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64 puertas

Gabriel Solís

64 puertas
I

“No veo nada más allá de la puerta, ¿por qué debo


Créditos
entrar?, respondió Manjushri…””

Las citas de las páginas 5, 25 y 57 son del libro La flauta de hierro:


recopilación de 100 koans zen. De Nyogen Senzaki y Ruth
Strout McCandles. Traducción Carola García Diaz. Editorial
Edaf, España, 2001.
Mi trabajo

Cuatro paredes.
Una puerta.
Una mesa con su silla.
Una cama en un rincón y una mesa de luz, sin luz.
La cocina, apenas un pasillo.
El baño, sucio.
Detrás de la ventana un balcón, tan horrible como todo lo demás, da a
otras tres ventanas de paredes grises y a otros tantos balcones desconoci-
dos. Hacia arriba el límite es un rectángulo celeste. Hacia abajo, a cuatro
pisos de distancia, un rectángulo negro oficia de límite terrestre.
El único adorno: una mancha negroverdosa en la pared. ¿Humedad? Puede
ser... un lugar triste. Un habitante apático. Amargado diría la mayoría; pero
a él no le afecta en lo más mínimo lo que opine la mayoría, o la minoría.
En la heladera... un morrón... amocosado... un recipiente plástico cuyo
contenido, ya indescifrable, tiene olor a perro mojado (o muerto).
Una cucaracha con total impunidad muestra su caparazón, paseándose
tranquilamente por la mesada, yendo de la cocina hasta la pileta; de la
grasa a los platos roñosos.
Él no está. Pero viene.
A las 19:31:35 va a poner la llave en la puerta y va a entrar. La luz va a
estar apagada, como siempre. La ventana del balcón va a estar abierta (de
eso me encargo yo). Él se va a sacar los zapatos y el abrigo... lo va a tirar
sobre la cama... entonces... entonces... va a acercarse a la cocina y se va a
servir un vaso de agua, mitad de la heladera, mitad de la canilla porque si
está muy fría le hace doler los dientes. Después va a querer dejarlo sobre
la mesa que está cerca del balcón.
Listo. Es ahí. La silla va acá.
Cuando venga con el agua se va a golpear el dedo chiquito y se le va a
caer el vaso. Va a pisar un vidrio y resbalando con el agua y su propia
sangre va a caer por el balcón, va a golpear con el hombro derecho en la Los inmortales “la mina”
baranda del piso de abajo, va a dar una vuelta y a morir cuando su cabeza
estalle en el patio interno.
Son las 19:22:05 y el trabajo está hecho.
Salgo del lugar y tomo el ascensor del 4º piso a la planta baja.
19:24:28 Estoy en la calle.
Camino hasta la esquina y lo veo en la vereda de enfrente. Justo a tiem-
po. El semáforo está en rojo. Él va a esperar a que se ponga en verde y va
a cruzar. Está escrito desde el inicio de los tiempos, ese es su destino.
19:24:35 Un colectivo frena para dejar pasajero. ¿Cuánto tiempo habrá pasado? Imposible saberlo. En la cerrada oscu-
¡¿Qué está haciendo?! ¡Está cruzando en rojo! ¡No puede ser! Mira y ridad no hay manera de que pueda calcularlo. ¿Seguirá transcurriendo o
no ve ningún auto. Pasa por delante del colectivo sin volver a mirar. No ve todo estará detenido, inmóvil como él en su prisión?
al taxi que se aproxima, el taxista no ve al peatón que se le cruza. Antes era sencillo. El ir y venir constante de los mineros. Los rostros
Ya terminó. Un taxi hizo mi trabajo. que se repetían rítmicamente, al entrar y salir del túnel con sus linternas
El fantasma se me acerca, dice que no me conoce, que no tiene nada en en la frente marcando inicio y el fin de los días. Siempre lo alimentaban a
mi contra y con una sonrisa irónica agrega: “Perdón, pero siempre fui la misma hora y el farol eléctrico a batería se apagaba al irse el último
partidario del libre albedrío”. minero. Entonces, cuando el ruido incesante de los picos y las palas dejaba
espacio al silencio y las voces se iban alejando, él despacito comenzaba su
canción; tímidamente para luego ir increscendo hasta que alguno de sus
hermanos, prisioneros también, se acoplaba con el eco gutural de las pie-
dras. Luego, la oscuridad. Luego, el silencio de canciones, de picos, palas y
voces; Y en el silencio el lento martillo de las gotas plup... plup... plup...
miles de veces siempre igual, monótono, monocorde, infinito como la so-
ledad y la negrura que se filtraban entre las rejas de su jaula.
Otro día más y la luz del farol que vuelve a encenderse. Otro día. O el
mismo otra vez. O el anterior repetido ya tres veces.
Ahora sólo hay oscuridad. Ya no hay mineros, o sí los hay pero ya no
se mueven ni conversan.
Es difícil ya recordar el día en que el tiempo empezó a detenerse. Co-
menzó como todos los demás: La sirena aulló y su helada voz volvió a
arrastrar a los hombres hacia lo profundo de los túneles. Charlas, bromas,
picos y palas de nuevo llenaban el lugar, el alimento y el agua se renova-
ron en su prisión, y como siempre él cantó en compensación. Cada tanto,
el ritmo de los brazos marchaba al unísono y entre golpe y golpe escucha-
ba la voz de sus hermanos. De pronto algo cambió. Un hombre bostezó.
Y otro más. Un tercero sintió que los ojos le pesaban; mientras, el prime-
ro erraba el golpe en la piedra y perdiendo el equilibrio daba con el casco
en la tierra. Fue entonces que la alarma corrió de boca en boca: ¡Gas!
¡Larguen todo y salgan! Gritaban y se atropellaban tratando de huir, pero Puerta de metal
entre más se agitaban, más veneno entraba a sus pulmones. Uno por uno
cayeron para siempre. Los cobardes que trataron de salir antes y los va-
lientes que quisieron ayudar a los rezagados. Uno por uno se durmieron
para siempre.
Las luces quedaron encendidas y fueron menguando en intensidad. Pri-
mero, los faroles dejaron de alumbrar los cuerpos que empezaban a
hincharse y a apestar el ya viciado aire de la mina. Poco a poco la sombra
se adueñó de las luces de los cascos, que ya no mostraron el horror de los
gusanos. Por alguna extraña razón había adquirido la estúpida costumbre de
Ahora. bajar del tren en movimiento en la primera puerta cerca de la locomotora,
Silencio. Oscuridad. Hambre y Sed. Ojos abiertos a la nada. Gargan- para luego emprender una carrera que me asegurara pasar delante del tren
tas que ya no cantan. Tristeza y culpa. Mucha culpa. Culpa rompiendo antes de que el mismo arrancara. Era algo entretenido y me garantizaba
los sentidos. Culpa de él y sus hermanos. Quizá esté bien así, y están llegar a tiempo al colegio (porque siempre iba con el tiempo justo). No
pagando con eternidad la eternidad que han recibido. Pero... ¿Por qué? recuerdo cuántas veces lo hice, pero recuerdo la última.
¿Por qué debían morir ellos y no los hombres? ¿Y qué culpa le cabe a un La noche anterior había llovido y por la mañana una fina garúa molesta-
inmortal por ser quién es? ¿Qué puede hacer un canario si morir le está ba más que mojaba. Mi hermana y yo desayunamos a las apuradas y antes
vedado? de salir me puse unas gastadas botas blancas de goma que, me parece,
había heredado de algún pariente. Como no podía ser de otra manera co-
rrimos el tren y nos subimos sin boleto. Caminamos hasta el primer vagón
y me puse en la puerta, a lo que mi hermana objetó “te vas a caer boludo”,
pero los hombres (boludos) nos reímos del peligro. El tren empezó a
desacelerar al entrar en la siguiente estación y me aferré al pasamanos
(como dice la canción), salté apenas el tren se detuvo completamente y co-
rrí... más bien troté hasta la punta de la estación, digamos unos 30 metros,
donde se encontraba el paso a nivel que debía cruzar girando a la derecha.
Giré... o traté de girar (porque en ese momento todo se puso confuso y
lo que “recuerdo” ahora es una mezcla de mi memoria y los relatos de
quienes me sacaron de la vía). Recuerdo una mancha borrosa diciéndome
que me levantase.
Recuerdo la bocina del tren, lejana y muy grave.
Recuerdo la luz del tren, y recuerdo que me molestaba (mi hermana me
contó que le pedí que la apague porque quería dormir un rato más).
También recuerdo que en un momento entendí que estaba en la esta-
ción, que me había caído y mi cabeza fue lo primero en tocar el suelo.
Aterricé con el parietal derecho sobre el riel y todo fue un chispazo y una
luz que se apaga. Yo no era yo, yo no estaba ahí, estaba en otro lado
demasiado lejos de mi cuerpo, demasiado adentro de mí mismo.
Cuando lograron levantarme todavía me encontraba muy aturdido. Universo
Quería seguir caminando para cruzar la vía; porque, según mi percepción,
el tren estaba lejos, muy lejos. Cuando terminé de reaccionar en la salita
de primeros auxilios, dos horas después, me enteré de que faltaron dos
metros para que el tren me pisara.

