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Evangelización. Entre los misteriosos caminos por los que llegó la palabra de Dios a los hombres y tierras de P.

están, en primer término, una serie de


hombres abatidos por la desgracia; son náufragos o desterrados que constreñidos por las circunstancias conviven con los indios, confraternizan con ellos y
adquieren los dos grandes instrumentos para hacer posible la evangelización: el conocimiento de su lengua y de su cultura. Entre estos precursores del
cristianismo se encuentra Juan Salazar de Espinosa, gracias al cual se radica definitivamente la primera ciudad de la región. La erección de Asunción (15 ag.
1537) se debe al «tovayazgo», pacto mediante el cual los españoles se vinculaban familiarmente con los guaraníes.

Los primeros frailes que tomaron parte en la expedición conquistadora de Pedro de Mendoza pertenecían a las órdenes de la Merced y S. Jerónimo.
Figuraban también varios clérigos seculares. La evangelización comenzó por las mujeres indígenas que, legítima o ilegítimamente, se unieron a los
españoles, siguiéndoles los hijos mestizos, que pronto formaron el principal núcleo cristiano paraguayo, pues en 1545 ya eran 600.

Hasta 1555, en que se establece la encomienda, el indio es aliado del castellano, y su cristianización se efectúa asistemáticamente, encargándose de ella
los clérigos y frailes que atienden a los españoles. Con la encomienda debía comenzar la evangelización sistemática pero, sin embargo, no fue así por las
tensiones que desencadenó entre los indios el paso de aliado a criado, manifestadas en resistencias activas y pasivas. Asimismo dificultó la propagación de la
fe la escisión de los españoles en leales al gran indigenista Álvar Núñez Cabeza de Vaca (v.) y tumultuarios o partidarios de Domingo Martínez de Irala (v.).
Los mismos obispos se vieron envueltos en estas conmociones hasta que ocupó la mitra fray Martín Ignacio de Loyola, que estableció, por medio del Sínodo
de Asunción y las ordenanzas civiles del gran gobernador Hernandarias de Saavedra, la cristianización sistemática que ya habían comenzado los
franciscanos, entre los que destacó la insigne santidad de fray Luis de Bolaños. Las reducciones franciscanas comenzaron en 1580, al fundarse Los Altos, y
prosiguieron con Ita en 1585, Yaguarón, 1586, y S. José de Caazapá en 1607.

Los jesuitas se presentan en dos épocas: una y primera de 1587-1602 formando parte de la provincia del Perú, y de modo similar a los franciscanos
actuaron como misión volante, sin fundar misiones estables. El fin de ella acontece cuando el visitador Páez decide que la Compañía se retire por quedar muy
distante de su control. Sólo quedó, por estar enfermo, el P. Fields. En la segunda época, los jesuitas constituyeron provincia aparte, y su primer provincial,
Diego de Torres Bollo, le dio un nuevo carácter: la lucha contra la servidumbre personal de los indios. A ella obedece la formación de las misiones del
Paraná y Guairá que, comenzadas estas últimas en 1609, fueron destruidas por los portugueses ante la inoperancia del gobernador Céspedes Xaría,
trasladándose los habitantes de dos de ellas a las del Paraná, donde, habiendo obtenido armas de fuego, los indios pudieron derrotar a las bandearas
esclavistas en la batalla de Mbororé. A partir de entonces, la prosperidad reinó en las misiones de los guaraníes, pese a entrar en frecuente colisión con la
población blanca y mestiza de P., que no había perdido sus apetencias señoriales sobre los indios. Se crearon, como dos cristiandades distintas, la «República
de los Españoles» y la «República de los Indios». Esta última pervivió hasta su desaparición tras varios conflictos como la Revolución de los comuneros, la
guerra guaraní, la expulsión de los jesuitas y el cambio del régimen comunal, hasta entonces existente, por un librecambismo que produjo el abandono
indígena de sus misiones, proceso que se consuma con la guerra de la Independencia hispanoamericana.

Divisiones eclesiásticas. La primitiva diócesis de Asunción, creada por Paulo III en 1547 como sufragánea de Charcas y transferida en 1865 a la
provincia eclesiástica de Buenos Aires, fue elevada a la categoría de archidiócesis en 1929, al mismo tiempo que se erigían los obispados de Concepción y
Villarrica, sufragáneos suyos. En 1948 se fundó el vicariato apostólico del Chaco paraguayo y el del Pilcomayo a base de la prefectura apostólica creada en
1925, en territorios pertenecientes a Bolivia, que después de la guerra pasaron a P. En 1957 se erige la diócesis de S. Juan Bautista de las Misiones y se crea
la prelatura nullius de Encarnación. La prelatura de Caacupé fue creada en 1960, en 1961 lo fue la de Coronel Oviedo y en 1968 la de Alto Paraná. Caacupé
fue elevada a diócesis en 1967. Los datos estadísticos de todas estas circunscripciones, según Ann. Pont. 1973, se resumen en el cuadro de pie de página.

