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Carla Antonella Cossi

Memorias familiares del


exilio paraguayo

1
Carla Antonella Cossi nació
en la ciudad de Villaguay,
Entre Ríos, Argentina.

Es Licenciada en
Antropología Social, egresada
de la Facultad de
Humanidades y Ciencias
Sociales de la Universidad
Nacional de Misiones,
Argentina en 2011.

Becaria del Consejo Nacional


de Investigaciones Científicas
y Técnicas (CONICET-
Argentina) y del Comité
Ejecutivo de Innovación
Tecnológica (CEDIT) de la
provincia de Misiones,
Argentina.

Actualmente es alumna del


Programa de Postgrado de
Antropología Social de la
Universidad Nacional de
Misiones.

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Memorias familiares del
exilio paraguayo

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Carla Antonella Cossi

Memorias familiares del


exilio paraguayo

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Cossi, Carla Antonella

Memorias familiares del exilio paraguayo.- 1 a ed. Lugar, Librería, Año.

Tamaño

ISBN

Fotografías de Carátulas y portada: Gisele Rudaz.

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A todas las familias exiliadas que, quedándose en nuestra tierra,
le dieron su trabajo, su empeño, su vida esforzada y le devolvieron
a nuestra sociedad, con creces, aquella hospitalidad primera.

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Agradecimientos:

A la Universidad Nacional pública y gratuita de Misiones. Por todos estos años de


formación constante creyendo en la igualdad.

A todos los docentes y alumnos de la Licenciatura en Antropología Social que me


acompañaron en este camino.

A mis directores, Roberto y Elena, por su condición de maestros, por su respeto y


confianza.

A la dirección de Verdad, Justicia y Reparación- por el acompañamiento en estos años de


trabajo.

A la Entidad Binacional Yacyretá por su desinteresada colaboración.

A todos los integrantes del Equipo CEDAPPA, por su apoyo y acompañamiento constante.

A Gisele Rudaz, “Lunga” para los amigos, por permitirme compartir con todos su arte.

A todas las familias que atravesaron la difícil situación del exilio, y en especial a cada uno
de mis entrevistados, por la cantidad de horas que me dedicaron dejándome entrar en sus
hogares, por los documentos que me facilitaron y por las historias que conmigo
compartieron.

A todos mis amigos, los que se fueron o son de lejos y los de acá nomás… porque de una
u otra forma siempre están.

A mi familia, por la confianza depositada en mí y por nunca dejarme abandonar la tarea.


Especialmente a Sergio, mi papá, por su constante apoyo y a Diana, mi mamá, por
enseñarme el valor de la memoria y guiarme en este camino.

A mis hermanos, Ukay, Octavio, Donatella y Renata, por estar siempre presentes y a mi
lado.

A mis abuelos, Chaquita, Chito y Tinti, quienes desde siempre respondieron a mis
constantes preguntas, y a Elba, donde quiera que estés.

A Dani, por su compañerismo y por creer en que algún día terminaría esta investigación.

Y finalmente a todos aquellos que de una u otra manera han colaborado con este trabajo.

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Presentación

“El camino del exilio es un camino sin retorno, porque nunca más se encuentra a la
patria en el mismo lugar donde se la dejó. Y el exiliado acaba por exiliarse de sí mismo”.
(Bartomeu Melià: 1988).

El presente material tiene el propósito de brindar un merecido homenaje a los


paraguayos víctimas del exilio durante el gobierno de Alfredo Stroessner, (1954 – 1989), el
mismo se ocupa de analizar y profundizar la situación económica, social y familiar de los
Paraguayos residentes en el extranjero, en especial en la ciudad de Posadas Argentina.

Con esta publicación se realiza una reparación histórica a las personas o grupos de
personas que fueron puestos fuera de las fronteras de su país de origen, debiendo
permanecer en territorio extranjero contra su voluntad, por razones de índole político-
ideológica.

Los testimonios recibidos por la Comisión de Verdad y Justicia sitúan el comienzo


del exilio masivo sin retorno como una práctica política del Estado preexistente al régimen
stronista que data de la Revolución de 1947. Por ello, no realizan distinción alguna entre los
distintos presidentes que tuvo el Paraguay hasta la instalación de Alfredo Stroessner
Matiauda, esta etapa pre dictadura produjo un gran número de exilios por razones políticas.
(Informe Final CVJ, 2008, tomo II)

No obstante, a partir de la primera etapa del período stronista el exilio aumenta en


masividad, prolongación temporal e irreversibilidad por la prohibición absoluta del retorno
so pena de encarcelamiento, tortura y muerte, lo cual obliga a los exiliados del primer
período a permanecer durante más de tres décadas fuera del Paraguay. Los hechos de exilio
durante la primera etapa del régimen tienen un agravante: al tiempo que son los más
elevados numéricamente, son también los más prolongados temporalmente, por lo que no
sólo perpetúan las violaciones de derechos humanos sino que además se prolongan a
generaciones sucesivas alcanzando a hijos y nietos de una misma familia nuclear, sobre los
que pesa la acusación y/o sospecha de pertenencia partidaria familiar.

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La frecuencia del exilio en este periodo permite considerarlo como una política de
Estado para la reducción del adversario político. La persecución fue explícita por razones
político-partidarias con preeminencia de la acusación de ―comunista‖ o ―contrera‖ para
quienes se oponían activamente al régimen. Entre éstos se incluyen tanto la cúpula militar
adversaria y sus seguidores –conformada por muchos veteranos de la guerra del Chaco
(1932-1936) – como los empleados y funcionarios públicos que se negaran a afiliarse al
Partido Colorado, que comprende la dirigencia, los militantes y simpatizantes de los
partidos opositores –especialmente las organizaciones juveniles de base– de los partidos
Liberal, Revolucionario Febrerista, Comunista y Colorado disidente.

La perpetuación en el tiempo del régimen y la consecuente prohibición del retorno


al Paraguay producen el asentamiento de los exiliados del primer período (conformación de
familias, adquisición de bienes, inserción laboral) en el exterior a la vez que consolida las
consecuencias del desarraigo, alejando cada vez más las posibilidades materiales y
simbólicas del retorno de los exiliados. Conforme los exiliados iban arraigándose fuera de
su país de origen, la negativa de los hijos a trasladarse a un país que no era el propio,
evitando un exilio de segundo grado, retuvo a los exiliados fuera de su país, en muchos
casos para siempre lo que constituye una violación de derechos humanos, dado que no se
han llevado a cabo medidas políticas para favorecer el retorno voluntario de los exiliados
que así lo deseen.

En ese contexto de análisis e investigaciones exhaustivas sobre las implicancias y


alcances que ha tenido el exilio tanto previo como durante el régimen dictatorial de Alfredo
Stroessner es que la Comisión de Verdad y Justicia a realizado recomendaciones en materia
de restitución, satisfacción, rehabilitación, indemnización y garantías de no repetición a
quienes han sido víctimas directas e indirectas de esta práctica violatoria de los derechos
humanos, destacando como necesidad fundamental implementar políticas públicas que
fomenten el retorno de los exiliados, así como de los hijos y nietos facilitando la obtención
de la nacionalidad paraguaya, así como el impulso de programas de reintegración familiar
mediante el encuentro de padres, madres, hijos e hijas que estuvieron separados. Otra
recomendación realizada por la CVJ es asimismo, el fomento de políticas públicas que
incentiven al retorno voluntario de los exiliados, en forma digna y segura.

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Finalmente esta publicación viene a contribuir a unos de los objetivos
fundamentales de la Dirección General de Verdad, Justicia y Reparación cual es, la difusión
de las Conclusiones y Recomendaciones del Informe Final de la CVJ en cuanto a lo que
exilio se refiere, analizando la situación de la colectividad paraguaya, fundamentalmente en
el exilio argentino, así como también los alcances y las consecuencias que esta situación de
violación de los derechos humanos ha tenido sobre la población afectada, los distintos
niveles de secuelas que ha producido sobre las víctimas directas e indirectas, la consecuente
fragmentación familiar, tanto de familias nucleares como también de la familia ampliada.

El exilio fue y sigue siendo una grave violación de los derechos humanos, tanto en
el sentido de la imposibilidad real de reinserción de quienes han sido víctimas por cuanto
las condiciones sociales y culturales no están dadas, ni existe aún una política pública
impulsada desde el Estado Nacional tendiente a la facilitación de la misma, como también
en cuanto a la no menos real condición de temor aún vigente en quienes fueron víctimas
directas, debido a la situación de impunidad de quienes han sido responsables de tan graves
violaciones. Esta situación última puede ser considerada una de las determinantes a la hora
la decisión de retorno, pues aún no existen garantías plenas y la alta posibilidad de
revictimización contribuye a desincentivar cualquier deseo de retorno.

La Dirección General de Verdad, Justicia y Reparación de la Defensoría del Pueblo


(DGVJR-DP) celebra el lanzamiento de este material, de análisis profundo sobre una
situación que aún al día de hoy, más de 20 años de caído el régimen dictatorial, aún no ha
sido abordado en todas sus aristas por el Estado.

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Prologo

Una casual y feliz circunstancia me puso en contacto con las entrevistas de Carla
Cossi, publicadas en el 2008 por la Universidad Nacional de Misiones como Informe de
Investigación. Fue en el primer cuatrimestre del año 2009, cuando el equipo de la
Asociación Paraguaya de Estudios de Población, del que yo formaba parte como
coordinador y redactor principal, preparaba el Informe Nacional de Desarrollo Humano
para el Sistema de Naciones Unidas en el Paraguay. El informe fue publicado a fines de ese
año con el título ―Ampliando horizontes: emigración internacional paraguaya‖.

Nuestro equipo redactor había realizado algunas entrevistas pero, por el corto
tiempo del que disponíamos para elaborar el informe, y por la propia naturaleza del
documento en el que las historias de vida eran solo un complemento, no pudimos llegar a
muchas más personas, las que, por otra parte, eran familiares de emigrados viviendo en
nuestro país o emigrados ya retornados.

En cambio, esta joven investigadora había trabajado con paraguayos y paraguayas


largamente radicados en la Argentina, específicamente en Posadas, y cuando leí por
primera vez esos testimonios quedé impresionado por la profundidad de las historias que
había logrado recoger de personas tan diversas y desde planos tan amplios de sus vivencias.
Ellas reflejaban un trasfondo de motivaciones políticas, de persecución, de resistencia a la
dictadura, de disgregación y de reunificación familiar en el exilio, que permitían
documentar uno de los aspectos fundamentales de la emigración paraguaya de las décadas
pasadas.

Fue entonces cuando le pedí autorización para incluir algunos de esos reportajes en
el informe de Naciones Unidas, a lo que ella accedió generosamente. Este es el antecedente,
y el ningún mérito mío, para que me haya pedido prologar su libro que es el resultado
completo de su investigación de tesis, con la cual ha obtenido su licenciatura en
Antropología Social.

Ahora que tuve la oportunidad de leer la totalidad de su trabajo, aumenta mi


ponderación por aquellos aportes que ella compartió con nosotros y los tantos más que
presenta en este libro, animándome a cumplir la tarea que me ha pedido, repito, sin mérito

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alguno de mi parte, pero tratando de ser fiel a la responsabilidad que conlleva prologar una
investigación de tal profundidad y tan entrañablemente antropológica como la que ha
realizado Carla Cossi.

Un comentario previo y especial merece el método de investigación de la autora,


inscrito en una corriente de la antropología que, en la Argentina, logró adquirir un perfil
peculiar gracias a la persistente labor de una cohorte de investigadores y estudiosos
surgidos en los años sesenta. Ellos vivieron bajo las tensiones políticas y académicas de
aquellos años, algunos también sufrieron el exilio exterior e interior, y en el medio hostil y
agresivo hacia las ciencias sociales que impusieron los gobiernos militares desde el golpe
de Onganía, en 1966, construyeron una antropología comprometida con su sociedad y con
su tiempo.

Esa historia está bien documentada y sus principales hacedores mencionados en la


compilación de trabajos alusivos al desarrollo de la antropología argentina y sus métodos,
publicada por Sergio Visacovsky y Rosana Guber en el 2002, bajo el título ―Historia y
estilos de trabajo de campo en Argentina‖. Con su juventud, Carla Cossi se incorpora sin
duda a esa pléyade de investigadores que marcó con una estela indeleble el firmamento de
la antropología argentina, habiendo uno de ellos, el antropólogo Hugo Ratier con quien
mantengo una amistad de casi medio siglo, ejercido un temprano e inspirador magisterio en
aquellos lejanos años de cursar esta carrera en la Universidad de Buenos Aires, dejando
huellas formadoras imborrables en este camino que hoy me familiariza con la autora de este
trabajo.

En ese marco conceptual y metodológico, la calidad de los testimonios que ofrece


Carla Cossi, el entramado de versiones y sentimientos que ellos encierran, el fluir
desordenado de esas memorias todavía heridas por el sufrimiento del castigo político, el
recuerdo a veces confuso pero siempre fidedigno del dolor pasado, del allanamiento de los
hogares, de los apresamientos, de las fugas, de la separación familiar, del posible
reencuentro y de las incertidumbres sobre una reintegración a la patria perdida, son
profundamente conmovedores.

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Y, sobre todo, constituyen un repositorio documental invalorable para el
conocimiento de esa época desdichada de la historia paraguaya que las nuevas
generaciones, que no la vivieron en carne propia, deberían consultar para comprender la
magnitud del drama que antecedió al cambio político de 1989 en nuestro país.

Desde esa perspectiva, la investigación que aquí se ofrece constituye una evidente
contribución a la historiografía paraguaya, pues ―con hechos sociales y con hechos
individuales que tienen proyección social trabaja el historiador, y ese es el primer sendero
que transita para reconstruir una realidad total o parcialmente extinguida‖, como enseñaba
el venerable maestro Sergio Bagú en las aulas de la Universidad de Buenos Aires de aquel
entonces.

Pero además, la investigación de Carla Cossi tiene un gran valor como aporte
antropológico a los estudios demográficos de la emigración. Para quien no concibe la
demografía como disciplina meramente matemática o estadística y la considera una rama de
la antropología, como propuso hace ya varias décadas Alvaro Vieira Pinto en su obra El
Pensamiento Crítico en Demografía, esta investigación expone aspectos profundamente
humanos de las razones de la emigración, más allá de los motivos que generalmente se
recogen en los estudios estrictamente demográficos.

Cuando la dignidad de las personas, su libertad de pensamiento, opinión y


expresión, el respeto a sus opciones políticas e ideológicas, su posibilidad de obtener
trabajo sin ser obligadas a adherirse a un partido o régimen de gobierno, son desconocidas y
alteradas de modo violento, ellas se ven forzadas al destierro por decisión propia, en
defensa de sus íntimas convicciones, u obligadas coercitivamente a tomar ese camino.

Esta ha sido una de las motivaciones principales de una gran parte de las corrientes
de emigración paraguaya desde los años cuarenta hasta finales de los ochenta. Y los propios
investigadores de la demografía que incursionaron en el campo de la migración como
especialidad de sus estudios, debieron presentar con cautela las causas de esa emigración
mientras el régimen político totalitario estuvo vigente, ante el riesgo de exponerse a un
destino similar al de los emigrados por razones políticas.

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Cossi expone con bastante información y detalle el contexto político que actuó
como determinante del exilio paraguayo, examinando con profundidad cada uno de sus
pasos en los tres capítulos que componen el trabajo: desde la dolorosa pérdida de la tierra
natal, pasando por el obligado oficio de ―rearmar la casa‖ en el exilio, hasta el momento
crucial de las decisiones que deben tomarse ya en pleno ejercicio de la libertad.

Y en el capítulo que dedica a esa ―disyuntiva‖ que se plantea a los exiliados de


regresar a su país o quedarse para siempre en el territorio que los acogió, una vez que el
régimen dictatorial cae abatido, expone la forma como esa emigración forzosa, de raíz
fundamentalmente política, se ha transformado con los años en nuevos proyectos integrales
de vida que deben construirse inevitablemente en el destino al que se ha arribado. Y esta es
una dimensión de la realidad que ningún instrumento recoge con la profundidad del
enfoque y los métodos de la ciencia antropológica.

Esos nuevos proyectos de vida no están tampoco exentos de las vicisitudes políticas
y económicas que se producen en el país de acogida. La obligada inserción laboral que los
desterrados deben asumir y las relaciones que tienen que entablar en un escenario diferente
al de sus orígenes, el pesar por los hijos que nacen o crecen en el exilio, los contenidos de
la información y la educación que reciben en el país de destino, los peligrosos lazos que
establecen entre sí los gobiernos de un lado y otro de la frontera en ciertos momentos del
proceso político que se vive en esos años, determinan un estado de tensión permanente,
aunque distinto del que se experimentaba en el terruño natal, y que hay que enfrentar y
resolver desde una nueva perspectiva: la del ―extranjero‖.

Pero a diferencia del ―extranjero‖ de Albert Camus, el exiliado no es un criminal ni


sufre de la apatía que aqueja al personaje del escritor francés. En todo caso, el exiliado
paraguayo es presentado como criminal por el régimen autoritario, por no adherirse al
modelo político instaurado y auto definido como ―reconstructor de las glorias pasadas‖ y,
por tanto, es excluido como un individuo sin valores, marginal en esa sociedad monolítica
donde todos deben pensar igual.

Y al ser arrancado y extrañado de su suelo, al contrario de lo que ocurre con el


personaje de Camus, insensible, alienado, indiferente a todo, es en su extranjería que el

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exiliado se imbuye de un compromiso vital con su país, al cual se mantiene vivencialmente
ligado, iniciando o intensificando una militancia activa o pasiva de resistencia al régimen
que le ha arrancado de sus pertenencias más valiosas: su tierra, su paisaje, su familia, sus
amistades, su cultura. Esta situación de ruptura es bien descrita por la autora que aplica el
enfoque de los tres estados de un ―ritual de pasaje‖, sugerido desde la Antropología
Simbólica por Víctor Turner.

Esa interpretación describe al exiliado, en un primer momento, como el marginado


y excluido en su propio país, por ser un disidente político; en una segunda etapa como el
desterrado ambiguo que ya no pertenece a su lugar de origen y tampoco todavía al incierto
lugar de su exilio; y, finalmente, como integrante de ese nuevo destino que ya no le resulta
ajeno, porque se irá convirtiendo en parte de su vida, al tiempo que su vida se irá haciendo
parte de esa realidad que es ahora la sede de su existencia trasterrada.

En un conocido estudio, el médico y psicoanalista paraguayo Nasim Yampey,


también tempranamente exiliado en Buenos Aires, había propuesto una interpretación
similar en su obra Migración y Transculturación, al ocuparse de la psicología de los
compatriotas emigrados, señalando como aspiraciones esenciales y comunes ―una idéntica
fantasía básica‖ y un sentimiento predominante en todos ellos: la idea del retorno.

Esa actitud general y unánime, dice Yampey, ―sustenta toda la dinámica adaptativa
y confiere al desplazamiento el carácter de expatriación o de exilio y no de emigración". En
esa situación, los exiliados pasan por tres etapas: una es la de "estar de paso", "vivir a
medias en el país en que se encuentra" y alentar la permanente idea y preparación para el
retorno; la segunda se presenta cuando la idea del regreso ya no se perfila muy "inmediata",
el anhelo de volver sufre merma y es pospuesto debido a la circunstancias adversas del
regreso por las condiciones políticas o económicas que no se han modificado en el lugar de
origen; y la tercera, que han vivido muchísimos compatriotas en la Argentina, es la
resignación definitiva al desarraigo, la aceptación del nuevo ámbito existencial, a veces
signado por un sentimiento de duelo e impotencia. "En la faz
individual o social, este proceso concluye en la superación creadora [del
exilio] o en el fracaso y la esterilidad".

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Por otro lado, las memorias que recoge la autora de esta investigación no son las del
exiliado o la exiliada en singular. Son las ―memorias familiares‖ del exilio, con lo cual toda
necesidad de especificidad de género queda obviada, pues en el entorno familiar del exilio
paraguayo que estudia Carla Cossi, están representados, sin discriminación alguna, los dos
géneros y las muchas generaciones que vivieron por igual la experiencia del destierro.
Protagonista hombre o mujer, esposa o esposo, hija o hijo, padre o madre, abuela, abuelo,
tíos, tías, parentela extendida, toda ella se ve afectada por el drama de uno cualquiera de sus
miembros castigado por el exilio.

Aún más, según se acumulan casos concretos con la llegada de nuevos desterrados,
se va tejiendo una red de solidaridad que actúa desde un pasado que se pierde en la bruma
del tiempo y que acoge, protege, apoya y brinda sostén a cada nuevo miembro de esa
corriente ininterrumpida de ―expulsos‖ que, como una factoría tenebrosa, produce
ininterrumpidamente el régimen totalitario del Paraguay.

Cada memoria que la autora rescata, envuelve el protagonismo de otras varias


personas vinculadas al entrevistado o entrevistada por lazos de parentesco cercano o lejano,
por amistad o por simple vecindad en el país abandonado, y la narración subjetiva de quien
cuenta su experiencia se vuelve así versión emblemática de una historia compartida, en la
que los vínculos interpersonales, antes que agotarse en un determinado eslabón de la
cadena, parecen extenderse indefinidamente hasta abarcar a la sociedad toda.

Como en las tragedias del antiguo teatro griego, estas memorias familiares tienen
una resonancia coral que dan al relato de las individualidades el peso de las vivencias
colectivas de toda una comunidad, y no solo de los que trasponen las fronteras para buscar
refugio, sino también de quienes han quedado en el país sometidos a un ―exilio‖ interior,
obligados al silencio o al recato en sus opiniones y actos, dado el carácter omnipresente de
los aparatos policiales de control, delación y represión montados por el régimen político
totalitario.

En el trabajo de Carla Cossi, las memorias familiares de los exilados paraguayos,


varones y mujeres, adultos, niños o ancianos, son el eco vívido de un pasado todavía
inacabado, pues son millares los casos de emigrados que siguen viviendo fuera del país

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aunque ya no por las causas originales que motivaron su exilio. Y si bien muchos se han
arraigado e integrado definitivamente a la sociedad que los acogió en su momento, no hay
duda de que en todos ellos, y en especial en la generación de las personas mayores que
abrieron el camino del exilio, palpita todavía ese ―anhelo por las cosas o personas que no
están presentes‖ y ese dolor que produce ―el deseo del regreso a casa‖, que es lo que
conocemos como ―nostalgia‖. Esa que motiva a tantos compatriotas emigrados a visitar ―su
valle‖, siquiera sea por corto tiempo, durante fiestas y conmemoraciones tradicionales de
nuestro país.

Es así como las revelaciones que surgen a medida que se avanza en los capítulos de
esta investigación, van creando la trama, no de un relato de ficción, sino de la historia
escrita por estos protagonistas plurales, enlazados entre sí por vínculos reales y vigentes,
tanto en la memoria que los rescata del pasado, como en un proyecto común compartido
por largo tiempo: recuperar la patria perdida a la fuerza y ser recuperados por ella cuando
ella, a su vez, sea recuperada de su ultraje.

Ese es el motivo por el cual el derrocamiento de la dictadura, más allá de la opción


ulterior de cada desterrado por el regreso o el desarraigo definitivo, se vive como ―una
emoción desenfrenada‖, al decir de la investigadora. Ella puede comprobar que sus
entrevistados ―recuerdan en detalle su vivencia frente a este acontecimiento vivido como un
triunfo personal, profundamente emotivo: por un lado la alegría provocada por la vuelta de
la democracia y la derrota de ese enemigo, y por otro la tristeza por todos aquellos
compatriotas que no pudieron vivir ese momento y que se quedaron en la lucha‖.

Así llega, al fin, el fin de un sueño que estuvo latente en tantas familias paraguayas
exiliadas durante tantos años Un sueño que, en su momento, desde una vena literaria, un
poeta español exiliado, Rafael Alberti, expresó en versos dedicados a otro poeta exiliado, el
paraguayo Elvio Romero, como un vaticinio:

―Y mientras que penando

sin luz va el enemigo,

la Libertad contigo

regresará cantando‖.
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Un sueño que Carla Cossi ha logrado develar por medio de un profundo buceo
antropológico en los escenarios y procesos que llevaron a millares de hombres y mujeres
paraguayos a vivir forzados en la orilla opuesta de su patria, en una investigación que
merece ser integrada al acervo bibliográfico de nuestra historia demográfica, política y
cultural, en este Bicentenario de la Independencia Nacional.

Hugo Oddone

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Índice

Introducción____________________________________________________________ 21
El problema __________________________________________________________ 24
Antecedentes del tema _________________________________________________ 27
Apartado metodológico ________________________________________________ 36
Capítulo I: “Empujados al exilio. La tierra perdida” ___________________________ 39
Contexto socio histórico del exilio paraguayo ______________________________ 40
La dominación interna _________________________________________________ 42
La dictadura de Stroessner y los exiliados paraguayos _______________________ 49
El contexto internacional _______________________________________________ 51
Empujados al exilio ____________________________________________________ 52
Capítulo II: “Rearmar la casa, la vida en el exilio” ____________________________ 60
Rompiendo lazos: la separación del grupo _________________________________ 62
La otra orilla: aceptación de la nueva condición y reorganización de la vida ____ 65
Condiciones de género y exilio ___________________________________________ 70
Condiciones de inserción y redes de solidaridad ____________________________ 72
Discriminación y persecución en el exilio __________________________________ 76
Capítulo III: “La disyuntiva” ______________________________________________ 89
Años ´80, la crisis del régimen __________________________________________ 90
La caída ____________________________________________________________ 104
El retorno de la democracia ____________________________________________ 107
La disyuntiva de los exiliados __________________________________________ 110
Reflexiones Finales _____________________________________________________ 122
Sobre el exilio _______________________________________________________ 122
Sobre las formas de las memorias del exilio _______________________________ 125
Sobre las negociaciones familiares acerca de las memorias del exilio __________ 128
Síntesis Final ________________________________________________________ 138
Bibliografía ___________________________________________________________ 141

20
Introducción

En esta investigación nos propusimos analizar, desde una perspectiva antropológica,


las memorias de un colectivo social conformado por un número de familias paraguayas
exiliadas en la Argentina huyendo de la dictadura de Alfredo Stroessner (1954 – 1989) 1.

Dichas familias constituyen el núcleo de nuestro interés pero debemos señalar,


desde el principio, que nuestro estudio se situó en tres niveles de diferente complejidad con
sus mutuas interrelaciones, que sintetizamos en estos grandes campos: a) el conjunto de las
familias y sus relaciones recíprocas; b) las familias como tales en su estructura,
funcionamiento y estrategias; y c) los miembros de cada una de ellas en tanto informantes
privilegiados con trayectorias biográficas singulares, cuyos testimonios es posible
confrontarlos entre sí. También fueron motivo de nuestro interés las vinculaciones
múltiples de los exiliados paraguayos con la sociedad receptora y con la sociedad
expulsora, cuya proximidad geográfica es especialmente propicia para mantener lazos y
vinculaciones de todo tipo, potenciadas en los últimos años por la eficacia de los medios de
comunicación masiva.

Así, partir de estas memorias, intentaremos conocer cuáles fueron las condiciones
materiales a las que estas familias se enfrentaron tras la fractura producida por la diáspora y
su reconstitución en el exilio, indagar cómo se desarrolló su nueva vida cotidiana y cuáles
fueron los cambios y la adecuación de roles que se produjeron al interior del grupo para
adaptarse al nuevo escenario del exilio en la Argentina.

Estas memorias del exilio se encuentran atravesadas por las representaciones que,
desde el presente, construyen las personas y los grupos según sus posiciones diferenciadas
por las dimensiones de género, edad y roles que debieron cumplir, tanto al interior del
grupo familiar, como en su relación con otros exiliados en el contexto mayor de la sociedad
que los acogió en su nueva residencia.

11
La presente investigación fue realizada con la dirección del Dr. Roberto Carlos Abínzano y la Dra. Elena
Kraustofl, para obtener el grado de Licenciatura en Antropología Social en la Facultad de Humanidades y
Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Misiones, Argentina.
21
El recorte temporal de esta investigación se circunscribe a los relatos construidos en
la actualidad sobre las vivencias y experiencias protagonizadas por los exiliados
paraguayos en Posadas, Misiones, Argentina, a consecuencia del régimen stronista (1954-
1989) y la Revolución de 1947 en el Paraguay. Este amplio recorte se debe a que el
régimen fue variando en sus características, a nivel político, económico y social, tanto en su
política al interior del país, como en relación con la comunidad internacional: en algunos
momentos predominó la persecución política, en otros el exilio masivo y en otros los
intentos de golpes revolucionarios, aunque frecuentemente estos momentos confluyeron e
incidieron en el desarrollo de la vida cotidiana en el exilio.

El recorte de investigación se debe exclusivamente a la posición geográfica en la


que se ubica la Universidad Nacional de Misiones, espacio institucional en el que se
inscribe este trabajo.

La pertenencia de Posadas a una región de frontera2, interviene en el objeto y le


asigna particularidades propias al tipo de relación social que los exiliados establecieron,
tanto con su país de procedencia, por la vecindad territorial, como con la ciudad receptora
que, en términos de Abínzano (2004) integra junto a Encarnación (Paraguay) un sistema
sociocultural localizado a ambos lados de una línea de frontera política internacional, que
posibilita la existencia de una ―sociedad de frontera‖ con dinámicas propias.

2
La ciudad de Posadas –capital de la provincia argentina de Misiones-, ha sido desde la época jesuítica un
punto estratégico en la región, por su posición geográfica y su topografía. Situada a orillas del río Paraná, se
eleva sobre el Cerro Pelón que tiene una vista privilegiada del entorno y permite controlar un área importante
de las actividades en el río Paraná. Fue ocupada alternativamente por argentinos y paraguayos. Nació como
destacamento militar ―Trinchera de los Paraguayos‖, durante la Guerra de la Triple Alianza (…), se estableció
primero el ejército brasileño y luego el argentino. Una vez desalojados los paraguayos, se asentó
definitivamente el destacamento militar argentino (http://www.misiones. gov.ar).
22
Mapa del área fronteriza Posadas-Encarnación3

Los exiliados paraguayos encontraron en la Argentina un país que los albergó, no


como colectivo específico, sino como un elemento poblacional que vino a cubrir las
vacantes de trabajo rural y del sector informal urbano de la economía regional fronteriza y
de las grandes ciudades, generadas por el proceso de movilidad laboral ascendente que se
produjo a partir de la década del ´30 con el desarrollo de la industria pesada y, el programa
de sustitución de importaciones entre los años ´40 y ´60 en Argentina (Bruno, 2008: Pág. 2-
3).

No obstante, la aceptación no alcanzó el ámbito de lo formal, ya que los exiliados


paraguayos en la Argentina no obtuvieron el status de asilados políticos o refugiados,
quedando desprotegidos legalmente y asimilados a la condición de migrantes ilegales, de la
que intentaban despegarse.

3
Imagen obtenida de Ñandeva, Programa trinacional de artesanía: En website:
http://nandeva.org/home_new2/programa.php?l=es
23
Es importante considerar que, tanto el contexto socio-político y económico que
produjo el exilio de la población paraguaya como el del país de acogida, sufrieron grandes
cambios, aunque el régimen de Stroessner se perpetuó durante 35 años abarcando gran
parte de la segunda mitad del siglo XX, que se caracterizó por ser un período de gran
agitación en el que las pautas culturales de la sociedad en general fueron variando
notoriamente, incluso al interior del Paraguay.

Lo mismo sucede con el devenir histórico político en Argentina y sus alternancias


entre gobiernos democráticos y autoritarios que caracterizan el período en estudio. Por ello,
consideramos que abordar este amplio período temporal nos permitirá analizar de qué
manera estos vaivenes históricos incidieron en la vida de estas familias perseguidas.

Esta propuesta de investigación se plantea conocer –desde un enfoque antropológico


comprensivo, que privilegia la perspectiva etnográfica- cuáles son las representaciones que
los miembros de estas familias tienen sobre el exilio como hecho traumático, desde el lugar
genealógico que ocupan dentro del grupo familiar. Es importante aclarar que este enfoque
comprensivo se relaciona y confronta dialécticamente con los datos objetivos que
constituyen el escenario sociocultural descripto.

El problema

Las primeras inquietudes sobre el tema objeto de este trabajo, me surgieron a partir
de las tareas que realicé entre 2006 y 2008 en el marco del proyecto de investigación en el
que me desempeñaba como auxiliar. Durante esos años, el Proyecto4 se constituyó en
Unidad de Toma de Testimonios a las víctimas de exilio para el Informe de la Comisión de
Verdad y Justicia del Paraguay5. Por entonces, el equipo me encomendó dos tareas
complementarias, acordes a mi rol: trabajé en el archivo del periódico local ―El Territorio‖
seleccionando notas periodísticas sobre los exiliados paraguayos en la Argentina, desde
1957, lo que me permitió informarme sobre episodios tan diversos como la aparición de

4
Proyectos HANUIN VII y VIII de la Secretaría de Investigación y Posgrado de la FHyCS-UNaM dirigido
por el Dr. Roberto Carlos Abínzano.
5
En adelante CVJ.
24
cadáveres en las costas del Paraná, solicitadas, episodios políticos o bailes de carnaval de la
Casa Paraguaya de Posadas, y me hizo conocer la cotidianeidad del exilio, sus inquietudes,
sus problemas, sus proyectos de retorno.

La segunda tarea encomendada fue iniciarme en las entrevistas en profundidad


acompañando a los miembros del equipo con más experiencia en la toma de testimonios a
personas exiliadas. Fue así que construí un ―plano‖ diferente de la ciudad de Posadas, en el
que me sorprendió conocer que en cada barrio, en cada manzana, vive alguien que
pertenece a una familia de exiliados paraguayos.

Los testimonios eran tomados a jefes de familia o quienes se consideran víctimas


directas de exilio, pero era habitual que participara de la entrevista todo el grupo familiar.
Incluso los más jóvenes –algunos de los cuales habían nacido en Argentina- opinaban y
relataban experiencias de sus padres. Se dieron numerosos casos en los que, tras escuchar el
relato de los hechos por parte de quien daba el testimonio como portavoz de la familia,
algún miembro de la misma pedía darlo nuevamente en forma privada, presentando
justificaciones varias que iban desde el supuesto ―olvido‖ de algún episodio importante del
testimoniante, hasta una disidencia profunda con sus consideraciones. Comprobamos
posteriormente que, lo que inicialmente considerábamos ―versiones‖ de una misma
memoria, presentaba en algunos casos importantes diferencias en la narrativa de los hechos
que los tenían como protagonistas.