Era raro. Algo andaba mal, o eso le parecía. Ya hacía tiempo se había
acostumbrado al monótono “tu tum tu tum” que era su compañía desde
siempre. Tampoco lo sorprendían los cambios periódicos en la presión a
su alrededor, apretaba, aflojaba, apretaba y aflojaba otra vez. Siempre fue
así. Pero cada vez apretaba más y cada vez aflojaba menos, hasta daba la
impresión de que trataban de aplastar su cuerpo. Por momentos se acele-
raba el ciclo de apretar y aflojar, eso le daba miedo o era divertido a veces,
no sabía por qué.
Pero algo estaba cambiando. Era difícil de explicar, como todo lo
que se siente por primera vez. Como si le doliera estar ahí, como si ya
no fuera ese su lugar. Pero ahí estuvo siempre, no existía otro lugar a
donde ir. Y sin embargo dolía, ¿qué podía hacer? Y una idea iluminó su
mente, era algo desesperado, pero tenía que intentar. Con todas sus
fuerzas trató de hacerse más grande, nunca lo había intentado antes y
lo que pudiera pasar le preocupaba y lo llenaba de temor. Aun así te-
nía la seguridad de que si no lo intentaba sería aplastado por el universo
que lo rodeaba. Necesitaba hacerse más grande para que todo fuera
más grande.
No tardó en descubrir que si utilizaba sus piernas podía hacer más
fuerza y obtener mejores resultados. Empujó con todas sus fuerzas, una
vez. El “tu tum tu tum” se hizo ensordecedor por unos instantes, y el ciclo
de apretar y aflojar se volvió casi frenético. Le quedaba poco tiempo, el
aplastamiento era inminente. ¿Qué hacer? Si empujaba más podía empeo-
rar las cosas, pero si no lo hacía no tenía oportunidad de sobrevivir.
Tomó coraje y empujó otra vez, con más fuerza. Algo nuevo pasó en-
tonces, un ruido muy fuerte. Antes había escuchado otros parecidos, pero
este no era suave como los anteriores, este lo inquietó mucho. Decidió que
debía empujar más seguido... y lo hizo. Otra vez ocurrió algo nuevo: el
universo empujaba también.
Él quería irse. Y el universo quería que se fuera. Era triste y alegre a la Doctor
vez, pero por sobre todas las cosas era inexplicable.
El universo empujaba sus piernas al tiempo que sus piernas rechaza-
ban al universo, y de pronto el frío apareció por primera vez en su vida...
pero el frío no venía del universo y le dio miedo. Le dio mucho miedo el
frío. Comenzó en su cabeza, primero solo en el ápice, pero siguió reco-
rriendo su cuerpo. La frente sentía frío ahora, al igual que las orejas.
¡Los ojos!
¿Qué le pasaba a sus ojos? ¿Le dolían? ¿Por qué? ¿Y qué eran esas
manchas moviéndose? Una hora en la sala de espera y dijeron mi nombre...
Luz, sombra, luz. Todo era novedad, no era así en el universo. –Buenas tardes doctor.
Ruido, ruido. Y ahora el frío muerde hasta la cintura. No quiere empu- –Buenas tardes –entro al consultorio y estrecho su mano, estoy nervio-
jar. Todo es frío y los ojos no sirven más, hay manchas por todos lados... so– usted dirá, ¿qué lo trae por aquí?
¡Y se mueven! –Es complicado de explicar... en realidad no sabría cómo hacerlo...
Algo apresa sus piernas y las sostiene fuertemente. Es una de las man- –A ver, tranquilícese y comience por donde mejor le parezca, siéntese
chas. ¡Y hay otra mancha en el lugar en donde antes estaba el universo! aquí –me indica una camilla negra forrada en plástico y cubierta a medias
¡DOLOR! por una sábana blanca–
Grita del dolor que le provoca la mancha de las piernas... grita con to- –Es que en realidad no sé si estoy enfermo... y no me duele nada...
das sus fuerzas para que el universo escuche y se apiade. Grita y cuando –¿Y entonces?
abre la boca el frío se le mente en el pecho. Nunca había abierto la boca –Me salió un eclipse.
antes. Y todavía no sabía si le gustaba o no el frío en sus pulmones. –¿Cómo dice?
Una de las manchas hizo un ruido raro... esunvarón... –Sí, un eclipse... acá en el omóplato derecho.
¿Qué es esunvarón? Se preguntó mientras una de las manchas lo envol- –Pero... esto parece grave... cuando paso?
vía con algo, era suave y lo protegía del frío, pero no era como el universo. –El sábado a la tarde.
La misma mancha quitó lo poco que quedaba del universo en su piel. Eso –mmm... estas cosas es mejor agarrarlas con tiempo, pero no se pre-
lo asustó más ¿Cómo iba a encontrar ahora su universo? Luego la mancha ocupe...
lo acercó a otra, la que estaba en el lugar del universo, y lo puso encima de me pone el estetoscopio en la zona y me pide que diga algo brillante. –
ella. Y algo extraño le pasó: le parecía escuchar el mismo “tu tum tu tum” ¿Una idea doctor?
que en el universo, pero el ciclo de apretar y aflojar había cambiado, ahora –Sí, cualquier cosa.
era subir y bajar, pero era el mismo. Nunca había tenido nada en su boca, –No se me ocurre nada.
y dudó en abrirla en el primer contacto, pero era suave y parecía bueno lo –Diga: lamparita.
que la acariciaba. Abrió un poco los labios y la caricia se introdujo entre –Lam***ita.
ellos. Presionó, como si de algún modo supiera que eso era lo que debía –Diga: reflector.
hacer, y sintió el líquido que fluía desde el universo hacia su interior. –Ref*****r.
De alguna manera el universo había cambiado, pero seguía siendo el –Sol.
universo. –***.
Supo que era el principio y no estaba seguro de lo que iba a pasar, pero –mmm...
estaba muy cansado para preocuparse. –¿Estoy mal?
–Sería apresurado decirlo ahora, en principio no estoy seguro de que Cuando me subí
sea un eclipse... a ver párese frente a la ventana.
Me dirijo a la ventana y la l*z del *** no llega a tocarme a pesar de
estar directamente en su camino.
–Despreocúpese –dice el doctor– no es un eclipse.
–¿Que tengo entonces?
–Nada, simplemente está usando la sombra al revés.

