You are on page 1of 25

Socialismo y

movimiento social
Sombart
WERNER SOMBAR.T

SOCIALISMO
y
MOVIMIENTO SOCIAL

Distribuidora Baire.~ S . R . L.
Colección Papeles Políticos
1974
INTRODUCCION

¿Qué entendemos por socialismo y movimiento social?

Socialismo -en el selitido en que hasta ahora se ha emplea-


do esta palabra- puede definirse como un precipitado mental
del movimiento social moderno. Pero este movimiento representa
la suma de todos los esfuerzos que el proletariado, o sea una de
las clases sociales de nuestro tiempo, realiza para lograr su eman-
cipación. Y para que nos formemos cabal idea del sentido de estas
palabras, será preciso que empecemos por inquirir algunas no-
ciones exactas de lo que es la esencia de una clase social en
general, y particulam1ente de la que aquí nos interesa, o sea
el proletariado.
Entiendo por clase social un grupo que, con arreglo a sus
ideas, representa un sistema económico determinado, es decir,
un régimen económico al que sirve de base uno o más principios
económicos. Pero un régimen económico viene a ser la totalidad
de normas jurídicas y morales que regulan objetivamente la
producción y distribución de los valores. Y por el contrario, son
principios económicos el conjunto de motivos que determinan
preferentemente la conducta de los sujetos económicos. Estas
Esta tirada consta de 1.500 ejemplares. definiciones se harán más comprensibles cuando las apliquemos
a las condiciones concretas en que se desarrolla la realidad.
Las modernas clases sociales, así como el concepto que de
ellas se tiene, han nacido en el solar francés. Los episodios de
la gran Revolución, y más aún los sucesos que se desarrollaron
©DISTRIBUIDORA BAIRES S.R.L. durante la restauración y la revolución de julio, fueron ejemplos
PAPELES POLITICOS luminosos que revelaron a los historiadores los elementos que
CASILLA DE CORREO 4967 integraban la sociedad moderna. En las obras de Guizot, Mignet
Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723 y Luis Blanc, ya encontramos cuanto hoy se pueda repetir acerca
Buenos Aires - Argentina
7
de la evolución y esencia de las clases sociales. El concepto que goría social determinada, porque un mediantín cerrajero puede
acerca de esto tenían ha constituido el modelo en que después disfrutar de tanta holgura como un montador que trabaje a jornal
se han inspirado los tratadistas extranjeros, y si se exceptúa en una fábrica, y que no dejará de ser un proletario.
la terminología, nosotros, los alemanes, no hacemos hoy otm cosa Pero lo que principalmente se opone a la clara inteligencia
que seguir las huellas de los grandes historiadores franceses v de de lo que sea una clase social, es su confusión con Jos partidos
sus v-ulgarizadores gennánicos, de los cuales Lorenzo von Stcin políticos. Partido y clase son cosas completamente distintas. El
y Carlos Marx fueron los más impregnados de esas influencias. partido político debe su organización a una circunstancia for-
Con arreglo a las teorías de estos autores, dividiremos la sociedad tuita. Es el resultado de üna idea progresiva que logró abrirse
moderna en cuatro clases sociales: camino en un determinado momento histórico; pero suele ocurrir
1\\ La aristocracia feudal, o sea los hidalgos. Son los repre- que, pasado ese momento, siga subsistiendo el partido político
sentantes de un régimen económico feudal o patriarcal, basado que lo encarn6, sin que tenga ya otra razón de ser que su pasado.
en la propiedad de la tierra. La idea fundamental que sirve de base a la formación de los
2'~- La clase media o pequeña burguesía, que, en mi con- partidos puede tener carácter nacional, religioso o jurídico, y pue-
cepto, la constituyen los artesanos, tomada esta palabra en su de revestirse también de un matiz humanitario o económico. Y sin
acepción más amplia. Representa una organizaci6n econ6mica, negar que exista cierta íntima relación entre clase social y par-
cuya tradición la constituye el trabajo profesional. tido político, se puede afirmar resueltamente que la formación
de los partidos se opera muchas veces con abstracción completa
3\\ La burguesía, representante del sistema económico-capi- de la clase social a que pertenecen sus individuos.
talista. C?.be en lo posible, y así suele ocurrir en efecto, que clases
4~ El proletariado, el polo opuesto, la antítesis de la bur- sociales distintas, la burguesía y el proletariado, por ejemplo,
guesía. smtenten los mismos principios políticos (verbigracia: la necesi-
De estas dos clases últimas, especialmente el proletariado, dad de libertades públicas) y hasta determinadas concepciones
hemos de ocuparnos repetidas veces, y conviene, por tanto, que religiosas, como la ortodoxia, en que comulgan la aristocracia
procuremos fijar con más exactitud el concepto de su naturaleza y la clase media, y en ocasiones también la burguesía. Suele dar-
y de sus atributos. se, además, y no pocas veces, el caso de que un mismo partido
Pero antes, para aclarar este concepto, debemos determinar político se halle integrado por representantes de clases sociales
en líneas generales las afinidades y diferencias que tiene esta diferente. Baste recordar lo que ocurría en Alemania en 1870 con
clase social respecto a otros grupos sociales con los cuales se le el centro y los liberales nacionales, y lo que ocurre en Inglaterra
suele confundir. Esta clase social se halla lindando con los profe- y Jos Estados Unidos con los dos grandes partidos que se disputan
sionales y los propietarios, pero en modo alguno se les asimila. el Poder. Y suele ocurrir también, por último, que la misma clase
Un zapatero puede pertenecer a la clase media (como artesano) social se halle representada por partidos políticos diversos. En
y también al proletariado (como obrero asalariado), y hasta pue- Alemania lo está la clase media reaccionaria p or el centro y los
de ser un burgués (como fabricante de calzado). Igual grado de conservadores, mientras el proletariado tiene repartida su rel)Ie-
riqueza pueden disfrutar un hidalgo y un banquero, y en el sentación entre el mismo centro y la socialdemocracia. -
mismo extremo de pobreza pueden hallarse un artesano y un pro- En el transcurso de este libro trataremos de analizar lo que
letario, y esto no impedirá que pertenezcan a clases sociales dífe- signífica para el movimiento social la distinta relación que guar-
rentes. Tampoco la iguuldad de profesión o de riqueza puede dan entre sí en los diferentes países esos heterogéneos conglo-
servir de base para la clasíficación de los individuos en una cate- merados que se llaman partido político y clase social.

8 9
Además de esto, nos proponemos reflejar en esta obra el rados que necesitan reunirse para que resulte una obra útil (lo
movimiento social que llena la época presente y que encama contrario de la organización artesana, en que el trabajador es,
la suma de esfuerzos que, por llegar a su emancipación, realiza al mismo tiempo, propietario de los medios de producción), y
esa clase social que llamamos proletariado y que ya hemos dicho además porque la unión antes dicha se realiza por el libre acuer-
es el polo opuesto a la burguesía, representante del sistema ceo- do, por el libre contrato del "trabajo», circunstancia que la dis-
nómico-capitalista. Ambas clases sociales sólo serán comprendi- tingue aún, por ejemplo, de la forma de producción basada en
das en su esencia cuando examinemos las peculiaridades de este la esc1avitud, en la cual también se observa la diferencia entre
<:istema económico que en la actualidad predomina. Este examen dos grupos sociales distintos.
habrá ele limitarse, naturalmente, a unas cuantas particulari-
Pero los principios económicos que rigen esta organización
dades principales que nos harán conocer el capitalismo o el siste-
económica y que imprimen su sello p eculiar a la vida social
ma económico-capitalista, como nosotros le llamamos. moderna, son el afán de lucro y el nacionalismo económico. Toda
El capitalismo se funda en la posesión privada de valores de la actividad económica tiende, en último término -precindiendo
toda índole, incluyendo entre ellos los medios de producción, de la intención personal del sujeto económico aislado, que la
como materias primas, herramientas, fábricas, locales, etc. El mayor parte de las veces no se halla incluido por su gusto en
proceso de su evolución histórica ha conducido a la producción el engranaje social-, a aumentar o a valorar, como dicen los
de mercancías al por mayor, como se hace hoy, reuniendo bajo economistas, el capital que se aplica a la producción. Para este
una dirección única, y en una obra común, múltiples energías capital se realiza día y noche esa caza febril, continua, del bene-
individuales. Esta forma de producción exige la concentración ficio, indispensable. Y ésta es la causa de que toda la actividad
de mil hombres, por ejemplo, para la explotación de una mina mental del sujeto económico -el capitalista, el propietario de
o de una fábrica de maquinaria, y cien para la fabricación de los medios de producción- o de sus agentes retribuidos se ejer-
tejidos, en un gran local. Pero este mismo proceso exclusivo hace cite en dar a la producción una forma racional lo más adecuada
que todos los trabajadores reunidos para laborar en común no posible a las condiciones en que el proceso económico y técnico
tengan las mismas relaciones jurídicas con los medios de produc- se desarrolla.
ción que emplean. Los unos son los propietarios de estos medios, Ahora bien; la clase social que representa los intereses de
v esta propiedad de los medios de producción les confiere el de- este sistema económico-capitalista es la burguesía. Esta se com-
recho de dirigir los trabajos y de disponer del fruto de los mis- pone, en primer término, de los sujetos económicos directores,
mos. Los otros, es decir, la gran masa, privada de recursos, carece los iniciadores de empresas capitalistas, los patronos, a los cuales
de toda propiedad sobre los medios de producción, y esto la viene a agregarse en nuestras sociedades modernas un gran nú
obliga a buscarse el sustento ofreciendo a los propietarios de esos mero de personas interesadas en su prosperidad. En la burgue-
medios, a cambio de una retribución, la fuerza de sus brazos, sía incluyo también los siguientes elementos: 19, todas a quellas
esto es, lo que constituye su única propiedad. personas que tienen o podrían tener una posición económica in-
De aquí se deriva el contrato de salario, mediante el cual dependiente y que reconocen el principio de la explotación, del
el obrero desposeído se compromete con el propietario de los nacionalismo económico y de un régimen legal de Jibre economía
medios de producción (y por ende director de esta última) a aquél acomodado. Entran también en este grupo un pequeño
a realizar un trabajo determinado a cambio de un determinado número de personas que, al parecer, son artesanos, muchos ten-
salario. Teniendo ahora en cuenta que toda producción de mer- deros, propietarios de casas, h oteleros, agentes y zurupetos de
cancías estriba en la unión del trabajo del hombre con los fac- bolsa, etc., y entre los agricultores, los "modernos" colonos;
tores de la producción se hallan representados por grupos sepa- 29, todas las entidades económicas dependiente, pero que al