Esta primera experiencia de contacto con la problemática del exilio me posibilitó


construir las preguntas iniciales de esta investigación: ¿Tienen las familias exiliadas
paraguayas tantas memorias como miembros la integran? ¿Por qué un mismo hecho
traumático es relatado de maneras tan diversas? ¿Por qué las mujeres no se ven reflejadas
en algunos relatos de los hombres? ¿Qué hechos del exilio recuerdan como más
traumáticos? ¿Es para los hombres la persecución política lo más doloroso? ¿Sufrieron las
mujeres por la pérdida de su contexto doméstico? ¿Se daban cuenta los niños de lo que les
estaba sucediendo? ¿Qué cosas del relato comparten los miembros de las familias y en
cuáles se diferencian? ¿Qué cosas comparten y cuáles no, en el análisis político de la
situación, en las vivencias de las penurias cotidianas y en la angustia por el retorno?

25
Con estas preguntas iniciales, complejas, contradictorias y desordenadas, inicié la
formulación de las preguntas que guiaron esta investigación: ¿Cómo se estructuran las
memorias de las familias paraguayas sobre su exilio en la Argentina; y qué distinciones
operan para que algunos elementos del relato se instalen como fruto de consensos
familiares, en tanto que otros introducen la diferenciación interna en las memorias
grupales?

Nuestra hipótesis sostiene que las memorias familiares como bloques homogéneos
son sólo un relato construido por el delegado o mandatario, en términos bourdianos, que
instala su memoria como la memoria de todo el grupo familiar que, para ello, le ha dado el
poder que le autoriza a hablar en nombre del grupo, aunque esta delegación haya sido
producto de una fuerte negociación interna (Bourdieu, 1984). Se trata, entonces, de una voz
y una memoria ―autorizada‖ por la familia que se presenta al investigador, que diluye las
conflictividades y tensiones y contribuye a la presentación de la familia frente a un ‗otro‘.

Aunque ya conocemos la obra de Oscar Lewis y el llamado ―efecto Rashomon‖ y


sabemos que cada miembro de una familia u otro tipo de colectivo posee una perspectiva
propia, sortear esta versión familiar oficial e indagar en la multiplicidad de significaciones
sobre un mismo hecho social, como el exilio y una experiencia familiar aparentemente
―idéntica‖, es la propuesta de este trabajo.

Existe una diversidad de representaciones que construyen sus integrantes en base a


las condiciones materiales y las estrategias que desarrollaron para reorganizar sus vidas
cotidianas y sostenerse en el nuevo contexto.
Así, distinguiremos:
Las memorias de los hombres con sus vivencias de enfrentamientos armados y
clandestinidad, de las memorias de sus esposas o concubinas y los cambios implícitos en
ellas, en un proyecto familiar de vida que, hasta el momento del exilio, tenía una clara
diferenciación de roles predominantes entre hombres proveedores y mujeres reproductoras
de la vida doméstica familiar, propio de la época;
Las memorias de los adultos, de las vivencias infantiles del exilio y sus estrategias
de inserción al nuevo contexto.

26
A los efectos de ordenar y comparar las diferencias, tomaremos como eje
transversal la disyuntiva regresar-permanecer que atravesaron estas familias con el retorno
de la democracia al Paraguay en 1989, los elementos materiales y simbólicos
predominantes y las tensiones internas del grupo familiar en la construcción de la
posibilidad/imposibilidad de retorno a su país.

Antecedentes del tema

La memoria y el exilio han sido abordados en un corpus importante de estudios


como objetos independientes. Aunque el exilio, por tratarse de una situación límite, cuando
se lo aborda desde la perspectiva de los actores, necesariamente debe ser reconstruido a
partir de memorias más o menos inmediatas sobre el hecho traumático, pero siempre como
una reconstrucción a posteriori, al menos del episodio de salida.

Los estudios de memorias frecuentemente trabajan hechos traumáticos como


guerras, cárceles, genocidios, pero no abundan los estudios de memoria que coloquen al
exilio en el centro del interés, ya que a menudo se lo concibe como el ―fin de la historia‖: el
escape, la salida, la salvación. En definitiva, una acción humana sobre la que pesan
valoraciones negativas asociadas a la salvación individual, al abandono del terruño, el ideal
o el grupo de referencia y, por lo tanto, clausura del relato. Por tal motivo, los antecedentes
de investigación de este trabajo se presentarán al lector como dos bloques inconexos,
centrados en dos temas que presentan una relación muy débil: estudios sobre memoria y
estudios sobre migración/exilio.

El concepto de migración es muy amplio. Según Esteban (2003; 17) “incluye


aquellos desplazamientos que suponen para el sujeto migrante un cambio de entorno
político-administrativo, social y/o cultural relativamente duradero, o cuando se produce un
cambio permanente de residencia con la consecuente reorganización de todas las
actividades desarrolladas por el migrante.”

Una definición como esta esconde fenómenos muy diversos. Las migraciones
pueden darse de manera pacífica y voluntaria, como es el caso de aquellas personas que se

27
trasladan en búsqueda de una mejor calidad de vida, pero otros desplazamientos como el
que se analiza en esta investigación, se dan de forma agresiva e involuntaria; los mismos
pueden ser producto de catástrofes naturales (inundaciones, hambrunas) o sociales, como
los provocados por las guerras, revoluciones, dictaduras.

Dentro de estos desplazamientos agresivos o involuntarios se encuentra el exilio,


que –en tanto concepto proveniente de la jurisprudencia de principios y mediados del siglo
pasado- sería el efecto o consecuencia de actos ilícitos cometidos por el Estado en violación
de la libertad de residencia y de tránsito, por acción – exilio forzado – o por omisión –
exilio forzoso – en virtud del cual el ciudadano/a es expatriado, puesto fuera de las
fronteras nacionales y obligado a permanecer en territorio extranjero.

La condición de exiliado presenta al menos tres componentes estructurales: la


persona se identifica emocional, cultural, política e ideológicamente con su país de
procedencia; su horizonte de sentido tiene al ―mito del retorno‖ como objetivo existencial
(Malgesini y Giménez, 2000: Pág. 179-182) y se convierte en un componente de la
estructura identitaria de la persona, utilizada, evocada y manipulada para la identificación o
la confrontación con ―otros‖ (Barth, 1976).

Existen famosos casos a lo largo de la historia y que han sido vastamente


analizados, donde grandes contingentes de personas sufrieron este tipo de desplazamiento,
como por ejemplo el provocado por la Guerra Civil Española en la que cerca de 200.000
personas se vieron obligadas a huir a Francia, o la deportación masiva de judíos durante el
Holocausto.

Es importante la caracterización de cada uno de estos grupos (migrantes/exiliados) a


fin de discutir si esta clasificación es pertinente o si sería necesario comprender ambos
fenómenos como emergentes de un proceso mayor en el que están inscriptos y en tanto tal,
no resultan de fácil distinción.

La cuestión de los migrantes/exiliados paraguayos en la Argentina ha sido abordada


desde diferentes perspectivas. Los estudios sociológicos en las producciones desde
Argentina, por ejemplo, desarrollan principalmente los aspectos cuantitativos (laborales y
económicos) de la migración (Bruno, 2008; Velazco, 2008). En las producciones científicas

28
paraguayas se prioriza también los aspectos cuantitativos de la cuestión de las remesas
económicas y las implicancias socioculturales para el país, ocasionadas por la ausencia de
las mujeres y los jóvenes. (Carrón, 2008).

Los estudios antropológicos refieren a una multiplicidad de aspectos, como exilio


paraguayo, dictadura y Derechos Humanos (Arellano, 2008); migración paraguaya, sistema
judicial y narcotráfico (Renoldi, 2008) o; exilio y etnicidad (Halpern, 2006).

La mayoría de los estudios sobre migraciones y exilios han sido realizados en el


marco de la sociología, la demografía, la psicología, entre otros campos, y se han hecho
importantes estudios desde el enfoque de redes como es el trabajo realizado por Claudia
Pedonne (2006) sobre migrantes ecuatorianos en España.

Si bien se han presentado numerosos trabajos sobre desplazamientos de personas,


entre los cuales se encuentran contingentes de paraguayos vinculados al exilio, se basaron
principalmente en estudios cuantitativos como el de Sassone y De Marco, 1994; Fisher,
Palau y Pérez, 1997; Boccia Paz, 1997; INDEC 1997 y 2004; Torales 1991; Pellegrino
2000. Muchos de ellos hacen hincapié en los aspectos económicos y en el envío y
participación de remesas desde el exterior, como es el caso puntual del informe PNUD
UNFPA, UNICEF, UNIFEM, OIM (2009). También existen otros trabajos que describen y
abordan el tema desde una perspectiva legal y de los derechos humanos, como es el caso de
Novick (1986 y 1997) y Pérez Vichich (1988) y el Informe Final de la Comisión de Verdad
y Justicia de Paraguay (2008).

Todos estos estudios han sido una importante fuente de datos sobre diferentes
aspectos abordados en esta tesis.

En líneas generales son muy pocos los trabajos que se han realizado respecto de la
problemática de los migrantes latinoamericanos hacia la Argentina, principalmente de
paraguayos. Esto es así aun cuando la inestabilidad política en el Paraguay siempre tiene
como actor involucrado a la Argentina, en cuanto país al que se dirigen aquellos que, tras
los conflictos, quedan fuera del poder. Esto, entre otros motivos, según Gerardo Halpern
(2006) obedecería a la manera en que se dio la construcción de la nacionalidad argentina,
bajo el mito del ―crisol de razas‖ y de la épica de los migrantes europeos. Dentro de este

29
relato fundador de la nacionalidad argentina, los migrantes de países limítrofes ocupan un
segundo plano.

La perspectiva analítica de este trabajo se centra en el análisis antropológico de una


dimensión particular de la condición de los exiliados: el estudio de las memorias de la vida
cotidiana de los mismos, en un país fronterizo que los alberga, aunque no los asila
políticamente, dejándolos legalmente desprotegidos. Entendiendo por “vida cotidiana” a lo
que Agnes Heller (2002) define como “una esfera en la que pueden ser comprendidas las
interrelaciones del mundo económico social y la vida de cada persona”, en la que se
cristaliza un sistema jerárquico social impuesto.

Las reflexiones sobre el impacto social y cultural de situaciones que causan un gran
estrés y traumas colectivos, como los sistemas autoritarios y la represión política y social,
son abordados actualmente desde un campo teórico llamado "memoria colectiva" el cual da
una mirada más amplia que la propuesta por los estudios de los impactos psicológicos
individuales de las violaciones a los derechos humanos.

Cuando Sara Makowsky (2002), en su trabajo sobre experiencias traumáticas


haciendo hincapié en el Holocausto, se refiere a la memoria colectiva como un precipitado
de representaciones sociales compartidas, considera a la memoria de un grupo y, más
extensamente, a la memoria de una Nación, como una construcción intersubjetiva que tiene
un carácter normativo debido a que genera marcos de referencia para orientar la conducta
de los actores sociales. (Makowsky 2002: pp. 146)

Consideramos que la memoria colectiva puede ser entendida como una ―ambición
de la memoria‖ por la que los miembros de un grupo producen y reproducen una memoria
supuestamente común a todos.

Sara Makowski (2002) hace una distinción entre las memorias en el plano
individual, las cuales son una suerte de estado afectivo que aparece como un recuerdo en el
relato que contribuye a ―suturar el presente del pasado‖. En cambio las memorias en la
esfera pública pueden reificar ciertos sentidos sobre el pasado, potenciar olvidos o bien
generar un trabajo de recodificación del pasado con vistas a una mayor democratización y
extensión de una cultura de los derechos humanos. Lo interesante para esta investigación

30
del planteo que hace Makowsky, es que la memoria inscribe lo social y a la vez cimienta al
sujeto.

Consideramos con Candau (2001) que el estudio de la memoria se convierte en un


objeto antropológico privilegiado, debido a que el binomio memoria e identidad es
inseparable cuando se intenta determinar cómo, a partir de un relato individual como
experiencia intersubjetiva, se pasa a experiencias colectivas. El antropólogo trabaja en la
articulación existente entre los enfoques psicológicos y sociológicos. ―Se esfuerza por
comprender a partir de datos empíricos, cómo llegan los individuos a compartir prácticas,
representaciones, creencias, recuerdos –en una palabra, sentido-, produciendo así en la
sociedad lo que se llama cultura (Candau, 2001: Pág. 10-11).

Más allá de las razones políticas y la condición jurídica de los paraguayos exiliados
en la Argentina, me interesa explorar la memoria de las familias exiliadas, en tanto “núcleo
social fundamental en el que el ser humano nace, crece y se desarrolla”, en cuyo seno se
preservan y transmiten los valores y tradiciones, sirviendo así de enlace entre las
generaciones (Manrique Solano, 1998: Pág. 495-508)

Alberti y Méndez (1993) distinguen entre la familia nuclear como el sistema


integrado únicamente por los padres y los hijos y la familia ampliada o extensa en la que
coexisten los objetivos de reproducción y producción y vínculos que no se constituyen en
su totalidad por libre elección, pero que, muchas veces, contribuyen a garantizar la
estabilidad familiar y extender la red de relaciones integradas en la “parentela”6.

Todo el proceso del exilio se dio en un contexto en el que los miembros de las
familias nucleares que lograban salir de su país –principalmente cuando se trataba de
mujeres con hijos pequeños y esposos perseguidos o muertos-, fueron acogidos por otros
miembros de la familia extensa que se habían exiliado con anterioridad. Hecho que generó,
en la vida cotidiana, una convivencia de varios fragmentos de familias nucleares bajo un
mismo hogar, en condiciones de precariedad, compartiendo y colaborando en las tareas del
hogar, la economía y demás aspectos de la convivencia, no exenta de conflictos y
situaciones difíciles.

6
Parentela: expresión coloquial que refiere a la familia extensa.
31
En un estudio del equipo CODEPU/DIT-T (1989) sobre exilio chileno, señalan que
se ha observado con frecuencia que tras el exilio, una vez que se modifica la organización
familiar y las relaciones se vuelven menos autoritarias, debido a que la reasignación de
roles requiere una mayor participación de la mujer en la actividades laborales no
domésticas, actividades políticas y actividades solidarias, avanza su nivel de independencia
respecto del hombre. Sin embargo, también han podido comprobar que cuando este proceso
no se ve acompañado por un desarrollo simultáneo del hombre, se producen importantes
tensiones, debido a que la mujer ya no acepta las formas de relación autoritarias y
desiguales anteriores, causando una mayor cantidad de rupturas de parejas provocadas por
la situación de exilio.

La condición de exiliado genera una situación de precariedad laboral en estas


familias paraguayas –tanto nucleares como extensas- en el sentido que le asigna Clara
Mareticorena (2005): como la falta de disponibilidad de medios para satisfacer las
necesidades del grupo familiar, que en sociedades desarrolladas no implica sólo aquellas
que están relacionadas con la mera supervivencia biológica (alimentos, cobijo, vestido, etc.)
sino que incluyen un numeroso grupo de demandas provenientes de nuestra naturaleza
social, como el afecto, tiempo de ocio, cuidados, educación, comunicación, etc.

La readecuación de los roles de los miembros de las familias paraguayas en el


nuevo contexto del exilio, está atravesada por la dimensión de género, definido por Enrique
Gomáriz (1996) “como el conjunto de roles desempeñados por hombres y mujeres en una
sociedad, que son adquiridos/negociados en el proceso de socialización”. Esto es,
responsabilidades, pautas de comportamiento, valores, gustos, temores, actividades y
expectativas, que la cultura asigna en forma diferenciada a hombres y mujeres. En otras
palabras, es el modo de ser hombre o de ser mujer en una cultura determinada. De ahí se
derivan necesidades y requerimientos diferentes de hombres y mujeres para su desarrollo y
realización personal. Es decir, alude a diferencias socioculturales y no biológicas. Al ser
una construcción social, está sujeta a modificaciones históricas, materiales y culturales
como las que se generan en situación de desplazamiento territorial, cualquiera sea su causa.

Otra distinción relevante para este estudio es la que establece Ana Cecilia Alfaro
(1999) entre Trabajo Productivo, que usualmente genera ingresos e incluye la producción

32
de bienes y servicios para el consumo o venta (agricultura, pesca), y el Trabajo
Reproductivo que incluye el cuidado y mantenimiento de la unidad doméstica y de sus
miembros, así como la gestación y el cuidado de las/os niñas/os, la preparación de
alimentos, la recolección de agua, las compras de provisiones, los quehaceres domésticos y
la atención de la salud familiar. Este tipo de trabajo, desarrollado históricamente por las
mujeres, no es considerado como tal en la sociedad y no tiene asignado un valor de cambio
socialmente reconocido.

Para Candau (2001), las memorias familiares son memorias cortas que no se
remontan mas allá de dos o tres generaciones, los ancestros alejados de nosotros por apenas
algunas generaciones se confunden en una masa anónima (Candau, 2001: Pág. 137).

En el caso de los exiliados paraguayos en la Argentina, esa masa anónima tiene


siempre como referencia el hito de la Guerra del Chaco (1932 – 1936)7 a diferencia de los
paraguayos que viven en su país, que tienen como hito la Guerra de la Triple Alianza de
(1865-1870), entre otras cuestiones, porque sería de mal gusto rememorar el genocidio que
enfrentó otrora al Paraguay y la Argentina, cuando éste país hoy los acoge8.

7
Esta guerra enfrentó a dos de los países más empobrecidos del subcontinente, implicando un desastre
poblacional para la economía y la política de Paraguay, aunque la necesidad de Bolivia de tener una salida
hacia el atlántico a través del Río Paraguay fue una de los principales argumentos, muchos analistas afirman
que esta guerra se debió a los enfrentamientos de empresas petroleras por conquistar el suelo chaqueño, rico
en yacimientos petrolíferos que pueden ser explotados con cierta facilidad a un costo reducido. En esta Guerra
hubo una importante colaboración de Argentina hacia el Paraguay, motivada por la defensa del capital
argentino ligado al británico, que se encontraba en el Paraguay desde el final de la Guerra de la Triple
Alianza.
Finalizada la misma, se resolvieron las disputas por las fronteras nacionales, no solo entre Paraguay y Bolivia,
sino también con Argentina. Los resultados fueron sumamente críticos debido a que, si bien el Paraguay
resultó vencedor, perdió una numerosa cantidad de tierras, lo que deriva en una multiplicidad de conflictos
internos que produjeron la Revolución de Febrero de 1936. Esta revolución se ubicó como el fin del estado
oligárquico, pero lo que se inició como un avance en las luchas de las clases populares por sus
reivindicaciones tras la guerra de Chaco, derivó en algo inclinado hacia el fascismo europeo (Sosa, 2010).
8
Antes de la guerra, el Paraguay poseía una importante autonomía política y económica respecto del resto de
los países de la región y de las formas de colonialismo que estaba atravesando América Latina. Tras esta
disputa en la que intervinieron Argentina y otros países, que tuvo como resultado la eliminación del 65% de la
población con la que Paraguay contaba en ese momento, además de la pérdida de numerosos recursos
económicos y territorios. Según Efraín Cardoso (Citado en Halpern, 2006) de 1.300.000 habitantes,
sobrevivieron solo 300.000, en su mayoría mujeres y niños. Tras este genocidio, el país pasó a ocupar el lugar
de una de las economías más atrasadas y empobrecidas de América Latina. Luego de tamaña pérdida de
población, se produjo una alta concentración de tierras que, sumado a su mediterraneidad territorial tuvo
como resultado un crecimiento desmesurado en la desigualdad social, tanto internamente como respecto de
los países que lo rodean. Tras esta guerra, la penetración política del Brasil y la hegemonía económica de
Argentina marcarán las disputas internas del Paraguay hasta la tercera década del siglo XX. Para 1870 el 98%
33
La transmisión de las memorias familiares posibilita la adhesión de sus miembros a
un sistema capaz de garantizar su perpetuación y se alimenta de una memoria de larga
duración, que utiliza los soportes más diversos: los papeles de la familia, los lugares y el
paisaje que rodean la propiedad, pero también los múltiples auxiliares de los recuerdos
íntimos: objetos considerados antiguos, árboles plantados en ocasión del nacimiento o de la
muerte de algún ancestro, mantillas antiguas guardadas, películas y fotografías familiares,
sepulturas, itinerarios, etc., los cuales tienen la vocación de fijar el pasado y contribuyen al
mantenimiento y a la transmisión del recuerdo de datos fácticos. Se está entonces en
presencia de pasados formalizados que van a limitar la interpretación de lo ocurrido y
pueden constituir una memoria ―educada‖, incluso ―institucional‖, y por lo tanto,
compartida (P.J. Geary. 1996. pp. 46, 55 y 138, Citado en Candau, 2001).

Hallwachs (2004) dice que el conjunto de recuerdos que comparten los miembros de
una misma familia, participa de la identidad particular de la misma. Pese a los diversos
intentos de fijación de esta memoria, la búsqueda identitaria revuelve y reformula
regularmente los linajes mejor asegurados, haciendo jugar permanentemente a la
genealogía naturalizada (referida a la sangre y al suelo) y a la genealogía simbolizada
(constituida en la referencia a un relato fundador). El autor relaciona las memorias con ―el
pensamiento social‖ resultante de la transmisión de recuerdos y de olvidos, (Hallwachs,
2004: Pág. 269). Pero la memoria puede fracasar y romperse la transmisión, como sucede
con muchos exiliados que no creen poder ser creídos por sus hijos y cuyos hijos no tienen
el coraje de escuchar.

La genealogía pudo haber sido definida como una búsqueda obsesiva de la


identidad, tanto más vigorosa cuanto más tienen las personas la sensación de haber sido
alejadas de sus raíces. Se nutre de las apuestas identitarias presentes, a las que sujeta el

de las tierras estaba en manos del estado, pero tras el final de la disputa se tuvieron que vender sus activos
para la posible reconstrucción del país quedando incluidas en las subastas poblaciones enteras, pasando
muchas a manos de capitales argentinos, por lo cual se fortaleció la dependencia del país. Parte de los
requisitos para la compra de tierras consistía en que se debía comprar como mínimo media legua cuadrada,
por lo cual los compradores modestos quedaban fuera, al igual que los pobladores paraguayos arruinados por
la guerra, permitiendo la entrada masiva de especuladores extranjeros, lo que derivó en el latifundio y la
formación de importantes terratenientes, dando lugar a la aparición del mensú (Halpern, 2006; Sosa, 2010).

34
pasado. Es por esto que la extensión de la memoria, su profundidad, o incluso la naturaleza
del linaje privilegiado en ocasión de la construcción de esta memoria, varían
considerablemente según el ambiente (Candau, 2001: Pág. 135).

Memoria e identidad son inseparables, ya que la memoria es lo que nutre a la


identidad, ofrece a los individuos la ilusión de que lo que ha pasado no ha desaparecido
definitivamente. A través de la retrospección, el hombre aprende a soportar la
temporalidad, reúne los vestigios de lo que ha sido, para construir una nueva imagen ―de lo
que es‖ (Candau, 2001: Pág. 138).

El método biográfico ha alcanzado en las ciencias sociales importantes resultados


cuando fue aplicado a los fenómenos de aculturación, de inmigración y a las relaciones
inter étnicas y los momentos de fuerte cambio social y económico.

Esta investigación recoge a través de la entrevista etnográfica, diferentes relatos de


vida. Los mismos, según Eugene Enriquez (2002), se encuentran en un terreno atravesado
por la historia individual y la colectiva, pero la misma se narra con tres elementos
estructurantes con los que cuenta el relato: la crónica, la epopeya y el mito.

En la crónica, el narrador categoriza y jerarquiza diferentes sucesos y experiencias,


movido por la ética de la finitud donde el narrador no apela al razonamiento sino a la
interrogación de sus sentimientos para poder aceptar el ascenso de las pulsiones de su vida,
trabajándolo desde sus límites.

En la epopeya, el otro elemento estructurante del relato, el sujeto va superando una


a una las pruebas, venciendo los obstáculos acumulados o tiene una muerte gloriosa. Como
indica Benjamin y Baudelaire (Enríquez; 2002) el héroe de la modernidad es un hombre
que dentro del conformismo y el mimetismo desarrollado en lo que Freud llama la
formación colectiva, está deseoso de mostrar su originalidad, a la vez que es un héroe de la
tristeza y el sufrimiento. Los héroes modernos son aquellos que oponen resistencia al orden
establecido.

En cuanto al mito, el último componente del relato, Enríquez señala que todos
vivimos bajo un mito imaginario cuya función es dar coherencia a un grupo; el mito es una

35
guía en todos los aspectos de nuestra vida, es la religión, la clase, la familia, la etnia, etc. En
el discurso, el narrador trata de desmitificarlos y desmitificarse, para de-construirlo y de-
construirse a sí mismo, para poder proveerse de algo de originalidad.

Los modos en que distintos hechos, con el tiempo son reelaborados e interpretados
en la memoria, producen la convergencia de equívocos, invenciones y olvidos donde se
reconstruyen escenas imaginarias. Esta reconstrucción no es arbitraria, responde a intereses
y deseos del narrador ya que, la memoria colectiva, entre otras funciones, cumple la de
curar heridas abiertas y producir un relato concebible de la experiencia humana (Arellano,
2009).

Apartado metodológico

El problema en estudio fue abordado desde un enfoque antropológico comprensivo


y holístico que permitió interpelar las memorias que tienen las familias paraguayas
exiliadas en Posadas, con una perspectiva etnográfica que, en términos de Balbi (2007),
permite realizar ―una mirada analítica que da por supuesta la diversidad de lo real y trata de
aprehenderla a través de un análisis centrado estratégicamente en las perspectivas de los
actores‖. Método que nos permitirá acceder a los datos materiales de su presencia en la
ciudad y a las representaciones simbólicas que, unos y otros, construyen del hecho social de
la presencia/movilidad/articulación de ciudadanos paraguayos exiliados en Posadas, en un
contexto de relaciones sociales asimétricas, condicionadas por una estructura social que
pone en evidencia la diferencia, la desigualdad y la diversidad que caracteriza a las
sociedades complejas (Menéndez, 1997).

El diseño metodológico cualitativo de investigación permitió la construcción de un


conocimiento diferenciado, a través de los sentidos subjetivos diversos sobre los que se
configura la subjetividad en cada una de sus formas concretas: social o individual, desde
una representación compleja en la que los resultados son momentos parciales, que de
manera continua se van integrando y dando lugar a nuevos interrogantes y abriendo nuevos
caminos a la producción del conocimiento (Fica Carrasco; 2002).

36
Se entiende el campo, en términos de Guber (2004), como esa porción de lo real
compuesta no sólo de los fenómenos observables sino, además, por la significación que los
actores le asignan al entorno y a las tramas que éstos involucran.

Las unidades de análisis son las familias nucleares de paraguayos exiliados en


Posadas, en tanto “núcleo social fundamental en el que el ser humano nace, crece y se
desarrolla”, cuyo objetivo principal es el de preservar y transmitir los valores y tradiciones,
sirviendo así de enlace entre las generaciones, sin perder de vista que pertenecen a familias
ampliadas o extensas que funcionan como red de contención en la situación crítica del
exilio.

Tomamos como casos significativos a aquellas familias paraguayas exiliadas que,


en la actualidad, residen en la ciudad de Posadas, Misiones, que abandonaron Paraguay
debido a la persecución del régimen y que no tuvieron posibilidades de retornar a su país
por razones tan diversas como al carácter fuertemente autocrático e inflexible de la
dictadura, la pérdida de sus medios materiales de existencias o la fractura de sus lazos
familiares.

Se utilizaron las técnicas etnográficas de observación participante en lugares claves


como las asociaciones de paraguayos en la ciudad, reuniones de la colectividad y hogares
de los informantes, además de entrevistas en profundidad semi estructuradas a miembros de
distintas familias paraguayas exiliadas, para poder construir sus memorias sobre las
particularidades del exilio como proceso migratorio, sus trayectorias de vida, su forma de
inserción en el país de acogida, su relación con su país de pertenencia, las estrategias inter
generacionales de inserción social, los procesos de invisibilidad, la inclusión social y la
percepción xenófoba.

En síntesis, se analiza la construcción de diferentes relatos de vida, atravesados por


la historia individual y la colectiva que permite reconstruir el mito imaginario que da
coherencia a la comunidad imaginada, en términos de Anderson (1993).

Consideramos que, en un estudio de memorias como éste, la voz del actor no se


corresponde con una ―verdad histórica única‖. En este sentido, los aportes de Menéndez
(1997) son claves y definitorios, puesto que brindan una mirada lo suficientemente amplia

37
como para poder trabajar una problemática de relación inter-étnica por fuera de las formas
clásicas y dominantes de abordar esas cuestiones.

Los datos secundarios fueron obtenidos de la Dirección Nacional de Migraciones, el


Consulado del Paraguay en Posadas, censos, entrevistas, notas periodísticas, fotografías
familiares e investigaciones sobre la temática, los cuales fueron relevados, sistematizados y
analizados para una mayor comprensión del hecho en estudio.

La organización de este informe sigue los lineamientos clásicos de introducción,


desarrollo y conclusiones.

En la introducción intentamos presentar el problema en estudio, los antecedentes


existentes sobre el mismo, los principales aportes teóricos que recibe y el diseño
metodológico de la investigación.

El Capítulo I está destinado a dar cuenta del contexto socio histórico y político que
desencadenó el problema social abordado, sus efectos traumáticos desde la perspectiva de
sus víctimas directas y las razones por las cuales dicho problema es considerado por la
Comisión de Verdad y Justicia del Paraguay, como un delito de lesa humanidad.

En el Capítulo II abordaremos las memorias que los exiliados paraguayos


construyen desde el presente sobre cada una de las etapas del largo proceso de instalación,
adaptación y aceptación de su condición de exiliados.

En el Capítulo III confrontamos estas memorias del exilio con las memorias de la
disyuntiva: quedarse o regresar, que se les presentó en un momento histórico dado.

En la Conclusión, nos proponemos sintetizar los principales aprendizajes


construidos en este estudio.

38
Capítulo I: ―Empujados al exilio. La tierra perdida‖

39
Contexto socio histórico del exilio paraguayo

Con la Revolución de 1947 –estallido civil contra el gobierno autoritario del


General Higinio Morínigo Martínez (1940-1948), también llamado ―Levantamiento de
Concepción‖- se inicia el proceso más intenso y largo de salida al exilio que haya existido
en el Paraguay. A partir de allí y por un espacio de cinco décadas, diversas fuentes cuentan
entre 200.000 y 500.000 ciudadanos paraguayos que cruzan la frontera sistemáticamente en
forma individual, familiar o grupal y se asientan de manera legal o clandestina en diversos
puntos de la República Argentina (CEDAPPA, 2007).

En efecto, desde la ―Guerra del Chaco‖ (1932 – 1935) –en la que, habiendo vencido
a Bolivia el Paraguay entregó parte de la región del Chaco mediante el tratado definitivo de
―Paz, Amistad y Límites‖, sospechado de fraude, traición y corrupción- las insurrecciones
militares, los golpes de Estado y los gobiernos autoritarios se sucedieron durante más de
una década9, hasta que en 1947, tras el frustrado ―Levantamiento de Concepción‖, el bloque
colorado de las Fuerzas Armadas, bajo el gobierno de Higinio Morínigo y su gabinete
cívico militar, decretó Estado de Sitio y envió al exilio a casi el 80% de los oficiales
liberales y febreristas10 (CEPAG y Blanch, 1996).

Con el exilio masivo de los opositores políticos civiles y la purga de las Fuerzas
Armadas, la disputa por el poder se estableció casi exclusivamente al interior del Partido
Colorado11, pero los enfrentamientos, golpes de Estado y derrocamientos no cesaron y
nuevos contingentes de opositores políticos al interior del propio Partido Colorado,
pertenecientes a sus distintas facciones, partieron también al exilio.

9 Ocuparon la Presidencia del Paraguay: el febrerista Rafael de la Cruz Franco Ojeda (1936 – 1937); el liberal
Félix Paiva (1937 – 1939); el liberal José Félix Estigarribia Insaurralde (1939 – 1940); el militar Higinio
Morínigo Martínez (1940 – 1948). (Fuente: Tribunal Superior de Justicia Electoral del Paraguay).-
10
Se conoce como ―febreristas‖ a quienes protagonizaron el golpe o revolución de febrero de 1936,
posteriormente convertido en Partido Revolucionario Febrerista.
11
Tras el fin de la presidencia de Morínigo en 1948 se sucedieron, mediante golpes militares y designaciones
interinas, seis presidentes pertenecientes al Partido Colorado: Juan Manuel Frutos Escurra del 3 de junio al 15
de agosto de 1948; Juan Natalicio González Paredes, del 15 de agosto de 1948 al 30 de enero de 1949;
Raimundo Rolón Villasanti, del 30 de enero de 1949 al 26 de febrero de 1949; Felipe Benigno Molas López
del 27 de febrero de 1949 al 11 de septiembre de 1949; Federico Chávez Careaga del 11 de septiembre de
1949 al 5 de mayo de 1954 y Tomás Romero Pereira del 8 de mayo de 1954 al 15 de agosto de 1954 (Fuente:
Tribunal Superior de Justicia Electoral del Paraguay).

40
El faccionalismo que se instala en el Paraguay como sistema político, crea un patrón
de reciprocidad totalizador y obligatorio que introduce a los individuos en una relación de
tipo personal y subsidiaria, afianzada por lazos solidarios de reciprocidad informal, con una
fuerte identidad de grupo cuya práctica predominante es el conflicto ritualizado entre las
distintas facciones que, no obstante, responden y se identifican todas con un único líder
(Caniello, 1995).

En 1954, lo que parecía un golpe más en el seno del Partido Colorado, instaló en el
Paraguay una de las dictaduras más prolongadas de la historia del continente, organizada
en torno a la figura del general Alfredo Stroessner (1954 – 1989), quien suprimió las
garantías constitucionales, prohibió los partidos políticos y ejerció una dura represión con
el apoyo del Ejército y el Partido Colorado12.

Con el ascenso al poder del General Alfredo Stroessner llega a su fin un prolongado
período de inestabilidad política que va desde 1947 a 1954, cuya principal característica fue
la sucesión de golpes de Estado llevados a cabo por facciones del propio Partido Colorado
o ANR (Asociación Nacional Republicana) y sectores militares afines al mismo.

Los indicadores socioeconómicos censales señalan que, en la década de 1950, más


del 60% de la población paraguaya estaba compuesta por peones rurales y campesinos,
mientras que sólo 1.500 propietarios eran los dueños del 85% de las tierras cultivables. Por
su parte, la industria paraguaya era casi inexistente y sólo se elaboraban algunos productos
de origen agropecuario. La dictadura de Stroessner mantuvo por décadas esta situación de
atraso que facilitaba su permanencia en el poder. Además, el reducido mercado interno —
por entonces, el Paraguay contaba sólo con 1.500.000 habitantes— desalentaba el
desarrollo industrial para su autoabastecimiento y profundizaba su modelo agro exportador
(Dirección General de Estadística, Encuestas y Censos del Paraguay, 2010).

12
Entre 1954 y 1967 gobernó bajo la vigencia de la Constitución de 1940, establecida por el General José
Felix Extigarribia, y ese último año promulgó una nueva Constitución que permitía su reelección inmediata
como presidente por dos períodos más, pero en 1977, una enmienda constitucional estableció la reelección
indefinida del cargo de presidente.

