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 “modernidad líquida” y consumista donde todo, incluso el individuo,

es algo flexible y susceptible de adoptar el molde político o social que


lo contiene, en lugar de sus generaciones anteriores donde valores y
dogmas eran algo sólido. Nada era permanente ni fijo, ni siquiera el
amor.

 Bauman teorizaba sobre un momento de la historia actual en el que las


realidades sólidas de nuestros abuelos, como el valor del trabajo, la
responsabilidad, el matrimonio o la crianza se iban desvaneciendo en
virtud de una revolución industrial imparable que dio paso, en todo orden
de cosas, a un mundo más precario.

Esto, más o menos desde que el ser humano se dio cuenta de su


vulnerabilidad dentro de la obra de Dios. El sociólogo fijaba ese hito
aproximadamente a fines del siglo 18, cuando la naturaleza humana y la
naturaleza impulsaron al hombre a ir en búsqueda de un diseño cultural que
fuese duradero desde la racionalidad. Con el paso de los siglos y la pequeñez
humana, el resultado habría sido totalmente distinto.

Junto a la técnica, las instituciones y urgencias de la razón dieron paso a un


mundo provisional, ansioso de novedades y agotador que potenció la
búsqueda de la satisfacción más inmediata. Una flexibilidad que reemplazó a
la modernidad sólida.

“Hoy la mayor preocupación de nuestra vida social e individual es cómo prevenir


que las cosas se queden fijas, que sean tan sólidas que no puedan cambiar en el
futuro. No creemos que haya soluciones definitivas y no sólo eso: no nos
gustan. Por ejemplo: la crisis que tienen muchos hombres al cumplir 40 años.
Les paraliza el miedo de que las cosas ya no sean como antes. Y lo que más
miedo les causa es tener una identidad aferrada a ellos. Un traje que no te puedes
quitar”, explicaba Bauman a La Vanguardia a inicios de ésta década.

“Todo cambia de un momento a otro, somos conscientes de que somos


cambiables y por lo tanto tenemos miedo de fijar nada para siempre.
Probablemente su Gobierno, como el del Reino Unido, llama a sus ciudadanos a
ser flexibles. ¿Qué significa ser flexible? Significa que no estés comprometido
con nada para siempre, sino listo para cambiar la sintonía, la mente, en
cualquier momento en el que sea requerido. Esto crea una situación líquida.
Como un líquido en un vaso, en el que el más ligero empujón cambia la forma
del agua”, agregaba.

5 ideas de Zygmunt Bauman que retratan a la


sociedad moderna
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Por Mónica Redondo 10/01/17 - 01:15

Con motivo de la muerte del autor de Modernidad líquida, explicamos


cómo la filosofía de Bauman describe la forma de vida de la sociedad
actual.
Meet the Media Guru
Quién no ha pensado alguna vez lo diferente que es la forma de pensar
de sus padres o abuelos en comparación con la suya. Han estado
casi toda la vida con la misma persona, la misma con la que se
casaron cuando las fotos eran en blanco y negro. Han tenido el mismo
trabajo desde que salieron de la universidad con 23 años. Y
conservan el reloj que les regaló su padre cuando cumplieron los 18
años.

La vida líquida de Bauman rompe con las estructuras fijadas en el


pasado
La filosofía de vida, los valores y lo que se considera ético y
moral ha cambiado radicalmente en los últimos años, a causa de los
cambios políticos y sociales ocurridos a partir de la segunda mitad del
siglo XX.

En el libro Modernidad líquida, el sociólogo Zygmunt Bauman es capaz


de explicar los fenómenos sociales de la era moderna y qué es lo que
nos diferencia de las generaciones anteriores. A partir del año 2000, año
de publicación de Modernidad líquida, el filósofo polaco publica una
serie de obras que resumen sus conceptos sobre la realidad que nos
rodea: Amor líquido (2003), Vida líquida (2005) y Tiempos líquidos: vivir
una época de incertidumbre (2007).

La realidad líquida de Bauman consiste en una ruptura con las


instituciones y las estructuras fijadas. En el pasado, la vida estaba
diseñada específicamente para cada persona, quien tenía que seguir los
patrones establecidos para tomar decisiones en su vida. En la
modernidad, el filósofo polaco afirma que las personas ya han
conseguido desprenderse de los patrones y las estructuras, y que cada
uno crea su propio molde para determinar sus decisiones y forma de
vida.

La sociedad actual se basa en el individualismo y en una forma de vida


cambiante y efímera
En la vida líquida según Bauman, la sociedad se basa en
el individualismo y se ha convertido en algo temporal e inestable que
carece de aspectos sólidos. Todo lo que tenemos es cambiante y con
fecha de caducidad, en comparación con las estructuras fijas del
pasado.

Muchas de las cosas que explicó Bauman hace 17 años en su


obra Modernidad líquida y las que la siguieron se han convertido en una
realidad en nuestros días. El sociólogo logró explicar el funcionamiento
de la sociedad actual y determinar la relación de las nuevas
generaciones con conceptos como el amor, el trabajo o la educación.