10 11
mismo tiempo actúan como colaboradores o representantes de frase a los países de Europa occidental, si se toma la palabra
empresas capitales, y la mayor parte de las veces tienen también proletaria do en su estricta acepción, como el mismo lvfarx lo ha-
un interés directo en su áxito econ6mico. En esta categoría puede cía. Para justificar la hipérbole marxista hay que incluir entre
incluirse a los directores, procuradores y jefes que llevan un los proletarios verdaderos la enorme legión de los desposeídos
tanto por ciento en los grandes negocios, y a otras personalidades del pueblo bajo, como suele decirse, sin olvidar aquellas entida-
afines. El número de estos elementos pertenecientes a la bur- des que, en mi concepto, son de carácter proletario, y que se
guesía, en el más amplio sentido de la palabra, calculo que será encuentran en las filas ele los agricultores e industriales inde-
en Alemania de 2 V4 a 2 1f2 millones de individuos, que vienen pendientes y entre las capas más inferiores de la burocracia, por
a presentar el 3 6 el 5 por ciento de la población total. ejemplo, en las administraciones de Correos y F errocarriles. Si
Como polo opuesto a esta categoría social (ya que sin él .no se amplían de este modo los linderos de esa clase social, podrá
se la concibe), he designado antes al proletariado, es decir, la sumarse a ella todo el pueblo bajo, la llamada clase obrera, qt:c
dase social que ha de constituir el objeto preferente de este es en Alemania de unos treinta y cinco millones de individuos,
estudio. Si aspiramos a penetrar en la esencia del proletar~ado, cifra superior a dos tercios de la población total. Y entonces, sí
preciso será que desechemos la imagen de chusma mal vestida no la inmensa mayoría, sí tendrer, os la gran mayoría de la pobla-
que suele despertar esta palabra en quien no ha leído a Carlos ción, casi todo el censo de l a población alemana en el siglo J~.-rx.
Marx. La palabra proletariado se emplea hoy -con independen- Y cuenta que en los demás países en que impera la producción
cia de su significación primitiva- en un sentido técnico para capitalista se observa la misma proporci6n.
designar las clases sociales que se hallan al servicio y cobran un Sobre la esencia íntima del proletariado, s6lo haré aquí algu-
salario de las empresas capitalistas y también el objeto del sis- nas indicaciones que nos p ermitan L."lferir qué dependencia exis-
tema económico-capitalista y de sus elementos afines. La palabra te entre la situaci6n característica de esta clase social y e] mo-
proletariado empezó a usarse en este sentido en la literatura vimiento que la misma fomenta. En mi obra Das P.roletariat,
francesa, y de allí la tomó Lorenzo von Stein ( 1842) , qu e la publicada en 1906, he tratado ya este tema, y en esa obm en-
introdujo en la ciencia alemana. Ahora bien; ¿quiénes son estm contrará el lector un complemento de lo que aquí pienso decir.
modernos proletarios? ¿qué signos les caracterizan? ¿en qué
sentida dirigen esas aspiraciones de emancipación, a las cuale~ He dicho ya, y repito ahora, que si queremos formarnos
llamamos nosotros movimiento social? una idea justa del proletario moderno debemos desechar el
El núcleo de esta clase social lo forma el conjunto de todos:. concepto de chusma mal vestida que en algún tiempo ha sido
los trabajadores asalariados libres, es clec.ir, todas aquellas perso- inherente a esa palabra.
nas ocupadas en empresa capitalistas cuyos intereses respecto El a~pecto exterior no e.s siempre un indicio seguro para
a éstas no son los mismos de las entidades designadas antes como juzgar de las personas. La miseria absoluta no es cspcc.ífic.2. del
aburguesadas. proletariado, aunque éste cuente, Ilaturalmente, entre ~us f.ibs
El número de estas personas es en Alemania, según mis compactas legiones de hambrientos. Pero pocos serán los prole-
cálculos, de diecisiete millones, cifra que representa el tercio, tarios que arrastren vida tan penosa como el labrador ruso, el
a lo sumo, de la población total del Imperio. Cuando en el coolí chino o el colono irlandés, que, sin embargo, no pertenecen
año 1847 decía l\Jar;c: "El movimiento proletario es el movi- al proletariado. En la misma Europa muchos ohcrcs tienen más
miento independiente de la inmensa mayoría, es el interés de Íl~gresos q110 un profesor de la Universidad, y lo que gana por
la mayor{a inmensa'', incunía indudablemente en una inmensa termino medio un proletario en América no dista mucho del suel-
hipérbole, aun habida. cuenta de aquel tiempo y aplicando su do que percibe un extraordinario prusiano.

12 13
Cuando vemos agitarse al proletariado para elevarse por tema económico predorninante. "Contra la Naturaleza nadie
encima de su plano social y le vemos obrar a impulsos del odio puede su stentar un derecho; pero en el estado de sociedad toda
y de la envidia y poseído por ansias de dcmbación, tePemos deficiencia representa unr. injusticia infligida a una u otra clase
que reconocer que la miseria absoluta no es el origen de estas social". ( H egel ) . Esas palabras preparan ya el terreno para que
agitaciones. pueda desarrollarse un movimier;to social, y señalan un punto
de ataque: la actnal organización social.
Su causa primera es el contraste que observa el obrero en!re
su situación, generalmente precaria, y la riqueza en que nadan Pero a medida que se afina y aguza la crítica social, y se
muchos burgueses, y que, en su sentir, es el fruto de sus sudo- van haciendo cada vez más vivQS el descon tento y el deseo de
res, pu:os al servicio de estos burgueses ccnsume su energía. Y mejoras, se va también haciendo cada vez más intolerable para
este contraste se le hace más palpable cada día, no sólo porque el proletario otra circunstancia, que asimismo determina esen-
suele ver esas riquezas dilapidadas de un modo insensato, sino cialmente su posici6n social: la de su dependencia respecto a los
también, y sobre todo, porque ve cómo se van aumentando día que le proporcionan el sustento. Esta dependencia no tiene
por día y cómo van cncumhdndosc sus sueños. E ste estad o de ya un carácter jurídico, cual en los tiempos de la esclavitud, pero
alma describiólo bien Federico Alberto Lange cuando dijo : "El no por ello es menos absoluta. Se manifiesta en la tutela que el
sentimiento d e la envidia no desaparece nunca por completo del patrono le impone -so pena de hambre- y en la sumisión in-
corazón del pobre quo vive en contacto con u n rico, si bien ~e condicional con que ha ele acatar sus órdenes dentro de la fábri-
le puede atenuar manteniendo entre ambos relaciones uniformes ca, llegando a revestir formas medioevales cuando el dueño de
y constantes. Cuando estas relaciones se alteran y cuando las la fábrica, sintiéndose patriarca con su gente, trata de entrome-
cliferencirrs q ue separan a entrambos se hacen m <1o, perceptibles, terse en la dirección de su vida privada, y hasta invade la esfera
el sentimiento de la envidia, que estaba adormecido, vuelve a propia del derecho político, al servirse de su fuerza para limitar
despertarse más intenso." En nuestros días, a la inestabilidad de la participación del pwletariado en la vida pública, en el terreno
estas relaciones, que podríamos llamar objetiva, se agrega la ines- de la legislación o en el campo administrativo.
tabilidad subjetiva, esto es, la in certidumbre del sustento; el no He aquí someramente expuestos los motivos en que el pro-
saber si podrá ganar el pan al día siguiente, ya qu e una dcpi:e- letariado se inspira al h acer objeto de su crítica la organización
sión que se opere en la vida económica puede traer p or conse- social e:ústentc; pero rtun necesitaremos examinar otras condicio-
cuencia el despido, y con ello el hambre de considerables masas nes de la vida del p~·clctariaclo modernD para ilustrar la idea
obreras. directora que encontramos en el fondo ele cuantos esfuerzos re-
Esta inestabilidad de su p osición no pasa inadvertida al a)iza para lograr su emancipación, y que p or una parte podcmo~
proletario. La creciente culttna que por su residencia en gran- interpretar com o tendencia a un régimen de vida comunista y
des poblaciones va adquiriendo, le capacHa para analizar b.s por otra como puro amor a las masas.
cau~as que la determinan y reflexionar sobre esas otras qEe El amor y el respeto a las masas humanas es inmediata con-
mantienen tan marcado contraste entre su posiciÓ!1 y ]a del rico, secuencia de la comunidad en que vive cada obrero con millares
y en toclo ello presiente él un problema a cuyo esclarecimiento de compañeros suyos, a· los que le une el vínculo del común
tienden con justos títulos los movimientos oposicionbtas que trab2.jo que ejecutan al servicio del patrono. Y está identificado
realiza en nuestros días la clase obrera . Este prohlcma es el de con dichos compai'í.eros como 1o están entre sí dos granos de
que todas aquellas peculiai·idades de su existencia no tienen su arena, y busca sa compañía fuera de la fábrica, en las asambleas
fundamento rm cm;d !ciones naturales y permanentes, sino en p opulares. El capitdismo amontona en las gra:::~d es ciudades
particularidades de la organización social, en la esencia del sis- Y en los centros manuhtctureros una masa inarticulada de con-

14 15
~

ciencias individuales que han roto por completo con el pasado tmbajo, que cada día caracteriza más a la gran industria mo-
y con ledos esos motivos de solidaridad que representan la patria, derna, traen como consecuencia el que un producto aislado no
d p<:eblo natal y el parentesco, pues aspimn a crearse una nueva nueda considerarse va como la labor individual del obrero, sino
vida sobre h quiebra de sus antiguos ideales. Un caso no más ~omo la obra colecti~'a de un trabajador colectivo. En otro tiempo
une a e~ os t:eres: la identidad de su destino. Compañeros unoa el zapatero que h acía un p ar d e botas sentíase creador exclusivo
de otros, vienen a formar una masa que no se distingue por las de su obra; pero eL> nna fábrica de calzado m ontada a h mo-
condiciones individuales de los que la integran ni por la tradi- derna, un obrero, a quien sólo incumbe realizar una parte de
ción común a todos ellos, sino simplemente por la cantidad, por la tarea total, no tiene ya el sentimiento de esa relación personal
la cifra numérica que representan. Jamás en la Historia han co- con el producto a cuya elaboración contribuye. El proceso de
mulgado tanto~ hombres en un movimiento común, jamás ha sido producción es hoy un proceso colectivo. El concepto de una
taa palpable y decisiva la acciGn de las masas en movimiento organización colectiva de la producción total ha p enetrado ya en
alguno como lo es hoy en el movimiento proletario. Por doquiera la mente de los obreros acostumbrados a labores parciales. Pero
:::e oye hablar del "sordo avance del ejército p roletario" con que a un hay otro factor, la influencia del medio, esa influencia que
Lassallc ~Jretendió intimidar a sus adversarios. Y al représcntar- contribuye n arraigar cada vez m{ts en el cerebro de los obreros
nm d movimiento social de nuestros dfas, siempre nos lo figu- de nuestra~ grandes capitales la idea de una organización co-
ramos como una inmensa oleada humana, en la cual apenas se mun ista.
destaca un individuo, pero que anega el mw1do entero, exten- El hogar doméstico, en el que antaño se agrupaban los seres
diéndose a cuanto alcanza la vísta, hasta los más remotos ho- movidos por inclinaciones individuales, va perdiendo cada vez
rizontes. más su encanto para los pobres en las grandes barriadas moder-
Traducido o.l lenguaje psicológico, lo que acabamos de nns. El obrero se siente más a gusto en los locales públicos, en
ded r significa que el sentimiento del poder se ha afianzado que puede satisfacer de modo más completo sus necesidades, así
extraordinariamente en la conciencia de las masas, y qc1c una espirituales corno materiales. Cantinas, salones d e lectura y de
ética fundado. en el número tiende a sustituir cada vez más a la conciertos, cervecerías, constituyen hoy un nuevo hogar para las
Mica de clases que antaño imperaba. Su filiación de clase social m,~_sa~ obreras ele las grandes ciudades. Las atracciones colectivas
significa para el proletario moderno lo mismo que en otro tiempo de los establecimientos públicos, los jardines y plazas públicos,
significaba para algunos el pertenecer a la nobleza, a tal familia, los muscos, con sus perfeccionamientos constantes, van ganando
a tal ciudad o a tal Estado, y parodiando la histórica frase, le importancia para el obrero a m edida que p ierde el gusto p or
ofamos proclamar con orgullo: ProletaritlS suml Paralelo a esta la vida indiv:idu,ll o de familia. La familia misma se disuelve
apreciación meramente cuantitativa de la masa, marcha el pro- por efecto de las jornadas excesivamente largas y, aun de las vela-
greso de la técnica moderna, que en otros campos de la obscr- das, que retienen al obrero fuera de su h ogar. Y también por
vac.i6n obra en el mismo sentido. S6lo quien haya estudiado de efecto del trabajo femenino y de la tierna edad en que hoy se
cerca el movimiento proletario podrá explicarse bien ciertos ca- aplican los n iños a un oficio. De todo ello n;.sulta que el obrero,
!';!cteres importantes del mismo, y sobre todo su tendencia al mm sin p oner nada de su p arte, se ve obligado a trasladar el
régimen de vida comunista. centro c1e sus intereses, llovándolo de la esfera de la vida indivi-
dual a aqu•~lln otra de la vida en común . .
Lo que se ha dado en llamar "socializ."lción" del proceso
productivo, es decir, la creciente diferenciación e integración Para c:l!nnrenéler en toda su extensión el movimiento social
de las distintas industrias, su reunión, por uw parte, en un todo m cderno, deb~mos todavía examinar las circunstandns ger;em1es
indisoluble, y por otra, la especialización y cooperación en el del tiempo en que se desarrolla. Y a este objeto bastará que ha-