Titilando gris sobre un fondo amarillo fluorescente había una de las


más increíbles manifestaciones de creencia en contra del libre albedrío:

INDIQUE SU DESTINO AL CHOFER

Al principio dude... pensé en bajarme, pero el 0,0025% de sangre gitana


que corre por mis venas (a la vuelta, porque de ida va por las arterias) me
impidió hacerlo, y en lugar de eso miré fijamente al conductor y le advertí
que su vida transcurriría sin mayores sobresaltos, que llegaría a viejo ro-
deado de sus bisnietos y de a ratos sería feliz (como casi todo el mundo),
pero que se cuidara de la mujer rubia que iba a subir un domingo a las tres
de la tarde con un vestido rojo.
El tipo marcó $0.75 y no me dijo nada.
Asesino su abrazo. ¿Por dónde? Se distrajo pensando, visualizando in mente la
atroz escena del asesinato y sin darse cuenta aminoró la presión de su
mano. ¿Por do… –¡Auuuch! ¡Ay puta mala puta puta!– Ella aprovecho la
distracción y mordió con todas sus fuerzas; él la soltó –¡Ahhh! ¡Mi
manoooo!–
Correr. Sí, quiso correr, pero no llegó muy lejos. Él le cerró el paso y
de nuevo la atrapó. ¿Alguien habría escuchado? Mejor hacerlo rápido an-
tes de que llegue. No hay tiempo para hacerla sufrir. –Lástima, pero igual
vas a ver.
Mil formas de morir ¿Cómo podría decidirse por una? Millones de dis- La arrojó con fuerza hacia el piso.
tintas maneras de matar, una más cruel que la otra, una más dolorosa que Atontada. No sabía adónde estaba, no entendía qué estaba pasando.
la anterior. ¿Es justo que solo pueda elegir una? mmm… ¡Qué delicia! Una Trató de moverse, de levantarse y caminar.
vida tan frágil, indefensa, depende de su decisión; es fascinante. Poder. Sí, – ¿Te querés ir? ¡Qué penita que no podes!
mucho poder. Ya se orientaba, sus miembros comenzaban a responder y su cabeza a
–¿Y ahora qué vas a hacer? –disfruta mirando a su futura víctima impo- coordinar un último intento de huida.
sibilitada de toda defensa o escape– nada, no vas a hacer nada, nada jajajaja…. Último porque él la dejó avanzar un paso. Otro. Otro más y se puso
Ella trata de liberarse pero su captor es demasiado grande, demasiado de pie. Otro más y elevó su pie derecho. Otro más y su pie bajó con
fuerte como para que sus esfuerzos rindan algún fruto. ¿Por qué? ¿Por qué fuerza, rompiendo articulaciones y quebrando el esqueleto, triturando y
no había escuchado? De haberlo hecho nada de esto le estaría pasando. Pero, aplastando.
¿cómo iba a saber? –No importa –dice para sí misma– ya no importa nada. Ya está, ahora a atrapar otra más.
Ya todo está dispuesto, todo listo para matarla. Solamente falta lo más
difícil.
No, lo más difícil no es «juntar el valor para matar», lo más difícil es
elegir la manera más sádica de todas.
¿Electrocutarla? Parece tentador. Cada una de sus células destruidas
por la electricidad. Dolor penetrando cada parte del cuerpo, paralizándo-
lo, haciéndolo vibrar, quemándolo desde adentro. Quemándolo…
¿Quemarla? ¡Sí! Bañarla en combustible, dejándola empapada y después:
¡Pfshhh! Un solo fósforo y listo. La danza luminosa de la muerte, él había
inventado el nombre, una tormenta de llamas envolviendo un cuerpo en
frenética agonía. No, dura muy poco, apenas unos segundos y después
solo queda un cadáver consumiéndose en el suelo. No hay que apresurar-
se. Hay tiempo, lo mejor es ir parte por parte… parte… por… parte. Sííí,
primero hay que sujetarla bien para que no se pueda mover ni luchar.
Después muy despacito hay que empezar estirarle los miembros, uno a
uno hasta arrancarlos del cuerpo.
Ya está decidido, va a ser un descuartizamiento. Pero… ¿Por dónde
empezar? La tenía inmovilizada y ella casi no forcejeaba para liberarse de
Puerta de agua Es verdad