Relaciones entre el Estado y la Iglesia. Durante el periodo español fueron muchas las injerencias del Estado en materias eclesiásticas y de la Iglesia en
problemas políticos, siendo buen ejemplo de ello la prohibición del gobernador Cabeza de Vaca a los franciscanos Armenta y Lebrón para retornar a sus
misiones de Mbiaja, y el encarcelamiento del gobernador interino Felipe de Cáceres por parte del obispo Pedro Fernández de la Torre. Estos hechos
matizaron desde un principio las subsiguientes turbulencias que en P. se agudizaron debido a la campaña social llevada a cabo por los jesuitas en sus
misiones, a favor de los indios y en detrimento de los encomenderos españoles y los esclavistas portugueses. Fue tal la importancia que alcanzaron que puede
decirse que llenaron la historia de P. por más de dos siglos, siendo los más significativos los conflictos con el obispo Cárdenas originados en una pugna
personal entre él y el gobernador, que acabó en enfrentamiento entre jesuitas y franciscanos por distinta manera de interpretar el Evangelio; los tumultos en
tiempos del gobernador Antequera, que degeneraron en guerra civil entre indios y criollos; y el tratado de 1750, que, pretendiendo establecer definitivamente
los límites entre los territorios ultramarinos de España y Portugal y con ellos la paz en el Río de la Plata, desencadenó la muerte en campos de Caaybate,
dejando sin resolver el problema. La grandeza de P. se debe a los periodos en que fueron de acuerdo el poder temporal y el espiritual, dando lugar al
esplendoroso auge experimentado en tiempos de Hernandarias y a la magnificencia de las doctrinas guaraníes.

Durante la segunda mitad del S. XVIII, tras la expulsión de los jesuitas, se pierde el equilibrio entre Estado e Iglesia, siendo ésta atenazada por aquél,
situación que continúa con la independencia. Durante el periodo del Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia (v.; 1814-40), la Iglesia tuvo que sufrir larga y
constante persecución. Dominicos, franciscanos y mercedarios fueron extinguidos, convirtiéndose en cuarteles sus conventos. Se suprimió el cabildo, se cerró
el seminario y se privó de autoridad al prelado. El presidente López no permitió congregaciones religiosas, pero contribuyó a levantar la Iglesia de su
postración, entablando relaciones con la Santa Sede; construyó iglesias y no permitió la tolerancia de cultos. La guerra de la Triple Alianza (v.) motivó
desastrosas consecuencias a la Iglesia, al ser diezmado su clero, deshechas las familias y enseñoreada la inmoralidad. La situación mejoró cuando se encargó
como administrador apostólico al presbítero paraguayo Manuel Vicente Moreno. Comenzó a funcionar el seminario bajo la dirección de los paúles,
reorganizándose la devastada Iglesia, en la cual persistía el sistema de patronato, que reservaba al Gobierno la facultad de visar las disposiciones pontificias.
La actitud del episcopado hizo que el Estado no pusiese dificultades en la elección de los obispos ni en la vigencia de las directrices pontificias. La
constitución de 1967 ha suprimido el patronato, admitiendo un régimen concordatario.

Estructura religiosa. Mientras que en las diócesis y prelaturas la organización es parroquial, los vicariatos apostólicos constan de cuasi parroquias y
puestos de misión. Es distinto el método empleado en las parroquias y en los campos, estos últimos poco poblados a causa de las grandes distancias.

Las órdenes y congregaciones religiosas masculinas que ejercen su apostolado en P. son: los redentoristas, hermanos menores, servidores de la Caridad,
jesuitas, salesianos, sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús, oblatos de María Inmaculada, terciarios regulares de S. Francisco y padres misioneros del
Verbo Divino. Entre las femeninas, las hermanas de S. Vicente de Paúl, hermanas de la Compañía de S. Teresa, hijas de María Auxiliadora (salesianas),
Congregación de los hermanos terciarios, misioneras dominicas, hermanas educadoras franciscanas, hermanas de la Caridad de Zagreb, hermanas de la
Caridad de Nuestra Señora del Huerto, hermanas salesianas del Sagrado Corazón de Jesús, hijas de la Misericordia, Congregación de Nuestra Señora de la
Caridad del Buen Pastor, hermanas misioneras catequistas de Cristo Rey, carmelitas descalzas de la Encarnación de S. Teresa del Niño Jesús, hermanas de la
Inmaculada Concepción, siervas del S. Sacramento y hermanas franciscanas de la Inmaculada Concepción. La formación religiosa está a cargo del Centro
Catequista de Asunción; como obras de apostolado laical, se pueden mencionar la Federación de médicos católicos, de abogados, etc., la Acción Católica, los
Cursos Superiores de instrucción religiosa, etc. Existen colegios y escuelas católicas en todas las ciudades del país, para muchachos de ambos sexos. La
Univ. Católica de Nuestra Señora de la Asunción está constituida por las Facultades de Derecho, Filosofía y un Inst. Superior de Contabilidad y
Administración, así como otros institutos en Villarrica, Concepción y Encarnación.

