Tema: Trastornos hemáticos (Estructura y funciones normales).
Integrantes:
Espinoza Menendez Carlos.
Guamán Vera Jorge.
Docente: Dr. Ángel Luis Zamora Cevallos
Abril - Agosto del 2017
Trastornos Hemáticos. Estructura y función normales. La sangre es un líquido en extremo complejo, compuesto tanto de elementos formes (eritrocitos, leucocitos, plaquetas) como de plasma. Los eritrocitos son los elementos formes más abundantes; transportan oxígeno hacia las células del organismo por medio de su principal componente, la hemoglobina. El número de leucocitos por lo general es de alrededor de 1/700 el de eritrocitos, y los leucocitos funcionan como mediadores de respuestas inmunitarias a la infección u otros estímulos de inflamación. Las plaquetas son los elementos formes que participan en la coagulación. El plasma está compuesto en su mayor parte por agua, electrólitos y proteínas plasmáticas. Las proteínas plasmáticas más importantes en la coagulación de la sangre son los factores de la coagulación. Dado que la sangre circula en todo el cuerpo, las alteraciones de la fisiología normal de la sangre —sea de los elementos formes o las proteínas plasmáticas— pueden tener amplias repercusiones adversas. Elementos formes Anatomía A. MÉDULA ÓSEA Y HEMATOPOYESIS Aun cuando los elementos formes maduros de la sangre son muy diferentes uno de otro en cuanto a estructura y función, todas estas células se desarrollan a partir de una población de células madre hematopoyéticas, las cuales residen en la médula ósea. El proceso de desarrollo se denomina hematopoyesis, y representa una enorme tarea metabólica para el organismo. Cada día se producen más de 100 mil millones de células; esto hace de la médula ósea uno de los órganos más activos en el cuerpo. En adultos, casi toda la médula ósea activa se encuentra en las vértebras, el esternón y las costillas. En niños, la médula ósea es más activa en los huesos largos. La figura 6-1 muestra el proceso de diferenciación desde célula madre hasta eritrocito, granulocito, linfocito, monocito o plaqueta maduros. No está del todo claro cuáles son los eventos tempranos que conducen a las células madre en división por una vía de desarrollo particular, pero lo que sí está claro es que participan muchos péptidos diferentes, llamados citocinas (cuadro 6-1; véase también el capítulo 3). Quizá debido a que los leucocitos maduros tienen una vida media mucho más breve en la circulación, los precursores de leucocitos por lo general superan en número a los de eritrocitos, por una proporción de 3:1 en la médula ósea. La principal hormona estimulante de la producción de eritrocitos es la eritropoyetina. Este péptido es producido por los riñones, y regula la generación de eritrocitos mediante un sistema de retroalimentación: cuando disminuyen las concentraciones de hemoglobina (anemia), disminuye también el aporte de oxígeno a los riñones, y estos producen más eritropoyetina, la cual hace que la medula ósea produzca más eritrocitos. Con el aumento de la concentración de la hemoglobina, los riñones producen menos eritropoyetina, y los mismo hace la medula con los eritrocitos. En el caso de los leucocitos la situación es más compleja. Las células más comunes son los granulocitos, asi denominados por tener el citoplasma lleno de gránulos. De estos, los más comunes son los neutrófilos, y son las células más importantes en la producción de inflamación. Muchas citocinas pueden afectar la producción de granulocitos en diferentes etapas del desarrollo. La interleucina 3 (IL-3), el factor estimulante de la colonia del granulocito (G-CSF) y el factor estimulante de la colonia del granulocito macrófago (GM- CSF) son los más importantes. Las plaquetas no son células si no fragmentos de células multinucleadas que son las más grandes de la medula ósea denominadas megacariocitos. Las plaquetas son fundamentales para la coagulación de la sangre, su producción la estimulan múltiples citocinas, pero depende de sobre sobre todo de las acciones de las interleucinas 3,6 11 y de la trombopoyetina. Este péptido lo producen hígado y riñones, quizás a una tasa constante, pero la cantidad de esta hormona libre para interactuar con los precursores plaquetarios aumenta y disminuye, probablemente debido al metabolismo de las plaquetas existentes en la sangre, de manera que una cifra baja de plaquetas estimula la trombopoyesis. Dada toda esta complejidad y actividad metabólica, existe una gran regulación de la medula mediante la interacción de diversas citocinas. Normalmente, solo se libera a la circulación general el elemento más maduro en cada línea celular, lo cual demuestra este fino control sobre el desarrollo. Debe funcionar un mecanismo complejo de retroalimentación negativa para mantener las cantidades circulantes de cada elemento forme en las concentraciones constantes en que se encuentran. Fisiología Habitualmente se dice que la sangre es un líquido. En realidad, además de una parte líquida, contiene muchas células activas de distintas clases, otras sustancias y gases. Para ser más precisos, se trata de un tipo particular de tejido conjuntivo en el que la sustancia intercelular es fluida y las células están libres.
