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Kázaros y cátaros: La historia oculta por las tres religiones del libro

de febrer 07, 2013

La primera referencia documental sobre los kázaros es bíblica, pues en la genealogía del Bereshit
(Génesis) Kazar es el séptimo hijo de Togorma, heredero de Gomer, hijo primogénito de Jafet,
primogénito de Noé, quien según la tradición citada por su Khagan (Juez) Yosef ben Aaron a
Hasday ibn Shaprut, descendían de la tribu de Benjamín y su tierra entorno al mar Caspio se
llamaba Arkanos.

Pero la primera cita histórica que tenemos es de Heródoto, quien menciona hace 2.500 años a los
Aukatas, Katiaros, Traspies y Paralatas, las primeras cuatro tribus escitas. Katiaros y Traspies
descendían del rey Arpoxais (ver Los escitas).

Cayo Plinio Secundo el Mayor (23-79), cita cinco siglos después a unos Catari ubicados en Panonia
(Hungría, Serbia, Rumanía); y los montes Cathei en la Sarmacia asiática, imperio que heredaran en
los antiguos territorios de cimerios y escitas.

También aparecen en textos latinos los auchates, auchetae y autacae (Plin.) como pueblo del Ponto
Euxinos (Mar Hospitalario que luego se llamó Mar Negro, con casi la misma grafía en griego). Los
paracetacenos persas (zano: hombre) corresponden a los paralatas de Heródoto; los Tracios y
Troyanos homéricos antiguos eran los Traspiés de Heródoto y sus Agatirsos y Melanclenos son los
acazires o acatziros de los autores grecolatinos: los "kázaros blancos" en lengua turca; y los
karakazars o tcherkeses: los "kázaros negros".

Entre ellos se denominaba entonces a los tcherkeses taifales (tur. tayfa: tripulación, marinero), pues
vivían del y junto al mar. Son los saurómatas, Sakarawaka o escitas reales, emparentados desde
antiguo con las amazonas, los massyagetas, escitas pescadores o saka taradraya de los tiempos de
Ciro y Darío, aqueménidas (s. VI a s. VI) aún a la llegada de Alejandro de Macedonia.

En el s. IX el historiador árabe Yaqubi recuerda la genealogía de la Torá (o el Bereshit-Génesis)


donde se hace a los Kázaros hijos de Gomer, y este de Jafet, hijo de Noé. “Otras leyendas les
remontan a Abraham o Alejandro”, apunta Arthur Koestler.

Tácito, en el s. I, cita a los sármatas en los límites con las tribus germánicas, vasallas algunas de
ellas y tributarias, como los peukinos-basternas, los venedos (venetos) o los fennos “de horrible
fiereza y una pobreza cruel”, y afirma que los sármatas: “viven en carros y andan a caballo”.
En el s. IV, Amiano Marcelino hace una descripción de los hunos (tur: "famosos"), ubicados junto a
la laguna Meotis (Mar de Azov) muy similar a la de los fennos pero con la diferencia de que ya
llevan caballos, de hecho: ”Están prácticamente pegados a sus caballos, unos caballos de gran
resistencia pero nada vistosos. En ocasiones montan sobre ellos como lo hacen las mujeres y así
realizan sus tareas habituales. No en vano, cualquiera de este pueblo, durante el día o la noche,
compra o vende montado sobre su caballo y así también come, bebe e, incluso, inclinado sobre la
estrecha cerviz de su caballo, dormita y cae en un sopor tan profundo que puede llegar a tener
varios sueños”

Y sobre los saurómatas: “El Íster (Danubio), con el abundante caudal de agua recibido de sus
afluentes, baña el territorio de los saurómatas. Estos habitan en una zona que se extienden hasta el
río Tanais (Don, que en osetio-alano significa "río"), que separa Asia de Europa. Al otro lado del río
encontramos la extensísima y desértica región de Escitia, habitada por los alanos, denominación
tomada de las montañas así llamadas. Estas gentes, al igual que los persas, consiguieron poco a
poco incluir en la denominación de escíticas a naciones limítrofes después de diversas victorias”
(31.12.13).

El alanogodo Jordanes, al describir la Escitia (36), cita: “Al sur de los estos (antiguos estonios) se
asientan los acaziros (akatziros, en Priscus), un pueblo muy numeroso que desconoce la agricultura
y que vive del ganado y la caza” (tur. ak-at-zihr: “blanco-caballo-acorazado”).