1~ 17
gamos dos observaciones principales. Lo que caracteriza nues-
Jc h a superado en espíritu crítico, aplicándola a la esfera eco·
tra época es antes que nada una a ctividad de que no se halla nómica y a las instituciones sociales.
ejemplo en ningún tiempo pasado. Una corriente de vida como
nunca la hubo anima a la. sociedad m oderna. Gracias a esta acti- Pero tal concepción revolucionaria engendra también una
vidad h a p odido llegarse a un rapidez d e comunicaciones como creencia fanática basada en la p osibilida d de conseguir un desea-
nunca pudo concebirse. Todo esto ha sido obra de lo~: mwvos do estado futuro. Cuando se ha operado un cambio tan hondo,
m edios de comunicación creados por d capitalismo. La posibili- cuando ante nuestros ojos se realizan maravillas que nadie hu-
dad que hoy se disfruta de informarse en pocas h oras ele cnnnto bicm c:>ado concebir, ~por qué no han de producirse otras? ¿por
ocurre en un país por medio del teléfono, el telégrafo y la prensa, quó no se ha ele obtenú cuanto se d esea? Así, la oposición revo-
la posibilidad también de trasladar grandes masas de un punto lucionaria se convierte en terren o abonado para la utopía social
a otro con los modernos medios de transp orte, ha creado un del p or·,ccnir. Edison y Siemens son los padres espirituales de
estado de solidaridad entre los pueblos, un sentido de la actua- Belhmy y Bebel.
lidad como nunca los hubo en épocas pasadas. Y todo ello ha Y henos ya con esto en posesión de los elementos que
aumentado la facilidad de realizar grandes movimientos colecti- integran . el socialismo y el movimicn.to social de nuestros días.
vos. Y al mismo tiempo ha contribuido a desarrollar en las mrlsas Hemos establecido un punto de partida: el sistema econ6mico-
lo que llamamos cultura, los conocimientos y las exigencins que cap i!:alist8, con su división entre burguesía y proletariado, entre
traen consjgo. snjcto y o]Jjcto d el proceso económico, y en cuyo fondo laten
Pero a esta actividad se halla íntimamente ligada lo que !T6rrn cncs de descontento, deseos de innovación, asomos del des-
podemos llamar nerviosidad d e nuestro tiempo, b inestab ilidad, i;c.rtar de u.na voluntad colectiva, en una palabra, de emancipa-
la precipitación, la inseguridad de la vida en todos sus aspectos. ción. H emos estudiado al representante d e esta voluntad colec-
La peculiaridad de la organización económica ha introucido en tiva, al proletariudo, es d ecir, el objeto del actual sistema econó-
todas partes, no sólo en el terreno económico, sino también en el m;co, y hemos tratado de inferir de sus condiciones vitales, no
de la vida social, esa característica de inquietud y desasosiego. :;óh su pwte~;ta contra lo existente, sino también la dirección en
Esta época de competencia libre se caracteriza por eso; cada uno <ruc e:: o movimiento de protes:a se agita: el ideal de un régimen
empuja al otro y nadie está contento con su suerte. La ddce soc ial y cconórnico de organización comunista que defienda en
calma, propicia a la contemplación, no existe en nuestro tiempo. todD lo posible los intereses peculiares ele la gran masa. El prole-
tari:•do es en este sentido el representante de un futuro régimen
Es más. Por el concepto de un verdadero revolucionarismo
cabría explicarse el h echo de q ue ningún otro tiempo haya cono- económico, puramente ideal, que nosotros, para abreviar, llamare-
mos socialista, y adquiere el carácter de clase social independien-
cido una subversión tan completa de todas las formas de la vida te q ue le reconozco.
como la que en el nuestro se opera. Todo se halla en nn flujo
y reflujo continuo: industria, ciencia, arte, moral y religión, y está "Socialismo y movimiento social" no son otra cosa que la
d e tal modo, que a veces se llega a pensar si no habrá nada esta- H~:dizac ión de este régimen social futuro acomodado a los inte-
ble. Y esta es una de las razones que con m ás claridad ilustran re:>i.'S del proletariado, o la suma de los esfuerzos que hace por
las modernas corrientes sociales, esa demoledora crítica de lo jrnr1lantarlo.
existente, que tiende a desprestigiarlo todo, que d esecha como El socialismo persigue este fin en el mundo de las ideas;
vieja h enumbrc toda creencia antigua, para cd!ficar otras nue- el movimiento social en la esfera de las realidades.
vas. E sta concepción crítica la había aplicado ya la burguesía
a la política, la moral, la religión y el arte, pero el proletariado La suma de todos los esfuerzos teóricos encaminados a indi-
car al p roletariado militante el término de sus aspiraciones y a
18
19
,..

excitarle a la lucha, organizarla y mostrarle el cr..mino para lograr de ser la bandera de :m grupo de reformadores. Nuestra atención
el triunfo de sus reivüJdicaciones, constituye lo que entendemos la resenramos de modo exclusivo para las reivindicaciones cuyo
p or socialismo moderno, mientras que todas las tentativas de único y autorizado p ortavoz es el p roletariado. Y no p ara todas
carácter práctico dirigidas a dar efectividad a las ideas en que tampoco, sino tan sólo para aquellas que tienden a sastit~ti r el
se condensan las a spiraciones proktarias, es lo que entendemos régimen del capitalismo por una organizaci6n socialista. L os
por mot.:imíento social mcdemo. Sor:ialismo y movimiento social otros movimientos proletarios, encaminados a m eJora;. la situ ación
son, pues, únlc~~mente distintos asp::!ctos de un mismo fenóme.no, de la clase trabajadora dentro del sistema económico existente,
y entre uno y otro existe la misma rdación que entre pensa- sólo los h em os de estudiar en cuanto se relacionan con Hquel
miento y acción y entre espíritu y cuerpo. gran movimiento social, ya p orque vengan a cruzarse en su
En las páginas de esta obra hemos d e perseguir desde sus camin o, ya pcrque le secunden en su evolución.
princip ios el dcsarroJlo de ese. doble carácter y descubrir al · Todos estos conceptos quedarán suficientemente aciu.rados
mismo tiempo las leyes que regulan su desarrollo. Y e:.;to sen::- en el transcurso de esta obra.
namente, sin dejarnos impresionar por nada de cuanto se ofrezca
a nuestra observación, como el h otf.nico examina una planta,
como el médico observa un proceso morboso a título de caso
interesante.
La severa delimitación que hac€'p l0s de nuestro tr2.bajo nos
libi:ará de introducir en él nada suncrfluo ~11 inútil. Y en la estric-
ta sujeción a lo que sea import<~nte estriba el mérito de esta
edición sobre las anteriores. No todo lo que se comprende b ajo
el nombre de te01·ías socialíslas, ni siqniera todas las que h emos
visto formularse en nuestro tiempo, han d e ser objeto de este
examen, sino tan ~;6lo aquellas que h an logrado alcanza:· una
importancia positiva en el proceso de formación social. Y e:on
igual criterio hemos de an::..lizar las teorías de Hoobertus, de
Carlos lv1arx, Dühring y tantos otros, sin abrazar ningún p artido.
Del mismo modo h emos de prescindir d e todas aquellas cam-
pañas de carácter práctico que se r ealizan bajo el nombre de rei-
vindicaciones sociales. Se me ha reprochado mi inhibición ante
muchas de estas campañas, como por ejemplo, la que los refor-
madores están llevando a cabo. En concepto de los c¡ae n:d
p iensan, hubiera d ebido conceder atención a esas cmnpañas; p ero
entonces mi trabajo h abría perdido el carácter de unidad que
h e querido darle. Tan fuera de mi prop6<;ito cae el estudio de tales
campañas como el d e aquellas otras que realizan los partidarios
de UI'k'l nutrición racio:1al, o los en emigos d el injerto, o los abo-
licionistas de dos, h es o cuatro matices, o los que abogan porque
se reformen las viviendas; en suma, todas aquellas que no pasan

20 .21
o
:::i
U)

~o
o
U)
..J
w
CAPITULO PIHMERO

LAS IDEA'; FUNDAMENTALES DEL SOCIALISMO


MODERNO

A medida que el sistema económico-capitalista, desde media-


dos del siglo xvnr, iba desenvolviendo las modalidades que le
caracterizan, surgía una literatura que reprodujo en múlti.pb:>
refracciones 1a revolución que se operaba en la esfera econó-
mica. La literatura predominante entonces es aqnclla que hemcs
acostumbrado a de.signar con el nombre de economía nacion::l
clásica, y que e'J las obras de Quesnay, Adan Smith, ;vlahhns y
David Ricardo tiene su más alta expresión científica. Dicha litc-
rah.tra daba pruebas de un gran candor frente al capitalismo.
Todos sus esfuerzos tendían a explicar la esencia íntirna de ac:uél,
pero erigiéndose al mismo tiempo en su más ardiente propa-
gandista.
.Más tarde se desa:·ro116 otra literatura que, hcstil a b"- dnc-
trinas dominantes, tenía como rasgo fundamental su carácter
anticapitalista, y al oponerse a las ideas que imperaban, comb::üía
también el sistema. económico ensalzado por aquéJb.s. Scme:hnte
táctica de combate correspondía al estaclo de inmadurez en que
se hallaba por entonces la ciencia económica.
Esta literatura más moderna formula su protesta en un abi-
garrado revoltijo de explicaciones y postulados, c1c disertaciones
sobre lo que es y sobre lo que debiera ser. Tal desorden es ca-
racterístico de toda literatura que comienza, como lo es la con-
fusi6n de toda mentalidad no cultivada, llena de perplejidad entre
lo que es y lo que debe ser.. Y en electo, en la .nueva literatura