41
La dominación interna

Stroessner mantiene su hegemonía por los siguientes treinta y cinco años, por medio
de la estabilización de la dominación política en el terreno de lo ético y de lo cultural, tanto
en las relaciones entre diversos grupos insertos en los aparatos del Estado, como en ―la
práctica social de los sectores subordinados enfrentados al status quo... La hegemonía lo
que construye es una verdadera comunidad de valores, una voluntad colectiva”
(Portantiero, 1999, Pp. 187).

Conforme el régimen ―stronista‖ se consolidaba, la corrupción permitía la


formación de grandes fortunas individuales que contribuían a la producción de lealtades y
al sostenimiento del gobierno, a partir de dos fuentes de financiamiento espurias: el
contrabando de armas, whisky, madera, automóviles, narcóticos, etc. (Esteche Notario,
1996) y la utilización clientelar y prebendaría de los dividendos ingresados mediante el
endeudamiento externo13.
Este gobierno de facto, no solo fue sostenido por las Fuerza Armadas sino también
por el partido político que lo llevó al poder, el Partido Colorado14, un partido tradicional
paraguayo de base socio-económica baja, que le aportó al régimen de Stroessner a) un
sustento político como partido de masas a la vez que, b) funcionó como partido único hasta
1963 y, c) como partido hegemónico con la posterior participación de los sectores liberal y
febrerista, hasta el final del sistema, con lo cual, d) se pretendió perpetuar indefinidamente
en el poder al dictador quien, luego de un tercio de siglo: e) buscó sin éxito prolongarse a
través de una lógica dinástica15.

13
Según Lewis (1986) entre 1954 y 1960, el Paraguay recibió de los Estados Unidos de América 30 millones
de dólares (Citado en CEPAG y Blanch, 1996). Entre 1953 y 1961, el total de ayuda de Estados Unidos, más
los préstamos otorgados por instituciones internacionales controladas por ese país, alcanzaron 53,2 millones
de dólares (USAID, 2008: 54). Entre 1962 y 1965, mediante el programa de cooperación americana para
América Latina, denominado ―Alianza para el Progreso‖, la dictadura paraguaya recibió 40 millones de
dólares en ayuda directa la que, junto a préstamos de las agencias internacionales ligadas a los Estados
Unidos, sumó casi 80 millones de dólares (USAID, 2008: 56, 186).
14
Estas dos instituciones poseían el control total del Estado y de la sociedad a través de la persecución
política, eliminando y excluyendo e incluso aniquilando cualquier foco de oposición y lucha.
15
Antes de la caída del régimen, en 1989, Stroessner intentó sin éxito delegar la presidencia en su hijo
Gustavo Stroessner.

42
El Partido Colorado fue en el Paraguay, históricamente, un partido hegemónico en
tanto ejerció la dirección política, intelectual y moral del país, mediante una combinación
de consenso y coerción, debido a que la clase dominante sólo pudo ejercer su poder durante
tantos años a través de una combinación de coacción y consenso que le permitió, además,
imponer su visión del mundo (Portantiero, 1999).

Si hacemos un recorrido histórico a lo largo del Siglo XX y comienzos del XXI,


podemos corroborar que durante 61 años –a partir de la Revolución de 1947 y hasta el año
2008- el Partido Colorado se mantuvo en el poder ininterrumpidamente. Alfredo Stroessner
fue validado como presidente de Paraguay el 11 de julio de 1954 y reelecto en siete
oportunidades: 1958, 1963, 1968, 1973, 1978, 1983 y 1988.

Una de las estrategias de permanencia del régimen dictatorial fue la creación de una
fachada democrática. Inmediatamente después de su golpe de Estado en 1954, Stroessner se
hizo validar en el gobierno mediante elecciones presidenciales fraudulentas en las que se
presentaba como candidato presidencial único, por el Partido Colorado, resultando
obviamente ganador por el resto del período presidencial de Federico Chávez, a quien había
derrocado con su golpe militar.

Para lograr sus continuadas reelecciones impulsó la modificación de la Constitución


o de las cláusulas pertinentes, haciendo numerosos acuerdos con los sectores opositores
para lograr un cierto aire de consenso a las elecciones que le daban como triunfador.

Transcurrido el primer mandato (para completar el de Federico Chávez de 1954 a


1958), el 9 de febrero de 1958 fue elegido ―presidente constitucional‖ como candidato
único para su primer período, con el respaldo del Partido Colorado, con 295.414 votos
contra 8.062 votos en blanco. Durante las elecciones del régimen de 1954 y de 1958, no se
permitió la participación de la oposición.
Las elecciones de 1963 se realizaron con un descrédito total de la ciudadanía, bajo
Estado de Sitio, excepto el día del sufragio, y bajo importantes restricciones y un estricto
control sobre las reuniones, asociaciones y libertades públicas. Los resultados de las
elecciones se conocían de antemano debido a que se sabía de la existencia de fraude
generalizado en las mismas, sumado a la falta de un padrón transparente, de amnistía para

43
los exiliados y de la existencia de miles de presos políticos, sin proceso judicial y sin
posibilidad de control real.

Cumplido sus dos períodos constitucionales bajo imperio de la Constitución de


1940, Stroessner convocó en 1967 a una Convención Nacional para promulgar una nueva
Constitución que le permitiera un nuevo ciclo de dos reelecciones de 5 años cada uno.
Convocó para ello al Partidos Revolucionario Febrerista (PRF) y al Partido Liberal Radical
(PLR)16.
En 1968 se produjo la reelección de Stroessner, para su cuarto mandato y en 1973
ganó las elecciones de su quinto mandato. En 1977 impulsó la realización de una enmienda
de la Constitución de 1967 que le permitía la reelección indefinida y vitalicia. En 1978,
1983 y 1988 Stroessner fue reelecto sucesivamente en elecciones en las que participaron el
PRF, el PLRA y el Partido Demócrata Cristiano (PDC).
Incluso luego de la caída del régimen ―stronista‖, el Partido Colorado continuó
ganando sistemáticamente las elecciones, llevando al poder en 1989 a Andrés Rodríguez
Pedotti, en 1993 a Juan Carlos María Wasmosy Monti, en 1998 a Raúl Alberto Cubas Grau,
en 1999 a Luis Ángel González Macchi y en 2003 a Nicanor Duarte Frutos.

Finalmente, en 2008, un frente multipartidario y multisectorial, denominado Alianza


Patriótica para el Cambio (APC), logra derrotar en las elecciones al Partido Colorado y el
ex obispo Fernando Armindo Lugo Méndez, asume como presidente para el período
2008/2013.

Melisa Birch (1993) divide el ciclo económico de la dictadura de Stroessner en tres


etapas: la primera se da entre 1954 y 1974 y está marcada por un breve ajuste, seguido de
una consolidación económica que pasó a ser el sello de esos años. En ese período tuvo
lugar una gran concentración de tierras, donde el 80% de la población emprendió un
proceso migratorio, ya sea interno o externo, que acarreó importantes efectos socio
económicos. Desde el Estado se impulsaron importantes inversiones extranjeras a través de
una paulatina modificación de la legislación local para tal fin. Durante esa época, la

16
Véase http://www.tsje.gov.py/resena_historica_electoral.php)
44
influencia de Brasil sobre el Paraguay creció enormemente a la vez que se consolidaba el
papel que Estados Unidos ocupaba en la región.

En la década de los ´50 las políticas de gobierno abandonaron la idea de la


―Reforma Agraria‖ sustituyéndola por la de ―Bienestar Rural‖, lo que apuntaba a la
resolución de problemas con la producción agropecuaria, el desarrollo y el poder
económico y político. Estas medidas tuvieron como resultado el aumento de la dependencia
colonial del país y de las relaciones coloniales internas entre sus habitantes, además del
exilio ininterrumpido de los paraguayos.

El segundo período se da entre los años 1974 y 1981 y se caracteriza por un rápido
crecimiento económico, producto de dos factores: la construcción de la represa de Itaipú; y
el aumento de la producción agrícola en un período de altos precios internacionales.
Durante esta etapa el Paraguay se convirtió en la economía con mayor crecimiento del
hemisferio, además se dio un fuerte crecimiento en el sector de la construcción y en las
exportaciones agrícolas pero, a su vez, todo esto generó inflación y como los salarios no
tuvieron el mismo ritmo de crecimiento, se produjo una creciente distribución desigual de
los ingresos. En este período se combinaron el crecimiento económico, la polarización
social y la concentración de la riqueza. Con la construcción de Itaipú aparecieron nuevos
grandes empresarios vinculados al Partido Colorado o a cargos políticos o militares,
quienes acumularon riqueza y poder que mantienen hasta la actualidad.

El tercer período es el que va desde el año 1981 hasta 1989, durante el cual se marca
una aguda contracción y estancamiento debido a la terminación de la construcción de la
represa de Itaipú y la caída de los precios internacionales. El período se caracterizó
principalmente por una importante recesión y desaceleración del crecimiento de la
economía. Desde el gobierno se apuntó a frenar el impacto provocado por el fin de Itaipú,
con la construcción de la represa de Yacyretá. Pero los cambios políticos sufridos en
Argentina, los problemas en el financiamiento, los retrasos en los contratos, además de la
corrupción, hizo que el proyecto se retrasara, empeorando aún más la situación debido a
que se produjeron sucesivos periodos de inundaciones y sequías que tuvieron como
resultado la disminución de la producción agrícola y su sumaron a la recesión existente en

45
Argentina y Brasil, con fuertes devaluaciones en sus monedas, lo que redujo la demanda de
las exportaciones paraguayas.

La Comisión de Verdad y Justicia del Paraguay, en su Informe Final (2008), hace


una periodización del régimen stronista teniendo en cuenta los siguientes aspectos: las
principales instituciones ejecutoras de los Hechos Violatorios a los Derechos Humanos
(HVDDHH); el marco legal y político vigente, tanto nacional como internacional; el nivel y
la modalidad de contestación/oposición política ciudadana que provocó cada represión; la
frecuencia y la gravedad de los HVDDHH; el rol que cumplió el poder judicial que debía
velar por la vigencia de los Derechos Humanos; los principales casos que tenían cierta
continuidad y unidad; y el contexto internacional.

De este modo, distingue tres períodos diferenciados a lo largo del régimen: el


primero, al que llama de instauración y consolidación de la dictadura y que se extiende
desde 1954 a 1966; el segundo denominado período de apogeo y cooptación, transcurre
entre los años 1967 y 1981, en el cual se produce la consolidación de la dictadura bajo un
rostro democrático; y el tercer y último período de decadencia, entre 1982 y 1989, marcado
por una creciente crisis del régimen dictatorial (CVJ, 2008).

Rodríguez (2007) considera que el primer período de “instauración y


consolidación” de la dictadura del General Alfredo Stroessner, se caracteriza por la
masificación del exilio, sin posibilidades de retornar o mantener lazos estrechos con el resto
de las familias que quedaron en el país de proveniencia y las posibilidades restringidas de
los medios de comunicación de la época. Según diversas fuentes, entre 1956 y 1969
salieron del país 450.000 paraguayos.

El régimen stronista se caracterizó por ser un sistema totalitario, que controlaba a la


población a través de un importante aparato represivo que sembraba el terror y ejercía el
dominio, tanto en la esfera pública como privada, disuadiendo y controlando el
comportamiento de la mayoría de la población paraguaya.

Su permanencia se basó en la violencia represiva, la persecución, la prohibición, la


coerción y el miedo. Expulsó a todo aquel que consideraba opositor al régimen, lo que
derivó en olas emigratorias y expulsiones masivas. Además produjo una alta concentración

46
de tierras y expulsión rural, provocada por la apropiación ilegal de las mismas por parte de
militares, miembros y dirigentes del Partido Colorado, provocando un excedente
poblacional que tuvo como resultado el desplazamiento de miles de militantes de los
partidos Comunista, Liberal, Febrerista y algunos sectores democráticos del propio Partido
Colorado, como el MOPOCO (Movimiento Popular Colorado) que también fueron
perseguidos.

Esta dictadura realizó un proceso sostenido en el tiempo de desacreditación de la


oposición y cooptación de las masas de los sectores populares, mediante el doble
movimiento de control y criminalización de la vida pública y privada de sus opositores
políticos, incluso de aquellos que habían salido del país, consolidando la expulsión y la
apropiación indebida de bienes inmuebles como una práctica política normal de tratamiento
de la disidencia y la generación de clientela con expectativas prebendarias en los sectores
populares, lo que produjo un verdadero traspaso fraudulento de bienes desde los sectores
socioeconómicos alto y medio de la oposición a la nueva dirigencia y sus clientelas
políticas.

Este traspaso fue posible, en el plano material, por el ejercicio coercitivo y en el


plano simbólico, mediante un proceso de criminalización de la oposición confinada al
exilio y la operación simbólica populista de presentarlos como “aquellos que no quieren al
Paraguay” o “aquellos que no quieren el ascenso de las masas”.

La Comisión de Verdad y Justicia del Paraguay estima que, a lo largo del régimen
stronista, 20.090 personas fueron víctimas directas de violaciones a los Derechos Humanos
como detenciones arbitrarias o ilegales, torturas, asesinatos, ejecuciones extrajudiciales,
desapariciones, exilios, violencia sexual y de género, delitos contra la propiedad, entre
otros. Sumando las víctimas directas a sus familiares o allegados, el número de quienes se
vieron de alguna manera involucrados asciende a 128.076 personas.

Tras la expulsión de los opositores y los principales dirigentes del Partido Colorado
que no se alinearon con el régimen, el control de la población se desarrolló mediante la
renovación indefinida del Estado de Sitio que habilitaba el control, la persecución y

47
prohibición a los demás partidos políticos y, en la práctica, permitió la ejecución de todo
tipo de hechos violatorios a los Derechos Humanos.

El control de la esfera pública se realizó mediante la cooptación de la población, en


una combinación de extorsión y prebenda, para lograr una afiliación compulsiva y masiva
al Partido Colorado, requisito indispensable para poder desempeñar tareas laborales en el
Estado y base de sustentación del pretendido sistema de Partico Único.

Fue constante la vigilancia a la prensa y a todos los medios de comunicación;


incluso se cerraron periódicos, como fue el caso de ―El Independiente‖, ―El Día‖ y ―La
mañana‖, al igual que el semanario católico ―Comunidad‖. Durante el régimen hubo
periódicos en el Paraguay que se mantuvieron en funcionamiento, como es el caso de ―La
Tribuna‖, ―El País‖, ―La Unión‖, ―ABC Color‖ y ―Ultima Hora, los cuales sufrieron
constantes ataques, censuras y algunos de ellos incluso clausura temporal (Ultima Hora) o
definitiva (ABC) de circulación. Radio Ñandutí fue suspendida y sancionada en varias
oportunidades hasta que se vio obligada a cerrar, quedando así como única voz crítica la
radio católica ―Cáritas‖, cuyo director terminó en el exilio en los años ´80, resultando la
única radio paraguaya que transmitió en directo el derrocamiento de Stroessner el 2 de
febrero de 1989.

Los medios voceros del régimen eran principalmente el diario ―Patria‖, radio
Nacional (del gobierno) y el programa ―La Voz del Coloradismo‖ transmitido diariamente
en cadena de radios.

Esta dictadura también determinó la estructura de la forma de acumulación de


capital en el Paraguay, ya sea por sus convicciones como por su tiempo en el poder, lo que
le permitió establecer fuertes relaciones con el capital trasnacional de Brasil, Estados
Unidos, Alemania y Argentina.

Según Halpern (2006) terminó formándose un régimen cesarista llevado adelante


por la estrecha relación existente entre el Gobierno, el Ejército y el Partido Colorado, en el
que la corrupción se extendió de tal manera, que esta relación fue conocida como ―La
Trilogía‖. Un sistema de gobierno centrado en la autoridad suprema de un jefe militar y en
la fe en su capacidad personal, a la que atribuyeron rasgos heroicos. Este líder, surgido en

48
momentos de inflexión política, se presenta como la alternativa para regenerar la sociedad
(―la reconstrucción nacional‖) y conjurar hipotéticos peligros internos y externos. Por esto,
este tipo de gobierno suele presentar algunos elementos de culto a la personalidad, de
adoración y adulación al líder carismático en la sociedad o la política.

Esto comienza a cambiar en los años ´80, cuando se presentan numerosas


contradicciones dentro del bloque de poder y se fortalecen las manifestaciones anti
dictatoriales en el Paraguay. El régimen llega a su fin en 1989, cuando sectores militares
llevan a cabo un golpe de Estado que derroca a Stroessner, llama a elecciones libres y
reforma la Constitución Nacional en 1992.

La dictadura de Stroessner y los exiliados paraguayos

La Comisión de Verdad y Justicia del Paraguay instala, por primera vez en el


Derecho Internacional, al exilio como delito de Lesa Humanidad, sosteniendo que se trata
de un crimen de Estado complejo que incluye varias afectaciones concomitantes como el
cercenamiento de los derechos de libertad, de residencia y tránsito por actos estatales
diversos, que van desde la privación ilegítima de la libertad, la tortura y la supresión de
identidad, hasta el desplazamiento o confinamiento interno y la pena de destierro, hoy
prohibida por el Derecho Internacional.

La CVJ (2008) sostiene y documenta que 20.818 ciudadanos paraguayos debieron


salir al exilio, muchos de ellos jóvenes y niños que dejaron su país junto a sus padres. Las
principales ciudades argentinas de destino de los mismos fueron Buenos Aires, Clorinda
(Formosa) y Posadas donde muchos se quedaron para siempre.

Pero lejos de terminar con el hecho mismo del exilio, la relación entre la dictadura y
sus exiliados continúa por décadas. En efecto, el régimen continuó desacreditando en forma
permanente a los exiliados, a través de propaganda, medios de comunicación y discursos.
Esto se debió a la cantidad de exiliados asentados en zonas de frontera que presionaban por
el retorno, por lo que el régimen se sentía amenazado y temía un apoyo de la población a
sus familiares y vecinos expulsados. Apoyo de la población que, de hecho, sucedió en
49
varios de los intentos armados17 que los exiliados organizaron en la frontera, con el objetivo
de retornar a su país:

“… tengo registro que íbamos a la oficina del señor Montanaro, que le veía
llorar a mi mamá, que todos los días iba a suplicarle por la libertad de mi papá. De
ahí, íbamos a todos los lugares donde podíamos ir a pedir por la libertad de él, a
los Comités de Iglesias, Arzobispos, con la señora Carmen Lara Castro, y formaban
comisiones… Era ir… y siempre a verle a mi mamá llorando… porque donde
conversaba sobre el pedido de libertad de mi papá, pedía suplicando y llorando...
Una vez fuimos a radio Ñandutí, junto a Humberto Rubín y Arturo Rubín, a pedir
por la libertad de mi papá, me hicieron hablar a mí al aire… que era chiquitita”
CA, exiliada en 1964. 18

“Mi familia que quedó en Encarnación nos apoyaba… tal es así que yo me iba con
mi hijo que tenía 8 meses, y le mostraba así… le alzaba en la vereda de la guardia,
frente a una ventana que daba a las celdas y dice que… eso me contaba… ya mi
esposo, que eso escribieron en un libro también… que mi esposo lloraba cuando le
veía a su hijo que yo le alzaba para que lo vea… y todos los compañeros lloraban
junto con él por esa impotencia que él tenía ¿verdad? NM, exiliada junto a su
esposo e hijos en 1960.

Según Almada (2008) bajo el régimen stronista tuvo lugar una de las primeras
aplicaciones en Latinoamérica de la Doctrina de Seguridad Nacional de la Escuela de las
Américas, que luego articuló sistemáticamente a las dictaduras del continente. Por este
motivo, para los paraguayos no tendrá el mismo impacto de novedad que para el resto de
los países, el denominado ―Operativo Cóndor‖ llevado adelante por las dictaduras del Cono
Sur (Argentina, Chile, Bolivia, Paraguay, Brasil y Uruguay), con el apoyo de la CIA y los
Estados Unidos en las décadas de 1970 y 1980, consistente en el seguimiento, vigilancia,
detención, interrogatorios con apremios sicofísicos, intercambio de prisioneros entre los

17
Los exiliados paraguayos en Argentina y, en particular en la zona de frontera (Misiones y Formosa)
gestaron y llevaron a cabo varios emprendimientos armados con la intención de derrocar a la dictadura y
regresar a su país, particularmente durante las décadas de 1960 y 1970. Entre las innumerables
organizaciones, se destacan -por su grado de desarrollo y sus incursiones armadas: el Movimiento 14 de Mayo
(1959 – 1961), el FULNA Frente Unido de Liberación Nacional (1961), el PORA Organización política
revolucionaria Armada (1962).
18
Entrevista realizada por la Comisión de Verdad y Justicia del Paraguay. Material inédito.
50
países y desapariciones forzadas o asesinatos de personas que se consideraban subversivas
al orden instaurado o, contrarias al pensamiento político e ideológico implantado por estos
regímenes.

El gobierno de Stroessner tenía conocimiento de las actividades que se realizaban


tanto dentro como fuera del país. El control sistemático de las actividades políticas de los
paraguayos en el exilio se realizaba a través de sus agentes de inteligencia, conocidos como
―pyragüés‖19. Hacia fuera del país se montó una compleja red de espionaje y vigilancia
sobre las actividades sociales, religiosas y políticas de paraguayos:

“yo tenía un prima, acá en Posadas… que me dice… hay una fiesta del
partido liberal en el exilio… era un tipo de fiesta en el que va toda la familia… y
entramos a la fiesta, mi papá, mi mamá, mi tía, mis primas todos juntos… Bueno, la
cuestión es que me dicen para presentarme para reina y yo que… con 15 años ni le
pregunté a mi papá… había que vender unos votos y así se juntaba plata para el
partido ¿no? La cuestión es que yo andaba vendiendo… mi prima y yo éramos
candidatas a reina con otras chicas… te imaginas a esa edad uno no mide las
consecuencias del peligro, antes de que mamá diga que no, yo ya había subido y mi
prima me siguió… en esa época se elegían las reinas vendiendo unos bonos, y uno
le ofrecía a la gente y la que más vendía, terminaba ganando. La cuestión, es que
salí ganando yo… y en el diario “El Territorio” aparece mi nombre como reina del
partido liberal en el exilio. Yo me quedo unos días más en Posadas, porque eso era
habitual, nosotros íbamos y veníamos solas nomás porque además mi tío tenía
lancha… La cuestión es que cuando cruzo, no me dejan ingresar a Paraguay, y me
dicen señorita… desde este momento usted está detenida” GB, exiliada en 1975.

El contexto Internacional

El gobierno paraguayo de Federico Chávez (1949-1954), previo al stronista, había


establecido fuertes relaciones con Perón en la Argentina y la integración entre ambos países
crecía cada vez más. Incluso tras una visita de Perón al Paraguay, éste anunció su decisión
de que los ciudadanos paraguayos podrían ingresar y salir de la Argentina con su

19 Voz guaraní cuya traducción literal es ―pata con pelo‖, alude al delator como un perro, pero también ―pata
de pluma‖ en alusión a quien pasa desapercibido en sus pasos, ambas para referirse a los agentes de
inteligencia encubiertos.
51
documentación, flexibilizando la política de frontera rígida. Prometió además, formular una
declaración de principios por la cual se consideraría a los ciudadanos paraguayos con los
mismos derechos y garantías que los argentinos, tal como ya se había hecho con los
ciudadanos chilenos, evitando que estos migrantes que contribuían con su fuerza de trabajo,
tuviesen dificultades provocadas por las leyes y reglamentaciones migratorias (Halpern,
2006: Pág. 105). Pero, sólo un año y medio después de la llegada de Stroessner al poder,
Perón fue derrocado y se asiló en Asunción.

En el período 1955-1961 las relaciones entre Paraguay y Argentina estuvieron


condicionadas por el recelo de las Fuerzas Armadas argentinas en la llamada ―Revolución
Libertadora‖ (especialmente el Ejército y la Marina), que habían derrocado a Perón y veían
en Stroessner un aliado del peronismo y, por ello, apoyaban informalmente a los exiliados
paraguayos en la Argentina.

A partir de los años ´80, Argentina y Brasil volvieron a la democracia y el pueblo


paraguayo aprovechó esta efervescencia en la región para manifestarse en las calles
pidiendo el retorno de la democracia en el Paraguay, pero fue duramente reprimido. Dada
esta situación, Estados Unidos retiró su apoyo al gobierno dictatorial y la economía
comenzó a empeorar.

Raúl Alfonsín, quien gobernó en Argentina desde 1983 hasta 1989, buscó separase
del gobierno de Stroessner, calificándolo como dictadura y denunciando abiertamente las
violaciones a los Derechos Humanos producidas por este régimen, lo cual significó para la
militancia paraguaya en Argentina una alianza política clave.

Empujados al exilio

En el contexto de la Guerra Fría, y bajo la excusa de una supuesta lucha


anticomunista, el régimen persiguió políticamente y desplazó al exilio a todos sus
opositores políticos o a todas aquellas personas que disentían con el gobierno dictatorial,
mayoritariamente los miembros de los partidos Liberal y Febrerista, quienes constituían la
clase media y media alta más educada del Paraguay. Así como también a algunos sectores

52
del coloradismo que se oponían a este gobierno de facto, como era el caso de los
ciudadanos pertenecientes al MOPOCO (Movimiento Popular Colorado):

“… en Paraguay el que no era colorado era comunista, no importa si era


liberal, si era febrerista o cualquiera…” AG, hija y esposa de exiliados paraguayos.

El principal motivo del exilio fue la persecución política provocada por el Estado y
por su aparato represivo (policías, gendarmes, militares, etc.). Ésta, se daba de diferentes
maneras y en diferentes grados, pero principalmente por medio de la persecución laboral, la
apropiación de bienes, las privaciones de la libertad, las torturas y el hostigamiento físico,
moral y psicológico. Además, se convirtió en una práctica habitual el pedido de sobornos y
los tratos crueles, inhumanos y degradantes hacia las víctimas y familiares por parte de las
fuerzas de seguridad, logrando muchas veces cercenar la capacidad de resistencia desde el
interior de la misma ciudadanía.

Hubo persecuciones laborales de todo tipo:

“… le perseguían no de llevarles preso, pero si vos vendes… dice que mi


suegro fabricaba una caña que se llamaba Piribebuy, fabricaban la caña y
envasaban, y si vos querías estampillar tu caña, no te permitían. Había muchos
tipos de acoso, querías vender, querías poner un negocio, no te habilitaban, y así…
era otra forma de perseguirte. Y él ve que todas las puertas están cerradas, porque
ve que tenía que afiliarse al Partido Colorado para conseguir trabajo o… como era
que todo el mundo se iba a Buenos Aires… porque este país siempre fue tan
generoso…” CG, exiliada junto a su marido en 1959.

Se dieron numerosos encarcelamientos, desapariciones y torturas físicas y morales.


Para tales efectos, y como una particularidad que tuvo esta dictadura con respecto a las
otras de la región, no se crearon estructuras militares o policiales clandestinas, diferentes o
paralelas a las oficiales y públicas del Estado paraguayo para realizar estas violaciones:

“…ellos vinieron porque no podían seguir viviendo allá (…) se estaba


preparando para ingresar a la universidad pero no pudo, porque como era tan
político, estaba tan perseguido. Por eso se vino a trabajar a Piray, porque la última

53
vez que estuvo preso lo maltrataron muchísimo y dijo entonces: -yo dejo y me voy a
la Argentina- Y se casó con su novia y se vino, pero resulta que vino y otra vez al
poquito tiempo estaba en la misma, con la causa…” ES, esposa de un comerciante
exiliado.

“…vinieron a mi casa, el comisario con cuatro de sus hombres para


llevarle a mi esposo (…) cuando ellos llegaron a casa era como a las seis de la
mañana, salgo y le atiendo yo. Y me preguntan si estaba el señor M., o sea mi
esposo, y le digo que él no se encontraba, que ya salió para el trabajo (…) y se
dieron la vuelta y se fueron. Más tarde, como a las once de la mañana volvieron a
venir, trayendo una orden que me dijeron que era para revisar mi casa y yo les dije
que sí, que pasen. Y entraron a revisar todo y, como no encontraron nada, se enojó
tanto el comisario y me dijo: bueno señora… ya se escapó su esposo, así que… que
no venga más porque si no, se le va a matar no más…” MM, exiliada junto a su
marido e hijos en 1958.20

No hacemos una distinción entre exilio económico y exilio político como dos
tipologías diferentes, debido a que la persecución durante el régimen stronista se dio en
ambos campos. No solo se le redujo a la población las libertades de expresión, sino que
además, se les hizo sumamente difícil mantenerse o conseguir empleo, principalmente en
los organismos públicos, sin la afiliación al Partido Colorado, sumado al sistemático pedido
de sobornos y la apropiación de bienes, entre otros delitos contra la propiedad:

“… lo tomaban, le sacaban una vaca, un caballo y así le soltaban, a


cambio de la libertad de él.” TR, exiliada junto a su padre en 1959.

“… mi negocio se deshizo todo, te digo que tomaron ahí, cuando yo


me fui, todas las estanterías vacías y ahí…Dios mío… dos veces fuimos, una
vez a Asunción con mi marido, en ese ínterin también hicieron un boquete en
la pared y ahí entraron a llevar todo lo que pudieron… y la segunda vez, ya
cuando estábamos acá. Esperaron que huyéramos y echaron la puerta y
tranquilamente cargaron todo lo que se les ocurrió, porque teníamos ramos
generales, de todo (…) A quien le vamos a hacer… nunca teníamos a quien
reclamar quien te va a…” AB, exiliada junto a su marido e hijos en 1960.

20
Entrevista realizada por la Comisión de Verdad y Justicia del Paraguay. Material inédito.
54
En el plano ideológico, el régimen anuló a gran parte de la ciudadanía, acallando
cualquier tipo de crítica y reclamo popular. A tal punto que se impuso desde el oficialismo
el slogan: “ser colorado es la mejor manera de ser paraguayo” (CVJ, 2008). Todo esto se
logró a través del terror ejercido hacia un importante número de personas, produciendo el
amedrentamiento en el resto de la ciudadanía, imponiendo el sistema de delación y otras
formas de lograr sumisión y complicidad en la sociedad:

“…Mi abuela, cuando la conocí a los veinte años, mi abuela materna me


contaba que mamá vivía llorando y encerrada con nosotros porque eran de
llevarle, mandarle cosas con sangre, le arrancaban las uñas y les mandaban en un
sobre.” PG, niña exiliada que perdió su identidad (según su documentación
argentina nació en 1970 en Puerto Rico, Misiones).21

Se intentaba disuadir al adversario del régimen, convirtiéndolo de opositor a


oficialista, comenzando por exigirle la afiliación al Partido Colorado y la participación en
grupos que obraban con tal fin. Ante la negativa de realizar estos actos, la persecución
continuaba teniendo como consecuencia el encarcelamiento, las torturas e, incluso, la
muerte, por lo cual el exilio era la única forma de permanecer con vida.

“…él me cuenta que después de que el papá ya vino a la Argentina,


obviamente nadie sabía nada. Los familiares no sabían nada de qué pasó con él, si
estaba bien, si lo tomaron, si lo agarraron. La cuestión es que comienzan también a
perseguirlo al que hoy es mi marido, NC, pero porque era el hijo mayor que quedó
en Paraguay. Entonces, le exigían que vaya todas las semanas a notificarse a la
policía que él estaba viviendo ahí. Después ya le pidieron que sea parte de la gente
de los grupos que se armaban para salir… digamos… en persecución a la
oposición, o sea, a los liberales, a los febreristas, a todos los que no comulgaban
con los colorados, a esos les perseguían. Podes imaginarte, obviamente que por la
formación que tenía NC, no estuvo de acuerdo con eso, lo que le valió persecución.
Así que le exigieron la afiliación al Partido Colorado y tampoco quiso afiliarse
porque como te digo, ya con lo poco que había estudiado ¿no es cierto?, te hablo
de la escuela secundaria y… ya él tenía otra comprensión de la situación, tanto
política como económica y por supuesto al negarse empezó a ser perseguido ¿no?

21
Entrevista realizada por la Comisión de Verdad y Justicia del Paraguay. Material inédito.
55
muy controlado ¿y qué hizo? Bueno, a prepararse para irse…” AG, hija y esposa
de exiliados paraguayos.

La huída de muchos perseguidos, ponía en riesgo la integridad de sus familiares y


allegados, frecuentemente se escapaban sin dar información a las personas cercanas para
poder protegerse:

“…Cuando le dijeron que saliera del país porque a él le estaban tildando de


izquierdista… porque no estaba de acuerdo con el régimen y llevaba la voz
cantante... era el más instruido… porque en ese lugar generalmente son gente de
poca instrucción digamos… y el no soportaba esa injusticia entre los más humildes,
entonces le avisaron a mi mamá: - Decíle a tu esposo que él salga, que él salga de
ahí porque va a pasarle cualquier cosa… entonces ahí el dice que… yo no me
acuerdo pero a D le contó su abuelo (mi papá) que lo iban a matar por ese tema…
O sea que él estaba perseguido por eso… entonces agarró y se tomó una canoa y
vinieron para Argentina… Vino el solo… mi mamá quedó allá con nosotros y
creo… no estoy muy segura… pero creo que a mi mamá le llegaron a agarrar como
prisionera… para que contara adónde estaba mi padre y ella no les dijo…” AMB,
exiliada junto a sus padres en 1956.

Todas las acciones represivas implementadas por el gobierno dictatorial


―obedecieron a una cadena de mando centralizada, vertical, obediente e institucional
asociada al aparato burocrático del Estado‖ (CVJ, 2008):

“Mi mamá fue convocada a la comisaría y ella tenía un tío que era coronel
o teniente… ahí inmediatamente a ella la dejaron, no querían que nadie le haga
una sola pregunta, le avisaron a él y ahí le dejaron, él mandó a decir que era una
orden de arriba… que a la señora fulana de tal, no se la moleste de ninguna forma.
Eso fue en Encarnación, pero el coronel estaba en Asunción… porque ahí
inmediatamente… mamá… cuando le pasó eso…por protegerle a él (a mi papá) no
contó nada, pero sí sabía adónde estaba, sabía que papá se había venido a la
Argentina porque… por ese problema… Entonces ella enseguida le hizo avisar a
una pariente: - decíle al tío Fulano que me están teniendo en este estado, que
quieren que yo cuente dónde está mi esposo y yo no voy a contar… yo no sé… yo
estoy acá cobijando a mis hijos y nada más. Ella era muy fiel a su esposo…
entonces ella prefería cualquier cosa pero que su esposo esté bien… Y entonces ahí,
inmediatamente le dejaron tranquila… pero si no tenía este pariente podría haber

56
sido molestada… pero no sé hasta qué punto… AMB, exiliada junto a sus padres en
1956.