Recuerdo el sol. Su reflejo bailaba en la superficie del agua. Se descom- Hay un artista que dibuja con tiza en la vía pública. Tiene su propio
ponía en miles y miles de pequeños soles infinitos. Recuerdo los dibujos programa en el cable, viaja por todo el mundo haciendo sus dibujos y es
en mi piel, luz y sombra modificándose entre sí una y otra vez. Recuerdo muy famoso. En cierta ocasión estaba dibujando en Los Ángeles, cuando
la soledad, la paz, el silencio y el azul extendiéndose cada vez más a mi se le acercó una mujer y le regaló una “dona” gesto al que él respondió
alrededor, sobre mi cabeza y dentro de ella. No entendía muy bien de qué “gracias, es algo que jamás olvidaré”.
se trataba lo que me estaba pasando. Era una sensación extraña dejar que Es cierto esas cosas nunca se olvidan… y no es que uno sea un muerto
el agua hiciese ondular mis pensamientos. Y yo preguntándome “¿Y aho- de hambre, pero en determinados momentos esas cosas se te graban. Por
ra qué pasará?” “¿Dónde está el tiempo en este momento?”. Veía la gente ejemplo, todavía me acuerdo de Valeria.
a mi alrededor y eran como planetas lejanos, nadie sabía de mí, a nadie A fines del año 2000 había renunciado a mi trabajo en un hipermercado
podía tocar, a nadie podía hablar… estaban todos ahí, el que no estaba era y comencé a trabajar en una remisería en Tortuguitas, eran más horas
yo. No estaba, era un fragmento más de azul, y mi pequeño cuerpo un pero también más dinero… con mi habitual buena fortuna resultó que la
reflejo más del sol. Jamás experimenté algo siquiera similar a saberme clausuraron a los dos meses.
inseparable. Fui uno con el sol, fui uno con la luz, fui uno con el agua y su Ya en enero encontré un maravilloso anuncio en el diario ¡Prometía
lejana superficie. ingresos por $2500! Así que me presenté. Fui entrevistado, seleccionado,
Me estaba yendo, eso lo sé ahora, y tal vez en esa efímera eternidad entrenado y pseudo-contratado, todo en una sola entrevista. La empresa
también lo supe. era una de esas que cambian de nombre con frecuencia y solo conserva-
Casi sin parpadear, casi apenas recordando lo que era respirar. ban la sigla. No recuerdo bien los nombres del supervisor ni de algunos
No sé decir cuánto tiempo antes del “demasiado tarde” sucedió. compañeros. Basta citar algunas partes de su currículum: Juan, que antes
No recuerdo quién fue, ni sé si le di las gracias. de dedicarse a eso hacía estafas con cheques. “El Turco”, que tenía una
Yo, a decir verdad estaba bien... muy cómodo en la sensación del agua, colección de monedas romanas robadas de no sé qué museo. Un tal Pe-
dejándome ir y venir, de hecho dejándome ir más que venir. dro… de Pedro solo recuerdo lo mal que me caía. El primer mes de trabajo
Estaba flotando muy suavemente y ya no quería luchar, muy cerca de fue en Chivilcoy, vendiendo cursos de computación casa por casa.
la superficie, muy abajo de la superficie. Viajábamos los lunes de madrugada y regresábamos los viernes por la
Lejos del borde y justo en el límite. noche. En ese tiempo vendí 3 cursos. Bastante bien para un novato. Nos
Alguien me vio. dieron dos días de descanso y me dijeron: “Bien Solís, venís a Río Grande
Alguien se acercó. con nosotros”.
Alguien sujetó mis enrulados cabellos y transformándolos en improvi- La gente de Río Grande es muy amable. En la mañana, cuando iba
sada cuerda me izó a la superficie y a la vida. timbre a timbre anunciando la buena nueva de los cursos como si fuese un
testigo de Bill Gates, los vecinos me saludaban y me ofrecían todo tipo de
hospitalidades. Había una vieja que siempre me estaba esperando en el funcionaba el bar. A las 5 subió una chica que se puso a ordenar las mesas
umbral con un platito de galletitas o bizcochuelo caseros. y las sillas, mientras yo escribía o dibujaba. Su tarea la fue acercando y
El trabajo era simple: por la mañana, recorrer una zona casa por casa cuando tuve que dejar la mesa me preguntó qué estaba haciendo ahí; le
buscando posibles clientes; al mediodía volver a las casas de los interesa- conté mis últimos dos meses y seguí en lo mío (nada). Estaba de espaldas
dos y por la noche, por tercera vez visitar a esos clientes, inscribirlos y a la barra del bar, así que no la vi acercarse con el café con leche y las
cobrarles la matrícula. Uno de esos mediodías una víctima, me invitó a medialunas hasta que los puso en la mesa. No creo que alguna vez me
almorzar un exquisito guiso de cordero. olvide de Valeria
A la semana de estar ahí me di cuenta de que no podía con el trabajo,
me parecía una estafa. De todos modos ya había vendido 8 cursos. Tarda-
ron dos semanas en descubrir que en vez de ir a realizar entrevistas
comerciales iba a pasear a conocer lugares y sobre todo personas.
Un sábado fui con la familia del almacenero a un picnic en el Cabo San
Pablo y hasta conocí el barco Desdémona, que estaba encallado desde
hacía 40 años, cuando el Capitán trató de hundirlo después de que la com-
pañía para la que trabajaba le ordenó abandonarlo y hundirlo con
tripulación y todo para cobrar el seguro, el relato dice que hizo bajar a
todos y antes de suicidarse le hizo un gran agujero al casco debajo de la
línea de flotación.
Me descu-despidieron un viernes durante el desayuno.
La acusación fue lapidaria: “estas dibujando entrevistas, ya no trabajas
con nosotros”. Perfecto junto mis cosas y me voy, dije. Eran las 8 de la
mañana cuando empecé a armar los bolsos después de un sánguche y un té.
A eso de las 9:30, cuando se disponían a salir a recorrer la zona de caza me
sacaron del departamento. Los supervisores también salían y como no tra-
bajaba más con ellos ya no era confiable. Me llevaron a la terminal de micros
y me dejaron ahí mientras iban al banco a sacar dinero para mi boleto. Cuando
volvieron a las 12, el micro ya había salido, y el próximo partía un día des-
pués. Decidieron que mis ventas alcanzaban para pagarme el viaje en avión
a Buenos Aires. Lamentablemente cuando llegamos al aeropuerto nos ente-
ramos de que el avión se había ido a las 11. Me dieron el boleto para el próximo
que salía a las doce de la noche y me dejaron en el aeropuerto.
Dijeron que no me podían dejar en la ciudad porque probablemente
usaría mis conocimientos para estafar a sus clientes, se ve que esas cosas
eran comunes en ese ambiente.
Ahí estaba yo, a miles de kilómetros de mi casa, sin nada en los bolsi-
llos, excepto por un par de pelusas, sin comida y a doce horas de mi vuelo.
Al principio no me importó mucho, pero a las cuatro de la tarde el
bagre empezó a picar. Estaba en el primer piso del aeropuerto, donde
Lo más jodido es el título

