos dejar de aludir al estereotipo también extendido de que el trabajo
científico es desarrollado por hombres especialmente inteligentes. Esta imagen elitista y ses-
gada respecto del género deja fuera de la ciencia a las mujeres (a pesar de las importantes
aportaciones realizadas por muchas de ellas, como Madame Curie, Lynn Margullis, Margarita
Salas, etc.) y a las confusiones científicas, así como a las numerosas investigaciones que han
conducido a callejones sin salida.
Si esta imagen se fomenta en el ámbito educativo, es fácil que desanime a los estudiantes a
involucrarse en la ciencia y que conlleve ciertas discriminaciones en función del sexo. Pero,
además, favorecerá una imagen reduccionista de la ciencia, como acabamos de ver. Es, pues,
otra imagen que cabrá complejizar.
Las visiones de la ciencia que hemos analizado caracterizan, en su conjunto, una imagen global y
con cierta coherencia de la ciencia, que diversos estudios muestran como bastante presente en el
ámbito educativo. Como decíamos en la introducción, es necesario modificar dicha perspectiva
sobre la ciencia, que consideramos reduccionista y simplificadora. Es una perspectiva insuficiente
para dotar a las personas de la cultura científica que necesitamos en nuestro mundo de hoy.
A lo largo del capítulo hemos intentado presentar argumentos que nos permitan poner en cues-
tión ciertas visiones que, a veces, nos parecen tan obvias, tan «de sentido común», que no se
nos ocurre cuestionarlas. Pero nuestro interés ha sido animar a todos los futuros profesores y
profesoras a lo contrario: a que cuestionen, a que duden, a que reflexionen, a que ensayen, a
que sean creativos, a que contrasten sus opiniones con otras… y a que animen a sus estudiantes
a hacer lo mismo.
Para ello, hacemos una propuesta didáctica abierta (cuadro 1) que pretende facilitar el
debate sobre la naturaleza de la ciencia en el aula de educación secundaria obligatoria.
En ella incluimos:
• Contenidos que consideramos relevantes incluir en este ámbito, así como los obstáculos
que pueden aparecer en el pensamiento de los estudiantes en relación con cada uno
de ellos.
• Ejemplos de problemas (o preguntas o cuestiones) que pueden organizar el tratamiento
de cada uno de los contenidos propuestos. Estas preguntas deben ser relevantes para
el tratamiento de la materia y, a la vez, interesantes y con sentido para los estudiantes.
• Fuentes de información diversas que pueden aportar perspectivas de interés para fo-
mentar el debate.
¿Cómo se construye ¿Cómo es el lugar de trabajo de un físico teórico, el Textos especializados y divul-
el conocimiento cien- de un microbiólogo y el de un ecólogo? gativos.
tífico? ¿Utilizó Einstein el «método científico» para desa- Textos históricos en los que
Obstáculo: visión in- rrollar la teoría de la relatividad? se relate una investigación.
ductiva, individualista ¿Qué papel tuvieron el azar, la observación, la for- Textos autobiográficos sobre
y elitista. mulación de preguntas, el conocimiento previo, la científicos, correspondencia
creatividad, la experimentación y la comunicación entre científicos, notas de
en la formulación de la teoría de la gravitación uni- laboratorio, etc.
versal? Libros de texto.
¿Tienen los hombres y las mujeres los mismos con- Biografías de mujeres cientí-
dicionantes sociales y familiares para ser buenos ficas.
investigadores? Centros de investigación (la-
¿Qué han aportado las mujeres a la ciencia? boratorios, universidades, etc).
¿Es importante para un investigador comunicar y
compartir sus ideas e inquietudes con otros inves-
tigadores? ¿Por qué o para qué?
¿Cómo cambia el co- Cuando los científicos presentan una teoría nueva Textos especializados y divul-
nocimiento científico? ¿está relacionada de alguna manera con teorías gativos.
Obstáculo: visión acu- anteriores sobre la misma problemática? ¿Ocurre Libros de texto.
mulativa y lineal. siempre igual?
¿Son frecuentes los cambios en el conocimiento
científico?
¿Qué cambios pueden ocurrir próximamente en
el conocimiento científico?
Relación ciencia-sociedad. ¿Por qué fueron ignorados durante tanto tiempo Textos especializados y divul-
Obstáculo: descontex- los mecanismos de la herencia propuestos por gativos.Textos históricos y au-
tualización Mendel? tobiográficos sobre científicos.
¿Por qué Darwin retrasó la presentación pública Noticias de prensa.
de su teoría de la evolución por selección natural?
¿Por qué tanto empeño en ser los primeros en
identificar el genoma humano?
Relación ciencia-ideología. ¿Contribuye la ciencia a la opresión o a la libera- Noticias en prensa relaciona-
Obstáculo: neutralidad. ción de la humanidad? das con explotación de recur-
¿En qué tipo de investigaciones se gastan nues- sos naturales, con armamento,
tros impuestos en mayor proporción y en cuáles nuevos descubrimientos.
se deberían gastar? Extractos de novelas.
¿Por qué tanta prisa por conocer el origen del SIDA Informes sobre reparto pre-
y tanto retraso en resolver la malaria? ¿Por qué son supuestario de los gobiernos.
tan altos los presupuestos dedicados a la investiga-
ción armamentística y tan escasos los que contri-
buyen a alcanzar la paz?
¿Por qué se cuestiona la investigación sobre las
células madres?
ACTIVIDADES
Desde siempre, los fenómenos de combustión y de calcinación de los metales, tan asociados a los
procesos de la metalurgia, constituyeron temas centrales de la experimentación química. El médico
y químico alemán Georg Ernst Stahl (1660-1734) creó una teoría para explicar estos fenómenos,
la teoría del flogisto, que tendría una gran repercusión en la interpretación de los fenómenos quí-
micos durante el siglo XVIII. Como tareas, te sugerimos las siguientes:
• Busca información sobre el contenido de esta teoría.
• Explica, mediante la teoría del flogisto, por qué se apaga la vela y por qué pesa menos. Para
investigar el papel del aire en la combustión de una vela, se acostumbra a realizar el siguiente
experimento:
«Se tapa una vela encendida con un vaso y al cabo de un rato se observa que la vela se apaga.
Si pesamos la vela antes y después de estar encendida comprobamos que pesa menos».
• Explica los mismos hechos con la teoría de la combustión de Lavoisier.
• ¿Cuáles fueron los hechos que más importancia tuvieron en el cambio de paradigma para
explicar la combustión?
El gran problema de la teoría del flogisto fue la observación cuantitativa de que los metales gana-
ban peso al ser calcinados en presencia del aire, cuando de acuerdo con la teoría debían perder,
ya que se desprendía flogisto.
El proyecto «Science in Society» (etapas 16-18) considera que se han de trabajar los siguientes
aspectos de la naturaleza de la ciencia:
«• Los métodos de la ciencia.
- Los datos y sus limitaciones.
- Establecer relaciones causales.
- Desarrollar y contrastar explicaciones científicas.
- Modelizar situaciones complejas
• La ciencia como actividad humana.
- La comunidad científica.
• Ciencia y sociedad.
- Relaciones entre ciencia y sociedad.
- Valoración de los impactos de la ciencia y la tecnología: riesgo y valoración del riesgo.
- Toma de decisiones sobre ciencia y tecnología.»
FUENTES Y RECURSOS
Libros
CHALMERS, A. (2000). ¿Qué es esa cosa llamada ciencia? Madrid: Siglo XXI.
Una introducción simple, clara y elemental a los modernos puntos de vista sobre la natu-
raleza de la ciencia. Tras señalar las limitaciones del empirismo ingenuo, el autor describe
y valora las teorías de Popper, Kuhn, Lakatos y Feyerabend como intentos de reemplazar
aquella perspectiva tradicional.
KUHN, T.S. (1978). La estructura de las revoluciones científicas. Madrid: Fondo de Cultura
Económica.
Este libro, basado en abundante material histórico –principalmente de los campos de la física
y de la química–, procura esclarecer conceptos y demostrar la extraordinaria complejidad del
mecanismo del progreso científico. Un obra clásica de obligada lectura.
Proyectos
BEEP (Bioethics Education Project).
www.beep.ac.uk/content/index.php
PEEP (Physics & Ethics Education Project).
www.peep.ac.uk/content/index.php
Proyectos de biología, ética y sociedad y de física, ética y sociedad de la Universidad de
Bristol. Ambos proporcionan un gran número de actividades y orientaciones didácticas para
abordar temas de física y sociedad y de biología y sociedad, entre ellos el de la naturaleza
de la ciencia. Puede descargarse una presentación en catalán en la web del Seminario de
Projecte IDEAS.
phobos.xtec.cat/cdec/index.php?option=com_content&view=article&id=58&Itemid=48
El «Projecte IDEAS» (Idees, Evidències i Argumentació en Ciències) es la traducción al catalán del
proyecto inglés «IDEAS» (Ideas, Evidence and Argumentation in Science), realizado por un grupo
de trabajo del CESIRE-CDEC, que contiene orientaciones didácticas para ayudar a los alumnos a
aprender a argumentar en la elaboración de explicaciones científicas (introducción de la discu-
sión, gestión de los grupos, modelización y evaluación) y una serie de 15 actividades de diferente
tipología. Puede consultarse también la página web del proyecto original inglés.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
CONTENIDO DE CAPÍTULO
Jordi Solbes
IES José Rodrigo Botet. Manises
Universidad de Valencia
Manel Traver
IES Sant Vicent Ferrer. Algemesí
Como los currículos de Física y Química de la Ley Orgánica de Educación (LOE) incluyen
epígrafes sobre la historia de la física –como se puede ver en otros capítulos del libro–, nos
planteamos cómo presentar los aspectos históricos de una manera que contribuya a me-
jorar el aprendizaje de la física y a mostrar una imagen de ésta más próxima a la manera
como se construyen los conocimientos científicos y a cómo evoluciona la ciencia en su con-
texto sociohistórico y qué repercusiones sociales tienen los avances científicos. De este modo,
la introducción de aspectos históricos mejorará también la actitud de los alumnos frente a
esta materia de estudio y su interés por participar en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
En esta perspectiva, señalaremos los siguientes roles que puede desempeñar un enfoque histó-
rico de la enseñanza de la Física:
• Permite ser críticos con la imagen tópica de la ciencia y, en concreto, con tergiversaciones
e interpretaciones históricas que aparecen en los textos y contribuyen a dicha imagen.
• Aunque la idea del paralelismo entre las preconcepciones de los alumnos y las con-
cepciones vigentes a lo largo de la historia ha sido cuestionada, aún se puede extraer
de la historia información sobre las dificultades de los estudiantes a partir de las resis-
tencias y de los obstáculos que se manifiestan a lo largo de la historia de la ciencia.
• Favorece la selección de contenidos fundamentales de la disciplina en función de los con-
ceptos estructurantes, para introducir nuevos conocimientos y superar obstáculos episte-
mológicos.
• Posibilita extraer de dicha historia los problemas significativos y poner al alumno en
situación de abordarlos, planteando situaciones de aprendizaje que permitan a los
alumnos, en cierta medida, reconstruir los conocimientos científicos. Con ello, se pre-
tende evitar el erróneo planteamiento empirista que introduce los experimentos sin
tener en cuenta el problema histórico que los motivó, las sucesivas hipótesis que se
plantearon en su interpretación, etc.
• Permite mostrar la existencia de grandes crisis en el desarrollo de la física y la química
(de la aristotélico-escolástica a la clásica y de ésta a la moderna) e incluso de cambios
en el interior de una teoría (por ejemplo, del calórico a la teoría cinética del calor, de
la naturaleza corpuscular de la luz a la ondulatoria, de la acción a distancia a la teoría
de campos, etc.). Se trata de introducir algunas ideas no vigentes, no sólo para mostrar
el carácter tentativo de la ciencia, sino por su semejanza con las preconcepciones de
los alumnos o por el hecho de constituir obstáculos epistemológicos. Esto puede favo-
recer los cambios conceptuales de los alumnos, ajustándolos a los grandes cambios de
conceptos, modelos y teorías en la ciencia.
• Posibilita mostrar el carácter hipotético, tentativo, de la ciencia y mostrar asimismo
las limitaciones de las teorías, sus problemas pendientes de solución, etc. Así se pre-
senta a los alumnos la aventura de la creación científica, evitando visiones dogmáti-
cas. Conviene también clarificar en qué forma es acumulativa la ciencia, ya que, por
una parte, la mayoría de las teorías científicas aceptadas no se han derrumbado, sino
que se han desarrollado, refinado y generalizado y, por otra parte, la contribución de
cada científico se basa en el trabajo de muchos otros, en la naturaleza colectiva
del trabajo científico.
• Se puede mostrar la ciencia como una construcción humana, colectiva, fruto del tra-
bajo de muchas personas, para evitar la idea de una ciencia hecha básicamente por
genios, en su mayoría hombres.
• Permite presentar las contribuciones a la ciencia realizadas en nuestro país, así como
los obstáculos que se le han planteado a lo largo de la historia.
• Permite mostrar las interacciones CTS no sólo en el presente, sino a lo largo de la
historia, lo que facilita la comprensión de su evolución. Así, se ha pasado de la per-
secución ideológico-religiosa a que fue sometida la ciencia (Galileo, Darwin, etc.) a
la constitución de la ciencia como uno de los elementos de la ideología dominante
(desde el optimismo cientificista decimonónico a la actual tecnocracia). También se
ha pasado de una técnica que precede a la ciencia (por ejemplo, la construcción de
mecanismos o de máquinas mecánico-térmicas precedió a su estudio por la mecánica
o la termodinámica) a una ciencia origen de múltiples aplicaciones técnicas e, incluso,
de ramas de la producción (la eléctrica y la química en el siglo XIX, la electrónica en
la actualidad).
• Contribuye a mejorar las actitudes del alumnado hacia la ciencia y su aprendizaje.
Con las premisas expuestas en el apartado anterior sobre los papeles que puede jugar un
enfoque histórico en la enseñanza de la Física, nuestro siguiente paso consistió en ela-
borar, seleccionar y experimentar diferentes actividades para desarrollar en clase con los
alumnos. Dichas actividades fueron también evaluadas en parte por profesores en activo
y en formación en diferentes cursos a fin de mostrar su validez y sus limitaciones a la hora
de servir a los propósitos para los que fueron diseñadas. Para elaborar estas actividades
se tuvo en cuenta una variedad de tipologías que incluía biografías de científicos y cien-
tíficas de forma más elaborada y contextualizada que las breves reseñas habituales de
muchos libros, acompañadas de cuestiones para la reflexión del alumnado. También se
seleccionaron fragmentos originales de obras de algunos autores clásicos a fin de conocer
en palabras del propio autor el enunciado de determinados principios o leyes estudiados,
o seguir la evolución de determinadas controversias científicas. En algunas actividades se
siguió el ejemplo clásico de los diálogos empleado por Galileo como hilo conductor de
un razonamiento. También se recopiló información dispersa sobre algunas etapas crucia-
les de la historia de la actividad científica en España, como los siglos XVI, XVIII y principios
del siglo XX, para mostrar las circunstancias favorables y los obstáculos que encontraron
muchos científicos españoles de renombre en dichas épocas. En todas las actividades se
proponían cuestiones para que el alumnado reflexionara y profundizara, de manera que su
papel no se limitase a la lectura pasiva de un texto, sino que extrajera de forma explícita
una información relevante al propósito de la actividad, que al fin y al cabo no era otro que
el aprendizaje de la Física.
Mostramos a continuación una breve selección de actividades con un enfoque histórico que
abordan diferentes aspectos posibles, desde el uso de textos históricos originales hasta el
seguimiento de controversias científicas, la evolución de un concepto físico o el papel de las
minorías o de las mujeres en la ciencia.
nuevo programa de investigación basado en la acción contigua. Sin embargo, se abandona la fructífera idea de Faraday
de las líneas de campo como entes físicos, que ahora se consideran como tubos que transportan un fluido incompresible,
el éter (ya utilizado por Fresnel y otros como medio de propagación de la luz). En el fondo, se trata de un intento de mante-
ner una explicación mecánica de la electricidad y el magnetismo. En el marco de este programa, Maxwell, en 1861-1862,
elabora unas ecuaciones en que unifica la electricidad y el magnetismo e introduce una teoría electromagnética de la
luz. Para obtenerlas debe introducir tubos de éter giratorios, con partículas eléctricas como rodadura entre ellos, etc. Se
plantean dos posibilidades: o profundizar más en el modelo o liberar la teoría del mecanicismo. Maxwell, en 1864 1865,
opta por la segunda opción y huye de la complejidad del modelo al afirmar que «en nuestra teoría la energía reside en el
campo electromagnético, en el espacio que rodea a los cuerpos eléctricos y magnéticos…». Sin embargo, gran parte de
los físicos que trabajan en el contexto de este programa optan por la primera opción, como Kelvin, que en 1884 afirma:
«No estoy satisfecho hasta haber construido un modelo mecánico del objeto que estoy estudiando. Si llego a hacer uno,
lo comprendo; en caso contrario, no». Esto origina la proliferación de múltiples modelos de éter.
Ambos programas de investigación, el mecanicista y el del éter (o del campo electromagnético), coexisten hasta que,
en 1887, Hertz descubre las ondas electromagnéticas predichas por Maxwell y con ello cuestiona la idea de la acción
a distancia e instantánea. En 1892, H.A. Lorentz culmina el programa del éter al establecer que todos los cuerpos
cargados contienen partículas minúsculas que cumplen las ecuaciones de Maxwell en un éter en reposo. J.J. Thomson
descubre el electrón en 1897 y lo confirma. Debemos añadir otros hallazgos relacionados con la estructura del átomo,
como las series espectrales del hidrógeno por Balmer (1885), el efecto fotoeléctrico por Hertz y Lenard (1887-1889), los
rayos X por Roentgen (1895), la radiactividad y los elementos radiactivos (por Becquerel y P. y M. Curie en 1896), etc.
En resumidas cuentas, con todos estos descubrimientos, algunos físicos empiezan a percibir la crisis del programa
mecanicista y plantean (Poincaré, en 1900) que, si la teoría de Lorentz es cierta, no se cumplen la Ley de acción y
reacción ni la Ley de conservación de la cantidad de movimiento, por lo que hay que elaborar una dinámica nueva.
Otros, como Wien, Abraham y Kauffmann (1900 1903), van más allá y reducen la mecánica al electromagnetismo,
al considerar que la materia está constituida por electrones y éter y regida por las leyes de Maxwell-Lorentz. Además,
eligiendo un radio adecuado para el electrón, obtienen que toda su masa es electromagnética.
Sin embargo, en 1908 1909, parte de la comunidad científica empieza a tomar conciencia de que la crisis es más
profunda, que también afecta a las teorías del éter o del campo electromagnético y que la solución no pasa por el pro-
grama del éter, sino por las teorías de la relatividad (Einstein, en 1905) y cuántica (Planck, en 1900; Einstein, en 1905).
La primera de estas teorías nos libera del espacio absoluto y, por tanto, del éter que lo debería llenar. Con ella Einstein
culmina el largo proceso, iniciado por Faraday y Maxwell, del establecimiento del campo como una realidad física,
constituyente, junto a las partículas (electrones, etc.), de la materia que nos rodea. La teoría cuántica también realiza
una contribución en esta línea, al poner de manifiesto que el campo está constituido por fotones. Así se establece un
nuevo modelo de interacción como intercambio de partículas.
Cuestiones
1. Haz un esquema donde aparezcan las dos líneas de investigación que estudiaban las interacciones eléctricas,
los científicos que las desarrollaron y la manera como se resolvió la controversia.
2. Señala claramente las diferencias entre la interpretación mecanicista de los fenómenos eléctricos y la nueva
interpretación que introduce el concepto de campo.
3. La visión mecanicista de los fenómenos físicos no se limitó a la interpretación de la electricidad. Comenta qué
otros problemas físicos se querían explicar con esta visión, según la cual todo tiene una explicación en términos
de partículas y fuerzas entre ellas.
técnicos no fueron obra de científicos, sino de artesanos que estaban al corriente de los procedimientos técnicos en uso y
que conocían por la práctica el problema que había de resolverse. Así, Newcomen era herrero y Watt era constructor de
instrumentos de precisión. Además, la construcción y la utilización de máquinas térmicas plantearon problemas cuya
solución contribuyó al desarrollo de la termodinámica.
En 1824, el joven ingeniero Sadi Carnot (1796-1832) inició el análisis de las máquinas de vapor en su libro Reflexio-
nes sobre la potencia motriz del fuego y sobre las máquinas apropiadas para desarrollar esta potencia, donde
se plantea la pregunta de cuál es el máximo rendimiento de una máquina térmica. Utiliza la teoría del calórico y
no supone que el calor se convierta en trabajo, sino que el flujo de calórico de un cuerpo caliente a uno frío puede
utilizarse para realizar trabajo de un modo parecido a como se aprovecha la caída de agua de un nivel más caliente
a uno más frío. Aunque la teoría del calórico fue rechazada posteriormente, alcanzó conclusiones válidas. La primera
fue que existe un rendimiento máximo (el de una máquina ideal reversible) que no puede superarse con ninguna
máquina térmica real.
La termodinámica fue un estímulo para la invención de toda una nueva familia de máquinas térmicas, los motores de
combustión interna. Los científicos y los ingenieros alemanes fueron los pioneros de estos desarrollos: el motor a gas
de Otto (1876), el motor de gasolina de Daimler (1882) y Benz (1893), el motor de gasóleo de Diesel (1892). Todo esto
estimuló la utilización de una nueva fuente energética, el petróleo y sus derivados, aunque el carbón siguió siendo la
fuente dominante (el 96% en 1900).
Por eso, en este siglo las máquinas térmicas siguen jugando un papel determinante. Una turbina de vapor también
es una máquina térmica, y en la actualidad la mayor parte de la electricidad se genera utilizándolas. Por último, los
frigoríficos y los acondicionadores de aire son máquinas térmicas, aunque con principios de funcionamiento opuestos.
Cuestiones
1. ¿Hasta qué punto ha influido la ciencia en estos desarrollos? O, en otras palabras, ¿qué desarrollos se producen
en primer lugar; los científicos o los tecnológicos? ¿Ha cambiado esa situación en la actualidad?
2. ¿A qué puede ser debido el incremento de la temperatura media de la Tierra desde 1800?
3. ¿Cómo se explica la contribución del CO2 al cambio climático? ¿Cuáles pueden ser las consecuencias del incre-
mento del efecto invernadero?
4. La opinión pública suele atribuir la responsabilidad del cambio climático y de la contaminación en general
a la ciencia y la técnica. ¿Quiénes piensas que son los principales responsables? ¿Cuál ha sido la actitud de la
mayoría de los científicos?
siderúrgicas, de blanqueo y tinte de tejidos, etc. son anteriores a la química. A pesar de la imagen habitual de la
técnica como ciencia aplicada y de que las ciencias preceden a la tecnología, lo cierto es que hasta mediados del
siglo XIX, en pleno desarrollo de la primera Revolución industrial, los desarrollos técnicos siguen precediendo a los
científicos. Una buena prueba de las escasas relaciones entre ciencia y técnica durante este período es el hecho
de que no exista una correspondencia estrecha entre liderazgo científico e industrial. En la actualidad esto no es
así, produciéndose una relación más compleja entre ciencia y tecnología. Hay avances científicos que originan
nuevas tecnologías y desarrollos tecnológicos que plantean nuevos problemas a la ciencia o permiten construir
nuevos instrumentos de observación y experimentación, que permiten nuevos avances científicos.
En la cuestión 2 vemos que el incremento del efecto invernadero se debe a que, con la Revolución industrial, ha cre-
cido el uso de las máquinas térmicas y, con ellas, la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera ha au-
mentado en un 25%, desde 280 partes por millón en volumen (ppm/v) en el año 1800 hasta 360 ppm/v en la actualidad.
Este incremento es fruto de la actividad humana, especialmente de la combustión de petróleo, carbón y gas natural
utilizados como combustibles en las industrias, los automóviles, los aviones, las centrales eléctricas térmicas, etc., sin
olvidar el que procede de los incendios forestales.
La contribución del CO2 al calentamiento global (C3) se explica de la siguiente forma. La Tierra recibe energía
procedente del Sol, que cubre un ancho espectro de longitudes de onda que van desde el ultravioleta (UV)
hasta el infrarrojo (IR). Una parte de esta energía se refleja y otra es absorbida por la Tierra, que vuelve a emitirla
en forma de radiaciones IR. El CO2 absorbe radiación IR y actúa como un invernadero impidiendo la pérdida de
calor al exterior. Además de CO2 hay otros gases que contribuyen al efecto invernadero, como el metano, los CFC
(que también producen la disminución de la capa de ozono) y los óxidos de nitrógeno. Se ha predicho que, si
continúan las tendencias actuales, el nivel de CO2 a la atmósfera se doblará en 50 años. Esto daría como resultado
un aumento global de la temperatura del planeta de entre 1,5 ºC y 4,5 ºC, según diferentes modelos, antes de llegar
a la mitad de este siglo. Este cambio produciría la fusión de parte de la capa de hielo del mundo (en la Antártida,
en Groenlandia, en los glaciares de montaña, etc.), con la consiguiente elevación del nivel del mar, que podría
inundar muchas ciudades costeras del mundo y muchas islas del Pacífico. También está produciendo un incremento
en el número de huracanes (por el calentamiento de los océanos, lo que, unido al deshielo, también está afectando a
las corrientes oceánicas), lluvias torrenciales, inundaciones, sequías y otros cambios, que pueden afectar áreas
agrícolas productivas, con el peligro de provocar una carencia de alimentos.
Pero, aunque algunos grupos preocupados por las repercusiones peligrosas de las ciencias en la sociedad y el
ambiente (armamento, contaminación, organismos genéticamente modificados, clonación, etc.) culpabilicen a la
ciencia de las mismas, lo cierto es que la ciencia ha contribuido a observar el cambio climático y a tratar de explicarlo, así
como a denunciar los efectos que puede producir y a proponer soluciones. Antes de la cumbre de Kioto (1992),
1.500 científicos de renombre de 63 países, entre ellos 98 premios Nobel, firmaron un manifiesto en el que pe-
dían a los líderes políticos que se limitase la emisión de CO2 de sus países para evitar el calentamiento global,
mejorando la eficiencia energética y sustituyendo los combustibles fósiles por energías renovables. Pero, como se
pudo comprobar en aquella reunión de Kioto y recientemente en la de Copenhague (2009), los políticos no pa-
recen dispuestos a hacer caso porque anteponen los intereses de las grandes empresas de sus países (eléctricas,
petroleras y automovilísticas) a los del mundo.
Ejemplo 3. La generación de científicos españoles que hizo posible la visita de Einstein a España
Lee y comenta el texto siguiente, a partir de las cuestiones que se formulan al final.
Después del colapso de la actividad científica española durante la guerra de la Independencia y el reinado de Fer-
nando VII, se inicia un largo proceso de recuperación, de importación sistemática de los conocimientos producidos en
el extranjero y de fundación de instituciones científicas. Ejemplos notables de figuras intermedias fueron el ingeniero
y premio Nobel de Literatura José Echegaray (1832-1916) y el astrónomo Josep Comas i Solà (1868-1937), que difun-
dieron en España las ciencias físicas y matemáticas contemporáneas.
Pero sólo después del descalabro de 1898, atribuido entre otras causas al retraso científico, se crea en el Estado es-
pañol una base amplia de apoyo para la ciencia, que culmina con la fundación en 1907 de la Junta de Ampliación
de Estudios, dirigida por el premio Nobel Santiago Ramón y Cajal. Se inicia de esta manera una política de becas
para estudiar e investigar en el extranjero, y de creación de laboratorios como el de Investigaciones Físicas en 1910,
dirigido por Blas Cabrera; el de Automática, dirigido por Leonardo Torres Quevedo (1852-1936); el de Química; el de
la Residencia de Estudiantes, en 1912, y el Laboratorio General de Ensayo de la Mancomunidad Catalana, en 1908.
También se crean observatorios astronómicos como el Fabra de Barcelona en 1904, dirigido por Josep Comas, o el
del Ebro, en Tortosa, en 1905.
Estos esfuerzos permitieron que la generación de científicos nacidos hacia 1880 situara la física española al nivel de
la época. Entre sus miembros destacan los siguientes:
• Blas Cabrera (1878-1945). Catedrático de electricidad y director del Laboratorio de Investigaciones Físicas, que
destacó como físico experimental sobre las propiedades magnéticas de la materia, tema en que se inició con Weiss,
de 1910 a 1912, en Zúrich. Su trabajo tuvo una difusión internacional. Fue un entusiasta defensor y divulgador de la
relatividad y la cuántica. Llegó a ser rector de la Universidad Central de Madrid. Debió exiliarse después de la guerra
civil, primero a París y más tarde a México, donde murió.
• Josep Maria Plans (1878-1934). Autor de una de las pocas contribuciones originales españolas sobre la relatividad
en los años veinte, una nueva ecuación para explicar la deflexión de la luz en campos gravitatorios. Otra aporta-
ción fue realizada por el matemático Pere Puig Adam en su tesis doctoral, dirigida por Plans. Publicó un libro de
divulgación, Nociones fundamentales de mecánica relativista (Plans, 1921), y tradujo el famoso Space, time and
gravitation, de Eddington (Eddington, 1921).
• Esteve Terradas (1883-1950). Físico, matemático e ingeniero. Catedrático de Acústica y Óptica. Sus grandes conoci-
mientos de alemán le permitían seguir al día los avances en relatividad y cuántica. Hacia 1910 había incorporado
la física cuántica a sus clases en la universidad y hacia 1915 la relatividad. Diseñó el plan para la red telefónica
catalana en 1915 y estuvo trabajando en la red de ferrocarriles secundarios de Cataluña.
Estos científicos emprendieron una tarea de difusión de la teoría de la relatividad entre los profesionales con for-
mación científica (ingenieros, profesores de instituto, farmacéuticos, médicos, etc.), es decir, crearon un público
interesado por el tema e hicieron posible la venida de Einstein a España en marzo del 1923, organizando su viaje
y su estancia (sobre todo, Terradas, Cabrera y el matemático Julio Rey Pastor). Además, formaron a la generación
siguiente de físicos, entre los que hay que destacar los siguientes:
• Julio Palacios (1891-1970). Estudió con Terradas y con el premio Nobel Kamerling Onnes en Leiden en 1918, donde
llevó a cabo investigaciones sobre bajas temperaturas, tema que no pudo proseguir en España por falta de insta-
laciones adecuadas. Hizo contribuciones teóricas destacadas, una de las cuales mereció ser publicada por Wien
en los Annalen der Physick. Tuvo un gran conocimiento de la física cuántica y una admiración temprana por la
teoría de Einstein, que contrasta con la obcecación antirrelativista de sus últimos años.
• Arturo Duperier (1896-1954). Estudió con Cabrera y debió exiliarse a Londres en 1939, donde trabajó en el Imperial
College. Fue un experimentador notable que ideó procedimientos para localizar y estudiar rayos cósmicos, disci-
plina que después pasaría a ser la física de partículas elementales. Volvió a Madrid en 1953, y su equipamiento
científico tuvo grandes dificultades burocráticas para entrar en el país.
• Miguel Ángel Catalán (1894-1957). Investigó sobre espectroscopia atómica con Fowler en Londres el 1920-21,
donde descubrió los multipletes del manganeso. Sommerfeld conoció sus investigaciones durante un viaje a Ma-
drid en 1922 y de aquí resultó una beca Rockefeller, que condujo a Catalán al laboratorio de Sommerfeld en Múnich
de 1923 a 1925. Al volver al laboratorio de investigaciones físicas en Madrid le acompañó K. Bechert, para proseguir
los trabajos sobre espectroscopia.