El amor líquido en Tinder


Roberto.Trombetta
Muy poco tienen que ver las relaciones de nuestros abuelos con la
nuestra. Miedo al compromiso, rollos de una noche, desengaños
amorosos... Para muchos jóvenes (y no tan jóvenes) este puede ser el
pan de cada día.

Para Zygmunt Bauman, estas relaciones son las que dan nombre a su
concepto de amor líquido. Según su patrón, el miedo al compromiso y a
las cosas a las que hay que renunciar, como la libertad, son la razón
principal por la cual existe este miedo a comprometerse y a darlo todo
por una pareja.

La vida líquida es una sucesión de nuevos comienzos con breves e


indoloros finales
Las relaciones amorosas acaban convirtiéndose en breves episodios, en
los que priva la búsqueda del beneficio personal. Cuando una pareja
deja de ser rentable, se deja de lado y se busca una nueva.

Ni más ni menos que la filosofía de Tinder. Historias de amor para


siempre han ocurrido gracias a la aplicación de búsqueda de parejas,
aunque la mayoría de usuarios desliza rostros en su pantalla hasta
encontrar el indicado para pasar la noche.
Ciudadanos del mundo

CAGATOTA
Si hay algo que no queremos, son ataduras, ni el en amor ni en nuestra
forma de vida.

En la era moderna, es bastante común entre los jóvenes hacer un viaje


de varios meses por América Latina o el Sudeste Asiático, con el objetivo
de romper con las barreras y ser testigos de realidades distintas a las
de su país de origen.

La realidad líquida de Bauman describe precisamente este escenario,


que invita al movimiento, al flujo y a la búsqueda de nuevas
experiencias, pero sin echar raíces en ningún lugar. Son ciudadanos del
mundo pero de ningún lugar al mismo tiempo.

No más trabajos para toda la vida


tokyoform
Esta filosofía basada en la búsqueda de nuevas experiencias y ser
ciudadano de mundo también se ve reflejada en el ámbito laboral
dentro de las sociedad líquida.

Nuestros abuelos y padres entraron a trabajar en una empresa cuando


acabaron la universidad, y se jubilaron en el mismo lugar 40 años
después.

Las personas no quieren ataduras ni en el amor ni en el trabajo, según


Bauman
En la actualidad, no existe el llamado trabajo de nuestra vida. Los
empleos son cambiantes y el mercado actual
necesita renovaciones dentro de las empresas cada poco tiempo.

Por otro lado, Bauman identifica en sus obras la necesidad de cambio en


los trabajadores, a los que se les reclama cada día más volatilidad y
capacidad de trabajo en diferentes áreas.

Las empresas buscan a personas volubles, con capacidad de


reinventarse y que puedan viajar a otra ciudad cuando sea necesario.
Personas que lo den todo en el trabajo aún sabiendo que pueden
ser reemplazadas en cualquier momento si no cumplen con las
expectativas.

El reto de la educación en un mundo líquido

COD Newsroom
"Aún debemos aprender el arte de vivir en un mundo sobresaturado de
información. Y también debemos aprender el aún mas difícil arte de
preparar a las próximas generaciones para vivir en semejante mundo".
La crisis económica que azotó las instituciones financieras y las
economías de medio mundo en 2008 cambió la forma de pensar de
muchos jóvenes.

Antes de la crisis, la sociedad estaba convencida de que unos buenos


estudios derivarían en buenas oportunidades laborales. Pero a partir del
2008, todo se puso del revés. Los que han conseguido trabajo, tienen
que reinventarse cada poco tiempo y afrontar nuevos retos
constantemente. Otros muchos graduados están trabajando en
puestos por debajo de su formación, y muchos ni siquiera han
accedido al mercado laboral.
En el libro Sobre la educación en un mundo líquido, Zygmunt Bauman
conversa con el educador Ricardo Mazzeo sobre la pérdida de
credibilidad de las bases de la educación tradicional, la cual se perfila
como algo anticuado por no proveer a los jóvenes las herramientas
necesarias para encontrar un trabajo.

La era del consumismo

visitBerlin
Los que se compraron el iPhone 3G hace 10 años, se sintieron los amos
del mundo. Tenían en sus manos un producto único en el mercado en
ese momento, el cual marcó una diferencia en el uso de
los smartphones.

En la era del consumismo, lo importante no es conservar objetos, sino


renovarlos constantemente
En la actualidad, el que conserve un iPhone 3G no podrá ni hablar por
WhatsApp. Más de 8 modelos han actualizado la primera versión de los
teléfonos de Apple.

La era consumista que vivimos en la actualidad se basa en la ferviente


necesidad de sacar nuevos productos en el mercado que saciar
las ansias de renovación de la sociedad.

Los productos duraderos ya no son importantes, en esta era priva


lo efímero y lo nuevo para sorprender a los compradores.
El consumismo no gira en torno a la satisfacción de deseos, sino a la
incitación del deseo de deseos siempre nuevos
En esta realidad líquida, lo importante no es conservar los objetos,
sino renovarlos constantemente para contentar el espíritu consumista.

La realidad líquidaangustia a las personas porque no carecen de nada


fijo y duradero
La consecuencia principal del mundo opuesto a lo sólido
crea ansiedad en las personas, según Bauman. La necesidad de
reinventarse en el empleo provoca que muchos trabajadores se queden
atrás y que no cumplan con los requisitos necesarios en la actualidad.