En pleno s. VI, ningún pueblo desconocía la agricultura, en todo caso, vivía mucho mejor como
ganadero, si las tierras lo permitían. Jordanes ubica a los sármatas: “En las montañas en que nace el
Vístula (Cárpatos), frontera con los germanos”; y entorno a ellos, a la poderosa tribu alánica de los
antes o antas, y a los esclavenos: “Aunque sus denominaciones varíen dependiendo de las tribus y
los lugares que ocupan”.
Los Cárpatos y la llanura panónica hungaro-yugoslava eran la base del imperio huno, desde Rúa al
menos y aún en tiempos de Attila, siendo origen de enfrentamiento continuo con Roma, por su
riquísimo valor estratégico, las grandes y fértiles llanuras cerealísticas danubianas.

Eslavos, cimerios, escitas y germanos se denominaban según el lugar que poblaban o su actividad
principal: polianos, del a.esl. pole: campo, agricultores cerealistas; drevlianos, del a.esl. drev (gr.
druis): bosque; roxolani, del al. ross, caballo: criadores y domadores de caballos de las llanuras
entorno al río Rha o Rhos, nuestro Volga. Los antas, de los bosque nórdicos y centroeuropeos,
donde habita el anta o alce, posiblemente su animal totémico pues es una de las hordas alánicas
conocidas más antiguas. Los severianos derivarían del a.esl. suvêtz: consejo; vêtz: pactum; rus.
severniye: boreal (¿los hiperbóreos de Heródoto?).

Los mismos godos, antes de ser conocidos como visi y ostrogodos, se denominaron tervingi:
“gentes del bosque” y greutungi: “gentes de la playa”, respectivamente, según algunos filólogos,
aunque si leemos en húngaro vis: agua, visi: acuático, y ostor: fusta, azote, látigo, flagelo, debiera
ser al revés.

Hacia el año 75 dne. Plinio ubica las hordas godas “en la orilla derecha del Vístula”, tributarios de
los sármatas. En el 230 están ya junto el Mar Negro. Como en el caso de los demás pueblos turcos o
iranios ya en esas fechas, los eslavos (del ant. esl. slobo: palabra, y sloveku: hombre) son un
conglomerado de clanes y tribus unidos por necesidades comunes, ubicación territorial compartida
y medios de vida similares, pero no forman una entidad racial o étnica diferenciada.

Asimismo, Jornandes certifica la común procedencia de getas, dakios y godos, antiguos


componentes de un mismo pueblo dedicado a la agricultura, con movimientos de expansión y
concentración migratoria, según las vicisitudes del clima.
El cronista bizantino Priscus fue enviado por Theodosio II, emperador de Bizancio, con una
embajada a Attila por ser un famoso orador, acompañando al general y futuro emperador Maximino
(448 dne.). Afirma Prisco de Panio en su crónica que los Akatzirs son los kázaros blancos, y los
negros Karakazars (Txerkeses), y que el emperador Theodosio II intentó vanamente atraer a estos
guerreros a sus intereses mediante el ofrecimiento de riquezas.

Su jefe, llamado Karidak (tur. kardesh: hermano; kardeshlik: hermandad), rechazó el soborno y
permaneció al lado de la confederación húnica. Attila derrotó a sus rivales y le premió “haciéndole
el único rey de los Akatzirs y le invitó a su corte”. Invitación que rechazó humilde y prudentemente
Karidak, en una carta a Attila, siendo reafirmado en el mando por el arkán huno. Karidak es llamado
dayán, que significa juez, como el Khagan posterior.

En turc. mod. katar: caravana de carromatos. Ari: limpio, puro, resplandeciente; lat. mundo: limpiar,
purificar; mundus: limpio, nítido, puro. Gr. καθαροσ, kazaros: perfecto, puro, limpio. Καθαιρω,
kazairó: purificarse, hacerse puro. Την σεληνη καθαιρειν: ten selene kazairein (o kazerín): “hacer
descender la luna (un brujo)”. Sáns. âryah: noble, amigo, “de linaje decente” en el Libro de Manu
(s. II ane); persa aqueménida: ariya; avéstico: ariyô: ario, habitante del Aryana Vaejo o la "Tierra
Madre Pura".