Sin embargo, la guerra civil y la derrota de la República por el franquismo provocaron otro colapso económico y
cultural (ciencia incluida). Hasta los años cincuenta no se recupera el nivel de vida anterior a la guerra. Al comienzo
de la guerra se exilian algunos científicos, como Severo Ochoa. Por otro lado, entre muertos en la guerra y en la
posguerra (ejecuciones) y unos 300.000 exiliados se llega casi a un millón de bajas, de donde el 80% corresponde
a los republicanos, muchos científicos y profesores (Cabrera, Duperier, Del Río, etc.). Los que no se van son encar-
celados, y los cuerpos docentes, depurados (Catalán, Moles, etc.). La ciencia y la tecnología se resentirían durante
decenios de estas pérdidas, así como de la hostilidad franquista de los años cuarenta hacia la ciencia moderna.
La recuperación empezó con el desarrollismo de la década de los sesenta y, como el cambio tecnológico no se podía apo-
yar en el desarrollo autónomo, vistas las escasas inversiones en investigación y desarrollo (I+D) realizadas por el régimen
franquista, se basó en la importación de tecnología. Por ello, en 1980 encontramos que sólo se invertía en I+D un 0,4% del
Producto Interior Bruto (PIB). A pesar de haberse realizado un gran esfuerzo en la última década, donde se ha pasado a un
0,9% del PIB, aún nos encontramos muy lejos del 2% del PIB en I+D, que es la media de los países del OCDE (por ejemplo, Ale-
mania invierte un 2,85%, Francia un 2,33%, Reino Unido un 2,29%, Japón un 2,87%, EE.UU. un 2,71%, Italia un 1,32%, etc.).
Cuestiones
1. A la vista de lo que se ha expuesto, ¿crees que es cierto el tópico de que «el suelo español es infértil para la
ciencia», como alguien ha dicho?
2. ¿Qué políticas parecen aconsejables para conseguir un cierto nivel de desarrollo científico y tecnológico?
Cuestiones
1. Busca información sobre la vida de Marie Curie. ¿Qué dificultades tuvo que superar para poder licenciarse en
físicas? ¿Por qué es tan mundialmente famosa?
2. Valora su tarea de creación de un servicio radiológico.
3. ¿Qué papel juegan los rayos X en medicina?
4. Busca información sobre otros métodos de diagnóstico, como la RMN o la TEP.
organismo humano abunda en el agua, y por eso la RMN permite distinguir entre tejidos blandos con diferentes
proporciones de agua, como los normales y los cancerosos, o la materia gris y blanca del cerebro. Actualmente se
denomina imagen de resonancia magnética (IRM), como una muestra más del rechazo social a lo nuclear.
Una aplicación reciente de los mismos es la tomografía de emisión de positrones (TEP), basada en inyectar glucosa
con flúor-18, isótopo que emite positrones, que se aniquilan con los electrones de la materia emitiendo rayos en
direcciones opuestas que permiten localizar el punto del cuerpo desde el cual se han emitido. Como las células
cancerosas consumen mucha energía, acumulan glucosa, por lo que la TEP no tiene rival en la detección del cáncer.
También detecta enfermedades del cerebro como el Alzheimer o el Parkinson. Tanto la IRM como la TEP permiten
estudiar zonas con actividad neuronal asociadas con determinadas conductas, siendo la base del estudio del cerebro
y las ciencias cognitivas.
Conclusiones y perspectivas
En líneas generales podemos concluir que, si la falta de interés y la actitud poco favo-
rable hacia las ciencias de los estudiantes estuviera motivada en parte por una visión
ahistórica de las ciencias tal como se imparte habitualmente, que les muestra una imagen
sesgada de la naturaleza histórica de la ciencia y su evolución, habría que modificar
dicha imagen mediante la introducción adecuada de diversos aspectos extraídos de la
historia que muestren de qué manera se han producido los conocimientos científicos y
en qué contexto social e histórico han surgido las diferentes teorías científicas, así como
la influencia social que tuvieron en su época y en la actualidad. Utilizando en clase
actividades semejantes a las mostradas anteriormente con muchos grupos de alumnos
entre 15 y 18 años, se ha comprobado que este enfoque histórico aumenta el interés de
los alumnos (Solbes y Traver, 2001 y 2003). Así, un 64,4% de los estudiantes que han
utilizado estos materiales valora muy positivamente la enseñanza recibida. También, en
los cursos de profesorado donde se han mostrado estas actividades, la valoración positiva
sobre su utilización en las clases ha sido el resultado habitual, si bien se han mostrado
algunas dificultades que puede plantear su uso, desde el escaso bagaje histórico sobre la
física que tiene el profesorado de esta materia hasta la compleja gestión del tiempo que
se debe realizar en los cursos de educación secundaria obligatoria (ESO) y bachillerato
actualmente.
No obstante, creemos que en la formación del profesorado los aspectos didácticos que com-
porta el uso de la historia deberían ser una prioridad por las indudables ventajas que su co-
nocimiento comporta en la mejora de la tarea docente. Diversos autores (Izquierdo y otros,
2006; Matthews, 1994) coinciden en esta apreciación, por lo que creemos que el papel de
la historia y también el de la filosofía de la ciencia deberían estar cada vez más integrados
en la didáctica de la Física.
FUENTES Y RECURSOS
FECYT (2005). La huella de Einstein. Semana de la Ciencia 2005. Madrid: Fundación Espa-
ñola de Ciencia y Tecnología.
Unidad didáctica, publicada por la FECYT con motivo del año internacional de la Física,
sobre la vida y la obra de Einstein.
HOLTON G. (2004). Introducción a los conceptos y teorías de las ciencias físicas, Barcelona:
Reverté.
Excelente libro de texto de física, que presenta los conceptos y las teorías a través de su evo-
lución histórica. Este libro inspiró las secuencias de actividades del proyecto «Física Faraday»
(Grup Recerca-Faraday, 1982).
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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Crítica.
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Barcelona: Debate.
HOLTON, G. (2004). Introducción a los conceptos y teorías de las ciencias físicas, Barcelona:
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IZQUIERDO, M. (1994). Cómo contribuye la historia de las ciencias en las actitudes del
alumnado hacia la enseñanza de las ciencias. Aula de Innovación Educativa, 27, 37-41.
IZQUIERDO, M., y otros (2006). Relación entre la historia y la filosofía de las ciencias II,
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Science Education. Curriculum Studies, 2 (1), 71-98.
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JIMÉNEZ-ALEIXANDRE, M.P. (2010). 10 ideas clave. Competencias en argumentación y uso
de pruebas. Barcelona: Graó.
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GRUP RECERCA-FARADAY (1982). Física Faraday. Barcelona: ICE Universitat Autònoma de
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la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales en el concurso ordinario del
año 1919. Madrid: Gráficas Reunidas.
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— (2002). Les empremtes de la ciència. Ciència, Tecnologia, Societat: Unes relacions con-
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— (2009). Dificultades de aprendizaje y cambio conceptual, procedimental y axiológico (II):
nuevas perspectivas. Revista Eureka sobre Enseñanza y Divulgación de las Ciencias, 6 (2),
190-212. También disponible en línea en: <www.apac-eureka.org/revista/Volumen6/Nu-
mero_6_2/Solbes_2009b.pdf>.
SOLBES, J., RUIZ, J.J. y FURIÓ, C. (2010). Debates y argumentación en las clases de física y
química. Alambique, 63, 65-76.
CONTENIDO DE CAPÍTULO
Mercè Izquierdo
Universidad Autónoma de Barcelona
Los profesores saben bien que lo primero, en clase, es establecer una comunicación fluida
con los alumnos; y el requisito para ello es que ellos sepan de qué se está hablando y se
interesen por ello. Pero los alumnos se pierden con las fórmulas y los átomos y no llegan a
identificar qué es lo esencial de la química; unos le otorgan un poder cercano a la magia,
otros ven en ella el origen de todos los males que aquejan al planeta y lo ponen en peligro.
sitarios de química. Por otro lado, los profesores consideran que falta tiempo para enseñar
de manera significativa todo lo que supuestamente deberían saber los alumnos, de acuerdo
con los currículos y los libros de textos oficiales (Furió, Azcona y Guisasola, 1999; Krnel,
Watson y Glazar, 1998; Erduran y Scerri, 2002).
Quizás este conjunto de problemas tiene un origen común, que podría ser la repugnancia
a aceptar que en el cambio químico desaparecen sustancias y aparecen otras nuevas, según
una interacción específica que es la que estudia la química. Explicar, como se hace a me-
nudo, que «el cambio químico es una reorganización de átomos» no significa nada; sería
mejor empezar diciendo que «el cambio químico es el problema que estudia la química». Y,
al hacerlo así, debería asumirse también que el comportamiento químico de las sustancias es
caprichoso: no todas reaccionan con todas ni, aparentemente, lo hacen de la misma manera.
Aprender una disciplina es comprender «de qué va», cuáles son los problemas que resuelve,
cuáles son sus preguntas y cómo obtiene las respuestas. Saber química es más que saberse
un libro: es ver la química en el mundo, es compartir unas preguntas que no tienen una res-
puesta definitiva y es saber actuar de una manera determinada. Es pasar a participar de una
historia con futuro y, por ello, nada mejor que conocer la historia de la disciplina, que mues-
tra cómo se llegó a los conocimientos actuales gracias a una intervención reflexiva en los
cambios químicos de muchas personas que se han comprometido con ella. Y dejarse inspirar
por ella para poder reformular en clase los razonamientos que justificaron la emergencia de
las entidades químicas básicas con las que se explica actualmente el cambio químico.
Esta intervención específica en el mundo para transformarlo con objetivos diversos (entre los
cuales siempre se encuentra la expectativa de un beneficio para las personas que se dedican
a ellas) dio lugar a una «manera de mirar» que ha permitido la construcción de las entidades
químicas con las cuales conseguimos explicar de manera convincente el resultado de las
intervenciones y recordarlas para repetirlas o modificarlas. Si los alumnos consiguen apro-
piarse de este enfoque van a ir cambiando también su manera de representarse el mundo a
lo largo de su proceso de aprendizaje y llegarán a utilizar un lenguaje científico que antes
desconocían, sin descorazonarse frente a las dificultades que pueden encontrar en el camino.
Para ello no han de aprender muchas cosas, sino lo más básico, que es la relación entre la
teoría y la práctica que es propia de la química.
En los apartados siguientes se verá cómo surgen y qué significan las principales entidades
químicas para, a partir de ello, intentar comprender mejor las dificultades de aprendizaje
de nuestros alumnos. El lector puede profundizar en la evolución histórica de la química
en algunas monografías (Bensaude-Vincent y Stengers, 1997; Brock, 1992; Esteban, 2001) y
consultar también excelentes biografías de químicos (Lavoisier, Dalton, Mendeléiev, Bohr…)
de la colección Científicos de la Historia de la Editorial Nivola.
En muchas culturas antiguas se explica que el origen de todos los conocimientos fue el do-
minio de las artes del fuego, gracias al cual se pudieron transformar los materiales de manera
intencionada: el barro en cacerolas, los minerales en metales, los despojos de animales en
alimentos. Según la mitología griega, el fuego fue robado a los dioses por Prometeo, el cual
recibió un duro castigo por ello. En los cuentos populares se asocian poderes mágicos a
determinados materiales preparados según recetas antiguas y secretas, como pócimas que
burbujean en calderos humeantes. ¿Cuál es el origen de la creencia de que un brebaje pre-
parado por alguna persona con poderes especiales puede cambiar los sentimientos de las
personas? La manzana que la «madrastra-maga» hizo comer a Blancanieves, impregnada
de un veneno que sólo el amor podía vencer, es un ejemplo de esta magia que tiene algo de
química y que se remonta a los lejanos tiempos de los faraones egipcios, herederos a su
vez de culturas asiáticas aún más antiguas, en las cuales la fascinación por el cambio ocul-
taba las limitaciones de la química. Este imaginario acompaña aún a la química, junto con
su otra vertiente, la utilidad práctica no sólo en lo doméstico, sino también en los negocios,
en la industria.
En las civilizaciones antiguas, como el Egipto faraónico (desde 3000 a. de C.), se desarrolló
un conocimiento muy completo de los materiales y de sus cambios, tal como demuestran los
logros de la medicina egipcia, de la industria del papiro y textil, la alfarería…, de los cuales
dan testimonio los restos arqueológicos. Gran parte de esta actividad correspondía a los sacer-
dotes y no era privada; los meteoritos de hierro, por ejemplo, se reservaban para el servicio del
Los sistemas de conocimiento más antiguos fueron de tipo mágico y empírico, pero a partir del
siglo V a. de C. se desarrolló en Grecia un conocimiento racional y especulativo, que evitaba
la utilización de entidades mágicas o sobrenaturales para explicar los cambios en la naturaleza.
Filósofos como Tales de Mileto, Leucipo, Empédocles, Platón y Aristóteles se plantearon las
principales preguntas que aún hoy orientan la reflexión racional sobre los fenómenos, que busca
unidad en la diversidad y conservación en el cambio. Aparecen también desde los inicios re-
gistros escritos, que son recetas en las que determinadas maneras de proceder y los primeros
instrumentos, que fueron recipientes y hornos para controlar el fuego, son representadas sim-
bólicamente. Instrumentos, lenguaje simbólico, intervención intencionada en los cambios
de los materiales serán los «ingredientes» de toda actividad química a lo largo de la historia.
La alquimia penetró en Europa a lo largo de la Edad Media, gracias a los árabes. Relacio-
nada con el saber egipcio, se fue haciendo más práctica y fue recibida en occidente con una
mezcla de admiración y de rechazo. Admiración, por la utilidad de los conocimientos que
permitían la manipulación de los materiales para transformarlos en otros, más útiles; rechazo,
porque la manipulación de lo material podía influir en lo espiritual y la cultura europea, de
raíces cristianas, ha desconfiado de todo lo que pueda limitar la libertad humana de decidir
entre el bien y el mal. La fascinación frente a la transformación de la materia –considerada
mágica– que fue propia de las sociedades antiguas tuvo que ceder al reconocimiento de que
este poder tiene sus límites. ¿Puede operarse un cambio material que cambie los sentimientos
de las personas, que conceda la inmortalidad, que devuelva la salud, que transforme a una
persona en un animal? Nos queda el recuerdo de estas ilusiones en los cuentos populares y
en los romances antiguos.
La química que aparece en los textos alquímicos tiene mucho que ver con el trabajo de los
metalúrgicos, los tintoreros, los alfareros o los cocineros, oficios en los cuales también las
mujeres tuvieron una participación importante. En el Renacimiento se tomó conciencia del
poder creador de las personas, manifestado en la técnica y las artes, aunque también de
su soledad en el universo (¡no parece existir ningún otro planeta habitado!). El desarrollo
técnico y el descubrimiento y el dominio de nuevos continentes hizo al hombre arrogante y
enamorado de todo lo que él mismo construía; confiaba en que iba a ser posible generar una
nueva Naturaleza sin problemas de salud o de deterioro, fruto de la técnica y de la gestión
económica de lo científico.
La química renacentista (entre los siglos XIV y XVII) consiguió aplicar los conocimientos téc-
nicos de la alquimia a la obtención de medicamentos y, poco a poco, desechó sus aspectos
más esotéricos. Nació así la iatroquímica o química médica: un conocimiento empírico y
popular que evolucionó hacia una tarea más especializada, la «magia natural». Según la
magia natural, ya no se requieren fuerzas espirituales, malignas o benéficas para que se
produzcan cambios, sino que la propia naturaleza aparece gobernada por fuerzas que el
médico-químico es capaz de descubrir, guiándose por los signos que descubre en la natura-
leza y que consigue interpretar. Nace así la investigación experimental.
Las nuevas medicinas químicas modificaron los oficios de boticario y de médico, relacionán-
dolos a ambos con la química, una nueva ciencia que aprovecha las técnicas de la alquimia
pero que tiene ya objetivos totalmente diferentes. La química, al finalizar el Renacimiento,
es la disciplina que permite preparar medicamentos, a partir de la práctica de laboratorio,
y se introduce poco a poco en la universidad moderna formando parte de los estudios de
medicina (Hannaway, 1975).
Hemos pasado revista rápida a tres mil años de control progresivo del cambio de los mate-
riales que ahora llamamos químicos, pero vamos a entretenernos más en la historia de los
dos siglos siguientes, en los que se estructuran los principios teóricos de esta nueva ciencia,
la química, según esta nueva tradición (Meinel, 1988).
La sociedad de los siglos XVII y XVIII renuncia a muchos de los sueños imposibles de sus an-
tepasados y establece una demarcación entre lo espiritual y lo material, entre los hechos y
las especulaciones. Se interesa cada vez más por los resultados prácticos de la intervención
humana en la naturaleza. Las utopías de los científicos se van ciñendo sólo al estudio de los
fenómenos que se generan mediante artefactos diversos.
El reto, que va a ser superado con éxito, es transformar un conjunto de actividades artesana-
les que no tenían cabida en las universidades (los oficios de boticario, tintorería, perfumería,
metalurgia… y, como decía Paracelso, «el saber de las mujeres viejas») en una disciplina teó-
rica cuyos objetos de estudio son los productos obtenidos mediante las operaciones que eran
comunes en todo este conjunto de prácticas: disolver, precipitar, filtrar, hervir, destilar. Los
materiales se transformaban mediante estas operaciones según algunas reglas: desaparecen
y se forman otros diferentes, pero se va viendo que algo se conserva, aunque de momento
esto no signifique que se conserve la masa; se comportan de manera diversa y por ello se
les asigna propiedades que los caracterizan y permiten nombrarlos al reconocerlos como
sustancias (los mixtos); e interaccionan entre sí en proporciones fijas. El trabajo experimen-
tal del cual emanan estas reglas tuvo que ajustarse a maneras de hacer fiables, así como se
adoptaron lenguajes apropiados para representarlas.
La química de la Edad Moderna inaugura la tradición de las sustancias: son ellas y sus secuencias
de transformaciones las que van a convertirse en las principales entidades teóricas del cambio
químico. Lavoisier las diferenciará en simples y compuestas. Después de muchas vicisitudes,
como veremos, finalmente quedarán perfectamente identificadas mediante fórmulas, y con ellas
se va a escribir la química (Gyung Kin, 1992).
Joseph Black (1733-1790), médico escocés, interpretó la pérdida de masa del «carbonato de
calcio» (según la nomenclatura actual) al calentarlo y hacerlo transformarse en cal viva (y
también la ganancia de masa cuando la cal se transforma de nuevo en carbonato de calcio)
como perdida de una sustancia específica, nuestro dióxido de carbono. Aprovechando la
nueva tecnología de las trampas de gases introducida por Stephen Hales, fue el primero en
tener en cuenta sustancias en estado gaseoso y en identificarlas por sus propiedades. Fue
también pionero en el cálculo de la cantidad de calor que necesariamente participa, como
un ingrediente más, en los cambios de los materiales. Sin embargo, admitía la existencia de
materiales con masa negativa para poder explicar así la transformación de los metales en cal
al quemarlos (calcinarlos) y, supuestamente, perder flogisto, el principio de combustibilidad.
Antoine L. Lavoisier (1742-1794) cerró una época (e inauguró otra) al ordenar como leyes un
conjunto de conceptos que habían ido emergiendo y que ya compartían muchas personas
dedicadas a la química. Estas ideas son las siguientes:
Otra aportación fundamental fue negar la existencia del flogisto, que era el principio que su-
puestamente contenían todas las sustancias combustibles y que se disolvía en el aire cuando
éstas se quemaban. Como la combustión de los metales produce cales que pesan más que el
metal original, esta supuesta pérdida producía un aumento de masa, por lo cual se especuló
que el flogisto debía tener masa negativa. Lavoisier estableció que no hay ningún material
con una masa negativa (Perrin, 1983).
Empieza la química del oxígeno, la de los balances de masa. El ideal al que aspira ahora
la química, como las otras ciencias, es medir con precisión para establecer leyes referentes
al comportamiento de la naturaleza: la ley de conservación de la masa, por ejemplo; para
lo cual fue necesario considerar que sólo era material aquello que tenía masa y podía ser
medido por la balanza. Son estos objetivos los que configuran la enseñanza de la química,
concebida ya como un saber transformador del mundo, y los que dan lugar a nuevos libros
de texto, dedicados a públicos cada vez más amplios.
En el siglo XIX la química era ya la ciencia del cambio químico, una ciencia cuantitativa, que
identificaba variables y establecía relaciones cuantitativas entre ellas y que utilizaba artefac-
tos e instrumentos. Se fue haciendo cada vez más necesaria por su capacidad explicativa y
predictiva, pero también por el valor comercial de los productos que sintetizaba. Esta nueva
ciencia de los procesos y las técnicas de transformación de las sustancias se consolidó gra-
cias al trabajo de profesores universitarios que supieron configurar nuevas teorías y nuevos
lenguajes relacionados estrechamente con la práctica y que tenían en la industria química un
cliente y, a la vez, un financiero incondicional, al ser receptora de sus descubrimientos. La
química permitió la creación de industrias para obtener en serie y al por mayor determinados
materiales que antes se elaboraban artesanalmente, y también otros completamente nuevos: fi-
bras sintéticas, colorantes…
Los símbolos químicos, que se refieren a los elementos o sustancias simples, adquirieron un
significado cuantitativo y llegarían a representar, mediante fórmulas y ecuaciones químicas,
las sustancias y los procesos, a lo largo de cincuenta años de trabajos y de disputas en torno
a la validez y la utilidad de una teoría atómica para la materia. En efecto, poco a poco se
consolidó una visión atómica de la materia, relacionada estrechamente con la estequiometría
(que es el conjunto de leyes referentes a las relaciones de masa y volumen en el cambio quí-
mico) que, a partir del trabajo de John Dalton (1777-1844), tomó el nombre de teoría atómica
química. Su fundamento fue sencillo e incluso ingenuo (Bernatowicz, 1970):
Vamos a suponer que hay tantos átomos diferentes como sustancias simples o elementos y que las
sustancias compuestas binarias más abundantes están formadas por un solo átomo de cada tipo.
Si es así, las proporciones de masa de los elementos en la interacción química es la misma que las
proporciones de masa de los átomos.
Pudo así, partiendo de esta evidente simplificación, calcular masas relativas de algunos átomos
y extender el método a otros casos más complejos, tarea a la que se unieron entusiásticamente
muchos químicos del momento, aunque no todos creyeran que estaban calculando masas de áto-
mos reales. Se inauguró así una manera de expresar la composición de las sustancias que iba a
ser extraordinariamente útil y que fue configurando una nueva manera de pensar. Por ejemplo,
es muy diferente referirse a los compuestos de carbono y oxigeno diciendo que uno de ellos tiene
un tanto por ciento de carbono y un tanto por ciento de oxígeno y el otro unos porcentajes dife-
rentes, o estableciendo que el primero está formado por un átomo de carbono y uno de oxígeno,
y el otro por uno de carbono y dos de oxígeno. Emerge una nueva manera de pensar en términos
de masas químicas, que son diferentes a las masas inertes, y que se manifiesta en el hecho de que
las sustancias químicas interaccionan en proporciones de masa fijas pero diversas y no gramo a
gramo, según afinidades específicas (Grapí e Izquierdo, 1997).
Veamos las dificultades que se plantean al intentar representar por escrito la composición de
las sustancias químicas, mediante el siguiente episodio.
Hacia 1820 hay cátedras de química en las principales universidades de Europa. Berzelius en Estocolmo y Gay-Lussac
en París pueden considerarse los químicos más importantes del momento. Dos jóvenes químicos alemanes, Wöhler
trabajando con Berzelius en Estocolmo y Liebig con Gay-Lussac en París, se ocupan de los derivados del cianógeno;
el primero de ellos sintetiza y analiza el fulminato de plata, muy explosivo, y el segundo el cianato de plata, de pro-
piedades muy diferentes. Por casualidad, publican los resultados de su investigación en 1824 en una misma revista,
de manera que uno de los artículos aparece a continuación del otro… y resulta que las fórmulas que atribuyen a
los dos compuestos son idénticas. Imaginémonos la polémica: ¿quién de los dos se equivocaba y, con ellos, sus
eminentes maestros? Finalmente, los dos tenían razón. Berzelius acuñó la palabra «isómero» para calificar sustancias
de composición idéntica pero con propiedades diferentes y admitió que algunas propiedades podían tener relación
con la estructuración de los átomos. Pero este nuevo enfoque fue mucho más lejos de lo que Berzelius pensaba…
El esquema de las dos subunidades formadas por átomos con cargas fijas no podía explicar la
creciente diversidad de sustancias químicas. Se hizo cada vez más necesaria la visión estruc-
tural: un conjunto de átomos o molécula en la cual fuera importante la colocación relativa de
los átomos para las sustancias orgánicas.
Es necesario que nos detengamos unos momentos en las peculiares características de los
gases en la interacción química, puesto que de nuevo van a ser ellos los que proporcionen la
solución (como ocurrió en tiempos de Black y Lavoisier, cuando gracias a tenerlos en cuenta
se pudieron hacer cómputos de masa). Lo hacen a su manera, que es sumamente sugestiva
cuando se piensa en términos de partículas. Por ejemplo, la descomposición electrolítica del
agua produce hidrógeno y oxígeno en una proporción de masa 1:8 y en una proporción de
volumen 2:1. Berzelius se fijó en la relación de volumen y consideró que indicaba que se
obtenían el doble de partículas de hidrógeno que de oxígeno, con lo cual expresó la fórmula
del agua como H2O y otorgó al átomo de hidrógeno la masa relativa 1, y al oxígeno la masa
relativa 16. Pero no todos los químicos pensaban igual. Según Avogadro, las partículas reales
en los gases eran diatómicas, pero pronto se vio que esto no era cierto para todos los gases
y tuvo que desestimarse su hipótesis.
Hacia 1840, dos químicos jóvenes, Gehardt (1816-1856) y Laurent (1808-1853), se enfren-
taron a la química oficial representada por Berzelius y otros grandes profesores del momento
potenciando una visión estructural y simplificada de las sustancias según la cual los átomos
de los elementos adquirían características diferentes de acuerdo con el lugar que tenían en la
estructura. Laurent, especialmente motivado por sus conocimientos en cristalografía, que
le sugerían una analogía entre el cristal y la molécula, revisó el maremágnum de fórmulas
de las sustancias orgánicas y lo simplificó, imponiendo para todas fórmulas de dos volú-
menes. Con todo ello unificó las fórmulas y las regularidades que aparecieron entre ellas y,
entre las fórmulas y el comportamiento químico, abrió el camino al establecimiento de las
valencias y de las fórmulas desarrolladas. También estableció claramente la diferencia entre
las moléculas y los átomos:
(…) el átomo es la cantidad más pequeña de un cuerpo simple que puede existir en un compuesto;
la molécula es la cantidad más pequeña de una sustancia que se puede usar para producir una
combinación.
Sin embargo, ambos químicos murieron sin ver reconocidas sus aportaciones, que no habían
convencido a la comunidad de químicos de la época.
En 1860 tuvo lugar el primer Congreso Internacional de Química, al que asistieron unos ciento
cuarenta químicos. El tema más importante que se debatía era precisamente el cálculo de las
masas atómicas (o, según algunos, las masas equivalentes) y la manera de calcular, a partir
de ellas, las masas moleculares. Si bien muchos de los asistentes estaban de acuerdo con la
opinión de Laurent respecto a las moléculas, no aceptaban, por buenas razones, que estas
moléculas químicas tuvieran una existencia física real y que fueran idénticas a las moléculas
físicas de la teoría cinético-molecular. Sin embargo, se disponía ya de datos muy convincentes
sobre las moléculas reales en los gases y en las disoluciones (densidades de vapor, capaci-
dades caloríficas de los gases, propiedades coligativas, isomorfismo) y Stanislao Cannizzaro
(1828-1910), un químico italiano, acertó a relacionarlas con los datos químicos de manera
tan convincente que pudo establecerse, finalmente, una lista unificada de masas atómicas y, a
partir de ellas, de masas moleculares. Recordemos que, desde Dalton, estas masas eran masas
químicas, puesto que se obtienen a partir de las reacciones químicas. He aquí otro rasgo esen-
cial de la química, que no debe confundirse con número de átomos, a pesar de que ambas
ideas se relacionan fácilmente.
La aproximación entre la física y la química había dado buenos resultados en el siglo XVIII, pero el
extraordinario desarrollo de la química las había distanciado en el siglo XIX. Nuevos instrumentos,
nuevas técnicas, nuevas ideas teóricas procedentes de la física abren ahora los horizontes de la
química. Aparece un nuevo campo del saber, la química-física; la termodinámica, la ciné-
tica química, la teoría iónica de Arrhenius… dan nueva luz a aspectos del cambio químico aún
confusos, como el estado de equilibrio químico, por ejemplo.
Pero a Mendeléiev también le esperaban días amargos. El siglo XX iba a revolucionar la idea
de átomo; el átomo químico iba a tener existencia física, pero, a la vez, se mostraría mucho
más difícil de comprender de lo que se pensaba. Por ejemplo, Mendeléiev nunca llegaría a
aceptar que todos los átomos estuvieran formados por unas mismas partículas.
Llegamos a finales de este siglo XIX glorioso para la química, que es ya una disciplina imprescin-
dible para todos aquellos que se dedican a las ciencias, y de la que depende una industria muy
potente. Dispone de un lenguaje simbólico con el cual representa la composición de las sustan-
cias a partir de lo elementos que las forman…, pero no hay aún evidencias físicas de la existencia
de los supuestos átomos químicos. A finales del siglo se acumulan experimentos que muestran la
complejidad interna de la materia: rayos X, radioactividad, espectros, etc. (Nye, 1996).
Todos los libros de texto explican detalladamente las etapas del descubrimiento del átomo
físico; no vamos a repetirlo aquí. Lo que sí debemos resaltar es que este átomo tiene también
sentido químico, porque se ha formado a partir del átomo químico del siglo XIX, no al revés (Iz-
quierdo y otros, 2009). La Tabla Periódica es, a partir de Pauling (1947), una especie de armario
de electrones, que no tendría ningún sentido a menos que antes quede claro que se está ha-
blando de sustancias reales y de los elementos irreducibles que las forman: la tabla nos continua
mostrando un Sistema de química y los electrones valen en cuanto explican mejor lo que pasa.
Se empiezan a dibujar ahora, a finales del siglo XX, limitaciones que modifican el entusiasmo
del Renacimiento frente a las posibilidades humanas: no todo lo que puede hacerse debe
hacerse, puesto que no se podría generar una nueva naturaleza si la que tenemos se deteriora
Podemos deducir algunas lecciones a partir de lo que acabamos de ver. Son las siguientes,
y vamos a desarrollarlas:
1. Comprender mejor las dificultades conceptuales que la investigación didáctica ha
identificado al conocer mejor la historia de la química.
2. Conocer las dificultades, los errores y las disputas en la génesis de las ideas químicas
hace al profesor más tolerante y comprensivo con las dificultades de aprendizaje de
los alumnos.
3. Saber la historia proporciona ideas para el diseño de actividades para nuestras clases.
Veamos la primera. La historia nos muestra la emergencia de los principales conceptos que ilumi-
nan una práctica mucho más antigua. Para ayudar a superar las dificultades conceptuales de las
que hablábamos en la introducción, lo primero es que los alumnos tengan referentes prácticos.
Sin ellos (experimentos en los que pueden intervenir) no pueden pensar a la manera de los quími-
cos, pero sólo con ellos tampoco. Nos damos cuenta de cuáles son los puntos cruciales que
necesitan estrategias didácticas muy serias: el escurridizo concepto de elemento químico, la
incomprendida magnitud cantidad de sustancia y su unidad, el mol (más cercana al átomo
químico-estequiométrico de Dalton que a un número, el llamado de Avogadro, que nos con-
duce a las paradojas de la mecánica cuántica), la estructuración de algunas sustancias (no todas)
en moléculas y la cooperación entre química y física (pero sin que la química pueda reducirse
a la física) para llegar a conocer las fórmulas de las sustancias; finalmente, las peculiaridades de
la interacción química, puesto que las simpatías entre las sustancias no son fáciles de interpretar,
especialmente cuando dan lugar a estados de equilibrio.