II

“eran como ladrones entrando a hurtadillas en una


1
casa vacía”
Fue muy extraño el caso del señor Pérez. El informe dice que fue de
causa natural, pero yo sé que Pérez falleció de palabras.

2
Los habitantes de la pequeña aldea de Hu–Gu–Ham pasan mucho tiem-
po decidiendo a dónde ir. No dan un solo paso antes de haber tomado una
decisión de la que no tengan que arrepentirse. Es que todos ellos saben
que los hombres nacemos con una cantidad determinada pasos para dar.
Saben que una vez que los hemos caminado todos, es hora de caminar en
otro mundo. En Occidente también es así, pero la gente camina porque sí y
a veces deben volver sobre sus pasos… por eso antes morían más jóvenes…
por suerte inventaron la bicicleta, y el automóvil.
Un hombre azul

Despertar a media noche siendo un hombre completamente azul puede


ser una experiencia abrumadora.
Frotar los párpados aun cerrados mientras se mueve la lengua en la
boca seca y pastosa para generar un poco de saliva. Respirar profundo y
entreabrir los ojos a la oscuridad de la habitación cerrada. Encender el
velador una y otra vez sin que ilumine. Levantar el azul cuerpo de la cama
y accionar la llave de la luz sin que se rompa la negrura de la noche. Reco-
rrer de memoria el camino hasta la cocina, tratando de no golpear los pies
descalzos, ahora azules.
Buscar los fósforos para encender la llama azul de la hornalla y preparar
unos amargos que acompañen el insomnio. Rascar con azules dedos los ca-
bellos también azules mientras se pregunta: ¿dónde mierda están los fósforos?
Hartarse y desandar el camino hasta la cama. Acostarse, azul, todavía con
ganas de unos mates. Y finalmente dormirse esperando el día.
Sí. Definitivamente despertar a media noche siendo un hombre com-
pletamente azul puede ser una experiencia abrumadora. Salvo que además
de azul se despierte uno ciego.
A veces Un punto rojo

A veces cuando me siento frente a mí, cuando de verdad me pongo a hablar Camino masticando lluvia y mi mente se inunda de imágenes violentas de
conmigo y no solamente a mirar lo que hay dentro de mi; cuando realmente cosas que se rompen, de palabras que se queman y de puertas que se agitan...
pongo todo mi ser sobre la mesa y con el oxidado cuchillo de la autocrítica en disfruto por un tiempo de este estado mental que me lleva a deshacerme de
la mano derecha y un farol a gas en la izquierda simplemente decido abrir en cargas excesivas. Hoy he dejado de preocuparme por tres cosas. Hoy he to-
dos mi cerebro y hacerme cargo de lo que detesto de mi: en esos momentos en mado tres decisiones. He cerrado tres puertas, he roto tres cosas y he quemado
verdad me siento atrapado por mis ganas de escapar. Hoy por ejemplo. tres palabras. Solo me queda este punto en medio del cerebro. Se pone blanco
a la luz del sol y entonces sonrío. A veces, si está nublado se vuelve de un color
azul grisáceo y me pongo un poco triste. Pero hoy se me ha puesto rojo y quiero
incendiar el mundo. De vez en cuando se siente bien ser un hijo de puta.
A veces también

Ni yo mismo me entiendo... No sé qué es lo que quiero, no sé qué es lo


que busco (o si de verdad me gustaría encontrarlo).
Pero sé que está muy cerca de tus ojos y tiene el mismo sabor que tu boca.
Policromático ¿Qué es esto?