En el 550 Zacharias el Orador, cronista sirio, dice: “Su nombre es citado en una lista de pueblos
habitando la región del Cáucaso”, es la Alania sármato-meota, antiguas Albania e Iberia, hoy
Azerbadján y Georgia más las pequeñas repúblicas caucásicas.

El respeto de la gran Persia sasánida hacia los kázaros queda reflejado por el historiador Ibn al
Bulkhri en el “Fars Namah”. Según una tradición persa: “el gran rey Khusraw Anushirwan (Cosroes
el Biendichoso) tenía en su palacio tres tronos de oro para los emperadores de Constantinopla,
China y los Kázaros”.

El propio Constantino VII Porfirogeneta (901-959) de Bizancio comenta en su Libro de las


Ceremonias que las cartas para el papa de Roma o el emperador de Occidente han de llevar un sello
de dos sueldos de oro, mientras que para los mensajes destinados al rey o khagan de los kázaros
había de ser el sello de tres sueldos de oro.

Fue durante el reinado de Justiniano I de Bizancio (527-565) cuando, con sorprendente facilidad
para los historiadores, el general eslavo Belisario (Dragón Blanco) se adueñó del reino vándalo de
Gelimir, en el norte de Africa, donde nacerá el sorprendente emperador Heraklio que destituirá al
tirano Focas (610), asesino del emperador Mauricio y toda su familia (602).

Belisario era natural de un lugar fronterizo entre Iliria y Tracia, y llevaba en África, como
caballería, un destacamento de 600 masagetas o alanos, según Procopio de Cesarea. No es extraño
que los alanos que habían llegado con los vándalos se abstuvieran de luchar contra sus primos, si no
es que se aliaron con ellos. Sin esta caballería Gelimer “el tirano” no tenía mucho que hacer,
máxime sin contar con el apoyo de un pueblo indígena al que había expoliado y masacrado.

En el año 622, Heraklio ataca por Armenia, provincia sasánida, y los kázaros y alanos del Kuban, al
mando de su tarkhan (posterior bek) Ziebil, se entrevistan con él en Tiflis, capital de Georgia, a la
vez que persas y ávaros (yuan yuan o juan juan de los chinos: “insectos muy molestos”) cercan su
capital, Constantinopla, que se defiende con la flota imperial y el fuego griego. (Tur. âvare: errar,
vagabundear; süvari: jinete, caballería; mar.: Capitán; tocario-kutcheano: uar: agua; húngaro:
hábórus: bélico, de la guerra, militar, guerrero).
Con la alianza kázara de 40.000 jinetes bajo el tarkhan Ziebel, Heraklio derrotará a los persas
sasánidas de Khusraw II (Cosroes), y éste caerá asesinado por los suyos tras negarse a la rendición,
el mismo año en que se producía la Hégira o huida de Muhammad a Medina (622).

El año en que Heraklio devolvía la Santa Cruz a Jerusalén, Mahoma entraba en su ciudad natal, La
Meca, vencedor (630). En medio de tantos triunfos bizantinos, se perdían las posesiones del levante
español (620) que pasaban a ser nominalmente visigóticas, es decir, arrianas y heréticas para los
intereses de Roma. En 636 la persa Ctesifonte pasa a manos árabes.

En los años siguientes las relaciones entre Bizancio y los turcos del kanato de los kázaros del Volga
crecieron hasta que el propio Justiniano II (695-705 dne.), refugiado en las costas del Mar Negro
durante un exilio, desposó a la hermana del Kaghan de Itil o Atil, la emperatriz Teodora.

Itil, Atil o Attel es el nombre del rio Volga en época sármata y kázara (Gr. Rha, Rhoss; bul. Volgy:
valle) y el nombre de la capital del kanato kázaro, residencia del Kaghan y la Katum (su esposa
principal, madre del heredero y sus hermanos: kobegin). Significaría “Ciudad Blanca”, según
historiadores árabes que la traducen por Al-Baida. Si fuera la traducción de Attil, el Volga resultaría
con un nombre apropiado a su gélida apariencia invernal.

El Kaghan kázaro Yosef ben Aarón, en su carta del año 961 dne., comenta que él vive en una ciudad
aparte de la Katum o emperatriz, quien posee su propio Saray o Palacio, lo que confirma Ibn Batutta
en su narración. Así traduce W. Keller de la carta del Kaghan: “Me preguntas también por mi lugar
de residencia. Tienes que saber que yo, con la ayuda de Dios, vivo junto al mencionado río Volga,
en cuyas orillas están situadas las tres ciudades principales. En una de ellas vive la reina madre, ésta
es mi ciudad natal. Tiene una superficie de 50 parasangas cuadradas (250 km2) y está edificada en
forma circular… En la tercera vivo yo con mis ministros, esclavos y servidores... Esta es mi
residencia de invierno”.

