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APUNTES SOBRE INTERPRETACIÓN Y CONCEJOS PARA REALIZAR

AUDICIONES

Dar vida a la música


Al hablar de la preparación vocal, no toqué el tema porque es algo que se cuece aparte.
Su coach vocal puede ayudar mucho, pero no es suficiente, más valdría saber de
dramaturgia, técnicas de actuación y lo más conveniente, un taller para poner a prueba
el trabajo, un espacio en el que a través de ensayo-error estén superándose a ustedes
mismos, pero como no conozco ninguno, he aquí cierta información que ayudará a
preparar dramáticamente sus canciones para audicionar, o mejor dicho, espero les orille
a indagar en esta área para su formación.

En primer lugar, una canción de comedia musical no es “dígalo cantando”, o como en el


baile hawaiano que con las manos se describen los objetos que va diciendo la canción.
Hay que contextualizar la canción en su origen: a qué musical pertenece, de qué trata
ese musical, quién canta el número, si es coreográfico, de producción, si establece un
conflicto, presenta un personaje, etc. Una vez ubicada en este contexto, hay que conocer
la anatomía de la canción: verse, coro. Qué dice en cada una de sus partes y por qué lo
dice; en qué situación está el personaje y crear la ficción: si yo fuera esta persona con
tales y cuales características, estuviera en esa situación y dijera este texto, a este ritmo,
en esas notas, con tal melodía, ¿cómo lo haría?

Hay que pensar en una canción como si fuera una obra de teatro completa: un
establecimiento de (la situación, el conflicto, el tema, la trama, la anécdota), un
desarrollo, un clímax y un desenlace. Nunca digan, ¡no, yo no haría eso! Son actores,
¿no? Son humanos, ¿qué no? Todos somos capaces de todo; en nuestra especie está la
semilla de cualquier comportamiento si tuviéramos la circunstancia anterior, mediata e
inmediata de ese personaje. Si ustedes no son capaces de reaccionar como el personaje,
no audicionen.

Si una canción es una obra de teatro completa y el teatro es acción y acción no es igual a
movimiento, ni a desplazamiento, ni a gesticulación, ni mucho menos a manoteo, cada
palabra, cada nota debe estar llena de un proceso mental, de un contenido emotivo
dramático, debe significar algo para quien lo interprete. Hay que establecer un objetivo,
contraponerle un obstáculo y resolver el conflicto. Pero no se vayan a las nubes, estoy
hablando de cosas muy simples y muy concretas: en una circunstancia específica,
imágenes claras que despierten la emotividad. ¡Cuidado con esta afirmación! No todas
las palabras o las frases tienen el mismo peso; ningún pintor haría un cuadro con pura
luz, hay que manejar tonalidades, áreas de sombra, perspectiva, para resaltar, en medio
de toda la composición, el corazón de la obra. Maticen, degusten las palabras, las notas,
las ideas, como si tuvieran un manjar en la boca.

Todo esto expresado con una gran sinceridad. No mientan. Correr desaforadamente por
el espacio, llevarse las manos al corazón y poner cara de “cómo sufro” es inútil, ridículo
y patético.

Lo mejor es concentrar la vista en un punto medio metro arriba de las cabezas de los
audicionantes y establecer ahí un interlocutor, alguien muy concreto para ustedes, una
persona que los impulse emotivamente. (activo-que participe con comentarios y
preguntas para el avance de la canción, o pasivo-alguien específico que los escuche y
apenas apoye con preguntas) y contarle lo que les pasa; el vehículo de esa historia es la
canción con la que están audicionando.
¿Les quedan muchas dudas? Mejor. No me voy a meter a poner un ejemplo, porque no
quiero que en la próxima audición aparezcan todos con la misma canción desmenuzada
a como Dios les dio a entender. Háganlo, pero que cada quien escoja su material.

Entrada al lugar de audiciones


Los tiempos de espera para ser audicionado suelen ser muy largos y la impaciencia no
es buena compañía en estos lapsos. Así que voy a dar dos recomendaciones:

1.- Lleven un buen libro.

2.- No escuchen los comentarios de otros que sólo lograrán ponerlos más nerviosos de
lo que ya están.

Uno o dos audicionados antes de que sea su turno, procuren apagar todos sus sistemas
de radiocomunicación, no se llenen de bolsas, libros, comida, etc. Hagan de cuenta que
están en la fila del banco y cuando faltan 2 o 3 personas para pasar a la ventanilla, están
listos para realizar sus movimientos bancarios. Esto les dará unos minutos de
concentración y entrarán al lugar sin pendientes y llenos de confianza. Claro que tienen
miedo, no lo nieguen, úsenlo. El miedo bien manejado, es un motor que puede salvar
vidas.

En un día pesado y lleno, los audicionantes reciben hasta 200 participantes en un lapso
de 8 horas. El promedio por audición es de 2 minutos, de los que se utilizan 55
segundos en escuchar la canción, promedio. Si el audicionado pierde tiempo en apagar
el teléfono, guardar sus papeles, tomar agua, etc., menos tiempo para su audición. Si el
que opera el sonido tiene que spotear la pista, tiempo perdido. Si hay que esperar 20”
para que entre la línea vocal, tiempo inútil. Si el audicionado entra disculpándose
porque está ronco, porque no canta como el anterior, porque no tuvo tiempo para
prepararse... el reloj sigue caminando.

El tiempo de la audición le pertenece al audicionado. Así que, damas y caballeros, usen


su tiempo de manera inteligente, pero no se apresuren; “despacio que llevo prisa”, decía
mi abuela. Desde el momento que entran hasta el momento en que empieza la canción,
hay varias cosas por hacer:

1.- Adueñarse del espacio. Encuentren algo familiar en ese lugar: un color, una silla, un
rostro, la misma bolsa que llevan se convierte en parte del espacio; incluso un objeto
personal como un anillo, la cartera en el bolsillo, cualquier cosa que los haga sentir en
su casa y lo más importante, que ese elemento sea el detonador que dispare
emotivamente la audición para llenar de emoción el espacio. Créanme, este apoyo les
dará más confianza. Entren y piensen que su cabeza toca el techo y sus brazos las
paredes. Ninguno de los ahí presentes sabe lo que ustedes llevan dentro: su talento, su
preparación, su encanto, su tesoro.

2.- Escuchen indicaciones. Mantengan ojos y oídos abiertos. Cuando yo empecé en esta
actividad, recibía a la gente dando instrucciones: “colócate en esta cruz, nos dices a la
mesa tu nombre, tú número y la canción con la que vas a audicionar”. El audicionado
decía su nombre y su mente quedaba en blanco. Hace algunos años cambié de táctica,
procuro saludarlo, tocarlo, darle las gracias por acompañarnos, doy instrucciones más
simples y procuro decirlas de manera lenta y amable. Ahora el audicionado dice su
nombre y su mente se queda en blanco… Los audicionados están nerviosos, todos lo
sabemos, pero échenme la mano. Por cierto, si alguna vez nos encontramos y no los
recibo con una sonrisa, disculpen, es que he tenido un día pesado.
3.- Saluden. Si bien, no uno por uno, un “buenos días” a nadie le cae mal y además,
rompe el hielo, establece un puente de comunicación, nos hace humanos e iguales a
todos los ahí presentes.

4.- No pidan perdón de entrada. Los creativos están esperando ver entrar al artista que
están buscando. Si el que aparece, lo primero que hace es disculparse, más le
convendría quedarse en casa. Tampoco aclaren -aunque sea verdad- que sólo vinieron a
audicionar para ver qué se siente; con esta premisa, lo que en el fondo están diciendo es:
“su proyecto artístico y su tiempo no es importante”. ¿Quién va a elegir a un
colaborador que, de entrada, lo desprecia?

5.- Pongan a consideración el material. Ofrezcan a los audicionantes opciones de las


canciones que puedan interpretar. En muchas ocasiones, sobre todo cuando el día de
trabajo arranca, los mismos audicionados eligen el material con el que se sienten más
cómodos. Quizá los audicionantes pidan que recorten la canción que prepararon porque
hay mucha gente esperando o tienen prisa, hambre, sed, ganas de fumar, ir al baño.
Estén listos para cantar 16 compases. He aquí otra razón por la que conviene llevar
partitura; si llevan pista, hay que dedicar tiempo a encontrar la parte que conviene
cantar; con la partitura, sólo hay que mencionar el compás de inicio.

6.- Pónganse de acuerdo con el pianista, él es su pareja en este baile. Antes de que
empiece la música, es importante aclarar con el pianista, desde y hasta donde van a
cantar, si hay cortes, el tempo, etc. Para iniciar la música, den una indicación clara y
amable, un gesto, una mirada de complicidad que los haga UNO.

Ahora sí, llenos de confianza, están listos para dar vida a su canción.

TESTIMONIAL Y RECOMENDACIONES

El siguiente testimonial corresponde a un músico que ha sido director


de orquesta de Rent, El Hombre de la Mancha, Jesucristo
Superestrella, El Full Monty, José el Soñador y, actualmente, de
Bésame Mucho. Pero además de su trayectoria como director, nos ha
acompañado como pianista de audiciones a lo largo de estos años. Le
he visto hacer milagros: desde interpretar de memoria canciones de
la era de Matusalén en el tono en que se arranca el audicionado,
hasta acompañar –leyendo por primera vez- canciones sólo
conocidas por la mamá del compositor y escritas con los pies del
autor. La figura del pianista de audiciones es fundamental para la
buena consecusión del proceso y una selección acertada del reparto,
así que he aquí sus recomendaciones.
Víctor Manuel Aguilar

En primer lugar, escojan una canción que esté de acuerdo a sus posibilidades vocales.
Hay gente que llega con canciones que le quedan grandes, como queriendo lucirse con
algo que no pueden dominar. Yo creo que, empezando por la canción que traen, es
importante que de verdad esté en su rango vocal. Desde luego siempre va a haber cosas
difíciles de interpretar en una canción –unas más difíciles que otras- pero que sea una
canción que corresponda a sus características, que sea realista, que la puedan hacer. Es
preferible que traigan una canción sencilla pero bien, bien estudiada, bien cantada; y no
una canción muy difícil que a lo mejor no van a poder ni siquiera dominar técnicamente.
Empezando por ahí.
Independientemente de la preparación que tengan, es conveniente que traigan una
canción revisada por un maestro de canto. Puede que sea difícil conocer maestros de
canto, pero siempre busquen el dato de uno o dos maestros de canto que no está de más
que les dé una revisada, busquen la opinión de alguien con experiencia y más
conocimiento del que está preparando la canción.
A veces, hay gente que trae partituras que están muy mal hechas: no son claras, tienen
señas que no se entienden y no está bien especificado si quieren cortar una parte, hay
errores o no es claro de donde a donde es el corte. Para una audición es importantísimo
que la partitura sea absolutamente clara, en esa medida voy a poder acompañar
correctamente al cantante o a la cantante y el beneficiado o la beneficiada es la persona
que audiciona. Es bien importante que traigan una partitura totalmente clara, bien
acomodada, organizada y que esté bien presentada, no una partitura hecha a mano,
porque las partituras hechas a mano traen muchos errores. No hay como una partitura
impresa correctamente, una partitura profesional.
Es también importante vocalizar antes de la audición. A veces, no hay tiempo o hay
mucha gente, pero si pueden tomar cinco minutos en el baño o en la calle, mientras
esperan, les va a ayudar. Traer la voz lista para cantar es bueno, porque estamos
hablando de un momento en el que tienen que dar el cien por ciento o más, es donde se
va a medir la capacidad vocal de una persona; entonces se vuelve importante que
lleguen con la voz calentada para que puedan dar muestra de su técnica, de sus
capacidades vocales, sean pocas o muchas. No lleguen en frío, porque no van a poder
mostrar absolutamente nada.
PRESENTACIÓN
Currículum y foto
No sé el porqué, pero existe la idea generalizada de que entre más papeles lleven a una
audición y mejor engargolados estén, van a dar una buena impresión. Nada más alejado
de la realidad. Todo se puede resumir en una hoja. A nadie de los ahí presentes le
interesa saber si terminaron la primaria o tienen un doctorado en ciencias políticas, lo
que importa es su formación artística, su experiencia en el medio y una fotografía
reciente hecha por un profesional; llevar fotografías infantiles (en formato o edad) o
tomadas en la sala de su casa con un perro bajo el brazo, son muestra de la seriedad con
la que están tomando su trabajo. Hoy en día con los sistemas electrónicos, la falta de
recursos no es pretexto.
Es muy importante que la fotografía no sólo se parezca al audicionado, sino que lo
represente, que lo muestre tal cual es, sin poses ni disfraces. Actualmente con photo
shop se pueden hacer maravillas, pero sin exagerar, la foto sirve para tener una
referencia visual del audicionado, si ustedes no se parecen a ustedes mismos, ¿de quién
se van a acordar?
Una anécdota para ejemplificar el tema. Estábamos haciendo audiciones para una
producción que, entre otras cosas, tenía especificaciones étnicas. Se presentó una actriz
que cumplía con los requisitos, pero vestida de manera inadecuada y con una foto en la
que parecía modelo de Vogue (que no estábamos buscando).
La dirección, más por nuestra insistencia que por convicción, le dio un segundo
llamado. Buscamos en nuestros archivos la foto que la mostraba tal cual, cambiamos la
foto de esa primera audición, hablamos con ella y cuando se presentó a su segundo
llamado, era otra, más bien, ella misma. Si se quedó o no, es otra historia, la moraleja
aquí es que lo que ella estaba ocultando era lo que la producción necesitaba…
Está bien, sí se quedó.
El currrículum con foto es su tarjeta de presentación, no la historia de su vida; muestra
a los audicionantes si se mueven en el medio profesional o si se levantaron esa mañana,
decidieron dedicarse a la comedia musical, sacaron fotocopias de todos sus papeles
personales, pasaron por una maquinita de fotos y se formaron en la cola.
Si ustedes no toman con seriedad y dedicación su profesión, ¿por qué habrían de hacerlo
otros? Pónganse en lugar de los audicionantes por un momento: entra un individuo,
tienen que darse una idea de quién es el que acaba de entrar, cómo canta, cuánto mide,
su experiencia y además, atender a lo que va a presentar, su proyección, poner a
consideración con el resto del equipo creativo si hay algún personaje adecuado a lo que
tienen enfrente. Todo esto en menos de dos minutos. Un paréntesis dedicado a quienes
se quejan de que los audicionantes hablan mientras el audicionado canta. Les recuerdo
que ellos no pagaron un boleto para disfrutar de un espectáculo, están ahí para tomar
una decisión conjunta, si comentan, quizá significa que están interesados en ustedes y
los están considerando para su puesta en escena.
Volvamos al tema. Existe el otro extremo, el que se sabe tan conocido y popular que,
¿por qué debe presentar currículum y foto? Todos tenemos la obligación de saber quién
es. Perdón, pero tampoco es una persona que considere que estamos hablando de una
profesión, de un trabajo serio, sino de una chamba con cuates.
Presenten una hoja con su foto por un lado y por el otro:
Datos personales, como nombre completo y nombre artístico, dirección, teléfonos,
dirección electrónica, afiliaciones sindicales (artísticas)
Formación académica relacionada con la actividad artística.
Experiencia en el medio, ya sea profesional o amateur.
Premios
No digan que no cabe en una hoja. He visto el currículum de Mickey Mouse en una
página con todo y foto. Escojan, hagan un currículum para cada caso. Conozco un actor
que es barítono si la audición es para El hombre de la Mancha, y tenor si es para
Jesucristo Superestrella. Tampoco.
No es conveniente incluir sus objetivos personales, tales como crecer en armonía con el
universo o lograr metas altas, eso ni siquiera muestra una personalidad y está muy
manoseado.
En cuanto a la mención de habilidades, hay que irse con tiento; el dominio del inglés
no es determinante, pero no estorba. Depende de la obra, saber patinar puede ser
importante para Expresso Astral.
No hay tiempo suficiente en cada audición para leer más de una hoja. Si su experiencia
es amplia, elijan lo más importante y lleven consigo una copia de su portafolio
completo, por si se requiere o para una segunda entrevista.