Además, la necesidad de relacionarse choca frontalmente con la falta de


compromiso y el miedo a perder a la libertad. En la sociedad actual, no
podemos aferrarnos a nada, porque todo es cambiante y efímero. Todo
es líquido, y la posibilidad de perderlo todo es más que probable.

Zygmunt Bauman ha fallecido este lunes en su domicilio de Inglaterra.


Perdemos a uno de los filósofos y sociólogos más importantes del
siglo XX, pero conservamos sus obras para intentar entender la
complejidad de la sociedad actual.

La sociedad en la modernidad líquida

 1 like
Por Antonio Cid hace 367 días

 Bauman
 cambio en la sociedad
 uso tecnología
En esta primera sesión de Tecnología Educativa me ha interesado especialmente la idea de reflexionar
libremente sobre los contenidos que se van desarrollando. Con este fin, he decidido dedicar la primera reseña a
la relación entre la modernidad líquida definida por Bauman con el debate que pienso que va a ser transversal a
la materia; el uso de la tecnología en la sociedad y más concretamente en el ámbito educativo.

He acudido a este sociólogo porque fue con él, con quién he reflexionado sobre cómo una sociedad evoluciona
ante un cambio, y pienso que de aquí deriva el debate que se plantea, hemos sido educados correctamente sobre
la tecnología lo que ella implica?

Un ejemplo que en mi opinión refleja esta pregunta es Internet como fuente de documentación. Es el elemento
que actualmente se utiliza pero yo no pienso que sea sencillo para la búsqueda de contenido, creo que existe un
exceso de información que provoca una difícil comprensión de lo que se busca. Por lo tanto teniendo en cuenta
que la tecnología es una herramienta tendremos que desarrollar habilidades de búsqueda, capacidad de síntesis
y de comprensión. Por lo tanto, en mi opinión, no se nos ha preparado bien para este cambio tan importante
para la sociedad, con la consecuencia de que no creo que se le de un buen uso. Recuerdo una reflexión de
Bauman en su libro sobre los retos de la modernidad líquida donde comenta que se confunde el progreso con
los atajos, ejemplificando que ahora se compra lo que antes se podía realizar, pues pienso que la tecnología no
tiene que colocarse como atajo en la búsqueda sin comprensión.

Por lo tanto pienso que a grandes rasgos esto lo afirmaba Zygmunt Bauman indicándonos que hay que
concienciarse con el cambio para poder modificarlo desde dentro y contribuir a que sea accesible a todos. Esto
es así porque somos una sociedad “líquida”, es decir, una sociedad moldeable, en permanente cambio, donde
ocurren cambios vertiginosos que van en aumento gracias a la globalización y con ella, ocurren consecuencias
como una mayor dificultad en la integración del individuo a la sociedad cada vez o incluso a una pérdida de la
identidad del individuo.

Para ir terminando,en esta primera sesión en especial he reflexionado sobre la presencia de la tecnología tanto a
nivel individual como a nivel global y que ante este proceso de suma importancia para nosotros, no se nos ha
concienciado lo suficiente. Pienso que deberíamos tener más conocimiento sobre la presencia que tiene y la
importancia de que conozcamos cómo utilizarla, ya no solo por las redes sociales que están creando problemas
de transimisión entre seres humanos o pérdidas de identidad , como he comentado antes, sino porque su
presencia está provocando cambios en todos los aspectos de nuestra sociedad y no aprender su uso crea una
brecha tecnológica que nos distancia aún más con las personas de países con menos recursos pero que también
entre las sociedades más desarrolladas, cuando la tecnología podría crear más interconexión y oportunidades de
igualdad.

En resumen, con esta reflexión, quiero decir que no creo que estemos aprovechando los avances que hemos
estado desarrollando, crticando desde mi uso individual al global, ya que , pienso que no hemos sido educados
ante los múltiples cambios y oportunidades que implica la tecnología en la sociedad actual.

EL sociólogo Zygmunt Bauman es el autor del concepto «modernidad líquida» para definir el
estado fluido y volátil de la actual sociedad, sin valores demasiado sólidos, en la que la
incertidumbre por la vertiginosa rapidez de los cambios ha debilitado los vínculos humanos. Lo
que antes eran nexos potentes ahora se han convertido en lazos provisionales y frágiles.
Gipuzkoa empieza también a entrar en esa fase «líquida» y contradictoria a tenor del retrato
que ofrece la encuesta divulgada ayer: una sociedad del bienestar, consumista, hedonista, en
la que la dialéctica izquierda-derecha ha perdido intensidad, que conserva un amplio
sentimiento nacionalista, pero que está cambiando su forma de vivirlo respecto a lo que era su
actitud hace 20 años. El voto ya no es un ejercicio casi religioso de lealtad identitaria. Los
nacionalistas pueden votar a un alcalde socialista o a Zapatero sin mayores traumas y los
electores del PSE no se asustan con la posibilidad de una consulta. Una sociedad que se está
desmovilizando, en gran medida como producto del cansancio por la violencia, y que ya no
vibra como antes con el discurso del 'conflicto'.
Es una sociedad 'postmoderna' que siente lo identitario, pero no lo ve de forma trágica, en la
que prevalece la preocupación por el bienestar económico, y que constata una gran
desafección hacia la política y las ideologías tradicionales. Los 'relatos' clásicos necesitan
renovarse porque empiezan a agotarse ante las nuevas generaciones. La hiperpolitización del
pasado en Euskadi pasa ahora su factura como un péndulo de reacción aunque a la vez se
trate de un fenómeno estructural en Europa.
La 'sociedad líquida', en la que ser flexible es una virtud, obliga a la política a transformarse si
no quiere verse atenazada por la realidad mediática esculpida a diario en el escaparate
rutinario de las imágenes y un individualismo del 'sálvese quien pueda'. Cuidado con que todo
esto no se limite a ser un espectáculo efímero en el que la sensación y el corto plazo anulen al
pensamiento. Vivimos una sociedad cada vez mejor formada, pero a la vez necesitada con
urgencia de unos valores alternativos más fuertes; una sociedad cada vez más compleja y más
híbrida.
Qué es el Pensamiento
Complejo?
ARTE Y CULTURA