La familia en general jugó un papel muy importante para los perseguidos políticos,
no solo de acompañamiento, sino también de lucha por la libertad de los mismos, a quienes
sistemáticamente se les negaba información sobre el paradero de los detenidos:

“…mi esposo era el presidente de la Juventud Colorada. Participaba junto a


su hermano, le agarraron y le llevaron preso y no me querían contar dónde estaba.
Se perdió por dos días, y ya después, cuando me fui a buscarle en investigaciones,
me dijeron que de ahí le enviaron a la policía, y cuando me fui a la policía no me
dejaron hablar con él…” MM, exiliada junto a su marido en 1958.22

“Está en la cárcel, me dice... ¡ay! Yo me puse a llorar, porque no conozco a


nadie (…) Menos mal que tenía una prima casada con un militar, y de allá yo vine
llorando… - ¿qué te pasa? me dijo mi prima…y mi marido está en la cárcel… ¿qué
hago? Tranquilizáte nomás, me dice: esperá que yo voy a ir a ver qué pasó... Se fue
ella, después vino y me dijo: -no te aflijas, está bien, yo voy a ir a hablar con el
comandante, a llevar las cosas que necesita y mañana preparáte que, a las 8 de la
mañana vamos a ir allá a conseguir una audiencia para verle a tu marido…y así…
bueno, la primera vez. La segunda vez que le llevaron preso… ya era más canchera
yo…‖ AB, exiliada junto a su marido e hijos en 1960.

Muchísimos niños y adolescentes también aparecen entre las víctimas del régimen.
Algunos niños fueron tomados prisioneros junto a sus padres, permaneciendo por varios
días en los calabozos. En estas condiciones de detención junto a adultos, presenciaron los
tratos crueles y degradantes proporcionados a sus padres y demás prisioneros y vivieron el
terror que ha producido una profunda fragmentación en sus vidas:

“Cuando mi padre fue tomado prisionero, mi madre se fue a la comisaría a


preguntar por él con todos nosotros, éramos cinco criaturitas, yo, sólo tenía seis
meses. Ellos igual la detuvieron a mi madre con todos nosotros, yo no me acuerdo
de nada…pero hasta hoy me dicen la “beba” los compañeros de mis padres.

22
Entrevista realizada por la Comisión de Verdad y Justicia del Paraguay. Material inédito.
57
Nosotros fuimos liberados pero mi padre está desaparecido hasta hoy” Entrevista a
YR, Archivo CEDAPPA, 2007.

En algunos casos sus padres desaparecieron y los niños fueron devueltos a sus
familiares, pero en otros casos fueron enviados a instituciones y entregados a terceros con
fines de servidumbre y criadazgo; otros más fueron acogidos por las iglesias en el exterior,
perdiendo todo contacto con sus familiares, así como también su identidad y muchos más
fueron víctimas ellos mismos de humillaciones, torturas y abusos sexuales:

“…en el Alto Paraná, después, cuando le apuñalan a papá, después le


salvan a mi padre, le llevan, creo que vive 20 años después (…) nosotros éramos
muy chiquititos. Yo tenía un año y medio y mi hermanito seis meses. Una monja
paraguaya Sierva del Espíritu Santo, que ahora está en África, nos rescata en el
Instituto San Alberto Magno, y bueno… Ésta PG, que le salva a mi padre, hace de
madre de él, toma toda la documentación como que ella era madre de este hombre,
de mi padre, y bueno, mi hermano y yo llevamos el apellido de esa mujer y yo,
hasta su nombre, para protegernos. Así que yo no sé ni mi verdadero nombre, ni mi
apellido, ni donde nací, ni nada...” PG, niña exiliada que perdió su identidad (según
su documentación argentina nació en 1970 en Puerto Rico, Misiones).

Sin lugar a dudas, el factor decisivo en la perpetuación del régimen fue su extensión
en el tiempo, lo que le permitió operar en todos los planos (material, ideológico, político,
social y cultural) con el objetivo de someter a una población que resistía el autoritarismo:

“…Vos tenés que ver la dimensión total, este fue un proyecto que… no
podemos implantar una política económica porque cuatro años no sirven, eso lo
sabemos nosotros, los demócratas y los dictadores, para que vos puedas modificar
algo, para bien o para mal necesitas más tiempo… matar primero a los militantes,
impedir que tengan hijos a su vez y que se reproduzca ese germen de la revolución
¿no es cierto? Y adormecer a través del miedo a tres generaciones… porque recién
ahora es un despertar… pero cuantos años ya pasaron…” FB, hija de Exiliados.

El exilio resulta de este modo, el corolario de una serie de hechos violatorios a los
Derechos Humanos que se extiende en el tiempo y adquiere gravedad, en tanto la persona
se resiste a abandonar su país y sus pertenencias. La apropiación indebida sistemática de los
58
bienes de los perseguidos políticos, sustenta la hipótesis de la motivación primordialmente
económica del exilio como práctica de persecución política (CVJ, 2008).

En el próximo capítulo analizaremos las memorias de la salida al exilio en sus tres


etapas consecutivas: la consumación de la fractura de los lazos sociales previos y la des-
ciudadanización; la epopeya de la salida del país bajo persecución política y clandestinidad;
y el largo proceso de construcción y aceptación de la nueva condición de exiliado político.

59
Capítulo II: “Rearmar la casa, la vida en el exilio”

60
En este capítulo nos proponemos abordar las ―memorias del exilio‖, basadas en los
datos trabajados a partir de las entrevistas realizadas con los protagonistas paraguayos
expatriados. A los efectos del análisis observamos el proceso del exilio retomando las ideas
de Turner23 en su análisis de los ritos de pasaje en sociedades ―simples‖, pero que pueden
encontrarse en cualquier tipo de sociedad.

Es importante aclarar que no pretendemos encontrar en los procesos aquí analizados


ritos de pasajes, tales como los abordados por Turner (1999), ni tampoco demostrar la
universalidad de sus planteos; simplemente creemos que las nociones desarrolladas por el
autor nos permiten reflexionar sobre una cierta analogía existente entre las vivencias que
tuvieron los exiliados y las distintas fases por las que atraviesa el individuo o grupo durante
este proceso que establece transiciones entre distintos estados.

La referencia que el autor hace a “estados”, tiene que ver con un término mucho
más amplio que status o que oficio, la transición entre los mismos es observada desde tres
fases:

La primera, consiste en una conducta simbólica, que separa al grupo o al individuo


de su anterior situación dentro de la estructura social, o de un conjunto de condiciones
culturales o estados en los que se hallaba anteriormente. Esta fase conlleva a la perdida de
los lazos sociales que contienen al individuo, además de una pérdida de su status social,
político y económico.

La segunda fase consiste en un estado liminar, el cual se caracteriza como un estado


ambiguo, durante el cual el individuo o grupo se halla atravesando un espacio en el que se
le encuentra muy pocos o ningún atributo, tanto del estado pasado como del venidero. Aquí
se da una cierta pérdida de la individualidad y de los rasgos que lo ubicaban en un lugar de
la estructura social, está expuesto a un nuevo aprendizaje y, en esta fase, se establecen lazos
de ―hermandad‖ con quienes comparten la misma situación.

La tercera fase se da cuando el paso se ha consumado ya, cuando el sujeto del rito
alcanza un nuevo estado y adquiere derechos y obligaciones de tipo estructural, claramente

23
Turner, 1999:103-104.
61
definidos, en el que se espera que se comporte con ciertas normas de usos y patrones éticos.
Se lleva a cabo en este momento una re-agregación en un nuevo lugar de la estructura, con
un nuevo status y nuevos conocimientos adquiridos en el pasaje.

Si tenemos en cuenta las fases mencionadas, observamos que la primera se condice


con el ―estado‖ del exilio, ―separación del grupo o el individuo‖; la segunda, el ―estado‖
ambiguo liminar focalizado en el espacio ―entre una orilla y otra‖; y la tercera fase cuando
el que se ―separa‖ debe alcanzar un ―nuevo estado‖.

Esta es la idea que nos interesa tomar como referencia en la descripción e


interpretación del proceso del exilio paraguayo, porque distinguimos los momentos
diferenciados mencionados al comienzo.

Rompiendo Lazos. La separación del grupo

En un primer momento, los perseguidos políticos son empujados a la separación del


grupo de ciudadanos paraguayos mediante el hostigamiento, la persecución, la pérdida de
todos sus derechos y libertades, a trabajar en paz y a disponer libremente de sus bienes.

Esta ruptura de los vínculos previos se da de diferentes maneras, según el tiempo


que tuvieron para organizar la salida del país. La mayoría de los exiliados recibe señales
previas contundentes: amenazas, ultimátum, avisos informales enviados por el gobierno a
través de personas cercanas o de su confianza, por lo cual la ruptura previa al exilio
transcurre en un breve lapso de tiempo, lo que aumenta la sensación de “salvar su vida” o
de “golpe de suerte” y hasta de “agradecimiento” expresadas en las entrevistas, viviendo
la ruptura con la contundencia y brevedad de la ―huída‖ propia del destierro.

Las personas menos comprometidas políticamente o, con una mejor posición


económica, en general tuvieron un tiempo mayor para realizar los preparativos del viaje,
entonces no hablan de huída sino de ―salida” y hacen referencia a los preparativos previos,
las condiciones adversas para quedarse en su país y las pérdidas materiales:

62
“Cuando volví al Paraguay para hacer mi servicio militar, en el regimiento
me dijeron que yo no podía ascender para nada, porque no era colorado, nunca iba
a ascender a nada… tenés las puertas cerradas en todos lados y ahí ya vine con mi
señora, ahora finada y nuestra primera hija que es paraguaya… y la trajimos de
chiquitita. Vinimos los tres, recién nacida digamos, y ya un amigo nos esperaba y
nos dio una mano…” TOV, exiliado en reiteradas oportunidades, por última vez en
1959.

“… mi papá realmente…malvendió todo, porque necesitaba esa plata para


poder comprar una casa acá…” TV, niña exiliada junto a su padre en 1959.

“… nosotros teníamos una casa muy buena allá, que vendimos, pero no
alcanzó para comprar nada acá…” NG, exiliada junto a su esposo en 1962.

Esta separación inicial produce un estado liminar, ―el cruce‖ como un punto de
inflexión sumamente importante dentro de las narrativas de los exiliados. Marca un quiebre
en la vida de estas personas, por lo cual la modalidad del mismo ocupa un momento central
en el relato de las memorias de los entrevistados.

“…y ahí… esa mañana, en medio del río… cuando cruzamos yo juramenté: que yo
iba a volver a Paraguay, pero iba a volver a un Paraguay libre, libre de ataduras, libre de
torturas, libre de… un Paraguay libre” AC, hijo de exiliados de 1947, miembro de un
movimiento armado.24

Muchos niños salieron al exilio con sus padres, con familiares o vecinos y hasta
solos:

“mi padre huyó con lo puesto, se vino solo, nosotros no sabíamos dónde
estaba… después, con el tiempo, se vino mi madre junto a él y mis tres hermanas
quedaron en Encarnación con una tía. El problema es que la más chiquita no tenía
documentos y era muy arriesgado intentar sacarle del Paraguay… hasta que mi tía

24
Terribile, Schroeder, Holoveski, y Bevilaqua (2009)
63
arregló con el lanchero y… les cruzó a Posadas a las tres… la mas chiquita vino
escondida en el maletero de la lancha” TV, niña exiliada junto a su padre en 1959.

“Mi madre, que ya falleció, siempre contaba en casa cómo ella vino a vivir
a Montecarlo. Una noche allanaron su ranchito en la costa del Paraguay, buscando
a su padre. Había policías por todos lados, sus padres huyeron y corrieron al
monte, y ella… que tenía nueve años y cruzaba todos los días para venir a la
Escuela de Frontera de acá de Montecarlo… era la mayor de cinco hermanitos…
corrió a la costa y se subió al bote con todos su hermanitos y en medio de la noche,
cruzó el Paraná. Llegó acá y…. ¡no sabía qué hacer! Se fue a la escuela con sus
hermanitos y esperó que amaneciera… le contó a su maestra lo que había pasado y
ella les llevó unos días a su casa…” GM, hijo de niña exiliada paraguaya.

El ―cruce‖, como estado liminar, representa un espacio de transición entre un estado


previo de ciudadanía y un estado posterior a partir del cual serán categorizados como
extranjeros, forzados a vivir en un país que no es el suyo. La emigración forzosa se sintió
como una situación límite, que los colocaba frente a la posibilidad de la muerte, la
afectación de la integridad física o, al menos, la amenaza más o menos verosímil de ambos
perjuicios.

El ―cruce‖ se ubica en las memorias en un tiempo mítico, fuera del tiempo ordinario
y fuera del espacio habitual. Resulta significativa la reiterada referencia ―al río‖, al agua, a
ese espacio cuya sustancia es diferente a la firmeza del suelo de su patria, a la que no
aluden sino hasta salir de ese espacio liminar que se expresa como “llegar a la otra
orilla”:

“Mi padre entró a la Argentina, antes no decíamos asilo, solamente que la


gente solo corría y se metía acá, no hay un exilio por ejemplo legalizado en dónde
intervenía la cancillería, nada de eso… la gente corría, cruzaba el río como podía y
se metía.” NC, exiliado en 1958.25

25
Terribile, Schroeder, Holoveski, y Bevilaqua (2009)
64
La otra orilla: aceptación de la nueva condición y reorganización de la vida

“Llegar a la otra orilla” marca el inicio de una etapa de reincorporación, implica la


reconstrucción de la persona en un nuevo contexto, desconocido para él, en el que deberá
construir estrategias, relaciones y vínculos y posicionarse social y económicamente en su
condición de exiliado (Van Gennep, 1986):

“y todos vinimos a la otra orilla del río, teniendo esa hermosa casa allá…
en un hermoso pueblo, tuvimos que venir a vivir acá toda la vida… en la costa del
río, nos llenábamos de agua hasta por el techo.” TV, niña exiliada en 1959.

“Compramos una casita en el barrio 25 de mayo, del Instituto de la


Vivienda era, no sé si se mantiene actualmente, una casita muy precaria y chica.
¡Nosotros! que teníamos en el Paraguay una buena casa, yo vivía al lado de la casa
de mis padres en Encarnación, (…) y la vendimos, pero no alcanzó para comprar
nada, así que compramos lo que alcanzó (…) nos tomamos un tiempito para venir
(…) Encarnación era un pueblo grande en esa época, pero no era lo que es
Encarnación hoy, ni lo que valen las propiedades allá hoy…” NG, exiliada en
1962.

Entre los planteos iniciales, incluso previos a la salida de su país, está la gran
pregunta de ―dónde ir‖. Los principales países que los exiliados paraguayos eligieron
fueron Argentina, Brasil y Uruguay, sobre todo por la cercanía y la urgencia con la que
debieron escapar de la persecución, así como por los contactos que tenían tras la frontera.
Si bien numerosos países de Europa fueron lugar de refugio de exiliados paraguayos,
principalmente España, en su gran mayoría los perseguidos políticos no poseían las
condiciones materiales necesarias para llegar hasta allá:

“Para ir a España o a cualquier lado de Europa, o por ahí, vos tenías que
tener un buen ingreso ¿qué no van a venir a Argentina?… si muchos eran jóvenes,
como nosotros, que ni trabajo tenían, así que lo que es la frontera… está minado de
paraguayos, el interior lo que es, la costa del Paraná, Piray, Montecarlo, Puerto
Rico, todo, todo… y acá los primeros profesionales fueron paraguayos, acordáte
que esta provincia es joven, muy joven, hace poco cumplió cincuenta años, ellos
tienen una historia muy rica…” CG, su marido se exilió en 1959.
65
La frontera argentina siempre fue el lugar adonde escaparon todos aquellos que
corrían peligro por estar en desacuerdo con quien se encontraba en el poder en el Paraguay,
es así que las relaciones a través de la frontera se dan de una manera extremadamente
compleja:

“Mi padre era ex combatiente de la guerra del Chaco, la mayoría de los


febreristas eran ex combatientes de la guerra del Chaco. Mi padre participó de una
especie de conspiración en el año 1958 para ocupar una localidad del
Departamento de Itapúa que se llama Coronel Bogado… y fracasó este operativo,
como él estaba implicado fue perseguido y se asiló en la Argentina” NC, exiliado
en 1958.26

A lo largo de las tres décadas y media que duró la dictadura, la salida del país se
daba en la mayoría de los casos hacia la Argentina, empero, los exiliados paraguayos en
ciertas circunstancias re emigraron a países distantes:

“…En los „80 empezamos a hacer una cantidad de congresos contra la


dictadura de Stroessner, en uno que hicimos en Iguazú vinieron paraguayos
exiliados en Francia, en Suecia, en España, en Venezuela… personajes importantes
que estaban exiliados en varios países” FB, hija de Exiliados.

Muchas personas sufrieron sucesivos exilios, por lo cual debieron reinsertarse


nuevamente en nuestro país, pero en una condición diferente a la primera, pues su capital
social -en términos de Bourdieu (1979)- se había ampliado en los anteriores exilios,
pudiendo desarrollar un mayor número de estrategias de reinserción:

“…mi mamá se viene en el ´45 porque se escuchaba algo que iba a pasar,
porque el caso nuestro empezó en el ´40 cuando el presidente de la república José
Félix Estigarribia, cayó con el avión y murió él, la señora y el piloto, ahí agarró un
general colorado Higinio Morínigo, y ahí empezó lo de nuestra familia… Entonces
en la guerra civil, yo estaba allá todavía, varios huyeron hacia acá, a Posadas
vinieron varios y con ellos viene mi mamá… yo vengo recién a los 13 años, en el
´52 pasé para acá… tuvimos que abandonar de cualquier manera porque era un

26
Terribile, Schroeder, Holoveski, y Bevilaqua (2009)
66
caso terrible, y duró mucho tiempo… me trajo un tío mío que ya estaba en Posadas,
porque en el ´47 empezó la guerra civil, la brava, en la que nosotros estuvimos, en
la que hubo tanta barbarie, que hay casos que no tienen nombre… de cualquier
manera tuvimos que salir, yo particularmente por todo eso. Al terminar el ´58…
crucé de nuevo al otro lado, e hice mi servicio militar… Después del servicio
militar tuve que salir otra vez porque de nuevo era una época brava…” TOV,
exiliado en reiteradas oportunidades, por última vez en 1959.

El hecho de exiliarse en la frontera provocó en estas personas un estado de


ambigüedad porque, por un lado, indefectiblemente pesa el desarraigo, la precariedad, la
prohibición de regresar a su país pero, por otro lado, la proximidad del espacio les facilitaba
el contacto con familiares y allegados que traían y llevaban noticias en el cruce de la
frontera. Estas prácticas aparecen en las narrativas, distendiendo los momentos difíciles,
narradas con humor y picardía, con la intensión de arrancar una sonrisa al entrevistador,
aunque el sorteo de estas prohibiciones muchas veces significó, en realidad, un gran peligro
para la integridad de estas personas:

“…La casa de mi mamá en el Paraguay quedaba cerquita del puerto, nos


íbamos nosotros con la lancha que llevaba gente al casino de Encarnación,
bajábamos y… había que ir a pie en la oscuridad, porque cuando eso la luz en
Encarnación se cortaba a las 12 de la noche, y tenías que ir con linterna… y así…
yo me iba junto a mi mamá, y mi esposo se iba hasta dónde estaba mi suegro…
escondido en Encarnación… Y decía mi mamá… ¡vos me vas a dar un ataque!
porque venís y te agarra la policía y no salís más… y así nos fuimos manteniendo…
siempre yendo… todo ese camino recorría él… y un día su papá le dijo: yo me voy
a Posadas. Pero desde el ´70 hasta el ´80… bien entrados los ´80 el volvía al
Paraguay así… escondiéndose… y nunca le llegaron a agarrar…” NM, exiliada
junto a su esposo e hijos en 1960.

“…Y vos imagináte que a él le deportaron en el ´56 y mi abuelo murió en el


´85, así que cerca de 30 años él vivió afuera, y solo volvió por 48 horas. Una vez
vinieron y lo buscaron acá, lo llevaron a Encarnación, tomamos otro avión,
bajamos en el aeropuerto de Asunción, nos fuimos en un auto a dónde estaba mi
abuelo fallecido y ahí… y así viste… tac, tac, tac, fuimos a la casa de mi abuela, ahí
lo velaron, pero continuamente pasaban autos de la policía para ver quien venía, si
mi papá no salía, si iba a algún lugar… mis abuelos si venían… había un
67
contacto… venían de vez en cuando, tampoco es que vos digas… pero cada dos
meses más o menos… siempre tuvimos contactos.” MC, niña exiliada junto a sus
padres en 1956.

Para aquellas familias que se refugiaron en las provincias argentinas limítrofes, la


comunidad cultural, el idioma y las formas familiarizadas de comunicación, hicieron menos
intenso el choque cultural.

Sin embargo, es imposible sostener con naturalidad una vida sin que el
extrañamiento y el desclasamiento generen situaciones de injusticia en la relación con los
―otros‖ argentinos y paraguayos no exiliados, o con los que llevaban diferentes tiempos de
exilio e inserciones más afianzadas. Relaciones y estado que provocan inseguridades,
angustias e incertidumbres, dificultando la plena inserción de los exiliados en el nuevo
contexto:

“…había ya gente que eran paraguayos también, que hace muchos años que
vivían acá. Y hacían un grupo para trabajar, y siempre había uno que entendía más
que otros, y así se comunicaban y entendían cómo tenían que cobrar la plata,
porque no sólo era en otra moneda, con otro nombre, sino que a lo mejor mi papá
le pintaba la casa y le decía: son 10.000, pensando en guaraní, ¿no? Y el patrón le
decía: ¿vos estás loco o qué te pasa? Te doy 500 pesos. Pero vos no sabías ni si
estaba bien, si el patrón te pagaba lo justo, agarrabas, bajabas la cabeza y después
recién te dabas cuenta cuando te ibas al almacén a comprar tus cositas… todas
esas cosas nos pasaban…” TV, niña exiliada junto a su padre en 1959.

“… Mi casa quedaba acá en Villa Bloset a una cuadra de la costanera, y


todas la mañanas atendía el quiosco, me dio el permiso la dirección de puertos, se
consiguió todo para que yo tenga la revistería, y me iba a atender hasta las 11 de la
mañana que era la última lancha… y hubo algo medio discriminativo… no se… la
parte social a uno también le discrimina, porque nuestra clase social era del medio
para arriba… y me decía mi mamá: ¡yo no sé cómo vos te animas a ir a trabajar al
puerto en una revistería! ¡Si vos fuiste Miss Encarnación! Me dice… y le dije…
¿sabes qué mamá? A mí ese título de reina no me da de comer y ahora nosotros ya
no estamos en el Paraguay, nosotros ya fuimos echados de nuestro país, nosotros
tenemos que recibir el rayo de sol que nos alumbra…” NM, exiliada junto a su
esposo e hijos en 1960.
68
El exilio llegó a implicar, en muchos casos, décadas de ilegalidad y trabajo informal
bajo un sistema de subsistencia y de debilidad frente a las ventajas instrumentadas por
empleadores y/o empresarios:

“…dada la situación de él, y muchas empresas conocían esa situación, le


pagaban lo que se les venía en gana, también cuando estaba en blanco y le
pagaban la jubilación, le pagaban el mínimo, con lo que le han perjudicado
terriblemente. Los últimos años, él estaba totalmente blanqueado, como jefe de
obra, pero ya no le alcanzó como para tener una jubilación diferenciada, eso
también es un correlato a su exilio, porque como te digo, muchos patrones se
aprovechaban de la situación.” AG, hija y esposa de exiliados.

“…El no se hacía conocer, acá ni en el Paraguay, en Encarnación picaba


piedras para hacer los empedrados de las calles, y a martillo, a pulmón. (…) Sí,
porque no quería…no se podía exhibir, porque era buscado, no podía irse a hacer
una casa, una cosa, porque siempre le van a preguntar cómo te llamas.” TV, niña
exiliada junto a su padre en 1959.

“… estaba la disyuntiva de que P no quería trabajar toda la vida… no


quería al menos trabajar mucho tiempo en esa distribuidora. Primero, porque le
explotó mucho el patrón y le hizo trabajar en negro, no teníamos obra social, le
pagaba lo que él quería… ¡a un profesor de matemáticas! Él hizo de todo, él tenía
que atender el quiosco, no sé cuántos distribuidores tenían que venir, había que
poner en cada lugar lo que querían los quiosqueros, y él tenía que tener listo todo
lo que iban a llevar a las 6 de la mañana para salir al quiosco, y ahí venían todos,
los de la revistería a retirar, tenían que entregar las revistas viejas para que se le
haga un crédito, entonces también tenían que poner en cada planilla lo que él
recibía… así que, eso era hasta las 10 de la mañana que se cerraba esa
distribuidora, un trabajo enorme, además él se había formado para otra cosa…”
NM, exiliada junto a su esposo e hijos en 1960.

En términos generales, las familias exiliadas permanecían en constante estado de


precariedad laboral, material y económica. En algunos casos se evidencia una fuerte
resistencia a proyectar la vida fuera de su país, pero en otras familias se observan variantes.
69
Por ejemplo aquellas que se vieron en la obligación moral de responder a las necesidades
del sostenimiento de la familia extensa, a obligaciones contraídas con parientes que
continuaban llegando como exiliados en busca de ayuda. Hecho que aumentaba los gastos
familiares de manutención y reducía las posibilidades de adquirir bienes durables:

“… de que vos ibas a decir: ahorro y me compro tal cosa, ¡no! Todo lo que
entraba en la casa, fuera poco o mucho, se gastaba, se ayudaba, se compartía, no
se… años pasaban hasta que un día medio con culpa, medio no sintiéndote del todo
bien, te comprabas alguna cosita, ¡pavada! para vos misma, parecía que no tenía
sentido, que era muy egoísta pensar en vos solamente, con tanta necesidad, con
tanta gente que tenía lo puesto… uno sentía culpa de… de pensar un poquito en uno
mismo…” TV, niña exiliada junto a su padre en 1959.

Condiciones de género y exilio

La disgregación provocada por la salida al exilio fue una característica constante en


las familias, la separación del jefe del hogar del resto del grupo provocaba un
empobrecimiento repentino y una sobrecarga de roles en los miembros que permanecían
unidos:

“Yo me quedé en Encarnación con mis hijos, y mi marido se vino a Posadas,


nosotros teníamos una librería allá, no pagábamos casa, porque vivíamos en la de
mi suegro, y él se quedó encargado de nuestra mantención… él era comerciante de
ramos generales, tenía un almacén muy grande en Encarnación entonces, yo me
quedé allá y mi suegro nos siguió manteniendo a nosotros, nuestra librería también
atendía mi suegro…” NM, exiliada junto a su esposo e hijos en 1960.

“…mi papá como podía nos traía, primero le trajo a mis dos hermanos,
después le trajo a mis hermanas con el bebé y mi mamá embarazada (…) De
contrabando. En bote… en bote pasábamos todos…” TV, niña exiliada en 1959.

En los casos trabajados, observamos que el exilio también produjo una sobrecarga
de ocupaciones para las mujeres, cuyos maridos estaban presos o en la clandestinidad,
viéndose en la necesidad de buscar algún empleo para lograr el sostenimiento económico
70
de la familia. De este modo, estas mujeres debieron repartir su tiempo entre las tareas
productivas, reproductivas y en la lucha por la libertad o la aparición con vida de sus
esposos:

“…toda esa temporada vivimos con el sueldo de lavandera de mi mamá, me


mantenía a mí y a mi papito que estaba adentro. Mi mamá se había convertido en
una empleada doméstica, que podía trabajar sólo algunos días de la semana,
porque los otros días tenía que hacer los reclamos por su marido. Siento que mi
mamá se movió a más no poder por la libertad de mi papá y que, aun así, el pan de
cada día no nos llegó a faltar nunca en ese tiempo, hasta que después mi papá salió
y ya trabajó.” CA, exiliada junto a sus padres en 1964.27

“… todo lo que ellos tenían se los robaron, ellos corrieron de ahí con su
ropa y nada más. Vinieron en la casa de amigos y parientes en Coronel Oviedo y
ahí se hicieron de vuelta otra vez, la mamá de él como siempre como negociante, y
sus hermanas…” ES, su marido se exilió en 1958.

“…mi marido estaba en el obraje… a veces dos o tres meses el estaba por
allá…” AG, exiliada junto a su marido en 1957.

“…Entonces, yo me iba al quiosco desde las 8 de la mañana hasta las 11 y


ahí cerraba y me iba caminando por el mercado, y ya venía subiendo esa arribada
e iba comprando carne y todas las verduras y ya me iba a cocinar. Y todo lo que
ganaba en la distribuidora Ideal, todito pagábamos la parte de la casa que nos
faltaba.” NM, exiliada junto a su esposo e hijos en 1960.

Según CODEPU y DIT-T (1989), “El modelo familiar tradicional -autoritario y


patriarcal- no favorecía el desarrollo político e ideológico de la mujer, lo que explica,
entre otros factores, su menor participación y militancia. De esta forma, si es el hombre
quien ha asumido el compromiso político, es él quien sale al exilio siendo seguido por su
compañera e hijos”:

27
Entrevista realizada por la Comisión de Verdad y Justicia del Paraguay. Material inédito.
71
“No pude trabajar nunca allá por eso… y yo siento hasta el día de hoy que
es una deuda que mi país tiene conmigo, siendo que mi familia por parte de mi
mamá y mi marido eran todos colorados, ni así... y yo no me afilié por una cuestión
de ética… porque era una cosa que yo decía ¡no puede ser! Yo hice todo para ser
maestra… además a mi marido jamás le gustó mucho que yo trabajara entonces no
me ayudó tampoco… ahí tuve a mis hijos… y bueno… después ocurrió la tragedia
(…) cuando llegamos comencé a buscar trabajo acá… por suerte en Argentina
nunca tuvimos problemas en trabajar, después que hice todos mis papeles ya
trabajé a diferencia de Paraguay, eso era durante la dictadura… GB, exiliada en
1975.

Condiciones de inserción y redes de solidaridad

Las redes de exiliados funcionaron como un espacio donde el nuevo migrante, tras
huir de la persecución del régimen, pudo comenzar las primeras etapas del proceso de
inserción en el lugar de destino. Esa red, para el grupo de exiliados del que nos ocupamos –
los que llegaron a la Argentina en la primera etapa del régimen- se conformó en su gran
mayoría con aquellas personas que escaparon tras la revolución de 1947, y una vez que
lograron incorporarse, conformaron un nexo importante para los nuevos exiliados a través
de los 35 años de duración de la dictadura stronista.

Antes que al Estado argentino, que no les daba protección política sino simplemente
“hacía la vista gorda”, los exiliados acudieron a sus redes sociales integradas por los
propios padres, tíos o abuelos de estos exiliados, pero también parientes políticos, parientes
lejanos, amigos de la familia, vecinos, padrinos y hasta “parientes de sus conocidos”, tanto
del Paraguay como de la Argentina.

La solidaridad entre ―parientes‖ es un importante eje ordenador y condensador de


las memorias colectivas de los exiliados paraguayos. Las memorias de los exiliados
siempre tienen como referencia a la familia ampliada, los episodios se relatan de tal manera
que el narrador siempre es un ―buen pariente‖:

“mi casa siempre estuvo llena de gente, siempre era una olla grande,
siempre hubo cama por acá, cama por allá, y te digo que no eran abogados los que

72
me visitaban… eran torturados, sin documentos, que se escaparon. Pero a nosotros
no nos interesaba, todo lo poco que había en la familia se compartía y se ayudaba a
esos pobrecitos que recién llegaban.” CG, su marido se exilió en 1959.

Cuanto más débil el vínculo de parentesco o amistad, más necesario se hacía que,
quienes pedían ayuda, presentaran una esquela o una carta enviada por la persona invocada
como nexo vincular.

Cuando nada de esto era posible, la narración de detalles pormenorizados del


vínculo que unía al demandante con el citado nexo que le permitía ―pedir ayuda‖ y
convencer al jefe del hogar, resultaba indispensable:

“Llegó a casa un tipo barbudo, desaliñado, con los cordones de los


zapatos desatados… … nosotras éramos señoritas… y ese tipo ahí, conversando
con mi papá… después de un rato largo de charla, mi papá entró a la casa y nos
dijo: es el sobrino de Adela, una vecina mía allá en Villarrica, viene corrido y se
queda unos días en casa, recíbanlo. Y ya sabes, ¿no? Que hay que ofrecerle baño,
ropa limpia, una cama y comida. Atenderlo como una visita importante, aunque uno
sabía que venía corrido como habíamos llegado nosotros unos años antes pero… si
venía corrido del Paraguay, aunque nos quejáramos, cuando mi papá decía: se
queda; no había nada más que hablar” FB, hija de exiliados.

Muchas de las personas que escaparon solas y que no tenían contactos de este lado
de la frontera, acudieron a las redes conformadas por la afiliación política en el exilio, las
que en numerosas ocasiones también fueron las que provocaron la persecución de aquellas
personas que todavía se encontraban en el Paraguay. Estas redes no solo incluían a
paraguayos, sino que también muchos argentinos participaron en ellas colaborando de
distintas maneras.

“Llegamos vaya a saber cómo, pero al poco tiempo estaba trabajando, vivía
en una pensión de una señora paraguaya donde vivían muchísimos artistas
paraguayos que estaban en el exilio también.” RAF, exiliado en 1956.28

28
Terribile, Schroeder, Holoveski, y Bevilaqua (2009)
73
La condición de exiliado genera una situación de precariedad laboral en estas
familias paraguayas, tanto nucleares como extensas, dado que se desconoce la duración que
tendrá el exilio y se alienta la esperanza del pronto regreso, por lo que los trabajos que se
toman son generalmente transitorios:

“…Pasó el tiempo, le ofrecieron trabajo, porque mi cuñado estaba


trabajando como gerente de Coca Cola y le dijo vení P ¿por qué no te quedas a
trabajar acá? Porque vos entendés todo pronto, yo siendo gerente te voy a poner un
puesto para que vos te manejes. Y mi marido le dice: yo no puedo tomar un puesto
así, porque yo estoy pendiente del llamado de allá, yo voy a cruzar otra vez a mi
país, yo no voy a quedarme acá en Posadas… ¿cómo mi papá se va a quedar solo
con el negocio?...” NM, exiliada junto a su esposo e hijos en 1960.

“… mi hermana y mis dos hermanos estaban en una escuela privada en el


Paraguay, vivían bien, porque mi papá trabajaba y tenía sus cosas, no nos faltó un
vaso de leche hasta que vinimos acá, mi papá decía que pasábamos hambre hasta
que él conseguía algún trabajo, porque no hablaba nada el castellano y se tuvo que
largar a hacer ¡cualquier cosa! Mi papá que era un señor constructor, hasta pozos
negros desagotó para darle de comer a sus hijos…” TV, niña exiliada junto a su
padre en 1959.