~:;
,..-
-cosa comprensible- predomina sobre todas las cosas el carác- bres. La otra tendencia, que llamo filantrópica, se dirige más al
ter práctico, la tendencia a implantar sobre una base científica sentimiento y menos al deber y a la religión, te~dencia adaptada
unas nuevas aspiraciones y unos ideales distintos. por muchos hombres y mujeres de aquel tiempq, que, henchidos
Por esta razón, si deseamos comprender en su conjunto y de un grande y vivo amor hacia la humanidad, querían curar
en sus distintos matices esta literatura, debemos elegir como cri- con él las heridas abiertas en los cora~ones y ahogar en este amor
terio de diferenciación las diversas direcciones en que aparece la miseria que veían en todas partes. "¡Amaos los unos a otros
formulado en ella el nuevo deber. Bajo este punto de vista, como hombres, como hermanos!", esta es la idea que predomina
podemos distinguir desde luego dos grandes grupos, formados, en sus arengas y las inspira. A todas estas tendencias -cuyas
respectivamente, por la literatura reformadora y la literatura fuentes me limito a citar, y que hoy siguen aún su curso- les
revolucionaria, aplicando este último epíteto no en su acepción es común, como antes dije, la adhesión a los cimientos del orden
corriente, sino en la que al punto explicaremos. La literatura social constituido, y por ello les he dado el nombre de refornlado-
reformadora y la literahua revolucionaria se diferencian entre ras. Pero frente a ellas surge otra literatura, la literatura revolu-
sí en que la primera reconoce fundamentalmente el sistema eCO• cionaria. Revolucionaria, porque combate en sus principios las
nómico actual, basado en el capitalismo, y sobre esta base trata bases del sistema económico-socialista y se propone cambiarlo
de introducir en él ~mbios y mejoras. Las reformas que propone y plasmarlo en nuevos moldes. Y todo esto aspira a realizarlo
son de índole secundaria y no afectan a la esencia misma del en dos direcciones distintas: una progresista y la otra reaccionaria.
régimen económico imperante, y sobre todo la caracteriza el En aquella época en que se iban precisando las oposiciones
hecho de reconocer los principios fundamentales de la crganiza- económicas, y con ellas se manifestaban los nuevos fenómenos de
ción social y aspirar, sin embargo, a transformar los buenos sen- la literatura anticapita1ista, no encontramos la más mínima re-
timientos de la humanidad: fraternidad, caridad, reconciliación. presenfación de una literatura revolucionario-anticapitalista que
Esta campaña refonnadora, que reconoce los males y daños bogue por una retroformación del sistema económico existente.
de la vida social, pero que, sin embargo, se apoya en el sistema Esa tendencia aparece a fines del siglo XIX en las obras de Adam
económico imperante y pretende dentro de él remediar esos Müller y Leopoldo von Haller, que quisieron cambiar los ci-
males, combatir y atenuar esos daños, tiene distintos puntos de mientos del moderno sistema económico-capitalista, sustituyendo
partida. Ya es el pensamiento cristiano el que inspira la nueva el capitalismo burgués por la asfixiante organización feudal cen-
literatura, ya es un criterio ético o filantrópico el que la informa. sitaria de la Edad Media. Estas corrientes no han logrado al-
El pensamiento cristiano es aquel que, aplicado al mundo canzar su objeto, pero aún persisten repartidas en distintos ca-
social, imprime a la lilteratura esa dirección que, aunque no muy nales, cuando no estancadas en cenagosos charcos.
propiamente, se ha convenido en llamar socialismo cristiano. Esta Junto a esta literatura reaccionaria se eleva otra literatura
influencia se refleja en las obr~s de Lamennais, en Francia, y en revolucionaria progresiva, que es la que aquí nos interesa, la
las de Kingsley, en Inglaterra, impregnadas de bíblica unción, y socialista. Revolucionaria, porque ataca los fundamentos del
que por igual predican a patronos y obreros: arrojad de vuestras sistema económico imperante; progresiva, porque no aspira a
almas el espíritu de Mammón; llenad vuestros corazones del espí- reedificar un régimen social ya derruido, sino a edificar una or-
ritu evangélico, el nuevo espíritu, como ellos le llaman. Y en el ganización de nueva planta; socialista, porque formula las rei-
mismo tono claman las voces de los primeros economistas na- vindicaciones en provecho del proletariado.
cionales éticos. Sismondi y Tomás Carlyle, que no se cansan de ¿Es posible -preguntará el lector- discernir rasgos comu-
predicar el espíritu cristiano, el espíritu social. En concepto de nes, algo asi como un aire de familia en las aisladas manifesta-
estos escritores, la salvación estriba en la conversión de los hom- ciones de esta ingente literatura del socialismo moderno? En mi

26 27
,...
c.one<:pto; puede c·.ontestarse afii-1natívameúte, 'y lo raró seria que de penoso trabajo; esto mismo, con toda ~'U sencille:;: y tosquedad,
no ocuniese así, pues los elementos de que ·se componen todai las con todo su· primi.tivo desgaire, continúa Qrrullando hoy a la gran
modernat; consb:ucciones doctrinales socialistas· son en gran parte ··.~
masa, que sigue arrastrando, como entonces, una existencia in-
los mismos, al menos en cuanto se refi.ere a aquellas que, revis- quieta y miserable, E l más sacm derecho es el derecho a vivir,
tiendo una importancia práctica, han echado raíces en lns masas, a vivir dichosos, gozar de la vlda. "El socialismo . , . se apoya
disfrutan d6 su confian:;m v coustituven úorrnus del movimiento sobre los d erechos positivos a la vida y a todos los goces de b
proletario. · / vida, tanto intelectuales como morales y físicos. ¡Ama 1u vida
Al hablar de socbli.smo moderno, qebe~os téner bien pre- y quiere gozarla plenamente , .. !" El socialista "no dirá nunca
smrte que en cúla uno de los sistemas por él inspirados no sólo que la vida debe ser un sacrificio ni que sea la m uerte lo
se contiene un progrnma económico o -político-social, ·s ino tambitSn mÚ3 dulce". Así se e~presa Bakunin, así se h nbía cxpre~udo a ntes
una fiiosof.ía casi completP.. Las 96e:trinas de los maesn·os socia- F our!er, y los últimos scd.alistas de nuestro tiempo, Jaurés y
listas hablan a las muchedumbres de todo lo que antüño les ha- Bebel, así se expresan en sus obras. El trabajo doctoral del gran
blaban los sc1bios y los sacerdotes, Y s61o en esta confusión de las agitador francés lleva por titulo De la realidad del mundo sen-
reivindicaciones políticas y económicas con !os artículos de fe de sible, y es todo él un inspirado panegirice de la sensac-l6n . <1ue
una concepeión metafísica del mundo y de la vida, profunda- ha sido llamado, con razón, un himno a la dicha , del que se
mente arraigada en las conciencias, es donde se encuentra la clave desborda un radiante optimismo. E stos profetas van guiando a su
de este fanatismo d ogmático, de esa fe invencible que :;e suele pueblo a través d el desierto de la vida diaria hacia los ciclos
observar en los adeptos de las teorías socialistas, Y es tan fuerte soleados de la alegría y la dicha sofiadas, cielo que se encuen-
esta fe, que aun allí donde no se ha perdido todavía la creencia tra en la tierra, pasado el purgatorio capitalista.
en el Cristo de la ret:elación ( conio en Ingla tena y Norteaméri- Todo lo que un declamador socialista haya podid o predicar
ca), los socialistas lo ·subordinan a su otro ideal, interp retando a las crédulas masas se halla contenido en las famosas estrofas
a su favor las doctrinas de Cristo, que consideran como "¡el pri- de H eine, que a su vez encierran la quintaesencia de toda la
mer demócrata social!, terapéutica socialista:
Ahora bien; esta filosofía, que, si no explícitamente, se halla Para vosotros, m is Rmigos,
entre líneas en todos los sistemas socialistas, lleva, en mi concep- voy 1\ entonar un canto nuevo:
to, un sello cspecíal. Toda ella respira un optimismo cándido y queremos ver cómo en la tierra
pueril, un deseo y una invocación a la dicha, a la alegría y a la h·iunfa el reino de los cielos.
libertad, cuyos ecos d ominan los frenos que los males de la actual Vivir d icho.sos aquí abajo
organización social inspiran. Y así tenía que ser tra tándose d e y sin apuro es nuestro anhelo;
que el vientre ocioso no consum;~.
una clase social joven, apenas despierta a la vida. El lema que lo que con su fati::.¡a crea el obrero.
Vleitling puso a la cabeza de su obra Garantía de armonía y liber- Parn los hijos d e los hombres
tad, puede considerarse como el lema de toda la literatura sócial b tierra ofrece su granero :
moderna : "Queremos ser libres como los pájaros del cielo, y pasar mi1tos y rosf:s, luz y aire,
como ellos a través d e la vida, sin cuidados ni apuros, cantarines y dulce fruto en todo tiempo.
y alegres". Y esta canción, cOmpendio de cuanto de dichas y pla- Y p ara todos, los dulces frutos
ceres se forjaba en su fantasía el alma torturada de ·aquel pobre que agobian a las rumns con su peso.
sastre, condensándolo en estos versos que transmitía a sus enfer- Todo lo contrario de las adustas exhortaciones del autor
mizos compañeros · con el pia.doso fin de que aliviasen sus horas de la Sonata a Kreutzer. Pero estas exhortaciones y cuantas se

2.8 29

~
,.
les parezcan, apenas si podrán nunca reunir un pequeño núrr,ero De esta convicción de que el trabajo en común es necesario
de almas descorazonadas, pues la gran masa del proletariado y que nadie debe sustraerse a él, se llega sin esfuerzo a la glori-
no les prestará oídos. No se puede, ya lo he dicho, esperar otra ficación del trabajo mi~mo. Puesto que es lo único que todos, aun
cosa de una clase social joven que apenas acaba de abrir sus el más humilde, pueden ofrecer, pt:esto que en él -cuando se le
ojos a la vida. considera con critero puramente cuantitativo- como suma de
Esta aspiración a alcanzar en la tierra el reino de los ciclas, esfuerzos realizados durante un determinad o lapso todas las dife-
se expresa en fórmulas distintas. La más en boga hoy viene a de- rencias indiv.idl!ales quedan anuladas, el trabajo es el signo de
cir poco más o menos esto mismo cuando afirma que· todos los la nueva y última nobleza que aún puede desempeñar un papel
hombres deben participar de los beneficios de la cultur:1. Pero en la historia de la humaDidad. Y efectivamente, el único medio
el sentido es siempre el mismo. de niyclar a los hombres, el ún ico medio de fundir a los indi-
En la poesía de Heine apunta aún otra idea no menos carac- viduos sin ninguna diferencia dentro de la masa, y de incul-
terística del socialismo moderno: carles el conocimiento de que son parte de ella y que en esto
consiste su verdadera importancia, es la glorificación del trabajo,
que el vientre ocioso no consum~l corno simple gasto de fuerza mnscular, sin tener en cuenta la
lo que con su fatiga crea el obrero. utilícbd del :11ismo, nada mús que por ser el trabajo. Sólo en
No creo que haya una sola teoría socialista en la que no se b nm crte y en c1 trabajo son los hombres iguales, y como en el
ensalce el culto al trabajo con el entusiasmo que en esto:; ver- Es·: ado socialista es preciso vivir, sólo queda el trabajo como
sos. Puede afirmarse con toda exactitud que la m<Lgnificcncia del 1r:cdio c! c rcalizr<.r la igualdad entre los hombres.
trabajo es el puntal de toda la ética socialista, y que las óserta- Inúti1 e:; decir que en este futuro Estado se habrán de hacer
ciones sobre la organización del trabajo, sobre las rehcim<cs Cl~ trc b .s cosas a gusto ele la masa. T od os los sistemas socialistas que
trabajo y producción, entre trabajo y capital, entre trabajo y gcce, han obtenido en nuestro tiempo la consideración del proletariado
constituyen el núcleo central de todas las teorías sociallstao:. El ofrecen como únicos ideales el de una democracia radical. Dan-
país del porvenir será el país del trabajo, en el que re~irú como do de Jallo al :Jarlamentarismo, aunque se base en el sufragio
supremo principio el de que "quien no trabajrr no debe comer". nniversal, todos ellos nbogan por la adopción Cle iniciativas y re-
En este punto están de acuerdo todos los socialistas. fcré-nclmn, estimándolas como las más adecuadas y legítimas for-
Y no podía ser esto de otro modo; cuando los esb1tos p opu- mas de expresión de la voluntad de las masas. Se puede conside-
lares más profundos, aquellos sobre los que pesa la maldición del rar, pues, el pnrbmentari~;mo como una institución específica-
trabajo común (y en este trabajo, en el trabajo mamml, p¡en•;an mente liberal, correspondiente a los intereses del radicalismo
en primer lugar los socialistas), se forman en sus sueños un reino burgués, pero p or encima de la cual se elevan los ideales espe-
ideal, no puede ser éste el reino de la vida fácil o onntempb tiva. cíficos del socialismo proletario, que tienden hacia una fórmula
El trabajo se considera indisp ensable, si bien la idea ele los pen- social p<dccta, como aquella institu ción que se alzó en otro tiem-
sadores socialistas ha sido siempre redncír la jornada br.Tto con- po sobre el absolutismo de la sociedad anterior al advenimiento
siderable, calculando unos en tres horas, otro$ en dos y otros en del cnpi tali:::mo. Y éste es un hecho evidente para cuantos están
menos aún el tiempo necesario para satisfacer la necesidad de famikuizados con la esencia íntima de las masas proletarias. En
producción de artículos industriales, y como el trabajo es inuis- el p::nlamcntarismo late siempre una buena parte de aristocracia:
pensable, nadie debe eximirse de su yugo, pues su exención dupli- el predominio clcl político profesional, de los candidatos, de los
caría la fatiga de los que trabajan. Y además, ¿en q ué podría ~cugmcs , sobre la multitud. La decisión d irecta del pueblo sobe-
basarse el privilegio de holganza? rano en todas las incidencias de la vida pública es el único puntal