La vestimenta
Hemos estado hablando de “ser adecuados”. ¡Cuidado! Si hay una audición de
Jesucristo Superestrella, no lleguen con la espalda sangrando ni la cruz a cuestas. Eso
tiene sentido arriba de un escenario, cuando hay toda una producción para ello, no en
un espacio vacío donde cuentan con lo único que tienen: ustedes mismos. Piensen un
poco en el personaje y cómo sería hoy si se vistiera como cualquier otro. Pertenece a un
grupo social, está enmarcado en un tipo, pero los seres humanos que estamos en la
audición (audicionados y audicionantes) vivimos aquí y ahora. Lo que voy a decir sí es
una regla de oro: no salgan nunca de su casa sin mirarse en el espejo y preguntarle a un
hermano, “¿cómo me veo?”
El vestuario en una audición puede ser una máscara que oculte lo que verdaderamente
son. Y se trata de lo contrario: de que el audicionado muestre todas sus cualidades, y los
audicionantes determinen si lo que les está mostrando, funciona o no para un personaje.
La forma como se vistan no debe ser un elemento que distraiga a los audicionantes de
las capacidades artísticas del audicionado. Sé de bailarinas que se ponen menos ropa
para audiciones de canto.
En este país, por lo visto, los cantantes de ópera suelen ponerse sus mejores galas para
una audición. No es el caso de la comedia musical, a menos que se trate de El Fantasma
de la ópera, y tampoco es esencial. Lo importante es que el audicionado muestre quién
es.
Un último punto sobre el vestido. Si la audición es de baile, no se limiten a los
requisitos solicitados, lleven todos los zapatos de baile que conozcan, no oculten su
cuerpo y lleven rodilleras. Mujeres, incluyan una falda en su maleta.

La utilería
Lo mismo que con el vestir, mientras no se escondan detrás de ella, adelante. Pero si
deciden llevarla, tiene que estar perfectamente medido el uso de esos elementos, su
precisión debe ser absoluta, mecánica.
Determinen la finalidad del objeto en la escena, si aporta dramáticamente y si es
realmente necesario. Si van a utilizar objetos en las audiciones, que sean los menos y
pequeños. Hay que recordar que los audicionantes quieren ver sus talentos no su
capacidad de crear elementos escénicos. El mejor elemento de utilería con el que
cuentan es su cuerpo.
Piensen, seleccionen, tomen decisiones, asuman la responsabilidad y no me echen la
culpa.
READINESS IS ALL
Dice Hamlet a Horacio en el acto 5º, escena II, después de aceptar un duelo contra
Laertes. Durante su período de exilio, el príncipe danés se ha preparado en las armas.
¿Por qué? ¿Porque ya esperaba que lo retaran? ¿Porque siempre le cayó gordo Laertes y
regresó para enfrentarlo? ¿Porque amaba el arte del esgrima? ¿Porque no tenía nada
mejor que hacer? No importa, Hamlet está listo, está preparado para combatir cuerpo a
cuerpo. ESTAR PREPARADO ES TODO, pues “si ha de ser ahora, no habrá de venir;
si no ha de venir, ha de ser ahora; si no es ahora, de todos modos tendrá que ser, estar
preparado es todo.”
Como empresa, desde hace 9 años hemos hecho audiciones para 11 obras musicales. Si
bien no lo sabemos todo, tal vez hayamos aprendido algo durante esos 9 años. Y digo tal
vez, porque las audiciones son como esas viejas películas musicales en las que en la
escena final aparece un telón que ocupa la pantalla y cuando se descubre, hay un
escenario con otro cortinaje de fondo que, al recorrerse, nos muestra otro escenario con
otro telón detrás que, al abrirse, deja ver otro entorno y así sucesivamente… En otras
palabras: nunca sabremos, de cierto, cómo será la próxima audición de la siguiente
puesta en escena. En audiciones iremos como los alpinistas, pisando, aplicando un
peso, rogando a Dios que la piedra sea sólida y dando el siguiente paso con el mismo
riesgo. Esta mecánica de incertidumbre se aplica tanto a audicionantes como a
audicionados.
Nosotros publicamos audiciones más o menos dos o tres semanas antes de que sucedan;
recibimos cientos de llamadas durante esas semanas con preguntas concretas y
específicas, hacemos citas en caso de que lo soliciten, proporcionamos material,
aclaramos imprecisiones, etc. Llega el día de la audición y recibimos aproximadamente
a 200 personas diarias, de las cuales, más de la mitad prepararon su material una noche
antes, otro alto porcentaje se acaba de enterar y no está listo; bueno, hay quien llega sin
haber oído la pista en su vida, porque se la prestaron en la fila...
En una audición, un actor de comedia musical pone en juego una carrera, una profesión,
un modo de ganarse la vida; y la vida es todos y cada uno de los días que le restan en
esta tierra. ¿No debería estar preparado para iniciar de la mejor manera posible el
sustento del resto de vida que le queda?
Un actor de comedia musical es la súper marioneta de la que hablaba el teórico de teatro
Gordon Craig, es el actor de ópera que buscaba Wagner; es el que canta, baila y actúa,
las tres cosas en el más alto grado de perfección. Si un corredor, que sólo corre (sin
menospreciar esta actividad), se prepara diario, ¿qué espera conseguir un actor que
pretende ser un virtuoso en tres actividades artísticas, si no se prepara diario?
Las audiciones se preparan cuando no hay audiciones, dicen los que saben. Cantar todos
los días bajo la regadera no es prepararse. Prepararse es aprender una técnica para
respirar, emitir la voz, cantar; montar canciones, analizarlas, saber en qué contexto
están, quién las canta y porqué; saber pararse en el escenario, dónde y a quién mirar;
para qué personaje está siendo audicionado.
No basta el talento; hay que cultivarlo, desarrollarlo, alimentarlo, cuidarlo, pero sobre
todas la cosas perfeccionarlo. El talento es la materia prima, la conditio sine qua non,
pero nada más. Contar con una buena voz, ser afinado y tener ritmo es el principio, vivir
de y para cantar arriba de un escenario es una vocación, una profesión y una disciplina
diaria.
Si hay alguien leyendo estas líneas que se considere adecuado para dedicar el resto de
su vida a una o las tres actividades artísticas que enmarcan la comedia musical, debería
tirar a la basura esto que tiene enfrente y salir corriendo a buscar maestros que le
enseñen. Así, cuando vengan las audiciones, podrá decir con Hamlet, “estoy listo para
hacerlo, me he preparado para enfrentarlo.”
AUDICIÓN
La Real Academia de la Lengua define “audición” como la acción de oír, la prueba que
hace un actor frente a un empresario. Esto es bastante y suficiente para un libro dado a
la tarea de definir todas las palabras que se usan en un idioma y apenas va en la “a”.
Pero para un actor, productor, director de escena, musical o de reparto, esta breve
definición no dice mucho.
¿Qué es una audición para nosotros que vivimos en o alrededor de un escenario? Perdón
por no incluir a la cámara, pero no sé nada de ella. Y de una vez aclaro que voy a hablar
de mi experiencia en la conformación de repartos de comedia musical, sobretodo en
audiciones abiertas; si algo se aplica a otros lares, es labor de los lectores. En fin, si la
audición representara sólo el acto de escuchar, se harían audiciones por teléfono o con
una puerta de por medio, método muy útil para feos; si es frente a un empresario, hay
mucha gente en un espacio de audición que nadie sabe quién es ni qué hace; si es una
prueba, lo lógico sería que pasaran los mejores y no los que finalmente se quedan; si es
de un actor, el director podría tomarse la molestia de decir qué quiere con el personaje.
Parece que incluso al abundar en la definición se presentan demasiadas incógnitas. Así
que exploraremos por nuestra cuenta.
Antes de continuar quisiera hacer una digresión pedante y bastante discutible. Si
audición es el acto de escuchar, el audicionante es el que escucha y el audicionado es el
que es escuchado. Una vez marcada esta diferencia, pido a nuestros lectores que si son
actores, cantantes, bailarines, músicos, nunca soliciten audicionar, sino ser
audicionados. Esta distinción no les dará más puntos cuando sean escuchados, pero será
como un guiño de complicidad entre nosotros.
Álvaro Cerviño, en su curso “Cómo audicionar”, demuestra que es una entrevista de
trabajo. Hay quienes afirman que es como tener una cita a ciegas con el posible amor de
tu vida. Para los actores o cualquier audicionado, es un acto de terrorismo psicológico o,
en el mejor de los casos, un proceso más doloroso que una auditoría de Hacienda.
Iniciemos con una descripción del hecho. En una audición, un artista del escenario
muestra sus capacidades frente a un equipo creativo a fin de que éste considere si es
adecuado o no para una puesta en escena. Esto es lo que yo he visto.
Un artista muestra sus capacidades. Es decir, el que se presenta ha de manifestarse tal
cual es en su gama completa, su rango vocal, su presencia, su edad, su capacidad de
interpretación, de proyectar lo que piensa y siente. En resumen: quién es, nada más, sin
pretender ni ocultar nada.
Un equipo creativo considera si es adecuado. Un grupo de personas que tiene a su cargo
la creación de un universo dentro de una caja, no está juzgando si es bueno o malo, feo
o bonito, tonto o listo; sólo considera, si lo que muestra una persona, funciona o no
dentro de este nuevo mundo que se va a producir. Juro que he visto maravillosas
audiciones de gente muy preparada que no se queda, porque no hay nada que ofrecerle
en esa puesta en escena.
Si alguien está buscando una secretaria que hable inglés, maneje office, sea menor de 40
años y tenga cara de sargento mal pagado, en la gama de prospectos que entreviste, unas
cumplirán más y otras menos con estas características, sólo el que está necesitando a esa
persona, tiene idea de quién “puede” funcionar. O bien, se pueden presentar candidatas
con gran dominio del francés, expertas en autocad, de apenas 20 años, no es lo que se
necesita. Si así se mueve el mundo pragmático, se podrán imaginar todos los
ingredientes que hay que tomar en cuenta en la creación artística dentro de un escenario.
Una consideración importante es que el audicionante tampoco tiene la certeza sobre su
selección, siempre habitará en él la duda, pero también sabe con absoluta certidumbre
que está apostando por sus mejores cartas y aquí es donde radica su garantía de estar
haciendo lo correcto.
Partamos de que una audición es una entrevista de trabajo, sólo eso, y como en toda
entrevista a uno le preguntan la experiencia que tiene, sus antecedentes de formación,
profesionales, qué hace, quién y cómo es. Y para responder, nada mejor que un
currículum, una foto y presentarse haciendo lo que uno hace. Ahora bien, no es
cualquier tipo de entrevista, hay que prepararse con mucha anticipación y muy bien.
Nótese, no para el trabajo, sino para la entrevista misma. El entrevistado tiene todas la
ventajas; él sabe quien es y conoce sus capacidades, elige lo que va a cantar y cómo lo
va a cantar, sabe lo que muestra y hasta donde lo hace. Es dueño del espacio y el tiempo
de la audición que le están haciendo, por lo tanto una audición no es sólo una entrevista
de trabajo, sino un escaparate, un escenario donde el audicionado va a representar el
personaje que debería dominar: ÉL MISMO. ¿No es maravilloso? Un lugar donde tú
eres tú mostrando todas tus cualidades y que además ya has ensayado y preparado con
toda anticipación.
Cualquier personaje limita a un actor, siempre tendrá algo en lo que se identifique, pero
siempre habrá algo en lo que no, difícilmente todos y cada uno de nosotros hemos sido
plasmados en la literatura, pero sí nos identificamos con frases, sí reaccionamos igual
que otros en circunstancias semejantes, sí alcanzamos una nota como fue concebida. En
una audición no hay más que ser uno mismo. Y llego aquí a mi primera conclusión:
Actores, una audición es la ÚNICA oportunidad de mostrar TODO lo que son.
¡Aprovéchenla!
Audición II
Espero estén convencidos de que ser audicionados es ser privilegiados, de que es la
oportunidad única para lucir en su propio escenario dando el cien por ciento de lo que
tienen. En pocas palabras, dejen de aterrorizarse, no hay nadie en este mundo que les
pueda decir, ¡no, así no eres! Excepto, quizá, su psicoanalista. Para un audicionado la
respuesta a esta prueba es muy sencilla: “esto es lo que soy, ¿te sirve? Úsalo”.