Pese a las condiciones de marginalidad y precariedad de las personas en su


condición de exiliados, se les presenta la oportunidad del encuentro con sus conciudadanos
que vivieron similares experiencias. Relaciones que facilitan la creación de una
―comunidad‖ que muestra la fuerza de un ―nosotros‖ en su condición de exiliados signada
por la desterritorialización:

“…entre los exiliados se conocen todos, entonces cuando pasa alguien así,
enseguida le dan cobijo ¿no es cierto? Así que lo mandaron a trabajar a él a
Aristóbulo del Valle, lo mandan a casa de gente que le podía dar protección, y
comienza a trabajar… así que bueno, sufrió bastante, y ya se consideró un exiliado
perseguido…”AG, hija y esposa de exiliados.

“Bueno, me acuerdo que aparecieron marineros y los puso en el garaje,


había no sé… cinco, seis… los paraguayos empezaron a refugiar a esta gente…
74
esta gente directamente participó en la rebelión, no te puedo decir lastimosamente
quiénes eran, no sé… nadie preguntaba sus nombres por protección, viste… y
vienen una cantidad enorme de gente, y es en ese momento que se arma un
comedor… que mi madre organiza eso para dar de comer a toda la gente que viene
exiliada y este… eso es una cosa que te puedo mencionar… después los amigos de
mi padre eran muchísimos, y eran todos paraguayos… también había por supuesto
una cantidad de otros… pero… De eso me acuerdo… ¡bah! Yo me acuerdo
levemente de haber visto eso, y después me cuentan lo que pasó… que… tal es así
que se olvidan una caramañola en el garaje porque eso fue temporario por
supuesto, hasta que se acomoden, lo mismo el comedor… pero sí me acuerdo que
mi mamá organizó y eso tendría que haber organizado con más mujeres de los
distintos… te digo que los febreristas eran los médicos y toda esa gente… y bueno…
ella siempre siguió sosteniendo y manteniéndose dentro de los paraguayos, ellos
fueron reconocidos como paraguayos así que…” FB, hija de exiliados.

Expresiones que no dejan de demostrar que esos lazos de exiliados, que


mencionamos anteriormente, refuerzan ese sentido de pertenencia al grupo. El que además
de caracterizarse por su proyecto político fracasado que los ha llevado al exilio, consolida
sus lazos de pertenecía creando un proyecto-futuro de retorno que refuerza y unifica las
memorias y genera identidad:

“… y enseguida que llegué yo acá, buscaba compatriotas jóvenes para


contactarme. Encontré y fuimos formándonos, hablando de política, hablando de
volver al Paraguay y hablando de que el día de mañana ese Paraguay tenía que ser
un Paraguay libre.” AC, hijo de exiliados de 1947, miembro de un movimiento
armado.29

“…siempre estaban preparándose para volver, nunca se quedaron con los


brazos cruzados, porque siempre había un hermano necesitado, otro enfermo, otro
que quedó ciego, hubo mucha gente que quedaron fundidos allá…” CG, su marido
se exilió en 1959.

29
Terribile, Schroeder, Holoveski, y Bevilaqua (2009)
75
Rebolledo y Acuña (1999), señalan que el exiliado no se percibe a sí mismo como
un migrante, sino como alguien obligado a vivir lejos de los suyos porque su proyecto
político fue derrotado. Por tanto, viven en la expectativa de que esta situación cambie en un
lapso breve, es por ello que el exilio es recordado como un tiempo de espera, un ―estar con
la maleta lista para partir‖:

“… ¿Por qué pasa esto? porque aparte de no poder comprar por ejemplo un
terreno, hacer una casa por falta de dinero, los exiliados piensan volver, porque
dicen: tengo mi casa, mis vecinos, mis amigos, mis parientes, mi país y va a llegar
el momento en que tengo que volver, la dictadura tiene que caer. Entonces no se
hace un proyecto de vida en el exilio, de formar una familia, tampoco quería
casarme, entonces iba pasando el tiempo y en todo me atrasé…” NC, exiliado a los
19 años en 1958.30

Estas familias exiliadas, se presentan dentro del campo etnográfico como una
comunidad imaginada en términos de Anderson (1993) porque comparten un sentido de
pertenencia anclado en un origen nacional común. Un grupo que se encuentra fuera de sus
fronteras nacionales en una situación particular, con idiomas e historias que los une o que,
en ocasiones los enfrenta voluntaria e involuntariamente según las formas hegemónicas de
pensar y emplazar identidades entre segmentos sociales diferenciados.

Discriminación y persecución en el exilio

Halpern (2006) señala que la construcción y definición de ―identidades


migratorias‖ en el terreno de la política, comienza a ser tematizada y reconocida en los
análisis sobre migraciones, debido en parte al surgimiento de los nuevos movimientos
sociales que se formaron a partir de los años 60. Según Johnston, Laraña y Gusfield (1994),
estos movimientos contrastan notablemente con los movimientos sociales tradicionales,
como fue el movimiento obrero, que planteaba principalmente reivindicaciones económicas
y de clase. Además, en términos ideológicos los NMS difieren de la concepción marxista de

30
Terribile, Schroeder, Holoveski, y Bevilaqua (2009)
76
ideología que para los tradicionales movimientos actuaba como elemento unificador y
totalizante de la acción colectiva. Los NMS son más difíciles de clasificar siguiendo
ideologías, en ellos, el origen social de los que participan tiene sus raíces estructurales más
frecuentes en status sociales bastante difusos, como la edad, el género o la orientación
sexual.

De hecho, las numerosas organizaciones formadas por paraguayos en el exilio31, que


luchaban contra la dictadura, tanto en grupos revolucionarios como en asociaciones
conformadas por redes que ofrecían apoyo a los exiliados en Argentina, estaban
constituidas por personas de diferentes estratos sociales, entre ellos se encontraban
numerosos profesionales, políticos, obreros, campesinos e intelectuales que respondían a
partidos políticos e ideologías muy diferentes.

Protesta de exiliados paraguayos en el exilio32

31
Resulta significativa la reproducción de todo tipo de organizaciones, incluso clubes, equipos deportivos o
partidos políticos que formaron en el exilio con idéntico nombre al que tenían en Paraguay pero agregando el
sufijo E. Por ejemplo: Club Liberal Alón-E, Juventud Liberal-E. Además de las Asociaciones Civiles ―Casas
Paraguayas‖ que, en Misiones se crearon prácticamente, una en cada ciudad de la provincia.
32
CEDAPPA (2007) Archivos Inéditos, s/d de lugar y fecha.
77
33
Protesta de exiliados paraguayos

Según Halpern (2006; 10), los enfoque sobre los NMS lograron trascender lo que la
sociología había aportado en torno a las migraciones y a las formas de segregación social o
discriminación que sufrieron los exiliados debido a que muchas veces se los ligó a otros
migrantes provenientes de lugares o de sectores sociales pauperizados, los que incluso se
encontraban en peor situación que aquellos nativos subalternizados.

Si bien para los exiliados paraguayos las motivaciones económicas son difíciles de
aislar de las cuestiones políticas, comparten condiciones de pobreza, problemas laborales e
integración social, pero adosan a su construcción identitaria valores altruistas, ideologías
contra hegemónicas y militancia por los Derechos Humanos:

“Yo soy argentina, soy correntina, y vivía en Buenos Aires… nosotros los
correntinos también formamos parte de un exilio, un exilio económico dentro de
nuestro propio país. Así como los paraguayos fueron a buscar trabajo por razones
políticas y económicas, nosotros somos exiliados económicos que nos fuimos,
porque no teníamos nada que hacer donde nacimos.” CG, su marido se exilió en
1959.

33
Extraído de Ayala Ferreyra Rubén 2011.
78
Los entrevistados paraguayos de Posadas no manifestaron que fueran discriminados
en el exilio. Al respecto fue recurrente el argumento del comportamiento ejemplar de los
exiliados; la cultura del trabajo que poseían; la cercanía y permanente contacto con el
vecino país; la unión de la comunidad paraguaya exiliada y el reconocimiento a la forzada
expatriación de Paraguay por motivos políticos:

“…bajo ningún punto de vista sentimos discriminación, al contrario, para


que Celulosa Argentina le dé a su cargo una proveeduría (…) en la que había todo
lo que vos necesitaras para una casa, (…) para que le den eso era porque se había
adaptado muy bien (…) es la responsabilidad en el trabajo, la honestidad, él
siempre le habla a sus hijos, que ¡jamás! vayan donde vayan nadie les va a decir…
que su padre alguna vez le quedó debiendo un peso y ellos tienen que tener la
misma conducta. Así les habla a sus hijos, el trabajo para él siempre fue número
uno y no trabajó ocho horas, trabajó doce, catorce, dieciséis horas por día, porque
ya viene de una familia así, educada así.” ES, su marido se exilió en 1958.

“…Después de todo lo que pasamos, el miedo, el destierro, todo… La


discriminación es como que… la gente de acá fue muy solidaria, además nosotros
estábamos muy unidos a otros paraguayos que estaban en esa situación.” MF,
exiliada en 1958.

“…vos ves Corrientes, no sé tanto Entre Ríos, pero Corrientes y Misiones,


vos ves las familias que, o tienen un abuelo paraguayo o una abuela paraguaya y
están relacionados con la vecina orilla, y están relacionados no solamente en
cuanto a parentesco, sino también a las costumbres, la comida, el habla, la música,
la cultura completa, porque acá por ejemplo no hay mucha diferencia entre
Posadas y Encarnación, en muchas cosas y así también en todas sus costumbres.”
ES, su marido se exilió en 1958.

La inserción escolar de sus hijos según las informantes no fue un problema, los
mismos accedieron a la escuela pública, libre y gratuita de Argentina independientemente
de sus condiciones de legalidad. En caso de no cumplir con los requisitos burocráticos, las
madres hablaban con las directoras de los colegios y estas accedían a inscribirlos de todos

79
modos y ayudaban a iniciar los trámites de documentación de los niños que, en muchos
casos, para evitar los trámites migratorios eran inscriptos como argentinos:

“… cuando estaba en Alem, yo dije, yo voy a hablar con la directora de la


escuela, para ver cómo va a recibir a mis hijos, porque como lo que yo no quiero es
que siempre pasa eso, de que viene de una escuela inferior y en otra parte le
quieren bajar de grado, si está haciendo segundo, le quieren tomar en primero…
porque primero, eso no va ser fácil y segundo yo no quiero, le digo: yo prefiero que
repita, pero no bajarle de grado. Y me fui a hablar con una directora de escuela a
ver si podía… le comenté mi situación, ¿y qué hago?, que ella me ponga como
pueda recibir a mis hijos, porque yo tenía tres, dos nenas y el varón.” AB, exiliada
en 1960.

“…Desde que le prohibieron volver a mi marido hasta que nos venimos a


Posadas, todo eso se fue dando en el transcurso de las vacaciones de nuestros
hijos, porque ya tenía dos que entraban en la escuela, uno que estaba en primer
grado y la otra nenita que estaba en jardín de infantes. Todo ese tiempo de la
vacaciones nosotros residimos en Paraguay, y fuimos sacándonos de la cabeza la
idea de que P podría volver… entonces cuando le nombraron a mi marido para
trabajar en esa distribuidora, yo ya me empecé a mover con todos mis hijos,
empecé a mover mis cosas. El problema era que ellos venían de una cultura
paraguaya y que aparte de eso, ellos aprendieron allá con el sistema paraguayo
¿será que le iban a tomar acá como alumnos regulares? ¿O tenían que hacer de
vuelta? Y coincidió entonces, que una chica que venía para acá también, una chica
de Venialgo, y la tía era directora… y hablé y me dijo que le iba a decir a la tía y
entonces después ya me dijo que le iba a poner allá en la escuela número 3, en
donde la tía era directora. Entonces me dice: solo le vamos a dar una pequeña
evaluación y ahí entonces, entraron mis hijos, en el mismo grado, y mi hija empezó
jardincito ya…” NM, exiliada junto a su esposo e hijos en 1960.

Sin embargo, los niños como hijos de exiliados en sus relaciones con sus
congéneres padecieron el prejuicio y la discriminación que no se restringía a las
manifestaciones xenofóbicas, sino también a la discriminación político-ideológica de los
exiliados:

“Te puedo decir que me acuerdo en la escuela, yo sentí muchas veces ese
prejuicio, nunca me desvalorizó… no llega a ser una discriminación, pero a mí me
80
ofendía profundamente esas cosas de que… el que pisa la raya es paraguaya, o
paraguaya de mierda, yo venía y le contaba a mi mamá y ella me adoctrinaba, me
decía cosas como: vos no te preocupes mi hija, paraguaya a mucha honra tenés que
decir… nunca les digas yo soy lo primero y la mierda serás vos, ¡no! Vos decíle:
paraguaya a mucha honra, lo segundo serás vos.” FB, hija de exiliados.

“Nosotros éramos ¡comunistas y ateos! En mi casa se pregonaba eso


y yo si bien iba a una escuela pública, tenía clases de religión, pero mis padres
querían que yo eligiera la otra opción, el elegir moral. Pero como yo había visto
que la profesora de religión no entraba a la clase hasta que los alumnos judíos
salían del aula, yo me bancaba y no decía que no era católica, me quedaba en
clase… porque no quería salir en la fila de los niñitos judíos cuando llegaba la
señorita de catequesis” FB, hija de exiliados.

Cuando regresaban a Paraguay estos hijos de exiliados, nacidos en Argentina o


―argentinizados‖ de cierta forma, también se sentían de alguna manera señalados como
diferentes:

“No, nunca sufrimos discriminación acá. Cuando volvimos a Paraguay sí,


pero en broma nomás nos decían: “los sobrinos curepí”, porque éramos
argentinos, pero… era más de cargadas… si ellos sabían bien que nosotros éramos
bien paraguayos, hijos de paraguayos, tuvimos que nacer en la Argentina por
fuerza mayor pero nunca… eso nunca… Incluso cuando me preguntan yo digo que
soy paraguaya. Y me dicen que no tengo tonada, pero llego a Asunción y a las dos
horas estoy hablando como ellos. Mi marido me dice: ya, mi paraguayita…” MC.
Niña exiliada junto a sus padres en 1956.

Si bien la comunidad argentina fue hospitalaria; y muchos de los exiliados no se


consideraron perseguidos en Argentina; sufrieron persecución durante el proceso militar de
nuestro país. Con el llamado Plan Cóndor, varios países articularon sus acciones y
coordinaron su inteligencia, logística y operaciones, de manera ilegal y clandestina con los
aparatos represivos de los otros Estados, para el seguimiento y delación de los ciudadanos
en el exterior:

81
“…Acá había soplones cantidad, así fue como le llevaron al doctor Goiburú,
era un señor buenazo, la primera vez que él se escapó de la cárcel junto a otros
tres, seguramente habían pagado, vino acá y el amigo le dijo… mira, vos acá estás
demasiado mal, tenés que salir de acá, y se fue a Paraná, Entre Ríos y allá le
agarraron. El estaba almorzando en un lugar y tenía su coche enfrente y vino un
Ford Falcon viejo, y unos tipos con sombrero, medio despatarrados, como
haciendo facha del campo… se pusieron al lado del auto de él y cuando salió le
atropellaron los cuatros, y eran de la policía… se cree que eran dos de acá y dos de
allá… porque era de la Operación Cóndor… se cambiaban los presos, vos me das
este y yo te doy ese… los que se escaparon de acá, les agarraban allá y los
devolvían, y los que se escaparon de allá, los buscaban acá y los mandaban de
nuevo.” TOV, exiliado en reiteradas oportunidades, por última vez en 1959.

“…lo que nosotros sentimos mucho fue la persecución del Operativo


Cóndor, eso si ya nos tocó a mí y a mi marido juntos… ahí me tocó saltar cercos y
andar escondida, nos tocó eso… él se tuvo que ir de acá de Misiones, porque la
persecución era muy grande, estuvo detenido y bueno (…) pero aparte, no era un
guerrillero, él lo que quería era volver a su país, volver bien, quería la democracia
en su país y no es lo mismo que decir un loquito que la guerra, (…) y creo que por
su comportamiento ejemplar como ciudadano, tuvo mucha gente que lo defendiera
y gente que eran funcionarios, gente que de alguna manera tienen prestigio acá en
la ciudad, y esa fue la gente que estuvo al lado mío.” AG, hija y esposa de exiliados
paraguayos.

“No, acá en Posadas nosotros nunca fuimos perseguidos, mis hijos fueron
para trabajar a Buenos Aires en tiempo de los militares y les agarraron ahí (…) a
los dos juntitos los mataron. Yo perdí a mis mayores, a mis dos mayores. (…) uno
que era más chico que los que fallecieron, se fue cuando le llamaron de la
comisaría para ver si eran o no los cuerpos de los hermanos y le tuvieron dos horas
con el revólver así: [Hace un gesto como si su mano fuera el revólver apuntándole
a la cabeza] y eso le hizo mal a él, le dijeron que no tenía que hablar ni moverse,
porque sino, la misma cosa que les había pasado a los hermanos le iba a pasar a él
¿y quién quiere morir en esta vida?” RPM, exiliada junto a su marido e hijos en
1951.

82
El exilio es siempre visto como un tiempo de espera, una condición que no tiene
plazos establecidos. Si bien los exiliados deben resignase a comenzar un proyecto de vida
fuera de su país, no deja de provocar un sentimiento de inestabilidad dentro de la familia
que componen en su nuevo lugar de residencia:

“Es muy difícil convivir con un exiliado, porque no tiene sentido de


pertenencia, y al no tener sentido de pertenencia, la familia es un eslabón más en la
vida, porque no es algo que lo ate, entonces es muy difícil convivir. Yo la verdad no
sé ni cómo logré que se case por ejemplo… y que se establezca… y que quiera
hacer una casa… Y a partir de eso… es muy difícil entenderlo. Porque tienen un
pensamiento de que hoy pueden estar acá y pensar que este territorio es suyo, pero
mañana las circunstancias le hace cambiar de pensamiento y bueno, se tiene que
trasladar a otro lado… y bueno, ese territorio también es suyo. Donde está, es su
territorio. Está bien y no está bien, porque quiere estar acá y quiere estar allá.
Todo el tiempo piensa que se va a ir a su país, quiere volver a su país ¡que se va a
volver! ¡Que se va a volver! y eso hace que su familia también sufra, porque uno
generalmente quiere establecerse. „El casado casa‟ quiere dice el refrán, eso me
pasó a mí, no soy la excepción, aparte emocionalmente soy más estable, como mi
mamá. Mi papá no, porque era un tiro al aire, porque venía y se iba. Nunca sabía si
volvía o no, si volvía a la semana o a los dos años. Eso yo tampoco quería para mí,
por eso casarme con un exiliado, y al principio te digo que yo no sabía que era un
exiliado, porque lo más probable es que de haberlo sabido, no habría establecido
una relación con él. Porque ya tenía la experiencia de mi madre y ante la sospecha
de que me podría haber pasado lo mismo… te imaginás, habría tomado otra
determinación, pero bueno, no lo sabía, lo supe después de mucho tiempo, por la
forma de comportarse… bueno, la cuestión es que la que se tuvo que amoldar y
tratar de amoldarlo a él, fui yo. AG, hija y esposa de exiliados.

Como sostiene el estudio del equipo CODEPU/DIT-T (1989) el exilio no tiene


plazos definidos, no finaliza al alcanzar ciertas metas ni se modifica mediante un proceso
de análisis o la toma de posiciones ulterior. Su fin no depende de un acto de voluntad del
exiliado. La manera de terminar con el exilio implica un riesgo vital, por lo cual el exilio se
vuelve inevitable e inexorablemente desestructurante.

Debido a esto, se activan distintos mecanismos de defensa en los exiliados, por


ejemplo en los que se da un reforzamiento de patrones tradicionales de relación, donde los
exiliados se recluyen en un marco de interacciones estrechas (el grupo partidario, el grupo
83
familiar), se refugian en la noticia sobre y desde el país de procedencia, la que se recibe
siempre con atraso. De esta manera, se vive en una cierta atemporalidad en la vivencia
cotidiana.

De hecho, esto lo podemos ver en las múltiples organizaciones de exiliados


paraguayos que se encuentran en la frontera argentina como las casas paraguayas, clubes de
paraguayos, asociaciones políticas e incluso grupos más radicales que organizaron
movimientos armados gestados en nuestro país, con el fin de derrocar el gobierno de
Stroessner:

“…Entonces en Buenos Aires ¿Qué pasaba? La cultura Guaraní se buscaba


entre sí, la cultura regional es muy fuerte en todos lados, acá, en España, en donde
sea, y lo mismo ocurría en Buenos Aires, donde estábamos, entonces ¿qué pasaba?
Donde había música paraguaya o correntina yo iba, se hacían fiestas a la tarde,
que eran para jóvenes, serían como los “boys” de acá (…) Cuando yo empecé a
percibir cual era el trasfondo de esas fiestas, porque esas fiestas no eran solo para
divertirse, sino para juntar fondos para la causa (para la realización del
movimiento armado), cuando yo me empiezo a enterar de a poco ¡me encantó!
Estuve totalmente de acuerdo. Entonces fue un poco la cultura, las ideas políticas y
seguramente, el amor que nació entre nosotros. Como te dije antes, me encantó,
porque me pareció que era una causa latinoamericana a la cual yo también
pertenecía, conocía muy poco del Paraguay, pero mi marido me enseñó… él me
enseñó a creer, me transmitió sus ideales, me enseñó a entender lo que pasaba, el
por qué, de que nunca podíamos ir al Paraguay… y era una época en la que él
estaba muy perseguido. CG, su marido se exilió en 1959.

84
34
Fiesta de exiliados paraguayos para recaudar fondos

Como menciona Castillo (1986) los jóvenes exiliados, sufren mucho, pues se les
hace muy difícil la renuncia al pasado. Ese pasado que para muchos puede representar lo
gratificador, cuando todo y todos aún estaban, cuando no había despojo, o puede haber sido
un período marcado por la violencia social vivida: pérdida de familiares, cárcel, torturas
como experiencias traumáticas directas, o la angustia, el temor, la incertidumbre. Frente a
esto deben aceptar su presente, encontrarse en un país, por muchos de ellos conocido pero a
la vez, extraño, con gente nueva y modalidades diferentes. Los jóvenes se encuentran de
luto, debido a que de por sí, todo crecimiento acarrea pérdida, cuando es un adolescente el
que se exilia, se suma a estas pérdidas, el despojo real del que ha sido objeto. Ser
adolescente es de por sí un exilio, una extranjeridad y por ello se sienten doblemente
extranjeros. El medio familiar se ve como un grupo frágil y empobrecido y por ende con
escasa contención:

“…Como te decía, mi familia también era exiliada y mi papá… ¡un tiro al


aire! …venía y se iba, nunca sabías si volvía o no. Bajo ninguna circunstancia
quería eso para mí, jamás me hubiese casado con un exiliado… cosas del destino
¿no? Nunca lo hubiese imaginado, es que mi mamá sufrió tanto, tuvo que luchar
tanto esa mujer por nosotros, y por eso, emocionalmente se volvió muy fuerte, de

34
CEDAPPA (2007) Archivos inéditos.
85
por sí, no es fácil hacer de madre y padre a la vez, mucho menos en un país que no
es el tuyo...” AG, hija y esposa de exiliados paraguayos.

Es sabido que los adolescentes están muy atentos a la apariencia física, a los
modismos y a las formas grupales; y son muy sensibles a las diferencias dentro de su grupo
de pares. Son exclusivistas y hasta crueles con los que son distintos: en color, en
nacionalidad, en clase, etc. Por lo cual es difícil integrarse al grupo de pares si no es
borrando esas diferencias y haciendo una hiperintegración, exaltando los valores,
modalidades y estilos locales, denigrando los de origen, los de infancia, los de los padres.
Blos (1962) llama a este mecanismo el uniformismo y considera que la mayor fuente de
seguridad para un adolescente está en el código compartido, desde el cual construyen una
―conducta adecuada‖ de la que dependería el mutuo reconocimiento de igualdad. El
adolescente que no encaja dentro del uniformismo particular que ha sido establecido por el
grupo, es generalmente considerado como una ―amenaza‖; y como tal es evitado,
ridiculizado, desterrado:

“…Nosotros con mis hermanos siempre volvíamos de vacaciones a


Villarrica, a la casa de mi abuela, era un lapso corto, vacacional, nos hacíamos de
amigos y la pasábamos re bien, pero yo me acuerdo que como mecanismo de
defensa, y también un poco de prejuicio que había… yo mentía… mentía para acá y
mentía para allá, cuando me iba para allá inventaba cosas… que se yo, de las cosas
que hacíamos, de lo bien que vivíamos, y cuando venía para acá lo mismo.” FB,
hija de exiliados.

Las memorias de los exiliados paraguayos, compartidas a través de los relatos que
circulan inter-generacionalmente, pero también interregionalmente, son importantes en
tanto se va generando, reforzando y a la vez recreando una identidad de grupo. Según Baêta
Neves (1995) las memorias migrantes y su construcción de la identidad grupal “se inclina
por los símbolos posibles de reificación y por los que acentúan la permanencia del origen:
cocina, vestimenta, expresión y perfil del cuerpo, gestualidad, ritos religiosos” (Baêta
Neves, 1995: Pp.48. Citado en Candau, 2001).

86
Para Pollak (2006) la construcción de la identidad es un fenómeno que se produce
en referencia a otros, en referencia a los criterios de aceptabilidad, de admisibilidad de
credibilidad y que se hace por medio de la negociación directa con otros.

Las estrategias identitarias que utilizan, son mucho más complejas que mostrar una
serie de rasgos. Están relacionadas con las situaciones de inclusión y de exclusión, en las
que se designan y se atribuyen características identitarias reales o ficticias, que destacan
ciertas dimensiones de la identidad, generadoras de diferencias o de fronteras sociales, las
que hacen imposible reducir la identidad a un atributo esencialista.

Las ideologías que prevalecen en las memorias de los migrantes juegan con las
fronteras de la alteridad para producir, por distinción, identidades sociales (Baêta Neves en
Candau, 2001). Cuando los individuos en el marco de determinadas estrategias identitarias
hacen sus elecciones, se mueven siempre dentro de un repertorio flexible y abierto de
recursos, de representaciones, mito-historias, creencias, ritos, saberes, herencias, es decir,
dentro de un registro de las memorias. (Leach, en Candau, 2001):

“…yo también siempre me fijé en eso, que ellos son mayores que nosotras,
me da la impresión de que ellos son muy selectivos para concretar su matrimonio,
no es una tarea fácil, fijate que vienen de otra cultura y buscaban generalmente una
mujer paraguaya, como tratando de mantener y respetar lo del lugar donde ellos
venían. Y sus esposas, no en todos los casos… pero en la mayoría, eran paraguayas
y mucho más jóvenes que ellos, porque ellos mucho tiempo vivían solos, porque es
como que estaban detrás de bambalinas estudiando el ambiente, me parece a mí.
Ellos son muy observadores y muy selectivos… para buscar esposa” ES, su marido
se exilió en 1958.

“Yo me crié prácticamente acá… pero nunca abandoné mi cultura, como


dice el griego… „El pueblo que pierde su cultura, desconoce su destino dice
Platón‟. Y te digo de paso, que el año antepasado yo me fui en la fiesta del abuelazo
en Córdoba, había 2.500 personas. Porque vino gente de Bolivia, Chile, Uruguay,
Brasil, Paraguay y de Argentina, de todas las provincias. Yo acompañé acá a la
Peña Itapúa, ellos me pidieron una cosa, que para mí, fue re importante, me
pidieron que recite en guaraní, algo que a mí me guste, se los mostré y ellos me
dijeron ¡si, exacto! Eso vas a recitar. Hice el recitado en Guaraní, pero en guaraní
real, de acuerdo a los grandes escritores… lo suelo hacer en la radio y a veces en
la Casa Paraguaya, en el Parque Paraguayo también… una obra linda, saqué un
trofeo por eso en Córdoba, no muy grande que se diga, pero para mí ya es mucho,

87
porque hablar la lengua de mi tierra es una cosa que a mí me gusta y me complace.
Mostrarlo aún más…” TOV, exiliado en reiteradas oportunidades, por última vez
en 1959.

Retomando las ideas que habíamos planteado acerca del trabajo de Turner (1999),
es importante pensar que la ―re-agregación‖ después del ritual, si bien por un lado parece
concretarse al llegar a la otra orilla, para la mayoría, esto se da de forma gradual, y en
muchos casos jamás llega a concretarse, es como si la etapa liminar se prolongara sin
dejarlos reagregarse por completo.

La condición o identidad de exiliados adquirida en ese desarraigo y esa liminaridad


a la que son empujados, pareciera no perderse nunca. Como aquellos que habiendo pasado
por una situación liminar establecen lazos que perduran más allá de la re-agregación y del
nuevo lugar que ocuparán en la estructura.

La situación de los exiliados paraguayos es particular, nunca los deja, como si


volvieras una y otra vez a traerlos sobre esa etapa que, en otros rituales, como en otro
exilios históricos, son una etapa sólo de paso. En este caso en estudio, parece marcarlos
para siempre.

Esto es aún más evidente, con el retorno de la democracia, en el que aparece una
fuerte disyuntiva, puesto que el motivo que los obligó a salir de su país, deja de existir, pero
la idea de regresar, se torna por distintos motivos imposible de concretar. Sobre este
aspecto en particular trabajaremos en profundidad en el siguiente capítulo.

88
Capítulo III: “La disyuntiva”

89
Años ´80, la crisis del régimen

En este Capítulo III nos situamos en la caída del régimen, las causas sociales,
culturales, políticas y económicas que propiciaron el final y analizamos las memorias de los
exiliados paraguayos en dos aspectos: como actores sociales relevantes que, en algunos
casos, intervinieron activamente para el desenlace; y como actores sociales parados frente a
la desaparición de la ―causa‖ del exilio, confrontados de diversas maneras, con la
disyuntiva de quedarse o regresar, en la que las familias desempeñaron un papel definitorio.

En febrero de 1989 Alfredo Stroessner es derrocado por su consuegro el General


Andrés Rodríguez Pedotti. Una combinación de numerosos factores políticos, económicos,
militares y sociales, tanto internos como externos, que empezaron a manifestarse
fuertemente durante la última década de la dictadura, prepararon el terreno para que se
pueda llevar a cabo este derrocamiento.

Uno de los principales factores de esta caída fueron los profundos conflictos y
divisiones al interior del Partido Colorado, los que marcaron la debilidad de lo que había
sido una de las mayores fortalezas del gobierno stronista. Su líder ya no podía alinear a la
totalidad del partido tras sus intereses.

El Partido Colorado se dividió en dos sectores; por un lado se encontraban los


―tradicionalistas‖ y por otro los ―militantes stronistas‖, que eran la mayoría. Estos últimos
tomaron la dirección del partido y eligieron a Sabino Augusto Montanaro, Ministro del
Interior del gobierno de Stroessner durante el período 1966-1989, como nuevo presidente
del partido y a Stroessner como candidato presidencial para las elecciones de marzo de
1988.

Los tradicionalistas, quienes conformaban el otro sector, representaban a la vieja


guardia del Partido Colorado, cuya alianza con el dictador tres décadas antes, le había
facilitado la toma del poder y su afianzamiento. Sostenían que Stroessner era demasiado
condescendiente con el sector militar y que el Partido Colorado corría riesgo de quedar
dominado por ellos. Les preocupaba, además, la actitud agresiva que tomaban los
―militantes stronistas‖ a la que consideraban responsable de provocar descontento entre la

90
ciudadanía opositora, por los distintos hechos violentos que generaban en las
manifestaciones y la irrupción violenta en sus reuniones.

La misma situación conflictiva apareció dentro del ejército, donde se generó un


fuerte resentimiento por parte de los oficiales de mando medio debido a que Stroessner
mantuvo en el mando a sus generales por más de 10 años, limitando las posibilidades de
ascenso y carrera profesional de los mandos emergentes. Su objetivo principal fue colocar
en los puestos claves de las Fuerzas Armadas a hombres de confianza de su hijo Gustavo,
cumpliendo con los deseos del sector de los ―militantes stronistas‖ que buscaban la
sucesión presidencial con otro Stroessner (Vila, 1999).

En cuanto a los factores económicos que contribuyeron a la realización de este


golpe militar, podemos reiterar que desde principios de los 80 se empezó a sentir una fuerte
recesión económica – a la que ya nos referimos in extenso en el Capítulo I- principalmente
entre 1981 y 1983 con la crisis del agro profundizada por las inclemencias climáticas, lo
que generó en los sectores más desposeídos –históricos aliados incondicionales del
régimen- un profundo malestar y descontento por la crisis económica que repercutía
directamente en su calidad de vida.

Esta crisis económica afectó, además, aunque en menor intensidad, a las capas
media y media alta nacionales que surgieron durante el régimen. En efecto, la construcción
de las represas binacionales de Itaipú y Yacyretá –además de producir enormes dividendos
para el gobierno- alentó la formación de una clase media de técnicos, profesionales,
funcionarios y empresas constructoras, hidráulicas y electromecánicas prestadoras de
servicios tercerizados por las binacionales (Giménez Abrahan, 2008).

Al mismo tiempo, el régimen posibilitó, por medios espurios, el surgimiento de una


clase media alta a partir de mecanismos ilegales con protección política, de contrabandos,
tráfico de estupefacientes, armas y crimen organizado, especialmente el vinculado a la
comercialización de vehículos de alta gama, robados en distintos países, entre ellos Brasil, e
ingresados al mercado nacional paraguayo mediante un sistema de re-patentamiento que

91
otorgaba a dichos vehículos, conocidos con el nombre local de “auto mau”35, una
autorización de libre circulación en el territorio nacional, aunque se desconozca su titular:

“¡Nuestros conocidos tenían unos autos impresionantes! ¡De esos que sólo
vez en las películas!…y le decían a mi esposo: mirá „boludo‟ ¡lo que te perdés! Ya
la corrupción andaba a todo trote en Paraguay… y uno que no está preparado para
eso, ¿no?” NG, exiliada en 1962.

La corrupción, como sistema generalizado, se instala en el Paraguay durante el


régimen stronista como el ―modo natural‖ en que suceden las cosas y es conocido
públicamente como ―el precio de la paz‖. Existe para todo trámite, un derrotero paralelo
que funciona con displicencia de los funcionarios, éstos tienen sus propios ―aranceles‖
prebendarios que complementan sus salarios (CEPAG y Blach, 1991). En efecto, las
personas valoran o califican los puestos de trabajo teniendo en cuenta este tipo de
―complemento salarial‖ generado a partir de coimas y prebendas, no solo a gran escala
como puede ser en los cargos ejecutivos, judiciales y legislativos, sino a escala micro. Un
simple trámite personal, la inscripción en un registro, etc., tienen su ―arancel‖ de montos
mínimos como cinco mil o diez mil guaraníes.