30 31
que puede sostener la democracia radical tal como el proleta- til lenguaje por aquel pobre sastre de Magdeburgo! "En aquel
riado la concibe. Todas sus aspiraciones se conc!ens~m en el deseo tiempo -es decir, cuando se reconozca h corrupción del oro y
de ser sujeto en el Estado y en la sociedad, cn'lndo hasta aquí los hombres supriman el dinero- volverán las lágrimas del amor
no pasara de objeto. fraternal a humedecer los ojos de los egoístas, el corazón de los
viciosos se sentirá invadido de virtuosos sentimientos nunca cono-
Pero si preguntamos a los socialistas por qt!6 hasta ahora cidos hasta entonces, el ateo elevará a los cielos una ferviente
no se ha realizado en la tierra ese Est"do ele legalidad y de con- acción de gr?.cias. ¡Bienaventurados los que lleguen a alcanzar
tento, o si ha existido alguna vez por qué no perdura, nos contes- estos tiempos! Los anales del mundo no registrarán otros seme-
tarán que porque el régimen social lo ha impedido. Este es otro jantes, pues ésa será la era del conocimiento (!) y de la recon-
tópico fundamental de todas las doctrinas socialistas: el de que ciliación ... El hombre se despojará de su antigua piel y el mun-
el bien y el mal del género humano se condicionan por la natu- do será creado de nuevo ... " "¡Adelante, hermanos! Dejad que
raleza del régimen externo en que viven los hombre:>. Roberto vociferen los adoradores de :tv1ammón y esperad confiados la hora
Owen ft!e el prill'CfO que anunció es~e principio, haciendo de ello de la liberación, que ha de cambiar nuestras lágrimas en conso-
el centro de todo sus sistema. Owcn ha sido, en realidad, el ver- lador rocío, que ha de transformar el mundo en un paraiso y la
dadero fundador de la moderna teoría del medlo, v el lema con humanidad en una gran familia ... " (vVeitling, Carantien, 57).
oue encabezaba sus obras era éste: "El c<uácter d'el hombre ha
Por esta o por aquella razón, se considera también la pro-
sido formado para é1 y no por él". De entonces acú, esta frase
se ha ;:cpeUdo con insistencia abrumadora y se ha rcrroduddo piedad privada como un cáncer de nuestra viciada organización
bajo mil formas distintas señalando que el hombre se halla con- económico y social, y todos los escritores socialistas convienen
dicionado en toda su esencia por el medio en cpt~ se de~;arrolla, en afirmar que en el futuro orden de cosas no existirá propiedad
dependiendo de la influencia de lr.s circunstancia~;, y qac como privada o, de haberla, estará muy restringida. Así, pues, la orga-
éstus han sido defectuosas, no han reinado c:1 la tierra la dicha nización económica privada que caracteriza nuestra época se
yJa armonía. Cread un nuevo régimen, un m1evo medio, nuevas transformará en un régimen económico comunal o socializado,
circunstancias, y veréis maravillas. Esta creé~nci~ en b extraor- sin empresas particulares. Al querer socavar la cumbre capita-
dinaria importa~cia ele la org[l_nización social es la herencia de lista de nuestro sistema económico, que imprime a éste su odioso
Owen, que ha pa.r,ado al socialismo moderno y se ha hecho, dentro carácter específico, pero conservando al mismo tiempo la produc-
de él, casi universaL Tal creenci<l en una organiz,:tctón social ción social en gran escala (y así debe hacerse, en bien de millo-
llf~S de bocas que por la del socialismo hablan ) , no queda otro
buena revela un optimismo social que corresponde al optimismo
metafísico de que antes hablamos. recurso que cebar en brazos de la masa el pe;;o de este poderoso
aparato y organizar la producción y tamh;én, eventualmente, la
Hay un punto en el que todas las teorhs s~x:ia1ístas coind- distribución y el consumo sobre la base de la pwpiedad comunis-
den, y es en señalar como defecto de b organiz"ción social pre- ta y del régimen corporativo. Ya veremos más adelante cómo este
sente los dos factores que le sin·cn eJe base: ia lil:-Jre concmTenci;.,, pensamiento capital de la teoría marxista se encur:ntra expresado
a11imada del deseo de lucro, y la propied<::d privada, en su sen- allí con extra01:dinario relieve, pero también apunta con formas
tirlo más amplio o m8.s estricto. más o menos vagas en las obras de todos los precursores de
El deseo de lucro se halla encarnado en el oro, y ~tsí, en hs M.arx. Y es natural que sea así, pues no se trata de una id ea
más antiguas publicaciones socialistas e:1co;~tramos · y2. a cada arbitraria nacida de una imaginación ardiente, sino de la forzosa
paso tonantes imprecaciones contra el oro y el culto a ?>.tammón. consecuencia de toda tentativa que se encamine a asentar sobre
¡Cultntas de esas ideas que han llcga.do a constituir férreos sos- b:Jse<; teóricas las reivindicaciones del tJrületariado, y por ende las
tenes de1 socialismo tcór¡co no fueron ya anunciadas en su infan- reivindicaciones de toda teoría socialista.

32 33
Teniendo presente la importancia que para t8do sistema .;ocWista~ y que está en estrecha relación con lo o1icntaci6n fHo-
socialista entraña esta regulación de las condiciones de la pro- s6fíca propia de cada época. En otros términos: todos los doctri-
piedad, se ha querido formar el concepto de socialismo (o comu- narios socialistas han estado de acuerdo en lo esencial al hacer
nismo) adoptando como criterio el carácter específico del régi- la crítica de lo existente y al exponer lo que consideraban objeto
men de propiedad, y se ha dicho: "Socialismo es aquel régimen de sus esfuerzos, divergiendo tan sólo en la manera cómo creían
económico en el cual no se admite la propiedad privada de esta poder realizar el logro de sus aspiraciones. A.plicando este crite-
o aquella clase de valores". Pero tal método de clasificaci6n, que rio a los distintos sistemas socialistas modernos, p odemos divi-
podrá ser muy conveniente en botánica, no lo es a nuestro objeto. dirlos en los siguientes grupos: 19, el socialismo ingenuo, racio-
Nosotros aspiramos a reflejar un trozo de vida, y debemos, por nal, utópico; 29, el socialismo histórico, realista, que a su vez se
tanto, considerar al socialismo como a un ser vivo, y estudiarlo bifurca en dos tendencias, una dogmática y otra crítica. Este
en su importancia histórica como expresión espiiitual de un cono- orden es el que hemos de seguir al estudiar los sistemas sociales
cimiento social determinado. Pero al hacerlo así, surge, como uno en lo que esencialmente les caracteriza y distingue.
de tantos caracteres, el arreglo de la propiedad privada, y no
debemos conceder a este punto una supremacía dogmática, sino
considerarlo, como a sus congéneres, producto necesario de la
evolución de una forma vital.
Este criterio nos preserva también de incurrir en el error de
aquellos que, a semejanza de los herboristas, señalan como ca-
racterística diferencia entre unos y otros sistemas socialistas la
concepción que cada uno de ellos tiene de la propiedad o de
la vida económica en el Estado futuro. Nada importa, en efecto,
al núcleo viviente de este gran movimiento espiritual el que esta-
blezcamos una distinción entre comunismo (que supone la pro-
piedad en común de toda clase de valores) y colectivismo (que
limita esta propiedad en común a los medios de producción),
o entre socialismo central y socialismo federal. Estas son en el
fondo minucias sin trascendencia, que podrán interesar a los
economistas dogmáticos, pero que no tienen en la vida la menor
importancia, además de que sería difícil asignar un puesto fijo
a cada sistema dentro de esa clasificacióü, pues el anarquismo
comunista y ci socialismo comunista se asemejan uno a otro como
dos hojas de un mismo árbol.
Lo que distingue esencialmente unos de otros a los diversos
sistemas socialistas (cuyos rasgos generales acabamos de trazar
y cuyas particularidades estudiaremos luego), es el distinto espí-
ritu que los anima, es decir, el transitorio juicio histórico que
el curso de los acontecimientos les merece, la concepción histó-
rico-filosófica, transitoria también, que acompaña a los ideales
35
34
~
hre es bueno por naturaleza, horno homini amicu.~, es sociable,
puede alcanzar las cimas de la perfección, es pe1'fectible. Así,
se llegó a decir : "Como todas las cualidades de la humanidad son
obra de Dios o de la Naturaleza, deben ser buen.'\s y necesaria-
mente iguales a sus creadores" ( Owen). "¿Por qué desesperar
de la sabiduría de Dios antes de haber estudiado sus desig-
nios ... ? Pretender que los hombres no pueden alcanzar tal grado
CAPITULO II de perfección, equivale a llamar malvado a D ios . .. Si la indus-
tria estuviera condenada a no producir sino estos escandalosos
resultados, no la habría creado Dios" ( Fourier ) . " . .. Es imposi-
ble aceptar que el destino del hombre sea vivir desgraciado eh
EL SOCIALISlvlO RACIONAL
la tierra, y cuando .se considera que es esencialmente sociable, y
por consecuencia simpático y afectuoso, no es posible admitir
!. El antiguo socialismo llamado "utópico" que sea malo por naturaleza" (Ca bet). Y \V citling exclama :
"Debe haber sido una dicha que el hombre, hijo del amor de
Dios y de la Naturaleza, haya disÍrutado en el principio del
Los numerosos sistemas socialistas que surgieron desde el mundo el paraíso de esta tierra tan hermosa".
siglo xvm hasta mediados del xrx tienen tal aire de familia , que
puede decirse que los une un íntimo parentesco y que son todos Y sin embargo, los pensadores socialistas sólo ven en este
hijos de una misma madre. Y así es, efectivamente. La madre mundo miseria y necesidad, luchas y discordias; la moderna
que les diera la vida y cuyas facciones reproducen, es la fil osofía c.nltura ha producido en todas partes resnltados esc<lndalosos,
social de la anterior centuria. A ella debieron su existencia los "disturbios y desórdenes, vicios y crímenes, guerras y revolucio-
sistemas de Goclwin y (),ven en Inglaterra, de Fourier y Cabet nes, suplicios y matanzas, catástrofes y calamidades" ( Cabet),
(y en cierto sentido también de Proudhon) en Francia, y de ¿,Y a qué se ha debido eso? He aquí la contestación : los hombres
Weitling en Alemania, para no citar sino aquellos que han lle- insensatos han puesto sus torpes manos en el artístico mecanismo
nado un lugar en el árbol genealógico de las teorías socialistas. social que Dios creara, y han acabado por alterar su funciona-
Este común origen espiritual y este espiritual parentesco de todos miento. Es decir, han destruido con instituciones artificiales, como
los antiguos sistemas del moderno socialismo quedarán mostrados la propiedad privada y otras semejantes, la natural am10nía de
con algunas pruebas. la vida social, y con ello también la dicha de los individuos.
Todo lo que hasta 1840 se piensa con tendencia socialista "Los conocimientos adquiridos actualmente . . . se hallan en
descama sobre la consabida base metafísica: la creencia en la oposición directa con las infalibles e inmutables leyes naturales,
bondad de Dios o de la Naturaleza. Dios es bueno, y puesto que y de aquí la falta de razón y el malestar de que ha adolecido en
ha creado el mundo, también éste ha de ser bueno. Sería absur- el est:1do pasado y en el presente la raza humana" ( Owen). "Si
do suponer que el buen Dios hubiera creado un mundo privado estos vicios y estas desgracias no son producto de la Naturaleza,
de armonía y de bondad. "Dios hizo bien todo lo que hizo" es preciso buscar en otra parte la causa de las mismas. ¿,Esta
( Fourier). Pero la sociedad humana es una parte d el mundo causa no reside en la mala organización de la sociedad?" ( Cabet ).
y debe estar regida por las mismas leyes que rigen el universo. Hay, pues, dos estados sociales: uno natural, el "estado ra·
Dios tiene que haber h echo de ella el reino d e la armonía y de cional· de la existencia humana basado en las infalibles e inmu-
la paz, y por consecuencia, de la vida humana. También el hom- tables leyes de la Na tu raleza" ( Owen), y otro antinatural, artifi-