Diversas sensaciones, estados de ánimo internos y externos en dialéctica Me siento raro... voy por la calle y siento estar unos centímetros más
constante. En diálogo continuo en conflicto y compromiso, conmigo y con alto que de costumbre, el cuerpo no me pesa. Esto se parece a un videoclip
el medio. de palito ortega, una estúpida felicidad me invade a cada paso que doy y no
Soy una esfera flotando en el vacío incomprensible, puedo dejar de sonreír; siento plenitud; siento completud; ¡¡¡¡Me siento
exhibo una blancura policromática invulnerable!!!! ¡Hoy podría salvar al mundo! ¿Qué me pasa? ¿Es amor
y en medio de una oscuridad amorfa corriendo por mis venas haciendo mis pasos más livianos? ¿Es amor esta
mi mente se reduce a un número infinito. sensación de levedad, de no pesar? Creo flotar y mis pies no tocan el suelo
Soy... voy caminando sobre una alfombra de algodón. Miro hacia abajo buscan-
y es todo lo que cuenta, do el vértigo y la certeza... un momento... ¡ah! caramba... ehhh... qué
no importa si me diluyo y mareo papelón, sabrán disculpar... estem... bueno... paren todo, falsa alarma. No
en múltiples fantagorías concéntricas. es amor... son zapatillas nuevas.
Soy...
me imagino alucinando,
mas percibo,
mi mente vomita lo que sabe y la perturba;
mi mente vomita y vuelve a masticar
la realidad que le da náuseas.
Basta de juegos Una palabra

Despierto gris y soy la nube que no llueven tus pupilas... Nimbostrato:


Suficiente, otra vez. Capa nubosa grisácea, a menudo muy oscura, cuyo aspecto resulta di-
No, no todavía. fuso por la precipitación de agua o nieve más o menos constante que de
¿Y entonces? ¿Nunca más? ella se desprende y que en muchos casos puede llegar hasta el suelo. A
No lo sé, pero hoy no. través de ella no se observa el sol.
No me creo esto que escribo... No suelo despertar atomizado. …
A veces...
No importa, dejalo así. No insistas no vale la pena que lo escriba, al fin Da un poco para pensar... digo, es una palabra con múltiples posibili-
y al cabo es mejor que vos lo inventes (como siempre, o cada tanto). dades de metáfora y/o analogía: hay situaciones que pueden presentar
Y ahora el punto que cancela y te deja sin mensaje. características de nimbostrato, hay personas que pueden ser un
¿Qué se siente? nimbostrato con patas caminando por ahí.

A jugar

Voy a jugar a ser el diablo por un día. Ya tengo listo el combustible y


un par de llamas ardiéndome en el iris. Solo una cosa más me queda por
quemar, una cosa más por romper, una puerta más por cerrar y la decisión
ya casi está tomada. Un paso me separa de mí mismo, un paso que me
acerca al epicentro de las llamas.
Un poco de eso Minima–mente

Intento nuevamente no ser un retazo de mí mismo. Parte por parte voy El círculo se cierra. El pensamiento se conecta... abro mi mente en
reuniendo mis fragmentos: está idea no estaba aquí la última vez, creo que paralelo y escribo estas líneas tangenciales.
por acá debía estar un recuerdo… ¿Un hueco? Se define por lo que lo Percibo mi cerebro.
rodea. ¿Y qué había antes? A veces creo que no había nada y simplemente Estoy rodeado de mis in ter pre ta cio nes y
me expandí sin incorporar nueva “materia”. Silencio, mis tendones no emigro detrás del desvelo que me impulsa. Pienso en lo que siento y siento
son cuerdas de guitarra. lo que pienso. Mastico las palabras que retroceden por mi ventrículo de-
¿Y entonces qué es lo que vibra? Mi esqueleto tampoco suena. Un lati- recho. Decido el contenido de mis actos y el mensaje oculto que derraman.
do más y la escalera sube hasta mis pasos. Me comunico.
Pausa.
No reconozco el límite que me convierte en mi persona. Soy el univer- Atravieso el cristal de tus pupilas con el filo incomprensible de mi texto.
so... en un práctico envase de epidermis. Desordeno mi memoria buscando retazos de sucesos superpuestos.

y escribo... nada más escribo o no escribo nada más y dejo que me leas
inconcluso.
A veces veo cosas que no estan ahí Otra vez

Y otras veces no veo cosas que sí están. Sueño estar despierto algunas veces, me imagino construyendo mi pasado
y diluyo el torrente de mis horas en una lágrima que escupo hacia el futuro...

Domingo...
¿Otra vez?
Algo debo estar haciendo mal...
No imagino qué... Dale... contámela otra vez, por favor... ¿Cómo era la mentira de tus
ojos? Dale, te juro que esta vez me la creo, como cada vez sin masticar, sin
pensar me voy a tragar lo que me digas... sin peros, sin acotaciones voy a
cantarte tu canción favorita, esa de los cadillacs que decía: siempre habrá
besos vacíos en tu boca de la ciudad...
¿Me la contás otra vez?
Y otra vez escribo como quien vomita para sacarse lo que molesta adentro...
Complicado Atención

No sé bien en qué momento de la charla llegamos a “un anillo de Que quede bien claro, vamos a ponernos de acuerdo porque no quiero
Moebius que se parezca a tus ojos infinitos”... tener que volver a escribirlo tres párrafos más adelante otra vez: El hecho
Es complicado estrenar musa. de que me deje transcurrir no significa que me agrade la infinita sucesión
temporal... a decir verdad me parece una bravuconada cósmica el chistecito
de las horas... no considero justo lo establecido universalmente, causa y
efecto, primero y segundo. ¿Y si no quiero? A mí nadie me preguntó si
Aclarando prefería ser más grande hoy que ayer o si lo contrario era mi elección.
Además. ¿Qué es eso del tic–tac? Como si no alcanzara con morirse un
Naufragando, he quedado lejos de mi nombre. Recorro el contexto de día, está el reloj que lo grita una vez por segundo.
mi texto y defino el concepto que me invoca. Escapo, me refugio en el
retazo que me queda de tu boca. Analizo la tangente improbable de mi
mente y concluyo: soy inexplicable
Aha... Llueve...