La historia nos muestra también la estrecha relación entre los conceptos emergentes y los
nuevos instrumentos con los que se interviene en los cambios, así como con los nuevos
lenguajes que dan entidad a los conceptos y los hacen operativos. Y, también, la (¿necesa-
ria?) adaptación de la química a los condicionantes económicos y los valores sociales, las
limitaciones económicas y políticas, el deseo de prestigio y poder… que han condicionado
también los objetivos que alcanzar.
En lo que respecta a la segunda lección, resumiendo lo que acabamos de ver, nos damos
cuenta de lo acertado que era el mito de Prometeo: el fuego, aplicado a la materia, produce
cambios insospechados, que ha sido muy difícil llegar a identificar (el castigo de los dioses
fue condenar a Prometeo a un trabajo agotador), y puede ser extraordinariamente útil, pero
también perverso: ahora ya no es fruto del azar (la química se ha alejado definitivamente de
la magia) sino del razonamiento humano, que requiere decisiones que pueden ser cruciales.
Así como la emergencia de las ideas y de las prácticas químicas lleva su tiempo y nunca se da
por acabada, también la ciencia de los alumnos necesita su tiempo y deberá ser gestionada
contando con que el futuro jugará a su favor y que llegará un futuro en el cual serán nuestros
alumnos los protagonistas.
Las dificultades, los tanteos, los errores que poco a poco han configurado lo que hoy día
sabemos de química deberían hacernos a los profesores más tolerantes con las dificultades
de nuestros alumnos: su tiempo no es el de la historia, por supuesto, pero quizá tampoco
es el nuestro, el de las tres horas por semana intercaladas en muchas otras disciplinas e in-
tereses diversos. Los alumnos también viven su historia de la ciencia, con su propio futuro,
y debemos ayudarles en esta tarea.
Ha habido y hay muchos proyectos de enseñanza que siguen esta pauta, como el proyecto
«Faraday» (Grup Recerca-Faraday, 1990), y unidades didácticas enfocadas al aprendizaje
de algún concepto específico utilizando la historia de la química como referencia (Grup Re-
cerca, 1982; Bensaude-Vincent, 1994; Gutiérrez Julián, 2003; Caamaño y Maestre, 2004), así
como experiencias para la formación de profesores. Recientemente (curso 2009-2010) se ha
diseñado y puesto en práctica un curso telemático: «Ciència i tècnica al llarg de la història»,
destinado a la formación de profesores de ciencias.
La ambivalencia del mito de Prometeo (la utilidad práctica y el desafío a los dioses) acom-
paña a la química a lo largo de todos los períodos de su historia y también ahora, formulado
a la manera actual. Los fogones y los recipientes para calentar, hervir, destilar, evaporar, ilu-
minar (el ciclotrón)… son los instrumentos que la caracterizan, así como la ilusión de llegar
a tener la clave de la vida; ahora, sus instrumentos son otros, pero los retos que plantea son
tan importantes como en el inicio. Como siempre, lo más humano es la capacidad de tomar
decisiones y la posibilidad de equivocarse. Y lo más bonito de ser profesor es trabajar para
continuar la historia, a través de la de nuestros alumnos.
ACTIVIDADES
Dejemos que la imaginación nos transporte hacia el año 1780. Busquemos algún detalle que nos
proporcione el ambiente adecuado: música, peinado, vestido, temas políticos o culturales del mo-
mento. Una vez allí, implícate en un tema de gran interés: ¿cómo capturar fluidos como el calor,
el aire o la electricidad mediante los nuevos instrumentos que se están fabricando?
La química se interesa de una manera especial por explicar la relación entre las llamas, el aire y la
calcinación de los metales; sería muy conveniente llegar a capturar el flogisto, que es la sustancia
que proporciona combustibilidad y que se desprende cuando la madera se quema y en la calcina-
ción de los metales.
Realiza la lectura del siguiente diálogo de ficción en el cual cuatro personajes relevantes en historia
de la química manifiestan diferentes ideas sobre la combustión de la madera y de los metales:
«JOSEPH PRIESTLEY: —Nací en Inglaterra y tengo 47 años. Soy presbítero de la iglesia unitaria,
disidente de la oficial. Dedico mi vida a mostrar que las maravillas del mundo, tal como
nos las muestra la razón, deben acercarnos a Dios. Debo reconocer que mi situación eco-
nómica es difícil, pero por suerte muchas personas me aprecian y me ayudan a mantener a
mi numerosa familia. Me anima ver que mis experimentos interesan a mucha gente y que
mis libros se venden bien.
He realizado muchísimos experimentos, con máquinas eléctricas y neumáticas. Puedo
afirmar que hay muchos aires diferentes del común: inflamable, flogistizado, desflogisti-
zado. El primero podría ser flogisto, porque es el que desprenden los metales cuando se
calcinan por la acción del calor. Me llama especialmente la atención el aire desflogisti-
zado porque en él se respira mejor y la llama es más viva. Cuando le expliqué a aquel
amigo de Benjamin, Lavoisier, que lo había obtenido calentando la cal del mercurio le
interesó muchísimo… ¡Si supiera que Cavendish y yo hemos obtenido agua con este aire
y el inflamable!
KARL SCHEELE: —Soy sueco y tengo 38 años. Me dedico a la química desde los 14 años. He leído
todos los libros de química que han pasado por mis manos, y han sido muchos. La química
me ha dado muchas satisfacciones, por los muchos cuerpos nuevos que he obtenido, pero
también he estado a punto de matarme muchas veces. Por suerte, importantes profesores han
valorado mi trabajo, a pesar de que yo no soy más que un humilde farmacéutico, cercano a
mi familia y a mi país.
La química está ahora en un momento importante, porque ha de decidir cuáles son los
elementos de los cuerpos, y yo dudo que sean el aire, el agua, el fuego y la tierra.
Hace años (¡en 1770!) vi que el vitriolo desprende un aire que aviva la llama y lo llamé
aire vitriólico, pero ahora lo llamo Aire del Fuego y ya sé que es sólo una parte fija del aire
común, precisamente aquella que respiramos. Me he dado cuenta de que los cuerpos que
desprenden flogisto consumen este aire. He visto también que cuando el calor se combina
con la cal de plata queda libre este mismo Aire del Fuego.
Lo que no he llegado a descubrir es lo que se forma en la combinación entre el Aire del
Fuego y el flogisto. Creo que se podría formar calor y así se explicaría lo que ocurre al
calentar la cal de plata: el flogisto forma plata y se desprende el Aire del Fuego. Esto es
interesante porque evidencia que el aire no es un elemento, y el fuego (calor) tampoco.
En Inglaterra se ha publicado un libro muy interesante sobre aires de J. Priestley (que, por
cierto, es un gran filósofo pero no tiene ni idea de química). Me han dicho que las clases
de Black sí que son claras y ordenadas. Lavoisier, de la Academia de París, me ha ayudado
ofreciéndome la lupa que le pedí para calentar la cal de plata; es gentil y educado, pero no
acabo de entender a qué se dedica.
ANTOINE L. LAVOISIER: —Soy abogado, miembro y secretario de la Academia de Ciencias,
director de la Régie de Poudre, asesor del gobierno en cuestiones de salud pública, industria
y ciencia, miembro de la Ferme Génerale y diputado. Siempre he pensado que yo sería el
fundador de una nueva química y creo que lo estoy consiguiendo. Estoy tomando clases de
química para reforzar mis ideas. Por cierto, me he comprado la balanza más cara de París,
creo que es la mejor del mundo.
Estoy pensando llamar oxígeno (que significa «generador de ácidos», en griego) a este
aire del fuego del que habla Scheele o aire desflogistizado de Priestley. Quzá va a parecer
extraño este nombre a los químicos que se aferran a explicaciones confusas, pero yo creo
que sería apropiado, porque tiene la ventaja de ser uno nuevo, universal y apropiado a una
época que ha conseguido que las ciencias sean objetivas y cuantitativas.
He dejado claro que, cuando se calienta la cal de mercurio, el calórico se combina con la
base del oxígeno que estaba en la cal y se forma gas oxígeno, quedando libre el mercurio.
Esto explica por qué aumenta la masa de los metales cuando se calcinan: adquieren la base
del oxígeno y desprenden calórico.
Los libros de Priestley y los experimentos de Scheele sobre la descomposición de la cal
de plata me han dado muchas ideas, pero, como veis, puedo llegar a ofrecer una teoría
sobre el aire que es mejor que la de aquel predicador y la de este boticario, que utilizan un
lenguaje tan poco elegante.
Tengo aún una duda. Creo que se podría prescindir del flogisto, que no llegamos a poder
aislar y que parece tener una masa negativa. Pero no me acabo de decidir: ¿y si el flogisto
fuera lo que llamamos aire inflamable?
(…) Leer la crítica de Lavoisier a mi libro, que se había traducido al francés sin yo saberlo,
ha sido uno de los disgustos más grandes de mi vida.
LAVOISIER: —Soy yo quien ha hecho progresar la química, y no los químicos franceses, como
dicen algunos. Mi libro no se vende muy bien, porque en estos tiempos falta serenidad para
darse cuenta de que yo he conseguido un lenguaje nuevo, claro y universal, para la química.
No me gusta hablar de ello, pero reconozco que fue una suerte saber que el aire inflamable
y el aire vital formaban agua. Scheele, Priestley y Black lo sabían, pero no sé de qué les
sirvió saber tanta química práctica si no supieron ver que el flogisto era innecesario.
Quizás he sido injusto con Scheele, porque aprendí mucho de él. Pero se han de combatir
las explicaciones equivocadas, y mi explicación sobre lo que ocurre al calentar la cal de
mercurio es mejor que la suya, porque se puede razonar con los resultados de la balanza
(claro que en el caso del calórico no es suficientemente sensible y no se aprecia, aunque
se puede medir con el calorímetro).
Me preocupa la situación política… El rey lo tiene mal.»
Transforma algún fragmento de la lectura anterior en una discusión teatralizada que pudiera servir
para ser representada por los alumnos. No es necesario llegar a una conclusión, sino que es sufi-
ciente identificar el problema y destacar la función de los nuevos instrumentos en la identificación
de situaciones problemáticas y en su resolución. Se puede diseñar de diferentes maneras:
• Organizar cuatro grupos, representando a los cuatro científicos. En la discusión interviene
un portavoz, al cual los miembros del grupo proporcionan argumentos.
• Centrarse en sólo dos interlocutores, uno de ellos Lavoisier. Organizar dos grupos que repre-
sentan en un póster las posiciones antagónicas.
FUENTES Y RECURSOS
dad: Galvani, Volta y Faraday; La radioactividad: Curie y Rutherford. Disponible en línea en:
<phobos.xtec.cat/cdec/images/stories/WEB_antiga/formacio/pdf/sfece/08-09/5_nat_hist.pdf>.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
CONTENIDO DE CAPÍTULO
La física del siglo XX se ha caracterizado por un gran progreso, tanto desde el punto del co-
nocimiento como desde el punto de vista de la tecnología. Ha sido el siglo de la mecánica
cuántica, la energía nuclear, los aceleradores de partículas, el transistor, el láser, la materia
oscura, la energía oscura y el Big Bang, y de múltiples dispositivos que permiten ver lo más
intrincado de la materia y detectores que sondean el universo y el planeta con detalle.
Una prospectiva lógica nos lleva a afirmar que durante el siglo XXI se seguirá trabajando en
construir una historia completa del universo y, por lo tanto, en comprender el difícil ma-
ridaje entre la teoría cuántica y la gravitación. Hay sin embargo muchas preguntas impor-
tantes que responder sobre el funcionamiento del cerebro, de las máquinas biológicas o de
la información que contiene el genoma. Para tratarlas hacen falta nuevas ideas y principios
que permitan describir los sistemas complejos de la vida. Otro tema crucial es la energía.
Las necesidades crecientes de energía que provienen de nuevas economías emergentes y
el agotamiento previsible de los recursos fósiles hacen que, tanto desde el punto de vista
científico como tecnológico, se dediquen muchos esfuerzos a investigar en sistemas de al-
macenamiento de energía, al desarrollo de la energía de fusión o a mejorar la eficiencia
del uso de la energía. La visión del universo no se limita a intentar descifrar las claves de
su origen, sino a saber si con más de 350 planetas conocidos actualmente estamos solos, lo
cual puede abrir profundos interrogantes para la astronomía, pero también para la biología
y para la visión que tenemos de nosotros mismos.
Durante el siglo XX también nos hemos dado cuenta de la complejidad de muchos sistemas.
Uno de los retos de este siglo es, pues, comprender la complejidad y la emergencia de los
comportamientos macroscópicos. En este contexto, problemas distantes como el clima y la
superconductividad pueden encontrar una raíz común de análisis e interpretación.
El espacio, el tiempo y la materia se originaron a partir del Big Bang, la gran explosión que
se dio hace 13.700 millones de años. Pocos instantes después del Big Bang empezaron a for-
marse los primeros elementos básicos de la materia, los quarks y los electrones. Unas cuantas
millonésimas de segundo más tarde, los quarks se agregaron formando protones y neutrones,
los cuales, a su vez, tres minutos más tarde formaron núcleos de átomos. Cuando habían
pasado 380.000 años, los electrones fueron captados por los núcleos y se formaron los
primeros átomos, hidrógeno y helio, actualmente los elementos más abundantes del universo.
Pasados 1,6 millones de años, por acción de la gravedad empezaron a formarse nubes de gas,
estrellas y galaxias. Los átomos pesados como el carbón, el oxígeno y el hierro se formaron en
los núcleos de las estrellas y comenzaron a dispersarse por el universo cada vez que una estre-
lla acababa su ciclo con una espectacular explosión, como una supernova. Sin embargo, este
convulso escenario sólo da cuenta de una pequeña fracción, apenas el 4%, de todo el universo,
los planetas y las galaxias. Parece que el «misterio» está precisamente en lo que no se ve, en
el «vacío» que todo lo envuelve. Actualmente se piensa que el resto del universo está formado
por materia oscura (26%) y energía oscura (70%). No emiten radiación electromagnética y
únicamente se cree que las detectamos a partir de sus efectos gravitacionales. Su naturaleza
y el papel que jugaron en la evolución del universo son todavía un misterio.
El modelo estándar
Durante el siglo XX se ha elaborado la visión que hoy se tiene de la estructura fundamental
de la materia. El universo visible se explica a partir de doce partículas elementales y de cua-
tro interacciones fundamentales. El modelo estándar describe cómo estas doce partículas y
tres de las cuatro interacciones fundamentales están relacionadas y una ingente cantidad de
experimentos da soporte a esta teoría física.
Hay de dos tipos de partículas de materia, los quarks y los leptones (Ynduráin, 2006). Cada
grupo está formado por seis partículas que se agrupan en pares o generaciones. Las cuatro
interacciones fundamentales, la interacción fuerte, la interacción débil, la interacción gra-
vitatoria y la interacción electromagnética, tienen magnitudes distintas y actúan en rangos
espaciales distintos. La gravedad es la más débil, pero tiene un alcance infinito. La fuerza
electromagnética tiene también un alcance infinito y es mucho más fuerte que la gravedad.
La fuerza nuclear fuerte y la fuerza débil son de corto alcance y son efectivas únicamente a la
escala de las partículas subatómicas. La fuerza nuclear fuerte es la más fuerte de las cuatro
y la fuerza débil es más intensa, a pesar de su nombre, que la fuerza gravitatoria. Tres de las
cuatro interacciones fundamentales resultan del intercambio de partículas que pertenecen a
un grupo denominado bosones. Las partículas materiales intercambian cantidades discretas
de energía intercambiando bosones, específicos para cada fuerza. Así, los gluones son las partí-
culas responsables de la fuerza nuclear fuerte, los fotones de la interacción electromagnética
y los bosones W y Z de la fuerza nuclear débil. El gravitón sería la partícula responsable de
la interacción gravitatoria, pero no se ha encontrado todavía.
El modelo estándar incluye las fuerzas electromagnética, nuclear fuerte y nuclear débil y
todas las partículas que las caracterizan, y explica extremadamente bien cómo estas fuerzas
actúan en las partículas con masa. Sin embargo, la fuerza de gravedad no forma parte del mo-
delo, ya que la inclusión de la gravedad en el modelo se ha antojado una experiencia difícil.
Hasta ahora, parece imposible reunir en el contexto del modelo estándar la teoría cuántica
que describe el mundo muy pequeño y la teoría general de la relatividad que describe el
mundo macroscópico. Afortunadamente, a la escala de las partículas elementales el efecto
de la gravedad es despreciable, por lo que el modelo estándar nos da una descripción muy
plausible del mundo microscópico, aunque no pueda incluir una de las cuatro interacciones
fundamentales. Pero… eso no es todo. Hay otras cuestiones importantes que no puede resol-
ver, como qué es la materia oscura, qué le ocurrió a la antimateria y otras cuestiones, y hay
una partícula fundamental para el modelo estándar que hasta la fecha no ha sido encontrada
todavía por ningún experimento, que es el bosón de Higgs.
Este campo domina en el cosmos y todas las partículas que interaccionan con el campo
tienen una masa por la vía del bosón de Higgs. Cuanto mayor sea la interacción mayor es
la masa, mientras que las partículas que no interaccionan con el campo no tienen masa.
Esta teoría fue aceptada y resolvió muchas cuestiones planteadas en el contexto de la teoría
estándar, pero el problema es que el bosón de Higgs no se ha observado todavía.
La antimateria
Otra cuestión fundamental que no está resuelta y que dará que hablar se refiere a la antima-
teria. Paul Dirac desarrolló una teoría que combinaba la mecánica cuántica y la relatividad
especial de Einstein y que lo llevó a una ecuación básica que tiene dos soluciones, una
para el electrón y otra para una partícula idéntica pero con carga opuesta, el positrón. En el
año 1932 se descubrió el positrón en los rayos cósmicos. Desde entonces, en los laborato-
rios de partículas se han generado siempre pares de partículas y antipartículas, pero nunca
una de ellas sola. El escenario debió ser el mismo durante el inicio del universo, cuando
se supone que se produjeron cantidades iguales de partículas y antipartículas. Pero si la
materia y la antimateria, cuando se ponen en contacto, se aniquilan y nosotros, los planetas
y las galaxias, con sus millones de estrellas, existimos, ¿donde está la antimateria, o por
qué existimos? ¿Por qué vivimos en un universo formado exclusivamente por materia? El
tema está abierto.
El dilema de la energía
Nuestra sociedad está donde está gracias a que ha dispuesto de fuentes de energía intensas y ba-
ratas, los combustibles fósiles. Sin embargo, no hay disponibilidad de éstos para mucho tiempo, y
además su uso produce problemas ambientales (Gore, 2010). Por ello, el encontrar nuevas fuen-
tes energéticas, como la energía de fusión, es un objetivo largamente perseguido por la ciencia
y por los gobiernos. Por otro lado, hay otro aspecto extraordinariamente importante referido
a la energía eléctrica, que es su almacenamiento. El desarrollo de baterías y de sistemas
de almacenamiento de energía eficientes y rápidos de recargar es uno de los retos en los
cuales la ciencia y la tecnología actuales se hallan inmersos. En este sentido, es interesante
atender las consideraciones que recientemente planteaba un documento del Departamento
de Energía de Estados Unidos acerca de unas cinco áreas de la investigación básica en física
que pueden incidir en las disciplinas energéticas:
1. Control de los procesos al nivel de los electrones. Probablemente, en las próximas
décadas se pasará del estudio de cómo están organizados los sistemas cuánticos al
estudio de cómo funcionan y, en definitiva, cómo hacerlos funcionar para obtener un
resultado determinado. Para conseguir este objetivo habrá que conseguir el control
de los electrones en una escala de tiempo de atosegundos (10-18 segundos). Los ato-
segundos representan la escala de tiempo en que se mueve la dinámica electrónica
de los átomos. Un átomo es una nube compuesta esencialmente de vacío en el seno
La energía de fusión
A pesar de los amplios ámbitos tratados, desde el punto de vista de la ciencia fundamental
hay un objetivo básico, desde la perspectiva de la energía, en el que se centrarán muchos
esfuerzos económicos y humanos. Este objetivo es el disponer de forma operativa de energía
de fusión. Hay millones de estrellas en el universo, cuyo mecanismo de liberar energía es
la fusión nuclear. En nuestro Sol, núcleos de hidrógeno chocan entre ellos a gran energía
y se fusionan dando lugar a núcleos de helio. La repulsión electrostática que se ejercen los
núcleos entre sí es vencida por la energía que llevan los núcleos a causa de las elevadas
temperaturas del núcleo de la estrella. La masa del núcleo de helio resultante es inferior a
la masa de los núcleos de hidrogeno que la forman, y la diferencia da lugar a la energía
producida por la reacción. Cada segundo, el Sol transforma 600 millones de toneladas de
hidrógeno en helio, emitiendo una enorme cantidad de energía. En la Tierra, esta reacción
se ha conseguido llevar a cabo siempre en condiciones incontroladas, es decir, en bombas.
El objetivo es conseguir que se produzca en un reactor controlado, de modo que la energía
producida en la reacción pueda aprovecharse.
Se ha determinado que la reacción de fusión más adecuada en un reactor sería la del deuterio
con el tritio, ya que ésta se da produciendo la mayor cantidad de energía a la «menor» tem-
peratura. Esta temperatura resulta ser de 100 a 150 millones de grados. En estas condiciones,
los electrones se separan del núcleo y resulta un gas de electrones y núcleos denominado
plasma, un gas con carga eléctrica. El gas debe confinarse y calentarse a altas temperaturas
durante el tiempo adecuado para que se produzcan suficientes reacciones de fusión para
liberar suficiente energía que supere, de forma continua, la aportación realizada para que
se dé el proceso.
El deuterio puede destilarse del agua y, por lo tanto, prácticamente supone una fuente in-
agotable. La producción de deuterio es un proceso rutinario en aplicaciones industriales y
científicas. El tritio, en cambio, sólo existe en la naturaleza en forma muy poco perceptible,
pero en cambio puede producirse en las reacciones de fusión por contacto con el litio: el
tritio es engendrado cuando los neutrones producidos por la reacción de fusión del deuterio
con el tritio escapan del plasma e interaccionan con el litio contenido en la pared del reactor.
Un gran reto científico es saber cómo conseguir estas temperaturas tan altas. Hay dos mé-
todos: mediante el confinamiento magnético o mediante confinamiento inercial, ambos ob-
jeto de considerables esfuerzos de investigación. El confinamiento magnético se consigue
mediante un tokamak, una máquina que usa enormes campos magnéticos para mantener
y controlar el plasma en un recinto de forma toroidal. Los campos magnéticos cambiantes
que controlan el plasma también lo calientan, ya que crean mediante inducción intensas co-
rrientes eléctricas que impulsan los electrones y los iones, que chocan entre sí. Estos choques
crean resistencia, la cual a su vez produce calor. Pero este procedimiento es limitado, ya que,
paradójicamente, a medida que la temperatura del plasma aumenta, su resistencia –y, por
lo tanto, el efecto del calentamiento– disminuye. Para alcanzar las temperaturas necesarias
para la ignición hace falta, pues, un calentamiento externo. En algunos proyectos, como
el proyecto internacional ITER, dedicado a construir un reactor experimental de fusión en
Cadarache (Francia), esta energía adicional se obtiene inyectando un haz de partículas neu-
tras que chocan con las del plasma transfiriéndoles energía y con ondas electromagnéticas de
alta frecuencia, que transfieren energía de una forma análoga a como lo hace un horno
de microondas en una cocina doméstica.
El confinamiento inercial comporta calentar y comprimir los elementos que han de fusionarse
por la acción de haces de partículas y de luz láser. Así pues, se somete a intensa radiación el
recinto donde se halla el combustible, deuterio y tritio, mediante potentes fuentes que hacen
implosionar el combustible y lo comprimen hasta calentarlo a la temperatura a la cual se da
la fusión. Cuando esto ocurre, la ignición es posible.
Una de las ideas científicas que más han arraigado durante el siglo XX es el convencimiento
de que las actividades humanas pueden cambiar el clima de la Tierra. Esta percepción contrasta
con la idea reinante en el siglo XIX según la cual el clima se consideraba un concepto estático,
invariable en una escala de tiempo humana. Al final del siglo XIX se tenía el convencimiento
de que todos los cambios a gran escala del clima se producían muy lentamente y que a
escala humana los cambios eran imperceptibles. Una de las cuestiones que se debatían era la
influencia de la composición química de la atmósfera. Svante Arrhenius, un científico sueco,
pensaba que las glaciaciones del pasado quizá se debieran a cambios en la composición at-
mosférica de CO2, y así calculó que en ese caso, en una glaciación, la concentración de CO2
se reducía a la mitad. También estudió qué le ocurriría a la temperatura si la concentración de
CO2 se doblase, obteniendo que podría aumentar entre 5 °C y 6 °C, lo que interpretó como
un aspecto positivo, ya que, desde la perspectiva de un sueco, los inviernos un poco más
suaves suponían un impacto positivo del calentamiento de la atmósfera.
No obstante, previó que la Tierra tardaría miles de años en alcanzar esta concentración del
gas carbónico. La noción era que las actividades humanas podían alterar el clima favorable-
mente en la época que se habían descubierto los rayos X, la electricidad y el radio: ¿quién
podía pensar, entonces, que el progreso podía dar problemas? Las ideas de Arrhenius pasaron
sin pena ni gloria durante buena parte del siglo XX porque era impensable que se tuviera ca-
pacidad para influir sobre el clima, idea que no cambió ni cuando un ingeniero inglés, Guy
Stewart Callendar, evaluó medidas del CO2 atmosférico y concluyó que había aumentado
un 10%, planteando que este aumento era precisamente la causa del clima cálido de esos
años (Weart, 2006).
Ciertamente, era demasiado pronto para que las actividades humanas pudieran percibirse como
causa de un aumento de la temperatura, ya que este aumento realmente no se puede constatar
hasta la década de 1980. En 1960, Charles David Keeling pudo anunciar sobre la base de
medidas experimentales continuas que la concentración de CO2 crece continuamente y que
por análisis isotópicos puede afirmarse que este aumento se debe a las actividades humanas.
De esta época datan los intentos de cultivar nubes y las propuestas de esparcir hollín por el
hielo para fundir una parte y conseguir un aumento de la temperatura en las regiones árticas,
y de esparcir materiales en los océanos o en la atmósfera para reflejar la radiación solar y con-
Hoy no hay ninguna duda de que los gases con efecto de invernadero están aumentando, que
el origen de ese aumento son las actividades humanas y que los cambios en la concentración
de los gases con efecto de invernadero producirá cambios en los patrones de funcionamiento de
la atmósfera (Llebot, 2007). Sin embargo, quedan muchos temas desde el punto de vista
científico que configurarán la investigación en clima durante los próximos años. Por un
lado, aunque mayoritariamente se cree que los tiempos de respuesta del sistema climático
a los forzamientos debidos a los cambios en la composición de la atmósfera son largos, hay
quien opina, según resultados de análisis de la evolución de la temperatura del mar, que el
tiempo de respuesta es pequeño. Este dato es importante, porque el tiempo de respuesta está
relacionado con el cambio de la temperatura que se prevé cuando la atmósfera tenga una
concentración de CO2 que sea el doble de la concentración que había durante el período
preindustrial. Cuanto mayor sea el tiempo de respuesta, mayor será el aumento de la tempe-
ratura. Éste es un tema que se analizará con detalle en los próximos años, como seguirá es-
tudiándose la relación entre el clima y las variaciones de la actividad del Sol. También es un
tema discutido con insistencia en los últimos años. Efectivamente, las fluctuaciones del Sol
influencian el clima terrestre, pero, según la mayoría, como mucho en un 10%, mientras que
una minoría argumenta que existen correlaciones importantes que muestran que la influencia
del Sol representa entre un 50% y un 60% de los cambios observados en el clima terrestre.
Es obvio que clarificar este punto es un elemento importante también para la caracterización
de los elementos que caracterizan el clima.
Otro paquete importante de actividad científica se refiere a los modelos de cambio cli-
mático. Si bien los modelos climáticos globales funcionan moderadamente bien, tienen
aún una resolución demasiado pequeña. Los modelos sirven para proyectar cómo puede
cambiar el clima a escala regional, pero son incapaces de aumentar la resolución y cap-
turar comportamientos locales. Este hecho es muy importante para establecer estrategias
de adaptación a los cambios. Por lo tanto, los modeladores están trabajando intensamente
en poder proyectar cambios a escala regional, aunque hay quien se pregunta si esto será
alguna vez posible.
En otro orden de cosas, durante los próximos años crecerá el número de propuestas de in-
geniería climática, y habrá que validarlas y, sobre todo, evaluar sus posibles consecuencias
colaterales. Problemas como el conocimiento de los mecanismos precisos que determinan la
circulación oceánica profunda y la difusión de gases desde la atmósfera a la superficie y de
la superficie a las aguas profundas son elementos también fundamentales para poder predecir
el futuro climático del mundo y que caracterizaran la actividad científica de los físicos que se
dedican a esta disciplina, que hace tan sólo unos años se pensaba que no planteaba problemas
físicos importantes y ahora configura un entorno dinámico y creativo.
Conclusiones
La investigación en física ha sido uno de los pilares en los que se ha centrado el progreso
científico y tecnológico de los siglos XIX y xx. Los dos «temas» que modularán el progreso de
la física durante el siglo XXI serán probablemente la búsqueda de un mejor aprovechamiento
de la energía y de nuevas fuentes, así como el conocimiento de las características más intrin-
cadas de la materia, mostrando, como ya ha ocurrido en otras ocasiones en la historia de la física,
que al ir resolviendo unos problemas se plantean otros aún más interesantes y decisivos
para el progreso del conocimiento del mundo.
ACTIVIDAD
Ciclotrón Alba
Lee detenidamente el siguiente texto publicado en Europa Press el 23 de marzo de 2010 (Europa
Press, 2010):
«El gerente del Consorcio para la Construcción, el Equipamiento y la Explotación del La-
boratorio de Luz Sincrotrón (CELLS), Mariano Sazatornil, señaló los “sorprendentes y des-
conocidos” campos de investigación, como la pintura o la industria cosmética, en los que
trabajará el acelerador de partículas español Sincrotrón Alba, que será presentado este lunes
por el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, el presidente de la Generalitat,
José Montilla, y la ministra de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia, en la localidad
barcelonesa de Cerdanyola del Vallès.
El proyecto, cofinanciado por la Generalitat y el Gobierno central, trabajará en los campos
de la química, las ciencias del medio ambiente, las ciencias materiales y la Biología. “Pero
también se podrán hacer estudios en los campos de la paleontología o en la industria far-
macéutica con el análisis de las estructuras moleculares”, subrayó Sazatornil. Asimismo,
destacó otros campos de aplicación “más sorprendentes y desconocidos”, como son el
estudio de las estructuras de pinturas, la industria cosmética o el estudio de textos que
hasta ahora resultaban ilegibles.
Por otro lado, Sazatornil explicó en una entrevista a RNE recogida por Europa Press cómo
funciona Alba: “Se trata de una instalación que lo que pretende es obtener luz mediante
la aceleración de electrones”. En este sentido, se provoca la trayectoria circular de los
electrones en lugar de la tendencia rectilínea que suelen seguir, y de esta forma, al forzar
la curvatura, “emiten luz que sirve para poder observar objetos de tamaño realmente pe-
queño”, actuando como “un gran microscopio”.»
Basándote en él, diseña una actividad Ciencia-Tecnología-Sociedad (CTS) sobre el fundamento, las
aplicaciones y las repercusiones sociales y económicas de la construcción de un ciclotrón de
estas características. Esta actividad debe promover que los alumnos busquen información sobre el
fundamento del ciclotrón y sus aplicaciones, y que puedan discutir y argumentar sobre sus reper-
cusiones sociales y económicas. Puedes encontrar orientaciones y ejemplos de actividades similares
en los proyectos «Science in Society» y «PEEP»:
• Science in Society (Universidad de York. Nuffield Curriculum Centre): www.scienceinso-
cietyadvanced.org
• PEEP (Physics & Ethics Education Project): www.peep.ac.uk/content/index.php
FUENTES Y RECURSOS
Libro
PIETRYK, G. (2007). Panorama de la physique. París: Belin. Pour la science.