No niego el miedo a ser juzgado, el nerviosismo que provoca no tener una garantía de
trabajo, la incertidumbre ocasionada por no saber lo que los demás esperan de ustedes o
del personaje, pero el que canta la tiene fácil, siempre y cuando no pretenda meterse en
la cabeza de los audicionantes. Veamos ahora la posición de los que toman la decisión,
porque habemos muchos allí adentro que nomás oímos, pero de decidir, ni hablar. Los
ahí presentes desean, más que nada en el mundo, ver entrar por esa puerta al personaje
que están buscando, desde cómo camina, cómo se planta, qué antecedentes artísticos
tiene, cómo se pone de acuerdo con el pianista, qué canta, cómo proyecta -hasta su
comportamiento en el área de registro y sala de espera influye - todo lo que haga,
absolutamente todo será observado y se pondrá a consideración para determinar si es o
no ADECUADO.
“¿Cómo voy a saber si soy o no adecuado si no me dicen nada del personaje?” De eso se
trata, de que sean ustedes mismos mostrando lo mejor de sí, no que representen. En una
obra musical no hay tiempo para explicar nada, el público reconoce al personaje y el
papel que juega sólo con verlo. Los personajes en una comedia musical, a diferencia de
los que se presentan en otro tipo de obra, se manifiestan por completo y de golpe con
unos cuantos trazos. No hay tiempo para desarrollarlos: son.
Sabemos de maravillosos actores que maquillados pueden parecer negros; es del
conocimiento de todos que contamos con excelentes bailarines que miden 1.80 mts.
Pero alguien deme una razón para invertir tiempo, creatividad, esfuerzo, dinero y
talento, habiendo en el mundo negros bailarines que miden 1.60 mts. y curiosamente,
es lo que la producción está buscando. Ahora, si están convencidos que su talento y
preparación va a arrasar con los creativos, no den explicaciones, preséntense y
demuestren con hechos que ustedes son lo que ellos están buscando. No hay necesidad
de aclarar que pueden aparentar ser más viejos, más altos. Tampoco intenten representar
lo que ustedes piensan que ellos quieren porque, a veces, ni los audicionantes lo saben.
De lo que se trata es que veamos cómo sería el personaje si ustedes fueran elegidos.

Volvamos al ser adecuados: físicamente, sexo, edad, estatura, etnia; vocalmente,


rango, timbre, tesitura, colocación; en danza, estilo, técnica; actoralmente. Y dos
consideraciones que poca gente ve:

1.- Si son adecuados con el resto del reparto ya seleccionado. Si se pueden “acomodar”
con los demás, si en el cuadro de actores completo hay equilibro. Cuando un equipo
creativo está haciendo una puesta en escena, está creando un ser vivo, por lo tanto no
basta con que las piezas por separado sean buenas, tienen que ser armónicas entre sí
para crecer en conjunto, como los dedos de una mano.
Para esto, a veces, los directores (de escena, música y coreógrafía) tienen que adecuarse
a lo que tienen y consensar entre los distintos departamentos: un grupo excelente de
bailarines que no tenga la misma fuerza en lo vocal, un buen cantante que no sea un
actor brillante, un maravilloso actor que baile apenas, o alguien que haga las tres
actividades en un nivel aceptable. Pero claro, para llegar a estas concesiones, hay que
esperar hasta el momento final, porque siempre están buscando las piezas perfectas que
embonen con exactitud, y no cesarán en su búsqueda –créanmelo- hasta quedar
convencidos de que levantaron la última piedra para encontrar lo que necesitan.
Noventa por ciento de una buena dirección es un buen reparto. Esto creo que lo dijo
Harold Prince.

2.- El equipo creativo somete a prueba su comunicación con el factor humano. Puede
haber un gran cantante o actor, pero si el director no logra comunicarse, no hay manera
de trabajar juntos, no son adecuados el uno con el otro. Por eso es importante que el
audicionado esté bien preparado y con los oídos abiertos y dispuesto a modificar su
trabajo. Esto no garantiza la comunicación pero elimina barreras.
Los audicionantes están preocupados por toda una producción, parte muy importante de
ella es el elenco. Tienen que seleccionarlo bien y en el menor tiempo posible, hay otros
asuntos que atender y cuando el reparto esté hay que botar el barco al agua, trazar el
rumbo e izar las velas. Un capitán escoge su tripulación y no puede andarla aventando
por el mar a medio camino. Por eso dicen los que saben, never cast an asshole.

Como verán, todos ahí adentro estamos nerviosos, queremos pasar por esta etapa con un
consumo de tiempo mínimo, pero debemos aprovechar cada segundo de la audición. A
los audicionantes les preocupa estar siempre atentos para que no se les cuele nadie, les
urge hacer cuidadosamente la mejor elección. El reparto que ellos elijan será el equipo
artístico con el que van a convivir y crear un espectáculo en un máximo de 12 semanas.
Será su rostro en el estreno y luego, la columna vertebral que sostendrá la temporada
durante meses, tal vez años.

El audicionado quiere participar en un proyecto, el audicionante desea que el que cruce


por la puerta sea el personaje que está buscando. Todos tienen el mismo objetivo, no
veo por qué hacer de la audición un campo de batalla. El audicionado oferta, el
audicionante adquiere lo que necesita. Las audiciones son los cimientos indispensables
de una puesta en escena, son la expresión de la gama de un actor; y cito para ello la
paráfrasis de Álvaro Cerviño: “Audición. Sin nuestras audiciones, nuestras vidas en el
escenario serían tan inseguras como... como un violinista en el tejado.”
TESTIMONIO DE MORRIS GILBERT
(PRODUCTOR DE OCESA)
Morris Gilbert
El beneficio primordial de una audición es que nos permite -productores y creativos de
un espectáculo- asignar los papeles a las personas a las que realmente les va en ese
momento el personaje. Aunque conozcamos a muchos de los artistas y hayamos
trabajado con ellos, la gente cambia, sus aptitudes cambian, sus edades cambian, sus
físicos cambian. Y nosotros tenemos que empezar siempre las audiciones partiendo de
cero para saber que estamos escogiendo a la mejor gente, que está en el mejor momento
para hacer ese papel.
Es un poco un proceso como el de probar el zapato de la Cenicienta, hasta que
encontremos a la Cenicienta que le quede el zapato; y eso no puede ser, si no se hace un
proceso de audiciones partiendo absolutamente de cero, para poder asegurarnos que
estamos eligiendo a la gente realmente indicada.
Los audicionados deben saber que lo que estamos buscando es que ellos puedan
realmente hacer ese papel. En otras palabras, tienen que documentarse sobre lo que se
está buscando, tienen que estar seguros de que sus aptitudes son las adecuadas para tal o
cual personaje dentro de una obra y tienen que mostrar a los audicionantes sus aptitudes
de una manera concreta, concisa, clara, rápida y sin rollo. Normalmente se escudan
atrás de veinte mil cuentos: “estoy muy nervioso”, “lo que pasa es que anoche no dormí
bien” o “cuando yo era chiquito mi mamá me pegaba”. Eso, a los que estamos
audicionando, no nos interesa; lo que nos interesa es que la gente entre y haga lo que
tenga que hacer. Y lo haga con firmeza, con claridad, con talento, con preparación y
entonces van a obtener el papel, y no antes.
Tienen que venir preparados a sus audiciones, tienen que saber a qué vienen, y no nada
más venir “a ver qué”. Desgraciadamente en México somos muy dados a la
improvisación y sabemos de gente que llega, y cuando están esperando afuera de la
audición, recién se enteran de qué se trata la obra para la que vienen a audicionar y qué
papeles hay disponibles. Eso es una falta de seriedad abrumadora. Por supuesto que nos
damos cuenta y lo resentimos. Necesitamos trabajar con gente seria y profesional, y la
seriedad y el profesionalismo se demuestran desde la audición misma.
¿POR QUÉ AUDICIONAR?
Esta pregunta nos la hacemos todos los que participamos en el vía crucis de la audición,
pero cuando concluye con éxito nos sentimos como aquellas mujeres que después de un
parto difícil, ni se acuerdan del dolor; cansados, pero orgullosos. Antes de enumerar
los motivos que, creo yo, sustentan una audición, permítanme hacer una confesión: las
audiciones son el mejor acondicionamiento para elevar el umbral de resistencia al
fracaso. Nunca será proporcional la cantidad y calidad del trabajo, al resultado de la
audición, para ninguna de las partes. La única relación de proporción que yo he
encontrado a lo largo de estos años es: entre más se preparen los audicionados, más
difícil será la decisión de los audicionantes. Esta conclusión no le hace la vida más fácil
a nadie.
Pero a pesar de todo creo en las audiciones e intentaré enumerar algunas razones por las
que, en mi opinión, existen.
1.- Ni son todo lo que son, ni están todo lo que están. Los directores suelen trabajar con
actores que conocen, lo mismo que los actores, pero aunque se conozcan, están vivos y
se modifican, crecen, engordan. Además, ¿se han conocido en esta situación límite que
es la audición? ¿Se le había ocurrido al director que ese actor pudiera funcionar para esa
puesta? ¿Conoce un director la gama completa de un solo actor? Únicamente la
audición responde a estas preguntas.
Hay directores a los que no les gusta audicionar porque, “¿cómo voy a audicionar a tal
actor que ya conozco?” “¿Quién soy yo para dictaminar tú estás bien, tú estás mal?”
La audición no es nada más para conocer nuevos actores, sino ver a los que ya conocen
en diferentes circunstancias. Y no es que se conviertan en jueces artísticos, pero quién
mejor que el director para determinar qué es lo mejor para su puesta.
Por nuestra parte, como equipo de producción, nunca negaremos una audición para un
nuevo montaje porque la audición anterior fue mala o el audicionado no fue
seleccionado. Puede que hasta les llamemos.
Ahora los actores. “¿Para qué me audicionan si ya me conocen?” “Que me vean en lo
que estoy haciendo, si les funciono que me llamen.” Respondo. No hay en ti otra cosa
más que lo que los demás conocen, limitado, ¿no? Si quisieran hacer la misma obra en
la que estás, con la misma producción, no sería necesario audicionarte. O bien, el que
considera que audicionar es humillante. Si hubiera que hacer análisis médicos para
determinar la salud de un paciente, ¿dejarían de hacer esos estudios, sólo porque
doctor y paciente se conocen? La salud es importante, la creación artística, también.
Mejor paso al siguiente punto porque ya me estoy enojando.

2.- Ni son todos los que están, ni están todos los que son. Es un hecho que todos los
actores no conocen a todos los directores, ni viceversa. Si hacemos puestas en escena
sólo con los que conocemos, acabaremos haciendo Hamlet con Sarahs Bernhardt de 90
años. La audición refresca los repartos y garantiza el paso a nuevas generaciones. Sé de
actores que han estudiado en otro lado, son buenos y están bien preparados, pero no
encuentran trabajo porque no conocen a nadie en esta ciudad y únicamente hay
audiciones para comerciales o cine.
El teatro no es un acto democrático, es uno de los acontecimientos más tiránicos, pero
el tirano lleva el nombre de la obra y el concepto que los creativos impongan. En este
sentido, todos somos iguales frente al tirano. El que funciona para este propósito
unívoco, se queda; los demás, conocidos o desconocidos, van al bote de la basura.
Aunque parezca contradictorio, si lo analizamos, las audiciones abren la selección del
reparto a la democracia… del tirano.