No conozco el verde musgo de tus pétalos caídos, nunca supe del óxido Llueve...
latente ni del reflejo agazapado en los besos que guardabas en tu boca. Voy a verla.
¿Otra vez son las diez de la mañana? La última vez que miré era otoño... el En el tren hay un hombre ciego que canta,
tiempo pasa demasiado rápido cuando uno trata de recordar... ¿Todavía
no es septiembre? Hace tres días que es sábado al mediodía, miro por la Mientras yo...
ventana hacia la esquina y el tiempo no pasa por ahí. ¿A dónde va a parar ...miro por la ventana del otro lado del pasillo.
el que se me cae del reloj? (Sueño–despierto–apoyado–en–mi–ventana).

¡GOOOOOOOOL!
Un pibe de rulos y auriculares me hace recordar que esto es Argentina
y estamos jugando contra Paraguay.
Voy a verla...
Una sola vez No hay...

He visto en sueños a la mujer invisible, creo que está por aquí, escondi- Peor superstición que creer que soy yo el del espejo...
da en algún párrafo leyéndome entre líneas, disfrazada de sujeto tácito. No existe peor ilusión que la piel sin esperanzas, ni mejor alegría que
Ella, jugando a que no está para poder estar, yo jugando a que está aunque creer en cada beso...
nunca esté. Una sola vez vi a la mujer invisible. A cada paso, con cada sombra, la pregunta es la misma...
¿Será esta vez?

.....................

No estoy escribiendo este texto, estoy haciendo cualquier otra cosa, lo


curioso es que no recuerdo de qué se trata... Sé que no estoy jugando al
fútbol y tampoco viendo una película de acción (de suspenso puede ser)...
Y sin embargo las letras continúan apareciendo irremediablemente for-
mando palabras que no puedo evitar, construyendo un sentido que no puedo
descifrar. ¿Estoy escribiendo este texto? ¿O el texto me está usando para
existir? Estoy pensando en otra cosa, en lo que voy a hacer mañana o
pasado (creo que todavía es ayer en algún lugar de mí)...
¿Y si estoy dormido? ¿Y si estoy despierto? ¿Y si no estoy? ¿Quién
escribe desde mis manos?
Hoy de nuevo salté al vacío... como cada vez esperaba volar, como cada
vez me di cuenta de que no sería esta vez y vi desgranarse mis alas en el
viento de tres palabras consecutivas...
No estoy escribiendo.
Uno Hoy

Un par de líneas más, y otra línea detrás, agregándose unas a otras, Hoy es solo un día... Es un día solo. Va a durar 29 horas, tal vez más. Y el
acumulándose, estrechándose. Las veo intercaladas. Valores de gris para maldito fin de semana, casi no me acordaba de que se podía estar tan triste.
mi sombra y un par de colores dilatándose de a poco definen mi contorno.
Mis dos dimensiones adquieren relevancia, manifiesto mi presencia a lo
largo y a lo ancho. Puedo suponer mi existencia en otros planos solo si
hay profundidad en mi pensar.
Un par de líneas más y estuve dibujado...
Índice

El plato I
Mi trabajo········7 - Los inmortales “la mina”···········9 - Puerta de metal .......... 11
Universo·············13 - Doctor············15 - Cuando me subí··············17 - Asesino
Sólo se oyó un silencio, tan pesado y doloroso como una ausencia, su ·············18 - Puerta de agua·········20 - Es verdad················21 - Lo más jodi-do
ausencia. Eran las nueve y la familia se disponía a cenar. Para cualquier es el título············24
espectador la escena parecería normal, salvo por un detalle: el plato de más.
Ese plato que absorbía todas las miradas. Ese plato culpable de todo el silen- II
cio. Ese plato que no los dejaba comer. Ese maldito cuarto plato que alguien Un hombre azul············27 - A veces···········28 - A veces también···········28 - Un
punto rojo·············29 - Policromático················30 - ¿Qué es esto?·············· 31
colocó por error y que, hacia poco más de un mes, estaba de más. Basta de juegos···············32 - A jugar··············32 - Una palabra············33 - Un
poco de eso··········34 - Minima–mente··············35 - A veces veo cosas que no
estan ahí··········36 - Domingo...··············36 - Otra vez···········37 - ¿Otra vez?·······
········37 - Complicado················38 - Aclarando···············38 - Atención··············39
Aha...··········40 - Llueve...············41 - Una sola vez···············42 - No hay...······
········43 .....................···············43 - Uno···············44 - Hoy············45 - El plato
············46 - Índice··············47 - Una cosa por el estilo·············48 - . . .···············48
Jiji··············49 - Con la frente marchita·············49 - Una idea previa·············50
D espa cio·················51 - Sí, claro...···············52 - Otoño precoz············53 - Claro
que sí·············54 - ASDF················55 - Denominador··················56

III
. . . . . .·················59 - Algo así············59 - Tu foto···········59 - Eso
que te dije··············60 - Marginal·················60 - Murga a ciegas················60
¿Seguro?···············61 - No mires ahora···············61 - Atajate catalina················61
Bulimia textual···············61 - Así de simple···············62 - Deviniendo·············
·········62 - Mirando ayeres················62 - Tic tac·················62 - Jugo de tomate
frío···············63
Una cosa por el estilo Jiji

Despierto, me desangro, parpadeo y me enceguezco con el filo de tus ojos. Impunidad y milagro. Tus dientes muerden menos que tus ojos, y si mis
Mi tacto se demora en la áspera caricia de tu ausencia. No puedo mentir... ojos no saben brillar del todo no es porque no me vuelvas incandescente.
(Están mis ojos)
... brillando por la sal que se hace agua...
Me hago visible, nuevamente a tus retazos y mi temor palpita en el
crepitar de tus pétalos cerrados... Con la frente marchita

Vuelvo de mí. Vuelvo de vos y de nosotros. ¿Es eso posible? Volver es


algo que no existe. Es imaginarse. No hay otra realidad más allá de tus
... pupilas imposibles. No hay reflejo, el universo paralelo se hace perpendi-
cular en tu mirada. ¿Qué pasó? No podía irme sin aprender.
Colgando de mis huesos, mi memoria.
Salgo a latir, y mi ventrículo pregunta: “¿hacia dónde?”
Será que hoy no me creo nada, ni lo evidente ni lo demostrable pene-
tran en mi mente.
Casi estoy seguro: “Hay que morir de vez en cuando”.
Una idea previa D espa cio