Este libro recoge desarrollos recientes de la física. Cada tema es presentado bajo la forma de
un artículo corto, en el que se resaltan las ideas físicas básicas, evitando el formalismo mate-
mático. Las secciones abordadas son: Astrofísica, Física nuclear y de las partículas elementa-
les, Óptica, Materia condensada, Fluidos, materiales biológicos y plasmas, Geofisica interna,
Física de las coberturas fluidas, El sistema climático y La tecnología de la información.
Sitios web
FECYT (2009). Unidad Didáctica Nanociencia y Nanotecnología. Entre la ciencia ficción
del presente y la tecnología del futuro.
www.fecyt.es/fecyt/contraerMenu.do?strRutaNivel1=;Publicaciones&tc=publicaciones
Unidad didáctica publicada por la FECYT el año 2009 –año europeo de la creatividad y la
innovación– sobre la nanociencia y la nanotecnología, dos disciplinas emergentes, con un
elevado carácter multidisciplinar y con especial relevancia científica y social. Los desarrollos
y las aplicaciones industriales que realiza la nanotecnología a partir de la investigación bá-
sica que realiza la nanociencia son absolutamente innovadores, desde nuevos materiales con
aplicaciones en medicina (fabricación de ligamentos o tendones artificiales) o en construc-
ción (edificios que se puedan autoabastecer energéticamente) hasta dispositivos electrónicos
cada vez más diminutos y potentes.
Investigación y Ciencia.
www.investigacionyciencia.es
La revista Investigación y Ciencia, de periodicidad mensual, es una excelente fuente de
artículos para mantenerse al día sobre la investigación científica. Publicada por Prensa
Científica, ofrece información sobre los avances científicos del mundo entero y constituye
un buen recurso para conocer el quehacer investigador en España e Iberoamérica. Además,
publica monográficos trimestrales sobre los más variados aspectos del conocimiento
científico.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
CONTENIDO DE CAPÍTULO
Àngel Messeguer
Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Barcelona
Es aventurado predecir las direcciones que tomará la investigación avanzado el siglo, pero
sí es posible analizar los campos del conocimiento donde se ejercerá una presión mayor
para resolver los problemas que preocupan a nuestra sociedad. Estos campos pueden
agruparse alrededor de tres grandes temas: la energía, el medio ambiente y la salud. Todo
ello enmarcado en un marco global de competitividad económica. A pesar de la intensa
crisis económica que se vive en estos años y la dificultad de predecir su duración, no se
vislumbra una alternativa de organización social que implique una profunda transforma-
ción de los medios de producción y distribución, en definitiva, de la manera de crear y
repartir la riqueza. Por lo tanto, debe seguir aceptándose la necesidad de producir y ven-
der bienes y productos de calidad a costes aceptables para los consumidores. La industria
química ha jugado y jugará un papel determinante en este proceso, ya que suministra
la mayor parte de los materiales necesarios para la producción en prácticamente todos
los sectores de la economía. No se tratará sólo de producir productos químicos, sino de
hacerlo bajo criterios de competitividad crecientes y de restricciones energéticas y am-
bientales cada más rígidas.
Química y energía
La escasez de combustibles fósiles, con su repercusión en los precios, y el deterioro
ambiental que produce su uso plantean la necesidad de desarrollar otra clase de fuentes
energéticas, como algunas de las denominadas renovables, o bien contemplar el renaci-
miento de las nucleares (véase el fascículo de Investigación y Ciencia de noviembre de
2006 [AA.VV., 2006]). Temas como la utilización de medios de locomoción eléctricos
o híbridos, el desarrollo de las placas solares o el almacenamiento de energía han abierto
paso a investigaciones sobre baterías y sobre nuevos materiales conductores, aislantes y
dieléctricos. Por otra parte, se ha planteado el uso del hidrógeno como fuente alternativa
de energía. Todas estas opciones demandan programas de investigación y desarrollo
donde la química del estado sólido, la electroquímica o la catálisis deben jugar un papel
preponderante.
Ahora bien, tanto las posibles vías de neutralización del dióxido de carbono atmosférico
como las de contaminantes que puedan detectarse en un entorno ambiental determinado,
sea aire, mar o suelos, necesitan ser entendidas a la escala molecular y mecanicista, como
paso previo a la propuesta de soluciones adecuadas. A este nivel, mecanismos implica-
dos en la bioquímica de la transformación de dióxido de carbono o de la generación de
metano por parte de microorganismos o de organismos vegetales y animales no están del
todo elucidados. En este contexto, la química teórica y computacional deberá llevar a
cabo una contribución decisiva para profundizar en el conocimiento y el control de esos
mecanismos.
Por otra parte, si hay procesos que inevitablemente generen residuos, o bien cuando se trata
de los residuos urbanos, se deberán desarrollar tecnologías de transformación y reapro-
vechamiento de estos residuos o de tratamiento de los mismos, para reducir su impacto
sanitario y ambiental. Nuevamente se está hablando de procesos donde la química jugará
un papel fundamental. El tema de los residuos tiene también una vertiente toxicológica im-
portante. Conocer con mayor fiabilidad los riesgos que para la salud presentan los produc-
tos contaminantes, sean de origen natural o sintético, sigue siendo un reto frente al cual la
aproximación desde la química es relevante. Piénsese que cualquier transformación de un
Química y salud
Una exigencia creciente de nuestra sociedad es la de poder disfrutar de una mayor cali-
dad de vida. No solamente que los tratamientos preventivos y curativos sean capaces de
controlar las enfermedades, aun para aquellas para las que no se dispone de tratamientos
efectivos, sino también de paliar manifestaciones como el dolor o las minusvalías físicas
y psíquicas. La mejora impresionante experimentada a lo largo del siglo XX en higiene, ali-
mentación y medicina ha conllevado un aumento significativo de la expectativa de vida.
Como contrapartida, el envejecimiento y los problemas de aparición y prevalencia de
enfermedades degenerativas (cáncer, demencias), patologías cardiacas, diabetes y artritis
se han convertido en problemas de importancia para un sector creciente de población
(véase el fascículo de Investigación y Ciencia de noviembre de 2003 [AA.VV., 2003]).
Métodos de diagnóstico, de análisis clínico, de tratamientos terapéuticos y de implan-
tación de tejidos, por poner algunos ejemplos, pasan en su diseño y puesta a punto por
la química a través de muy variadas especialidades, siempre en colaboración con otras
disciplinas científicas y técnicas.
Desde otro punto de vista, y recordando casos vividos en los últimos años, la sociedad no
puede sentirse libre de padecer epidemias. Además, la globalización y las facilidades de
comunicación representan un riesgo adicional de propagación y extensión de esta clase
de episodios. De nuevo, el desarrollo de métodos de diagnóstico rápidos y fiables, junto con
tratamientos adecuados con fármacos y vacunas, son objetivos que tener en cuenta frente a
cualquier amenaza de esta naturaleza.
La puesta en el mercado de un fármaco, sirva de ejemplo, puede alcanzar cifras por en-
cima de los 800 millones de euros y períodos por encima de los 10 años de desarrollo.
Por tanto, será imprescindible una complicidad entre biólogos, químicos, farmacólogos
y cuantas ramas de la ciencia y la tecnología hagan falta para optimizar todas las etapas
del desarrollo de fármacos y así reducir costes y tiempos.
Otra perspectiva desde la que se pueden plantear los retos de la investigación en química,
complementaria a la de resolución de problemas que planteará la sociedad, es la de la simple
curiosidad científica. Siguen existiendo retos en la investigación química para entender el
funcionamiento de la naturaleza a todas las escalas de tiempo y de tamaño. El impulso que
la curiosidad científica comunica a la investigación química abarca un campo de actuación
muy amplio. En este trabajo se comentan dos aspectos a modo de ejemplo: la química de
materiales y las nanociencias, y la química biológica.
Cuadro 1. La escala del mundo de las nanotecnologías se centra entre el volumen de los virus y el de los
anticuerpos
Escalas de longitud
1,5 m
rango micrométrico
(10-3-10-6 m)
10-4 m
Hombre 10-5 m rango nanométrico
Hoja de papel (10-6-10-9 m)
de canto
5 x 10-8 m
Glóbulo rojo
2 x 10-9 m
Virus
Molécula 2 x 10-10 m
ADN
Átomo
1 nanómetro = 10-9 m
ÁREAS APLICACIONES
Medicina • Técnicas de diagnóstico sensibles y fiables.
• Detección y destrucción de tumores, metabolitos tóxicos y excesos de grasa.
• Provisión de miméticos de tejido óseo, cartilaginoso, nervioso, etc.
• Aminoración de la agresividad de las técnicas quirúrgicas.
• Aminoración del uso de materia viva natural.
Energía • Optimización del aprovechamiento de la energía solar.
• Usos alternativos a los combustibles fósiles (pilas de hidrógeno, colectores solares, geotermia…).
• Distribución más eficiente de la energía (por ejemplo, a través de nanotubos).
• Superconductores que funcionen a temperatura ambiente.
Medio • Control de calidad y condiciones sanitarias de la producción y el consumo de alimentos.
ambiente • Detección y eliminación de contaminantes ambientales.
• Nanomáquinas que obtengan su energía de la contaminación ambiental.
• Reducción del uso de fuentes de energía tradicionales, finitas y contaminantes.
Sin embargo, los avances en la química de materiales requieren la puesta a punto de dos
aspectos adicionales. Por una parte, metodología analítica para determinar la estructura
de todas estas nanopartículas y entender así los mecanismos que rigen su comportamiento
a nivel molecular. Esta tecnología analítica debe ir acompañada de la capacidad de
procesar y ordenar los datos que se generen. Por otra parte, se necesita resolver los pro-
blemas de manufactura de estos materiales, las variables de los procesos químicos
implicados y su ensamblaje correcto con los complementos necesarios para la aplicación
que se desea. La investigación química tiene aún numerosos interrogantes que responder
en estos campos.
La química biológica
Sin lugar a dudas, el estudio de las moléculas y las reacciones químicas que son importantes
para la vida recibirá un impulso tan grande o mayor que el recibido hasta nuestros días. Este
impulso es consecuencia del gran desarrollo de la biología molecular y celular en la segunda
mitad del siglo pasado. Este avance del conocimiento debe complementarse con la com-
pleja tarea de entender el mundo biológico, su programación, sus mecanismos de funcio-
namiento y de control, sus interacciones, etc., a nivel molecular, también desde la química.
Esta necesidad de comprensión persigue un doble objetivo, además del de alimentar la cu-
riosidad científica: tener la capacidad de explotarlo para cuestiones que afecten directamente
a los organismos vivos y, en particular, al género humano (salud, alimentación, bienestar)
y constituir la base de extrapolación a la solución de problemas de sistemas no biológicos.
Conclusión
La química, como parte fundamental de la vida diaria en prácticamente todos sus aspectos,
juega y seguirá jugando un papel fundamental en el mundo de la investigación científica
y técnica. Por lo tanto, tendrá necesidad de profundizar en el conocimiento de fenómenos
que todavía no se comprenden en su totalidad o en su complejidad (el estado sólido, la
consciencia, la estructura íntima del agua, el cambio climático, el cáncer, los mundos de lo
muy pequeño o de lo que sucede muy rápido…). Son desafíos que comunican a la química
un gran atractivo científico y estimulan la curiosidad de quienes investigan en su terreno.
Además, han surgido campos de investigación en los que la química ha mostrado su capaci-
dad para contribuir decisivamente a su avance. Un ejemplo lo constituye la conexión íntima
entre química y gastronomía. Por ejemplo, la visita a una cocina en donde se practican las
nuevas tendencias gastronómicas muestra una variedad de dispositivos que hasta hace poco
tiempo eran exclusivos de un laboratorio de química.
Con todo, los tiempos actuales y los que se avecinan van en contra de la batalla indi-
vidual de una disciplina frente a los problemas que deben resolverse, de manera que
únicamente desde la química no podrán abarcarse de manera eficiente, sino que necesi-
tarán el concurso de otras ramas de la ciencia y de la tecnología. Como sucede en otras
disciplinas, la futura investigación en química deberá tener un carácter transversal o no
alcanzará los éxitos que se persiguen. Esta transversalidad, la necesidad de comunicarse
con científicos de otros campos, de tratar de entender sus planteamientos y de explicar
los propios, amplía los recursos, modula los criterios para aplicarlos convenientemente
y convierte la aventura investigadora en ciertamente apasionante.
Y, por último, la futura investigación química, como todas las demás, no debe olvidar su otro
gran objetivo: la mejora de la calidad de vida de la sociedad a la que se debe. Por lo tanto, debe
estar atenta a los problemas que no han tenido hasta el momento solución satisfactoria y ser
capaz de proporcionar respuestas válidas y rápidas a aquellos que puedan surgir en el futuro y
que representen una amenaza o la asunción de riesgos injustos o innecesarios para esa misma
sociedad. Todo ello aceptando que no podremos crecer de forma indefinida en un mundo de
recursos finitos como el nuestro. La química, como la física, la biología o cualquier otra rama
del conocimiento, son neutras; pero el investigador y quien planifica y prioriza los temas de
investigación no lo son. Y, a la hora de seleccionar los problemas, resolverlos y explorar sus
aplicaciones, el químico no debe dejar de lado su sentido de responsabilidad con la sociedad.
Mientras que los físicos tienen agujeros negros, sistemas de altas energías o interacciones de
partículas subatómicas para discernir, y los biólogos genomas, proteomas o potencial de la bio-
logía de sistemas para explorar, la química, a pesar de la imagen de poseer una base concep-
tual firmemente establecida, tiene también planteados problemas importantes. Los esfuerzos
que se realizan y se llevarán a cabo para resolverlos en los próximos años es lo que Stephen
Lippard, profesor del Massachusetts Institute of Technology, ha denominado la revolución si-
lenciosa de la química, siempre en complicidad con las otras disciplinas científicas.
ACTIVIDADES
En el siguiente artículo se hace referencia al debate que se ha iniciado, no siempre sustentado con
argumentos científicos y en donde los intereses económicos de unos y otros también han entrado
en juego, sobre la seguridad de los productos resultantes de la nanotecnología y de sus aplicaciones
en los campos de la salud o de la alimentación. El artículo da pie para que el lector busque más
información y aplique su criterio para valorar la fiabilidad de las fuentes consultadas, y presente
una opinión fundamentada.
FUENTES Y RECURSOS
Libros
Breslow, R. (2001). La Chimie aujourd’hui et demain. Bruselas: DeBoeck.
Este libro, escrito por el presidente de la American Chemical Society, muestra la química en
relación con la vida cotidiana y con lo que nos aportará en el futuro.
Revistas
AA.VV. (1996). Avances de la ciencia en el currículum. Alambique, 10.
Número monográfico de Alambique dedicado a la introducción de los avances científicos
en el currículo.
Educación Química.
depa.fquim.unam.mx/educquim/larevista.php
Educación Química es una revista trimestral publicada por la Facultad de Química de la Uni-
versidad Nacional Autónoma de México y por seis asociaciones profesionales de química en
México. Pretende difundir tanto investigaciones como contribuciones didácticas a la educación
de Química, en la búsqueda de la actualización del profesorado nacional e internacional de esta
disciplina y de la comunicación de innovaciones entre investigadores y docentes. Educación
Química acepta la publicación de artículos en español, inglés, francés y portugués.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
CONTENIDO DE CAPÍTULO
Daniel Gil
Universidad de Valencia
Amparo Vilches
Universidad de Valencia
El enfoque que damos a este capítulo es distinto al de los otros que conforman el libro. Aun-
que está dirigido principalmente a ampliar y profundizar en el conocimiento disciplinar del
profesorado de secundaria, en formación inicial o permanente, lo hemos redactado en un
formato lo más próximo posible al de la práctica de la enseñanza y promoviendo la activa
implicación del lector en el proceso de enseñanza-aprendizaje sobre la problemática am-
biental y el avance hacia la sostenibilidad.
Así, dedicaremos esta presentación, en primer lugar, a justificar la inclusión de esta temática
como complemento de formación del profesorado de Biología y Geología. Seguidamente, inten-
taremos ofrecer un hilo conductor del desarrollo del capítulo. Ambas cuestiones son esenciales
para proporcionar la concepción preliminar de la tarea y generar interés hacia ella, lo que evita
las introducciones arbitrarias que suelen caracterizar una enseñanza que se limita a transmitir
conocimientos ya elaborados. Nuestra pretensión, por el contrario, es hacer participar al profe-
sorado en formación en la construcción de los conocimientos, siguiendo para ello un programa
de actividades concebido para favorecer un trabajo cooperativo centrado en el tratamiento de
situaciones problemáticas de interés, tal como la investigación ha venido apoyando tanto para
el trabajo con el alumnado como en la formación-actualización del profesorado. Se invita,
por tanto, al lector o lectora a asumir una doble perspectiva. Por una parte, la del estudiante
Las actividades que vienen intercaladas en el capítulo, formuladas como interrogantes, están
dirigidas a promover la reflexión, de forma que al llegar a cada una se ha de detener la
lectura y tratar de darle una respuesta personal o de grupo antes de continuar leyendo. Los
comentarios que siguen a las preguntas nos ayudan a complementar y fijar las respuesta
que hayamos dado a cada pregunta y, al mismo tiempo, nos sitúan en el papel del profesor,
aportando reflexiones y recomendaciones sobre el tratamiento que se podría dar al contenido
y sobre la organización de las tareas que podrían realizarse en la clase en relación con cada
uno de los interrogantes planteados.
Por todo ello, este programa de actividades, previa adaptación de las preguntas y las tareas
presentadas a lo largo del capítulo al contexto y nivel escolar en que se vaya a aplicar, puede
servir también de orientación didáctica para reflexionar sobre la enseñanza relativa a los
problemas ambientales y la sostenibilidad en una clase de secundaria.
Actividad 1
¿Qué razones pueden justificar la inclusión de un capítulo dedicado al estudio de «Problemas am-
bientales y sostenibilidad» en este libro de formación del profesorado de secundaria? ¿Cuál puede
ser su interés?
Por favor, reflexiona al respecto y no sigas leyendo hasta tener una respuesta personal que te
satisfaga.
Sabemos, sin embargo, que nuestras sociedades no están respondiendo con suficiencia a
esta situación. Ni el conjunto de la ciudadanía ni sus responsables políticos parecen haber
comprendido tal gravedad y la necesidad de actuar sin demora, atendiendo a las reco-
mendaciones fundamentadas de la comunidad científica. Ésta es la razón de los reiterados
Estos llamamientos han ido haciéndose más apremiantes a medida que los problemas se han
agravado, exigiendo la incorporación explícita de la educación para la sostenibilidad en los
currículos de todos los niveles y, como es lógico, en los de formación del profesorado. De
ahí la presencia de un capítulo de «Problemas ambientales y sostenibilidad» en el Máster
Universitario en Profesorado de Educación Secundaria. Algo que debe ser saludado muy
positivamente, no sólo porque contribuirá a una mejor acción educativa para hacer posible
la implicación ciudadana en la construcción de un futuro sostenible, sino también porque fa-
vorecerá la inmersión de los estudiantes en la cultura científica a través del tratamiento de
una problemática relevante y susceptible de interesarles.
Actividad 2
Enumera los problemas a los que, en tu opinión, hemos de hacer frente hoy los seres humanos. Es
preciso hacer un esfuerzo para no olvidar ningún problema importante porque, como veremos,
están estrechamente relacionados, e ignorar alguno puede bloquear el tratamiento del conjunto.
Ésta es la pregunta que planteamos a los participantes y también a los alumnos, distribuidos
en equipos de trabajo, anunciándoles que, más adelante, pondremos en común y sobre la
que discutiremos sus contribuciones, cotejándolas con las que señalan los expertos. Esa
reflexión colectiva permite comprender mejor la información procedente de los expertos,
porque viene a responder a cuestiones que se han planteado previamente.
Quienes piensen que ésta es una pregunta poco precisa para un curso de Ciencias pueden
plantear otra más concreta como, por ejemplo: «¿cuáles pueden ser los problemas asociados
a la obtención y consumo de recursos energéticos?» o «¿cuáles son los problemas asociados a
la pérdida de la biodiversidad?» El resultado es básicamente el mismo, puesto que, como in-
tentaremos mostrar, los problemas están estrechamente vinculados.
Debemos resaltar que el resultado de esta actividad es tanto más rico cuanto más se favorece
el trabajo en equipo y los intercambios entre estos equipos. Algo que funciona muy bien, por
ejemplo, es pedir a un equipo que muestre en la pizarra la relación de problemas que ha elabo-
rado y que el resto de equipos añadan los que no vean reflejados y señalen aquéllos en los que
hayan coincidido. Se evidencia así que algunos problemas merecen la atención casi unánime
de los equipos: es el caso de la contaminación, el agotamiento de los recursos, la pérdida de
la biodiversidad, etc. Otros son señalados con menor frecuencia, pero lo esencial es ver cómo,
entre todos los equipos, se cubre prácticamente el conjunto de problemas señalados por la
comunidad científica en documentos rigurosos de fácil acceso, como los elaborados por la Co-
misión Mundial del Medio Ambiente y del Desarrollo (CMMAD, 1988), el Worldwatch Institute
(1984-2010) o el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (Duarte, 2006) y por una
educación ambiental que hunde sus raíces en el siglo XIX (Bergandi y Galangau-Quérat, 2008).
En el cuadro 1 (en página siguiente), que conviene proporcionar tras la puesta en común,
se enumeran los problemas encontrados al analizar la literatura. Dicha enumeración suele
coincidir, básicamente, con la síntesis elaborada a partir de las respuestas dadas por los
equipos a la actividad 2, lo que debe ser resaltado como una muestra de la validez de la
reflexión colectiva.
Hemos optado por agrupar los problemas mencionados en dos grandes bloques, el primero de
los cuales describe una serie de hechos que caracterizan la situación actual, y el segundo, se
refiere más bien a los relacionados con comportamientos de los seres humanos que pueden
ser vistos como causas de los hechos enumerados. Debemos señalar, sin embargo, que esta
ordenación es, en buena medida, arbitraria porque, como tendremos ocasión de mostrar, existe
una circularidad que convierte cada problema en causa y al mismo tiempo en consecuencia
de los otros. Lo esencial, en cualquier caso, como plantea el mismo enunciado de la activi-
dad 2, es no dejar en la sombra ninguno de estos problemas, pues dada su relación ello podría
impedir un tratamiento adecuado de la situación. Pero no basta, por supuesto, con referirse a
la contaminación, al agotamiento de los recursos, etc., para comprender por qué se habla de
una situación de emergencia planetaria. Resulta necesario profundizar en dichos problemas.
• Contaminación ambiental (suelos, aguas y aire) y sus secuelas (incremento del efecto invernadero, lluvia
ácida, destrucción de la capa de ozono, etc.) que apuntan a un peligroso cambio climático.
• Agotamiento y destrucción de los recursos naturales (capa fértil de los suelos, recursos de agua dulce,
fuentes fósiles de energía, yacimientos minerales, etc.).
• Urbanización creciente y, a menudo, desordenada y especulativa.
• Degradación de ecosistemas (incremento de fenómenos extremos, destrucción de la biodiversidad…),
causa de enfermedades, hambrunas, pobreza extrema… y, en última instancia, desertificación.
• Destrucción, en particular, de la diversidad cultural.
PROBLEMAS ASOCIADOS A COMPORTAMIENTOS INDIVIDUALES Y COLECTIVOS QUE CONSTITUYEN, A SU VEZ,
NUEVOS PROBLEMAS
• Apuesta por un crecimiento sostenido que resulta agresivo con el medio físico y nocivo para los seres
vivos, fruto de comportamientos guiados por intereses y valores particulares y a corto plazo.
• Hiperconsumo de las sociedades «desarrolladas» y grupos poderosos.
• Explosión demográfica en un planeta de recursos limitados.
• Enormes desequilibrios entre distintos grupos humanos, asociados a falta de libertades e imposición de in-
tereses y valores particulares, que se traducen en hambre, pobreza… y, en general, marginación de amplios
sectores de la población.
• Distintas formas de conflictos y violencias asociados, a menudo, a dichos desequilibrios (violencias de
clase, género, interétnicas, interculturales… y los conflictos bélicos; la actividad de las organizaciones
mafiosas; la actividad especuladora de empresas transnacionales, etc.).
Actividad 3
Nos remitimos a los «Temas de Acción Clave» accesibles en la web de la Década por una Educa-
ción para la Sostenibilidad (AECID-OEI, 2010),1 en particular a los dedicados a «Contaminación
sin fronteras»2 y a «Agotamiento y destrucción de los recursos naturales»,3 así como a las referen-
cias allí incluidas para profundizar en ambos problemas y proporcionar información útil para las
puestas en común tras realizar el trabajo por equipos.
Para valorar la incidencia y las consecuencias de alguna de las formas de contaminación con-
templadas se puede pedir, por ejemplo, la medida de la contaminación acústica con sonóme-
tros, de la acidez de aguas en zonas afectadas por la lluvia ácida, de la cantidad de desechos
abandonados en un parque, etc., así como cálculos estimativos de la cantidad de CO2 que
libera un automóvil o una simple bombilla incandescente.
Pero lo más importante es mostrar la estrecha vinculación de los problemas contemplados, sin
lo cual difícilmente se puede llegar a comprender la gravedad de la situación y la necesidad
de una decidida implicación en su tratamiento.
Actividad 4
Sea cual sea el país o la región del planeta que consideremos, ¿dónde se potencian y resultan más
graves estos problemas, estrechamente vinculados, de contaminación y agotamiento de recursos?
1. www.oei.es/decada/index.php
2. www.oei.es/decada/accion005.htm
3. www.oei.es/decada/accion23.htm
Una pregunta como ésta dirige la atención hacia el problema de una urbanización creciente
y desordenada en el que conviene detenerse.
Actividad 5
¿Cuáles pueden ser las consecuencias del actual crecimiento urbano, acelerado y desordenado?
Preparar una exposición fotográfica ilustrativa.
Vemos, pues, que los problemas contemplados hasta aquí se refuerzan mutuamente. Y ello
tiene consecuencias de degradación globales, que afectan a todo el planeta, no sólo a las
ciudades, en las que es preciso detenerse también.
Actividad 6
Los informes elaborados para Naciones Unidas por paneles de expertos alertan, año tras año,
de un deterioro generalizado de los ecosistemas que califican de devastador. La explotación
intensiva, los incendios, la contaminación, la urbanización desordenada… están destru-
yendo todos los ecosistemas: bosques, praderas, humedales, playas, arrecifes de coral…
Especial atención merece el papel que juega en esta degradación el incremento del efecto
invernadero (saliendo al paso del frecuente error que supone hablar negativamente del pro-
pio efecto invernadero) y el cambio climático5 que está generando con consecuencias ya
visibles: disminución de los glaciares y deshielo de los casquetes polares y del permafrost;
subida del nivel del mar; destrucción de humedales, bosques de manglares, zonas costeras
habitadas; aumento de la frecuencia e intensidad de los fenómenos atmosféricos extremos,
como sequías, huracanes, inundaciones, avalanchas de barro; transformación de los océa-
nos en fuentes de dióxido de carbono; modificaciones en las migraciones de aves; alteración
de los ritmos vitales de numerosas especies, etc.
5. www.oei.es/decada/accion17.htm
6. www.oei.es/decada/accion18.htm
7. www.oei.es/decada/accion12.htm
Como nos muestra este conjunto de problemas, estrechamente vinculados, al que hemos pa-
sado revista muy someramente y sin ánimo exhaustivo, nos encontramos ante una situación
de auténtica emergencia planetaria. Analizaremos ahora los comportamientos, individuales
y colectivos, asociados a dicha situación.
Actividad 7
Considera los pros y los contras del crecimiento económico continuado que ha tenido lugar en
los llamados países desarrollados, fundamentalmente desde la segunda mitad del siglo xx, y que
constituye el objetivo explícito de la mayor parte de las sociedades.
Conviene recordar que desde la segunda mitad del siglo XX se ha producido un crecimiento
económico global sin precedentes. Y cabe reconocer que ello se acompañó de importan-
tes avances sociales (para una cuarta parte de la humanidad): más alimentos, viviendas,
hospitales, escuelas, vehículos, productos manufacturados de todo tipo, etc., es decir, au-
mento del nivel de vida. Ésa es una de las razones, sin duda, por la que la mayoría de los
responsables políticos, movimientos sindicales, etc., parecen apostar por la continuación
de ese crecimiento.
Sabemos, sin embargo, que mientras los indicadores económicos, como la producción o la
inversión, han sido, durante años, sistemáticamente positivos, los indicadores ambientales
resultan cada vez más negativos, y muestran una contaminación sin fronteras y un cambio
climático que amenaza la biodiversidad y la propia supervivencia de la especie humana. Y
pronto, estudios sobre «los límites del crecimiento» (Meadows, Randers y Meadows, 2006)
establecieron la estrecha vinculación existente entre ambos indicadores. Ésa es la razón de que
hoy hablemos de un crecimiento insostenible. El concepto de huella ecológica –que se define
como el área de territorio ecológicamente productivo necesaria para producir los recursos uti-
lizados y para asimilar los residuos producidos por una población dada–, permite cuantificar
Actividad 8
Indica algunas características de las pautas de consumo en las sociedades desarrolladas, que pue-
dan estar contribuyendo al proceso de degradación.
Hay que referirse al hiperconsumo de las sociedades «desarrolladas» y los grupos poderosos
de cualquier sociedad, que sigue creciendo como si las capacidades de la Tierra fueran infi-
nitas.9 Baste señalar que los 20 países más ricos del mundo han consumido en el último siglo
más naturaleza, es decir, más materia prima y recursos energéticos no renovables, que toda
la humanidad a lo largo de su historia y prehistoria. Este hiperconsumo afecta tan sólo a una
quinta parte de la humanidad, pero ello no significa que el consumo mucho más moderado
–y, muy a menudo, insuficiente para unas condiciones de vida aceptables– del resto de los
seres humanos no repercuta sobre el medio ambiente. Ello nos remite a la consideración de
un segundo factor: el crecimiento demográfico.10
Actividad 9
¿En qué medida el actual crecimiento demográfico puede considerarse un problema? Tras exponer
vuestras conjeturas, recopilar información al respecto y proceder a su discusión.
Existe una notable resistencia en amplios sectores de la población a aceptar que el creci-
miento de la población mundial representa hoy un grave problema. Incluso se argumenta
con frecuencia que el problema es el contrario, puesto que en los países desarrollados se
está produciendo un grave envejecimiento de la población que pone en peligro el sistema de
pensiones, etc. Éste es un ejemplo de planteamiento local guiado por intereses particulares
a corto plazo, que conduce a conclusiones insostenibles. Por ello, conviene proporcionar
datos acerca de este crecimiento demográfico que permitan valorar su papel, junto al hi-
perconsumo de una quinta parte de la humanidad, en el actual crecimiento no sostenible
(CMMAD, 1988; Sachs, 2008):
• A lo largo del siglo XX la población se ha más que cuadruplicado y sigue creciendo,
más allá de la capacidad de carga del planeta. Se puede comprender el absurdo de
pensar que la población pueda seguir creciendo indefinidamente, como lo hace ahora,
señalando que eso supondría que en menos de 2.000 años su masa equivaldría ¡a la
de toda la Tierra! (Diamond, 2006). Pero hay argumentos de tanto o más peso como
esta reducción al absurdo.
• Como mostraron en 1997 los expertos en sostenibilidad, en el marco del llamado Foro
de Río +5, para que la población mundial existente en aquel momento alcanzara un
nivel de vida semejante al de los países desarrollados se precisarían los recursos de
más de tres Tierras (!). Y desde entonces la población mundial se ha incrementado
en más de 700 millones.
Actividad 10
• Busca ejemplos de graves desequilibrios entre grupos humanos y prepara dossiers y pósters
ilustrativos. ¿Cuáles pueden ser las consecuencias de los mismos? ¿En qué medida pueden
mantenerse indefinidamente?
• Señala distintos tipos de conflictos y violencias asociados a los desequilibrios analizados.
