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Momento de la pretarea.

En la pretarea se encuentran las técnicas defensivas, que estructuran la resistencia al cambio. Esas técnicas
defensivas están movilizadas por el incremento de las ansiedades de pérdida (ansiedad depresiva) y ataque
(ansiedad esquizoparanoide).

“Estas técnicas se emplean con la finalidad de postergar la elaboración de los miedos básicos; a su vez,
estos últimos, al intensificarse, operan como obstáculo epistemológico en la lectura de la realidad”.

“La pretarea también aparece como campo en el cual el proyecto y la resistencia al cambio serían las
exigencias con signo opuesto y de creación de tensión; la búsqueda de salida a esta tensión se logra a
través de una figura transaccional, resolución transitoria de la lucha: aparece el ‘como si’ o la impostura de
la tarea. Se hace ‘como si’ se efectuara la labor especificada (o la conducta necesaria)”.

Las defensas propias de la pretarea son las características de la posición esquizoparanoide (M. Klein) o
instrumental y patoplástica (Pichon-Rivière). Las disociaciones serán del pensar, del actuar y del sentir; la
parte se toma como el todo, etc.

Esto conduce a contemplar la pretarea como las diversas “formas de no entrar en tarea”. Una idea de que
la pretarea aparece en tanto momento ‘patológico’.

Momento de la tarea.

“El momento de la tarea consiste en el abordaje y elaboración de ansiedades y la emergencia de una


posición depresiva básica, en la que el objeto de conocimiento se hace penetrable por la ruptura de una
pauta disociativa y estereotipada, que ha funcionado como factor de estancamiento en el aprendizaje de la
realidad y de deterioro en la red de comunicación.

El sujeto aparecería con una “percepción global” de los elementos en juego, con la posibilidad de manipuleo
sobre ellos y con un contacto con la realidad en el cual le es accesible el ajuste perceptivo y por el otro lado
puede elaborar estrategias y tácticas mediante las cuales intervenir en las situaciones (proyecto de vida),
provocando transformaciones.

Estas modificarán a su vez la situación, nueva entonces, con lo cual comienza otra vez el proceso (modelo
de la espiral). En el pasaje de la pretarea a la tarea, el sujeto efectúa un salto, previa sumación cuantitativa
de Insight realiza un salto cualitativo durante el cual se personifica y establece una relación con el otro
diferenciado.”

Se afirma que en la situación terapéutica, la transferencia y la contratransferencia ocurren principalmente en


la pretarea. Aquí se aprecia la idea de considerar a pretarea en clave negativa, solo como obstáculo, sin
embargo, Pichon sostendrá la posición contraria: es a partir de la transferencia como puede realizarse la
terapia psicoanalítica.

En cuanto a la situación terapéutica, a la que Pichon llama ‘situación correctora’, se señala, en la misma
línea de lo anterior, la importancia de la noción de pretarea no sólo en cuanto al paciente, sino también en
referencia al terapeuta. Si éste confunde pretarea con tarea, compromete la propia marcha del proceso.
Todo este proceso es denominado, un tanto excesivamente, “resistencias ideológicas a la praxis”.

La tarea, pretarea y proyecto son denominadas ‘momentos situacionales’ que permiten el acercamiento y el
diagnóstico.

Tarea como revisión de las fuentes ‘vulgares’ del esquema referencial: grupo de aprendizaje.

Se postula una idea de trabajo de pensamiento, ligado a la revisión de las fuentes ‘vulgares’ del esquema
referencial, a los esquemas previos. El objeto del grupo, la tarea del grupo será el análisis (y crítica) de las
ideologías presentes en cada sujeto. Es decir, análisis dialéctico, análisis de las contradicciones existentes
en cada sujeto, y en cada grupo.
“El análisis sistemático de las contradicciones (análisis dialéctico) constituye la tarea central del grupo. Este
análisis apunta básicamente a indagar la infraestructura inconsciente de las ideologías que se ponen en
juego en la interacción grupal. Estas (sistemas de representaciones con gran carga emocional) suelen no
formar ni en cada sujeto, ni en cada unidad grupal, un núcleo coherente. La coexistencia interna al grupo y
al sujeto de ideología del signo contrario determinan distintos montos de ambigüedad que se manifiestan
como contradicción y estancamiento de la producción grupal (estereotipia).