Tipos de células en la sangre
En la sangre existen tres tipos de células libres, o tres categorías de elementos. La primera, más numerosa, está constituida por glóbulos rojos (eritrocitos o hematíes), cuyo número en un individuo sano oscila alrededor de los 4,5-5 millones por milímetro cúbico. Ellos confieren a la sangre su típico color rojo, aunque si se observa un hematí aislado se ve de color amarillo. Tan sólo reunidos en grandes cantidades adquieren los eritrocitos su tonalidad típica. Los eritrocitos tienen forma de discos bicóncavos, no poseen núcleo y por lo tanto no se reproducen. Glóbulos rojos: creados mediante la hematopoyesis en la médula espinal Los glóbulos rojos tienen una vida bastante breve (alrededor de un centenar de días) pero son continuamente sustituidos por otros producidos en la médula espinal mediante el proceso conocido como hematopoyesis. Transportados por la corriente sanguínea, no salen de los capilares; como máximo, se deforman elásticamente para entrar en los de menor diámetro, y retoman a continuación su forma original. Transporte de hemoglobina como función de los glóbulos rojos No engloban nunca microbios ni otros corpúsculos extraños que puedan encontrarse en la sangre. Su función se limita al transporte de la hemoglobina, una sustancia proteica de composición química muy compleja, que contiene átomos de hierro. La hemoglobina tiene la propiedad de fijar, en su paso a través de los pulmones, el oxígeno del aire para transformarse en oxihemoglobina. A continuación esta proteína, a lo largo de su recorrido por el cuerpo, cede su oxígeno y se reduce de nuevo a hemoglobina. La oxihemoglobina posee un color rojo claro, mientras que la hemoglobina es de color rojo oscuro, lo que explica la diferencia de color entre la sangre arterial y la sangre venosa, que confiere a las venas visibles bajo la piel un color azulado.
Glóbulos blancos o leucocitos
La segunda categoría de elementos de la sangre son los glóbulos blancos (denominados leucocitos). Son mucho menos numerosos que los eritrocitos (entre 5.000 y 9.000 por milímetro cúbico en un individuo sano). Existen tres tipos principales: linfocitos (responsables del proceso inmunitario), granulitos y monocitos. Todos ellos son células con núcleo capaces de englobar y destruir los microbios o corpúsculos de sustancias extrañas y nocivas que se encuentren en la sangre. Pueden asimismo pasar a través de las paredes de los vasos sanguíneos y migrar a través de los tejidos. Su función esencial es proteger el organismo de las infecciones. Cuando, por ejemplo, una herida, por pequeña que sea, abre la vía de acceso a los organismos patógenos, los leucocitos migran a través de los tejidos hasta el punto afectado, atacan los microbios, los engloban y los destruyen por medio de un proceso denominado fagocitosis. Muchos leucocitos mueren en esta lucha: sus despojos forman esa sustancia más o menos líquida conocida como pus. Los leucocitos son por tanto el ejército de defensa del cuerpo, siempre preparados para entrar en acción contra los enemigos vivos que puedan penetrar. La más mínima lesión de nuestro cuerpo conlleva perturbaciones bioquímicas en el punto afectado, con producción de compuestos que, una vez en la corriente sanguínea, funcionan como un timbre de alarma. Entonces el bazo y los ganglios linfáticos del cuerpo, de las axilas y de las ingles, que forman una especie de barrera protectora alrededor de los órganos más importantes, aumentan su actividad y la producción de leucocitos.
Las plaquetas o trombocitos
Además de los glóbulos rojos y blancos, la sangre contiene un número inferior de plaquetas o trombocitos. Esta tercera categoría de elementos está constituida por fragmentos celulares formados por una pequeña porción de citoplasma rodeado de membrana celular. Los trombocitos tienen un diámetro de dos o tres milésimas de milímetro y su número asciende a no más de 250.000-500.000 por milímetro cúbico de tejido sanguíneo. Las plaquetas juegan un papel importante en la coagulación de la sangre, necesaria para detener las hemorragias. El plasma: parte fluida de la sangre La parte fluida de la sangre es el plasma, un líquido amarillento que constituye algo más de la mitad del volumen sanguíneo. Está compuesta por agua en un 90%, con gran cantidad de sales minerales disueltas, de las que la más abundante es el cloruro de sodio, indispensable para el desarrollo de numerosos procesos fisicoquímicos importantes para la economía del organismo. Además de sales, la sangre transporta sustancias nutritivas y de desecho que son paulatinamente asimiladas o eliminadas según las vías ya descritas, y las sustancias producidas por las glándulas de secreción interna, las hormonas. Por último, la sangre contiene algunas proteínas, entre las cuales se encuentra el fibrinógeno, una sustancia que en contacto con el medio externo se transforma en fibrina y constituya una especie de red que envuelve los elementos celulares en la masa gelatinosa del coágulo. El líquido ligeramente opalino que queda cuando se eliminan las proteínas del plasma es el suero.