Según la crónica de Constantino VII Porfirogéneta (nacido en la púrpura), el "Kaghanos" kázaro


(que no recibía a nadie y vivía aislado en su ciudad, Itil) era el Chaghan turcomongol, y al tarkhan
(“jefe de los fuertes”) o buygur, jefe de las tropas (strategos), se le llamaba en griego pekh. El
historiador Ishtakri le llama bek y otras fuentes beg o pek. En tur. mod. Peyk es satélite y ésta es,
sin duda, la auténtica acepción de la palabra. Si el Khagan era el espíritu de la tierra, el peyk era su
luna. Ligadas a ella, peygamber: profeta (“que lleva la señal del Kam o chamán”), y pey: señal.

Había siete jueces en Kazaria, dos para cada religión, y un séptimo que era sólo para los kázaros
que, como coinciden en afirmar todos los estudiosos, eran una minoría.
El ejército era una élite de caballeros de orígenes diversos, armados con cota de malla, armadura,
casco de metal ornado en la cimera con plumas o colas de animales, como tigres del Caspio
(extinguidos), guepardos, onzas o panteras; arco compuesto, lanza que se fijaba para la carga en un
soporte de la silla, con un gancho en la punta (sauróter) para cortar las cinchas del enemigo que
huía; alfange Khazar: un sable con la hoja curva más ancha en la punta, pensado también para la
decapitación que se usaba con ambas manos; espadas y puñales de tamaños diversos, con un aro
para ser colgados durante la lucha de la muñeca o del cinturón; en suma, lo más parecido a un
samurai, como ejemplo más conocido de guerrero completo medieval, y montando los mejores
caballos de Asia, los akal-teké.

Ya durante la década de 642 a 652 los ejércitos árabes atacaron a través del estrecho de Derbent o
Bab- el-Abwad (Puerta de las Puertas), junto a Bakú, invadiendo los territorios protegidos por el
kanato kázaro (tur.: kent, ciudad). En el 652, en Balandjar, tras una batalla en que ambos bandos
usaron dos hileras de balistas y catapultas, cayeron 4.000 árabes y su general Abd-al-Rahman ibn
Rabiah.

Tras otro ataque árabe, en el 730, los kázaros contratacan y les derrotan en Ardabil (Irán),
alcanzando Mosul (kurdistán iraquí) y Amida (tur. Diarbekir). En el 731 Muslamah ibn al-Malik
ataca de nuevo y toma Balandjar, llega hasta Samandar, más al norte, pero es de nuevo rechazado
por la caballería kázara.

El mismo año de la batalla de Poitiers, 732, un ejército kázaro de 120.000 jinetes derrotaba a los
árabes en Adiguea (Kubán). El ejército omeya era cuatro o cinco veces superior al que se enfrentó
con los francos, visigodos, alamanes y galorromanos de Carlos Martel (Martillo) en Francia.

El emperador bizantino Constantino V se casó a su vez con la hija del kaghan, la que fuera
bautizada como emperatriz Irene, en el 732 (año de las batallas de Adiguea y Poitiers).

La hija del Kaghan kázaro, la princesa Chichak, “Pequeña flor”:“Aportó con las joyas de su dote un
vestido magnífico que impresionó talmente a la corte bizantina que los dignatarios lo adoptaron
como vestido de ceremonias; lo llamaban tzitzakion, derivándolo de su nombre”. Ambos sumaron
208.000 colonos a los 30.000 que Justiniano II había llevado a Bitinia y el Ponto. Fue su hijo el
emperador León IV el Kázaro (775-780), desposado con otra Irene, cuyo hijo será Constantino VI.

Otra princesa kázara, desposada con el gobernador musulmán de Armenia, llevaba entre su cortejo
diez tiendas montadas sobre ruedas: “Hechas de la seda más fina, con las puertas placadas de plata y
oro y las planchas cubiertas de pieles de martas cibelinas. Veinte carros más llevaban la vajilla de
plata y oro y los tesoros que formaban su dote”.