3.- Momento de conciliación. Tres días, ocho horas diarias, es mucho tiempo en el que
un equipo creativo está concentrado únicamente en esa puesta en escena con las piezas
que tiene enfrente. El director expresa su concepto sobre los personajes, el productor
exalta los elementos que le interesan, el coreógrafo empieza a diseñar movimientos, el
director musical va dividiendo voces. En fin, son días de trabajo intenso en los que el
foco es uno: obtener el reparto ideal que concretará la idea y le dará vida. Tal personaje
no tendrá la calidad vocal que estaban buscando, pero se podrán resaltar sus cualidades
dancísticas, su capacidad actoral, qué sé yo.

4.- Consolidación o reforma del concepto. El elemento humano que se presenta en una
audición es la materia prima con la que se va a construir una puesta en escena. Es la
calidad standard del espectáculo. Conforme se va seleccionando el reparto, toda la
producción se concreta: el vestuario tiene un cuerpo humano que lo porta, la
escenografía enmarca a una persona, o quizá ese color no le sienta al actor, la luz no
funciona en alguien como se había planeado. Es entonces cuando el equipo va dando
vida a lo que sólo existía en la mente.

5.- Uno nunca sabe para qué audiciona. Un equipo creativo muchas veces está en
distintos proyectos al mismo tiempo. Un audicionado puede no ser adecuado para una
obra, pero quizá sea el indicado para otro trabajo que esté realizando alguno de los
audicionantes. Existe la famosa anécdota de Dustin Hoffman que, sin ser actor de
comedia musical, fue a una audición que estaba haciendo Mike Nichols en Nueva York
para un musical de Broadway; Hoffman no se quedó en el musical, pero se le abrieron
las puertas para el protagonizar la película que posteriormente dirigió Mike Nichols: El
graduado. Otro ejemplo local: Saulo Vasconcelos acabó haciendo El Fantasma de la
ópera en la ciudad de México por su audición para Rent en Brasil y por cierto, hoy está
representando -maravillosamente- al mismo personaje en la producción de Sao Paulo,
gracias a su audición para Violinista en el tejado el año pasado en la ciudad de México.

6.- Otros beneficios para el audicionado. Los artistas del escenario trabajan de buscar
trabajo, invierten la mayor parte de su esfuerzo en buscar dónde trabajar. Las
audiciones son un espacio abierto y total a su propia creatividad. Existen escuelas de
actuación, de canto, de danza, pero no existen escuelas donde se les enseñe a buscar su
sustento. La única escuela es la audición misma, ella es su taller de entrenamiento
constante, la actividad que consolida su espíritu. Hay creativos que extienden el
proceso de audiciones para medir el crecimiento de un actor, su fortaleza en situaciones
de extrema tensión. Muchos actores no resisten la presión, se diluyen en el camino,
van de más a menos. Una audición es una situación tan especial, que hay quienes las
crecen en tiempo y número, con el fin de obtener un reparto lo suficientemente fuerte
que se conserve entero durante el pesado proceso de ensayos y una larga temporada. No
estoy diciendo que sea una constante, pero sucede.
Por otro lado, el audicionado tiene la oportunidad de medirse con los demás, pero más
importante que eso es medirse consigo mismo, la última buena audición o temporada
no les dará el papel. Tienen que medir si han crecido como actores, si están
encasillados en un tipo de personaje, si son los suficientemente flexibles. La audición
es el momento de atreverse como intérprete, de probar otros personajes, de ponerse
metas altas, de alcanzar logros mayores, en otras palabras: de ser mejores artistas.
Las audiciones para los actores son el proceso de selección natural que padecen las
especies en la evolución: sobreviven los que se adecuan al medio ambiente, no los
bonitos, ni los que mejor cantan. Así que si no audicionamos (todas la partes),
obtendremos espectáculos limitados con actores limitados a experiencias de mínimo
riesgo. Convertiremos nuestra pasión en un caldo de mediocridad.
... Ustedes dicen.
UNA BUENA AUDICIÓN
He de aclarar que a lo largo de estos escritos no van a encontrar el recetario para la
creación de un personaje, ni el manual para conseguir un papel, ni siquiera tips para
obtenerlo y mucho menos, la metodología para meterse en la cabeza de los
audicionantes, como piensan algunos culteranos del teatro. ¿Decepcionados? Lo siento.
Mi pretensión es plasmar pequeñas recomendaciones que, tomadas con
INTELIGENCIA, puedan ser de ayuda en futuras audiciones. Ni es LA VERDAD, ni
son leyes científicas demostradas en laboratorio, son conclusiones -muy discutibles-
obtenidas por reducción al absurdo a partir de lo que he visto, por respuestas a preguntas
de los audicionados, por lecturas sobre el tema y sobretodo, por la recopilación de
información de aquellos con los que he andado en este camino.

Primer tabú por derrumbar: la consecusión directa de una buena audición no es obtener
el trabajo, sino mostrar sus habilidades. Si hay 50 personas que van a audicionar para
un papel y las 50 hacen una excelente audición, no van a contratar a los 50. Sólo hay un
lugar para cada personaje. Por otro lado, si hay un actor que no ha preparado nada, pero
el tipo es perfecto, es flexible, cumple con el nivel y establece una buena comunicación
con el equipo de dirección, puede que se quede con el personaje. Un director prefiere
trabajar con el que es, parece y se entiende, que con alguien que requiera un mayor
gasto de energía. Como ya lo dije, el reparto es un elemento importante, pero la puesta
en escena tiene muchas más cosas en que trabajar.

Así es... se trata de ser adecuado. ¿Recuerdan ese juego para niños que es una caja en la
que la tapa superior está recortada al centro con figuras geométricas, cuenta con unos
poliedros aparte que corresponden a esas figuras, y el juego consiste en colocar los
poliedros dentro de la forma geométrica adecuada? Bueno, eso es una audición, el
cubo es cubo y nomás cabe en el cuadrado. En palabras de nuestro productor, es como
el zapato de la Cenicienta, le queda a una, no a todas. ¿Y si hay muchos que son
adecuados y van excelentemente preparados? Sólo se queda uno; es labor de los
creativos elegir con sumo cuidado y en concordancia entre ellos y el resto de la puesta
en escena. Por cierto, este panorama que es el ideal, nunca lo he visto y espero verlo
para morir en paz.

Entonces, ¿cómo saber si hice una buena audición? ¿Cómo saber si soy rechazado por
no ser adecuado o porque realmente no sirvo? A esta pregunta, los únicos que pueden
responder son los mismos audicionados. Muchos actores piden retroalimentación de lo
que hicieron en su audición, una evaluación de su trabajo. Es como si yo les preguntara
a ustedes -que están leyendo estas líneas-, ¿estoy siendo honesta o les estoy diciendo
mentiras? La única que sabe la respuesta soy yo… Y mejor los dejo con la duda.

Estar preparado es todo. Hay que estar preparados siempre para audicionar pues la peor
audición es la que no se hace. Sólo audicionando podrán tener un mayor control en esta
circunstancia de extrema tensión.

En primer lugar, independientemente del musical para el que van a ser audicionados hay
que tomar clases de técnica vocal SIEMPRE. Un maestro que amplíe su rango, que les
permita conocer su instrumento y cómo explotarlo, cómo colocar, cómo crear una
columna de aire, cómo apoyar; no es lo mismo el pop, que la ópera, que la comedia
musical. Otro entrenador de cabecera es el coach vocal[i]. Con este maestro podrán
montar canciones, una balada y una “up tempo” (movida, pues), una de un musical
clásico y una de uno moderno, una que exprese un aspecto de su personalidad y otra lo
opuesto; una canción que muestre su rango vocal de pecho, voz hablada o de cabeza;
pero todas y cada una de las canciones que elijan han de ser adecuadas a su edad y
características físicas y psicológicas, y tienen que significar algo muy importante para
quien la interprete en ese momento, pues si el material los mueve emocionalmente,
podrán conmover.

No se trata de que en 16 compases muestren absolutamente todo lo que son, es


imposible, y si lo hacen, van a parecer locos; elijan lo que mejor los represente, con lo
que se sientan más cómodos, pero sobre todo elijan aquello con lo que estén más
conectados emotivamente, aquello que los haga brillar y vibrar.

Procuren que sus selecciones sean dramáticas, porque hay que aprender a cantarlas y a
contarlas.

Una historia de comedia musical se canta porque no alcanza la palabra llana, la música
surge como una necesidad de precisar, puntualizar y hacer más emotivo el texto, el
sentimiento, (aunque suene redundante) la atmósfera, la acción, las relaciones. Y a
veces no es suficiente cantarlo, hay que bailarlo para abarcar la expresión completa de
lo que se quiere decir. Cuando surge la música en el teatro musical, es porque la palabra
se queda corta, necesita completarse con el canto y el baile. Por todo esto es importante
la actuación. Hay que entrenar el cuerpo y el alma para imaginar, sentir, proyectar,
articular, crear, reaccionar y memorizar intenciones, afectos, atmósferas, acciones y
prefiero concluir con un etcétera.

Aunque no sean bailarines profesionales, hay que tener un cuerpo dispuesto, flexible y
preparado. Las clases de jazz que se imparten generalmente en las escuelas no son
suficiente, hay que conocer la base de la técnica, tomen clases de ballet.

Como parte de su entrenamiento para audiciones, vayan a ver las obras para las que han
audicionado y no han sido seleccionados. Pongan especial atención en el personaje por
el que iban, no juzguen si está bien o está mal, si ustedes cantan mejor o son más
guapos, enmárquenlo en la producción completa, encuentren la armonía y el orden que
buscaban los creativos, regresen a su audición y consideren qué tanto mostraron ustedes
esas características en el momento de su presentación. Si van a asistir a una puesta en
escena de una obra para la que audicionaron y sólo se dedican a compararse con el
reparto elegido, no van a encontrar más que amargura y frustración, van a desperdiciar
su tiempo, su dinero y no van a disfrutar el espectáculo.

Si ustedes tienen el talento y se han preparado, harán una buena audición: una
interpretación correcta, completa, vibrante y brillante de ustedes mismos; por lo que las
preguntas “¿cómo me fue?”, “¿en qué falle?”, “¿qué me falta?”, o “¿por qué no me
quedé?” quedan automáticamente fuera de lugar, pues una audición no es un examen,
es un muestrario. Cambien estas preguntas por otra: ¿Me siento satisfecho con lo que
hice?

Si no son seleccionados -no estoy diciendo rechazados-, entonces podrán concluir que
no son adecuados: SÓLO TÚ SABES SI DISTE LO MEJOR DE TI. Sólo yo sé si estoy
mintiendo.

[i] En Estados Unidos la diferencia entre el maestro de técnica vocal y el coach es muy
clara. En México el maestro acaba montando canciones y el coach dando técnica. En
primer lugar, porque al ser clases particulares resultan muy caras y por otro lado, los
actores o bailarines no tienen una cultura de formación académica en canto.
TESTIMONIO ANDREA SUÁREZ
He aquí el testimonial de una joven actriz que ha participado con nosotros en dos
audiciones y en las dos ha obtenido un personaje. ¿Cuál es su secreto? Le he pedido a
Andrea Suárez que nos hable sobre sus experiencias en el proceso de audiciones de Los
Miserables y Violinista en el Tejado.
ANDREA SUÁREZ
No tengo mucha experiencia en audiciones profesionales, únicamente he hecho dos para
esta empresa y esa es toda la práctica que he tenido en la materia. Mi primera audición
fue para Los Miserables, fue un caso curioso porque realmente no tenía la intención de
quedarme en la obra. En ese entonces yo estaba estudiando mercadotecnia y aún me
faltaban dos semestres. Mi prioridad era terminar mi carrera, pero como a todos mis
amigos les gusta el teatro musical, e iban a la audición de Los Miserables, por
acompañarlos, yo también fui.

Dos días antes de la audición preparé una canción lo mejor que pude, conseguí las
partituras y me armé de valor . No estaba muy nerviosa ya que si no me daban callback
no me importaba. Yo sólo quería saber cómo eran las audiciones, cómo era la gente que
participaba y adquirir un poco de experiencia para cuando pudiera aprovechar la
oportunidad de estar en un escenario. Por eso no estaba nerviosa, pero sí me daba miedo
hacer el ridículo, estar expuesta a que vieran de lo que era capaz y no cumplir con las
expectativas.

Cuando me tocó audicionar, realmente no recuerdo mucho , sé que había mucha gente
en el salón, pero ni siquiera ví las caras del miedo que tenía. Pasé al centro y creo que…
sí, sí me presenté, me puse de acuerdo con el pianista; después, cuando me sentí lista,
empezó a tocar mi canción. La verdad es que me sonó un poco extraña, o no como yo
estaba acostumbrada a escucharla, eso me sacó de onda, pero traté de cantar lo mejor
que pude. Sentía que me temblaba todo, me temblaba la voz espantosamente y lo único
que pensé fue: “al mal paso, darle prisa”. Me acuerdo que me habían aconsejado que
sonriera mucho, porque soy muy seria, y cuando salí de la audición hasta me dolía la
cara de enseñar los dientes. Ya estando en el lobby del teatro me dijeron que ¡tenía
callback! Yo me sorprendí mucho, porque para mí, había hecho una mala audición, no
estaba verdaderamente preparada para hacerla como hubiera querido, no me sentía
segura.