Confesiones no católicas. Los comunidades protestantes existentes irradian sobre P. desde el país vecino, Argentina, como ocurre en los baptistas (v.) de
la Southern Baptist Convention. Los mennonitas se establecieron en P. en 1930; el Ejército de Salvación (v.) se organizó en 1910, y en la United Christian
Missionary Society lo hizo en 1920. A pesar de que los protestantes están en P. desde hace un siglo, solamente al principio del actual comienzan a tener
verdaderos grupos constituidos. El movimiento de evangelización protestante en P. tuvo su momento más importante después de la II Guerra mundial; luego
de una cierta depresión, volvió a adquirir nueva vitalidad en 1956. Las confesiones mencionadas poseen en su conjunto 300 lugares de culto, 40.000
miembros de los que 10.000 son considerados como practicantes, 9.000 ministros autóctonos y 200 misioneros extranjeros.

La religión oficial del Estado es la católica, pero se toleran otras confesiones. La Constitución de 1940 estipulaba que el presidente de la República había
de ser católico.
Franciscanos en Paraguay
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[editar] Franciscanos en el Paraguay
La Orden de San Francisco de Asís, aprobada en el año 1212 por el Papa Inocencio III, revolucionó el mundo con su pobreza y sencillez
evangélicas.
Su presencia en América fue la más numerosa y una de las más eficaces en la evangelización de las nuevas tierras descubiertas por los
europeos. Los franciscanos llegaron al Paraguay en la segunda mitad del Siglo XVI.
Uno de los grandes misioneros de esa orden fue el padre Alonso de San Buenaventura que es el verdadero apóstol del Paraguay. Compañero
de Fray Luis de Bolaños, trajo a esta parte de América hasta 66 misioneros; entre ellos: los padres Martín Ignacio de Loyola, sobrino del
fundador de los jesuitas, y Luis de Bolaños.
El franciscano Luís de Bolaños se destacó por crear la “reducciones”, que tan famoso habrían de hacer después a los jesuitas. Concibió la
idea de “reducir” a los nómadas pobladores de la región en comunidades fijas y estables. Así fundaron una extensa red de pueblos. No
utilizaron violencia sino persuasión. Con humildad, aprendiendo el idioma y comiendo los mismos frutos y la misma caza que los
guaraníes, se ganaron su confianza.
En las reducciones se producía algodón, tabaco, yerba mate y otros rubros. El adoctrinamiento en Guaraní fue posible a partir de los
estudios Lingüísticos de Bolaños la reducción a escritura de la lengua Guaraní, y traducción de oraciones y del catecismo aprobado por el
Concilio de Lima en 1583.
Los Franciscanos y el patrimonio cultural religioso del Paraguay
Los primeros misioneros franciscanos no sólo evangelizaron a la población nativa, sino dieron a al identidad paraguaya un perfil propio, en
una suerte de mestizaje cultural, como convergencia de lo hispánico con lo indígena.
La gran influencia de los franciscanos si hizo sentir en 1603, cuando fue convidado el Primer Sínodo de Obispos del Río de la Plata, en
Asunción, por Fray Martín Ignacio de Loyola.
Allí fue aprobado el “Catecismo Breve”, la traducción al Guaraní del Catecismo de Lima (1583) hecha Bolaños, y se ordenó su uso para la
enseñanza de la doctrina cristiana. Con su sistema de Reducciones abiertas, en comunicación con las organizaciones dependientes de la
Corona Española, el trabajo de los franciscanos tuvo un excepcional resultado. Muchos de los pueblos originalmente Franciscanos
conservan hoy no sólo aquella esencia colonial en la que el cántaro de agua fresca en el portón de la casa es una de las tradicionales más
propias, sino también en la afición a imágenes talladas que son obras de arte de excepcional valor y belleza.
Hoy esas imágenes son componentes del patrimonio cultural religioso del Paraguay, en el estilo llamado Barroco Hispano-Guaraní. Los
magníficos retablos de Yaguarón, Atyra, Tobatí y Piribebuy, que datan casi todos del siglo XVIII, las tallas de imágenes sacras y los
exquisitos púlpitos que se encuentran en Capiatá,Valenzuela, Altos y otras localidades, son los elementos visuales de incomparable valor
que testimonian la presencia franciscana en el Paraguay.
Poco se sabe de los artistas que trabajaron en la creación de tan preciosas obras, sólo conoce el nombre de Souza Cavadas, un portugués que