Realiza un seguimiento de su presencia en la prensa en un período determinado y comentar
los resultados.
11. www.oei.es/decada/accion01.htm
12. www.oei.es/decada/accion26.htm
ambientales y los derechos de los trabajadores son más débiles, contribuyendo al deterioro
social y a la destrucción del medio ambiente.
Evitar lo que algunos expertos han denominado la sexta extinción ya en marcha (Leakey
y Lewin, 1997), exige poner fin a los hechos que determinan la actual situación de emer-
gencia planetaria. Una abundante investigación, recogida en una amplia literatura, hace
referencia a las medidas necesarias y posibles para hacer frente a esta situación. Conviene
favorecer una primera reflexión global al respecto (actividad 11).
Actividad 11
¿Qué medidas cabría adoptar para poner fin a la situación de emergencia planetaria? Procede a
una primera enumeración tentativa de las mismas que permita pasar a su discusión posterior y
a cotejarlas con las contribuciones de la comunidad científica.
Resulta esencial dejar claro que el planteamiento holístico con que se abordaron los problemas,
dada su estrecha vinculación, debe estar presente también al pensar en las posibles soluciones:
ninguna acción aislada puede ser efectiva, precisamos un entramado de medidas que se apoyen
mutuamente. Como señala la Comisión Mundial del Medio Ambiente y del Desarrollo (CMMAD,
1988), el reto fundamental proviene de su carácter sistémico. Ninguna solución por sí sola bastaría
para resolver los problemas; se requiere, pues, interconectar toda una serie de medidas, apoya-
das en una amplia literatura, que, según los expertos, pueden englobarse, básicamente, en medidas
científico-tecnológicas, educativas (para la transformación de actitudes y comportamientos) y
políticas (legislativas, judiciales, etc.) en los distintos niveles (local, regional…).
Este planteamiento global es el que ha dado lugar a los conceptos de sostenibilidad y desa-
rrollo sostenible, que conviene introducir someramente antes de abordar con mayor profun-
didad el análisis de los diferentes tipos de medidas.
Actividad 12
Expón lo que, en tu opinión, se puede considerar un desarrollo sostenible. Coteja después las ideas
con la definición de la Comisión Mundial del Medio Ambiente y del Desarrollo.
Las respuestas apuntan a la necesidad de la preservación de los recursos del planeta para ge-
neraciones futuras, algo que subyace también en la definición dada por la Comisión Mundial
del Medio Ambiente y del Desarrollo (CMMAD, 1988): «El desarrollo sostenible es el desa-
rrollo que satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad
de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades».13 Pero la definición de
la CMMAD no se limita a reclamar la preservación de los recursos y se hace necesario
profundizar en el significado del concepto, dadas las tergiversaciones frecuentes que dan
lugar a malentendidos, críticas y confrontaciones que perjudican la necesaria convergencia
de actuaciones.
Una primera crítica de las que ha recibido la definición de la CMMAD es, precisamente, que
el concepto de desarrollo sostenible apenas sería la expresión de una idea de sentido común
de la que aparecen indicios en numerosas civilizaciones que han intuido la necesidad de
preservar los recursos para las generaciones futuras. Debemos, sin embargo, dejar bien claro
que se trata de un concepto absolutamente nuevo, que supone haber comprendido que el
mundo no es tan ancho e ilimitado como habíamos creído. Una idea reciente que, además,
avanza con mucha dificultad, porque los signos de degradación han sido poco visibles hasta
recientemente y porque en ciertas partes del mundo los seres humanos hemos visto mejora-
dos notablemente nuestro nivel y calidad de vida en muy pocas décadas.
Ahora bien, no se trata de ver al desarrollo y al medio ambiente como contradictorios (el
primero «agrediendo» al segundo y éste «limitando» al primero) sino de reconocer que
están estrechamente vinculados, que la economía y el medio ambiente no pueden tratarse
por separado. Algunos rechazan esa asociación y señalan que el binomio «desarrollo sos-
tenible» constituye un oxímoron, es decir, la asociación de dos términos esencialmente
La idea de un desarrollo sostenible, sin embargo, parte de la suposición de que puede haber
desarrollo, mejora cualitativa o despliegue de potencialidades, sin crecimiento, es decir, sin
incremento cuantitativo de la escala física, sin incorporación de mayor cantidad de materia-
les. Con otras palabras: es el crecimiento lo que no puede continuar indefinidamente en un
mundo finito, pero sí es posible el desarrollo. Posible y necesario, porque las actuales formas
de vida no pueden continuar, deben experimentar cambios cualitativos profundos, tanto para
aquéllos (la mayoría) que viven en la precariedad, como para el 20% que vive más o menos
de una manera confortable. Y esos cambios cualitativos suponen un desarrollo que será pre-
ciso diseñar y orientar adecuadamente para que tenga lugar sin crecimiento (e incluso con
los decrecimientos puntuales necesarios) y favorezca al conjunto de la humanidad.
Nada justifica, pues, que se califique el concepto de desarrollo sostenible como una nueva
mistificación de quienes apuestan por un desarrollo basado en el crecimiento continuado,
aunque en la mente de algunos anide esta significación. Se trata de una tergiversación, inte-
resada o fruto de la ignorancia, que es preciso combatir.
Medidas científico-tecnológicas
Conviene comenzar proponiendo a los equipos una reflexión destinada a sacar a la luz
sus concepciones, que podrán cotejar seguidamente con la información de los expertos.
Actividad 13
Existe, por supuesto, un consenso general acerca de la necesidad de dirigir los esfuerzos de
la investigación e innovación hacia el logro de tecnologías favorecedoras de un desarrollo
sostenible (CMMAD, 1988; Worldwatch Institute 1984-2010), incluyendo, entre otras, las
siguientes:
• Búsqueda de nuevas fuentes de energía, limpias y renovables.
• Incremento de la eficiencia energética (que haga posible el necesario ahorro de energía).
• Reducción de la contaminación ambiental (con disminución y tratamiento de residuos).
• Gestión sostenible del agua y otros recursos esenciales.
• Desarrollo de tecnologías agrarias sostenibles.
• Prevención y tratamiento de enfermedades (y, en particular, las que azotan al Tercer
Mundo).
• Reducción de desastres, evitando las «catástrofes anunciadas».
• Regeneración de entornos: mitigación y prevención de la contaminación.
• Logro de una maternidad y paternidad responsables, evitando los embarazos indeseados.
En síntesis, se requiere una reestructuración global del sistema productivo que tome en con-
sideración sus consecuencias ambientales y sociales.
Lo esencial, en cualquier caso, es que estos avances tecnocientíficos se integren en una re-
estructuración global del sistema productivo para tomar en consideración sus consecuencias
ambientales y sociales, tanto inmediatas como a medio y a largo plazo.
Es preciso insistir en la aplicación sistemática del principio de precaución, para evitar la apli-
cación apresurada de una tecnología cuando aún no se han investigado suficientemente sus
posibles repercusiones. Cabe señalar que este principio de precaución tropieza, a menudo,
con intereses particulares a corto plazo. Ello viene a cuestionar la idea simplista de que las
soluciones a los problemas con que se enfrenta hoy la humanidad dependen, sobre todo, de
tecnologías más avanzadas, olvidando que las opciones y los dilemas, son a menudo fun-
damentalmente éticos. Se comprende así la necesidad de adoptar otras medidas, políticas y
educativas, a las que nos referiremos más adelante, susceptibles de contribuir a resolver los
problemas a los que se enfrenta hoy la humanidad y de favorecer un desarrollo sostenible.
Nos remitimos al tema de acción clave «Tecnologías para la sostenibilidad»14 para profun-
dizar en esta dimensión tecnocientífica. Señalaremos, antes de terminar este apartado, el
interés de estudiar, en función del tiempo disponible, ejemplos concretos de innovaciones
tecnocientíficas, en diferentes campos, así como abordar aspectos debatibles, de actualidad,
como se propone a continuación.
Actividad 14
No podemos entrar aquí a abordar, por razones de espacio, las numerosas cuestiones que
hoy se discuten, pero insistimos en la conveniencia de favorecer su debate tomando en
consideración la amplia literatura existente al respecto.15 Pasaremos, pues, a continuación,
a abordar las medidas educativas.
Medidas educativas
La importancia dada al papel de la educación para el logro de la sostenibilidad queda reflejada
en la institución por Naciones Unidas de la Década de la Educación para el Desarrollo Sosteni-
ble o, mejor, para un futuro sostenible (2005-2014) a cuyo impulso y desarrollo está destinada
la página web16 a la que hemos hecho referencia repetidas veces a lo largo de este capítulo.
Actividad 15
Las propuestas de los expertos apuntan a impulsar una educación que supere la tenden-
cia a orientar el comportamiento en función de intereses a corto plazo o de la simple
14. www.oei.es/decada/accion003.htm
15. www.oei.es/decada/accion003.htm
16. www.oei.es/decada
17. www.oei.es/decada/accion004.htm
Es preciso conocer y poner en práctica lo mucho que cada cual puede hacer, junto a otros,
en los distintos ámbitos. Y la educación debe también ayudar a ponerlo en práctica:
• Consumo responsable (que supone poner en práctica las conocidas «tres R» de reducir
el consumo, reutilizar los objetos y recursos mientras sea posible y, por último, reci-
clarlos).
• Comercio justo (lo que significa comprar productos con garantía de que han sido
obtenidos mediante procedimientos sostenibles, respetuosos con el medio y con las
personas).
• Activismo ciudadano… que nos remite a las medidas políticas.
En ocasiones surgen dudas acerca de la efectividad que pueden tener los comportamientos
individuales, los pequeños cambios en nuestras costumbres, en nuestros estilos de vida, que
la educación puede favorecer. Conviene, pues, plantear de forma explícita la cuestión pro-
cediendo seguidamente a algún sencillo cálculo ilustrativo.
Actividad 16
Una proposición como la que se pide comentar expresa una concepción muy extendida
acerca de la inutilidad de las acciones individuales. Pero resulta fácil mostrar (bastan cálcu-
los muy sencillos) que si bien esos «pequeños cambios» suponen, por ejemplo, un ahorro
energético por cápita muy pequeño, al multiplicarlo por los muchos millones de personas
que en el mundo pueden realizar dicho ahorro, éste llega a representar cantidades ingentes
de energía, con su consiguiente reducción de la contaminación ambiental. La suma de
las acciones individuales, por nimias que nos parezcan, tiene una importancia decisiva,
tanto en las soluciones como en la generación de los problemas. Resulta fundamental,
pues, profundizar en lo mucho que cada uno de nosotros puede hacer, junto a otros, en
los distintos ámbitos.
Actividad 17
Las acciones propuestas por el conjunto de los equipos18 suelen resultar tan ricas como las
que pueden encontrarse en una amplia literatura, pero aunque esto es importante sigue
siendo insuficiente para romper con hábitos insostenibles y fuertemente arraigados y, sobre
todo, para lograr una implicación decidida: es necesario ir más allá del estudio conceptual
y establecer compromisos de acción para comenzar a poner en práctica algunas de las
medidas y realizar el seguimiento de los resultados obtenidos. Estas acciones, debidamente
evaluadas, se convierten en el mejor procedimiento para una comprensión profunda de los
retos y en un impulso para nuevos compromisos.
Medidas políticas
De nuevo aquí conviene recabar las aportaciones de los equipos, tras hacerles reflexionar
contra el descrédito de «lo político», actitud que promueven quienes desean hacer su política
sin intervención ni control de la ciudadanía.
Actividad 18
• ¿Qué medidas políticas podemos y debemos promover para contribuir a un futuro sostenible?
• Busca información de medidas políticas que ya se estén llevando a cabo o se estén reivindi-
cando para hacer frente a los problemas del planeta.
18. www.oei.es/decada/ciudadanas.pdf
Para mostrar la importancia de las medidas políticas podemos hacer referencia, a titulo de
ejemplo, a algunos acuerdos planetarios, ya adoptados, que constituyen auténticos logros para
la sostenibilidad, como el Protocolo de Montreal (1989) para evitar la destrucción de la capa
de ozono. Conviene hacer referencia igualmente a leyes de protección del medio, impulso de
energías renovables, etc., en la Unión Europea y en nuestro país, porque la acción política ha
de extenderse a la vez en el ámbito local y en el global. Todos estos ejemplos permiten com-
prender la efectividad de las medidas políticas y la necesidad de seguir impulsándolas para
lograr, por ejemplo, un acuerdo justo y vinculante contra el cambio climático.
Actividad 19
Enumera cuáles deberían ser, en tu opinión, los derechos humanos fundamentales y su contribu-
ción al logro de un desarrollo sostenible. Elabora seguidamente un póster que ayude a comprender
la relación existente entre los derechos humanos y el desarrollo sostenible, apoyándote en infor-
mación pertinente.
La idea inicial de los participantes acerca de qué entender por derechos humanos suele resul-
tar, en general, bastante pobre, limitada a los derechos políticos. Pero al plantear la cuestión
como una propuesta la discusión permite superar el reduccionismo inicial y referirse no sólo
a los derechos políticos, sino también económicos, culturales y sociales e incluso a men-
cionar cosas como el «derecho a un ambiente sano». Ello da pie a recordar brevemente la
historia de estos derechos humanos –un concepto que ha ido ampliándose hasta contemplar
tres «generaciones» de derechos íntimamente relacionados (Vercher, 1998)– al tiempo que
se analiza su papel para el logro de un desarrollo sostenible.
Podemos referirnos, en primer lugar, a los derechos democráticos, civiles y políticos (de opi-
nión, reunión, asociación, etc.) para todos, sin limitaciones de origen étnico o de género, que
constituyen una condición sine qua non para la participación ciudadana en la toma de decisio-
nes que afectan al presente y futuro de la sociedad. Se conocen hoy como Derechos humanos
de primera generación, por ser los primeros que fueron reivindicados y conseguidos (no sin
conflictos) en un número creciente de países.
Digamos, para terminar, que el logro de un futuro sostenible requiere un cambio profundo
de actitudes y comportamientos, que se concreta, en última instancia, en el respeto y pro-
moción de los derechos humanos sin discriminaciones de ningún tipo. Se precisa para ello
una auténtica revolución cultural, un cambio profundo en comportamientos y formas de
organización social. En realidad hay que hablar de una revolución no sólo cultural, sino
también política y tecnocientífica. Precisamos esa «revolución por un futuro sostenible» a
la que hacíamos referencia como la tarea de la que los estudiantes, necesariamente, habrán
de ser protagonistas. El objetivo precisamente de este programa de actividades es impulsar
a los futuros profesores, y, a través de ellos, a los estudiantes, a actuar como «activistas
ilustrados» (knowledge-based activists) para que contribuyan a crear un clima de implica-
ción generalizada para hacer frente a la situación de emergencia planetaria, sabiendo que
es posible actuar, pero que debemos hacerlo ya.
Recapitulación y perspectivas
Hemos pasado revista a un conjunto de problemas con los que se enfrenta hoy la humanidad
así como al conjunto de medidas que se requiere adoptar para avanzar hacia un futuro sos-
tenible. Proponemos ahora, para recapitular, algunas actividades de globalización.
Actividad 20
Elabora un esquema o «mapa semántico» que proporcione una visión global de los aspectos tra-
tados a lo largo de esta unidad y que muestre la estrecha vinculación de los problemas y de las
medidas propuestas para lograr un desarrollo sostenible.
Todo lo que hemos venido desarrollando a lo largo del capítulo pretendía hacernos com-
prender la gravedad de los problemas tratados, así como la necesidad y posibilidad de ha-
cerles frente. Pero, como ya hemos señalado, no basta con tener una correcta percepción
de los problemas y de concebir las acciones necesarias: es preciso implicarse en llevarlas
a la práctica. Conviene, pues, dar continuidad a este capítulo dedicado a la sostenibilidad
con actividades que contribuyan al impulso de la tarea que después deberán realizar con
sus estudiantes, es decir, la adquisición, puesta en práctica y evaluación de compromisos a
realizar en el centro, en el barrio, en la propia vivienda, etc.
Actividad 21
Propón acciones concretas que se puedan desarrollar a lo largo del curso orientadas a implicar
al resto de la comunidad escolar (estudiantes, profesores, consejo escolar…) y al entorno en la
construcción de un futuro sostenible.
A título de ejemplo, detallamos algunas acciones que pueden desarrollarse al largo del curso
para implicar a los estudiantes en la construcción de un futuro sostenible:
• Estudiar el impacto que la reutilización y el reciclado de algunos materiales (papel,
vidrio, pilas, etc.) puede tener en el ahorro energético y/o reducción de la contamina-
ción y organizar una campaña de recogida de estos materiales en el centro.
• Considerar medidas que se puedan aconsejar a los ciudadanos y ciudadanas para ahorrar
energía en las viviendas, transporte, etc., diseñando una campaña de sensibilización acer-
ca de los problemas energéticos y sus posibles soluciones para el barrio y para el centro.
21. www.oei.es/decada/accion000.htm
En la web y revista Década por una Educación para la Sostenibilidad (AECID-OEI, 2010)
a la que nos hemos venido refiriendo, se hallan disponibles materiales para el desarrollo
del capítulo. En particular, en «Documentos y Acciones» se encuentra disponible una
presentación en PowerPoint en la que se abordan sus contenidos.22 así como el análisis
de los posibles obstáculos que están impidiendo la implicación ciudadana en el logro de
la sostenibilidad y la necesidad de su superación. Al mismo tiempo, en De la emergencia
planetaria a la construcción de un futuro sostenible23 se encuentra disponible un pro-
grama de actividades para abordar la problemática de la sostenibilidad con estudiantes
de educación secundaria.
22. www.uv.es/~vilches/documentos%20enlazados/Taller%20Profesores%20Completa%20DEFS.ppt
23. www.uv.es/~vilches/documentos%20enlazados/1%20Por%20un%20futuro%20sostenible.pdf
FUENTES Y RECURSOS
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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14-21.
CONTENIDO DE CAPÍTULO
Se puede decir que con la alfabetización científica se amplía el horizonte, se hace más am-
biciosa la educación científica, quiere llegar a toda la población y no sólo a los futuros estu-
diantes de ciencias experimentales. Pero este hecho no es más que un reflejo de un cambio
social, se está consolidando la idea de que la ciencia forma parte de la cultura (Gutiérrez
Julián, Gómez Crespo y Martín-Díaz, 2002).
La pregunta obligada, por tanto, es: ¿hay o había grandes diferencias entre estos movimientos
que justificasen su aparición consecutiva? Un análisis realizado con anterioridad (Martín-
Díaz, 2004) parece indicar que las diferencias entre ellos no son fundamentales, a pesar de
sus características idiosincrásicas, y que todos son, principalmente, intentos semejantes en la
búsqueda de soluciones a un problema: la educación científica para todos los ciudadanos.
Pero ¿han alcanzado sus objetivos? O, aún más, ¿es posible alcanzarlos?
Brevemente, ¿la alfabetización científica es un mito, como señalaba Shamos (1995), o puede
ser una realidad? Cuando hace algunas décadas la sociedad occidental se planteó la ne-
cesidad de alfabetizar (enseñar a leer y a escribir) a toda la población, el objetivo pareció
ambicioso e, incluso, inalcanzable. Al cabo de los años podemos comprobar que en los
países occidentales la gran mayoría de la población está alfabetizada, aunque no ocurre así
en muchos otros del planeta, porque posiblemente ni siquiera se ha planteado.
Y en los primeros se han dado más pasos de gran avance social: la educación es obliga-
toria hasta los 16 años y en algunos de ellos hasta los 18. Con la alfabetización científica
puede ocurrir algo parecido. El camino no es fácil, pero ya se ha empezado. La preocupa-
ción de los investigadores y los innovadores en educación, plasmada en los movimientos
anteriormente nombrados, a pesar de que su repercusión en la práctica de las aulas sea
pequeña, ha impregnado los nuevos diseños curriculares, que son indicadores de ese
comienzo, como veremos más adelante. En conclusión, en el continuo entre mito y rea-
lidad, es posible que en la actualidad estemos cerca del mito, pero en el futuro se puede
vislumbrar la realidad.
Se empieza, pues, con las aportaciones de algunos autores. Jenkins (1999) da las siguientes
sugerencias:
• La educación científica debe dar menos importancia a los principios físicos, quí-
micos y biológicos establecidos y centrar su interés en cuestiones donde la ciencia
es menos segura y más controvertida (la compleja relación entre ciencia y política
social, entre conciencia y evaluación de riesgos, etc.).
• Es necesario repensar el papel de la ciencia en la educación científica, porque se
vienen detectando continuamente en los currículos deficiencias en la enseñanza de la
naturaleza de la ciencia.
El Programme for International Student Assessment o PISA (OCDE, 2006) hace alusión a
cuatro capacidades para hacer operativa la alfabetización científica:
• Reconocer cuestiones que pueden ser o han sido respondidas en investigaciones
científicas.
• Identificar datos o evidencias necesarios para contrastar una explicación o explorar
un tema.
• Evaluar críticamente conclusiones en relación con datos o evidencias científicas.
• Comunicar a los demás conclusiones válidas.
Tratando de concretar lo anteriormente dicho, creemos que los criterios que deberían regir la
elaboración de los currículos en la educación secundaria obligatoria son éstos:
• Disminuir los contenidos académicos con una finalidad claramente propedéutica.
• Aumentar los contenidos más relevantes para la vida personal, social y política, pre-
sente y futura, de los alumnos.
• Mostrar las aplicaciones de los conocimientos científicos en los distintos aspectos de
la vida y en la toma de decisiones.
• Hacer hincapié en los procesos de la ciencia, mostrando las maneras de argumentar y
de obtener conclusiones a partir de los datos.
• Conducir a los alumnos hacia la reflexión sobre qué es la ciencia y cómo se elabora,
señalando los requisitos de las teorías científicas frente a las que no lo son.
Cuadro 1. Contenidos académicos frente a contenidos relevantes para la vida en el primer curso de la ESO*
2.1. El Universo y el Sistema Solar. 1.5. Utilización cuidadosa 3.4. Reconocimiento del
2.2. El Universo, estrellas y galaxias, Vía Láctea, de los materiales y papel protector de la
Sistema Solar. los instrumentos bá- atmósfera, de la impor-
2.3. La Tierra como planeta. Los fenómenos natu- sicos de un laborato- tancia del aire para los
rales relacionados con el movimiento de los rio y respeto por las seres vivos y para la salud
astros: estaciones, día y noche, eclipses. normas de seguridad humana, y de la necesi-
2.6. Propiedades generales de la materia. en el mismo. dad de contribuir a su
2.7. Estados en los que se presenta la materia en el 2.4. Utilización de técni- cuidado.
universo y sus características. Cambios de estado. cas de orientación. 3.5. La importancia del agua
3.1. Caracterización de la composición y las pro- Observación del cielo en el clima, en la configu-
piedades de la atmósfera. Importancia del diurno y nocturno. ración del paisaje y en los
debate que llevó a establecer su existencia 2.8. Identificación de seres vivos.
contra las apariencias y la creencia en el «ho- mezclas y sustancias. 3.9. Reservas de agua dulce
rror al vacío». Ejemplos de mate- en la Tierra: importancia
3.2. Variables que condicionan el tiempo atmosfé- riales de interés y su de su conservación.
rico. Distinción entre tiempo y clima. utilización en la vida 3.10. La contaminación, la
3.7. El agua en la Tierra en sus formas líquida, só- cotidiana. depuración y el cuidado
lida y gaseosa. 3.2. Fenómenos atmos- del agua. Agua y salud.
3.8. El ciclo del agua en la Tierra y su relación con féricos. 3.12. Importancia y utilidad de
el Sol como fuente de energía. los minerales.
3.16. Introducción a la estructura interna de la Tierra. 3.15. Importancia y utilidad de
4.1. Factores que hacen posible la vida en la Tierra. las rocas. Explotación de
4.2. Características de los seres vivos. Interpreta- minerales y rocas.
ción de sus funciones vitales. 4.7. Valoración de la impor-
4.3. El descubrimiento de la célula. Introducción tancia de mantener la
al estudio de la biodiversidad. La clasificación diversidad de los seres
de los seres vivos: los cinco reinos (moneras, vivos. Análisis de los pro-
protoctistas, hongos, plantas, animales). blemas asociados a su
4.5. Los fósiles y la historia de la vida. pérdida.
* La numeración indica el número de bloque seguido del número de epígrafe dentro de cada bloque.
Cuadro 2. Contenidos académicos frente a contenidos relevantes para la vida en el segundo curso de la ESO
2.1. La energía como concepto fundamental para el 1.5. Utilización cuidadosa 2.1. Valoración del papel
estudio de los cambios. de los materiales y de la energía en nues-
3.1. El calor como agente productor de cambios. Dis- los instrumentos bási- tras vidas.
tinción entre calor y temperatura. cos de un laboratorio 2.3. Problemas asociados a
3.3. Interpretación del calor como forma de transfe- y respeto por las nor- la obtención, el trans-
rencia de energía. mas de seguridad en porte y la utilización de
3.5. Luz y visión: los objetos como fuentes secundarias el mismo. la energía.
de luz. 2.2. Análisis y valoración de 4.2. Valoración de los
3.7. Estudio cualitativo de la reflexión y de la refracción. las diferentes fuentes riesgos volcánico y
3.9. Sonido y audición. Propagación y reflexión del de energía, renovables y sísmico e importan-
sonido. no renovables. cia de su predicción y
4.1. Las manifestaciones de la energía interna de la 2.4. Toma de conciencia de prevención.
Tierra: erupciones y terremotos. la importancia del aho-
4.4. Manifestaciones de la geodinámica interna en el rro energético.
relieve terrestre. 3.4. Valoración de las apli-
5.1. Nutrición autótrofa y heterótrofa. caciones de la utiliza-
5.2. La respiración en los seres vivos. ción práctica del calor.
5.3. Las funciones de relación: percepción, coordina- 3.10. Valoración del pro-
ción y movimiento. blema de la conta-
5.4. Características de la reproducción sexual y asexual. minación acústica y
6.1. Biosfera, ecosfera y ecosistema. Identificación de lumínica.
los componentes de un ecosistema. Influencia de 5.1. La nutrición: obtención
los factores abióticos y los factores bióticos en los y uso de materia y ener-
ecosistemas. gía por los seres vivos.
6.2. Ecosistemas acuáticos de agua dulce y marinos.
Ecosistemas terrestres: biomas.
6.3. El papel que desempeñan los organismos pro-
ductores, consumidores y descomponedores en
el ecosistema.
Cuadro 3. Contenidos académicos frente a contenidos relevantes para la vida en el tercer curso de la ESO
2.1. Contribución del estudio de los gases al conoci- 1.5. Utilización cuidadosa 3.3. Valoración de las
miento de la estructura de la materia. de los materiales y los repercusiones de la
2.2. Construcción del modelo cinético para explicar instrumentos básicos de electricidad en el de-
las propiedades de los gases. un laboratorio y respeto sarrollo científico y
2.4. Extrapolación del modelo cinético de los gases por las normas de segu- tecnológico y en las
a otros estados de la materia. ridad en el mismo. condiciones de vida.
2.5. La teoría atómico-molecular de la materia.
2.6. Revisión de los conceptos de mezcla y sustancia. 2.6. Mezcla o sustancia: su 3.5 Importancia de las apli
2.7. Sustancias simples y compuestas. Distinción importancia en la vida caciones de las sus-
entre mezcla y sustancia compuesta. Introduc- cotidiana. tancias radiactivas y
ción de conceptos para medir la riqueza de valoración de las re-
sustancias en mezclas. percusiones de su uso
2.8. La hipótesis atómico-molecular para explicar la para los seres vivos y el
diversidad de las sustancias: introducción del medio ambiente.
concepto de elemento químico. 4.3. Valoración de las
3.4. Modelos atómicos de Thomson y de Rutherford. repercusiones de la
3.5. Caracterización de los isótopos. fabricación y el uso
4.1. Interpretación macroscópica de la reacción quí- de materiales y sus-
mica como proceso de transformación de unas tancias frecuentes
sustancias en otras. en la vida cotidiana.
4.2. Descripción del modelo atómico-molecular
para explicar las reacciones químicas. Interpre-
tación de la conservación de la masa. Repre-
sentación simbólica.
Cuadro 4. Contenidos académicos frente a contenidos relevantes para la vida en el cuarto curso de la ESO
2.1. Carácter relativo del movimiento. Estudio cualitativo 1.5. Utilización cuidadosa 2.7. Importancia del te-
de los movimientos rectilíneos y curvilíneos. de los materiales y los lescopio de Galileo
2.2. Estudio cuantitativo del movimiento rectilíneo y uni- instrumentos básicos de y sus aplicaciones.
forme. Aceleración. un laboratorio y respeto 2.9. Aplicaciones de los
2.3. Los principios de la Dinámica como superación de por las normas de segu- satélites.
la física «del sentido común». Equilibrio de fuerzas. ridad en el mismo. 4.7. Los hidrocarburos
2.4. La presión. Principio fundamental de la estática 2.3. Identificación de fuer- y su importancia
de fluidos. zas que intervienen como recursos ener-
2.8. Ruptura de la barrera cielos-Tierra: la gravitación en la vida cotidiana: géticos. El problema
universal. formas de interacción. del incremento del
2.9. La concepción actual del universo. 2.7. Valoración e implicacio- efecto invernadero:
3.2. Conceptos de trabajo y energía. Estudio de las formas nes del enfrentamiento causas y medidas
de energía: cinética y potencial gravitatoria. Potencia. entre dogmatismo y li- para su prevención.
3.3. Ley de conservación y transformación de la energía bertad de investigación. 5.1. Los problemas y los
y sus implicaciones. 2.9. Valoración de avances desafíos globales a
3.4. Interpretación de la concepción actual de la natura- científicos y tecnoló- los que se enfrenta
leza del calor como transferencia de energía. gicos. hoy la humanidad:
3.5. Las ondas: otra forma de transferencia de energía. 3.1. Valoración del papel contaminación sin
4.1. La estructura del átomo. El sistema periódico de los de la energía en nues- fronteras, cambio cli-
elementos químicos. tras vidas. Naturaleza, mático, agotamiento
4.3. El enlace químico: enlaces iónico, covalente y ventajas e inconve- de recursos, pérdida
metálico. nientes de las diversas de biodiversidad, etc.
4.4. Interpretación de las propiedades de las sustancias. fuentes de energía.
4.5. Introducción a la formulación y nomenclatura de los
compuestos binarios según las normas de la IUPAC.
4.6. Interpretación de las peculiaridades del átomo de 4.9. Valoración del papel 5.2. Contribución del
carbono: posibilidades de combinación con el hi- de la química en la desarrollo tec-
drógeno y otros átomos. Las cadenas carbonadas. comprensión del ori- nocientífico a la
4.8. Macromoléculas: importancia en la constitución de gen y desarrollo de resolución de los
los seres vivos. la vida. problemas. Impor-
5.4. La cultura científica tancia de la aplica-
como fuente de satis- ción del principio
facción personal. de precaución y de
la participación ciu-
dadana en la toma
de decisiones.
5.3. Valoración de la
educación cientí-
fica de la ciudada-
nía como requisito
de sociedades de-
mocráticas soste-
nibles.
Un primer análisis de estas tablas indica que el peso de los contenidos académicos es
mayor que el de los relevantes en todos los cursos. Así, en primer curso, 14 puntos o epí-
grafes frente a 11; en segundo, 15 epígrafes frente a 9; en tercero, 12 epígrafes frente a 5; y
en cuarto, 16 epígrafes frente a 13. Pero un análisis en mayor profundidad, considerando
los contenidos señalados en cursiva, indica que esta diferencia de peso se puede llegar a
igualar o, incluso, a invertir en los primeros cursos de la ESO, pero no en tercero y cuarto,
donde posiblemente los contenidos académicos tienen más claramente una orientación
propedéutica y además se formalizan los conocimientos al pasar de un estudio fenomeno-
lógico a un estudio en el que ya aparecen teorías, como la cinético-corpuscular, la de gra-
vitación y la atómico-molecular. Además, puede parecer que en estos dos últimos cursos
la enjundia de los contenidos que hemos denominado relevantes sea menor por tratarse,
a veces, de valoraciones, pero es posible que esto no sea totalmente cierto, ya que éstas
deben encerrar argumentaciones de los alumnos.