En los callbacks empecé a asustarme porque parecía que seguía avanzando y yo no


quería quedarme porque en ese caso tendría que tomar una decisión muy difícil, hacer
un cambio radical en mi vida, eso me daba miedo. Así que para las siguientes
audiciones no me esforcé por quedarme, sino por no hacer el ridículo. Más o menos
preparé el material y ahora sí tenía muchos nervios, ¡no quería quedarme! Hasta tuve
que parar una audición y pedí que me dejaran respirar, me agaché para tomar aire… Lo
que hice fue actuar normal, como soy yo, sin pretensiones de nada, ni tratando de
demostrar nada, sin esforzarme de más. Finalmente me quedé, y todo en mi vida se
ordenó milagrosamente y pude terminar mi carrera estando en Miserables. Fue una
sorpresa para mí y lo que me dejó de enseñanza, es que hay muchos factores que pueden
influir para que te quedes o no en una obra y no sólo es qué tanto te prepares o que tan
talentoso seas, sino que, lo que yo creo, es que ven tu potencial y que cumplas con el
perfil que están buscando.

Tenemos que aprender a hacer lo mejor que podamos y confiar en que pasará lo mejor.

Mi segunda audición fue para Violinista en el Tejado, ¡ahora sí me moría de ganas por
estar! Es una obra que me encanta. Me preparé mucho para la audición, me sabía los
textos y las canciones, conocía muy bien a los personajes y todo el ambiente de la obra.
En la audiciónde Miserables me daba pena porque no conocía a nadie, y para la de
Violinista me daban más nervios porque ya conocía a los que iban a audicionarme y me
sentía más presionada a hacerlo bien y demostrar lo que sabía hacer. Finalmente, lo
único que hice fue ser yo misma, si me daban ganas de brincar para agarrar la emoción
del texto que tenía que decir, pues lo hacía; actué como Andrea en la vida normal, para
tratar de evitar un poco los nervios y pues parece que me fue muy bien, porque seguí
adelante con las audiciones y al final me quedé con un personaje.

Con base en mis experiencias, lo que yo recomendaría a las personas que van a
audicionar es prepararse lo mejor que puedan, conocer la obra lo más que se pueda,
tener una idea del trabajo que se va a hacer en el escenario, de lo que tienes que
proyectar, qué personaje es el que quieres, cómo es ese personaje. Mientras más
conozcas una obra, más herramientas tienes para pelear por lo que quieres. Lo único que
está en tus manos, es hacer lo mejor que puedas, no depende de ti la decisión de si te
quedas o no, lo único que puedes hacer es controlar los factores que tienes a la mano,
que son: aprenderte bien la canción, repasar la partitura, traer la partitura engargolada,
lo más fácil de leer para el pianista (para que la toque bien), ponerte de acuerdo con el
pianista, seleccionar la parte de la canción que tú quieres cantar porque es la que mejor
te sale, llegar súper seguro de ti mismo con el pianista y decirle desde dónde vas a
cantar y preparar el ritmo y el tono en que la va a tocar.

Es importante quitarte las más preocupaciones que puedas, como comer temprano para
que no te vayas a sentir pesado, tomar mucha agua para que no se te reseque la
garganta, ir vestido –no en fachas- pero sí muy cómodo para que no te estorbe la ropa,
para que tengas libertad de movimientos. Tienes que preparar toda la audición como si
fuera una obra de teatro completa, con introducción, desarrollo; con todos los
movimientos que vas a hacer, cómo te vas a presentar, casi, casi imaginarte el telón y las
luces. Sólo tienes una oportunidad para demostrar lo que sabes hacer.
Ser tú mismo en todo momento, llegar sin pretensiones, sin el afán de demostrar que
eres el más talentoso, el mejor cantante, el mejor bailarín o el mejor actor y tampoco
actuar como si te estuvieran haciendo el favor, sino llegar seguro de lo que sabes hacer,
ni más ni menos. Ser auténticamente tú, no pretender ser nadie más, comportarte como
lo harías en la vida normal, no hacer bromas en exceso o querer hacerte el gracioso, o
querer intimar con la gente que te está audicionando, simplemente ser tú. Prepararte lo
mejor que puedas y ser tú

Yo recomendaría a las personas que nos audicionan que trataran de hacer la experiencia
lo más agradable posible, porque yo creo que audicionar es lo más horrible que te puede
pasar: el estar expuesto ahí para cantar, para que todos te estén viendo y analicen tus
movimientos, tu voz… Es muy difícil, es muy intimidante. Sonreír, ser amable, tatar de
romper el hielo para que esa persona expuesta se sienta en confianza, no hablar mientras
esa otra persona está cantando. He escuchado de personas que están audicionando y
mientras cantan, los que los audicionan parecen no ponerles atención, platican y se
ríen, mientras el pobre incauto se está esforzando por hacerlo bien. Eso saca un poco
de onda, te da como miedito. Te pones a pensar: ¿qué estarán diciendo de mí? ¿Se
estarán burlando? ¿No les estaré gustando? O, ¿qué pasa? Yo les recomendaría a los
audicionadores que trataran de hacer la experiencia lo más fácil, lo más agradable.
Después de la audición, si es posible, ya sea por teléfono, por mail o personalmente, dar
una retroalimentación, para que tú sepas porqué no te quedaste y no estar pensando:
“soy pésima”, “es que canté horrible”, cosas por el estilo.

Lo que no recomendaría es ir sin estar preparado, sin saber bien la canción, o leer la
canción en plena audición, o tratar de intimar con la gente que te está audicionando,
haciendo bromas o comportándote como no eres realmente. A las mujeres, no ir en
tacones o de manera muy llamativa o que resulte incómoda, lo más natural que se
pueda. No recomendaría comer muy pesado justo antes de audicionar.
Ir lo más saludable posible y controlar todos los factores que puedas para que tu
audición sea, más que nada, de tu agrado, que realmente quedes satisfecho, que no te
quedes con ganas de haber hecho algo más, o que digas ¿por qué hice esto?, ¿por qué
hice lo otro?

Lo principal en una audición es que tú te sientas feliz con tu trabajo, que le des el valor
que merece y que confíes en tus capacidades y en tu talento. Eso es lo que yo creo. La
seguridad y la confianza hacen milagros.
TESTIMONIO LENNY ZUNDEL
Durante 20 años ha sido audicionado para más de cincuenta obras, ha hecho castings
para cine, comerciales, televisión. Su terror en audiciones no disminuye; es más, en
ocasiones se incrementa. Un actor talentoso, preparado y completamente aterrorizado
cada vez que hay una audición. Lo he visto temblar, sudar, llorar. No puedo decir que
sus audiciones sean las peores que he visto, pero me causan la misma sensación que me
causaría leer una excelente novela con faltas de ortografía. Ustedes dirán que un buen
novelista no necesariamente debe tener una buena ortografía y tienen razón. Tampoco
una mala audición es señal de mala actuación; y por otra parte, el paso de los años no
garantiza mejora en las audiciones. Estos ejemplos no son, afortunadamente, una
constante, pero se dan
Lenny Zundel

Hablaré un poquito de mi fobia, porque se ha convertido en una fobia el audicionar; el


presentarme ante cinco o seis personas detrás de una mesa de audiciones, resulta –casi
siempre- una fobia. Lo más cercano a una fobia. Así como el temor, o el asco, o la
repulsión a las arañas, o a las cucarachas, o a las alturas. Me entra un pánico terrible
cuando estoy audicionando: se me ponen las manos sudorosas, siento váguido, como
cuando bajas en una montaña rusa, ésa es la sensación en el estómago, como una
especie de vacío… Alguna vez lo achaqué a no estar seguro cuando audicionaba, a no
estar seguro de lo que me estaba pasando en ese momento, de lo que iba a cantar, de
cómo lo iba a cantar, o de lo que iba a decir o cómo lo iba a decir. Creo que soy un ser
muy perfeccionista, creo que mantengo un nivel de exigencia muy alto en mi carrera,
ese nivel de exigencia no me permite fluir en una audición.

Alguna vez alguien me dijo, “¿cómo puede ser posible que ante dos mil personas o más
no te sientas nervioso y ante seis personas que te están audicionando, sí te sientas
nervioso? Te pasa todo esto, esta fobia que tienes.” Y mi respuesta fue: -la diferencia es
muy pequeñita, pero muy radical- ante las dos mil personas ya estoy contratado y ante
las seis, todavía no. Eso es lo que más me hace ruido a mí en una audición. Es una
prueba, una prueba para ver si obtengo o no el trabajo. La capacidad para superar una
prueba o una audición, creo que la tengo, pero el nivel de concentración y preparación
para ser aprobado en mi siguiente trabajo, no es igual porque cada trabajo tiene una
connotación de vida. De esa audición depende, a lo mejor, el siguiente año de mi vida.
Por eso es tan fundamental y tan importante ese momento. Si fuera un examen que
después puedo recuperar con un extraordinario, o una segunda vuelta, quizá sería más
sencillo, pero es tan radical, tan terrible, porque de eso depende mi siguiente año de
vida.

Yo creo que la única razón por la que he tratado de superar esto, es para que no me siga
afectando de esa manera y cada vez trato de prepararme mejor, cada vez trato de llegar
más seguro ante esas seis personas que me van a hacer la prueba para definir mi
siguiente año de vida. Y creo que la única forma de hacerlo es esta: saberme dormido la
canción que voy a cantar, saber bien las líneas o estudiar bien lo que voy a hacer, y me
ha funcionado algo que alguien una vez me dijo: hacer un personaje, crear un personaje,
que no sea yo el que audicione, que realmente pueda poner en los zapatos de alguien
más una gran prueba y eso ha disminuido mi nerviosismo, mi angustia, mi fobia.
Ha sido mi yo valiente, mi yo seguro, mi yo brillante quien ha logrado una buena
audición. Por cierto, ya estoy preparando otro yo para mandarlo a las próximas
audiciones.

Material para audicionar


En pista o partitura
Cada vez que se publica un ciclo de audiciones para comedia musical, surge la primera
gran interrogante, ¿en pista o partitura? Mi intención es, obviamente, defender la
partitura, pero la última palabra la tiene el audicionado.
De entrada, yo les pediría, que olvidaran la pista. Armen pistas con su pianista pero sólo
para prepararse y estudiar. De preferencia una pista con la línea melódica a menor
tiempo, otra al tiempo que debe ser y otra sólo con acompañamiento, pero nada más, no
la usen en su audición. ¿Por qué? Porque aunque no lean música, significa que conocen
su material, que lo han repasado con un pianista, que pueden hacer cortes, que lo pueden
tomar de cualquier lado, a otro tiempo, en otra tonalidad, en otras palabras: que son
PROFESIONALES.

Y para seguir apoyando mi posición, he aquí algunas observaciones de los que saben:

“Cuando cantas con pista, el que está observando no puede determinar qué tanto
puedes seguir un ritmo diferente o qué tan flexible eres para acomodarte a otras
circunstancias y no a una cosa establecida, congelada.”
“Es poco práctico, no puedes agarrar la canción de otro lado que no sea el principio y
a veces, la introducción es más larga que lo que alcanzan a cantar.”
“Con la pista no puedes medir cómo se enfrentan los cantantes a los errores del
pianista.”
“Audicionar con un piano es la mejor manera de ponerte en una situación similar a lo
que es una función con una orquesta en vivo. Como cantante debes seguir, esperar, o
trabajar con alguien, tal como sucede en una audición.”
“La afinación y las cuestiones técnicas se aprecian mejor con un instrumento en vivo.”
“Las pistas traen muchos adornos, muchos accesorios. Una de las mejores maneras
para audicionar es quitar lo superficial, lo que puede maquillar una canción.
Audicionar con un piano es como ver al actor sin maquillaje, sin máscara. Las pistas
pueden maquillar la voz y la interpretación.”