3G 37
,.
cial, el estado po9ltivo, como Sei refleja en 1a Historia y como aun jarsc. a ser posible, lá gerencia de todos los asunto~ sociales. As1
subsiste. Todos los que sientan amor hacia la. humanidad deben extremaba Weitling, consecuente consigo mismo, esas ideas que
trabajar, pues, par reintegr-ar en sus derechos al orden natural. son comunes a todos los nacionalistas, fonnulando tan notables
Mas para eso se necesita, como .condición primeril, estudiar los conclusiones r¡ue merecen ser conocicb.s. E n su obra capital,
motivos que hasta ahora se him opuesto a ello e impedido fal Cara.ntias de la armonía y ele la libertad, se expresa e;1 los si-
restauraCión. Y estos motivos no .ion otros que la ignorancia guientes términos: "Partí del aJCioma d e que debe reinar la
de los hombres, lll imperdonable ignorancia, que fue, en· lugar filosofía, axioma indiscutible en todo el mundo de la cultura.
del p ecado, la que · cerró a la humanidad las puertas del paraíso Luego pasé a inquirir el concepto de filosofía, y hallé que sig-
y aún las tiene cernidas ·para ella. "Todos los. gobiernos, todas nifica la suma de toda la cienci::t . . . Ahora bien; ¿,qué ha de
las leyes, instituciones y costumbres de las naciones han emana- hacerse para asegurar a la ciencin la dirección de la :dnunis-
do del mismo fundamental error .. . y son falsas. Y todo lo que tración del régimen social?" A esto contesta \Vcitling que han
ei falso constituye para el hombre tma constante afrenta" ( Owen ). de convocarse concursos. "Las obms presentad¡¡:; deberán so-
La consecuencia natural de todo esto es que hay que ac.'Ometer meterse al examen de los académicos, }' concediéndosele al autor
la investigación de la verdad. "'Tan sólo la verdad, tan maltratada de la mejor el ramo de la administración en que su talento
.hasta aquí por los rudos ataques de las opiniones insensatas, pued:>. ser más útil a la socied ad . . ." Y para la a dministración
puede impulsar al hombre por la vfa del progreso" ( Owen ) . Y pública ideó este régimen: "A .la cabeza de aquélla habrá un
hemos llegado al punto culminante de todo pensamiento racio- trío o comejo compuesto de tres individuos, que serán los me-
nal. El mejor régimen social, aquel que p odría proporcionar al jores filósofos, y al mismo tiempo los genios más grande~ de la
hombre la dicha y la perfección, es un problema del conocimien- m":':licina, de la física y de la mecúnica." "Si se quiere que la
to, un problema de la ciencia. Hay que descubrir la ley natural, 6v1~cia gobierne, nadie puede ya rein<lr en el sentido actual
que rige el "régimen natural", y una vez descubierta, qaedará de .:;sta palabra." Análogos pensamientos se hallan a cada paso
instaurado en este mundo el reino de la felicidad y la armonía. en la mayoría de las obras socialistas de aquel tiempo, ta n hen-
Lo que ha de conducirnos al conocimiento de esa ley y ha de chidos de rosados sueños, no obstante toda su miseria . .Entonces
propOrcionarnos esa nueva vida, más hermosa que la actual, se aceptaba como un axioma que la ciencia socia! debía ser
ha de ser nuestra razón; "¿no ha sido la Naturalez.1. la que há ' la conductora y directora de las prácticas sociales y que ambas
dado a todos los hombres . . . la inteligencia y la razón para estaban en perfecto acuerdo. "La ciencia social es la conformi-
organizar la dicha, la sociedad y la igualdad?" ( Cabet) . El dad de Ja razón Y. de las prácticas sociales". Hay que reconocer
futuro estado de cosas será tan racional - "intrumento de justi- que en aquella época había motivos sobrados para tener tan
cia, razón" (Godwin)- como lo es el natural. Por la razón \'-uelve alto concepto de la razón y de la ciencia. F altaba, sin embargo,
el hombre a su natural estado y "la sociedad volverá a entrar descubrir aquellas leyes que d ebían regir la sociedad humann
en la sinceridad de su naturaleza" ( Proudhon) . conforme a la vo1untad del creador o de la Naturaleza y que
habían desconocido, en su ceguedad, las generaciones anterio-
Fácil es comprender ahora el ilimitado aprecio que hacían res. Pero por fin clareó la aurora del dia deseado; el sol del co-
de la razón y de la ciencia estos antepasados. El culto de la nacimiento surgió en el horizonte esplendoroso y un alegre clamor
Razón, que caracterizó a la Revolución Francesa, se remonta se difundió en las palabras y en los escritos. "Estas oscuras nubes
a esa misma fuente que hemos visto fluir e n las teorías de los de la noche mental se disipan ~n todos sentidos" ( Owen ). "Es
socialistas racionalistas. Y e:>tos sabios son también los sacerdotes tan sólo . . . que el hombre ha descubierto las causas de su
de la omnipotente diosa Razón, los iniciados en la sabiduría pasada existencia, imperfecta, ruda y miserable" ( Owen). ''Se
divina, cuya adoración, comparten y en cuyas manos d ebe de- há descubie1to al fin el mecanismo de las sociedades supe1iorcs a
38 ~9
:¡.
,-·
la civilización" ( Fourier). ..Algunos han alcanzado en toda su es lo que nos interesa. Por el contrarío, para la misión que la
plenitud la inteligencia de la ley nueva" ( Proudhon). teoría socialista está llamada a desempeñar en el terreno de los
Notemos de pasada que en la anterior generación las más hechos, son de decisiva importancia las conclusiones que el so-
claras mentalidades habían descubierto que el régimen capita- cialismo racional deduce de su concepción de la soc!edad y de
lista, con su libre concurrencia y su propiedad privada, repre- la Historia (si cabe esta palabra en aquel mundo mental ), ins-
sentaba precisamente el orden natuml de las cosas. Esta opinión pirando en ellas su táctica, es decir, la manera como piensa dar
había constituido el credo de la escuela fisiocrática. Hómbres realidad a sus ideas. He aquí esas conclusiones: teda vez que
como el viejo Mirabeau, Dupont, Nemours, Duesnay, Turgot, es· la restauración de la sociedad es un problema de la ciencia y del
taban firm emente persuadidos de haber descubierto las leyes conocimiento, es necesario, una vez hallada la verdad y descu-
naturales de la sociedad humana y las habían encarnado en el biertas las condiciones naturales de la vida en común, pensar
sistema de la concurrencia libre. Por lo tanto, aquel descubri- ante todo, aunque no exclusivamente, en difundir las nuevas
miento no era tampoco nuevo. La diferencia entre los fisiócratas teorías de bendición, en divulgar la verdad y dar a conocer la
y estos escritoi·es más modernos consistía únicamente en el con- "revelación". Puesto que la realización de las nuevas ideas supo-
tenido del descubrimiento, es decir, su afirmación ele que el ne la dicha suprema y la suprema perfección para la humanidad,
capitalismo no es e1 orden natural y que era necesario implantar la restauración apetecida será un hecho apenas sea conocida la
un nuevo régimen para que el reinado de la razón, objeto de verdad por un suficiente número de hombres. Es imposible
la voluntad divina, se realizase al fin sobre la tierra. Y esta que nadie se resista a dejar el régimen actual por el nuevo, una
creencia llevó a aquellos racionalistas, cuyas teorías ya conoce- vez que lo haya conocido.
mos, a convertirse en socialistas, pues aquel régimen nuevo
"La completa restauración que hay que llevar a cabo apenas
contenía - y en eso coincidían todos- los fundamentos de la
suciedad socialista tales como los h emos expuesto en el capítulo cabe imaginársela. Es una aurora general. Los hombres sienten
que su penosa situación y las cadenas que l~s oprimían han de-
anterior.
saparecido como un sueño. Cuando suene la hora decisiva,
Pero es natural que al descender a los detalles surgieran no será necesario que desenvainemos la espada, ni siquiera que
entre los descubridores del nuevo régimen de la verdad diver- movamos un dedo. Nuestros adversarios serán demasiado débi-
gencias y discusiones serias que habían de lanzarles a una lucha
les para oponerse a los unánimes deseos de la humanidad'. ( God-
recíproca y violenta. F omicr hahlaba con desprecio de "las in- win, según la traducción de Eltzbacher. ) Como todos sufren
sulceses morales" que la secta de Owen ponía en circulación.
en el actual estado de cosas verdaderamente irracio1wl, no han
Y \Veitling, por su parte, tronaba contra Fourier. "¡Maldita in-
de resistirse a dejarlo. Por eso hay que predicar la nueva teoría
sensatez a la que los furicristas se entregan con infernal tena-
a todos los hombres, no sólo a los oprimidos y desheredados,
cidad . .. ! ~~Iicntras persistan en elio, estaremos divorciados".
sino en general a todos ellos, y hasta con singular cuidado a los
Para cada uno el orden natural era el que él mismo se había poderosos y a los ricos, pues si esto se suman a la nueva verdad,
imaginado. y venía a ser, por lo tanto, el reflejo de una perso- habremos acelerado su realización. "¿Acaso no interesa antes
nalidad. Para un temperamento artístico como el de Fourier, que nada convertir a los ricos? Lo más útil sería empezar por
era u.no de los más grandiosos poemas que la humanidad ha co- ellos, pues los ricos y los sabios tienen más influencia para con-
nocido, mientras que en la imaginación del taciturno inglés Owen, vertir a otros ricos y aun a los mismos pobres . . . ¿Pero puede
quedaba reducido a un sistema de educación protestante. esperarse que los ricos se conviertan? ¿Cómo dudarlo? ¿Es que
Pero todo esto era accesorio, como ya hemos dicho. No no hay ricos inteligentes, justos y generosos?" ( Cabet ) . Consi~
afectaba a la esencia de la cosa, al espíritu de la teoría, que deraciones semejantes se encuentran a cada paso en los escritos