PUBLICADO EL 21 OCTUBRE, 2013


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El significado “Complejo” se observa desde un nuevo ángulo para designar al ser
humano, a la naturaleza, y a nuestras relaciones con ella. Hace referencia a la
comprensión del mundo como un todo entrelazado, una trama infinita y
múltiple, complexus, sistémica.

Los autores contemporáneos indican que se puede hablar hoy en tres sentidos
sobre ello: con el avance del conocimiento científico, se busca una mejor
comprensión del mundo, al observársele como un sistema entrelazado. Con la
ayuda de dispositivos computacionales se han creado modelos para explicar los
comportamientos de los sistemas en el tiempo, y comprenderlos mejor.

Cosmovisión compleja, de carácter filosófico como en el pensamiento sistémico y


de las interpretaciones, que giran acerca de la necesidad de comprender la
inestabilidad como propiedad de la naturaleza y reconstruir relaciones con ella; o la
ecología profunda, propuesta original de Morin.

El Pensamiento Complejo, surge de las ciencias y su conjugación con el


pensamiento humanista, político social y filosófico, que ha denominado a esta
postura complejidad restringida, para diferenciarla de aquella más amplia y
humanista que sostiene que es necesario buscar soluciones a las crisis de la
humanidad contemporánea, a través del estudio de lo que define como un método
de pensamiento para comprender la naturaleza, la sociedad y reorganizar la vida
humana.

El desafío de la complejidad consiste precisamente, en el reconocimiento de las


tramas o redes de relaciones, y la imposibilidad humana de agotarlas en el
conocimiento. Esta relación de antagonismo y complementariedad debe
considerarse también con respecto a las clasificaciones de lo complejo, y los
intentos de “medir” o cuantificar la complejidad.
El conocimiento de lo complejo ha impactado en áreas científicas que estudian la
naturaleza y la sociedad. Según el Pensamiento Complejo, el estudio de un
fenómeno se puede hacer desde la dependencia de dos perspectivas: holística y
reduccionista. La primera, se refiere a un estudio desde el todo o todo múltiple; y la
segunda, a un estudio desde las partes.

La evolución de las ideas complejas en el siglo XX puede caracterizarse en tres


grandes momentos. El primero, en los sesenta, donde se trabaja en varios campos
científicos sin que trasciendan los nuevos desarrollos conceptuales más a allá de
áreas muy específicas. Entre los setentas y ochentas, se produce una mayor
socialización de las ideas complejas entre diversos campos disciplinarios.
Finalmente en los noventas, se produce un boom mediático que colocó la
complejidad y lo complejo en documentales científicos, revistas de divulgación y la
prensa.

El estudio de lo complejo ha impactado también en el ámbito más directo de las


interacciones de los seres humanos: la educación, la interpretación de la sociedad,
la política, y la comprensión del momento actual que vive la humanidad. El
problema de la complejidad ha pasado a ser el problema de la vida y el vivir, el
problema de la construcción del futuro y la búsqueda de soluciones a los
problemas contemporáneos. En palabras de Edgar Morin, cuando se habla de
complejidad «… Se trata de enfrentar la dificultad de pensar y de vivir».

Ziygmunt Bauman, premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2010

(junto a Alain Touraine), nació en 1925 en Poznan, Polonia. Sociólogo, filósofo y

ensayista, su investigación, entre otras cosas enfocada en la modernidad, le ha llevado

a definir la forma habitual de vivir en nuestras sociedades modernas contemporáneas

como “la vida líquida”.

Una vida caracterizada por no mantener un rumbo determinado, pues al ser líquida no

mantiene mucho tiempo la misma forma. Y ello hace que nuestras vidas se definan por

la precariedad y la incertidumbre. Así, nuestra principal preocupación es no perder el

tren de la actualización ante los rápidos cambios que se producen en nuestro alrededor

y no quedar aparcados por obsoletos.

En su libro La vida líquida, el diagnóstico sobre la sociedad de consumo en la que vivimos

es demoledor por certero y al mismo tiempo conmovedor.

