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Actina

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Actina

Actina G (código PDB 1j6z ). Se representan en el centro activo las


moléculas de ADP y el catión divalente.1

Identificadores

Símbolo Actin

Pfam PF00022

InterPro IPR004000

PROSITE PDOC00340

SCOP 2btf

Estructuras PDB disponibles:[mostrar]

[editar datos en Wikidata]

La actina es una familia de proteínas globulares que forman los microfilamentos, uno de los
tres componentes fundamentales del citoesqueleto de las células de los
organismos eucariotas (también denominados eucariontes). Puede encontrarse
como monómero en forma libre, denominada actina G, o como parte de polímeros lineales
denominados microfilamentos o actina F, que son esenciales para funciones celulares tan
importantes como la movilidad y la contracción de la célula durante la división celular.
De la importancia capital de la actina da cuenta el hecho de que en el contenido proteico de
una célula supone siempre un elevado porcentaje y que su secuencia está muy conservada,
es decir, que ha cambiado muy poco a lo largo de la evolución.2 3 Por ambas razones se
puede decir que su estructura ha sido optimizada. Sobre ésta se pueden destacar dos rasgos
peculiares: es una enzima que hidroliza ATP, la "moneda universal de la energía" de los
procesos biológicos, haciéndolo muy lentamente. Pero al mismo tiempo necesita de
esa molécula para mantener su integridad estructural. Adquiere su forma eficaz en un proceso
de plegamiento casi dedicado. Además es la que establece más interacciones con otras
proteínas de cuantas se conocen, lo que le permite desempeñar las más variadas funciones
que alcanzan a casi todos los aspectos de la vida celular. La miosina es un ejemplo de
proteína que une actina. Otro ejemplo es la vilina, que puede entrelazar la actina en haces o
bien cortar los filamentos de actina, dependiendo de la concentración de catión calcio en su
entorno.4
Formando microfilamentos en un proceso dinámico proporciona un andamiaje que dota a la
célula de una forma con posibilidad de remodelarse rápidamente en respuesta a su entorno o
a señales del organismo, por ejemplo, aumentando la superficie celular para la absorción o
proporcionando soporte a la adhesión de las células para formar tejidos. Sobre este andamiaje
se pueden anclar otras enzimas, orgánulos como el cilio, dirigir la deformación de
la membrana celular externa que permite la ingestión celular o la citocinesis. También puede
producir movimiento, bien por ella misma o ayudada de motores moleculares. De ese modo
contribuye a procesos como el transporte intracelular de vesículas y orgánulos y la contracción
muscular, o la migración celular, importante en el desarrollo embrionario, reparación de
heridas o invasividad del cáncer. El origen evolutivo de esta proteína se puede rastrear en
las células procariotas, donde existen equivalentes. Por último es importante en el control de
la expresión génica.
Un buen número de enfermedades tienen como base alteraciones genéticas en alelos de
los genes que gobiernan la producción de la actina o de sus proteínas asociadas, siendo
también esencial en el proceso de infección de algunos microorganismos patógenos. Las
mutaciones en los distintos genes de actina presentes en humanos ocasionan miopatías,
variaciones en el tamaño y la función cardíaca y sordera. Los componentes del citoesqueleto
también tienen relación con la patogenicidad de bacterias intracelulares y virus, especialmente
en procesos relacionados con la evasión de la respuesta del sistema inmune.5

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