Ahora bien, como mi primera recomendación es “decidan por aquello que los haga
sentir más seguros”, entonces, si van a audicionar con pista y la producción lo permite,
algunas sugerencias:
Que sea una grabación audible a niveles normales, de preferencia profesional.
Sin voces y sólo acompañamiento, sin la melodía.
En el formato que están solicitando. Si usan otro, llevar el equipo para reproducirla.
Tener el material spoteado o bien, que sea el único material grabado. La peor inversión
que he visto en mi vida es la del tiempo que espera un audicionado mientras llega su
entrada. Un hombre frente a un pelotón de fusilamiento tendría una expresión más
serena que la de aquél que, en 20 segundos de espera, ve cuatro rostros impávidos detrás
de una mesa; y nada más ridículo para esos cuatro rostros, que un ser moviéndose
suavemente al ritmo de la música, con los ojos dando vueltas para adentro o como
siguiendo el vuelo de una mosca, haciendo como que hace.
El audicionado y el resto de los que están ahí saben que no está pasando nada. Para
cuando llega el momento de la entrada vocal, se ha formado una barrera tan grande
entre ambas partes que va a costar mucho tiempo y trabajo derrumbar.
Revisen que su pista funcione en cualquier aparato, desde el más chafa, hasta el más
sofisticado del mercado.
Si hay un piano en el espacio de audiciones, ¿para qué llevar pistas de piano? No saben
cuántas pistas llegan mal grabadas, a piano y de la misma partitura que se encuentra en
el mercado. Muchos argumentarán que prefieren no correr el riesgo de que el pianista
toque mal, eso es parte de la audición.
Mi última recomendación es llevar varias copias de la grabación en diferentes formatos.
Ahora bien, la partitura también tiene sus inconvenientes y el más grande es la mala
interpretación del pianista, pero ahí el audicionado no puede hacer nada, él no contrató
al pianista, esa responsabilidad es de la producción. Así que si se deciden por la
partitura:
Ensayen con un pianista, de preferencia varios, y vayan preparados para que la
interpretación no sea exactamente como la que ensayaron.
Asegúrense de que la partitura que llevan está en el mismo tono y tempo en que la
trabajaron.
De fácil lectura para el pianista, en una buena impresión, con cortes claros y siempre
que sea una copia.
Cuiden que sea partitura para piano. Hay quienes llegan con una lista de acordes o sólo
la línea vocal.
La presentación de la partitura es importante, de preferencia engargolada o con las hojas
unidas con cinta adhesiva. Si han visto a un pianista seguir una partitura, sabrán los
inconvenientes de traer hojas engrapadas por una esquina, dobladas o hechas bola. He
aquí la recomendación de Donald Oliver, músico neoyorkino:
Fotocopien sus partituras en hojas bond gruesas por una sola cara. Coloquen la hoja 1 y
2 sobre una mesa con la partitura viendo hacia ustedes, la 2 a la derecha de la 1, a una
distancia del grueso de un cabello. Unan las hojas con tres tiras de diurex. La hoja 3 va a
la derecha de la 2, a la misma distancia anterior y se pega con tres tiras de cinta
adhesiva, pero por la cara que no tiene música impresa. La hoja 4 se une a la 3 de la
misma manera que las hojas 1 y 2. Si hay una hoja 5, su canción es muy larga.
¡Busquen asesoría!
A capella, sin acompañamiento musical. ¡NO, por favor! Es muy, pero muy difícil
mantener la afinación sin ayuda de la música. Y continúo citando a los conocedores:
“A capella no se puede determinar si alguien puede igualar un tono. Si se toca un
acorde, ¿será capaz de cantar una nota dentro de ese acorde?
“Sin la música acompañando, no sabes si tienen o no buen oído o sentido rítmico.”
“Cantar a capella es falta de preparación, a menos que sea un súper talento, pero es
muy difícil.”

Vivimos en una ciudad muy agresiva y todo puede suceder, ya han llegado audicionados
recién asaltados, despojados del material con el que iban a audicionar, regularmente en
el área de audiciones contamos con partituras para casos como éstos o para los que no
traen nada preparado, pero no les recomiendo presentarse sin preparación alguna.

En audiciones abiertas nosotros aceptamos que canten lo que sea y como sea, pues
siempre tenemos la esperanza de encontrar a los grandes talentos en bruto -y no dudo
que los haya- pero si se va a realizar una producción en un tiempo tan corto,
actualmente en México, ya existe mucha gente preparada y los directores prefieren dejar
de lado a las maravillas en bruto y trabajar con los actores experimentados, preparados,
seguros. Así que: talentos, a estudiar.

Me vienen a la cabeza dos preguntas más:


1.- ¿Puedo tocar yo? Si están buscando un personaje que lo haga, sí. Si no es así, ¿para
qué ocultarse detrás de un piano o una guitarra?
2.- ¿Puedo llevar a mi pianista? No es lo más recomendable, pues parte de la audición es
la comunicación con el pianista, su reacción frente a lo desconocido, frente a nuevos
intérpretes, saber seguir, jalar la música. Les garantizo que si el pianista no toca la pieza
como está escrita, no será motivo para no ser seleccionados. Siempre hay alguien en la
mesa que puede identificar que piano y cantante están en mundos distintos. A lo que voy
es que el pianista NUNCA tiene la culpa si el audicionado no pasa a la siguiente ronda.
Compartir la audición con el pianista de la producción debería crear una expectativa
como la de conocer el amor de tu vida en una cita a ciegas; el pianista, como todos los
que estamos ahí, desea que el audicionado sea la persona adecuada para esa obra.
Si el audicionado piensa que la audición es un campo de batalla y los ahí presentes son
el enemigo, he aquí una buena noticia: su único aliado es el pianista. En el mejor de los
casos, su relación con el pianista de audiciones tiene que concluir en un dueto de amor a
primera vista.

Claro que pueden tocar el piano o llevar a su pianista, pero si están lo suficientemente
preparados, estoy segura que podrán hacerlo muy bien con el repetidor que les asignen.
La inseguridad no es necesariamente falta de preparación, pero la falta de preparación,
es inseguridad por necesidad.
Material para audicionar
Canciones

Escribir 100 hojas con la frase “estar preparado es todo”, sería muy aburrido para
ustedes y bastante cansado para mí, pero cada idea que se encuentren a lo largo de estos
escritos, significa lo mismo: ¡prepárense, por Dios!
Hay que tener preparadas tantas canciones como facetas tenga su personalidad; habría
que poder cantar todas aquellas canciones que muestren su rango vocal; tantas como
tipos de musicales haya; en fin, tener un repertorio para dar un concierto completo, algo
que no les vendría mal en épocas de vacas flacas.
Esto no es posible armarlo en dos semanas, requiere de un entrenamiento diario, de
años. Incluso cuando estén trabajando, sigan preparando material de audiciones, no
dejen de tomar clases de técnica vocal y continúen bajo la tutela de un coach.
Ya sé que cuando hay trabajo no hay tiempo, y que cuando hay tiempo, no hay dinero,
pero estamos hablando de una profesión, de una vocación, de un proyecto de vida, de
SU vida. Tampoco sean tan soberbios al pensar que no es necesario seguirse preparando
porque ya tienen trabajo, lo saben todo o tienen una gran experiencia; hasta el mejor
coche necesita servicio, es más, entre mejor sea el coche, mayor debe ser la atención y
el cuidado. Ya lo habíamos mencionado, las audiciones se preparan cuando no hay
audiciones.
Voy a permitirme un paréntesis dedicado a quienes piensan que hay mano negra en la
selección del reparto, pues consideran que “siempre son los mismos los que se quedan
en las puestas en escena”. Estos actores que se repiten uno tras otro montaje, están
constantemente trabajando con material, audicionan siempre y para todos los proyectos.
Cuentan con una amplia experiencia en audiciones y están calientes como actores e
intérpretes, ya que bajan del escenario sólo a prepararse para lo que sigue. ¿Tienen
ventaja? Sí. La ventaja con la que cuentan es su talento, su experiencia y desde luego,
su preparación.
Así que la respuesta a ¿cuáles canciones hay que llevar?, será: TODAS las que tengan
listas. En el momento, y en el mejor de los casos, tendrán que optar por dos, eso
dependerá del tiempo, del musical para el que estén audicionando, son muchos los
factores. Elijan las canciones relacionadas con el personaje para el que audicionan, con
el rango y las características que solicitan, con la edad del personaje, con el tipo de obra
que se va a montar. No se cierren a material de comedia musical, su repertorio tendrá
que ampliarse a otros géneros: pop, rock, ranchero, lied, bolero, ópera; pero cualquier
canción que seleccionen, habrán de manejarla como si fuera una escena de teatro, una
obra de teatro completa. En otras palabras, no la canten en el contexto del género al que
originalmente pertenece, sino que pásenla al escenario, cuenten una historia, expresen
un conflicto, lleven a cabo una acción.

Ahora bien: qué cantar y qué no cantar.

Yo fui el protagonista de un musical chileno (argentino, mexicano, venezolano o de mi


pueblo) muy exitoso, ¿puedo cantar una canción de ese musical? Ustedes pueden cantar
lo que quieran, pero se están poniendo trampas que conllevan mucho riesgo. ¿Es un
musical mundialmente probado? ¿Es realmente dramática (teatral) la canción? ¿Será
fácil para el pianista interpretarla? ¿Entenderán los extranjeros (si hay en la mesa de
audicionantes) lo que dice la canción? Las respuestas a estas preguntas son muy
inciertas y las dudas en una audición no son una buena compañía.

Este mismo criterio aplíquenlo cuando quieran audicionar con material del último gran
estreno de Broadway. Las buenas canciones son como los buenos vinos, necesitan
reposarse, asentarse, tomar cuerpo, vivir independientemente.

Tampoco son muy recomendables las que todo el mundo conoce, hasta un niño de
primaria, por ejemplo, El hombre de la Mancha, Sueño imposible, Si yo fuera rico, No
sé cómo amarlo, Memory, Todo a pulmón y una lista interminable que oímos ocho de
cada 10 canciones, en un ciclo de audiciones. Los audicionantes se sientan a escuchar
gente ocho horas diarias, por lo menos durante tres días. Imagínense la atención que
puede captar el audicionado si canta el mismo número que ha sido interpretada por un
adolescente, un mariachi, un oficinista, un cantante de bar... Aquí el riesgo consiste en
perder a los audicionantes a los 10 segundos de haber empezado.
Antes de pasar al siguiente punto quiero hablar de la originalidad. Muchos textos
recomiendan ser originales en una audición, pero como “todo se recibe al modo del
recipiente” y las palabras tienen muchos significados, delimitaré lo que yo entiendo con
la recomendación “ser original”.
Desde luego no se refiere a presentarse con material original, de su propia creación, sino
a la primera acepción que tiene el término en el diccionario: relativo al origen. Que
muestre a quien lo produce, sus características, su creatividad, su proyección. En
cuanto a la originalidad en la interpretación, hemos visto de todo, desde Summertime
como número de cabaret, Fantasma de la ópera en farsa, ambas bastante bien hechas,
pero también hemos presenciado casos patéticos y muy ridículos.
¿Puedo cantar canciones del musical que se está audicionando? Si no lo están
solicitando específicamente, no. Por la misma razón que no conviene audicionar con
una canción muy conocida, por un lado. Pero hay otro factor importante. Muchas veces,
sobre todo en las reposiciones, los audicionantes tienen parámetros muy claros y
definidos. Por muy conocida que sea una puesta en escena para un audicionado, es
difícil que conozca el origen de las inflexiones, los acentos, los movimientos, a menos
que haya estado en algún montaje anterior de los mismos directores, así que cantar una
canción de ese musical, como lo entiende el audicionado, es colocarse una máscara que
lo oculta y confiarse demasiado a una percepción muy subjetiva del personaje: la del
audicionado.
Si el audicionado hizo una puesta de esa obra ajena a la producción para la que está
audicionando, está circunscrito a la visión del antiguo director y difícilmente esta visión
coincidirá con la actual. Así que estar casado con una idea, para abrirse a nuevos
horizontes, es una contradicción per se.

¿Es conveniente cantar canciones de obras que ya han sido puestas por la casa
productora que está haciendo la audición? Si el audicionado no trabajó en esa puesta en
escena, ¿para qué exponerse a hacer una interpretación errónea?, como sucede la
mayoría de las veces. Estas audiciones me provocan dos sensaciones:
1.- El audicionado considera que la puesta en escena de estos productores no es como la
producción la montó, que la manera correcta de interpretar esa canción es como el
audicionado lo está haciendo…
2.- El audicionado no vio la obra, no le interesa y lo considera una virtud y si la vio,
quién sabe que vio.
Supongamos que es una puesta nueva y que los creativos no tienen una idea exacta de
los personajes que están buscando, entonces parten del elemento humano con el que
cuentan, no con las propuestas de personaje que hagan los audicionados.
Busquen canciones que los revelen a ustedes, no las que muestren lo que ustedes
piensan del personaje. O peor todavía, las que ustedes creen que los audicionantes
quieren oír.

Prepárense para lo que venga, pero elijan y elijan siempre lo que mejor conozcan, lo que
les sea más cómodo, lo que los haga brillar, vibrar; y si eso significa tirar a la basura
todo lo que he dicho, ¡tírenlo!
Hacer un currículum, preparar el material para audicionar, decidir la ropa con la que se
van a presentar, etc., es como preparar un viaje importante. No se llevan patines de hielo
a la playa, se compran euros para ir a Europa, pasaporte para salir del país.
Hasta hoy, no he conocido a nadie que al preparar un viaje, eche a la maleta todo el
clóset.
Canciones
Conocerse
Si no puedo cantar una que nadie conozca, ni que sea súper conocida, ni del musical que
van a montar, ¿qué canto? Hay que conocerse y conocer el mundo de la comedia
musical para hacer una buena selección.

Empecemos por “conocerse”.

1.- Párense frente a un espejo, vean a ese personaje que tienen enfrente. NO LO
JUZGUEN, DEFÍNANLO. Expresen las características de lo que están viendo. Prueben
con distintos atuendos, maquillajes adecuados a quien está ahí. Todos los seres humanos
vemos en el espejo adjetivos de lo que queremos o no queremos ver, pero los actores
poseen esta característica de manera superlativa.
Traten de ser objetivos, descriptivos; borren de su vocabulario palabras como bueno,
malo, bonito, feo, palabras que tengan una implicación estética o moral: observen y
describan. Si después de este análisis no levantan el teléfono para hacer una cita con el
psicoanalista, puede que tengan madera para subirse al escenario. Ahora bien, ése que
está frente a ustedes, es susceptible de ser modificado, pero en principio, es “ése que
está enfrente”. Es decir, ése es el que va a entrar a hacer la audición y va a convencer a
los audicionantes de que es la persona segura, interesante, adorable, exitosa y adecuada
que necesitan para conformar su maravillosa producción. Es como hacer una cena
exquisita con lo que hay en el refri...
El mismo espejo habría que ponerlo en la psiqué, en el alma, pero ahí no me meto.

