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El Análisis Funcional de la

Conducta explicado en cinco claves


Por Miriam Rocha Díaz
Si un psicólogo (normalmente de la corriente Conductual o Cognitivo-Conductual) te habla de
“Análisis Funcional”, aquí tienes cinco claves para entender a qué se refiere:

1. Es un instrumento explicativo: El Análisis Funcional equivale a la explicación del problema en


términos científicos. Contempla cómo se han desarrollado (aprendido) los comportamientos
problemáticos y, lo más importante, por qué se están manteniendo a día de hoy. Contempla también
un conjunto de variables (variables disposicionales) que influyen en la aparición o mantenimiento
del problema, que no son la causa, pero sí unos facilitadores (una especie de “caldo de cultivo”).

2. Aporta rigurosidad la labor clínica: Es la principal herramienta que tenemos los psicólogos para
explicar en términos científicos el comportamiento de las personas: Lo que hacemos, lo que
pensamos, nuestras reacciones emocionales…

3. Orienta la intervención y aumenta su eficacia: En el ámbito clínico es de vital importancia saber


hacer un buen análisis funcional de los comportamientos problemáticos de la persona que acude a
terapia para, en base a ello, establecer los objetivos de intervención y seleccionar las estrategias y
técnicas adecuadas para modificar esas conductas e instaurar otras más adaptativas. Sin una
comprensión funcional del problema el psicólogo podría caer en dar “palos de ciego” durante la
intervención y no dispondría de ninguna guía que seguir ni ningún criterio objetivo que le permita
valorar las mejoras de la persona o darla el alta.

4. Tiene base científica: Lo que las personas hacemos, pensamos y sentimos puede ser explicado
por unos Procesos de Aprendizaje que han sido demostrados experimentalmente. Conociendo
dichos procesos podemos explicar cualquier comportamiento humano, sea problemático o no.
5. Resulta más explicativo, útil y menos estigmatizante que una “etiqueta” diagnóstica: Los
diagnósticos son descripciones globales del problema de una persona. Dicen en qué problema
“encasillarle” (ej, ansiedad, depresión…), pero no explican qué es lo que le pasa concretamente a la
persona y por qué. Por tanto, resultan poco útiles para entender el problema y para planificar su
intervención y además favorecen la pasividad y la indefensión: La persona se identifica como
“ansiosa” o “depresiva” sin comprender que esos estados dependen de cosas que ella hace, de cómo
está afrontando las cosas. Si la persona no sabe qué cosas le llevan a sentirse ansiosa o depresiva,
sentirá poco control sobre el problema y poca capacidad para solucionarlo. El Análisis Funcional, a
diferencia de la etiqueta, establece qué comportamientos específicos son los problemáticos, cómo se
han originado y por qué se mantienen. Permite a la persona conocer qué cosas está haciendo que le
hacen sentir mal y al psicólogo explicar qué debe hacer para modificarlas.

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