Escribiendo este artículo no puedo dejar de pensar en el mito de la caverna de Platón, y

no puedo sacarme de la cabeza un precioso dibujo que Sonja, una compañera de

voluntariado, dibujó hace unos años sobre el mismo.

La caverna de Platón no ha dejado de retumbar en mi cabeza, y ese retumbar me

provocaba angustia. Y es que, quizás, me he visto más encadenada de lo que pensaba.

Soy consciente de la perversidad del sistema consumista en el que vivimos y de sus


maquiavélicos mecanismos, pero también sé que soy yo, somos nosotros, los que

tenemos las llaves de muchas de las cadenas que nos atan.

¿Pensamos, decimos y actuamos al unísono? ¿Nos conocemos realmente a nosotros

mismos? ¿Vivimos realmente lo que queremos vivir? ¿Luchamos por nuestros sueños?

¿Somos conscientes de que formamos parte de una gran familia llamada Humanidad?

Quizás la falta de respuestas a estas preguntas es lo que nos hace navegar sin rumbo

por la vida. Vivir, como dijo en su discurso de recogida del Premio Príncipe de Asturias

Zygmunt Bauman, (…) en un mundo donde la única certeza es la certeza de la

incertidumbre, en el que estamos destinados a intentar, una y otra vez y siempre de

forma inconclusa, comprendernos a nosotros mismos y a los demás, destinados a

comunicar, con y para el otro”.

En La vida líquida, Bauman nos ayuda a identificar los velos que ocultan el mundo que

habitamos y que intentamos comprender. Y estos velos no dejan de ser las sombras y

los ecos de los gritos que los encadenados de la caverna ven y escuchan reflejados en

la pared creyendo que son la realidad y que nada pueden hacer; y los espectadores

siguen sentados sin saber que esos velos, esas sombras, esos ecos no son la realidad

sino distorsiones de la misma. Imágenes y ruidos reproducidos a conciencia que los

mantienen cara la pared.

Es cuestión de encontrar el coraje para darse la vuelta y poder comprobar que esas

formas grotescas no son más que deformaciones, y ver la luz clara que proviene de

fuera, que nos indica la dirección de la verdadera realidad.

La sociedad líquida produce triunfadores egoistas


Zygmunt Bauman define la sociedad moderna líquida como

aquella sociedad donde las condiciones de actuación de sus miembros cambian antes

de que las formas puedan consolidarse en unos hábitos y en una rutina determinada.

Esto, evidentemente, tiene sus consecuencias sobre los individuos porque los logros

individuales no pueden solidificarse en algo duradero, los activos se convierten en

pasivos, las capacidades en discapacidades en un abrir y cerrar de ojos.

Por tanto, los triunfadores en esta sociedad son las personas ágiles, ligeras y volátiles

como el comercio y las finanzas. Personas hedonistas y egoístas, que ven la novedad

como una buena noticia, la precariedad como un valor, la inestabilidad como un ímpetu

y lo híbrido como una riqueza.

El nuevo modelo de héroe es el triunfador que aspira a la fama, al poder y al dinero…,

por encima de todo, sin importarle a quién se lleva por delante.

Esto coincide con la definición de “hombre light” de Enrique Rojas, definido con cuatro

características: hedonismo, entronización del placer; consumismo, acumulación de

bienes: se es por lo que se tiene y no por lo que se es; permisividad, todo vale; y por

último, relativismo, donde nada es bueno ni malo y en última instancia todo depende

del pensamiento de cada uno.

La sociedad moderna líquida orquestada por el consumo


La vida líquida asigna al mundo y a las cosas, animales y personas la categoría de objetos

de consumo, objetos que pierden su utilidad en el mismo momento de ser usados. Los

objetos de consumo tienen una esperanza limitada y, cuando sobrepasan este límite,

dejan de ser aptos para el consumo, se convierten en objetos inútiles. Las personas,

también somos objetos de consumo: pensemos en el trato que nuestra sociedad da a

nuestros mayores o en las industrias del sexo. En una sociedad así la lealtad y el

compromiso son motivo de vergüenza más que de orgullo porque son valores

duraderos.

En un mundo de carácter empresarial y práctico como el que vivimos (un mundo que

busca el beneficio inmediato), todo aquello que no pueda demostrar su valor con cifras

es muy arriesgado. Por tanto, materias de estudio como la historia, la música, la

filosofía…, que contribuyen al desarrollo del ser humano, más que una ventaja social,

política o económica son un peligro. Porque el ser humano ha dejado de tener valor

“humano” para pasar a ser un simple objeto de producción o consumo.

Individuo asediado, planeta asediado

¿Cómo es el individuo que vive en esta sociedad de vida líquida? Zygmunt Bauman nos

dice que es un individuo asediado. Porque busca su individualidad, singularidad y aquí

viene la gran contradicción.

La individualidad sería la autenticidad, como ser fiel a uno mismo, ser el yo real. Pero ya

hemos visto que para la sociedad moderna líquida la fidelidad no es un valor sino todo

lo contrario. Entonces, ¿qué es la autenticidad que busca este individuo asediado?