40 41
~
de los antiguos socialistas, y si he citado precisamente a Cabet cuidadosamente el empleo de 1?- violencia; la fuerza no es con-
ha sido porque pertenece a la \iltima de aquellas remotas gene- vicción, y es indigna do que se la ponga al servicio de la c...<tusa
raciones. Pero también Wcitling termina sus "garantb" ( 18-12) de la justicia" ( Dodwin ), "No demos cabida en nuestros cora-
con un llamamiento a los poderosos de la tierra : · "¡ Podero5os de zones a sentimientos de menosprecio, de amargma, do rencor
la tierra! Vosotros tenéis c1 medio de adquirir un nombre que ni de ira. La causa del derecho es la caus<l. do la lmmanidad.
eclipse la gloria de Alejandro y de Napoleón. En vuestras Sns representantes deben estar henchidos de buena voluntad.
manos está el medio de combatir los males de la sociedad de Debemos amar esta causa, porque conduce a los hijos de los
un modo grato a vosotros y a nosotros tambié:n -aquí habla hombres a la dicha general. Debemos amarla, porque no habn\
ya la voz de lo profundo-. Si nosotros con nuestros toscos ningún hombre que en la evolución natural y t.ranquih de las
medios nos vemos obligados a hacer todo el trabajo, siempre cosas no sea más feliz cuando el triunfo corone nuestra causa."
resultará este tn:bajo doloroso para vosotros y para nosotros Pero este socialismo mdonal e$ completamente hostil a toda
mismos. ¡Reflexionad y elegid!" clase de política. Claro es que frente a esta actitud cabe for·
En estos párrafos vibra ya una voz que tiene acentos de mular la pregunta: ¿cómo puede triunfar en el teneno de la
impaciencia. Es la advertencia última, la última tentativa de per· lucha una teoría que sólo aspira a difundirse por medio de In
suación, antes de que la nueva concepción de b s cosas emprenda revelación, y a lo sumo por la sola fuerza del ejemplo? Así lo
su marcha arrolladora. creían, sin embargo, y por eso el socialismo racional miraba con
Se aconsejan como medio de propaganda todas las fOimas tan poca simpatía lo que podríamos llamar el movimiento grc~
orales y escritas: " ¡A la obra, pues, a la obra todos, ricos y pobres, mial obrero. Verdad es que Owen fu e quien ftmdó en Ingla-
que os habéis convertido a la <:omunidad1 ¡Discutid, p red icad, · terra las Trade Unions, pero su misión fue siempre la difusión
convertid, propagad! Recoged todas las opiniones y todas las de sus ideas no la lucha con los patronos.
pmebas que puedan facilitar la conversión de todos los otros ... He aplicado al socialismo antiguo una denomii!ltcióu nueva,
Proselitism8 nada más, siempre proselitismo, hasta que 1a masa la de racional, porque creo que con ella se hace resaltar má.">
adopte el principio de la comunidad" ( Cabet). el espíritu que le animaba, un espírtu de atención exclusiva a los
Cabct llega hasta a rechazar la exp(~rimentación. puntos esenciales, desdeñando detalles secundarios. D ebo con·
yoría de los demás representantes del viejo socialismo le con· signar de pasada que otra denominación, la de utopista, que yo
cede, sin embargo, un gran poder de propaganda, reconociendo fui el primero en aplicarle, se ha hecho luego general. Pero esa
que con el ejemplo se puede convencer aún a los que se mues- denom inación, por más que no sea falsa, me parece quo no da.
tren más reacios contra el poder victorioso de los ideales. idea de la parto positiva de aquellas teorías, sino más hien de
de los rasgos distintivos de aquellas an tiguas orientaciones su aspecto negativo, y por eso renuncio ahora a emplearla. Y
listas, es ·que todas pretendían organizar agrupaciones no quiero dejar de exponer en breves frases la parte verdadera.·
en principios comunistas. La América del Norte, sobre mente utópica de · dichas teorías que, después de lo que dejamos
fue el terreno elegido para estas tentativas, y se con taron expuesto, aparece como un fenómeno necesariamente dcriw.do
t."<~ ntcnares las "comunidades" furieristas, owcnianas de su criterio general. A esos socialistas antiguos se les llama
nas que surgieron en el Nuevo Mundo, para sumirse fltopistas, porque no reconocen los móviles reales que impuhan
en el olvido. la vida social.
Pero fue una consecuencia natural de este criterio Hemos visto qué importailcia · preponderante tiene en sus
prosélitos la repugnancia a emplear medios cu<:rcHivos, teodas la fe en la revelación, en el poder de la conciencia de lo
hieran podido imponer el nuevo orden dt: cosa<;. " lú rítPmns. bueno. En ·esto consiste principalmente su utopismo, en cün·

42 4:3
.~
siderar corno móviles activos e impulsores a unos factores que a los h ombres la inmortalidad en carne y hueso. Pero estos son
no mueven el mundo de las realidades y apenas si contribuyen juegos inofensivos al alcance de una viva imaginación, y que nadie
a la integración de la vida social. Y efectivamente, esta creencia toma en serio. De mayor alcance y magnitud son aquellos errores
es errónea bajo dos aspectos. Encierra, por una parte, un con- fundamentales en que incurren al juzgar a los hcmbres y la His-
cepto falso del pasado y del presente, y por otra se engaila en sus toria, y que más arriba expuse. Estos errores podremos apreciar-
hipótesis sobre el porvenir. El primero de dichos conceptos lo Jos en toda su extensión al estudiar más ac1clante h s nuevas doc-
formula al decir que el actual orden de cosas representa un error trinas socialistas que, nutridas de la savia de hs antiguas, se han
en que se encuentran los hombres actualmente y que el mundo desarrollado en oposición consciente a su concepción fundamen-
es un dolor porque hasta ahora no se supo mejorar aquel orden tal, formando lo que se llama el socialismo histórico o realista.
de cosas. En su buena fe, llegan a reconocer los utopistas que Antes de pasar a ese estudio conviene recordar que el antiguo
p arte de la sociedad se encuentra muy a gusto con el régimen socialismo racional no ha desaparecido aún por CCl!"]pleto, y al
imperante y repugna toda mudanza, estando interesada en su hacer esta afirmación no quiero referirme a l os elementos aislados
conservación. Heconoccn asimismo que si se mantiene aquel del racionalismo y utopismo antiguos que han ido a englobarse
estado social, es porque los elementos en él interesados poseen en las teorías del socialismo moderno, sobre todo del marxismo,
también los medios de sostenerle, y que todo régimen social no orientadas en sentido fundamentalmente opuesto, y de las que ha-
es otra cosa que la expresión temporal de la distribución del bré de hablar una vez enumerados los principios de este nuevo
Poder entre las distintas clases sociales. Pero al mismo tiempo socialismo, sino que me refiero a a(juellas teorías c¡ue por sus
demuestran un ilimitado menosprecio de las fuerzas de sus ad- sentimientos y sus ideas siguen viviendo hoy en el terreno racio-
versarios al creer que pláticas y prédicas pueden obligar a los nalista, y p or lo tanto utópico, y que w n lo que se suele designar
detentadores del Poder a abandonar su posición privilegiada. algo impropiamente con el n01nbre de anarquismo.
Y tanto como desprecian los utopistas las fuerzas de sus
adversarios, aprecian sus propias fuerzas, las de su poder, convir-
tiéndose así en utop.istas del futuro. Hállanse persuadidos de JI. El anarquismo
que les bastaría un simple gesto, una sencilla resolución, para
traer a b realidad el reino del futuro. A esta convicción acom- Creo que sólo pueden apreciarse bien las teorías anarquistas
pañn un concepto hiperbólico de la capacidad productiva de consideránd olas como herederas leg.ítimas de la filosofía racio-
los hombres que deben constituir la nueva sociedad. Olvidan, nalista del siglo XVIII, que, merced a las adquisiciones espirituales
púes, o ignoran que en ese lento proceso de transformación del siglo xrx, han ensanchado en más de un sentido su caudal de
habría que crear primero hombres y cosas que hiciesen posible ideas. Pero lo más importante de este caudal lo tomaron de los
la nueva organización social. Desconocen en suma, que la trans- pensadores racionalistas, y sobre todo de los grandes utópicos
form~wión social no es un problema de la conciencia, sino del Goclwin y F ourier, como lo demuestra una simple ojc~. da a la
can1cter. literatura anarquista de nuestro tiempo.
Preferimos pasar en silencio las fantasías en que se pierden Aquí volvemos a encontrar en primer término la misma cre-
al afrontar la descripción del porvenir. Fourier llegó hasta poblar encia en el orden natural de la sociedad, que subsiste por encima
la tierra, con la imaginación, se entiende, de leones amansados de todo orden positiw, y la misma fe en la existencia de leyes so-
y a transformar el agua salina del Océano en limonada, al mis- ciales naturales que es I!ecesario descubrir, "de las leyes generales
mo tiempo que veía. a los hombres futuros con cuerpos de tres de la economía social, ya descubiertas o que la ciencia tiene
metros de estatura. Y Godwin, por su parte, prometía seriamente qüe descubrir" ( Bakunin) . Y, p or consiguiente, la creencia en que