La técnica operativa apunta a que el grupo constituya un ECR0 de carácter dialéctico, donde las
contradicciones relativas al campo de trabajo deben referirse al campo mismo de la tarea grupal (praxis)”.

La tarea como dimensión constitutiva del grupo y su uso como noción metodológica.

La especificidad del grupo operativo.

La tarea constituye el concepto fundamental y primordial en el modelo del grupo operativo. Pichon afirma
que la especificidad del grupo operativo reside en que se trata de un grupo centrado en la tarea.

Pichon dice que los grupos pueden clasificarse de acuerdo a las técnicas con las que se trabaja con ellos.
Considera que hay técnicas que trabajan con el grupo centrado en los individuos –algunas técnicas
psicoanalíticas, por ejemplo–, y hay otras técnicas que trabajan con el grupo centrado en el propio grupo –
donde se trataría de la corriente más lewiniana–; la diferencia con el grupo operativo reside justamente en
ese estar “centrado en la tarea”.

El concepto de tarea puede ser abordado en diversos planos, y desde varios puntos de vista: por una parte,
la tarea como fundamento del grupo, y por otra, la tarea como noción que organiza la forma en que se trabaja
en un grupo. Parece necesario precisar ambos niveles del concepto de tarea, su nivel metodológico (y
técnico) y su nivel constitutivo, fundante del grupo.

La tarea como noción fundante del grupo.

Cuando se afirma que ‘lo específico del grupo operativo es la tarea’, se estaría planteando la noción de tarea
como ‘fundante’, como estructurante del grupo (no hay grupo sin tarea, dirá Pichon).

Esta perspectiva (tarea-fundante) es sustancial, con ello se intenta encontrar un soporte, una ‘materialidad’
al trabajo grupal.

Posiblemente la especificación fundamental en esta idea de la tarea como constitutiva del grupo reside en
la referencia a lo manifiesto y a lo latente.

La latencia grupal.

Será recién a finales de los sesenta cuando Pichon defina la técnica del grupo operativo en relación a la
tarea explícita y a la tarea implícita. El proceso grupal reside en ese pasaje de lo explícito a lo implícito y se
propone entonces, dos niveles en la tarea, o dos aspectos de la misma: tarea manifiesta y tarea latente.

El trabajo en el grupo operativo busca hacer consciente lo inconsciente, que es la definición de Freud sobre
aquello de lo que trata el psicoanálisis: “hacer consciente lo inconsciente”.

La idea de latencia en el grupo se refiere a contenidos preconscientes, o sea, contenidos que sin estar
presentes en el campo de la conciencia son susceptibles de conciencia, y también a contenidos que deben
permanecer inconscientes porque no hay posibilidad de acceder a ellos.

Afirma que la técnica de grupo operativo se centra sobre dos planos, y que la tarea tiene dos planos,
manifiesto y latente, donde el objetivo es hacer consciente lo inconsciente.

En una situación grupal, la cuestión va a ser que hay partes de la latencia que se pueden hacer conscientes
y hay partes de la latencia que van a seguir operando, podrán modificarse, lo que no implica que se diluya
o pierda existencia.

La constancia de la resistencia (resistencia al cambio).


Para la perspectiva psicoanalítica el fenómeno de la resistencia es fundamental. La resistencia constituye
todo aquello que se opone al acceso al inconsciente (en la cura analítica), y constituye un obstáculo tanto
para el esclarecimiento y comprensión de los síntomas como para el progreso de la cura.

Pichon se referirá a la ‘resistencia al cambio’, en una aproximación que intenta ‘juntar’ aspectos del
enfoque psicoanalítico junto con la perspectiva lewiniana, sociológica, etc.

La cuestión de la resistencia constituye algo permanente en el trabajo grupal, no va a ser un momento


privilegiado, un momento particular de una situación grupal o de un individuo. No se plantea algo así como
un ‘momento’ de resistencia. Sino que hay momentos en que la resistencia es más dura, es más roca, y
otros momentos en que es más flexible. Esto no implica que de forma continua ‘se esté en resistencia’, sino
que en cualquier momento del desenvolvimiento del grupo el elemento de la resistencia está en juego, está
operando.

En otra formulación que realiza también Pichon, la tarea implícita va a estar constituida por la “revisión del
esquema referencial”. Y con ello se refería a que la dialéctica fundamental, en cualquier tarea (aprendizaje
o cura), va a ser entre lo nuevo y lo viejo.

