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renuncia.
Linda por el contrario. Decir que era madre era una obscenidad, era gorda, había perdido su
juventud y todo aquel que la veía sentía vómito por su estado deplorable. El retorno a la
civilización fue para ella el retorno al soma, la posibilidad de yacer en cama y tomarse
vacaciones tras vacaciones.
Glotonamente, Linda exigía más dosis frecuentemente. Al principio el doctor Shaw se oponía,
pero después le consiguió todo el soma que quisiera.
Doctor Shaw: Esas dosis de soma acabarán con ella en uno o dos meses. El día menos pensado
dejará de respirar y morirá. Y no me parece mal. Si pudiéramos rejuvenecerla la cosa sería
distinta. Pero no podemos.
John: Pero, ¿No le acorta usted la vida dándole tanto soma?
Doctor Shaw: En cierto sentido sí. Pero según como lo mire se la alargamos. El soma puede
hacernos perder algunos años de vida temporal, pero piense en la duración inmensa, enorme, de
la vida que nos concede fuera del tiempo. Cada una de vuestras vacaciones de soma es un poco
de lo que nuestros antepasados llamaban eternidad.
John: La eternidad está en nuestros labios y nuestros ojos. (Murmuro)
Doctor Shaw: ¿Cómo?
John: Nada
Doctor Shaw: ¿Cómo?, no podemos permitir que la gente se nos marche a la eternidad a cada
momento si tiene algún trabajo serio que hacer. Pero como linda no tienen ningún trabajo
serio….
John: Sin embargo, no me parece justo
Doctor Shaw: Bueno si usted prefiere que este chillando como una loca todo el tiempo.
John cedió y Linda consiguió todo el soma que quisiera, permaneció en un cuartito en la casa de
Bernard, en cama con la radio y la televisión siempre prendidas, allá permaneció y sin embargo
no estaba allá, en absoluto siempre estaba fuera de vacaciones, un mundo en el cual las
imágenes danzantes de la televisión, eran su mundo hermoso del cuál no quería ni podía salir…
un mundo sin fin.
Doctor Shaw: No, no podemos rejuvenecer. Pero me alegro mucho de haber venido esta
oportunidad de ver un caso de senilidad del ser humano. Gracias por haberme llamado.
Era a John a quien todos buscaban. Pero como John solo se lo podía ver a través de Bernard se
lo catalogó como una persona de importancia sobresaliente.
Fanny: Bernard me ha invitado a ir a ver al Salvaje el próximo miércoles (Emocionada)
Lenina: Lo celebro, y ahora, reconoce que estabas equivocada en cuanto a Bernard ¿No lo
encuentras simpatiquísimo?
Fanny: Sí, es verdad, y debo confesar que me lleve una sorpresa muy agradable.
La lista de personajes que frecuentaba Bernard era interminable.
Bernard: Y la semana pasada fui con seis chicas. Y si hubiese tenido tiempo o ganas, había al
menos una docena de ellas que solo estaban deseando
Watson escuchaba sus jactancias en un silencio tan sombrío y desaprobador, que Bernard se
sintió ofendido.
Bernard: Me envidias.
Watson: No, pero estoy muy triste eso es todo.
Bernard se marcho irritado y dijo que no iba a volver hablarle, el éxito se le subió a la cabeza
pues se consideraba importante gracias al Salvaje.
El cohete verde de Bombay cayó del cielo. Ocho mellizos dravídicos idénticos, vestidos de
caqui se asomaron por las ocho portillas de la cabina: los camareros.
El salvaje escribió en su informe a Mustafá Mond.
John: Bernard no muestra asombro o terror ante los inventos de la civilización, porque su madre
Linda ya le hablaba de ellos. Su interés está en lo que la llama “el alma”, él insiste en que es
independiente al ambiente físico……
A Mustafá le molestó la idea de que pretendiera darle lecciones a él, sobre el orden social. Se
enfado mucho y dijo que se las pagaría.
Director de Elementos Humanos: cada proceso de fabricación es confiado en lo posible a
miembros de un mismo grupo de Bokanowsky
John: Oh, maravilloso mundo que alberga a tales seres.
Director de Elementos Humanos: Y se lo aseguro.
John: ¿Tienen aquí muchos mellizos?
Director de Elementos Humanos: OH, no. Eton está reservado exclusivamente a muchachos y
muchachas de castas altas. Un óvulo, un adulto. Desde luego ello hace mas difícil la instrucción.
Pero como los alumnos están destinados a tomar sobre sí grandes responsabilidades no hay más
remedio.