Para analizar los currículos, utilizando los otros dos criterios señalados, presencia de los
procesos de la ciencia y de los contenidos sobre naturaleza de la ciencia, se ha elaborado
el cuadro 5 (véase página siguiente), para todos los cursos de la ESO. En dicho cuadro se
observa que los procesos de la ciencia tienen una representación digna, con una tendencia
ligera hacia la disminución a medida que se avanza en los cursos; mientras que la naturaleza
de la ciencia, es decir, el saber sobre la ciencia, está muy poco representado, como ya se ha
comentado ampliamente en la literatura (Martín-Díaz, 2006b).
Cuadro 5. Contenidos sobre procesos de la ciencia y la naturaleza de la ciencia en todos los cursos de la ESO.
1.º 1.1 Familiarización con las características básicas del trabajo cien- 1.4. Reconocimiento del papel
tífico, por medio de: planteamiento de problemas, discusión del conocimiento cientí-
de su interés, formulación de conjeturas, experimentación, etc. fico en el desarrollo tec-
1.2 Utilización de los medios de comunicación y las tecnolo- nológico y en la vida de las
gías de la información para seleccionar información sobre el personas.
medio natural. 2.5. El lugar de la Tierra en
1.3. Interpretación de datos e informaciones sobre la naturaleza y el Universo: el paso del
utilización de dicha información para conocerla. geocentrismo al heliocen-
2.7. Reconocimiento de situaciones y realización de experiencias trismo como primera y
sencillas en las que se manifiesten las propiedades generales gran revolución científica.
de sólidos, líquidos y gases. 2.10. Un Universo formado por
2.9. Utilización de técnicas de separación de sustancias. los mismos elementos.
3.3. Manejo de instrumentos para medir la temperatura, la pre-
sión, la velocidad y la humedad del aire.
3.6. Estudio experimental de las propiedades del agua.
3.11. Diversidad de rocas y minerales y características que permi-
ten identificarlos.
3.13. Observación y descripción de las rocas más frecuentes.
3.14. Utilización de claves sencillas para identificar minerales y
rocas.
4.4. Utilización de claves sencillas de identificación de seres vivos.
4.6. Utilización de la lupa y el microscopio óptico para la obser-
vación y descripción de organismos unicelulares, plantas y
animales.
2.º 1.1. Familiarización con las características básicas del trabajo cien- 1.4. Reconocimiento del papel
tífico, por medio de: planteamiento de problemas, discusión del conocimiento cientí-
de su interés, formulación de conjeturas, experimentación, etc. fico en el desarrollo tec-
1.2. Utilización de los medios de comunicación y las TIC para se- nológico y en la vida de las
leccionar información sobre el medio natural. personas.
1.3. Interpretación de datos e informaciones sobre la naturaleza y
utilización de dicha información para conocerla.
3.2. Reconocimiento de situaciones y realización de experien-
cias sencillas en las que se manifiesten los efectos del calor
sobre los cuerpos.
3.6. Propagación rectilínea de la luz en todas direcciones. Recono-
cimiento de situaciones y realización de experiencias sencillas
para ponerla de manifiesto. Sombras y eclipses.
3.8. Descomposición de la luz: interpretación de los colores.
4.3. Identificación de rocas magmáticas y metamórficas y relación
entre su textura y su origen.
5.5. Observación y descripción de ciclos vitales en animales y
plantas.
6.4. Realización de indagaciones sencillas sobre algún ecosistema
del entorno.
3.º 1.1. Familiarización con las características básicas del trabajo cien- 1.4. Reconocimiento del papel
tífico, por medio de: planteamiento de problemas, discusión del conocimiento cientí-
de su interés, formulación de conjeturas, experimentación, etc. fico en el desarrollo tec-
1.2. Utilización de los medios de comunicación y las tecnologías de la nológico y en la vida de las
información para seleccionar información sobre el medio natural. personas.
1.3. Interpretación de datos e informaciones sobre la naturaleza y la
utilización de dicha información para conocerla.
2.3. Utilización del modelo para la interpretación y el estudio expe-
rimental de las leyes de los gases.
2.6. Procedimientos experimentales para determinar si un material
es una mezcla o una sustancia.
2.7. Experiencias de separación de sustancias de una mezcla.
3.2. Fenómenos eléctricos.
4.1. Realización experimental de algunos cambios químicos.
4.º 1.1. Familiarización con las características básicas del trabajo cien- 1.4. Reconocimiento del papel
tífico, por medio de: planteamiento de problemas, discusión del conocimiento científico
de su interés, formulación de conjeturas, experimentación, etc. en el desarrollo tecnológico
1.2. Utilización de los medios de comunicación y las tecnologías y en la vida de las personas.
de la información para seleccionar información sobre el medio 2.5. La astronomía: implicacio-
natural. nes prácticas y su papel en
1.3. Interpretación de datos e informaciones sobre la naturaleza y la las ideas sobre el Universo.
utilización de dicha información para conocerla. 2.6. El sistema geocéntrico. Su
2.2. Galileo y el estudio experimental de la caída libre. cuestionamiento y el surgi-
2.4. La presión atmosférica: diseño y realización de experiencias miento del modelo helio-
para ponerla de manifiesto. céntrico.
4.2. Clasificación de las sustancias según sus propiedades. Estudio 2.7. Copérnico y la primera gran
experimental. revolución científica.
Contextualización de la ciencia
Es importante señalar que precisamente los contenidos relevantes para la vida, ya sea per-
sonal o cívica, son los que dirigen la labor del profesor para esta contextualización, que
realmente se consigue en las actividades de clase y de evaluación propuestas por el profesor.
Los criterios de evaluación del currículo, que determinan el grado de aprendizaje por parte
de los alumnos, también ofrecen ideas de situaciones o aspectos en que se debe trabajar la
contextualización en el aula, como por ejemplo:
• 1.º de ESO, criterio 4: «Relacionar propiedades de los materiales con el uso que se
hace (…)».
• 2.º de ESO, criterio 1: «Utilizar el concepto cualitativo de energía para explicar su
papel en las transformaciones que tienen lugar en nuestro entorno y reconocer la im-
portancia y las repercusiones para la sociedad y el medio ambiente de las diferentes
fuentes de energía (…)».
• 3.º de ESO, criterio 5: «Producir e interpretar fenómenos electrostáticos cotidianos,
valorando las repercusiones de la electricidad en el desarrollo científico y tecnológico
y en las condiciones de vida de las personas».
Por otro lado, al final de este capítulo se ofrecen algunas actividades contextualizadas, entre las que
se encuentra un tema como «El sistema periódico de los elementos químicos», que tan difícil parece
de enmarcar en un contexto relevante para la vida. No sería procedente terminar esta parte sin hacer
una referencia a la necesidad de que las actividades de evaluación estén contextualizadas o abor-
den contenidos relevantes para la vida, ya que lo que no se evalúa no es considerado importante ni
por el profesor ni por los alumnos y la evaluación es el motor principal de los cambios educativos.
No obstante, también podría haber sido posible elaborar un currículo con un enfoque más clara-
mente dirigido hacia la alfabetización científica, con un carácter más aplicado y relevante desde
el punto de vista social, con un título de los bloques que hiciese referencia a problemas que
tiene la sociedad actual en relación con la ciencia y la tecnología, con contenidos adecuados
a ese título y con una mayor reducción de los contenidos con menor aplicación social. Pero tal
vez este hecho está en consonancia con que la Ley Orgánica de Educación (LOE) es una ley de
consenso entre la Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE) y la Ley
Orgánica de Calidad de la Educación (LOCE) (Cañas, Martín-Díaz y Nieda, 2007).
Además, el problema se amplía con los contenidos añadidos por las correspondientes comu-
nidades autónomas que, en términos generales, engrosan los contenidos más académicos. El
resultado final es que ante unos currículos sobrecargados muchos profesores, agobiados por
la tarea, tienden a olvidarse de las propuestas novedosas y siguen haciendo hincapié en los
contenidos conceptuales, donde se sienten más seguros. Cambian los currículos, pero ¿se
alfabetiza científicamente a ciudadanos del siglo XXI?
Las competencias
Es obligado ahora hacer referencia a la novedad de la LOE: las competencias. Este término, de
origen laboral, llega a la ley orgánica de la mano de instituciones europeas: la OCDE, que aborda
el tema en el proyecto «Definición y Selección de Competencias Clave», la Unión Europea, que
también se ocupa de analizar el significado de competencia, y el proyecto PISA (Programa para
la Evaluación Internacional de Alumnos), que identifica las competencias que son objeto de eva-
luación en sus pruebas (OCDE, 2006). Estas instituciones aconsejan que para el año 2010 los
currículos de los distintos países estén organizados alrededor de las competencias, con la intención
Son varias las posibilidades que proporciona el currículo de la ESO para contextualizar las
actividades y mostrar la relevancia de los contenidos científicos en nuestra vida diaria o en el
desarrollo de la sociedad en que vivimos. Lo importante es que el conocimiento que se trans-
mite desde la escuela no quede aislado y restringido al trabajo en el aula, sino que el alumno
tenga oportunidades de ver que es un conocimiento relevante para interpretar el mundo que
le rodea y sea capaz de aplicarlo para solucionar los verdaderos problemas que proporciona
nuestra realidad cotidiana, a la vez que se genera un aprendizaje más específico que le per-
mitirá seguir aprendiendo en el futuro. Muchas veces se espera que sean los alumnos los que
logren establecer esa conexión, pero esto no es factible si los profesores no les ayudan a tender
puentes entre el conocimiento académico y la realidad de nuestras vidas.
A continuación se presentan algunos ejemplos que van desde lo más cotidiano hasta situa-
ciones en las que se trabaja las relación entre el saber científico y la sociedad.
La cocina casera
La cocina es un excelente laboratorio donde se llevan a cabo muchos de los procesos que se
estudian en los distintos cursos de ESO. Éstos son algunos ejemplos:
• Técnicas de separación de mezclas. La cocina es un lugar en el que continuamente
separamos sustancias. Usamos, entre otros instrumentos, coladores para separar gar-
banzos del caldo o la pulpa del zumo de frutas, y filtros para preparar el café o para
separar los posos del aceite.
• Cambios de estado. Se evapora el agua para concentrar un caldo o secar la ropa en el
tendedero. Pero también se congela al preparar cubitos de hielo, etc.
• Efectos de la presión. La olla exprés es un magnífico ejemplo para estudiar el efecto de
los gases a presión y la relación entre presión y temperatura.
La alfabetización científica se marca como objetivo que el alumno sea capaz de aplicar sus
conocimientos a éste y a otros problemas cotidianos, a la vez que aprende a manejar y hacer
cálculos con disoluciones.
El sistema periódico
En general se considera que el sistema periódico (SP) es una herramienta fundamental para el
estudio de la química, pero con frecuencia de una química descontextualizada y alejada de la
realidad social, de forma que los elementos sólo parecen tener existencia en su casilla corres-
pondiente. Sin negar la validez del tratamiento habitual, en el que el SP se presenta como un
ejemplo de síntesis de muchos conocimientos de la disciplina, dado que proporciona informa-
ción sobre el comportamiento de los elementos con una economía de esfuerzo extraordinaria;
es posible enriquecer el tratamiento si se orienta a los alumnos para que puedan responder
a preguntas como las siguientes (Gutiérrez Julián, 2003): «¿por qué una de las etapas de la
prehistoria es la “Edad de los Metales”?, ¿por qué se subdivide en “Edad del Cobre”, “Edad
del Bronce” y “Edad del Hierro”? ¿Cuál es el papel del calcio en el organismo?» «¿Para qué
se utiliza el estroncio en medicina?», «¿sabes que no sólo cotizan en Bolsa las acciones de
los bancos y las grandes empresas, sino también elementos químicos de especial importancia
económica y social?», «¿sabes qué elementos son y han sido la causa principal de algunas
guerras?», etc.
Con esta propuesta se pretende que el alumno comprenda la importancia de los elementos
químicos del SP en el desarrollo de la sociedad, de manera que sean conscientes de que
un determinado elemento puede ser determinante para la evolución de uno o más países;
puede marcar el desarrollo tecnológico, principalmente del primer mundo, y ser la causa de
sangrientas guerras y de explotación humana.
Además, el estudio cronológico del descubrimiento de los elementos químicos es una oca-
sión privilegiada para analizar la interdependencia ciencia-tecnología, ya que se pone de
manifiesto cómo la puesta a punto de nuevas tecnologías posibilita nuevos descubrimientos.
Por otra parte, el recorrido por los distintos intentos de clasificación puede poner de mani-
fiesto cómo se construye el conocimiento científico y la influencia recíproca con la sociedad
en que se produce. Parece importante también resaltar el lado humano de la ciencia, dar
cuenta de cómo los intereses económicos, personales o de los grupos de investigación influ-
yen en la aceptación de nuevas teorías o descubrimientos. En ese sentido, resulta interesante
tanto la polémica suscitada en torno al descubrimiento del hafnio como la generada con el
del vanadio.
ACTIVIDADES
A partir de una noticia aparecida en los medios de comunicación, diseña una actividad para traba-
jar en el aula atendiendo a las siguientes condiciones:
• Comenzar por preguntas que permitan establecer relaciones CTS y éstas, a su vez, deben
dar ocasión a que el alumno aprenda contenidos propios del currículo de Física y Química
de la enseñanza secundaria obligatoria.
• Tener, al menos, dos preguntas orientadas hacia contenidos CTS y dos preguntas orientadas
hacia contenidos más específicos de Física y Química.
• Indicar a qué curso va dirigida y en qué bloque o bloques del currículo se integraría.
Además, debe incluir las orientaciones didácticas que se crean convenientes y los criterios
de evaluación de la actividad en relación con los criterios generales de evaluación que
aparecen en el currículo.
En este capítulo se presentan unas tablas en las que se analizan los contenidos del currículo de en-
señanzas mínimas para todo el Estado español, utilizando un criterio de clasificación que los agrupa
en: contenidos académicos; contenidos relevantes para la vida personal; contenidos relevantes
para la vida social o cívica; contenidos relacionados con los procesos de la ciencia, y contenidos
relacionados con la naturaleza de la ciencia:
• Dado que cada comunidad autónoma amplía estos contenidos al establecer su propio cu-
rrículo, consulta el currículo de tu comunidad para un curso de la ESO.
• Completa las tablas, clasificando los nuevos contenidos incorporados.
FUENTES Y RECURSOS
Generales
AA.VV. (2005). Contextualizar la ciencia. Alambique, 46.
Monográfico de la revista Alambique que aporta diferentes propuestas didácticas para abordar
la enseñanza de la física y la química en la ESO de forma contextualizada. Contiene un artículo
de presentación del proyecto inglés «Ciencia para el siglo XXI», centrado en las explicaciones
científicas de los fenómenos cotidianos y en la comprensión de la naturaleza de la ciencia.
INECSE (2005). Programa PISA. Ejemplos de ítems de conocimiento científico. Madrid: MEC.
www.institutodeevaluacion.mec.es/publicaciones
Ejemplos de las pruebas de evaluación PISA en ciencias, que ejemplifican muy bien el tipo
de actividades que pueden utilizarse para adquirir competencia científica.
OSBORNE, J. (2001). Hacia una educación científica para una cultura científica. En M. Benlloch
(comp.). La educación en ciencias: ideas para mejorar su práctica. Madrid: Paidós Educador.
Un alegato a favor de la educación científica para la cultura científica, estructurado en tres
partes: las falacias sobre las que descansan las prácticas actuales de la enseñanza de las cien-
cias, un análisis del carácter cambiante de nuestra sociedad y una serie de razones e ideas con
las que iniciar el proceso de construcción de una visión diferente de la educación científica.
DRIVER, R., y otros (1994). Dando sentido a la ciencia en secundaria. Investigaciones sobre
las ideas de los niños. Madrid. Aprendizaje-Visor.
Proporciona los resultados de investigaciones realizadas sobre las ideas de los estudiantes
que empiezan la secundaria organizadas en tres secciones: La vida y procesos vitales, Los
materiales y sus propiedades, y Los procesos físicos.
KIND, V. (2004). Más allá de las apariencias. Ideas previas de los estudiantes sobre conceptos
básicos de química. Madrid: Aula XXI / Santillana.
Se presentan los resultados de investigaciones educativas sobre las ideas previas de los es-
tudiantes en diferentes áreas de la química: Estados de agregación de la materia; Teoría
corpuscular; Cambios de estado; Distinción entre elementos, compuestos y mezclas; Cambio
físico y químico; Sistemas abiertos y cerrados: ácidos, bases y neutralización; Estequiometría:
enlace químico, y Termodinámica y equilibrio químico.
PERALES, F.J. y CAÑAL, P. (coord.) (2000). Didáctica de las ciencias experimentales. Alcoy:
Marfil.
Extensa obra que aborda los siguientes temas: fundamentos de didáctica de las Ciencias,
el currículo de Ciencias experimentales, las ideas previas de los alumnos y la construcción
del conocimiento escolar sobre ciencias, la formación del profesorado en didáctica de las
Ciencias y áreas transversales y didáctica de las Ciencias.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Normativa legal
Ley Orgánica 1/1990, de 3 de octubre, de Ordenación General del Sistema Educativo. Bole-
tín Oficial del Estado (04/10/1990), 238, 28927-28942. También disponible en línea en:
<www.boe.es/aeboe/consultas/bases_datos/doc.php?id=BOE-A-1990-24172>.
Ley Orgánica 10/2002, de 23 de diciembre, de Calidad de la Educación. Boletín Oficial del
Estado (24/12/2002), 307, 45188-45220. También disponible en línea en: <www.boe.
es/boe/dias/2002/12/24/pdfs/A45188-45220.pdf>.
Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación. Boletín Oficial del Estado (04/05/2006),
106, 17158-17207. También disponible en línea en: <www.boe.es/boe/dias/2006/05/04/
pdfs/A17158-17207.pdf>.
Real Decreto 1631/2006, de 29 de diciembre, por el que se establecen las enseñanzas
mínimas correspondientes a la Educación Secundaria Obligatoria. Boletín Oficial del
Estado (05/01/2007), 5, 677-773. También disponible en línea en: <www.boe.es/boe/
dias/2007/01/05/pdfs/A00677-00773.pdf>.
8. LA QUÍMICA EN EL BACHILLERATO:
POR UNA QUÍMICA EN CONTEXTO
CONTENIDO DE CAPÍTULO
Aureli Caamaño
IES Barcelona-Congrés
Universidad de Barcelona
La química ha tenido un desarrollo extraordinario a lo largo del siglo XX: síntesis de nue-
vas sustancias, análisis químico y determinación de estructuras cada vez más complejas,
descubrimiento de nuevos catalizadores, obtención de polímeros y nuevos materiales y
avances en el conocimiento de cómo y por qué ocurren las reacciones químicas (Juaristi,
1999; Royal Society of Chemistry, 2000; Talanquer, 2009). Estos desarrollos no siempre se
han visto acompañados de los mismos avances en el campo de la enseñanza de la Quí-
mica, ni tampoco los nuevos conocimientos se han visto incorporados en el currículo de
Química de secundaria con la intensidad que hubiera sido deseable.
Los procesos de reforma de los sistemas educativos y del currículo en la enseñanza secunda-
ria, tanto en la etapa obligatoria como en la postobligatoria (bachillerato), han modificado los
objetivos del área de Ciencias de la naturaleza y de la química en particular. La finalidad de
una ciencia para todos, una ciencia para la ciudadanía y de la alfabetización científica han
equilibrado la importancia del aprendizaje de los contenidos disciplinares con otros objeti-
vos como la comprensión de la naturaleza de la ciencia, el aprendizaje de procedimientos
y actitudes y, más recientemente, la adquisición de competencias.
Por otro lado, los resultados de la investigación en didáctica de las Ciencias y de la Química,
en particular, y las experiencias de innovación curricular, han proporcionado fundamentos
para comprender mejor las dificultades en el aprendizaje de Química y estrategias para
abordar de una manera más eficaz la enseñanza de Química (Gabel, 1999; Caamaño, 2003,
2004; Garritz, 2010).
Los años setenta y los inicios de los ochenta estuvieron marcados por propuestas de cambio
en la enseñanza tradicional y transmisiva basadas en el modelo didáctico del descubrimiento
orientado, del que el proyecto inglés «Química Nuffield» fue un ejemplo paradigmático. Se
trataba de poner a los estudiantes en situación de descubrir las regularidades y las leyes de
la química a partir de un trabajo experimental en grupo, guiado por el profesor y por una
guía de trabajo escrita.
Con todo, este nuevo cuerpo de conocimiento didáctico sobre las concepciones alternativas
de los estudiantes, las dificultades conceptuales de la química y la construcción de modelos
químicos escolares apropiados ha tenido una influencia mayor en el ámbito metodológico
que en el curricular, es decir, los cambios curriculares no han acabado de reflejar estas nue-
vas maneras de pensar el aprendizaje y la enseñanza de Química.
En España, el currículo de 1992 introduce por primera vez en las asignaturas de Ciencias
del bachillerato bloques de contenidos CTS (Martín-Díaz y Bacas, 1996; Caamaño 1999).
En estos bloques se hacía referencia al análisis de la naturaleza de la química y sus logros y
limitaciones, a las relaciones de la química con la tecnología y a las implicaciones de ambas
en la sociedad. Y determinados criterios de evaluación se referían a la valoración crítica del
papel que la química desarrolla en la sociedad, a la importancia histórica de determinadas
teorías químicas, al interés económico, biológico e industrial de los polímeros artificiales y
naturales, a los procesos de la industria química y a los efectos contaminantes más comunes
del ecosistema terrestre.
mas con los que se enfrenta hoy la humanidad. Es por ello por lo que el desarrollo de la materia debe
prestar atención igualmente a las relaciones entre ciencia, tecnología, sociedad y ambiente (CTSA), y
contribuir, en particular, a que los alumnos y las alumnas conozcan aquellos problemas, sus causas
y medidas necesarias –en los ámbitos tecnocientífico, educativo y político–, para hacerles frente y
avanzar hacia un futuro sostenible.
En el texto que sigue se muestran los objetivos de Física y Química del primer curso de
bachillerato.
car los modelos en relación con la evidencia experimental y comprender y resolver problemas
ayudándose de un amplio uso de los diagramas, los modelos y las representaciones gráficas y
simbólicas de la química.
Existe un primer bloque de contenidos transversal a todas las asignaturas de Ciencias, que
es el siguiente:
• Utilización de estrategias básicas de la actividad científica tales como:
- El planteamiento de problemas y la toma de decisiones acerca del interés y la con-
veniencia o no de su estudio.
- La formulación de hipótesis.
- La elaboración de estrategias de resolución y de diseños experimentales.
- El análisis de los resultados y de su fiabilidad.
• Búsqueda, selección y comunicación de información y de resultados utilizando la
terminología adecuada.
El texto que sigue resume los bloques de contenidos de Química de primero y segundo curso.
Bloques de contenidos del currículo de Química de primero y segundo curso de bachillerato en Cataluña
Primer curso
1. Los orígenes de la teoría atómico-molecular de la materia.
2. Gases, líquidos y soluciones.
3. Un modelo para los átomos.
4. El enlace entre átomos y entre moléculas.
5. El mundo de la química orgánica.
6. Reacciones químicas.
Segundo curso
1. Átomos, moléculas y radiación.
2. Cambios de energía en las reacciones químicas.
3. Equilibrio de fases y equilibrio químico.
4. Equilibrios químicos iónicos.
5. Espontaneidad y velocidad de las reacciones químicas.
6. Pilas y células electrolíticas.
Los cuadros 1 y 2 (véanse pp. 160-163) muestran el contexto, los conceptos y los modelos,
algunas de las actividades y los trabajos prácticos experimentales, así como ciertos criterios de
evaluación, a título de ejemplo, que se proponen en los dos cursos de Química del bachillerato.
modelos y teorías. • Líquidos. Presión de vapor. tura en un gas. tamiento de los gases ideales y
• Disoluciones. • Determinación de la masa valorar sus limitaciones.
• Formas de expresar la composición. molecular relativa de un gas o • Diseñar y realizar con autono-
• Solubilidad de los gases y presión de una sustancia volátil. mía actividades prácticas como
parcial. • Preparación de una disolución la preparación de una solución
• Propiedades coligativas. de una concentración deter- líquida de una determinada con-
minada. centración.
3. Un modelo para • El CO2 en la atmósfera y en • Modelos atómicos de Thomson, • Observación e interpretación • Justificar la evolución histórica
los átomos los océanos. Rutherford y Bohr. Isótopos. de los espectros de emisión de de los modelos atómicos en re-
• Función de la osmosis en los • Evidencia experimental de la varios elementos. lación con las evidencias experi-
sistemas biológicos y en las distribución de los electrones en • Interpretación de la variación mentales disponibles.
plantas desalinizadoras. capas. de las sucesivas energías de
ionización de un átomo.
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4. El enlace entre • Materiales: metales, cerámicos, • Enlace covalente, covalente polar • Predicción de la estructura de • Relacionar las propiedades fí-
átomos y entre vidrios. Nanotubos. e iónico. Enlace metálico. Fuerzas diferentes sustancias a partir sicas de las sustancias y de los
moléculas • Cristales líquidos. intermoleculares. de la determinación experi- materiales con su estructura y
• Comportamiento anómalo • Enlace de hidrógeno. mental de sus propiedades. tipo de enlace.
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Cuadro 2. Contextos, conceptos, actividades y criterios de evaluación de Química del segundo curso de bachillerato en Cataluña
162
3. Cambios de • Reacciones de combustión • Energía interna y entalpía de una • Investigación experimental • Determinar experimentalmente el
energía en les como fuente de energía. sustancia. Entalpías de formación. del calor de combustión de calor de una reacción. Interpretar y
reacciones • Problemas ambientales ge- Energía y entalpía de una reacción. diferentes alcoholes. calcular la entalpía de una reacción a
químicas nerados por los combusti- Ley de Hess. Diagrama de entalpía. partir de las entalpías de formación y
bles fósiles. • Entalpía de enlace y longitud de de las entalpías de enlace. Relacionar
• Biocombustibles. enlace. la entalpía de un enlace con paráme-
• Relación del valor de la energía tros como el tamaño de los átomos,
reticular de un sólido iónico con la la polaridad del enlace y el tipo de
carga de los iones y su tamaño. enlace (simple, doble o triple).
4. Equilibrio • El agua y el hielo seco. • Equilibrios de fases. Diagrama de • Investigación del efecto de • Interpretar el diagrama de fases de
de fases • Fabricación del amoníaco y fases. la variación de la concen- una sustancia.
y equilibrio de la cal viva. Reacciones de • Equilibrio químico. Constante de tración o la temperatura en • Predecir el sentido en que evoluciona
químico esterificación. equilibrio. Cociente de reacción. un equilibrio. un sistema químico y las concentra-
Factores de los que depende el ciones finales de equilibrio.
equilibrio.
• Desplazamiento del equilibrio.
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4. Equilibrio • Importancia del pH de los • Modelo de Brönsted y Lowry de • Investigación e interpre- • Clasificar especies químicas como
químico iónico suelos en agricultura. ácido y de base. Fuerza relativa de tación de la diferente va- ácidas, básicas o neutras aplicando el
• La solución reguladora CO2/ los ácidos y las bases. Escala de pH. riación del pH al diluir un modelo de Brönsted-Lowry y aplicar
HCO3-/CO32- en la sangre y el Cálculo de pH de soluciones de ácido fuerte y uno débil. las técnicas volumétricas para deter-
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164 FÍSICA Y QUÍMICA. COMPLEMENTOS DE FORMACIÓN DISCIPLINAR
El aspecto más característico de los contenidos de Química del bachillerato del decreto
de mínimos es que su estructura es básicamente conceptual. También se observa que hay
una gran cantidad de contenidos, por lo que difícilmente podrán alcanzarse los objetivos
relativos a las dimensiones cultural y práctica de la química, a no ser que el desarrollo
curricular posterior en cada comunidad autónoma haga especial énfasis en esos aspec-
tos. En el currículo de Cataluña, los contextos que deben ser tratados están algo más
detallados y los trabajos prácticos experimentales que deben realizarse se encuentran
expuestos de una forma más explícita; con todo, este currículo de Química continúa
teniendo una estructuración fundamentalmente conceptual, que deja demasiado abierto
el posible enfoque en contexto que podría darse a la asignatura en los libros de texto y
en la práctica en el aula.
A modo de conclusión
El currículo es siempre un instrumento condicionante de los temas, los conceptos, los pro-
cesos, las actitudes y los valores que hay que desarrollar, que goza de una gran visibilidad
pero por sí solo no resuelve el problema de la calidad de las prácticas en el aula, las cuales
dependen sobre todo de la formación de los profesores.
A lo largo de este capítulo hemos analizado brevemente las tendencias y los cambios curri-
culares que han tenido lugar en Química del bachillerato en las últimas décadas, en relación
con otros países, y hemos presentado y analizado con mayor profundidad el currículo actual
de Química del bachillerato en España. La conclusión fundamental es que se ha hecho
un esfuerzo por incorporar nuevos contenidos CTS y actividades prácticas, pero todavía
estamos lejos de un currículo claramente contextualizado en su forma de presentación y de
implementación en el aula. Coincidimos con Gutiérrez Julián, Gómez Crespo y Martín-Díaz
(2008) en la necesidad de buscar un equilibrio adecuado entre los diferentes tipos de conte-
nido e incidir sobre las pruebas de acceso a la universidad (PAU), para que éstas recojan los
cambios que se han producido en el nuevo currículo.
También queda mucho camino por recorrer para conseguir que el trabajo experimental
se integre en la elaboración de los modelos químicos escolares y tenga un carácter premi-
nentemente indagatorio. En el capítulo «Unidades didácticas y proyectos de calidad en la
enseñanza de la Química» del tercer volumen Física y Química. Investigación, innovación
y buenas prácticas (Caamaño, 2011b) pueden encontrarse descritos algunos proyectos
que optan por un enfoque contextualizado de la química y dan una gran importancia al
trabajo práctico.
ACTIVIDADES
1. En este capítulo se presentan los contenidos del currículo de Química del bachillerato de en-
señanzas mínimas (textos de las páginas 155-156 y 157) para todo el Estado español. Dado
que cada comunidad autónoma amplía estos contenidos al establecer su propio currículo:
• Consulta el currículo de tu comunidad para Química del bachillerato.
• Especifica cuáles son los contenidos ampliados.
• Compara estos contenidos con los del currículo en Cataluña (cuadros 1 y 2, pp. 160-163).
3. A partir de algunos de los contextos que aparecen los cuadros 1 y 2, diseña una actividad de
enseñanza-aprendizaje con contexto CTS, atendiendo a las siguientes condiciones:
• Debe comenzar por preguntas que permitan establecer relaciones CTS y éstas, a su vez,
deben dar ocasión a que el alumno aprenda contenidos propios del currículo de Química
del bachillerato.
• Debe tener, al menos, dos preguntas orientadas hacia contenidos CTS y dos preguntas
orientadas hacia contenidos más específicos de química.
FUENTES Y RECURSOS
Libros y artículos
BARKE, H.-D., AL HAZARI y YITBAREK, S. (2009). Misconceptions in Chemistry. Adressing
perceptions in Chemical Education. Berlín: Springer.
Durante las últimas décadas, la investigación didáctica ha descubierto que los estudiantes
desarrollan sus propia comprensión de cómo funcionan los fenómenos físicos y químicos. De
este modo llegan a las clases, por ejemplo, con preconcepciones relativas a la combustión,
los gases o la conservación de la masa. El profesorado ha de saber diagnosticarlas y reflexio-
nar sobre ellas para mejorar la enseñanza. Además, hay concepciones alternativas que se
generan durante el proceso de aprendizaje escolar, tales como las relativas al equilibrio, las
reacciones ácido-base y las reacciones redox. Esta monografía aporta experimentos y mo-
delos estructurales que pueden permitir prevenir o corregir estas concepciones alternativas.