2.- Un maestro de canto. ¿Cómo canto? Si Dios no les dio un buen instrumento, no se
los va a dar un maestro de canto. Lo que sí puede hacer es, a partir de sus características
físicas, ayudarles a desarrollar, de manera libre y sana, la producción de un sonido
sólido y honesto. Es un asunto puramente físico que con entrenamiento puede
perfeccionarse: capacidad toráxica, pómulos y frente amplios, el grueso de la faringe,
las dimensiones de las cuerdas, la sensibilidad auditiva, sentido del ritmo... Ningún
maestro les va a dar voz, pero un buen maestro, con el que tengan una buena
comunicación, puede enseñarles, con técnica, cómo utilizar eso que Dios les dio para
sacarle el mayor provecho.
La voz del cantante es una combinación de instrumentos de cuerdas y alientos muy
delicada. Hay que aprender a respirar, a apoyar, a formar una columna de aire suficiente
y a tiempo para mover las cuerdas que producen el sonido; que el sonido se dé donde y
como está pensado para salir a inundar un espacio. Todo esto de manera relajada, sin
forzar ni lastimar su instrumento.

Es momento de abundar un poco más en el tema del TALENTO. Desde hace 6 años he
escuchado a muchos directores, músicos y coreógrafos decir: “¡Cuánto talento tienen en
este país!” En un principio me sentía halagada, como si yo tuviera algo que ver con la
generación de talentos en México. Me llevé muchos descalabros, pues muy pocos de
esos talentos quedaban seleccionados al final del proceso. Parece que aquí levantas una
piedra y aparece talento, pero algo pasaba con la mayoría que se quedaban en el camino.
Hoy, la misma frase me causa una sensación semejante a la que debe sentir un boxeador
después de la décima golpiza, la percibo como un insulto, casi, casi, como una mentada
de madre. Es como si dijeran, “míralos, pobrecitos, tantas cosas buenas que tienen y tan
desperdiciadas.”
El talento es una condición; con talento tienen la base para llegar a ser alguien en este
medio, pero un artista con puro talento no va a pasar de ahí: de sorprender, de causar
gran admiración, porque con todo eso que tiene no ha hecho nada.
Ahora la mala noticia sobre el talento, mientras sean jóvenes causarán tal impresión
que los audicionantes quedarán convencidos de que esos chicos con preparación, tarde o
temprano, consolidarán una carrera. Pero si eso no sucede, si no estudian, cuando dejen
de ser esos jóvenes prometedores, no van a causar más que lástima. Den el paso
siguiente, dejen de ser talentos con futuro y conviértanse en talentos preparados, en los
profesionales de hoy.

Pero en la comedia musical no se trata nada más de tener talento y cantar bonito, sino de
que ese sonido cuente una historia, diga un texto, proyecte un sentimiento, genere una
acción, describa una atmósfera: que el sonido exprese algo que el espectador entienda.
El maestro de canto habrá de enseñar la articulación del sonido desde su origen hasta su
emisión, pero para el resto, tienen que aprender a actuar, y eso también es un arte que
requiere preparación.
Busquen un maestro de canto que les enseñe cómo, cuándo y cuánto respirar, que no los
lastime, que use y amplíe su registro vocal cantado.
Entre paréntesis, sería también maravilloso aprender algo de solfeo, pues una partitura
no es una hoja pisada por un gato, esas bolitas nos remiten y significan un sonido
específico, de una duración determinada y en un tiempo concreto. La partitura no es
nada más el libreto de la comedia musical, sino parte de la escenografía, de la
iluminación, de la producción completa.

Volviendo al tema de conocerse, tomen una postura frente a lo que están cantando.
Decidan qué quieren decir con esas líneas en esas notas. Un actor de comedia musical
piensa, siente, decide y expresa con un texto a través de la música. No es nomás tener
una linda voz... Creo...
Canciones (2)
Conocer la comedia musical
No basta saber cómo se emite un sonido cantado, hay que saber en qué obra se usa,
cómo, en qué momento y para qué.
Empecemos con los tipos de obras. Según Kayes & Fisher en su libro “Successful
Singing Auditions”, existen siete tipos de comedia musical.

Verismo Musical. Es un drama resaltado, enaltecedor, con una historia muy sólida.
Contar bien la historia es lo más importante porque el texto es dramático y su modo de
expresarlo, de entregarlo al público es con un lenguaje muy actual, contemporáneo. Son
musicales con poco o nada de texto hablado, prácticamente son musicales de pared a
pared, de principio a fin. Ejemplos: Los Miserables y Miss Saigón.

Revista Musical. No tiene una historia en el entramado de las canciones, éstas son una
serie de viñetas enlazadas por un narrador o por un tema común; los mismos actores
representan diferentes personajes. El énfasis está en las canciones expresadas como
bocetos y cada canción, cada escena, es una obra de teatro completa. En este tipo de
musical el texto de la canción es relevante, pues aporta a la historia de la canción el
punto de vista del autor. Ejemplos: Smokey Joe´s Café, Closer than Ever y Te Amo,
Eres lo Máximo, pero Cambia.

Tributo Musical. O como le llama Álvaro Cerviño, el roperazo musical. Es un musical


cuyo objetivo es brindar un tributo, un homenaje a una persona, a un grupo musical a la
música que los representa o a un género. Con frecuencia tiene una historia que no se
extiende más allá de la segunda mitad o es una historia de anécdotas sencillas.
Generalmente los actores conservan a los mismos personajes que interactúan entre sí
para generar la acción. La anécdota es sólo un pretexto para enlazar las canciones. No
hay ningún énfasis en la historia ni en los personajes. Ejemplo: Mama Mía.

El Musical Clásico. Este tipo de musical permite que la acción y los personajes se
desarrollen a través de las canciones y del texto hablado. Una escena culmina, por
necesidad, en una canción y al finalizar la misma, la situación, la acción o los
personajes se han modificado, la música funciona para desarrollar la obra. Ejemplos:
La Novicia Rebelde, Oklahoma, Amor sin Barreras, Mi Bella Dama.

La Película Musical. Son realmente películas pensadas como tal, pero con canciones y
música incidental. La música es un pretexto, un adorno, fondo o medio de transición.
Ejemplos: Víctor Victoria, La Bella y la Bestia, El Rey León, Cantando Bajo la Lluvia o
cualquier película de Pedro Infante.

Musical de Concepto. Éstos parten de una idea más que de una trama existente, aunque
esta idea puede provenir de un hecho histórico. Pero incluso si la obra está basada en
una película o un libro, no busca la veracidad, sino que pretende reflejar un aspecto de
la vida, una virtud, un defecto o un punto de vista muy específico frente al hecho.
Desde luego tiene una historia entrelazada por una trama que se desarrolla por la
interacción de los personajes. Es el musical que más se usa últimamente. Ejemplos:
Evita, Jesucristo Superestrella, El Fantasma de la Ópera.

Cabaret. En este musical, el actor, aunque esté representando a un personaje, considera e


interactúa con el público, rompiendo la cuarta pared. Casi todos los musicales cuentan
con este tipo de números que bien, o están dirigidos directamente a la audiencia o a un
punto ubicado en la sala.

Esta división, a la que evidentemente le metí mano, no pretende ser única ni definitiva.
Debe haber muchas más, basadas en otros criterios y tiene las mismas deficiencias que
cualquier otra división, porque no es precisa y los objetos que divide acaban
entremezclándose. Pero es una base para enmarcar obras y saber qué quieren destacar,
qué pretenden, qué lenguaje utilizan, qué función dramática tienen sus números
musicales.

Para una audición, la canción pierde su contexto original, pero si uno saca a un animal
fuera de su habitat natural y quiere que sobreviva, debe conocer el medio en el que
nació para crear algo parecido y no se ahogue como pez fuera del agua.

Lo que sí es importante, en cualquier tipo de obra y para que la canción surja de manera
natural, es entender que cuando las palabras no alcanzan para expresar algo, surge la
música, el canto y la danza, en ese orden.

CANCIONES (3)
Hablemos ahora de la división de canciones:

Números de canto y baile. Canciones hechas para ser interpretadas de manera completa
con una coreografía. Es decir, la palabra cantada no expresa todo lo que se quiere decir,
si no es acompañada de movimiento coreográfico.

Números de compañía. Canciones pensadas para que las cante un coro que realiza
diferentes voces. Aunque hay una melodía, una sola voz no basta para dar a entender
el sentimiento, la atmósfera, etc.

Números de producción. Canciones hechas para mostrar otros valores de la producción:


grandes cambios de escenografía, movimientos del coro, acciones cómicas. La canción
es un apoyo, el foco del público está en ese elemento de producción que se quiere
mostrar.

Canciones con firma. Canciones ya muy identificadas con los actores o cantantes que
las hicieron famosas.

Canciones de personaje. Canciones muy relacionadas con un personaje tipo.

Números de trama. Canciones hechas para mover la historia, el intérprete es un


narrador.

Números de moda. Son las canciones de los musicales que están de moda, la mayoría de
las veces sobreexpuestos.

Canciones en uno. Son canciones hechas para representarse en proscenio mientras se


realizaba un cambio de escenografía antes de la década de los sesenta.

Según Fred Silver, autor de “Auditioning for the Musical Theatre”, libro en el que
aparece esta división, las mejores canciones para audicionar son los números en uno,
porque tenían que ser interpretadas sin elementos que adornaran al cantante y ésta es la
posición más cercana a lo que sucede en una audición.

Kayes y Fisher utilizan otra división: balada y up tempo, que es lo que regularmente se
solicita en una audición y realmente cualquier canción puede entrar en esta división.

Balada. Es una canción con un texto más lírico y va de un tempo lento a moderado.
Suele ser más intimista y muchas veces es una canción de amor, aunque no
necesariamente. Existen cinco tipos de baladas:
1.- Canción antorcha. Canciones con una carga emotiva muy alta, resaltando la forma de
decirlo y con un foco único. Casi siempre están relacionadas con un intérprete que las
hizo famosas.

2.- Balada dramática. Suele ser un discurso conflictivo con uno mismo. A partir de esta
canción se modifica la acción o se desarrolla el personaje.

3.- Vals. Escrita en tres cuartos.

4.- Swing. La línea vocal es lenta y sostenida, pero en el acompañamiento hay un


elemento de swing.

5.- Balada rock, pop. No pertenecen a la comedia musical, sino al género musical
popular correspondiente. Éstas también habrán de ser consideradas para su preparación,
aunque no se usen normalmente en una audición de teatro musical, pero siempre hay
excepciones.

Las canciones up tempo son aquéllas que van de tempo moderado a rápido. El ritmo y la
melodía tienen el mismo peso y a veces, el acompañamiento va a mayor velocidad que
las palabras. Se distinguen cinco tipos:

1.- Patter song (que me permito traducir en ‘canciones de labia’). Tienen una sensación
de velocidad por la cantidad de palabras pronunciadas en corto tiempo. Son un
verdadero tour-de-force verbal, regularmente sobre un tema. Las palabras pueden llegar
a ser frenéticas y adquieren mayor presencia que el ritmo.

2.- Número de punto. Sucede en el momento en que el público entiende “el punto”, el
asunto. Da mucho peso a las palabras y es narrativa, pero no tan rápida como la anterior.
Resalta la historia, detalla situaciones, momentos y responde a preguntas muy
específicas. Es más racional.

3.- El verdadero up tempo. El acompañamiento rítmico es rápido y repetitivo. Sin este


acompañamiento la línea vocal podría sonar como balada.

4.- Swing y ragtime. El tempo va de moderado a rápido, como de baile y el elemento de


swing lo lleva el acompañamiento musical.

5.- Up tempo dramático. Cuenta con una sección más lenta que le da un alto contraste,
pero sigue habitando en el mundo del up tempo. Muchos números de compañía entran
en esta categoría.

Como verán, en mi pobre traducción de tipos de canciones no he puesto un solo


ejemplo. Esto se debe a que estoy convencida de que los criterios de división son poco
claros y las líneas que separan estas categorías, no están definidas; pues una canción
puede caer en más de un tipo y no se trata de hacer exámenes de memoria, sino de
conocer el material con el que se van a presentar a ustedes mismos. Así que estudien sus
canciones, enmárquenlas en donde sientan que van, relaciónenlas con los tipos de
musical y, en otro momento, veremos que más pueden hacer con ella.

