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Un mineral milagroso
Nos relata como Roberto, un paciente adulto, entró cojeando en su consulta; el
pobre sufría de dolores musculares en ambas piernas, se despertaba entre
calambres y espasmos en la noche sin poder conciliar el sueño. Comenzó
inmediatamente a suministrarle por goteo sulfato de magnesio para relajar
sus músculos. Al cabo de una hora los dolores se habían diluido. Le
indicó consumir suplementos de magnesio en su dieta, lo que conllevó
a la solución del problema.
El caso de su paciente Roberto parecía milagroso, por eso hay tanta propaganda de
que el magnesio hace milagros, pues su escasez nos deja en tal mal estado que al
volver a consumirlo en dosis apropiadas es como el que vuelve a respirar tras una
crisis sin oxígeno. Si tenemos en cuenta que el magnesio es el cuarto mineral
más abundante en las células después del calcio, fósforo y
potasio comprenderemos la vital necesidad de tener este cuarteto bien cubierto en
nuestra alimentación.
Evitar su deficiencia
El Departamento de Agricultura de los Estados Unidos ha informado que
dos de cada tres personas no obtienen en su dieta diaria los mínimos de
magnesio que precisan para tener un estado de salud óptimo, que
serían de 300 a 420 miligramos por adulto al día. Además hay muchos
casos de personas que debido a tensiones, genética, enfermedad o consumo de
fármacos ya traen una deficiencia previa de este mineral. Un ejemplo podría ser
expulsarlo por el consumo de diuréticos que se usan en el tratamiento de la
hipertensión o cualquier otra dolencia asociada.
Con niveles óptimos de magnesio se pueden aplacar síntomas comocalambres en
los músculos, disminuir el azúcar en sangre, prevenir enfermedades
del corazón, acabar con las migrañas, fortalecer el aparato óseo-
articular y retrasar el proceso de envejecimiento evitando enfermedades
como el parkinson, artritis, artrosis y otras dolencias.