Bernard entre tanto iniciaba la conquista de Miss Katte
Bernard: Si usted está libre algún lunes, miércoles o viernes en la noche puede venir a mi casa.
Y señalando con el pulgar al salvaje, añadió.
Bernard: Es un tipo curioso ¿Sabe usted? Estrafalario.
Miss Katte sonrió y su sonrisa le pareció a Bernard realmente encantadora
Miss Kate: Gracias, me encantaría asistir a una de sus fiestas.
Jonh se enteró que una Reserva para Salvajes es un lugar que, debido a sus condiciones
climáticas o geológicas desfavorables, o por su pobreza en recursos naturales, no ha recibido la
pena civilizar. En un breve chasquido el aula quedó a oscuras y en la pantalla situada en la
cabeza del profesor, aparecieron los salvajes riéndose descontroladamente.
John: ¿Pero por qué se ríen?
Preboste: ¿Por qué? ¿Por qué? Jajjaja porque resulta extraordinariamente gracioso
Miss Kate: Tal vez sea mejor que sigamos.
Y se dirigió hacia la puerta. El presbote dijo
Se encontraban cientos de aparatos de música sintética con rollos de pista sonora que emitían las
lecciones hipnopédicas.
Bernard interrumpió al Dr gaffeny
Bernard: Basta colocar el rollo aquí…
Doctor Gaffney: pulsar este botón
Dr Gaffney: ¡Y ya está!
Dr Gaffney: Nuestra Biblioteca contiene sólo libros de referencia. Si nuestros jóvenes necesitan
distracción pueden ir al sensorama. Por principio, no los animamos a dedicarse a diversiones
solitarias.
Por la vitrina se podía ver 5 autocares con muchachos y muchachas cantando y abrazándose
silenciosamente
Mientras Bernard, en susurros, se citaba con la Maestra Jefe para aquella misma noche.
Bernard: El condicionamiento ante la muerte empieza a los dieciocho meses. En estos hospitales
encuentran los mejores juguetes, y se les obsequia con helado de chocolate los días que hay
defunción. Así aprenden a aceptar la muerte como algo completamente corriente.
Exclamó la maestra Jefe
Maestra Jefe: ¡Como cualquier otro proceso fisiológico!
Bernard: La ración diaria de soma. Se las dan cuando han terminado su trabajo cotidiano.
Cuatro tabletas demedio gramo. Y seis los sábados.
Lenina no entendía que había pasado y ya en el taxicóptero, el Salvaje apenas la miró. Llegaron
a casa de Lenina. John pagaba el transporte mientras ella se empolvaba la nariz, pensando
Lenina: Es guapísimo. No tiene por qué ser tímido como Bernard... Y sin embargo...Cualquier
otro ya lo hubiese hecho hace tiempo…
John se encontraba en la puerta del taxi y con una voz ahogada se dirigió ella
John: Buenas noches
Lenina se volteo y de nuevo John
Lenina: Pero, John... Creí que ibas a... Quiero decir que, ¿no vas a ...?
El taxicóptero despegó y el Salvaje vio la cara de Lenina mientras lo llamaba desde lejos. El
Salvaje estaba en su habitación. Sacó su libro y empezó a leer Otelo. Recordaba que Otelo,
como el protagonista de Tres semanas en helicóptero, era un negro.
Bernard tuvo que gritar a través de la puerta cerrada; el Salvaje se negaba a abrirle.
Bernard: Pero si están todos aquí, esperándote!
John: Que esperen
Bernard: Sabes de sobra, John ¡cuán difícil resulta ser persuasivo, que los invité, que
los invité precisamente para que te conocieran.
Al fin Bernard tuvo que retirarse y comunicar a la impaciente asamblea que el Salvaje
no aparecería aquella noche. Los hombres estaban furiosos por el hecho de haber sido
inducidos a tratar con cortesía a aquel tipo insignificante, de mala fama y opiniones
heréticas. Cuanto más elevada era su posición, más profundo era su resentimiento.
Así se vengaba de sus dos amigos por el hecho de apreciarse más entre sí de lo que se
apreciaban a él.
Sin embargo, por extraño que pueda parecer, la siguiente interrupción, la más
desafortunada de todas, procedió del propio Helmholtz.
El Salvaje leía Romeo y Julieta en voz alta, con pasión intensa pues se veía así mismo
como Romeo y a Lenina como Julieta.
Helmholtz había escuchado con interés y asombro la escena del primer encuentro de los
dos amantes. Deseando hallarse en dicha escena con una chica.