La autenticidad, la individualidad, la singularidad en una sociedad moderna líquida es

ser como todos los del grupo, ¡una auténtica y gran contradicción! Es decir, los

individuos han de ser asombrosamente parecidos, deben seguir una misma estrategia

vital y usar señas compartidas, reconocibles e inteligibles por el resto del grupo (las
marcas de consumo, el comportamiento, las modas, el gusto por el arte…).

La sociedad obliga a ser únicos, pero ella misma da las pautas para conseguirlo. Para

satisfacer esa necesidad de individualidad, nada de buscar en nuestro interior: la

autenticidad se encuentra bebiendo un determinado producto, llevando una marca de

ropa interior, hablando con un determinado móvil, conduciendo un determinado

coche… Todos llevan o quieren llevar las mismas marcas, van o quieren ir de vacaciones

a los sitios que se han puesto de moda, leen los mismos best sellers… y todos se creen

singulares. ¡Increíble!

Como dice Bauman, la lucha por la singularidad se ha convertido en el principal motor,

tanto de la producción en masa como del consumo en masa. Todos son singulares

utilizando las mismas marcas y aparatos, y serán más o menos singulares dependiendo

de la capacidad de compra y actualización de los objetos, y ésto, evidentemente,

requiere dinero.

La búsqueda de esta singularidad se ha convertido en una carrera de consumo donde

hay unos pocos ganadores y muchos perdedores. Esto ha provocado la consiguiente

polarización no tan solo de las sociedades, sino del planeta. Como nos dicen los últimos

informes sobre el déficit ecológico (cifra que se calcula comparando lo que un ciudadano

consume con la capacidad de producción y regeneración de los recursos naturales de su

país, que incluyen terrenos agrícolas, pastos, bosques, costas, etc.), el déficit ecológico

planetario en el año 2010 supuso que el 22 de agosto, la humanidad empezáramos a

consumir lo que ya correspondía al 2011; en España, el 20 de abril de este año 2011

empezamos a consumir lo que corresponde al 2012.

Está claro que cuánto más grande es la calidad de vida de una ciudad mayor es su huella

ecológica.

Por tanto, la singularidad es realmente un privilegio, tanto en lo que se refiere a


individuos como a sociedades, a nivel planetario.

A este individuo asediado Bauman lo define como homo eligens, hombre elector (que

no hemos de confundir con el ser humano que realmente elige).

El homo eligens es un yo permanentemente impermanente, completamente incompleto,

definidamente indefinido, auténticamente inauténtico.

El homo eligens y el mercado de consumo conviven en perfecta simbiosis. El mercado

no sobreviviría si el homo eligens o consumidor no se apegara a las cosas.

Los directores de la orquesta: engaño, exceso y desperdicio

Bauman nos dice que esta sociedad de

consumo justifica su existencia con la promesa de satisfacer los deseos humanos

(remarco: materiales) como ninguna otra sociedad lo ha hecho, aunque esta promesa de

satisfacción solo resulta atractiva siempre y cuando los deseos no sean del todo

satisfechos.

Por tanto, la realidad es que la no satisfacción es el motor de la economía. La sociedad

de consumo consigue esta permanente insatisfacción por dos vías:

1) Denigrar y devaluar los productos al poco tiempo de haber salido, sacando otros

nuevos;
2) Satisfacer cada necesidad o carencia de tal forma que dé pie a nuevas necesidades

o carencias.

Para mantener las expectativas vivas y para que las nuevas esperanzas ocupen

rápidamente el vacío dejado por las obsoletas, la distancia entre la tienda y el cubo de

la basura tiene que ser muy corta y la transición muy rápida.

El consumismo es una economía de engaño, exceso y desperdicio. Pero, al mismo

tiempo, son el engaño, el exceso y el desperdicio los que garantizan el funcionamiento

de la sociedad. La historia avanza hoy como una fábrica de residuos.

Una sociedad de consumidores no es solo la suma de individuos consumistas. Es una

totalidad, se trata de un auténtico síndrome: un cúmulo de actitudes y estrategias,

disposiciones cognitivas, juicios y prejuicios de valor, supuestos explícitos y tácitos

sobre el funcionamiento del mundo y cómo desarrollarse en él, imágenes de felicidad y

cómo alcanzarla.

La extensión de pautas de consumo es de tal amplitud que abarca todos los aspectos y

las actividades de la vida. Esto produce un efecto secundario, quizás involuntario: la

penetrante mercantilización de los procesos vitales. El mercado se ha introducido en

áreas de la vida que se habían mantenido fuera de los intercambios monetarios. La

educación, la cultura, todo está supeditado a unas cifras económicas que hacen que un

objeto o servicio, independientemente de su calidad, sea exitoso o no. Porque el éxito,

la mayoría de veces, no depende de la calidad sino de la campaña de marketing que

tenga detrás. Incluso en nuestras relaciones humanas nos tratamos como objetos de

consumo o producción.

Bauman explica que el consumo sería una versión moderna del sueño del rey Midas,

hecho realidad en el siglo XXI. Todo lo que el mercado toca se convierte en un artículo

de consumo, incluso las cosas que tratan de escapar a su control.


Pensar en tiempos oscuros

Zygmunt Bauman alerta de que las dos acusaciones que lanzó Karl Marx contra el

capitalismo, su carácter derrochador y su iniquidad moral, siguen totalmente vigentes.