TESTIMONIO BIANCA MARROQUÍN


aquellos que saben un poco de historia de la comedia musical en este país,
seguramente la conocen, así que no necesita ninguna presentación.
Bianca Marroquín
Dicen que el verdadero trabajo del actor es audicionar. Y hay que saber audicionar. Hay
muchos aspectos que dominar cuando entras al cuarto donde serás completamente
examinado y evaluado. El aspecto que a mí me ha costado mucho dominar es el de los
nervios. Y creo que no sólo hablo por mí sino por todo actor.
Mi primera audición profesional fue en la ciudad de Monterrey. La Bella y la Bestia
venía a nuestro país. No tenía conocimiento alguno de todo lo que implicaba audicionar,
pues en ese momento me encontraba cursando una carrera en el Tecnológico de
Monterrey, y no estaba en mis planes audicionar para comedia musical.
La primera audición, ni tiempo tuve de ponerme nerviosa porque fue a la hora de
haberme enterado del proyecto. Me dijeron que tenía que llevar una canción, pues me
llevé al pianista Darío Benavides del Concierto Ensamble para que tocara una canción
de Bette Middler, que había yo interpretado hacía unos días en el Concierto Ensamble
del Tec.
Recuerdo que me dijeron que tenía que llevar fotos, pues el pianista Darío Benavides
me llevó a la farmacia Benavides (que era de su familia) a tomarme una polaroid. Me
dijeron que tenía que llevar currrículum, pues con lápiz y un papel de Hello Kitty (que
era lo único que había a la mano) redacté todo lo que había hecho artísticamente.
Llego al lugar, y me entero que la audición de mujeres ya había terminado pero que la
de hombres empezaba en media hora, y que si quería, podía audicionar con ellos. ¡Pues
va! Voy a ponerme mi ropa de trabajo que traía por casualidad porque venía de un
ensayo del Tec.
Por supuesto no dejaron entrar a Darío Benavides, ya que ellos traían a su propio
pianista, el maestro Isaac Saúl.
Entré a la audición. Era la única niña entre 25 hombres (yo era el número 26). Por
bendición del cielo escogen a un chico y a mí y a los demás los despiden. Ahora llegaba
el momento de cantar. Le di mis partituras al maestro Isaac. Se supone que tenía que ser
una canción de comedia musical, pero me la perdonaron.
Terminé de cantar y la productora Lorena Maza me dijo que me volarían a México para
audicionar ahora frente al equipo creativo estadounidense.
De la emoción y la angustia, me hinqué frente a la mesa directiva y con los codos sobre
la mesa y mis manos entrelazadas, le rogué a la productora: ¡por favor sáquenme de
aquí, sálvenme la vida!.
OK, todo lo mencionado es exactamente todo lo que uno, ¡NO debe hacer en una
audición!
En ese momento me encontraba yo frustrada en la vida porque quería dedicarme a bailar
profesionalmente y por orden de mis padres no podía hacerlo hasta graduarme. Y de
repente vienen a Monterrey estos ángeles de Dios -bueno, así los visualizaba yo- a
darme una oportunidad para demostrarles lo importante que es el escenario y la danza
en mi vida. Era tanta la desesperación que perdí la cabeza y decidí casi, casi echarme a
sus pies. El resto de la semana fue todo un drama. Cada vez que recordaba que se
acercaba mi viaje a México para la segunda parte de mi audición, me daba un ataque de
nervios. Me salieron ronchas, fuegos en la boca y lloraba todo el tiempo.
En fin, fui muy afortunada, porque me seleccionaron como parte del elenco de La Bella
y la Bestia. Mi introducción al mundo de la comedia musical, al mundo artístico
profesional. Lo demás es historia.
Ahora que los años y las diversas obras y experiencias han pasado, todo es distinto. Voy
a una audición preparada y controlada. Para empezar, llego como 40 minutos antes de la
audición para concentrarme y prepararme en todo aspecto. Mis fotos profesionales
(headshots) con mi nombre y teléfono al borde, currrículum impreso al reverso de la
foto, con logo de la agencia representativa, carpeta con más de 10 canciones de todo
estilo (cada hoja dentro de plástico y cada plástico con el título de la canción) pues
nunca sabes qué tipo de canción te pedirán, aparte de la que preparaste. Sección en
carpeta con monólogos y escenas preparadas para la audición. Vestimenta adecuada de
acuerdo al personaje para el que adicionó.
Al entrar al cuarto, saludo profesionalmente a la mesa directiva, sonrío honestamente y
tranquila, y empiezo mi presentación de acuerdo a sus órdenes. Si no me piden más por
el momento, doy las gracias, me despido y salgo tranquila y elegante. Me dirijo hacia el
elevador sonrío suavemente a la gente que atraviesa por mi camino. Salgo del elevador,
me dirijo hacia la salida del edificio, llego a la calle, camino unas cuantas cuadras y ya
que estoy bastante alejada, busco un callejón. ¡Ahora sí! Me pongo a llorar, a gritar y
me dirijo hacia el restaurante más cercano, le pido al mesero que me traiga una
margarita bien cargada y me desahogo con él. Pobre mesero, qué culpa tiene.
Así que puedes estar lo más preparada, tener mucha experiencia, ser quien seas, pero los
malditos nervios y la ansiedad nunca te abandonarán. Y si te llegan a abandonar, cambia
de profesión…la magia se acabó.
Entrada al lugar de Audiciones
Los tiempos de espera para ser audicionado suelen ser muy largos y la impaciencia no
es buena compañía en estos lapsos. Así que voy a dar dos recomendaciones:

1.- Lleven un buen libro.

2.- No escuchen los comentarios de otros que sólo lograrán ponerlos más nerviosos de
lo que ya están.

Uno o dos audicionados antes de que sea su turno, procuren apagar todos sus sistemas
de radiocomunicación, no se llenen de bolsas, libros, comida, etc. Hagan de cuenta que
están en la fila del banco y cuando faltan 2 o 3 personas para pasar a la ventanilla, están
listos para realizar sus movimientos bancarios. Esto les dará unos minutos de
concentración y entrarán al lugar sin pendientes y llenos de confianza. Claro que tienen
miedo, no lo nieguen, úsenlo. El miedo bien manejado, es un motor que puede salvar
vidas.

En un día pesado y lleno, los audicionantes reciben hasta 200 participantes en un lapso
de 8 horas. El promedio por audición es de 2 minutos, de los que se utilizan 55
segundos en escuchar la canción, promedio. Si el audicionado pierde tiempo en apagar
el teléfono, guardar sus papeles, tomar agua, etc., menos tiempo para su audición. Si el
que opera el sonido tiene que spotear la pista, tiempo perdido. Si hay que esperar 20”
para que entre la línea vocal, tiempo inútil. Si el audicionado entra disculpándose
porque está ronco, porque no canta como el anterior, porque no tuvo tiempo para
prepararse... el reloj sigue caminando.

El tiempo de la audición le pertenece al audicionado. Así que, damas y caballeros, usen


su tiempo de manera inteligente, pero no se apresuren; “despacio que llevo prisa”, decía
mi abuela. Desde el momento que entran hasta el momento en que empieza la canción,
hay varias cosas por hacer:

1.- Adueñarse del espacio. Encuentren algo familiar en ese lugar: un color, una silla, un
rostro, la misma bolsa que llevan se convierte en parte del espacio; incluso un objeto
personal como un anillo, la cartera en el bolsillo, cualquier cosa que los haga sentir en
su casa y lo más importante, que ese elemento sea el detonador que dispare
emotivamente la audición para llenar de emoción el espacio. Créanme, este apoyo les
dará más confianza. Entren y piensen que su cabeza toca el techo y sus brazos las
paredes. Ninguno de los ahí presentes sabe lo que ustedes llevan dentro: su talento, su
preparación, su encanto, su tesoro.

2.- Escuchen indicaciones. Mantengan ojos y oídos abiertos. Cuando yo empecé en esta
actividad, recibía a la gente dando instrucciones: “colócate en esta cruz, nos dices a la
mesa tu nombre, tú número y la canción con la que vas a audicionar”. El audicionado
decía su nombre y su mente quedaba en blanco. Hace algunos años cambié de táctica,
procuro saludarlo, tocarlo, darle las gracias por acompañarnos, doy instrucciones más
simples y procuro decirlas de manera lenta y amable. Ahora el audicionado dice su
nombre y su mente se queda en blanco… Los audicionados están nerviosos, todos lo
sabemos, pero échenme la mano. Por cierto, si alguna vez nos encontramos y no los
recibo con una sonrisa, disculpen, es que he tenido un día pesado.

3.- Saluden. Si bien, no uno por uno, un “buenos días” a nadie le cae mal y además,
rompe el hielo, establece un puente de comunicación, nos hace humanos e iguales a
todos los ahí presentes.

4.- No pidan perdón de entrada. Los creativos están esperando ver entrar al artista que
están buscando. Si el que aparece, lo primero que hace es disculparse, más le
convendría quedarse en casa. Tampoco aclaren -aunque sea verdad- que sólo vinieron a
audicionar para ver qué se siente; con esta premisa, lo que en el fondo están diciendo es:
“su proyecto artístico y su tiempo no es importante”. ¿Quién va a elegir a un
colaborador que, de entrada, lo desprecia?

5.- Pongan a consideración el material. Ofrezcan a los audicionantes opciones de las


canciones que puedan interpretar. En muchas ocasiones, sobre todo cuando el día de
trabajo arranca, los mismos audicionados eligen el material con el que se sienten más
cómodos. Quizá los audicionantes pidan que recorten la canción que prepararon porque
hay mucha gente esperando o tienen prisa, hambre, sed, ganas de fumar, ir al baño.
Estén listos para cantar 16 compases. He aquí otra razón por la que conviene llevar
partitura; si llevan pista, hay que dedicar tiempo a encontrar la parte que conviene
cantar; con la partitura, sólo hay que mencionar el compás de inicio.

6.- Pónganse de acuerdo con el pianista, él es su pareja en este baile. Antes de que
empiece la música, es importante aclarar con el pianista, desde y hasta donde van a
cantar, si hay cortes, el tempo, etc. Para iniciar la música, den una indicación clara y
amable, un gesto, una mirada de complicidad que los haga UNO.

Ahora sí, llenos de confianza, están listos para dar vida a su canción.
Fin de la audición
Una vez concluida la audición, ya sea que la canción haya sido interrumpida o que
hayan llegado al final del número, debe haber un momento de concentración para cortar
con el trabajo hecho.

Mi recomendación es, recojan su interioridad, reintegren su “yo”; no esperen una


ovación de pie, ni busquen con la mirada entre los audicionantes como si alguno de
ellos les acabara de robar la cartera. Evalúen su participación, recojan su material (pista
o partitura) dando las gracias a quien les brindó la música y mantengan los oídos
abiertos. ¡Por favor! ¡Por lo que más quieran! No se acerquen a la mesa de
audicionantes a disculparse o con cualquier pretexto, si alguna duda tenían los
audicionantes sobre la persona que está enfrente, con el rompimiento de sus cincuenta
centímetros de intimidad, los mismos audicionados le darán cristiana sepultura.

Al finalizar su participación y una vez que tengan en su posesión su persona y su


música, permanezcan en el lugar en que estaban cantando hasta que alguno de los
presentes se dirija a ustedes para agradecer su presencia, para pedirles otro tipo de
material o bien, para darles alguna instrucción. Casi nunca se contratan actores en el
momento de la audición, así que si al finalizar su participación, a los audicionantes no
les gustó, puede que sean muy corteses; si les encantó, quizá oculten su emoción; si
muestran demasiado entusiasmo, tal vez no los contraten; si tienen dudas, no dirán
nada. Una vez finalizada su participación, no esperen ninguna reacción y si la hay, a
saber lo que significa. Ustedes son los únicos autorizados para evaluar el trabajo que
presentaron.
Al salir, permanezcan en el área de recepción unos cinco minutos más, por si hay algún
cambio en la consideración de los audicionantes. En una primera fase de audiciones,
casi siempre el objetivo de los audicionantes es seleccionar el mayor número de talentos
(profesionales o amateurs) que tomen con seriedad esta carrera; para los audicionados,
demostrar que son talentosos, dedicados y serios en su profesión.

En una segunda selección el filtro será más específico, por lo que tendrán que tener una
mayor dedicación en su preparación; escuchen cuidadosamente las indicaciones y si
tienen la más mínima duda no se queden con ella, pregunten siempre, pero no es
momento de preguntar cuánto pagan, ni cuándo estrenan. En su siguiente entrevista sean
puntuales, lleven el material con el que audicionaron por primera vez, el material nuevo
que les están solicitando, un portafolio con mayor información sobre su experiencia y
por último: vayan vestidos igual que la primera vez. Entre tanta gente uno acaba
acordándose del que cantó “tal” que venía vestido de “tal”, excepto cuando el
audicionado tiene un gran parecido con el conde Drácula o Frankenstein. Si no es el
caso, lo mejor es regresar con la misma ropa, por lo menos el mismo estilo o los mismos
colores.

Lo más importante para ustedes es dar a conocer sus talentos. Lo más fácil y la vía más
corta para alejarse del escenario es echarle la culpa a otros. Si bien los audicionantes se
pueden equivocar, sólo los audicionados tendrán en sus manos la respuesta de por qué
no continúan en el proceso de selección del reparto. Cuídense de la loca de la casa: la
imaginación.

El pianista puede no ser el acompañante que esperaban pero, insisto, hasta hoy, no he
visto a ningún audicionado rechazado por eso.

El director no me quiere, le caí mal. ¿Por qué habría de caerle mal alguien que no
conoce? Y si es así, ¿ustedes creen verdaderamente que un director va a poner en riesgo
su proyecto artístico por una inclinación irracional? Lo que somete a consideración es
su comunicación, que no es lo mismo. Lo más probable es que no esté obteniendo del
actor lo que quiere. ¿Es un mal director? No es asunto del audicionado, él no lo
contrató.

Es que estaba enfermo y por eso no canté bien. Todos los ahí presentes reconocen una
voz cansada, enferma, sin entrenamiento. A eso se dedican, a convivir con cantantes
diario. Las únicas razones por las que un artista no llega a ser parte de un elenco son:
1.- No tiene el entrenamiento y/o el talento suficientes.
2.- No es adecuado.
3.- No se ha preparado.

Sólo los audicionados conocen la respuesta...

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