Un proyecto de química en contexto para los dos cursos del bachillerato inglés (AS-A2) que
parte de las aplicaciones y las fronteras de la investigación química e introduce los con-
ceptos necesarios para su comprensión a lo largo de una serie de lecturas (storylines), que
constituyen el hilo conductor del curso. La primera edición de este proyecto fue adaptada y
experimentada en España durante el periodo 1995-2000. En el capítulo 3 del tercer volumen,
Física y Química. Investigación, innovación y buenas prácticas, se describen el proyecto y los
resultados de esta experimentación.
TABER, K.S. (2002). Chemical misconceptions: prevention, diagnosis and cure. Vol. I: Theo-
retical background; Vol. II. Classroom resources. Londres: Royal Society of Chemistry.
Esta publicación está pensada para dar información sobre las concepciones alternativas clave
en química que ha descubierto la investigación, aportar una variedad de enfoques didácticos y
actividades para evitar que los estudiantes adquieran estas concepcions y dar ideas generales
para ayudar a los estudiantes a desarrollar concepciones cientificas apropiadas. Algunas ac-
tividades, traducidas al catalán, pueden ser consultadas en la web de la Societat Catalana de
Química. Disponible en línea en: <scqhistoric.iec.cat/continguts/2009/21debat/21debat.html>.
TALANQUER, V. (2009). Química: ¿Quién eres, a dónde vas y cómo te alcanzamos? Educa-
ción Química, 20, número extraordinario de junio, 220-226.
Este artículo presenta una reflexión personal del autor sobre la naturaleza de la química,
sus áreas de desarrollo potencial en el siglo XXI y las correspondientes implicaciones para la
educación química.
Revistas
Alambique. Monografías sobre temas de química.
alambique.grao.com/revistas/presentacion.asp?ID=4
La revista Alambique ha publicado diversos monográficos sobre temas de química: «Cambio
químico» (17, 1998); «Química de los elementos» (21, 1999), «Estructura de la materia»
(26, 2000), «La química cotidiana» (28, 2001), «Trabajos prácticos de física y química» (39,
2004), «Nuevos materiales» (59, 2009) y «Ciencia y cocina» (65, 2010).
Educación Química.
depa.fquim.unam.mx/educquim/index.php
Revista trimestral de educación química publicada por la Facultad de Química de la Uni-
versidad Nacional Autónoma de México. Los objetivos de la revista son la actualización
del profesorado, la exploración didáctica de temas de dificil aprendizaje, la difusión de la
química, el uso de la historia para enseñar química, el intercambio de medios y criterios de
evaluación del aprendizaje, la promoción de la enseñanza de la química experimental, el in-
tercambio de experiencias de diseño, de evaluación curricular y de investigación educativa,
etc. Publica artículos principalmente en español, pero también en inglés, portugués y francés.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Normativa legal
Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación. Boletín Oficial del Estado (04/05/2006),
106, 17158-17207. También disponible en línea en: <www.boe.es/boe/dias/2006/05/04/
pdfs/A17158-17207.pdf>.
Real Decreto 1467/2007, de 2 de noviembre, por el que se establece la estructura del bachi-
llerato y se fijan sus enseñanzas mínimas. Boletín Oficial del Estado (06/11/2007), 266,
45381-45477. También disponible en línea en: <www.boe.es/boe/dias/2007/11/06/pdfs/
A45381-45477.pdf>.
9. LA FÍSICA EN EL BACHILLERATO:
POR UNA FÍSICA MÁS ATRACTIVA
CONTENIDO DE CAPÍTULO
Jordi Solbes
Universidad de Valencia
IES José Rodrigo Botet. Manises
El Informe Rocard (Rocard y otros, 2007) alerta sobre el hecho de que disminuyen los
jóvenes europeos que estudian ciencias y el «peligro capital para el futuro de Europa»
que esto supone, porque obstaculiza el logro de una economía del conocimiento, que
era uno de los objetivos de la Estrategia de Lisboa, aprobada por la UE en el año 2000.
De entre todas las ciencias, la situación peor en Europa, incluyendo nuestro país, es la de
la física. Para comprobar qué sucede en nuestro país basta ver los datos de matriculación
en la prueba de acceso a la universidad (PAU) de la Universidad de Valencia (en COU)
y en las universidades valencianas (en 2.º de bachillerato) en las distintas asignaturas de
Ciencias (cuadro 1, en página siguiente). Ponen de manifiesto que desde el año 1997 la
matriculación en Física de 2.º de bachillerato ha disminuido un 43%, en Química un
39% y en Biología un 28%.
Según en el cuadro 3, el número de chicas en los bachilleratos es superior al de chicos a partir del
año 2003, en el que la Universidad de Valencia empieza a considerar este dato interesante para
sus estadísticas. El porcentaje de alumnas es muy superior en el bachillerato Humanístico (H) y
bastante superior en CS y en el de CCSS, y muy inferior (se reduce casi a la mitad) en el CT. La dis-
minución del número de chicas que cursan Matemáticas y Física en el bachillerato actual respecto
al COU de antes disminuirá el de tituladas en ingeniería, arquitectura, física, etc.
Cuadro 3. Porcentaje de alumnas en las distintas modalidades del bachillerato en las PAU de la Universi-
dad de Valencia
Según el Informe Rocard, «los orígenes de esta situación pueden encontrarse en la manera
como se enseña la ciencia» (Rocard y otros, 2007). Pero, como señalan Solbes, Montserrat
y Furió (2007), se trata de un fenómeno complejo, multicausal, en el que influye, eviden-
temente, la forma en que se enseñan las ciencias, pero también la imagen pública de las
ciencias, el género de los estudiantes y el estatus de las ciencias en el sistema educativo.
Todo lo dicho se ve acentuado si sustituimos «ciencias» por «física».
En cuanto a las causas de la mala imagen pública de la ciencia, cabe señalar que la ciencia
no parece formar parte de la cultura (dos culturas), que algunos grupos sociales culpabilizan
a la ciencia de los problemas actuales (ambientales, armamentismo, relativismo moral, etc.),
que existe una escasa presencia de la ciencia en los medios (en especial, la TV), que la co-
munidad científica hace poca divulgación y, por último, las peculiaridades de la historia de
la ciencia en cada país.
su desinterés la enseñanza de una ciencia aislada del entorno, sin relaciones Ciencia, Tec-
nología, Sociedad (CTS), poco útil y sin temas de actualidad, sin apenas trabajo práctico, con
clases aburridas y poco participativas, y la dificultad de la propia disciplina.
Introducción y objetivos
En la introducción al currículo de Física se señala que la materia ha de:
(…) lograr una mayor familiarización con la naturaleza de la actividad científica y tecnológica y la
apropiación de las competencias que dicha actividad conlleva. Al mismo tiempo, esta materia, de
la modalidad de Ciencias y Tecnología, ha de seguir contribuyendo a aumentar el interés de los
estudiantes hacia las ciencias físico-químicas.
Y a:
(…) aumentar el interés de los estudiantes hacia las ciencias físico-químicas, poniendo énfasis en una
visión de las mismas que permita comprender su dimensión social y, en particular, el papel jugado
en las condiciones de vida y en las concepciones de los seres humanos.
Contenidos
Los temas de Física tratados en el bachillerato según el Real Decreto 1467/2007 se muestran
en el cuadro 4.
Pero esto es una larga «guerra» que se inició con la Ley General de Educación (LGE), en la
que la Física y la Química, anteriormente separadas, fueron unificadas en 3.º de BUP por la
Si se impartiese Física (separada de Química) con tres o cuatro horas en 1.º y cuatro horas
en 2.º sería posible cambiar la distribución e introducir temas más cualitativos en 1.º: La
energía y su transferencia: trabajo y calor; Óptica; Electricidad y magnetismo y elementos de
física cuántica, necesarios para la química. Para 2.º podrían quedar temas más cuantitativos
como: Cinemática; Dinámica; Vibraciones y ondas; Interacción gravitatoria y electromag-
nética e ideas de relatividad y física nuclear. De hecho, en Cataluña, donde se imparte una
Física de cuatro horas en 1.º y de cuatro horas en 2.º, se ha podido realizar una distribución
alternativa de contenidos (Plana y otros, 2005).
Algunos sostienen que el currículo de Física es un currículo enciclopédico, pero esto sólo
se podría afirmar de la asignatura de 1.º, en el que aparecen juntas Física y Química, y se
introducen cuatro bloques de contenido de cada una de ellas, lo que da un total de nueve,
incluyendo el de contenidos comunes. Pero en 2.º, con tan sólo seis bloques, es más di-
fícil mantener esa afirmación. Incluso en autonomías como la valenciana, que separan el
último bloque en tres (Elementos de física relativista, Elementos de física cuántica y Física
nuclear y de partículas), el número de bloques es de ocho. Por lo tanto, el problema de los
contenidos enciclopédicos que impiden mostrar las implicaciones tecnológicas y sociales
de la física (Pro, 2005) no es tanto un problema de currículo cuanto de su concreción en
los libros de texto, en las PAU y en la práctica docente del profesorado, como veremos
más adelante.
En cuanto a los contenidos, además de los conceptuales, habituales en todos los currículos,
se incluyen contenidos procedimentales relacionados con el trabajo científico y conteni-
dos CTS que favorecen la enseñanza de valores y actitudes, como recomienda la investiga-
ción en didáctica de las Ciencias. Estos contenidos CTS son relevantes para la vida personal
y social o cívica del alumnado, como plantea PISA (2005).
En el cuadro 5 se muestran los diversos tipos de contenidos de Física del primer curso de bachi-
llerato. Los números indican el bloque temático al que pertenecen. Los contenidos sobre proce-
dimientos de la ciencia aparecen en la segunda columna marcados con un asterisco y sin marca
los contenidos sobre la naturaleza de la ciencia. Aunque prevalecen los conceptuales, se puede
considerar que el «estudio de movimientos» o el «estudio de algunas situaciones dinámicas
de interés» son también experimentales, por lo que se marcan con el asterisco.
Cuadro 5. Contenidos conceptuales, procedimentales y CTS de Física del primer curso de bachillerato
Cuadro 6. Contenidos conceptuales, procedimentales y CTS de Física del segundo curso de bachillerato
También enfatiza la idea de unificación, que se inicia con la gravitación universal, que uni-
fica el cielo y la Tierra, y prosigue con la síntesis de Maxwell, que unifica la electricidad, el
magnetismo y la óptica. Y lo hace sin descartar los contenidos sobre procesos y naturaleza
de la ciencia y sobre relaciones CTS.
Criterios de evaluación
Los criterios constan de un enunciado breve, redactado en infinitivo, y unos comentarios que lo
desarrollan. El primero es prescriptivo para los decretos autonómicos, el segundo no. Dichos
criterios se entienden como un puente entre los contenidos formales y los contenidos propues-
tos. Así, a título de ejemplo, el 2.º criterio dice:
(…) valorar la importancia de la Ley de la gravitación universal y aplicarla a la resolución de situa-
ciones problemáticas de interés como la determinación de masas de cuerpos celestes, el tratamiento
de la gravedad terrestre y el estudio de los movimientos de planetas y satélites.
Y el 3.º afirma:
Construir un modelo teórico que permita explicar las vibraciones de la materia y su propagación
(ondas), aplicándolo a la interpretación de diversos fenómenos naturales y desarrollos tecnológicos.
Estos criterios de evaluación se ajustan a los objetivos y los contenidos establecidos. Las admi-
nistraciones educativas deberían garantizar que las PAU de Física, que están centradas básica-
mente en problemas numéricos y contenidos conceptuales, tuviesen más en consideración el
resto de contenidos (Guisasola, 2008).
Otra función de los comentarios es aclarar los contenidos, como por ejemplo, cuando
señala que:
(…) este criterio evaluará si los estudiantes comprenden que los fotones, los electrones, etc. no son
ni ondas ni partículas según la noción clásica, sino que son objetos nuevos con un comportamiento
nuevo, el cuántico, y que para describirlo fue necesario construir un nuevo cuerpo de conocimientos
que permite una mejor comprensión de la materia y el cosmos, la física cuántica.
Y, además, se puede acabar el programa de bachillerato. En 1.º es un poco más difícil, dado
que hay menos tiempo. En el cuatrimestre de Física, se puede impartir el estudio del movi-
miento, la dinámica, la energía y su transferencia: trabajo y calor, y los aspectos energéticos
de la corriente eléctrica. En cuanto a la Física de 2.º, se puede dedicar el primer trimestre al
estudio de la interacción gravitatoria, y vibraciones y ondas; el segundo, al estudio de óptica
Y ¿de dónde sacar el tiempo? Posiblemente, evitando lo que hacen muchos libros de texto
mayoritarios. Dichos libros tienen una gran responsabilidad en el proceso educativo, ya
que son utilizados por la mayor parte del profesorado y son los intérpretes del currículo. Sin
embargo, las grandes editoriales en escasas ocasiones apuestan por las innovaciones porque
consideran que de esta forma se aseguran una mayor aceptación del profesorado –especial-
mente preocupado por el tipo de problemas que se proponen en las PAU– y, con ello, sus
beneficios económicos. Por el contrario, los escasos materiales curriculares alternativos, que
introducen innovaciones educativas, no cuentan siempre con el apoyo necesario (Caamaño
y otros, 2001).
Muchos libros parece que no puedan introducir las ecuaciones de movimiento en 1.º de
bachillerato sin derivadas o determinar la energía potencial gravitatoria o eléctrica en 2.º
sin integrar, cuando los alumnos desconocen las derivadas en 1.º y las integrales en 2.º. O
no saben introducir la ecuación de Biot-Savart o la de las lentes delgadas sin deducirla de
las leyes de Ampère o del dioptrio esférico. Olvidan que en la historia de la física (Holton,
2004) las ecuaciones de movimiento se introdujeron antes que el cálculo integral y dife-
rencial, que muchas ecuaciones se obtuvieron a partir de los experimentos (por ejemplo, la
de Biot y Savart) y que otras se pueden obtener por razonamientos dimensionales, de tanta
importancia en la física (Levy-Leblond, 2002). Es decir, parece que no se puede enseñar
física sin fórmulas…, pero se enseña sin experimentación. Y, lo que resulta más paradójico,
este tratamiento deductivo formal se justifica en la PAU, cuando en ésta no se pide ese tipo
de demostraciones.
Grandes físicos teóricos han puesto de manifiesto que la física y su enseñanza no se pueden
reducir a su formalismo. Así, Boltzmann (1986) decía lo siguiente:
(…) llama la atención que las teorías sean difíciles de entender y que estén rodeadas de un montón
de fórmulas (que no significan nada para el profano). Sin embargo, ésta no es su esencia, ya que
el verdadero teórico ahorra en lo posible este tipo de medios; lo que puede decir con palabras, lo
dice con palabras.
Heisenberg afirma:
Para un científico, la descripción en lenguaje llano es una medida del grado de comprensión a que
se ha llegado.
Es posible enseñar Física sin apenas ecuaciones, y un buen ejemplo de ello es la conocida
Física conceptual de Hewitt (2004). O enseñarla sin derivadas ni integrales y, a cambio, utilizar
profusamente la historia de la ciencia para extraer de ella los problemas significativos (Holton,
2004), o mostrar las múltiples aplicaciones de la física en la tecnología, la medicina, etc. (Gian-
coli, 2006). En esta línea cualitativa, son muy interesantes algunos capítulos del volumen 1 de
Física de Feynman (1998), como el 1, «Átomos en movimiento», el 2, «Física básica», el 3, «Re-
lación de la física con otras ciencias», el 4, «Conservación de la Energía», el 7, «Gravitación»,
el 37, «Comportamiento cuántico», el 46, «Rueda dentada y trinquete» y el 52, «Simetría en
las leyes físicas», que aparecen, casi sin cambios, en sus libros de divulgación El carácter de la
ley física o Seis temas fáciles.
Este excesivo formalismo posiblemente sea debido a que el profesor ha sido formado en la
universidad con una visión unidimensional de las materias científicas que excluye muchas
de sus múltiples dimensiones (la historia, las relaciones CTS, su contribución a la raciona-
lidad y el espíritu crítico, etc.). Desde esta perspectiva, la atención a la dimensión de los
métodos de la ciencia se interpreta como ciencia, pero no se enseña, aduciendo exceso de
contenidos conceptuales, falta de tiempo, etc. Y la atención a la dimensión CTS se interpreta,
erróneamente, como una «desviación» del currículo científico, como «no ciencia». El texto
que sigue expone un ejemplo de actividad conceptual cualitativa.
Comentarios. Se trata de una actividad conceptual. Muestra que los alumnos son incapaces de dar un significado
físico al campo independientemente de la fuerza. De hecho, como ya hemos mostrado en Martín y Solbes (2001),
la mayoría de los alumnos identifican la intensidad de campo con la fuerza existente entre ambas cargas, y por ello
la mayoría contesta que no existe campo en el caso c). En dicho trabajo se pueden encontrar otras cuestiones que
pueden ayudar a corregir esta concepción alternativa.
Nos centramos en estas dos aportaciones de la investigación en didáctica de las Ciencias por la
demostrada capacidad de ambas para cambiar las actitudes negativas de los estudiantes, desper-
tando su interés, sin el cual no es posible el aprendizaje. Por otra parte, los procedimientos del
trabajo científico son un saber hacer y, como todos estos, sólo se aprende haciendo. Como ya
hemos señalado (contenidos con asterisco de los cuadros 5 y 6, en las pp. 177-178), el propio
currículo ofrece bastantes oportunidades para aprenderlas, como el estudio de movimientos, de
las oscilaciones de un muelle, la determinación de gravedad terrestre, etc., cuyo estudio expe-
rimental se ve considerablemente facilitado con la utilización de los sensores de movimiento,
fuerza, etc., de un laboratorio asistido por ordenador (Pintó, 2002; Solbes y Tarín, 2008).
Presentar las múltiples interacciones de la física con la tecnología, la sociedad y el ambiente permite
no sólo dar una visión más contextualizada de la física, sino también contribuir a la formación de
ciudadanos críticos que puedan participar en debates en torno a temas científicos, tomar decisio-
nes informadas, etc. (Solbes y Vilches, 2004; Solbes, Ruiz y Furió, 2010). Esta orientación CTS de
la física ha sido desarrollada en el proyecto «Galaxia» (Calatayud y otros, 1995; Solbes y Tarín,
1996) y por la «Física Salters» (Plana y otros, 2005), que se presenta con más detalle en otro libro de
la serie. Por eso, se deben realizar actividades sobre las principales implicaciones tecnológicas
de la física. Son muchas y diversas y, por otra parte, nos hemos acostumbrado tanto a ellas que
muchas veces se ignora su origen en la física. Entre ellas podemos mencionar: las implicaciones
de la gravitación en la astronomía y los satélites artificiales; las aplicaciones de la termodinámica
en las máquinas térmicas y su impacto ambiental (el incremento del efecto invernadero, la lluvia
ácida, el esmog), etc.; el campo eléctrico y las fotocopiadoras, los filtros electrostáticos, las impre-
soras de chorro, los tubos de rayos catódicos y TV, la corriente eléctrica desde Galvani a la co-
rriente alterna, el campo magnético y los electroimanes, los espectrógrafos de masas, los motores;
los generadores de corriente alterna, los transformadores, la iluminación eléctrica; la producción
y la recepción de ondas electromagnéticas, las primeras redes de comunicación; las múltiples
aplicaciones de la óptica, desde las lentes correctoras a los instrumentos ópticos o la fibra óptica;
las implicaciones conceptuales y prácticas de la relatividad especial (energía nuclear) y general
(astrofísica y cosmología); la célula fotoeléctrica, el láser, el microscopio electrónico, la electrónica
y los dispositivos semiconductores (diodos, células fotovoltaicas, transistores, circuitos integrados)
y sus aplicaciones en control (automática y robótica), en ordenadores, en la telecomunicación y
en Internet ponen de manifiesto que todas las nuevas tecnologías son cuánticas; la radiactividad
y sus múltiples aplicaciones, dosis y efectos; la fisión y la fusión y sus, hasta ahora, preocupantes
aplicaciones; los detectores, los aceleradores lineales y circulares y su radiación sincrotrón.
propiciado una nueva era de la información, pero estos discursos ignoran los desarrollos de
las ciencias físicas que hacen posible su existencia y funcionamiento, como la microelectró-
nica o las telecomunicaciones. Se da así una visión que no muestra la génesis y la evolución
de las TIC, lo que no favorece la comprensión de las mismas y de su capacidad de integrar
tecnologías ya existentes (como la red telefónica actualmente o la de TV digital en el futuro).
Por último, también conviene utilizar la historia de la física para extraer de la misma los pro-
blemas significativos, evitar visiones dogmáticas y descontextualizadas, mostrar la dimensión
humana y la naturaleza colectiva y controvertida de la investigación científica, etc. (Solbes
y Traver, 2003), aspectos éstos que ya se han tratado en el capítulo 2, «Historia de la física
y enseñanza de la Física», de este volumen. Seguidamente, se expone una serie de ejemplos
de actividades sobre naturaleza y procedimientos de la ciencia y CTS.
de Hertz para producir ondas electromagnéticas en las que descubrió que saltaba más fácilmente la chispa en el
detector de las ondas hertzianas cuando se iluminaba con luz visible uno de sus extremos) y el carácter de sistema
en reposo absoluto del espacio, es decir, del éter que supuestamente lo ocupaba (en Cinemática). Pero el profesor
no debe olvidar que existieron más problemas y puede mencionar alguno de ellos, si lo considera oportuno, como
los espectros continuos de sólidos y líquidos incandescentes, el incumplimiento de la ley de Dulong y Petit de la
capacidad calorífica específica de los sólidos o que la resistividad de los metales, predicha mediante el modelo de
Drude Lorentz, era mayor que la experimental, etc.
Actividad. Indica, a título de hipótesis, de qué variables depende el periodo de oscilación de un muelle. Diseña y
realiza una investigación para comprobarlo.
Comentarios. Se trata de una actividad sobre procedimientos de la ciencia. En ella se plantea un trabajo práctico abor-
dado como investigación. La actividad permite a los alumnos señalar, a título de hipótesis, que el período T puede
depender de la masa m, de la constante k, etc. A continuación, se trata de diseñar una experiencia para comprobarlo.
Puede consistir en un muelle del que se suspenden diversas masas y que se hace oscilar para cada una de ellas. Se
facilita su realización utilizando un sensor de movimientos, situado debajo de las masas. Se determinan los períodos T
en la pantalla del ordenador para cada masa m, encontrando una recta si se representa m = f(T2). Este resultado, que
concuerda con T = 2π(m/k)1/2, que se deduce a partir de la ecuación dinámica del sistema F = ma, es decir, kx = mω2x,
y que permite realizar una determinación de la constante elástica k a partir de la pendiente de la recta. También es intere-
sante suspender el sistema del sensor de fuerzas, lo que permite comprobar cómo varían estas en función de la posición.
Actividad. ¿Se deberían de construir nuevas centrales nucleares para producir energía en España? Presenta todos los
argumentos a favor y en contra de cada postura y finalmente toma una decisión al respecto.
Comentarios. Es una actividad CTS de argumentación sobre cuestiones sociocientíficas. Se realizó durante el proceso
inmediatamente anterior a la decisión por parte del Gobierno español de prolongar la vida útil de la Central Nuclear
de Garoña. Unos las defienden porque reduce la emisión de CO2 a la atmósfera, y otros las cuestionan porque sigue
sin solucionarse el problema de los residuos radiactivos, por la posibilidad de accidentes, por la utilización del pluto-
nio en armas nucleares, etc. Lo que es evidente es la actualidad del tema nuclear: la ubicación del cementerio nuclear
español, la carrera nuclear de Irán, el nuevo acuerdo sobre reducción de cabezas nucleares entre EE.UU. y Rusia, etc.
Estos exámenes ponen en marcha un círculo vicioso, que es letal para la implantación de
las innovaciones: no se enseña lo nuevo porque no se evalúa… y no se evalúa porque no se
enseña. En definitiva, puede afirmarse que las innovaciones que no se integran en los currículos
y no se evalúan se ven condenadas al fracaso porque apenas consiguen modificar el resistente
núcleo duro propedéutico del currículo real aplicado en las aulas.
Y, dado que lo que no se evalúa no existe para el estudiante, es altamente recomendable que
nuestros exámenes incluyan cuestiones procedimentales y CTS como las que se muestran
en los ejemplos.
A partir de los valores anteriores, representa las gráficas l = f(T) y l = f(T2) y determina a partir de esta última el valor
de la aceleración de la gravedad.
2. Cita y comenta alguna evidencia experimental que indique:
- La naturaleza corpuscular de la luz.
- La naturaleza ondulatoria.
3. Señala los científicos que desarrollaron el modelo heliocéntrico y sus principales contribuciones. ¿Contra qué
obstáculos tuvieron que combatir?
4. Señala algunas aplicaciones de los satélites artificiales.
5. Valora críticamente las consecuencias del ruido en la vida de los hombres.
6. Sugiere medidas para disminuir el nivel de ruido del centro de estudios.
7. Cuando el político Gladstone le preguntó a Faraday sobre la utilidad de sus trabajos, éste le contestó: «Señor,
algún día cobrará impuestos por ellos». Señala las diversas aportaciones de la electricidad y del magnetismo a la
vida de la humanidad.
8. Indica las principales aplicaciones de los isótopos radiactivos.
9. La construcción actual de centrales nucleares provoca una gran oposición. Indica las razones.
Conclusiones
Ante estos problemas, que se han tratado de resumir muy brevemente, las propuestas de
solución pasan por mejorar y plantear cambios en la enseñanza de la Física (sin olvidar
a las administraciones educativas y editoriales y a los medios de comunicación). El cu-
rrículo de Física del bachillerato del Ministerio de Educación y Ciencia, con todas las
limitaciones que pueda tener, ha incorporado algunos de estos cambios, como acredita
la gran presencia de contenidos sobre procedimientos y naturaleza de la ciencia y sobre
relaciones CTS, pero estos cambios luego se «diluyen» en los libros de texto usuales y
en la PAU.
Por todo ello, en el último apartado se ha hecho referencia a libros de texto «diferentes» y
artículos con propuestas de actividades innovadoras, y se han realizado propuestas concretas
de contenidos (sobre procedimientos de trabajo científico y relaciones CTS) y de evaluación
que puedan contribuir a hacer más interesante la Física al alumnado.
ACTIVIDADES
1. En este capítulo se presentan los cuadros 5 (p. 177) y 6 (p.178) en los que se analizan los
contenidos del currículo de Física del bachillerato para todo el Estado español, utilizando un
criterio de clasificación que los agrupa en los siguientes contenidos:
• Conceptuales.
• Relacionados con los procedimientos y la naturaleza de la ciencia.
• CTS.
Dado que cada comunidad autónoma amplía estos contenidos al establecer su propio currículo:
• Consulta el currículo de tu comunidad para Física del bachillerato.
• Completa los cuadros, clasificando los nuevos contenidos incorporados.
2. Elige un libro de texto de Física y Química de 1.º de bachillerato o de Física de 2.º de bachi-
llerato y analiza las actividades propuestas en una unidad didáctica. Clasifica las actividades
que permiten trabajar en clase los contenidos conceptuales, los procedimientos, la naturaleza
de la ciencia y los contenidos CTS.
3. A partir de una noticia aparecida en los medios de comunicación, diseña una actividad para
trabajar en el aula atendiendo a las siguientes condiciones:
• Debe comenzar por preguntas que permitan establecer relaciones CTS y éstas, a su vez, deben
dar ocasión a que el alumno aprenda contenidos propios del currículo de Física del bachillerato.
• Debe tener, al menos, dos preguntas orientadas hacia contenidos CTS y dos preguntas
orientadas hacia contenidos más específicos de Física.
FUENTES Y RECURSOS
Los recursos que se aportan a continuación hacen referencia al currículo de Física y también
a la didáctica de la física, complementando así los que se han dado en el volumen Didáctica
de la Física y la Química (Caamaño, 2011).
Libros
HOLTON, G. (2004). Introducción a los conceptos y teorías de las ciencias físicas, Barcelona:
Reverté.
Un texto clásico que utiliza el desarrollo histórico de los conceptos físicos como una forma
de iluminar y dar significado a los contenidos físicos que se estudian, intentando presentar
la física como parte del proceso intelectual y humanístico de la historia de la cual forma
parte. Pone el énfasis en la naturaleza del descubrimiento, el razonamiento y la formación
de los conceptos. Este libro dio lugar posteriormente a la elaboración del «Harvard Project
Physics», y en nuestro país inspiró el proyecto «Física Faraday».
Este capítulo del libro Enseñar Ciencias aporta algunas reflexiones sobre la física que de-
bemos enseñar en la educación secundaria, las dificultades que tienen los estudiantes en
su aprendizaje y cómo organizar los contenidos. Al final se presenta un ejemplo de una
secuencia didáctica sobre los circuitos eléctricos.
RAY, C. y POIZAT, J.C. (2007). La physique par les objects quotidiens. París: Belin. Pour la
science.
Libro que explica el fundamento físico de una serie de objetos o fenómenos cotidianos, tales
como las bombillas de incandescencia, los tubos fluorescentes, el reloj de cuarzo, la televi-
sión, los frigoríficos, las pantallas de cristal líquido, el microondas, el reactor nuclear, etc. Al
final de cada sección hay una serie de cuestiones resueltas. Un buen recurso como fuente
de lecturas (en francés) de física aplicada.
SWINBANK, E. (2000). Salters Horners Advanced Physics, 2 vols.: AS y A2. Londres: Heinemann.
Proyecto de física en contexto para el bachillerato inglés (cursos AS y A2) que parte de las
aplicaciones y las fronteras de la física para introducir a continuación los conceptos que son
necesarios para su comprensión. Este proyecto ha sido adaptado y experimentado en varios
centros de Cataluña (Plana y otros, 2005). En el capítulo 2 del libro («La enseñanza y el
aprendizaje de la Física y la Química en la ESO y el bachillerato: presentación y análisis de
buenas prácticas») se describen el proyecto y los resultados de su experimentación.
VIENNOT, L. (ed.) (1996). Razonar en física. La contribución del sentido común. Madrid:
Antonio Machado Libros.
Si se quiere que la física tenga sentido es preciso poder darse cuenta de que a menudo se aleja del
sentido común. Este libro es esencial para quien quiera tratar de comprender por qué los demás
no comprenden la física o encontrar más sentido a la física que se enseña. Se abordan ejemplos
de óptica, de cinemática, de dinámica y de sonido, y de electrostática y electrocinética.
Revistas
Alambique. Monografías sobre temas de física.
alambique.grao.com/revistas/presentacion.asp?ID=4
La revista Alambique ha publicado diversos monográficos sobre temas de física: «Energía y
sociedad» (24, 2000); «Ondas» (35, 2003); «Nuevos materiales» (59, 2009); «Astronomía en
la escuela» (61, 2009); «Comunicación y sonido» (64, 2010).
Recursos de Física.
www.rrfisica.cat
Revista electrónica de física para la enseñanza secundaria publicada por la Societat Ca-
talana de Física en colaboración con la ApFQC, el Departamento de Educación de la
Generalitat de Cataluña y la Universidad Politécnica de Cataluña. Se publican propuestas
didácticas y trabajos prácticos para abordar diferentes temas de la física.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
PLANA, O., y otros (2005). La Física Salters: un proyecto para la enseñanza contextuali-
zada de la física en el bachillerato. Alambique, 46, 93-103.
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SOLBES, J. y TARÍN, F. (1996). Física 2.º de Bachillerato, Barcelona: Octaedro.
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SOLBES, J. y TRAVER, M. (2003). Against negative image of science: history of science in
the physics & chemistry education, Science & Education, 12, 703-717.
SOLBES, J. y VILCHES, A. (2004). Papel de la relaciones CTSA en la formación ciudadana,
Enseñanza de las Ciencias, 22 (3), 337-348.