44 45
el mismo alto concepto de la conciencia, el mismo aprecio de
el reinado de la armonía, es decir, de aquel orden natural, es le. razón, llamada a iluminarnos y a determinar nuesb:a conducta.
susceptible de realizarse en la tierra: "si la sociedad estuviera es-
A este sentir ha dado expresión Juan Enrique lv1ackay en
tablecida sobre bases naturales, jamás habría choqu(_'S entre el
su libro Los anarquistas al resolver del siguiente modo el con-
interés de la sociedad y el del individuo" (Juan Grave) . "La ar- flicto espiritual en que supone a su protagonista: "Era como el
monía surgirá espontáneamente de !a solidaridad de los intereses, rosado resplandor que anuncia el nuevo día. Tras una larga
cuando todos los hombres no formen más que una sola familia" noche de terror y de locura, cruzaba una mañana luminosa. El
( Kropotldn). No cabe duda alguna que cuando la humanidad sol del conocimiento se había elevado en el horizonte, y cada
haya asentado sus relaciones sobre bases naturales, "sobre este vez resplandecía a mayor altura. Muchos milenarios debían
principio tan sencillo y sublime" ( Kropotkin) -a saber, la ayuda transcurrir antes de que la idea de la anarquía pudiese despertar
mutua- alcanzará toda su perfección y gozará una dicha com- de su sueño ... ¡Ahora sí que había encontrado la verdad!" Y
pleta: "esta sencilla afirmación ... le abre de un solo golpe todo Pedro Kropotkin contesta en su Pequet1o Catecismo a la pregunta
un inmenso horizonte de perfectibilidad, de mejoramiento de la "¿Cuál ha sido hasta ahora la acción más grande de la Revolu-
raza humana" (Kropotkin). "El trabajo mismo vendrá a ser exac- ción?": "El decreto de la Convención, de 10 de mayo de 1793,
tamente como ya lo profetizaba Fourier - un agradable pasatiem- estableciendo el culto de la Razón".
po, un ejercicio gimniístico" (Juan Grave). Los triunfos que hacia mediados del siglo festejaron los
También proclaman los anarquistas que las causas de que naturalistas, aumentaron aún más esta veneración de los anar-
hoy impere en el mundo lo contra1io de la armonía y de la feli- quistas por la ciencia. Las ideas anarquistas recibieron en sus
cidad están en el defectuoso orden social que hasta ahora nos ha puntos esenciales la influencia del materialismo filosófico, que
regido. Y este pensamiento lo repiten con preferencia y a cada se basaba en los conocimientos adquiridos por las ciencias natu-
momento lo desarrollan con particular amor en sus escritos. El rales en el siglo anterior.
orden defectuoso, el orden positivo, lo encarna para ellos el Es· Los anarquistas y sus afines tienen hoy de común con el so-
tado. ''El Estado es el mal" ( Bakunin). "El Estado, porque es cialismo racional de otros tiempos su respeto al poder de la pro-
algo artliicial, producto de la creación humana, que cohibe las paganda, y lo fundamentan en las mismas razones, diciendo que
relaciones naturales de hombre a hombre. La sociedad, liberada se trata de difundir una verdad que ha de hacer felices a todos
del Estado, en la cual no imperen ya las leyes positivas impuestas los hombres. A semejanza de los antiguos socialistas, quieren tam-
a la fuerza, sino las leye5 naturales de la mutua atracción -de la bién servirse de los mismos medios de propaganda, intentando su
"atracción de las pasiones", según Fourier-, he aquí el estado acción sobre las masas con la palabra, con el escrito y con el
natural, el orden natural. La sociedad. . . no se impone formal- ejemplo. "Los anarquistas dedican todas sus energías a la clifu-
mente de un modo oficial y autoritario. . . sino de modo natural"" sión de doctrinas, especialmente de doctrinas económicas" (Tuc-
( Bakunin). "Las leyes sociológicas que no deben ser una regla ker) . Sus órganos son el discurso y la prensa.
impuesta, sino establecida por la enseñanza y no por la exacción, Pero además hay que ilustrar esta propaganda y fortalecerla
han ele limitarse a indicarnos el mejor medio para que el individuo con el ejemplo. "Si en cada gran población de aquellas en que
pueda evolucionar en toda la plenitud de su ser" (Juan Grave). se manifiestan los múltiples caracteres y esfuerzos de nuestra
cultura, tan rka en contrastes, se reuniesen y laborasen suficiente
Esta misma afirmación fundamental había de conducir tam- número de anarquistas ilustrados y serios, pertenecientes a las
bién a los anarquistas a formular la conclusión de que en lo distintas profesiones; si estos anarquistas estableciesen la produc-
esencial la realización del nuevo régimen es un problema del ción de mercancía y su distribución con arreglo al derecho basa-
conocimiento. Y efectivamente, muchos de ellos demuestran tener
47
4:0
,...

do en el producto del trabajo, y consignadas en un Banco que utópico, con su creeücia en que s61o hay un régimen soci<il justo,
sin interés facilitase dinero a las pequeñas industrias y aplicasen el que se h alla de acuerdo con las leyes de la Na turaleza.
su capital a empresas nuevas, de su erte que todos pudiesen ver He dicho y repito que la propaganda por el h echo no tiene
las ventajas de este sistema, ¿qué acontecería? Que todos los nad a de común con el tir anicidio, y m e nos aún con hs rc-,colu-
elementos de la p oblación, tontos y listos, malos y buenos, entu- ciones encaminadas a instaurar un m1evo sistema de gobierno.
siastas e indiferentes, no tardarían en advertir los beneficios de El capítulo de "la violencia y su papel en la H istoria" es
este procedimiento, y al cab o de u n p ar de años todos recogerían demasiado amplio para que lo p odamos tratar aquí con la debida
el fruto de su labor, se acabaría la usura, y toda la p oblación extensión. Pero podemos apuntar, al menos de pasada, que el
sería una gran colmena de obreros anarquistas, de h ombres libres empleo de la violencia puede derivarse de los más distintos mó-
y victoriosos" ( Tucker). He ahí la antigua canción que aun hoy viles y ocupar un lugar en los más diversos sistemas filosóficos.
escuchamos cada día y en todos los tonos. Y siempre se trata de La táctica p olítica de la violencia la han empleado los más ilus-
lo mismo, de aplicar al organismo social enfermo la única tera- tres p olíticos realistas a título de necesaria, y tanto Cromwell
péutica, exacta, infalible. Sólo que hoy, como hace un siglo, los como Eismarck han sido sus más celosos abogados. P or eso los
docto~·es socialistas siguen discrep ando acerca de cuál sea este sistemas socialistas realístas o verísticos, que lu ego estudiaremos,
m étodo "único e infalible". le han h echo también un sitio entre sus teorías. Sólo se trata aho-
Ahora bien: es curioso observar cómo esta pasión por la ra de descubrir qué relaciones características existen entre el
propaganda ha engendrado en los temperamentos inquietos e socialismo racional-idealista y los actos de violencia. Ya hemos
impacientes un procedimiento característico y desesp era do: la v.isto más arriba que los representantes más antiguos de esas
propaganda por el hecho. Este nuevo método de propaganda, teorías rechazab an con unanimidad absoluta el empleo de la
descubierto y aplicado primeramente por el ruso Rcchayev, y niolencia. Y aún h oy existen numerosos representantes del anar-
perfeccionado luego p or Pablo Brousse y otros, quedó incorpo- quismo, que no es otra cosa sino el socialismo racional de nues-
rado al sistema. Oigamos cómo describe Brousse este método: tros días, que también ab ominan del empleo de la violencia. Y
"De los hechos habla todo el mundo; hasta las masas indife- sin embargo, vemos al mismo tiempo cómo la violencia va pe-
rentes preguntan p or las causas que los han producido; el pú- netrando por un camino casi impercep tible en el sistema de estos
blico aplica su atención a las nuevas teorías y las discute. Y racionalistas.
cuando se consigue esto, no es difícil ganar partidarios p ara la No puedo pasar en silencio que este carnino del medio de
buena cau sa". Esos "hech os" son ante todo los atentados, los propaganda no es el único por el cual penetra la violencia en la
crímenes políticos o los crímenes comunes que tengan honda concepción racionalista de la esencia de la sociedad. Hay en la
resonancia : se arroja una bomba en un café, donde hay sentadas actuaÜdad muchos anarquistas qu e predican el empleo de ia vio-
centenares de p ersonas inocentes; se mata a la emperatriz Elisa- lencia, no sólo para los efectos de la propaganda, sino también
b eth, una anciana que no había h ech o mal a nadie. Cuanto más para acelerar con ella la venida del nuevo régimen social. Así
insensato sea el hecho, tanto más se hablará de él y de sus mó- lo hacen Kropotkin, Bakunin y otros. ¿Cómo acomodar esto con
viles en los periódicos y en las mesas de los cafés, tanto más los principios b mbmcntalcs r1uc tod os ellos reconocen? ¿C ómo
eficaz será la propaganda, que es lo q ue se busca. La propagan- puede conciliarse esta predicac:ión de violcntns revoluciones con
da por el h ech o, no tiene nada de común con el tiranicidio; sólo la creencia de que el régimen social futuro ha de e~;ta r subor-
pretende ilustrar, contribuir a que se abra paso a la verdad, que dinado a lc1s leyes naturales, y qu e sus excelencias son de tal
lan len l~mcnte llega a las masas por la mera propaganda oral Índole que ~e han de ímponer pm: ~í mismas a todos los espíritus
y escrita. Es una hijuela tardía, p ero legítima, d el mcionalismo cultivados y han de ser a ceptadas sin coacci6n?

48 49

.
Esta contrQdicción se explica, en parte, por la amalgama del
antiguo ideal socialista con el espíritu realista. Por ejemplo, es fundam ental opuesta al racionalismo antiguo, como un~) de los
un pensar a la moderna el de Juan Grave, cuando escribe: "La padres espirituales del socialismo "realista" o hú:f:órico, en el ce-
lucha es .. . fatal entre los que aspiran a emanciparse y los que rebro de Carlos i\1arx. El plan de nuestro estudio nos lleva
qtlicrcn perpet uar su clomin~ci6n". He ah í una idea que ni Cod- . a afrontar inmediatamente la exposición de las teorías.
win, ni Owen, ni Cabet hubieran formulado.
Pero además -y esto es en mi sentir lo preponderante-
la viobncia desempeña en las teorías de les anarquistas contem-
poráneos un papel que se a dapta a la estructura total raciona-
lista ce sus doctrinas. Para comprenderlo, bastará recordar que
(si no en el dominio de las revoluciones sociales, en el de las
p olíticas al menos ) la idea de la violencia ha sido propagada
por un hombre que representa el tipo más puro del racionalismo
antiguo, por un hombre al cual se debe el decreto del l{) de mayo
de 1793, ya mencionado, por el más ferviente adorador del orden
natural basado en los dictados ele la razón: por Robespierre. Sa-
bido es que éste fue el padre espiritual del período del T error.
Pero él mismo nos ha aclarado con sus propias palabras el mis-
terio de cómo se puede llevar a Housseau en el corazón y ser sin
embargo terrorista. En su boletín del 17 de Pluvioso, año II, se
expresaba en estos t~rminos: "Se dice que el Terror es el arma
del despotismo. Lo es, como el hacha que brilla en las manos
de los h éroes de b libertad, y que hace temblar a los esbirros de
los tiranos. El gobierno revolucionario es el despotismo de la
li bertad frente a la tiranía". Es decir, que a los antiguos detracto-
res del Poder hny que combatirlos por la fuerza, abriendo así
camino al derecho de la libertad, de la justicia y de la razón.
A la violencia incumbe, pues, la misión ele acelerar la transición
del reinado de la tiranía al ele la libertad. H e aquí el pensamiento
que se repite en las actu ales teorías anarquistas: "que haga tabla
rasa de todo~ los obstáculos, es lo que esperamos de ella". Esto
es lo que esperan ele la fuerza, que aquí, corno tantas otras veces,
<'!1contramos empleada en lugar de la violencia, aunque ambos
conceptos sean completamente distintos. Así se expresa Juan
C~rave.
Ya veremos qnc esta misma idea, cerno la 1Iamada dictadura
del proletmiado, continüa germinando en el cereb!·o del hom-
bre, que comickramos como representante de una concepción '

50
51.

You might also like