Los dividendos obtenidos de esta manera eran exhibidos a quienes se debieron


exiliar, como ―logros‖ alcanzados por quienes se quedaron en el Paraguay durante la
dictadura:

35 Voz local de origen incierto utilizada para calificar cualquier objeto de ―procedencia desconocida‖ aunque
de evidente origen ilegal o criminal, pese a lo cual sus poseedores no reciben una sanción ni legal, ni social.
Más bien, una gran parte de la ciudadanía considera que se trata de vehículos de segunda clase, sólo por la
restricción de circulación dentro del país exclusivamente, y consideran ―tontos‖ a quienes pagan valores
mayores por vehículos legales de menor calidad. Pero su valor, sensiblemente reducido, coloca a este tipo de
vehículos en un sector del mercado, al que pueden acceder las clases medias. Es notable cómo en Paraguay es
posible tener vehículos “mau” de alta gama internacional como Mercedes Benz o BMW a un precio inferior
incluso a vehículos de segmentos de mercado inferiores. Recientemente, el Diario El País de España (2011)
cita a una periodista paraguaya que dice: "Sí, éste es un coche mau, pero me harté de ser tonta. Yo siempre
había comprado los coches legalmente, pero tenía que pagar cuatro veces más que por uno sin papeles. Así
que me decidí por un mau". Cita en el mismo artículo al abogado paraguayo Julio César Martinessi quien
sostiene que, del parque automotor paraguayo integrado por unas 260.000 unidades, al menos 100.000 son
‗mau‘. La legalización de este tipo de vehículos por parte del Registro del Automotor, que le otorga
actualmente una ―Cédula Marrón‖, se debe a la necesidad de recaudar impuestos por este procedimiento de
más del 40% de los vehículos circulantes (José Comas, Enviado Especial, Asunción 06/03/1988, citado en El
País, 2011).
92
―No… volver a empezar allá, no, mirá los últimos tiempos, ya era una cosa
asquerosa: nosotros veíamos a nuestros amigos, a nuestros colegas mismos, para
aumentar lo que ganaban, metidos en tonterías, en venta clandestina de productos
del agro, que no era lo que tenían que hacer” NG, exiliada junto a su marido e
hijos en 1962.

“Y mi marido vino a trabajar dentro de… un programa de los yanquis, que


se llamaba, “Programa Para el Progreso”… mi marido trabajaba para los yanquis
con ingenieros agrónomos americanos que era gente que vino a cumplir su función
técnica, o sea, con ganas de ayudar, pero… todas esas cosas que traían para
ayudar al pueblo paraguayo, por ejemplo al campesino, productores de bovino,
pollos, todas cosas para mejorar… terminó todo en las estancias de los militares. Si
mi marido andaba… y se hacían las exposiciones como en la rural de acá, pero en
Villa Rica. Le mostraban los toros campeones, ¡los premios! todas esas cosas iban
a parar en manos de los militares. Lo que los yanquis hicieron fue reforzar el poder
de los militares, pusieron muchas armas. Después… pero mucho después, supimos
que su intención era implementar el Plan Cóndor para todo el Cono Sur, Argentina,
Chile, Paraguay, Uruguay, todo… Así que, no solo no sirvió para el pueblo sino
que al contrario, le dio fortaleza al poder, ese fue el resultado…” NG, exiliada
junto a su marido e hijos en 1962.

Estos sectores medios y medio altos, avizoraron que la caída del gobierno era
inminente y, como no compartían la propuesta de los ―militantes stronistas‖ que postulaban
para la sucesión presidencial al Coronel Gustavo Stroessner, apoyaron al grupo militar
conspirador encabezado por otro miembro de la familia política de Stroessner, el General
Andrés Rodríguez.

Para 1988, la crisis agraria llegaba a su fin y se esperaban cosechas récord en la


producción de soja, maíz, trigo y algodón y, en breve, las primeras regalías de la Represa de
Itaipú. Ante el panorama de inminente nueva bonanza económica para el régimen y la
posible recuperación del apoyo popular perdido que esto traería, el sector conspirativo
entendió que el golpe contra Stroessner, no podía hacerse esperar.

93
Por otro lado, la iglesia como institución jugó un papel ambiguo a través de los 35
años de duración de la dictadura.

Podemos ver que desde la década del sesenta, la iglesia latinoamericana, en general,
agudizó sus contradicciones internas consolidadas en dos sectores bien diferenciados: el
sector ultraconservador Opus Dei; y la Teología de la Liberación con su ―opción por los
pobres‖, lucha contra la pobreza y la marginalidad y compromiso con el pueblo.

En efecto, es de público conocimiento en el Paraguay que ciertos sectores de la


institución eclesiástica estuvieron involucrados en el Operativo Cóndor y algunos
sacerdotes como Pa‘í36 Coronel, Pa‘í Meza o Pa‘í Rubio actuaban como informantes del
régimen, delatando a sus seguidores o sugiriéndoles que se entreguen, y hasta en las
sesiones de tortura:

“Llevamos a la cárcel de Tacumbú unas cartas que me daba el cura de


Encarnación, de aquellas mujeres que tenían presos a sus maridos ahí, en la misma
situación que nosotros… Meza se llamaba este tipo, y resultó que él cobraba como
si fuese un militar y nosotros con MM, una amiga que estaba en mi misma
situación, le entregábamos al cura éste las cartas que nos daban los presos para
que se las lleve a sus familias que estaban en Encarnación. Había sido que todas
las cartas eran confiscadas porque el cura era también pyragüé, y leían todo… y
sabían todo lo que nosotros hacíamos…” NM, exiliada junto a su esposo e hijos en
1960.

No obstante, muchísimos sacerdotes ayudaron a las familias perseguidas por el


régimen y se opusieron firmemente, llegando incluso ellos mismos a ser víctimas de esta
situación de persecución, encarcelamiento, tortura, desaparición, asesinato y exilio, como
Pa‘í Talavera, Pa‘í Miguel, Pa‘í de la Vega o el destacado sacerdote y lingüista español,
estudioso del guaraní, Bartomeu Meliá que también debió marchar al exilio.

A partir de 1970, con la asunción del monseñor Ismael Rolón Silvero como
Arzobispo de Asunción, la máxima autoridad Arquidiocesana –quien sostuvo una postura
firme en contra de los abusos de la dictadura sobre la población desde la Conferencia

36
Voz guaraní que significa ―padre‖ con la que se designa en Paraguay a los sacerdotes de la iglesia católica.
94
Episcopal Paraguaya, a través de la Carta Pastoral ―Saneamiento Moral de la Nación‖- el
conflicto iglesia-gobierno fue agudizándose hasta que, a mediados de la década del 80,
llegó a su punto máximo cuando prácticamente se produjo una ruptura de relaciones y la
Iglesia Católica pasó a constituir un factor más que posibilitó la caída del régimen (CVJ,
2008, Tomo I: Pp. 89).

Varios fueron los factores externos que ayudaron al derrocamiento de la dictadura


en el Paraguay; para el gobierno americano la democratización del país – y de todo el Cono
Sur- se había incorporado a su agenda de Estado (USAID, 2008).

Corrupción mediante, durante los años ´80 el Paraguay se había convertido en un


lugar clave para el tránsito de la cocaína desde Bolivia hacia Estados Unidos y Europa;
además de transformarse en un nexo importante para el tránsito de productos químicos que
se utilizaban para el refinamiento de la misma; por lo que la DEA (Drug Enforcement
Administration) intentó controlar el enclave paraguayo de la droga. En estos negocios
estaban involucrados civiles y militares vinculados de una u otra manera con Stroessner
(Diario ―Pedro Juan Digital‖, Paraguay, 2011):

“Mi marido y yo, en el ´55 nos casamos, y nos fuimos a vivir al monte, a
una zona terrible, que ahora es el centro de la marihuana, una parte brava esa, a él
lo contratan de una compañía norteamericana de café, nosotros después a la
distancia analizábamos con él, porque a nosotros no nos cerraba el tema del café
en el lado paraguayo, los costos eran muy altos y esa gente compró doscientas mil
hectáreas, baratísimo, era algo así como un dólar la hectárea, a nosotros lo que no
nos cerraba era la inversión tremenda que hicieron y es una zona muy fría para el
café, el café es tropical, entonces caían heladas, mataban muchas plantas, había
que replantar miles de plantas, tal es así que en nuestros análisis no sabíamos que
era, pensábamos en pistas de algún yacimiento de oro, porque es una zona de
mucha serranía, está toda la cordillera de Amambay más al este, no nos cerraban
los números. Y nosotros después, a la distancia, cuando esto empezaba a efervescer
nos dimos cuenta de que el objetivo real era venir a plantar marihuana, porque el
monte no se tiró, ellos decían que traían el proyecto de plantar bajo media sombra
el café porque dice que el café es de mejor calidad semi-sombreado, y ese monte no
lo tiraron porque ahí abajo iban a plantar marihuana.” NG, exiliada junto a su
marido e hijos en 1962.

95
Para 1989 se había restaurado el sistema democrático en los dos países más
cercanos, Argentina y Brasil, donde se encontraba la mayor parte de los exiliados
paraguayos, que se manifestaban públicamente por el retorno a la democracia en su país de
origen. Las presiones internacionales contra el régimen hacían aún más insostenible la
situación.

Desde Europa, principalmente desde España, los exiliados paraguayos comenzaron


a organizar las llamadas ―Jornadas por la Democracia en Paraguay‖ (1987) con el fin de
promover la unidad de las distintas fuerzas políticas y sociales, diseñar una estrategia
conjunta y, formular un modelo consensuado de transición a la democracia.

Diario ABC de Madrid, 24 de febrero de 1984, Sección Internacionales. España37

Todo esto sucedía en un contexto de transformación mundial muy importante: el


final de la guerra fría, el desmantelamiento del imperio soviético y la ―caída del muro de
Berlín‖. Y, por otro lado, el comienzo de una nueva era de globalización tecnológica con
grandes avances en las comunicaciones y un reordenamiento del mundo que vio el

37
En: Giménez Guanes, 1987: Pág. 177
96
surgimiento de los bloques regionales de la Comunidad Europea, el MERCOSUR, el
ALCA y de la República China como poderes políticos y económicos; un proceso de
democratización en América Latina y la consolidación de la injerencia de los organismos
de Derechos Humanos internacionales, a través de programas, proyectos y organizaciones
no gubernamentales que desembarcaron en varios países y, particularmente, en el Paraguay.
En efecto, las ONGs tienen en el Paraguay un papel relevante en la construcción, el
sostenimiento y el control de la democracia, además de generar una masa crítica defensora
de los Derechos Humanos.

Paraguay comenzó a ser condenado abiertamente en los foros internacionales y por


la Organización de Estados Americanos.

Fue incluido en el denominado ―Procedimiento 1503‖ de las Naciones Unidas, por


el cual la Comisión de Derechos Humanos de la ONU recibió denuncias individuales sobre
violaciones masivas o sistemáticas en el Paraguay, y preparó un informe con
recomendaciones confidenciales para el Estado. El procedimiento 1503 fue establecido por
el Concejo Económico y Social de las Naciones Unidas, mediante la Resolución Nº 1503
del 27 de mayo de 1970, para las situaciones concretas que parezcan revelar un cuadro
persistente de violaciones manifiestas o fehacientemente probadas, de violaciones a los
Derechos Humanos y a las libertades fundamentales en un determinado país.

Desde 1978 hasta 1990, durante casi 13 años, Naciones Unidas, de manera
confidencial, supervisó la situación de los Derechos Humanos en el Paraguay a través de
distintos órganos, el gobierno del Paraguay y las ONGs de Derechos Humanos en el país.
Estos documentos son un reflejo de la manera en que se vivió el último tercio del régimen
militar. Muestra –a través de informes y otros comunicados que fueron remitidos a
Naciones Unidas, durante la década de los 70 y 80, por parte de organismos no
gubernamentales y por particulares- la forma en que se violaron los Derechos Humanos en
el Paraguay:

97
COMUNICACIÓN DE LA CONFEDERACIÓN PARAGUAYA DE
TRABAJADORES EN EL EXILIO

Exilio, Buenos Aires 21 de febrero de 1.985

Al señor Presidente de la Comisión Internacional de Defensa de los Derechos Humanos de la


Organización de las Naciones Unidas (ONU) Ginebra-Suiza.

En nombre de los trabajadores paraguayos e invocando el amparo que nos otorga la Carta
Fundamental de Naciones Unidas, la Declaración Universal de los Derechos Humanos y del
Hombre, los Pactos Internacionales de Derechos Económicos, Sociales, Sindicales y Culturales,
cuyos textos han sido oportunamente suscriptos por el Gobierno del Paraguay, presentamos ante esa
Comisión una formal denuncia contra el régimen de Alfredo Stroessner Matiauda, del Paraguay por
la permanente y sistemática violación de sus compromisos internacionales de respeto de los
Derechos Humanos, las libertades políticas y democráticas, el derecho a la libre agremiación,
huelga, negociación y contratación colectiva, y por su acción policíaca de control, intimidación -
torturas y despidos- contra los trabajadores, obreros, empleados y campesinos.

Los Pactos Internacionales, la Constitución Nacional del Paraguay, las disposiciones del
código de trabajo, las leyes y decretos reglamentarios al igual que los convenios internacionales de
la OIT números 87 y 98, sobre libertad de la sindicalización y de contratación colectiva, son
sistemáticamente violentados, creando una situación de grave desequilibrio en la sociedad
paraguaya y en las relaciones industriales entre el capital y el trabajo, en prejuicio de estos,
sometidos a un sistema de explotación, desprotección y miseria.

El Régimen de Alfredo Stroessner se ha dado a la tarea desde hace 30 largos años, a destruir
el movimiento sindical, a socavar a las instituciones políticas, sociales y culturales en desmedro de
sus derechos e intereses y a favor de los sectores egoístas y explotadores que medran con el dolor
paraguayo y la angustia popular.

El compatriota abogado Dr. Waldovino Ramón Lovera, destacado dirigente político de


nuestra patria, conocedor a fondo del drama nacional que nos agobia lleva la presentación de la
Confederación Paraguaya de Trabajadores en el Exilio, (la CPTE/legítima, ante este foro
internacional con el cometido de exteriorizar ante el mismo- y recabar una acción humanitaria y de
defensa internacional- en defensa de los valores de la civilización humana, tan brutalmente
castigado por la tiranía de Alfredo Stroessner en Paraguay.

Saludámosle muy atentamente.

Presentación ante la ONU de trabajadores en el exilio38

38
(Citado en Valencia Villa, 2010: Pág. 474).

98
APÉNDICE III PARAGUAY

Expulsiones forzosas del país

Otros ejemplos de personas expulsadas sumariamente del Paraguay

Roque Ruíz Díaz

Roque Ruíz Días formaba parte de un grupo de 38 personas detenidas entre febrero
y abril de 1982 que fueron acusadas en virtud de la Ley 209, en relación con su pregunta,
pertenecía al ―ala china‖ del proscrito Partido Comunista del Paraguay. Roque Ruíz Díaz y
otros dos presos ―pro China‖ Emilio Lugo Valenzuela y Antonio González Arce, fueron
condenados en mayo de 1984 a cuatro años y ocho meses de prisión. En octubre de 1985
los defensores solicitaron peticiones de libertad condicional en nombre de los tres hombres,
basándose en que ya habían cumplido dos terceras partes de la pena y habían observado
buena conducta durante ese período.

El 11 de diciembre de 1985 la Corte Suprema de Justicia concedió la petición de


libertad condicional y después de los procedimientos administrativos de la puesta en
libertad, los tres hombres fueron conducidos de la Penitenciaría Nacional de Tacumbú a la
Central de Policía en Asunción, y de allí al Departamento de Identificación de Policía y
finalmente al Departamento de Investigaciones, en donde permanecieron detenidos.
Después de la presentación de peticiones de habeas corpus en su nombre, Antonio
González Arce y Emilio Lugo Valenzuela fueron finalmente puestos en libertad el 16 de
diciembre de 1985 pero Roque Ruíz Díaz fue conducido a la frontera y arbitrariamente
expulsado cerca de la ciudad argentina de Clorinda. La policía Paraguaya le dijo que era
expulsado por tener antecedentes policiales. En el Código Penal de Paraguay no se prevé la
expulsión del país por razón de antecedentes penales.

Fragmento del Informe de experto independiente, designado por la comisión de Derechos Humanos
sobre la situación de Derechos Humanos en el Paraguay, noviembre 15 de 198639

Los medios de comunicación internacionales jugaron un papel muy importante para


los exiliados. Principalmente los medios argentinos y uruguayos, quienes denunciaron
constantemente al régimen, muchas veces con la participación directa de los exiliados
paraguayos, a través de reportajes, notas, e incluso como conductores y periodistas.

39
(Citado en Valencia Villa, 2010: Pág. 535).

99
Entre los medios uruguayos se destacó la colaboración de Saeta, Canal 10 de
Montevideo, diario ―El Día‖ y Radio Carve 850 AM, en la que trabajaba el conocido
periodista paraguayo Humberto Rubin.

Rubin fue uno de los fundadores de Radio Ñandutí de Asunción, quien debió
exiliarse por sus fuertes críticas periodísticas al régimen y por las cuales esta radio sufrió
en varias oportunidades suspensiones, interferencias e incluso, la clausura de la transmisión
por falta de garantías, el 14 de enero de 1987 (CVJ, 2008, Tomo VII: Pág. 259):

“Me acuerdo que había que escuchar radio Carve de Montevideo que
entraba con una radio clandestina de Paraguay. Todo lo que las radios
clandestinas de Paraguay decían salía en Radio Carve, y antes no había radio de
transistores ni nada, en la sala teníamos nuestra radio y se ponía radio Carve a tal
hora para escuchar. Se tenía que escuchar con la luz apagada… y un día saltó el
perro, así por la puerta en dónde nosotros estábamos y nos tiramos todos al piso,
porque allá había… la guardia urbana, se les decía a los pyragüé que estaban en
cada manzana y se encargaban de recorrer para ver quién escuchaba radio, que
hacían, todo eso… estaba apagada la luz y escuchábamos así pegados a la radio,
que poníamos bien bajita… ahí únicamente se decía la verdad, apagábamos la luz
para que no se den cuenta… y con todo cerrado…” NM, exiliada junto a su esposo
e hijos en 1960.

Desde Europa, los diarios ―El País‖, ―Ya‖ y ―Diario 16‖ de España hicieron una
importante cobertura sobre la situación política del Paraguay y apoyaron a los exiliados en
su lucha contra la dictadura stronista y por la reinstauración de la democracia.

El diario colombiano ―Occidente‖, ―Le Monde‖ de Francia e incluso el ―New York


Times‖, dedicaron unas páginas a las ―Jornadas por la democracia‖ realizadas en Madrid en
1987.

100
Diario Occidente, 1 de mayo de 1987, Sección Internacionales. Colombia40

“Protestas, manifestaciones, huelgas. El Paraguay no es más el que era”

Diario Le Monde, 6 de mayo de 1987, Francia41

40
En: Giménez Guanes, 1987: Pág. 209
41
En: Giménez Guanes, 1987: Pág. 204
101
“Yo soy uno de los tres ciudadanos a los que se les prohibió regresar. (Augusto Roa
Bastos)”. The New York Times, 6 de abril de 1986, E.E.U.U. 42

Desde la provincia de Misiones, a través del diario ―El Territorio‖, se realizó una
campaña periodística en contra del régimen denunciando los hechos de violaciones a los
Derechos Humanos, los actos de corrupción y todo lo que acontecía tanto en el Paraguay,
como en la comunidad paraguaya en el exilio. En sus páginas, frecuentemente, aparecían
artículos sobre episodios tan diversos como la aparición de cadáveres en las costas del río
Paraná, solicitadas, episodios políticos o bailes de carnaval de la Casa Paraguaya de
Posadas43.

42
En: Giménez Guanes, 1987: Pág. 207
43
El Proyecto CEDAPPA "Centro de Estudios, Documentación y Archivo del Pueblo Paraguayo en
Argentina" de la Universidad Nacional de Misiones recuperó, digitalizó y resguardó 2.500 noticias sobre los
exiliados paraguayos en Argentina producidas por el periódico local El Territorio entre 1956 y 1967.
102
“Iniciase Una Lucha Total Contra el Régimen Imperante en el Paraguay. Así lo
manifiestan los Partidos Febreristas y Liberal y el Catolicismo Paraguayo en el Exilio”

El Territorio” 22 de septiembre de 1959. Misiones, Argentina44

Desde Buenos Aires, los importantes periódicos de tirada nacional ―La razón‖, ―La
Nación‖ y ―Clarín‖, entre otros medios, apoyaron los distintos intentos revolucionarios que
se gestaron desde el exilio actuando como amplificador es de las radios clandestinas
existentes en la frontera –ZP5 entre ellas- y, reproducían los textos y mensajes que el diario
―El territorio‖ de Posadas, Misiones, captaba de esta emisora clandestina (CEDAPPA,
2007).

“La emisora de los rebeldes. El gobierno paraguayo trata de localizarla con


radiogonometros” La Nación. Año XC, Nº 31.716. 13 de diciembre de 1959. Buenos Aires,
Argentina45

44
CEDAPPA (2007) Archivos inéditos.
103
Diario Clarín. 13 de diciembre de 1959. Buenos Aires. Argentina

La presión de la oposición, los organismos internacionales y el contexto regional y


global, sumado a las crecientes fracturas internas del régimen, entre los cuales tiene una
importancia central la edad avanzada del dictador y sus primeros síntomas de enfermedad –
con un fuerte rumor de que el presidente sufría de cáncer de piel- aumentaron las
expectativas sucesorias y las pujas entre miembros de su familia, del ejército y del Partido
Colorado, determinando la configuración de una situación insostenible para Stroessner que
se volvió incapaz de manejar tantos frentes a la vez.

La caída

La caída del régimen se produjo entre la noche del 2 y la madrugadas del 3 de


febrero 1989, producto de un anunciado Golpe de Estado encabezado por el General
Andrés Rodríguez Pedotti, que puso fin a los casi 35 años en el poder del General Alfredo
Stroessner, de 76 años. Las refriegas armadas del golpe produjeron treinta muertos, entre
ellos dos civiles (CVJ, 2008, Tomo VII: Pág. 329).

45
CEDAPPA (2007) Archivos inéditos.
104
¡¡¡Febrero tenía que ser!!!

“Tarjeta roja para el tiranosaurio” Diario El Pueblo. 3 de febrero de 1989. Asunción. Paraguay46

Tras el juramento como nuevo presidente y nombramiento de su gabinete, el general


golpista Andrés Rodríguez, consuegro del derrocado dictador, terminó con el régimen
dictatorial e inició, paradójicamente, la transición a la democracia en el Paraguay. El país
conoció este hecho por medio de un comunicado transmitido a través de la Cadena
Nacional con el mensaje: “El general Stroessner se ha rendido”.

Según Álvarez (2009), los hombres del General Rodríguez detuvieron al general
Alfredo Stroessner en la casa de su amante, María Estela ―Ñata‖ Legal, tras reducir a la
guardia que lo acompañaba. Según la prensa, algunos testigos aseguraron que el dictador
abandonó ese edificio rodeado por soldados con las manos en alto; y según fuentes
oficiales, Stroessner fue detenido en el edificio del Estado Mayor, donde se había
refugiado, y trasladado al cuartel de Caballería donde permaneció detenido esperando su
partida hacia Brasil, concretada el domingo 5 de febrero de 1989.

46
Vila. A. (1999) Página de la Historia. Paraguay. ―La dictadura de Stroessner (1954-1989)‖ en:
http://www.phistoria.net/reportajes-de-historia/LA-DICATDURA-DE-STROESSNER-(1954-1989)_43.html
105
En el palacio de gobierno no hubo mucha resistencia, el combate más intenso tuvo
lugar en el cuartel general de policía, donde el ruido de las ametralladoras, disparos y
morteros hicieron que la población se encerrase en sus casas. Durante la resistencia que
opusieron los efectivos policiales, hubo numerosas víctimas mortales y muchos
contingentes fueron perseguidos por las calles de Asunción, por lo cual pudieron
encontrarse numerosos cadáveres a varias cuadras del cuartel central. El enfrentamiento
duró hasta las primeras horas de la madrugada del día 3 de febrero con la toma de posesión
de las tropas sublevadas; poco después la policía ya respondía al mando de Rodríguez.

La mayor lucha tuvo lugar en las proximidades de la sede del Batallón Escolta
Presidencial, lugar al que acudieron la mayor cantidad de miembros de las tropas
sublevadas, debido a que dicha dotación poseía gran cantidad de hombres y los mejores
armamentos. El enfrentamiento se prolongó a lo largo de toda la madrugada y, cuando se
consiguió la rendición, quedó un saldo de 150 muertos y las edificaciones prácticamente
reducidas a escombros.

Mientras esto acontecía, un capitán y seis soldados de las tropas del General
Rodríguez ocuparon la radio ―Primero de Marzo‖, la más importante del país, y lanzaron
una proclama del jefe sublevado en la cual exponía los motivos de su movimiento basado
principalmente en cinco puntos:

1) La recuperación de la dignidad de las Fuerzas Armadas (FFAA).

2) La unidad del coloradismo en el poder.

3) La defensa de la religión Católica, Apostólica y Romana.

4) La vigencia plena de la democracia.

5) El respeto a los Derechos Humanos.

Con el correr de las horas, varias unidades militares manifestaron su adhesión al


levantamiento, entre ellas: la Tercera División de Infantería (con sede en la ciudad de San
Juan Bautista), la Cuarta División de la ciudad de Concepción, la Octava División del norte
del Chaco y la Aeronáutica, quienes proclamaron su adhesión incondicional a Rodríguez.

106
Poco después de que finalizasen los enfrentamientos, miles de paraguayos,
calculados en alrededor de 15.000, se lanzaron a las calles céntricas de Asunción hacia el
Panteón Nacional de los Héroes para expresar su alegría y apoyo al derrocamiento del
dictador y al futuro del país. La multitud entonó el himno nacional y miles de personas
comenzaron a vocear ―Patria querida, somos tu esperanza‖, un himno que se convirtió en
emblema de la oposición, además de gritos entrecortados de varios grupos que coreaban el
famoso slogan contra las dictaduras: "El pueblo unido jamás será vencido", que se acuñó
en la revolución portuguesa de 1974 (Álvarez en Diario Última Hora, 2009).

ABC Color. 3 de febrero de 1989. Asunción. Paraguay47

El retorno de la democracia

Los exiliados paraguayos vivieron con euforia este momento histórico y en sus
memorias aparece sistemáticamente la narración que confronta el “dónde estaba yo en ese
momento”:

47
Ruiz Olazar, Hugo (2011)
107
“Nosotros tuvimos la suerte de estar en Asunción el día que cayó Stroessner,
siempre fuimos con mucho miedo, y justo se casaba uno de mis sobrinos y él dijo
que iba a ir igual, de todas formas las cosas no estaban bien, sabíamos que a
“papá Sam” ya no le estaba gustando Stroessner, entonces yo le dije a mi marido:
¡no! No vamos todos… porque es un peligro. Y en un momento él me dijo: bueno, si
no me quieren acompañar yo me voy solo. Mi hija estaba terminando abogacía y
me dice: ¿sabes qué, mamá? Mejor vamos a ir con él, porque si le pasa algo, mejor
que estemos juntos. Entonces fuimos al casamiento que fue en febrero del 89, la
caída fue el 3 de febrero y por esas casualidades estuvimos en Asunción justamente
ese día. Él vivió tan eufórico todo ese momento… fue tan feliz… al día siguiente se
fueron todos a la plaza de la democracia, llevó a sus hijos más grandes. Mi hijo
menor Ariel, hasta ahora me reclama que yo no lo dejé ir porque él tendría diez
años más o menos, y yo tenía miedo porque a la noche hubo enfrentamientos y,
entonces por eso no quería que se vaya el más chiquito, pero ellos sí fueron… y él
lo vivió tan plenamente ese momento, que yo creo que fue una de las tantas cosas
por las que murió en paz.” CG, su marido se exilió en 1959.

Desde el exilio este importante episodio histórico se vivió con una emoción
desenfrenada. Los entrevistados recuerdan en detalle su vivencia frente a este
acontecimiento, vivido como un triunfo personal, profundamente emotivo: por un lado la
alegría provocada por la vuelta de la democracia y la derrota de ese enemigo, y por otro la
tristeza por todos aquellos compatriotas que no pudieron vivir ese momento y que se
quedaron en la lucha. Pollak (2006) sostiene que estos recuerdos fuertemente emotivos, se
fijan a la memoria y son narrados utilizando referentes sensoriales concretos que le dan
rigor de verdad al relato. Así, aparecen olores, sensaciones, emociones:

“Cuando cayó Stroessner fue un momento maravilloso… porque


verdaderamente uno vivió como la segunda independencia de la patria, porque no
teníamos independencia con el gobierno ese… era un grupito que no representaba
a nadie, que no producía ni buscaba el bienestar del pueblo, solo el bienestar de
ellos… para nosotros significó algo grande, inexplicable y tal vez uno se esfuerza
mucho para buscar las verdaderas palabras que corresponden para decir la alegría
que tuvimos. Tal es así, que a mí me avisaron acá a las cinco de la mañana, yo
estaba solo, y justo cuando empecé a tomar unos mates, se vino corriendo uno y me
avisó… cuando me dijo eso yo sin darme cuenta tiré todo lo que tenía… derramé
todo y después quise tomar otra vez y no entendía bien lo que pasaba… La cuestión
es que nos reunimos con el presidente del Partido Liberal acá en Posadas, un señor

108
que era joyero, y lo primero que se veía ahí de todos lados eran lágrimas, porque la
alegría generalmente se manifiesta en la lágrima, porque después de tanto sufrir,
de ver, de escuchar… eso es algo grande, muy grande, es algo que muchos seguro
no entienden si se los explicás… porque tantas cosas se pasaron… tanta maldad se
pasó… durante tanto tiempo… en definitiva llevó casi 70 años, porque esto en
realidad empezó en el 40 y después el Partido Colorado siguió dominando todo… y
lo sufrimos todos, mis padres, mis hermanos, mis tíos e incluso mis hijos que
vinieron conmigo… ¡Qué no nos vamos a alegrar!” TOV, exiliado en reiteradas
oportunidades, por última vez en 1959.

―Yo estaba en Camboriú, porque escuche la radio en portugués… que


dijeron: “se cayó el dictador más sangriento de la historia” y nosotros teníamos un
departamento que estaba a 20 metros de la playa y yo vine gritando así como
estaba ¡Cayó Stroessner! ¡Cayó Stroessner! En la playa… y ahí teníamos una visita
que eran unos primos de Asunción que estaban pasando la luna de miel con
nosotros… y ellos eran colorados, porque ellos vivían en Paraguay y eran
colorados, porque mi tío era colorado… y yo no me di cuenta que vine y grité
¡Cayó Stroessner! ¡Cayó Stroessner! Y le vine a contar a ellos… y ahí les miré y les
dije… ¡hay Dios no… Si ustedes son colorados! No, tía –me dijo- no vas a creer,
nosotros éramos muy perseguidos también… Pero eso era lo que decían todos los
que se quedaron allá… que eran muy perseguidos… pero en su momento…
aprovecharon el momento de dádivas que hizo el régimen colorado, este
tiranosaurio te voy a decir… y así sentí… con alegría… ¡con alegría sin límites!
Nosotros festejamos allá en el Brasil… caravanas de gentes y de autos hubo allá…
de toda esa gente que estaba allá… eso yo… circunstancialmente me tocó vivir eso
allá…” NM, exiliada junto a su esposo e hijos en 1960.

Quienes eran niños al momento del exilio y habían crecido en la Argentina, o los
nietos de los exiliados, vivieron el retorno de la democracia con sensaciones contradictorias
que se resolvían en el plano de lo emocional, apelando a la racionalidad informativa de un
suceso político más de la región, o a una cierta indiferencia que intenta marcar distancia
con sus padres y abuelos por una lucha que ya no les pertenece:

―Y nos enteramos como todo el mundo por diario, radio… pero mi papá ya
había muerto… fue como un hecho… ya no nos afectó… quizás si hubiera vivido mi
papá hubiese sido de otra forma porque ¡él sólo se iba a ir… si era necesario

109
nadando iba a cruzar el río! Pero como… ya viste con toda la familia formada
acá…” MC, exiliada junto a sus padres en 1956.

La disyuntiva de los exiliados

El retorno de la democracia fue un momento clave en la vida de los exiliados. A


partir del mismo se abre para ellos una disyuntiva existencial: regresar o no regresar que, en
principio, se vive como una decisión terminal, sin marcha atrás, como lo fue la salida al
exilio. Con la superación del shock emocional y con la ayuda de la familia, comienza a
relativizarse la decisión del regreso y es posible empezar a pensar en volver al país por un
tiempo acotado, volver para visitar y ver qué se puede hacer:

“Con la caída de Stroessner recién ellos se liberaron como para poder


decir, bueno, puedo pasar al otro lado y visitar tranquilamente a mi familia, a mis
parientes, a mis amigos, relaciones que… durante años no se vieron” ES, su
marido se exilió en 1958.

Frente a este panorama, las familias consideraron que había llegado el momento de
hacerse conocer. Muchas familias coinciden sobre las estrategias que desarrollaron para
lograrlo:

“… la cuestión es que fuimos, se hizo conocer y ya empezamos a ir un poco


más, íbamos a fiestas, incluso una vez hizo él una, preparó con otros primos una
fiesta para juntar a todos los parientes, en la casa de la tía mas viejita que tenían
en ese momento, ahí fue realizada, y una fiesta enorme, donde no sé, había más de
cien Chávez eran… así que eso lo organizó él, como demostrando su alegría de
poder volver, bueno así… después de que los parientes le empezaron a recordar, a
saber quién era, obviamente comenzaron a hacerse conocer, a llegar, bueno a
restablecer esa relación que se rompió con la dictadura” AG, hija y esposa de
exiliados paraguayos.

Una vez establecida la democracia, los exiliados pudieron volver e intentar


restablecer las relaciones con todas aquellas personas -familiares, amigos, conocidos- con

110
las que habían perdido contacto por tanto tiempo. Aunque, en general, el panorama que
encontraron fue muy diferente al que esperaban. En muchos casos habían pasado tantos
años que ya no los conocían, lo que provocó grandes conflictos emocionales en los
exiliados debido a que las expectativas del regreso fueron creciendo día a día desde el
momento de la salida:

“Mi esposo quería ir a visitar a uno por uno a su pueblo y decirles: yo soy
fulano, yo soy Rubén Chávez y soy el hijo de don Remigio Chávez y de doña
Eleonora Blanco. Cuando tuvo la oportunidad de irse nuevamente a su país lo
acompañamos todos, los hijos, ya la nena mayor estaba de novia, así que también
lo acompañamos todos ¡y es como que nosotros sentimos que le iba a dar un
desmayo de la emoción! Cuando llegamos allá pensamos, bah, él pensaba, que le
iba a salir todo el mundo a saludar. Pero escuchamos que le decían: … Ahhh! Y
mirarlo fijamente… como no creyéndole… hasta que empezaban: si… fulano y
fulano, vos fuiste el que te fuiste, le decían algunos amigos que quedaron, grandes
como él ¿no es cierto? Y te digo que… el advenimiento de la democracia sirvió
para que él vaya a su tierra, se comunique con su gente que… le costó bastante
volver a comunicarse, hacerse conocer… ¿por qué? porque nadie lo conocía,
porque hacía treinta años o más que ya no estaba en su país.‖ AG, hija y esposa de
exiliados paraguayos.

