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Con este tipo de técnicas se estimula la mente y la conducta, produciendo una mejoría clara en un
gran número de casos. Su nivel de eficacia es tal que hoy en día es considerada la terapia de elección
para la mayoría de trastornos mentales.
Otra gran ventaja de este tipo de técnicas es su adscripción al método científico, siendo las terapias,
técnicas y tratamientos cognitivo conductuales contrastados a nivel experimental.
Desventajas y limitaciones
A pesar de la gran eficacia de estas técnicas en el tratamiento de los síntomas de los trastornos y
problemas mentales, las técnicas de tipo cognitivo-conductual tienen una serie de limitaciones que
hace que no siempre sean efectivas.
En primer lugar, destaca el hecho de que, si bien tienen en cuenta el pasado a la hora de recabar
información para entender la problemática actual, las técnicas cognitivo-conductuales se centran
en el aquí y el ahora no haciendo a nivel terapéutico demasiado hincapié en lo ya ocurrido que
pueda haber provocado la conducta desadaptativa.
Si bien estas técnicas son de gran utilidad para tratar el síntoma actual, en su mayoría detrás de un
trastorno mental se encuentra un profundo sufrimiento producido por bloqueos o eventos
experimentados durante largo tiempo y que puede acabar generando el trastorno. Si el origen de
dicho sufrimiento no es tratado y el paciente no es capaz de hacerle frente, el trastorno podría llegar
a reaparecer.
También destaca el hecho de que estas técnicas por norma general pretenden erradicar lo que
genera malestar, pero en el proceso no es infrecuente que se generen comportamientos rígidos que
a su vez pueden provocar otros problemas de adaptación.
Además, algunos estudios han reflejado que muchos pacientes sienten que este tipo de terapia no
tiene en cuenta su padecimiento, sintiéndose incomprendidos y habiendo casos de poca adherencia
al tratamiento y abandono de éste. Por estos motivos han surgido otras terapias como las de tercera
generación y otras provenientes de otros paradigmas.
El semáforo: Es una técnica efectiva para autorregular en los
niños comportamientos impulsivos, arranques de ira o agresión y consiste en entrenar al
pequeño para que cuando sienta que está por caer en estos comportamientos «actúe»
como lo hace un semáforo. ROJO para DETENERSE; es decir, quedarse quieto tal cual lo
hacen los coches en la ciudad. AMARILLO para PENSAR lo que está sucediendo y detectar
posibles SOLUCIONES y VERDE para ACTUAR llevando a la práctica alguna de esas opciones.
Para que el niño/a comprenda bien esta técnica, es recomendable estimularlo creando una
simple gráfica con él/ella y colocarla donde pueda verla. Esta gráfica que contiene el dibujo
de un semáforo y unas sencillas instrucciones ayudará al pequeño a recordar cómo
funciona.
Estas son algunas frases:
Ellis, A.; Caballo, V. & Lega, L. (1999). Terapia Racional Emotivo Conductual.
México, D. F.: Editorial Siglo XXI.
Olivares, J. Y Méndez, F. X. (2008). Técnicas de Modificación de Conducta.
Madrid: Biblioteca nueva.
Vila, J. & Fernández, M.C. (2004). Tratamientos psicológicos. La perspectiva
experimental. Madrid: Pirámide.