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Pedro Vicente Navarro

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Alfred Schütz, el sociólogo y filósofo austriaco que se puede considerar como uno de los
padres de la fenomenología en las ciencias sociales, hace una magnifica analogía del
problema de las realidades, los procesos sociales y el estudio de la sociología del
conocimiento en la obra literaria de Miguel de Cervantes.

En su excelso análisis, Schütz se introduce en la novela que protagoniza Don Quijote


para analizar cuidadosamente las elaboraciones que surgen de la forma en que se
experimenta la realidad. Dice el autor que estas elaboraciones tienen aspectos varios,
que se encuentran dialécticamente entrelazados, donde “está el mundo de locura de Don
Quijote, el mundo de la caballería, un sub-universo de realidad incompatible con la
realidad primordial de la vida diaria” (Schütz, 1955:313).

Schütz se cuestiona en este sentido la manera en que el mundo privado de Don Quijote,
ese en donde ve molinos que no son molinos sino monstruos, o donde habita entre
caballerizas, escudos y batallas, no esté lleno de solipsismos y que otras mentes
participen de esa realidad, tal como lo hace Sancho Panza, que incluso llega a compartir
con el Quijote en algún punto la creencia de su propia realidad.

La respuesta la podríamos encontrar al revisar la obra de Berger y Luckmann, donde


analizan principalmente la forma en que la realidad es aprehendida por cada ser; la
manera en que los mundos se constituyen y donde estos mundos están plagados por
realidades que aparecen ante la conciencia. Los autores afirman que las realidades, tal
como Sancho y el Quijote, se aprehenden –y aquí hay que hacer una acotación, ya que
solo al haber utilizado la palabra aprehender están explicando el carácter de la realidad
que se puede construir y hacer propia- como una realidad ordenada (Berger y Luckmann,
2008).

En este sentido, los autores aseguran que cada una de las conciencias son capaces de
“moverse en distintas esferas de realidad. Dicho de otra forma, tengo consciencia de que
el mundo consiste en realidades múltiples” (Berger y Luckmann, 2008). Esta idea da
pistas para aproximar a lo que podría ser una respuesta a la interrogante de Schutz, ya
que el paso de una realidad a otra es consciente, y se experimenta con un
desplazamiento y una transición clara; así, Sancho sabía que la realidad en la que
Pedro Vicente Navarro
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compartía con el Quijote no era más que la realidad en la que los dos forman parte de
una construcción con carácter intencional de consciencia.

El mundo del Quijote constituye un sub-universo cerrado, del que Sancho forma parte
conscientemente, compartiendo un lenguaje que permiten que puedan compartir
experiencias y una aproximación común a una realidad de las que forman parte. Sancho
forma parte de ese sub-universo tanto como lo hace el Quijote, siendo que la coexistencia
de estos es la que asegura la persistencia de la dimensión de la realidad otorgada a este
propio sub-universo.

Esta pequeña reflexión, que por pequeña no deja de ser trascendental y magnifica, es
una de las que da pie para la fenomenología en las ciencias sociales, para una nueva
forma de cuestionar y analizar, una nueva forma de sociología.

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