Lo único que ha cambiado es el alcance del derroche y de la injusticia: ambos han

adquirido dimensiones planetarias.

La era del Primer, Segundo y Tercer Mundo ha llegado a su fin para dejar paso a la era

de la Globalización.

Para la mayor parte de habitantes del planeta la globalización ha supuesto un deterioro

de sus condiciones de vida. Esto, hace años, era muy patente en el Tercer Mundo, donde

la crisis alimentaría es endémica desde hace décadas. Ahora, con la crisis económica

que estamos sufriendo, el deterioro de las condiciones de vida ha llegado también al

Primer Mundo. Y es que la globalización ha sido eminentemente empresarial.

Bauman considera que los problemas y sufrimientos de nuestros días tienen raíces

planetarias y, por tanto, requieren soluciones globales. Todos los que compartimos el

planeta dependemos unos de otros para nuestro presente y nuestro futuro.

En lugar de aspirar a limitar los daños locales y la obtención máxima de beneficios, hay

que buscar un nuevo escenario global donde las iniciativas económicas dejen de estar

guiadas por los beneficios monetarios sin prestar atención a los efectos secundarios.

El ocaso de los valores

Queda bastante claro que la vida líquida no da cabida a la realización espiritual de la

mujer o del hombre, y que los valores que propugna, si los podemos llamar valores, son

de una altísima volatilidad y relativismo; y del relativismo, donde nada es absoluto,


donde nada es malo ni bueno, de esta tolerancia interminable nace la indiferencia pura.

La pérdida de referentes claros y fuertes nos hace caminar a ciegas. Vivimos en el ocaso

de los valores humanos y esto es realmente un drama para todos los seres humanos.

La sociedad moderna líquida es artificial, poco tiene de humana porque precisamente

no se sustenta los valores humanos atemporales, sino en los materiales. Nos hace creer

que nos lo dá todo a cambio de nada, cosa que no es cierta,. El precio que se paga por

ello es convertirse en ese humano asediado o ese hombre “Light” que simplemente

escoge egoístamente lo que más le conviene o gusta en cada momento. Poco a poco la

caverna va apagando su lucecita humana, al tiempo que lo encadena más y más.

Este homo eligens está a años luz de la vía del desapego que nos libera del dolor, según

nos transmiten las enseñanzas budistas, y del ser humano realmente libre que se

compromete por voluntad propia; porque el homo eligens de la sociedad moderna

líquida es esclavo de sus pasiones y gustos subjetivos, que lo imposibilitan para

comprometerse con nada y con nadie.

Pero la vida tiene un sentido que va más allá del plano meramente objetivo que vamos

viviendo y consiguiendo. Y el ser humano es algo más que un cuerpo que produce y

consume, que tiene todo, pero nunca acaba de estar satisfecho.

Bauman aclara que esta insatisfacción forma parte del mecanismo, pero esto no es

mérito de la maquinaria de la sociedad de consumo porque al ser humano los objetos

materiales nunca lo podrán satisfacer del todo, porque no vienen de nuestro interior.

Recordemos la vieja leyenda hindú: Brahma, enfadado por el comportamiento de los

seres humanos, escondió la felicidad en los corazones de los hombres y las mujeres,

consciente de que les costaría mucho encontrarla; pero también, consciente de que así

siempre la llevarían con ellos.


Hoy parece que las cosas están del revés y cuesta un poco ser optimistas. La actual crisis

económica está haciendo aflorar conductas egoístas y mezquinas a nivel de Gobiernos

e individuos. Nosotros apoyamos la idea de asumir responsabilidades y de encontrar

soluciones planetarias para unos problemas que son globales. También se está

encendiendo muchas lucecitas en los corazones de la gente, que se traducen en

solidaridad, generosidad, entusiasmo, coraje, valor, porque hay muchos Quijotes que

están rasgando los velos de esta vida líquida intentando solidificarla, trabajando por

cambiar la actitud cavernícola de tener por la humana de ser.

Sí, es cierto que vivimos en el ocaso de los valores humanos, pero detrás de cada ocaso

viene una nueva salida del sol, una regeneración. Y únicamente depende de nosotros

que los valores humanos vuelvan a brillar y guiar el rumbo de nuestras vidas.

Cinta Barreno

Corresponsal de la revista Esfinge en ReusÇ

¿Qué es el Pensamiento Complejo?


Antecedentes para contextualizar el concepto
de Pensamiento Complejo:
En el siglo XX ningún concepto se resignificó con tanta profundidad como “complejo”. De un uso
común y científico que había perdido sus raíces y lo relacionaba con lo complicado, lo enmarañado y
lo difícil de entender, retomó su sentido originario y pasó a significar una nueva perspectiva para
designar al ser humano, a la naturaleza, y a nuestras relaciones con ella. Así, el término “complejo”
designa hoy una comprensión del mundo como entidad donde todo se encuentra entrelazado, como
en un tejido compuesto de finos hilos, en fin, complexus: lo que está tejido junto.