realizó las magnificas tallas que están en las iglesias de Yaguarón, Capiatá y Santísima Trinidad (Asunción).
Los franciscanos entendieron también que el clima exigía construcciones simples y practicas, adoptado en su arquitectura un sistema de
corredores laterales, como espacio de transición entre el interior y el exterior, y como refugio de las lluvias y del ardiente sol. Ese estilo está
presente en el templo de Yaguarón, un sencillo edifico en el que el exterior de maravillosas imágenes austero contrasta con profusión de
dorados. Muchos de los pueblos del Paraguay todavía mantiene el plano urbanístico de las reducciones franciscanas con la iglesia aislada en
la plaza y las tiras de casa., con corredores externos e internos, en torno de ella.
[editar] Fray Luis de Bolaños
Nació en España en el año 1550.
En el año 1575, llega a la ciudad de Asunción, siendo todavía un diácono
En el año 1585 fue ordenado Sacerdote.
Durante más de 50 años se consagró a la evangelización de los indios guaraníes.
En el año 1629, murió en la ciudad de Buenos Aires.
Él, como ninguno, conoció la geografía del Paraguay.
[editar] La Leyenda del Ycuá Bolaños
En la ciudad de Caazapá, capital del VI Departamento de Caazapá, situado a 236 km de la ciudad de Asunción, Paraguay. En esta ciudad se
dice que quien bebe de las aguas del Ycuá Bolaños (Ycuá significa manantial) o “Fuente de Bolaños” siempre regresará a esa ciudad.
Según la historia popular, Bolaños y sus seguidores estaban a punto de perecer de sed hasta que el fraile, después de invocaciones a Dios,
clavó una estaca en el suelo reseco y de allí brotó súbitamente un manantial de agua dulce y clara.
El tiempo no ha podido menguar el caudal del Ycuá Bolaños, que se encuentra en las afueras de la ciudad y hasta hoy sigue “hechizando” a
todos los visitantes que beben de sus aguas.
[editar] Museo Diocesano
Este Museo se encuentra a un costado de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de Asunción. Tiene por nombre “Juan Sinforiano Bogarín”
.
Cuenta con magnificas tallas franciscanas de diversos orígenes como Guarambaré, Villeta y Yuty. Cobijó durante varios años al altar de
Ypané, hoy devuelto a su ciudad de origen. El Museo puede ser visitado por la mañana de lunes a sábado.
[editar] Altos
Primera reducción guaranítica del Paraguay y del Río de la Plata. Fue fundada en el año 1580 por Fray Luis de Bolaños junto con Fray
Alonso de Buenaventura.
Ofrece la configuración de su estructura urbana, edificaciones del Siglo XIX y el retablo e imagenería policromada del Siglo XVII.
[editar] Atyrá
Su nombre original es “ aty-há” (sitio de reunión o asamblea). Entre sus joyas franciscanas figuran los retablos policromados, notables
imágenes, un elegante púlpito y el sarcófago policromado de uso en la Semana Santa.
[editar] Ciudad de Yaguarón
Fue una de las primeras reducciones franciscanas del Paraguay y del Río de la Plata. Su fundación data del año 1587, obra de Fray Luis
Bolaños y su compañero Alonso de San Buenaventura, cuando reunieron 500 familias indígenas en esta reducción.
El actual templo de Yaguarón, cuya construcción se ha iniciado en el año 1755 y su terminación ha sido en el año 1772, es posterior a la
salida de los Franciscanos, pero debido a que quedaron sus talleres artesanales, en donde se siguieron formando los pobladores, éstos
colaboraron en la construcción del templo, retablos e imágenes sagradas. La Iglesia de San Buenaventura está considerada como una de las
obras de arte más valiosas del Paraguay, en él se pueden observar impresionantes tallas del siglo XVIII, tales como los finos retablos hechos
por Souza Cavadas, se conservan el pórtico columnado, un magnifico púlpito y un confesionario tallado en madera.
[editar] Otros atractivos de esta Ciudad
En la ciudad de Yaguarón podemos visitar también el Museo Gaspar Rodríguez de Francia y el Cerro Yaguarón, considerados una de las
estaciones del Tapé Avirú. En el día de su Santo Patrono San Buenaventura, el día 15 de julio, se hacen grandes fiestas populares. Es muy
recomendable participar en esta ciudad de las celebraciones de la Semana Santa.

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