Y el propio Kaghan, cuando viajaba, lo hacía “en una tienda móvil más lujosa aún, coronada por
una granada de oro” (A. Koestler). Es la época de las guerras iconoclastas, consecuencia del abuso
de los monasterios fabricantes de iconos y de reliquias inventadas y muy milagrosas que
convirtieron, en Roma o en Bizancio, el culto cristiano en un negocio basado en el más antiguo y
supersticioso de los paganos, el culto a los ídolos.

Y es cuando se cree que el kaghan Bulan de los kázaros (¿el Bumin de los turcos occidentales o el
Bayan de los ávaros?), adoptó la religión hebrea con su familia, “en los tiempos de Harun al-
Raschid”; y cuando muchos hebreos viajaron a Kazaria, huyendo de las persecuciones persas o
bizantinas, y rechazaron las imágenes en sus sinagogas, siguiendo el ejemplo de los árabes que
seguían a rajatabla el precepto coránico de no representar imágenes humanas ni divinas, para evitar
la idolatría que Roma y Grecia (Bizancio) jamás proscribieron.
Son años oscuros y la razón es también conocida. Además de las guerras que agitaban Asia, en el
747 una serie de terremotos y plagas de gran virulencia asolaron Asia Menor y Bizancio. Es
entonces cuando el papa Esteban (752-757) se inventa la falsa donación de Constantino el Grande
que: “justificaba que toda la autoridad política de occidente se hallase en manos del papa”.

En el año 787 la iglesia bizantina reunida en concilio ecuménico declara que “ya nada se podía
quitar o añadir a la doctrina de los padres”. Pocos años después se producirá el cisma entre
Bizancio, más próximo a Armenia y Asia Menor en sus intereses, y Roma que resolvería el conflicto
aliándose a los gábalos de Carlomagno y, más tarde, a los Otónidas, descendientes de una de las
familias romanas más antiguas, como afirma Plutarco al citar al Otón que murió con Galba.

Parece que los santos padres de la iglesia se habían olvidado, entre otras cosas, de la Inmaculada,
hasta que se dio cuenta del fallo un infame capo vaticano, en pleno siglo XX.

Ibn Fadlan, en el s.X: “Los Kázaros y su rey son todos judíos (hebreos, lo que entonces era
sinónimo pues nadie diferenciaba unas etnias que todos sabían entremezcladas). Los Búlgaros y
todos sus vecinos les están sometidos. Ellos les tratan con obediencia y veneración. Algunas
tradiciones (georgianas) afirman que los Kázaros son el pueblo de Gog y Magog”.

Hasta la llegada de Gengiz Kan, sólo los kázaros mantuvieron a los árabes al sur de Georgia o el
Syr Daria. Cuando aquellos, súbitamente a finales del s. X, parecen desaparecer de Asia, surgen los
catharos de Catalunya y Langue d’Oc.

Hacia el año 970 una invasión de varegos (normandos-vikingos) financiados y apoyados por
Bizancio, someterá Itil a tres años de asedio. A su caída, se producen hechos -que
estudiaremos en otro capítulo- que llevarán a un desconocido pero importante número de
kázaros -entre ellos la familia del Khagan- a viajar a Sefarad o Al Andalus, a reunirse con el
más sabio e influente Rav de la Res Golá hebrea mundial: Hasday ibn Shaprut, médico y
ministro de Hacienda de Abdelrahmán III el Grande, califa Omeya (Muhawiya) de Córdoba,
la mayor ciudad del mundo en el siglo X.

Mientras los esencialistas keraítas marchan a Lituania otros grupos se desplazan hacia Europa
central, estableciéndose a veces temporalmente o de forma permanente. Luego, cuando kázaros
kabiros han organizado a sus conciudadanos húngaros y nombrado un rey, Arpad, y una dinastía,
hallamos en la Panonia bogomilos, también en Bulgaria o Bosnia, con cementerios cuyas estelas
recuerdan las pirenaicas de Montsegur, Carcassonne o Euzkadi. Después, como los seguidores
radicales de Martino en Italia, los “pobres de Lyon” de Pero Valdo y los arianos o ariennes:
arrianos, maniqueos, albigenses (de Albi: “nacidos blancos”) o cátharos (perfectos), todos en el
mismo caldo “herético”, en Alemania, Provenza, Aquitania y la Marca Hispánica o condado de
Gotia-Gothland (Catalunya).