Esta dialéctica entre lo nuevo y lo viejo conduce a una modificación del esquema de referencia en la medida
que ese esquema, constituido por el conjunto de experiencias vividas hasta ese momento, se muestre
inapropiado para abordar la nueva situación.

El aspecto implícito de la tarea se refiere a trabajar en la elaboración de las ansiedades básicas. Desde lo
explícito decir: vamos a trabajar sobre tal cosa, a aprender sobre tal tema, siempre implica cierta movilización
del esquema de referencia vigente hasta ese momento. Y ahí es donde aparece la resistencia, la resistencia
al cambio.

La problemática de la resistencia al cambio también ocupa un lugar fundamental en la última formulación de


la tarea que realiza Pichon: el “análisis dialéctico” o “análisis de las contradicciones”.

Con esa formulación se refiere a indagar en los aspectos inconscientes de las ideologías, de las creencias,
y de los esquemas referenciales (sean individuales o de grupo). Se trata del análisis de esas ideologías
particulares.

a) Puede decirse que un determinado esquema de referencia alberga elementos de ideologías diversas. Sin
embargo, estas ultimas son totalizadoras, son una forma de entender el mundo globalmente, no admiten la
contradicción. Y los sujetos, en sus esquemas de referencia (no sólo conscientes) toman aspectos de varias
ideologías: ‘metiendo’ la contradicción dentro de sí. Contradicciones que pueden estar más o menos
estabilizadas, quietas, pero que inmediatamente que se encuentren con un cierto y determinado explícito,
pueden actualizarse nuevamente. Es ahí donde aparecerá la resistencia al cambio.

b) El esquema de referencia no puede ser demasiado homogéneo. Inmediatamente que se ponga en juego
algo de ese nivel, las contradicciones van a movilizarse, de forma conflictiva. Y no se trata sola o
exclusivamente de contradicciones entre los integrantes del grupo, sino también de contradicciones internas
al propio sujeto.

c) Las diversas pertenencias institucionales constituyen un claro ejemplo de esas contradicciones (‘internas’
y ‘externas’): en muchas ocasiones un profesional tiene dificultades para conciliar las diversas lealtades, las
diversas pertenencias en que se encuentra.

d) Pichon afirma que el trabajo o la tarea consiste en el ‘análisis sistemático de las contradicciones’. Y no se
refiere a la abolición de esas contradicciones, sino a resolverlas en un punto determinado, en aspectos
parciales, de posibilidades reales.

No puede hablarse de la tarea manifiesta y la tarea latente como si fueran dos tareas, una y otra. Mas bien,
se trata de dos niveles de la misma tarea.

Solo hay una tarea… (la ‘unicidad’ de la tarea).


Cuando se habla de trabajo grupal o de la tarea del grupo, y se dice ‘el grupo está en tarea’, ‘no está en
tarea’, etc., ello no significa que se hable de una tarea manifiesta y una tarea latente como dos cosas
concretas y diferentes, sino que se trata de dos aspectos diferentes de la misma tarea.

Se trata de planos o niveles que se implican uno al otro.

El plano o dimensión latente no existe sino por el plano manifiesto (por lo observable). Lo latente, aparece
constituido por lo no realizado, lo no hecho, lo que aún no se ha patentizado; la relación es, entonces, entre
patente y latente. Más aún, la condición de existencia de lo latente lo da la dimensión manifiesta.

Desde la óptica de lo implícito, se refiere al ocultamiento y al desocultamiento. Lo implícito aparecería como


lo ‘cubierto’, u oculto, lo que ha de explicitarse.

El uso metodológico del concepto de tarea (tarea y pretarea).

La resistencia constituye el eje de la intervención de los coordinadores. La resistencia constituye la expresión


de los diversos procesos en juego, e inmediatamente que se avance (en la dirección del objetivo) va a
aparecer, o a incrementarse la resistencia; inmediatamente que se progrese en el proceso grupal, sea en el
aprendizaje o en la cura, aparecerán las resistencias.

Lo fundamental es que la resistencia constituye una cuestión frente a la que siempre hay que estar atento.
No se trata de vigilar, a la espera de eliminarla. Además, si se llegara a vencer totalmente las resistencias,
eso implicaría una destrucción del esquema de referencia, produciéndose un estado confusional importante.
Bleger decía que cuando la ansiedad es excesiva no es posible el aprendizaje.