SOLBES, J., MONTSERRAT, R. y FURIÓ, C. (2007). El desinterés del alumnado hacia el
aprendizaje de la ciencia: implicaciones en su enseñanza. Didáctica de las Ciencias
Experimentales y Sociales, 21, 91-117.
SOLBES, J., RUIZ, J.J. y FURIÓ, C. (2010). Debates y argumentación en las clases de física
y química. Alambique, 63, 65-76.
VÁZQUEZ, A. y MANASSERO, M.A. (2007). Los intereses curriculares en ciencia y tecno-
logía de los estudiantes de secundaria. Palma: Universidad de las Islas Baleares.
WEISSKOPF, V.F. (1990). La física en el siglo XX. Madrid: Alianza.
Normativa legal
Estrategia de Lisboa (2000). Aprobada en el Consejo Europeo de Lisboa (23 y 24 de marzo
de 2000). Disponible en línea en: <eur-lex.europa.eu/es/dossier/dossier_13.htm>.
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cativa. Boletín Oficial del Estado (06/08/1970), 187, 12525-12546. También disponible
en línea en: <www.boe.es/boe/dias/1970/08/06/pdfs/A12525-12546.pdf>.
Ley Orgánica 1/1990, de 3 de octubre, de Ordenación General del Sistema Edu-
cativo. Boletín Ofi cial del Estado (04/10/1990), 238, 28.927-28.942. También
disponible en línea en: <www.boe.es/aeboe/consultas/bases_datos/doc.php?id=BOE-
A-1990-24172>.
Ley Orgánica 10/2002, de 23 de diciembre, de Calidad de la Educación. Boletín Oficial
del Estado (24/12/2002), 307, 45188-45220. También disponible en línea en: <www.
boe.es/boe/dias/2002/12/24/pdfs/A45188-45220.pdf>.
Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación. Boletín Oficial del Estado
(04/05/2006), 106, 17158-17207. También disponible en línea en: <www.boe.es/boe/
dias/2006/05/04/pdfs/A17158-17207.pdf>.
Real Decreto 3473/2000, de 29 de diciembre, por el que se modifica el Real Decreto
1007/1991, de 14 de junio, por el que se establecen las enseñanzas mínimas correspon-
dientes a la educación secundaria obligatoria. Boletín Oficial del Estado (16/01/2001),
14, 1810-1858. También disponible en línea en: <www.boe.es/boe/dias/2001/01/16/
pdfs/A01810-01858.pdf>.
Real Decreto 1467/2007, de 2 de noviembre, por el que se establece la estructura del bachi-
llerato y se fijan sus enseñanzas mínimas. Boletín Oficial del Estado (06/11/2007), 266,
45381-45477. También disponible en línea en: <www.boe.es/boe/dias/2007/11/06/
pdfs/A45381-45477.pdf>. [Física y Química: pp. 45445-45448; Física: pp. 45443-
45445].
CONTENIDO DE CAPÍTULO
Emilio Pedrinaci
IES El Majuelo. Gines (Sevilla)
El proceso de someter una teoría a la prueba de la experiencia es lo que en la ciencia se llama expe-
rimentación y en la vida aprendizaje.
(Guy Claxton, Vivir y aprender)
¿Qué características tiene el currículo de Ciencias para el mundo contemporáneo? ¿No re-
sulta redundante con el currículo de Física y Química, y el de Biología y Geología de bachi-
llerato? ¿Tiene sentido que sea el mismo para los estudiantes de la modalidad de Ciencias
que para los de las modalidades de Artes y Humanidades? ¿Cómo podemos desarrollarlo de
modo que resulte interesante y útil para unos y otros? Éstas son algunas de las cuestiones que
trataremos en este capítulo.
En mayo de 2006 se aprobaba la Ley Orgánica de Educación (LOE), y entre el listado de asig-
naturas comunes para todas las modalidades de bachillerato aparecía una que esta normativa
denominaba Ciencias para el mundo contemporáneo (en adelante, CMC). Desde que se apro-
bara la Constitución, era la primera vez que una ley orgánica incluía una materia de Ciencias
entre las asignaturas troncales del bachillerato. Ninguna de las dos anteriores, la Ley Orgánica
de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE) y la Ley Orgánica de Calidad de la Edu-
cación (LOCE), lo habían hecho. Se rompía así una tradición tan larga como difícil de justificar.
¿Cómo es posible, nos preguntábamos muchos, que la administración educativa considerase
que las ciencias no tenían nada relevante que aportar a la formación común de la ciudadanía?,
¿cómo entender que entre todas las horas dedicadas a las materias comunes en el bachillerato
no hubiese una sola de formación científica?
Quizá convenga recordar que la LOE diferencia tres modalidades de bachilleratos (Artes;
Ciencias y Tecnología; Humanidades y Ciencias sociales) y establece tres tipos de materias:
las comunes (que suponen algo más de la mitad del horario lectivo), las propias de cada
modalidad y las optativas.
La Comisión Europea de Educación afirma que «el conocimiento científico y tecnológico está
llamado a desempeñar un papel cada vez más importante en el debate público, la toma de
decisiones y la legislación» (Comisión Europea, 2001), y llama la atención acerca de que el
ejercicio de los derechos y deberes de la ciudadanía, cada día con mayor frecuencia, está re-
lacionado con la posesión de ese conocimiento. Por tanto, concluye: «Es necesario mejorar el
nivel general de cultura científica en la sociedad». Al expresarse en estos términos, la Comisión
Europea de Educación le estaba dando al vocablo «cultura» su significado más ajustado, aun-
que no sea el que se utiliza con mayor frecuencia. Así, el Diccionario de la Lengua Española,
en su 22.ª edición (Real Academia Española, 2001), ofrece cuatro acepciones de «cultura»:
1. Cultivo.
2. Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico.
3. Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, cientí-
fico, industrial, en una época, grupo social, etc.
4. Culto religioso.
Las acepciones primera y cuarta están en desuso, según la RAE. La tercera hace referencia
a una dimensión social del término próxima a lo que a veces se denomina civilización. De
manera que, para la cuestión que nos ocupa, debemos quedarnos con la segunda.
Como no puede ser de otro modo, la noción de cuál es ese «conjunto de conocimientos que
permite a alguien desarrollar su juicio crítico» ha ido cambiando a lo largo del tiempo. Así lo
evidencia Roger Schanck (2004) al recordarnos los requisitos que debían cumplir los estudian-
tes para ser admitidos en la Universidad de Harvard en 1745:
Cuando cualquier alumno sea capaz de leer a Tulio, o a un clásico latino ex temporare, y redactar
y hablar respetando la auténtica prosa y verso latinos Suo Marte, y declinar a la perfección los para-
digmas de sustantivos y verbos en lengua griega, entonces podrá ser admitido en la universidad, y
ninguno debe solicitar la admisión antes de alcanzar dicha cualificación.
Hubo un tiempo, en efecto, en el que «cultura» era sinónimo de conocimiento de las lenguas
y los autores clásicos, pero, atendiendo al significado que ofrece el diccionario de la RAE,
¿se puede hoy «desarrollar un juicio crítico» sin una formación científica básica? Sin esa for-
mación, ¿qué juicio crítico puede tener una persona sobre la conveniencia o no de consumir
alimentos transgénicos, o sobre el cierre de las centrales nucleares, o sobre la necesidad de
reducir la quema de combustibles fósiles…? Y debe considerarse que se trata de cuestiones
que a todos nos afectan como ciudadanos. Si se nos pide que modifiquemos comportamientos
o que prescindamos de ciertos productos, debemos estar en condiciones de valorar si las pro-
puestas que se hacen son o no razonables, si están justificadas o, incluso, si se quedan cortas.
Existen pocas dudas acerca de que el ejercicio de una ciudadanía responsable demanda en la
actualidad disponer de ciertos conocimientos científicos. Circunstancia que aconseja replan-
tarse preguntas como: ¿qué conocimientos mínimos debe poseer una persona para ejercer
con plenitud su ciudadanía en este mundo globalizado y tecnológicamente avanzado?, ¿qué
formación básica debería tener un estudiante al finalizar el bachillerato, sea cual fuere la
modalidad que cursase?, ¿qué conocimientos científicos tendría que incluir?
En función de las respuestas que se den a estas preguntas, las materias comunes para el bachi-
llerato serían unas u otras y sus contenidos y enfoques irían en una u otra dirección. No resulta
fácil responderlas, menos aún alcanzar un acuerdo sobre las respuestas. En cualquier caso, pa-
rece claro que esa formación común tendría que contar con conocimientos científicos. Puede
debatirse si su porcentaje debe cubrir el 15% de esta formación o si convendría que alcanzase
el 25%, pero resultaba injustificable su ausencia total mantenida durante las últimas décadas.
En todo caso, las aportaciones que las ciencias hacen a la formación común no se limitan a pro-
porcionar ciertos conceptos, teorías y modelos que ayudan a entender lo que ocurre a nuestro
alrededor, sino que también procuran un conjunto de conocimientos instrumentales básicos
relacionados, fundamentalmente, con los procedimientos que la ciencia utiliza para generar,
contrastar y sustituir esos conceptos, teorías y modelos. Y son precisamente estos conocimien-
tos instrumentales los que a la administración educativa le ha costado entender que sean tales.
De manera que ha solido considerar instrumentales sólo los conocimientos relacionados con
el lenguaje y las matemáticas. Afortunadamente, algo parece estar cambiando al respecto, la
inclusión de las competencias básicas en la educación secundaria obligatoria (ESO), entre las
cuales se sitúa la competencia científica, y la incorporación de las Ciencias para el mundo
contemporáneo (CMC) a las materias comunes del bachillerato son indicadores de ello.
Como es sabido, de acuerdo con la legislación española, la definición de los currículos es-
colares es una competencia compartida entre la administración central, que elabora los mí-
nimos comunes a todo el Estado, y las administraciones autonómicas. En función de criterios
que no suelen hacerse explícitos, cada gobierno autonómico decide si mantiene en su te-
rritorio el currículo que figura en los mínimos, si conserva su estructura pero le añade con-
tenidos que considera propios o necesarios (es lo más frecuente) o si no sólo añade nuevos
contenidos, sino que cambia la estructura del currículo.
En este trabajo, el análisis parte de las enseñanzas comunes a todo el Estado reguladas por
el Real Decreto 1467/2007, de 2 de noviembre, por el que se establece la estructura del
bachillerato y se fijan sus enseñanzas mínimas.
La primera diferencia que se aprecia entre los currículos de la ESO y los que se han establecido
para el bachillerato es que en estos últimos han desaparecido las referencias a las competencias
básicas que se hacen en la ESO. Aquí, su definición queda así: «Se entiende por currículo del
bachillerato el conjunto de objetivos, contenidos, métodos pedagógicos y criterios de evalua-
ción de estas enseñanzas» (artículo 9). En consecuencia, ni en el currículo de CMC ni en el de
ninguna otra materia del bachillerato se alude a las competencias básicas. Afortunadamente,
algunas comunidades autónomas, como Cataluña, han corregido esta ausencia.
Que las competencias básicas figuren como elemento curricular o que no lo hagan son op-
ciones perfectamente defendibles. Más difícil de justificar resulta, sin embargo, que se hayan
incluido en los currículos de la ESO pero no en los de bachillerato. El mensaje que una de-
cisión de este tipo traslada es que el desarrollo de las competencias básicas es algo que no
debe preocuparnos, ni ocuparnos, en el bachillerato. No obstante, conviene recordar que
la normativa española ha denominado competencias básicas a lo que la Comisión Europea
llama competencias clave, y este término nos ayuda a entender que el calificativo de básico
no alude a que sean competencias elementales, sino a que deben ser fundamentales. De
cualquier manera, tanto una normativa como la otra destacan que son competencias para un
aprendizaje a lo largo de la vida (Comisión Europea, 2004; Real Decreto 1467/2007).
Suele afirmarse, de manera fundada, que una competencia no es algo que una persona
tenga o no, sino que permite muchos grados de desarrollo. En consecuencia, no deberían
ser exclusivas de la educación obligatoria. Si se decidió incluirlas en la ESO, ¿no habría sido
más coherente que, con un nivel de desarrollo mayor, estuvieran presentes también en el
bachillerato, como se ha hecho en Cataluña? En todo caso veremos que, aunque el currículo
de CMC no incluye las competencias como elemento curricular, está pensado para desarro-
llar la competencia científica probablemente más que ningún otro de los regulados por la
normativa que desarrolla la LOE.
Como ocurre con los demás currículos del bachillerato, el de CMC consta de cuatro apar-
tados: «Introducción»; «Objetivos»; «Contenidos» y «Criterios de evaluación». Veremos lo
más destacable de cada uno de ellos.
Acerca de la introducción
Al analizar los currículos no suele prestarse atención a lo que se dice en la introducción. Es
un error, porque, aunque no tiene el carácter normativo propio de los objetivos, los conte-
nidos o los criterios de evaluación, en ella suelen ofrecerse una perspectiva de conjunto y
algunas claves de interpretación que no encajarían en ningún otro apartado. Así, en el caso
que nos ocupa el apartado «Introducción» proporciona los criterios que orientan el currículo
de las CMC en dos de sus párrafos. En uno de ellos señala:
Los ciudadanos del siglo XXI, integrantes de la denominada sociedad del conocimiento, tienen el derecho
y el deber de poseer una formación científica que les permita actuar como ciudadanos autónomos, críti-
cos y responsables. Para ello es necesario poner al alcance de todos los ciudadanos esa cultura científica
imprescindible y buscar elementos comunes en el saber que todos deberíamos compartir. El reto para
una sociedad democrática es que la ciudadanía tenga conocimientos suficientes para tomar decisiones
reflexivas y fundamentadas sobre temas científico-técnicos de incuestionable trascendencia social y poder
participar democráticamente en la sociedad para avanzar hacia un futuro sostenible para la humanidad.
Es, en síntesis, una introducción clara y orientadora que proporciona un marco adecuado
para interpretar los elementos curriculares que siguen.
La elección de las temáticas integradas en estos bloques es, a mi juicio, excelente. Sólo cabe
hacerle una objeción: son excesivas y resulta imposible tratarlas todas, especialmente si
quiere atenderse a las finalidades propuestas en la Introducción y se pretende trabajar ade-
cuadamente los procedimientos recogidos en el primer bloque de contenidos. Pero, sobre
todo, son excesivos si uno de nuestros objetivos es superar el desafecto que muchos estu-
diantes sienten hacia las ciencias, o si pretendemos mostrarles que están en condiciones de
hacer una aproximación científica a muchos problemas de la vida cotidiana siempre que les
dediquen el tiempo y la atención que merecen (Pedrinaci, 2006).
Es verdad que una materia de estas características debe ofrecer un currículo flexible, el cual
permita adaptarse mejor a los intereses y las expectativas de los estudiantes (entre los que
los hay no sólo de ciencias, sino también de humanidades) o a las cuestiones de mayor
actualidad, y ello sólo es posible si se ofrece un abanico de posibilidades suficientemente
amplio entre las que elegir los problemas que trataremos en el aula. Pero no lo es menos que
podría haberse indicado esa opcionalidad, si no explícitamente (una normativa que regula
los «mínimos comunes» habría caído en flagrante contradicción diciendo que no hay que
trabajarlos todos), sí al menos sugerida, por ejemplo, en los criterios de evaluación.
Un tratamiento similar puede observarse en los nueve criterios que siguen al reseñado. Sólo
tengo una objeción seria que hacerle (más allá de que haya algún solapamiento innecesario,
por ejemplo entre el criterio 2 y el 4), que está relacionada con el exceso de contenidos al
que acabo de hacer referencia. Si la pretensión del diseñador era presentar un abanico de
problemas sociales de base científica susceptibles de ser trabajados, para elegir entre ellos
los que cada profesor considere más adecuados a sus circunstancias, debería haber utilizado
más la «o» disyuntiva (como hace en el criterio 9) que la «y» copulativa (como hace en la
mayoría de los criterios, especialmente en 6, 7 y 8); habría sido una buena forma de sugerir
la flexibilidad y la opcionalidad del currículo sin caer en contradicciones legales.
Una de las cuestiones básicas que debemos plantearnos cuando nos enfrentamos a la progra-
mación de una materia como la que nos ocupa es: «¿qué tipo de curso de ciencias podrían
encontrar interesante y útil, tanto ahora como en sus vidas de adultos, los estudiantes que
lo van a seguir?» (Millar y Hunt, 2006). Probablemente no haya una pregunta que pueda
resultarnos de mayor utilidad y que nos oriente más que esta en la toma de las decisiones
inherentes al diseño de un curso de CMC.
Considerando que se trata de una materia común, las CMC deberían resultar útiles tanto al
alumnado de ciencias como al que no lo es, y quizá convenga recordar que un porcentaje
no menor de los estudiantes que eligen la modalidad de Humanidades y Ciencias sociales o
la de Artes sienten cierto rechazo hacia la física, la química, la geología o la biología. Y lo
sienten en alguna medida porque, como afirma el Informe Rocard (Rocard y otros, 2007) al
referirse a la enseñanza de las ciencias en Europa, los programas habituales
(…) se basan en la presentación de ideas fundamentales, la mayoría de las cuales fueron desarrolla-
das en el siglo XIX, sin ofrecer suficientes elementos de experimentación y observación y sin mostrar
una suficiente comprensión de sus implicaciones.
Son, en definitiva, temarios demasiado abstractos en los que las teorías, las leyes y los princi-
pios científicos se suceden unos a otros sin mostrar su conexión con los problemas para cuya
solución se generaron, ni ofrecer las oportunas relaciones con situaciones actuales en las que
esos saberes puedan ayudarles a entender mejor cuestiones que les afectan directamente. No es
fácil sentirse interesado por un conocimiento del que se desconoce su funcionalidad y, sin em-
bargo, pocos conocimientos tienen mayor utilidad que el científico en la sociedad del siglo XXI.
En todo caso, aunque son muchos los problemas que podrían encajar, la lista de los selec-
cionados debe ser, de una parte, lo suficientemente reducida como para que pueda dedicár-
seles el tiempo que requieren sin las premuras que suelen generar los habituales programas
enciclopédicos o las exigencias de las pruebas de acceso a la universidad; y, de otra, debe
ofrecer suficiente diversidad, tanto por los temas objeto de estudio como por los procedi-
mientos que deban ponerse en juego para su tratamiento y resolución. La diversidad temática
y procedimental contribuye a la motivación, enriquece la propuesta y ayuda a proporcionar
la cultura científica pretendida.
Una propuesta, por ejemplo, que reúne la mayor parte de los requisitos es la que hace Anda-
lucía para el currículo de esta materia, al concretar los contenidos comunes a todo el Estado
en el tratamiento de ocho grandes cuestiones (Decreto 416/2008):
7. ¿Qué nos hizo específicamente humanos?
8. Células madre, ¿clonación?
9. Salud y enfermedades de nuestro tiempo.
10. ¿Es inevitable el cambio climático?
11. ¿Qué riesgos naturales son los que más nos pueden afectar?
12. La crisis energética y cómo afrontarla.
13. ¿Es sostenible nuestro desarrollo?
14. Nuevos materiales, nuevas perspectivas.
Así las cosas, nuestra prioridad sobre el tratamiento de la información debe dirigirse, de una
parte, a aportar criterios para cribar, analizar y valorar el significado de la información que
el estudiante ya posee, así como la que recoge de los medios de comunicación; y, de otra,
a proporcionar esquemas organizativos globales que ayuden a ubicar dicha información a
relacionarla con otras y detectar la que falta (cuadro 2).
Analizarlo y valorar su
gravedad exige conocer
Con todo, la utilidad de un esquema organizativo como éste va más allá de su capacidad
para situar la información disponible o detectar la que aún falta, y cubre otras funciones tan
importantes como:
• Proporcionar una perspectiva de conjunto sobre el problema que va a trabajarse y los
principales subproblemas que deberán abordarse.
• Ofrecer un itinerario flexible para el tratamiento del problema.
• Servir de hoja de ruta que permita tanto al estudiante como al profesor ubicar en dicho
esquema general cada una de las actividades que hace, de manera que pueda saberse
en qué momento del proceso se encuentra, así como qué parte del recorrido se ha
hecho y qué queda por hacer.
Un esquema organizativo de este tipo tiene la ventaja añadida de que puede ser elaborado por
los estudiantes como una actividad compartida que alterne el trabajo en pequeño y en gran
grupo. Una opción que funciona bien consiste en dividir la actividad en tres tareas sucesivas:
1. Seleccionar las grandes preguntas que deben ser tratadas.
2. Disponerlas de manera jerárquica.
3. Establecer las oportunas relaciones entre ellas indicando con flechas las secuencias
posibles. Por ejemplo, para elaborar el esquema del cuadro 2 (en página anterior), a
los estudiantes se les han planteado las cuestiones que figuran en el texto siguiente.
Ejemplo de cuestiones planteadas a los estudiantes para que elaboren en grupo un esquema organi-
zativo similar al del cuadro 2
1. Pequeño grupo:
1. Formula todas las preguntas acerca de lo que querrías saber sobre el cambio climático.
2. Además de estas preguntas, ¿hay otras que consideres necesarias para entender si está produciéndose ya
y si resulta inevitable?
2. Gran grupo: se seleccionan las preguntas que se consideran más relevantes de las planteadas por los grupos.
3. Pequeño grupo:
3. Entre las preguntas seleccionadas, valora cuáles de ellas deben ser respondidas antes que otras.
4. Escríbelas en el orden en que consideres que deben ser tratadas. Si crees que hay varias que puedan
intercambiar su orden, ponlas a la misma altura.
5. Piensa en alguna relación que pueda establecerse entre ellas. Ninguna pregunta debe quedar desconectada.
6. Realiza un esquema que relacione con flechas estas grandes preguntas.
4. Gran grupo: se acuerda el esquema organizativo común que se utilizará en adelante.
Las propuestas realizadas hasta aquí no han discriminado entre los estudiantes de ciencias y los
de las otras modalidades. ¿Quiere esto decir que debe trabajarse lo mismo con unos y otros?
Como se ha indicado, esta materia debe resultar tan útil a los estudiantes del bachillerato de
Ciencias y Tecnología como a los de Artes o de Humanidades y Ciencias sociales, pero si
se justifica como asignatura común es porque puede aportar una formación relevante a los
estudiantes de las modalidades no científicas. Así, además de un conjunto de conceptos y
teorías científicas imprescindibles para entender aspectos básicos de los problemas trabaja-
dos, un curso de esta naturaleza deberá proporcionar a los estudiantes:
• Una determinada forma de acercarse a los problemas, de analizarlos, de obtener con-
clusiones. Modo de acercamiento que tiene que ver con la metodología científica, los
procedimientos que utiliza y el rigor que lo acompaña.
• Criterios que les ayuden a diferenciar entre opiniones personales y conclusiones de
una investigación, entre describir e interpretar, entre ciencia y seudociencia…
• Capacidad para construir una argumentación sólida con un lenguaje preciso, en la que
las ideas vengan avaladas por hechos, observaciones o evidencias que las apoyen, y en
la que se establezcan relaciones entre estas ideas expuestas y las conclusiones finales.
• Capacidad para leer e interpretar gráficos, para establecer correlaciones entre las va-
riables implicadas o para buscar regularidades y formular preguntas en torno a ellos.
Junto a estas capacidades, las CMC deberían proporcionar a los estudiantes de las moda-
lidades no científicas el convencimiento de que están en condiciones de acercarse a la
compresión de muchas de las grandes cuestiones científicas de interés social, siempre que
les dediquen la atención y el tiempo necesario. Porque, como sostiene Osborne (2006): «Es
necesario que la gente entienda y considere la ciencia como una forma de saber cosas».
La enseñanza de las ciencias, en general, debería esforzarse por establecer una relación más
explícita con el medio natural y con la sociedad; debería ser una ciencia menos esclerosada,
que mostrase sus bases pero también sus incertidumbres. En una materia como las CMC, el
entorno social y natural proporciona los problemas que se trabajan y en él deben contrastarse
las conclusiones que se alcancen. Las teorías adquieren un sentido más funcional, se recurre a
ellas en la medida en que ayudan a entender el problema o a elaborar una solución. Esto alivia la
sobrecarga teórica habitual y recupera el significado original de las teorías y el motivo por el que
fueron creadas porque, como ya decía Bachelard (1938), toda teoría ha nacido para dar respuesta
a un problema (o a muchos), para situarlo y ayudar a entenderlo. Pero ocurre que con demasiada
frecuencia son estudiadas al margen de los problemas para cuya solución se formularon.
En síntesis, una formación como la que se propone proporciona a los estudiantes de la mo-
dalidad científica:
• Una mejor perspectiva de la «ciencia frontera», frente a unos temarios de las materias
de modalidad dominados por contenidos, del siglo XIX o no, pero en todo caso más
establecidos.
• Una visión más clara de la utilidad social del conocimiento científico y de la conve-
niencia de establecer ciertos controles sociales.
• Tiempo para analizar problemas científicos y dedicarles la atención que se merecen,
sin los condicionantes de los extensos programas de las materias de la modalidad.
• Nuevos motivos para interesarse por las ciencias y para hacerse mejores usuarios/
consumidores de la información científica.
Es cierto que los contenidos y los enfoques de las CMC serían perfectamente integrables en
las tradicionales asignaturas de Ciencias, pero su existencia como materia independiente
proporciona una libertad, un tiempo y unos recursos de los que, en caso contrario, se
carecería.
ACTIVIDADES
Queremos trabajar con los estudiantes de CMC de 1.º de bachillerato el problema del consumo
de energía primaria en España y valorar su sostenibilidad. Nuestra intención es diseñar una unidad
didáctica sobre esta cuestión. Para ello:
• Haz un esquema organizativo (similar al del cuadro 2, en p. 207) que nos proporcione
una visión de conjunto y pueda servirnos de hoja de ruta para el desarrollo de la unidad
didáctica.
• Relaciona cada uno de los principales problemas planteados en el esquema organizativo con
los saberes que se trabajarán.
pueda hallarse en un libro de ciencias, y ésta no suele ser única, sino que deben explorarse distintas
opciones. Que haya una gama de respuestas posibles no significa, obviamente, que todas tengan
la misma validez o estén igualmente fundadas. Uno de los objetivos debe ser mostrar al alumnado
que la respuesta que se ofrezca debe estar bien fundada.
Queremos organizar un debate en el aula sobre el problema de los trasvases y sus ventajas e incon-
venientes con respecto a las desaladoras:
• Busca una noticia de la prensa o televisión que consideres adecuada para presentar la cues-
tión a unos estudiantes de CMC, y señala por qué la consideras adecuada.
• Indica cómo organizarías este debate:
- Cómo distribuirías el alumnado para que todos pudieran participar.
- Qué trabajos previos deberían hacer cada uno.
- Cómo plantearías la «puesta en escena».
- Qué harías para favorecer la obtención de conclusiones.
Las instrucciones que habrán de darse variarán en función de la experiencia previa del alum-
nado en este tipo de actividades. Para resolver esta tarea, supondremos que el grupo de
estudiantes que tenemos no dispone de mucha experiencia en actividades de este tipo. Para
seleccionar la noticia quizá convenga que pienses en un perfil de alumnado de un bachillerato
no científico.
FUENTES Y RECURSOS
Libros
FECYT (2009). Ciencias para el mundo contemporáneo. Aproximaciones didácticas.
www.fecyt.es/fecyt
Publicación de la Fundación Española de Ciencia y Tecnología con diversas propuestas
didácticas para diferentes temas de CMC. Puede descargarse de la sección «Publicaciones»
de la página web de la FECYT.
Revista
AA.VV. (2006). Ciencias para el mundo contemporáneo. Alambique, 49.
Monográfico de la revista Alambique que contiene una serie de propuestas didácticas para
trabajar temas de CMC. Contiene un artículo de R. Millar y A. Hunt de presentación del
proyecto «AS Science for Public Understanding», titulado «La ciencia divulgativa: una forma
diferente de enseñar y aprender ciencias» (pp. 30-42). Y un artículo de V. Albe sobre cómo
tratar controversias científicas contemporáneas en clase (pp. 95-104).
Sitios web
BEEP (BioEthics Education Project).
www.beep.ac.uk/content/index.php
Proyecto didáctico en línea desarrollado por la Universidad de Bristol para abordar las impli-
caciones éticas, sociales, económicas, ambientales y tecnológicas de la biología.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Normativa legal
Decreto 416/2008, de 22 de julio, por el que se establece la ordenación y las enseñanzas
correspondientes al Bachillerato en Andalucía. Boletín Oficial de la Junta de Andalucía
(28/07/2008), 149. También disponible en línea en: <www.juntadeandalucia.es/boja/
boletines/2008/149/d/2.html>.
Ley Orgánica 1/1990, de 3 de octubre, de Ordenación General del Sistema Educativo. Bole-
tín Oficial del Estado (04/10/1990), 238, 28927-28942. También disponible en línea en:
<www.boe.es/aeboe/consultas/bases_datos/doc.php?id=BOE-A-1990-24172>.
Ley Orgánica 10/2002, de 23 de diciembre, de Calidad de la Educación. Boletín Oficial del
Estado (24/12/2002), 307, 45188-45220. También disponible en línea en: <www.boe.
es/boe/dias/2002/12/24/pdfs/A45188-45220.pdf>.
Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación. Boletín Oficial del Estado (04/05/2006),
106, 17158-17207. También disponible en línea en: <www.boe.es/boe/dias/2006/05/04/
pdfs/A17158-17207.pdf>.
Real Decreto 1467/2007, de 2 de noviembre, por el que se establece la estructura del bachi-
llerato y se fijan sus enseñanzas mínimas. Boletín Oficial del Estado (06/11/2007), 266,
45381-45477. También disponible en línea en: <www.boe.es/boe/dias/2007/11/06/pdfs/
A45381-45477.pdf>.
2. Biología y Geología
Coordinador: Pedro Cañal
VOL. I Biología y Geología. Complementos de formación disciplinar
VOL. II Didáctica de la Biología y la Geología
VOL. III Biología y Geología. Investigación, innovación y buenas prácticas
4. Educación física
Coordinadores: Carlos González Arévalo y Teresa Lleixà Arribas
VOL. I Educación física. Complementos de formación disciplinar
VOL. II Didáctica de la Educación física
VOL. III Educación física. Investigación, innovación y buenas prácticas
5. Física y Química
Coordinador: Aureli Caamaño
VOL. I Física y Química. Complementos de formación disciplinar
VOL. II Didáctica de la Física y la Química
VOL. III Física y Química. Investigación, innovación y buenas prácticas
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6. Filosofía
Coordinadores: Luis María Cifuentes y José María Gutiérrez
VOL. I Filosofía. Complementos de formación disciplinar
VOL. II Didáctica de la Filosofía
VOL. III Filosofía. Investigación, innovación y buenas prácticas
7. Francés
Coordinadora: Carmen Guillén
VOL. I Francés. Complementos de formación disciplinar
VOL. II Didáctica del Francés
VOL. III Francés. Investigación, innovación y buenas prácticas
8. Geografía e Historia
Coordinador: Joaquim Prats
VOL. I Geografía e Historia. Complementos de formación disciplinar
VOL. II Didáctica de la Geografía y la Historia
VOL. III Geografía e Historia. Investigación, innovación y buenas prácticas
9. Inglés
Coordinadora: Susan House
VOL. I. Inglés. Complementos de formación disciplinar
VOL. II Didáctica del Inglés
VOL. III Inglés. Investigación, innovación y buenas prácticas
12. Matemáticas
Coordinador: Jesús María Goñi
VOL. I Matemáticas. Complementos de formación disciplinar
VOL. II Didáctica de las Matemáticas
VOL. III Matemáticas. Investigación, innovación y buenas prácticas
13. Música
Coordinadora: Andrea Giráldez
VOL. I Música. Complementos de formación disciplinar
VOL. II Didáctica de la Música
VOL. III Música. Investigación, innovación y buenas prácticas
14. Tecnología
Coordinador: David Cervera
VOL. I Tecnología. Complementos de formación disciplinar
VOL. II Didáctica de la Tecnología
VOL. III Tecnología. Investigación, innovación y buenas prácticas