“Y nosotros que… no terminábamos de entender la emoción del momento y


lo que significaba para él. Estábamos contentos por él, pero la vida era muy
distinta allá en su valle, muy distinta… él tenía ganas de volver a su país… pero
bueno, para nosotros, para sus hijos sobre todo, eso era imposible… nosotros no
éramos de ese lugar, no nos hallábamos… no se…” CG, su marido se exilió en
1959.

Las representaciones que la población que había quedado en el Paraguay tenía sobre
los exiliados, los que habían sido perseguidos y, más aún, si habían participado en un grupo
revolucionario, criminalizados por el régimen, eran muy negativas. Sentimientos de temor,
rencor y culpabilidad hacia los que “abandonaron el barco”, “los que se salvaron
yéndose”, “los que se volvieron comunistas en otro país”, obstaculizaron el rencuentro
inicial, situación que en muchos casos se mantuvo sin poder restituir los lazos afectivos.
Pero en la mayoría de los casos se restablecieron las relaciones familiares y amistosas a uno

111
y otro lado de la frontera o se crearon nuevas relaciones transfronterizas, con el correr del
tiempo y, sobre todo, con la continuidad democrática que quitaba el velo de “peligrosidad”
que cubría a los exiliados, sobre todo por sus ideas foráneas, su determinación ideológica y
su experiencia de vida en países más desarrollados que el Paraguay de Stroessner, a través
del reencuentro y el reconocimiento del ―otro exiliado‖. Por todo, la mayoría de las
personas no se sienten obligada a mantener a lo largo de su vida las mismas afinidades con
los parientes o los mismos lazos amistosos, sólo en situaciones de quiebre violento, las
relaciones de la infancia se primordializan y sobre determinan, limitando la fluidez del
devenir de la vida que da a cada momento la posibilidad de crear y recrear relaciones:

“Hay una cosa que a mí me gustó mucho, de los sobrinos de Tito, porque un
solo hermano quedó allá en Asunción, después como que se reivindicaron sobre la
historia de sus tíos. Hace poco me contó mi hijo, de sus primos, que ellos en su
momento cuando eran todos criaturas, tenían vergüenza de lo que habían hecho sus
tíos, tenían vergüenza porque tenían miedo, porque les parecía que eran unos sin
vergüenzas, unos forajidos, unos oportunistas, ellos pensaron todo eso porque es lo
que se decía en los diarios de Asunción.” CG, su marido se exilió en 1959.

“… yo le dije a mis sobrinas, son ustedes las que tienen que remover todo
esto, y reivindicar a su padre, porque siempre se lo trató de bandido ¿viste? Porque
a todo el que persiguió la dictadura se lo trataba de bandido. La reivindicación
económica no significa nada, porque nunca va a reparar lo que pasaron ellos, a mi
me interesa su reivindicación moral, verdad, porque cuando ellos, con el tema de
Coronel Bogado, que le pegaron tanto, le agarraron… Fijate hasta donde llegaba
la arenga, que en la escuela de mis sobrinos, todas las mañanas sacaban a relucir
el tema este, pobre los hijos ¿no? Uno de mis sobrinos ya no quiso saber más nada
del padre, se hizo grande y salió del Paraguay, se fue y nunca más volvió, quedó
muy marcado con este tema del padre…” NG, exiliada junto a su marido en 1962.

Muchos de ellos no pudieron volver a fortalecer esos lazos rotos tras el exilio,
principalmente los de la segunda y tercera generación de estas familias, quienes
desarrollaron toda su vida en el exilio:

“Ya viste, con toda la familia formada acá… ir de paseo incluso, es


complicado… íbamos mucho más cuando vivía mi abuela pero por ejemplo, mis

112
primos siempre me decían ¿por qué no vienen aunque sea un feriado? y yo le
digo… ¿vos te olvidás que los feriados argentinos no coinciden con los de
ustedes?… salvo que sea semana santa o cosas así… entonces en lugar de venir a
visitarlos venimos a molestar porque ustedes tienen que trabajar, en cambio mi
abuela estaba siempre… es como que hasta eso perdimos por culpa de la política…
en el entierro del hermano de mi papá, es como que sentimos que ni siquiera
tenemos tíos…hasta eso hemos perdido por la política les dije… pero estamos acá,
ustedes saben, me dicen… Si, sabemos que tenemos las puertas de su casa abierta…
pero de todas formas se pierde esa relación cotidiana.” MC, exiliada junto a sus
padres en 1956.

La idea del regreso siempre estuvo presente para todos los exiliados, sin embargo,
muchas familias no pudieron regresar al país hasta el advenimiento de la democracia,
debido a que sentían que su vida corría peligro si eran descubiertos en su país:

“…era un peligro cruzar, yo tampoco quería ir con los chicos, porque podía
quedar del otro lado, ellos sí venían cada tanto, los hermanos de él, la mamá, pero
nosotros no. (…) Y el vino en el ´58 y hasta el ´89 no pudo volver.” ES, su marido
se exilió en 1958.

“Cuando cae Stroessner el vuelve, no inmediatamente, porque esperó


primero un tiempito y después fuimos, le acompañamos todos, su papá ya había
fallecido, eso también le marcó a fuego porque no pudo estar en el sepelio de su
papá.” AG, su marido se exilió en 1958.

Aunque, según Rodríguez (2007) los exiliados se esfuerzan por permanecer


idénticos al momento de partir, para poder ser reconocidos por los suyos a su regreso, y
están convencidos de que así es, de que no cambian, por lealtad a su país, a su gente, es en
el regreso cuando se produce ese auto reconocimiento de cuánto han cambiado. La imagen
de su país, que ha sido idealizada en el transcurso de los años, no se corresponde con la que
tienen en su mente, en primer lugar; y en segundo lugar, ellos mismos han cambiado, nada
les parece igual, no piensan ni sienten como antes.

113
Como demuestran los estudios realizados por CODEPU y DIT-T (1989) el período
de vida anterior al exilio siempre se recuerda como más feliz, más gratificante y las
fantasías acerca del pasado se van despegando de la realidad y esto dificulta la inserción del
exiliado en su nueva y presente situación. El futuro, en consecuencia, se vuelve espacio
nebuloso, incierto, temido:

“Cuando quise volver al Paraguay, me di cuenta de otra cosa, ya nadie me


conocía en mi propio pueblo; los vecinos que tenía ya no existían más, habían
muerto, estaban también exiliados o desaparecidos. Entonces, yo ya era un extraño
en mi propio país, en mi propio pueblo, en mi propio valle como decimos nosotros.
Entonces eso me dio unas ganas de llorar… porque estando allá en mi país… al
que yo tanto quería volver, empecé a pensar en la Argentina… ¿Por qué? Porque
acá tengo amigos, tengo familia, tengo vecinos, compinches como se dice, hasta los
compadres están acá. Entonces la crisis… empieza a sangrar la herida abierta,
después vuelvo acá y sigo pensando otra vez allá. Entonces es una cuestión
permanente de doble vida, doble personalidad que yo llamo, no se los psiquiatras
que nombre le darán a eso” NC, Exiliado desde 1958.48

Como señalan CODEPU y DIT-T (1989) si bien el país de acogida aparece en la


mayoría de los relatos como ―fraternal y protector‖, como un lugar donde se establecen
nuevas relaciones entre los compañeros de exilio, donde se mantiene una importante
actividad grupal en torno a la situación política y a la búsqueda de solución a los problemas
inmediatos, también en él se vive una situación de aislamiento y desarraigo. Es así que el
exiliado se enfrenta a una situación muy particular en la que, por un lado, intenta adaptarse
a las condiciones impuestas por su nuevo lugar de residencia y, a su vez, espera poder
regresar a su tierra. Esto dificulta la integración y adaptación al país de acogida,
produciendo una actitud de rechazo y crítica a los usos y costumbres locales, a veces hasta
con resistencia a aprender el idioma local:

“Económicamente nuestro pasar fue muy bueno, después de que P asumió


que nos quedaríamos acá para siempre… hasta llegó a ser presidente del Rotary y
otro cuñado que vino también corrido… por el Movimiento 14 de Mayo… llegó a

48
En: CEDAPPA (2007) Memoria ―Exilio paraguayo en la frontera Argentina‖ II Audiencia Pública
Internacional.

114
tener él, un puesto de director de aeronáutica, mi otro cuñado manejaba el
helicóptero del gobernador Irrazábal, después otro fue gerente de Coca Cola… así
que nosotros también dimos nuestro granito de arena acá, a esta sociedad… y
también a nuestro país… porque vinimos a ser alguien acá… siempre me emociono
cuando pienso en eso… y se me aparecen unas lágrimas de por medio… (llora)
cortemos un poquito porque se me nubla el corazón… la tercera parte de nuestras
vidas, cuando nos quedamos acá, ya fue de bonanza… bonanza económica más que
nada… pero sin embargo, cada vez más extrañábamos nuestro terruño al no
saber… al no poder… cuando te prohíben parece que esa parte psicológica es lo
que más te duele… y bueno… ya entendimos que debíamos ir criando a nuestros
hijos como argentinos... que yo no les llamo así… ellos son “paraguayantinos”,
poné un poquitito esa palabra así les digo a los que son gente de exiliados, para
que ellos no se olviden de sus raíces, mi marido siempre decía: yo tengo el corazón
partido en dos, porque la mitad es de la Argentina y la mitad es del Paraguay,
porque así como le quiero a la Argentina, le quiero al Paraguay…” NM, exiliada
junto a su esposo e hijos en 1960.

Con una dictadura tan prolongada –recordemos que estamos hablando de 35 años de
este régimen en el poder- las posibilidades de un retorno al Paraguay eran cada vez más
lejanas, ya sea por el arraigo de los exiliados al nuevo país, por las pocas posibilidades
laborales que ofrecía el Paraguay, por el miedo que fue inculcado por la dictadura, como
por la negativa de repetir la historia con sus hijos una vez más:

“Aparte, sus hijos, están acá, entonces él también no quiere que sus hijos
pasen lo que él pasó, tal es así que cuando él tuvo la oportunidad de volver al
Paraguay con la caída de Stroessner se abrieron muchos panoramas, pero no es
que laboralmente estaba todo bien. Estaba todo bien para gente que tenía dinero y
podía ir a pasar una semana, pero para quedarse tenían que pasar allá unos dos o
tres años hasta que se pueda establecer de nuevo. Nosotros digamos, no somos una
familia de tipo medio alto, pero de tipo medio-medio si, medianamente los chicos
saben lo que es tener aunque sea unos pesos para tomar un helado, y desde el
colegio primario hasta la universidad, entonces eso hizo que él también pusiera los
pies sobre la tierra.” AG, hija y esposa de exiliados paraguayos.

“… no fue a Paraguay a establecerse después del advenimiento de la


democracia por nosotros, por la familia, porque sería muy duro… por los chicos
bastante creciditos ya, empezar de nuevo, cambiar de amigos, porque a él le pasó,

115
el vino en plena adolescencia con dieciocho años, para cincuenta años atrás era un
nene, así que fue duro y eso tampoco quiso hacer con sus hijos…” AG, hija y
esposa de exiliados paraguayos.

“…el volvió a trabajar (…) incluso invirtió… puso un aserradero en


Paraguay, pero le fue muy mal. Cuando él volvió me dijo: no es el Paraguay que yo
dejé, está lleno de sinvergüenzas, de oportunistas, de prestamistas. Se vino
decepcionado, lo que pasa es que cuando él vino era un joven idealista y anda a
saber lo que él pensaba encontrar de su Paraguay… Y la dictadura lo único que
hizo fue convertir un pueblo generoso en una manga de delincuentes y
contrabandistas…” CG, su marido se exilió en 1959.

Las memorias de los migrantes conjugan habitualmente las incorporaciones y los


rechazos de la novedad, con la ideología de la conservación de la herencia. La tradición se
vuelve un modo de legitimación, pero cuando se vuelve una herencia objetivada, una marca
cultural sin alcance sobre el presente, un simple objeto de nostalgia, según Balandier
(1993), ella no es más generadora de continuidad, y ya no consigue arraigarse tan bien en la
vida cotidiana. Se transforma en una memoria vulnerable que se debilita día tras día, en una
supervivencia que poco a poco se separa de la vida misma del grupo hasta desaparecer
completamente.

Hay tres modalidades de tradicionalismo según lo define George Balandier, el


―tradicionalismo mental” que apunta al mantenimiento fiel de los valores, el “seudo
tradicionalismo” que es una tradición reformulada con motivo de grandes conmociones, y
el “tradicionalismo formal‖ que utiliza formas mantenidas cuyo contenido ha sido
modificado (Citado en Candau, 2001).

A pesar de que muchos exiliados no regresaron a vivir al Paraguay; casi como una
forma de revelarse simbólicamente y de no perder su nacionalidad, jamás se naturalizaron
argentinos. Incluso a pesar de que hasta entrados los años ochenta, con el gobierno de Raúl
Alfonsín, por ley, a los extranjeros no se les permitía poseer propiedades. Como estrategia
para evitar naturalizarse, pusieron todos sus bienes a nombre de sus familiares argentinos
(hijos, esposas, etc.):

116
“Mis padres crearon escuelas acá, y dieron el puntapié inicial para crear
una universidad, a ellos tendrían que haberles otorgado la carta de ciudadanía y
no que yo tenga que venir a rogar que me la den… aunque por lo visto mi discurso
fue muy convincente porque no pasó una semana que me la otorgaron. Ya era el
año 75, ellos demostraron tanto… y nosotros ya estábamos muy afincados y
afianzados en nuestra vida acá… se debió un poco a eso de que… no queríamos
perder nuestra nacionalidad paraguaya… nos parecía horroroso que nos digan
tenés que renunciar a tu nacionalidad para poder tener la argentina, es una afrenta
directamente ¿no? Mis padres siempre lo consideraron así” FB, hija de exiliados.

“Si bien él cruzó legalmente, nunca se naturalizó ¡el va a morir paraguayo!


Tiene la radicación, el documento argentino tiene acá, tal es así que toda una
historia para tener algo, siempre todo estaba a mi nombre por eso, porque viste que
hay una ley, ahora ya no, con Alfonsín terminó, pero a él nunca le doblegaron
porque dijo yo voy a morir paraguayo, y es toda una idiosincrasia que tienen
asumida ellos, un amor a su patria impresionante, nada que ver con el argentino.
Ellos, al momento de la verdad son paraguayos y punto, así es la historia con
ellos.” ES, su marido se exilió en 1958.

Cuando las mujeres exiliadas reflexionan sobre cuál fue el papel que jugaron dentro
de la familia, reconocen constantemente que su rol era de contención, de ayuda al marido,
eran su apoyo moral, físico y sentimental. Y que esto se logra a través del conocimiento:

“… hoy te diría que la mujer que vive con un exiliado político tiene que, en
primer lugar, informarse cuál es su situación, por qué está en este país, cual es su
situación, qué le pasó, conocer todos esos antecedentes, recibir a sus amigos,
porque para ellos el amigo, el que es de su pueblo, o el paraguayo, que por
supuesto es de la misma extracción política, ocupa un lugar preferencial para ellos:
es importantísimo…” ES, su marido se exilió en 1958.

“… la mujer le da al exiliado paraguayo mucho apoyo, tanto moral, físico,


emocional, y económico también. Porque el establecimiento territorial depende
mucho de la cuestión económica. Por lo tanto en eso, jugamos un papel yo creo,
que muy importante, y esto no lo digo, por vanagloriarme, pero es así. Sobre todo
un papel de fortaleza, sobre todo como te dije, a mi me sirvió mucho el

117
conocimiento, para aplicarlo en el tiempo y en el espacio que me tocó vivir.” AG,
hija y esposa de exiliados.

Los hijos de exiliados reconocen esto en el rol que sus madres desarrollaron como
sostén familiar y como referente moral para ellos. Esta percepción, sumada a las conductas
erráticas de sus padres, las ausencias prolongadas sin explicación y las infidelidades
paternas, producto en parte de dicha situación, colocaba a los padres en una situación de
inferioridad respecto de la madre desde la mirada de los hijos:

“Mi mamá no, nunca lo acompañó políticamente… primero porque no le


gustaba y después que, nosotros éramos muchos hijos… en una oportunidad discutí
con un señor… mi papá tenía sus defectos de… de “polleritas” digamos ¿no? y el
tipo éste estaba hablando así conmigo, y le digo… mirá… los que apañan esas
cosas no entran a mi casa… porque yo sabía lo que era él también… y me dice… ¿y
vos no pensaste que tu mamá no tiene algo que ver con las „macanas‟ que se
mandaba él? … ¡y me enojé! Y le contesté: si vos me explicas por qué ella estaba
casada, si vos me explicás por qué, vas a saber por qué nunca le acompañó…
porque nosotros éramos demasiados hermanos… ¿viste qué fácil es culpar? si ella
no le acompañaba, ella tenía la culpa… los hombres solo piensan así… que las
mujeres tenemos que quedar cuidando hijos, atendiendo la casa, que el señor llegue
a la hora que llegue, con quién sea, porque mi papá por ahí aparecía con 5 o 6
tipos y había que darles de comer… entre ellos vos –le dije… jamás se negó…
porque tenían la comida ahí… y aparecían eh… y no es que teníamos comida para
5 personas o más… y de eso yo me acuerdo perfectamente. Y le digo:… a todos
ustedes un día de estos, Dios les va a castigar por haber juzgado mal a mi madre y
hacer las cosas que hicieron de apañarle a él… y yo como hija me sentí mal, y
como mujer también…” MC, exiliada junto a sus padres en 1956

“Emocionalmente soy más estable, como mi mamá, mi papá no, porque era
un tiro al aire, porque venía y se iba, nunca sabía si volvía o no, si volvía a la
semana o a los dos años, eso yo jamás quise para mi vida, aunque terminé
casándome con un exiliado, pero de saber que mi marido estaba en esa situación,
jamás lo hubiese hecho, porque ya tenía la experiencia de mi madre y no quería
que me pase lo mismo. Te imaginás, de haberlo sabido desde un principio, jamás
hubiese aceptado una relación con él. AG hija y esposa de exiliados.

118
Así como los hombres fueron contenidos por las mujeres, las mujeres y los hijos de
exiliados encontraron contención, principalmente en las diferentes religiones y en el
estudio, para tratar de dar una interpretación y un sentido a su destino:

“… yo…le odiaba a mi madre, no quería saber nada de ella, y la iglesia


evangélica, que no habla de exorcismo, ni de gente mala, ellos te hablan de vidas
del alma y… vino un pastor, y todos los dolores emocionales que no conseguí curar
en toda mi vida, él, a los cuarenta me los sana… esa parte, ese odio hacia mi
madre…” PG, niña exiliada que perdió su identidad (según su documentación
argentina nació en 1970 en Puerto Rico, Misiones).

“… nosotros fuimos colaboradores de la iglesia toda la vida, eso sí, yo hasta


hoy sigo, si vos ves que no me encontrás a mí, es porque yo ando en la pastoral de
la salud, llevo la comunión, estoy en el Hogar Teresa de Calcuta, es decir que
desde que yo me jubilé tengo a mi familia y a la iglesia, dos cosas en las cuales
invierto mi tiempo específicamente, y todo eso colaboró, mas la oración y la
protección divina que tuvimos, que no nos pasó nada durante el proceso militar…”
ES, su marido se exilió en 1958.

“… la que se tuvo que amoldar y tratar de amoldarlo a él, fui yo, pero como
te digo en base a mucho estudio de psicología…” AG, hija y esposa de exiliados.

Gran parte de los exiliados iniciaron su militancia política recién una vez en el
exilio. Muchos de ellos debido a que, en primera instancia, como mencionamos en
capítulos anteriores, la persecución política ―disfrazó‖ en el Paraguay la exclusión
económica y laboral, o actuó como ajuste de cuentas entre conocidos, rencillas con vecinos,
amenazas de muerte, etc. Otros salieron al exilio siendo niños o adolescentes, junto a su
grupo familiar y no llegaron a tener una actividad política en el Paraguay. Casi sin
excepción los exiliados participaron activamente en la militancia política por el retorno de
la democracia al Paraguay, incluso aquellos hijos que nacieron y se criaron en la Argentina,
pero lucharon por la democracia y los Derechos Humanos como una causa latinoamericana:

“Yo tuve una militancia argentina digamos, ya estaba casada, tenía hijos, ya
viene la militancia con… después yo me conecto con la gente del Partido
119
Comunista paraguayo, teníamos reuniones así, después se crea acá el MOPAL el
Movimiento Paraguayo de Liberación, en la que tengo una relación directa con el
creador y con este hombre… el teórico y el creador intelectual del movimiento, en
ese momento en Paraguay era una cosa que todos los días militábamos… te estoy
hablando de la década del 80 ya…” FB, hija de exiliados.

Los exiliados paraguayos estuvieron siempre preocupados por el destino de su país.


Muchos jóvenes llegaron a dar la vida por la liberación de su patria, uniéndose a grupos
revolucionarios que se gestaban desde el exilio, con el fin de derrocar al gobierno de
Alfredo Stroessner. Y bajo esta excusa el régimen utilizó esos intentos de organizar la
resistencia como una excusa ante la comunidad internacional para realizar múltiples
violaciones a los Derechos Humanos:

“…en Buenos Aires (…) ahí ya abrazó la causa directamente porque al ser
un exiliado y al sentirse ofendido con las autoridades de ese momento, abrazó la
causa de la revolución, y por eso a él le era difícil establecerse en un lugar, se
cambiaba permanentemente, porque sufrió persecución…” AB, hija y esposa de
exiliados.

“… él tiene un hermano muerto y desaparecido en el frente de la revolución,


porque ellos tuvieron esa quimera, en el medio de todo lo que ellos vivieron,
abrazando siempre la libertad y la democracia, prepararon esa entrada al
Paraguay, porque si vos desde el punto de vista de hoy con los años que ya han
pasado, con los años que tenemos vos pensás y decís ¡fue descabellado!” ES, su
marido se exilió en 1958.

Los entrevistados mencionaron en varias oportunidades que, si bien no se sentían


perseguidos, eran constantemente vigilados por diferentes agentes de inteligencia del
Estado Argentino y más aún, durante la dictadura argentina (1976 – 1983), bajo el
operativo Cóndor. Si bien señalan que en ese momento ellos tenían conocimiento de la
existencia de esta coordinación entre los países del Cono Sur, con el restablecimiento
democrático y la aparición de los archivos del Terror en 1992, se mostraron sumamente
sorprendidos ante el detalle de vigilancia que estos archivos presentaban:

120
“… después ya también siguió la época de los militares pero digamos que
como él tenía unos padrinos fuertes acá nos dejaron no tranquilos, nosotros nos
sentíamos vigilados, pero no fue tanta la persecución…” AG, su marido se exilió en
1958.

“Nunca nos molestaron en ese sentido, había sido que éramos todos
observados, estábamos todos en la mira, pero que nos hayan molestado en Buenos
Aires, que estuvimos diez años casados, viviendo juntos, en la capital un poco y en
Villa Ballester, no, que nosotros no nos hayamos dado cuenta capaz, porque había
sido que estábamos re vigilados, pero no, hicimos una vida normal, es más, las
fiestas siguieron y eran todas con el objetivo de reunir fondos, fiestas enormes,
picnic que se hacían para esas cosas. Yo compartí mucho pero a mí nunca,
personalmente no. Cuando se encontró el Archivo del Terror, mi hijo fue y se fijó y
dice que encontró hasta nuestra dirección de Buenos Aires en donde nosotros
alquilábamos una pieza, dice que estaba, todo registrado, que el día tal, se
reunieron en la casa de tal fulano y fulano, nos seguían por todos lados…” CG, su
marido se exilió en 1959.

A su retorno, los exiliados se reconocían con quienes se habían quedado a vivir en


el Paraguay, como copartícipes de la misma sensación de miedo que creían les era propia
por su condición de ilegalidad y su historia personal y familiar de persecución política. El
régimen instaló el miedo, sustentado en datos reales o ficticios, como un elemento presente
en todos los actos y las decisiones de sus ciudadanos, exiliados o no:

“Durante tres décadas no pude regresar a mi país por temor, salvo fugaz y
subrepticiamente cuando falleció mi hermana María Celia, a los 24 años de edad,
en Diciembre de 1970. Cuando volví, en febrero de 1989, me encontré con otra
realidad, muy diferente a la del Paraguay que yo dejé, era otro país… ellos también
tenían miedo… como nosotros. La gente seguía hablando en voz baja… como si la
dictadura no hubiera caído ya…” JS, exiliado en 1961.

El retorno al Paraguay se constituyó para nuestros entrevistados en una ―misión


imposible‖, un largo sueño con momentos de euforia, de desánimo, de incertidumbres, de
impotencia. Se transformó en una intencionalidad vehemente que no cuajó en acto y que,

121
lejos de explicarse de manera sencilla, responde a una cascada de sucesos políticos,
acontecimientos históricos, decisiones e indecisiones personales y construcciones
vinculares que hemos tratado de desmadejar en este trabajo y que dan cuenta de las razones
por las cuales, luego de más de cinco décadas, es posible encontrarlos asentados
definitivamente en Posadas, con sus familias constituidas en la Argentina, pero
reconociéndose aún como parte inseparable de ese colectivo llamado ―exiliados
paraguayos‖.

Reflexiones finales

Sobre el Exilio

Muchas de las investigaciones en ciencias sociales sobre historia y memoria se


realizan en torno a situaciones de transición, traumatismo, crisis y cambio, en las cuales los
individuos se exponen a situaciones de ruptura con su mundo habitual. El exilio –situación
límite que quiebra un orden naturalizado del mundo- es experiencia traumática.

Como menciona Arellano (2009) el exilio paraguayo marca un hito en el derecho


internacional. Por primera vez es considerado un delito de Lesa Humanidad, en función de
su continuidad temporal y debido a la ruptura identitaria que genera en sus víctimas y que
se extiende a sus descendientes: los hijos de los exiliados son considerados víctimas en
tanto fueron obligados a vivir y/o a nacer fuera de su país, por imposición gubernamental,
siendo ellos mismos ciudadanos deslocalizados.

Se considera una violación a los Derechos Humanos, que se mantiene a través de


todos y cada uno de los días de sus víctimas que amanecen en un país ajeno, sin
posibilidades de retornar o mantener lazos estrechos con las personas que quedaron en el
país de origen, en una condición que no eligieron y que, en el caso paraguayo, se prolongó
durante veinte, treinta o cincuenta años, llegando incluso, para muchas personas, a alcanzar
el desenlace de sus vidas en tierra extranjera.

122
“Dicen los historiadores que en la Antigua Grecia, el ciudadano griego,
cuando lo condenaban al exilio -ellos llamaban el ostracismo- el ciudadano griego
prefería tomar la cicuta y no ir al exilio ¿Por qué? Porque consideraba que el
privarle al ciudadano de su tierra era tan grave o más que la muerte” NC, exiliado
en 1958.49

Según CODEPU y DIT-T (1989) un exilio forzoso, como el que debieron enfrentar
estas familias, significó un quiebre violento en la continuidad de la historia personal que
cada uno de sus miembros estaba desarrollando en un contexto histórico y social
determinado. La pérdida de este contexto en la que el sujeto estaba forjando su vida,
implica no solo un quiebre en los proyectos individuales que tenía, sino además en los
proyectos que lo incluían en un grupo, por ejemplo, en el que desarrollaba su práctica
política y solidaria, un proyecto colectivo de transformación de la sociedad. Siguiendo el
planteo de Castillo (1986), esto generó en los exiliado un sentimiento de castigo por
habérseles quitado, con el destierro, las cosas que hacían que él se reconociera a sí mismo,
provocando una sensación de profundo duelo, el cual no es individual y aislado, sino un
duelo grupal y compartido:

“Mi marido era febrerista y sindicalista, trabajaba como fideero en una


panadería muy grande allá… y antes no le gustaban a los paraguayos ni los
sindicatos ni nada, entonces lo perseguían mucho a él. Terminamos viniendo para
estos lados, por el tema de que él era muy puro, muy honesto, muy franco, muy
compañero… quería mucho a sus amigos, defendía mucho a sus compañeros de
trabajo, y llevaba la voz cantante, y por eso nomás lo empezaron a tratar de
comunista, y lo terminaron echando. Primero, él vivía por los árboles, escondido en
el monte, porque lo perseguían mucho, una tía le cuidó a él un tiempo, porque no
podía volver a casa, ya le habían dicho que le iban a agarrar de nuevo. Cuando lo
agarraron le pegaron mucho, le echaron agua helada cuando fue detenido, no sé,
de todo, y ahí ya tuvimos que escaparnos para acá, porque si no le iban a matar.
Bastante tiempo después de que llegamos él consiguió trabajo en la panadería
Lasceres y otra vez se metió con esto del sindicato, por lo que también de ahí le
echaron. RPM, Exiliada junto a su familia en 1954.

“El exilio no tiene precio, el exilio familiar no tiene precio, porque lo mejor
que te puede pasar es que puedas vivir cerca de los que vos amas y en donde vos

49
CEDAPPA (2007; 29).
123
querés, porque lo otro… bueno… la pobreza que se yo… porque mis suegros
vinieron detrás de sus hijos con una mano atrás y otra adelante, y se hicieron una
casucha allá lejos de la capital para poder sobrevivir, pero no es lo mismo que
soñar todo el tiempo con tu tierra y me imagino lo que pasaron esa gente, fue todo
muy duro…" CG, su marido se exilió en 1959.

El exilio implicó en muchos casos alrededor de tres décadas de ausencia, durante las
cuales se produjeron numerosos cambios, tanto para los exiliados como para los que se
quedaron en el Paraguay. Los proyectos familiares en común se fueron diluyendo cada vez
más, y la idea del regreso definitivo se volvía una posibilidad cada vez más lejana, por la
distancia afectiva y por el desconocimiento que se genera entre familiares –a uno y otro
lado de la frontera- con la ruptura violenta de los vínculos socio-afectivos-parentales
cotidianos. En efecto, luego de este hecho traumático, en las narraciones de los
entrevistados se deja ver un cambio profundo en la estructura identitaria de quienes
tuvieron que salir al exilio, lo que nos animó a observar los elementos del rito de pasaje
presentes.

Desde la perspectiva turneriana, cuando estos ciudadanos paraguayos tuvieron que


abandonar de manera abrupta y forzada su país, abandonaron su condición de ciudadanos al
cruzar el río y adoptaron su nueva condición de exiliados al verse obligados a instalarse
durante décadas en un país que no era el suyo. Es decir, tras el rito de pasaje, ya nunca más
volvieron a ser lo que antes eran.

Frente a tanto horror de muerte, tortura, desaparición previa al exilio, también


aparece la auto culpabilidad y la incriminación por ―haberse salvado‖, el exilio se presenta
como la oportunidad de continuar con vida, aunque pocos perciban que en realidad se trata
solo de sobrevivir.

“Mi marido salió del país, porque si no, en cualquier momento iba a caer
preso, porque venía de una familia liberal, es la misma historia que te van a contar
todos, él hace la secundaria con mucho sacrificio, porque sus padres siempre
fueron perseguidos... Entonces, cuando él termina y ve que todas las puertas están
cerradas, porque para trabajar allá tenía que afiliarse al Partido Colorado, y como
todo el mundo se iba a Buenos Aires, él también viene a la Argentina, y entra en
Bagley. Cuando logra entrar a trabajar, ya está pensando que su familia quedó

124
desprotegida allá. Tenía dos hermanos, uno que estaba más a salvo porque estaba
en el seminario para sacerdote. Entonces, a los seis meses sus padres ya se vienen
con una mano atrás y otra adelante y cuando llegan, él no tiene nada, vivía en una
pensión de mala muerte, no sabía adónde meter a sus padres, porque dormían todos
juntos en una piecita papá, mamá, hermanos, todos… ¿sabes lo que es que cuando
aparecen tus padres y vos no tengas ni dónde meterlos?” CG, su marido se exilió
en 1959.

Sobre las formas de las memorias del exilio

Hallwach, entre los años 1920 y 1930, subrayaba que la memoria debe ser entendida
como un fenómeno colectivo y social, o sea como un fenómeno construido colectivamente
y sometido a fluctuaciones, transformaciones y mudanzas constantes.

Las memorias se encuentran constituidas principalmente por tres elementos: los


acontecimientos vividos personalmente, los acontecimientos vividos indirectamente
(vividos por el grupo o por la colectividad a la cual la persona se siente pertenecer) y por
los eventos que no se sitúan dentro del espacio-tiempo de una persona o grupo. Por ello, es
posible que, por medio de la socialización política o la identificación con determinado
pasado, ésta llegue a ser tan fuerte que se pueda hablar de una memoria casi heredada
(Candau, 2001).

“… Se me destrozó el alma cuando mi hija con 17 años se fue becada a


estudiar a Cuba, pero dije… la sangre… fue mi padre el que empezó, del Paraguay
a la Argentina, hoy mi hija sigue con Latinoamérica como muchos jóvenes. Por eso
pienso que no tenemos que bajar los brazos, no quedarnos con el rencor, con la
bronca, sino todos los días recordar esto que hicieron los jóvenes paraguayos (…)
¿qué hicieron de grave? Simplemente lucharon por una causa, por la verdad por
una justicia, por lo que ellos pensaban que iba a ser así, lo hicieron sin pensar en sí
mismos…” P G, Nacida en 1970 en Argentina (según su documentación falsa)50

50
En: CEDAPPA (2007) Memoria ―Exilio paraguayo en la frontera Argentina‖ II Audiencia Pública
Internacional.
125
Según Vicent Gualejac (1999) “cada individuo es depositario de la totalidad o de
una parte de las memorias familiares a partir de lo que ha visto, escuchado y vivido y de lo
que fue transmitido a partir de objetos, testimonios y relatos.” La herencia familiar invade
los ámbitos de la genética, lo afectivo, lo simbólico, lo económico y lo social,
condicionando al individuo de manera consciente e inconsciente. A partir de estas
consideraciones Makowski (2002) construye el concepto de ―Biografías Perforadas‖, que
en esta investigación nos sirve para comprender el por qué de las diferencias en las
memorias de cada uno de los miembros de estas familias. Cada uno trata de narrar su
historia a partir de los elementos con los que cuenta en su memoria, necesariamente llena
de ruidos, de suposiciones e invenciones que cubren o completan datos, situaciones,
sentidos de los hechos en los que participó su familia:

“Después de esa revolución le echan a mi papá, qué más te voy a decir… a


mi me faltan detalles, yo tengo muchos huecos en la historia, tengo muchos huecos,
¿me entendés? Porque por ejemplo, cuando a él le expulsan yo no te puedo decir en
qué momento fue, cuanto después de la revolución… lamentablemente esos huecos
los vas a tener que llenar vos, preguntándole a mi hermano capaz que sepa, no sé
qué pasó después de la revolución de febrero como para decir en qué año vino… la
verdad no, no… no sé… tengo muchos huecos ahí…” FB Hija de exiliados.