A partir de estos elementos apuntados surge entonces idea de revalorización en base a la constatación de
que la pretarea ha sido considerada, paulatinamente, como aquello a sofocar o a soslayar. La pretarea ha
pasado de ser un momento ‘necesario’ a algo que tanto los coordinadores como los participantes en el grupo
intentan ‘quitarse de encima’.

La noción de pretarea es aquello que en el grupo permitía pensar en qué momento el grupo estaba en su
punto óptimo, en el máximo de pertinencia –como decía Pichon-Rivière–. Planteado el grado óptimo de la
tarea, el resto sería la pretarea. Es decir, la pretarea va a estar permanentemente en juego: apareciendo
una y otra vez. Pero no va a constituir el momento negativo, el momento que hay que superar de una vez.

Pichon consideraba que llegaría un momento en que ya no haga falta la intervención de los coordinadores,
sería el momento en que el grupo se puede autogestionar.

Pero cuando los coordinadores tienen que intervenir más, es cuando hay más pretarea. Si hubo que
intervenir mucho, ello implica que hay mucha pretarea. En caso contrario, si ‘el grupo está en tarea’, la
intervención de los coordinadores ha sido mínima.

Pichon va definiendo la pretarea de diversas maneras: resistencia al cambio, técnicas defensivas, obstáculo
epistemológico y entre ellas se refiere al ‘como si’, y habla de la impostura. Una clara ejemplificación de esto
se da en los momentos de comienzo de un grupo: puede parecer que ya están hablando entre ellos y aun
no se conocen ni siquiera los nombres, digamos; ahí se hablaría de la impostura. Pero la impostura, o
pretarea no se limita al inicio de un grupo, sino que se ‘retorna’ a ella frente a ciertas situaciones de cambio
(cuando el monto de ansiedad es excesivo en ese momento para el grupo).
El “como si” de la tarea.

La idea de pretarea como técnica defensiva, como el momento de la ‘impostura’ o el ‘simulacro’ ha sido
relacionada con las dimensiones explícita e implícita.

Puede verse el siguiente gráfico que ejemplifica esta combinación de situaciones:

A veces el ‘como si’ se hace sobre la tarea explícita; y a veces el ‘como si’ se hace sobre la tarea implícita.

Puede decirse que –por ejemplo– cuando en un grupo hay una situación de mucha intelectualización, hay
que considerar el ‘como si’ de la tarea explícita. Parece que los miembros del grupo están trabajando la
tarea, hablan del texto, de lo que tienen que hablar, de sus historias personales pero hablan desde la
impostura. Ahí se disocia lo vivencial y se eluden las cuestiones o asuntos que aparecen cargados –
emocionalmente–, aunque parece que ‘hablan de todo’.

El ‘como si’ de la tarea implícita puede observarse en ciertas situaciones donde prima el intimismo, ahí la
impostura reside en hablar de las cosas personales (o incluso íntimas) de una manera que se impide
cualquier elaboración o reflexión sobre la misma. También ha sido denominado como “ombliguismo” (‘yo,
yo, yo’), donde se habla desde la intimidad, pero cada uno habla para sí mismo, y se escucha sólo a sí
mismo.

Momentos de la tarea, momentos o fases del grupo.

Tarea como fundante del grupo, y tarea como movimiento del grupo, como forma de visibilizar el proceso
grupal.

Una de las formas de traslado metodológico de la noción de tarea consiste en la especificación de tres
modos, o tres ‘momentos’ de la misma: tarea, pretarea y proyecto. Tarea y pretarea constituyen procesos
propios del trabajo grupal, de la existencia del mismo grupo, mientras ‘proyecto’ constituye una dimensión a
realizarse ‘afuera’ o ‘después’.

Otra forma de especificación consiste en determinar ‘momentos del grupo’, momentos del desarrollo grupal.
Esta lectura conlleva una idea de desarrollo lineal del proceso grupal.

Por último, se ha difundido una lectura de la dialéctica ‘tarea–pretarea–proyecto’ que enfatiza, no ya en los
mecanismos o procesos psíquicos en juego, sino en los procesos referentes al par dilemas – problemas.
Este acercamiento aparece emparentado con ciertas posiciones derivadas de la teoría de la comunicación.

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