Si seguimos la huella del florecimiento catalano-occitano y sus cortes de amor en ciudades abiertas,
talleres artersanales, mercados y refugio, donde los valores mercantilistas permitirán superar los
límites de clase y cuna, hallaremos una ruta toponímica que penetra desde el Mar Negro por
Rumanía y Hungría, y avanza hasta Serbia, Montenegro, Eslovenia, Bosnia y Herzegovina, Croacia,
Véneto, Lombardía y Provenza, donde se bifurca hacia el norte y el sur junto con una revolución
ideológica con muchos denominadores comunes.

Por ejemplo, el desprecio hacia las autoridades políticas y religiosas, acusadas de corrupción y
simonía; el rechazo a las escrituras como palabra divina o revelada y su asunción como obra
humana y sujeta a error e interpretación; y la consideración de lo humano y lo cotidiano, la
satisfacción de las necesidades vitales, como primer objetivo social y moral.
Ciudadanos de grandes urbes comerciales, centros de la Ruta de la Seda y caravanserais de gran
magnitud, generan una organización municipal representativa y enfrentada al feudalismo hereditario
de francos y godos convertidos a patricios tras renunciar a su arrianismo tribal, herético para Roma
a partir de Teodosio de Bizancio, aceptando un principio absurdo para la racional mentalidad del
guerrero y lobo de la estepa: la esencia divina del Hijo.

Contra el centralismo teocrático se desarrollan las lenguas vernáculas o comunes y se generaliza su


uso en textos de todo tipo, prescindiendo del latín cuya interpretación y enseñanza estaba
exclusivamente en manos de la Escolástica que, desde el siglo XII, dominó la universitaria en la
Sorbona parisina, tras controlar el 50% del claustro de profesores, el último reducto europeo de
librepensamiento.

Ello dió lugar a la aparición de los goliardos o “discípulos de Golias”, clerici vacanti (estudiantes
vagabundos) que versificaban en latín (o provenzal y catalán) cantando los placeres de Venus y
Baco, el buen comer y mucho holgar, haciendo de las tabernas sus templos e invocando a Decio,
Señor de los Jugadores (el diez, número de dios o perfecto para los pitagóricos, ganaba a los dados,
juego ya mencionado en el Ramayana y común en el Antiguo Egipto, como las damas). Los
Cármina (Cantos) de Burana, monasterio alemán, o el manuscrito amoroso de Ripoll son muestras
famosas de esta literatura profana y vitalista.

El ajedrez, transmitido de la India a Persia y de ésta a los árabes (y hebreos) que lo trajeron a
Córdoba era el Chaturanga: “batalla” (lit. “cuatro reyes”), un juego de estrategia militar, para cuatro
jugadores, y con cuatro reyes pero sin reinas. Cada jugador tiene ocho piezas, colocadas en las dos
hileras, formando una svástica en el tablero. Quien elimina un rey se queda con sus piezas restantes,
contra los otros jugadores, hasta que queda uno sólo. Cada pieza es parte de una casta; las torres,
brahmanes; los caballos, kshatriyas; los álfiles, vaisyas, y los peones, shudras.

El tránsito de un peón, shudra, a través de los siete niveles que le separan del rey enemigo, es
imagen de las reencarnaciones del pandit (sabio) precisas hasta alcanzar el nirvâna o moksha, la
liberación de las reencarnaciones y del sufrimiento, el despertar (bodhi); y rememora los cortes del
árbol iniciático y los siete escalones del mitraísmo. Algunos estudiosos afirman que la creación de
la reina, que en realidad sería el bek kázaro, y un rey casi inútil pero alma del juego, el khagán, fue
una modificación hecha en los caravanserais de Kazaria (o Gazaria, en genovés).
Este vídeo -aunque con detalles cuestionables- ofrece unas imágenes de diferentes tiempos de la
cultura sármata-huna-kázara.

De Kházaros a Cátharos: el viaje al oeste (2)


http://elcolomimissatger.blogspot.com.es/2013/02/de-khazaros-catharos-el-viaje-al-oeste.html

Kázaros y Cátaros (3): La carta del Khagan Yosef ben Aaron de Arkanos al Rabí Hasday Isaac ibn
Shaprut de Córdoba
http://elcolomimissatger.blogspot.com.es/2013/03/kazars-i-catars-3-la-carta-del-khagan.html

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