Me sorprendo al mirar... Es verdad, soy feliz con muy poco... Y un fósforo arde con muy poco,
La última vez... ¿Tenía yo estas espinas en la piel? pero por poco tiempo también.
Tengo el vicio de tu boca, la incontenible compulsión de tu reflejo. Resplandor azul.
¿Cuánto tiempo más voy a caminar como un gigante sin tacto ni ojos? Hoy no duermo... soy efímero soñando realidades.
El mundo bajo mis pies... Cansado
Mi mente alrededor... y
Y la piel, a
La piel que nos conecta, co lo res.
La piel vuelve a separarnos cada vez. Tridimensional, aunque de a ratos, soy alto y profundo pero suele fal-
tarme algo de espesor.
Sí, claro... Otoño precoz

Ya no me quedan tuercas... me voy cansando de dar vueltas, y se me Tengo una tristeza de cartón y lluvia, una soledad de piedra y asfalto
caen cada vez más tornillos... mojado. Sensación de derrota premeditada, una ausencia con nombre y
Y si aún, con dificultad, conservo mis piezas debe ser por el carácter apellido mordiéndome los ojos. Y para colmo la lluvia. Desde arriba hacia
magnético de tu boca. abajo, de adelante hacia atrás... De adentro hacia afuera.
Claro que sí ASDF

Otra vez el tiempo no pasa. Otra vez el tiempo no para, se estanca en O tal vez ñlkj.
mi intelecto. Cada segundo se extiende infinito, ahogando el espacio de Cuando no hay nada que escribir y sin embargo molesta la pantalla
mis verbos. Arena corriendo por las venas... Otra vez… titilando blancura y vacio. Cuando no hay mensaje consciente y sin em-
…soy el reloj de tu ausencia. bargo molestan las ganas de hablar, de escupir un “decir todo”. Cuando no
hay nada en la mente y sin embargo algo quiere salir: asfd ñlkj asdf ñlkj el
ritmo esclavizante de mis dedos sobre el teclado asdf ñlkj asdf ñlkj y el
sentido no aparece asdf ñlkj asdf ñlkj una vez escribí algo parecido a “un
mar sube por mi mente y sin dejar huellas la desborda” asdf ñlkj asdf ñlkj
NO EXISTE
III

“He descubierto algo dentro de mí que no puedo


Denominador describir de ninguna manera”

No es que no me moleste o me sea indiferente... Es que ni yo mismo


tengo mucho en común conmigo.
. . . . . .

¿Y si dejara de hacerlo?
Me pregunto qué pasaría si dejara
quebrar el aire en mis pulmones.
¿Cómo será volar en mil pedazos?
Me pregunto... pero vuelvo a respirar.

Algo así...

Mi voz es transparente,
carece de brillos y artefactos,
son a ella inmunes tus oídos
y mi carne es invisible
a tus ojos
y a tu boca.

Tu foto

Me desprendo de mi piel,
cáscara terrestre,
y me diluyo en la vastedad del infinito.
Contenido incontenible
mi mente se disipa en múltiples fragmentos;
que se repiten a sí mismos,
que chocan y se anulan.
Contenido–continente
NI PIEL
NI CARNE
NI HUESOS
mente a la deriva,
mente emancipada del sí mismo
flotando en la corriente de una imagen.
Eso que te dije ¿Seguro?

Soy solo un par de alas rotas, Otra vez contra las cuerdas...
inútiles contra el viento. Un beso,
Soy casi un espejismo, Sexo,
o el deseo de un encuentro. Caigo y no despierto.
Nieve. Salgo de mi mente.
Gélida avalancha cárcava de los vapores. Su piel me delimita y no hay tangente en mi caricia.
Soy la ausencia del sí mismo y el origen del desierto.
Silente noche de nubes apagadas y luna opaca Respondo al pulso constante de su pecho,
brillando detrás de parpados cerrados. Quemando la tristeza y la memoria de otro día.
Núcleo de lo turbio en los ojos de salitre mirada.

No mires ahora
Marginal
Son pasos vacíos los que me alejan de tu boca.
Le puse margen a mi mente... Sonidos sin palabras los que me dejan sin tu nombre.
Y te deje ahí, escrita en lápiz a un costadito... Mi cuerpo sin tu cuerpo...
Con miedo de leerte. Mi espera sin tu espera.

Mi corazón sin viceversa.


Murga a ciegas

Mis ojos abiertos, Atajate catalina


vacios de luz y sombra.
Solo tu voz. Acertijos de color hay en tu boca,
Solo tu voz entre mil voces. espejismos de sabor y terciopelo.
¡Ahí estas! No voy a dormir detrás de mis ojos esta vez,
¿Estas ahí? sólo para encontrarte los vuelvo a cerrar.
¿Estás?
Vértigo de oír y adivinarte.
Musa de papel, Bulimia textual
de letras y canciones.
Se está haciendo tarde para nuevos pensamientos,
¿Estoy aquí?
y cada vez hay más gusanos en mi mente.
Lleno mi mente de palabras,
las leo,
las oigo,
las devoro,
las vomito
y las vuelvo a masticar.
Las uso para callar las palabras que mi alma y mi corazón
escupen en mi cara.
Así de simple Jugo de tomate frío

Suelo viajar en No estoy mirando.


colectivo, jugando No huelo, no toco.
a que voy a verte. No tengo su sabor.
No escucho ni digo más su nombre.
Entonces…
Deviniendo ¿Por qué todavía no se va?

Llueven mis pasos


y hago ríos de andar.
Simplemente voy.

Mirando ayeres

Triángulos irregulares,
como un caleidoscopio
de cosas rotas naufragando
a la orilla de mis ojos.
Otra vez pinto mi alma,
otra vez y cada vez
con más colores.
Silencio de ruidos y de voces,
laberinto hecho de palabras
que no suenan.
Y mi carne,
mi carne que se abre
en triángulos irregulares,
como un caleidoscopio de cosas rotas.

Tic tac

Corazón a cuerda,
no hay manos,
no hay signos ni señales
que regulen tu mirar.
No hay reloj en la memoria,
no hay pulso
ni latir en el pasado.
No hay puerta por donde salir.

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