En este estudio, pudimos observar que hombres y mujeres realizan una selección de
acontecimientos, con matices y acentos diferentes. En efecto, mientras las memorias de
exilio de los hombres están llenas de episodios bélicos, clandestinidades, fundamentos
políticos e ideológicos, las memorias de las mujeres seleccionan aspectos económicos, de
organización doméstica, vicisitudes de lo cotidiano para afrontar la deslocalización y, sobre
todo, la asunción de nuevos roles proveedores para sus familias, en ausencia de sus esposos
y padres.

Los modos en que distintos hechos son reelaborados con el tiempo e interpretados
en la memoria, hacen que terminen convergiendo relatos equivocados, invenciones,
leyendas, donde se reconstruyen escenas imaginarias que le dan sentido a la historia y
vuelven coherente el relato. Esta reconstrucción no es arbitraria, responde a intereses y

126
deseos de quien la cuenta. La memoria colectiva, entre otras funciones, cumple la de curar
heridas abiertas:

“Nosotros no éramos gente que pudiera participar de esa corrupción, somos


gente que ha criado a sus hijos con principios básicos muy fuertes, con mucha
honestidad, mucha capacidad, gente muy inteligente, así que no estábamos
preparados para eso, no valía la pena, por eso decidimos cortar, y venir…” NG,
exiliada en 1962.

Las memorias de las familias exiliadas se estructuran de manera muy compleja, en


primer lugar, ellas están llenas del presente, como nos muestra Candau (2001) quien señala
que es imposible que lo que aconteció antes o después de un hecho traumático tal, no
modifique el relato, e incluso le va dando sentido al curso de los acontecimientos relatados.
Es imposible hablar de recuerdos de acontecimientos pasados sin que lo que luego
sucediera y lo que sucederá, deje de estar integrado a ese recuerdo. Por lo cual, muchas
veces ―se embellece el pasado de un recuerdo doloroso.‖ Es así que Walter Benjamin hace
una diferenciación entre lo que considera acontecimiento vivido y acontecimiento
recordado, considerando al primero como un acontecimiento que se considera finalizado o
encerrado en la esfera de la experiencia vivida, mientras que el segundo “es la llave de todo
lo que aconteció antes y después del mismo” (Citado en Portelli, 1989).

Para Portelli (1989), la memoria colectiva responde a tres funciones principales. La


función simbólica, donde la narración gira alrededor de símbolos centrales y símbolos
marginales. La función psicológica, que aparece donde la dinámica del acontecimiento, su
causa, su cronología incluso, se manipula de tal manera que contrarresta el sentido de
humillación y pérdida de estima provocados por determinados acontecimientos. Y la
función formal, donde los hechos son ubicados de manera que la periodización del tiempo
logra subrayar la importancia del hecho y, a la vez, ubicarlo de manera que se pueda
encontrar una relación que le dé sentido aceptable (Portelli 1989: pp. 28):

“…es que nosotros huimos… o lo material o nuestras vidas…viste… duele


pero… que vamos a hacer, ya va a cicatrizar…con los hijos acá gracias a Dios, que
son maravillosos, me salieron todos bien. Esa es la recompensa.” AB, exiliada en
1960.
127
“…yo doy gracias a Dios que salvamos nuestras vidas. En comparación con
otra gente… hay gente… pobre… que perdió todo, su casa… tuvieron que
abandonar como nosotros y otros se apoderaron de eso…” MM, exiliada en 1958.

Sobre las negociaciones familiares acerca de las memorias del exilio

Es en las memorias familiares donde la relación existente entre la memoria e


identidad se percibe con mayor claridad. Según Anne Muxel (2007) las memorias
familiares, en tanto versiones oficiales impuestas al grupo, sirven de principio organizador
de la identidad del sujeto, siempre y cuando exista entre sus miembros una voluntad de
comunidad. Estas memorias están estrechamente relacionadas con la conservación colectiva
de saberes, y se transmiten por medio de la repetición de ciertos rituales familiares, la
construcción de emblemas y todos los elementos que se constituyen como una herencia
material y simbólica, que está destinada a reforzar a través de las distintas generaciones, el
sentimiento de pertenencia a un grupo, reforzando los lazos familiares inter generacionales.

Desde la perspectiva del individuo miembro del grupo, las memorias del pasado
familiar son reapropiadas y reconfiguradas a los efectos de ubicarse a sí mismo en un lugar
específico, desde el que narra la historia, dándole sentido a los acontecimientos familiares
recordados, “…las memorias familiares son para el individuo al mismo tiempo conciencia
de un apego y conciencia de una separación” (Citado en Candau, 2001: Pág. 138):

―Yo siempre procuro transmitir el idioma [guaraní] a mis hijos y a mis


nietos, por ejemplo… ellos entienden todo, pero la pronunciación le cuesta a ellos,
mi hija la mayor, que es paraguaya, es la que mejor habla… tengo seis hijos, la
primera es paraguaya y el resto si, son argentinos…” TOV, exiliado en reiteradas
oportunidades, por última vez en 1959.

“Fui criando mis hijos ya como argentinos... y así fueron mamando este
suelo, se fueron criando… crié cinco hijos que ahora dieron a este país todo lo que
no le pudieron dar a su país verdadero, yo nunca les hice olvidar de sus raíces…
siempre les he hablado… ellos saben… recitan en guaraní, conocen el idioma,
todas las gracias que nosotros queremos decir y cuando no queremos que alguien

128
entienda, mis hijos todos saben la parte del guaraní qué es lo que quiere decir,
siempre fueron mamando eso…” NM, exiliada junto a su esposo e hijos en 1960.

Esta reapropiación va a permitirle elaborar y luego narrar su propia historia que será
confrontada a la de los otros miembros de la familia, así como la norma colectiva familiar.
Aún si pueden encontrar alguna resonancia con la que elaboran los diferentes miembros de
la familia la leyenda o novela familiar que se inscribe en primera persona:

“…Por eso te digo, tuve una vida así, en la que no la pasé mal… pero
comparándola con la de mis hermanos por ejemplo, fui la que más padecí el
exilio… el hermano mayor siempre es el que más sufre dentro de todo, por no tener
esas amistades… esos compañeros de colegio… mantener esos lazos. Después por
ejemplo, lo que son mis tíos… no los veía… fui cuatro o cinco veces a Asunción en
todo ese tiempo y recién ahora viste… ya puedo ir cuando quiera… pero antes no…
así como ahora agarramos el auto y vamos y venimos, tomamos el colectivo en un
ratito, antes tampoco había eso… ya te digo… nosotros no volvíamos. Recién en los
años 90 volví a ver a mis tíos…” MC. Exiliada junto a sus padres en 1956

Candau (2001) nos menciona la existencia de una diferencia entre lo que él


considera una memoria fuerte y una memoria débil:

Las memorias fuertes son “masivas, compactas, coherentes y profundas y se


imponen a la mayor parte del grupo”, son aquellos bloques homogéneos de la memoria
familiar que no se negocian, integrados por hechos, episodios o fragmentos de episodios y
sus correspondientes interpretaciones, sensaciones y hasta notas de humor que, a fuerza de
su repetición en el proceso de socialización, no se discuten ni negocian y es posible
encontrar narrativas idénticas o muy similares en todos los miembros de la familia. No
obstante no es posible establecer una recurrencia temática de estos bloques duros en las
narrativas de las distintas familias que aludan siempre a contenidos determinados. Por
ejemplo, mientras en unas familias el bloque duro de las memorias pude estar integrado por
los episodios de la huída, en otras, está integrado por las estrategias de supervivencia en el
exilio.
129
Las memorias débiles en cambio, “son unas memorias sin contornos definidos,
difusas y superficiales, difícilmente compartidas por el grupo” (Candau, 2001: pp. 40). Se
trata de la narración de fragmentos de episodios generalmente en primera persona en los
que el narrador se ubica a sí mismo en el hecho con la intención de reforzar su pertenencia
al grupo y su inclusión en las memorias de las familias. En general las memorias débiles
están cargadas de interpretaciones, percepciones y sensaciones individuales de manera tal
que refuerza la pertenencia al individuo y limita toda posibilidad de refutación o
cuestionamiento por parte de los otros miembros de la familia mediante estrategias
discursivas como citar dichos de personas respetables fallecidas. Es decir, abren el espacio
de inventiva y creación individual que las memorias fuertes clausuran:

“Yo, como hermana de R, quiero agregar en este punto una anécdota que
nos fue referida por su amigo y compañero C.M., fallecido ya, de tan querida
memoria: Después de las sesiones de torturas y estando todos de regreso a la
cuadra, el ambiente era de… bajoneo generalizado (es lo menos que se puede
decir). Entonces R, buscando levantar el ánimo de sus compañeros con su
característica empatía y sentido del humor, se ponía a “relatar” las sesiones de
tortura ¡como si se tratase de un partido de futbol!… Se lucia con sus dotes de
comediante, produciendo la hilaridad colectiva, a pesar de los pesares…y logrando
dominar también su propio deplorable estado” M. A. Hermana de un exiliado en
1957.51

Para Pollak (2006) la memoria autobiográfica tiende a construir un relato


relativamente estable, verosímil y previsible, en el que la persona se coloca en un lugar
central de la historia, justificando su lugar, y en el que los deseos y los proyectos de vida
cobran sentido y en donde la sucesión de episodios biográficos pierde su carácter aleatorio
y desordenado para integrarse en un continum:

“…Y yo te puedo contar más de la historia de lo que yo viví… desde mi


lugar como acompañante que fui, de compañera de más de treinta años con mi
esposo, que estuvimos juntos y yo lo apoyé incondicionalmente, lo acompañé en las
villas miserias, lo acompañé en el campo, lo acompañé donde necesitaban. Yo me
iba a hacer mate, a ayudar, a estar, pero nunca le puse ningún palo en la rueda…”
CG, su marido se exilió en 1959.

51
Ayala Ferreyra (2011).

130
“…Siempre faltó contar esa parte del exilio ¿no?, la parte que contamos las
mujeres te voy a decir, como acompañantes, porque también somos víctimas y
también luchamos, desde nuestro lugar. Ponele que a nosotras no nos persiguieron,
no nos apresaron, pero también tuvimos que salir, no podíamos quedarnos allá
solas ¿quién iba a hacerse cargo de nuestra familia? Y ya acá… organizándonos
entre nosotras, para dar de comer al que venía, darle una cama, un techo, hablar
por trabajo, dar una mano, cualquier cosa… y te digo que no es fácil…” NM,
exiliada junto a su esposo e hijos en 1960.

Una de las consecuencias más crueles del exilio es la constante sensación de espera.
En la memoria de los exiliados, la patria se va idealizando en el recuerdo, y a la vez,
subsiste la idea del pronto regreso y la expectativa de que esta situación cambie en un lapso
breve. Es por ello, que el tiempo del exilio es recordado como un tiempo de espera, un
―estar con la maleta lista para partir‖ lo que refuerza el sentimiento de transitoriedad e
incluso limita el aprovechamiento de importantes oportunidades, como la posibilidad de
formarse, perfeccionarse o realizar algún tipo de aprendizaje que permita prepararse para
una permanencia prolongada.

El exiliado se enfrenta a una situación muy particular en la que, por un lado intenta
adaptarse a las condiciones impuestas por su nuevo lugar de residencia y, a su vez, espera
poder regresar a su tierra. Esto dificulta la integración y adaptación al país de acogida,
produciendo una actitud de rechazo y crítica solapada a los usos y costumbres locales a
veces, hasta con resistencia a aprender el idioma local, tener los hijos, o atender su salud:

“Cada vez que mi mamá estaba embarazada, volvía a Villa Rica y tenía sus
hijos en Villa Rica ¿entendés? Porque todavía subsistía la idea digamos de que su
permanencia en esta región iba a ser transitoria, entonces se iba Villa Rica, Tenía
sus hijos, se quedaba los 40 días, la famosa cuarentena y volvía, y así fue también
conmigo, cuando se va, viene a los 40 días, nosotros nacimos en Villa Rica, pero
jamás vivimos en Paraguay. Fijate vos que cuando ya nace Roberto, el más chico,
ya había una resignación y ya habían elaborado su vida acá y ya habían… ya no
hacen lo mismo, sino que lo tienen acá… por supuesto que lo tienen en el
policlínico Asunción, dirigido y atendido por médicos paraguayos.” FB, hija de
exiliados.

131
Halpern (2006) analiza a través de un recorrido histórico cómo en la Argentina, un
país que hasta la actualidad sigue valorando positivamente sólo a la inmigración europea, se
fue dando un proceso de estigmatización, etnicización, extranjerización y criminalización
de los migrantes latinoamericanos, por ejemplo, bajo las figuras xenófoba de ―bolitas‖ y
―paraguas‖.

Esto tiene un impacto directo en las condiciones materiales de vida de los exiliados
paraguayos, porque el imaginario que se tiene acerca de una población, influye como
mecanismo de regulación social, en términos de Bourdieu (1980), e intervienen
fuertemente en el desarrollo de la vida cotidiana de esas personas. Los imaginarios sociales
no solo indican a los individuos su pertenencia a una misma sociedad, sino que también
definen, en distinto grado, los medios inteligibles de su relación con ésta, “el imaginario
social es una pieza efectiva y eficaz del dispositivo de control de la vida colectiva y en
especial del ejercicio del poder. Es por eso que el juego de las identidades está en estrecha
relación con las formas de dominación en una formación histórica determinada” (En
Halpern, 2006: Pág. 29).

Halpern (2006) sostiene que el paraguayo, no fue incluido como un migrante más
dentro de ese crisol de razas que componía el país, sino como un elemento necesario para la
explotación de fuerza de trabajo en las regiones en que fue requerido. En Buenos Aires -
uno de los principales lugares a los que acudieron los exiliados- fueron invisibilizados y
tomado como parte de la barbarie del interior. Aunque si lo analizamos en líneas generales,
desde el Estado, nunca fueron implementadas con demasiada fuerza, políticas explícitas
que consistan en la atracción de fuerza de trabajo desde Paraguay, sino más bien se
intentaron afianzar las sanciones que se habían dispuesto como políticas de restricción.

Si bien, los exiliados entrevistados y sus familias en general se asentaron en


distintos puntos del país, muchos de ellos en Buenos Aires, donde sufrieron discriminación
por su país de procedencia; cuando fijan su residencia en Posadas, precisamente por tratarse
de una ciudad que comparte su matriz sociocultural con el Paraguay, la diferenciación
según su procedencia nacional se minimiza, y se visibiliza más su condición de clase:

132
“Los exiliados nunca se quedaron con los brazos cruzados porque siempre
había un hermano necesitado, otro enfermo, otro que quedó ciego, hubo mucha
gente que quedaron fundidos, muchas viudas quedaron… muchas cosas. Entonces
ellos necesitaban de esos fondos que juntaban en las fiestas que organizaban para
ayudar a la gente que peor estaba en el exilio, porque era una pobreza total, la
gente vivía muy mal en la villas miseria, indocumentados… mi marido decía que no
hay cosa peor que vos estés indocumentado, porque dice que tenés tanto miedo…
Como ellos ya venían corriendo del miedo, del terror era gente que temía mucho de
la policía, o de la gendarmería, o de lo que le toque” CG, su marido se exilió en
1959.

“Por supuesto que cuando vinieron mis padres no tenían empleo, yo no sé


muy bien las cosas que hicieron pero… nosotros vivimos en una casa toda la vida,
hasta el día que yo me casé viví ahí… era con calle asfaltada… estábamos a tres
cuadras de la plaza… o sea que estábamos en un lugar privilegiado, eso de alguna
manera ya te está indicando adónde va a vivir una persona… va a vivir de acuerdo
a sus hábitos, a sus costumbres, aunque no tenga el gran poderío ni mucho
menos… Ya hace una diferencia en… lo digo pensando en los que vinieron a vivir
en la orilla del río… porque yo creo que es una cuestión cultural ¿me entendés?
Porque no estamos hablando de dinero, no estamos hablando de una familia
acomodada… estamos hablando de la implicancia de su propia cultura… porque si
ellos vivían en Villa Rica de otra manera, no iban a venir a vivir a la costa río ¿me
entendés? Bueno, nosotros fuimos a los colegios del centro y todo…” FB, hija de
exiliados.

Una estrategia de elaboración colectiva de la impotencia que genera el exilio, fueron


los emprendimientos armados de retorno, que no de manera aislada sino sistemática, los
llevó a empuñar las armas para lograr el derrocamiento del régimen que los había
expulsado de su país. La desesperación y la sensación de acorralamiento que generó el
exilio en muchas familias, empujó a sus hombres –muchas veces, a sabiendas de que no
existían posibilidades materiales ciertas de tener éxito- a emprender la lucha armada y
arriesgar su vida en el intento, antes que permanecer en el destierro. Me refiero entonces a
las condiciones materiales y psicológicas del ―suicida altruista‖ de Durkheim (2004), aquel
que ofrece su vida por una causa que considera insoslayable: el retorno a su país, que en el
caso de Paraguay se llamó Movimiento 14 de Mayo; Frente Unido de Liberación Nacional,

133
Organización Político Militar; PORA, entre tantas otras ―operaciones retorno‖, anónimas o
desconocidas por nosotros:

“Digamos que en el ambiente había como unas ansias de volver al


Paraguay de alguna forma, pero estos chicos ¡se expusieron a un león! Vos te
pones a pensar y ¡es una cosa que no podés creer! Solamente un joven idealista
puede afrontar semejante hazaña, puede haber intentado el retorno con armas
rudimentarias, por más que vos me digas… porque yo en detalle no sé qué llevaron
y qué no llevaron, pero al lado del león, eran gatitos” CG, su marido se exilió en
1959.

“A él se le murió un hermano en el frente de la revolución, él viene de una


familia de muy buen pasar económico que le diezmaron todo, tuvieron que huir, sus
hermanas huyeron a la selva para no ser maltratadas y violadas, dos hermanos
fueron presos. El papá estaba recién intervenido quirúrgicamente, cuando en la el
intento de retorno del „60, le llevaron preso, engrillado le caminaron por arriba de
la operación y murió con una gangrena y mi esposo tampoco pudo ir. Murió la
madre, tampoco pudo ir. Los padres también tenían miedo de venir de este lado,
porque también a ellos los perseguían. El figuraba como un cabecilla muy
importante, porque aportó lo económico, él con otros más aportó toda la
inteligencia, porque se relacionó con militares de acá. Hay un militar muy
importante que se llamaba Toranzo Montero que venía acá a mi casa y se reunía
con ellos, ese les dio la estrategia y armas a ellos, ellos practicaban acá en Las
Marías, en Corrientes, en el campo. Ahí se entrenaban con las armas. Mi marido en
ese entonces tenía muy buena relación y se relacionaba con mucha gente que venía
exiliada, luego todo esto fracasó… pero ellos siguieron masticando su dolor,
porque fue todo un tema ese, mucha gente mataron… y muchas viudas quedaron en
Piray, de las cuales él se hizo cargo, les dio de comer y las atendió, hasta que
nosotros quedamos con una mano atrás y otra adelante, viviendo del sueldito mío
de docente. El volvió a vender papas y cebollas al hombro, en un jeep podrido y
volvimos a salir adelante” ES, su marido se exilió en 1958.

“Cuando yo conocí a mi marido, hacía un año que él había perdido a su


hermano, un chico de veinte años, que hasta ahora está desaparecido. Porque
había sido que ellos habían hecho toda una proeza con todo este cruce al
Paraguay… yo no llegaba a entender la tristeza que había en la familia, en esa
casa… y era por ese hijo que estaba desaparecido, después fui entendiendo un
montón de cosas más… y abracé la causa paraguaya como si fuese mía” CG, su
marido se exilió en 1959.

134
Siguiendo a Pollak (2006) y su estudio sobre judíos deportados, los exiliados
paraguayos siguen reunidos en grupos o asociaciones más o menos formales que
constituyen los únicos lugares donde sus recuerdos y memorias pueden ser vividos,
narrados y recreados libremente, porque integran una comunidad afectiva:

“Entre ellos formaron distintos centros paraguayos que tenés a lo largo de


toda la provincia de Misiones, en esos centros paraguayos ellos se reunían el 18 de
octubre52. En Eldorado también él fundó el centro “18 de octubre”. Ellos se
juntaban en una cena y cuando los músicos tocaban la polca 18 de octubre, se
abrazaban y lloraban como criaturas… mucha gente no entiende, incluso mis
parientes más de una vez no entendieron” ES, su marido se exilió en 1958.

El exilio trasciende y se perpetúa, en forma directa en una condena a los hijos y los
nietos de las víctimas, a lo largo de tres generaciones que no logran dejar de ser extranjeros,
aunque sean argentinos por nacimiento.

Respecto de las memorias de los hijos de los exiliados, estos son herederos de una
memoria del horror. Nacieron donde no se suponía que fueran a nacer, porque no se
suponía que sus padres fueran a salir al exilio. Por ello, se esfuerzan por recoger los
fragmentos de sus historias familiares y por reconstruir así una memoria que les permita
librarse de un sentimiento frecuente de culpabilidad, por no estar a la altura del sufrimiento
de sus padres idealizados y heroizados o, rechazados y despreciados. Según la CVJ ―los
niños exiliados o nacidos en el exilio sufren una profunda fragmentación interna debido a
su pertenencia y socialización en el seno de una familia, que aunque se encuentra
deslocalizada, imparte pautas culturales también deslocalizadas, a través de la comida, la
música, el idioma, la religiosidad” (Informe CVJ, 2008, Tomo I, Pág. 61):

“No sé… esto que yo te estoy diciendo son cosas que estoy armando un poco
ahora… nunca me he puesto a analizar, que lo tendría que haber hecho, pero nunca

52 El 18 de octubre de 1891 el Partido Liberal del Paraguay, organizó una insurrección popular
contra el gobierno colorado del Presidente Juan Gualberto González, que fracasó. El Presidente del
Directorio, mayor Eduardo Vera, héroe de la victoriosa batalla de Curupayty y lugarteniente del
General José Eduvigis Díaz, murió en combate en esa fecha. La valentía y el idealismo de esta gesta
forman parte del ideario del Partido y la fecha constituye una celebración.

135
me he puesto a armar este rompecabezas… porque de por sí, seguí mi vida y
siempre fue acá… y lo que evidentemente, entre las cosas importantes que hacía mi
viejo era llevarnos a Paraguay, para que ver con que no perdiéramos nuestras
raíces, nuestra cultura, nuestro idioma, nuestras costumbres. Porque fue una cosa
de a ver… ¿cuántos años? Yo creo que me habrán mandado durante 14 años a Villa
Rica, después seguimos yendo pero no como antes, porque ¿viste? una cosa de que
a cierta edad ya no te manejan. Pero fueron muchos años… y además mucho
tiempo. Fijate vos, que cuando estás viviendo acá, tenés tus compromisos y allá te
ibas y no hacías absolutamente nada, era todo juego, era todo vincularse, era todo
estar ahí, era mucho tiempo para estar ahí…” FB, hija de exiliados.

La mirada de los hijos de los exiliados hacia las prácticas de memorias de sus
padres, introduce notas de humor, pero también de admiración y de respeto por la tragedia
de la que fueron protagonistas. De alguna manera, de este modo otorgan sentido y vuelven
concebible y aceptable esa imagen paterna disociada entre el hombre que fue y el hombre
que es, entre el joven guerrillero exiliado de ayer y el buen padre de familia de hoy:

“Sé que mi padre era un luchador; y el luchador, el que lucha por la verdad
y la justicia, el hombre que piensa, es peligroso, es mejor someter al hombre con la
ignorancia y el hambre… Mi padre fue un luchador cuando era joven y de viejito
ya, mantenía sus mismos ideales y principios, fue una persona honorable… a pesar
de su pobreza” PG, niña exiliada que perdió su identidad (según su documentación
argentina nació en 1970 en Puerto Rico, Misiones).

“Fácil no es, tenés que abrir muy grande tu corazón, porque tu vida no se
circunscribe solo a tu familia, sino a los amigos de él, que hasta hoy ocupan un
lugar. El otro día estuvieron reunidos acá, como diecisiete o dieciocho eran. Al otro
día yo tenía la virgen en casa y vinieron mis amigas a rezar. Porque mi esposo y
sus amigos se juntan y siguen diagramando, planificando, soñando… Porque si hay
algo para rescatar entre ellos, es que siguen reuniéndose y hablando de “su
causa”, siguen interesados en la política del Paraguay, informados en los más
mínimos detalles que vos ni te imaginas… y se siguen reuniendo y haciendo de
agentes multiplicadores de las noticias que tienen, entre ellos. Eso lo hicieron
siempre, antes lo hacían a escondidas, en la época de los milicos, de la represión
acá y ahora con menos temor. Y mi hijo me decía en broma ¿no? …y se reía: ¡A la
perinola! Ayer Bin Laden y su grupo haciendo la revolución y hoy ¡rosario de
jubiladas! ¿Quién entiende esta casa? (risas)….Mi hijo se ríe, pero con respeto…”
ES, su marido se exilió en 1958.

136
“Y vos viste cómo es papá, ahora está viejito pero sigue siempre igual…
caminador, inquieto…. me hace las compras, lleva a sus nietos a la guardería y
después sale de recorrida por los muchachos. Yo no sé de qué hablan, pero siguen
todos juntos planeando, organizando vaya a saber qué… Yo pienso que es la forma
que tienen de no decaer, de mantenerse activos… a pesar de la derrota, ellos
necesitan soñar con un mundo mejor…” A.C. Hija de exiliado en 1961.

Los hijos de los exiliados sostienen conocer desde siempre la historia de sus padres,
aún aquellos que eran muy niños al momento de la salida al exilio o, los que nacieron en el
extranjero. Si bien los padres intentan evitar por todos los medios el sufrimiento de sus
hijos, estos crecen inevitablemente con las heridas de sus padres, sean estas explicitadas o
no. En general, los padres van construyendo un relato familiar que narran a sus hijos
episodios y escena, comprensibles para la edad de los mismos. Por ello, muchas veces, es
en la edad adulta de ambos, cuando se produce el cierre narrativo, cuando padres e hijos
pueden sentarse a hablar de la tragedia como personas mayores. En muchas oportunidades,
el interés del investigador funciona como escenario, como desencadenante o como pretexto
para que los padres completen las memorias que narraron en fragmentos a sus hijos.

Las proyecciones que los exiliados hacen sobre sus hijos están cargadas de
expectativas y miedos como las proyecciones de la mayoría de los padres. Al respecto, no
podemos sostener que haya alguna marca traumática del exilio en este punto. En general,
los exiliados paraguayos en Posadas han impulsado a sus hijos a educarse como la principal
forma de inserción social. En las elecciones profesionales que hacen sus hijos, se reconocen
a sí mismos en su juventud. El relato de estas anécdotas que vinculan su experiencia de
vida como exiliado, con la vida de sus hijos en un contexto signado por la paz y la
estabilidad democrática, les permite reintroducir al relato sobre sus vidas, pautas de
normalidad/continuidad familiar, a pesar de las situaciones traumáticas que les tocó vivir:

“Cuando estaban a punto de cruzar, su hermano le dice: -No vamos a


cruzar los dos, así no morimos los dos-. Entonces mi marido le dice: -me voy yo,
porque vos sos más joven-. Y su hermano le contesta: -No, quedáte vos, que sabés
manejar la radio-. Sus padres no sabían nada… Porque viste que yo te dije al
principio, que él sabía manejar el micrófono y escribía muy bien, y hasta escribió
137
obras de teatro y todo… mi marido era un autodidacta del periodismo. Por eso,
cuando mi hijo decidió estudiar periodismo yo dije: ¡hay Dios mío! ¡Como son las
cosas! Ahora mi hijo también escribe y habla por la radio como su papá cuando
era joven” CG, su marido se exilió en 1959.

No obstante, muchos exiliados han revivido en parte su experiencia traumática, con


la migración económica de sus hijos, esta vez a otros continentes, en busca de mejores
oportunidades laborales, durante la crisis de los años ‗90 y 2000, en Argentina.

Síntesis Final

Nuestra hipótesis inicial problematizaba a las memorias familiares como bloques


homogéneos de un relato construido por el delegado o mandatario que, en un proceso de
negociación logra instalar ―su memoria‖ como ―la memoria de todo el grupo familiar‖ en
tanto ―memoria autorizada‖, que diluye las conflictividades y tensiones y, contribuye a la
presentación de la familia frente a un ‗otro‘.

Consideramos que en este trabajo hemos logrado, efectivamente, sortear esta


versión familiar oficial, indagar desde la etnografía en la multiplicidad de significaciones
sobre un mismo hecho social, como el exilio, y relevar particularidades en las
representaciones de sus integrantes.

Aunque ya nos referimos in extenso a lo largo de los tres capítulos precedentes,


cabe sintetizar que el exilio es vivido y relatado como un hecho social que presenta tres
etapas diferenciadas, con representaciones, justificaciones y emotividades asociadas a cada
una de ellas. En efecto:

 Las memorias de la rotura inicial de los lazos sociales (económicos, laborales y


ciudadanos) que desencadena el proceso de migración al exilio, difieren en función de
la posición social de la familia y de las relaciones al interior de la misma;

 Las vivencias traumáticas del ―cruce‖ se relatan como epopeyas por los hombres, en
tanto que las mujeres destacan cálculos, oportunidades, estrategias y ardides
desarrollados para la salida del país;
138
 Los relatos de la ―espera‖ de las condiciones para el regreso están cargados de desazón
e impotencia por la pérdida del retorno democrático como posibilidad cercana
temporalmente; de estrategias sociales, económicas y culturales para reorganizar sus
vidas cotidianas y sostenerse en el nuevo contexto; y de la re-victimización cuando los
intentos armados en los que ellos mismos participaron u organizaron, fracasaron uno
tras otro;

 Las memorias de la disyuntiva inicial “regresar o no regresar” trasuntan la cruda


certeza o el ―darse cuenta‖ de la imposibilidad definitiva del retorno porque, esta vez,
los que han cambiado son ellos mismos;

 Finalmente, corroboramos que las memorias de los miembros individuales de las


familias entrevistadas, están atravesadas por las experiencias particulares que a cada
uno de ellos le tocó vivir desde su lugar en la familia y las estrategias para significarlas
y comprenderlas. De tal suerte que la integración identitaria se configura en las
individualidades, aunque la experiencia traumática haya sido familiar.

A lo largo de la investigación hemos podido acceder a las memorias del exilio de


distintos miembros de las familias entrevistadas. En todos los casos, se trata de personas
que pueden poner en palabras el hecho traumático vivido. Somos conscientes de que
accedimos a las memorias de aquellos que están lo suficientemente fuertes como para
narrarlas. Las memorias familiares perforadas están hechas en gran parte de olvidos, de
silencios, de pesares, que hemos recogido como tales.

Los olvidos, como los silencios –si fuera posible distinguirlos en la escucha
etnográfica- son una parte constitutiva de las memorias que cumplen funciones tan diversas
como complejas. En todos los casos, estructuran un relato concebible y contribuyen a hacer
el pasado psicológica, e incluso físicamente, soportable. A través de la sutil selección de
recuerdos aceptables, el narrador cierra sus heridas y evita abrir o reabrir heridas en quienes
lo escuchan, especialmente si se trata de sus hijos o de personas más jóvenes, a quienes
prefiere transmitir ideales antes que rencores o dolores.

Intentar llenar de sentido los silencios, borrar las cavilaciones, las incoherencias, los
hiatos del relato, en busca de una completitud que cierre la urdimbre de la historia personal

139
y familiar, hubiera sido avasallar la esencia misma de las memorias, su necesaria condición
dinámica de no completitud.

140
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Entrevistas en profundidad realizadas a:

Ahisa Céspedes Céspedes realizada por Verónica Magriñá (CEDAPPA).

Alice Stenico Loizaga.

Amancia González Mendieta. Archivo CEDAPPA.

152
Ana Beatriz González.

Anildo Franco Navarro.

Anselma Benítez.

Arnaldo Clérici realizada por Marcelo Terribile (CEDAPPA).

Carmen García de Gauto.

Carmen R. Alcaráz (Comisión de Verdad y Justicia del Paraguay).

Elisa Skeppsted de Fernández Posteguillo.

Guillermo Enrique Merker.

Fulvia Bordón.

Gastón Maluf Cemborain.

Gladys Bernatto.

José Gabriel Villamayor.

Leonardo García. Archivo CEDAPPA.

María Alba Rosario Barboza.

Marta Civils.

Miguel Angel Maluf Stenico.

Nancy Tauber de Guanes.

Nicolás Rubén Chávez. Archivo CEDAPPA.

Francisco ―Papi‖ Fernández Posteguillo.

Plácida Isabel García.

Rosalina Pacheco Merelez.

Rubén Ayala Ferreira. Archivo CEDAPPA.

Teodoro Vera.

Teresa de Jesus Vera de Riveros. Archivo CEDAPPA.

Yudit Rolón. Archivo CEDAPPA.

153
El presente trabajo se propone analizar desde una perspectiva antropológica, las
memorias de un colectivo social conformado por distintos miembros de familias
paraguayas exiliadas en la Argentina por la Revolución de 1947 y la dictadura de Alfredo
Stroessner (1954 – 1989).

A través de estas memorias, intentamos mostrar de qué manera el contexto político


de ambos países actuó como un determinante del exilio paraguayo, examinando en
profundidad, a los largo de los capítulos que componen el trabajo, los pasos que estas
familias siguieron: desde la pérdida de la tierra natal, pasando la obligación de ―rearmar la
casa‖ en el exilio, hasta el momento crucial de la decisión en pleno ejercicio de la libertad
de permanecer o no fuera de su país de origen.

Indagamos sobre las condiciones materiales a las que estas familias se enfrentaron
tras la fractura producida por la diáspora y su reconstitución en el exilio; cómo se
desarrolló su nueva vida cotidiana y cuáles fueron los cambios y adecuaciones de roles que
se produjeron al interior del grupo para adaptarse al nuevo escenario del exilio en
Argentina.

Sabemos que las memorias del exilio se encuentran atravesadas por las
representaciones que desde el presente construyen las personas y los grupos según sus
posiciones, diferenciadas por las dimensiones, de género, edad y roles que debieron cumplir
tanto, al interior del grupo familiar como en relación a otros exiliados y al contexto mayor
de su nueva residencia.

Entendemos que las memorias familiares como bloques homogéneos, son sólo un
relato construido por un vocero quien porta la palabra autorizada, y que instala su memoria
como la memoria de todo el grupo familiar la cual también puede ser o no, producto de una
fuerte negociación interna, donde siempre hay una voz y una memoria ―autorizada‖ por la
familia que se presenta al investigador, en la que se diluyen las conflictividades y tensiones
y contribuye a la presentación de la familia frente a un otro.

Sortear esta versión familiar oficial e indagar en la multiplicidad de significaciones


sobre un mismo hecho social como el exilio, y una experiencia familiar aparentemente
―idéntica‖ es la propuesta de este trabajo.

Carla Antonella Cossi

154

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