Los autores contemporáneos de lo complejo


Para un cambio tan radical en los significados han convergido las prácticas humanas en cambio, las
ciencias, y las mentes brillantes de los últimos tiempos. Algunos autores contemporáneos gustan
señalar que de lo complejo se puede hablar hoy en tres sentidos complementarios:

Ciencias de la Complejidad
Ciencias de la complejidad, cuando se trata de investigaciones que en diversos campos hacen
avanzar el conocimiento científico al introducir una comprensión del mundo como sistema
entrelazado. Estos estudios científicos, auxiliados de potentes dispositivos computacionales han
avanzado en la creación de modelos para explicar los comportamientos de los sistemas en el tiempo,
con lo que se han abierto nuevos campos de investigación, y nuevas herramientas para comprender
este tipo de sistemas. Se forma a partir de estos estudios, indirectamente, una comprensión del
mundo como sistema entrelazado, que exhibe propiedades completamente nuevas y sorprendentes,
como la no linealidad, o nuevas formas de determinación como el caos determinista. El aporte
principal de estas teorías consiste en el avance del conocimiento de los sistemas específicos, y la
creación de modelos y simulaciones computacionales que permiten comprenderlos como entidades
no reducibles a relaciones causales simples.

Cosmovisión Compleja
Cosmovisión compleja, cuando se realizan elaboraciones de carácter filosófico como en el
pensamiento sistémico de Bertalanffy, y desde los setentas, las interpretaciones de Ilya Prigogine
acerca de la necesidad de comprender la inestabilidad como propiedad de la naturaleza y la
reconstrucción de nuestras relaciones con ella; o la ecología profunda, su propuesta. Este tipo de
elaboración filosófico-cosmovisiva relaciona los estudios científicos con la vida práctica: De la
explicación del mundo como un sistema que exhibe propiedades complejas, se concluye acerca de
cómo reconstruir nuestras relaciones con él.

La interpretación del Pensamiento


Complejo: Edgar Morin
Pensamiento complejo, cuando se trata de construir un método nuevo sobre la base de las ideas
complejas que emanan de las ciencias y su conjugación con el pensamiento humanista, político
social y filosófico, como es el caso del pensador universalista francés Edgar Morin. También se
utiliza pensamiento complejo en un sentido más estrecho, para designar a los estudios científicos que
intentan explicar las dinámicas complejas de los objetos en estudio, sin extraer de ello consecuencias
cosmovisivas o metodológicas más generales. Edgar Morin ha denominado esta postura complejidad
restringida, para diferenciarla de aquella más amplia y humanista que sostiene, donde lo define como
un método de pensamiento nuevo, válido para comprender la naturaleza, la sociedad, reorganizar la
vida humana, y para buscar soluciones a las crisis de la humanidad contemporánea.

La trama de la complejidad
Cualquiera de estas clasificaciones debería tomar en consideración al resto, pues el desafío de la
complejidad consiste precisamente, en el reconocimiento de las tramas o redes de relaciones, y la
imposibilidad humana de agotarlas en el conocimiento. Esta relación de antagonismo y
complementariedad debe considerarse también con respecto a las clasificaciones de lo complejo, y
los intentos de “medir” o cuantificar la complejidad.
Por otra parte, cada una de estas vertientes se encuentra relacionada con la otra, y la diferenciación
está condicionada por la perspectiva desde la cual se valora.
Los estudios de lo complejo han impactado en áreas científicas que estudian la naturaleza y la
sociedad. Entre los científicos más relevantes que han contribuido a este campo se encuentran Benoit
Mandelbrot, Ilya Prigogine, René Thom, Francisco Varela, Humberto Maturana, Edgar Morin, entre
otros.
La evolución de las ideas complejas
La evolución de las ideas complejas en el siglo XX puede caracterizarse en tres grandes momentos.
El primero, en los sesenta, donde se trabaja en varios campos científicos sin que trasciendan los
nuevos desarrollos conceptuales más a allá de áreas muy específicas. Entre los setentas y ochentas,
se produce una mayor socialización de las ideas complejas entre diversos campos disciplinarios.
Finalmente en los noventas, se produce un boom mediático que coloco la complejidad y lo complejo
en documentales científicos, revistas de divulgación y la prensa.

El impacto de la idea de la complejidad


Es difícil medir los impactos de las nuevas ideas, pero en el caso del estudio de lo complejo, su
impacto se ha dejado sentir en las ciencias naturales y sociales, así como en las formas de
organización de los conocimientos. Así, en relación directa del estudio de lo complejo y la
superación de las formas disciplinarias clásicas de organización de los conocimientos, se han
desarrollado estrategias inter, multi y transdisciplinarias, como la propuesta por Basarab Nicolescu.

El problema de la complejidad y Edgar


Morin
El estudio de lo complejo ha impactado también en el ámbito más directo de las interacciones de los
seres humanos: la educación, la interpretación de la sociedad, la política, y la comprensión del
momento actual que vive la humanidad. El problema de la complejidad ha pasado a ser el problema
de la vida y el vivir, el problema de la construcción del futuro y la búsqueda de soluciones a los
problemas contemporáneos. En palabras de Edgar Morin, cuando se habla de complejidad «… Se
trata de enfrentar la dificultad de pensar y de vivir»¹ .

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